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Rematadores y Martilleros

1) Un martillero se dedica a vender bienes al mejor postor a través de subastas públicas o privadas. 2) Para ser martillero público se requiere cumplir con una serie de requisitos como ser mayor de 25 años, tener título universitario, aprobar un examen de idoneidad y estar inscrito en el registro de martilleros públicos. 3) Los martilleros públicos deben cumplir con obligaciones como verificar la legalidad del comitente y rendir cuentas dentro de los plazos establecidos.
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Rematadores y Martilleros

1) Un martillero se dedica a vender bienes al mejor postor a través de subastas públicas o privadas. 2) Para ser martillero público se requiere cumplir con una serie de requisitos como ser mayor de 25 años, tener título universitario, aprobar un examen de idoneidad y estar inscrito en el registro de martilleros públicos. 3) Los martilleros públicos deben cumplir con obligaciones como verificar la legalidad del comitente y rendir cuentas dentro de los plazos establecidos.
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Un martillero, por lo tanto, se dedica a vender bienes al mejor postor.

Se trata de un
profesional que se encarga de rematar, ya sea de forma pública por vía judicial o de
manera privada, diferentes clases de productos
MARTILLERO

El Martillero Público es la persona natural debidamente inscrita y con registro vigente,


autorizada para llevar a cabo ventas en remate o subasta pública de bienes muebles e
INMUEBLES.

Todo remate público requiere para su validez de la intervención de un martillero


público.

REQUISITOS PARA SER MARTILLERO PÚBLICO

) Ser peruano de nacimiento

2) Ser mayor de 25 años y gozar plenamente de los derechos civiles

3) Tener título profesional universitario

4) Tener capacidad para comerciar, probada mediante examen psicológico oficial

5) Aprobar un examen de idoneidad y obtener el Certificado de Martillero Público


otorgado por la SUNARP

6) Estar debidamente inscrito en el Registro de Martilleros Públicos

7) No haber sido condenado por delito doloso común

8) No encontrarse en estado de quiebra culposa o fraudulenta

9) No ser ciego, sordo o mudo, ni adolecer de enfermedad mental o incapacidad física


permanente que le impida ejercer el cargo con la diligencia necesaria

10) Acreditar buena conducta y probidad por diez (10) comerciantes inscritos en
Registros Públicos

11) Otorgar un depósito de garantía a favor del Estado por un monto igual a 1.5 UIT.

DETERMINACIÓN DE LOS HONORARIOS DEL MARTILLERO PÚBLICO

Se determinarán de acuerdo al siguiente arancel:

El 5% más IGV, sobre el primer precio por el que se adjudicó el bien teniendo como
tope máximo hasta 25 UIT; el pago de la comisión será a cargo del comprador,
comitente o ejecutante según sea el caso.
El 3% más IGV, sobre el precio marginal (exceso) que supere las 25 UIT por el que se
adjudicó el bien teniendo como tope máximo hasta 50 UIT; el pago de la comisión será
a cargo del comprador, comitente o ejecutante según sea el caso.

OBLIGACIONES DEL MARTILLERO PÚBLICO

1. Para el cumplimiento fiel y diligentemente de los mandatos judiciales, no


pueden extralimitarse en su contenido a las instrucciones del juez.
2. A fin de verificar la aptitud legal del comitente, deberán constatar que éste
sea propietario o tenga la facultad para disponer del bien objeto del remate.
3. Las condiciones de las actuaciones que convengan con el comitente se
efectuarán por escrito.
4. En toda publicación que emitan, deberán consignar además de los datos
establecidos en la Ley y el Reglamento, su nombre completo y el número
de matrícula o inscripción correspondiente.
5. La rendición de cuentas que deban hacer al funcionario o comitente, la
realizarán dentro de los plazos previstos en la Ley.
6. Corresponde al Martillero Público responder por el buen estado de
conservación de los libros y documentos que por ley está obligado a llevar.
7. La custodia del archivo del Martillero Público no podrá ser delegada a
terceros. En caso de renuncia señalará ante el Registro, al Martillero
Público que se encargará de custodiar su archivo. En los demás casos, el
Órgano Desconcentrado de la Sunarp designará al Martillero Público
responsable de dicha custodia.

SANCIONES

El incumplimiento de las obligaciones y prohibiciones establecidas en la Ley, da lugar


a las siguientes sanciones:

Multa, suspensión y cancelación de la inscripción.

Leves: Multa de 0.5 UIT a 1 UIT o suspensión de 1 día hasta 6 meses.

Graves: Multa de más de 1 UIT a 5 UIT o suspensión de más de 6 meses a 1 año.

Muy graves: Cancelación de la matrícula o inscripción, con prohibición de volver a


solicitar su inscripción ante el Órgano Desconcentrado de la Sunarp.

Los grados de sanciones corresponden a la magnitud de las faltas, según sea su


menor o mayor gravedad.

BASE LEGAL:

 LEY 27728
 LEY 28371
 Decreto Supremo N° 008-2005 – JUS
REMATADOR

El rematador o martillero –la Ley usa estas dos denominaciones


indistintamente– es la persona que, en forma habitual y como profesión,
realiza actos de remate. Preside el acto del remate, siendo la pieza
fundamental, la realmente definidora, de esta forma de contratar.

El martillero domina los contratos efectuados bajo forma de remate. Es


quien formula al público las condiciones del contrato, es quien recibe
las ofertas que los interesados efectúan, es quien –con un golpe de
martillo– acepta el precio más alto ofrecido.

I. Naturaleza del rematador

En doctrina se plantea si el rematador es o no un comerciante. Se


sustentan diversas opiniones.

A. El rematador no es comerciante

En esta tesitura, el rematador no sería comerciante por diversos


argumentos,  F E R N Á N D E Z  dice que no son comerciantes porque nuestro
Derecho Positivo expresamente los califica de agentes auxiliares del
comercio. Se argumenta que el rematador actúa por cuenta del dueño
de los bienes, aceptando el precio ofertado y, de este modo,
perfeccionando la compraventa. Dependiendo de las circunstancias, el
rematador actúa como mandatario, si nombra la persona que le ha
encomendado el remate, o como comisionista, si realiza el remate a
nombre propio, sin declarar el nombre del individuo que le ha hecho el
encargo. Cualquiera sea el caso, le faltaría una de las condiciones para
que pueda ser considerado comerciante

B. El rematador es comerciante

S I B U R U  sostiene que el rematador es comerciante. Se basa en el artículo


7, inciso 2, del Código de Comercio argentino, similar al nuestro, que
establece que toda operación de remate es acto de comercio y, como
tales operaciones las realiza el rematador haciendo de ello su profesión
habitual, queda comprendido en lo dispuesto por el artículo 1 que
establece:  “La Ley reputa comerciantes a todos los individuos que,
teniendo capacidad legal para contratar, se han inscripto en la matrícula
de comerciante y ejercen de cuenta propia actos de comercio, haciendo
de ello su profesión habitual”.

Compartimos esta opinión. Aplicando el artículo 1 del Código de


Comercio, el rematador es un comerciante, pues ejerce actos de
comercio (art. 7), haciendo de ello su profesión habitual.

La actividad de remate, la realiza por cuenta propia, percibiendo luego comisiones del
vendedor y del comprador. Sólo en las relaciones que se conciertan con el comprador
para vincularlo con el vendedor, el rematador actúa por cuenta ajena.

En el contrato que el rematador realiza con quien le hace el encargo de


rematar, el rematador actúa por cuenta propia y en nombre propio. Entre
quien se encuentra entre el público y ofrece un precio y el rematador,
también, existe un contrato tácitamente celebrado: el oferente acepta la
intervención del rematador para la determinación del precio del bien que
le interesa comprar.

 Rematador como profesional comerciante

Puede sostenerse que el rematador o martillero ejerce una profesión


comercial especialmente reglamentada por la Ley. Advertimos que no se
les impone registrarse en el Registro Nacional de Comercio sino en una
matrícula distinta. En esto se distinguiría de los demás comerciantes.

II. Estatuto del rematador

A. Condiciones para ser rematador

Los requisitos para ser rematador están fijados por el artículo 1 del
Decreto Ley 15.508. Debe ser mayor de edad, tener capacidad, ser
ciudadano natural o legal, y tener certificado policial de buena
conducta; debe acreditar idoneidad: haber aprobado cursos oficiales de
rematador dictados por la Universidad del Trabajo. Esto no se exige
para los inscriptos a la fecha de la sanción de la Ley (art. 16).
1. Matrícula y registro

Se le exige estar inscripto en la matrícula de rematadores que lleva la


Asociación Nacional de Rematadores. Al respecto, debemos distinguir
entre matrícula y registro de rematadores (art. 5, inc. 1). La matrícula se
necesita para ser rematador y el registro para intervenir en remates
públicos.

El artículo 434 de la Ley 16.736 modifica el artículo 12 del Decreto Ley


15.508 sobre condiciones para actuar en remates judiciales y del Estado
imponiendo que se debe estar inscripto en el Registro Nacional de
Rematadores. Por la Ley 16.736 la matrícula y el registro se llevan en la
Asociación Nacional de Rematadores [ 1 ] . El Registro está a cargo de una
Comisión integrada por: un representante del Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social, un representante de la Suprema Corte y un
representante de la Asociación Nacional de Rematadores.

En las normas analizadas, se exigen condiciones personales,


imperativamente y, una vez acreditado debidamente que ellas se
reúnen, se autoriza al ejercicio del remate. Con esas condiciones
exigidas así como con las prohibiciones, que luego consideraremos, la
Ley asegura la competencia, la imparcialidad y la honorabilidad del
rematador. En razón de ello, el rematador no puede delegar en otra
persona sus funciones. No basta que la responsabilidad del rematador
garantice la del sustituto, dice  S I B U R U , puesto que la Ley exige de los
rematadores la correcta prestación de su servicio personal y no una
garantía de corrección del servicio ajeno.

2. Sociedades civiles

El Decreto Ley 15.508 admite la formación de sociedades de carácter


civil, cuyo objeto sea la realización de actos de remate y actividades
afines. El artículo 10 del Decreto Ley 15.508 establece:

“El ejercicio de la actividad de rematador, es esencialmente


personal. Se admitirá sin embargo, la formación de sociedades de
carácter civil, cuyo único objeto lo constituya la realización de
actos de remate y actividades afines (art. 2º literal a) de la
presente ley) con tal que la sociedad sea de tipo personal y que los
actos de remate se cumplan en todos los casos por intermedio de
un Rematador”.

Con esta norma se admite la formación de sociedades de carácter civil


cuyo único objeto lo constituya la realización de actos de remate y
actividades afines. El legislador incurrió en error, pues el remate es una
operación comercial y si una sociedad se constituye para realizar actos
comerciales, esa sociedad es comercial y no civil.

El Decreto reglamentario 493/984, trata de subsanar el error y dispone


que se admite la formación de sociedades de carácter personal, para el
ejercicio de la actividad del rematador. Excluye la calificación de
sociedad civil. Se establece que puede ser una sociedad, bajo
cualquiera de las formas permitidas por el Decreto Ley. Su objeto
exclusivo debe ser la realización de actos de remate y actividades
afines (art. 15).

El Decreto Ley, en el artículo 10 trascripto, dispone que las sociedades


deben realizar los actos de remate, por intermedio de un rematador. Lo
mismo dispone el Decreto (art. 16). En la publicidad previa de los
remates se debe indicar, el nombre de la sociedad y los números de
matrícula de los componentes.

B. Funciones, facultades  y derechos del rematador

Nos referiremos, a continuación, a las diversas funciones que está


habilitado a cumplir el rematador, a las facultades de que dispone en
relación al remate y, luego, a sus derechos.

1. Funciones del rematador

Las funciones del rematador son las siguientes.

* Efectuar ventas en remate de cualquier clase de bienes, en


exclusividad. Sólo ellos pueden realizar remates. Para efectuar
remates dispuestos por el Estado u organismos paraestatales,
como ya señalamos, deben estar inscriptos, además, en el Registro
Nacional de Rematadores que también funciona dentro de la
Asociación de Rematadores. Se deja a la reglamentación del Poder
Ejecutivo regular la adjudicación de los remates oficiales, sin
perjuicio de las facultades reglamentarias de la Suprema Corte de
Justicia.

* Tasar e informar sobre el valor real de cualquier clase de bienes.


La tasación puede constituir una actividad previa al remate o ser
una actividad independiente de cualquier remate.

* Puede el rematador ser balanceador, depositario judicial o


consignatario. Así se dispone por el Decreto reglamentario.

2. Facultades del rematador

El rematador puede pedir en oficinas públicas, informes o certificados,


que necesite para cumplir con sus funciones.

En relación con los actos de remate, sus facultades son las siguientes:
requerir el auxilio de la fuerza pública, para asegurar la normalidad del
remate y suspender el acto del remate.

Puede suspender el remate en los casos previstos por el artículo 2, letra


d, Decreto Ley 15.508.

En los remates con base, la oferta tiene que ser superior a una
determinada cifra que se anuncia con anticipación. El Decreto Ley
faculta a los rematadores a suspender el remate cuando las pujas no
alcancen el precio que se le ha señalado como base.

Cuando no se señaló una base, el rematador puede suspender el acto


de remate, cuando el precio no alcance el que el martillero considere
competente. En este caso se deja a su criterio la suspensión. El Decreto
Ley define qué es precio competente:  “Es precio competente el que no
causa grave perjuicio al comitente”.  El Decreto Ley no establece reglas
para determinarlo. Se libra a la pericia del propio rematador.

El artículo 2 establece que el rematador tiene la facultad de suspender el remate. No


obstante, el empleo de esa frase debe entenderse que es un precepto imperativo.
Dice FERNÁNDEZ: “el martillero debe suspender y diferir el remate, cuando no hay
postores que superen el precio base o el que considere competente”.

Naturalmente, si hay conformidad del dueño de las cosas a subastarse,


puede disminuirse o suprimirse la base establecida. Con el asentimiento
del dueño de los bienes puede reabrirse el remate, que se hubiere
suspendido, aunque se hayan retirado algunos de los presentes, incluso
los que hayan formulado posturas y adjudicarse al nuevo mejor postor.
Tal solución no afecta principio de moral u orden público alguno. El
dueño de las cosas está facultado para enajenarlas por cualquier precio
y hasta donarlas; puede proceder, por consiguiente, en las formas
indicadas sin lesionar derechos de terceros [ 2 ] .

Si no hay tal asentimiento, el martillero debe dar por terminado el


remate, para proceder a nueva subasta en fecha posterior.
Naturalmente, que en la mayoría de los casos, tanto el dueño como el
rematador, están interesados en obtener el mejor precio y tratarán de
dar publicidad al acto de remate no reabriendo el acto por desistimiento
del mejor postor, sobre todo si ya se retiraron algunos concurrentes.

3. Derecho a la comisión u honorarios

El rematador tiene derecho a una retribución por sus servicios: comisión


u honorario (art. 3 Decreto Ley 15.508 [ 3 ] ) y derecho a que se le reintegre
los gastos realizados. El arancel para los remates judiciales y
tasaciones se establece por acordada de la Suprema Corte de Justicia.

a. Comisión por el remate

En los remates privados, la comisión, a cargo del vendedor, debe ser


convenida previamente. La comisión a cargo del dueño de los efectos se
justifica por cuanto éste le ha otorgado un mandato o comisión. Ello
responde al principio general de que el mandato comercial es oneroso,
como el contrato de comisión, por su naturaleza. El servicio del
mandatario o comisionista debe ser retribuido.

El monto de la comisión a cargo del comprador debe ser publicitado con


el remate (art. 8, lit. a, Dec. Ley 15.508). La comisión a cargo del
ofertante se justifica, entendiendo que el rematador, además de su
calidad de mandatario o comisionista, realiza una actividad de
acercamiento en interés de las dos partes del futuro negocio. El
rematador hace, por otra parte, profesión de este acto y es acreedor a
la compensación de su trabajo.
El Decreto Ley distingue dos modalidades de comisión. Comisión
simple, cuando las contingencias del contrato pesan sobre el dueño del
bien rematado, comisión de garantía, cuando el rematador toma bajo su
responsabilidad esas contingencias. En este caso, el rematador se hace
garante de la solvencia del ofertante y da garantía de que el
adjudicatario va a pagar el precio. El Decreto Ley prevé la comisión de
garantía en el artículo 3, remitiéndose al artículo 360 del Código de
Comercio.

Si el comitente suspende el remate después de iniciada su tramitación,


se le deberá pagar al rematador la mitad de la comisión, calculada
sobre la base del remate o del valor venal, para el caso de remate sin
base (art. 5 Dec. Ley 15.508). Si el remate se efectúa y se anula, sin
culpa del rematador, se le debe la comisión íntegra (art. 6). Si el remate
se suspende o se anula por culpa del rematador, éste pierde derecho a
la comisión y al reintegro de gastos (arts. 4 [ 4 ]  y 7 [ 5 ] ).

b. Comisión por la tasación

El Decreto Ley 15.508 no distingue entre la comisión que corresponde


por el remate y la comisión que corresponde por la tasación. Está claro
que les es aplicable el artículo 3 del Decreto Ley 15.508 y lo dispuesto
por acordada de la Suprema Corte de Justicia.

En cambio, entendemos que no sería aplicable a la comisión por la


tasación, las sanciones previstas en los artículos 4 y 7 del Decreto Ley
15.508, referentes a la pérdida del derecho al reintegro de los gastos y
al cobro de la comisión, para el caso de que se suspendiere o anulare el
acto de remate, por culpa del Rematador. Las sanciones deben ser
interpretadas con criterio restrictivo y no puede extenderse su
aplicación por analogía.

C. Obligaciones

En general, el rematador está sujeto a la carga de llevar libros y


conservar documentos. A esta carga se le suman otras cargas y
obligaciones, en función del acto de remate que realice. Algunas de
estas últimas están relacionadas con el acto mismo de remate y otras
deben cumplirse con posterioridad al remate.
1. Teneduría de libros y conservación de documentos

No existe ninguna norma legal que disponga los libros que debe llevar el
rematador. Sin embargo, el artículo 14 del Decreto 495/984 exige llevar
libro de entradas y libros de remates y comisiones, con las formalidades
del Código de Comercio. Se trata de libros equiparables al Diario de los
comerciantes (art. 33 C.Com.).

El fundamento de esta obligación de llevar libros es la consideración de


lo delicado de las funciones del rematador. Toda la actividad del
martillero aparecerá más clara si se llevan cuentas en la forma exigida
por el Decreto y se prestará menos a la realización de fraudes. No se le
exige que lleve un libro de inventario, puesto que, como
dice  V I V A N T E  del rematador:  “Todo su patrimonio puede hallarse
constituido por sus aptitudes”.

El artículo 14 del Decreto 495/984 establece que son aplicables a los


libros del rematador los artículos 66 y 67 del Código de Comercio, que
se refieren al modo de llevar libros y a las consecuencias que tiene no
llevarlos en la forma prescripta. La sanción por la falta de libros o por la
irregularidad en la forma de llevarlos o por negativa a exhibirlos, será
cualquiera de las previstas en el Decreto Ley 15.508.

Los libros podrán ser exigibles en juicio como medio de prueba. Pueden
darse dos situaciones.

En primer lugar, la situación de un juicio en que el rematador sea parte.


En este caso, puede entenderse que prueban los libros a favor y en
contra del rematador como los libros del comerciante en general,
prueban a favor y en contra de éste (arts. 67 y 68).

En segundo lugar, la situación en que el rematador no sea parte en el


pleito; por ejemplo, un litigio entre el dueño de los bienes y el
comprador. El Decreto Ley no dice nada sobre la fuerza probatoria de
los libros para este caso. El valor de la prueba será apreciado por los
jueces en cada controversia que se plantea.

No se exige al rematador la conservación de la correspondencia activa y


pasiva, pero se le impone el deber de conservar la documentación y
libros, por lo menos, por cinco años y, dentro de la documentación,
puede considerarse comprendida la correspondencia.

2. Obligaciones relacionadas con el proceso de remate

Las obligaciones del rematador relacionadas con el proceso de remate


son las siguientes: anunciar el remate y darle publicidad; realizar el
remate personalmente, en el lugar y tiempo indicados; la
denominada  “obligación de verdad”; respetar la base y recabar la seña
establecida. Analizaremos brevemente estas obligaciones.

a. Anunciar el remate y publicidad

La subasta debe ser previamente puesta en conocimiento del público.


Es ése el sentido del término utilizado  “anunciarán”. Esta obligación
responde a la característica de publicidad que tiene el acto de remate,
como forma de contratación.

En los avisos se indica el nombre del rematador, su domicilio, su


matrícula y el monto de la comisión y a cargo de quién será su pago. Se
indicará el lugar, fecha y hora del remate y los bienes a rematarse con
su descripción y condiciones legales (obligación de verdad).

En lo que respecta a los remates privados, nada establece la Ley sobre


la forma y tiempo en que deben hacerse los anuncios del remate.
Solamente dispone que se hará con  “antelación pertinente de acuerdo a
las características de cada remate”. La forma de la publicidad y el
tiempo de anticipación, estarán sujetos a lo convenido entre rematador y
dueño de los bienes, de acuerdo a sus intereses. Si nada se convino, se
estará a lo que es de uso y costumbre en el lugar. Naturalmente que a
las dos partes interesa hacer publicidad: al dueño de los bienes, para
atraer interesados porque, cuanto más hayan, más posibilidades existen
de que suban las ofertas; al rematador, por cuanto su comisión depende
del éxito del acto del remate y por su propio crédito.

Si el rematador no fue diligente para hacer los anuncios podría


condenársele a indemnizar los daños y perjuicios que causare.

Respecto de los remates judiciales, el artículo 387 del Código General


del Proceso establece especiales condiciones de publicidad: una a cinco
publicaciones en el Diario Oficial, a criterio del Tribunal. El mismo
artículo establece el contenido del anuncio. Luego, se impone al
rematador que informe al Tribunal sobre la publicidad que se propone a
hacer, con una anticipación de diez días antes del remate. Todo bajo
sanción de responsabilidad del rematador por daños y perjuicios
causados.

El Decreto Ley 14.252, en su artículo 314, apartado 13, establece que


los rematadores y corredores no pueden publicitar remates sin que en
los avisos figure su número de inscripción en la Dirección General
Impositiva. En los contratos en que intervengan y en los recibos de
comisiones deben también dejar constancia de ello.

b. Realizar el remate personalmente, en el lugar y tiempo


indicados

No se puede delegar la realización del remate, sin anuncio previo, salvo


caso excepcional de enfermedad o impedimento grave.

c. Obligación de verdad

Durante el remate, el rematador debe explicar en voz clara y alta y en


idioma español, las características y condiciones legales del bien (art.
12). Debe entenderse que el rematador tiene que explicar todas las
características de las cosas que rematará a los efectos de que los
interesados conozcan bien las cosas que se subastan. El fundamento de
esta norma es prevenir los engaños y la mala fe. Se busca rodear el
acto del remate de la sinceridad y buena fe que es esencial en el
comercio. Dada la rapidez de las operaciones de remate siempre existe
el riesgo del engaño. El incumplimiento de esta norma apareja, para el
martillero, las sanciones impuestas por el artículo 14 del Decreto Ley
15.508.

Durante el remate no se puede admitir postura por signo. El postor debe


expresar su postura con voz clara e inteligible (art. 9, lit. d). Es también
una obligación de lealtad. El remate, insisto, tiene el carácter de
publicidad. La oferta de una contratación se hace en público, ante
varias personas reunidas, en lugares accesibles a varias personas.
Respondiendo a esa publicidad, se tramita en forma oral, interviniendo
todos los interesados, quienes hacen ofertas que ascienden
gradualmente. Cada postura hace caer y anula la anterior y el rematador
adjudica el bien a quien ofrezca el precio más elevado. Por ello, es que
el Decreto Ley le obliga a no admitir postura por signos ni posturas que
no hayan sido expresadas con voz clara e inteligible, esto es, que no
hayan sido escuchadas por todos los interesados. No se puede dejar a
los postores en la incertidumbre sobre la vigencia de la oferta hecha.
Cada persona tiene derecho a saber si su postura sigue o no en pie,
pues ella le crea obligaciones.

Dicen algunos autores argentinos que con esta disposición se busca


impedir las posturas simuladas (gurupí o falso interesado). Sin embargo,
la exigencia de que los postores expresen la puja en voz clara e
inteligible, no excluye la posibilidad de que quien hace la oferta de esa
forma, no sea realmente interesado y sea un gurupí.

d. Respetar la base

Ya nos referimos a la posibilidad de remate judicial con o sin base. Si


se fijó una base y no hubiese postores, se puede sacar nuevamente el
bien a la venta, sobre la base de la mitad de la tasación (art. 391.1
C.G.P.).

e. Recabar la seña establecida

El rematador, inmediatamente a la adjudicación, debe recabar la seña


establecida. Esta no será menor al 20 % del precio de remate, salvo
estipulación en contrario.

3. Obligaciones del rematador posteriores al acto del remate

Con posterioridad al acto de remate, el rematador debe rendir cuentas y


pagar el saldo líquido que resulte del remate.

a. Rendición de cuentas

El rematador mandatario o comisionista, como tal, debe rendir cuentas


dentro del plazo de ocho días hábiles desde la fecha del remate (art. 8,
lit. c, Dec. Ley 15.508). Para hacerlo, debe entregar al dueño la cuenta
en la que se detalle: artículos vendidos, precios y demás circunstancias,
entre ellas, gastos ocasionados, comisión. Si hubiese vendido al fiado
debe indicar el nombre del comprador, plazos y condiciones de la venta.

En el caso de remate judicial, el rematador debe rendir cuentas de lo


actuado, dentro de los diez días siguientes al del remate (art. 387.7
C.G.P.), acompañando comprobantes de gastos efectuados y el
certificado del depósito de la seña, de la cual puede descontar los
gastos y la comisión. La seña, así como los importes que vaya pagando
el mejor postor, se depositan en el Banco Hipotecario, a la orden del
Tribunal.

b. Pago del saldo líquido que resulte del remate

El Decreto Ley establece un plazo de ocho días contados desde el


remate. Pueden pactarse condiciones y plazos distintos para esta
obligación.

El Decreto Ley establece que el comitente puede promover juicio


ejecutivo contra el rematador, previa intimación practicada por
telegrama colacionado con plazo de tres días. También, dispone que, en
tal caso, el rematador pierde derecho a la comisión.

No dice el Decreto Ley cuál es el título ejecutivo. Si rindió cuenta, la


cuenta en poder del dueño será el título ejecutivo. No existen
previsiones para el caso de que el rematador no rindió cuenta. El texto
del Decreto Ley es, por lo tanto, incompleto.

La norma no debe interpretarse rigurosamente. Habría incumplimiento


del rematador si, dentro de los ocho días de la venta, el rematador
hubiera entregado la cosa y percibido el precio; pero si el rematador ha
percibido la seña y el comprador no ha concurrido a retirar la
mercadería y a efectuar el pago del resto del precio, es evidente que no
se le puede obligar al rematador al pago.

Es distinto para remates judiciales. El rematador debe depositar la seña


recibida. El saldo del precio lo debe depositar el oferente en el Banco
de la República Oriental del Uruguay, en una cuenta abierta a la orden
del Juzgado (arts. 387.5 y 387.6, C.G.P.). El ofertante tiene plazo para
la entrega del precio que será fijado por el Tribunal (art. 388 C.G.P.). Si
en ese plazo no se paga, el Tribunal establece un segundo plazo y si
transcurre el mismo y el ofertante no cumple, el tribunal anulará el
remate y dispondrá que se realice de nuevo. Son de cargo del mejor
postor los gastos del remate anulado y los daños y perjuicios que se
hubieren causado.

Cumplido el pago, el bien se entrega al comprador, si se trata de un


bien mueble, labrándose acta. Si se trata de remate de inmueble u otro
bien que requiera escritura pública, se otorga de oficio, por el Escribano
que designe el mejor postor, en el plazo que fije el Tribunal. Este plazo
puede ser prorrogable (art. 389). Si el oferente se niega a escriturar, el
Tribunal declarará nulo el remate (art. 390).

4. Prohibiciones e incompatibilidades

El artículo 19 del Decreto 495/984 establece distintas prohibiciones.


Entre ellas, se establece que el rematador no puede recibir posturas por
signo.

No puede vender a crédito, sin autorización escrita. Si nada se


conviene, la venta será al contado [ 6 ] . El escrito se exige no como
formalidad sino como prueba, por lo tanto, puede suplirse por otro
medio de prueba como ser la confesión del comitente.

El remate es un medio rápido de liquidación. Por ello, las ventas


realizadas en remate son ordinariamente al contado, sobre todo cuando
se trata de muebles.

El rematador tiene prohibido usar las palabras  “judicial”, “oficial”,


“municipal”  o “decomiso de aduana”  cuando el remate no revista ese
carácter. Para remates públicos, hay normas especiales en los artículos
11, 12 y 13 del Decreto referido.

El rematador no puede comprar bienes que está rematando, para sí o


adjudicarlos a sus socios, empleados o familiares dentro del segundo
grado. Asimismo, se le prohíbe disponer de las señas o del producto del
remate.
5. Sanciones

El artículo 14 del Decreto Ley 15.508 prevé un régimen de sanciones.


Además de la pérdida de comisión, antes mencionada, puede el
rematador ser sancionado con: multas, suspensión y cancelación de la
matrícula.

Para algunas hipótesis, se establece una doble sanción. Por ejemplo, si

el rematador retiene la seña o el saldo líquido del remate, hay pérdida

de comisión y acción ejecutiva y, eventualmente, sanción penal, pues se

configuraría el delito de apropiación indebida.

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