Manzanilla - El Surgimiento de La Ciudad Urbana y La Formación Del Estado PDF

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£¿_ SURGIMIENTO DE LA SOCIEDAD URBANA Y LA FORMACION DEL ESTADO:

CONSIDERACIONES

Linda Manzanilla
IIA-UNAM

Introducción

Los diversos modelos de sociedades prefeudales que se proponen para el pasado han surgido,
en su mayor parte, de estudios basados en fuentes históricas y de analogías etnográficas. Así, la
clásica división de Service (1975) en bandas, tribus, jefaturas y estados, o la de Fried (1967) en
sociedades igualitarias, jerarquizadas, estratificadas y clasistas parecían haber organizado el
universo etnográfico y el arqueológico en órdenes de características discretas. Sin embargo, a
pesar de múltiples esfuerzos hechos en este sentido, no se llegó a esclarecer el proceso de
cambio hacia formas más complejas. Un problema que ha predominado en la arqueología de los
últimos años es la pretensión de hacer que los datos concuerden forzadamente con dichos
modelos, más que avanzar en la formulación teórica a partir de la nueva información.

Con respecto a la formación de las primeras sociedades urbanas y estados arcaicos, el primer
punto que se destaca es ta inexistencia de correlatos etnográficos para este tipo de sociedades.
Por sociedad urbana prístina entenderemos aquí una sociedad con división compleja del trabajo,
es decir, la presencia de especialistas en actividades diversas de las de aquellos que están
dedicados a la producción de bienes de subsistencia; este tipo de sociedad presenta instituciones
que coordinan los procesos económicos y ejercen autoridad sobre el común de la población; y,
por último, la residencia de la mayor parte de los especialistas y de la autoridad es un centro
urbano que provee de servicios particulares a la región circundante (por ejemplo la distribución de
una amplia gama de bienes). En contraposición, entenderemos por sociedad estatal arcaica a la
que presenta una organización social clasista, con indicios claros de acumulación de riqueza,
demarcación relativamente precisa de fronteras, la conquista como forma de apropiación territorial
y el tributo como mecanismo de sujeción económica.
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Si se observa la diferencia entre ambas definiciones, es claro que no se trata de fenómenos


equiparables ni necesariamente coetáneos, sino diferentes y, en ocasiones, sucesivos en el
tiempo. Además, los indicadores básicos de cada estadio yacen en el ámbito de las instituciones
que fungen como sede de la autoridad: el templo y el palacio.

El estudio de indicadores en arqueología tiene como meta establecer una relación entre la
información empírica y los fenómenos que están estipulados en el marco conceptual. A este
respecto, la función del contexto arqueológico es muy importante en cuanto a la referencia
funcional y espacio-temporal del material empírico. Puede considerarse por ejemplo la existencia
de una división compleja del trabajo, como elemento clave para detectar la presencia de
sociedades urbanas tempranas. A nivel artesanaí se buscarán -en el registro arqueológico- trazas
de la existencia de indicadores de especializaclón como serían la presencia de barrios, talleres,
tumbas de los especialistas con sus instrumentos, marcas de los artesanos en su producción
(particularmente notorias en la alfarería Samarra de Mesopotamia), elementos que denoten
habilidad o complejidad particular en la elaboración de ios objetos (es el caso de la cerámica
policroma Halaf, en que cada pieza es una obra única, o la manufactura de objetos de bronce) y
la producción en masa que se observa en la alfarería hecha con moldes o al torno (Manzanilla
1979, 1986).

Un factor por detallar es el grado de especialización del trabajo. En el caso de los talleres de
lítica, hay ejemplos de sitios donde se produce una amplia gama de instrumentos sobre una
determinada materia prima, mientras que en otros casos existen talleres productores de un solo
tipo de instrumento.

Debe señalarse que estos indicadores no están desligados de un contexto general de uso/con-
sumo donde es pertinente evaluar cuáles necesidades sociales se satisfacen. Quien esto escribe
propuso en 1979 que la única manera de evaluar correctamente el impacto social de los bienes es
correlacionando la información de los contextos de producción -ya sean elementos de subsisten-
cia, manufacturas o construcción- con los de uso/consumo, referidos a las ramas de consumo
individual inmediato y productivo, la distribución y el intercambio, así como con las instancias
políticas e ideológicas (Manzanilla 1979, Cap. X). Por eso no es lo mismo hallar un taller de
elaboración de navajtllas prismáticas destinadas a un uso de herramientas domésticas de corte,
que encontrar un taller similar bajo los auspicios del templo, cuyos productos sirven para el
autosacrificio. En consecuencia, es necesario contar con los sitios de producción y distribución de
esos mismos productos en contextos primarios que denoten su función.

Siguiendo sobre este tipo de argumentación, diríamos que, a nivel artesanaí, se tienen dos
tipos de especialistas:
1. Los que trabajan por su cuenta (independientes). En este caso se subdividirían a su vez en:
a) Quienes laboran individualmente, que tendrían sus casas y talleres disgregados en forma
aleatoria por el asentamiento.
b) Por otro lado, quienes presentan formas de cooperación al interior de un tipo de trabajo
pueden estar asentados en barrios, aun cuando quizá intervengan más factores en esta decisión.
2. El especialista que trabaja exclusivamente para el templo o el palacio. En este caso, sus
moradas y talleres se localizarían en las inmediaciones de los recintos ceremoniales y palaciegos.
Otro de los elementos relevantes para definir a las primeras sociedades urbanas es la exis-
tencia de una institución que coordine varios procesos económicos. Como señalamos en 1983,
los indicadores pertinentes más tempranos giran alrededor del templo en cuanto institución que
controla la producción especializada de ciertos bienes, el almacenamiento de otros, la distribución
y el intercambio de los mismos a distancia. Se desarrollará este aspecto en un inciso posterior.

Por último se consideró parte de dicha definición la existencia de un centro urbano que serviría
de residencia a la mayoría de especialistas no dedicados a la subsistencia, que proporcionan
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servicios especializados a las comunidades rurales más próximas. A nivel de patrón de


asentimiento regional -con datos procedentes de contextos excavados y fechados- se encontraría
quizá una distribución de actividades diferenciadas y amplia variedad de bienes que circulan en
los centros urbanos con relación a las comunidades dependientes. Obviamente las instituciones
básicas de control (el templo o el palacio) estarían ubicados en dicho centro urbano.

I. El caso de Mesopotamia

El ejemplo de Mesopotamia reviste especial importancia en el problema que nos atañe, ya que
constituye el caso más antiguo y mejor conocido del surgimiento de la sociedad urbana y el
estado. Numerosos investigadores han propuesto varias hipótesis de explicación sobre el proceso
de transformación hacia una "sociedad compleja". A continuación se esbozarán algunas de estas
ideas desarrolladas con amplitud en 1979, y se analizará la pertinencia de su aplicación a
periodos concretos de la historia mesopotámica.

1. "El modelo hidráulico"

La proposición más discutida es la de Kart Wittfogel, surgida del estudio de algunos periodos
de la historia de China, generalizada por dicho autor y sus seguidores a nivel mundial. El
concepto básico es el de "sociedad hidráulica", es decir, una organización agraria en la que las
obras de riego (con propósitos productivos y de protección) y otras construcciones (de
comunicación, defensa, servicio, etcétera) son administradas por un gobierno fuerte (Wittfogel
1974.17), cuya eficacia se sustenta en la capacidad de organizar y controlar una gran fuerza de
trabajo para la construcción y mantenimiento de las obras, así como la distribución de agua y
tierras irrigadas.

Una sociedad hidráulica tendería a adquirir una conformación estatal, siendo el estado el
sistema político más eficaz para integrar los patrones formales de autoridad que requieren las
tareas arriba mencionadas (Sanders y Price 1968:177). Sin embargo, se conciben también
sociedades hidráulicas no-estatales (a nivel de cacicazgos) y no-urbanas.

Lo anterior en una propuesta generalizada a numerosas áreas no estudiadas con la suficiente


profundidad con la que se analizó el caso chino. Una de las críticas pertinentes a esta propuesta
es de pretender esbozar un esquema de dinámica temporal en una forma claramente ahistórica.
En la mayoría de los casos se citan áreas sin precisar el momento histórico a que se refiere el
argumento; en otros no se sigue el proceso diacrónico. La técnica es fragmentar la información
de tal manera que no se da la exposición completa de un caso.

A pesar de que los ejemplos etnográficos quizá no sean pertinentes para una comparación
con casos arqueológicos, quisiéramos citar el hecho de que no siempre ta competencia por agua
causa conflictos. En el estudio de siete sistemas de riego a pequeña escala en grupos actuales,
Millón (1962:56) concluye que no hay relación clara entre el grado de centralización üe la
autoridad y el tamaño del sistema de irrigación o el de la población que sostiene. La dependencia
de un sistema de riego común tiene como efectos no sólo fenómenos de antagonismo, sino
también de cooperación.

Más allá de la proposición general y a raíz de que Wittfogel y Steward incluyeron a


Mesopotamia en la categoría de "sociedad hidráulica compacta, simple y estatal" (Steward
1955:2), otros investigadores se dedicaron a buscar con vehemencia el indicador que define por
excelencia a la sociedad hidráulica, reduciendo el problema a la especificidad de los canales de
riego. Se hicieron grandes proyectos de reconocimientos de superficie especialmente en la llanura
central y sur de Mesopotamia (Diyala, Akkad, el centro de Súmer y el área de Uruk-Warka). En
mucho, la finalidad era ver el vínculo entre la presencia de elementos hidráulicos y el momento del
surgimiento del "estado" o de ta "sociedad urbana".
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Después de años de investigación, Robert McC. Adams ha llegado a la conclusión que, en


Mesopotamia, el estado antecede en mucho (qui2á en un milenio) a las grandes redes hidráulicas
que establecen estructuras políticas definidas por Wittfogel como hidráulicas (Adams 1965:41).
Las evidencias arqueológicas disponibles antes de la mitad del tercer milenio aC son tan escasas
y discutibles que resultan irrelevantes.

Los registros administrativos de mediados del tercer milenio aC indican que la población
dependía principalmente del cultivo extensivo bajo rotación, alternando periodos de barbecho con
cosechas de leguminosas. El riego a pequeña escala constituía una parte subsidiaria de una red
Interdependiente de técnicas de subsistencia y relaciones económicas, y éste no puede aislarse
como un agente causal (Adams 1969; Hola 1974:271).

2. "Los modelos demográfico y bélico"

Ambos modelos serán tratados en un mismo inciso puesto que siempre aparecen íntimamente
relacionados ya sea explícita o implícitamente. Uno de sus grandes defensores es Robert Carneiro
(1970) para explicar el surgimiento del estado. El propone que el aumento progresivo de la
población provocaría constantes conflictos debido a la competencia por terrenos aptos para
labores agrícolas, zonas de recolección, caza o pesca (creando así presión sobre los recursos ya
limitados). El corolario de las fricciones constantes sería la conquista de unos grupos por otros,
estableciendo una relación de tipo tributario entre vencedor y vencido. Estos mecanismos
aumentarían progresivamente el tamaño de las unidades políticas, así como el grado de
complejidad y centralización.

Para Mesopotamia se cuenta con tres modelos enmarcados dentro de estas hipótesis. El más
ortodoxo fue formulado por Cuyler Young (1972) con el fin de aplicar las proposiciones de
Boserup (1965) y Carneiro (1970) a Mesopotamia, área considerada como una unidad geográfica
relativamente circunscrita; entre 6000 y 4500 aC aumentaría la población trece veces más, hecho
que provocaría presión sobre los recursos. La resolución sólo podría estar en el ámbito de la
Intensificación del uso de la tierra y de la migración de un sector de la población a zonas
marginales. Esta etapa pudo haberse presentado durante el periodo Ubaid.

Sin embargo, los fenómenos de colonización de nuevos territorios y de intensificación tendrían


sus límites; al alcanzar éstos, los conflictos por las tierras de cultivo se agudizarían. Durante el
período Uruk se abandonarían áreas marginales para crear asentamientos humanos defendibles
fácilmente, conformando así "zonas de amortiguamiento", entre las áreas pobladas. Por
consiguiente, el urbanismo seria el medio de organización y control de la población en aumento,
de la estructura económica intensificada y de la fuerza de trabajo que haría posible dicha
intensificación, solamente dentro de formas sociales de tipo jerárquico.

McGuire Gibson (1973:458-460) propone un modelo para las áreas de Uruk, Nippur y Kish, que
presenta algunas diferencias respecto al anterior. En primer lugar, el aumento de la población está
en función de la productividad de la tierra, y no es variable independiente, como pretende
Boserup. El crecimiento demográfico constituye el índice principal, pero introduce un nuevo factor
considerado fundamental en el proceso de urbanización de Mesopotamia. el abandono del cauce
oriental del Eufrates causa que la población se mueva hacia occidente, cerca del nuevo lecho.
Este desplazamiento aglutina más aún a la población reduciendo la tierra disponible. De nuevo se
plantea que la única salida es la de intensificar la agricultura, la red económica y la organización
social (?). Sin embargo, el sistema de grandes unidades de asentamientos sería insuficiente, de
ahí que los sitios más grandes se desintegren en pequeñas aldeas dispersas en el territorio. Esto
provoca un aumento demográfico, además de nuevos intentos de intensificación a nivel del
intercambio y de la especialización artesanaí. La competencia por tierra y bienes es tan intensa
que la guerra se torna un fenómeno común y mejor organizado. Conviene ahora enfrentar los
conflictos de manera directa, en lugar de optar por la migración.
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B último modelo particular que citaremos fue propuesto por Robert McC. Adams (1972:62-63),
quien comparte el esqueleto central de los modelos expuestos anteriormente, pero considera que
los efectos de dicho proceso deben analizarse no sólo a nivel intercomunal (como el creciente
énfasis en hostilidades de tipo bélico, que propiciaría la aparición de ciudades-estado
amuralladas), sino también a nivel intracomunal, es decir, modificando la estratificación social, que
favorecería el surgimiento de superestructuras estatales a la larga.

Hole (1974:277) menciona que existen evidencias históricas de guerra hasta 2500 aC, algunos
siglos después de la culminación del proceso. Service (1975:304-308) añade que las evidencias de
violencia se encuentran en forma esporádica durante todo el proceso. Por otro lado, no hay que
confundir entre dos tipos de conflictos: las fricciones entre vecinos rivales, en las que una ciudad
vence a otra después de una disputa por fronteras, y los conflictos entre sedentarios y nómadas.
En otra escala totalmente distinta estarla el militarismo sistemático de un estado expansionista.
Este se presentaría desde el Periodo Acadio en adelante, por lo que, teniendo en mente el modelo
original que proponemos, sólo a partir de este tiempo podría hablarse de estado.

Retomando el problema-base (la demografía), el punto más problemático de la búsqueda de


indicadores en relación al modelo que nos atañe en este inciso es la estrategia arqueológica que
han seguido quienes lo sostienen. Generalmente se realizan reconocimientos de superficie a nivel
regional; por medio del estudio de los materiales arqueológicos hallados sobre el terreno, se
asignan determinados sitios a periodos particulares, se define el tipo de asentamiento y se calcula
su población con relación al área de distribución de los tiestos. Además se pretende explicar los
cambios en el "patrón de asentamiento" de la siguiente manera: a nivel regional, ia demografía se
cuantifica por el número de sitios existentes en cada período. Sin embargo, debido a la ausenc ia
de excavaciones extensivas en estas estrategias, no hay controles cronológicos precisos que
comprueben ta correspondencia en contemporaneidad de los sitios asignados a un periodo.

Es conocido por todos que los sitios del Cercano Orlente se caracterizan porque las diferentes
ocupaciones están superpuestas hasta formar grandes montículos denominados te//, en los que la
mayoría de los niveles habitacionales yacen a varios metros de profundidad bajo rellenos y es-
combros. Lo mismo sucede con los asentamientos sepultados en el limo. Por lo tanto, los factores
que influirían decisivamente sobre la extensión y la densidad de los materiales de superficie son:
la profundidad a la que se localizan los distintos niveles de habitación, los medios por los cuales
los materiales pertenecientes a los depósitos subyacentes son llevados a la superficie, el grado de
erosión del sitio y el número de niveles superpuestos, por mencionar algunos.

La propuesta radica en que el problema sea considerado de la siguiente manera. En primer


lugar, consideramos que el cálculo demográfico no debe ser un objetivo imperativo en un estudio
regional, ya que no existen formas rigurosas de evaluar este parámetro en arqueología. Dichas
tentativas de cálculo sólo quedan plasmadas como cifras aceptadas sin discusión alguna, amén
que grandes esfuerzos son desperdiciados en pro de metas aún inaccesibles. En tal caso el
calculo más acertado sería contar el número de casas en un sitio, lo cual implica que haya sido
excavado todo el asentamiento y determinada la función de las estructuras. En segundo lugar, se
cuestiona el hecho de que el crecimiento demográfico sea considerado como una variable
independiente. Este tipo de planteamientos no permite el análisis a fondo de los diversos
fenómenos que intervienen en las transformaciones estudiadas. La detección de los parámetros y
de su sucesión temporal (intensificación agrícola, aumento demográfico, aparición de entidades
políticas cada vez más extensas) en el registro arqueológico requiere de un esfuerzo más riguroso
y amplio, que el enunciado originalmente por esta perspectiva.

En conclusión, consideramos que la forma en que se ha tratado de ver la correspondencia de


este modelo con la información particular de Mesopotamia no es la correcta.
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3. "El modelo de la jerarquía administrativa"

Wright y Johnson han propuesto un esquema para explicar el origen del Estado en el
Khuzistán. En el proceso estaría involucrado el surgimiento de instituciones gubernamentales
centralizadas, con funciones administrativas especializadas en la toma de decisiones, lo cual
implicaría la presencia de tres o más niveles en una jerarquía de control para ser consideradas
estatales. Los indicadores serían: la supremacía jerárquica de unos asentamientos sobre otros y el
uso de cierta tecnología en la administración.

Los mecanismos propuestos para explicar el surgimiento de dichos niveles son los siguientes:
el hecho de que variables diversas estén cambiando al mismo tiempo, lo cual excedería la
capacidad para procesar la información de las instituciones encargadas de la toma de decisiones
en la sociedad.

Hay dos mecanismos no muy claros: el cambio de funciones diversificadas a funciones


especializadas y complementarias para los asistentes administrativos, lo que evitaría conflictos
originados por la posición en los niveles de toma de decisiones; por último, la interacción entre
variables, es decir, dos procesos regulativos que al actuar solos tendrían un efecto de
retroal¡mentación negativa, cuando actúan simultáneamente ésta sería positiva (Wright y Johnson
1975:267-268, 285).

Con esta hipótesis nunca se determina qué tipo de variables están en juego; tampoco se
comprende cómo surge un sistema administrativo complejo en el Cercano Oriente y su
funcionamiento en detalle. Al no analizar los contextos específicos donde la administración tiene
lugar -contextos, por otro lado, que son muy claros en los sitios del Cercano Oriente, a diferencia
de otras civilizaciones tempranas-, se desperdician datos que son muy reveladores que cómo se
dio el proceso de surgimiento de instituciones de control. Según nuestra propuesta, el sistema
administrativo sería un efecto, no una causa, de un sistema más complejo centrado en la
redistribución. Este tema se abordará más adelante.

4. "El modelo del intercambio"

Coün Renfrew (1975) ha desarrollado una serie de modelos por los cuales se explicaría el
papel del intercambio como indicador del grado de organización y complejidad de una
"civilización", así como el origen del estado. Los conceptos principales a que hace referencia son
el de localidad central", como lugar específico donde se realiza el intercambio, y el de "módulo
estatal temprano", como unidades territoriales autónomas donde están dichos sitios. En primer
lugar, establece una diferencia entre cacicazgo y estado con el criterio de permanencia de las
localidades centrales. El origen de las civilizaciones sería visto a través de la óptica del
surgimiento de dichos nodos centrales permanentes como representantes de los centros de
población principales de los módulos estatales. Un ejemplo sería las ciudades-estado sumerias.

En segundo lugar, el modelo de relaciones es considerado en tres escalas, el intercambio


interno -dentro de cada módulo- donde el tipo de movimiento predominante sería el redistributivo;
el intermedio sería por la reciprocidad, manteniendo la uniformidad entre los módulos estatales; y,
por último, el intercambio a larga distancia entre los módulos y el exterior.

Algunos arqueólogos han comenzado a estudiar el difícil tema del intercambio para el Cercano
Oriente preliterario. La lentitud con que se va constituyendo el esquema se debe a la complejidad
de los factores involucrados y la dificultad de evaluar -sólo con los datos arqueológicos- ciertos
modos y medios. Por lo general, se habla del caso particular de alguna materia prima como la
clorita, el lapislázuli o el cobre, para indicar la interacción entre las esferas de Influencia sumerias
e iraníes en el tercer milenio aC. En periodos más tempranos es digno de mención el caso de la
obsidiana, que Wright (1969) ya ha descrito.
LINDA MANZANILLA 299

El tema del intercambio no puede ser tratado únicamente bajo el enfoque de las materias
primas, sino que habría que abordarlo con respecto al uso de que éstas son objeto, las formas de
intercambio, las rutas, quiénes participan y los que resultan beneficiados. De la tabulación de los
objetos hallados en los sitios calco! fticos de Mesopotamia septentrional emerge un esquema
bastante complejo. Algunas materias primas destinadas a la manufactura de bienes de uso, se
transforman posteriormente en bienes de prestigio (por ejemplo, el alabastro, la obsidiana y la
caliza). E-as utilizadas en un tiempo para elaborar Instrumentos de trabajo, en otro aparecen
representadas en armas o en objetos de uso administrativo (la serpentina, el basalto o la dio rita).
Otras se emplean como elemento de adorno personal, convirtiéndose a la larga en la base
material de instrumentos y armas (por ejemplo, el cobre). El lapislázuli, el oro y la plata penetran
en conjunto y en forma súbita, como bienes altamente prestigiados y representantes de estatus
(Manzanilla 1979,1986). Es necesario preguntarse qué fenómenos están detrás de estos hechos.

El panorama que surge al analizar ios cambios ocurridos en las redes de intercambio con el
paso del tiempo es el siguiente.

En el periodo Ubaid (Perkins 1949; Tobler 1950; Mellaart 1975) por primera vez, se observa la
ocupación completa de la llanura mesopotámica y un amplio contacto Interregional. Así lo
evidencian los hallazgos de obsidiana de Turquía Oriental en los sitios del Golfo Pérsico.
Asentamientos como Tepe Gawra, en la llanura norte, parecen haber controlado el abastecimiento
de turquesa, cobre, lapislázuli y alabastro a través de la ruta: Tepe Giyán, Sialk y Tepe Hissar. Por
otra parte, continúa la relación con Anatolia Oriental, para el abastecimiento de obsidiana, y quizá
cobre y oro.

Para el Periodo Uruk y Gawra (Herrmann 1968; Caldwell 1976; Wright, H.T. 1972; Dyson 1965;
Beale 1973; Tosi 1973; Lamberg-Karlovsky 1973, 1974), hay una integración a mayor escala del
patrón anterior. Con relación al intercambio a larga distancia, se pueden mencionar dos grandes
circuitos que se intersectan quizá en Susa (Manzanilla 1979):

a) La red del norte comprende la línea que une Tepe Gawra, Tepe Giyán, Sialk y Tepe Hissar,
ruta denominada en milenios posteriores como "el gran camino del Khurasan". A través de esta
ruta penetraban el lapislázuli y la turquesa hasta Tepe Giyán, y posiblemente de ahí pasaban a
Susa, a Uruk y a Tepe Gawra.

b) La red del sur relacionaba ai Golfo Pérsico (para sitios como Bakún A, Jagín) con el Kerman
(en Tepe Yahya y Tal-i Iblis) y el Khuzistán (con Tepe Farukhabad y quizá con Susa). Estos sitios
en su mayoría estaban dedicados a la elaboración de manufacturas específicas.

Para Susa se ha señalado que, a principios de Uruk, la articulación de tas redes de intercambio
estaba en íntima relación con las apariciones periódicas de grandes grupos de nómadas
especializados que requerían de bienes (Wright y Johnson 1975:279).

La observación hecha por Moorey (1976:106) es importante con respecto a la distribución de


cuencos de borde biselado fuera de Mesopotamia, que quizá tenga relación directa con las
fuentes de materias primas que interesaban a esta área. Quizá se podría pensar en una cadena
que uniese centros redistribuí ¡vos diversos, encargados del abastecimiento de materias primas
alóctonas para sus respectivas regiones. Como se verá más adelante, el intercambio a larga
distancia constituiría una de las instituciones auspiciadas por la redistribución.

En el Periodo Jemdet Nasr (Tusa 1977; Weiss y Young 1975; Young 1972; Lamberg-Karlovsky
y Tosi 1973; Frankfort 1971), se observa la implantación -en ocasiones por la fuerza- de colonias
protoeiamitas en varios puntos relacionados con el abastecimiento de materias primas
procedentes de Irán. El control político de las rutas de intercambio y de los yacimientos fue,
según Beale (1973), el factor dominante que determinó las fluctuaciones más importantes.
300 COLOQUIO V. GORDON CHILDE

Según CaldweU (1976), Susa captura el Intercambio de lapislázuli; por otra parte, sitios como
Tepe Giyán y Sialk presentan brechas en sus secuencias, quizá debidas a saqueos y destruc-
ciones, y la posterior implantación de los puntos de avanzada protoeiamitas.

Lamberg-Karlovsky y Tosi reconocen en este periodo dos grandes esferas de interacción: una
desde Súmer al Golfo Pérsico y a la meseta sudoccidental de Irán; y ta que comprendería el
sector meridional de Turkmenia y la meseta nororiental de Irán.

Durante el Dinástico Temprano, se observa un panorama muy complejo. En sus inicios,


Herrmann (1968:47) propone que hubo una suspensión de la afluencia de elementos alóctonos a
Súmer por la vía norte, debido a la escasa presencia de lapislázuli. En la fase II, existiría una
importante línea de flujo entre el Kerman y Súmer, quizá con Susa como intermediario. La ruta
meridional mencionada en los textos del final del Dinástico Temprano es la marítima, que unía a
Súmer con Dilmun, y de éste a Makran y a la costa noroccídental de la India. A este respecto, se
ha considerado que la apertura del intercambio marítimo posiblemente fue una respuesta a la
barrera creada por los etamitas en el Khuzistán.

Con relación a la red septentrional, Lamberg-Karlovsky y Tos! (1973:44, 50) sostienen que el
panorama se caracteriza por una menor Integración macrorregional pero de mayor cohesión
zonal. En la meseta de Irán se desintegra el patrón anterior de Interconexiones culturales, hecho
que provocaría, al tiempo, el aislamiento y, por ende, el colapso de ta vida urbana, acelerado por
tensiones sociales internas y por movimientos de población desde el norte (Tosi 1973:445).

Un hecho indiscutible es que en una región desprovista de rocas, metales y minerales como
Mesopotamia, el intercambio a larga distancia fue muy importante para el aprovisionamiento d e
materias primas útiles tanto para la elaboración de los instrumentos domésticos básicos, como
para la manufactura de armas, bienes de lujo y de prestigio. Sin embargo, en 1979 señalamos que
el intercambio a larga distancia fue sólo uno de los corolarios de una organización centrada en el
templo, existiendo una institución dedicada a la redistribución que aseguraba los bienes
disponibles para el flujo. Earle y D'Altroy apoyan esta idea, a raíz del estudio de la redistribución
en las sociedades hawaianas (Earle y D'Altroy 1982:267).

A continuación se analizará la última hipótesis considerada, para integrar el intercambio a larga


distancia en un esquema más completo.

5. "El modelo del control de-lar producción y redistribución"

Esta hipótesis tiene sus orígenes en el análisis de las organizaciones urbanas realizado por
Gordon Childe. El señalaba que la ciudad es producto del crecimiento progresivo de los
habitantes de una comunidad, que sólo puede ser por causa de la acumulación de un excedente
social. La población de las primeras ciudades no sólo representa un orden de magnitud nuevo y
un carácter distinto en la presencia de especialistas de tiempo completo (Childe 1964:29-30). Para
el caso de Mesopotamia, la producción de un excedente por encima de las necesidades
domésticas de los habitantes de las aldeas serviría para mantener a nuevas clases económicas
que tendrían prerrogativas especiales sobre los recursos productivos principales, acentuando el
fenómeno de la estratificación social, y se dedicarían a las actividades de intercambio y
redistribución. Lo anterior implicaría la necesidad de crear formas institucionalizadas para
concentrar y redistribuir dichos excedentes, es decir, una autoridad central (Childe 1968.275-276).

Service (1975:207-210) hacía referencia al hecho de que en el Periodo Uruk, los adminis-
tradores del templo concentraban y racionaban los alimentos, almacenaban y redistribuían
manufacturas y materias primas, y se encargaban del intercambió con grupos extranjeros. Para el
Dinástico Temprano, la institución de la redistribución parece transformarse cuando el poder se
desplaza hacia esferas políticas de carácter secular.
LINDA MANZANILLA 301

Frank Hole (1974) también señala que al tornarse sedentario, el hombre sacrifica la variedad
dietética y la movilidad en aras de la seguridad en la producción. En el proceso está implícito el
desarrollo de patrones de explotación de espectro restringido, por lo cual el hombre se ve obli-
gado a intercambiar sus productos por otros bienes que no produce local mente, cuya conse-
cuencia sería ia pérdida de la autosuficiencia. El hecho de que el Cercano Oriente esté
caracterizado por lo desigual de la distribución de recursos propiciaría el principio de
especializaron intercomunal. Surge la necesidad de una organización que controle la producción
y redistribución (en manos de una persona -el jefe-, de una institución -el templo-, o de una
localidad).

En una economía de redistribución el proceso ulterior estaría determinando el aumento del


excedente y el grado de estratificación, es decir, una parte significativa del excedente sería
canalizada hacia el templo y a las actividades que giran en torno a la élite, como la compra de
materias primas, la manutención de los artesanos que las procesan, etcétera.

Con apoyo en esta última hipótesis, se propone distinguir entre dos etapas con organizaciones
distintas: la del templo y la del palacio.

II. El ámbito dei templo

Como se ha señalado, Mesopotamia es el área donde mejor se pueden rastrear los primeros
indicios de centralización, área que comprende una pléyade de sitios excavados y analizados.
Desde el Neolítico existen evidencias de actividades comunales, particularmente de almacena-
miento. Af no contar con datos para distinguir a un grupo social de los demás en la vivienda ni en
los entierros, se puede llegar a la conclusión que, a semejanza de las "sociedades de linaje"
actuales, el consejo de los mayores pudiera haber servido de institución coordinadora de las
actividades comunes, especialmente la distribución de la producción almacenada en el centro de
las aldeas, en un circuito denominado de "redistribución circular" (Manzanilla 1983). Incluso se
propone que más allá de la órbita de la propiedad familiar, existe otra esfera: la de la propiedad
comunal.

Con la aparición del templo, desde el Periodo Ubaid en adelante, hay indicios claros de
especialización en tareas diversas. El sacerdocio toma el lugar del consejo de ancianos para
coordinar tareas económicas e ideológicas comunales, pero añade un orden de complejidad
mayor: sin desaparecer el consejo de ancianos a nivei de las comunidades rurales particulares, el
sacerdocio yace en un orden jerárquico superior y habita los centros principales donde es posible
auspiciar a especialistas en manufacturas e intercambio, manteniéndolos como parte subsidiaria
de un circuito de redistribución asimétrica. La producción almacenada dentro de los templos se
da en forma de raciones de alimentos hacia fieles y personal dependiente; también es canalizada,
en parte, hacia el intercambio a larga distancia, con el propósito de formar una provisión de
múltiples materias primas inexistentes en Mesopotamia y traídas desde Anatolia, el Levante o Irán.
Las raciones están presentes en las fuentes escritas de tiempos inmediatamente posteriores, en la
producción masiva de cuencos troncocónicos (Espinosa y Manzanilla 1985) y otros recipientes
que yacen en los almacenes de tos templos de varios sitios, como Arslantepé, en Turquía Oriental
(Palmieri 1973).

La redistribución asimétrica es importante en zonas con recursos relativamente homogéneos y


limitados, como la llanura de Mesopotamia y las tierras bajas mayas, ya que los bienes
almacenados en el templo sirven para acumular manufacturas especializadas e intercambiarlas
portnaterias primas inexistentes.

En regiones con gran diversidad ecológica -producto de los pisos attitudinales con recursos
variados-, la respuesta es la "simbiosis económica" de los asentamientos que participan en redes
de especialización intercomunal, como Sanders (1968:100) ha propuesto para el Formativo Tardío
302 COLOQUIO V. GORDON CHILDE

de la Cuenca de México, fenómeno también observable en el Formativo del Valle de Oaxaca


(FlanneryyCoe1972).

Una alternativa opuesta será la que pretende lograr una autosuficiencia para cada comunidad y
la explotación de nichos ecológicos ubicados en altitudes distintas, constituyendo el modelo de
'control vertical" que Murra (1975) describió para los Andes Centrales.

Cuando surgen instituciones como el templo, éstas centralizan gran parte del proceso
productivo y la distribución de los recursos, y se comienzan a perfilar centros urbanos en los que
el sacerdocio promueve la existencia de una serie de especialistas en diversas actividades
productivas y de intercambio. Dichos centros conforman el eje de circuitos macrorregionales de
concentración y distribución de bienes. Con el fin de asegurar el abastecimiento de materias
primas alóctonas para la elaboración de bienes suntuarios, el sacerdocio mandaba emisarios que
establecían colonias junto a las comunidades locales en otras regiones con la finalidad de
abastecerse de sus bienes. En este marco se ubicaría Teotihuacan, en la Cuenca de México, y
Tiwanaku, en el Lago Titicaca. A guisa de nota, es necesario mencionar que en la región andina
centro-norte, desde tiempos formativos se perfiló un tipo de asentamiento, denominado "centro
ceremonial"; en su parte central, el templo estaba rodeado por varios almacenes (Lumbreras,
comunicación personal, 1986).

Así, el circuito redistribuyo puede ser observado en el registro arqueológico: a) en los


almacenes controlados por el templo, b) en el flujo de los bienes almacenados en forma de
raciones de alimentos o comidas comunales, utilizando cerámica fabricada en grandes
cantidades, y c) particularmente para el Cercano Oriente, en un complejo sistema administrativo
encargado de la contabilidad y control de los bienes que entraban y salían de los almacenes, Los
corolarios de este sistema fueron: el surgimiento de especialistas desligados de la producción de
alimentos, mantenidos con ios bienes almacenados, y el abastecimiento de materias primas
alóctonas por medio de los emisarios del sacerdocio. Estos elementos constituyen características
importantes de lo que se llama "las sociedades urbanas prístinas".

En Mesopotamia, la "revolución urbana" rescató a los artesanos itinerantes y les proporcionó


protección al interior de una nueva organización social, puesto que habían perdido la seguridad
de la organización del parentesco.

Con excepción de Teotihuacan, Tiwanaku, las tierras bajas mayas o la llanura de Mesopotamia,
hay ciertos ejemplos en que el eje de la comunidad, desde tiempos muy tempranos, fue otro tipo
de organización que desembocaría en la realeza divina. Tal es el caso de China durante la
Dinastía Shang, donde el palacio y el área ceremonial de las capitales estaban articulados en un
mismo sector, mientras que los grupos de artesanos, las zonas de habitación y almacenamiento
se encontraban localizadas en agolpamientos alrededor del sector central (Chang 1974). Chang
(1984) ha hecho énfasis en que el monopolio del shamanismo permitía ai gobernante acceder a la
sabiduría ancestral y divina, base de su autoridad política.

En Egipto desde el Predinástico Tardío hasta el Antiguo Reino, el faraón presidía todas las
funciones importantes, tanto civiles como religiosas. Los almacenes del Alto y del Bajo Egipto
estaban en la órbita del palacio, que se encargaban de la redistribución. El tipo de cacicazgo que
precedió a la monarquía podría ser la clave para comprender cómo se produjo este proceso
distinto.

En los casos de China y de Egipto, la articulación de la autoridad del gobernante con sus
funciones divinas es tan estrecha que el sacerdocio queda en un segundo plano, se ocupa sólo
de los ritos funerarios de gobernantes anteriores.
LINDA MANZANILLA 303

III. El ámbito dei palacio


En Súmer, durante el Dinástico Temprano, el colapso del templo como eje económico de la
sociedad es contemporáneo al surgimiento del palacio como institución rival, en cuanto a la cap-
tación de tierra, ganado, productos y población. El palacio adquirió la forma de organización
administrativa del templo, pero con la diferencia de que los bienes almacenados ya no fluían hacia
la gente común, sino constituían pane de un circuito cerrado.

El Dinástico Temprano presenta una fase de coexistencia de las dos instituciones, pero en el
periodo subsiguiente, el acadio, claramente se perfila el tipo de organización basada en el palacio
como el eje: el estado expansionista y tributario (Manzanilla 1979, 1986).

Las características de la organización y del periodo centrados en el palacio son las siguientes.

1. El tributo sustituye a la redistribución como forma de centralización de la producción


excedentaria. La conquista mantiene permanentemente el flujo de los bienes hacia los palacios.

2. Con la conquista aparece el concepto de acumulación de riqueza, tanto en la forma de


botines de guerra, como en la adscripción de tierras marginales y sujetas. Puede decirse que, si
bien se presentan algunos casos de terratenientes recompensados con tierra, pese a ello la célula
básica de propiedad sigue siendo la comunidad (calpulli, ayliu, nomo), quien otorga el usufructo
de la misma o asigna tareas a sus miembros. Un elemento básico de la organización del palacio
es la propiedad sobre el excedente de producción. De ahí que esta etapa marque el inicio, de
sociedades clasistas y del estado.

3. Un tercer elemento en estrecha relación con ei palacio y su organización es el mercado y


también el surgimiento del comerciante con iniciativa personal. El mercado es una institución
tardía en el proceso, que se encuentra ligada directamente con los Intereses del palacio, como
Carrasco (1983) ha señalado. Desde el Dinástico Temprano II en Mesopotamia, grupos de comer-
ciantes asociados con el palacio estimulan una ampliación de las demandas populares de armas
de bronce y bienes de lujo (Adams 1973). En la Cuenca de México, el pochteca sustituye al
emisario del sacerdocio de otros tiempos.

4. Como efecto del surgimiento de mercado, se observa que, además de los artesanos
trabajadores del templo o el palacio, hay artesanos independientes agrupados en barrios, que
pueden intercambiar su producción libremente.

A esta etapa corresponden ejemplos como el imperio acadio y los sucesivos imperios
babilónico y asirio, el Nuevo Imperio egipcio, el Postclásico en Mesoamérica y las etapas chimú e
inca de los Andes.

En la mayoría de estos casos están presentes relictos de la organización redistributiva. Por


ejemplo, Carrasco (1982) y Broda (1976) han escrito sobre diversas instancias en las que *el
tlatoani mexica abría sus almacenes y hacía copartícipe a la gente de sus trajes e insignias. Otro
ejemplo de los relictos de redistribución en la organización del palacio, es el caso inca. Investiga-
dores como Morris (1978), Earle y D'Altoy (1982) y otros, han descrito la profusión de almacenes
en diversos centros del imperio, especialmente en la región de ia capital provincial de Huánuco
Pampa y en la cuenca del Mantaro.

Dichos almacenes, que según Murra (1975) eran vitales para hacer frente a las heladas y
sequías, servían para alimentar a los funcionarios del estado, al ejército y a toda la población que
participaba de las actividades estatales, incluyendo a los artesanos abocados a los textiles. Los
depósitos se hallaban tanto dentro de los asentamientos, como en las laderas de los montes,
dependiendo del carácter permanente o temporal de la población (Earle y D'Altroy op. cit).
304 COLOQUIO V. GORDON CHILDE

Morris (op. cit.) destaca que en Huánuco Pampa, tas dos grandes piazas del sitio estaban
destinadas a la elaboración y redistribución de chicha y de otros alimentos.

Debido a la persistencia tan notoria de elementos básicos de la organización anterior, se


puede considerar al caso inca como transitorio. El elemento de apoyo de esta hipótesis es la
inexistencia de mercado y comerciantes dentro del Imperio Inca.

En suma, se puede afirmar que la organización del templo -centrada en un intrincado circuito
redistributlvo- fue la base sobre la que se erigió la "revolución urbana", y posteriormente surgió el
estado centrado en el palacio como eje de un circuito tributario y cima de una sociedad
plenamente clasista.

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