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Startup
TIM BROWN,
director ejecutivo de IDEO
Management emprendedor
La historia de SnapTax
En 2009 una startup decidió probar algo
realmente arriesgado. Quería librar a los
contribuyentes de las caras gestorías
automatizando el proceso de recogida de
información que se encuentra en los formularios
W-2 (el informe de final de año que la mayoría de
empleados recibe y que resume su retribución
anual sujeta a impuestos). La startup se encontró
con dificultades. A pesar de que la mayoría de
consumidores tenían acceso a una impresora o un
escáner en su casa u oficina, sólo algunos sabían
usar estos aparatos. Tras numerosas
conversaciones con clientes potenciales, al equipo
se le ocurrió la idea de pedir a sus consumidores
que sacaran fotos de sus formularios directamente
desde su teléfono. En el proceso de probar esta
idea, los consumidores preguntaron algo
inesperado: «¿Sería posible hacer todo el proceso
de declaración de impuestos desde el teléfono?».
No fue una tarea fácil. El proceso tradicional
para hacer la declaración requiere responder a
centenares de preguntas, muchos informes y un
montón de papeleo. Esta startup intentó algo
nuevo con el lanzamiento de una primera versión
de su producto, que podía hacer menos que un
paquete fiscal completo. La versión inicial sólo
funcionaba para consumidores con una declaración
muy simple y que sólo hubieran trabajado en
California.
En lugar de pedir a los consumidores que
rellenaran un informe complejo, les permitieron
que usaran la cámara de su móvil para sacar una
foto de sus informes W-2. A partir de esta simple
foto, la empresa desarrolló la tecnología necesaria
para rellenar la mayor parte de la declaración
1040EZ.[3] Comparado con la pesadez de la
declaración de impuestos tradicional, este nuevo
producto, llamado SnapTax, ofrecía una
experiencia mágica. A partir de sus modestos
inicios, SnapTax se convirtió en una significativa
historia de éxito de una startup. Su lanzamiento a
nivel nacional en 2011 demostró que a los
consumidores les encantaba, con un total de más
de 350.000 descargas durante las primeras tres
semanas.
Éste es el tipo de asombrosa innovación que
podrías esperar de una nueva startup.
Sin embargo, el nombre de esta empresa
debería sorprenderte. SnapTax lo desarrolló Intuit,
el mayor productor norteamericano de
herramientas de finanzas, tributación y
contabilidad para particulares y pequeñas
empresas. Con más de 7.700 empleados y unos
ingresos anuales milmillonarios, Intuit no es una
típica startup.[4]
El equipo que reunió SnapTax tampoco se
parecía a la imagen arquetípica de emprendedor.
No trabajaban en un garaje ni comían tallarines. A
su empresa no le faltaban recursos. Recibían un
salario y beneficios. Iban a la oficina todos los
días. Aun así, eran emprendedores.
Historias como ésta no son tan comunes dentro
de las grandes empresas como deberían. Al fin y
al cabo, SnapTax compite con uno de los
principales productos de Intuit: el software Turbo
Tax, equipado con todas las funciones.
Normalmente, las empresas como Intuit caen en la
trampa que se describe en El dilema de los
innovadores, de Clayton Christensen: son muy
buenos creando mejoras incrementales en
productos existentes y atendiendo a los
consumidores consolidados, lo que Christensen
l l a m a innovación nutritiva, pero tienen
dificultades para crear nuevos productos que
representen grandes saltos adelante, «innovación
disruptiva», que es la que puede crear nuevas
fuentes de crecimiento sostenibles.
Una parte destacada de la historia de SnapTax
es lo que los líderes de los equipos me
respondieron cuando les pregunté por su insólito
éxito. ¿Contrataron a grandes emprendedores de
fuera de la empresa? No, crearon un equipo con
los recursos disponibles de Intuit. ¿Tuvieron que
enfrentarse a la constante intromisión del directivo
sénior, la pesadilla de muchos equipos de
innovación en empresa? No, crearon una «isla de
libertad» donde podían experimentar tanto como
fuera necesario. ¿Tenían un gran equipo, un gran
presupuesto y capacidad de marketing? No,
empezaron con un equipo de cinco personas.
Lo que permitió innovar al equipo de SnapTax
no fueron los genes, el destino o los signos
astrológicos, sino un proceso promovido
deliberadamente por el directivo sénior de Intuit.
La innovación es algo descentralizado,
impredecible y que va de abajo arriba, pero esto
no significa que no pueda gestionarse. Se puede,
pero para hacerlo se requiere una nueva disciplina
de management que necesita aplicarse no sólo a
través de emprendedores que buscan crear el
siguiente gran producto, sino también a través de
la gente que les apoya, les nutre y les evalúa. En
otras palabras, cultivar el espíritu emprendedor es
responsabilidad del management sénior. Hoy en
día, las empresas de vanguardia como Intuit
pueden apuntar a grandes éxitos como el de
SnapTax porque se ha reconocido la necesidad de
un nuevo paradigma de management. Pero es un
logro que tardó años en conseguirse.[5]
ESTRATEGIA BRILLANTE
LANZAMIENTO
Y entonces, ¡no pasó nada! Resultó que nuestros
miedos eran infundados, porque nadie probó
nuestro producto. Al principio me sentí aliviado,
porque al menos nadie había descubierto lo malo
que era, pero pronto esto nos produjo una gran
frustración. Después de las horas que habíamos
invertido en discutir sobre qué elementos incluir y
qué errores arreglar, nuestra propuesta estaba tan
desencaminada que los clientes ni siquiera lo
probaban y, por lo tanto, no llegaban a descubrir
lo malas que eran nuestras elecciones sobre el
diseño. Los consumidores no se descargaban
nuestro producto.
A lo largo de las siguientes semanas y meses,
trabajamos en mejorar nuestro producto.
Conseguimos un flujo constante de clientes a
través del registro online y el proceso de
descarga. Tratamos a cada cliente diario como un
boletín de notas de la nueva marca que nos
permitía saber qué tal lo estábamos haciendo.
Finalmente descubrimos cómo cambiar el
posicionamiento del producto para que los
consumidores, como mínimo, se lo descargasen.
Constantemente estábamos haciendo mejoras en la
versión esencial del producto, arreglando los
errores de programación e introduciendo nuevos
cambios. Sin embargo, a pesar de nuestros
esfuerzos, sólo pudimos convencer a un número
penosamente pequeño de gente para comprar el
producto.
Visto en retrospectiva, una buena decisión que
tomamos fue establecer objetivos claros sobre
ingresos para esa primera época. En el primer mes
pretendíamos obtener unos ingresos totales de 300
dólares y casi lo conseguimos. Pedimos (bien,
rogamos) a muchos amigos y familiares que
compraran el producto. Cada mes se iba
incrementando nuestro objetivo de ingresos, al
principio hasta 350 y después hasta 400 dólares. A
medida que subía nuestro objetivo, las discusiones
fueron en aumento. Pronto nos quedamos sin
amigos ni familiares a quienes convencer; nuestra
frustración se incrementó. Estábamos mejorando el
producto día a día, pero el comportamiento de los
consumidores no cambió: todavía no querían
probarlo.
Nuestro fracaso en los números nos empujó a
acelerar los esfuerzos para llevar a los clientes a
nuestra oficina con el objetivo de realizar
entrevistas personales y pruebas de facilidad de
uso. Los objetivos cuantitativos nos dieron la
motivación necesaria para hacer indagaciones
cualitativas y nos mostraron qué preguntas
debíamos formular. Es una pauta que veremos a lo
largo de este libro.
Desearía poder decir que yo fui uno de los que
se dio cuenta de nuestro error y sugirió la
solución, pero no es verdad: yo fui el último en
admitir nuestro problema. En resumen, todo
nuestro análisis estratégico del mercado era
erróneo. Nos dimos cuenta de ello empíricamente,
a través de la experimentación, más que a través
de grupos focales o investigación de mercado. Los
consumidores no nos podían decir qué querían; la
mayoría, al fin y al cabo, jamás había oído hablar
de avatares en 3D. En cambio, podían darnos la
respuesta a través de sus acciones o inacciones a
medida que intentábamos mejorar el producto.
De la alquimia a la ciencia
DESGLÓSALO
El primer paso sería descomponer la gran visión
en las partes que la componen. Las dos asunciones
más importantes que hacen los emprendedores son
lo que yo llamo la hipótesis del valor y la
hipótesis del crecimiento.
La hipótesis del valor prueba si un producto o
servicio proporciona valor a los clientes cuando
lo usan. ¿Cuál es un buen indicador de que los
empleados encuentran valioso donar parte de su
tiempo? Podríamos hacer un sondeo para saber su
opinión, pero esto no sería demasiado preciso
porque la mayoría de la gente tiene dificultades
para valorar objetivamente sus sentimientos.
Los experimentos proporcionan una evaluación
más precisa. ¿Qué podríamos ver en directo que
pudiera servirnos como una aproximación del
valor que obtienen los participantes con el
voluntariado? Podríamos crear oportunidades para
que un pequeño número de trabajadores llevaran a
cabo alguna actividad voluntaria y mirar la tasa de
retención[14] de estos trabajadores. ¿Cuántos
vuelven a apuntarse como voluntarios? Cuando un
trabajador invierte su tiempo y dedicación a este
programa voluntariamente, nos indica que lo
encuentra valioso.
Para la hipótesis del crecimiento, que prueba
cómo los nuevos clientes descubren un producto o
servicio, se puede hacer un análisis similar.
Cuando ya se ha creado el programa y está
funcionando, ¿cómo se expande entre los
trabajadores, desde los primeros participantes
hasta la adopción masiva por parte de toda la
empresa? Probablemente, este programa se
expandiría mediante un crecimiento viral. Si es
así, el indicador más importante que hay que medir
es el comportamiento: ¿los primeros participantes
difundirán activamente el programa a los otros
empleados?
En este caso, un experimento simple
consistiría en tomar un número muy pequeño, una
docena, de los empleados más antiguos y darles la
excepcional oportunidad de convertirse en
voluntarios. Como la hipótesis de Caroline es que
los empleados estarían motivados por su deseo de
vivir la experiencia del compromiso histórico de
HP con los servicios a la comunidad, el
experimento tendría como objetivo empleados que
sintieran una mayor sensación de desconexión
entre su rutina diaria y los valores de la empresa.
La cuestión no es encontrar al consumidor medio
sino encontrar a los primeros usuarios: los
consumidores que sienten una mayor necesidad de
usar el producto. Estos consumidores tienden a
perdonar los errores y están dispuestos a
proporcionar feedback.
A continuación, usando una técnica que yo
llamo el producto mínimo viable «conserje»
(descrito en el capítulo 6), Caroline podría
asegurarse de que los primeros participantes
tuvieran una experiencia tan buena como fuera
posible, completamente fiel a su percepción. Por
el contrario, con un grupo focal, su objetivo sería
medir lo que, de hecho, ya hicieron sus
consumidores. Por ejemplo, ¿cuántos de los
primeros voluntarios terminaron sus asignaciones
de trabajos voluntarios? ¿Cuántos hicieron de
voluntarios una segunda vez? ¿Cuántos quieren
reclutar a un compañero para participar en la
siguiente actividad voluntaria?
Experimentos adicionales pueden ampliar este
primer feedback y aprendizaje. Por ejemplo, si el
modelo de crecimiento requiere que un
determinado porcentaje de participantes
compartan sus experiencias con compañeros y
fomenten su participación, el grado en que esto se
produce se puede probar con una pequeña muestra
de gente. Si diez personas terminan el primer
experimento, ¿cuántos esperamos que repitan la
experiencia? Si se les pide que recluten a un
colega, ¿cuántos esperamos que lo hagan?
Recuerde que se supone que, como son los
primeros en participar, forman parte del tipo de
consumidor que esperamos que gane más con el
programa (los primeros usuarios).
En otras palabras, ¿qué pasa si los primeros
que participan no quieren repetir la experiencia?
Sería un resultado significativo muy negativo. Si
las cifras de estos primeros experimentos no son
prometedoras, hay un problema con la estrategia.
Esto no significa que sea el momento de
abandonar; al contrario, quiere decir que debe
obtener un feedback cualitativo sobre cómo
mejorar el programa. Aquí es donde este tipo de
experimentación tiene una ventaja sobre la
investigación de mercado tradicional. No debemos
encargar un informe ni encontrar a otra gente a la
que entrevistar. Ya tenemos mucha gente con quien
hablar, y sabemos cuál va a ser su
comportamiento: los participantes en el
experimento inicial.
El experimento se podría llevar a cabo en
cuestión de semanas, menos de una décima parte
del tiempo que se requiere para el proceso de
planificación estratégica tradicional. Además,
también puede hacerse en paralelo con la
planificación estratégica mientras todavía se está
formulando el plan. Incluso cuando los
experimentos arrojan resultados negativos, estos
fracasos pueden ser instructivos e influir en la
estrategia. Por ejemplo, ¿qué pasa si no
encontramos voluntarios que sientan que hay un
conflicto de valores dentro de la organización, una
de las asunciones importantes del plan de
negocios? Entonces, felicidades: ha llegado el
momento de pivotar (concepto que se explora con
más detalle en el capítulo 8).[15]
Un experimento es un producto
En el modelo del método Lean Startup, un
experimento es más que una simple investigación
teórica; también es un primer producto. Si este o
cualquier otro experimento tiene éxito, permite al
directivo empezar con su campaña: conseguir a los
primeros usuarios, añadir trabajadores a cada
nuevo experimento o iteración y, finalmente,
empezar a crear el producto. Cuando el producto
esté a punto para ser distribuido, ya habrá
consumidores consolidados. Tendrá solucionados
los problemas reales y ofrecerá una especificación
detallada de por qué necesita crearse. A diferencia
de la planificación estratégica tradicional o del
proceso de investigación de mercado, esta
especificación estará enraizada en el feedback de
lo que está funcionando hoy, en lugar de lo que se
anticipa que puede funcionar mañana.
Para ver esto en acción, considere un ejemplo
de Kodak. La historia de Kodak se asocia a las
cámaras y a los carretes de fotos, pero hoy en día
también opera un negocio online de una magnitud
sustancial, llamado Kodak Gallery. Mark Cook es
el vicepresidente de productos de la firma Kodak
Gallery y trabaja para cambiar la cultura de
desarrollo de la empresa y para adoptar la
experimentación.
Mark explicaba: «Tradicionalmente, el
director de productos decía: “Quiero esto”. Como
respuesta, el ingeniero decía: “Lo voy a crear”. En
cambio, yo intento presionar a mi equipo para que
primero respondan a cuatro preguntas:
ANALOGÍAS Y ANTILOGÍAS
VALOR Y CRECIMIENTO
Genchi gembutsu
PIVOTAR O PERSEVERAR
ANÁLISIS DE COHORTES
COHORTES Y SPLIT-TESTS
KANBAN
kanban
He implementado este sistema varias veces, y
el resultado inicial es siempre frustrante: cada
cubo se rellena, empezando por el cubo de
«validados» y avanzando hacia el de «acabados»,
hasta que no se puede empezar otra tarea. Los
equipos que están acostumbrados a medir su
productividad de forma muy estrecha, a través del
número de historias que entregan, se sienten
atascados. La única manera de empezar a trabajar
con nuevos elementos es investigar algunas de las
historias que están hechas pero no validadas. Esto
a menudo requiere esfuerzos no relacionados con
la ingeniería: hablar con los consumidores,
analizar los datos de los split-test, etc.
Pronto todo el mundo se adapta al nuevo
sistema. El progreso ocurre de golpe y empieza
desde el principio. Los ingenieros acaban un gran
lote de trabajo, seguido de un proceso extensivo
de prueba y validación. A medida que los
ingenieros buscan maneras de incrementar la
productividad, empiezan a darse cuenta de que, si
incluyen el ejercicio de validación desde el
principio, el equipo en su conjunto puede ser más
productivo.
Por ejemplo, ¿por qué crear una nueva
característica que no participa en un experimento
de split-test? Puede ahorrar tiempo a corto plazo
pero después requerirá más tiempo para probarla,
durante la fase de validación. La misma lógica se
aplica a una historia que el ingeniero no entiende.
Bajo el viejo sistema, él o ella debería construirlo
para luego descubrir su finalidad. En el nuevo
sistema, este comportamiento es claramente
contraproducente: sin una hipótesis clara, ¿cómo
se puede validar una historia? Observamos este
comportamiento en IMVU. Una vez vi a un joven
ingeniero enfrentarse con un ejecutivo por un
cambio relativamente menor. El ingeniero insistía
en que la nueva característica se sometiera a un
split-test, como cualquier otra. Sus compañeros le
apoyaban; se consideraba absolutamente obvio
que todos los elementos debían probarse de forma
rutinaria, sin importar quién los hubiera puesto en
marcha. (Vergonzosamente, demasiado a menudo
el ejecutivo en cuestión era yo.) Un proceso sólido
sienta las bases para una cultura saludable, donde
las ideas se evalúan en función de su mérito y no
del nombre del puesto de trabajo.
Lo más importante, los equipos que trabajan
bajo este sistema empiezan a medir su
productividad en función del aprendizaje
validado, no en términos de producción de nuevas
características.
ACCIONABLE
ACCESIBLE
Hay demasiados informes imposibles de entender
para los empleados y para los directivos que,
supuestamente, deben usarlos para guiar su toma
de decisiones. Desgraciadamente, la mayoría de
directivos no responde a esta complejidad
trabajando codo con codo junto al equipo de
almacenamiento de datos para simplificar los
informes, de manera que puedan entenderlos
mejor. Los departamentos suelen dedicar su
energía a aprender cómo usar los datos para
obtener lo que quieren en lugar de como un
feedback genuino que sirva para guiar sus
acciones futuras.
Hay un antídoto ante este mal uso de los datos.
En primer lugar, hacer los informes tan simples
como sea posible para que todo el mundo los
entienda. Recuerde el dicho: «Los indicadores
también son personas». La forma más fácil de
hacer informes comprensibles es usar unidades
concretas y tangibles. ¿Qué es una visita a una
página web? Nadie está seguro, pero todo el
mundo sabe qué es una persona que visita una
página web: se puede ver la imagen de esa
persona sentada delante de su ordenador.
Éste es el motivo por el cual los informes
basados en el análisis de cohortes son los mejores
indicadores de aprendizaje: convierten las
acciones complejas en informes basados en las
personas. Cada análisis de cohorte dice: «Entre la
gente que usó nuestro producto durante este
período, ésta es la proporción que mostró cada
uno de los comportamientos que nos interesan». En
el ejemplo de IMVU vimos cuatro
comportamientos: descargarse el producto,
conectarse al producto desde el ordenador,
participar en un chat con otros consumidores y
pasarse a la versión de pago del producto. En
otras palabras, el informe trata de la gente y de sus
acciones, algo mucho más útil que montones de
datos. Por ejemplo, piense en cómo habría sido de
difícil decir si IMVU estaba teniendo éxito o no si
sólo hubiéramos incluido en el análisis el número
total de conversaciones personales que se
producían en la web. Digamos que tuvimos 10.000
conversaciones en ese período. ¿Es bueno? ¿Se
trata de una persona muy social, o se trata de
10.000 personas que probaron una vez el producto
y después abandonaron? No hay manera de saberlo
sin elaborar un informe más detallado.
A medida que se incrementaban las cifras
brutas, la accesibilidad era más y más importante.
Es difícil visualizar qué significa que el número
de visitas a la página web disminuya de 250.000
en un mes a 200.000 al mes siguiente, pero la
mayoría de la gente entiende qué significa perder a
50.000 consumidores. Esto es casi un estadio
entero lleno de gente que abandona el producto.
La accesibilidad también hace referencia al
acceso generalizado a los informes. Grockit lo
hizo especialmente bien. Cada día, su sistema
generaba automáticamente un documento que
contenía los datos más recientes para cada uno de
sus experimentos de split-test y otros indicadores
de acto de fe. Este documento se mandaba por e-
mail a todos los empleados de la empresa: todos
tenían una copia actualizada en la bandeja de
entrada de su correo. Los informes estaban bien
explicados y eran fáciles de leer, con cada
experimento y sus resultados explicados en un
lenguaje llano.
Otra manera de hacer que los informes sean
accesibles es usar una técnica que desarrollamos
en IMVU. En lugar de almacenar los datos en un
sistema separado, nuestros datos y su
infraestructura se consideraban parte del producto
y pertenecían al equipo de desarrollo de producto.
Los informes estaban disponibles en nuestra web,
accesibles para cualquiera que tuviera una cuenta
de empleado.
Cada empleado se podía conectar al sistema
en cualquier momento y escoger un elemento de la
lista de todos los experimentos actuales y pasados
y ver en una página el resumen de los resultados.
A lo largo del tiempo, estos resúmenes de una
página se convirtieron en el estándar de facto para
presentar los razonamientos sobre los productos
en toda la organización. Cuando la gente
necesitaba una prueba para apoyar algo que había
aprendido, llevaba una hoja impresa, confiando en
que todos aquellos a quienes se la enseñara
entenderían su significado.
AUDITABLE
La incapacidad de pivotar
Un catálogo de pivotes
PIVOTE DE PLATAFORMA
PIVOTE DE CANAL
PIVOTE DE TECNOLOGÍA
Tire, no empuje
Querido Eric,
¡Felicidades! El puesto que solías ocupar en esta
empresa ya no está disponible. No obstante, has sido
trasladado a un nuevo puesto en la empresa. De hecho,
ya no se trata de la misma empresa, aunque tiene el
mismo nombre y mucha de la misma gente. A pesar de
que el puesto mantiene el mismo nombre, y solías ser
bueno en tu antiguo puesto, estás fracasando en éste.
Este traslado fue efectivo hace seis meses, así que esto
es para alertarte de que, en realidad, llevas un tiempo
fracasando.
¡Mucha suerte!
Superpoderes organizativos
Conclusiones
Como movimiento, el método Lean Startup debe
evitar las doctrinas y la ideología estricta.
Debemos evitar la caricatura de que la ciencia
significa fórmulas y falta de humanidad en el
trabajo. De hecho, la ciencia es una de las
actividades más creativas de la humanidad. Creo
que aplicarla a la actividad de los emprendedores
desbloqueará unas grandes reservas de potencial
humano.
¿Qué aspecto tendrá una organización si todos
sus empleados están armados con los
superpoderes organizativos del método Lean
Startup?
Por un lado, todos insistirán en que las
asunciones deben explicitarse y probarse de forma
rigurosa, no como un entretenimiento o una forma
de hacer el trabajo, sino por un deseo genuino de
descubrir la verdad que subyace en la visión de
todos los proyectos.
No perderemos el tiempo con discusiones
eternas entre los defensores de la calidad y los
cowboys del avance temerario; en su lugar,
reconoceremos que la velocidad y la calidad son
aliadas para alcanzar la satisfacción del
consumidor a largo plazo. Aceleraremos para
poner a prueba nuestra visión, pero no para
abandonarla. Intentaremos eliminar el despilfarro
no para crear castillos de calidad en el cielo, sino
en servicio de la agilidad y del avance de los
resultados empresariales.
Responderemos a los fracasos y a los
contratiempos con honestidad y aprendizaje, no
con recriminaciones y culpabilidad. Más que eso,
evitaremos el impulso de frenar, aumentar el
tamaño del lote y ser más indulgentes con el
objetivo de la prevención. En lugar de esto,
aceleraremos eludiendo el exceso de trabajo que
no nos lleva al aprendizaje. Nos dedicaremos a la
creación de nuevas instituciones con una misión de
largo plazo para crear valor sostenible y cambiar
el mundo para mejor.
Por encima de todo, dejaremos de despilfarrar
el tiempo de la gente.
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