STC4861-2017 Avaluo Bienes Remate

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LUIS ALONSO RICO PUERTA

Magistrado Ponente

STC4861-2017
Radicación n° 63001-22-14-000-2017-00028-01
(Aprobado en sesión del cinco de abril de dos mil diecisiete)

Bogotá, D.C., cinco (5) de abril de dos mil diecisiete


(2017).

Decide la Corte la impugnación formulada frente a la


sentencia proferida por la Sala Civil Familia Laboral del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Armenia el 22
de febrero de 2017, dentro de la acción de tutela promovida
por Ana María Grajales López contra el Juzgado Tercero
Civil del Circuito de esa ciudad, trámite al cual fue
vinculada Estefanía Galeano Hurtado, en su calidad de
ejecutante en el proceso nº 2014-00510.

ANTECEDENTES

1. Actuando a través de apoderado judicial, la


solicitante reclama el amparo del derecho fundamental al
debido proceso, presuntamente vulnerado por la autoridad
judicial accionada al haber convocado a remate sin que se
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encontraran cumplidas en su totalidad las exigencias


legales para dicho evento.

2. En síntesis, expuso que para preparar la subasta


pública del inmueble hipotecado, el 15 de julio de 2016 el
apoderado de la ejecutante presentó « el certificado de avalúo
catastral de dicho bien en su totalidad por un valor de $159
´559.000,oo, sin que determinara avalúo alguno del derecho de cuota

parte aprisionado para efectos procesales», frente al cual el

accionado, tras haber dejado constancia de que « no fue


objetado» en el término concedido en auto del 12 de
septiembre de 2016, mediante proveído del 2 de octubre del
mismo año, le impartió aprobación.

Indicó que el 28 de octubre de 2016 solicitó al Juzgado


que dejara sin efecto las proveídos antes indicados, « por
considerarlos violatorios del régimen legal colombiano », y aportó «el
avalúo comercial dictaminado por perito de la Lonja de Propiedad Raíz
del Quindío, según el cual el avalúo del bien embargado y secuestrado
dentro del proceso (50%) es de $291´790.000, el cual representa 3.65

veces su valor catastral (50%=79´779.500,oo)».

Adujo que posteriormente se enteró que en providencia


del 26 de octubre de 2016 se había fijado fecha para el
remate, por lo que interpuso recurso de reposición « al
estimar que no se encontraban reunidos los requisitos para el efecto,
especialmente, el de no hallarse establecido el avalúo de la cuota parte

del bien inmueble con antelación a la providencia recurrida».

Señaló que el 11 de enero de 2017 el enjuiciado desató


el recurso mantuvo su decisión, bajo el argumento de que

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se encontraban cumplidos los requisitos previstos en el


artículo 448 del Código General del Proceso, advirtiendo
que si bien «el avalúo expedido por el Instituto Geográfico Agustín
Codazzi corresponde a la totalidad del bien », se debe tomar dicho

valor adicionado en un 50%, y sobre dicho valor aplicarle el


de la cuota parte objeto de remate que es del 50%.

Agregó que invoca la tutela porque no existe otro


medio de defensa para atacar la resolución en comento, y
ante la proximidad de la subasta programada, « existe la
probabilidad de consumarse un daño irremediable a la solicitante por
el ínfimo valor determinado para el derecho de cuota parte de la que

aún es titular».

3. Pretende que se ordene « dejar sin efectos» el auto


proferido por el Despacho convocado el 26 de octubre de
2016, así como del que dispuso correr traslado del « avalúo
catastral» y de aquel que lo «aprobó», a fin de «ajustar la

actuación al procedimiento establecido» (fls. 2 a 14, cd. 1).

RESPUESTA DEL ACCIONADO Y VINCULADOS

1. El funcionario querellado remitió el expediente por


medio magnético, solicitó declarar improcedente el
resguardo al indicar que sus actuaciones se produjeron al
tenor de las normas legales preexistentes (fls. 22 y 23,
ibídem). Consultado el Despacho en mención acerca del
resultado de la diligencia de remate que se encontraba
prevista para el 24 de febrero de 2017, vía telefónica
informó que la misma fue reprogramada para el próximo 15

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de junio a las 7:00 a.m.


2. Estefanía Galeano Hurtado, en su condición de
ejecutante, indicó que el accionado resolvió las peticiones
elevadas por la quejosa, y que habiendo corrido traslado del
avalúo del bien frente a lo cual la reclamante « guardo (sic)
silencio», están reunidas las exigencias legales para el remate

y no se le ha vulnerado el debido proceso (fl. 25, ibíd.).

LA SENTENCIA IMPUGNADA

Negó la protección aduciendo que no se cumple el


presupuesto de la subsidiariedad, en tanto si « su alegato está
dirigido a repudiar la estimación del bien » que aportara la

ejecutante, el avalúo comercial cuyo trámite reclama lo


allegó «tardíamente», por cuanto «no lo presentó dentro de los vente
días siguientes a la ejecutoria de la providencia que ordenó su venta en
pública subasta y tampoco hizo las observaciones que consideraba
pertinente en oportunidad legal, como lo prevé el artículo 444 del

Código General del Proceso»26 a 31, cd. 1).

LA IMPUGNACIÓN

La interpuso el apoderado de la accionante, indicando


que el Tribunal a-quo omitió pronunciarse acerca de que « el
avalúo presentado… fue el catastral correspondiente a la totalidad del
predio del cual forma parte en un 50% del derecho de cuota
aprisionado en el proceso y no el exigido en el artículo 444 del Código

General del Proceso…», que frente a un avalúo catastral no

procede objeción y que la fijación del mismo fue dada por el


Juzgado «en clara violación» del canon 448 del ordenamiento
adjetivo en comento, «impidiendo la contradicción de ese valor por

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la parte ejecutada»; acotó que al cotejar el avalúo comercial

que muestra el dictamen por ella allegado, éste « supera en


más del doble el asignado por el Juzgado en el auto de remate », por lo

que de llevarse a cabo la licitación « por un ínfimo valor», se


cometería una «injusticia» contra la ejecutada (fls. 32 a 34,
ibídem).

CONSIDERACIONES

1. Acorde a los criterios jurisprudenciales de esta


Corporación, se ha dicho y reiterado, en línea de principio,
que la tutela no procede contra las providencias o
actuaciones judiciales, toda vez que en aras a mantener
incólumes los principios que contemplan los artículos 228 y
230 de la Carta Magna, al juez constitucional, no le es
dable inmiscuirse en el escenario de los trámites ordinarios
en curso o terminados, para variar las decisiones proferidas
o para disponer que lo haga de cierta manera.

Por regla de excepción a lo anterior se tienen aquellos


casos en donde el funcionario ha incurrido en un proceder
arbitrario y claramente opuesto a la ley, o ante la ausencia
de otro medio efectivo de protección judicial, eventos que
luego de un ponderado estudio tornarían imperiosa la
intervención del juez constitucional con el fin de restablecer
el orden jurídico.

2. Si bien bajo las anteriores premisas, para la


procedencia de la tutela contra providencias judiciales es
menester que se hayan cumplido todos los presupuestos

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generales, entre ellos la subsidiariedad, entendida como el


agotamiento previo de los mecanismos ordinarios de
defensa, existen casos en los que es tan evidente la
afectación a las prerrogativas fundamentales invocadas, que
la Sala ha obviado ese requisito para, en su lugar, estudiar
el fondo de la salvaguarda, sosteniendo que:

«…existen circunstancias verdaderamente excepcionales que,


puntual y casuísticamente verificadas, posibilitan que sólo y
únicamente cuando la decisión cuestionada encierra, per se, una
anomalía en grado tal que el yerro enrostrado luzca bajo
cualquier óptica inadmisible, por causa de producir de manera
desmesurada un menoscabo y «peligro para los atributos
básicos», es posible la extraordinaria intervención del juez de
amparo, no obstante la negligencia desplegada, por quien
depreca el resguardo, al abandonar las vías legales con que
cuenta para remediar sus males directamente en el proceso»
(CSJ STC, 4 feb. 2014, rad. 00088-00, reiterada en STC9491-
2016, 13 jul. 2016, rad. 00035-02, entre otras).

3. En efecto, más allá de que pudiera ser idóneo en


razón a su eficacia, el haber dejado de impetrar el recurso
de reposición contra los proveídos del 12 de septiembre y 4
de octubre de 2016, mediante los cuales corrió traslado de
un avalúo catastral y ante el silencio de las partes lo
aprobó, respectivamente, tal comportamiento no implica, de
manera absoluta, el cierre de la administración de justicia
para corregir la actuación, cuando ésta tiende a afectar
flagrantemente el derecho fundamental al debido proceso.

Ciertamente, al revisar las piezas procesales que


integran el expediente y cotejar en concreto la queja elevada

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con el ordenamiento jurídico aplicable, observa la Sala que


la sentencia impugnada habrá de revocarse, comoquiera
que de la actuación cuestionada surge la incursión de
defectos de procedibilidad del amparo, no solo respecto de
la incorporación del avalúo al proceso, sino por la
inobservancia de su idoneidad para los efectos de la
subasta.

3.1. Conforme al artículo 448 del Código General del


Proceso, «el ejecutante podrá pedir que se señale fecha para el
remate de los bienes, siempre que se hayan embargado, secuestrado y

avaluado, aun cuando no esté en firme la liquidación del crédito », y

entre otros aspectos que deben tenerse en cuenta por el


juez para acceder a lo solicitado, advierte que en dicho auto
«realizará el control de legalidad para sanear las irregularidades que
puedan acarrear nulidad».

Para la presentación del avalúo, el precepto 444 de la


misma obra procedimental prevé que podrá hacerlo una
cualquiera de las partes o el acreedor que embargó
remanentes, «dentro de los veinte (20) días siguientes a la ejecutoria
de la sentencia o del auto que ordena seguir adelante la ejecución, o

después de consumado el secuestro, según el caso », y que para ello

«podrían contratar el dictamen pericial directamente con entidades o


profesionales especializados».

Para el caso concreto, la actividad desplegada por el


ejecutante sobre ese particular, se limitó a allegar una
certificación expedida por el Instituto Geográfico Agustín
Codazzi, según la cual el predio rural denominado « Golconda

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El Caimo», de 2.273 metros cuadrados, con matrícula


inmobiliaria n° 280-180333 de Armenia, que aparece a
nombre de Mario López Valdés y Ana María Grajales López,
está avaluado en $159´559.000 (fls. 1 y 2, cd. de Copias).

Sin que siquiera el interesado hubiera invocado que


esa información la presentaba para los efectos de que trata
el artículo 444 del ordenamiento adjetivo, el Juzgado, por
auto del 12 de septiembre de 2016, corrió traslado « del
avalúo» (fl. 3, ibídem), y al observar que dentro del término

legal «no se objetó el avalúo catastral del bien inmueble », le impartió


«la respectiva APROBACION» (fl. 4, ibíd.).

Así, aun cuando no estaba definido que era para fines


de la almoneda, el juzgador de instancia tuvo por
incorporada la estimación económica del bien, y prevalido
de ello convocó a la licitación pública mediante auto del 26
de octubre de 2016 (fl. 5, ídem), y pese a que la ejecutada
pidió se corrigieran las falencias observadas e interpuso
recurso de reposición contra esta última determinación (fls.
6 a 20, id.), el querellado, mediante proveído del 11 de
enero de 2017, persistió en que estaban cumplidos los
requisitos para el remate, en especial lo atinente al avalúo
(fls. 22 a 25, cit.).

De lo anterior se colige que el juez de conocimiento,


supuso que el avalúo se había presentado con sujeción a lo
previsto en el artículo 444 del Código General del Proceso, y
aplicó la fórmula prevista en el numeral 4º de dicha
disposición, cuando el interesado ni siquiera había

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precisado que se trataba de un 50% y no de la totalidad del


inmueble, ni había la necesaria operación aritmética para
determinar que sobre el valor del derecho de cuota de la
ejecutada, debía realizarse el incremento para concluir en
una cifra claramente determinada.

3.2. Aunque tal omisión pudiere superarse por la


gestión del juez, éste debió haberse detenido a verificar si el
referido avalúo era o no idóneo para los efectos del remate,
habida cuenta que la ejecutada puso en evidencia el
detrimento patrimonial que le representaría licitar su cuota
parte en los términos fijados por el Juzgado, esto es, por el
avalúo catastral ($79´779.500), cuando según el dictamen
pericial que allegó, mostraba que comercialmente el 50%
del predio ascendía a $291´790.000 (fls. 7 a 12, cd. Corte).

Al convocado no le mereció miramiento alguno la


ostensible diferencia entre los dos valores que se daban al
mismo bien, siendo que la jurisprudencia de esta Sala, a
tono con la constitucional, ha señalado que ante una duda
sobre el precio real del objeto a subastar, es menester
esclarecerla antes de proseguir con tan definitivo paso, y
más cuando la información exigida por la normativa
procesal alude al avalúo catastral.

El precedente de esta Corte señala que para resolver la


duda razonable sobre el avalúo tomado como base del
remate, el juez debe hacer uso de la facultad-deber de
decretar pruebas oficiosas que acerquen el valor real del
bien al que habrá de servir para la subasta, precisando que:

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«Es verdad que el sentenciador debe adoptar una conducta


imparcial que haga efectiva la igualdad de las partes en el
proceso, pues ese deber se lo impone el numeral 2º del artículo
37 del estatuto adjetivo; pero ello no significa –como en ocasiones
pretéritas lo ha advertido esta Corte– que no se encuentre
comprometido con la justicia y que no le asista la obligación de
buscar, más allá de la simple verdad formal, la verdad material
que los usuarios exigen de la judicatura.

(…) De manera que el juez estaba en capacidad de advertir, de


acuerdo con las reglas de la experiencia, si el avalúo era
notoriamente bajo, en cuyo caso le asistía la obligación legal de
decretar de oficio las pruebas que resultaban necesarias para
llegar a la convicción sobre el verdadero valor del inmueble» (CSJ
STC de 28 de septiembre de 2012, exp. 2012-02093-00).

En ese mismo sentido esta Corporación ha sostenido:

«… el criterio de razonabilidad indica –y así lo ha sostenido la


jurisprudencia de esta Corte– que cuando el funcionario judicial
alberga dudas sobre el valor real del bien que se someterá a la
almoneda, está obligado a despejar toda incertidumbre, aún de
oficio, con el fin de garantizar el objetivo que se persigue con la
venta en pública subasta, que no es otro que obtener el mejor
precio posible por el bien ofrecido, según su estimación real en el
mercado, de modo que se beneficien los intereses económicos de
ambas partes.

Pero de ninguna manera puede aceptarse, por ser una conclusión


absurda y contraevidente, que las normas procesales son una
limitante para lograr ese objetivo, ni mucho menos que deba
proponerse el bien por un valor manifiestamente inferior al que
determinan las leyes de la oferta y la demanda, pues no cabe
duda que esto último generaría un grave e injustificado perjuicio

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económico a la parte demandada, lo cual no es, en modo alguno,


el propósito del proceso ejecutivo.

A tal respecto esta Corporación ha manifestado que cuando el


dictamen que obra en el expediente no se adecua al valor real del
bien, el funcionario judicial está obligado a indagar por la verdad
material que subyace al asunto del que conoce, pues no le es
dable asumir una actitud de completa indiferencia cuando las
pruebas muestran una falta de correspondencia con la realidad»
(CSJ STC8710-2014, 7 jul. 2014, rad. 00861-01).

Y reiterando sobre la obligación que tiene el juez de


conocimiento de verificar si el certificado catastral es idóneo
para cuantificar el valor del bien, porque las certificaciones
emitidas por las entidades catastrales muchas veces no
están actualizadas con las características actuales del
predio, la Corte ha venido señalando que:

«ni las partes, ni el juez pueden desconocer que en algunas


ocasiones, el valor que catastralmente es asignado a un bien por
las secretarías de hacienda de los municipios y por el
departamento administrativo de catastro en el caso de la capital
de la República, no es representativo de un valor presente, como
tampoco de modificaciones, adecuaciones u otras circunstancias,
que tienen entidad para incrementar su apreciación económica»
(CSJ SC 28 sep. 2012, exp. 2012-2093-00, reiterada en
STC10365-2014, 8 ago. 2014, rad. 00097-01).

4. En este orden, siendo claro que no estaban dadas


las condiciones necesarias para señalar fecha y hora para
llevar a cabo la licitación, al sostener el juez lo contrario,
aun cuando la parte ejecutada hizo ver las irregularidades
que conllevaron a esa postura y el daño patrimonial que

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generaba subastar un bien por un valor irrisorio, el


Despacho obvió el hecho de que con ese certificado no se
cumplía cabalmente la exigencia del artículo 444 del Código
General del Proceso, en tanto no refería al catastral como
legalmente se exige y no tuvo en cuenta el porcentaje a
rematar.

A pesar del comportamiento incurioso de la parte


interesada, con lo anterior se advierte que el juzgador
omitió un medio probatorio tendiente a esclarecer la
situación objeto de reproche, y todo ello podría dar lugar a
un defecto procedimental por exceso ritual manifiesto, que,
como en este caso, conllevó a que se apartara del principio
de prevalencia del derecho sustancial y enfilara su actividad
solo a impulsar el remate, desconociendo la razonable
discrepancia existente sobre la idoneidad del avalúo del
bien.

5. En consecuencia, se revocará el fallo de primer


grado, en su lugar, se concederá el resguardo y en tal virtud
se dejará sin efecto el auto proferido por el accionado el 11
de enero de 2017, ordenándole que vuelva a pronunciarse
con observancia en las consideraciones acá expuestas, en
particular, que previamente a fijar fecha y hora para el
remate, atienda las facultades oficiosas y rehaga la
actuación que concierne a la confección de un nuevo avalúo
del derecho de cuota perteneciente a la ejecutada, en el que
se determine su valor real acorde a los razonamientos
dados en precedencia.

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DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República de Colombia y por autoridad de
la Ley, REVOCA la sentencia impugnada.

En su lugar, se CONCEDE el amparo al debido proceso


impetrado por Ana María Grajales López, y en las
condiciones esgrimidas en la parte motiva de esta
providencia, se declara sin valor ni efecto el auto proferido
por el Juzgado Tercero Civil del Circuito de Armenia el 11
de enero de 2017, y se le ORDENA, que dentro de las 48
horas siguientes a la notificación de este fallo, profiera
nueva decisión ajustada a las consideraciones realizadas en
este pronunciamiento.

Comuníquese lo resuelto a las partes y al a-quo por un


medio expedito, y en oportunidad remítase el expediente a
la Corte Constitucional para su eventual revisión.

LUIS ALONSO RICO PUERTA


Presidente de Sala

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MARGARITA CABELLO BLANCO

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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