El Sí de Las Niñas. COMENTARIO

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El sí de las niñas. Comentario.

El texto anterior es un fragmento de El sí de las niñas, la obra de teatro


más conocida de Leandro Fernández de Moratín, uno de los más importantes
escritores españoles el siglo XVIII y el representante por excelencia del teatro
neoclásico. En sus comedias, adoptó los preceptos del teatro clásico para
reflejar los problemas que aquejaban a la sociedad de su tiempo. En efecto, los
argumentos de sus obras se desarrollan en el ámbito familiar y doméstico, donde
podían aflorar las costumbres, los vicios y errores de la clase media española de
la época. Entre estas costumbres irracionales estaba, por ejemplo, la de
concertar matrimonios entre jovencitas y viejos por puros intereses económicos.
Es un texto literario, dentro de ellos pertenece al género dramático. El
tema de la obra es la educación de las mujeres, la mala educación, que les
lleva a contraer matrimonios sin amor por no contradecir los deseos de las
familias, ya que han sido educadas para obedecer y no ejercer la libertad de
elegir.
El sí de las niñas (1806) consta de tres actos y está escrita en prosa, siendo
su obra más conseguida. En ella expone una de las grandes preocupaciones de
los ilustrados: los matrimonios desiguales y la educación de los jóvenes. Suscitó
notable polémica e incluso críticas y denuncias a la Inquisición. En ella se narra
como Paquita es obligada por su madre a casarse con un viejo, don Diego,
aunque está enamorada del sobrino de este. Este amor es correspondido y será
el sobrino quien, encarnando la voz de la razón, hace ver a su tío el error y el
disparate del matrimonio que está a punto de protagonizar. Es la obra final de
Moratín, que se despide con ella de la actividad teatral.

Don Diego intenta que doña Francisca le explique la causa de su tristeza,


ésta se niega y don Diego lo achaca a la perversa educación impartida a las
jóvenes de la época. El tema del fragmento es la aceptación por parte de doña
Francisca del matrimonio con el anciano don Diego, a pesar de estar
enamorada de su sobrino Carlos. Respetar la voluntad materna le hace reprimir
sus sinceros sentimientos.
De las tres partes clásicas de un texto dramático: exposición, nudo y
desenlace, el fragmento anterior expone el conflicto en el que se debate la
protagonista: la imposibilidad de decir la verdad y la necesidad de acatar
decisiones ajenas.

Aunque es una obra que respeta la regla de las tres unidades (lugar,
tiempo y acción) en este fragmento no aparece. El diálogo es la forma de
expresión característica del texto teatral. La intervención de cada personaje
viene precedida por su nombre. En el fragmento aparecen conversando los dos
El sí de las niñas. Comentario.
protagonistas de la obra, don Diego y doña Francisca; en este fragmento no
aparece ninguna acotación. Es a través de la conversación como Don Diego
trata de llegar a la verdad, a la sinceridad de los sentimientos de Paquita. Puede
dividirse en tres partes: la presentación del conflicto (matrimonio por obediencia
materna), búsqueda de la verdad a través del diálogo y reflexión concluyente.
Desde el comienzo, quedan contrastadas las dos posturas: la de Paquita,
obediente y conservadora y la de D. Diego, dialogante y racional: “Haré lo que
mi madre me manda, y me casaré con usted.” Con sucesivas preguntas trata
de convencerla para que sea sincera. Domina, como suele ser frecuente en la
conversación, la función apelativa, comprobable en la presencia de los
vocativos: Paquita; señor don Diego; en el uso del modo imperativo: Ve aquí los
frutos de la educación, en el futuro de mandato: será usted mi mujer; y en las
oraciones interrogativas. ¿Y después, Paquita?; ¿Por qué? Están presentes
también los elementos emotivos propios de la función expresiva, como lo
demuestran los diminutivos. Paquita, las oraciones exclamativas: ¡Dichas para
mí!... ¡qué obstinado, qué imprudente silencio!... los adjetivos valorativos:
obstinado, imprudente perjuro, etc. y un vocabulario con un gran valor
connotativo: esclavo, pérfida, sacrílego, etc.

Como suele ser frecuente en el teatro neoclásico, tiene una función


didáctica, especialmente evidente en el último parlamento de don Diego,
dedicado más al público de la sala que a doña Francisca, para avisarle sobre
los resultados de una mala educación.
En conclusión, podemos decir que este fragmento es un buen ejemplo
del teatro Neoclásico, periodo así llamado por la vuelta a los valores clásicos,
aquí presentes en la aceptación de la regla de las tres unidades antes
mencionadas. Es un fragmento en el que dominan los aspectos más racionales
y argumentativos que líricos. Con ellos se pretende educar no sólo al personaje,
sino también al espectador. Hay una fuerte crítica hacia la sociedad
conservadora, que prefiere reprimir los sentimientos con tal de seguir las
convenciones.

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