(Matematicas) La Teoria de La Medida (Fernando Bombal) (MadMath)

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La Teorı́a de la Medida

Fernando Bombal
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Índice

1. Introducción 1

2. La integral de Cauchy 3

3. La integral de Riemann 8

4. Desarrollo de las ideas de Riemann 10

5. La década 1880-1890 16

6. El concepto de contenido 19

7. La introducción del concepto de medibilidad 21

8. La teorı́a de la medida de Borel 25

9. El informe Schoenflies. Final de siglo 28

10.Lebesgue 29

11.Aplicaciones y extensiones de la integral de Lebesgue 40

12.Otras definiciones de la integral de Lebesgue 43

13.Funciones de conjunto e integración abstracta 45

Bibliografı́a 47
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 1

1. Introducción

El desarrollo de la noción de integral a lo largo del siglo xix está ı́nti-


mamente ligado a la evolución del concepto de función y, en general, a los
conceptos más importantes del análisis en este perı́odo (diferenciación, se-
ries trigonométricas, teorı́a de conjuntos, topologı́a, etc.). De hecho, muchos
de los nuevos conceptos se introdujeron a la vista de las necesidades de la
teorı́a o como consecuencia de contraejemplos aparecidos en la misma, y sus
éxitos contribuyeron en gran medida al desarrollo del Análisis en este siglo
(el siglo de la teorı́a de funciones, según Volterra).

La noción de integral hasta comienzos del siglo xix era simplemente la de


operación inversa a la derivación, conectada a través de la ((regla de Barrow))
con el problema de calcular el área limitada por una curva. Pero éste era
un concepto primitivo y anterior, de modo que se admitı́a como evidente
que todo conjunto del plano tenı́a un ((área)), y cuando este conjunto era
de la forma {(x, y) : x ∈ [a, b], 0 ≤ y ≤ f (x)} para una f no negativa
en [a, b], entonces este área era precisamente la integral de f en [a, b]. Las
funciones ((arbitrarias)) consideradas en aquella época eran esencialmente las
descritas por una expresión analı́tica o un número finito de ellas en distintos
subintervalos (funciones ((discontinuas)) en sentido de Euler), pero en ningún
caso podı́a pensarse en funciones discontinuas en más de un número finito
de puntos, en sentido moderno.

En un artı́culo presentado a la Academia de Ciencias de Parı́s en 1807


(y no publicado hasta la aparición de Théorie analytique de la chaleur en
1822), Fourier (1768-1830) reafirmaba la idea de D. Bernouilli sobre la po-
sibilidad de expresar cualquier función (acotada) en [−a, a] en la forma

1 Xh  nπx   nπx i
f (x) = a0 + an cos + bn sen (1.1)
2 a a
n=1

con
Z a Z a
1  nπx  1  nπx 
an = f (x) cos dx bn = f (x) sen dx
a −a a a −a a

Aunque Fourier habla expresamente de funciones discontinuas, parece


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claro que su noción es la del siglo xviii y que el término de ((función arbitra-
ria)) es sinónimo para él de lo que podrı́amos llamar actualmente ((función
regular a trozos)).

Ante la necesidad de demostrar su afirmación, Fourier utilizó dos tipos


de argumentos. En el primero, consideró f desarrollada en serie de poten-
cias y, usando sugestivas manipulaciones con sistemas de infinitas ecuaciones
lineales, determinó los coeficientes del desarrollo en serie trigonométrica. El
segundo argumento consistı́a en

1) Suponer que f era de la forma (1.1) en [−a, a] (tomando por como-


didad el caso a = π).

2) Multiplicar ambos términos de (1.1) sucesivamente por cos(mx) y


sen(mx) e integrar entre −π y π, asumiendo la validez de la integra-
ción término a término de la serie. Entonces resultaba inmediata-
mente la fórmula de los coeficientes citada.

Incluso aceptando la validez de 1) para una función f , en 2) se hacen a


su vez dos nuevas suposiciones:

a) f (x), f (x) cos(mx) y f (x) sen(mx) tienen integral.

b) Es válida la integración término a término de una serie.

Es curioso que mientras que a) se cuestionó enseguida, no se pusieron


objeciones a b) hasta mucho más tarde, siendo admitida, por ejemplo, por
Cauchy y Gauss. Sin embargo, Fourier justifica a) de modo evidente: al
multiplicar la curva f (x) por sen(mx) se obtiene otra curva, y el área (alge-
braica) limitada por esa curva entre x = π y x = −π es el valor de la integral.
La existencia de la integral se basa, por tanto, en la existencia ((evidente)) del
área del conjunto de ordenadas de la función. Como veremos, la clarificación
y generalización de la noción de área, es de fundamental importancia para
el desarrollo del concepto de integral.

En todo caso, el trabajo de Fourier da origen a una serie de problemas


que merecieron gran atención a lo largo de todo el siglo xix:
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A) ¿Cuándo puede representarse una función acotada por una serie tri-
gonométrica?

B) Si una función acotada puede representarse por una serie trigono-


métrica, ¿es necesariamente ésta la serie de Fourier de la función?

C) ¿Cuándo es válida la integración término a término de una serie?

Naturalmente, las respuestas a estos problemas [especialmente B) y C)]


deben encuadrarse en una teorı́a de la integración concreta, por lo que las
respuestas fueron variando según iba cambiando el contexto. Por ejemplo,
a finales del xix estaba claro que C) no era cierto ni siquiera para series
convergentes uniformemente acotadas, ya que la función lı́mite podı́a no ser
integrable (Riemann). En cualquier caso, los resultados positivos sobre esta
cuestión exigı́an pruebas extremadamente largas y delicadas.

2. La integral de Cauchy

En su Cours d’analyse (1821), Cauchy (1789-1857) introduce la noción


moderna de función continua (realmente, función continua en un intervalo,
lo que lleva a Cauchy a confundir reiteradamente la continuidad con la con-
tinuidad uniforme) y dos años más tarde, en su Resume des leçons donnes
a l’Ecole Royale Polytechnique sur le calcul infinitesimale, Cauchy define la
integral de una función continua f en un intervalo [a, b], como lı́mite de las
sumas
n
X
SP = (xi − xi−1 )f (xi−1 )
i=1

asociadas a cada partición P = {a = x0 < x1 < . . . < xn = b} del intervalo


[a, b] cuando kP k = sup{ |xi − xi−1 | : 1 ≤ i ≤ n} tiende a 0. Usando la
continuidad (uniforme) de f en [a, b], Cauchy demostró la existencia de este
lı́mite.

En efecto, Cauchy observa que, para una subdivisión Q del intervalo más
fina que P , se tiene
n
X
SQ = (xi − xi−1 )f (xi−1 + θi−1 (xi − xi−1 )) 0 < θi−1 < 1
i=1
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 4

y poniendo

f (xi−1 + θi−1 (xi − xi−1 )) = f (xi−1 ) + εi (εi pequeño)

obtenemos
n
X
S Q = SP + εi (xi − xi−1 )
i=1

Si las diferencias (xi − xi−1 ) son muy pequeñas, la continuidad de f (en


realidad, la continuidad uniforme), hace que cada εi ((difiera muy poco)) de
cero. Cauchy utiliza entonces el llamado ((criterio de Cauchy)) (es decir, la
completitud de los números reales), que habı́a enunciado previamente en
su Cours d’analyse, para concluir que si los valores de (xi − xi−1 ) son muy
pequeños y el número n muy grande, las sucesivas subdivisiones producirán
sumas que ((terminarán por alcanzar un cierto lı́mite)), que depende única-
mente de la función (continua) f y el intervalo [a, b]. Este lı́mite es lo que
llama Cauchy integral definida.

Una de las ventajas de esta definición es que, por primera vez, permite de-
mostrar de modo riguroso1 la existencia de función primitiva de una función
Rx
(continua) dada. En efecto, Cauchy considera la función F (x) = a f (t) dt
y establece los tres teoremas fundamentales siguientes:

I) F es una primitiva de f ; es decir, f (x) = F 0 (x).

II) Todas las primitivas de f son de la forma F + C, siendo C una


constante. Por tanto, si G es una función con derivada continua,
Z x
G0 (t)dt = G(x) − G(a)
a
1
La mayorı́a de los contemporáneos de Cauchy no tenı́an ningún reparo en admitir
esto. Ası́, por ejemplo, Lagrange, en un suplemento a las lecciones que habı́a dado en la
Ecole Polytechnique en 1806, habı́a publicado (véase [1], pág. 118):

((Toda función de una sola variable puede considerarse una derivada exacta;
pues si no tiene una primitiva de modo natural, siempre puede obtenerse
una por series... expresando la función dada en una serie de la variable y
tomando la función primitiva de cada término)).

Es también Cauchy quien pone en cuestión la posibilidad de que la serie de Taylor


converja siempre y, caso de hacerlo, que su lı́mite sea la función de partida (véase [1], pág.
121).
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 5

III) Como consecuencia de II), si G es tal que G0 (x) = 0 para todo x


de [a, b], entonces G(x) es una constante.

Las extensiones de I), II) y III) van a motivar gran parte de las investi-
gaciones sobre la extensión del concepto de integral y, en consecuencia, de
la noción misma de función. Precisamente, la definición de Cauchy no exige
que la función f tenga una expresión analı́tica concreta, lo que podrı́a ha-
ber motivado un cambio importante en la noción de función. Sin embargo,
no parece que Cauchy considerara seriamente la posibilidad de extender la
noción de función como correspondencia ((arbitraria)) entre números.

La teorı́a de integración de Cauchy puede extenderse para funciones aco-


tadas con un número finito de discontinuidades en [a, b]. Por ejemplo, si
c ∈ (a, b) es el único punto de discontinuidad de f en [a, b], los lı́mites
Z c−ε Z b
lı́m f (t) dt y lı́m f (t) dt
ε→0+ a ε→0+ c+ε

existen, y la integral puede definirse por la fórmula


Z b Z c−ε Z b
f (t) dt = lı́m f (t) dt + lı́m f (t) dt (2.1)
a ε→0+ a ε→0+ c+ε

Para una cantidad finita de discontinuidades, se procede del mismo mo-


do. Para el caso de funciones no acotadas en un número finito de puntos,
los lı́mites en (2.1) pueden no existir, y Cauchy define entonces la integral
por (2.1), cuando los lı́mites existen. Por el mismo proceso de paso al lı́mite,
define también la integral de funciones en intervalos infinitos.

La noción de integral de Cauchy resolvı́a satisfactoriamente los proble-


mas de la teorı́a de funciones de su época, y el problema del significado de
los coeficientes de Fourier para las nociones de función al uso.

No es extraño que Dirichlet (1805-1859), a quien se debe el concepto


moderno de función, llamara la atención sobre la necesidad de extender
el concepto de integral para funciones con infinitas discontinuidades (que
el mismo descubrió). Durante sus estudios en Parı́s (1822-1825), Dirichlet
conoció los trabajos de Fourier, y fue el primero en dar una demostración
rigurosa de la convergencia de la serie de Fourier de una función, bajo ciertas
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condiciones generales. De hecho probó, que si f es una función continua


salvo a lo más en un número finito de puntos en un intervalo, y tiene solo
un número finito de máximos o mı́nimos en el intervalo, la serie de Fourier
de f converge en cada punto x a

f (x+) + f (x−)
2

La hipótesis de continuidad sobre f se impone exclusivamente para po-


der asegurar la integrabilidad (en el sentido de Cauchy) de f (x) cos(nx)
y f (x) sen(nx).

Dirichlet creyó que podı́a extender este resultado para funciones más
generales, siempre que tuviera una buena definición de integral definida,
y expresó su convencimiento de que esto podrı́a hacerse para una función
acotada tal que el conjunto de puntos de discontinuidad fuera ((pequeño)).
Concretamente, la condición impuesta por Dirichlet es que dados dos puntos
cualesquiera a < b del intervalo de definición, existieran r y s, a < r <
s < b, de modo que f fuera continua en [r, s] (en terminologı́a moderna,
que el conjunto de puntos de discontinuidad fuera diseminado). Dirichlet
prometió una nota sobre este tema, que nunca apareció, aunque su programa
fue llevado a cabo por su discı́pulo Rudolf Lipschitz (1832-1903) en su tesis
doctoral (1864). En su investigación sobre la demostración de Dirichlet y
su extensión, Lipschitz supone que f es una función acotada que cumple la
condición de Dirichlet y concluye que el conjunto derivado D0 del conjunto
D de discontinuidades de f , es finito.

Esta confusión no es sorprendente, pues la teorı́a de conjuntos y las


nociones generales de topologı́a no se conocı́an por entonces. Y además es
sintomática, pues, como veremos, la confusión entre las distintas nociones
de ((pequeñez)) de conjuntos se va a repetir muy frecuentemente. La clarifi-
cación de estas nociones va a ser una de las más importantes motivaciones
de Cantor en sus investigaciones sobre la teorı́a de conjuntos. Volviendo a la
definición de Lipschiz, si D0 = {x1 , . . . , xn } es finito, en cada intervalo I que
no contenga ningún xi la función tiene un número finito de discontinuidades,
luego la integral en I existe como integral de Cauchy. Por tanto, existen las
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integrales
Z xi −δi
f (t) dt i = 1, . . . , n εi + δi < xi − xi−1
xi−1 +εi

En consecuencia, como f es acotada, existen los lı́mites de las expresiones


anteriores cuando εi y δi tienden a 0+ , luego puede definirse
Z b n Z xi −δi
def X
f (t) dt = lı́m f (t) dt (2.2)
a εi ,δi →0+ xi−1 +εi
i=1

En el caso de funciones no acotadas, se toma (2.2) como definición, en-


tendiendo cada integral de la derecha como integral impropia de Cauchy, y se
postula la existencia del lı́mite en (2.2). Utilizando los teoremas fundamen-
tales de Cauchy, es fácil ver que la definición anterior de función integrable
es equivalente a la siguiente:

[Di] f (acotada o no) es integrable en [a, b] si existe una única función con-
tinua (salvo constantes) F en [a, b] tal que en cada segmento [x0 , x00 ] ⊂
[a, b] en el que f sea continua, se cumpla
Z x00
F (x00 ) − F (x0 ) = f (t) dt
x0

(puede probarse que la exigencia de unicidad para F implica necesariamente


que D0 es finito).

Es fácil ver también que el proceso de extensión de la integral propuesto


por Lipschitz se puede aplicar a cuando D(2) = (D0 )0 es finito y, por in-
ducción, al caso en que D(n) sea finito. Es probable que Dirichlet estuviera
pensando en este caso cuando anunció la extensión del concepto de inte-
gral, y creyera que D es diseminado si y solo si D(n) es finito para algún n
(conjuntos reducibles).

A pesar de sus errores, el trabajo de Lipschitz supuso una aportación


valiosa. Entre otras cosas, introdujo lo que hoy se conoce como ((condición
de Lipschitz)), bajo la cual el resultado de Dirichlet también es cierto.
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 8

3. La integral de Riemann

Probablemente Riemann (1826-1866) adquirió su interés por las series


de Fourier a través de sus contactos con Dirichlet, a quien consideraba el
matemático más grande de su época. Para su Habilitationsschrift en 1854,
Riemann decidió tomar como tema la representación de funciones en serie
de Fourier. Después de discutir la contribución de Dirichlet, Riemann ob-
servó que es razonable suponer que ((las funciones no cubiertas por el análisis
de Dirichlet, no ocurren en la naturaleza)). Sin embargo, consideró valioso
estudiar el caso de funciones más generales por dos razones. En primer lu-
gar, por la propia opinión de Dirichlet, que consideraba el tema de gran
importancia en relación con los principios fundamentales del cálculo. Y en
segundo lugar, porque las aplicaciones de las series de Fourier comenzaban
a extenderse a dominios de la matemática pura, como la teorı́a de números,
en donde estas funciones más generales parecı́an tener importancia.

Riemann parte de la misma definición de Cauchy, pero en lugar de res-


tringirse a funciones continuas, considera la totalidad de todas las funciones
integrables (aquellas para las que existe el lı́mite de las sumas asociadas a
particiones) y después da condiciones necesarias y suficientes de integrabili-
dad. Consideró como evidente la condición:

Pn
[R1] lı́mkP k→0 i=1 ωi ∆i = 0, donde ωi es la oscilación de f en el segmento
Ii = [xi−1 , xi ] de la partición P = {a = x0 < x1 < . . . < xn = b}; y
∆i = xi − xi−1

(esto no es obvio, y fue probado por Thomae en 1875, quien introdujo las
sumas superiores e inferiores correspondientes a una partición, comprobando
R R
que convergen. La notación f y f para designar las integrales superior
e inferior, fue introducida por Volterra en 1881. Con esta notación [R1] se
R R
traduce en la condición f = f )

Riemann prueba que [R1] es equivalente a la condición más operativa:

[R2] Para todo ε, δ > 0, existe d > 0 tal que si kP k < d, entonces s(P, δ) =
suma de las longitudes de los intervalos I, de la partición P en los que
la oscilación de f es ≥ δ es menor que ε.
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Tanto [R1] como [R2] contienen el germen del concepto de medibilidad


y contenido exterior de Jordan, aunque el mismo Riemann no continuó en
esa dirección: el ambiente no estaba maduro.

Riemann señaló que su definición incluı́a la posibilidad de integrar fun-


ciones con ((infinitos puntos de discontinuidad en cada intervalo)) y ((como
estas funciones no han sido todavı́a consideradas, será bueno empezar con
un ejemplo)). El ejemplo es el siguiente: sea m(x) = entero más próximo a x
y (x) = x − m(x) si x 6= 2k+1 2k+1

2 ; 2 = 0. Pongamos entonces


X (nx)
f (x) =
n2
n=1

La serie es uniformemente convergente, luego se pueden permutar los signos


lı́m y Σ y f es continua en todos los puntos en los que (nx) sea continua para
2k+1
todo n. Los puntos xkn = 2n (fracción irreducible) son de discontinuidad
para todas las (mx) con m = (2i + 1)n, teniendo por lı́mites a la derecha y
la izquierda de ellos − 12 y 1
2 respectivamente. Por tanto


1 X 1 π2
f (xkn + 0) = f (xkn ) − = f (xk
n ) −
2n2 (2i + 1)2 16n2
i=1


1 X 1 π2
f (xkn − 0) = f (xkn ) + = f (xk
n ) +
2n2 (2i + 1)2 16n2
i=1

Ası́, f es discontinua en el conjunto infinito denso {xkn }. Pero f es in-


tegrable, pues en cada intervalo finito hay un número finito de puntos xkn
π2
en los que el salto |f (xkn + 0) − f (xkn − 0)| = 8n2
sea mayor que un δ > 0
prefijado, y por tanto se cumple [R2].

La extensión de la integral de Riemann para funciones no acotadas, se


hace como en el caso de la integral de Cauchy.

Riemann aplicó su noción de integral al estudio de las series trigonométri-


cas, no necesariamente de Fourier (fue el primero en distinguirlas), obtenien-
do resultados de gran importancia, que marcaron la pauta en los trabajos
posteriores (véase, por ej., [6]). Sin embargo, su investigación dio origen a
más problemas de los que pudo resolver, y quizá fue ésta la razón por la que
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 10

mantuvo sin publicar su trabajo durante toda su vida, y no fue hasta que
Dedekind lo incluyó en 1867 en una colección de trabajos, cuando se dio a
conocer a la comunidad matemática.

La extensión de la noción de integral de Cauchy hecha por Riemann


parece obvia desde nuestra perspectiva, pero en su tiempo supuso un cam-
bio radical en la idea de función y una visión mucho más ((moderna)) de
la matemática. Las condiciones de integrabilidad de Riemann parecı́an las
más débiles y generales posibles bajo las que la definición tradicional de
Cauchy podı́a seguir teniendo sentido. Una generalización posterior parecı́a
impensable, siguiendo el mismo procedimiento de lı́mites de sumas. Duran-
te mucho tiempo, las funciones integrables Riemann constituyeron el grupo
((manejable)) más amplio concebible, dentro de la noción general de función
como correspondencia. Como veremos, en la búsqueda de una generalización
satisfactoria de esta noción de integral, se fueron gestando las nociones de
la teorı́a de la medida, que culminaron con la integral de Lebesgue.

4. Desarrollo de las ideas de Riemann

Fourier habı́a dado por supuesta la validez de la integración término a


término de una serie, y en general, la posibilidad de intercambio de la suma-
ción infinita con otros procesos de paso al lı́mite. Este hecho era generalmente
aceptado por los matemáticos de la época, como Cauchy y Gauss. El prime-
ro en cuestionar la validez del intercambio del lı́mite fue Abel (1802-1829)
en 1826 quien usó el ejemplo

X sen(nx)
(−1)n
n
n=1

para ilustrar que la suma de una serie convergente de funciones continuas


podı́a no ser continua. Weierstrass (1815-1897) fue el primero, en 1841, en
hacer la distinción entre convergencia uniforme y no uniforme. A partir de su
designación como profesor en Berlı́n (1856) puso gran énfasis en este concep-
to, probando entre otras cosas la validez de la integración término a término
de una serie uniformemente convergente de funciones integrables. Sin em-
bargo, fuera del cı́rculo de Weierstrass, la significación de la convergencia
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 11

uniforme para la integración término a término, no fue bien reconocida has-


ta la aparición de un artı́culo de Heine (1821-1881) en 1870 sobre la unicidad
de la representación de una función en serie trigonométrica. El problema en
cuestión era saber si, cuando se cumplı́a

1 X
a0 + [an cos(nx) + bn sen(nx)] = 0 (4.1)
2
n=1

salvo a lo más para los puntos pertenecientes a un conjunto finito P , se tenı́a


necesariamente an = bn = 0 para todo n. Usando técnicas desarrolladas por
Riemann, Heine respondió afirmativamente a esta cuestión cuando la con-
vergencia en (4.1) era ((uniforme en general)) con respecto al conjunto P , e.d.
cuando la convergencia fuera uniforme en cada intervalo que no contuviera
puntos de P .

En una serie de artı́culos entre 1870 y 1871, Cantor (1845-1918) con-


siguió eliminar la hipótesis de la convergencia uniforme, lo que le llevó a
considerar la misma cuestión cuando P era un conjunto infinito. Para ello,
comenzó a estudiar la estructura de los conjuntos infinitos, introduciendo los
conceptos de punto lı́mite y conjunto derivado, logrando dar una respues-
ta afirmativa a la pregunta de Heine cuando (4.1) se cumple excepto para
los puntos de un conjunto de primera especie, e.d., tal que P (n) = ∅ para
algún n (conjuntos reducibles de Dirichlet).

En cualquier caso, los trabajos de Heine y Cantor sirvieron para destacar


que la integración término a término de una serie es, en efecto, un problema
no trivial.

Los trabajos de Heine y Cantor probaron la unicidad de la representa-


ción en serie trigonométrica de una función, pero no aportaron nada sobre la
naturaleza de los coeficientes. Aunque Dini y Ascoli obtuvieron resultados
en este sentido, fue Du Bois-Reymond (1818-1896) quien, en 1875, logró de-
mostrar que si una función acotada integrable Riemann (la hipótesis más
débil concebible, según él) es expresable como una serie trigonométrica, ne-
cesariamente esta serie es la de Fourier, de acuerdo con lo afirmado por
Fourier. Este resultado, cuya demostración es larga y difı́cil, constituyó un
gran triunfo y contribuyó en gran medida a su difusión por la comunidad
matemática.
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 12

El principal responsable de difundir las ideas de Riemann en Francia


fue Gaston Darboux (1842-1917), quien estudió asiduamente los trabajos de
Riemann, publicó varios interesantes artı́culos, y finalmente, una Memoire
sur la théorie des fonctions discontinues (1875), escrita con un rigor y clari-
dad poco usual para la época. En esta obra se establecen las proposiciones
básicas de la Teorı́a de Funciones, ilustrando con gran cantidad de ejemplos
la necesidad de las hipótesis para la validez de los teoremas. Entre otras,
se prueba la validez de la integración término a término de series uniforme-
mente convergentes, y que en general este procedimiento no es correcto sin
hipótesis adicionales.

Puede decirse que, tanto Heine como Du Bois-Reymond y Darboux es-


taban tan impresionados por la noción de convergencia uniforme, que no
dedicaron su atención a otras posibilidades de obtener teoremas sobre la
validez de la integración término a término de series de funciones.

Como hemos dicho, en el criterio [R2] de Riemann estaba implı́cita la


noción de medibilidad y su importancia para la teorı́a de la integración,
aunque estas implicaciones no fueron desarrolladas en la década de 1870-
80. Sin embargo, un discı́pulo de Riemann, Hermann Hankel (1839-1873),
mostró claramente que la integrabilidad de una función depende de la natu-
raleza de ciertos conjuntos de puntos asociados a ella. Hankel hizo explı́cito
lo que estaba implı́cito en Riemann y Dirichlet: las funciones no poseen
propiedades especı́ficas generales, como continuidad, etc. El análisis de es-
ta noción general de función, le llevó a establecer una clasificación de las
funciones en las siguientes clases:

1a Funciones continuas.

2a Funciones con un número finito de discontinuidades en cada intervalo.

3a Funciones con infinitas discontinuidades en cada intervalo.

Basándose en la condición de integrabilidad de Riemann, Hankel intro-


duce un concepto análogo al de oscilación de una función en un punto: el de
((salto)). El salto de f en x es ≥ r > 0 si para cada ε > 0 existe un h tal que
|h| < ε y |f (x + h) − f (x)| ≥ r. A continuación, clasifica las funciones de la
clase 3a en dos tipos:
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 13

a) Funciones puntualmente discontinuas: aquellas para las que

Sr = {x : f tiene salto ≥ r en x}

es diseminado para todo r > 0.

b) Funciones totalmente discontinuas: aquellas para las que existe un


r > 0 de modo que Sr es denso en algún intervalo.

Hankel creyó haber demostrado que una función (acotada) discontinua


es integrable Riemann si y solo si es puntualmente discontinua, pues identi-
ficó los conjuntos diseminados (topológicamente ((pequeños)) o irrelevantes)
con los conjuntos que podı́an recubrirse por un número finito de interva-
los de longitud total arbitrariamente pequeña (conjuntos de contenido nulo,
en lenguaje actual). De nuevo aparece la confusión entre los tres tipos de
conjuntos ((pequeños)) conocidos por entonces: los diseminados, los de 1a es-
pecie y los de contenido nulo. Estos tres tipos son todos distintos, pero no
se reconocı́a ası́ en 1870. La importancia dada a las ideas topológicas, hizo
que se pensara que los conjuntos ((despreciables)) desde este punto de vista
debieran ser los importantes en todos los aspectos de la teorı́a de funciones.

En cualquier caso, el trabajo de Hankel centró la atención en la na-


turaleza de los conjuntos Sr , y relacionó la integrabilidad de una función
con el grado de discontinuidad de la misma, probando que los puntos de
continuidad de una función integrable forman un conjunto denso.

También Du Bois-Reymond, el más entusiasta defensor de la teorı́a de


integración de Riemann, cometió el error de identificar los conjuntos de 1a
especie como los únicos diseminados, lo que le llevó a afirmar que la condi-
ción de Dirichlet (e.d., las discontinuidades forman un conjunto diseminado)
era suficiente para la integrabilidad (aunque el ejemplo de la función de Rie-
mann, pág. 9, prueba que la condición no es necesaria). La razón es clara:
es fácil ver que los conjuntos de 1a especie son de contenido nulo. Por tan-
to, su identificación con los diseminados hace que la condición de Dirichlet
implique automáticamente el criterio de integrabilidad de Riemann.

Dini (1845-1918) fue el primero, en 1878, en demostrar explı́citamente


que los conjuntos de 1a especie tenı́an contenido 0 y en obtener muchos re-
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 14

sultados sobre el carácter irrelevante para la integración de estos conjuntos.


Aunque en sus hipótesis aparecen constantemente los conjuntos de 1a espe-
cie, en sus demostraciones sólo se usa la propiedad de que estos conjuntos
tienen contenido 0; pero desgraciadamente Dini no supo aislar esta propie-
dad, lo que hubiera dado origen a una teorı́a del contenido. En cualquier
caso, es dudoso que Dini confundiera los conjuntos de primera especie con
los diseminados, pues expresó varias veces sus dudas sobre la validez de la
proposición de Hankel.

Volvamos ahora a la situación en que habı́an quedado los teoremas fun-


damentales de Cauchy (pág. 4) en el marco de la nueva teorı́a. Como señaló
Hankel (1871), la función
Z ∞
xX
(nx)
F (x) = dx
0 n=1 n2

es continua, pero F 0 (x) no existe en el conjunto denso de discontinuidades


de la función subintegral. Esto echaba por tierra la validez de I) para la
integral de Riemann. A fin de abordar este problema, Dini introdujo las
4 derivadas de una función D+ f (x), D+ f (x), D− f (x) y D− f (x), probando
que todas tenı́an los mismos extremos sobre cada intervalo (lo que implica
en particular que si una de ellas es integrable, lo son las demás y tienen la
misma integral). Con estas nociones, Dini logro recobrar el teorema I) para
la integral de Riemann, en el siguiente sentido (1878):

Rx
I’) Si F (x) = a f , cada una de las 4 derivadas difiere de f en una
función de integral nula en cada intervalo.

(Notemos que si una función tienen integral nula en cada intervalo, es nula
Rx
en casi todo punto, luego el resultado de Dini es equivalente a que ( a f )0 =
f (x) en c.t.p., aunque desde luego estas consideraciones eran extrañas al
pensamiento de Dini.)

Después, Dini abordó también el teorema II), dando una elegante demos-
tración de que si F es continua y una de sus 4 derivadas, DF , es integrable,
Rb
entonces a DF = F (b)−F (a). Dini fue el primero en destacar que la hipóte-
sis de integrabilidad sobre la derivada (en algún sentido) no era superflua.
Supongamos, decı́a Dini, una función continua F , con F (a) 6= F (b) y con
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 15

la propiedad de que todo intervalo contenga un subintervalo en el que F


es constante. Entonces si las 4 derivadas de F fueran acotadas e integra-
bles, en cada partición {xn } de [a, b] habrı́a puntos ti ∈ [xi−1 , xi ] tales que
Rb
DF (ti ) = 0, luego a DF = 0 6= F (b) − F (a); ası́ pues, DF no puede ser
integrable en este caso. Dini no pudo construir una función con estas carac-
terı́sticas, pues su existencia está ligada a la de conjuntos diseminados con
contenido exterior positivo. En efecto, sea F tal función e (In ) los intervalos
S
(abiertos) en los que es constante. Sea G = [0, 1] − In . Por la propiedad
supuesta en los In , G es diseminado. Como D+ F es 0 en In , los puntos de
discontinuidad de D+ F están contenidos en G, y como D+ F no es integra-
ble, sus puntos de discontinuidad no pueden encerrarse en un número finito
de intervalos de longitud arbitrariamente pequeña. Dini confiaba en la exis-
tencia de tales funciones, e incluso conjeturó la existencia de funciones con
derivada ordinaria acotada y no integrable. Pronto se demostró la validez
de su conjetura, aunque Dini nunca consideró este hecho como un defecto
de la definición de Riemann, probablemente porque la posibilidad de una
definición alternativa jamás se le ocurrió.

Sin embargo, ya en 1875 el matemático inglés H. J. Smith (1826-1883)


publicó un artı́culo que, de haberse conocido en el continente, hubiera con-
tribuido en gran medida a clarificar este tipo de problemas. En este trabajo,
Smith descubrió dos métodos de construcción de conjuntos diseminados, y
los usó para construir un contraejemplo a la afirmación de Hankel sobre la
integrabilidad de funciones con un conjunto diseminado de discontinuidades.
El segundo método, que es el que nos interesa, era el siguiente: dado m ∈ N,
m > 2, se divide [0, 1] en m partes iguales y se quita el último segmento de
ésta y todas las divisiones posteriores. Se dividen los restantes m − 1 inter-
valos en otras m partes iguales, y se sigue ası́ ((ad infinitum)). El conjunto P
de puntos de subdivisión es claramente diseminado. Además, después de k
operaciones, la longitud total de los intervalos que quedan es
 k
1 k→∞
1− −→ 0
m

Una función con discontinuidades en P es, desde luego, integrable, pues


este conjunto tiene contenido 0. Sin embargo, modificando la construcción
de modo que la segunda división se haga en m2 partes iguales, dividiendo
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 16

después las (m − 1)(m2 − 1) restantes en m3 partes, etc., se obtiene un


conjunto de puntos Q tal que en el k-ésimo paso la longitud de los segmentos
que quedan es
     ∞  
1 1 1 k→∞
Y 1
1− 1 − 2 ... 1 − k −→ 1− k
m m m m
k=1

Ası́ pues, Q es un conjunto diseminado que tiene contenido (exterior) po-


sitivo, y por tanto la función caracterı́stica de Q no es integrable. En su
artı́culo también rechaza Smith la afirmación de Hankel de que un conjunto
diseminado tiene contenido 0.

En resumen, entre 1870 y 1880 la teorı́a de Riemann fue ampliamente


conocida y aceptada, obteniendo algunos éxitos espectaculares: Du Bois-
Reymond probó la afirmación de Fourier para funciones integrables expre-
sables como series trigonométricas (a pesar de no ser válido en general la
integración término a término); Dini restableció los teoremas fundamenta-
les de Cauchy en el nuevo contexto. Ası́ mismo, la definición de Riemann
contribuyó decisivamente a la generalización de la noción de función y a
clarificar muchos de los conceptos básicos de la teorı́a de funciones. Por otro
lado, es caracterı́stico de la época la confusión entre las distintas nociones de
((pequeñez)) de los conjuntos infinitos; pero las controversias y contraejem-
plos surgidos contribuyeron decisivamente a la creación de la teorı́a de la
medida.

5. La década 1880-1890

Durante esta década, las investigaciones en la teorı́a de la integración se


centraron en las propiedades de los conjuntos infinitos. El descubrimiento
de conjuntos diseminados con contenido exterior positivo (es decir, tal que
cualquier conjunto finito de intervalos que lo cubra tiene longitud total aco-
tada inferiormente por un número positivo) condujo rápidamente al inicio
de la teorı́a de la medida. Estas consideraciones jugaron también un papel
importante en los intentos de extender la integral de Riemann a funciones
no acotadas, que revelaron la importancia de la continuidad absoluta.

En un artı́culo elaborado en 1881, cuando aún era estudiante en Pisa,


La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 17

Vito Volterra (1860-1940) construyó, siguiendo más o menos el proceso de


Smith, un conjunto cerrado y diseminado en [0, 1] con contenido exterior
mayor que 2/3. Considerando la función caracterı́stica de este conjunto Q,
Volterra pudo exhibir una función ((puntualmente discontinua)) en el sentido
de Hankel, y no integrable Riemann. Este mismo conjunto le sirvió también
para probar otra conjetura de Dini: la existencia de una función continua
con derivada acotada y no integrable. La idea es la siguiente: para cada
intervalo (a, b) se construye una función fa,b diferenciable y tal que cerca de
a o b su derivada se comporte como
  0    
2 1 1 1
x sen = 2x sen − cos
x x x
0
cerca de 0. Por tanto, fa,b es acotada (por 2(b − a) + 1) y cerca de a o b
S
oscila indefinidamente entre −1 y +1. Si se pone [0, 1] − Q = (an , bn ) y se
define g(x) = fan ,bn (x) en cada (an , bn ) y 0 en el resto, g es diferenciable, con
derivada acotada por 3 y g 0 tiene oscilación = 2 en los puntos de Q, luego
no es integrable Riemann. Evidentemente, para esta función el teorema II)
no se cumple.

También Du Bois-Reymond se dio cuenta de su error y construyó otro


ejemplo de un conjunto diseminado con contenido exterior positivo. Dio
entonces el nombre de ((sistemas integrables de puntos)) a los conjuntos de
contenido cero, para distinguirlos de los diseminados.

Pero fue Harnack (1851-1888), en una serie de artı́culos, quien desa-


rrolló el concepto de conjunto de contenido cero (a los que llamó conjuntos
((discretos))), estudió sus propiedades y destacó su importancia para la teorı́a
de la integración. En particular, estableció la versión correcta del teorema
de Hankel:

f es integrable si y solo si para todo r > 0 el conjunto de puntos Sr en


los que oscilación de f es ≥ r, tiene contenido cero.

En un artı́culo posterior, Harnack introduce una noción que en la in-


tegración de Riemann juega el mismo papel que la ((igualdad en casi todo
punto)) en la integral de Lebesque: define que f y g son iguales ((en general))
si para todo r > 0, el conjunto {x : |f (x) − g(x)| ≥ r} es de contenido 0.
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 18

Prueba que dos funciones integrables tienen la misma integral si son igua-
les ((en general)) e incluso cree haber encontrado una extensión satisfactoria
del teorema III), afirmando que si f es continua y su derivada es cero ((en
general)) en [a, b], f es constante (un contraejemplo de Cantor, análogo a la
función descrita en la pág. 15, cuya existencia no pudo probar Dini, muestra
la falsedad de esta afirmación). Incluso creyó haber probado la convergencia
((en general)) de la serie de Fourier de una función acotada integrable, aunque
pronto reconoció su error.

La investigación sobre series trigonométricas exigı́a la integración de fun-


ciones no acotadas. La noción de conjunto de contenido 0 contribuyó a la
realización de sustanciales avances en este sentido. Además de la extensión
natural de la definición de Dirichlet (pág. 6) en el marco de la integración
Riemann, debida a Hölder (1859-1937), conviene destacar sobre todo la de-
finición propuesta por Harnack para la integración de funciones f que no
estén acotadas en el entorno de los puntos de un conjunto Uf de contenido 0:
si I1 , . . . , In es un número finito de intervalos cuya unión U contiene a Uf ,
entonces fU = FχU c es integrable Riemann. Se define entonces
Z b Z b
f= lı́m fU (m(U ) = longitud total de U ) (H)
a m(U )→0 a

si el lı́mite existe. Aunque Harnack no fue muy explı́cito al respecto, es im-


portante considerar recubrimientos U en los que cada Ik contenga al menos
un punto de Uf , según hizo notar el matemático americano Moore, pues si
no es ası́, las funciones H-integrables lo son absolutamente, lo que no suce-
de con las integrales impropias de Riemann. La integral de Harnack tiene
algunas propiedades comunes con la de Riemann, como por ejemplo que la
integral indefinida es continua. Pero, sin embargo, la suma de dos funciones
H-integrables puede no serlo (véase [6], págs. 23 y sigs.). También el teore-
ma fundamental II) falla en este caso, pues existen funciones F tales que
D + F = 0 fuera de un conjunto de contenido 0 (y por tanto D + F es H-
Rx
integrable), no constantes, luego a D + F = 0 6= F (x) − F (a). Ası́, aunque
la teorı́a de conjuntos sugerı́a maneras de extender la integral de Riemann a
funciones no acotadas, estas extensiones revelaban la existencia de funciones
con sorprendentes propiedades. De este modo, las dificultades encontradas
por Dini y Volterra para restablecer la validez del teorema II) en el marco
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 19

de la integración Riemann, se acrecentaban, pues incluso la integrabilidad


de la derivada era insuficiente para asegurar la validez de este teorema. In-
tentando resolver este problema, Harnack llamó la atención por primera vez
sobre lo que hoy se conoce como ((continuidad absoluta)) de la integral de
Riemann: solo para las funciones H-integrables absolutamente continuas pu-
do demostrar Harnack la versión de Dini del teorema fundamental II). Este
resultado, precursor del teorema de Lebesgue de diferenciación, revaloriza el
trabajo de Harnack.

6. El concepto de contenido

Como extensión natural de la noción de conjunto de contenido 0, aparece


el concepto de contenido (exterior) de un conjunto. La idea es sencilla: se tra-
ta de cubrir un conjunto por regiones elementales cuya ((medida)) (longitud,
área, volumen) se conoce, y pasar al lı́mite. La primera definición se debe a
Otto Stolz (1842-1905) en 1884, para subconjuntos de R, y es la siguiente: si
(Pn ) es una sucesión monótona de particiones de [a, b] con kPn k tendiendo
a 0, y para cada subconjunto arbitrario E de [a, b] se designa por L(Pn ) la
suma de las longitudes de los intervalos que contienen puntos de E, Stolz
probó que existı́a el lı́mite lı́mn→∞ L(Pn ), y que no dependı́a de la sucesión
(Pn ) elegida. A este lı́mite le llamó ((medida)) de E, L(E), probando incluso
que se trataba de un lı́mite generalizado (en lenguaje actual), según el filtro
de todas las particiones de [a, b]. En particular, E es de contenido 0 si y solo
si L(E) = 0. Stolz extendió también su definición a conjuntos acotados del
plano.

Poco más tarde, e independientemente de Stolz, Cantor publicó una de-


finición equivalente de contenido de subconjuntos acotados de Rn : si E es
uno de estos conjuntos y B(p, r) denota la bola de centro p y radio r, sea
Y [
(r) = B(p, r)
p∈E

Y aquı́ Cantor hacı́a dos suposiciones poco justificadas. En primer lugar,


Q
asumı́a que (r) consistı́a en un número finito de regiones (((Stücken))) sim-
ples (lo que puede justificarse a posteriori por la compacidad de E), P ,
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 20

R
para las cuales la integral múltiple P dx1 . . . dxn tenı́a sentido y por tanto
también estaba definida la integral
Z
Q(r) dx1 . . . dxn
(hasta los trabajos de Jordan en 1892, la teorı́a de integrales múltiples no
se desarrolló con la generalidad y precisión que requerı́a el tratamiento de
Cantor). Supuesto esto, la función
Z
F (r) = Q(r) dx1 . . . dxn
decrece con r. Cantor define entonces el contenido (((Inhalt))) de E como
J(E) = lı́mr→0 F (r). Probó entonces que J(E) = J(E (α) ) para cualquier α;
en particular, J(E) = J(E), relación que influyó poderosamente en la re-
nuncia a aceptar las ideas de Borel sobre distintas nociones de medida,
que podı́an asignar medida 0 a conjuntos densos. También Cantor se preo-
cupó sobre las propiedades de aditividad del contenido, probando que la
relación J(E ∪ D) = J(E) + J(D) podı́a no ser cierta si E ∩ D 6= ∅. Las
motivaciones de Cantor, al menos en parte, hay que buscarlas en sus traba-
jos sobre el continuo y la teorı́a de la dimensión, aunque no desarrolló sus
ideas, probablemente por su dedicación absoluta a su teorı́a de números
transfinitos.

Sin el teorema de compacidad de los cerrados y acotados, la definición


de Cantor no parece coincidir con la de conjunto nulo cuando J(E) = 0, ya
que se admiten recubrimientos por infinitos conjuntos. Esta dificultad fue
observada por Harnack, quien dió una definición de contenido para subcon-
juntos de la recta, admitiendo solo recubrimientos por un número finito de
intervalos, y demostrando los resultados de Cantor en este caso (no parece
que Harnack conociera la definición de Stolz, equivalente a la suya). Los tra-
bajos de Cantor despertaron el interés de Harnack sobre lo que sucede si se
admiten recubrimientos infinitos de intervalos en la definición de contenido.
Descubrió que los conjuntos numerables podı́an encerrarse en una cantidad
infinita de intervalos de longitud total arbitrariamente pequeña. La existen-
cia de conjuntos numerables densos, y por tanto de contenido no nulo, hacı́a
parecer excesivamente paradójica la posibilidad de asignarles medida 0, por
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 21

lo que Harnack pensó que la restricción a cubrimientos finitos de intervalos


era esencial (véase también [3], págs. 65-66).

El contenido ası́ definido puede extenderse sin dificultad a conjuntos


acotados del plano. En particular, si f es acotada en [a, b] y Ef denota
los puntos del plano acotados por la gráfica de f y las rectas x = a y
x = b, tanto Ef como sus subconjuntos Ef+ y Ef− (los puntos de Ef por
encima y por debajo del eje x, respectivamente), tienen contenido (exterior)
independientemente de la integrabilidad de f . Por tanto, la acostumbrada
relación
Z b Z b
f= área(Ef+ ) − área(Ef− ), |f | = área(Ef )
a a

ya no es cierta si ((área)) se identifica con ((contenido)). En sus conclusiones


finales, Harnack reconoció este hecho, observando que el contenido de Ef no
podı́a expresarse por una integral, salvo si la ((frontera)) de E (que no definió)
tiene contenido nulo (en otras palabras, si E es medible Jordan). Pero nunca
se le ocurrió restringir la noción de contenido a este tipo de conjuntos (del
mismo modo que la integración se restringe a las funciones integrables). Solo
a través del estudio de las integrales múltiples y el trabajo de C. Jordan,
fue reconocida la importancia de la noción de medibilidad, lo que significó el
paso crucial para la reformulación de la integrabilidad Riemann en el marco
de la teorı́a de la medida, señalando ası́ el camino para el descubrimiento
innovador de Lebesgue y su nueva definición de integral.

7. La introducción del concepto de medibilidad

Entre 1880 y 1890 el concepto de medida adoptado por Stolz, Cantor


y Harnack estaba disociado del concepto de integral definida para la ma-
yorı́a de los matemáticos de la época: el recinto de ordenadas Ef de una
función acotada siempre tenı́a un ((área)), independientemente de si f era
o no integrable. El matemático italiano G. Peano (1858-1932) asumió una
actitud diferente, criticando los tratamientos de la integral basados en la
noción de área, por falta de una noción precisa y rigurosa de este concepto.
En el capı́tulo sobre ((Magnitudes geométricas)) de su Applicazioni geome-
triche del calcolo infinitesimale (1887) aborda el problema de la definición
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 22

de área, desarrollando con detalle algunas ideas que aparecieron en un tra-


bajo suyo de 1883. Después de definir rigurosamente las nociones de puntos
interior, exterior y frontera de un conjunto A ⊂ Rn , considera el problema
de definir el área de A, tratando por separado los casos n = 1, 2 y 3. Para
el caso n = 2, por ejemplo, Peano define el ((área interior)) ci (A) como el su-
premo de las áreas de todas las regiones poligonales contenidas enteramente
en A, y el ((área exterior)) ce (A) como el ı́nfimo de las áreas de todas las
regiones poligonales que contienen a A. Si ce (A) = ci (A), este valor común
es el ((área)) de A, c(A). En caso contrario —dice Peano— A no tiene un
área comparable con la de un polı́gono. Peano reconoció el hecho de que
ce (A) = ci (A) + ce (∂A) (∂A = frontera de A), y por tanto que A tiene área
si y solo si ce (∂A) = 0. Peano señaló también que c(A) es un ejemplo de
lo que llamó ((función distributiva)) (e.d. función finitamente aditiva de con-
junto), que estudió amplia y elegantemente. Usando las nociones de integral
superior e inferior, descubrió que si f es no negativa en [a, b] y Ef es el
recinto de ordenadas,
Z b Z b
f = ci (Ef ) y f = ce (Ef )
a a

luego f es integrable si y sólo si Ef tiene ((área)).

La noción de medibilidad está claramente subyacente en la obra de


Peano, pero es C. Jordan (1838-1922) quien cinco años más tarde la intro-
duce explı́citamente y establece su importancia. La motivación de Jordan
proviene del estudio de las integrales múltiples. El tratamiento habitual has-
ta entonces para definir E f (x, y) dxdy con E ⊂ R2 acotado, consistı́a en
R

dividir el plano en rectángulos Rij , de lados ∆xi , ∆yj , por lı́neas paralelas a
los ejes, lo que inducı́a una partición de E en conjuntos Eij (algunos iguales
a los Rij , otros, los que contienen partes de la frontera de E, irregulares).
R
Se definı́a entonces E f por analogı́a al caso de dimension 1, como el lı́mite
de las sumas
X
f (xi , yj )a(Eij ) ((xi , yj ) ∈ Eij , a(Eij ) = ((área)) de Eij )

cuando las dimensiones de Rij tendı́an a 0. El significado de a(Eij ) solı́a que-


dar sin definir, aunque en tratamientos más rigurosos se tomaba el lı́mite
P
f (xi , yj )a(Rij ), con la sumación extendida a los Rij que cortaban a E. Sin
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 23

embargo, para que esta última definición tuviera sentido, incluso para fun-
ciones muy regulares, habı́a que suponer que las áreas de los rectángulos Rij
que cortaban a la frontera de E tendı́an a 0 al refinar las particiones (e.d.,
que E es medible). Para algunos autores ésta era una propiedad evidente
de E (debido a los ejemplos habituales, que solı́an ser recintos acotados por
curvas regulares), o bien imponı́an condiciones sobre E para que esta con-
dición implı́cita de medibilidad se verificara automáticamente (por ejemplo,
Arzela impone que E esté acotado por curvas cerradas simples, continuas
y rectificables; Picard supone que las rectas paralelas a los ejes cortan a
la frontera de E en a lo más N puntos, con N fijo, etc.). El problema se
agudizaba al estudiar la reducción de una integral doble a integrales reite-
radas; pues las funciones parciales x → f (x, y) e y → f (x, y) podı́an no ser
integrables aunque lo fuera f (x, y). Ası́ por ejemplo, Du Bois-Reymond en
1883 pone el ejemplo de la función
 
1 2n + 1 2m + 1
f (x, y) = p si (x, y) = , , y 0 en otro caso
2 2p 2q

f es integrable en [0, 1]×[0, 1], aunque y → f (x, y) es totalmente discontinua


R1
cuando x = 2n+1 2p y por tanto la integral 0 f (x, y) dy no existe para un
conjunto denso, de contenido exterior = 1, de valores de x. Sin embargo, el
mismo Du Bois-Reymond pudo establecer la siguiente versión del teorema
de Fubini: si f es integrable en R = [0, 1] × [0, 1], entonces las funciones
Z 1 Z 1
y→ f (x, y) dx x→ f (x, y) dy
0 0

son integrables en [0, 1] y

1 1
"Z # "Z #
Z Z 1 Z 1
f (x, y) dxdy = dy f (x, y) dx = dx f (x, y) dy
R 0 0 0 0

Pero fue incapaz de obtener teoremas análogos para la integración sobre


un conjunto arbitrario E (la traza de y = a con E puede ser un conjun-
to extremadamente complicado). Ası́ pues, como el mismo Jordan observó,
aunque se habı́a clarificado enormemente el papel que desempeñaba la fun-
ción en la integral, la influencia de la naturaleza del dominio de integración
no se habı́a estudiado con el mismo cuidado. Todas las demostraciones se
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 24

basaban en una doble asunción: todos los dominios E tienen una determi-
nada ((área)), y este área es, en nuestras palabras, finitamente aditiva. Pero
estos supuestos no son en absoluto evidentes cuando se admiten dominios
arbitrarios (Remarques sur les intégrales définies, 1892).

Jordan, como Peano, comienza definiendo las nociones de punto interior,


exterior y frontera de un conjunto. Después define el contenido exterior e
interior de un conjunto acotado E ⊂ Rn de modo similar a Peano, y llama
a E medible si ci (E) = ce (E). Prueba después que si E es unión disjunta de
subconjuntos E1 , . . . , En , entonces
P P
ci (Ej ) ≤ ci (E) ≤ ce (E) ≤ ce (Ej )
P
luego si los Ej , son medibles, E también lo es y c(E) = c(Ej ). Para una
función acotada f definida sobre un conjunto medible E, define las sumas
S
superior e inferior relativas a una partición E = Ei en conjuntos medibles
como
P P
U= Mj c(Ej ); L= mj c(Ej ) (Mj = supEj f ; mj = ı́nf Ej f )

y prueba que los lı́mites de U y L existen cuando las dimensiones de los Ej


tienden a 0. A estos lı́mites los llama ((integral por exceso)) e ((integral por
defecto)) de f sobre E y define que f es integrable sobre E si coinciden.

Es de destacar que la definición de Jordan para n = 1 conduce a una


noción de integral de Riemann que emplea particiones del intervalo [a, b] en
conjuntos medibles arbitrarios y no sólo intervalos, lo que proporciona el
primer indicio de la conexión entre la extensión de la integral de Riemann
y la extensión de la clase de conjuntos medibles. Jordan define también la
R
integral E f cuando E no es medible: si (En ) es una sucesión creciente de
R
conjuntos medibles tal que ci (E) = lı́m c(En ), entonces la sucesión ( En f )
tiene lı́mite, que por definición será la integral de f sobre E. Con estas
definiciones, Jordan pudo establecer el teorema de Fubini en los siguientes
términos: sea f acotada e integrable sobre un conjunto medible E del plano,
F = {y : (x, y) ∈ E para algún x} y Gy = {x : (x, y) ∈ E}. Entonces
Z Z Z  Z Z 
f= dy f (x, y) dx = dy f (x, y) dx
E F Gy F Gy
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 25

(Los Gy pueden no ser medibles, pero las integrales entre corchetes están de-
finidas.) Como señaló Jordan, la hipótesis esencial sobre E es la medibilidad.
Esta versión del teorema de Fubini, incorporada a la 2a edición de su Cour-
se d’analyse, fue ampliamente difundida, y las ideas de Jordan influyeron
decisivamente en Borel y Lebesgue.

8. La teorı́a de la medida de Borel

El artı́culo de Jordan situó definitivamente la teorı́a de la integración en


el contexto de la teorı́a de la medida. Sin embargo, la moderna concepción
de la noción de medida (distinta de la de Jordan) tuvo su origen en una
teorı́a absolutamente distinta: las investigaciones de E. Borel (1871-1956)
en la teorı́a de funciones de variable compleja.

Siguiendo algunos trabajos previos de Weierstrass, Appell y Hermite,


Poincaré habı́a dado en 1883 un procedimiento general para construir fun-
ciones analı́ticas en una región que no pueden continuarse analı́ticamente a
través de su frontera: sea C un contorno convexo en el plano, con tangente y
radio de curvatura en cada punto. Ası́ pues, si S y T son las regiones acotada
y no acotada determinadas por C, para cada z de T existe un cı́rculo conte-
nido enteramente en T con centro en z y tangente a C. Poincaré definió una
función f en T por la fórmula

X An
f (z) =
z − bn
n=0
P∞
con n=0 |An | < ∞ y (bn ) ⊂ C ∪ S formando un conjunto denso en C.
Entonces f es analı́tica en T y para todo z de T su desarrollo en serie tiene
como cı́rculo de convergencia el cı́rculo de centro z tangente a C, luego no
puede continuarse analı́ticamente a través de C. En su Tesis (1894), Borel
se propuso probar que para estas series es posible en ciertos casos dar una
definición de continuación analı́tica a través de un contorno singular como
el C. Consideró funciones

X An
f (z) =
(z − an )mn
n=0
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 26

P
con mn ≤ N (fijo), |An | < ∞ y (an ) denso en C. Borel probó que f
(definida en S ∪ T ) verifica muchas de las propiedades de las funciones
analı́ticas, como por ejemplo el teorema de identidad. Más aún, si se toma
|An |1/2 < ∞, todo punto de T puede unirse con cualquier punto de S por
P

un arco circular en el que la serie anterior, con mn = 1, converge absoluta y


uniformemente; luego, en cierto sentido, f puede prolongarse analı́ticamente
a través de C a S. La demostración es como sigue: sean P ∈ T y Q ∈ S y
AB un segmento en la mediatriz de P Q. Cada punto O ∈ AB determina
entonces un arco que une P con Q, que puede o no pasar por un an . Supon-
gamos el caso peor: para cada n, los puntos P , Q y an determinan un cı́rculo
P
con centro On en AB. Sea L la longitud de AB, un una serie convergente
|An |/un < ∞ (p. ej. un = |An |1/2 ) y N tal
P
de términos positivos tal que
P
que n>N un < L/2. Para n > N construyamos el intervalo In en AB, de
centro On y longitud ≤ 2un . La suma de las longitudes de estos segmentos
P
es, pues, ≤ 2 n>N un < L. De este hecho, utilizando por primera vez el
llamado teorema de Heine-Borel, dedujo Borel en primer lugar que existe al
S
menos un punto O en AB que no pertenece a n>N In . De aquı́ concluye
fácilmente que hay realmente una cantidad no numerable de puntos en AB
S
que no pertenecen a n>N In , pues si hubiera sólo una cantidad numerable,
utilizando los argumentos de Harnack, se podrı́an encerrar estos puntos en
una sucesión de intervalor (Jn ) de longitud total lo suficientemente pequeña
para que la suma de las longitudes de los (In ) y la de los (Jn ) sea todavı́a me-
nor que la longitud total de AB, y por tanto no podrı́an cubrir AB. Ası́ pues,
existe un punto O ∈ AB (¡de hecho, una cantidad no numerable de puntos!)
S
que no pertenece a n>N In y es distinto de On , para n = 1, 2, . . . N . El
cı́rculo de centro O que pasa por P y Q no contiene ningún an . Además,
utilizando la forma de elegir O, Borel puede probar que en todo este cı́rculo,
P
la serie An /(z − an ) converge absoluta y uniformemente.

Cuatro años más tarde, en su monografı́a Leçons sur la theorie de fun-


ctions, Borel refinó sus argumentos, probando que la serie en cuestión con-
verge uniformemente en subconjuntos de C cuyo complementario (en C) se
pueda encerrar en una cantidad numerable de arcos de longitud total arbi-
trariamente pequeña. Estos resultados, le convencieron de la necesidad de
un desarrollo más amplio de sus ideas sobre la teorı́a de la medida, lo que
llevó a cabo en la primera parte de esta monografı́a.
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 27

Es de destacar que aquı́ aparece la primera exposisión axiomática de la


teorı́a de la medida. Este tratamiento se debe probablemente a la influencia
de las ideas de un amigo y compañero de Borel en la Ecole Normale Supe-
rieur, Jules Drach. En 1895 ambos habı́an publicado un libro sobre álgebra
y teorı́a de números, en el que postulaban un tratamiento abstracto de es-
ta teorı́a, ((considerando los números enteros y racionales como sı́mbolos
o signos enteramente definidos por unas pocas propiedades dadas a prio-
ri, y operando solo con estas propiedades)) (prólogo de J. Tannery). Drach
utilizó también este método en su tesis sobre ecuaciones diferenciales, ca-
racterizando y clasificando las soluciones por ciertas propiedades esenciales
que debı́an poseer a priori. Esta aproximación axiomática a una teorı́a es
particularmente evidente en el concepto de Borel de medibilidad: si por sim-
plicidad se supone que todos los subconjuntos están en [0, 1], Borel formula
los postulados que debe cumplir la medida (a la manera de Drach, según el
mismo advierte) de la siguiente forma:

1. La medida es siempre no negativa.

2. Si E es la unión de una cantidad numerable de intervalos no rampan-


tes, de longitud total s, entonces la medida de E es s.

3. Si los (En ) son disjuntos, cada uno con medida sn , entonces su unión
P
tiene medida, igual a sn .

4. Si E tiene medida s, y E 0 es un subconjunto de E con medida, s0 ,


entonces E − E 0 tiene medida, igual a s − s0 .

Los conjuntos para los que se puede definir una medida que verifique las
propiedades anteriores, se llaman medibles.

Borel no presentó una descripción rigurosa de la clase de los conjuntos


medibles, ni probó la consistencia de sus postulados. En cualquier caso, de
acuerdo con 2), la clase de los conjuntos medibles debe contener a los abier-
tos, y por 4) a los cerrados. Las propiedades 3) y 4) prueban entonces que
esta clase es, en términos actuales, una σ-álgebra (posteriormente Lebes-
gue propuso el nombre de conjuntos de Borel a los que son medibles según
la definición de Borel). La existencia de conjuntos muy complicados, que
aparecı́an por ejemplo al estudiar los conjuntos de convergencia de series,
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 28

llevó a Borel a proponer que si E contiene un conjunto medible de medida r,


deberı́a asignarse a E una ((medida)) ≥ r, sea o no E medible, reemplazan-
do ası́ un cálculo de igualdades por otro de desigualdades (en el fondo, se
estaba planteando implı́citamente la noción de medibilidad de Lebesgue: si
E1 ⊂ E ⊂ E2 con E1 y E2 medibles Borel y ambos con medida r, la con-
vención de Borel obliga a asignar a E la medida r, sea o no medible Borel.
La clase de estos conjuntos coincide precisamente con los medibles según
Lebesgue). En ningún momento relaciona Borel su teorı́a de la medida con
la integración. Según sus propias palabras, ((serı́a interesante comparar las
definiciones dadas con las más generales de M. Jordan. El problema que
nosotros investigamos, sin embargo, es totalmente diferente del resuelto por
M. Jordan...)) (1898: Leçons sur la théorie des fonctions). Ası́ pues, Borel
consideraba la definición de Jordan más general que la suya, lo que es cierto
en el sentido que hay ((más)) conjuntos medibles Jordan que medibles Borel
(estos últimos tienen cardinalidad c, mientras que los medibles Jordan tie-
nen cardinal 2c : si E es un conjunto perfecto diseminado, de contenido 0,
todo subconjunto suyo es medible Jordan, de contenido 0).

9. El informe Schoenflies. Final de siglo

Hacia finales del siglo xix, la Deutsche Mathematiker-Vereinigung en-


cargó al matemático Artur Schoenflies (1853-1928) la preparación de un in-
forme sobre curvas y conjuntos de puntos. El informe preliminar, presentado
en septiembre de 1898, dio origen a dos volúmenes, el primero de los cuales
representa el primer tratado sobre teorı́a de conjuntos. Más de la mitad de la
obra está dedicada a las aplicaciones a la teorı́a de funciones de variable real,
incluyendo la teorı́a de integración. Cuando Schoenflies abordó el tema de
la medida de conjuntos, tuvo que encararse con la existencia de tres teorı́as
al respecto: el contenido exterior de Stolz, Cantor y Harnack; la teorı́a del
contenido de Peano y Jordan; y la teorı́a de la medida de Borel. Después
de destacar que una definición de medida, como cualquier otra definición
matemática, debe juzgarse por su utilidad y adecuación a la resolución de
los problemas que motivaron su introducción, Schoenflies cuestiona la defi-
nición de Borel, por considerarla inútil para la mayorı́a de las aplicaciones
contemporáneas de la teorı́a del contenido, y ni siquiera necesaria para la
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 29

obtención de los propios resultados de Borel sobre la convergencia de las


P An
series |x−an | . Otra objeción de Schoenflies a la teorı́a de Borel es que,
mientras en la teorı́a del contenido exterior, éste es el mismo para un con-
junto y para su adherencia (lo que también es cierto en las teorı́as de Peano
y Jordan), esto deja de ser cierto en la teorı́a de Borel, que permite asig-
nar medida 0 a conjuntos densos. Esta separación radical con la teorı́a del
contenido no le parecı́a satisfactoria a Schoenflies, quien además objetaba
la forma axiomática en que Borel presentaba su definición. Evidentemente,
estas objeciones cayeron por tierra cuando la imaginación creativa de Le-
besque utilizó las ideas de Borel para la construcción de una útil y potente
generalización de la integral de Riemann.

Como veremos, una de las ventajas de la integral de Lebesgue reside en


la posibilidad de integración término a término de series no necesariamente
uniformemente convergentes. Como antecedentes directos de este aspecto de
la teorı́a de Lebesgue, conviene señalar las investigaciones de W. F. Osgood
(1864-1943) (profesor en la Universidad de Harvard) y C. Arzela (1847-
1912) quienes, con demostraciones extremadamente largas y complicadas,
lograron probar la validez de la integración término a término para series
uniformemente acotadas, siempre que se impusieran condiciones adicionales
(continuidad o integrabilidad) a la función lı́mite.

En cualquier caso, hacia finales del siglo xix nadie ponı́a en duda la uti-
lidad de la integral de Riemann ni concebı́a la posibilidad de una definición
alternativa. Las excepciones y contraejemplos que habı́an ido surgiendo se
aceptaban y eran más o menos esperados, al igual que habı́a pasado con la
teorı́a de las funciones de variable real. La idea general era descubrir tantos
fenómenos excepcionales como fuera posible, para determinar las leyes que
permitieran su clasificación.

10. Lebesgue

Henri Lebesgue (1875-1941) asistió a la Ecole Normale Superieur y com-


pletó allı́ sus estudios en 1897. Además de varios artı́culos (sobre los trabajos
de Baire en varias variables, etc.) entre 1897 y 1899, la Academia de Ciencias
publicó en sus Comptes Rendus, entre junio de 1899 y abril de 1901, cinco
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 30

notas de Lebesgue que formaron posteriormente el grueso de su Tesis en la


Sorbona. La Tesis, con el tı́tulo Integrale, Longueur, Aire, fue publicada en
la revista italiana ((Annali di Matematica)) en 1902. El primer capı́tulo trata
sobre la medida de conjuntos. Influenciado por las ideas de Borel y Drach,
hace una presentación axiomática de la teorı́a, planteando el problema de
definir para cada conjunto acotado E de R una medida no negativa m(E)
tal que

1) m(E) 6= 0 para algún E.

2) m(E + a) = m(E) para cada número real a.

3) Si los (En ) son disjuntos, m( ∞


S P∞
n=1 En ) = n=1 m(En ).

Estas propiedades implican que m([0, 1]) 6= 0; si por convención se


toma m([0, 1]) = 1, para cada intervalo I ⊂ [0, 1] resulta entonces que
m(I) = L(I) = longitud de I. Como m es monótona, según se deduce de 3)
y de la positividad, si E está contenido en una unión numerable ∞
S
n=1 In de
intervalos, m(E), caso de poder definirse, debe ser menor o igual que

X
L(In ) (10.1)
n=1

El ı́nfimo de los números (10.1) (cuando se toman todas las sucesiones de


intervalos cuya unión recubra E) es, por definición, la medida exterior me (E)
de E. Esta definición es una extensión natural de la noción de contenido
exterior, a la luz de las ideas de Borel. Pero las nociones de medida interior
y de medibilidad son mucho más sutiles. En efecto, la generalización análoga
del contenido interior de Jordan (usando sucesiones en lugar de familias
finitas de intervalos), no conduce a ningún concepto nuevo. Sin embargo,
guiado probablemente por el hecho de que para conjuntos medibles Jordan
en I = [a, b] se tiene ce (E) + ce (I − E) = b − a, Lebesgue consideró la clase
de los conjuntos E tales que si E ⊂ [a, b], entonces

me (E) + me (I − E) = b − a (10.2)
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 31

Si se define la medida interior de E ⊂ [a, b] por mi (E) = b−a−me (I −E),


entonces se verifica (10.2) si y sólo si me (E) = mi (E). A los conjuntos que
cumplen esta condición, los llamó medibles. Lebesgue notó que si m(E) puede
definirse, cumpliendo las condiciones 1), 2) y 3), entonces, como hemos visto,
ha de ser me (E) ≥ m(E) (supuesto normalizada, con m([0, 1]) = 1), y, por
tanto

mi (E) = b − a − me (I − E) ≤ b − a − m(I − E) = m(E) ≤ me (E)

Por tanto, para los conjuntos medibles al menos, existe una y solo una
solución al problema de la medida, que es m(E) = me (E) = mi (E). (Lebes-
gue probó que la unión contable de conjuntos medibles, es medible y que se
cumple 3)). De la desigualdad evidente

ci (E) ≤ mi (E) ≤ me (E) ≤ ce (E) (10.3)

Lebesgue deduce que todos los conjuntos medibles Jordan, son medibles y
tienen la misma medida. Después establece muy fácilmente que E es me-
dible si y solo si existen dos conjuntos de Borel A1 ⊂ E ⊂ A2 tales que
m(A1 ) = m(E) = m(A2 ), con lo que los conjuntos medibles resultan ser los
que poseen una medida definida en el ((cálculo de desigualdades)) de Borel.

La teorı́a de la medida de Lebesgue, aunque desarrollada con más clari-


dad y generalidad, no deja de ser una extensión natural de las ideas de Borel.
Sin embargo, su aplicación posterior para desarrollar una nueva teorı́a de la
integración, se debe exclusivamente al genio de Lebesgue. En efecto, el se-
gundo capı́tulo de su Tesis comienza con una discusión de la relación entre
la integral (Riemann) de una función y el contenido de su recinto de or-
denadas E f = Ef+ − Ef− análoga a la esbozada en la página 21 (se usan
R

las notaciones de dicha pagina). Esto le sugiere la siguiente generalización


geométrica de la noción de integral: si f es acotada en [a, b] y el recinto Ef ,
limitado por la gráfica de f , es medible (y por tanto también Ef+ y Ef− ),
puede definirse la integral de f por
Z b
f = m(Ef+ ) − m(Ef− )
a
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 32

De manera análoga pueden definirse la integral superior y la inferior. Las


desigualdades (10.3) prueban entonces que la definición de Lebesgue incluye
la de Riemann como caso especial. Pero esta casi obvia generalización es solo
el comienzo, ya que en su Tesis y trabajos posteriores, Lebesgue se dedicó a
probar brillantemente la superioridad de su definición sobre las anteriores.

Para ello, comienza dando una definición más manejable: en lugar de


dividir el intervalo donde está definida f , como en la integral de Riemann,
Lebesgue divide la imagen de f en particiones cada vez más finas. Si m ≤
f ≤ M y (an ) es una partición de [m, M ], sea Ei = {x : ai ≤ f (x) ≤ ai+1 }.
El conjunto Ef está comprendido entre los rectángulos generalizados de
P
bases Ei y alturas ai y ai+1 , es decir, su medida está entre ai m(Ei ) y
P
ai+1 m(Ei ). La diferencia es ≤ kP k(b − a), siendo kP k la norma de la
partición de [m, M ], luego

Z b n−1
X n−1
X
f = lı́m ai m(Ei ) = lı́m ai+1 m(E) (10.4)
a kP k→0 kP k→0
i=0 i=0

Para que este razonamiento tenga sentido, los conjuntos Ei deben ser
medibles. En efecto, Lebesgue prueba que si f es integrable en su sentido,
para cada r ∈ R el conjunto {x : f (x) > r} es medible, y de ahı́ deduce
fácilmente la medibilidad de los Ei . A las funciones que cumplen esta con-
dición las llama ((sumables)), aunque posteriormente pasó a denominarlas
((funciones medibles)), que es la nomenclatura que emplearemos nosotros.
Ası́ pues, Lebesgue probó que si f es medible y acotada en [a, b], entonces
es integrable, y su integral viene dada por (10.4).

La generalización de Lebesgue es, pues, análoga a la reformulación de


Jordan de las funciones integrables Riemann utilizando particiones arbitra-
rias de [a, b] por conjuntos medibles, en lugar de intervalos (pág. 24). Como
veremos, la extensión ((natural)) de la definición de la integral de Riemann
siguiendo el camino de Jordan (usando particiones medibles Lebesgue, en
lugar de medibles Jordan) fue hecha por W. H. Young, quien sin embargo,
no descubrió los profundos resultados y las aplicaciones realizadas por Le-
besgue. Parece, pues, ası́ extremadamente afortunada la idea de Lebesgue
de dividir la imagen de f en lugar del dominio de definición, pues esta idea
le condujo a la noción de función medible, cuyas propiedades permitieron
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 33

obtener a Lebesgue sus resultados más profundos.

Por medio de esta definición analı́tica, Lebesgue prueba las propiedades


usuales de la integral, pero pronto empiezan a descubrirse diferencias con
las propiedades de las definiciones anteriores. Ası́, Lebesgue demuestra muy
fácilmente que las funciones medibles son estables por el paso al lı́mite de
sucesiones, y comprueba que todas las funciones que puede considerar son
medibles (en particular, la intratable función de Dirichlet es integrable en
la nueva teorı́a, y tiene integral 0). De hecho, Lebesgue no puede construir
una función no medible.

También descubre Lebesgue que una función acotada es integrable Rie-


mann si y solo si sus puntos de discontinuidad forman un conjunto de medi-
da 0, lo que le proporciona un método para construir funciones integrables
en su sentido, que no son integrables Riemann.

La definición analı́tica permite definir de manera obvia la integral de f


sobre un conjunto medible E arbitrario, y obtener las propiedades elementa-
les de la integral indefinida, como función de conjunto. Después, de manera
elegante y simple, Lebesgue prueba, entre otros, los siguientes resultados:

A) Si (fn ) es una sucesión de funciones medibles, uniformemente acotadas


sobre un conjunto medible E, que converge puntualmente sobre E a
R R
una función f , entonces E f = lı́mn→∞ E fn .

(Resultado que extiende los resultados de Osgood y Arzela sobre integra-


ción término a término de series uniformemente acotadas de funciones.) Este
resultado le permite recuperar en parte el teorema fundamental II) dentro
de la nueva teorı́a. Concretamente:

Rb
B) Si f 0 existe y es acotada en [a, b], entonces f 0 es integrable y a f0 =
f (b) − f (a).

Lebesgue pasa también a definir la integrabilidad de funciones medibles,


no necesariamente acotadas, sobre (−∞, ∞), por la condición de que la serie
P
ai m({x : ai ≤ f (x) < ai+1 }) converja absolutamente cuando la norma
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 34

kP k de la partición P tiende a 0. Es evidente que con esta definición f es


integrable si sólo si lo es |f |. Prueba después que
Z
lı́m |f | = 0
a→∞ {x:|P (x)|>a

lo que le permite deducir propiedades a partir de las de la integral de las


funciones acotadas. Esta definición le permite abordar el teorema II) para
funciones no acotadas, obteniendo como resultado parcial

C) Si f 0 es finita, entonces f 0 es integrable si y sólo si f es de variación


Rb
acotada, en cuyo caso a f = f (b) − f (a).

La Tesis de Lebesgue ha sido, sin duda, una de las más notables que jamás
se han escrito. Sin embargo, algunas propiedades de la integral de Riemann
no las pudo demostrar. En particular, no hay ninguna referencia al teorema
R x 0
fundamental I) (e.d., a f = f (x) ((en general)), según la terminologı́a de
Harnack). También encontró dificultades Lebesgue en establecer la versión
de Dini del teorema II) (pág. 14).

Durante el año académico 1902-03, Lebesgue fue elegido para dar el


Cours Peccot en el College de France. Durante este fructı́fero perı́odo pu-
do resolver muchas de las cuestiones que quedaron pendientes en su Tesis,
plasmando sus logros en sus Leçons sur l’integration et la recherche des fon-
ctions primitives, publicado en 1904. Allı́, en el último capı́tulo, imitando el
procedimiento de Drach y Borel, plantea el problema de la integración como
Rb
el problema de asignar un número real a f a cada función acotada en [a, b]
de modo que

Rb R b+h
1) a f (x) dx = a+h f (x − h) dx
Rb Rc Ra
2) a f + b + c f =0
Rb Rb Rb
3) a (f + g) = a f + a g
Rb
4) Si f ≥ 0 y b > a entonces a f ≥ 0
R1
5) 0 1=1
R  R 
b b
6) Si ((fn (x)) % f (x), entonces a fn % a f
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 35

Rb Rb Rb
3) y 4) implican que a f y 1), 2) y 3) que a 1 = b − a. De aquı́ se
kf = k a
R
deduce que la única posible definición de χE para E medible, es m(E).

Por tanto, si f es acotada y medible y si (ai ), (Ei ) son las particiones de


f ([a, b]) ⊂ [m, M ] y [a, b] (con la notación usada en la definición de integral
en la Tesis de Lebesgue) y, finalmente, se definen

n−1
X n−1
X
ϕ= ai χEi ; Φ= ai+1 χEi
i=0 i=0

entonces
Z b X Z b X
ϕ= ai m(Ei ) y Φ= ai+1 m(Ei )
a a

y como ϕ ≤ f ≤ Φ, 0 ≤ Φ − ϕ ≤ |P k, aplicando (10.1) resulta que el


Rb
único valor posible para a f es la integral de Lebesgue de f . Por tanto,
el problema de la integración tiene una única solución para las funciones
integrables.

Para abordar la solución de los teoremas fundamentales I) y II), Lebesgue


introduce lo que llama ((cadena de intervalos)), estableciendo el siguiente
resultado:

D) Supongamos que para cada x ∈ [a, b] existe un intervalo [x, x + h] (h >


0) contenido en [a, b]. Entonces existe una familia contable de intervalos
no rampantes ([xn , xn + hn ]) cuya unión es [a, b]. Estos intervalos se
llaman una ((cadena)) de intervalos de a a b.

Como puede apreciarse, se trata de un teorema de recubrimiento, sus-


tituido en Rn por el teorema de Vitali y sus generalizaciones. Usando este
resultado, Lebesgue pudo demostrar para su integral la formulación dada
por Dini al teorema II):

E) Si f es continua y Df denota una de las 4 derivadas de Dini de f , que


se supone finita, entonces Df es integrable si y solo si f es de variación
acotada, en cuyo caso
Z b
Df = f (b) − f (a)
a
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 36

Usando este teorema, Lebesgue demostró posteriormente que toda fun-


ción continua de variación acotada posee derivada finita en casi todo punto.

Quizá más sorprendente que el resultado anterior (que de alguna manera


sustenta la creencia de los matemáticos hasta comienzos del siglo xix de que
toda función continua era diferenciable ((en general))), es el descubrimiento
de Lebesgue de que la continuidad no es esencial para la validez del teorema
fundamental I):

R x 0
F) Si f es integrable en [a, b], entonces a f = f (x) para casi todo x
de [a, b].

Para demostrar este resultado, Lebesgue emplea una técnica a la que


acudirá con frecuencia: utilizando la densidad de las funciones simples, bas-
ta probarlo para funciones de la forma χE , con E medible (incluso basta
considerar E boreliano, intersección numerable de conjuntos que son a su
vez unión numerable de intervalos). En la demostración usa un resultado,
plausible desde el punto de vista geométrico, pero que no probó hasta 1910,
relativo a la densidad métrica de los conjuntos medibles.

También aplicó Lebesgue su teorı́a al problema de rectificación de curvas


que, como el del área, se habı́a ido separando de la noción de integral a raı́z
de los sucesivos contraejemplos que habı́an surgido. De nuevo en este campo
Lebesgue restaura el antiguo orden perdido, y establece la fórmula usual de
longitud de un arco de curva para funciones de variación acotada, por medio
de una integral.

Finalmente, Lebesgue trata el problema de caracterizar todas las funcio-


nes que son integrales indefinidas de una función integrable. Trata primero
el caso de funciones acotadas y, en una nota al pie de página que no se
molesta en probar, afirma:

G) F es absolutamente continua en [a, b] si y sólo si existe una función


Rx
integrable en [a, b], f , tal que F (x) = a f para todo x ∈ [a, b].

Vitali dio la primera demostración de este resultado, y acuñó el término


((continuidad absoluta)), aunque el concepto ya habı́a sido utilizado por Ha-
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 37

nack en relación con su noción de integración (pág. 18). Sin embargo, Lebes-
gue dio en 1907 una demostración más simple de este resultado, que es un
buen ejemplo de la utilización del método de la cadena de intervalos: si F es
absolutamente continua, es de variación acotada, luego es derivable en casi
todo punto. Sea f (x) = F 0 (x) en donde exista la derivada, y 0 en el resto. Pa-
Rx
ra demostrar que F (x) = a f (de la demostración de [E] resulta fácilmente
Rx
que f es integrable), Lebesgue considera la función g(x) = a f − F (x),
que es absolutamente continua y con derivada 0 en casi todo punto. Para
demostrar que entonces g es constante, Lebesgue procede ası́: sea r > 0 y

E = {x : g 0 (x) 6= 0 o g 0 (x) no existe}

Resulta que m(E) = 0. Encerremos E en una unión numerable de intervalos,


A, de longitud total L arbitrariamente pequeña. Para cada t de [a, x] existe
un intervalo [t, t + h] ⊂ [a, x] tal que si t ∈ E entonces [t, t + h] ∈ A, y
si g 0 (t) = 0 entonces |g(t + h) − g(t)| < rh. Por [D], existe una cadena
[tn , tn + hn ] de intervalos de a a x. Pero entonces
P P0
|g(x) − g(a)| ≤ |g(tn + tn ) − g(tn )| ≤ |g(tn + hn ) − g(tn )| + r(b − a)
P0
donde denota la suma extendida a los tn ∈ A. Como g es absolutamente
P0
continua, tiende a 0 con L, y el teorema está demostrado.

El problema general de recuperar f a partir de su derivada, en el caso


de que esta derivada sea finita, pero no integrable, fue abordado y resuelto
por Denjoy en 1912, quien estableció el teorema (II) para toda función del
tipo citado anteriormente, extendiendo previamente la noción de integral.

En cualquier caso, la época de comienzos del siglo xx estaba madura para


el desarrollo de la teorı́a de la medida. Como prueba de ello, podemos señalar,
por ejemplo, que entre 1903 y 1904, G. Vitali (1875-1932) redescubrió la
caracterización de la integrabilidad de Riemann en términos del conjunto
de discontinuidades de la función, y comenzó a desarrollar una teorı́a de la
medida análoga a la de Lebesgue, aunque sin prever la conexión entre esta
teorı́a y una generalización de la noción de integral. Cuando conoció los
trabajos de Lebesgue, pronto se familiarizó con la nueva teorı́a y obtuvo
importantes resultados. A él se debe el término ((continuidad absoluta)) y la
primera demostración de la afirmación de Lebesgue de que una función es
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 38

absolutamente continua si y solo si es una integral indefinida.

Otro matemático, William H. Young (1863-1942), fue más lejos, dupli-


cando el trabajo de Lebesgue en la teorı́a de la medida y proponiendo una
generalización de la integral equivalente a la de Lebesgue. La carrera de
Young como investigador comenzó a los 34 años cuando decidió, con su mu-
jer (también matemática), dedicarse a la investigación. Ası́, abandonó In-
glaterra y se fue a Göttingen, y entre 1897 y 1908 publicó gran número de
artı́culos sobre la teorı́a de la medida y el concepto de integral.

La contribución de Young a la teorı́a de la medida aparece en su trabajo


Open sets and the theory of content (1904) (aquı́ abierto significa ((no ne-
cesariamente cerrado))). Young parte de la noción de medida de Borel para
conjuntos formados por uniones contables de intervalos y sus complemen-
tarios (en particular, para conjuntos cerrados de la recta). Prueba entonces
que si (Gn ) es una sucesión decreciente de conjuntos tal que las medidas de
todos los cerrados de Gn exceden un número fijo g > 0 para todo n, enton-
ces ∞
T
n=1 Gn contiene cerrados de medida mayor que g − r, para cualquier
r > 0. Este resultado motiva la definición de medida interior de un conjunto
G (contenido en un intervalo [a, b]) como el supremo de las medidas de los
subconjuntos cerrados de G. Young considera después la clase

Yi = {G ⊂ [a, b] : ∀S tal que S ∩ G = ∅, mi (G ∪ S) = mi (G) + mi (S)}

y prueba que Yi contiene a los cerrados y verifica las propiedades que habı́a
establecido Lebesgue para los conjuntos medibles.

Young observó que, por el teorema de Heine-Borel, la medida de un con-


junto cerrado (=compacto) puede definirse como el ı́nfimo de las medidas
de todos los conjuntos formados por recubrimientos del cerrado por inter-
valos. En esta forma, la definición puede extenderse a cualquier conjunto, y
ésta es la definición de Young de medida exterior me de un conjunto (para
un cerrado, obviamente me (C) = mi (C)). Después considera la clase Ye ,
análoga a la Yi , y finalmente considera la clase aditiva Y = Yi ∩ Ye (que
evidentemente contiene a todos los conjuntos medibles Lebesgue). Plantea
también Young por primera vez si Y contiene a todos los subconjuntos de
[a, b] o no. El interés de Young por la teorı́a de la medida per se contrasta
con el de Lebesgue, para quien la teorı́a de la medida era fundamentalmente
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 39

un medio para extender la noción de integral.

En otro artı́culo Young se dedica a estudiar las integrales inferior y su-


perior de una función acotada f en [a, b], probando que existe una función
semicontinua superiormente f y otra semicontinua inferiormente f de modo
que
Z b Z b Z b Z b
f= f y f= f
a a a a

El problema se reduce entonces a estudiar las integrales de las funciones


semicontinuas, en cuyo caso S(k) = {x : f (x) ≥ k} y T (k) = {x : f (x) ≤ k}
son conjuntos cerrados para todo real k, y por tanto medibles. Las funciones
I(k) = m(S(k)) y J(k) = m(T (k)) son entonces monótonas y, por tanto,
integrables Riemann. Young prueba entonces que
Z b Z M Z b Z M
f = m(b − a) + I(k) y f = M (b − a) + J(k)
a n a n

(con m ≤ f ≤ f ≤ M en [a, b]). Young observó que las expresiones de la


derecha seguı́an teniendo sentido, cuando se reemplazaba [a, b] por un con-
junto cerrado arbitrario sobre S. Es muy fácil comprobar que las integrales
de Riemann de la derecha son realmente las integrales de Lebesgue de f
y siguen teniendo sentido siempre que los conjuntos usados para definir I
y J sean medibles, es decir, siempre que f sea medible, en cuyo caso las
dos expresiones coinciden y se obtendrı́a ası́ una generalización de la in-
tegral de Riemann (que coincide con la integral de Lebesgue). Pero desde
luego Young no siguió este camino para obtener su generalización de la in-
tegral de Riemann. En efecto, en su trabajo Outline of the general theory of
integration (1905) Young señala en la introducción dos posibles vı́as de gene-
ralización de la noción de integral: 1) reemplazar las particiones en intervalos
por particiones en conjuntos más generales (medibles); y 2) admitir parti-
ciones numerables en lugar de finitas. Ası́, si f es acotada en [a, b] y (Ei )
es una partición contable de [a, b] en conjuntos medibles, Young define la
Rb P
integral superior (Y ) a f como el ı́nfimo de las Mi m(Ei ) y análogamen-
Rb P
te la integral inderior (Y ) f como el supremo de las sumas mi m(Ei )
a
(M i = supEi (f ); mi = ı́nf Ei (f )), cuando se consideran todas las particiones.
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 40

Young prueba que


Z b Z b Z b Z b
f ≤ (Y ) f ≤ (Y ) f ≤ f
a a a a

lo que indica que esta definición podı́a servir para generalizar la definición
usual de integral (Riemann); pero sin embargo, el hecho de que su definición
no coincida con la noción habitual de integral superior e inferior de Dar-
Rb Rb
boux (piénsese en f = χQ , en cuyo caso (Y ) a f = (Y ) f = 0 mientras
a
R1 R1
que f = 0 y 0 f = 1) le plantea dificultades. Extiende estas nociones
0
para integrales sobre conjuntos medibles arbitrarios (y no solo sobre con-
juntos cerrados como en su trabajo anterior) e intenta repetir lo que habı́a
hecho en su trabajo sobre integrales inferiores y superiores de Riemann, pro-
bando resultados análogos para su definición. Solo más tarde decide Young
olvidarse de sus escrúpulos y definir una función integrable por la condición
Rb Rb
(Y ) a f = (Y ) f que, como él dice ((ya vimos que no coincide con las defi-
a
niciones usuales)). Concluye el artı́culo mostrando que cuando f es acotada
y medible, su definición coincide con la de Lebesgue. Tanto el trabajo de
Young como el de Lebesgue se inspiraron en las ideas de Jordan y Borel
sobre la medida de conjuntos, y ambos obtuvieron generalizaciones de la no-
ción de integral, que son esencialmente la misma. Pero mientras que Young
culmina con su definición de integral, para Lebesgue este es solo el punto de
partida sobre el que construye una teorı́a sustancial y potente.

11. Aplicaciones y extensiones de la integral de


Lebesgue

Una de las extensiones más fructı́feras de la integral de Lebesgue es la


posibilidad de considerar integrales de funciones definidas en casi todo pun-
to, es decir, salvo un conjunto de medida 0. En efecto, la definición analı́tica
de Lebesgue permite demostrar fácilmente que si dos funciones difieren en
un conjunto de medida 0, ambas son a la vez integrables o no integrables y,
en el primer caso, tienen la misma integral. Esto sugiere la siguiente exten-
sión: si f esta definida en [0, 1] excepto en un conjunto E de medida 0, y
R1
f es integrable Lebesgue en E c = [0, 1] − E, puede definirse la integral 0 f
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 41

R
como Ec f . Esta extensión natural no fue, sin embargo, considerada por Le-
besgue (quien solo se permitió esta identificación de integrales cuando E era
finito), y debe mucho al estudio del problema de expresar una integral doble
por medio de integrales reiteradas. En efecto, cuando Lebesgue abordó es-
te problema en su Tesis, se encontró con las mismas dificultades que sus
predecesores, y las intentó solventar también del mismo modo, definiendo
las integrales inferiores y superiores y obteniendo versiones similares a la
de Jordan para la integral de Riemann. Sin embargo, Lebesgue hizo una
observación que sugirió posteriormente a Fubini la solución del problema:
si f es medible Borel (y no solo medible Lebesgue) en un rectángulo R del
plano, entonces las funciones parciales x → f (x, y), y → f (x, y) son también
medibles Borel, y entonces las integrales superiores e inferiores en la expre-
R
sión de R f (x, y) dxdy como integral reiterada, se convierten en integrales
ordinarias. Por otro lado, analizando los contraejemplos existentes sobre el
tema en la integración de Riemann, Hobson (1856-1933) señaló que tales
contraejemplos desaparecı́an si se consideraba la integral de Lebesgue, ya
que los puntos excepcionales formaban conjuntos de medida 0 ((y la integral
de Lebesgue es independiente de los valores de la función en estos puntos));
es decir, Hobson asumı́a tácitamente la integración de funciones definidas
en casi todo punto. Esta observación de Hobson, junto con la versión de
Lebesgue del teorema de integración reiterada, condujeron a Fubini (1879-
1943) al descubrimiento del teorema que lleva su nombre, sobre integración
reiterada: si f es integrable en un rectángulo [a, b] × [c, d], las funciones
x → f (x, y), y → f (x, y) son integrables para casi todos los valores de y
y x, respectivamente. Además, las funciones (definidas en casi todo punto)
Rb Rd
y → a f (x, y) dx y x → c f (x, y) dy son integrables y
Z Z d Z b  Z b Z d 
f (x, y) dxdy = dy f (x, y) dx = dx f (x, y) dy
R c a a c

El teorema de Fubini fue un gran triunfo para la nueva teorı́a de la


integración.

Entre 1902 y 1908 aparecieron importantes trabajos de Lebesgue, Fatou,


Riesz y Fisher, demostrando la potencia de la nueva teorı́a de integración
y sus aplicaciones a otras ramas de la matemática. Ası́, Lebesgue y Fatou
obtuvieron importantes resultados sobre series trigonométricas. Por ejem-
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 42

plo, Lebesgue probó que si una función acotada se puede expresar como
suma de una serie trigonomérica, esa serie es necesariamente la de Fourier,
haciendo buena la afirmación de Fourier y extendiendo el resultado de Du
Bois-Reymond para las funciones integrables Riemann. También extendió el
teorema de Fejer sobre convergencia Cesaro de la serie de Fourier de una
función continua, consiguiendo una elegante demostración de la identidad
de Parseval para funciones acotadas de cuadrado integrable (¡resultado que
se creı́a falso incluso para funciones integrables Rieman!). Posteriormente,
Fatou extendió este resultado para funciones no necesariamente acotadas, y
obtuvo importantes éxitos en relación con la formula de Poisson y la con-
vergencia Abel de la serie de Fourier de una función de cuadrado integrable.

El húngaro F. Riesz (1880-1956) fue quizá el otro matemático que, junto


a Lebesgue, contribuyó más a demostrar el valor de la nueva teorı́a en la
primera década de este siglo. Combinando las ideas aparecidas en la Tesis
de Frechet sobre espacios abstractos (1906) con la nueva noción de integral,
introduce una métrica en el espacio de funciones de cuadrado integrable (el
espacio L2 ) y extiende a este caso el concepto de conjunto ortogonal (usado
por Hilbert en sus trabajos sobre ecuaciones integrales). Prueba que todo
conjunto ortonormal en L2 es necesariamente numerable y consigue demos-
trar lo que hoy conocemos como Teorema de Riesz-Fischer: sea (ϕn ) orto-
normal en L2 ; entonces dada una sucesión de escalares (an ), existe f ∈ L2
R
tal que an = f ϕn (coeficiente de Fourier n-ésimo de f respecto a (ϕn )) si y
solo si (an ) ∈ l2 . (Fischer, independiente y casi simultaneamente, obtiene el
mismo resultado, probando esencialmente que L2 es completo, algo en lo que
ya fracasó Harnack, mientras que los espacios de funciones continuas no lo
son para la convergencia en media cuadratica.) Este resultado abrió nuevas
perspectivas en el tratamiento de ecuaciones integrales de Fredholm, per-
mitiendo extender los resultados de Hilbert y Fredholm a ecuaciones con
núcleo simétrico de cuadrado integrable.

Los trabajos de Riesz en la teorı́a de la medida culminaron con la intro-


ducción de los espacios Lp (1910), 1 < p < ∞, estableciendo importantes
relaciones con otras partes del análisis, como el problema de los momentos,
sistemas de infinitas ecuaciones lineales, etc., y contribuyendo poderosamen-
te al desarrollo del naciente Análisis Funcional.
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 43

12. Otras definiciones de la integral de Lebesgue

En una nota aparecida en las Comptes Rendus en 1912, Borel sugerı́a


la necesidad de simplificar la exposición de la teorı́a de la medida e integra-
ción de Lebesgue a fin de que se pudiera incluir en los textos de Análisis
Matemático. El mismo Borel propone una definición alternativa (véase [3],
págs. 87 y sigs.). Pero quizá los dos intentos más fructı́feros en este sentido
se deban a Riesz y a Young.

Según el análisis de Riesz, la necesidad de un estudio preliminar de la


teorı́a de la medida era el principal obstáculo para la comprensión de la in-
tegral de Lebesgue. Por ello, propuso una teorı́a de la integración (al menos
para funciones acotadas) que utilizaba exclusivamente la noción de con-
junto de medida 0 (y que de hecho se sigue usando con algunas variantes
en muchos textos actuales). Las lı́neas generales de su definición son las
siguientes: comienza Riesz definiendo las funciones simples, como aquellas
funciones continuas a trozos que toman solo un número finito de valores en
[a, b]. Para ellas, se considera la integral de Riemann. Se define entonces una
función sumable en [a, b] como una función que es lı́mite en casi todo pun-
to de una sucesión uniformemente acotada de funciones simples. Entonces,
R
si f = lı́m fn es sumable, la sucesión de integrales de Riemann ( fn ) con-
verge, y su lı́mite es independiente de la sucesión (fn ) de que se parte (con
tal de que converja en casi todo punto a f ). Por definición
R R
f = lı́mn→∞ fn

Es fácil ver que las funciones sumables en el sentido de Riesz son pre-
cisamente las funciones acotadas medibles Lebesgue en [a, b], y la integral
de Riesz es la integral de Lebesgue. El caso de la integración Riemann es
tratado por Riesz por separado: una función sumable f es integrable Rie-
mann si y sólo si existe una sucesión de funciones simples que converge a
f uniformemente en casi todo punto (e.d. para cada r > 0 y casi todo x
existe un n0 y un entorno Vx de x, tales que |fn (y) − f (y)| ≤ r para n ≥ n0 ,
y ∈ Vx ).

En 1910 Young propuso otra definición de integral de Lebesgue, basada


en el método de sucesiones monótonas: se parte inicialmente de las funciones
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 44

simples semicontinuas inferior (l) o superiormente (u), para las que se toma
como integral la de Riemann. A continuación se consideran las funciones (u)
(resp. (l)) que son los lı́mites de sucesiones decrecientes (resp. crecientes) de
funciones u-simples (resp. l-simples). Su integral es, por definición, el lı́mite
de las integrales de las funciones simples aproximantes, probándose que este
lı́mite no depende más que de la función lı́mite. Si ahora f es una función
arbitraria en [a, b], consideremos
R
Lf = ı́nf{ ϕ : ϕ es s.c.i. y ≥ f }
R
Uf = sup{ ψ : ψ es s.c.i. y ≤ f }

f se llama integrable si Uf = Lf , en cuyo caso a este valor común se le deno-


mina integral de f . Como el mismo Young señala, este método coincide, en
esencia, con la definición geométrica de la integral de Lebesgue (consideran-
do el recinto de ordenadas de una f ≥ 0, Lf corresponde a la medida exterior
del mismo, y Uf a la medida interior). Sin embargo, el uso de funciones se-
micontinuas evita, aparentemente, la utilización de la teorı́a de la medida,
lo que podı́a hacer más aceptable esta definición para los matemáticos de la
vieja escuela.

El método de Young, junto con la definición del problema de la inte-


gración por Lebesgue, sirvió de base para las posteriores extensiones de la
noción de integral como forma lineal, motivada por el desarrollo del análisis
abstracto y la integración de funciones en espacios generales, sobre los que
se hacı́a difı́cil desarrollar previamente una teorı́a de la medida. Esta nueva
tendencia queda claramente expresada en la definición de Daniell en 1919:
se parte de un conjunto arbitrario M y un retı́culo T0 de funciones reales
sobre M . Una integral de Daniell sobre T0 es simplemente un funcional lineal
positivo U0 , sobre T0 , con la siguiente propiedad:

[Da] Si (fn ) ⊂ T0 es una sucesión decreciente, con lı́m fn = 0, entonces


U0 (fn ) converge a 0.

(propiedad análoga a la (6) de Lebesgue en su planteamiento del problema


de la integración; véase pág. 34).

El próximo paso es la extensión de U0 a una clase más amplia de fun-


La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 45

ciones. Para ello, se considera primero la clase T1 , de las funciones que son
lı́mites puntuales de sucesiones crecientes de funciones de T0 (el análogo a
las 1-funciones de Young). Si f ∈ T1 y (fn ) ⊂ T0 es tal que (fn ) % f ,
la sucesión (U0 (fn )) es creciente, y su lı́mite (=supremo) no depende de la
sucesión (fn ) elegida, sino de la función lı́mite. Por,definición

U1 (f ) = lı́m U0 (fn )

Finalmente, se definen para una función arbitraria sobre M :

U (f ) = ı́nf{U1 (h) : h ∈ T1 , h ≥ f } U = −U (−f )

f se dice sumable si U (f ) = U (f ), y el valor común se designa por U (f ), la


integral de Daniell de f . La clase de funciones sumables es un retı́culo que
contiene a T0 , y la integral es una extensión de U0 , que tiene sus mismas pro-
piedades, y para la que son válidos las correspondientes versiones abstractas
de los teoremas de convergencia de Lebesgue. En particular, tomando como
T0 las funciones simples integrables sobre R o las funciones continuas con
soporte compacto, y como U0 la integral de Riemann, el proceso anterior da
como resultado la clase de funciones integrables Lebesgue, y la integral de
Lebesgue. Esta concepción de la integral como funcional, culminarı́a en la
década de los cuarenta con la noción de ((medida de Radon)) (mejor serı́a
llamarla ((integral de Radon))) de Cartan, como una forma lineal continua
arbitraria sobre el espacio de las funciones continuas con soporte compac-
to sobre un espacio topológico localmente compacto T2 arbitrario, dotado
de una topologı́a adecuada (uno de los primeros ejemplos de la topologı́a
((lı́mite inductivo))).

13. Funciones de conjunto e integración abstracta

En sus estudios sobre la extensión de la teorı́a de la integración a n


dimensiones, y en un intento de abstraer las propiedades de la integral que
no dependan de la dimension, Lebesgue comienza en Sur l’integration des
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 46

fonctions discontinues (1910) el estudio de la función de conjunto


Z
E→ f
E

para una función f integrable, y definida sobre la σ-álgebra de los conjuntos


medibles. Prueba las propiedades fundamentales de esta función, a saber,
que es σ-aditiva, absolutamente continua y de variación acotada. Este punto
de vista permite a Lebesgue adoptar, entre las distintas posibles definiciones
de diferenciación, la correcta, en términos de la cual la teorı́a adquiere una
forma unificada, independientemente del número de dimensiones.

En las investigaciones de Lebesgue, las funciones de conjuntos siguen


muy de cerca el modelo en que se basan, es decir, la integral indefinida
de una función integrable. Ası́, siempre se consideran definidas sobre la σ-
algebra de conjuntos medibles Lebesgue y, si son ((absolutamente continuas)),
resultan ser la integral indefinida de una función integrable Lebesgue. Es de
señalar que en la demostración de este resultado, Lebesgue utiliza el teorema
de recubrimiento de Vitali, que sustituye a su ((cadena de intervalos)) en
dimensión arbitraria.

Poco después, J. Radon generalizó sustancialmente los resultados de Le-


besgue, considerando una σ-álgebra arbitraria en Rn (conteniendo a los in-
tervalos semiabiertos [a, b) en muchos casos, y por tanto a los conjuntos
medibles), y una función numerablemente aditiva sobre ella, y construyendo
una teorı́a de la integración imitando el procedimiento de Lebesgue. Radon
define también la continuidad absoluta de una función σ-aditiva de conjunto
respecto a una medida (≥ 0) y prueba la versión abstracta del resultado de
Lebesgue: el teorema de Radon-Nikodym en terminologı́a actual.

El paso final en la generalización de la integral de Lebesgue, fue dado por


Frechet en 1915, estudiando funciones σ-aditivas sobre σ-álgebras arbitrarias
en un espacio abstracto. Después de definir la variación de una función
de conjunto, imitando la definición de Lebesgue en el caso de Rn , Frechet
desarrolló una teorı́a de la integración (siguiendo los pasos de Lebesgue y
Radon) respecto a una medida σ-aditiva arbitraria.

Todos estos desarrollos ponen de manifiesto la estrecha relación entre la


teorı́a de la medida y la correspondiente teorı́a de integración. Sin embar-
La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 47

go, toda medida construida, provenı́a en último término de la restricción de


una cierta medida exterior a los elementos de una σ-álgebra, en la que la
medida exterior es aditiva. Este hecho fue reconocido expresamente por Ca-
rathéodory (1873-1950) quien, en 1914, define axiomáticamente la noción de
medida exterior en Rn , como una función µ∗ : P(Rn ) → [0, +∞], monótona
y subaditiva. A continuación, define los conjuntos medibles como aquellos
A ⊂ Rn tales que

µ∗ (B) = µ∗ (B ∩ A) + µ∗ (B ∩ Ac ), ∀ B ⊂ Rn

Carathéodory demuestra que la clase de los conjuntos medibles es un σ-anillo


sobre el que µ∗ es σ-aditiva. Sin embargo, en general no puede probarse que
este σ-anillo sea no trivial, a menos que se impongan condiciones adicionales.
Finalmente, Carathéodory introduce también la noción de medida exterior
regular, como aquella para la que

µ∗ (A) = ı́nf{µ∗ (B) : A ⊂ B medible}

probando que las medidas consideradas por Radon son regulares. Para este
tipo de medidas, la mayor parte de las propiedades de la medida de Lebesgue
se trasladan sin dificultad.

Bibliografı́a

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(2) H. Edwards: The Historical Development of the Calculus, Springer


Verlag, Berlı́n, 1979.

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La Teorı́a de la Medida. Fernando Bombal 48

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