Entrevista de Bolivar y San Martin
Entrevista de Bolivar y San Martin
Entrevista de Bolivar y San Martin
Pocos días después llegó San Martín con sus edecanes y escolta, al mando de
Pedro Nolasco Fonseca.
Los dos libertadores trataron importantes asuntos relacionados con las luchas por
la independencia americana. Uno de los temas principales fue la solicitud que San
Martín le hizo a Bolívar pidiéndole que sea él quien termine la independencia del
Perú, pues ya no tenía ni hombres, ni armas, ni dinero; San Martín le indicó
también a Bolívar que estaba “…decidido a servir bajo sus órdenes para terminar
pronto la guerra de la independencia…”, pero esta propuesta fue rechazada por
Bolívar que se negó a someter bajo su mando a uno de los más grandes
generales de América.
Los libertadores tenían ideas opuestas, mientras San Martín se inclinaba por un
régimen monárquico con caracteres constitucionales, Bolívar se demostró
partidario de una república democrática.
Ascenso al Chimborazo
La tropas al mando de Bolívar toman la ruta del Sur hacia Guayaquil, recorriendo
los antiguos poblados indígenas de Latacunga y Ambato, región altamente
productiva en agricultura, gracias al volcán Chimborazo, cuyas cenizas fertilizan
los campos como una bendición para los lugareños. Durante el trayecto, Bolívar es
atraído por la magnificencia de esa mole volcánica con sus nieves perpetuas que
se eleva 6.130 m, y que le fue narrada por su amigo Alejandro de Humboldt en la
oportunidad que escaló el volcán en 1802. Bolívar como un admirador de todo lo
sublime y lo natural, es atraído por el embrujo del Chimborazo.
«Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi
madre fue la Eternidad; los límites de mi imperio los señala el Infinito; no
hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo
pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente. ¿Por qué te
envaneces, niño o viejo, hombre o héroe? ¿Crees que es algo tu Universo?
¿Que levantaros sobre un átomo de la creación, es elevaros? ¿Pensáis
que los instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a mis
arcanos? ¿Imagináis que habéis visto la Santa Verdad? ¿Suponéis
locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos? Todo es
menos que un punto a la presencia del Infinito que es mi hermano».
Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo tiempo, tendido sobre
aquel inmenso diamante que me servía de lecho. En fin, la tremenda voz
de Colombia me grita; resucito, me incorporo, abro con mis propias manos
los pesados párpados: vuelvo a ser hombre, y escribo mi delirio.