DISCIPULOS No Se Trata de Caminar Con Él, Sino de Seguirlo Spanish PDF
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INTRODUCCIÓN
Este libro habla de un maestro; pero no sólo de un maestro, ya que para que
haya un maestro debe haber enseñanzas y cuando las enseñanzas del maestro
son aceptadas, asimiladas y abrazadas como propias por alguien que ha
decidido seguirlo, entonces surge un discípulo. Este libro habla directamente
de Jesús e indirectamente de ti. A través de sus páginas te invitaré a que
camines conmigo contemplando al Maestro, escuchando sus enseñanzas,
interactuando con sus discípulos, conociendo a aquellos que lo buscaron y
también a aquellos que se oponían al establecimiento de su reino. No será
fácil, ya que habrá momentos en los que te verás impelido a tomar las
decisiones más incómodas de tu vida. Sin embargo, habrá otras ocasiones en
que comenzarás a percibir los monumentales sueños que Dios tiene para ti.
Estoy seguro de que en algún pasaje llegarás a la conclusión de que no
puedes permanecer sentado en una iglesia pretendiendo ser un cristiano
promedio. También sé que la sencillez de los conceptos muchas veces
ofenderán tu grandeza intelectual y tus esquemas mentales no soportarán la
pretensión de poder encontrar una gran revelación durmiendo en un humilde
pesebre. La decisión será tuya y siempre serás libre de cerrar este libro, unas
veces para pensar en el Maestro, otras para asimilar el golpe dado por el
Espíritu al revelarte las intenciones corrompidas de tu ser. Quiero dejarte
claro que el centro de este libro es un Humilde Carpintero; tú y yo seremos
simplemente sus discípulos. No pretendo reclamar todo lo que aquí escribo
como si fuera verdad, eso tendrás que analizarlo tú. Sin embargo, le pido a
Dios con todo mi corazón que todo aquel que me acompañe en esta travesía
sea llevado a toda verdad por su Santo Espíritu y que por la influencia de esta
experiencia sea motivado y constreñido a comenzar una relación íntima de
discipulado con el Maestro a fin de preparar un pueblo para su segunda
venida.
Dios estaba llamando a José, pero él no se había dado cuenta, porque cuando
Dios llama lo hace de formas muy diferentes a las que nosotros imaginamos
que debieran ser.
Sin embargo, cuando estaba planeando su estrategia de huida “he aquí, un
ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas
recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu
Santo es”. ¡Qué alivio!... ¡No! ¡Qué alivio, nada! Ahora surgían otras
preguntas: ¿Era este un sueño motivado por la presión de las circunstancias
de los últimos días o era que realmente Dios le había hablado? Si hubieras
estado en el lugar de José ¿qué hubieras pensado?
Cuando Dios le reveló a María sus propósitos, envió al ángel Gabriel a una
región y ciudad específicas para que le comunicara a María en su propia casa
y en persona lo que sucedería. Sin embargo, con José ¡utilizó sólo un sueño!
¿No podría haber sido Dios un poco más evidente con José? ¿Por qué puso a
José en esta disyuntiva? Otra pregunta que me viene a la mente es: ¿Por qué
Dios esperó a que primero María le comunicara a José lo que estaba
sucediendo y luego recién le envió un sueño? ¿No debería haberle mandado
Dios a Gabriel el mismo día en que lo mandó a la casa de María que pasara
por la carpintería de José y que le aclarara a ese pobre muchacho lo que
pasaría? ¿Por qué Dios actuó de esa manera? No tengo una respuesta
específica. Lo que sí puedo decir es que José tuvo que ejercer fe con más
fuerza que nunca para no mirar las circunstancias que lo rodeaban y aferrarse
a las evidencias que Dios le daba de que él estaba en el control de todo.
José tuvo que humillar su corazón y al igual que María tuvo que dejar que
Dios destruyera sus planes y sueños, sus propios pareceres y conclusiones,
para entrar en los planes y sueños de Dios. Jesús estaba llegando y su llegada
estaba marcada con las evidencias que tendrían que ser experimentadas por
cada uno de sus discípulos.
NO CUESTIONES, SÍGUELO
“Aunque la higuera no florezca, ni haya frutos en las vides, aunque falte el
fruto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean
quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales, con todo yo me
alegraré en el Señor, y me alegraré en el Dios de mi salvación”. Habacuc
3:17, 18
¿No te parece que hubiera sido lógico que María hubiera tenido los siguientes
pensamientos?: “¿Será que Dios está guiando todo esto? No puedo tener mi
bebé en casa junto a mi madre. Tengo que irme a Belén, a punto de dar a luz
y a lomo de burro, y después de un viaje cansador y desgastante, sufriendo
contracciones, por lo menos esperaría encontrar un cuarto en el hotel... pero
no, ni siquiera eso... estoy aquí, dando a luz entre la paja y el barro con mi
esposo de partero y con un montón de vacas y cabras de testigos”.
Desde el punto de vista humano, María tenía mil y una razones para dudar,
sin embargo, ella había comenzado el camino del discipulado y a pesar de
que no entendía todo lo que vivía, ella creía la palabra del ángel y esa era la
razón por la que aceptaba el camino que Dios tenía preparado para llevar a
cabo sus propósitos.
No te olvides que cuando Dios eligió a la madre de su Hijo la hizo dar a luz
en un establo, no porque Dios la estaba disciplinando, sino porque Jesús
escogió nacer allí, y donde está el Maestro allí está su discípulo. Cuando
Jesús te llamó a ser su discípulo no te pidió que lo entendieras, te pidió que lo
siguieras, y en la medida en que permanezcas siguiéndolo, aprenderás a ver
su gloria hasta en un establo. Pídele hoy a Dios que te dé su manera de ver las
cosas.
El templo de Jerusalén estaba en calma. Ese día había sido un día más en el
ceremonial acostumbrado. El sacrificio se había hecho, las lámparas se
habían prendido, las bendiciones se habían pronunciado y el coro había
cantado. No hubo nada dejado al azar, todo estaba perfectamente organizado.
Sin embargo no había gozo, tampoco había fervor, lo único que había era un
alto grado de profesionalismo que hacía llenar de orgullo el corazón de un
pueblo formalista y de los dirigentes eclesiásticos.
Ese hermoso templo estaba preparado para recibir a gobernantes y eruditos;
predicadores de renombre y millonarios filántropos y a los más talentosos
concertistas y vocalistas; sin embargo no estaba preparado para recibir a un
coro de ángeles que cantaran: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz,
¡buena voluntad para con los hombres!”.
Todo el profesionalismo de los líderes del templo para lo único que los había
preparado era para rechazar al Mesías, por eso los ángeles aquel día no
eligieron cantar allí, eligieron como público a unos humildes pastores y como
escenario las colinas de una pequeña aldea.
Para esos pastores, lo que el cielo les comunicaría realmente serían nuevas de
gran gozo. Tenían el corazón abierto para recibir las revelaciones de Dios en
la forma y lugar que él quisiera y no de acuerdo a lo que ellos les parecía.
Ellos podrían salir corriendo para Belén y no chasquearse porque el Mesías
dormía en un pesebre junto a dos jóvenes padres que no tenían apellido. Los
pastores habían aprendido a conocer a Dios en medio de la sencillez y eso los
había preparado para recibir la revelación más grande que se presentara
alguna vez al mundo.
Es que hoy la religión tradicional contruye grandes iglesias que pretenden ser
cristianas, pero si hoy Jesús viniera como un humilde carpintero a predicar la
esencia de su evangelio en sus púlpitos, ofendería y sería el primero en ser
prohibido. Hoy la tradición dice que es bueno seguir a Cristo, pero cuando
escuchamos su mensaje y nos dice que la salvación es solamente por la fe en
lo que él hizo sin las obras de la ley, nos ofendemos y decimos que eso es
libertinaje. De la misma manera, cuando le escuchamos decir a Jesús que la
evidencia de la salvación se manifiesta andando en su ley, nos ofendemos y
decimos que eso es fanatismo.
¿Te das cuenta entonces por qué la mayoría de los contemporaneos de Jesús
lo rechazaron? Jesús no era tradición, era revelación. El verdadero evangelio
siempre ofende así como la verdadera navidad también ofende. Cuando Jesús
se convierte en tradición, deja de ser el Dios encarnado, y se transforma en
una idea humana de Dios. Entonces hablamos de él, le oramos, le cantamos y
lo metemos dentro de un agradable credo, pero cuando las circunstancias nos
impelen a seguir su ejemplo preferimos aferrarnos a la tradición con tal de no
seguir en sus huellas.
SENCILLEZ
Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a
los otros en amor”. Efesios 4:2
¿Te das cuenta por qué Dios no podría haber elegido como madre del Mesías
a una niña acomodada, que pensaba solamente en la moda y que era popular
entre sus amigas? La razón de ello se debe a que muchas veces esas niñas,
que han tenido una vida fácil y llena de oportunidades, son tan egocéntricas y
huecas que no podrían aceptar el camino de la sencillez que Dios prepara
para todos aquellos que quieren llegar a tener una corona en su reino.
Mientras los pastores le contaban a José y María lo que habían visto y oído de
los ángeles, el corazón de María debe haber latido fuertemente de gozo y
emoción al recibir la confirmación de que todo lo que estaba haciendo, a
pesar de que no entendía las circunstancias, tenía sentido. María no se detenía
a pensar en los detalles de la historia que estaba viviendo, sino que podía
contemplar el resultado. Por eso la Biblia dice “pero María grababa todas
estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lucas 2:19).
Primero, Dios elige como padres de su Hijo a dos jovencitos pobres y sin
apellido. Segundo, hace el anuncio de su nacimiento a unos humildes
pastores desconocidos que pastoreaban sus rebaños en las colinas de Belén.
Tercero, permite que su Hijo nazca sin que nadie lo note, en un establo
rodeado de animales. Cuarto, guía específicamente a unos magos de oriente,
que no eran judíos ni tenían ninguna relación con el pueblo visible de Dios
mas que el hecho de estudiar sus Escrituras, para que lo adoren y le lleven sus
presentes. Es como si Dios pasara por alto a aquellos que él mismo escogió
para que cumplieran con sus propósitos divinos porque, a causa de la
elección, pensaron que tenían derechos sin tener ninguna obligación.
La misión que Dios llamó a cumplir será realizada por aquellos que no eligió,
si es que los elegidos no están dispuestos a hacer lo que se pide hacer por los
no elegidos.
“Pero entonces si es que los elegidos tienen tanta responsabilidad sobre sus
hombros ¡prefiero no ser elegido!”. Justamente quiero que entiendas que
nadie puede escapar a la elección de Dios, tu respuesta determinará si la
elección se transformará en misión o en condenación para ti mismo. Dios
nunca te elige solamente para que “seas parte” sino también para que “hagas
tu parte”. Si no la haces es porque todavía no has llegado a “ser parte” o
porque has rechazado el llamado de Dios.
Pídele hoy a Dios que te haga entender que un mago oriental será el que te
predicará a ti si es que tú no les predicas a ellos. “¡Pero es que mi abuelo era
muy consagrado y un pionero en la causa de Dios!” Entonces pídele a Dios
que te dé el espíritu de tu abuelo porque el Espíritu Santo no se hereda, se
recibe por oración.
Dios te ama y por eso te ha escogido. Pero es necesario que comprendas que
los planes de Dios se van a cumplir contigo o sin ti. Si no hay una cama para
que Jesús nazca, él nacerá en un pesebre, pero de todas maneras nacerá. Si no
hay un pueblo dispuesto a predicar el evangelio al mundo, el evangelio será
predicado, si es necesario por magos del oriente, pero el evangelio se
predicará y Cristo vendrá.
NO TRATES DE DESTRUIRLO
“Al oir esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él”. Mateo 2:3
No toda persona que se destaca está dirigida por el cielo y Herodes es un fiel
ejemplo de ello. Así como Satanás se sintió amenazado por la presencia de
Jesús en el mundo, Herodes se sintió amenazado por la presencia de Jesús en
su reino, y en vez de darle la bienvenida, mandó a destruirlo.
Hay una verdad bíblica que no puede ser refutada: Los hijos de Dios siempre
serán perseguidos pero nunca serán perseguidores. De allí que si hoy te
encuentras persiguiendo a alguien ya sea por querer purificar la iglesia, o por
eliminar la herejía o por defender a los pobres, haz un alto porque esa es la
mayor evidencia de que tú todavía no formas parte del pueblo de Dios.
EGIPTO
“Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños
a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y
permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes
buscará al niño para matarlo”. Mateo 2:13
Muchas veces para proteger al niño Jesús que llevas dentro, Dios te pedirá
que salgas presurosamente para Egipto, donde nadie te conoce, donde eres
minoría, donde pareciera que socialmente no eres nadie, donde el idioma no
es el tuyo y donde puedas captar la realidad de que hay verdaderos seres
humanos en lugares que están más allá de tu propia cultura e iglesia.
Mientras más rápido una persona llegue a ser considerada “grande”, sin haber
dedicado tiempo a la construcción de fundamentos, más insegura y peligrosa
será para las personas que la rodeen. Para esas personas inseguras, toda
semilla será vista como una amenaza. El crecimiento de otros en vez de
causar alegría, causará perplejidad e impulsivamente se buscará todo medio
para aniquilarlo.
Sin embargo Dios utilizó las inseguridades de Herodes para permitir que en
Egipto crezca la pequeña “Simiente”. Tratando de destruir a la Semilla,
Herodes la empujó al lugar propicio, lejos del ruido y la ostentación mundana
para que ella crezca y se transforme en un árbol que pueda cobijar a las aves
del cielo.
Dedica ese tiempo que parece una tardanza o un desvío en tu camino para
desarrollar aquello que permitirá que Jesús sea grande en ti. Si así lo haces,
cada día serás de grande bendición para muchas personas.
NO SUPONGAS NADA
“Pensando que Jesús estaba con la compañía, anduvieron camino de un
día”. Lucas 2:44
“¿Dónde está Jesús?” “Debe estar con los hijos de tu hermano”. Así volvían a
Nazaret José y María suponiendo que Jesús volvía con ellos. Ellos estaban
muy entretenidos con toda la excitación que provocaba el reencuentro con
viejos amigos como para corroborar si Jesús venía con ellos. Sin embargo,
ellos sólo “suponían” acerca de Jesús. Pensaban que Jesús estaba en la
compañía. Lo que ellos no se daban cuenta es que Jesús nunca está en la
compañía. Jesús tampoco está entre los parientes ni entre los conocidos. Si
Jesús no está contigo, entonces es porque se quedó en algún lado.
Tu puedes decir: “¡Pero Jesús pudo haber avisado que se quedaba!¡Eso fue
una falta de consideración para conmigo!”. Démos vuelta a la situación y
digamos que tú le pudiste haber avisado a Jesús que te ibas. ¿Para qué fuiste a
la fiesta de Pascua? Jesús nunca se apartó del propósito por el cual subió a
Jerusalén. Sus padres, sin embargo, entretenidos en cosas buenas, aunque no
en las más importantes, lo perdieron de vista suponiendo que venía con ellos.
Las cosas urgentes generalmente son las mayores enemigas de aquellas que
son las más importantes y Jesús siempre está en las importantes. Tendemos a
cometer la equivocación de José y María, pensamos que porque Jesús fue con
nosotros a Jerusalén y debido a que hemos sido elegidos para una misión
importante para el adelanto su causa, es él quien debe seguirnos. ¡Jesús no te
sigue a ti! Si vas delante de Jesús seguramente se debe a que en algún lugar
lo has dejado.
QUEDA EN SILENCIO
“En esos días, Jesús vino desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan
en el Jordán”. Marcos 1:9
Allí está Juan el Bautista, predicando desde el agua. Toda la gente escucha,
sin embargo no todos entienden. Tú estás un poco más alejado, ya que sientes
que algo extraño está sucediendo. No lo puedes explicar.
De repente, Juan queda en silencio, mira hacia la colina con ojos saturados de
admiración y reverencia. La gente trata de seguir los ojos de Juan, sin
entender el porqué de la expresión solemne y profunda en su rostro. El
Bautista parece haber encontrado en una persona la ilustración de lo que tanto
había tratado de transmitir en sus mensajes, y dice: “He aquí el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo”. Tu corazón arde por ver quién es aquel
a quien Juan se refiere.
Por otro lado el Espíritu sabía las intensiones de Satanás y entonces lo que
hizo fue elegir el campo de batalla en el cual se desarrollaría el conflicto.
Precisamente era porque Jesús había venido a compartir la suerte del hombre,
y como hombre debía vencer al tentador, mostrándonos que no sólo vino a
pagar la sentencia por nuestro pecado, sino que vino a mostrarnos cómo se
vence el pecado.
Por eso, cuando entres en tentación, asegúrate de que fue el Espíritu Santo el
que eligió el campo de batalla y que no fuiste tú. Analiza: ¿Hay algún lugar
que estás frecuentando al que Dios te ha dicho que no vayas? Entonces
aléjate porque el Espíritu no te ha llevado allí. ¿Hay alguna amistad que estás
desarrollando que sabes que no está de acuerdo con la voluntad de Dios?
Entonces pide fuerza y déjala, no te expongas a algo a lo que Dios no tuvo la
intención de exponerte. ¿Estás comenzando un negocio que compromete tu
integridad? Interrúmpelo ya mismo, aunque pierdas dinero, porque Dios no te
está guiando en ese asunto. ¿Estás mirando algún tipo de películas que no
están de acuerdo con los principios bíblicos? No te justifiques y déjalas, antes
de que tu mente quede preparada para una gran caída.
El Maestro siempre te pedirá que seas arriesgado para declararte fiel y ser
firme con respecto a sus principios, pero nunca te pedirá que te arriesgues a
meterte por ti mismo en tentación.
Haz un alto y entrégale hoy a Dios todo tu corazón con todos los minutos de
tu día, pídele perdón por tu temeridad y huye de ese lugar o circunstancia a
donde el Espíritu no te ha llevado. Deja que él sea quien elija los campos de
batalla de tus pruebas y entonces todos tus momentos estarán asegurados con
la victoria.
Era el propósito de Dios que el apetito de Jesús creciera de una manera tal
para que se identificara con nuestros apetitos y pasiones que continuamente
luchan por controlar nuestra razón santificada (cuando no estamos con Dios
ellos no luchan por controlarla sino que la controlan).
Jesús estaba en el desierto preparándose para el gran conflicto que tenía por
delante. Él estaba pidiéndole a Dios fuerza y valor moral para mantenerse
firme a pesar de toda la oposición y de los fieros obstáculos que Satanás
intentaría poner en su camino. El hecho de que tuviera hambre después de
cuarenta días nos dice que Dios le dio la fuerza espiritual necesaria para
vencer, sin embargo, en esa concesión no hizo ninguna alteración física en él,
ya que Jesús estaba verdaderamente hambriento.
¿Estás pidiendo victoria sobre un apetito en tu vida o sobre una pasión que te
domina? Si Dios no le quitó el hambre a Jesús, quiere decir que no te quitará
tampoco a ti aquella pasión que trata de dominarte. Dios no actuará sobre tus
apetitos, lo que hará contigo será lo mismo que hizo con Jesús, te fortalecerá
espiritualmente y moralmente para que con el poder de su Palabra puedas
someter tus apetitos y pasiones al control de tu razón santificada.
Jesús venció a Satanás en el desierto, sin embargo no por eso dejo de tener
hambre por el resto de su vida. Si buscaste a Dios para vencer, él te dio la
victoria por medio de su poder, pero no cometas el error de pensar que por
eso no tendrás más la tentación o que tu debilidad habrá desaparecido.
Sin duda que por la victoria que obtuviste por el poder de Dios en la batalla
pasada, te habrás fortalecido espiritualmente. No obstante, quiero decirte que
el deseo de fumar aparecerá nuevamente en el futuro, pero con una
diferencia: te parecerá menos intenso, no porque en sí haya disminuido, sino
porque tu poder espiritual se habrá fortalecido por medio del Espíritu Santo.
Así, en la medida en que busques a Dios, dependas de él y busques fuerza en
su Palabra, cada día serás más libre, porque con el poder del Espíritu Santo
dominarás todo aquello que antes te esclavizaba, sean vicios, actitudes
negativas, malos pensamientos, descontroles, enojos, etc.. Por eso, no te
desanimes cuando vengan a tí las mismas tentaciones del pasado, porque
Dios nunca dijo que te quitaría las tentaciones, sino que prometió darte poder
para vencerlas.
“Si tú fueras hijo de Dios, tu novia no te habría dejado”. “Si fueras hijo de
Dios, no te habrías quedado sin trabajo”. “Si fueras hija de Dios, no tendrías
problemas económicos”. “Si fueras hijo de Dios, no tendrías esa
enfermedad”. “En realidad, todos estos problemas los tienes porque Dios no
se ocupa de ti, no le interesas”. “Él existe, pero está muy lejos, te ha dejado”.
“¿De qué te sirve la fidelidad a un Dios que cuando más lo necesitas deja que
te aplasten los problemas?”. Estas son las maneras en que Satanás te tienta,
porque esa fue la manera en que tentó a Jesús. Sus métodos han sido siempre
los mismos.
Vayamos al desierto y veamos lo que pasó. “Si eres Hijo de Dios, di que estas
piedras se conviertan en pan”. En otras palabras: “Te estás muriendo de
hambre, y todo esto por venir a buscar fuerza de parte del que es
supuestamente tu Padre. Tú lo buscas, y él te deja así, hambriento. ¿Será que
en realidad eres el Hijo de Dios? Hay una manera de saberlo. Si lo eres,
entonces deberías poseer poderes sobrenaturales. Mira, pruébate a ti mismo
que lo eres. Transforma esas piedras en pan, y eso te demostrará si todo esto
es producto de tu imaginación o no. Prueba esto: si tú dices unas palabras y
las piedras siguen siendo piedras, entonces dejas de buscar todo este
sufrimiento inútil y te vuelves a Nazaret a disfrutar de la vida como todo
joven normal lo hace. Allí podrás comer una rica comida de tu madre, que de
paso, te extraña bastante”.
La tentación era fuerte. Jesús, cuarenta días atrás, había escuchado una voz
del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado y en ti me deleito”. En estos
momentos la voz la recordaba en su razón. Pero todas las circunstancias
desafiaban lo que la voz había dicho. El objetivo de la tentación del diablo
era hacer dudar a Jesús de esa palabra.
Sin embargo, tú ya sabes cómo fue que venció Jesús, y es así que tú debes
vencer también. Jesús no tenía ventajas sobre ti. Un hombre había perdido la
tierra (Adán), por lo tanto un hombre debía salvarla. Jesús no podía vivir
como Dios porque si así lo hacía no sería un representante de la raza humana
en sus victorias. Jesús debía vivir como hombre y debía vencer de la misma
manera en que tú puedes vencer.
Por eso Jesús respondió al tentador: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios”. En otras palabras: “Yo no
comeré una piedra para demostrarme que soy Hijo de Dios, me aferraré y
creeré en aquella palabra que escuché hace cuarenta días y eso será
suficiente”.
Satanás no solamente te hace mirar tus circunstancias sino que también hace
que pongas tu vista en tus equivocaciones y pecados. Jesús si se miraba a sí
mismo, solo podía ver bondades, mientras que tú y yo vemos tantas cosas
malas que llegamos a pensar que Dios nos dejó en esta situación por causa de
nuestros errores. Sin embargo es necesario que entiendas que tus errores y
equivocaciones no son más grandes que su amor y su poder. Y si llegaste a
estas circunstancias por no poner a Dios en primer lugar, Jesús te dice: “Ven,
yo soy capaz de enderezar todas tus veredas porque quiero perdonarte aunque
me hayas dejado”. Dios nos acepta “en Jesús”. Eso quiere decir que la base
de tu aceptación delante de Dios no está relacionada con lo que tu hiciste o
haces sino en lo que Jesús hizo. Con él tu pasado no cuenta.
Si tú hoy te aferras a ella vencerás también. Pero si por si acaso piensas que
Dios te está castigando por tus errores, levanta un poco más la vista hacia el
monte Calvario y verás allí una cruz que es la garantía de que tus pecados ya
han tenido su castigo en la persona de Jesús.
No dejes que el diablo te haga dudar del llamado que te hizo Jesús a ser su
discípulo. No dejes que las miserias del reino de Satanás te quiten el deseo de
estar en el reino de Dios. Somos peregrinos en un mundo que no es el
nuestro. ¿Has entendido eso o pretendes quedarte a vivir en el desierto?
A los ojos de Dios no es tan importante dónde estás parado sino por qué estás
allí parado. Es más importante que te escuchen en vez de que te vean, si es
que en realidad tienes un mensaje para dar.
Si allí en la altura hay gente que puedes tocar, entonces allí es tu lugar, sin
embargo considera que si allí permaneces debes pedir mucho equilibrio ya
que mientras más alto estés, más bajo puedes caer. Por otro lado, no debería
ser el miedo a la altura lo que determine que ese no sea tu lugar, debido a que
todo lo que te falte Dios lo suplirá. Tampoco debería ser tu experiencia en
montañismo lo que te haga pensar que debes estar allí, porque no es tu
habilidad de escalar montañas lo que te hace capaz de estar en el pináculo,
sino tu capacidad de permanecer en Dios y de resistir al diablo, humilde
habilidad y equilibrio que muy pocos en la historia han demostrado poseer.
Ahora bien, quisiera decirte que cuando se haya acabado tu hora de estar en
el pináculo, Dios no te pedirá que te arrojes a la vista de todos los adoradores,
mostrando de esa manera que “tú” confías y que “tú” tienes fe en las
promesas. Recuerda que tú no eres el centro. Tú no eres un héroe, tú eres un
discípulo.
No olvides que Jesús fue más útil en los atrios del templo que en su pináculo,
porque en el servicio de Dios la verdadera satisfacción no se obtiene al ser
visto por todos, sino al servir a los demás en el Espíritu.
ACEPTAS O NO ACEPTAS
“Todo esto te daré, si te postras y me adoras”. Mateo 4:9
“Todos los caminos llevan a Roma”. No es así en los planes de Dios. Él tiene
sólo un camino, y quiero decirte que no es tu tarea decir cuál es, esa decisión
está reservada sólo para él. Tú lo aceptas o no, y eso es lo que eliges, pero a ti
no te toca decirle a Dios cómo debe trazar el camino.
En la vida del discípulo no hay tal cosa como una discusión para llegar a una
conclusión. Las condiciones y la conclusión de lo que se debe hacer o seguir
ya están puestas por Dios, tú eres libre de aceptarlas o no, pero en ningún
momento te toca opinar respecto al asunto.
“Todo esto te daré, si postrado me adorares”. ¿Qué era lo que había venido a
hacer Jesús al mundo? ¿No había venido a recuperarlo para Dios? Ahora
Satanás le estaba ofreciendo todo lo que él había venido a buscar pero con
una diferencia, se lo estaba ofreciendo a través de otro camino, uno que Dios
no había señalado, un camino mucho más cómodo, más rápido y sin tanto
sufrimiento. Con sólo un segundo de adoración Jesús podría conseguir
aquello que venía a buscar. ¡Solamente un segundo! En otras palabras,
Satanás le estaba ofreciendo a Jesús un camino alternativo a la cruz.
Quiero decirte que esta tentación no fue fácil para el Maestro. Por el episodio
sucedido en Getsemaní años después, podemos ver que para Jesús no fue
fácil seguir el camino que Dios le marcaba. Tres veces Jesús le pidió a su
Padre que cambiara el camino que debía recorrer para salvar al hombre, y
entonces podemos leer en uno de los evangelios que Dios le respondió: “Creo
que lo que me estás pidiendo es sensato, vamos a ver, dime tú cómo piensas
que debería ser”. ¡No! ¡Eso no está en los evangelios! Eso se encuentra en
nuestro propio evangelio, aquel que queremos escribir con la tinta de nuestro
orgullo. La Biblia nos dice que cuando Jesús oró, derramó gotas de sangre en
su ruego, sin embargo Dios, el Padre, Aquel que se deleitaba en su Hijo, el
que había mandado ángeles para anunciarlo, el que había creado el universo
por medio de él, Aquel que era el centro de todas las enseñanzas del
Carpintero… no dijo nada. Dios hizo silencio. Ese silencio fue suficiente para
que Jesús entendiera que había un sólo camino y ese era el camino de la cruz.
Algunas veces cuando tú ores a Dios, él tambien hará silencios, y cuando eso
suceda, no dejes de rogarle, pero entiende que ese silencio quiere decir que
debes seguir el camino que está delante de ti, aunque no sea el de tu agrado.
No trates de forzar la voluntad de Dios. No te olvides de rogar también por el
“hágase tu voluntad, no la mía”.
Satanás no tuvo éxito con Jesús porque en el corazón del Maestro estaba
claro que aunque el camino de Dios no era el más fácil ni el más atrayente,
era el único. Recuerda a Abraham, a Jacob, al pueblo de Israel, a Sansón y a
David, quienes cuando quisieron tomar un atajo, lo único que lograron fue
hacer el camino más largo.
No busques lo más fácil, porque si así lo haces, puede ser que te encuentres
postrado frente a aquel que quiere destruirte. Recuerda que tu libertad está en
aceptar o rechazar, no en poner las condiciones. Y aunque no nos guste, la
única manera de llegar al trono es a través de la cruz.
Era lógico que la novia de Caná pensara que el vino faltaría, pero para
bendición de ella, pareciera que no pensó de esa manera. La lógica humana
siempre contradice la divina y por eso si es que pretendes recibir al Maestro
en tu vida debes comenzar con el ejercicio de la fe.
Lo que es pérdida a los ojos de los hombres llega a ser la más grande
ganancia con Jesús. Si lo llegaras a conocer realmente como él es, te darías
cuenta de que no es la boda lo más importante, sino que lo más importante es
que él esté en la boda. No es el vino, el vestido, el souvenir, los arreglos
florales, ni siquiera la novia ¡es Jesús!
Cuando Jesús está en tu fiesta, a pesar de que hayas tenido que renunciar a
ciertas cosas para asegurar su presencia, con él lo tienes todo y no habrá
problema que él no pueda resolver.
“Y faltando el vino…”
“¡Te lo dije! ¡Si no hubiera venido tu primo con sus amigos, no nos hubiera
faltado el vino!”–podría haber reclamado la novia. Sin embargo, el vino
hubiera faltado igual, a la mitad o un poco después de la mitad de la fiesta.
Los cálculos estuvieron mal hechos y punto. Sin embargo, lo que no sabía la
novia era que Jesús había venido precisamente a la fiesta para proveer el vino
que sabía que se iba a acabar.
De acuerdo con lo que podemos calcular, el vino que Jesús produjo en esa
fiesta pudo ser embotellado por lo menos en unas doscientos sesenta y cuatro
botellas de un litro. A la mitad de la fiesta y del mejor vino. Eso nos puede
dar la pauta que los novios siguieron destapando botellas por mucho tiempo
después de la boda ya que cuando Jesús hace algo, no lo hace a medias.
¿Qué hubiera pasado si Jesús no hubiera sido invitado? Sin duda, hubiera
habido un poquito más de comida y el vino hubiera durado tal vez unas horas
más, no obstante sin él todo se hubiera acabado para siempre. Es más, esa
boda, sin Jesús, hubiera sido recordada sólo por un tiempo, y quizás se la
recordaría como “la boda de las gargantas secas”.
Mira qué interesante: con Jesús esa boda llegó a ser la más famosa, por lo
menos del mundo occidental. Después de dos mil años, todavía seguimos
hablando de ella.
¿Te das cuenta dónde está la diferencia? La diferencia está en Jesús, ya que él
tiene la capacidad de llenar todo aquello que de otra forma sería hueco. La
mayor bendición es que cuando Jesús está en la boda lo mejor siempre está
por delante y nunca detrás. Por eso, pide sabiduría para entender qué es lo
más importante en tu hogar y en la vida. Deja entrar a Jesús en tus situaciones
a pesar de que parezca que vendrán pérdidas. Las pérdidas que él te cause
terminarán resultando en tus mayores ganancias. No continúes organizando
una boda de gargantas secas, déjalo entrar.
El templo era el centro de la religión judía. Por cientos de años, allí se habían
realizado los sacrificios y las ceremonias que Dios mismo le había ordenado
a Moisés que se hicieran. Nadie dudaba del origen divino del ritual. Sin
embargo, con el paso del tiempo, tejemanejes humanos se habían mezclado
con aquello que una vez fuera de origen divino. Poco a poco se fue perdiendo
la esencia del culto para dar lugar a un comercio “santo” que beneficiaba a la
cúpula sacerdotal. Las ambiciones terrenales tomaron el lugar de las
celestiales.
A medida que se perdían las esencias del culto, se ponía cada vez más énfasis
en las formas y esto hacía pensar que la fidelidad hacia ellas era fidelidad a
Dios mismo.
La vestimenta de los sacerdotes, la organización y el orden, la imponencia
ceremonial y la grandilocuencia con la que hablaban los dirigentes religiosos
y doctores de la ley, le hacía pensar al pueblo que si debían tener una
referencia de lo que era verdadera religión, la encontrarían en estos dirigentes
que pretendían ser espirituales.
De repente todo este sistema llegó a ser puesto en duda. Alguien se atrevió a
desafiar el orden establecido, diciendo que las cosas debían hacerse de otra
manera. Lo peor del caso es que esta persona era un joven, sin estudio formal,
carpintero, sin apellido y para colmo, venía de Nazaret. No sólo eso, sino que
desafiantemente se atrevió a tirar las mesas donde estaba el dinero, creando
desorden, desconcierto y confusión en los adoradores ritualistas que nunca se
habían cuestionado nada. Tamaña irreverencia debía ser castigada
rápidamente porque de otra manera este hecho podría traer insubordinación y
hasta un cisma en el seno de la iglesia.
Sin duda, este muchacho no era nada más ni nada menos que un
desequilibrado emocional, aunque muy carismático, hay que reconocerlo, que
tomaba demasiado en serio el misticismo divino y que a las realidades
concretas, como el dinero, el aparato del templo y la diplomacia eclesiástica,
las consideraba sin ningún tipo de valor. Un joven irreverente que se atrevía a
decirles a los sacerdotes lo que Dios pretendía.
Todo esto produjo una división instantánea, porque siempre así sucede
cuando aparece Jesús en la escena, nadie puede quedarse neutral. Cada
espectador elegiría de qué lado estar de acuerdo a cómo considerara a ese
joven. Para los dirigentes, era un rebelde irrespetuoso que debía morir; para
otros, había que disciplinarlo, pero atraerlo hacia el aparato del templo; para
el pueblo miedoso que no pensaba y que aceptaba ciegamente la palabra de
los sacerdotes, ese joven era un irreverente al que no había que escuchar
porque levantaba muchas preguntas que daba miedo contestar. Para los
enfermos, era su médico del cuerpo y para otros, del alma; para los que leían
la Palabra de Dios, un posible profeta que traería reavivamiento. Para los
rebeldes sin causa, uno más de ellos, a quien le faltaba visión para seguir
hasta el final y derrocar a los corruptos sacerdotes.
Si tú hubieras estado allí ¿quién hubiera sido Jesús para ti? Lo que es Jesús
para ti hoy es lo que hubiera sido para ti en aquella época. ¿Lo conoces por lo
que te dicen los sacerdotes y rabinos acerca de él o lo conoces por ti mismo?
¿Has tenido un encuentro personal con él o simplemente su figura representa
una idea de tu tradición religiosa? ¿Apoyas sus enseñanzas porque ellas te
dan la oportunidad de atacar a aquellos que dicen seguir a Dios pero que por
maniobras políticas obtuvieron las posiciones en las cuales a ti te gustaría
estar?
Pídele a Dios reconocerlo hasta en aquellas cosas que van en contra de tus
más queridas ideas porque muchas veces, cuando él entre al templo de tu
cuerpo, lo hará con un látigo, no para castigarte sino para derribar todo
aquello que nada tiene que ver con la adoración a él. Aunque él derribe
aquellas cosas que son las más queridas, no se lo impidas porque es para tu
bien, esas cosas están impidiendo que tú llegues a ser casa de su Padre.
Es sentirse importante por un puesto que nos fue asignado y pretender ser
servido por los subordinados. Es mencionar a Dios en las oraciones pero no
hacer de Dios la motivación de la oración. Es leer la Biblia para cumplir con
un ejercicio espiritual pero sin sentir necesidad de leerla. Es vivir dando lo
mejor de uno, sin haberlo entregado todo. Es entender intelectualmente que
somos salvos solamente por gracia, pero no poder entender a aquel que ha
caído en el pecado.
Es dejar de usar joyas para considerarnos más santo que aquel que las usa. Es
dejar de tomar para sentirnos con el derecho de criticar al que todavía toma.
Es luchar por crear una cultura denominacional sin pretender reflejar el
carácter de Cristo. Es diezmar la menta, el eneldo y el comino, dejando de
lado la justicia, la misericordia y el amor.
Es creer que Dios nos perdonará porque lo que hicimos no fue tan malo. Es
pensar una cosa y decir otra. Es temer a los hombres que están por sobre uno
para pisotear a los que están por debajo nuestro. Es estar en contra del aborto
y a favor de la guerra. Es no amar a Jesús con toda el alma, la mente y las
fuerzas. Es ser conservador o liberal dentro de una iglesia, pero no ser un
discípulo de Cristo.
Nicodemo se sintió un poco golpeado cuando Jesús le dijo que él era alguien
nacido de la carne pero no del Espíritu. Lo más interesante es que los que han
nacido de la carne, tienen la seguridad de la salvación. Pero ellos basan su
seguridad no en lo que Jesús es, sino en lo que ellos son. Piensan que están
salvos, pero están perdidos. Es el problema de Laodicea.
“Lo que es nacido de la carne, carne es”. Y tú ¿de qué eres nacido? No
olvides que lo que es nacido de la carne no puede entrar en el reino de los
cielos. Necesitas nacer de nuevo.
¿Qué significa nacer del Espíritu? La carne tiene que ver con las acciones. El
espíritu tiene que ver con las actitudes. Tú puedes decidir hacer algo y lo
haces, sin embargo tú no puedes decidir tener cierta actitud y tenerla. Tú
puedes decidir comer y comes, pero tu no puedes decidir tener paz y la tienes.
Tú puedes decidir dar una ofrenda y la das, pero tú no puedes decidir no tener
rencor por aquello que te hicieron. Es más, quizás has intentado vencer el
rencor por mucho tiempo, pero por más que decidiste superarlo, el rencor
siempre volvió a surgir.
A las acciones nosotros las podemos controlar con nuestra propia fuerza de
voluntad, sin embargo no podemos controlar nuestras actitudes. La realidad
nos muestra que como seres humanos tenemos un problema en la fuente. Lo
que Jesús trataba de hacerle entender a Nicodemo era que su servicio a Dios
era el resultado de sus decisiones, pero no el resultado de una transformación
provocada por el Espíritu.
Para Nicodemo, esta verdad fue un duro golpe dado por Jesús y aprovechado
luego por el Espíritu, sin embargo su historia posterior nos revela el poder de
Dios transformando la vida de un orgulloso fariseo en un humilde discípulo.
TU DEBES MENGUAR
“Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”. Juan 3:30
“¡Pastor Juan! Quiero decirle que el que estaba con usted en la Asociación
del Jordán, de quien usted era amigo, bautiza y todos vienen a él”. ¿Cómo te
hubieras sentido si hubieras estado en la posición del pastor Juan? Fuiste
usado, estabas acostumbrado a bautizar a miles y también a que miles
escucharan tus mensajes, pero ahora aparece alguien que también bautiza y
que es usado con más poder que tú. Tienes un grupo de amigos que se
acercan a ti, celosos de tu persona y de la posición que ellos mismos
adquirieron por estar a tu lado y con sus comentarios te dan la oportunidad
para que expreses tu opinión: “Sí, me he dado cuenta, y es una lástima porque
contando historias tristes de hijos pródigos y ovejas perdidas maneja las
emociones de la gente para que se bauticen”. O tal vez comentas:
“¡Alarmista! Hablando a la gente del lloro y el crujir de dientes del infierno,
los asusta y de esa manera logra una gran cantidad de bautismos”. O tal vez:
“En los pueblos, cualquiera reúne a tanta gente, pero él debiera salir a
predicar al desierto. Allí entonces veremos si tiene tanto éxito como este
humilde servidor”.
¿Estás teniendo problemas con una persona? Entonces ¡deja que Jesús crezca
en tu corazón y que tu yo disminuya! ¡Deja de criticar y deja que el Humilde
Carpintero crezca en ti! No justifiques las manifestaciones miserables de tu
yo. Deja que el Maestro crezca y que pulverice el orgullo que siempre está
listo para justificarse y exaltarse. “Pero, es que en este caso tengo razón para
criticar. ¡Esta persona es realmente mala!”. Vuelvo a repetirte, es necesario
que él crezca en ti. Cuando aceptaste al Maestro, llegaste a ser su discípulo y
él puso su vida dentro de ti, no trates de matarla dejando que tu yo crezca y se
defienda. Recuerda que Jesús ya murió una vez y no podrás matarlo dos
veces. Si tu yo persiste en tomar el lugar y destruir al Maestro dentro de ti, él
ya no morirá, él simplemente saldrá de ti y el que morirá serás tú.
Para Juan no era fácil pasar esa prueba, como tampoco lo es fácil para ti, pero
él sabía que la única solución estaba en dejar que el Maestro hiciera lo que
quisiera, como quisiera y donde quisiera. Esa también será la verdadera
solución para cada situación de tu vida, él deberá crecer y tú disminuir.
Cuando prepares tus planes, cuando hagas tus elecciones, cuando alguien te
declare la guerra, cuando escuches música, cuando te recrees, cuando
prediques un sermón y cuando otra persona tenga mas éxito que tú, siempre
él deberá crecer y tú disminuir. Cuando permitas que eso suceda, llegarás a
ser verdaderamente grande porque tu vida de discípulo será simplemente la
manifestación de la vida del Maestro. Dile hoy a Dios que estás contento con
haber recibido la vida de Jesús en ti y que estás dispuesto a que tu yo sea
pulverizado.
VERDADERA FE
“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en
graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho
más que ellas?”. Mateo 6:26
Jesús quiere que entiendas que eres importante para él y desea que comiences
tu discipulado y crezcas espiritualmente creyendo exactamente eso. A pesar
de que esa verdad es una de las primeras cosas que el Maestro desea que un
discípulo acepte, es una de las cosas en la que más nos cuesta creer. Si
analizas dónde comienzan la gran mayoría de tus problemas de personalidad,
verás que comienzan cuando dejas que ese sentimiento de baja estima
determine tu manera de pensar y accionar.
A veces sientes envidia por aquellas personas que parecen muy sueltas y muy
seguras de sí mismas. Quizás en alguna oportunidad comenzaste una linda
conversación con alguien y te fuiste contentísimo a tu casa, pensando que
habías encontrado a una persona que podía ser tu amiga. Sin embargo,
cuando te encontraste nuevamente con ella, no se mostró tan contenta como
tú estabas de encontrarla y por dentro pensaste: “Ahí está, siempre me pasa lo
mismo, esa persona no me quiere y me desprecia”, cuando en realidad esa
persona estaba preocupada por un problema que había tenido con su auto.
Todo eso te lleva a evaluar y preguntarte: ¿Qué piensan los demás de mí? Te
sientes un esclavo de la gente y a la vez continuamente estás tratando de
rendir homenaje a los que admiras para descubrir que, a pesar de todo eso,
nadie te ofrece homenaje a ti.
Todas tus experiencias pasadas saltarán como una catapulta en tu mente para
decirte que eso es una mentira, que nuevamente estás ante una situación que
fracasará y que te traerá más dolor. Sin embargo, el Maestro se acerca más a
ti y te dice: “tienes que tener fe”.
“Fe es creer que te amo y acepto así como eres. No necesitas fingir o actuar.
Relájate. Descansa en mí. Yo sé quien eres y conozco todos los rincones de
tu vida, y aunque sé de tus problemas vine a decirte que te amo”.
Tus experiencias pasadas te hacen hasta dudar del amor de Dios, pero por eso
es necesario que comiences a ejercer fe desde ahora mismo en lo que él te
dice. “¡Pero es que yo quiero creer que él me ama, pero no lo siento de esa
manera!” No esperes a sentir, simplemente cree y actúa como si así lo
sintieras. La fe no es un sentimiento, es una decisión. Tú decides creer lo que
Jesús te dice y no le haces caso a lo que sientes. Ese es el secreto de la
victoria. Con el tiempo, a medida que ejerzas esa decisión en las diversas
circunstancias de tu vida, esa fe será acompañada por sentimientos.
Sin embargo, para que crezcas en la verdadera fe, es necesario que tu hagas
algo. Primero busca los versículos de la Biblia que hablan de lo importante
que eres para Dios, subráyalos, apréndelos de memoria, y cada vez que
Satanás te quiera atacar con pensamientos de que no vales, o que no puedes,
o que no te quieren, repítelos, y decide creer en ellos. Para recordarlos mejor,
cántalos. “¡Pero no sé la música!”. Créala tú, haz tu propia canción. “¡Pero no
soy músico!”. Ahora lo serás. Es necesario que estés concentrado en esto y
estés atento a no perder la verdadera fe.
Segundo, debes dejar de pensar mal de los demás. “Pero yo no pienso mal de
los demás, ellos piensan mal de mí”. Justamente eso, cuando tú piensas que
los demás piensan mal de ti, estás pensando mal de ellos. Déjalos a ellos en
las manos de Dios y no trates de ponerte en el lugar del Espíritu Santo. Tu
único interés debe ser estar concentrado en creer aquello que Dios piensa de
ti, buscando estar en total armonía con él.
VIAJES MISIONEROS
“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él
solos; si te oyere, has ganado a tu hermano”. Mateo 18:15
“Pero es que yo no quiero tener problemas con nadie”. Esa es la actitud que
muestra que todavía estás centrado en ti mismo y que no estás dispuesto a
soportar las consecuencias de ser un verdadero discípulo de Cristo. Cuando tú
decidiste seguir al Maestro decidiste vivir para él, no para ti. Por eso,
permanecer en esa decisión te traerá muchas incomodidades. Muchas veces
tendrás que hacer justamente aquello que a tu naturaleza más le repele.
¿Qué hubiera pasado con Jesús si es que nunca hubiera exhortado? Nunca
hubiera tenido problemas con nadie, nunca hubiera sido llevado a un juicio y
nunca hubiera estado colgado de una cruz. Sin duda, él hubiera vivido
cómodamente. Tal vez hubiera sido un gran gobernante terrenal o un gran
filántropo. Sin embargo, nunca hubiera sido nuestro Maestro y Salvador.
Al ver a toda esta gente, el inválido les dijo a los que lo cargaban:
“¡Llévenme a mi casa, si esta es la gente que rodea al Maestro, no quiero
tener nada con él!” ¡No! De alguna manera, al paralítico se le había revelado
que el Maestro no se hace responsable de la gente que lo rodea, solamente se
hace responsable de la gente que lo sigue.
Si es que estás lejos del Maestro, es porque así lo has decidido y has dejado
que los pecados de los que le rodean sean más grandes que la necesidad que
tienes de él. El paralítico y sus amigos no se dieron por vencidos y pusieron
su voluntad de parte del Espíritu que los impulsaba. Si no se podía entrar por
la puerta, sería por una ventana; y si no se podía por una ventana, sería por el
techo. Cuando Jesús está en Capernaum, no puedes dejar pasar la oportunidad
de tener un encuentro con él, porque puede ser la última de tu vida.
“¡Irreverencia!” –gritó un diácono– “¡Alguien quiere entrar a la iglesia y no
es por la puerta!”. Si la puerta hubiera estado libre, lo que el diácono
declaraba hubiera sido una gran verdad, pero como la puerta estaba
clausurada por aquellos que no tenían necesidad de nada, el Espíritu Santo
decidió que el techo era el mejor lugar de entrada. Cuando el Espíritu Santo
quiere llevar a alguien a Jesús, no trates de indicarle por dónde es la entrada,
porque él, mejor que nadie, sabe cómo llegar a la verdadera puerta que es
Jesús.
El paralítico mostró a través de sus ojos un alivio que no podía ser descrito
con palabras. Ya no le interesaba caminar físicamente porque en ese
momento había comenzado a caminar espiritualmente con su Maestro. Sus
músculos se relajaron, ya no estaba ansioso por saber qué sucedería mañana,
lo importante era que hoy él lo había ganado todo.
Muchas veces pensamos que nuestras necesidades reales son aquellas que
están fuera de nosotros. Hoy quiero decirte que tu mayor necesidad está
dentro de ti. Necesitas poner tu corazón en armonía con el Maestro. La
miseria que produce la vida de pecado en ti no te deja ser feliz. Cuando digo
vida de pecado no me refiero solamente a una desenfrenada vida de vicios,
sino a aquella vida que puede parecer intachable pero que está totalmente
centrada en la complacencia propia y en la búsqueda de ambiciones egoístas.
Muchas veces ríes pero por dentro lloras; otras veces tratas de mostrar que
eres fuerte, pero por dentro te estás quebrando. ¿Hasta cuándo estarás
intercambiando verdadera felicidad por ambiciones huecas y vacías?¿Entrega
total por formalidad y responsabilidad eclesiástica? ¿Vida eterna por muerte
eterna? ¿Paz y satisfacción por intranquilidad y miseria?
Cuando Jesús perdonó los pecados del paralítico, pudo percibir los
pensamientos de incomodidad y acusación que surgieron en las mentes de los
escribas presentes: “¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede
perdonar pecados sino sólo Dios?”.
A pesar de que Jesús no dio oportunidad para responder esa pregunta, hoy es
necesario que tú y yo la respondamos, y de acuerdo a cuál sea nuestra
respuesta, entonces se evidenciará nuestra actitud hacia el Maestro. Tómate
un tiempo y responde: ¿Qué era más fácil para Jesús: perdonar los pecados
del paralítico o hacerlo caminar?
Hacer caminar a este pobre hombre era algo muy sencillo para el Maestro.
Solamente darle una orden era suficiente. Para el mismo poder que trajo a los
mundos a la existencia, que hizo las grandes constelaciones del universo y
que creó los mecanismos complicados de las células, hacer caminar a un
paralítico era más fácil que participar en un juego de niños. Lo que para
nosotros parece lo más complicado es lo más sencillo para Dios.
Por otro lado, lo que a nosotros nos parece lo más sencillo, termina siendo lo
más complicado para Dios, aunque no imposible. El Maestro siempre desea
comenzar su obra por lo que le es más difícil y es por eso que lo primero que
hizo fue perdonar los pecados del paralítico.
“Pero yo no creo que para el todopoderoso Dios sea más difícil perdonar
pecados que hacer caminar a un paralítico, me parece que eso es minimizar su
poder”. Lamentablemente, ese concepto es el que hace que tanta gente viva
un evangelio de pésima calidad, que no transforma ni hace honor a los
infinitos esfuerzos del Maestro. ¿Qué tuvo que hacer Jesús para que el
paralítico caminara? Solamente dar una orden. ¿Qué tuvo que hacer Jesús
para que el paralítico fuera perdonado? Dejar el trono celestial, la comunión
cara a cara con su Padre, la gloria y la honra de los ángeles para venir a este
oscuro mundo, nacer en un pesebre, ser malentendido, perseguido,
abofeteado, escupido, crucificado y, para colmo, experimentar la eterna
separación de la persona a quien más amaba: su Padre.
¿Crees que para Jesús y la Divinidad fue fácil hacer accesible el perdón?
Decir que fue fácil podría llegar a ser la más grande blasfemia. No te
confundas, el hecho de que Dios esté tan dispuesto a perdonar no quiere decir
que fue fácil el proceso por el cual tuvo que pasar para hacerlo. El perdón
solamente se obtiene con derramamiento de sangre en favor del ofensor, y ser
consciente de ese inmenso sacrificio es lo que hace que un pecador pueda
vivir en continuo agradecimiento y tener deseos de permanecer con Aquel
que ha hecho tanto por él.
Para los soberbios escribas que ese día estaban en la casa de Pedro, era muy
difícil tener la seguridad de la aceptación de Dios. Ellos se habían esforzado
toda su vida por lograrlo. Lo que para ellos era tan difícil, aunque no
imposible de acuerdo a sus conceptos legalistas, pensaban que era fácil para
Dios. Dios solamente debía prestar atención al estilo de vida que ellos
trataban de seguir, la devolución fiel de sus diezmos, su asistencia sabática a
la iglesia, la obediencia inflexible a las normas de las Sagradas Escrituras (no
a los principios), la defensa que ellos hacían de las instituciones que una vez
habían sido establecidas por Dios, y la guerra que ellos le declaraban a
quienes consideraban livianamente lo que ellos abrazaban como la causa de
su salvación. Todo esto hacía que la salvación fuera como un gran esfuerzo
para el ser humano y algo muy sencillo para Dios.
Es por eso que, cuando apareció Uno que vino a vivir y derramar su sangre
para establecer un puente entre el hombre y la divinidad y así lograr que la
salvación (un proceso infinitamente complicado para Dios) sea una realidad
simple para el hombre, lo rechazaron porque era demasiado humillante para
todo el esfuerzo que habían realizado durante todas sus vidas.
Si deseas que Jesús actúe en tu vida, entonces debes tener una fe que él pueda
ver. “Pero la fe es algo interior, algo intangible que sólo puede sentirse”–
puedes decir.
Por otro lado, así como cuando estás enfermo puedes tomar una aspirina y
hacer desaparecer momentáneamente el síntoma de la enfermedad sin curar la
enfermedad misma, de la misma manera una persona puede tratar de producir
obediencia momentánea sin tener fe.
Hay personas que tratan de producir el síntoma de la fe sin querer pasar por el
proceso de buscar la fe misma. Obedecer sin fe es moralidad, y cuando esto
ocurre, llega a ser una de las peores maldiciones que se puede ver en el
pueblo de Dios. “Pero ¿cómo puedo saber si lo que hago es fruto de la fe o
simplemente moralidad?”. Muy fácil, si la base de tu obediencia es una
relación constante con Jesús a través de la oración, el estudio de la Biblia y
una permanencia en él en todo momento, entonces tu obediencia proviene de
la fe. Sin embargo, si has perdido la capacidad de admirarte de los sencillos
pasajes de la Biblia, si la oración ha llegado a ser un recurso mecánico en tu
rutina diaria y has perdido la noción de vivir constantemente en la presencia
de Jesús, lamento decirte que tu obediencia es moralidad y entonces has
llegado a ser una piedra de tropiezo en el camino de mucha gente. Con esa
actitud has tratado de mostrar que eres un verdadero cristiano, cuando
realmente no tienes una relación íntima con la Fuente del cristianismo.
Otra pregunta: ¿por qué Jesús eligió llamar a la samaritana y no eligió llamar,
de acuerdo con lo que sabemos, a la víctima de la samaritana? Sin duda, que
el proceder de Jesús levanta muchas preguntas para las cuales quizás no
tengamos respuesta. Sin embargo, una cosa sí podemos saber, y es que Jesús
siempre llamará al más necesitado.
Por otro lado, siempre que Jesús irrumpe en la escena, lo hará rompiendo los
esquemas humanos tradicionales. ¿A quién se le ocurriría llamar a una
adúltera como discípulo? Es más, hasta los discípulos que caminaban, comían
y dormían con él se maravillaron al ver la escena.
Por otro lado, si tu quieres que tu iglesia se llame “Iglesia Pecadora”, déjame
decirte que estás totalmente confundido. Jesús buscó a la mujer samaritana
para salvarla de su adulterio ya que en su vida de pecado ella nunca
encontraría esa agua de vida que apagaría su sed de satisfacción espiritual. La
iglesia de Jesús aceptaba a los adúlteros, pero condenaba el adulterio.
Por eso, pídele hoy a Jesús que te dé la suficiente humildad como para
aceptar una manifestación de su gran amor, incluso en aquellas personas que
tanto odias, no sea que ellas formen parte de la Iglesia Salvadora y tú te
pierdas en la Iglesia Moral.
EN ESPIRITU Y EN VERDAD
“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario
que le adoren”. Juan 4:24
De acuerdo a las palabras del Maestro, es necesario que los que adoran lo
hagan con dos componentes: espíritu y verdad. Satanás se las ha arreglado
para que muchos de los que pretenden adorar, adoren con un solo
componente. No obstante, Jesús dijo que deben estar presentes estos dos
elementos y que acercarse a su Padre con uno solo no es completa adoración.
Aquel que adora en espíritu es aquel que ha permitido que Dios lo vacíe de sí
mismo para quedar de esa manera en completa armonía con lo divino. Para
hacer más notorio este concepto, te diré que el hecho de creer
intelectualmente la verdad no asegura que tengas el espíritu correcto. Es más,
si estás en la verdad y no tienes el espíritu correcto, estás en problemas y tu
adoración no sirve de nada.
¿Qué es la verdad? Hay cuatro cosas que la Biblia define como verdad. Jesús
es la verdad (Juan 14:6). La ley de Dios es verdad (Salmo 119:142), los
mandamientos de Dios son verdad (Salmo 119:151) y la Palabra de Dios es
verdad (Juan 17:17). De esta manera, el que adora en espíritu y en verdad
estará en armonía con estas cuatro definiciones de verdad que la Biblia
presenta. Lo que es importante destacar es que estas definiciones de verdad
son dadas en un contexto relacional y no en un contexto legalista.
Hay en cada ser humano la tendencia de querer hacer a Dios a la imagen del
hombre y no al hombre a la imagen de Dios. Es por eso que se piensa que, si
se sigue a Jesús, con tal de nombrarlo de vez en cuando e ir a una iglesia se
puede seguir escuchando la misma música, vistiendo de la misma manera,
hablando de la misma forma, teniendo las mismas costumbres.
“Ah no, pero yo desde que voy a la iglesia dejé la droga”. Yo conozco
personas que sin ir a la iglesia también la dejaron. A Jesús realmente le
parece superficial que hayas dejado la droga si todavía no has dejado la droga
del pecado de querer hacer las cosas como a ti te parece y no como él te lo
pide en la Biblia. Cuando Jesús llega a la vida de alguien, lo transforma todo,
no sólo algunas cosas. Es un proceso, pero es un proceso que nunca termina y
que toca absolutamente todas las areas de tu vida.
“¿Pero entonces, quiere decir que cuando dejé la droga no fue por él?”. Lo
que quiero decirte es que a Jesús no le interesa tanto que dejes la droga como
que llegues a ser un verdadero discípulo suyo, ese fue el motivo por el cual te
hizo dejar la droga. El desea restaurar su imagen en ti y que tú vivas como él
viviría si estuviera aquí en la tierra.
PUEBLO DE DIOS
“Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén
adoraréis al Padre”. Juan 4:21
Nos hemos polarizado tanto entre las iglesias cristianas que no queremos
aceptar una verdad bíblica por el hecho de que una de las iglesias
“contrincantes” la enseña. ¡Olvídate de las iglesias y vive lo que Jesús te
pide! Para hacerlo, no necesitas dejar tu iglesia; produce una revolución en la
tuya y haz que tu iglesia sea una iglesia verdadera porque en ella se adora en
espíritu y en verdad. Tendemos a pensar que la iglesia es un templo, una
organización, o una estructura institucional. La verdadera iglesia está
formada de verdaderos adoradores que siguen a Jesús a través de la Biblia.
El más grande profeta que existió en el mundo tuvo que aprender a vivir por
fe, como tú y yo debemos hacerlo. A veces pensamos que aquellos que
enseñan y que predican no tienen pruebas. Si es así, pregúntale a Juan el
Bautista. Todos, absolutamente todos debemos perseverar en la fe, y a cada
uno se nos prueba individualmente de acuerdo con la capacidad que Dios nos
concede para resistir.
“Pero si Juan era el más grande profeta ¿qué era lo que Dios creía que él
todavía debía desarrollar a través de esa prueba?”. No tengo ni la menor idea.
Me atrevo a afirmar que Juan fue puesto en esa circunstancia por ti y por mí,
para que a través de su experiencia nosotros entendiéramos que el hecho de
servir a Dios con todo el corazón no nos pondrá automáticamente fuera del
chasco y del dolor.
Entonces Juan, viendo que Jesús no hacía nada, se dio cuenta de que todo lo
que había hecho durante su vida había sido en vano. “Al final – pensó–
muchos de aquellos que actúan sin escrúpulos ni principios están gozando de
muchos privilegios: Caifás, sumo sacerdote; Herodes, adúltero y rey; Judas,
tesorero de la naciente iglesia cristiana y así una cantidad de gente que
profesa seguir a Dios y que lo traiciona con sus actos. ¿De qué sirve ser fiel si
pareciera que los infieles son los que adquieren las recompensas?”.
Como sus discípulos le habían propuesto por mucho tiempo un plan para
escapar de la cárcel y Juan siempre lo había rechazado, ahora decidió
aceptarlo. Es así que unos días después Juan se encontraba fuera de ella, pero
no para predicar en el desierto. En esta ocasión lo encontramos sentado en un
recinto secreto del templo, con los fariseos y saduceos, tramando un plan para
liberarse del yugo romano y, a la vez del Humilde Carpintero que lo único
que hacía era estorbar los planes de independencia y grandeza nacional.
Aunque lo que acabo de escribir no fue lo que sucedió, creo que de una forma
u otra Juan hubiera terminado luchando contra Jesús si no hubiera aceptado el
plan que Dios tenía para su vida. Eso es lo que siempre pasa cuando un
discípulo pierde la paciencia. “Yo sé que eso está mal, pero todo el mundo lo
hace”. ¿No has escuchado muchas veces esa frase? Si tú también estás
tentado a decirlo es necesario que hagas un alto y analices la razón de tu
“servicio”.
Es necesario que entiendas que las recompensas de Dios son mucho más
abarcantes que aquellas cosas que nosotros vemos como recompensas, que no
son nada más ni nada menos que migajas miserables que da el mundo. “Sí,
seguro–puedes decir– pregúntenle a Juan el Bautista... si es que le puedes
preguntar, porque su cabeza está en una bandeja”.
Lee Mateo 27: 51–53: “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de
arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron
sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y
saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa
ciudad, y aparecieron a muchos”. Bien, me atrevo a decir con un noventa y
nueve por ciento de seguridad que Juan el Bautista estaba entre esos santos
resucitados.
¿Tuvo recompensa? No sólo la tuvo en esta tierra, sino que la está teniendo
ahora mismo en el Cielo. El deseaba colaborar con Jesús en su obra y
colaboró con él de una manera que nunca hubiera imaginado. Así como
sucedió con Moisés, Elías y otros, por momentos puede parecer que Dios
desaparece de la escena de la vida de sus hijos; sin embargo, el hecho de
tener la percepción de que desaparece no quiere decir que él desampara.
A tan grande la prueba resistida con fe, tanto más grande será la recompensa
que Dios te dará. Dios es un Dios de maravillosas sorpresas y no dejará a
ninguno de sus hijos sin darle la plenitud de sus bendiciones. Juan, en vez de
quedarse con quejas y dudas en su mente, decidió llevar su caso al Maestro.
Esa debiera ser nuestra actitud ante toda perplejidad. Por medio de sus
discípulos le preguntó: “¿Eres tú el que había de venir o esperamos a otro?”.
Para el corazón de Jesús, esto resultó en un gran dolor. El más grande profeta
que alguna vez haya existido dudaba de su manera de actuar y de quién era en
realidad. ¿Qué podía esperar entonces de sus discípulos? Jesús no argumentó,
solamente les pidió a los disicípulos de Juan que lo acompañaran y vean lo
que hacía y que justamente eso le contaran a Juan.
Ese es el mismo mensaje que el Maestro te envía a ti. Sigue siendo fiel, no
desesperes, no pierdas la paciencia del Espíritu, ya que hay una recompensa y
es más grande y gloriosa de lo que tú te imaginas.
¿PAZ O ESPADA?
“No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer
paz, sino espada”. Mateo 10:34
¿Pero no fue Jesús quien dijo que los pacificadores heredarán la tierra? ¿No
dijo también él “mi paz os dejo, mi paz os doy”? Aquí pareciera haber una
contradicción en nuestro Maestro. Sin embargo, nota que él cuando habla de
la espada está hablando en un contexto mundial y cuando habla de la paz que
deja está hablando en un contexto personal.
¿Qué quiere decir todo esto?: Jesús te dará paz, gozo y alegría cuando lo
sigas, sin embargo, esa paz del corazón provocará la guerra de aquellos que
están controlados por el odio. Al ser discípulo de Jesús no esperes transitar
por un camino de rosas. Mira la experiencia de Jesús: cuanto más bien hacía,
más procuraban destruirlo. De la misma forma, mientras más te parezcas a él,
más te perseguirán. Pero déjame decirte algo, no busques la persecución para
demostrarles a los demás que eres un discípulo de Cristo, porque entonces lo
único que conseguirás será perder aquella humildad que obtuviste por tener
comunión con el Maestro.
No olvides también que entre aquellos que hoy te tiran piedras puede haber
un Saulo de Tarso que al ser testigo de tu muerte se convierta en un apóstol
de los gentiles. La paz de la comunión con el Maestro es tan fuerte, tan firme,
tan poderosa que ni las llamas del infierno pueden prevalecer contra ella.
Cuando Jesús te dice que al ser perseguido serás bienaventurado, con eso
quiere decir que tú puedes llegar a ser tan maduro en él que ni el
acontecimiento más grave de tu vida podrá afectar tu paz. Es verdad que el
discípulo muchas veces tendrá dolor en la vida, a nadie le causa alegría que lo
persigan. No obstante, es muy distinto a tener una vida con dolor a tener una
vida de sufrimiento.
LEVÁNTATE
“Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos.
Jeremías”. 8:20
Levántate, toma tu lecho y anda. “¿Por qué voy a hacerle caso a la voz de este
extraño que de repente me da una orden que, más bien que una orden, parece
una burla?”.
Levántate, toma tu lecho y anda. “Señor, así no es. Debe ser cuando se mueve
el agua, entonces me arrojas al estanque y yo salgo caminando”.
Levántate, toma tu lecho y anda. “Si no sanas a todos los que están en el
estanque, no quisiera tampoco que me sanaras a mí, sería como una
injusticia”.
Levántate, toma tu lecho y anda. “Muy bien, comenzaré a hacer ejercicio para
que se fortalezcan mis piernas y luego caminaré”.
Levántate, toma tu lecho y anda. “La verdad es que si camino, tengo miedo
de perder los amigos que hice en estos treinta ocho años en el estanque”.
Levántate, toma tu lecho y... “Quisiera caminar pero... ¿podría dejar mi lecho
en el estanque?”.
Levántate, toma tu lecho ...“Hasta mis manos están entumecidas como para
tomar el lecho”.
Levántate, toma... “Señor, acabo de ponerme de novio con una chica del
estanque ¿puedes esperar a que me case y después me haces caminar?”.
LA RELIGION DE LA ABSTINENCIA
“Entonces los judíos le dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de
reposo; no te es lícito llevar tu lecho”. Juan 5:10
Los fariseos sabían muy bien (de acuerdo con sus tradiciones) lo que no se
debía hacer en sábado, pero si alguien les preguntaba qué era lícito hacer,
probablemente no lo sabían. Ellos profesaban la religión de la abstinencia: no
hagas esto, no hagas aquello, no camines así, no digas asá. Eran personas que
gastaban todas sus energías en el “no hacer”. ¿Has sido víctima alguna vez de
este tipo de religión?
Te voy a presentar una revelación que la Biblia nos muestra: siempre que
veas a alguien en la religión de la abstinencia, compadécete de él o de ella
porque, sin lugar a duda, esa persona está escondiendo algún pecado en su
vida. Jesús lo dijo: “Cuelan el mosquito, pero se tragan un camello”. Tú
puedes tragarte un mosquito sin darte cuenta, quizás alguna vez te pasó y no
lo recuerdas. Sin embargo, es imposible que te tragues un camello sin darte
cuenta.
En los tiempos de Jesús había un dicho muy popular que decía: “No hagas
con los demás lo que no te gustaría que hicieran contigo”. Religión de la
abstinencia. Jesús lo modificó de esta manera: “Haz con los demás lo que te
gustaría que hicieran contigo”. Religión del servicio.
Recuerda que si quieres dejar el mundo sin seguir a Cristo, eso es religión de
la abstinencia, pero si quieres seguir a Cristo, como consecuencia servirás a
las personas que están en este mundo. Religión del servicio.
Aquí encontramos la única referencia en la Biblia que nos dice que Jesús
quebrantó un mandamiento. Esto nos pone en un grave problema y
necesitamos analizarlo. Si Jesús quebrantó un mandamiento, entonces debía
morir, pero ya no podía hacerlo en favor de otros, sino simplemente para
cumplir la condena que él mismo se merecía por ser pecador y haber violado
la ley de Dios.
Si Jesús murió en una cruz por su propio pecado, entonces no debiera haber
resucitado ya que Dios sería injusto al darle vida eterna a alguien que merecía
condenación. Si Jesús no resucitó, entonces la iglesia cristiana nació gracias a
un grupo de ingenuos que creyeron las mentiras de unos astutos pescadores
que decían que su Maestro regresaría nuevamente. Si la iglesia es una
fantasía, entonces tampoco Jesús vuelve por segunda vez para instaurar su
reino eterno.
Si crees que él guardo la ley de Dios, entonces crees que guardó todos los
mandamientos. Si crees que guardó los mandamientos, entonces crees que
mientras estuvo aquí en la tierra guardó el séptimo día como sábado, de
acuerdo con lo que Dios había pedido en su ley.
¿Te das cuenta por qué el decir que Jesús quebrantó un mandamiento hace
que todo lo demás no tenga sentido? “Pero entonces ¿por qué Juan escribe en
su evangelio que Jesús quebrantó el sábado?”. Cuando Juan escribió que
Jesús quebrantaba el sábado, estaba escribiendo desde el punto de vista de los
dirigentes religiosos, con el objeto de mostrar la razón por la cual deseaban
matarlo.
La Biblia es bien clara en decirnos que Dios estableció un día de reposo. Por
otro lado, Juan nos dice que los judíos querían matar a Jesús porque se hacía
igual a Dios (Juan 4:18). Pero respecto a esto debemos aclarar que Jesús no
se hacía igual a Dios sino que era igual a Dios. Nuevamente, Juan está
escribiendo desde el punto de vista de los dirigentes religiosos. Los dirigentes
judíos no aceptaban la divinidad de Cristo como tampoco aceptaban su
enseñanza ejemplar acerca de cómo debía guardarse el sábado. Jesús no
estaba quebrantando el sábado, sino que estaba poniendo a un lado las
tradiciones humanas sobre el sábado para que ese día llegara a ser realmente
aquello por lo cual fue creado: un día para deleitarse en comunión especial
con un Padre de amor.
Por eso, no digas más que Jesús abolió un mandamiento, porque si así lo
haces, estarás poniéndote a riesgo de negar la divinidad de Cristo viendo las
cosas desde el mismo punto de vista de aquellos dirigentes religiosos. Lo
peor de todo es que, al tener esa actitud, también estarás negando el proceso
necesario para la realidad de tu propia salvación.
LA NUEVA RELIGIÓN
“Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo”. Marcos 2:28
Jesús sabía mejor que nadie cuál era el propósito del sábado. Por otro lado,
los fariseos sabían muy bien, en el concepto de ellos, qué no era lícito hacer
en sábado. Sin embargo, desconocían totalmente el propósito de ese día y,
como consecuencia se atribuían a sí mismos el derecho de decirle al Señor
del sábado qué era lo que no se debía hacer en el mismo.
La tendencia de los fariseos todavía existe hoy día entre aquellos que
profesamos servir a Dios. Muchas veces tenemos muy claro lo que no
debemos hacer pero no sabemos nada de lo que debemos hacer. Muchas
veces nuestra religión está enfocada en el no equivocarse, pero no se centra
en servir. Hablamos mucho de Dios y defendemos sus “normas”
públicamente con lógica e inteligencia (no con sabiduría). Eso nos hace creer
que somos más santos que otros, y esa misma creencia nos lleva a pensar que,
como somos tan santos, no necesitamos consultar la voluntad de Dios para
nuestra vida personal ya que nosotros estamos más allá del bien y del mal.
Los fariseos habían hecho del sábado un fin en sí mismo. Creían que lo
guardaban porque eran estrictos con aquellas tradiciones que ellos habían
creado alrededor de él. Su disciplina religiosa había hecho de ese día santo
una penitencia y no una delicia. Eso es lo que pasa siempre que perdemos el
propósito por el cual hacemos las cosas. Muchas veces leemos la Biblia
porque “tenemos”que leerla, oramos porque “tenemos que hacerlo”, vamos a
la iglesia porque “tenemos” que ir, como si el discipulado fuera una
costumbre, algo mecánico o una tradición impuesta.
Ante este realidad te propongo una idea. Para solucionar este problema
creemos una nueva religión donde no haya que leer la Biblia, ni orar ni ir a la
iglesia. ¿Qué te parece? Si hay tanta gente que lo hace solamente por hacerlo
y sin ningún sentido ¿por qué entonces seguir haciéndolo? Si es así ¡que
nadie nunca más lo haga! (más allá de esto, todos estos fueron ejercicios
espirituales que llegaron al cristianismo a través del judaísmo).
¿Qué te parece? Con esta religión, creo que tendríamos muchísimos adeptos,
hasta tal vez tendríamos más seguidores que los que Jesús tuvo cuando
estuvo en la tierra, ya que él exigía que lo siguieran y que dejaran todo por él.
Nosotros no exigiremos eso, porque si exhortamos a seguir a Jesús y dejar
todo, sería como querer salvarse por seguir a Jesús y uno no se salva ni por
seguirlo, la salvación es por Jesús mismo y por lo que él hizo en la cruz (en
este sentido estaríamos más avanzados en nuestra enseñanza que hasta el
mismo Cristo). ¿No te suena esta filosofía como más cristiana que el mismo
cristianismo?
Déjame decirte que, a pesar de que en mi corazón está esa religión por
naturaleza, no creo que sea, bajo ningún punto de vista, la religión del
Humilde Carpintero. Es verdad que el hombre es corrupto desde sus mismas
raíces. También es verdad que Jesús es nuestro Salvador y no hay nada que
podamos hacer por nosotros mismos para ser salvos. Pero, mi querido amigo,
cuando camines en la salvación, no trates de anular aquello que es parte y
fundamento del nuevo reino al que perteneces sólo porque la gente que
pretende seguir a Dios lo ha desvirtuado. Si hicieras eso, sería como querer
eliminar el matrimonio porque hay muchos divorcios.
Por eso, ruega hoy por el Espíritu para que tu estudio de la Biblia, tu oración,
tu asistencia a una iglesia y tu descanso espiritual en el sábado sean para
profundizar tu relación salvífica con el Maestro. Y recuerda: no trates de
anular aquello de lo que Jesús mismo se declaró Señor porque, si así lo haces
puede ser que un día llegues a prescindir hasta del mismo Maestro.
Su hijo estaba siendo torturado y carcomido por una cruel enfermedad. Como
padre, debía ser protagonista de una lenta despedida que terminaría en la
muerte. Ver un hijo sufrir esperando la muerte debe ser la peor prueba por la
que algún ser humano tenga que pasar en esta vida. ¿De qué servía tener una
posición prominente en la sociedad si su hijo estaba muriendo? ¿De qué
había servido ahorrar dinero por tanto tiempo? ¿Qué beneficio tenía ser
respetado y admirado por todos si ahora, en este momento de enfermedad,
nadie, absolutamente nadie lo podía ayudar?
El amor que sentía por su hijo hacía la prueba aun más profunda. Sin
embargo, en su mente, no era esa virtud la que motivaba tanto el deseo de la
sanidad, sino el querer tener una nueva oportunidad de amar aún más al
objeto de su preocupación, para despejar toda duda sobre un pasado donde el
amor tal vez no hubiera sido suficiente. Allí estaba este oficial del rey, en el
momento más oscuro de su vida, ensayando una tierna sonrisa para aliviar el
dolor de quien amaba, disimulando ese indecible gemido que estaba
amordazado por dentro.
Había ido a los médicos, había hecho promesas y votos, había pasado noches
en oración y rezo, pero nada había sucedido. Sólo le quedaba probar un cosa,
y aunque hasta ahora se había resistido a hacerlo, lo que sentía por su hijo era
muy superior a los prejuicios que estaban arraigados en su mente.
En esos días, había oído que Jesús, ese humilde carpintero, venía a
Capernaum. Le habían comentado que él no sólo enseñaba, sino que también
sanaba. Incluso, algunos se atrevían a especular con la idea de que tal vez
fuera el Mesías. ¿Sería posible que ese joven rebelde pudiera tener la
solución que tanto ansiaba y rogaba? En ese momento, quietamente se
levantó de donde su hijo dormía sufriendo, para ir en busca de la última
opción que le quedaba. Mientras cruzaba el umbral de la puerta, sus ojos se
rebelaron, y dejaron salir todas las lágrimas tanto tiempo contenidas, mientras
que la voz, que deseaba intensamente acompañarlas prorrumpiendo en
ruidoso llanto, quedó tensamente sumisa haciendo un nudo en la garganta.
Eso apresuró aún más su salida para ir en busca de aquello que no sabía si
encontraría.
Mientras caminaba, sentía como que algo lo impulsaba. A pesar de que iba en
busca de la sanidad de su hijo, caminaba como si fuera en busca de su propia
sanidad. Por momentos dudaba de lo sensato de su empresa, pero al recordar
el rostro de su hijo enfermo, sentía que cualquier esfuerzo valdría la pena,
aunque no tuviera ningún resultado.
Algunos le habían hablado de Jesús con esperanza, otros con recelos,
poniendo en duda la autenticidad de lo que sus discípulos decían que era,
otros hablaban de él con intenso odio, a pesar de nunca haberlo conocido. Se
decía que muchos lo seguían y que Juan en el Jordán lo había señalado como
el elegido. “¿Será que el Mesías ya está con nosotros? Si él lo es, me lo
demostrará sanando a mi hijo y entonces creeré –pensaba el noble– si no hace
lo que le pido, entonces es un impostor. Si es un impostor... ¡sería un
verdadero bochorno que me vean junto a él!”.
Después de caminar por unas horas, se dio cuenta de que por primera vez en
mucho tiempo su mente había dejado de estar centrada en los padecimientos
de su hijo para pensar en aquel supuesto Mesías. De repente, volvió a la
realidad y divisó una multitud. Sabía que por allí debía estar el tal Jesús. Su
imaginación le había anticipado que se encontraría con un hombre de imagen
y apariencia imponentes. Se metió entre la multitud y, forcejeando, trató de
llegar al lugar donde todos miraban. Después de un prolongado esfuerzo por
llegar al centro, quedó sorprendido al no encontrar nada más que gente y
preguntó: “¿Quién es Jesús?”. Un joven que estaba a su lado, lleno del polvo
del camino y despeinado por el viento, le contestó con tranquila autoridad:
“Yo Soy”.
En ese momento, el noble comenzó a darse cuenta de algo que nunca había
considerado. La enfermedad física de su hijo lo había hecho sentir tan
impotente que estaba haciendo algo que, en circunstancias normales, nunca
hubiera hecho: venir a pedirle un milagro a un humilde carpintero. Ante la
presencia de este joven viajero, el noble empezó a entender que hay algo peor
que la enfermedad física y eso es la enfermedad del corazón. Él era el que
estaba realmente enfermo, sin embargo, clamó sin pensar demasiado, tratando
de desviar la atención de su propia miseria hacia el dolor de a quien tanto
profesaba amar: “Señor, desciende antes que mi hijo muera”. El noble,
acostumbrado a estar en el control de las cosas, traía un plan para Jesús. Pero
Jesús tenía un plan para él. “Vé, tu hijo vive” –le respondió. En otras
palabras: “tu hijo tiene falta de salud, pero tú tienes un problema aún mayor:
necesitas creer y aceptar la manera en que Dios desea hacer las cosas. Debes
aceptar que la sanidad puede venir de un viajero despeinado y cubierto de
polvo”.
“¡No Señor, desciende a mi casa, yo tengo que ver cómo lo haces!”. Pero
Jesús dijo: “Ve, tu hijo vive”. “Pero mira Señor que yo he puesto como
condición que creeré en ti si sanas a mi hijo, por lo tanto, tienes que venir a
mi casa para que yo vea que realmente lo sanas”. “Ve, tu hijo vive, porque
mira qué interesante
–pudo haber dicho Jesús –yo he puesto como condición que tú creas en mí
para que tu hijo se sane”. “El hombre creyó a la palabra de Jesús y se fue”.
Cuando el noble creyó que su hijo vivía, él mismo vivió. Tanto fue lo que
creyó, que no necesitó correr a su casa para comprobar que su hijo había
sanado.
Jesús sanó a ese niño, porque ahora había un padre que le mostraría la
salvación. La enfermedad de ese niño fue la razón por la cual ese padre se
encontró con su propia salvación. Pero nota lo siguiente: ese niño creció y se
hizo hombre y un día murió. ¿Crees que cuando murió no habrá tenido hijos
y esposa que también oraban para que fuera sano y no muriera? Sin duda que
sí, sin embargo, lo que deseo que notes es que cuando ese niño murió ya
siendo un adulto, murió con la seguridad de la eternidad porque había tenido
un padre que había “creído” en un Polvoriento Viajero que andaba en Galilea.
Para nuestra mente finita, incrédula y egoísta, son las bendiciones temporales
de Dios las que nos causan más alegría recibir. Pero no olvides que Dios
piensa en términos de vida eterna y que, aunque ahora no lo entiendas,
aunque tengas momentos de mucho dolor, aunque un hijo tuyo esté sufriendo,
Jesús fue abandonado por su Padre en la cruz del Calvario para que ninguno
de nosotros fuera abandonado en el peor momento de desesperación.
Pero si tienes un hijo sano, quiero amonestarte en el nombre del Señor para
que no seas incrédulo, no vaya a ser que el sufrimiento de él sea la
herramienta que haga que por fin salgas desesperado a buscar al Maestro. Si
todavía no has decidido seguir al Maestro, debes reconocer que la única razón
para ello es tu egoísmo e incredulidad.
¿Qué crees que demuestra más amor: desear 70 años de salud física para un
hijo o rendirse ante Dios para que nuestros hijos puedan heredar la vida
eterna? No seas egoísta, más que darle años a tu hijo es necesario que le des
eternidad.
Pero déjame decirte algo: esta nueva etapa, aunque sea bienaventurada,
exigirá de ti una mayor concentración espiritual que la etapa anterior.
Cualquier descuido puede llevarte a pensar que tú eres el blanco de los
ataques en la batalla que el enemigo te declara y no Jesucristo. Cualquier
reacción de tu parte puede transformarse en una vil venganza, cosa que es
ajena al espíritu de un verdadero discípulo. Cualquier lugar que dejes en tu
mente para el pensamiento de que eres una víctima se transformará en la
misma clase de rencor y odio que tienen aquellos que atacan a Jesús en tu
persona.
Por eso, debes estar atento para no perder la bienaventuranza del vituperio, de
lo contrario, llegarás a encontrarte peleando y revolcándote en el mismo lodo
de aquellos que andan en tinieblas. Si el Maestro vive en ti, deja que él sea el
que te defienda porque, cuando llegue ese momento, él no se defenderá a sí
mismo, él nunca lo hizo, sino que defenderá a aquel que ha decidido ser su
vehículo.
Mientras más grandes sean las mentiras que dicen de ti, más grande será la
satisfacción cuando veas la revelación de la gloria de él. Nunca olvides que el
que anda en tinieblas, donde vea a Cristo, va a querer crucificarlo, y si tu has
sido llamado a llevarlo en ti, no esperes otra cosa que la persecución de él, no
de ti.
“¿Usted cree que el cansancio de Jesús no era una buena razón para que
durmiera en momentos de tanta tensión?”–pregunta un periodista.
“Recordemos la experiencia de nuestro profeta Jonás y nos daremos cuenta
de que quizás estamos ante el mismo caso, alguien que duerme para olvidar y
evadir. No vale la pena seguir a un Maestro que duerme cuando sus
seguidores reman para no que no se hunda la barca donde justamente él está
yendo. Muchas gracias y que tengan un buen día”.
Si éste hubiera sido tu análisis, sin duda que hubiera sonado muy lógico, sin
embargo, debiéramos recordar que la lógica humana es opuesta a la lógica
divina, como la actitud del Maestro frente a la tormenta fue opuesta a la
actitud de los discípulos.
“Está bien, pero si él tiene poder para hacer una gran bonanza ¿por qué no la
hizo desde el mismo principio?”
Es interesante notar que cuando los discípulos se dieron cuenta de que toda la
experiencia que tenían como marineros ya no les servían de nada para
enfrentar la tormenta que los azotaba, entonces recién en ese momento se
acordaron del Maestro. Y en ese preciso momento no fue que llamaron a
Jesús para que los salvara, sino que lo llamaron para retarlo y hacerle notar
que su actitud era totalmente irresponsable con respecto a lo que estaba
sucediendo. “¿No tienes cuidado que perecemos?”
Es fácil seguir a Jesús en aquellas cosas en las cuales no tienes la más mínima
experiencia, aquellas áreas que no te son naturales ni manejables, pero
cuando él va en tu barca, en esa barca que tú mismo has comprado y que te
ha dado renombre como pescador experimentado, es difícil dejar el mando.
No es que tú no quieras que vaya contigo, pero la sutil diferencia está en que
hagas de él solamente un pasajero. Esa actitud quedará de manifiesto
especialmente cuando atravieses aquella tormenta por la que nunca pasaste,
aquella tormenta que comienza a revelarte la cruda realidad de que todo lo
que estudiaste, lo que trabajaste, lo que escuchaste, lo que aprendiste, lo que
construiste con esfuerzo durante tanto tiempo no te sirvió de nada cuando de
ir con el Maestro se trata.
“Pero si él sabe que el problema está dentro mío ¿por qué no hace un milagro
y lo soluciona de una vez?” La razón es que Dios puede hacer un milagro
fuera de ti sin tu consentimiento. Es más, lo hizo un sinnúmero de veces y tu
ni siquiera te diste cuenta. Sin embargo, para hacer ese milagro de plomería
espiritual en tu corazón necesita tu permiso, tu deseo, tu petición y tu entrega
total. El pretende que dejes de remar y te acuestes junto a él para dejar de
mirar la tormenta y entrar en armonía con su corazón.
Cuando tú decides creer en algo ¿cuál es el criterio que utilizas para aceptarlo
como verdad? ¿La apariencia del que lo enseña? ¿Si la verdad es proclamada
con palabras rebuscadas y la persona que la presenta tiene altos títulos
académicos? ¿Si hay alguna persona importante dentro del medio eclesiástico
que aprueba lo que se dice? ¿Si la persona que habla tiene un puesto de
influencia en la institución a la que pertenece?
“Señor, te seguiré luego que agrade a mis padres en aquello que me piden”.
Estás en peligro. “Señor, yo sé que lo que me dices en tu Palabra es verdad,
pero antes de tomar una decisión, déjame ver si mi pastor lo aprueba”. Estás
en peligro. “Jesús, tu teología es muy simple y a pesar de que suena bien es
una afrenta a toda la preparación de mi vida. Si hablaras un poquito más
complicado y citaras en tus declaraciones doctores en teología reconocidos en
el mundo entero, entonces para mí sería más atractivo”. Estás en grave
peligro. “Señor, lo he entendido, pero tú sabes que si aplico tus enseñanzas,
algunas personas se pondrían en mi contra y estaría en peligro mi estabilidad
laboral”. Estás poniendo en un gran riesgo a tu salvación. “¡Ya sé lo que
podemos hacer! Nadie lea ni escuche al Humilde Carpintero hasta que el Rabí
Fulano nos diga si está bien o está mal lo que enseña”. En esta última
circunstancia, el Rabí Fulano tiene más posibilidades de salvarse que tú.
Lee en la Biblia la historia del rey Manasés y verás que fue un rey perverso,
autoritario y degenerado. Él influyó para que el pueblo escogido dejara el
culto al verdadero Dios por el culto orgiástico a Baal, y pasó a su hijo por
fuego. Fue uno de los reyes más sanguinarios de la historia sagrada. Pero nota
cuán interesante termina la historia de su vida. Después de ir cautivo a
Babilonia, buscó a Dios y se arrepintió. Dios lo perdonó y lo devolvió a su
trono en Judá. Manasés, en el último período de su vida, intentó traer
nuevamente al pueblo escogido al culto del Dios verdadero, pero la Biblia
nos dice que el pueblo estaba tan descarriado que los intentos del rey fueron
vanos. Fíjate qué interesante, el rey Manasés se arrepintió y murió salvo, sin
embargo, aquellos a los que él influyó y a quienes descarrió murieron
perdidos. En otras palabras, alguien que está en el mal por su propia decisión
tiene más posibilidades de salvarse que aquellos que están en el bien o en el
mal por decisión de otros.
Dios no puede salvar a alguien por estar en una inercia tradicional o cultural,
Dios sólo puede darle los beneficios de la muerte de su Hijo a quienes lo
aceptaron por una decisión personal e individual, y de eso se trata el
bautismo. Te repito: es más peligroso estar en el bien por la decisión y
presión de otros que estar en el mal por decisión propia.
“Si esto es así ¿qué función tiene la iglesia?”–alguien puede decir. La iglesia
está compuesta del grupo de discípulos que han decidido hacer de Jesús y su
Palabra la guía y base para sus vidas. Es justamente, estando en relación con
esa iglesia como tu creces, eres exhortado y alimentado. Dios estableció la
iglesia porque, cuando está sometida a Cristo, es la mejor y mayor influencia
que un ser humano puede tener en su vida.
Pero recuerda algo, la iglesia está para cobijar a todos los que han decidido
personal e individualmente hacer de Jesús su maestro. En otras palabras, los
miembros de la iglesia de Cristo no creen que tienen la verdad, sino que
saben que la verdad la tiene Cristo. Él es la cabeza de la iglesia. Esto genera
la humildad necesaria para poder escuchar y dialogar en respeto entre los
miembros. Por eso, cuando alguien habla, tú escucha, ora, razona, analiza y
compara.
La última iglesia estará compuesta por discípulos que solamente tengan temor
de Dios y no de los hombres (Ap 14:7). No hay mayor maldición para un ser
humano que ser esclavo de otro ser humano, de una institución o de presiones
de bandos. Tú has sido llamado a ser libre porque has conocido la verdad de
Jesucristo y es a ella que debes permanecer fiel.
Pídele a Dios hoy que te dé esa valentía de permanecer firme a sus principios
a pesar que se desplomen los cielos. Bienaventurados los que piensan por sí
mismos basados en la Palabra de Dios porque ellos serán los que harán crecer
el Reino de los Cielos aquí en la tierra.
JUEZ Y ABOGADO
“El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra
contra ella”. Juan 8:7
La diferencia es impactante: los escribas y fariseos con toda su aparatosidad y
el Humilde Carpintero con su sencillez. Los escribas y fariseos trayendo a
colación la ley para destruir a una persona. Jesús enseñando la ley para que
sus seguidores vivan en ella. Los escribas y fariseos usando una pobre mujer
adúltera para resaltar su fingida santidad. Jesús cargando el pecado de la
adúltera para poder enseñarle en su propia persona verdadera santidad.
Ante toda esta situación, la gente que había estado escuchando a Jesús queda
paralizada. Los escribas y fariseos parecen por primera vez estar
reconociendo la autoridad del Humilde Carpintero, pues cuando arrojan a la
mujer a sus pies le dicen “maestro”.
Jesús los mira a los ojos, no dice nada, se agacha y escribe sobre las baldosas
llenas de polvo. La diplomacia de los acusadores ahora es reemplazada por
descontento e impaciencia y exigen una respuesta de aquel humilde maestro
que se transformaría en momentos en el juez de ellos.
¿Qué sentido tenía seguir viviendo? Al final de todo, los escribas y los
fariseos hipócritas le estaban haciendo un gran favor. Sin embargo, lo que
esta mujer adúltera no sabía era que cuando alguien te quiere condenar, no
logrará su propósito si lo que hace es arrojarte a los pies del Maestro.
Cuando los acusadores trajeron a la mujer, habían estado tan ansiosos de que
el Carpintero cayera en la trampa, que no se habían dado cuenta de aquello
que él estaba escribiendo en el polvo. Ahora que Jesús continuaba con ese
extraño acto, se sintieron obligados por una fuerza extraña a prestar atención.
Ese mismo dedo que había definido lo que era santidad en la roca sinaítica,
en ese mismo momento estaba escribiendo lo que era pecado en el polvo del
templo de Jerusalén. Vergüenza, horror y confusión. Uno a uno comenzó a
sentir el peso de su conciencia, y como no estaban interesados en pedir
perdón, tuvieron que irse en silencio con el fin de diseñar nuevas estrategias
para justificar aquellos pecados que los llevaban a esconderse detrás del
disfraz de escribas y fariseos.
“Y quedó sólo Jesús y la mujer que estaba en medio”. Jesús se enderezó y no
vio a nadie, e hizo una pregunta a la mujer que seguía como hipnotizada
mirando al piso. “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te
condenó?” Por primera vez la mujer levanta el rostro tímidamente y contesta
como confundida “Ninguno, Señor”. El Maestro pronunció entonces una de
las frases más bellas registradas en la Biblia: “Ni yo te condeno; vete, y no
peques más”.
COMO CREISTE
“Ve, y como creíste, te sea hecho”. Mateo 8:13
“Como creíste te sea hecho”. Las palabras de Jesús dan a entender que Dios
se autolimita de acuerdo a la fe de cada individuo. Analicemos situaciones
reales de tu vida. Cuando pides perdón por algún pecado específico ¿qué
crees que pasaría en tu vida si Jesús te contestara: “como creíste, te sea
hecho”? ¿Crees que serías perdonado? Cuando estás en un momento de
inminente peligro físico y clamas a Dios por salvación ¿qué crees que
sucedería si él te contestara: “como creíste te sea hecho”? Cuando le estás
pidiendo a Dios por la salvación de una persona ¿crees que se produciría
algún cambio en la persona si Dios te contestara “como creíste, te sea
hecho”? Cuando alguien está haciendo una injusticia contra tí y clamas para
que Dios tome control de la situación y Dios te contesta: “como creíste, te sea
hecho” ¿crees que recuperarías la paz y el sentimiento de seguridad
inmediatamente?
Cuando eso sucede, comenzamos a ver a aquellos que creen que Dios se
mueve por el clamor de sus hijos como “místicos” o poco prácticos. En esas
circunstancias, es lógico que pensemos así ya que Dios se manifiesta en cada
vida de acuerdo a cómo cada una cree. En otras palabras, si creemos que Dios
contestará nuestra oración, él la contestará. Si creemos que él puede
hablarnos directamente por medio del Espíritu Santo, él nos hablará. Si
creemos que Dios puede vencer en la batalla contra las huestes malignas
espirituales, él vencerá. Si pensamos que Dios es un Dios de milagros, él
entonces lo será.
TU NO ERES EL PANADERO
“Dadles vosotros de comer”. Lucas 9:13
Eran cinco mil personas sin contar las mujeres y los niños. Para seguir la
orden de alimentar a la multitud había solamente una solución, ir y comprar
pan en el pueblo más cercano. Era ya la tarde y en la aldea no había panadería
tan grande que pudiera abastecer a tanta gente sin que se le hubiera avisado
por lo menos con una semana de antelación.
Ante esta confusión los discípulos sugirieron lo más práctico. “¿Por qué no
los dejamos que vayan a buscar su propio pan y así nosotros no cargamos con
toda la responsabilidad de alimentarlos?” Esa era la solución más lógica.
Aparte era una muy buena estrategia institucional. En vez de hacer que la
responsabilidad de la alimentación caiga sobre doce, cada uno debería
hacerse responsable de su propia comida. Vendría a ser como una medida
descentralizadora y pondría menos cargas sobre los hombros de unos pocos.
Si esa sugerencia era aplicada, Jesús y sus discípulos deberían hacer
exactamente lo mismo que todos, buscar su propio pan. Si alguien se quedaba
sin comer a causa de esa medida se podía solucionar el problema con un
slogan que dijera: “la alimentación es personal”. Con eso ya no importaría si
los distribuidores repartían pan o no lo repartían y daría la oportunidad para
que el pan no sea el centro, cada uno podría dedicar el tiempo a sus asuntos
personales.
Eso era exactamente lo que Jesús no quería, que cada uno buscase su propio
pan. Sin embargo Jesús pretendía que cada uno comiera por sí mismo. Jesús
había llamado a sus discípulos para que sirvan y no para que den ideas de
como cada uno debía servirse a sí mismo. Los discípulos estaban
proponiendo una comida individualista, Jesús estaba proponiendo una comida
comunitaria y justamente sus discípulos eran los llamados a organizarla.
Jesús estaba comenzando a enseñarles cuál era la verdadera función de los
líderes de su iglesia aquí en la tierra.
Judas cuando escuchó lo que Jesús mandó, vio una gran oportunidad para
recoger una ofrenda entre los cinco mil. “Con que cada uno de un centavo,
tendremos $500, cinco mil panes nos saldrán alrededor de $250, nos quedará
un superavit de $250 para la ‘causa’. La cuestión será hacer una buena
apelación porque sin dinero no podremos hacer nada”.
–“Pero Señor, ¡solamente tenemos pan para una persona y nos pides que los
hagamos sentar a todos a la mesa!”
–“Hazlos sentar porque yo no te pedí a ti que seas el panadero simplemente te
pedí que les dieras de comer”.
“Y tomando los cinco panes y los dos pescados, levantando los ojos al cielo,
los bendijo y los partió, y dio a los discípulos para que los pusiesen delante
de la gente”. Los discípulos comenzaron a hacer lo que tenían que hacer, ser
distribuidores del pan que Jesús les daba.
–“Señor, para que hagamos mas rápido, divide los 5000 panes que deseas
producir entre 12. Ya saqué la cuenta y nos tocaría repartir a cada uno 416.6
panes, pero contando que las mujeres y los niños tambien tienen hambre
podrías repartirnos de una vez 700 panes a cada uno. Si cada uno reparte 10
panes por minuto, serían 600 panes por hora y en una hora y media, más o
menos, tendríamos todo terminado. De paso eso nos serviría para determinar
quién de nosotros es el más rápido y darle un premio.
– “¿Por que estás apurado por terminar? Disfruta de distribuir el pan y de ver
cómo se sacian las personas hambrientas. Disfruta porque esto es una fiesta.
Tú y la gente necesitan tiempo para darse cuenta qué es lo que realmente aquí
está sucediendo. Recuerda que el objetivo de este milagro no es repartir panes
es alimentar personas”.
Los discípulos iban y venían a Jesús por más pan fresco. Se les daba en
abundancia sólo para lo que necesitaban inmediatamente. No había apuros
para terminar, pero había eficiencia y disposición para hacer la tarea. Los
discípulos comenzaron a darse cuenta que no había que tener todo el pan para
comenzar, solamente tenían que comenzar sin perder de vista al Panadero.
–“Señor, Bartolomé parece que no entendió bien porque les está dando de
comer a cada uno en la boca”.
–“Bartolomé ¿qué estás haciendo?”
–“Señor, tú nos dijiste que les diéramos de comer”.
–“Bartolomé, tú tienes que llevarles el pan, ponerlo delante, pero ellos son los
que lo tienen que comer”.
–“Es verdad, pero tampoco quiero una comida sin responsabilidades. Cuando
ustedes que son los líderes cumplen con la responsabilidad de distribuir el
pan, entonces inspiran a la comunidad de creyentes para que cumpla con su
responsabilidad de comerlo. Pero si ustedes no hubieran querido distribuir
pan, o por falta de interés en buscarlo se hubieran quedado simplemente
organizando a la gente ¿cómo ellos hubieran podido comer? Una comida
comunitaria requiere responsabilidad tanto de líderes como de liderados. Si
hay alguien que te está pidiendo que le des el pan en la boca, esa persona
simplemente está queriendo desligarse de aquello que le corresponde, de la
misma manera que cuando ustedes proponían que cada uno compre su propio
pan. Tu tarea es servir el pan que yo te sirvo y la responsabilidad de ellos es
comerlo”.
–“Señor es que el pan no es para mí, es para ellos. Además es una linda
forma de mostrar a la gente cómo me sacrifico por la causa”.
Así pasó el resto del día, mientras los discípulos iban y venían a Jesús por
más pan, era la oportunidad aprovechada por el Maestro para enmendar todos
esos falsos conceptos de servicio que se habían formado en la mente de ellos
por años. La multitud aquel día fue saciada, pero los más beneficiados fueron
los discípulos ya que entendieron que cuando Jesús dijo “dadles de comer”
les estaba pidiendo que sean los distribuidores del pan y no los panaderos.
DATE PRISA
“...date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”
Lucas 19:5
Hoy, no mañana. Date prisa porque es necesario que Jesús pose en tu casa.
Desciende del árbol en el que estás subido. Has estado contemplando al
Maestro por mucho tiempo. Ya te has dado cuenta de que es alguien
diferente, que lo necesitas.
Junto con Jesús ahora podía encontrar la felicidad que había buscado al robar
y aprovecharse de la gente. Zaqueo ahora estaba dispuesto a devolver y
restituir, pedir perdón para comenzar a respetar y amar. Jesús hizo que vea la
vida con otros ojos, y está dispuesto a hacer ese mismo milagro en este
momento por tí. Estás subido a un árbol contemplándolo a través de esta
lectura. Pero no te quedes con eso. ¡Desciende y déjalo entrar a tu vida!
Cuando Jesús te llama debes darte prisa. ¡La vida eterna la tienes solamente a
distancia de caer de rodillas y decirle a Jesús que le entregas tu vida! ¡Hazlo!
Allí donde nadie te ve.
Cuando Jesús vio en acciones aquello que había puesto en actitudes en aquel
corazón necesitado, se gozó porque nuevamente su poder creador se había
manifestado. Jesús vio lo que había hecho y vio que era bueno en gran
manera. Entonces dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa”.
Deja hoy que la salvación tambien entre en la tuya. Deja que el Maestro
cambie tu visión de las cosas y verás que la felicidad comienza pidiendo
perdón, devolviendo lo que quitaste y dando al que necesita. Si estás
dispuesto a hacer esto con gozo y lo llevas a la acción, será eso la evidencia
de que la salvación de ti mismo llegó a tu corazón y de que empezaste a
transitar el camino al cielo con el Maestro.
INSOLENCIA SANTA
“Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues
da voces tras nosotros”. Mateo 15:29
Ella clamaba, ellos le rogaban, pero Jesús no respondía palabra. Ella clamaba
para que Jesús libre a su hija de un demonio. Los discípulos le rogaban para
que la despidiese porque molestaba. Jesús no respondía esperando que se
manifieste con claridad qué motivaba cada corazón.
El clamor de la mujer era motivado por una gran necesidad, el ruego de los
discípulos era motivado por prejuicios, orgullo y egoísmo. La actitud de la
mujer molestaba a los discípulos pero agradaba a Jesús. La actitud de los
discípulos hería a la mujer y por consecuencia hería también al Maestro.
No siempre los discípulos por el simple hecho de ser discípulos tienen las
cosas claras. A veces se muestran más confundidos y extraviados que una
mujer pagana. Puede suceder que el mismo hecho de tener una experiencia
con Jesús puede despertar en nuestro corazón aquello que el Maestro mas
aborrece: el desprecio a los demás motivado por un orgullo “santo”. En
realidad no es nuestra experiencia con Jesús lo que motiva este grave pecado
sino nuestra actitud hacia esa experiencia.
Jesús nos llamó a seguirlo, sin embargo ahora pensamos que somos más
importante que los demás por el privilegio que el Maestro nos dio de caminar
junto a él. Sin darnos cuenta, hemos cambiado el centro de atención, en vez
de ponerlo en Jesús, nos hemos comenzado a enfocar en la posición que
tenemos junto él. Inconscientemente comenzamos a comparararnos con los
que están a nuestro alrededor, que a nuestro criterio no tienen las actitudes o
aptitudes que nosotros creemos que debieran tener. Ellos tampoco hacen lo
que pensamos que deberían hacer. Entonces nos exasperamos, y lo peor del
caso, es que ¡llegamos a pensar que el Maestro piensa como nosotros! En
nuestra ceguera, así como los discípulos, pensamos que Jesús se molesta del
clamor de los otros y que se deleita con nuestro ruego egoísta.
–¡Al fin! Parece que el Maestro está entendiendo–. “Sí, Señor; pero aún los
perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”–responde la
mujer–.
El orgullo de los discípulos hacía que rueguen en contra de alguien con el fin
de estar más cómodos y sentirse mejor. La fe de la mujer rogaba a favor de
otra persona para que pueda ser libre del pecado. Una pagana despreciable
que había entendido mejor la fe que aquellos que caminaban con el Maestro.
Una pagana que estaba dispuesta a rogar por alguien que está en pecado,
cuando discípulos como nosotros nos exasperamos con aquellos que no
tienen nuestros mismos privilegios. Nuestro desprecio por aquellos que no
“creen” como nosotros, que no se “visten” como nosotros lo hacemos o que
no tienen las “mismas costumbres” que nosotros seguimos es la evidencia
que un orgullo miserable todavía nos domina a pesar de caminar con el
Maestro. Aprendamos de la pagana a rogar e interceder por aquellos que no
han alcanzado la libertad que nosotros nos jactamos de gozar.
EL CONCILIO DE JERUSALEN
“ En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Te alabo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los
entendidos, y las revelaste a los niños”. Mateo 11:25
Cierto día, en la ciudad de Jerusalén, se realizó un concilio liderado por el
Sanedrín con el fin de analizar cual era la forma más rápida y conveniente de
traer más miembros a la iglesia. Con tal motivo en mente, se pidió a la
facción de los fariseos, quienes eran mayoría, que presenten un informe y den
razón de su rápido crecimiento. También se les pidió a los influyentes
saduceos que hagan lo mismo con respecto de sus estrategias, planes y
actividades, ya que ellos estaban logrando ganar el respeto de los romanos
consiguiendo ocupar más espacios de poder en favor de la causa.
Anás junto a los príncipes y gobernantes que formaban parte del Sanedrín
deseaban encontrar el método para lograr que la causa nacional crezca más
que cualquier otro movimiento en la tierra. Para ello habían preparado una
serie de preguntas a las que serían sometidos los líderes de cada facción. He
aquí un resumen y reporte de lo sucedido en tan importante asamblea:
Anás (A): Pedimos a los representantes de los fariseos que se adelanten (pasa
una comitiva de fariseos influyentes con aire de importancia).
Fariseos (F): No podemos decir que es una tarea fácil, sin embargo para los
fines de los informes y reportes formar una fariseo es mucho mas rápido y
fácil que formar un discípulo. Para hacer de una persona común un fariseo no
se requiere transformación del corazón del iniciado, simplemente se requiere
que esa persona común se convenza de que está equivocada y hacer que tenga
conciencia de que Dios no la puede aceptar si es que sigue creyendo de la
manera que cree. Para dicho fin hemos preparado una batería de argumentos
basados en las Escrituras y en los escritos de nuestros maestros para
convencer y demostrar los sofismas de las otras filosofías.
F: Nosotros los tenemos en muy alta estima. Sin embargo creemos que las
interpretaciones que se han hecho de ellos que han normatizado nuestro
peculiar “estilo de vida” son fundamentales y autoritativas para cualquier
fariseo. Tenemos grandes maestros entre nosotros que nos hacen entender los
Escritos y que codifican en normas aquellas cosas que un hombre común no
puede entender. Es debido a la ignorancia de la gente que se ha hecho
necesario tener un manual de reglamentos que hace más accesibles las
normas de las Escrituras para el pueblo. Esta herramienta es una de las claves
de la gran uniformidad que gozamos y es más, admirablemente hay personas
que a pesar de no saber un versículo de memoria de los Escritos Sagrados,
pueden repetir de memoria con gran precisión párrafos enteros de esta útil
herramienta. ¡Dígannos si no hemos tenido éxito con esto! (se escuchan
amenes desde el sector de los fariseos).
A: ¿No corren peligro que se desanimen aquellos que no pueden dar mucho
dinero?
F: Para ellos también tenemos otra clase de incentivos. Aunque los pobres no
pueden pasar a la plataforma, ni ser parte del sanedrín, ellos pueden con
nuestro método sencillo de “conversión por convicción” traer prosélitos a la
iglesia y a los que pasan los 100 bautismos por año entonces les damos como
premio unas vacaciones completas a la isla de Creta con todos los gastos
pagos. Como ya lo mencionamos antes, en bautismos estamos primeros.
S: Los fariseos han hecho de las normas eclesiásticas una barrera para que
entren nuevos conversos. Las normas no se necesitan y crean divisiones.
Nosotros hemos prohibido todo tipo de limitación, por ejemplo: los fariseos
no permiten a sus conversos caminar mas de 50 pasos en sábado, nosotros
eliminamos todo ese tipo de reglas sin sentido. El sábado es para el hombre,
tiene que ser disfrutado; por lo tanto es un día especial para ir a las carreras,
hacer deportes, mirar comedias con la familia y pasar un momento
entretenido, y por supuesto también creemos que es un día para ir a nuestros
programas en la iglesia donde todos pueden divertirse y participar con
alegría. Lo importante no es que nosotros nos adaptemos a Dios ya que eso es
imposible, es Dios el que se debe adaptar a nosotros. Esta nueva manera de
ver las cosas nos está poniendo segundos en los rankings de bautismos y sin
duda que dentro de poco pasaremos en las encuestas a las iglesias de los
fariseos legalistas y llegaremos a estar primeros. Nosotros le estamos dando
aire a la iglesia y ahora nos respetan como una iglesia actualizada y relevante.
A: ¿Cuál es el principio fundamental de esta secta?
Nicodemo (N): estamos teniendo una leve demora ya que no trajeron corbata
y José de Arimatea les esta consiguiendo una y a la vez hay algunos saduceos
que dicen que su ropa es muy sencilla como para presentarse ante tan
honorable asamblea.
S: ¿Pero cómo se vienen a presentar ante esta asamblea sin ese dato tan
importante? ¿Cómo vamos a saber entonces en que lugar están en el ranking
con respecto a las asociaciones de fariseos y saduceos? ¿Cómo vamos a saber
quien está ganando? Además si no fuera por los informes de bautismos
¿como podríamos saber si la iglesia esta creciendo o no?
S: Eso es todo lo que queríamos saber. No tienen muchos bautismos y por esa
filosofia pseudo–democrática nunca estarán primeros en las estadísticas.
Pasemos a otro tema ¿qué hay de los diezmos? Ya que las estadísticas no les
gustan (con sarcasmo) ¿nos podrían dar entonces el nombre de las personas
que diezman? (risas en la asamblea).
D: (silencio)
S: Bueno, parece que no les gusta que pongamos en esta asamblea un poquito
de humor. ¿Que nos pueden decir de sus diezmos?
D: Creemos que los diezmos son el acto de adoración con el que cada
discípulo muestra su dependencia de Dios como dador y sustentador. De la
misma manera que con los bautismos, pensamos que es más importante el
dador de diezmos que el diezmo mismo. El Maestro nos enseñó que Dios no
necesita de nuestros diezmos, somos nosotros lo que necesitamos devolverlos
como un acto de fe (murmuración de horror en la asamblea).
S: Todos sabemos muy bien que Dios no necesita los diezmos, no vengan,
ustedes pescadores ignorantes, a querer darnos una lección de teología justo
en este lugar. ¡La iglesia es la que necesita los diezmos!
D: El Maestro nos enseñó que si la iglesia está con Dios tampoco necesita de
los diezmos a pesar que es el plan de Dios que los use. Les hacemos una
pregunta: ¿qué es más importante Dios o los diezmos? (silencio) Volvemos a
preguntar ¿qué es más importante Dios o los diezmos?
S: ¿Pero ustedes que son judíos no nos dirán que los samaritanos no son
ignorantes con respecto a nuestras tradiciones? O ¿acaso ustedes también
aceptan a samaritanos como discípulos?
D: El Maestro dice que Dios es mucho más poderoso que nuestros vicios
culturales. Es por eso que en el reino de Dios un samaritano convertido puede
enseñarle el camino de Dios a un judío tradicionalista ya que cuando
entramos al Reino de los Cielos entramos a algo más que una institución
religiosa. Por medio de la transformación espiritual aceptamos un sistema de
principios establecidos por Jesús mismo y eso hace posible que podamos
estar unidos a pesar de que vengamos de diferentes países y culturas.
Nosotros ya no somos mas judíos somos cristianos.
S: ¡Pero ustedes entonces están diciendo que las normas que nos han
distinguido durante tanto tiempo como pueblo pueden ser superadas!
Si bien este concilio nunca se llevó a cabo, todos los días tenemos una lucha
entre seguir los principios del reino o continuar en una tradición cultural que
nos hace sentir cómodos pero que no genera ningún cambio. Dios no quiere
revolución, él quiere consagración. Dios no quiere anarquía, desea verdadera
fidelidad. Dios no quiere libertinage, Dios desea libertad. Dios no quiere
legalismo, desea relación. Dios no quiere que sigamos normas frías, pretende
que vivamos por principios aunque se desplomen los cielos. Dios no quiere
que seamos atractivos para la sociedad, pretende que la impactemos y
transformemos. Dios no desea crecimiento de estadísticas, Dios desea el
crecimiento de su reino. Dios no desea que vivamos por alcanzar objetivos
mezquinos, Dios quiere que vivamos para alcanzar al mundo. Dios no quiere
estar más en el cielo, él ya quiere estar con nosotros. El Espíritu Santo es el
único que nos puede dar el equilibrio para no apartarnos ni a derecha ni a
izquierda. Es por eso que cada mañana necesitamos de su bautismo para no
hacer de nuestras propias ideas de Dios, nuestro dios.
SEGUIDOR O CAMINANTE
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mateo 16:24
Caminar con Jesús y seguirlo pueden ser dos cosas diferentes. No todos los
que caminan con Jesús lo siguen, sin embargo todos los que lo siguen
caminan con él. La diferencia está en la actitud y en la entrega. ¿Cómo
puedes saber si caminas con él o lo sigues? Es muy fácil, solamente debes
esperar a llegar a una encrucijada donde el camino se divida hacia dos
direcciones. Es allí que lo sabrás.
Déjame explicarlo de una forma más concreta: supongamos que debes tomar
una decisión importante y tus sentimientos te aconsejan tomar un camino
mientras que tu razón basada en lo que Dios dice en su Palabra te dice que
debes seguir por otro. Cuando decidas dejarte llevar por lo que piden tus
sentimientos sin obedecer lo que dice su Palabra, estarás demostrando que
caminas con Jesús pero que todavía no lo sigues. Esa actitud te llevará a una
serie de discusiones con Dios en la que tratarás de forzarlo a que acepte y
bendiga el camino que tomaste.
Cuando solamente caminas con Jesús puedes compartir con él todas tus
experiencias, puedes ser consciente de su presencia, hasta puedes concordar
con él en muchas cosas, sin embargo cuando llega el momento de decidir la
voluntad de quien se hará en algún desacuerdo, tu impones la tuya.
En esa iglesia el pastor se llama Balaam que piensa que porque Dios le
permite ir a Moab entonces está aprobando lo que hace. Los ancianos se
llaman Saul, que le piden al profeta que venga con ellos, solo por quedar bien
con el pueblo. Los diáconos se llaman Sansón, solamente deben encontrarse
con una mujer o una actividad excitante para traicionar la razón de su
llamado. Las diaconisas se llaman Betsabé, que sienten que porque el rey
tiene fama de consagrado entonces está bien acostarse con él. Gente que
camina con Jesús pero que no lo sigue. Gente que ha hecho de sus
sentimientos el timón de su vida y que no puede entender la verdadera razón
de la tibieza de la iglesia. Judas caminaba con Jesús, sin embargo nunca lo
siguió. El caminar con Jesús puede ser la introducción al discipulado, pero si
nunca se transforma en compromiso y entrega, termina siendo un tobogán a
la perdición.
Lo interesante de esto es que Jesús bendice de una manera u otra a todos los
que se acercan a él. Judas hizo milagros, fue enviado a hacer misión, repartió
los panes y peces multiplicados milagrosamente por el Maestro y manejó la
tesorería de la iglesia naciente. Jesús sabía que Judas lo traicionaría, sin
embargo nunca lo trató por lo que haría sino por lo que hacía. Si Judas
caminaba con Jesús, Jesús lo bendecía con su amor para que eso fuera motivo
de su entrega total y de su entrada al Reino de los Cielos.
Judas caminó con Jesús pero nunca lo siguió, él siempre siguió sus
sentimientos y estos llegaron a ser tan predominantes en su vida que cuando
le ordenaron que se colgara de un árbol no tuvo el coraje ni la fuerza para
contrariarlos.
Por eso, pídele hoy a Dios que te haga un seguidor y no un simple caminante.
No te olvides que para que eso suceda tu debes tomar la decisión de entregar
tus sentimientos que son el tan famoso “yo”. No esperes más y hazlo hoy
mismo en oración y deja que el Maestro te haga su discípulo.
EL DIOS DEL COMPROMISO VERSUS EL DIOS
DE LAS PARCIALIDADES
“Ninguno puede servir a dos señores…”. Mateo 6:24
Jesús dijo que es imposible tratar de servir a dos amos. Esta exigencia viene
de parte de Dios y no de parte del diablo. Dios no se puede conformar con
menos que una entrega total ya que él es un ser totalmente comprometido con
sus criaturas y con lo que hace. Por lo tanto, él pide lo mismo de sus
seguidores si es que ellos desean parecerse a él.
¿Alguna vez viste a Jesús hacer algo a medias? ¿Alguna vez leíste en la
Biblia que Jesús hizo algo por obligación o sin ganas? Quizás alguno pueda
decir que eso pudo haber sucedido en el Getsemaní cuando pidió a su Padre
que le quitase la copa de sus sufrimientos. Sin embargo, nada está más lejos
de la realidad que eso. Jesús en el Getsemaní estaba siendo sincero, porque
esa es la más clara característica que posee una persona que no tiene dobleces
en su corazón. La sinceridad de Jesús estaba motivada por el compromiso que
tenía con su Padre, con su misión y con el mundo que venía a salvar.
¿Has estado alguna vez con gente que no es sincera? Entonces seguramente
habrás sido testigo de sonrisas fingidas que en realidad esconden odio, frases
tiernas que tratan de disimular rencores, miradas que aparentan prestar
atención cuando los oídos están cerrados; mentiras camufladas de excusas
razonables, silencios que parecen afirmar pero que en realidad niegan,
obligación sin vocación, presencia con ausencia, mucha puntualidad para irse
pero poca para llegar.
La naturaleza de Jesús se resistía a separarse de su Padre en sustitución de la
raza caída, sin embargo su compromiso con lo que hacía le hizo aceptar el
camino que Dios le presentaba para la salvación del hombre. Jesús había
renunciado a sus propios pareceres, a sus derechos, a sus deseos, a su
bienestar con tal de servir al Padre de todo corazón. El sabía que en el reino
de los cielos al único que le toca señalar lo que se debe hacer es al Padre, y a
los discípulos simplemente les toca obedecer.
Esa era la razón por la cual Jesús al vivir comprometido con lo que hacía,
podía ser sincero con Dios diciéndole lo que sentía. Jesús pedía al Padre que
le presentara otra alternativa para salvar al hombre que no sea por medio de la
separación que pronto experimentarían. El estaba siendo sincero porque no
tenía nada que esconder, ni tenía conflicto de lealtades. Es por eso que
cuando Jesús decidió ir a la cruz, no lo hizo por presión ni por obligación,
sino que lo hizo porque él, aunque no sin ardua lucha, así lo decidió después
de haber presentado su caso a su Padre. Jesús no fue a la cruz sin ganas. Él
fue a ella en total compromiso con tu salvación y la mía. Muchas veces el
compromiso podrá hacerte transpirar gotas de sangre, sin embargo sus frutos
serán para vida eterna y salvación propia y de nuestros semejantes.
¿Has trabajado alguna vez en algo sin ganas y por obligación? No hay estado
mas lamentable que ese. Trabajas, pero lo haces lamentándote. Tu cuerpo está
en el lugar donde se desarrolla la actividad pero tu mente está en el lugar
donde estarías sino te sintieras obligado a hacer lo que estás haciendo. No
disfrutas del trabajo, sino que lo único que haces es pensar en el pago.
Preguntas: ¿qué es lo menos que tengo que hacer con tal de no ser despedido?
Trabajas a desgano. Por fuera muestras que sirves a tu jefe pero en realidad tu
corazón está dividido. Lo haces porque las circunstancias te presionan o
porque alguien te obligó a hacerlo. Miras el reloj a todo momento sin darte
cuenta de lo que hiciste (porque en realidad hiciste muy poco) sino mirando
todavía lo que te falta por hacer. Estás tratando de servir a dos señores.
Imposible. No hay mayor maldición para un empleador que un empleado que
vive y trabaja en esas condiciones. Ese empleado no tiene compromiso con lo
que hace. El que trabaja con esa actitud no decidió trabajar, simplemente se
las arregló para que lo contrataran.
Esa es la condición de muchos cristianos hoy en día. Sin darse cuenta están
engañados sirviendo a un diablo que se disfraza de Dios. Van a la iglesia
porque “tienen” que ir, pero cuando acumulan muchas asistencias deciden
tomarse unas vacaciones ya que piensan que se las merecen por todo lo que
asistieron. Son aquellos miembros de iglesia que se las arreglan para obtener
cargos eclesiásticos pero que hacen muy poco para beneficiar con ese cargo a
los demás. Les gusta el poder pero no el sacrificio. Son rápidos en
desaparecer y lentos en estar en los momentos de necesidad. Tratan de hacer
un buen papel en las cosas grandes pero no soportan el papel de las pequeñas.
Muchas veces son brillantes en sus trabajos seculares y oscuros en los
espirituales. Personas con el corazón dividido, que no disfrutan con los
negocios del Maestro, simplemente cumplen. Son miembros de iglesia que
todavía no han llegado a ser verdaderos discípulos de Jesús.
¿Has escuchado alguna vez frases como: “Los judíos no aceptaron a Jesús
porque ellos esperaban un Mesías que los liberara del yugo romano”? “El
problema de los judíos fue que no estudiaron bien las profecías, ellos
esperaban un Mesías político”.
Podría mencionar muchos otros pasajes que dan a entender que el Mesías iba
a ser un libertador político. Pregunta: ¿el Antiguo Testamento estaba
equivocado?” En ninguna manera. ¿Por qué entonces decimos que los judíos
se equivocaron? Los judíos no estaban equivocados en los alcances políticos
de la misión del Mesías. En lo que ellos se equivocaron fue en no prestar
atención a los alcances espirituales y de no aceptarlos como la base para que
sucedieran los cambios políticos.
Las profecías daban pautas de cómo sería la misión del Mesías e incluso el
tiempo en que vendría. El hecho que en ocasión del nacimiento de Jesús los
sacerdotes y escribas le dieron a Herodes detalles de la profecías mesiánicas
nos muestra que muchos judíos estudiaban las profecías. Sin embargo el sólo
hecho de leer y estudiar la profecía no asegura que alguien entienda o acepte
la obra de Cristo.
La profecía también decía que Jesús sería un reformador político. A pesar que
el plan ideal de Dios no se pudo cumplir totalmente debido a la dureza de su
pueblo en aceptarlo, podemos corroborar claramente en la historia las
consecuencias políticas del movimiento fundado por Jesús. Ningún ejército
hizo tambalear al imperio romano como lo hizo el verdadero cristianismo.
Roma puso toda su maquinaria política para destruir ese movimiento que
había nacido con un Humilde Carpintero, sin embargo no lograba aniquilarlo.
Roma no se daba cuenta que la persecución que parecía en algunos
momentos tener éxito, lo único que hacía era depurar al movimiento cristiano
de la hipocresía para que luego creciera aún con más fuerza.
Jesús vino a liberar a los judíos de la opresión romana, sin embargo para que
la liberación política pueda ser una realidad, primero ellos debían aceptar la
liberación espiritual. El éxito de Roma estribó en lograr que las personas
piensen que los ámbitos políticos eran tan o más importantes que los
espirituales y terminó centrado en ello para luego tratar de afectar lo
espiritual.
De la misma manera, hoy día la iglesia de Dios está destinada a vencer, sin
embargo nunca vencerá siendo cómplice con el estado. Tal vez una actitud en
este sentido logre darle éxito político e institucional, pero nunca logrará el
éxito espiritual que la haga una agente transformador de la sociedad. De allí
que es necesario que como cristianos en nuestros países protejamos con
nuestra voz y energía la libertad individual que cada ser humano tiene de
adorar a Dios o de no hacerlo, no favorecer ninguna religión en especial y
proteger los derechos individuales de cada ser humano.
Si una iglesia desea ser verdaderamente cristiana debe tener muy claro que si
bien la religión puede influenciar a los políticos nunca debiera estar unida a la
política. Tanto el ateísmo como el cristianismo–estado han restringido
historicamente la libertad, generando persecución e intolerancia. No son nada
más ni nada menos que imágenes del imperio romano que se disfrazan con
otros nombres.
“¿Quiere decir que la iglesia de Dios puede llegar a ser aniquilada?”. Eso
nunca pasará. Mientras hayan dos verdaderos discípulos del Maestro que
vivan de acuerdo a los principios de del Reino de los Cielos, la iglesia de
Dios estará viva y amenazante. Recuerda que ni las puertas del infierno
pueden prevalecer contra ella.
“¿Pero como puede estar la iglesia viva y amenazante cuando está dirigida
por personas influenciadas por la política?” Nuevamente te estás
confundiendo, los políticos pueden dirigir o manejar los medios que creó la
iglesia pero nunca dirigirán a la iglesia porque la iglesia no es una
organización o institución, la iglesia es el conjunto de verdaderos discípulos
que viven en misión y ellos siembre tendrán como cabeza a Jesucristo.
Por otro lado, algunos discípulos amenazados por las presiones del mundo
cedieron en sus corazones a sus normas y principios con tal de evitar el
sacrificio o la pérdida de la aprobación de la mayoría. Estos individuos llegan
a ser los políticos de los medios creados por la iglesia y así debilitan
eficazmente la fuerza del pueblo de Dios dando un confuso testimonio que
engaña a aquellos que no son parte de ella y que de otra manera desearían
serlo. Para ellos, lo más importante no es liberación espiritual sino la fuerza y
el poder político. Ponen el énfasis en el “ejército y la fuerza” pero no en el
“Espíritu”. Utilizan a las instituciones que fueron creadas para servir a las
personas como pedestales bajo sus pies. Piden entonces que las personas
sirvan a las instituciones en vez de promover que las instituciones sigan
sirviendo a la personas.
Mi querido amigo, Cristo viene y viene muy pronto, y quiero decirte que esta
vez viene a terminar la obra que comenzó en su primera venida. Él está
formando un pueblo que ha entendido, aceptado y recibido la liberación
espiritual, y es así que ahora vendrá como un Mesías político, Rey de Reyes y
Señor de señores a instaurar su imperio que de una vez por todas liberará a
los verdaderos judíos del imperio romano.
VE EN PAZ
“Simón una cosa tengo que decirte”. Lucas 7:40
La pecadora había sido arrojada a los pies de Jesús. Todos conocían las
circunstancias en que se habían encontrado. Era el comentario general que el
Maestro había impedido su apedreamiento y que de allí en más la había
recibido dentro de su entorno. El pueblo sabía que de no ser por esa situación,
ya la hubieran linchado. No sólo porque los fariseos eran muy perseverantes
en conseguir sus objetivos, sino porque ella era el testimonio viviente de su
fracaso espiritual.
Todos llegamos a Jesús por alguna motivación egoísta: algún problema que
no pudimos solucionar, un deseo de plenitud y felicidad no satisfecho o por
algún interés familiar o material. Jesús sabe muy bien que estando lejos de él
nada bueno puede motivarnos. Él sabe muy bien cuál es nuestra condición y
miseria. Lo que a él le interesa es que vengamos, entonces él se hará cargo de
todo lo demás.
Simón, si bien estaba agasajando al Maestro con una cena, todavía no había
andado lo suficiente con él como para darse cuenta de que nada de lo que se
hace por el Maestro sustituye al hecho de rendirse a él. Esa puede ser también
tu situación. Caminar con Jesús no significa necesariamente que lo estés
siguiendo. Entregarle tus alabanzas en la iglesia cada fin de semana no
sustituye al hecho de entregarle aquello que impide que él sea el Señor de tu
vida. Seguir a Jesús es un camino de auto conciencia donde por mirarlo te
comienzas a dar cuenta de quien realmente eres. Eso puede ser
espeluznantemente incómodo y doloroso.
Entonces Jesús le dijo: “Simón una cosa tengo que decirte”. Cuando Jesús
mencionó su nombre, el fariseo intuyó que algo escalofriante se venía.
Justamente las dudas que se habían levantado en su mente debido a la actitud
de Jesús con respecto a la pecadora serían ahora expuestas y Jesús se
revelaría ante él no como un profeta, sino como Dios mismo viviendo en la
carne. Simón contestó temblando por dentro y asumiendo seguridad por
fuera: “Dí, Maestro”. “Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía
quinientos denarios y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con que pagar,
perdonó a ambos. Dí, pues ¿Cuál de ellos le amará más?”. Jesús en su
misericordia respondió a los perversos pensamientos de Simón con una
parábola. El Maestro muy bien pudiera haber preguntado: “Simón, ¿cómo
sabes que esta mujer es pecadora? ¿No será que lo sabes porque tu alguna vez
te acostaste con ella?”. Eso era lo que Simón más temía porque entonces toda
la estrategia de legalismo farisaico que había diseñado por años para esconder
su propio pecado iba a ser expuesta delante de todos aquellos que lo
consideraban una gran persona.
Las palabras de Jesús decían mucho más para Simón que para aquellos que
estaban sentados a la mesa y las escuchaban. En otras palabras, Jesús le
estaba diciendo: “Tú me has invitado por devolverme un favor. Tu orgullo no
te permite recibir algo. Como tú cobras los favores que haces, también
piensas que tú debes pagarles a aquellos que te los hicieron. No me lavaste
los pies porque el que vive de trueques y de intercambios nunca da todo,
solamente da lo que que considera una devolución”. Jesús prosiguió: “No me
diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies”. Al
orgulloso fariseo le daba asco la mujer pecadora, sin embargo se había
deleitado con su cuerpo. Esa es la actitud del fariseo. Disimula su pecado
echándole la culpa a la persona con la cual pecó.
La mujer pecadora ahora sentía asco por su pecado pero no sentía asco de
besar los pies polvorientos y transpirados de Quien la había valorado y
perdonado. Simón nunca podría haber hecho eso, no solo porque no lo sentía,
sino porque él había recibido curación fisica pero todavía no había permitido
la sanidad de su lepra espiritual. A su orgullo le daría asco besar los pies del
Maestro.
Jesús continuó: “Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son
perdonados, porque amó mucho, mas aquel a quien se le perdona poco, poco
ama”. Aquí Jesús declaró una de las verdades más grandes pero tal vez más
incomprendidas de la Biblia. El amor y el perdón están estrechamente
relacionados. Aquel que no puede amar es porque su orgullo nunca le ha
permitido recibir el perdón. El problema es que el corazón orgulloso de un
fariseo vive haciendo esfuerzos para auto justificarse con pensamientos
como: “en realidad no soy tan malo”, “¡cuánto he soportado esta persona, que
bueno que soy!”. “Lo que hice no estuvo bien, pero tampoco estuvo tan mal,
si no fuera por culpa de fulano, yo nunca lo hubiera hecho”. “Al final, ¡quién
da tantas ofrendas como yo!”. “Dios me usó ayudando a aquella persona, si
fuera malo no la hubiera ayudado”. “Hay un montón de personas que me
agradecen por los favores que les hago eso quiere decir que no soy tan malo”.
“Si Dios no me contesta esta oración, después de todo lo que hice por él,
entonces no vale la pena seguirlo”. Esta y muchas más son las maneras de
pensar de un fariseo orgulloso y miserable. Esa era la manera de pensar de
Simón. Esa actitud no permite discernir la necesidad del perdón y por lo tanto
solamente se cree merecedora del amor.
¿Cómo te sentirías si alguna vez vas a buscar a tu hijo a la casa de sus amigos
y cuando llegas él te manda a decir que su madre y hermanos son aquellos
que están en la casa que él está visitando? ¿Te alegrarías de su respuesta o te
ofenderías?
Ahora María nuevamente venía a buscar a Jesús pero junto a sus hermanos
mayores. Pareciera que ellos pretendían tener el derecho de decirle a Jesús
qué era lo que tenía que hacer. Sin embargo Jesús sabía que la razón de la
búsqueda estaba basada en el hecho de que como familia podían quedar
expuestos a las críticas de los dirigentes religiosos por quienes los hermanos
sentían cierta admiración y respeto.
Ante esta circunstancia Jesús estableció un principio que debe regir la vida de
todos aquellos que desean ser sus discípulos: la relación con aquellos que
hacen la voluntad de Dios debe estar por sobre las relaciones de carne y
sangre.
Sin embargo debes tener algo claro: si bien Dios te manda a que no te dejes
manipular, nunca te pide que resistas a la manipulación manipulando. A la
manipulación se la resiste con humillación, amor y firmeza. Nunca debes
dejar de imitar al Maestro.
Recuerda que en la manipulación tú decides que otra persona decida por tí, en
la humillación te sometes a la voluntad de tu Padre y no dejarás que nada te
aparte de ella. Tú eres manipulado si como resultado de agradar a alguien
dejas de poner a Dios en primer lugar en tu vida. Tú te humillas si es que
decides mostrar el carácter de Jesús en todo momento con amor y firmeza a
pesar de las presiones. En la humildad no se pierde la dignidad, en la
manipulación estás dispuesto a perder todo con tal de ganar la aprobación de
alguien.
María entendió muy bien lo que Jesús le estaba queriendo decir y es por eso
que no leemos en el relato bíblico que ella se ofendió o hizo un escándalo
ante la negativa de Jesús de atender su pedido. La firmeza de Jesús le hizo
dar cuenta que se estaba dejando presionar y manipular por sus otros hijos.
Como aquella vez en Jerusalén, ella entendió que nadie debía usarla para
estorbar la obra de Cristo.
De la misma manera hoy es necesario que le pidas perdón a Dios por haber
dejado que otras personas te aparten de él. La mejor manera de humillarte
ante un manipulador es no hacer aquello que te está pidiendo y que va en
contra de lo que dicta tu conciencia. Sin embargo, cuando no son cuestiones
de conciencia el Maestro te manda a que cuando tu enemigo te quiera
manipular pidiéndote que lleves su carga por una milla, le muestres que has
decidido amarlo humillándote llevándosela dos.
Presento nueve posibles excusas razonables que podrían haber sido la causa
para que estos nueve no volvieran a Jesús: “Sí, él fue el que me sanó, pero
déjame primero ir a ver a mi esposa e hijos”.
“Sí, Jesús me sanó y estoy agradecido, pero ahora tengo que ir a ver a mi
socio y decirle que podemos continuar con el negocio”.
“Bueno, en realidad no volví porque hice lo que Jesús me dijo. Él me dijo que
vaya y me muestre a los sacerdotes, ¿o acaso eso estuvo mal?”.
“Jesús me sanó, pero perdí mucho tiempo con esa enfermedad, él me podría
haber sanado antes”.
“Jesús me sanó, pero mi familia es pariente de Caifás, es mejor que nadie lo
sepa”.
“Yo quería volver, pero como ninguno de los otros ocho judíos volvieron,
decidí seguir con ellos. ¡No iba a volver con aquel despreciable samaritano
que adora en el monte Gerizim!”.
Nueve posibles respuestas que pueden haber dado los otros nueve cuando su
conciencia les preguntó dónde estaban. ¿Cuáles sería tu respuesta si Jesús te
preguntara a dónde te encuentras después de esa gran bendición que te dio?
Las bendiciones de Dios pueden transformarse, cuando las disfrutamos sin él,
en la maldición más grande de nuestra vida. ¿Cuantas veces vivimos la vida
de la misma manera que estos ingratos? Oramos por algo, y cuando lo
tenemos, nos olvidamos de Aquel que nos lo concedió. “¡Pero es que yo no
tengo muchas manifestaciones de Dios en mi vida!”. No las tienes porque
nunca te interesó descubrir la Fuente de las bendiciones que disfrutas por
tratar de sacar el máximo provecho de las bendiciones mismas. Eso te llevó a
una religión fría y formalista que no tiene nada para contar, ni para alabar, ni
para dar testimonio. Esa es la religión basada en la soberbia que seguramente
despreciará a un samaritano agradecido acusándolo de sentimental.
Hoy te propongo que hagas un alto en esa carrera loca que comenzaste
después de haber recibido tu bendición. Es necesario que empieces a darte
cuenta que la misma respiración que tienes es un regalo que te ha dado y
mantiene el Maestro para que de una vez por todas vuelvas a él para recibir
salvación. Lo último que Jesús desea es que mueras espiritualmente leproso
en tu falta de agradeciemiento. Al volver a Jesús y al humillarte en su
presencia en agradecimiento, comenzarás a experimentar ese santo gozo que
viene del Espíritu y tu frío corazón comenzará a latir incluso por aquellos que
antes ignorabas y despreciabas.
Aprende a hacer un alto para agradecer hasta por las más pequeñas
bendiciones que recibas. Reúne a tu familia y hazle ver a ellos qué es lo que
Dios está haciendo e hizo por ti. Que tus hijos puedan ver dónde es que Dios
se manifiesta, y allí levanta un altar como lo hacían los patriarcas. Como
resultado verás a la fe brotar de una manera tan natural en tu vida que al
tiempo se tranformará en la más gozosa dependencia.
Pídele hoy a Dios que te haga un discípulo agradecido y que antes de salir
corriendo a disfrutar de las bendiciones que el Maestro te da, puedas volver a
él en agradecimiento para asegurarte que por la bendición concedida no
perderás la Fuente de la vida eterna.
¿No te parece que así sería más lógico? Sin embargo las cosas no son como a
ti y a mí nos parecen sino como la Biblia las presenta. Jesús se quedó dos días
más en el lugar donde estaba antes de ir a Judea.
Entre los judíos había una tradición que enseñaba que cuando alguien moría
el alma trataba de volver al cuerpo por tres días con la esperanza de entrar en
él. Cuando al fin de ese período ella observaba que el rostro se había
desfigurado, se alejaba y nunca regresaba. Esa era la razón por la cual la
gente iba a la tumba continuamente durante los primeros tres días de muerto
el difunto y si nada sucedía entonces se lo daba irremisiblemente por muerto.
Dios muchas veces debe llevarte hasta ese momento donde parece que no hay
ninguna salida. Ese momento en que parece que todas las estrategias se
agotaron. Esa situación donde ya no quedan fuerzas humanas para hacer
aquello que de otra manera intentaríamos hacer. El Maestro necesita hacer
esto con el fin de que cuando te responda no tengas ninguna oportunidad de
atribuírselo a la casualidad.
A veces Jesús dejará morir a los seres que más quieres con tal de que tú no te
pierdas. A veces el dolor por el que pasamos en esta vida se transforma en el
medio que Dios usa para que busquemos la vida eterna. El mira más allá de
lo que tú puedes mirar. Él te mira con una proyección de eternidad y hará
todo lo posible para que no pierdas la espectacular herencia que te ha
reservado.
Por eso no pienses que es en vano seguir rogando por aquello que estás
pidiendo. Sigue haciéndolo y el fervor creciente en tu ruego será la evidencia
de que Dios está realizando el milagro de hacer que tu vista deje de enfocarse
en la bendición que estás pidiendo y se torne hacia él mismo. Cuando eso
ocurra ya no te importará si Dios te da lo que le pides o no. Tu oración se
verá completamente recompensada en la experiencia íntima que obtuviste con
él. En esas circunstancias, no te extrañes si es que llegas a darte cuenta que lo
que le pedías no era realmente lo que necesitabas. Por otro lado, tampoco te
extrañes de que Dios entonces te conceda tu petición, y si así sucede, ten por
seguro que disfrutarás plenamente del don concedido. La experiencia que
obtengas en la espera te preparará para que la bendición concedida no sea un
obstáculo para tu salvación ni para seguir al Maestro.
Por momentos parecía que los esfuerzos que Jesús había hecho al ministrar a
este pueblo durante tres años no habían tenido ningún sentido. Si bien había
muchos que sentían gran cariño por el Maestro, no llegaban a entender la
importancia de los momentos que estaban viviendo. La muerte de Jesús era
un hecho inminente y en esas circunstancias se acercan unos griegos ávidos
de ver y de saber más de Aquel a quien los judíos estaban rechazando.
Es así que Jesús salió del templo y junto con los griegos descendió a Jope y
tomando una nave se embarcaron hacia Atenas. ¿Que crees que hubiera
pasado si Jesús se hubiera ido con los griegos? ¿No crees que Jesús tenía
suficientes y justificados motivos como para dejar Jerusalén e ir a predicar a
aquellos que querían oir su mensaje?
¿Sabes por qué? Porque Jesús veía en todo esto una tentación del maligno.
“¡Ah no, en esto ya no puedo estar de acuerdo! Satanás estaba tratando de
matar a Jesús por medio de los sacerdotes y gobernantes y ahora me dices
que el maligno estaba enviando estos griegos para que se lo lleven a Jesús a
Grecia, ¡en esto hay una gran contradicción!”.
Sería un error pensar que Satanás quería que Jesús muera. El quería que Jesús
sufra y que sufra como ningún hombre en esta tierra, pero lo último que
quería era que muera. El sabía que si Jesús moría sin pecar, él estaba
irremisiblemente perdido. Es por eso que trató de hacer el camino al Calvario
lo más tortuoso posible con el fin de que Jesús de una vez por todas pierda la
paciencia (lo que equivaldría a pecar) o que Jesús, al ver tanta incomprensión,
decida volver al cielo a sentarse nuevamente junto a su Padre. Es por eso que
cuando Jesús colgaba de la cruz, Satanás lo tentaba a través de los que se
burlaban diciendo: “Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz”; “Confió en Dios,
líbrele ahora si le quiere...”
Jesús conocía muy bien la astucia de su adversario, y así como una vez
después de su bautismo el enemigo de la Palabra de Dios había usado la
misma Palabra de Dios para tentarlo, ahora Jesús sabía que estaba usando el
sincero interés de estos griegos para desviarlo del camino que Dios le había
trazado.
Dios permitió todas esas cosas en tu vida como un medio para que cumplas el
propósito que él tiene para su pueblo, pero si has tomado estas cosas como un
fin en sí mismo entonces te fuiste con los griegos. Al aceptar el propósito por
le cual Dios te eligió, es necesario que recuerdes algo: el enemigo es muy
astuto y si él ve que tus intenciones son santificadas utilizará para desviarte
aquello que un corazón santificado pueda disfrutar. “¿Esto quiere decir que la
vida del discípulo es una vida de sufrimiento y que todo aquello de lo que
puede disfrutar es una tentación?”.
Pídele hoy a Dios que te de su Espíritu para gozar de la astucia que tuvo el
Maestro para que en ningún momento te vayas con los griegos.
CÍÑETE LA TOALLA
“Sabiendo Jesús que él Padre le había dado todas las cosas en las manos, y
que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su
manto, y tomando una toalla, se la ciñó”. Juan 13:4
En el reino de los cielos no hay nada de malo en desear ser grande. Dios
pretende que cada discípulo lo desee y lo desee de todo corazón. Sin embargo
es necesario entender que la grandeza que Dios valora se demuestra bajando
y no subiendo. El determinó que aquel que desea tomar parte en su obra en la
tierra debe estar determinado y concentrado en bajar y no en subir.
Presta mucha atención a la dinámica del Reino de los Cielos: Dios es el que
nos sube y es por eso que lo ejemplificó en Jesucristo exaltándolo sobre todo
nombre que es dado a los hombres. Sin embargo él espera de ti y de mí que
continuamente nos estemos esforzando en bajar.
¿Te das cuenta? Lucifer se esforzó por subir y será derribado por Dios. Si tú
te esfuerzas por bajar serás exaltado por él. Esa es la dinámica del Reino de
los Cielos.“¡Pero es que yo no disfruto el hecho de andar bajando!”.
Justamente eso es lo que el Maestro quiere que aprendas. Las personas que
no disfrutan bajar, están continuamente buscando subir y ese es exactamente
el espíritu que no representa a Jesús.
¿Te parece que Jesús no tenía grandes ambiciones? Por supuesto que las
tenía, sin embargo al leer los evangelios puedes notar claramente en la
dirección que iban dirigidos sus esfuerzos.
Debes pedirle a Dios que quite de ti ese deseo desenfrenado por subir y que te
comience a dar gozo y plena satisfacción en ceñirte la toalla como lo hizo tu
Maestro.
El evangelio dice: “Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas
en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba...se ciñó la toalla”. En
otras palabras podríamos decirlo de la siguiente manera: “Sabiendo Jesús
quien era... se ciñó la toalla”.
Cuando no sabes quien eres o no estas conforme con lo que eres, es entonces
que buscas subir para tener una posición más alta con respecto a los demás.
Podríamos decir sin temor a equivocarnos que aquel que está esforzándose en
subir está mostrando por esa actitud que es víctima de aquello que
comunmente lo denominamos como complejo de inferioridad. Es el deseo de
sentirse alguien, que hace que una persona busque su identidad a través de las
posiciones.
Dios tiene la solución perfecta: aceptar el amor que nos dió en Jesús y aceptar
el llamado a servir que hace a todos sus seguidores. El ser humano busca
solucionar su complejo de inferioridad buscando altas posiciones, tratando de
ser el centro y pisoteando a aquellos que considera que serán un obstáculo
para la afirmación de su persona. Eso es justamente lo que es el orgullo, no
aceptar ni creer lo que Dios dice de ti.
“Pero ahora hay algo que no está claro: Lucifer cuando cayó no tenía el
problema de no sentirse amado y sin embargo el quiso y anheló subir”. Allí
encontraste la otra razón por la cual alguien cae en el complejo de
inferioridad que habíamos comenzado a mencionar más arriba. Lucifer no
aceptó el lugar que Dios le había asignado en su plan.
“Pero ¿qué tiene de malo que un águila quiera vivir como pollo? Es una
cuestión de elección personal”. Eso puede ser válido para aquellos que no
aceptan el orden establecido por Dios, pero no lo es para aquellos que han
decidido vivir en los parámetros del Reino de los Cielos. Si deseamos ser
discípulos del Maestro debemos tener bien claro que es él es el que diseña el
plan de nuestra vida y a nosotros nos toca aceptarlo. Esa es la razón por la
cual cuando el Maestro te llamó te dijo: “¡Sígueme!” y no te dijo:
“¡Acompáñame!”.
–“Pero todo esto ¿que tiene que ver con todo lo que veníamos diciendo antes
del bajar y del subir?”–.
Tiene mucho que ver, el bajar como Cristo lo hizo no necesariamente tiene
que ver con el hecho de descender de una montaña a un valle literal. Tiene
que ver con actitudes y especialmente con una vida de renuncia a nosotros
mismos que se transforma en una vida de servicio. Cuando aceptes dejar de
mirarte a tí mismo y te enfoques en cómo hacer felices a los demás, entonces
podrás al mismo tiempo aceptar el lugar que Dios te asignó en esta vida y tu
mayor satisfacción será experimentada al ceñirte la toalla. Cuando de esa
manera llegues a identificarte con el Maestro entonces sin duda que Dios te
exaltará junto con él. Eso no será una experiencia que se dará solamente
cuando él venga, sino que comenzarás a experimentarlo desde el mismo
momento que decidas creer en quien eres en Cristo y verte a ti mismo como
un príncipe del Reino de los Cielos. Es allí que comenzarás a disfrutar del
servicio como un fin en sí mismo y no como un medio para ser reconocido.
Tu vida será una bendición para todos los que te rodean. La consciencia que
tendrás al saber quien eres, de donde vienes y hacia donde vas te dará una
seguridad interior que te permitirá disfrutar plenamente la etapa de servicio
que estarás viviendo sin desear una situación futura mejor. Es allí entonces
que empezarás a disfrutar de tu presente y el lugar que se te asignó en esta
vida y de esa manera te prepararás para vivir un futuro mejor.
LO MÁS IMPORTANTE
“Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al
siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba
Malco”. Juan 18:10
Siempre que leía este pasaje me preguntaba ¿qué hacía Pedro con una espada
después de haber caminado tres años con Jesús? ¿Acaso Pedro no sabía que
los discípulos de Jesús no debían usar espadas? ¿Por qué el Maestro permitía
que uno de sus más cercanos seguidores portara un arma? ¿Estaba de acuerdo
Jesús con el uso de espadas?
Con toda seguridad podemos afirmar que Jesús no estaba de acuerdo con el
uso de espadas porque él nunca apoyó la violencia. Es así que es más
desconcertante aún encontrar a Pedro a estas alturas portando una.
Aquí, tal vez, podríamos señalar la única gran equivocación del Maestro.
Cuando llamó a Pedro a ser pescador de hombres y a seguirlo debería haberle
pedido que dejara la espada antes que cualquier otra cosa. No solamente
debería haber hecho eso con Pedro. Jesús debería haberle exigido a cada
discípulo ponerse un uniforme para que todos ellos se vean iguales
especialmente al final de su ministerio ¿no te parece? Hubiera sido tan útil
para Jesús haber preparado un “Manual para Discípulos” donde se
estableciera la vestimenta que debieran haber usado, la conducta a seguir en
caso de una emergencia, qué palabras usar en una predicación, cómo caminar,
cómo contestar preguntas difíciles o cómo reirse.
Este manual debería haber sido algo así como una Biblia resumida, cosa que
los discípulos no tengan que perder tanto tiempo leyendo, ni orando para
saber cuál era la voluntad de Dios para sus vidas. Esta herramienta les
hubiera ahorrado mucho trabajo posterior, ya que Jesús podría haber
designado a un discípulo temperamental como líder del grupo (que podría
haber sido el mismo Pedro) para controlar que los demás sigan las reglas del
manual y si eso no sucedía, entonces se los echaba del grupo asegurando la
pureza del mismo.
¡Mira cuáles fueron las consecuencias de no haber hecho eso! Antes del
momento más importante de la vida del Maestro, cuando todos los ojos de las
personas estaban puestos sobre él, cuando más que nunca se necesitaba
mostrar una imagen homogénea de la iglesia que estaba naciendo, allí lo
vemos a Pedro cortándole la oreja a Malco con aquella espada que el Maestro
había permitido. ¿Qué harías con Pedro si fuera un miembro de tu iglesia?
¿Crees que el Maestro aprendió la lección?
Me imagino que para Jesús era una tristeza constante ver a Pedro llevar una
espada, porque sabía que tarde o temprano eso terminaría en el hecho de que
a alguien le faltara una oreja. Más aún, Jesús sabía que con ese futuro suceso
el observador superficial tendría una excusa para juzgar mal su mensaje por
causa de uno sus seguidores. Sin embargo ¿de que valía si Jesús le quitaba la
espada a Pedro sin que la dejara voluntariamente? Si Jesús se lo hubiese
impuesto, Pedro quizás lo hubiera aceptado, pero en algún momento de
impaciencia futuro hubiera buscado golpear a alguien con un garrote, o su
lengua se hubiera transformado en su arma más afilada. Eso es lo que pasa
cuando dejamos algo por imposición y no por convicción. Tarde o temprano
la misma actitud que teníamos cuando llevábamos la espada en la cintura
florece en otra area de nuestra vida.
Gracias a Dios, que Jesús nunca impuso nada, sin embargo en aquellos que lo
aceptaron consiguió la entrega de todo. Por eso, si somos predicadores,
dejemos de predicar sobre la espada y prediquemos a Cristo, porque de lo
contrario puede ser que un día la gente se de cuenta que en el pasado nos
quitamos la espada de la cintura con el fin de llevárnosla a la boca.
Por otro lado, si todavía estamos cargando la espada es una evidencia de que
aún no hemos llegado al Calvario y de que todavía no estamos listos para ser
transformados en apóstoles. Si entregamos hoy plenamente nuestro corazón
al Maestro, como consecuencia estaremos felizmente dispuestos a entregar
nuestra espada y de esa manera no traeremos confusión sobre el movimiento
que se está empezando a formar por el poder del Espíritu. Recuerda que lo
que más le preocupa a Jesús es tu persona, no tu espada. Sin embargo, si
todavía la estás cargando, búscalo pronto y entrégale tu corazón, no sea que
antes que cante el gallo lo niegues tres veces.
Dos sectas que históricamente se habían odiado a muerte, ahora están unidas.
Los fariseos por un lado que se autoproclamaban como guardias de la
moralidad y santidad y en el otro, los saduceos que parecían mostrar que lo
único que les importaba era la posición política y el dinero. Los primeros
mayoría entre el pueblo, los segundos mayoría en la cúpula sacerdotal. Unos
tratando de salvaguardar la tradición, los otros tratando de salvaguardar los
pocos espacios de poder que como pueblo conquistado todavía se les
concedía en favor. Las dos sectas enemigas trabajaban por el bien de la causa,
pero desde ideologías que parecían diametralmente opuestas. Esto daba lugar
a un sin fin de disputas y controversias internas que terminaban
manifestándose en el más intenso odio de unos contra los otros.
Esa madrugada las cosas fueron diferentes. Nunca antes se habían dado
cuenta los miembros de estas dos sectas que a pesar que diferían tanto en el
terreno de las ideas los unía un mismo espíritu en el plano de las actitudes.
Había algo miserable y corrompido que ambas sectas tenían en común y eso
se hacía cada vez más evidente a medida que las enseñanzas de un humilde
carpintero se propagaban a través del pueblo.
Ese día, ante el venerado Sanedrín este humilde carpintero era el acusado,
pero por su actitud y porte, sin decir palabra alguna, por momentos parecía
transformarse en el juez de aquel reino que el pueblo había profesado por
tanto tiempo esperar. Esa misteriosa revelación hacía enfurecer más aún a los
obstinados oponentes que profesando un sincero interés por el bienestar
futuro del pueblo trataban de acallar los llamados que el Espíritu Santo les
hacía al estar frente a la fuente original de toda verdad.
Si hubieras estado allí ¿con quien te hubieras identificado? ¿Con los fariseos
o los saduceos?
–“Yo no me hubiera identificado con ninguno, yo hubiera defendido a
Jesús”–puedes decir.
Muy bien, te hago otra pregunta: En tu vida actual ¿con quién te identificas?
¿con aquellos que se autoproclaman conservadores o con los liberales? Ojalá
que tu respuesta todavía siga siendo la misma, porque si nos identificamos
con una de estas corrientes lo más probable es que en aquel día lo
hubiésemos condenado y puede ser que hoy, sin darnos cuenta, también lo
estemos condenando. Cuando Jesús nos llamó a ser sus discípulo nos llamó a
seguirle, y si lo estamos siguiendo no seremos ni conservadores ni liberales,
seremos fieles.
“¿Pero no dijo Jesús que debemos ser uno?”. Es verdad, pero no seremos uno
con Cristo y sus discípulos a menos que nos independicemos de sectores,
partidos, corrientes teológicas, alas, etc. La fuerza de la iglesia de Cristo no
estriba en el hecho de que en ella se imponen las ideas del Reino de los
Cielos sino que en ella sus miembros han decidido voluntariamente abrazar y
vivir en los principios que estableció el Maestro. Eso, como consecuencia,
trae verdadera unidad y una fuerza que puede hacer caer hasta el más grande
imperio.
Satanás es muy astuto y en este sentido con sólo cambiar un énfasis ya logra
lo que él se propone. Los fariseos eran fieles a un sin número de normas pero
no eran fieles a Dios. Ellos habían puesto a las normas en un lugar más
importante que los principios divinos y a pesar de que esa actitud producía
corrupción y adulteración de la verdad hacían creer al pueblo de que ellos
eran verdaderamente fieles y santos.
“No entiendo bien ¿no son las normas importantes en la religión?”. Por
supuesto que sí, pero ellas no tienen la más mínima importancia para Dios si
es que no están adheridas a un principio divino.
Déjame definir un poco mejor estos dos elementos. Las normas son la
manifestación práctica de un principio. Ellas pueden ser temporales, locales y
discutibles. Por otro lado los principios divinos son la razón que debiera
sustentar una norma, ellos son eternos, universales e indiscutibles. Cuando
una norma deja de estar adherida a un principio divino o lo contradice
entonces llega a ser una tradición sin sentido o un pecado.
El fariseo cuando lee la Biblia solo busca normas y reglas que disimularán su
infidelidad al nivel de los principios. Como su consciencia le da testimonio
de esa incoherencia trata de acallarla tratando de imponer la “voluntad de
Dios” a los otros y controlando las vidas de aquellos que lo rodean. Con el
tiempo llega a creer que las formas de la religión son la esencia y que su
consciencia intranquila es simplemente el resultado de la incomodidad que le
produce el ejemplo de los “infieles”.
Para el saduceo si eso de la estaca es una norma del pasado entonces ahora
realmente no tiene importancia cómo hagamos las cosas en el presente lo
importante es resguardar cierta clase de identidad como pueblo de Dios
siguiendo algunas normas razonables y siendo flexibles con los principios
divinos que de acuerdo a las costumbres actuales parecen ser anticuados y
poco aplicables.
Allí estaba Jesús, acusado por los conservadores de ser un liberal por hacer
énfasis en el amor y acusado por los liberales de ser un conservador porque
enseñaba a sus discípulos a ser fieles hasta la misma muerte. Los discípulos
todavía no entendían, sólo miraban anodadados por tan escalofriante
revelación. Por un lado se veía a Jesús firme, por el otro al populacho y los
gobernantes contradiciéndose en sus palabras como una evidencia de la
contradicción de sus propias vidas. Jesús estaba siendo juzgado por aquellos
que él tendría que juzgar. Conservadores y liberales, expertos en hacer juicios
que se transformarán en el día final en la base de su propia condenación.
Pidámosle hoy a Dios que nos de la sabiduría para no dejarnos engañar por
ninguna de estas dos corrientes y que no seamos tan ingenuos de buscar
enredarnos en una discusión con alguno que pretende pertenecer a estos dos
sectores. Recuerda que a aquellos que se identifican con bandos no les
interesa la verdad, solamente les interesa el poder y es por eso que muchas
veces utilizan a la verdad para engañar a los sinceros buscadores. Jesús hoy te
dice lo mismo que una vez le diría a Josué: “No te apartes ni a derecha ni
izquierda para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas”.
VERDADERAMENTE LIBRE
“Desde entonces procuraba Pilato soltarle…”. Juan 19:12
¿Cuáles crees que serán las excusas de Pilato en el día del juicio final?
“¡Señor, yo lo intenté! ¡Hice lo mejor que pude! Mira, discutí con ese grupo
de sacerdotes empedernidos y no me escucharon. Hablé contigo para que me
dieras un argumento que los convenciera, sin embargo no me dijiste nada! Te
hice azotar para ver sin con eso se conformaban, y no lo apreciaron. Ofrecí
soltarte, y para convencerlos te puse al lado del criminal más vil y odiado, sin
embargo no lo entendieron. Te presenté a ellos con una corona de espinas que
te hacía sangrar el rostro y dejé que vieran tus carnes desgarradas por los
latigazos que te dieron mis soldados para que te tengan lástima, pero ¡que
sabía yo que a esos hipócritas al verte flagelado se les profundizaría aún más
su odio! ¡Yo no sabía cómo actuar ante este grupo de insaciables sacerdotes!
Me di cuenta que te entregaban por envidia y por eso traté de hacer lo mejor
que pude! Además quiero que sepas que odié con todo mi corazón a aquellos
que te entregaban, pero ¿qué más podía hacer? ¡Tú mismo me dijiste que
ellos tenían más culpa que yo!”.
¿Te parecen razonables las excusas de Pilato? Cuando sabes lo que tienes que
hacer y tratas de seguir un camino diferente al que te indica el deber con el
fin de agradar a aquellos que te presionan, vas a dar miles de vueltas pero
llegarás a hacer justamente aquello que estabas tratando de evitar. Pilato lo
único que debería haber hecho era no hacerle caso a esos sacerdotes y soltar a
Jesús. Como no quería tener problemas con ellos, pero a la vez quería salvar
a Jesús intentó un sin número de estrategias para tratar de quedar bien con las
dos partes, sin embargo al final hizo lo que le pedían aquellos a quienes más
odiaba. Pilato hasta llegó a sentir cariño y admiración por Jesús, sin embargo
eso no fue suficiente.
Por eso no cometas el error de evitar toda esta disciplina y esfuerzo tratando
de lavarte las manos cuando las cosas se ponen difíciles. Recuerda que no
puedes vivir sin decidir. Cuando no decides nada estás decidiendo no decidir.
Los resultados de no hacer nada ante una crisis serán responsabilidad tuya y
no podrás echarle la culpa a nadie. Cuando crees que algo es correcto pero
haces lo contrario, o no haces nada con tal de agradar al que te presiona,
recuerda que en el día del juicio final no podrás decir: “Yo no decidí nada,
ellos lo decidieron y me presionaron”. Si ese fuera el caso tú decidiste dejarte
presionar por esos manipuladores y serás responsable de las consecuencias.
Pilato se lavó las manos tratando de evitar decidir. Decidió lo peor, y así
entregó al Maestro.
Hoy Dios te da la oportunidad de que tomes las riendas de tu vida. Tienes que
decidir. Tienes que decidir con respecto a ese pecado, con respecto a esa
persona de tu familia que quiere controlarte, con respecto a ese amigo que te
presiona, con respecto a ese novio/a que te usa, con respecto a ese sacerdote o
pastor que usa su imagen espiritual para manipularte.
Hoy Jesús te está llamando a que formes parte de ese grupo de valientes que
estuvieron dispuestos a ser fieles hasta la muerte. Hoy tenemos que decidir,
porque estar convencido no será suficiente y tener buenas intenciones
tampoco. Hacer lo mejor con respecto a algo será como no hacer nada si es
que no hicimos todo.
CONCENTRADOS
“Y algunos comenzaron a escupirle, y a cubrirle el rostro y a darle
puñetazos, y a decirle: Profetiza. Y los alguaciles le daban bofetadas”.
Marcos 14:65
¿Qué era lo que hacía que ante tanta humillación Jesús permaneciera sereno y
en calma? No sé si tú has sido provocado alguna vez, pero ¡cómo nos
exasperamos solamente cuando alguien nos toca un bocinazo cuando
manejamos nuestro auto! ¿Por qué Jesús no descargaba ni una mirada de
impaciencia ante los golpes? La respuesta la debemos encontrar en sus
mismas enseñanzas.
Había una actitud que Jesús siempre recomendaba a sus discípulos como el
secreto de la victoria y que parece que ellos no lo entendieron muy bien hasta
que experimentaron las miserias del fracaso. Jesús decía: “Velad”. ¿Qué
significa velar? Significa lo que en el deporte llamaríamos estar
concentrados. Por ejemplo, si has jugado alguna vez al tenis sabes por
experiencia que el secreto de la victoria se da en el balance que existe entre la
técnica y la concentración. Tú puedes ser el jugador que tiene el golpe más
fuerte, tu saque puede ser el más veloz, puedes tener la mejor resistencia,
pero si no te concentras seguramente perderás.
Sin embargo recuerda que a pesar de que estés concentrado y tengas buena
técnica, de vez en cuando perderás algún tanto o algún set, pero ten por
seguro que no perderás el partido si es que el Maestro está contigo. Cada
tanto perdido será una oportunidad de traer a tu consciencia aquello que
estabas descuidando y con concentración y técnica el diablo no podrá
nuevamente hacerte un tanto de la misma forma. De esa manera cada vez más
se le irán achicando las oportunidades al enemigo para vencerte y, si sigues
concentrado y mejorando tu técnica, el Maestro te asegura que ganarás el
partido.
“¡Pero vivir tan concentrado todo el tiempo cansa!”. Es verdad, por eso en la
vida cristiana tienes a la comunidad de creyentes, los sermones, retiros
espirituales, santas cenas, reuniones de oración, congresos, actividades de
misión etc., que si participas en ellos, y si son más que eventos de
entretenimiento social, serán momentos en los que renueves tu concentración
para poder seguir jugando con frescura tu partido. De allí que si pretendes
ganar un partido sin ser regular en estos espacios en los cuales renuevas tu
concentración estas tratando un imposible.
Por otro lado hay personas que tratan de ganar el partido sólo con
concentración pero sin nada de técnica. Si ese es tu caso, empezaste
perdiendo. La concentración debe enfocarse en la aplicación de la técnica y a
medida que lo hagas, cada vez te será más natural jugar bien. No podemos
estar concentrados en Dios si no estudiamos la Biblia todos los días y
buscamos espacios especiales para la oración. Esos son los momentos en que
aprendemos la técnica, y ella es esencial para ganar los tantos en el partido.
Déjame ahora mencionarte una de las maneras más efectivas para perder la
concentración: es estar pendiente de los tantos. Los tantos son la evidencia de
tu habilidad para el juego pero no son el juego en sí, por lo tanto no debes
prestarles más atención de lo que merecen. Por ejemplo: si perdiste un tanto
no aflojes la concentración pensando en la pérdida. Debes usar la
concentración para aprender rápidamente del error que cometiste. Por otro
lado, si ganaste uno, no te quedes hablando y celebrando lo que hiciste. La
celebración sólo corresponde al final del partido y será totalmente incensato
hacerlo durante su transcurso, porque eso te llevará a actuar como si ya
hubieras ganado la guerra cuando sólo saliste bien de un combate.
Satanás hará mil y una cosas para quitarte tu concentración, pero si no le das
espacios, cada vez te podrá hacer menos tantos y cada día disfrutarás más del
partido.
Jesús no dejó de estar concentrado ni por un solo momento, esa fue la razón
por la cual podía tener la misma actitud tanto en el monte de las
bienaventuranzas como cuando lo abofeteaban y le escupían en su rostro.
Pídele a Dios que te de esa concentración que hará que tus emociones se
comporten de acuerdo a la seriedad de aquello que está en juego. Las
diferentes circunstancias cotidianas de la vida serán los instrumentos que te
darán la oportunidad de poner la técnica en práctica. Tú has sido llamado a
ganar el partido más desafiante que existe, no a perderlo. Recuerda, que
perder un tanto no es perder el partido y si estás concentrado en el Maestro no
serás derrotado.
EL DISCIPULO NUMERO 13
“Entonces todos los discípulos, dejándolo, huyeron”. Marcos 14:50
Yo era un discípulo de Jesús, el número 13. Desde que oí a Jesús por primera
vez me di cuenta que él tenía un mensaje diferente. Pasé mucho tiempo
observándolo y quedé convencido de que si no era el Mesías, por lo menos
debía ser un gran profeta.
Es verdad, había algo en él que yo no entendía, pero por otro lado había un
montón de cosas que él tampoco las entendía. Por ejemplo, una vez la gente
lo buscaba después de haber hecho un espectacular milagro de alimentar una
multitud con cinco panes y dos peces y los desanimó a todos diciéndoles que
él sabía que sólo lo buscaban porque se habían llenado el estómago y que si
querían verdaderamente seguirlo debían comer de él porque él era el
verdadero pan. ¡Cómo le va a decir a la gente entusiasmada de que él es un
pan y que se lo coman! ¡No se daba cuenta que eso los desanimaría! A raiz de
eso, muchos desde allí se apartaron. ¡Teníamos cinco mil personas dispuestas
a entrar a la iglesia y él con una frase los ahuyentó a todas! ¡Si se hubieran
bautizado esas cinco mil almas, después del informe que hubiéramos enviado
a Jerusalén, sin duda que a Jesús lo hubieran contratado como maestro del
templo donde tendría un aula junto al Dr. Gamaliel! ¡Que influencia
hubiéramos tenido!... Todas estas cosas eran para mí una continua fuente de
desánimo.
Como siempre, mi sugerencia pareció que entró por un oído del Maestro y
salió por el otro.
Esta realmente me pareció una de mis más geniales ideas, sin embargo la
suave contestación del Maestro destrozó todos mis sueños. “Mi querido
amigo –me dijo– no subo a Jerusalén a sentarme en una oficina, sino a morir
colgado de una cruz...”
¡¿Y la causa?! ¿Qué iba a suceder con todo el esfuerzo, los bautismos, los
seguidores, la estructura que de a poco habíamos estado formando? ¡Nuestra
imagen! Yo sabía que a él se le había puesto en la cabeza que tenía que
morir... pero ¡cómo no eligió una manera un poquito más elegante de hacerlo!
Podría morir como un héroe rescatando a niños que se estén ahogando en el
río Jordán, o salvando a gente de las llamas de un gran incendio, o tal vez
como guerrillero luchando por la causa del pueblo judío, pero ¡en una cruz!
¡como un criminal! ¡Eso ni nos dejaría margen para que después usemos su
imagen para beneficio de la causa!
Hay algo pérfido y escalofriante en toda esta situación, gente que tortura al
Hijo de Dios pensando que sirve a Dios mismo. Ni hechiceros, estafadores o
narcotraficantes han hecho lo que han hecho personas que creen que siguen a
Dios pero que no están dispuestos a seguir su Palabra.
Por otro lado, los que han visto los excesos y la intolerancia del dirigente
religioso y que se creen un poco más iluminados en su pensamiento, se ponen
del lado de la bruja porque razonan que si el cristianismo es tan intolerante
como su dirigente no debiera ser considerado como una opción para el ser
humano.
Es así que se genera una guerra superlativa que llega a ser la antesala del
mismo infierno. En determinado momento el dirigente religioso que tiene la
mayoría de su lado hace matar una bruja y entonces la gente ciega piensa: “la
bruja y el dirigente religioso están en bandos opuestos”. Este pensamiento se
profundiza más aún cuando un grupo de simpatizantes de la bruja se
encuentran con un colaborador del dirigente religioso y lo matan en
venganza.
Mientras todo esto está ocurriendo hay un grupo de verdaderos discípulos que
predican las enseñanzas de Jesús. Como resultado de este esfuerzo hay
muchos brujos que dejan la brujería y también muchos profesos cristianos se
dan cuenta que la intolerancia es un grave pecado para quien dice ser un
discípulo de Jesús.
Para enfatizar esta idea la bruja presenta como testimonio el hecho de que
uno de los dirigentes de la institución del dirigente religioso había aceptado
las enseñanzas de los verdaderos discípulos. Eso es verdad, pero ella no
aclara que ese dirigente religioso como consecuencia de eso dejó de ser
autoritario y de defender la corrupción que era perpetrada por la institución y
que camuflada bajo un manto de aparente santidad.
Sin embargo, ellos aclaran que la paz está siendo estorbada por un grupito de
discípulos de Cristo que no desean sentarse en la mesa de negociaciones. Si
bien ese acuerdo es una demostración de tolerancia, para preservarla y lograr
la paz que por tanto tiempo fue anhelada habría que destruir a ese grupo de
discípulos que lo único que hace es traer división en una sociedad que ahora
no tiene fronteras.
Ahora los seguidores ciegos del dirigente religioso, como los seguidores
ciegos de la bruja se unen en un mismo propósito que es el de destruir la
amenaza que se cierne sobre sus instituciones. Esa unión es momentánea y
por la fuerza, ya que los que están inspirados por los demonios pueden ser
cómplices pero nunca pueden estar unidos.
¿Quiénes son los que quedan del lado del dirigente religioso y la bruja?
Aquellos que no quieren pensar por sí mismos, los cobardes y aquellos que
han decidido creer en una mentira a pesar de tener todas las evidencias para
no hacerlo.
Jesús sabía que en ningún momento debía darle una ventaja al enemigo,
porque, si lo hacía, el diablo en su astucia aprovecharía esa oportunidad para
dar un golpe que sería mortal tanto para Jesús como para la raza humana.
Jesús cuidaba las avenidas del alma. Él no permitiría que haya algo que
debilitara su mente o su cuerpo y que hiciera que no pueda estar alerta en la
guerra que libraba con Satanás.
“Después de haberlo probado no quiso beberlo”. Jesús sabía muy bien lo que
el sabio Salomón había escrito en sus proverbios novecientos años antes: “El
vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra
no es sabio” (Proverbios 20:1). “No mires al vino cuando rojea, cuando
resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; mas al fin como
serpiente morderá, y como áspid dara dolor” (Proverbios 23:31, 32).
En realidad Jesús no necesitaba leer los proverbios para saber lo nocivo de las
bebidas alcohólicas. Con solo ver los resultados y consecuencias del uso de
ellas podía notar claramente que en la lucha entre el bien y el mal no era un
elemento usado por su Padre Celestial para la instauración de su Reino en los
corazones humanos. Rencillas, hogares deshechos, asesinatos, inmoralidad y
violencia. ¿Te parece que Jesús podría apoyar el uso de bebidas alcohólicas
cuando justamente destruía aquello que él venía a restaurar?
“Bueno, pero eso no me dice nada, ya que el contexto del pasaje nos da a
entender que el vino que Jesús hizo fue fermentado porque dice que fue
mejor aún que el primero que se había bebido en la fiesta ¿Quién juzgaría un
simple jugo de uva como mejor que el vino que habían tomado al comenzar
la celebración?”.
Juan era regenerado por el Espíritu Santo y es por eso que escribe las cosas
desde la perspectiva de un discípulo del Maestro. Quizás tú también seas de
aquellas personas que piensan que para disfrutar verdaderamente de la vida
hay que disfrutarla practicando el pecado. Quizás seas de esas personas que
confunden placer con felicidad. Hoy quiero decirte que es necesario que
empieces a evaluar a dónde te está llevando esa manera de pensar.
Si es que puedes ser razonable, te darás cuenta que estás yendo hacia el
mismo destino al que llegaron aquellos que tanto admiraste a través de la
pantalla: insatisfacción, esclavitud de los vicios, depresión, sonrisas plásticas
que esconden profundas heridas o soledad emocional debido a la incapacidad
de mantener relaciones significativas. Yo sé que lo que escribo te incomoda.
Lo sé porque yo soy igual a ti. Si es que hoy pienso diferente es por la
transformación que Dios ha hecho en mi vida, pero no porque sea mejor que
tú.
Es necesario que despiertes y que levantes tu vista hacia el Calvario. Allí hay
una cruz que fue el instrumento de tortura destinado a Aquel que estuvo
dispuesto a experimentar el sufrimiento con el propósito de que tú y yo
tengamos la oportunidad del perdón, restauración y salvación eterna. No
dejes pasar este momento. Es la oportunidad de llenar ese vacío que
paradójicamente nos hace huir de aquello que nos daría verdadera
satisfacción. Es la oportunidad que tienes de entrar en el camino de la
felicidad duradera y de una vida con sentido.
Por otro lado, si ya eres un discípulo del Maestro, entiende que él te pide que
cuides de tal manera las avenidas de tu alma con el fin de no dejar ni la más
mínima puerta abierta para que se meta el enemigo. Dios es un Dios de
libertad, y es por eso que no puede admitir que sus hijos tengan costumbres
que los esclavicen.
La Biblia no es un libro que debemos leer para aprender acerca de cómo los
hombres se comportaron, sino que es un libro para aprender acerca de cómo
Dios trató a los seres humanos a pesar de sus errores. La Biblia enseña que si
estás dispuesto, Dios puede liberarte de aquellos vicios que te esclavizan, ser
lavado, perdonado y regenerado por el Espíritu Santo. Para que eso sea
posible, solamente debes aceptar la condición: aceptar el llamado de Jesús,
dejar todo y seguirlo.
Pídele a Dios hoy que te haga un imitador de Jesús. Decide cuidar que no
haya nada en tus hábitos que debilite el poder de tu mente y tu capacidad de
tomar decisiones para el Señor. No te olvides que cuando Jesús se dio cuenta
que le estaban ofreciendo vino, no quiso beberlo para que de esa manera tú y
yo podamos disfrutar en el Reino de los Cielos del mejor jugo de uva que
alguna vez se haya bebido. “Y os digo que desde ahora no beberé más del
fruto de la vid, hasta el día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de
mi Padre” (Mateo 27:29).
IDEAS PULVERIZADAS POR LA CRUZ
“Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y Rufo,
que venía del campo, a que llevase la cruz”. Marcos 15:21
¿Dónde estaban los discípulos? Jesús, durante mucho tiempo, los había
preparado para ese preciso momento. “El que no lleva su cruz y viene en pos
de mí no puede ser mi discípulo”. Los discípulos vieron a Jesús tropezar,
caerse bajo el peso de la cruz, vieron como lo arrastraban los soldados, y sin
embargo ninguno se ofreció para hacer una realidad el consejo que Jesús
durante tanto tiempo les había dado.
¿Que era lo que hacía que quedaran paralizados sin ayudar a Aquel que tanto
los había ayudado? Miedo, dudas y chasco. ¿Sentían dolor? Sí lo sentían.
¿Sentían compasión por su Maestro? Sí la sentían. Sin embargo ninguno
estuvo dispuesto a llevar su cruz cuando Jesús más lo necesitaba. ¿Sentían
vergüenza de haberlo seguido? No sé, puede haber habido algo de eso.
¿Sentían miedo? Sin duda que sí. No eran mayoría ni mucho menos. Parecía
que ahora todos los miraban como diciéndoles: “¿Vieron? ¿Dónde está el rey
que ustedes decían seguir?... ¡No era nada mas ni nada menos que un humilde
carpintero!”.
¡¿Quién es él?! Cada golpe, cada puñetazo, cada caída, cada burla, cada
escupida agrandaba el chasco en el corazón de los discípulos, pero
increíblemente profundizaba el amor y el cariño que sentían por él.
Admiración, nunca habían sentido tanta admiración por él. Vergüenza, eran
los últimos manotazos de un orgullo herido que no quería admitir que estaba
siendo aniquilado.
¿Quién es él? ¿Sería otro Juan Bautista? Pero ¿por qué las dudas ahora, si en
un pasado tenían la seguridad de que era el Mesías? Es que las revelaciones
más profundas de Dios tienden a aniquilar las ideas que tenemos de él.
Debemos aprender que nuestras ideas acerca de Dios no son Dios mismo.
Jesús siempre había sido coherente consigo mismo y con sus enseñanzas, y
en el contexto de la cruz, más que nunca. Los que habían sido incoherentes
eran los discípulos, porque sus ideas acerca de él muchas veces no les habían
permitido descubrir quien realmente él era. Ellos siempre habían mirado a
Jesús desde la perspectiva de su propio beneficio. El Maestro siembre había
querido revelarse a ellos desde la perspectiva del servicio.
Nunca el Maestro les había parecido tan extraño como esa tarde en el
Calvario. Sin embargo nunca lo habían reverenciado tanto. Sin darse cuenta,
el momento más negro de sus vidas estaba transformándose en el momento
de la revelación de su gloria. Curiosamente, aquella cruz que no habían
estado dispuestos a cargar por él, había hecho que las ideas acerca de él
dieran paso a la realidad de él mismo. A través de la experiencia de ese día,
Dios estaba preparando a cada discípulo a tomar su cruz y seguirlo, porque el
momento del chasco y la derrota es el momento de la gloria para Aquel que
con su muerte aseguraba victoria.
“Consumado es” –dijo. Con esas palabras ahora el extraño Maestro estaba
anunciando que no había habido, ni habría jamás en la historia del mundo, ni
del universo una revelación más grande de la gloria de Dios que la que se
había consumado en la cruz. El Espíritu Santo era ahora liberado para actuar
plenamente en los corazones de los hombres de acuerdo a la revelación que
había sido dada.
Con esa revelación quedaría aniquilado el poder del mal. Los hombres más
que nunca podrían crecer en la imagen de Dios y el rechazo de tan grande
manifestación aceleraría la ejecución del juicio. La revelación era plena, ya
no habría excusa para aquel que decidiera seguir sus propias ideas de Dios en
vez de seguir a Dios mismo. La sinceridad ya no sería suficiente en el camino
al cielo aunque sí podría contarse como uno de los pasos iniciales. La obra
del Espíritu ahora sería completa, porque la revelación era completa.
Los discípulos fueron testigos de la muerte del Maestro pero junto con su
muerte comenzaron a morir sus ideas acerca de él. Ese será el momento más
difícil en la vida de un discípulo. Ese será el momento más doloroso de tu
vida. Sin embargo, no te olvides que ese será el comienzo de la revelación de
su gloria.
CONSUMADO ES
“Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto expiró”. Lucas 23:46
Al mismo tiempo Jesús sufría las injurias y las burlas descaradas de aquellos
que había venido a salvar. ¿Por qué tanto odio para alguien que lo único que
había hecho era comprender al pecador? ¿Por qué tanta desidia para Aquel
que solamente había hablado con amor? ¿Por qué la presentación de
enseñanzas frescas y verdaderas causaba el más intenso odio y repulsión?
Desde allí en adelante todo aquel que libremente aceptara ese regalo iba a
tener derecho a tomar la vida y las recompensas que Jesús se merecía. En
momentos más se abriría una puerta de rescate que jamás podría ser cerrada.
En momentos más la revelación de quien era Dios sería plena en la persona
de un humilde carpintero y esa revelación sería tan poderosa que repercutiría
hasta el rincón más lejano del universo. Lo interesante es que en ese
monumental y grandioso evento estaba implicado el pequeño e injusto ser
humano.
Jesús entonces hace a su Padre una de sus famosas preguntas que si logramos
encontrar una respuesta estará basada en la razón más injusta: “Padre, ¿por
qué me has desamparado?” A pesar de que el Padre en ese momento está en
el más grave silencio, las circunstancias dan una nítida y escalofriante
respuesta: “Te he desamparado por esos sacerdotes que creen que te estoy
castigando por tus pecados. Te estoy desamparando por esos soldados
romanos que te pusieron una corona de espinas y clavaron tus extremidades a
un madero. Te estoy desamparando por esos discípulos que te traicionaron.
Te estoy desamparando por esos dos ladrones que están colgados a tu lado.
Te estoy desamparando por Barrabás y Pilato que se seguirán peleando. Te
estoy desamparando por aquellos que están en la ciudad y que no tienen la
mas mínima idea de lo que está pasando. Te estoy desamparando por aquella
prostituta que entrega su cuerpo para ser envilecida y abusada. Te estoy
desamparando por aquel que abusa de un niño y que vive esclavo de sus
concupiscencias. Te estoy abandonando por aquella persona que no acepta el
sexo con el cual nació y pretende cambiarlo. Te estoy abandonando por aquel
que niega mi existencia y que cree que porque es más inteligente que un
mono puede entender todos los secretos del universo. Te estoy abandonando
por aquel que está dispuesto a abandonar a sus hijos por ir detrás de una
pasión prohibida. Te estoy abandonando por aquel que no ha sufrido tanto en
la vida y que siente que la religión es solamente para los débiles. Te estoy
abandonando por ese millonario que solamente piensa en tener más dinero y
que no tiene las más mínima sensibilidad por aquel que está en necesidades.
Te estoy abandonando por aquel pastor que no cree aquello que predica pero
que sabe que eso le resulta en un gran negocio. Te estoy abandonando por
aquel que está enojado conmigo porque la vida no le dio lo que esperaba. Te
estoy abandonando por aquel que está leyendo este libro y que no ha
entendido que mi amor lo abarca todo. Te estoy abandonando por el que
escribió este libro y que puede creerse que es mejor que aquel que no escribió
nada. Te estoy abandonando por aquel que ha sido herido por el rechazo y
que nunca pudo llenar ese vacío que le causó el no tener nadie que lo abrace.
Te estoy rechazando para que aquel que ha sido rechazado sea bienvenido. Te
estoy abandonando por aquellos que escogieron morir y que no tienen
derecho a vivir. Aunque sé que tu me amas, te abandono para darles
oportunidad a aquellos que me odian”.
Es interesante notar que los seres humanos estamos dispuestos a creer que
puede haber vida en otros planetas sin nunca haber tenido para ello ni la mas
mínima prueba, sin embargo no estamos dispuestos a aceptar que Dios existe
por el hecho que eso sería aceptar que nosotros entonces no somos dioses. La
negación por parte del ser humano de la existencia de Dios es una evidencia
poderosa de su existencia.
Confirma este hecho en nuestra propia historia. A ningún ser humano le gusta
aceptar que existe alguien por encima de él. Es por eso que surgen los
dictadores autoritarios, es por eso que existen las guerras, es por eso que un
deportista criticará a aquel que le hace sombra. Esa es la razón por la cual
envidiamos, peleamos, robamos, y esa es la razón por la cual no podemos
aceptar que Dios existe. Es por eso que el ser humano no tiene problema de
aceptar una teoría acerca de Dios pero tiene una enorme dificultad para
aceptar la revelación de Dios misma. Esa es la razón por la cual las
instituciones cristianas pretendieron tomar propiedad de esa revelación con el
fin de usarla para su propio beneficio. Sin embargo el hecho, de que
multitudes digan creer en Jesús y que a la vez lo nieguen con sus vidas es
totalmente coherente con aquello que sucedió en el Calvario. Los dirigentes
religiosos, pretendiendo seguir a Dios, condenaban a Aquel que era Dios
mismo.
La fuerza del amor desatada en el Calvario fue tan poderosa que desde ese
mismo momento los que intenten rechazarla nunca más vivirían en paz.
Vivirán tratando de resistir lo que saben muy en el fondo que les conviene.
Cuando la convicción del Espíritu Santo es profunda, solamente habrá dos
alternativas: aceptar y dejarse llevar por ella, o rechazar y vivir toda la vida
tratando de apagar esa certeza.
VERDADERO SUFRIMIENTO
“Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama
sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Mateo 27:46
¿Vemos a los padecimientos de Jesús como algo extremo por el hecho de que
es una muestra de su gran humillación o realmente el sufrió más que ningún
ser humano en la tierra? ¿Sufrió Jesús más que Juan el Bautista? ¿Sufrió
Jesús más que aquel que murió quemado por causa de sus creencias en manos
de los verdugos de un tribunal de la inquisición? ¿Sufrió Jesús más que un
judío en un campo de concentración Nazi? ¿Sufrió Jesús más que aquel que
exprimentó un accidente por causa de un automovilista irresponsable y quedó
cuadripléjico de por vida? ¿Sufrió Jesús más que aquella niña que es huérfana
y tuvo que crecer abandonada en un horfanato?
Sin embargo hay un sufrimiento que es peor que aquel que denominamos
físico o material. Es el espiritual. A pesar que la tortura física de Jesús fue
algo terrible, lo que fue inmensamente más grande fue su sufrimiento
espiritual.
No duele tanto que alguien de quien nunca has recibido amor te de vuelta la
cara, pero es tremendo reponerse de la situación en la que alguien de quien
has recibido amor toda la vida repentinamente parezca que se transforma en
alguien que favorece a aquellos que te hacen daño y que a ti no te responde.
Quizás la infidelidad y la traición en un matrimonio puedan compararse
pálidamente con esto. Ese fue el sufrimiento de Jesús.
Él estaba solo. Su Padre lo había abandonado con el propósito de no
abandonarnos a nosotros. Aquellos por los cuales estaba haciendo ese infinito
esfuerzo no entendían, lo escarnecían y lo escupían. Jesús no tenía ningún
Calvario al cual mirar y de esa manera entender que alguien había pasado por
ese camino para asegurar la victoria. Él había aceptado ser desechado con tal
que nosotros fuesemos recibidos. El Hijo de Dios fue abandonado para que su
Padre demuestre su amor a los hijos del diablo.
Él sí podía reclamar con toda razón al Padre el hecho de que había hecho
matar el becerro gordo para dárselo a aquellos hijos prodigos que ni siquiera
todavía aspiraban regresar a casa. Sin embargo no lo hizo. “Como cordero
fue llevado al matadero”.
“Pero esa no es una razón del todo injusta, ¿acaso no valgo mucho para él?”
Analiza tus actitudes con respecto a Jesús, tu interés con respecto a su obra,
tu respuesta en referencia a su llamado, tu firmeza en ser leal a los principios
de su reino, la fidelidad con la que cumples la misión que te encomendó de
preparar el camino para su reino y entonces podrás darte cuenta lo injusta que
fue su muerte. Comparemos el dolor que una vez experimentó con el
desinterés que mostramos por él. Muchas veces nuestras actitudes hacen que
ese dolor se perpetúe hasta el presente. Jesús ya sufrió demasiado para que
continuemos haciéndolo sufrir. ¿Qué te hace pensar que puedes estar en el
medio? ¿Cuál es la razón por la cual no estás dispuesto a darlo todo? ¿Por
qué pretendes todavía ser un cristiano promedio sin querer ser un verdadero
discípulo? ¿Por qué piensas que este llamado es solamente para aquel que es
ignorante de las cosas celestiales y no para tí? ¿Qué te hace pensar que el
hecho de trabajar en su iglesia te libera de la necesidad de una entrega sin
reservas que por fin tranforme tu corazón orgulloso y ambicioso? ¿Por qué te
conformas con ser tibio?
Dios dio a su Hijo para que no sufras, pero ten por seguro que si no valoras
todo el esfuerzo que el Cielo hizo por ti, el Padre no te tendrá por inocente.
Una cosa es que estés confundido y perdido y otra es que rechaces
deliberadamente su llamado a hacer una diferencia y ponerte de su parte.
¿De qué sirve obtener una posición si se perdió la vida espiritual? ¿De qué
sirve tener la aprobación de los administradores si no se tiene la aprobación
del Maestro? ¿De qué sirve sentarse en una oficina, si no estamos sentados
junto al Maestro? Para el nacido del Espíritu el hecho de participar de estos
viles trueques significará el mayor sufrimiento y la pérdida del sentido de la
vida.
Debido a todo esto, aquello que sucedió en el Calvario será percibido desde
diferentes perspectivas. Si somos carnales el sufrimiento para nosotros estará
centrado en el quebrantamiento del cuerpo, los latigazos, la corona de espinas
y en los clavos y eso será lo que justamente trataremos de evitar aunque
profesemos seguir al Maestro. Si ese fuera el caso, tal vez pensemos que
Jesús en realidad no sufrió tanto como otros seres humanos porque el tiempo
en el cual colgó de la cruz no fue tan largo como el de otros malhechores.
Para los que han tenido transformación espiritual el sufrimiento de Jesús será
magnificado por el quebrantamiento de su corazón, la sensación del peso del
pecado y la desesperación de quedar eternamente separado de Dios.
Justamente ese será el sufrimiento que realmente tratarán de evitar aquellos
que decidan seguirlo de todo corazón. Ese fue el sufrimiento del cual el
Maestro fue nuestro substituto.
Por otro lado cuando eres discípulo de Cristo el sufrimiento que sientes por
apartarte un poco de su voluntad te es una alarma para no desviarte del
camino que te trazó y es justamente ese dolor que tratarás de evitar aunque
sea hasta la misma muerte.
Esto no tiene que ver con trabajar para llenar iglesias, se trata de preparar
camino para su segunda venida e intentar que la mayor cantidad de personas
puedan participar de esta tarea que hace que la realidad del futuro afecte
nuestro presente. Eso es esperanza. La esperanza es una espera activa que
hace que la certeza de lo que esperamos haga que nos preparemos para ello.
¿Te cuesta creer todo esto? Estoy seguro que sí. ¿Sabes por qué? Porque
tenemos una mente posmoderna. Hemos sido testigo de cómo históricamente
los religiosos han juzgado, vilipendiado y crucificado a Cristo en la persona
de sus verdaderos discípulos. Esa realidad te lleva a estar desilusionado de las
instituciones religiosas y paradójicamente las actitudes incoherentes de ellas
te han hecho pensar que el que colgaron de una cruz fue simplemente un
humilde carpintero. Tú no experimentas algo muy diferente a lo que
experimentaron los discípulos.
Tú necesitas que Jesús resucite en ti. Sin darte cuenta tu desilusión ha hecho
que también tú seas responsable de su maltrato. Ha pesar de que sientes
admiración por él y sus enseñanzas, cuando has tenido que confesarlo lo has
negado e injuriado. Te has parado en la vereda de enfrente para criticar a
aquellos hipócritas que crucificaron al Maestro, pero no has hecho
absolutamente nada para no traer más dolor a su corazón. Has llegado a
pensar que el hecho de darte cuenta de que los que crucifican a Jesús son
personas malintencionadas es un justificativo para no entregarte a Aquel que
dio su vida por ti. Es como si estuvieras contemplando cómo unos ladrones
golpean a tu madre y dices: “Mamá, yo sé que tu eres buena, pero no me
acercaré nunca a tí por causa de esos salvajes que te rodean. Déjame seguir
con mi vida”. Tu actitud no es muy diferente a la de esos ladrones que
criticas y tal vez sea peor, porque tú te das cuenta de lo que no se tendría que
hacer, sin embargo abstenerte de hacer algo malo no significa que estés
haciendo lo bueno.
Es verdad, los religiosos llevaron a Jesús a la cruz, pero ellos no fueron los
que lo mataron. Él fue quien dio su vida por ti y por mí. Los religiosos fueron
los que mataron a Jesús en tu vida. En realidad no mataron a Jesús, sino a las
ideas que tú heredaste sobre él. Es por eso que has llegado a ser un ateo.
Siempre digo que es necesario que todos lleguemos a ser ateos. Todos
debemos llegar a ser ateos con respecto a las ideas de Dios, para llegar a
encontrarnos con Dios mismo a través de Jesucristo.
EL CAMINO A EMAUS
“Y sucedió que mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y
caminaba con ellos. Pero sus ojos estaban velados para que no le
reconocieran”. Lucas 24:15, 16
¿Por qué no nos dimos cuenta antes? ¿Por qué no nos dijo quién era? ¿Por
qué se mostraba como un forastero? Esas deben haber sido las preguntas que
se hacían Cleofas y su amigo mientras volvían apresuradamente a Jerusalén
para contarle a los discípulos de la gran experiencia que habían tenido con
Jesús resucitado.
¡Cómo les hubiera gustado tener consciencia durante esas dos o tres horas
pasadas de que estaban caminando con el mismo Dios del universo! Sin
embargo esa circunstancia estaba planeada y calculada de esa manera por el
Maestro para que tenga el resultado esperado: Cleofas y su amigo debían
entender a través de las Escrituras quién era Jesús.
Para Jesús era más importante el mensaje que salía de sus labios que su
misma persona. El Creador de los cielos y la tierra decidió mostrarse como
un forastero con tal que sus discípulos se centren en el mensaje de su Palabra.
¡Qué diferente es Dios a nosotros! El es infinitamente grande, y es por eso
que, cuando desea taparse o esconderse, debe hacerlo a través de su forma
más pequeña. No es que Dios busca engañarnos, sino que lo pequeño está
incluído en lo grande, y es por eso que él puede pasar como un forastero sin
violentar su propia identidad.
Por otro lado, lo grande nunca puede estar incluído en lo pequeño, ya que lo
pequeño no lo puede contener. Es por eso que cuando alguien pequeño trata
de aparentar algo grande, la Biblia señala a esa actitud como hipocresía u
orgullo, y en el caso que esa actitud llegue a un extremo puede considerarse
una blasfemia.
¿No crees que el hecho de tratar de aparentar grandezas es una actitud muy
común en nosotros? La consciencia de nuestra pequeñez nos lleva a buscar
una apariencia de algo que todavía no somos. Nos encanta hablar a la gente
de nuestras hazañas para tratar de impresionarlas. Nos gusta usar nuestros
títulos académicos como un pedestal donde pararnos y de esa manera marcar
la pauta de que somos superiores. Nos agrada resaltar la posición que
ocupamos en una organización para merecer respeto y atención. Todos los
esfuerzos que hacemos por ostentar nuestra “grandeza” muestran que todavía
vivimos encerrados en la realidad de nuestra propia pequeñez. Por el
contrario, la consciencia de la verdadera grandeza lleva a una persona a tratar
de refugiarse en la imagen más simple que puede representar. En el caso de
Jesús fue la de un humilde forastero.
La fama será el comienzo del fin de tu misión. Cuando seas famoso la gente
ya no se acercará a ti por tu mensaje, sino que te irá a oir simplemente porque
estás de moda. Cuando seas famoso entrarás en la etapa de mayor soledad de
tu vida ya que la gente no te aceptará por lo que tú eres sino que te aplaudirán
por lo que ellos se han imaginado de ti. La moda no hace pensadores,
solamente atrae muchos admiradores que toman posiciones solamente por lo
que dicta la conveniencia. La moda hace que a un humilde pesebre de
madera, se lo transforme en un mueble laminado en oro y se lo exiba en una
catedral donde los pobres no tienen acceso. La moda transforma a una cruz
aspera y llena de sangre en una cruz suave, brillante y llena de piedras
preciosas. La moda hace que un predicador que presenta la Palabra, se
transforme en un orador que enseña a su auditorio acerca de la aplicacion de
estrategias necesarias para tener una vida exitosa. La moda hace a la fama y
la fama termina matando la verdadera misión. Es por eso que el verdadero
discipulado y la moda están en corrientes opuestas.
Jesús, durante su ministerio, por muy cortos momentos estuvo de moda, pero
sabiendo la amenaza que ella significaba para su misión, le hizo frente y la
deshizo con una confrontación directa a través de su Palabra. Jesús nunca se
agradó de tener admiradores que se maravillaban de su poder de hacer
milagros materiales, el buscaba seguidores que creyeran en él y asimilaran
sus palabras. Es por eso que lo encontramos confrontando a una multitud de
posibles fanáticos diciéndoles: “De cierto, de cierto os digo que me buscáis,
no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os
saciasteis”(Juan 6:26). El apóstol Juan luego registra: “Desde entonces
muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él”. (Juan
6:66)
APOSTOL
“Por tanto, id, y haced discípulos…”. Mateo 28:19
Llegar a ser apóstol es el propósito del discipulado. Todos los que son
apóstoles fueron alguna vez discípulos pero no todos los discípulos llegan a
ser apóstoles.
Los discípulos viven con Jesús, los apóstoles mueren por él. El discípulo ora
para no ser orgulloso, el apóstol ora para que Dios lo haga consciente de su
orgullo. El discípulo enseña doctrinas bíblicas, el apóstol presenta en su
experiencia los principios del Reino de los Cielos. El discípulo trata de imitar
a Jesús, el apóstol se ha identificado con él. El discípulo todavía no ha
llegado al Calvario, el apóstol ha sido transformado en ese monte.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN .............................................................................. 5
HUMILDAD PARA ACEPTAR EL CAMINO....................................... 6
NO CUESTIONES, SÍGUELO............................................................ 9
EN LAS COLINAS DE BELÉN ......................................................... 11
DEJA QUE LA NAVIDAD TE OFENDA .......................................... 13
SENCILLEZ ...................................................................................... 16
LOS MAGOS DE ORIENTE............................................................. 19
NO TRATES DE DESTRUIRLO ........................................................ 22
EGIPTO ........................................................................................... 25
NO SUPONGAS NADA .................................................................. 28
QUEDA EN SILENCIO .................................................................... 30
TÚ NO ELIGES EL CAMPO DE BATALLA....................................... 33
SOMETIENDO TUS DESEOS.......................................................... 35
SI ERES HIJO DE DIOS ................................................................... 38
CUÍDATE DEL PINÁCULO .............................................................. 41
ACEPTAS O NO ACEPTAS ............................................................. 44
LA BODA DE LAS GARGANTAS SECAS........................................ 46
DEJA QUE TE LIMPIE ..................................................................... 49
NACIDOS DE LA CARNE ............................................................... 52
NACIDO DEL ESPIRITU .................................................................. 54
TU DEBES MENGUAR ................................................................... 57
VERDADERA FE.............................................................................. 59
VIAJES MISIONEROS ..................................................................... 63
EL TE DARÁ LO QUE REALMENTE NECESITAS ........................... 66
SENCILLO PARA EL HOMBRE, COMPLICADO PARA DIOS ......... 70
DEJA QUE TU FE SE VEA............................................................... 73
IGLESIA MORAL O SALVADORA ................................................... 75
EN ESPIRITU Y EN VERDAD........................................................... 77
PUEBLO DE DIOS ........................................................................... 80
BIENAVENTURADO EL QUE NO TROPIEZA EN JESÚS ............... 82
¿PAZ O ESPADA?............................................................................ 86
LEVÁNTATE..................................................................................... 88
LA RELIGION DE LA ABSTINENCIA .............................................. 90
¿QUEBRANTÓ JESÚS EL SÁBADO?.............................................. 92
LA NUEVA RELIGIÓN ..................................................................... 95
EL PADRE QUE VIVIÓ POR EL HIJO .............................................. 98
LA BIENAVENTURANZA DEL VITUPERIO ................................... 103
PUEDES DESCANSAR AUNQUE ESTES EN TORMENTA ........... 106
PIENSA POR TI MISMO................................................................ 112
JUEZ Y ABOGADO....................................................................... 116
COMO CREISTE ........................................................................... 120
TU NO ERES EL PANADERO ....................................................... 122
DATE PRISA .................................................................................. 127
INSOLENCIA SANTA .................................................................... 130
EL CONCILIO DE JERUSALEN..................................................... 133
SEGUIDOR O CAMINANTE ......................................................... 146
EL DIOS DEL COMPROMISO VERSUS
EL DIOS DE LAS PARCIALIDADES ............................................... 149
VIENE CON VARA DE HIERRO .................................................... 152
VE EN PAZ..................................................................................... 159
AMOR Y FIRMEZA VS. FUERZA Y PRESION................................ 164
Y LOS NUEVE, ¿DONDE ESTAN? ................................................ 168
CUANDO JESUS SE HACE ESPERAR .......................................... 171
NO TE VAYAS CON LOS GRIEGOS ............................................. 174
CÍÑETE LA TOALLA ..................................................................... 179
LO MÁS IMPORTANTE ................................................................ 184
CONSERVADORES Y LIBERALES VERSUS CRISTO..................... 188
VERDADERAMENTE LIBRE .......................................................... 195
CONCENTRADOS........................................................................ 199
EL DISCIPULO NUMERO 13 ........................................................ 203
EL DIRIGENTE RELIGIOSO Y LA BRUJA...................................... 207
APRENDE A BEBER DE SU VINO................................................. 212
IDEAS PULVERIZADAS POR LA CRUZ ......................................... 216
CONSUMADO ES......................................................................... 220
VERDADERO SUFRIMIENTO ....................................................... 227
RESURRECCION ........................................................................... 232
EL CAMINO A EMAUS ................................................................. 235
APOSTOL...................................................................................... 239