Ficha 01 - El Arte de Tomar Notas
Ficha 01 - El Arte de Tomar Notas
Ficha 01 - El Arte de Tomar Notas
(Estilo Directo: Utilice las mismas palabras del autor para realizar la síntesis del texto)
AUTOR: Keith Thomas
RESUMEN
Los estudiosos siempre han tomado notas. La forma más primitiva de absorber un texto es sobre el
propio libro, por ejemplo era muy común que los lectores en el Renacimiento marcaran sus pasajes
clave subrayándolos o con una marca o señal en las márgenes, tal como dice John Brins “Los libros
preferidos de los hombres mas doctos y notables estudiantes estaban repletos de pequeñas líneas arriba o
abajo, o de algunas llamadas o notas o marcas que pudieran ayudar a señalar algo digno de ser
recordado”, incluso el mismísimo Newton utilizo para ello las equinas de las paginas de sus libros
destacando el pasaje exacto que deseaba recordar, aunque hay métodos más brutales como cortar las
paginas y incorporarlas directamente a un cuaderno de notas, como algunos renacentistas que cortaban y
pegaban de esta manera, aunque hoy en día hay muy pocos incentivos para hacer esto, contamos con
fotocopiadoras, cámaras digitales y podemos descargar de internet.
Otra ayuda para la memoria es la libreta de bolsillo, por ejemplo, el gran Hobbes siempre llevaba un
libro de notas en su bolsillo y tan pronto como le asaltaba un pensamiento lo incluía de inmediato en el
libro de notas o de lo contrario temía perderlo. Al final todos tenemos que hacer resúmenes de lo que
leemos.
En los siglos XVI y XVII los académicos debían seleccionar pasajes a memorizar o copiar en cuadernos
de citas (commomplace books), permitiéndoles organizar y recuperar sus datos, aunque la gran
limitación del cuaderno de citas se debe a su inflexibilidad, los pasajes no se podían mover de sitio.
“Una buena colección de resúmenes siempre es una reserva de citas y aforismos que podrían utilizarse
para apoyar un argumento o adornar una composición literaria”
Un gran avance a esto fue la técnica de Thomas Harrison, explicada por Noel Malcolm: se trataba de
escribir fragmentos en pequeños trozos de papel que luego eran calvados sujetos a placas de metal en las
que había encabezamientos por materia, esto significaba que los pasajes podían ser reorganizados
A partir de esta práctica de tomar notas en hojas de papel separadas surgiría lo que se convirtió en una
herramienta indispensable para el historiador hasta la era electrónica: El fichero. Mediante el uso de
tarjetas de tamaño uniforme, agujereadas en el margen y asignándoles categorías diferentes según el
orificio.
Charles Langlois y Charles Seagnobos advierten que “la historia esta mas cargada de detalles que
cualquier forma de escritura académica y los que escriben deben tenerlos bajo control”. La mejor manera
de proceder, dicen, es recoger el material por separado en trozos de papel o fichas, cada una descrita con
una indicación precisa de su origen.
Se pueden organizar en sobres aunque puede llegar a ser un problema, yo puedo llegar a tener miles de
sobres, la clasificación es una actividad tediosa, algunas se sueltan y pierden, algunos sobre desaparecen
y hay una gran cantidad de notas, hasta el mas grande historiador puede ahogarse en el mar de sus
propias fichas, como dijo C.G Crump: “Nunca tomes un nota para uso futuro de manera que ni siquiera
tu mismo sepas lo que significa cuando te la encuentres algunos meses más adelante”.
Cuando llega la hora de escribir sacamos nuestros sobres para ver lo que tenemos, en ese punto
descubrimos un patrón que toma forma, como lo dijo Beatrice Webb, el mismo proceso de mezclar las
notas puede ser intelectualmente fértil, nos ayuda a establecer nuevas conexiones y origina preguntas a
las que hay que tratar de encontrar respuesta, trato de crear algo coherente a partir de estos cientos de
pedazos de papel.
Es posible que se tomen demasiadas notas, en ese caso la tarea de clasificación, presentación y
asimilación puede durar eternamente, con lo que no escribimos nada, por ejemplo, el caso de Lord Acto,
cuyo enorme aprendizaje nunca se tradujo en la gran obre que el mundo esperaba de él y luego sus notas
son difíciles de entender para otros, pues como advirtió Francis Bacon “Las notas de un hombre poco
aprovecharan a otro”.
Lo que mi método proporciona es una impresión a grandes rasgos de las creencias y el comportamiento
durante largos periodos de tiempo. Generalizo, no doy definiciones precisas. Termina con una
comparación increíble: “Los historiadores son como guías locales fiables. Lo ideal es que conozcan el
terreno como la palma de su mano. Que reconozcan a todos los vecinos y tengan buen ojo para los
forasteros y los impostores. Puede que no tengan mucho sentido de la geografía del mundo y
probablemente ni siquiera puedan dibujar un mapa. Pero si quieres saber cómo llegar a algún lugar, ellos
son los que te llevarán”