Comunicado Caacupe - CEP 2020

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Caacupé, 5 de noviembre de 2020

Queridos hijos e hijas de la Iglesia en Paraguay:

El Viernes de Dolores de este año, como Iglesia en Paraguay consagramos una


vez más nuestro pueblo a nuestra amada Tupãsy Caacupé, confiándole la protección
de todos ante la pandemia de coronavirus. Nuestra oración iniciaba diciendo:

Oh, María, Virgen Inmaculada,


tú que has sido elegida por el Padre
para aplastar la cabeza de la antigua serpiente,
ayúdanos a vencer este mal, llamado coronavirus,
que nos agobia en estos días.

Creemos que la oración creyente dirigida a nuestra Madre Santísima, es


siempre recibida por Ella, que guarda en su corazón todas las inquietudes de sus
hijos. Ella nos enseña a ser Iglesia con corazón, que como Ella, cuida de los
discípulos de Cristo con amor.

El milagro que motivó al indio José a tallar la imagen que veneramos, fue que
la Virgen protegió su vida, guardándolo de sus enemigos. Como Iglesia hemos
acompañado cercanamente el desarrollo de la pandemia y de sus muchas
consecuencias para nuestro pueblo. Así como le pedimos a la Virgen de Caacupé que
siga protegiendo a nuestra patria, también nosotros debemos asumir nuestra
responsabilidad de proteger la salud y la vida.

“La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma” (Hechos
4, 32). Este es el sentir de la Iglesia todos los años en la fiesta de la Virgencita de
Caacupé. Este debe ser también nuestro sentir en esta oportunidad, pero de una forma
diferente sin un evento masivo. Con un solo sentir, los Obispos del Paraguay,
invitamos a celebrar la solemnidad del 8 de diciembre, la Inmaculada Concepción de
María, todos unidos, pero cada uno en su parroquia, en su comunidad.

Cada año decimos, que todo Paraguay peregrina a Caacupé. Este año queremos
decir que todo Paraguay es Caacupé, que celebra a su Madre Celestial en todas las
catedrales, templos parroquiales, santuarios locales y capillas, con las disposiciones
diocesanas y las medidas sanitarias. Las Diócesis no organizan ni promueven
peregrinaciones físicas a Caacupé u otros lugares. De esta forma ayudamos a proteger
a muchos del riesgo de una aglomeración y fortalecemos la comunión de cada Iglesia
particular.

Como Obispo Diocesano de Caacupé, con sentido pastoral y responsabilidad


he evaluado la situación que enmarca nuestra fiesta de fe y he presentado estas
disposiciones para la Basílica Santuario, que fueron apoyadas por todos los Obispos
de la Conferencia Episcopal Paraguaya:

1 Que las liturgias del novenario y de la Solemnidad, sean celebradas en el


interior del Santuario sin fieles. Les pedimos que nos acompañen desde sus hogares a
través de los medios, radio, televisión y redes sociales.
2 Que el Pozo de la Virgen, permanezca temporalmente cerrado, ya que es
muy difícil establecer el cumplimiento de las medidas sanitarias en este lugar.
3 Veremos y comunicaremos la forma, en que de ser posible, se podrá
saludar a la Virgen y orar ante su imagen. De no ser posible, la Virgen nos esperará
siempre con los brazos abiertos cuando superemos la pandemia actual y podrá
visitarnos en las Diócesis también.

Como Conferencia Episcopal Paraguaya, compartimos con todos la alegría de


esta fiesta mariana, y queremos que las gracias de este día, traigan consuelo y
esperanza, conversión en la caridad y compromiso en la comunión de todos.

Los Obispos, así como hemos dispensado del precepto dominical en razón de
la situación sanitaria, en esta oportunidad, dispensamos del cumplimiento de las
promesas en forma presencial, física. Los fieles podrán cumplir sus promesas,
rezando espiritualmente unidos en el novenario y en el día propio. Podrán hacer esto,
asistiendo a la santa misa más cercana a su residencia, acompañando las
celebraciones litúrgicas a través de los medios, rezando en sus hogares ante la imagen
de la Virgencita. Ella, como buena Madre, comprende nuestras circunstancias y nos
visita, llevándonos en todas partes del Paraguay su ternura. Ella además nos invita, a
que movidos por la fe, practiquemos la caridad en la comunión, ayudando a que todos
tengamos “un solo corazón y una sola alma”, y asistiendo con solidaridad a los más
necesitados.

A todos los peregrinantes de todas las edades, a los que tienen el propósito de
venir a cumplir su promesa, especialmente a los mayores de edad y aquellos con
condiciones de salud, que los hacen más vulnerables, les pedimos encarecidamente
que permanezcan en sus hogares. Todo el año próximo, en forma individual y
evitando multitudes, cada uno podrá acercarse, si se dan las condiciones.
Pastorear las peregrinaciones en condiciones normales es difícil. En pandemia
es una tarea casi imposible. Por eso pedimos comprensión y colaboración, porque
necesitamos seguir cuidando la salud de todos los fieles y de las personas que
colaboran en la pastoral, la seguridad, la atención sanitaria. Nuestro personal de salud
está concentrado en los centros hospitalarios y en este año, no pueden acompañarnos.
Pedimos especialmente a los medios que nos apoyen en la transmisión de las
celebraciones y les agradecemos su apoyo de siempre.

Estoy convencido que todo esto servirá para avivar la fe de todos nosotros, en
tiempos duros que nos toca vivir, y que nuestras comunidades recibirán con un
corazón filial este pedido, que yo como Obispo expreso, convencido que es el deseo
de nuestra Madre, Tupãsy Caacupé, y de nuestro Señor Jesucristo, el Buen Pastor que
sigue caminando con su Iglesia, para conducirla a los mejores pastos, a las mejores
aguas, a la vida plena y sana.

Recemos juntos, estas estrofas de la oración del Viernes de Dolores de este año,
dirigida a la Madre de Dios, la Virgen Serrana:

Venerable Señora de Caacupé,


te consagramos nuestra patria, el Paraguay.
¡Ayúdanos a construir una nación santa
donde reinen la solidaridad, la justicia,
la verdad, la alegría y la paz!

Bajo tu amparo, nos cobijamos


¡Oh Santa Madre de Dios!
Y confiados en tu poderosa intercesión,
te presentamos nuestras humildes plegarias.
¡Virgen gloriosa y Bendita!
Presenta, con bondad, estos ruegos
a tu Hijo Jesucristo, Nuestro Salvador,
que vive y reina con el Padre,
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de siglos. Amén.

Reciban mi bendición y la bendición de todos los Obispos del Paraguay.

+ Ricardo Jorge Valenzuela Ríos


Obispo de Caacupé

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