Espacio Escenico

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E L E S P A C I O E S C É N I C O

El espacio escénico es el lugar donde se realiza la representación teatral, es el


espacio para que los actores trabajen, creen la ambientación, se desplacen, el cual se
puede delimitar física o
imaginariamente y por lo general
está separado del público, aunque
no siempre.

Como se ha dicho en el vídeo, los espacios escénicos actuales derivan, en última


instancia de los teatros griegos, los cuales estaban formados por las gradas para el
público, que en semicírculo rodean el espacio circular donde evoluciona el coro
(orquesta);en frente, hay un tercer espacio, de forma rectangular, que es la escena,
en cuya parte frontal se extiende una plataforma también rectangular
llamada proscenio, que es donde propiamente se hacía la representación. Al fondo de
este proscenio se levantaba un muro con un decorado fijo, y al otro lado del muro
había unos espacios destinados a vestuarios, almacén, etcétera.
Roma importó este espacio escénico e introdujo algunas mejoras, como mayor
espectacularidad a la escena y la transformación del muro posterior en una suntuosa
edificación con portales por donde los actores accedían a la escena. 

Durante la Edad Media desaparece el lugar específico para la representación y el


espacio para el teatro no religioso es simplemente una tarima levantada sobre el nivel
del suelo al fondo de la cual ponían, en ciertas ocasiones, una cortina decorada con
temas alegóricos a la representación. Esas representaciones lo mismo podían tener
lugar en los salones de la corte que en las plazas de los pueblos, y generalmente eran
para celebrar algún hecho importante, alguna victoria bélica... Las
representaciones religiosas, en un principio, tenían lugar en el presbiterio de la iglesia,
pero poco a poco fueron tomando más espacio hasta utilizar todas las naves y acabar
saliendo a la calle. El espacio teatral, gradualmente, se amplió y se organizó no solo en
sentido horizontal, sino también verticalmente, sobreponiendo los diferentes espacios
como un retablo. En él las escenas se encuentran unas encima de las otras,
consiguiendo así espacios escénicos múltiples para las diversas acciones que tenían
lugar en la representación. También se empezaron a utilizar espacios móviles haciendo
bajar elementos de los techos de palacios o iglesias, o bien haciendo aparecer
personajes de bajo tierra.
Será a partir del siglo XVI cuando reaparecerá el concepto de teatro público con
el teatro isabelino y los corrales de comedias.
El teatro isabelino era un edificio de madera, de forma circular o poligonal; el
escenario, adosado al muro del fondo, proyectaba su plataforma hasta el, centro del
patio y admitía espectadores en tres de sus lados. Se componía de tres lugares
escénicos: un proscenio de ocho a doce metros de ancho, una escena protegida por un
techo de paja sostenido por pilotes, y una escena de fondo, que se cerraba con una
cortina y que estaba dotada de puertas que daban acceso a los pasillos. Por encima de
este plano, y en el fondo, un segundo piso, con una ventana a cada lado, ofrecía otra
escena cubierta, con telón, y practicable de una ventana a la otra. Finalmente, había
un tercer piso que podía ser utilizado por los actores o por los músicos, según los casos;
de este modo, el escenario isabelino se emplazaba en un espacio cuyas tres
dimensiones contribuían a los efectos escénicos; la altura, la profundidad y la anchura
tenían su papel. El proscenio se destinaba a las escenas al aire libre, mientras que la
escena del fondo servía para los interiores. Los planos superpuestos figuraban ventanas,
balcones o murallas; desde ellos se desplegaban las oriflamas o se lanzaban los desafíos
o los apostrofes líricos. En la plataforma estaba dispuesta una trampa o escotillón. No
había telón, ni lienzos pintados, ni decorado propiamente dicho. Sin embargo, se
empleaban accesorios con función simbólica o para proporcionar una ilusión real.
En España, como en otros países, se continuó con las carretas trashumantes de los
cómicos de la legua, especie de juglares medievales, pero el auge de las
representaciones supuso que se buscara un lugar más o menos estable: los corrales de
comedias, patios de vecindad habilitados para las representaciones. Al ser
originariamente patios que daban a las casas vecinas, las ventanas de estos edificios
contiguos, provistas ordinariamente de rejas y celosías, hacían las veces de palcos; las
del último piso se llamaban desvanes, y las inferiores inmediatas aposentos, nombre en
verdad genérico que a veces se aplicó también a las
primeras. 
Estas
ventanas, como los edificios de que formaban parte, eran propiedad de distintos
dueños, y cuando no las alquilaban las cofradías quedaban a disposición de aquéllos,
aunque con la obligación anual de pagar cierta suma para disfrutar del espectáculo.
Debajo de los aposentos había una serie de asientos, en semicírculo, que se llamaban
gradas, y delante de éstas, el patio, espacioso y descubierto, desde donde las gentes
de clase ínfima veían de pie el espectáculo;  a causa del tumulto que promovían por sus
ruidosas demostraciones en pro o en contra de comedias y actores, se denominaban
mosqueteros, sin duda porque su alboroto se asemejaba a descargas de mosquetes. En
el patio, y cerca del escenario, había filas de bancos, probablemente también al
descubierto como el patio, o resguardados, a lo más, por un toldo de lona. Una especie
de cobertizo preservaba a las gradas de la intemperie, y a él se acogían los
mosqueteros en tiempo de lluvia; pero si el teatro estaba muy lleno, no quedaba otro
recurso que suspender la representación. Al principio no se pensó en destinar un local
aparte para las mujeres; más tarde, esto es, un siglo después, se construyó para las de
la clase más baja un departamento en el fondo del corral, que se llamó la cazuela o el
corredor de las mujeres. Las damas principales ocupaban los aposentos o
desvanes.  Además de estas divisiones principales de los
teatros españoles, debemos mencionar también algunas otras, cuya situación no se
puede determinar con exactitud, a saber: las barandillas, el corredorcillo, el
degolladero y los alojeros. Se daba este último nombre a un lugar en donde se vendía
una especie de refresco, llamado aloja, compuesto de agua, miel y especias. Más tarde
se agregó un palco, situado encima de la cazuela, destinado al Alcalde que presidía la
función. En tiempos anteriores el asiento del Alcalde estaba situado en el escenario.

Las representaciones de estos corrales se desarrollaban del modo siguiente: primero,


el guitarrista de la compañía, con vihuela en mano, tocaba unos aires populares.
Inmediatamente le sucedía el canto —una o dos voces—, acompañado de varios
instrumentos, cuyos tocadores se colocaban “a medio círculo” sobre el tablado. Los
cantantes quedaban “detrás de la cortina”, A continuación, la loa, indispensable
introducción de toda obra teatral, recitada por el director de la compañía; después, la
comedia, en cuyos entreactos “o descansos” había entremeses o bailes con
castañuelas.
Paralelamente a los teatros isabelinos y corrales de comedias, existían los teatros
cortesanos, en los salones de la corte.  Este teatro se caracteriza por un desarrollo
grande los medios técnicos del máximo desarrollo de tramoya. Se comienzan a efectuar
las mutaciones donde el espacio escénico puede ser cambiado a la vista del espectador.
Estos teatros además se caracterizan por su gran profundidad y el espacio escénico se
eleva por encima del nivel del suelo, que era donde se situaba el espectador; el
decorado constaba de un telón de fondo y cuatro bastidores laterales a cada lado, más
separados cuanto más cerca del espectador estaban y más juntos cuanto más lejos,
produciendo así una sensación de perspectiva frontal. 
El siglo XVIII confirmó definitivamente un modelo de espacio teatral que en sus
elementos básicos ha llegado hasta nuestros días. Es el denominado teatro a la
italiana, de origen cortesano. Consta básicamente de dos partes bien diferenciadas:
por un lado, se encuentra el espacio dedicado al público, con forma de herradura,
cerrada por una serie de palcos dispuestos unos sobre otros a distintos niveles, y un
patio con una cierta inclinación, donde se colocan las

butacas.  Po
r otro lado, está la caja escénica subdividida en foso, telar y escenario, un espacio
elevado respecto al público, cerrado por los lados y por detrás, de forma que el público
sólo tenga un plano de visión. Esta disposición es muy práctica, ya que quedan
separados público y actores, y éstos siempre pueden contar con la ayuda del regidor, el
traspunte, el apuntador, etc. A la vez es más fácil resolver muchas de las dificultades
que siempre conlleva la creación, soporte y movilidad de los elementos que son
necesarios, ya que, como el público sólo puede ver por la parte frontal, es más fácil
poder dar soluciones simples y sencillas.

El escenario a la italiana daría cabida a los distintos diseños escenográficos, que con
el paso del tiempo, y dependiendo de las distintas tendencias teatrales, han aparecido
hasta nuestros días.
En la actualidad, como se dice al final del vídeo, los espacios escénicos se ha
diversificado. Los antiguos siguen siendo operativos, pero se crean otros, como por
ejemplo los teatros circulares. En él los actores se mueven en el centro y el público ve
el espectáculo en torno al escenario; podríamos decir que es una reminiscencia de los
circos romanos, donde las miradas de los espectadores confluyen en el centro. En estos
casos, el público está situado en gradas que se van elevando a medida que se alejan del
centro. También, a veces, es el centro el que se eleva por encima de los espectadores,
como en los combates de boxeo. 

Y por supuesto el teatro vuelve a salir a la calle como en la Edad Media y las
representaciones en plazas, escalinatas, monumentos, iglesias, etc. son frecuentes,
especialmente en verano. También se ha probado otros lugares, como garajes,
polideportivos, etc. en los que los actores se mezclan con el público y éste ya no está
sentado, sino que debe ir siguiendo al actor, como se aprecia en la última escena del
vídeo.

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