CORAGGIO Principios Instituciones y Practicas de ESyS
CORAGGIO Principios Instituciones y Practicas de ESyS
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Conceptos básicos
El concepto de vida humana implica que la existencia de cada individuo requiere el reconocimiento
del otro, la vida de los demás y de la naturaleza. El concepto de vida en general implica además
considerar a la naturaleza como un sujeto cuya existencia como complejo biótico es un objetivo de
las sociedades humanas que supera lo meramente funcional (la naturaleza como recurso).2 Aunque
la misma existencia del capitalismo indica que una sociedad puede sobrevivir con una economía
que permite la exclusión de la vida de una gran parte de sus miembros y el deterioro de los
ecosistemas, la definición propuesta puede interpretarse como la afirmación de un principio ético
objetivo3. A la vez indica que, cuando la economía no resuelve esa negatividad se genera la
amenaza un desastre social y/o ecológico (como el que experimentamos actualmente) resultante de
la inadecuación del capitalismo con la cohesión y reproducción de la sociedad por lo que la
reproducción de la vida requieren transformaciones o ajustes estructurales en el modo social de
producción4.
1 Esta definición de Economía no es, ni puede ser, como veremos, independiente de principios éticos. La redacción
adoptada tiene algunas variaciones respecto a la que he propuesto en trabajos previos, pero el concepto es similar.
Nótese que la definición hoy hegemónica tampoco escapa a una consideración sobre el sentido, cuando indica que la
economía debe maximizar la producción de riqueza a fin de proveer al bienestar general, definido como la producción y
distribución óptima de bienes de consumo final a partir de recursos escasos, limitación sin la cual no habría problema
económico. Sin embargo, es evidente que hay problemas de uso y de distribución de recursos y bienes aún sin escasez.
Para la definición sustantiva de economía la escasez no es una condición, ni es necesario cuantificar para decidir.
Ejemplo de esto son los objetos de estatus, o las consideraciones sobre los equilibrios del buen vivir o el vivir bien. Otra
diferencia importante es que la definición ortodoxa aparentemente excluye consideraciones éticas sobre la naturaleza de
las preferencias de los consumidores o la desigualdad de acceso. El concepto de “Buen vivir”, que no debe confundirse
con el subjetivo individualista de “buena vida”, ha sido tomado del documento preparado por Guillermo Navarro
“Agenda de política económica para la revolución ciudadana”, Quito, 2009.
2
Esta formulación supone un inevitable antropocentrismo del discurso económico sustantivo que, sin embargo, no ve a
la naturaleza como mero objeto de recursos útiles extraíbles para cumplir funciones en el subsistema humano. Como
indica Hinkelammert: “Los críticos ecologistas de Marx pueden resaltar esta contraposición entre los elementos que definen el
proceso simple de trabajo (el trabajo mismo y los medios de producción) como un rasgo que conduce al antropocentrismo. Aun así,
no debe pasarse por alto que esta especificación es, por un lado, indispensable para fundar una ciencia de lo económico y de lo social,
y, por otro, que está inscrita, y nunca separada, en el proceso de trabajo en general y de la necesidad en general, en cuanto “condición
eterna de la vida humana”, (Hinkelammert y Mora, 2009, p.63).
3
Franz Hinkelammert ha propuesto que este principio no es resultado del filosofar o de consideraciones morales sino
que es la afirmación de una determinación que se atiene a los hechos: sin vida no hay economía ni sociedad. No
subordinar la lógica instrumental a la lógica reproductiva equivale a un suicidio de la humanidad (Hinkelammert y
Mora, 2009).
4
Lo que implica no sólo los medios y procesos técnicos (en el sentido de forma concreta del metabolismo trabajo-
naturaleza inmediato), sino también las mutuas determinaciones con las de distribución, circulación y consumo. Por
otro lado, Polanyi afirma que “el gran descubrimiento de la reciente investigación histórica y antropológica es que la
economía humana está sumergida por regla general en las relaciones sociales de los hombres” .(Polanyi, 2003, p. 94),
“El sistema económico es una mera función de la organización social” (Polanyi, 2003, p. 98), lo que incluye todas las
relaciones sociales. La economía de mercado es vista así como un intento transformador de separar la economía de la
sociedad. De la misma manera proponemos ampliar las propuestas de la Economía Social y Solidaria: se trata de
construir otra economía para otra sociedad, no de propiciar comportamientos solidarios aislados o apenas local o
sectorialmente articulados, que no se reproducirán sin una base institucional que los favorezca (Ejemplo: la reciprocidad
1
Siendo los sistemas económicos construcciones sociales históricas,5 en este trabajo intentamos
plantear una respuesta inicial a la siguiente pregunta: ¿cuales son los principios que orientan las
prácticas de transformación de la economía actual que son promovidas y realizadas por agentes,
actores y sujetos en nombre de la economía social y solidaria, y qué nuevas instituciones o que
resignificación de las ya existentes van emergiendo?
Vinculado a este último sentido, las instituciones requieren y se co-determinan con la existencia de
ciertas bases materiales (Ejemplo: comercio apoyado en el desarrollo tecnológico de las condiciones
de la producción y el intercambio o en las estructuras político-territoriales), de estructuras sociales
(Ejemplo: clases ociosas y trabajadoras, desigualdad o simetría) o políticas (Ejemplo: redistribución
apoyada en la existencia de una autoridad central, autosuficiencia apoyada en la existencia de
unidades domésticas autárquicas). (Polanyi, 2003, cap.IV)
Para organizar una respuesta a nuestra pregunta referida a la economía social y solidaria
proponemos un ejercicio de ordenamiento de nociones pertinentes al campo económico, aplicando
un esquema por analogía con la propuesta de Enrique Dussel para los principios políticos (Dussel,
o la solidaridad cambian de sentido cuando se dan entre personas o grupos asimétricos, económicamente desiguales. La
solidaridad se vuelve filantropía.)
5
Karl Polanyi ha explicado como la economía de mercado no es una constante en la historia humana y que el
surgimiento y consolidación del capitalismo no fue meramente etapa de una evolución necesaria, sino que fue también
resultado de decisiones y procesos situados históricamente en el último par de siglos (Polanyi, 2003). Visto desde la
formación de capital, esto cabe conceptualizarlo como parte de lo que Marx denominó acumulación originaria, cuyo
proceso en realidad se inicia con la construcción de la modernidad y sigue hasta el presente. (Coraggio, 2009) Se trata
de evitar caer en una concepción evolucionista y finalista de la historia. Por otro lado, no suponemos que ese sistema
sea armónico o coherente (lógica y materialmente) sino que se postula su carácter contradictorio, aspecto clave para
posibilitar su transformación.
6
Para facilitar esta presentación, y con relación específicamente a los comportamientos de relevancia económica,
proponemos diferenciar, una vez que están ubicados en una posición en la trama de relaciones sociales (e.g:
trabajadores asalariados, cooperativistas, empresarios capitalistas, funcionarios estatales, consumidores de bienes de
lujo, etc.) entre agentes (actúan según hábitos y costumbres pautados de acuerdo con su función en el campo, repetitiva
y alienadamente, adecuándose antes que cuestionando; en caso de errar y no comportarse dentro de tales pautas, reciben
sanciones o señales dirigidas a corregir tales comportamientos; al mismo tiempo participan del sentido común
legitimador de tales estructuras de relaciones), actores (operan dentro de las pautas establecidas, pero tienen y utilizan
un margen de libertad, como el libreto teatral que el actor debe seguir, pero sin embargo su actuación es única y no hay
dos actuaciones iguales) y sujetos (accionan como actores con conciencia crítica de la existencia de estructuras
institucionales diversas, de principios de institucionalización contrapuestos y de su relación con sus respectivos
principios éticos, incluyendo entre sus acciones posibles la de participar en la transformación de tales estructuras, lo que
implica actuar parcial o totalmente por fuera de las instituciones).
2
2009). En el diagrama adjunto esquematizamos la relación entre principios éticos, principios,
instituciones y prácticas económicas.7
PRINCIPIOS ÉTICOS
|
PRINCIPIOS ECONOMICOS
|||||
INSTITUCIONES ECONÓMICAS
||||||||||||||||||||||
PRACTICAS ECONÓMICAS
|||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
En una lectura de arriba hacia abajo, el o los principios éticos (los principios no negociables que
marcan el deber ser, establecido como condición de la reproducción de la comunidad o la sociedad)8
encuadran y ponen límites a los principios que organizan cada campo de prácticas, en este caso el
económico.9 Los principios éticos toman la forma discursiva de proposiciones con pretensión de
verdad basadas en la racionalización de lo existente,10 en el filosofar o en el reconocimiento de
determinismos ontológicos ineludibles. No hay, por tanto, una única ética si bien cada una pretende
ser universal.11 Los principios éticos no deben limitarse a lo económico sino que se refieren a la
sociedad en su conjunto. Por otro lado no presuponen ni definiciones de la “buena vida” ni
instituciones económicas determinadas. Operan como ideas regulativas de la acción, en este caso la
económica (Hinkelammert y Mora, 2009, p. 399)
7
Las líneas verticales no implican un sentido unidireccional ni siempre en la misma dirección. Como Bourdieu ha
mostrado, las prácticas pueden estar institucionalizadas y a la vez haber espacio de acción libre para que generen nuevas
instituciones. (Bourdieu, 1997, 2000) Aun en el caso de que la institucionalización de los principios sea mediante
normas jurídicas, como indica Marcel Mauss: “la ley no crea, sanciona”; puede consolidar o “realzar” las prácticas
sociales, pero resulta impotente cuando no se sostiene con las costumbres o no se modela a partir de prácticas sociales
suficientemente fuertes (Mauss M., 1997). Además, los comportamientos que se basan en la interpretación de la ley
pueden ser diversos y hasta contrapuestos.
8
Por la misma definición, dado que existen diversas sociedades, según cual sea la sociedad serán las condiciones de su
permanencia o reproducción ampliada, de modo que cabrá distinguir entre principios éticos atinentes a toda sociedad
humana y principios éticos referidos a la reproducción de cierto tipo de sociedad (Ejemplo: capitalista o socialista).
Igualmente, en una misma sociedad puede haber comprensiones o proyectos distintos para la misma, dando lugar a
principios éticos contrapuestos. (Ejemplo: una concepción de la sociedad basada en el individualismo metodológico
priorizará el individualismo y la libertad de iniciativa como libertad negativa, entendida como libre de opresión externa;
otra basada en una visión holista priorizará el deber ser de ciertos rasgos estructurales, y, en todo caso, una concepción
positiva de la libertad individual, entendida como capacidad de desarrollo) (Sen, 2000).
9
Sobre los diversos campos de prácticas, ver Dussel, 2006.
10
De manera sesgada, esto es lo que hace la ética del mercado. “Esta ética del mercado no es una ética para el mercado,
es la misma estructura del mercado elevada a una ética, con sus normas de respeto a la propiedad privada y al
cumplimiento de los contratos. En nombre de esta estructura, la ética del mercado lucha en contra de toda ética del
sujeto humano y de sus derechos frente al mercado.”(Hinkelammert y Mora, 2009, p. 188),
11
Hinkelammert y Mora contraponen la ética de la vida a la ética del mercado: “¿Cómo tenemos que comportarnos, en
nuestras relaciones humanas y con el medio ambiente, para que la vida humana sea posible, independientemente de lo
que pensemos que ha de ser la vida buena o correcta? De esta ética se trata. Es la ética necesaria para que se pueda
vivir. Es la ética de la responsabilidad por el bien común, en cuanto que condición de posibilidad de la vida humana. Es
también la afirmación de la esperanza humana en todas sus formas, de la utopía como un más allá de los límites de la
factibilidad humana.” Hinkelammert y Mora, 2009, p 27, 398)
3
En la estructuración -lógica y material, horizontal y/o vertical- del conjunto de principios éticos y
económicos y de estos con las prácticas y su institucionalización, a pesar de las inevitables
contradicciones, se requiere un grado de coherencia que, dada la complejidad del proceso
económico, requiere un marco conceptual que aporte ideas-guía a su articulación orgánica en
función de un sentido bien determinado. Ese marco puede proveerlo una teoría científica, una
teología, una cosmovisión, etc. Qué marco sea el que oriente las practicas, cotidianas o las más
excepcionales de deconstrucción/construcción de organizaciones e instituciones, incidirá tanto sobre
la caracterización de la imagen objetivo que denominamos “otra economía” (alcances de las
transformaciones propuestas: eg. Integración marginal en el sistema dominante, transformación
sistémica), de los modos de acción en la transición de la economía actual en dirección a la imagen-
objetivo propuesta (e.g. alguna estrategia de la transición –no lineal como lo que aparenta la
secuencia que sigue-: asistencia inicial focalizada→ crear condiciones para la implementación de
proyectos laborales de inclusión→ fomento del asociativismo→ reflexión y aprendizaje→
formación de sujetos autónomos…).12
En cualquier caso, las modalidades de formulación de los principios tienen historia y están sujetas a
tensiones éticas en tanto se propongan modalidades contrapuestas de organización económica
coherente con tal o cual principio, o bien una determinada jerarquización de los principios. La
concepción sustantiva de la economía propondría que estas diferencias deben zanjarse
objetivamente desde la perspectiva de la posibilidad del sustento de las personas y de la
reproducción de las sociedades. La concepción formal (que también tiene historia aunque pretende
haber descubierto el principio económico universal), por su parte, no se basa en contrastaciones
empíricas sino en aprioris sobre la naturaleza humana, que llevan al tipo ideal y universal de
comportamiento: el homo economicus, al que ubican como creador del mercado y no consecuencia
de la generalización del mercado; por tanto, la sociedad debe tender a ser una sociedad de mercado
y toda institución que contradiga esa “verdadera” naturaleza debe ser abolida.
Las instituciones económicas también son históricas y hacen referencia a las pautas de
comportamiento de los agentes ubicados en diversas funciones en el sistema económico que
pueden objetivarse en organizaciones (empresa de capital, cooperativa, empresas públicas, sistemas
domésticos de reproducción, etc.) y expresarse bajo formas típico-ideales de organización de los
procesos económicos de producción, distribución, circulación y consumo (Ejemplo: la utopía del
mercado perfecto, la utopía de la planificación perfecta).
Tales instituciones constituyen una mediación entre los principios de organización de la economía y
las prácticas. La institucionalización de las prácticas significa aquí que se generan pautas de
12
La existencia de un sistema coherente puede resultar de un largo proceso de experimentación, aprendizaje y
decantamiento conceptual que se revierte nuevamente sobre las prácticas, o bien de una estructura de poder político,
económico, ideológico que pretende imponer normativamente las pautas de comportamiento –lo que se puede y no se
puede hacer, lo que se debe hacer, lo que está prohibido- a partir de dogmas. Un proyecto de transformación abierto a la
experiencia puede combinar el reconocimiento de la realidad en cada momento con la sostenida creencia en una utopía
o una estrategia de acción de transformación aunque aún no haya sido corroborada como eficaz
4
comportamientos, individuales, colectivos, privados o públicos en el campo económico, de modo
que se realicen repetitivamente (habitus, normas legales, etc.) y puedan ser anticipados, sin lo cual
no habría procesos económicos (Polanyi, 1994). Es decir, presupone relaciones económicas
recurrentes –entramados de acciones estratégicas- entre hombres, y de ellos con la naturaleza, que
se reproducen en ciclos que constituyen en su conjunto variaciones del metabolismo sociedad-
naturaleza (Hinkelammert y Mora, 2009). Ese metabolismo debe ser institucionalizado, sin lo cual
no habría sociedad.13 La relación entre instituciones y prácticas no es a-histórica ni siempre se
desarrolla en la misma dirección. Un proyecto de transformación de la realidad social puede
presentarse como una propuesta de instituciones que se imponen o se tratan de imponer por leyes (la
planificación estatal en el socialismo real, restricciones a la propiedad privada en cualquier sistema
moderno), o bien puede ser un intento de reconocer prácticas que el sistema institucional formal
negaba.
Aún a este alto nivel de abstracción, las instituciones en sociedades particulares no son o no deben
ser una derivación lógica de principios éticos o económicos generales, sino que van emergiendo y
tomando forma tácita o codificada en base a la cultura de cada sociedad, o al aprendizaje resultante
de las prácticas recurrentes que muestran eficacia en el cumplimiento material de intereses u otras
motivaciones (Ejemplo: la solidaridad con los otros puede tener motivaciones utilitarias y no ser
valorada como forma del entretejido social). Tales intereses o motivaciones pueden estar - implícita
o explícitamente- enmarcados en algún principio ético -asumido como deber ser por los miembros
de cada sociedad- concretado en el campo económico bajo la forma de principios de organización
específicos de ese campo.
Los principios y las instituciones pueden ser investigados y establecidos (à la Polanyi) –individual o
combinadamente- como estructuras objetivas, culturales, que orientar las acciones más allá de la
conciencia de los participantes en el campo. En todo caso, los principios no pueden materializarse
sino a través de las prácticas institucionalizadas y, frecuentemente, a través de organizaciones que
no son sino una trama pautada de reglas de acción interpersonal y sus bases materiales (Ejemplo:
comportamientos burocráticos rígidamente pautados, materializados en organizaciones
administrativas públicas o privadas; comportamientos solidarios materializados en organizaciones
cooperativas, mutuales, asociaciones.)
Karl Polanyi propone, como recurso heurístico para estudiar economías empíricas (no mediante
modelos apriorísticos sino a través de las conclusiones de investigaciones históricas y
antropológicas de distintas sociedades)14, que “…las principales formas de integración social de la
economía humana son, empíricamente: la reciprocidad, la redistribución propiamente dicha15 y el
intercambio.” Afirma que no hay en esta aseveración valores ni normas, sino la neutralidad que
requiere “cualquier estudio objetivo de las relaciones del proceso económico con las esferas
culturales y políticas de la sociedad en su conjunto”. Esas formas o principios de organización por
la política y la cultura de los procesos económicos se refieren a “las pautas de los movimientos de
bienes y personas en la economía”. Es decir que los presenta como principios de organización de la
circulación-apropiación.16 Distingue asimismo entre el intercambio según costumbres o
administrado y el intercambio de mercado, donde las relaciones de cambio están dadas por precios
13
Nada de lo propuesto supone no contradicción ni ausencia de conflicto.
14
Para una presentación crítica de las fuentes históricas y antropológicas de Polanyi, ver: Alain Caillé et Jean-Louis
Laville, “Postface: Actualité de Karl Polanyi” en Essais de Karl Polanyi, SEUIL, Paris, 2008, p. 565-585.
15
La reciprocidad es también una forma de redistribución, pero no está mediada por una autoridad central, como exige
la tipificación de la “redistribución propiamente dicha”. (Polanyi, 2003, p.99).
16
Polanyi agrega al cambio de manos el movimiento relativo a los cambios de localización, pero en este trabajo vamos
a dejar afuera ese aspecto.
5
determinados por los mecanismos de la oferta y la demanda, indiferentes a quienes sean las partes
que entran en esta relación (Polanyi, 1994, pág. 109-110). En su gran obra, La Gran
Transformación, Polanyi registra cuatro principios. Se incluía allí “… el principio del hogar, [que]
consiste en la producción para el uso propio”.1718 En cada sociedad concreta podrá primar uno u
otro principio, pero la combinación de todos ellos con distintos pesos y alcances sería la norma
general.19
A. Principios éticos
El “deber ser”, irrenunciable, enmarcado en una cosmovisión del todo social, puede dar lugar a:
La asunción de una ética por los sujetos se concreta en los valores que orientan las prácticas. No se
espera que en las sociedades reales haya coherencia total entre principios, valores, principios
económicos, instituciones y prácticas. La contradicción entre valores y proyectos de vida, alentada
por los conflictos que sólo analíticamente podemos diferenciar como sociales, políticos,
económicos, culturales, es la norma en las sociedades contemporáneas. Debe suponerse que todas
las cosmovisiones pretenden mantener la cohesión de la comunidad o de la sociedad que consideran
debe sostenerse, o la coherencia de las prácticas que intentan la construcción de una nueva relación
economía/sociedad que propugnan. Polanyi y Hinkelammert señalan que hay efectos no deseados
resultado de una institucionalización que resulte destructiva de esa cohesión, consecuencia que
ambos asocian al mercado autorregulado y totalizante.
B. Principios económicos
iii) Principios de relación entre el trabajo humano y la naturaleza, que puede asumir dos tipos
principales:
· Principio de intercambio equilibrado de materia y energía respetuoso de la reproducción
de los ecosistemas y sus equilibrios
· Principio de extractivismo, que ve a la naturaleza como conjunto de recursos
cohesionada pero es injusta, hay pobreza, lucha de clases, etc. ¿No son el fascismo y el socialismo estatista sociedades
cohesionadas desde un centro? Allí se nota la falta de una explicitación de principios éticos, que permitirían discriminar
entre “buena y mala sociedad”, como consecuencia de lo cual no es la reproducción de la sociedad el objetivo sino su
transformación continua orientada por el principio ético adoptado.
22
Incluido el usufructo de medios o condiciones comunes (como en el Ayllu)
7
· Principio de apropiación por el trabajador individual (persona o familia) que dispone
de los productos de su trabajo
· Principio de apropiación colectiva o por terceros. La comunidad, el colectivo de
cooperantes, el señor de la gleba, el capitalista, el estado, se apropian en primera instancia,
por derecho o costumbre, del producto obtenido por las actividades individuales o
cooperativas de recolección o transformación.
ii) Principios de intercambio. Estos principios están basados en el “cambio de manos” de bienes
o servicios a través un sistema de equivalentes. Implican un contrato. Pueden ser de dos
tipos:
· Principio de comercio (a tasas fijas, dispuestas más allá de las decisiones de los
participantes): sistema de intercambio administrado (Ejemplo: “comercio justo”) o sujeto a
costumbres, que cuida de conservar las sociedades que participan.
Es importante señalar aquí que mercados han existido siempre.25 Pero sólo en una sociedad
de mercado el trabajo y los recursos naturales también se transan en un mercado como si
fueran simples mercancías. En ese caso el mercado puede desintegrar la sociedad. “Un
sistema de intercambio en que se absolutiza el principio egocéntrico del mercado tiende a
barrer con las diferenciaciones entre grupos y personas, los vuelve indiferentes –
conmutables- y a través de la mercantilización de todas las dimensiones de la vida destruye
las bases de la misma existencia de seres humanos en sociedad.(…) Esto a su vez lleva a
modos de individuación que reducen las personas a poseedores-consumidores que no se
hacen responsables por las consecuencias de sus acciones sobre otros o sobre la naturaleza”
(Polanyi, 2008, p.136).
23
Por ejemplo, en la sociedad capitalista, los agentes de la producción tienen como contrapartida de su propiedad una
categoría de ingreso: salario, ganancia, renta e interés. Estas pautas de distribución pueden estar asociadas no solo a la
clase económica sino a rasgos diferenciales que permiten o no el acceso a iniciativas o a medios de producción o que
generan diferencias de acceso a la riqueza con el mismo trabajo (castas, géneros, etnias, edades, etc.).
24
El principal sentido es mantener la cohesión social al evitar la diferenciación social en base al enriquecimiento de
algunos, como criterio funcional o basado en valores de equidad (la buena sociedad).
25
Ver al respecto la discusión de Caillé y Laville, 2009.
8
· Principio de mercado (a tasas variables): se refiere al principio del trocar para ganar
individualmente y a costa de los otros. Según Polanyi “…para servir como forma de
integración, el intercambio requiere el soporte de un sistema de mercados creadores de
precios… el comportamiento de los participantes debe llevar a establecer un precio que sea
tan favorable como posible para cada uno de ellos” (Polanyi, 2008, p. 63, nuestra
traducción). Se profundiza cuando no se trocan excedentes fortuitos sino que se produce
sistemáticamente para la venta.
VI. Principios de coordinación. Forma de integración que implica acuerdos sociales relativos a la
producción, distribución, circulación y consumo de las diversas formas de riqueza en un sistema
de división complejo de social del trabajo, con dos modalidades principales:
Una cuestión fundamental que sin duda surge del análisis de las sociedades y economías empíricas
es la relativa al efecto que tienen sobre la integración social de la producción los diversos estadios
de la tecnología, el desarrollo de los medios de trabajo, las escalas de uso de recursos y de
ampliación de mercados que requiere el capital, así como el desarrollo asociado de las
posibilidades de cálculo, etc. (Polanyi destaca las consecuencias de la introducción acelerada del
maquinismo).
Las variaciones en la articulación de estos principios por acción de la política y la cultura generarán
una integración social distinta de los procesos de producción, distribución, circulación y consumo.
Sin duda que la concreción de las combinaciones formalmente lógicas de los principios están
sujetas a restricciones derivadas de la lógica de las relaciones materiales y sociales en cada sociedad
o, en términos de Marx, en el modo de producción dominante, como indicaba en la Introducción del
57 al afirmar que se da un movimiento mediador entre el consumo y la producción y a la inversa. O
26
Para una discusión sobre los deseos ver Caillé, “Sobre los conceptos de economía en general y de economía solidaria
en particular”, en Coraggio, 2009.
9
que “…la producción, la distribución, el intercambio y el consumo […] constituyen las
articulaciones de una totalidad, diferenciaciones dentro de una misma unidad.” (Marx, 1971, p.
21)27
Cabrá analizar y sopesar con mayor precisión estos nuevos principios que estamos proponiendo.
Aquí sólo queremos dejar sentado a nivel más general que la propuesta de Polanyi es incompleta
para caracterizar los modos de integración de la economía a la sociedad y que no puede ser una
alternativa completa a la teoría de Karl Marx del Modo de Producción (incluido el mercado
capitalista) como totalidad dialéctica. Y a nivel más concreto, vinculado al objetivo específico de
este trabajo, dejamos señalado que al intentar identificar los principios económicos que subyacen a
las prácticas de la economía social y solidaria no podemos limitarnos a los de circulación. En el
futuro habrá que contemplar complejidades adicionales de esta cuestión: las economías no son
“económicas” en el sentido de la teoría económica formal, sino que son objetos concretos
multivariados como indica la teoría económica sustantiva y deja pensar Marx al referirse a lo
concreto como síntesis de múltiples determinaciones. Por tanto, las prácticas concretas que
denominamos “económicas” pueden incluir dimensiones usualmente clasificadas como culturales,
religiosas, lazos de parentesco o comunitarios, políticas, de aprendizaje, etc.
Finalmente, si bien el diagrama anterior indica que hay una correspondencia entre los tipos ideales
de principios éticos, principios económicos, instituciones y prácticas, en la sociedad real las
prácticas intencionadas concretas pueden ser contradictorias entre sí, en cuanto al sentido práctico
y/o ético que les asignan diversos actores sociales, pero también por las diversas costumbres
históricamente consolidadas que conviven en una sociedad multicultural.28 Diversas
institucionalizaciones pueden coexistir en la misma sociedad o implicar contradicciones que se
manifiestan como conflictos sociales. El análisis de una economía concreta no puede eludir la
identificación, explicación y comprensión de la conflictualidad social.29
Cuando el principio de mercado es el que organiza los procesos de intercambio entre individuos,
grupos, comunidades o países, para orientar y encarnar las prácticas de compra-venta se requiere la
mediación de instituciones y sus bases materiales, como los lugares físicos o virtuales establecidos
de agregación de oferta y demanda, el dinero de curso legal, los sistemas de comunicación
especializada entre los actores económicos, un sistema jurídico que regule las formas de
apropiación de la riqueza y los contratos, la aceptación social de la propiedad privada y en
particular el tratamiento como mercancías de la tierra, del trabajo y del dinero (sujetas por tanto a
las leyes de la oferta y la demanda, estableciéndose así sus “precios” de equilibrio: renta, salario,
interés) sin todo lo cual no operaría la ley de formación del conjunto de los precios.
27
Aquí hay una diferencia de método entre Marx y Polanyi. Todo indica que Polanyi no apreciaba la hipótesis de que la
sociedad moderna capitalista es una totalidad dialéctica sujeta a leyes que ponen límites a las combinaciones de los
principios.
28
Por ejemplo, se puede participar en el mercado para maximizar la ganancia individual, justificado por el principio de
la acción individual utilitarista y socialmente irresponsable, o participar de una red de comercio justo para desarrollar
lazos sociales no mercantilistas, justificado por el principio de la reproducción y desarrollo de una vida digna para
todos.
29
Una dada institucionalización de un conjunto de prácticas, incluso bajo un mismo principio, puede pautar el manejo
de los conflictos mismos, como es el caso de los conflictos entre trabajadores y patrones, el reconocimiento de las
organizaciones de cada parte, o los tiempos y parámetros de las negociaciones. Otros conflictos surgen de prácticas que
responden a principios que están vigentes pero en confrontación. Por ejemplo algunos comportamientos
institucionalizados (como la disposición de residuos según valores de irresponsabilidad en materia de contaminación
ambiental) pueden estar en contradicción con los correctos según el principio ético de reproducción de la vida, que
exige el cuidado de equilibrios en el metabolismo socio-natural.
10
Los comportamientos de los actores son pautados por esas instituciones pero los hábitos
generalmente se incorporan a través del aprendizaje sobre la eficacia y los resultados de las diversas
prácticas con propósito económico, como ganar dinero, o acceder a bienes útiles para resolver las
necesidades. Buena parte de la internalización de las pautas opera por los fracasos o aciertos, o bien
por la imitación de los comportamientos que resultan eficaces. La competencia en el mercado opera
como disuasor de prácticas benévolas o solidarias con el otro. Y el aprendizaje va decantando reglas
establecidas de acción que pueden volverse costumbre, así como valores morales que orientan las
decisiones. También se dan situaciones de prácticas monopólicas u oligopólicas, donde tanto los
comportamientos interesados como las regulaciones estatales están pautados. El juego de fuerzas
contrapuestas que se configuran en un campo desigual puede llevar a una u otra
institucionalización jurídica con fuerza de ley, etc. etc.
Cuando se lo pretende entronizar como “el” principio económico que organiza todas las prácticas
económicas, el mercado conlleva la legitimación formal o el sentido común legitimador de un
sistema de prácticas económicas que se funda en una ética de la libertad de iniciativa individual
irrestricta (libertad negativa) y por tanto irresponsable por los demás o por la naturaleza. A tal
libertad de acción para conseguir objetivos económicos individuales corresponde la libertad de
empresa y la garantía absoluta de la propiedad privada.
Cuando impera el principio del mercado -que es donde se encuentran, compiten y se coordinan
mecánicamente las múltiples iniciativas individuales- la reproducción dinámica de la economía
plantea un deber ser. Entre otras cosas: la ilimitación de la utilidad buscada por cada individuo (sea
mediante la acumulación de riqueza sin límites o el consumo sin límites) y del crecimiento de la
riqueza global;30 es decir su reinversión; la legitimidad social de las prácticas de competencia antes
que de cooperación; la naturalización del egocentrismo, y su consecuente irresponsabilidad (no hay
que reparar en –ni siquiera conocer y estimar- los daños o beneficios ocasionados a otros o a la
naturaleza por las acciones motivadas por la acción utilitarista). Un componente de este sistema
institucional centrado en el mercado es que el consumo debe ser decisión individual y librado a las
preferencias o al cálculo subjetivo de utilidad que hacen los consumidores, sin límites tanto al deseo
como a su libre albedrío tanto en cuanto a qué consumir y cuánto consumir dentro de las
restricciones de medios de cada uno como en cuanto a la irresponsabilidad por los efectos no
deseados de su modo de consumo. No es que el mercado no tenga ética, sino que hay una ética, la
ética del mercado.
30
El crecimiento requiere la acumulación de excedente, principalmente privada pero también pública para garantizar las
condiciones generales de la producción como un todo.
31
Kovarik la define como “una suma de extorsiones urbanas que operan articulando el desgaste y la sub-utilización de
la fuerza de trabajo en función de la acumulación privada de capital”, ver Kovarik, 1980.
11
Si vamos a las sociedades concretas, ese tipo ideal de institucionalización de los procesos
económicos es un proyecto, representa una corriente de pensamiento, orientada por el principio de
mercado como único principio organizador de la economía (“economía”=economía de mercado),
para cuya justificación se pretende usar la utopía del mercado perfecto. Pero ese proyecto es
confrontado por otros proyectos de sistemas alternativos que proponen ampliar el alcance de la
institucionalización de otras prácticas que suponen otros principios. Por ejemplo, en el campo de
prácticas económicas de toda economía real se encuentran comportamientos de reciprocidad o de
producción para el propio sustento que no responden a las instituciones del mercado y que, sin
embargo, son recurrentes en espacios limitados, procesando de otra manera la producción, la
distribución, la circulación y el consumo en sociedad. Para el programa neoliberal, todas esas
prácticas que se alejan de su utopía de mercado son irracionales y deben ser desalentadas o
reprimidas. Pero existen, se conservan y se extienden.
No hay, por tanto, un sistema de principios, instituciones y prácticas coherentes que dé cuenta del
conjunto de la economía de una sociedad. Ese es el punto de partida real y conceptual.
El primer significado, cuyas especificidades dependerán de cada cultura concreta en cada momento
concreto, puede seguramente encontrar referentes reales más o menos cercanos al tipo ideal que
propone, pero lo que hoy predomina en el mundo globalizado es la existencia o, peor, la tendencia a
generalizar, un sistema capitalista de mercado que se aleja de ese concepto.
32
Este puede ser un sentido de la declaración de la Constitución Ecuatoriana cuando dice en su artículo Art. 281.”El
sistema económico es social y solidario; reconoce al ser humano como sujeto y fin; propende a una relación dinámica y
equilibrada entre sociedad, Estado y mercado, en armonía con la naturaleza; y tiene por objetivo garantizar la
producción y reproducción de las condiciones materiales e inmateriales que posibiliten el buen vivir.”
33
En este sentido, la afirmación de Constitución del Ecuador sólo puede interpretarse como un proyecto de
transformación de un sistema que no es solidario y que tiende a desencastrarse de la sociedad y de la política. Para
responder a la segura acusación de voluntarismo por parte de los “realistas” estatus-quoistas, es importante recordar que
la economía capitalista actual no es resultado de una evolución natural y necesaria sino que es una construcción que se
fue dando a través de acciones conscientes durante los dos últimos siglos (Polanyi, 2003). Y que nuestras economías
periféricas actuales son resultado de 30 años de eficaz reinstitucionalización voluntarista neoliberal impuesta a sangre y
fuego a nuestras sociedades. Por nuestra parte “entendemos como Economía Social no tanto una realidad existente que
se reproduce sobre sus propias bases o en articulación estructural relativamente autónoma con el resto del sistema
económico, sino una propuesta transicional de prácticas económicas de acción transformadora, concientes de la
sociedad que quieren generar desde el interior de la economía mixta actualmente existente, en dirección a otra
economía, otro sistema socioeconómico, organizado por el principio de la reproducción ampliada de la vida de todos los
ciudadanos-trabajadores, en contraposición con el principio de la acumulación de capital (que requirió e instituyó como
“naturales” instituciones tales como la propiedad privada y la cosificación y mercantilización de la fuerza de trabajo, de
la tierra y del dinero, procesos que deberían ser al menos resignificados).” (Coraggio, 2008, p. 37)
12
En cuanto al segundo significado que es el que motiva este trabajo, es un proyecto sociopolítico y
cultural de transformación que propone nuevas prácticas conducentes y refuerza su
institucionalización en pugna con el sistema institucional propio de una economía dominada por el
principio de mercado. A la vez, por la misma dinámica de los procesos de transformación social,
debe apoyarse en prácticas e instituciones ya existentes que están en los márgenes del principio de
mercado total o que responden al menos a una pluralidad de principios económicos (incluido el de
mercado, pero que en el contexto de los otros ya no es total) todo ello enmarcado por el principio
ético de la reproducción ampliada de la vida de todos.34
En esta línea, vamos a intentar delinear cuáles son (con potencial de generalización al conjunto de
la economía) algunos de los principios que fundamentan y distinguen las prácticas de ESS, y
algunas de las contradicciones que las cruzan en un periodo de transición a Otra Economía.
Algunos principios económicos que orientan las prácticas de economía social y solidaria
Relativos a la producción
34
Para una fundamentación de la objetividad de este principio, ver Franz Hinkelammert y Henry Mora (2009).
35
Si nos quedamos al nivel de caracterización positiva, el análisis crítico de una sociedad que absolutiza el principio de
mercado autorregulado concluye en que tal sociedad será destruida, por su degradación de las dos fuentes de la riqueza:
el factor humano y la naturaleza. Aquí, Polanyi se une a la predicción e Marx y no sólo anticipa una ley general del
doble movimiento por el cual la sociedad se defenderá de esa amenaza, sino que asume valores y propone acciones (la
sociedad debe autoprotegerse del mercado autorregulado) como las que llevaron al Estado de Bienestar. (Polanyi, 2003,
cap XI y siguientes)
36
En esto sería de poca ayuda recurrir a la vieja dicotomía entre “reforma” y “revolución”.
37
No entraremos aquí a analizar la realidad de que existen diversas corrientes de concepción y acción bajo el título de
ESS y que los principios enunciados pueden dar lugar a prácticas divergentes (un caso evidente es el del microcrédito,
otro es el de la sobrevaloración de la inserción en el mercado por sobre el autoabastecimiento). Tampoco vamos a
incluir aquí otros principios o interpretaciones de los mismos que consideramos deben ser incluidos en un proyecto
estratégico de ESS.
13
diversas formas de conocimiento y saber que le fueran alienadas por el desarrollo de la
relación asimétrica capital/trabajo.
3. Acceso de los trabajadores a medios de producción. Esto implica desde la defensa de
condiciones previas de producción y de vida (como el caso de los territorios indígenas),
la recuperación de empresas que el capital desecha despidiendo a sus trabajadores o la
redistribución de tierras privadas o públicas. En una economía monetaria esto incluye el
acceso a subsidios iniciales o al crédito, así como la exención de tasas e impuestos.
4. Cooperación solidaria. Es la principal forma de integración social del sistema de
producción. La competencia debe estar subordinada a este principio, evitando
especialmente sus formas violentas que destruyen la vida y amenazan la convivencia
pacífica. Se favorecen formas de complementariedad productiva y en todo caso las de
competencia cooperativa.
5. Autogestión colectiva de las condiciones generales de la producción y la
reproducción. Más allá de los procesos productivos particulares, implica la
propiedad/control y gestión colectiva de infraestructuras, hábitat construidos o
naturales, moneda, etc.
6. Producción socialmente responsable. Cuidado de la calidad de los productos y la
selección de las tecnologías, tanto en lo relativo a la satisfacción adecuada de las
necesidades de los consumidores como a los efectos del proceso de producción sobre el
medio ambiente. Cuidado de la biodiversidad. No extractivismo.
Relativos a la Circulación
14
personalización de las relaciones entre productores y consumidores. Reducción de los
costos de intermediación.
14. El dinero no crea dinero (usura). El dinero como medio y no como fin. Monedas
sociales como creadoras de tejido social local.
Relativos a la Coordinación38
15. Comunidad. Privilegio de la concertación y la complementariedad según costumbres o
programada, dentro de comunidades preexistentes o resultantes de la libre asociación y
relaciones de proximidad.
16. Mercado regulado desde formas políticas o de organización social; control de las
tendencias destructivas del mercado, control de la explotación por parte de los
intermediarios, favoreciendo formas de articulación directa de prosumidores,
desmercantilización del trabajo, la naturaleza y el dinero.
17. Planificación. Coordinación democrática de las iniciativas, previsión y control de
efectos no deseados, coordinación y organización conjunta de actividades (evitar
fragmentación y competencia innecesarias, abastecimiento y/o comercialización
conjunta, desde lo local hacia los niveles de mayor complejidad.
Relativos al consumo
Transversales
Es preciso tener presente el sentido posible de estas prácticas, si bien muchos actores y promotores
no le dan ese alcance: se trata de avanzar hacia el desarrollo de economías integradas en la
sociedad sobre la base de relaciones de solidaridad, de justicia, de igualdad, orientadas por el
paradigma del Buen Vivir o el Vivir Bien. Recordemos también que, dado el punto de partida, esto
supone grandes transformaciones y, por tanto la articulación del plano económico con el cultural y
el político.
38
Estos principios generalmente no han sido desarrollados en las prácticas de base de la ESS, donde predomina la
acción fragmentaria y microsocial.
15
Principios, prácticas y contradicciones. El papel de la política.
No todos estos principios son seguidos por todas las prácticas que se realizan en nombre de una
economía social y solidaria, integradora de la sociedad y que incorpora algún nivel de solidaridad
en las relaciones. Y el sentido común legitimador del sistema capitalista imperante puede hacer que
muchos actores de base y promotores de la ESS vean muchos de esos principios como ajenos a sus
propósitos, ingenuos o limitantes de la libertad de luchar por lo propio o de procurar la integración
al sistema de los excluidos. Avanzar en ese campo de contradicciones es tarea política.
Por otro lado, en tanto no se pretenda absolutizar alguno de ellos ni pretender su instalación
inmediata en las prácticas, los principios enunciados o una parte de ellos pueden ser lógica y
prácticamente consistentes, reforzándose o resignificándose mutuamente. Así, una sociedad
solidaria puede utilizar mecanismos de mercado para organizar los intercambios de muchos bienes
y servicios. O el mercado puede limitar la solidaridad a cálculos funcionales utilitaristas (nosotros
cooperamos para triunfar en la competencia con los otros). La libertad de iniciativa puede
articularse positivamente con niveles y alcances significativos de la planificación. La diversidad no
es incompatible con el aprendizaje y el mimetismo que van ampliando la adopción voluntaria de
ciertas formas. La no explotación económica puede lograrse más rápidamente si se articula con
palucha contra la discriminación de género, étnica o generacional. Ni la justicia ni el grado de
redistribución pueden estar matemáticamente prescriptos, sino que serán materia de deliberación y
divergencias que deben saldarse democráticamente. La democracia misma, ya sabemos, es una idea
límite frenada por la desigualdad subsistente de recursos o conocimientos, y su institucionalización
cambia con las culturas.
Sin llegar a ese punto, dadas las diferencias culturales y en las condiciones materiales de partida en
cada sociedad, y la necesaria (y muchas veces valiosa) ambigüedad en las teorías e interpretaciones
de un mismo principio o conjunto de principios y del significado de las prácticas
institucionalizadas, los mismos enunciados de principios pueden ser congruentes con una variedad
de instituciones, y por tanto de prácticas generalizadas. Esto puede dar lugar a la valoración de la
diferencia y la experimentación responsable, o a disputas en nombre de la “verdadera”
interpretación de los principios económicos y su relación con los principios éticos, por un lado, y
con las instituciones por el otro (como puede ocurrir con la absolutización de la cooperativa como
forma de la solidaridad), lo que aparecerá como una contradicción y conflictos entre los sujetos que
asumen unos u otros principios como no negociables.
Si nos salimos de la discusión sobre la verdadera naturaleza de los seres humanos (homo
economicus u homo reciprocans?), en la realidad hay personas, grupos y sociedades donde puede
predominar una u otra inclinación, y la interdependencia lleva a contraponer, debatir, buscar
acuerdos o disputar democráticamente la hegemonía de uno u otro presupuesto ontológico o sus
correspondientes principios éticos. O, como propone Hinkelammert, se puede pretender zanjar la
cuestión de acuerdo a las reglas de la ciencia positiva (sin defender la vida, finalmente no habrá
libertades individuales posibles).
16
Más arriba dijimos que los principios no negociables son los éticos, pero hasta un mismo principio
ético puede ser interpretado de diferentes maneras, una vez bajado al nivel de orientador de
acciones concretas en situaciones concretas, eventualmente institucionalizables. El principio de
reproducción y desarrollo de la vida puede dar lugar a conflictos entre quienes dan prioridad a la
vida humana y quienes priorizan la naturaleza externa. En ocasiones la contradicción se debe a la
divergencia entre teorías de la realidad (qué efectos sobre los ecosistemas tiene tal o cual práctica
productiva), en otras a las opciones que plantea la empiria en un momento dado (si el desarrollo
requiere inversiones y excedente económico, ¿es posible algún grado temporal de extractivismo o
su negación es un principio innegociable?). En muchos de estos casos la tarea es buscar y mostrar
que se trata de una falsa opción, que hay una coherencia posible en el tiempo y el espacio pero que
debe ser construida, acordada y planificada y eso requiere un pensamiento y un accionar estratégico
que encuadre la sucesión o la trama simultánea de resoluciones inmediatas de los problemas
inmediatos.39
El Microcrédito. Ante la injusticia de la exclusión que hace el sistema crediticio de las mayorías se
desarrollan metodologías de ahorro y crédito basadas en la solidaridad entre los participantes de
núcleos de receptores de crédito. Los fondos utilizados para poner en marcha esos mecanismos
deben ser mantenidos o aumentados para incorporar otros beneficiarios. El trabajo voluntario no
alcanza y es necesario remunerar a los promotores. Aparece la cuestión del interés. El “costo” de
sostener el sistema puede implicar tasas usurarias del 100 %. Los fondos de inversión filantrópica
racionalizan el interés diciendo que si los receptores de crédito no pueden generar un excedente
entonces las actividades que se generan estarán subsidiadas de por vida y por lo tanto el trabajo no
es “genuino”.
El emprendedorismo mercantil y los criterios de sostenibilidad. Hay una tendencia a centrar las
acciones de ESS en la formación y consolidación de emprendimientos de producción de bienes,
servicios o comercialización para el mercado. La institucionalización de esas prácticas en la forma
conocida domo “incubadoras”, o la institucionalización del microcrédito para la producción
atestiguan esa tendencia. Esto va acompañado de la tendencia a aplicar a dichos emprendimientos –
individuales, familiares, comunitarios o libremente asociativos- los criterios propios de la empresa
de capital. Deben contabilizarse todos los costos, los que implican gasto de dinero y los que no
(imputación del alquiler de la propia casa y sus servicios si se utiliza como lugar de producción o
venta, del salario del propio trabajo, de los intereses del ahorro invertido, amortizar los medios fijos
de producción, etc.). Y obtener una “ganancia” por encima de esa inversión. Caso contrario,
nuevamente, la actividad no es eficiente ni logra el objetivo de una genuina integración al mercado.
Pero la economía popular viene mostrando que, con otros criterios microeconómicos (un saldo
monetario positivo, bajos costos de oportunidad respecto al trabajos asalariado en caso de existir
esa opción), mejora su situación de vida en base a emprendimientos considerados no eficientes
siguiendo la racionalidad del costo beneficio de la inversión de capital. Como parte de esta
discrepancia, por un lado se pretende separar analítica y realmente la “empresa” de la unidad
39
Esto se hace particularmente claro cuando pensamos en términos de cambios sistémicos. Usualmente los actores de
la ESS se limitan a la acción a nivel microsocial o, en pocos casos, mesosocial. La economía social sería una práctica
contrarrestante de la economía “oficial”. Pero si pensamos en avanzar con la solidaridad a nivel sistémico, como cuando
un gobierno de orientación popular incorpora la visión de la ESS, surgen nuevas dimensiones y opciones, como cuál
será la política fiscal y de producción de servicios públicos más adecuada, o lo mismo respecto a la política de comercio
exterior, a la financiera, a las sectoriales, a la de ciencia y técnica, etc. Asumir estos niveles implica otras incursiones
teóricas (poco exploradas por las teorías de la ESS) para diagnosticar sobre la naturaleza y funcionamiento de los
mecanismos económicos y anticipar los efectos de intervenciones macroeconómicas. Sin embargo, en este trabajo nos
estamos limitando a las opciones de acción a nivel micro o mesosocial.
17
doméstica, imponiendo la mercantilización por sobre la autosuficiencia, cuando los hogares y
comunidades combinan ambos principios con eficacia.
El comercio justo. Iniciado como una regulación voluntaria de los precios de mercado entre grupos
con distinta condición económica (“del Norte y del Sur”), incorporando criterios de justicia sino de
calidad de los procesos y productos (preservación de comunidades, de ecosistemas, no
discriminación, etc.), al procurar expandirse va incorporando criterios propios de la competencia de
mercado (costos y precios, certificación de la calidad y consecuentes generación de estructuras
jerárquicas, homogeneidad y continuidad de abastecimiento de los productos, etc.), y poco a poco se
va convirtiendo en negocio, y hoy los grandes supermercados tienen en sus góndolas productos de
comercio justo con todas las consecuencias de la subordinación de la justicia al criterio de
rentabilidad del capital.
El consumo responsable: Aquí se abre un espacio fundamental de debate en cada cultura. ¿Qué y
cuánto es lo necesario o lo suficiente? ¿Qué relación hay entre necesidad y deseo, entre Buen Vivir
y proyectos particulares de buena vida? ¿Cómo, prácticamente se limita el consumo de unos para
asegurar la vida digna de otros? ¿En base a la solidaridad impuesta por el Estado como fue el caso
de la Cuba Socialista? ¿En base a una larga lucha cultural? ¿Cómo se encarna el principio de libre
iniciativa y creatividad separado de la lógica de los incentivos materiales? ¿Cómo se compatibiliza
la espontaneidad del consumidor con las ocultas restricciones a la libertad que resultan de la
producción y el mercado capitalista o con la afirmación política de qué es “verdaderamente “
necesario? ¿Cómo superar el individualismo posesivo y desarrollar formas colectivas y
democráticas de definición y resolución de las necesidades?
Para ponerlo en los términos de Hinkelammert y Mora: “¿Qué mediaciones es necesario hacer entre
las luchas cotidianas y los planteamientos utópicos? ¿Qué opciones son posibles de desarrollar en la
América Latina actual, donde las crisis de representación y legitimidad del sistema suelen abrir
espacios para propuestas mesiánicas y/o autocráticas? […] nuestra pretensión es erigir algunas
mediaciones entre lo que llamaremos la utopía necesaria, el proyecto alternativo, la estrategia
política de cambio y las luchas diarias y puntuales por las alternativas frente a los principales
problemas económicos y sociales que agobian a los países latinoamericanos y, en especial a los
sectores más explotados y excluidos de la población.”
En esto, aunque hay que evitar caer en la confusión entre la política (politics) y las políticas
(policies), parece necesario tejer algunas mediaciones entre los principios que orientan las prácticas
de base de la ESS y el diseño y gestión de las políticas públicas. Lo que sigue propone algunas
concepciones elementales para no ver la economía como una pura economía de mercado, lo que
limitaría las políticas a lograr la inserción como trabajadores como asalariados o productores
autónomos de mercancías y, por otro lado, algunos principios de diseño e implementación acordes
con los principios éticos y económicos de la ESS.
Para contribuir a plantear un debate sobre esta cuestión propondremos algunos presupuestos y
principios que consideramos deberían asumirse desde el Estado.
41
La Constitución del Ecuador en su artículo 283. (…) enumera las formas de organización de la economía “El sistema
económico se integrará por las formas de organización económica pública, privada, mixta, popular y solidaria, y las
demás que la Constitución determine. La economía popular y solidaria se regulará de acuerdo con la ley e incluirá a los
sectores cooperativistas, asociativos y comunitarios.” Esta formulación no distingue entre la economía popular
solidaria y la más amplia economía popular (la actualmente existente), pero para pensar las políticas públicas es
indispensable hacer la diferencia, pues se trata de avanzar hacia un sistema económico social y solidario trabajando con
la economía popular para ampliar sus formas solidarias.
42
Es generalizado usar el término “economía popular” para designar el conjunto magmático de emprendimientos
mercantiles también llamados “informales”, lo que lleva a ver ese sector como ineficiente, atrasado, descapitalizado,
ilegal, pobre, irracional, etc. Caracterización que surge de compararlos con una empresa de capital.
19
potencial o intención solidaria. Es vital la inducción de formas solidarias de tercer
grado.
c. Los programas de transferencias de ingreso o de seguridad social siguiendo el
principio de redistribución no son políticas alternativas a la de desarrollo de una
Economía Popular y Solidaria (EPS), sino componentes fundamentales de esta
política.
d. Los programas de transferencia monetaria vinculados al desarrollo de
emprendimientos mercantiles no deben dar de baja automáticamente a los
“beneficiarios” en cuanto sus emprendimientos superan la línea de pobreza o en
cuanto parecen haber alcanzado un nivel de sustentabilidad; esto se justifica dada la
alta vulnerabilidad de esos emprendimientos y la tendencia a bajar costos monetarios
bajando los niveles de vida de sus trabajadores, así como las estadísticas disponibles
de tiempos relativamente prolongados de incubación exitosa.
4. La Economía Pública es el principal nivel institucional para captar recursos con fuerza de
ley y aplicar el principio de redistribución, que debe incluir transferencias monetarias y la
producción y acceso a bienes públicos de calidad, distribuidos en base a derechos.
5. La Economía Empresarial, sujeta al principio de mercado debe ser inducida a tener grados
crecientes de solidaridad bajo la forma de efectiva responsabilidad social: aportar con sus
impuestos, minimizar la exclusión social por despidos o trabajo en negro o bajos salarios,
así como la expoliación de los ecosistemas, apoyar los proyectos de desarrollo de la EPS,
superar la manipulación simbólica (marketing social). Su contribución directa a los
programas de EPS es importante para ganar una mayor legitimidad social de dichos
programas. Sin embargo, debe evitarse el aprovechamiento por parte de las empresas de los
programas o de sus efectos, evitando por ejemplo que el microcrédito se convierta en
negocio, u orientando el nuevo poder de compra hacia las organizaciones de la misma EPS.
9. Dada la naturaleza de los objetivos y actores (a devenir sujetos) de esta estrategia, su estilo
de acción debe ser efectivamente participativo, generando espacios públicos que convoquen
con legitimidad y generen confianza en el sentido y la sostenibilidad de las políticas y
programas para la EPS. Un requisito muy importante es la formación de los funcionarios,
tanto en la comprensión de la fundamentación y contenidos de la estrategia de desarrollo de
la EPS en el contexto más amplio del desarrollo de un sistema de ESS, sino en cuanto a sus
disposiciones y capacidades para una gestión participativa.
20
10. La política de desarrollo de una EPS no tiene formas institucionales prototípicas fijas (como
las cooperativas), sino que debe estar abierta a la diversidad cultural, la reafirmación o re-
significación de formas tradicionales (como las comunidades) o la emergencia de nuevas
formas (como las redes). La legislación debe reflejar esta apertura respecto a un proceso
abierto a la innovación y no tipificar e institucionalizar demasiado pronto las nuevas formas
ni avanzar con la modernización de las que han sobrevivido por siglos (como las formas de
patrimonio y usufructo)
15. Como política contextual para diferenciar los valores de la EPS es necesario reconocer y
valorar la producción y el consumo responsable a todos los niveles.
16. La política pública debe contribuir a constituir sujetos pasando de la categoría de agentes a
la de actores con márgenes de libertad de iniciativa, capaces de tensionar las instituciones
rígidas y adversas al cambio.
V. Consideraciones finales
La urgente necesidad de mejorar las posibilidades de reproducción digna de la vida de los y las
trabajadoras de la economía popular ha generado o legitimado políticas públicas bajo el título de
Economía Social, Solidaria o Social y Solidaria. Esto se manifiesta como nuevas prácticas desde la
sociedad civil o desde el Estado, en muchos casos limitadas por la urgencia, suturadas a la
necesidad de dar respuesta inmediata a las catástrofes que ha generado la globalización neoliberal,
21
en otros meramente dirigidas a lograr gobernabilidad en una sociedad de mercado con niveles
masivos de exclusión y empobrecimiento.
Por lo pronto, no puede avanzarse hacia un nuevo sistema económico sin un amplio y dinámico
subsistema de economía popular solidaria, pero esto implica no saltar el paso previo de reconocer la
economía popular no solidaria que es propia de un sistema capitalista y que constituye el piso
empírico de esa construcción. Tampoco puede consolidarse tal subsistema si no se proponen
transformaciones sistémicas más amplias del sistema económico. En particular, consideramos que
no es posible desarrollar un sector solidario en un sistema básicamente regido por las reglas del
mercado capitalista, regulado o no, lo que hace necesario no ya la mera reinserción en un mercado
que excluye sino la rearticulación del principio de mercado con los principios característicos de la
ESS.
Por otra parte, dado el carácter de la nueva cuestión social, las prácticas privadas y públicas que
intentan dar respuesta a las necesidades de los sectores populares no pueden ya desligarse del
proyecto de desarrollar formas económicas solidarias como condición de eficacia para encarar dicha
cuestión. Pero ante la limitación del criterio funcionalista (sin meterse con la producción con un
programa que incluye el asociativismo y la cooperación no es factible resolver las necesidades de
las víctimas extremas del sistema económico actual), debe agregarse el principio ético de que el
sistema económico debe generar las bases materiales para la resolución digna de las necesidades y
deseos legítimos de todos, lo que requiere más que acertadas políticas públicas. Requiere una
redefinición de lo político, de la democracia, de la participación.43
Los avances en esa dirección requieren nuevas prácticas o la expansión de otras ya existentes que
sean acordes con el principio ético propuesto. Sin embargo, como intentamos mostrar, queda un
amplio margen para concretar esas prácticas pero también para acordar entre sus actores sobre el
carácter compensador o alternativo de las mismas ante las prácticas privadas y públicas que tienen a
reproducir el sistema excluyente. Esto hace más difícil dado el sistema de instituciones y el sentido
común que pauta esas viejas prácticas. Aún más, en nombre de la Economía Social, Solidaria, o
Social y Solidaria pueden desarrollarse prácticas que, descontextualizadas, sigan reforzando el
sistema de exclusión. Un ejemplo de esto es el énfasis que se viene dando en América Latina a la
promoción de microemprendimientos asociativos (a pesar de que tenemos algunas décadas de
ineficaces programas de empleo e ingreso y de promoción de las microempresas), y a sus
instrumentos usuales: breve capacitación, información y microcrédito y a sus criterios empresariales
de sostenibilidad. Las dificultades se hacen evidentes cuando, por ejemplo, vemos coexistir el
microcrédito como negocio con el subsidiado a tasa cero, y se mantiene el aislamiento de los
emprendimientos así generados.
43
Sobre esto puede verse: J.L.Coraggio, “¿Es posible otra economía sin (otra) política? Incluido en este volumen.
22
Las prácticas orientadas a superar la exclusión del mercado de trabajo mediante la inclusión en ese
mismo mercado excluyente son, por lo menos, contradictorias, y claramente ineficaces en ausencia
de una estrategia de transformación del mercado mismo. Un paso fundamental en ese sentido es la
crítica a la institucionalización del trabajo bajo la forma excluyente de trabajo mercantil (asalariado
o autónomo) lo que requiere ampliar su concepto (incorporando el trabajo no mercantil, como es el
caso de la producción para el propio consumo) y disputar el sentido del término “trabajo digno”.
Igualmente, las transferencias monetarias o de recursos suelen ser vistas incluso por los activistas
de la ESS como solidaridad asimétrica y por tanto generadora de dependencia clientelar, y no como
un instrumento coyuntural inevitable para avanzar hacia una mayor justicia social y, además,
imprescindible en una política sostenida de desarrollo de nuevas formas de distribución y
organización social de los recursos productivos.
Otro problema es el eficientismo, que ve a las transferencias monetarias meramente como una
forma costo-efectiva de la gerencia social, sin reparar en qué relaciones se generan y en qué
procesos (de gobernabilidad o de transformación) se inscriben para interpretar su sentido.
Recordemos los estragos que ha hecho en la región la metodología neoliberal del acceso a la
educación mediante la distribución de cupones y la creación de un mercado de servicios educativos.
En el mismo sentido va el criterio de evitar procesos participativos porque “ya sabemos lo que hay
que hacer y es urgente hacerlo”, lo que impide el desarrollo de las capacidades autónomas de los
ciudadanos y sus comunidades y el control de las políticas públicas.
En esto juega un papel de ocultamiento la visión del Estado como una fuerza externa a la economía,
que interviene para apoyar o desarrollar un sector solidario, y no como parte de la economía y por
tanto con posibilidad de integrarse a la economía solidaria a través de sus recursos pero también de
la calidad de sus relaciones.
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