Palabras Alusivas 2 de Abril CDB

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Conmemoramos el “Día del Veterano y de los Caídos en la guerra en

Malvinas”, y recordamos el pasado, no sólo con la esperanza de que no se


repetirá, sino además, con la esperanza de evitar que la propaganda del
vencedor se convierta en la historia oficial del vencido.
No hay en nuestra historia reciente una jornada comparable a la del 2 de
abril de 1982. No recordamos una vivencia tan cargada de emociones
contradictorias y desconcertantes como las que experimentamos ese día –y
los días que siguieron- los habitantes de este suelo.
De pronto, sin previo aviso, dos sentimientos antagónicos, enfrentados, casi
imposibles de conciliar se instalaron en el ánimo de los argentinos; de un
lado el inesperado florecimiento del orgullo patriótico; del otro, la angustia
de saber que estábamos entrando en una guerra tenebrosa y de incierto
destino
Hoy corresponde honrar a nuestros héroes. Jóvenes de apenas 18 o 19 años
que apenas habían terminado su secundario, que estaban cumpliendo con el
servicio militar obligatorio y que se encontraron repentinamente luchando
cuerpo a cuerpo con soldados profesionales que los superaban ampliamente
en armamento y capacitación, en un contexto de hambre, desprotección y de
frío. Contra todo eso y contra todos debieron luchar. Y lo siguen haciendo.
A veintiocho años de esa gesta, con su doloroso saldo de frustración, la
Constitución Nacional nos obliga y convoca a recuperar nuestras Malvinas y
demás islas, por medios pacíficos. Es un compromiso y un mandato, racional,
maduro, absolutamente irrenunciable. Pero no bastan los puntuales y
necesarios reclamos diplomáticos ni los merecidos homenajes a los caídos y a
los veteranos. Es necesario también cultivar, en las nuevas generaciones, en
ustedes, el conocimiento sobre nuestros derechos y un sentimiento de
pertenencia, de respeto hacia un pasado que forma parte indefectiblemente
de nuestro presente.
En las escuelas argentinas del pasado, los héroes del siglo XIX eran la
encarnación de las virtudes patrias. Cuando a finales del siglo XX los héroes
aparecieron de veras, el país se volvió sordo y ciego. Parecería que el
heroísmo es bello en los libros de historia, pero indeseable y terrible en la
realidad. No le demos la espalda al pasado, démosle a cada uno el lugar que
le corresponde. A los que enviaron a la muerte a cientos de nuestros jóvenes,
el repudio; a aquellos que lo dieron todo, nuestro recuerdo y nuestro
homenaje, porque se lo merecen.

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