Reflexion Ana Zavala
Reflexion Ana Zavala
Reflexion Ana Zavala
A partir de la lectura del informe “del dicho al hecho”, de la autora Ana Zavala, el cual gira
entorno a las tres dimensiones canónicas de la didáctica clásica: antes, durante y después
de la clase, proponiendo fundamentalmente un trabajo de análisis de la práctica y el
complejo vínculo que existe entre el proyecto para la acción de enseñar, su transformación
en un guión de clase (o de tema, o de curso), y poder visualizar en un sentido más amplio la
tarea de la práctica de la enseñanza como un todo y no solamente como el tiempo en que
uno permanece dentro del salón de clase.
Siendo pertinente para ver la práctica de la enseñanza como un todo aclarar algunos
términos. En primer lugar: los dichos; cuyos hacen referencia a la acción de enseñar como
la enseñanza de la Historia en la que estamos hablando la mayor parte del tiempo, ya sea
diciendo cosas o leyendo textos de otros (historiadores, protagonistas, autores de
manuales) más o menos todo consiste en decir. Dicen los protagonistas, dicen los
historiadores, dicen los profesores (en sus clases o en sus manuales), dicen los alumno;
todo el mundo “dice” cuando “hace”. siendo la planificación una acción, como dar la clase
planificada también lo es, donde el aprender es una acción, enseñar es una acción,
investigar es una acción, escribir un libro es una acción, corregir los escrito.
Entonces, si todo es ‘dicho’ y todo es ‘hecho’, y todos los ‘hechos’ consisten en ‘decir’ de
una forma o de otra, lo que sucede es que, eso a lo que llamamos ‘dicho’, es en realidad es
el fruto de una actividad exclusivamente intelectual, por lo tanto se hace alusión a la
complejidad que implica la el desempeño de la planificación (osea el desarrollo del proyecto
y el guión de la clase o el curso) la cual es considerada una representación anticipatoria de
un acontecimiento futuro que uno imagina posible y deseable.
Por ende me parece pertinente expresar esta cita en la cual Ana Zavala en el informe se
refiere al proceso de planificación“Lo hacemos para intentar controlar la incertidumbre del
futuro desde el presente y desde el pasado. En ese sentido, cualquier proyecto de clase o
de curso que podamos ver nos muestra en una gran proporción lo que su autor es y desea
seguir siendo, lo que sabe, lo que piensa acerca de lo que sabe (lo diga explícitamente o
no), así como lo que desea cambiar… desde la simple ignorancia (en el sentido de
desconocimiento) de sus alumnos respecto de cierto tema hasta algún aspecto de la
enseñanza de la historia que le parece superado, inconveniente o absurdo, pasando por los
nuevos temas, los nuevos enfoques, o por la conciencia de clase, la de género, de todos o
de algunos de los participantes en la relación pedagógica, etc.”. Pag3
Siendo una parte fundamen al conocer la enseñanza como un todo, el alcance cognitivo o
conocimiento sobre el tema manejado por el docente (debido que no se puede enseñar el
que uno no sabe) del cual tomará una parte grande o pequeña (profunda o superficial) para
dar esa clase o ese curso; por lo tanto se me hace absolutamente pertinentes las
interrogantes planteadas por Zavala en el informe que nos lleva a tener un pensamiento
crítico a nosotros que estamos a punto de sumergirnos en esto tan complejo que es la
práctica docente.
“ (...) ¿Cuánto sabe el autor del proyecto acerca del tema? ¿Leyó lo último? ¿Leyó ‘todo’ o
‘la gran mayoría’ o ‘lo más importante’… o solo el manual de los alumnos? Lo que piensa
dar, ¿qué es? ¿Todo lo que sabe? ¿Lo que piensa que sus alumnos pueden aprender,
merecen saber (o simplemente merecen o no el esfuerzo de tratar de enseñarles en una
forma en que lo puedan tal vez aprender)? ¿Piensa enseñar lo que –en su opinión– ‘manda’
un programa que lo conforma, lo irrita, lo desafía, lo supera…? ¿Qué relación guarda lo que
sabe con lo que efectivamente ha decidido enseñar en clase? ¿Qué representa ese tema
para él? ¿Un desafío innovador, una toma de posición en algún sentido (desde
historiográfico hasta político o ideológico)? ¿Una concesión al statu quo ? ¿Una forma de
no exponerse a rechazos, sanciones, cuestionamientos, demandas de explicaciones…? Y
la lista de preguntas podría ampliarse todavía mucho (...)”.
Debiendo prestar minuciosa atención también el pensar la clase creyendo que eso que voy
a trabajar es aburrido, innecesario o que seguramente no lo van a entender. Las ganas con
las que doy mis clases necesariamente implica que “me las crea”; que las crea
removedoras, imprescindibles. El día que pierda esa sensación, entonces el trabajo va a
convertirse únicamente en un sustento de vida dejando de ser mi profesión. Por lo tanto el
desarrollo de algunas estrategias permiten convertir ese contenido que me parece va a
causar en el estudiantado cierto aburrimiento, convertirlo en ameno; teniendo que hacer
algo distinto, que al menos entusiasmara frente a ciertos temas que ellos ya habían visto y
no querían volver a estudiar.
Por lo tanto no podemos reducir la enseñanza a lo que sucede solo dentro del aula, sino
estaríamos dejando de contemplar todo el trabajo que hay por detrás de esos cuarenta o
noventa minutos que estamos frente al estudiantado.
La reconstrucción del sentido tuvo que ver con identificar, no las temáticas, sino las formas
de trabajar los temas, como lo que la hacía sentir la clase como algo poco fluido entre ella y
sus alumnos. De esta manera pues, vemos como el análisis de la práctica, incluyendo
acción y proyecto, juega de una manera compleja, incluyéndose a su vez dentro de sí
misma, la propia práctica del análisis en la producción de un sentido para la acción de
enseñar. El análisis como comprensión de la práctica no se pregunta por ejemplo, si esa
clase o ese curso estuvieron ‘bien’ o ‘mal’ o cuán bien han estado. La idea es entender por
qué las cosas han sido de la manera que han sido.
Sin embargo cuando nos referimos a dicho tema, qué aspectos tenemos que cuestionarnos
y que pregunta no tenemos que realizar obligatoriamente, por eso a priori planteare una cita
en la cual refleja la perspectiva planteada por Zavala: “(...) “¿qué mirar?” en una clase
como para después hacer un buen análisis. ‘¿qué mirar?’ (Digamos, ‘¿que miraría yo ?)
Es, de alguna manera, una respuesta confesional, y por lo tanto, no siempre pasible de
publicación indiscriminada. Alguien (actor u observador, juntos o separadamente) podría
mirar la clase desde su relación con el proyecto y el guión, si se dispone materialmente
hablando de uno o de ambos. Eso implicaría de alguna manera valorar separada y
conjuntamente los tres elementos y focalizar la valoración de la clase en función de las
coincidencias y discordancias entre ellos. ¿Y si el proyecto o el guión y la clase no
coinciden, qué pasa? (...)”
La segunda,se refiere a la falta de experiencia debido uno esperara que fuera posible
incorporar a una clase, a un conjunto de clases o a un curso entero más de lo que allí
puede “caber”. un ejemplo claro planteado por Zavala de esta situación son “Los
diseñadores de programas oficiales”. La tercera, y posiblemente la que es más interesante a
la hora de un análisis, es la que proviene del “proyecto”, en la cual encontramos desde la
cantidad y la calidad de la información histórica manejada, las dimensiones conceptuales
y/o causales sobre las que se ha trabajado en clase, la pertinencia y aprovechamiento de
distintos aparatos como mapas, fichas, textos u objetos llevados a la clase, las formas de la
interrogación, el manejo de la disciplina, el tono de voz, la postura corporal, la utilización del
espacio del aula, las interacciones personales entre los distintos sujetos, el grado de
cumplimiento del programa oficial… y muchas otras cosas más dentro de un infinito de
posibles.