BERGER.
EL SÍNTOMA INELIMINABLE
· Bibliografía: Inhibición, síntoma y angustia
Freud no habla de “ineliminable”, es una propuesta de lectura de la cátedra. Estamos aquí
en el Tercer Freud propuesto por Naparstek, este tercer Freud dialoga con el tercer
momento de Lacan. Tanto el tercer momento de Freud como el tercer momento de Lacan
trabajan alrededor del síntoma y se preguntan por el síntoma, por qué es lo que encierra
el síntoma más allá de los síntomas a descifrar, estudian el síntoma en el más allá del
sentido a descifrar. Lo que ambos terminan encontrando es que el secreto del síntoma, no
son sólo sentidos a descifrar, sino una satisfacción paradójica, más allá del ppio. del placer,
esta satisfacción paradójica , Lacan la llama “goce.
La particularidad de esta satisfacción paradójica o goce no se reduce a los sentidos. Esa
satisfacción o goce es irreductible a los sentidos, a lo simbólico o al campo de
representaciones, ese síntoma en tanto satisfacción, es ineliminable.
El primer Freud cree que el síntoma está en el reino de la sustitución, que es una
representación por otra. El segundo Freud va a hablar de un compuesto en 3 sentidos y la
satisfacción pulsional. El tercer Freud se mete a tratar de estudiar y elucidar el síntoma en
relación a una satisfacción pulsional.
Todo el texto de Inhibición, síntoma y angustia es una pregunta acerca de la neurosis, se va
a preguntar si la neurosis es un problema o es la solución. Se responderá con Inhibición,
síntoma y angustia, es decir, con tres pistas clínicas.
La neurosis es una solución problemática, es un refugio no del todo seguro. Mantiene la
dimensión del conflicto. Es una solución problemática a una exigencia de satisfacción de la
pulsión. Esto da lugar a esta satisfacción paradójica que no cesa de exigir, pero no drena
libremente, esto es lo que arma el estatuto del conflicto.
La neurosis entonces es la resolución a este conflicto entre las partes: la pulsión y la
defensa. La neurosis es la resolución al conflicto y el síntoma es lo que drena esa
exigencia de satisfacción que tiene que encontrar una vía de satisfacción.
En la página 108/109 se preguntará cuál es el punto de arranque de las neurosis,
responderá que el punto de arranque de las neurosis es el sepultamiento del complejo
de Edipo. El motor es la angustia de castración.
El C.E es el complejo minimo de relaciones nucleares y vitales de cada uno, que se
inscriben en una “novela, una “trama” simbólica de relación que arma un modo de relación
entre esos vínculos nucleares, primarios. Freud al decir que el comienzo no es el C.E, sino
su destrucción, es una pauta para decir que esa trama incluye una falla, que esa trama
falla.. Esta trama falla debido a que no puede absorber, dominar esa exigencia pulsional,
tiene una falla, un agüero, este agujero Freud lo llama “Castración”.
Freud dira “la neurosis está entramada no en el Edipo, sino en la castración” la castración
entonces es la falla de la trama, la falla de lo simbólico en su intento de domesticar a la
exigencia de satisfacción pulsional El motor será la angustia de castración, ese afecto que
se despierta en el cuerpo, que tiene su sede en el Yo y que pone en marcha una operación
del aparato, para defenderse de esa exigencia que no cesa, pero no drena libremente.
El punto de partida es el sepultamiento del C.E, el sepultamiento de esta trama, que no
logra absorber totalmente esa pulsión, lo que provoca en el cuerpo, en el Yo, esa señal de
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angustia que desencadena la operación de defensa del aparato de la cual tendremos como
resultado el síntoma.
Freud dirá que el peligro es siempre exterior. Si las pulsiones son internas, ¿por qué dice
que es exterior? Dirá que es exterior porque es exterior al Yo; aunque venga del interior,
siempre rompe la unidad del Yo, el Yo percibe esa exigencia como un peligro exterior
que amenaza su unidad. Pulsión y Yo entran permanentemente en conflicto.
En este texto, el síntoma entra en la misma serie que la inhibición y la angustia. En este
texto introduce la INHIBICIÓN como una limitación funcional del Yo. No es fisiológica ni
orgánica, sino que el Yo está limitado en alguna de sus funciones. Está limitado por una
traba libidinal. Es una perturbación/traba libidinal originada por un exceso o por defecto,
porque se ha empobrecido o se ha excedido en su quantum libidinal. La inhibición sería un
trastorno libidinal. Entonces, inhibición síntoma y angustia ya no están tan en la serie de los
efectos semánticos/de sentido de las representaciones intolerables, sino en la vía de la
perturbación libidinal.
Se preguntará acerca del límite entre síntoma e inhibición y dirá que no existe un borde,
sino que una inhibición puede terminar siendo un síntoma. Entonces, lo que define a la
inhibición y la distingue del síntoma es que el Yo no se ve perturbado por esa
limitación funcional, es como si el Yo la viera desde afuera, como desde una vidriera, la
ve uno mismo, pero afuera de uno mismo, no la ve como una perturbación. En cambio, el
síntoma es percibido como una perturbación en la unidad del Yo. Eso es lo que le
permite a Freud empezar a tejer relaciones en el síntoma y el yo.
RELACIONES ENTRE EL YO Y EL SÍNTOMA:
En el cap 3, PÁG 94 Freud definirá qué es el Yo. En la pág 99 definirá qué es el síntoma.
El Yo para Freud es la parte diferenciada del Ello, es la parte organizada del Ello. Esto
quiere decir que, al ser organizada, sus partes se pueden relacionar entre sí. Los elementos
del Ello están sueltos y dispersos entre sí. Esta organización del Yo da la pauta para pensar
al Yo como un lenguaje articulado. Este lenguaje intenta responder al ppio del placer. La
particularidad que encuentra Freud es que esta función del Yo con este lenguaje
articulado y organización, falla en su función de tratar de organizarse en relación al
Ello y el SYO. Dirá que el Yo es un intermediario entre sus distintos vasallajes/amos (SYO
y Ello). Entonces el Yo es una organización, un conjunto de elementos articulados que
logran relacionarse, un lenguaje articulado que, de la mano del ppio del placer trata de
servirlyte al aparato para realizar una síntesis entre sus partes. Esta función falla, este
lenguaje falla respecto de la exigencia de satisfacción, falla en su función de armonizar
entre las instancias. La exigencia de la pulsión no se doblega ante el lenguaje articulado,
ante la organización del Yo. El síntoma entonces es un sustituto de la satisfacción
pulsional, un sustituto de esa satisfacción que no cesa, pero no drena libremente
Sabiendo sus definiciones, podemos establecer las relaciones entre el Yo y el síntoma, se
ubican 4:
1. ¿En qué participa el Yo en la formación del síntoma? El Yo es la sede de la
angustia, la angustia es la señal que avisa del peligro de la satisfacción
pulsional, entonces desencadena en el aparato un proceso/una operación de
defensa, de la cual el síntoma es resultado. El síntoma es sustitución de esa
satisfacción pulsional.
2. ¿Qué es el síntoma en el Yo? En la página 94 Freud dirá que el síntoma es en
el Yo un cuerpo extraño que nos incomoda. El síntoma con carácter de
extraterritorialidad, algo metido en el territorio del Yo. En Dora se nombra como
un huésped mal recibido que secundariamente se le suman los sentidos. El
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síntoma es un intruso que amedrenta y amenaza la unicidad del Yo. Es un
intruso que no tiene pensado irse, entonces se trata de pensar cómo el Yo se las
arregla con este intruso.
3. ¿Qué hace el Yo con el síntoma? El Yo realiza dos procedimientos
contradictorios con el síntoma: no para de defenderse, no para de reprimir esta
exigencia de satisfacción pulsional, pero al mismo tiempo hace un esfuerzo por
incorporarlo a sí, porque esto ineliminable por la trama de lo simbólico debe
incorporarlo a la organización. Cuando lo incorpora, de lo incorporado saca un
beneficio secundario que fija el síntoma y lo transforma en resistencia.
4. Lucha contra el síntoma: Esa resistencia no deja de hacer ruido, esa molestia,
ese carácter contradictorio de tener que incorporar un cuerpo extraño produce,
especialmente en las neurosis obsesivas, una lucha que continúa contra el
síntoma. Freud dice que es la neurosis la que nos muestra de forma mas precisa
esta lucha continuada contra el síntoma, que denomina “defensa secundaria”,
pone distintos empeños psíquicos para tratar de aplacar esa exigencia que no
cesa. Es lo que nos muestra la trayectoria típica de las neurosis obsesivas: ese
trabajo infructuoso de tratar de aplacar esa exigencia de satisfacción que no
cesa, pero que no drena libremente.