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LA ESFERA DE PAPEL ENTREVISTA

Bruno Latour: "La modernidad está acabada"

El antropólogo y filósofo francés Bruno Latour, en París. EL MUNDO

ELENA PITA Barcelona

Actualizado Martes, 19 febrero 2019 - 09:30

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La política está acabada. Más vale que te pongas manos


a la obra si quieres que la Tierra sobreviva a la Bruno Latour, antropólogo, filósofo y sociólogo, profesor invitado
en Harvard y Cambridge, predica un nuevo ecologismo desde la
generación de tus hijos. Este es el mensaje, y la cumbre del pensamiento. Da por concluida la era política y en su
consigna: terrestres contra modernos. Bruno Latour, último libro, 'Dónde aterrizar' (Taurus), advierte del peligro de
aclamado antropólogo, sociólogo y filósofo francés, ex malversar la Naturaleza

director del Instituto de Estudios Políticos de París,


profesor invitado en la London School of Economics y en las universidades de Harvard y Cambridge, lleva más
de 35 años haciéndonos ver que los recursos del planeta no se regeneran y que pronto hará un siglo
que hemos sobrepasado la población posible. Año tras año, elección tras elección, cientos de huracanes y
terremotos después, tsunamis y populismos, el tiempo le ha ido dando la razón y hasta la casa del más poderoso
caudillo de la modernidad y el nacionalismo, la paradoja más estúpida del globo o el presidente Donald Trump,
recibe la amenaza de ser devorada por las aguas submarinas.

Ya no es tiempo de dudar, ni tiempo de hacer política, en el nuevo orden pospolítico de chalecos amarillos y
revoluciones diarias, el ciudadano ha de retomar su poder para poner rumbo a la Tierra real y aterrizar y
replantar sus raíces, porque otro mundo no es posible. Dónde aterrizar, publicado por la editorial Taurus, ofrece
una visión apocalíptica pero real, fabulosa pero científica, que desmonta la hipocresía de los poderosos en
su desenfrenado escapismo o la negación del cambio climático. Sálvese quien lea.

El profesor Latour (Beaune, junio de 1947) se asoma a mi mesa a través de una pantalla, un micrófono y cierto
aspecto despreocupado que no oculta sus orígenes nobles y terrícolas allá en la región del Médoc, donde sus
antepasados fueron propietarios y aún se ocupan del primer grand cru del vino Burdeos, Château Latour
(dominio hoy del multimillonario François Pinault). ¿De ahí le viene su enraizada preocupación por la Tierra?
«Bueno, ese es tu juicio, yo no lo he dicho». ¿Es usted un buen ecologista? «No en el sentido práctico: como
carne y pescado, viajo en avión y tengo hábitos de vida no precisamente asépticos. Pero sí soy un pionero
en el sentido teórico y filosófico».

PREGUNTA. ¿Y dónde dice que está ese otro mundo al que las élites vuelan?

RESPUESTA. No vuelan, se escapan. Sería una especie de exageración mezcla de biotecnología, inteligencia
artificial, híper modernismo y prospección espacial. Un lugar poshumano donde esconderse sin ser
despedazados por los pobres (se ríe).

P. ¿Qué objetivo tiene la negación del cambio climático?

R. Oculta una estrategia política vacía de fundamento. El fascismo de los años 30 tenía una ideología y un
proyecto explícito de transformación, pero nada de ello hay tras las consignas del gran adalid del
negacionismo, el ideólogo de Trump, Steve Bannon, que es un intelectual de cuarta categoría. La gran
diferencia entre las políticas reaccionarias de entonces y de ahora es que éstas son solo un movimiento de
escape para liberar a las élites de cualquier constricción en su camino hacia la hipermodernidad.

P. Modernos vs. Terrestres, el nuevo binomio en esto que llama la pospolítica que, ¿de qué se nutre?

R. De la falta de democracia real tanto en la derecha como en la izquierda. La postpolítica no cree en el


mundo real, y por tanto abandona sus funciones en manos del populismo nacionalista, que es una
abstracción; una utopía que quiere recuperar el pasado, como sucede con el Brexit, que es un sueño
trasnochado de regreso al siglo XIX, o el Estado polaco, que pretende volver a su grandeza del siglo XVI.

P. Sostiene que el gran error político ha sido la disgregación de ecologismo y socialismo, ¿por qué?

R. Error no, tragedia. Porque la ecología y la justicia social son exactamente lo mismo.

P. Agradece a los electores americanos haber votado a Donald Trump: «Es una locura, pero es comprensible».
¿¡En qué puede ser eso comprensible!?

R. Sí, si uno estudia seriamente cuál será la trayectoria del planeta en los próximos 30 años, la certeza del
desastre es de tal magnitud que resulta comprensible que algunos se nieguen a creerla. Es como si te dicen que
tienes cáncer, bien te sometes a un tratamiento y luchas, bien no te lo crees y te vas de vacaciones al Caribe
para aprovechar el tiempo que te queda.

P. ¿Por qué dice que el cambio climático es responsable de la brutal desigualdad social?

R. No hay una prueba concluyente que lo corrobore, pero sí mil pequeños indicios, como la coincidencia en el
tiempo de la desregularización y el ascenso imparable de la desigualdad en los años 80 de Reagan.

P. ¿Y por qué dice que la migración hoy es completamente diferente a la que vivieron nuestros padres?

R. Primero porque es masiva, segundo porque se debe al cambio climático y tercero, porque la gente emigra al
quedarse sin tierra bajo los pies, sin tierra donde vivir.

P. Un ardid recurrente de los negacionistas es aludir al precedente de la glaciación. ¿Es tal el precedente?

R. ¡Cómo va a serlo si se dio antes de que la Humanidad existiera! En la Historia ha habido pequeño
cambios climáticos, sí, pero el que hoy sufrimos no tiene precedente alguno: los humanos están
transformando la Tierra en un desierto.

P. Dice que es necesario recuperar las culturas milenarias que no fueron modernizadas, pero ¿dónde están?

R. Hay más de 250 millones de seres humanos aborígenes a los que la modernización ha intentado aniquilar
pero no lo ha conseguido. Claro que nosotros somos nueve billones, no cabríamos en sus tierras.

P. ¿Es algo así como regresar a la simplicidad?

R. No, no, esto no es nada simple, el modelo terrestre para recuperar el futuro del planeta es de gran
complejidad.

P. ¿Cree que el ser humano será capaz aún de volver a enraizarse en la Tierra, de 'recuperarla'?

R. Sí, mira Europa, por ejemplo. Aquí hemos conservado la familia, los paisajes, las ciudades, los árboles...
Consiste en cultivar y extender estos valores. Y sí, estamos volviendo, el hombre hoy busca sus raíces por todas
partes.

P. ¿La Europa comunitaria como modelo de esperanza?

R. Sí, esa es mi opinión. Fíjate en el Brexit, el gran sueño de identidad de la Gran Bretaña: han tenido que
pasar dos años para que los británicos se den cuenta de que sin Europa perderán su calidad de vida y su
potencial económico, y crearán aún más desigualdad social. Los populismos identitarios no conducen a
ningún lugar, son un camino equivocado de subsistencia.

P. Así que quiere aterrizar en Europa, la gran responsable de la mundialización, la usurpación, el colonialismo...
¿Paradoja o sinsentido?

R. Europa es mi hogar. No se trata de descubrir un nuevo mundo, como los españoles hicisteis en
América, sino de encontrar tierra bajo nuestros pies. Y eso es lo que están haciendo los ecologistas y los
millones de jóvenes que practican una nueva forma de vida, de alimentación, de comportamiento: un
reasentamiento. Porque la modernidad está acabada y lo único que quieren los políticos es devolvernos al
pasado.

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