La Psicología en Los Servicios Sociales PDF
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RESUMEN
PALABRAS CLAVE
1. INTRODUCCION
RESUMEN
Los Servicios Sociales se entienden como uno de los instrumentos de la política social
que el Estado desarrolla para garantizar el derecho al bienestar social de todos los
ciudadanos. En este contexto, la Psicología como disciplina científica y herramienta
técnica, se ha incorporado al desarrollo de los Servicios Sociales, configurándose como
fundamentales sus aportaciones, junto con las provenientes de otras disciplinas y
profesiones.
PALABRAS CLAVE
1. INTRODUCCION
El Estado, desde las distintas administraciones, tiene por objetivo que las
desigualdades surgidas de las diferencias de medios de disposición particular de cada
ciudadano afecten lo menos posible a la calidad de vida y a la seguridad respecto a
unas necesidades básicas. En el Programa Europeo de Desarrollo Social son definidos
como "el conjunto de servicios necesarios para ayudar a los grupos sociales y a las
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Las normas legislativas en las que se desarrollan indican la dirección que toma la
iniciativa pública a la hora de atender las necesidades y procurar la protección del
individuo. Dentro de estas dos ideas se contemplan no sólo las necesidades
materiales perentorias o las situaciones de riesgo sino la mejora de la calidad de vida
y la generalización del bienestar básico a todos los ciudadanos.
Esta evolución se ha visto influida por la constante reformulación que tienen las
necesidades sociales y los mecanismos de respuesta de las mismas, lo que ha llevado
a D. Casado a señalar que "planteado el asunto más radicalmente, hay que decir que
los Servicios Sociales como todo lo social, no son elementos males estables, ni
siquiera en una determinada cultura o civilización. La realidad social es inestable
hasta en sus estructuras básicas, y con ellas cambian las necesidades humanas y las
respuestas culturales a las mismas".
servicio. Tiene además otra peculiaridad, y es que puede ser un objetivo añadido a las
otras dos intervenciones y, nos atrevemos a añadir, el que le da una dimensión
diferente a la intervención social. Tiene la peculiaridad de que esta intervención no
está centrada necesariamente en la solución de problemas por parte de la institución,
sino que busca incidir en las conductas de los individuos para conseguir que ejerzan
un papel activo en la solución de sus propios problemas, participen en la vida social y
que, en definitiva, ejerzan un control de su medio para que, en un futuro, los
Servicios Sociales sean subsidiarios de la sociedad y apoyen sus iniciativas.
Por otro lado, los Servicios Sociales comunitarios, estrellas en el momento actual en
cuanto a creación de puestos de trabajo se refiere, no se han plasmado todo lo que
sería oportuno debido a que, en este Congreso, se les ha reservado una conferencia
específica. Otro tanto ocurre con los Servicios Sociales especializados dirigidos a
drogodependientes que, además, cuentan con otra conferencia en el área de
psicología y profesión, como ejemplo de rápida y consistente introducción de la
psicología en un sector profesional.
De todas las áreas de intervención del psicólogo en los Servicios Sociales destaca, sin
duda alguna, por su consolidación histórica y por el número de colegas que trabajan,
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Atención básica
Información asistencial.
Los servicios que ofertan los C. Base son insuficientes dado su carácter ambulatorio
para aquellas personas con deficiencias físicas que requieren una atención
rehabilitadora en el orden funcional y profesional Por este motivo, se crean los
CENTROS DE RECUPERACION DE MINUSVALIDOS FISICOS (C.R.M.F.).
Para un número importante de personas con deficiencias psíquicas, los servicios que
prestan los C. Base requieren ser continuados en centros de atención permanente, de
los que existen dos modalidades:
Centros Ocupacionales.
Programa de promoción
La valoración sólo es una fase del proceso más amplio que comprende la orientación
y posterior atención de las necesidades que presenta el minusválido y sus familiares
más allegados. Las técnicas que utiliza son variadas, aunque fundamentalmente actúa
mediante: observación de conductas, utilización de tests, entrevistas, estudio de
conductas problema (análisis funcional) y todo tipo de instrumentos o acciones
pertinentes para el caso concreto que le ocupa.
corresponden con los principios generales que inspiran las leyes y programas en los
que trabajan. Causas:
Todo ello pone de manifiesto que los procedimientos de intervención con la tercera
edad desde el planteamiento de creación de Servicios Sociales adecuados para elevar
su calidad de vida, han de basarse en los puntos anteriormente expuestos.
Se ponen de moda los seguros de vida y los planes de pensiones, se invierte dinero en
la actualidad para la vejez, se paga la Seguridad Social para obtener, entre otras
cosas, una pensión con la que vivir en ese último tramo de la vida ¿Por qué se mueve
tanto dinero, tanto esfuerzo, tanto ingenio en ese sentido? Hay una respuesta
inmediata que no nos resistimos a apuntar: la vejez es una anticipación de miedo,
una película de indefensión, de abandono, de olvido y soledad. También puede ser un
negocio (la negación del ocio).
Las alternativas que se barajan de una e forma teórica, pero que son las únicas que
pueden arrojar resultados positivos, hablan de mantenerse en contacto con el mundo
actual y futuro, pero también con el pasado, pensar con claridad, mantenerse
ocupado disfrutando de la vida y del contacto con las otras personas. Por esta razón,
estamos plenamente de acuerdo con los programas que favorecen la permanencia de
las personas mayores en su entorno habitual.
Desde una óptica preventiva, es de resaltar la importante labor que pueden realizar
los programas de preparación para la jubilación que todavía no cuentan con muchas
experiencias en nuestro país, pero que sin duda alguna pueden ser básicas en futuras
actuaciones. Hay que señalar que el INSERSO, en colaboración con el Departamento
de Psicología Diferencial de la U.C.M., está realizando una interesante investigación
sobre pre-jubilación.
Tenemos que pensar en actividades de tiempo libre que sean útiles para el individuo
y para la sociedad, que puedan reemplazar al trabajo asalariado y, sobre todo,
prepararse para ese futuro cercano de forma positiva y educada, ya que no todo el
mundo es capaz de crear formas de utilización del tiempo libre. Es más, la ociosidad
se vive negativamente por algunos: los síndromes patológicos del fin de semana, las
jornadas interminables, los sentimientos de inutilidad en la vejez... son claras
muestras del "miedo al ocio" parafraseando "el miedo a la libertad" de Fromm en los
años sesenta.
No debemos olvidar que, por cuestiones demográficas por todos conocidas, la tercera
edad es un sector de población con un "gran futuro" en cuanto a las necesidades de
servicios requeridos y por el número de puestos de trabajo que puede generar.
Expectativas que tendría que encontrar respuesta en el Plan Gerontológico que el
Ministerio de Asuntos Sociales tiene previsto aprobar dentro de muy pocos meses.
Si resulta difícil determinar los estados de necesidad del conjunto de la sociedad, con
parámetros culturales conocidos, cuadros de comparación medibles por variables
uniformes, aceptando una escala de valores que conlleva una visión global de
aquellos en el contexto social donde se produce, comprenderemos el "más difícil
todavía" que resulta emplear esos mismos esquemas para medir necesidades de las
personas que optan por salir de su país en circunstancias traumáticas y acogerse a un
status social de refugiado o asilado en otro país, otra cultura etc.
Ante una situación internacional que produce un tipo de marginación que presenta
toda una serie de características diferenciadoras generadoras de estados carenciales,
formas de desarraigo y situaciones de aislamiento, que pueden a su vez, ser
diferentes en función del país de procedencia, los procesos emocionales,
conductuales, etc., que se derivan de esta clase de marginación son producidas por
hechos objetivables, tales como:
A todas ellas hay que añadir los trastornos de personalidad que todas las variables
anteriores pueden producir por la imposibilidad de ensamblar las nuevas
coordenadas que se dan en este grupo de personas, sobre todo, si han tenido que
huir de su país de origen por razones de persecución política, religiosa, etc.
Eso supone la creación de sistemas de protección integral que contemple todos los
mecanismos que se ponen en juego.
Porque, por otro lado, son un colectivo competente personalmente, con alto nivel de
autoestima y valoración de su papel dentro de la sociedad.
Los viejos sistemas de intervención con este colectivo se están descartando hacia
modelos de competencia, entrenamiento en habilidades sociales, creación de
sistemas de autoayuda, independencia y autogestión.
Los Servicios Sociales han de ser los generales del resto de la población española pero
reforzados con mecanismos de individual y colectivo, entrenamiento en habilidades
de comunicación, independencia de la institución, habilidades culturales y sociales.
etc.
Las aportaciones que pueden realizarse desde la psicología son sin duda relevantes,
favoreciendo los procesos de adaptación de estos colectivos. Así ha sido entendido
por los responsables del INSERSO que han incluido a profesionales psicólogos en los
organigramas de los CAR, que recientemente se han creado.
Los Servicios Sociales dirigidos a los refugiados y asilados, aunque reducidos por su
número, representan un área de intervención del psicólogo de reciente creación pero
plenamente consolidada, no obstante por sus características, con inciertas
perspectivas de crecimiento en los próximos años.
En 1985 se crea el Plan Nacional sobre Drogas a propuesta del Congreso de los
Diputados como la respuesta obligada de la Administración, existe una problemática
que preocupa hondamente a amplios sectores ya que incide negativamente en la
salud individual y colectiva, provoca procesos de marginación y deteriora la seguridad
ciudadana.
Para situar con exactitud la situación actual de la realidad del ejercicio profesional de
los psicólogos en las drogodependencias, el C.O.P, ha iniciado una investigación
aplicada para la que se ha solicitado financiación al PNsD, ya que en la actualidad no
se disponen de datos concretos.
Como ejemplo nos puede servir Cataluña, donde los primeros psicólogos contratados
para trabajar con niños con graves dificultades socio-familiares a partir de los
Servicios Sociales, aparecieron en la segunda mitad de los años 70, cuando el
Ayuntamiento de Barcelona estableció un contrato con una entidad privada (Centre
d'Educadors) para transformar su red de servicios especializados en este campo. Hay
que apuntar, no obstante, que algunas otras instituciones privadas vinculadas al
ámbito de la delincuencia infantil y juvenil ya contaban en todo el Estado con algún
psicólogo colaborando de forma más o menos voluntarista.
Tanto los distintos tipos de "Equipos de Apoyo" a la red de Servicios Sociales para
temas de infancia que han ido apareciendo los últimos años (sobre todo a partir de
iniciativas de diputaciones o grandes ayuntamientos), como los equipos
especializados creados para instrumentar la aplicación de la Ley 21/87 (de
modificación del Código Civil en materia de acogimientos y adopciones), que en todos
los casos incluyen algún psicólogo, han tenido encomendadas, por regla general,
tareas de prevención de alcance comunitario. Sin embargo hay que reconocer
públicamente que el agobio a que todos estos equipos han sido sometidos para
encontrar soluciones a los gravísimos casos emergidos les ha impedido, en la mayor
parte de las ocasiones, poner significativamente en práctica dicha actividad
preventiva.
A medida que nos hemos ido adentrando en los años 80, y generalmente a partir de
propuestas e iniciativas tomadas por los propios psicólogos, se han ido desarrollando
nuevas aportaciones desde nuestra profesión en los Servicios Sociales para la
infancia, en primer lugar relacionadas con la formación y apoyos específicos a otros
profesionales, y más adelante en relación con actividades cada vez más vinculadas a
la psicología organizacional. Aunque muy lentamente, hemos visto como algunos
colegas se iban incorporando a tareas de planificación, organización, gestión y
valoración de programas. Circunstancias estas últimas comunes a todos los Servicios
Sociales.
riesgo a escala territorial, por tanto, útiles para la planificación. Ello ha de posibilitar
replantear con nuevos argumentos y con nuevas energías la gravedad de las
dinámicas sociales que están en el trasfondo de los problemas psicosociales de la
población infantil.
¿Con qué base, sino, vamos a emprender el eternamente pendiente reto de intentar
modificar las actitudes sociales hacia los niños con problemas, las representaciones
sociales sobre las necesidades de la población infantil, y las propias aspiraciones
sobre el futuro social de las que se hacen depositarios a los niños de hoy? Tras estas
genéricas intenciones, tan cargadas de valores considerados positivos que nadie se
atreve a manifestarse públicamente en contra, se esconden multitud de complejos
factores y complejas dinámicas psicosociales. Un problema pendiente (no el único, ya
que en última instancia encontraremos problemas políticos, sin duda) es cómo incidir
sobre tal realidad psicosocial, cómo mejorar los aspectos psicosociales que
intervienen en la calidad de vida de la infancia.
Estamos profundamente convencidos que desde nuestra profesión nos hallamos aún
dando los primeros pasos tanto en investigación como en la elaboración de
propuestas de intervención concreta. Los factores psicosociales que afectan la vida
de la población infantil son obviamente muy complejos, por lo cual no son pensables
grandes y espectaculares avances; hace falta una constante y paulatina implicación
profesional en todos los aspectos afectados, para ir construyendo un sólido
conocimiento psicosocial sobre la génesis de los problemas sociales de la población
infantil y las dinámicas de mejora de su calidad de vida.
estimulación, y los agentes sociales que actúan para ejercer estas funciones.
Cualquier intervención que no se adapte a estos dos factores es probable que tenga
pocas posibilidades de incidir en las conductas de los sujetos para con la infancia.
Los Servicios Sociales se entienden así, como uno de los instrumentos de la política
social de un estado que deben de garantizar el derecho al bienestar social de todos
los ciudadanos tal y como se recoge en el mandato constitucional.
económicos, culturales, etc.), han planteado nuevas exigencias técnicas a los Servicios
Sociales. Destaca por su especial relevancia en el tema que nos ocupa, la puesta en
marcha de equipos interdisciplinarios, en los que se reconoce la figura del psicólogo.
Dejando al margen el análisis de las tareas que el psicólogo realiza en los Servicios
Sociales especializados (minusválidos, tercera edad, toxicómanos, etc.), donde existe
un mayor acuerdo respecto a sus funciones, al referimos al área de atención primaria,
donde la experiencia es aún escasa, nos encontramos con un predominio del
tratamiento del caso individual, reproduciéndose de esta forma un funcionamiento
tradicional basado en la intervención clínica y en un modelo asistencial pasivo.
Haciendo un breve análisis de las causas que generan estas actuaciones debemos
señalar principalmente tres:
Recalcar que debe ser la Psicología la que se adapte paulatinamente a los Servicios
Sociales generales y no al contrario, aspecto que como hemos señalado representa
una dificultad.
El rigor metodológico en estas prácticas nos obligan a formarnos cada vez más en
planificación y en valoración de programas, disciplinas aplicadas que han merecido
poca atención por parte de los psicólogos que trabajan fuera del mundo mercantil.
Consideramos que en todo el campo de la intervención social, el correcto análisis y
evaluación de las dimensiones psicosociales comportan no sólo la responsabilidad de
obtener una eficacia y una eficiencia (dado que se trabaja con recursos públicos para
satisfacer unos derechos ciudadanos), sino una responsabilidad ética a la que
debemos dar respuesta como profesionales.
Los psicólogos que han ido "desembarcando" en los Servicios Sociales comunitarios,
utilizaron como principal "cabeza de puente" los Servicios Sociales de atención a la
infancia, pues, como quedó reflejado en el anterior apartado su mayor experiencia de
intervención psicosociales facilitó el tránsito. Aquellos que provenían de la clínica más
tradicional lo tuvieron bastante más difícil, desvirtuando, en gran medida, el enfoque
a nuestro entender debe de primar en este tipo de servicios: el comunitario.
Los colegas, aunque en menor número, que provenían del mundo educativo,
tuvieron, por lo general, más facilidad de adaptación que los clínicos, pudiendo ser
debido a su mayor experiencia de trabajo con grupos, desarrollo de habilidades
socializadoras de la familia a través de escuela de padres, intervenciones con
adolescentes, colectivo este último al que se le presta especial atención en los
Servicios Sociales comunitarios, etc.
Con la puesta en marcha en 1988 del Plan Concertado para el Desarrollo de las
Prestaciones Básicas de Servicios Sociales en las Corporaciones Locales, que une a las
tres administraciones en un Plan de financiación conjunta y finalista a los Servicios
Sociales de base que prestan los ayuntamientos, se generaron unas expectativas de
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A partir de los años 80, han venido creándose estructuras técnicas en los
departamentos autonómicos, provinciales y locales que tienen asignadas
competencias en la intervención social, y en concreto, en Servicios Sociales.
Según los diferentes organigramas que plantean, nos encontramos con unidades,
servicios o áreas que contemplan la planificación y ejecución de los programa
diseñados. La incorporación de los psicólogos a estos equipos ha sido un hecho que
debe consolidarse y extenderse. La colaboración y las aportaciones realizadas, desde
el punto de vista profesional debe ser considerada altamente positiva, ya que incluye
desde modelos teóricos en la práctica de los Servicios Sociales, hasta técnicas de
intervención en situaciones concretas.
No es necesario insistir en que toda planificación y toda intervención, debe ser fruto
de un esfuerzo común de la Administración, de la población y de los profesionales. Y,
dentro del nivel de los profesionales, del trabajo interdisciplinar, que aúne las
diversas formaciones, metodologías y técnicas para la correcta actuación
pluridimensional que la intervención social requiere.
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En la estricta gestión, el papel que debe jugar el psicólogo en este ámbito de su rol de
director de Servicios Sociales generales o especializados, puede describirse en dos
,aspectos diferentes: en el de la gestión de "Mantenimiento u ordinaria " y en la
gestión de los "conflictos institucionales".
Pero es sin duda en el segundo aspecto donde su aportación puede ser más
importante.
La escasez de recursos con respecto a las demandas tanto internas como externas del
sistema, generan un conflicto permanente que pone en cuestión a la institución: sus
fines, medios, voluntades, etc. Un primer trabajo ante todo conflicto será el de saber
situarlo en tanto si cuestiona las reglas básicas del sistema o es simplemente un
desequilibrio parcial que puede corregirse con una reorganización de recursos en una
parte del sistema. Son los conflictos del primer tipo los que deben preocupar más al
psicólogo. En ellos se juega el bienestar psicológico de los agentes de la institución. Es
importante que en estos conflictos se pueda dar opción a la visión de los mismos por
parte de todos los agentes implicados. Deberá poder elaborarlo con tiempo y formas
suficientes como para llegar a una visión transparente de los mismos, y poder recoger
lo que de innovador quiere abrirse paso en el cambio que se propone en lo oculto de
cada conflicto. Una vez así elaborados se deben crear espacios suficientes para una
negociación productiva de su solución, que deberá llevar a la institución por nuevos
caminos, traduciéndose en fórmulas operativas de desarrollo institucional
Por otra parte, el psicólogo en tanto Director de Servicios Sociales, no puede dejar de
trabajar con el objetivo de encauzar su organización a la realización de logros para un
mayor beneficio del usuario y también de la propia organización. Ahora bien, si por
una parte su ética profesional le obliga a tener en cuenta como primera meta un
mayor bienestar psicológico de los ciudadanos atendidos por sus servicios, tampoco
se puede olvidar por otra parte que por el lugar que ocupa en la organización, está
sometido a las leyes de dependencia jerárquica a que le somete su contrato,
dependencia que es fundamentalmente de carácter político. Con ello no queremos
decir que dicha sumisión le suponga estar en una posición intermedia de intereses
encontrados, pero es indudable que en determinadas circunstancias puede darse ese
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conflicto de rol. Esto es así, porque a estos tres agentes que hemos nombrado hasta
ahora (políticos-director-usuarios), deberemos añadir otros dos esenciales para
comprender la dinámica con la cual deberá operar el psicólogo: los trabajadores y los
representantes o agentes intermediarios de los usuarios.
En este sentido, la Psicología aparece como una de las disciplinas básicas en los
programas de Servicios Sociales, con un significativo proceso convergente en cuanto
a la evolución de su marco conceptual e interventivo (pasando de la acción puntual-
individual a la perspectiva comunitaria con una metodología diferencial relativa a
casos y con criterios de eficacia en la valoración de intervenciones).
Por ello sin duda, se permite constatar en este ámbito profesional de la Psicología un
esfuerzo por ir concretando un perfil de actuación. Se trata, de un reto difícil y lleno
de interrogantes porque no sólo se está configurando un rol profesional dentro de la
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todavía joven Psicología en nuestro país, sino que, además, esto se está produciendo
en un momento histórico, en el cual el propio modelo de Servicios Sociales está en
proceso de transformación y consolidación, o a lo mejor, precisamente por esta
circunstancia.
En primer lugar, no está claro hasta qué punto se puede hablar de un rol profesional
del psicólogo en Servicios Sociales cuando no hay un currículo de formación propio
(ni de pregrado ni de postgrado), ni hay una diferenciación de títulos, ni
especialización reconocida. Lo que existe es una cierta diferenciación profesional en
la práctica de una serie de psicólogos que mediante una formación, en buena medida
autodidacta, o autoplanificada, y sobre todo, mediante la práctica han logrado en
este ámbito de intervención.
En el primer nivel, como miembro del equipo de atención primaria, ha de aportar los
conocimientos y técnicas de la psicología a las diferentes tareas de equipo entre las
que se encuentran las siguientes: determinar las necesidades de la población,
evaluarlas, priorizarlas según los criterios generales establecidos, diagnosticar los
casos en que dicha necesidad detecta se expresa, clasificarlos de acuerdo con
criterios profesionales, derivarlos a los servicios especializados adecuados en su caso,
desarrollar e implantar los programas de intervención de carácter individual y/o
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En una primera aproximación realizada (Luque, Navarro, Peiró, 1989) desde estos
presupuestos ha intentado clarificar la distribución temporal de la dedicación del
psicólogo componente de equipos de base. Se obtuvo la distribución porcentual del
tiempo entre los diferentes bloques de actividades implicadas en ese proceso y de
acuerdo con la percepción de los propios psicólogos algo menos de un tercio se
dedica, por término medio, al trabajo con usuarios, casi una cuarta parte a
actividades internas vinculadas con el propio equipo y casi una quinta parte a
actividades de relación con instituciones. Es interesante constatar además las
discrepancias entre esta distribución del tiempo y la distribución ideal que los propios
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Los otros miembros de equipo coinciden con el psicólogo en que debería dedicar
mayor parte de su tiempo al trabajo con los usuarios y en la reducción del tiempo a la
relación con instituciones pero señalan además la necesidad de prestar mayor tiempo
a las actividades que implican relación con otros profesionales de fuera del equipo.
Los desarrollos de la Psicología como disciplina científica y como profesión, han ido
poniendo claramente de manifiesto una serie de tendencias que permiten enmarcar
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Uno de los principales factores que contribuyen a este retraso en la respuesta por
parte de la Universidad, es la rigidez de los planes de estudio y el penoso y largo
proceso administrativo que ha de seguirse para su modificación.
Por otra parte, la Psicología ha pasado en muy pocos años, de ser una especialización
a constituirse, como ya ocurre en algunos casos, en Facultad independiente con
diversas especialidades. En este proceso se ha dedicado gran parte de las energías en
establecer la formación en áreas ya consolidadas de la profesión, relegando a un
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segundo plano la parte del curriculum dedicado a los nuevos ámbitos profesionales,
como era el caso de la intervención psicológica en Servicios Sociales. Además la
indefensión y ambigüedad del rol del psicólogo en los Servicios Sociales, como hemos
visto a lo largo de toda la ponencia, dificulta el diseño de un curriculum adecuado.
Sin embargo, aún en estas materias, era difícil hallar contenidos específicamente
diseñados para los colectivos que atienden los Servicios Sociales: tercera edad,
minusválidos, adictos, mujer, menores, transeúntes, refugiados, etc.
Desde este punto de vista las facilidades que cuentan con una especialidad de
Psicología Social pueden considerarse como privilegiadas, ya que sin duda lo
específico de la intervención en los Servicios Sociales comunitarios, es su carácter
psicosocial.
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Aunque con cierto retraso, el C.O.P., está reaccionando positivamente al impulso que
necesita nuestra profesión en el ámbito de los Servicios Sociales. Desde las diferentes
delegaciones se programan múltiples actividades de difusión y formación: cielos de
conferencias, cursos de formación básica y especializada, investigaciones y reuniones
de expertos para definir el rol del psicólogo en Servicios Sociales (este trabajo se
presenta en el Congreso en un debate), etc. "papeles del Psicólogo" se ha sumado a
este esfuerzo con un importante monográfico sobre Servicios Sociales . Una vez más
el C.O.P., juega el importante papel de colaborar en la definición de las funciones de
los psicólogos que la propia sociedad demanda, pero sin asignarle un rol específico.
Como en otras áreas, "estamos haciendo la profesión", desde el día a día de todos los
psicólogos que trabajan en Servicios Sociales, hasta los posicionamientos
institucionales que el C.O.P., realiza pasando por las aportaciones básicas del mundo
académico. De la importancia que demos a esta tarea común resultará la
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Con respecto a un profundo cambio que se está operando en los Servicios Sociales en
estas mismas fechas con la incorporación en distintas comunidades autónomas del
denominado "Salario de Inserción Social", la Psicología tendría mucho que aportar.
Al ser concebido como una prestación que debe conllevar una contraprestación del
usuario, el psicólogo como técnico en modificación de conducta debe estar presente
en el diseño de las intervenciones individuales, realizando el análisis funcional de
cada caso y estableciendo los mecanismos de control de las contingencias.
Podemos concluir afirmando que, tras una tardía incorporación (salvo en algún
ámbito sectorial ya indicado), la Psicología tiene un excitante presente y un
prometedor futuro en los Servicios Sociales. La responsabilidad del mundo académico
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y de la psicología aplicada es muy grande. Entre todos tendremos que dar respuesta a
las fundadas expectativas, colaborando con otros profesionales y con la sociedad en
general, a la que, en primer lugar nos debemos.