La Mariposa Teotihuacana PDF

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La mariposa teotihuacana

Miguel Ángel Vargas López

Hablar de la mariposa en Teotihuacán es remitirse a un mundo fascinante, pues


esta representación lleva detrás la forma de pensar y de entender el mundo por
parte de los teotihuacanos. Las primeras representaciones de este insecto en
Mesoamérica, ocurren en la propia ciudad de Teotihuacán, alrededor de los años
200 a 450 d. C, en la llamada fase Tlamimilolpa, época de auge y de desarrollo
de la ciudad, sin embargo, la mariposa también se le ha encontrado en regiones
como Veracruz o Oaxaca, aunque el propio Von Winning señala que esto se
debe a la influencia que tuvo Teotihuacán en estas áreas (Winning, 1987: 115).
Asimismo, la mariposa teotihuacana tuvo gran repercusión para las sociedades
posclásicas, como los mexicas, quienes adoptaron este elemento para su ideas
y necesidades que iban más inclinadas a la parte militar.

La mariposa teotihuacana tiene diferentes y variadas representaciones,


se le puede encontrar tanto pintura mural, como en vasijas cerámicas o en
incensarios, estas últimas, son vasijas de cerámica usadas para fines rituales, lo
que hace que sus formas sean tan complejas, siendo hermosas piezas del arte
teotihuacano.

En el caso de los murales, los pintores teotihuacanos plasmaron


mariposas con grandes ojos circulares, además de la parte superior del tórax;
los dos pares de alas fueron claramente diferenciados por los teotihuacanos, es
decir, que tanto las alas posteriores como las alas anteriores están muy bien
diferenciadas con base en su forma y tamaño: otros elementos plasmados en los
murales, son las antenas además de los diseños que estos insectos cuentan en
sus alas.

Para la cerámica, la representación de la mariposa cambia


sustancialmente en comparación con la de las pinturas murales, pues en este
material, como en los vasos, encontramos mariposas más estilizadas; se utilizan
preferentemente las alas, la probóscide (o lo que podríamos llamar, su lengua) y
los ojos como elementos principales en el discurso (Winning, 1987: 117).

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Además, la representación de la mariposa está asociada con otros elementos, a
saber, con representaciones humanas, con flores, como la flor de cuatro pétalos
y con aves.

Por otra parte, en los incensarios, la mariposa cuenta con rasgos que la
ligan con elementos políticos y religiosos. En estos casos, los elementos
biológicos de la mariposa, como las alas, o la probóscide, son usados como
elementos decorativos de rostros humanos, lo que puede interpretarse que la
mariposa tuvo un uso político al identificar a ciertos sectores de la sociedad
teotihuacana.

Como podemos ver, la mariposa es distintamente representada en el arte


teotihuacano, ello, se puede deber a que tiene connotaciones simbólicas
distintas. Von Winnig señala que la mariposa en los murales y en la cerámica
refleja una distinción entre la religión institucional y las costumbres funerarias
practicadas por un importante segmento secular, a saber, la clase administrativa
como los embajadores y los mercaderes que adoptaron la imagen de la mariposa
como su nahual, lo que culminó en la creación del Dios Mariposa, deidad de la
que posteriormente hablaremos (Winning, 1987: 123).

Por lo pronto, señalar que el Dios Mariposa trascendió más allá de la


ciudad de Teotihuacán, ya que se le ha localizado en sitios tan distantes como
el área Maya, además de que puede ser el antecedente directo de deidades
posclásicas como Itzpapálotl, Xochipilli o Xochiquetzal, lo que señala que fue
una de las deidades más importantes del panteón teotihuacano, al nivel de Tláloc
o del propio Huehuetéotl.

En el contexto teotihuacano, autores como Von Winning (1987) o Langley


(1986) proponen que las mariposas de las pinturas murales representan las
almas de los guerreros muertos y probablemente también la de los comerciantes,
que en la fase Xolalpan adquirieron gran poder económico en la ciudad.

Por lo tanto, la mariposa en su proceso de “metamorfosis” (de capullo a


insecto volador) probablemente inspiró a los teotihuacanos la posibilidad de
obtener el beneficio de su poder revitalizador (Delgado, 2002: 11).

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Finalmente, en el caso de mural de Tepantitla llamado como el “Paraíso
de Tláloc”, la gran diversidad de mariposas está calificando al Tlalocan como un
lugar de ambiente fértil y benévolo donde los muertos podían disfrutar de un lugar
de abundancia, en donde podían regocijarse con el maíz y de otros vegetales,
además de que nunca faltaban el agua; el Tlalocan pues, es un lugar de gran
regocijo donde no existía la pena.

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Langley, James C.

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1973 The Mural painting of Teotihuacan, Dumbarton Oaks, Trustees for

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Pasztory Esther

1976 The Murals of Tepantitla, Teotihuacan, 2 vols., Nueva York, Garland

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Taube Karl

2000 “The Writing System of Ancient Teotihuacan”, Ancient America 1,


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Winning, Hasso Von

1987 La iconografía de Teotihuacan: los dioses y los signos, tomos I-II,


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