Le Fe - Desconocido

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El grabado que engalana la cubierta de este libro

es una reproducción de la palabra sagrada “OM"


o "AUM”, en caracteres sánscritos, sonido
representativo del ritmo divino de la Creación y clave
de percepción del alma iluminada.
Es el símbolo de Brahmán para los místicos hindúes,
que lo consideran raíz de todos los sonidos y fuente
de la visación del Cosmos. “OM” o "AUM” simboliza
el principio que da forma a la Creación toda y
encierra lo básico de las tres cualidades
fundamentales de la Naturaleza, a la vez que sonido
madre de todas las lenguas humanas. Punto final
ae los “mantrams” que pronuncian en sus ritos
los religiosos de la milenaria India, es
empleado solemnemente por los estudiantes
de Raja Yoga y de Jnana Yoga, que practican
la concentración sobre el sagrado símbolo y meditan
profundamente en torno de los mágicos atributas
asociados al mismo, infinitas radiaciones
de la eterna y única Verdad.

Dibujo de la tapa
EL “OM"
LA RESPIRACION
RITMICA Y
LA CONCENTRACION
MENTAL
A nuestro Piesidente de Tesis,
Sr. Profesor FERRARI.
A los Profesores
EUGENIO y CLAUDIO OLIVER.
A JORGE BERNARD
que ha colaborado complacientemente
con las experiencia».

A ARTEMIO GALIP
que trajo de un templo de Zaratustra
los ejercicios que estudiamos aquí.

Al Pretor OTOMAN Z. A. HANISH


Fundador del Movimiento Mazdaznan.

Al Doctor RODOLFO STEINER


Fundador del Movimiento Antroposófico

A ESTANISLAO STUCKGOLD.
Con el único propósito de servir,
los Integrantes del Centro
de Estudios URIEL de Montevideo
han traducido del francés
la presente obra, llevando así
al alcance de todos sus hermanos
de los países de habla española
las luces del Doctor Francis Lefebure
tal como lo desea este venerado Maestro.
Dr. FRANCIS LEFEBURE

LA RESPIRACION
RITMICA Y
LA
CONCENTRACION
MENTAL

UNDECIMA EDICION
EDITORIAL KIER, S.A.
Av. Santa Fe 1260
1059 - Buenos Aires
Título original en francés:
La respiration rythmique en la
coneentration mentale
Traducción de:
Centro de Estudios URIEL de Montevideo
Tapa:
Baldessari
Ediciones en español:
Editorial Acuario, S.A. Buenos Aires
años: 1962 y 1965
Editorial Kier S.A. - Buenos Aires
años: 1969 - 1971 • 1973 • 1975 • 1978 • 1980 • 1982 •
1985-1990
Libro de edición argentina
ISBN: 950-17-0073-9
Queda hecho el depósito que marca (a ley 11.723
© 1990 by Editorial KIER, S.A., Buenos Aires
Impreso en Argentina - Printed
in ArgentinaCantando y
Prólogo
danzando,
Así se adelanta Zaratustra.
Nietzsche

Hemos escrito esta obra en la esperanza de contribuir, por


poco que sea, a la elaboración de la nueva cultura que tra
ta de abrirse paso a través de las actuales vicisitudes. Que
todos aquellos que tomen conocimiento de ella puedan pe
netrar en el sendero de la experimentación personal, y ad
quirir la convicción de su eficacia por la realización per
severante de los ejercicios indicados. El ejemplo de las
transformaciones que obtenga cada uno en si mismo per
suadirá sin cesar a nuevos adeptos, y se formará asi uH
nuevo pueblo que extraerá una energía constantemente re
novada , por el poder del Aliento, del Ritmo y del Pensa
miento, y se hará digno de la misión que le aguarda.
Les métodos que vamos a exponer se fundan esencial
mente en el lazo que une el Pensamiento al Cuerpo: por
una parte utilizan al máximo, y más de lo acostumbrado,
la acción de este pensamiento sobre el cuerpo, lo que so
denomina el dominio de si mismo.
Por otra parte, utilizan lo más posible el Cuerpo para el.
desarrollo y la cultura del Pensamiento.
Estos métodos completan, por lo tanto, los sistemas de
educación fisica aplicados hasta ahora. No se oponen en
absoluto a ellos, puesto que lo que nos viene del pasado
debe conservarse esmeradamente como cimientos sobre ios
cuales edificaremos una nueva civilización. Los métodos
que tratamos aquí, armonizan lo que hasta ahora era
opuesto —por una parte— a la educación física, y —por
otra— a )a educación del carácter y de la inteligencia.
Observemos, por ejemplo, el trabajo de un niño en una
escuela moderna
Recibe instrucción: matemáticas, idiomas, etc., y du
rante ese tiempo su cuerpo descansa, inmóvil, en la edad,
precisamente en que el organismo tiene mayor necesidad
de movimieñtq para su desarrollo. Y menos mal si la posi
ción de trabajo no es defectuosa y no le acarrea deforma
ción de la columna vertebral, insuficiencia respiratoria o
miopía.
Estos inconvenientes son graves y a ellos puede atri
buirse, en gran parte, el descenso actual de la actividad
fisiológica del francés medio, originada por aquellas largas
horas de inmovilidad, precisamente en la edad en que es
desbordante la actividad física.
Para atenuar estos defectos se introduce en los progra
mas una proporción creciente de cultura física; sin duda
que este esfuerzo es loable. Pero durante estos ejercicios de
cultura física, la inteligencia trabaja muy poco, tanto más
cuanto que los movimientos se efectúan a menudo automá
ticamente, una vez aprendidos. Entonces el Pensamiento
vaga. Si se exagera en este sentido, se arriesga caer en el
error opuesto. Podría originarse una deficiencia en la en
señanza.
Existe, además, el grave problema de la acción de los
ejercicios físicos sobre el carácter, sobre el pensamiento.
¿Se ha estudiado la eventual influencia de cada gesto so
bre este último? En caso negativo ¿no estamos expuestos a
ver desarrollar en los niños así educados, características
psicológicas que nos sorprenderán, que serán lo opuesto de
lo que deseábamos lograr?
En los métodos que presentamos, se ha buscado, ante
todo, una armoniosa asociación de la Inteligencia y el Ges
to. Cada movimiento debe ser ejecutado con un pensa
miento concreto.
En esta obra sólo nos ocuparemos de los ejercicios de
Respiración Rítmica; su descripción, los efectos que permi
ten obtener tanto fisiológicos como psicológicos, (sobre todo
estos últimos) cuando se asocian a ellas ciertos ejercicios
mentales. Pero es necesario comprender que estos ejercicios
son el fragmento de un vasto conjunto, fragmento que de
bcmos ubicar prontamente antes de describirlo.
En efecto, debemos averiguar los principios fundamen-
tales que servirán de guia en la búsqueda del gesto que
responda a un pensamiento dado, y de la influencia de ca-
da gesto sobre el carácter.

I El principio fundamental que nos guia es LA HOMO-

LOGÍA DE LO PSÍQUICO Y LO FISICO.

Tomamos el término de homología en el mismo sentido


que se le da en anatomía comparada; prolongamos su apli-
cación a la psicología, —pues en amplia medida podemos
considerar al ser psíquico como un organismo autónomo,
como un todo homólogo de su propio organismo físico: a
ciertos órganos de uno de ellos corresponden ciertos carac-
teres del otro, a ciertas funciones de uuao, una actividad del
otro.
Algunos ejemplos harán esto más evidente.
Examinemos el caso del ojo. Nos ofrece la posibilidad
de ver los objetos físicos. A esta función corresponde una
facultad psicológica: cuando imaginamos un objeto, con
templamos una imagen visual. Se podría hablar de “ojo
psicológico” que es el homólogo en el sentido atribuido a
la palabra en anatomía comparada en el plano psicológico,
de lo que es el ojo en el plano físico.
Del mismo modo para el oído, para la laringe y los
órganos de la palabra, cuyo homólogo en el plano psicoló-
gico es la facultad de lenguaje interior que permite el razo-
namiento.
Repetimos que sólo tratamos este estudio de la homo-
logía psico-íisica para captar mejor más tarde la Respira-
ción Rítmica. No nos extenderemos, pues, sobre este tema,
y expondremos el segundo principio que sirve de base para
la estructuración de. los ejercidos.
II El segundo principio es el del TRABAJO SINCRONIZADO DE
UNA FACULTAD PSICOLÓGICA CON 5U HOMOLOGA FÍSICA.
Ilustraremos este principio con un ejemplo:
¿Cuál es en el organismo el homólogo de la facultad
psicológica denominada Voluntad? Lo Voluntad nos hace
obrar. Físicamente, actuamos principalmente por los miem
bros. Podemos decir, en este sentido, que los miembros son
el homólogo, en el cuerpo físico* de lo que es la voluntad
en el psíquico.
Cuando queremos desarrollar, dar forma a la voluntad,
lo hacemos por medio del ejercicio combinado de los miem
bros con una volición.
El sujeto, por ejemplo, cierra el puño progresivamente
—con el pulgar sobre los otros dedos, lo que permite mejor
contraer los músculos— hasta el límite de sus fuerzas, y
se repite, al mismo tiempo una decisión: "yo quiero triun
far”, o, "quiero dominarme”. Así trabaja su voluntad al
mismo tiempo que su mano, el órgano homólogo. Observe
mos que hacemos esto cuando estamos coléricos, o cuando
hallamos bruscamente el obstáculo de una resistencia ines
perada: nuestros puños se cierran cuando nuestra voluntad
se pone en tensión. Que el ser inteligente ejecute con ple
na conciencia y conocimiento lo que aplicaba hasta enton
ces gracias a la naturaleza, aunque irregular e incompleta
mente, y esto será precisamente lo propio del progreso.
Tal homología del gesto y el psiquismo va aún más le
jos. Muchos pensamientos son respondidos por un gesto que
puede calificarse de su homólogo. Se trata, por otra parte,
del verdadero sentido de la danza, que expresa sus ideas
por medio de los movimientos.
Tomemos este simple gesto:
Comienzo: manos abiertas, palmas vueltas hacia el pe
cho tocándolo ligeramente con los dedos, codos hacia ade
lante.
Primer tiempo: los antebrazos ejecutan paralelamente
un movimiento lento hacia adelante, con las palmas vueltas
hacia arriba al finalizar el movimiento.
Segundo tiempo: movimiento inverso; las manos vuel
ven al punto de partida.
Si se interroga a quienquiera que vea ese gesto, cuál
es la idea que expresa, dirá: “es la idea de «dádiva», de
«generosidad»”. Hemos hecho a menudo la experiencia.
Si ejecutamos, pues, este gesto, conservando viva en
nosotros la idea de bondad, de generosidad, mientras repe
timos interiormente “yo doy", hacemos trabajar en sincro
nismo nuestra psiquis y nuestro físico.
Este último ejercicio ha sido extraído de una serie de
veintiocho movimientos, la Paneuritmia, del profesor Peter
Deunov, en la que cada movimiento expresa un concepto
moral o filosófico; el movimiento que acabamos de des
cribir es el tercero de la serie. Estos movimientos se ejecu
tan en círculo, marchando, con música y cantos. Se concibe
la profunda influencia que pueden tener sobre la educación
del carácter.
El doctor Rodolfo Steiner ha creado también un siste
ma de gimnasia, la Euritmia, donde cada movimiento ex
presa una idea. Su invención es un conjunto terapéutico y
pedagógico. Si lo señalamos aquí, sin extendernos sobre
este tema apasionante, es debido a que el sistema que le
ha servido de fundamento es precisamente el de la homo
logía de lo físico y lo psíquico.

III LA REPETICIÓN RITMADA.

Sólo por ella el gesto ejerce una influencia durable, persis


tente, sobre el carácter. Quien por ejemplo, repita, cada
mañana durante meses y años, el gesto que expresa la
idea de dar, concentrando bien su pensamiento sobre el
sentido del gestot verá fortificarse su generosidad natural.
Es, por consiguiente, un método pedagógico maravilloso:
porque el niño se someterá con alegría todas las mañanas
a esta gimnasia colectiva acompañada de música y cantos,
mientras que muy poca influencia habrían tenido sobre él
den eruditos discursos sobre la moral.
Además, por este camino puede comenzarse la educa
ción del carácter desde la más tierna edad.

IV Si estudiamos la forma de educar el psiquismo por lo


físico, deberemos exponer los ejerdcios físicos que obran
sobre el psiquismo por medio de acciones fisiológicas de
terminadas, alcanzando ciertos órganos de la vida vegeta
tiva, como las glándulas endocrinas. Sólo daremos dos ejem
plos para ilustrar el tema.
Ciertos ejerdcios del cuello pueden modificar la circula
dón en la glándula tiroides: flexión de la cabeza acom
pañada de una espiración que permita un masaje de la
región por el mentón. Si estos ejercicios se prolongan por
un tiempo suficiente —cinco a diez minutos por día— enér
gicamente y con la perseverancia necesaria —algunas sema
nas o algunos meses—, no tarda en manifestarse una acti
vadón de la glándula tiroides: conocemos algunos pacientes,
hipotiroidianos leves, mejorados en pocas semanas por este
procedimiento.
Otro ejemplo es el de un ejercicio que permite aumentar
la drculación profunda. Consiste en poner en repentina
tensión todos los músculos del cuerpo, lo más enérgicamen
te posible —en posición extendida— y seguida rápidamente
de una brusca relajadón. Este ejercicio provoca un reflujo
inmediato de la sangre periférica hacia las visceras, puesto
que los músculos comprimen al contraerse los vasos y las
venas, haciendo retirar la sangre del sistema muscular.
Además, la puesta en tensión simultánea de los músculos
abdominales y toráxicos, provoca una hiperpresión intra
toráxica y abdominal de esas cavidades, —sobre todo si la
glotis está cerrada— lo que impide el reflujo de la sangre
hacia las visceras. La sangre refluirá, por tanto, principalmente
hacia el cerebro, por este ejercicio.
Si añadimos a esto la excitación, nerviosa general que
resulta de estas contracciones, se comprenderá por qué tie
nen una agrión particularmente estimulante sobre el encé
falo. Naturalmente que es menester repetirlas varias veces,
sucesivamente, paiu que el aflujo de sangre suplementaria
al cerebro sea sensible. Entonces emitiendo durante o
inmediatamente después de la contracción un pensamiento
cualquiera, se observará que es más intenso y más vibrante,
lo que explica la mayor cantidad de sangre cerebral. Este
ejercicio es excelente contra el surmenage intelectual y
subsana la sensación de torpeza o de “vacío” que sigue a
un trabajo intelectual demasiado intenso.
¿Por qué tiene un lugar tan preponderante la Respi
ración Rítmica, en esta auto-educación? Porque combina
todos los mecanismos precedentemente citados: acción fi
siológica sobre la circulación, sotuc los cambio^ químicos,
no sólo pulmonares, sino sobre toao de los tejidos; gran
plasticidad del ritmo y de la elección del pensamiento, ho
mólogo con el acto respiratorio.

Finalmente, la Respiración, función característica de la


vida nue nos mantiene unidos sin interrupción al medio en
que vivimos, es, al mismo tiempo la única función de nues
tra vida vegetativa sobre la cual puede accionar nuestra vo
luntad en tan amplia medida.
la función respiratoria establece la unión entre nuestra
vida de relación y nuestra vida vegetativa; tiene, pues, en
el dominio del cuerpo el lugar principal.
Por las modificaciones que aportan los modos respirato
rios a los cambios químicos de los tejidos y por el aumento
de los cambios energéticos, el cerebro se encuentra en. con
diciones excepcionalmente favorables para la elaboración
de los pensamientos durante la realización de los ejercicios.
Es por esto que hemos indicado algunos ejercicios mentales
que, combinados con la Respiración Rítmica, le permiten
alcanzar su más grande poder en la educación del carácter
y la inteligencia.Capítulo I

El descanso preparatorio
¿Qué es, ante todo, la respiración rítmica? ¿No es rítmica
toda respiración? Cabe señalar que esta en gene
ral, poco regular; los movimientos, las palabras, perturban
su regularidad; y la afectan mucho más los pensamientos,
como lo han demostrado numerosos experimentadores mo
dernos.
La observación de estos hechos nos lleva a comprender
la condición indispensaba para obtener ana rfljpiréfción
cuyo ritmo sea regular. Esta condición es el descamo.

Repoao físico j repoao mental

El experimentador debe sentarse sobre una silla sin apo


yarse en el respaldo, o mejor aún extenderse sobre una
superficie plana suficientemente resistente para estar bien
aplanado.

Ejercicio de relajación muscular

Relajará uno por uno todos sus músculos; para esto podrá
adoptar la costumbre de seguir un circuito determinada
pierna derecha, brazo derecho, músculos de la cabeza, bra
zo izquierdo, pierna izquierda y músculos del tronco para
terminar. Debe repetir este ejercicio varias veces porque
cada vez que su atención se desvie algunos músculos co
mienzan de nuevo a contrarse ligeramente, como los niños
que en la clase se portan mal cuando el profesor vuelve la
espalda. Adquirirá progresivamente este dominio muscular.
Entonces observará que la calma muscular y nerviosa lo
grada repercute en los pensamientos, cuyo curso se hace
más tranquilo.
¿Cuáles son los momentos más favorables?
Por una parte, al despertar, cuando el tráfago del día
aún no ha tenido tiempo de actuar sobre nuestro experi
mentador, en el instante en que goza de la euforia que sigue
al desvanecimiento del mundo de los sueños. Oirá oportu
nidad es ak acostarse. Sacará provecho del sosiego que se
produce en los individuos normalmente equilibrados, o que
se insinúa al menos, en los demás.
Asi, de mañana y de noche, durante los instantes que
dedique a estos ejercicios, nuestro paciente, se esforzará en
observar la entrada y salida del aliento en su pecho, único
pensamiento que conservará.Capítulo II

La respiración completa
Después de haber practicado algunos días el ejercicio N° 1,
el paciente emprenderá los ejercicios de respiración comple
ta. Su finalidad es hacer penetrar el máximun de aire en
los alvéolos pulmonares, permaneciendo en el mayor des
canso físico y psíquico posible.
Esto parece contradictorio-, se supone a menudo que pa
ra hacer penetrar grandes cantidades de aire en los pulmo
nes es menester hacer ruidosas respiraciones combinadas
con movimientos de brazos. Pero entonces el sujeto lleva
sobre toda su atención hacia los miembros y descuida el
funcionamiento de los músculos respiratorios.
En los ejercicios que seguirán, toda la atención será lle
vada hacia los músculos respiratorios.
Hay que descomponer cada aspiración en tres tiempos,
pero observemos de inmediato que estos tiempos se suceden
sin interrupción. Es esencial que la respiración permanez
ca tranquila y regular.
La inspiración y la espiración se efectúan siempre por
la nariz. Asi se hace en todos los ejercicios de respiración
rítmica, a fin de que la espiración expulse el polvo que ha
ya podido ser detenido en la inspiración por la mucosa
nasal, recalentándola.
1) Inspirar por la boca favorece las rinitis al ser enfriada
la mucosa nasal por la inspiración, cuando no es calentada
por la espiración. Se puede realizar fácilmente la experien
cia inspirando por la nariz y espirando por la boca algu
nos minutos en tiempo frió: el dolor nasal se hace rápida
mente intolerable.. Llenado de la parte inferior de la cavidad toráxica.
Esto sólo es posible descendiendo el diafragma,
operación
que empuja hacia adelante la pared abdominal. Cuando
el
movimiento es correctamente ejecutado se aprecia una
on
dulación de la pared abdominal, que parte del bajo
vientre
y asciende hasta la cintura. Durante esos instantes las
cos
tillas deben permanecer absolutamente inmóviles.

2) Llenado de la parte media del pulmón.


Por la elevación de las falsas costillas y las costillas me
dias; terminado este instante, el sujeto procederá al

3) Llenado de la parte superior del pulmón.


Luego vaciará los pulmones en el orden inverso a como
los ha llenado: primero la cresta, luego la parte media,
lue
go la parte inferior, ahuecando el vientre al máximo por
la contracción de los músculos de la pared abdominal.
¿Por qué se descompone asi la respiración? A fin de
que todas las regiones pulmonares sean cuidadosamente
aireadas. El trabajo vigoriza un órgano mientras no esté
enfermo y mientras ese trabajo no sea excesivo. Es por
ello
que se debe hacer trabajar todas las partes del pulmón,
ante el temor de que un mal hábito respiratorio apareje
una disminución de la vitalidad en la región no utilizada
y
sea el punto de partida de una infección.
Se puede objetar que el hombre tiene respiración
abdo
minal y la mujer, una respiración QC la parte superior.
Con
testamos : mayor razón para que cada uno se esfuerce en
corregir las debilidades propias de su sexo para realizar
el
equilibrio.
A. las personas con dificultades para ejecutar la suce
sión de tiempos de respiración completa tal como la descri
bimos, les será indispensable, ante todo, disociarlos.

La respiración abdominal

Es particularmente importante. En efecto, el hígado está


unido al diafragma. Asciende y desciende a cada inspira
ción. Si este movimiento se acentúa, sobre todo si en la
espiración el sujeto ahueca fuertemente lo parto superior
dél abdomen, esto tiene el valor de un verdadero masaje
hepático, con todas las consecuencias que derivan de ello:
aumento de la circulación en el hígado, y por consiguiente
de los procesos químicos —secreción de la bilis—- que allí
se elaboran. En tanto que los excitantes de la secreción bi
liar producen un estimulo pasajero, el aumento de la cir
culación en el hígado ocasiona una regeneración de sus cé
lulas y de su actividad.
Lo mismo acontece con los riñones. Recordemos que
en la radioscopia se les ve, sobre todo el izquierdo, subir y
descender, siguiendo los movimientos del diafragma. Se
puede constatar este efecto de masaje renal por el aumento
de la secreción de orina durante los ejercicios de respira
ción rítmica que indicaremos más adelante.
A fin de constatarlo, se hace orinar al sujeto a las ocho
de la mañana y a las diez, durante varios días, en las mis
mas condiciones de trabajo físico, alimentación, y, sobre
todo, de bebidas. Se anota el promedio. Luego, durante va-
rios días se hace practicar la respiración rítmica al sujeta
entre ocho y diez horas, durante media hora más o menos.
La cantidad de orina secretada, es por lo menos el doble y
a vece$ llega al quíntuplo. Es mucho más límpida después
de los ejercicios de respiración rítmica completa. Conven
dría, además, reanudar estos experiencias con análisis com
pletos de orina.
Cuando el diafragma se eleva y desciende al máximo,
resulta de ello un masaje de los intestinos, especialmente
del colon transversal y de ahí la utilidad de la respiración
diafragmática en ciertos constipados.
Finalmente, es probable que c) mejoramiento de la circu
lación en la cavidad abdominal, que resulta de la respiración
diafragmática, repercuta sobre los órganos del bajo vientre,
mejorando ciertos desórdenes ováricos y uterinos, como las
menstruaciones dolorosas.
La gran importancia que atribuimos a la respiración
diafragmática en el funcionamien’.o de los sistemas diges
tivo, renal, y aún general, por lo menos con la mujer, nos ha
hecho buscar un ejercicio capaz de desarrollar muy espe
cialmente esta forma respiratoria. En efecto, cuando expli
camos a pacientes, aún inteligentes e instruidos, lo que es
la respiración completa y ensayan su realización ante nos
otros, muchos, por ejemplo, ahuecan el abdomen en el mo
mento en que elevan la cima del pulmón, realizando así un
movimiento de aire intrapulmonar, de aire ya viciado; pe
ro de ese modo no hacen penetrar aire puro suplementario,
o por lo menos muy poco pese a las apariencias.
Es, pues, importante en estos casos, para los enfermos,
aprender desde el comienzo a disociar las etapas respira
torias.
1) Ejercicios de respiración diafragmática aislados:
Este ejercicio es muy simple. Se hace espirar a fondo al en
fermo. Se mantiene la caja toráxica en la posición obtenida
por medio de un cinto que pase casi al nivel del apéndice
xifoide. El enfermo se ve obligado a respirar únicamente
bajando el diafragma. Entonces debe ejercitarse en aumentar
ese movimiento tanto como pueda, tanto en la inspiración
abombado su pared abdominal, como en la respiración, ahue
cando esta pared. En casos de insuficiencia hepática hemos
prescrip!o este único ejercicio por cinco minutos de mañana
y de noche, obteniendo una mejoría del estado
La experiencia prueba que una vez adquirido el hábito,
el enfermo vive sin dificultades con solo la respiración ab
dominal, a condición, se sobreentiende, de no hacer esfuer
zos físicos exagerados.

2) Ejercicios de respiración costal media:


Ciertas personas presentan deficiencias de la parte media
del tórax: el perímetro toráxico al rúvel del apéndice
xifoides es demasiado estrecho. En estos casos, sobre todo,
se puede recomendar el ejercicio siguiente (según el doctor
HANISH):
La persona se hallará extendida sobre la espalda, los
talones cerca de las nalgas, para relajar la pared abdo
minal. Entonces colocará la extremidad de sus dedos lige
ramente separados bajo el reborde costal, en la región de
mayor curvatura. Luego, mientras aspire, separará hacia
afuera ese reborde costal por un esfuerzo de tracción. He
esto resulta un ensanche mecánico inmediato de la base del
tórax, visible, fácilmente constatable con el centímetro.
La repetición perseverante de este ejercicio conduce a una
modificación definitiva de los cartílagos costales, que man
tiene permanentemente la dilatación toráxica obtenida.Capítulo III

La disminución del ritmo respiratorio


Cuando describíamos la respiración completa, se ha podi
do pensar: ¿Qué va a producirse? Un fenómeno muy co
nocido en la prueba de la híperapnea: variación del equi
librio ácido-básico, ante todo, aparejando de inmediato un
desequilibrio del calcio sanguíneo. Todo eso conduce a di
versos desórdenes: picazón de las extremidades, vértigos y
desvanecimientos, desórdenes que pueden llegar basta la
letanía en sujetos cuyo metabolismo calcico está insufi
cientemente equilibrado.
Agreguemos, además, que estas respiraciones, al mis
mo tiempo muy profundas y rápidas, sin ejercicio fideo
simultáneo, provocan tal variación de presión en los vasos
toráxicos y cerebrales que, en los sujetos sensibles, y desde
los primeros movimientos, la visión se enturbia, y el sin
cope amaga mucho antes de que el equilibrio ácido-básico
de la sangre haya tenido tiempo de modificarse.
¿Es posible obtener todas las ventajas de la respiración
completa sin los inconvenientes de la híperapnea?
Si. Y ¿cómo? Disminuyendo el ritmo respiratoria, y,
sobre todo, moderando una o varias posiciones entre los
tiempos respiratorios.
El lector comenzará ahora a presentir toda la magni
tud de la cuestión. La respiración ritmada permite, pues,
conservar todas las ventajas de la respiración completa:
utilización de lodo el pulmón por algunos instantes, todos
los días, masaje de los órganos abdominales y las otras ven
tajes que estudiaremos más adelante. Elimina el peligro
del desequilibrio ácido-básico,
Pero aquí se abre un inmenso problema a la fisiología
moderna. ¿Cuál será el efecto de los diferentes ritmos po-
sibles sobre la sangre? El terapeuta conoce toda una gama
de ritmos, sumamente variados, tan diferentes unos de
otros como las notas de un teclado. Aumente o disminuya
la duración de la aspiración, de la espiración y del o de los
tiempos de apnea, es la tenencia relativa de la sangre en
C.O2 y en 0a lo que va a oscilar. Así, a voluntad, durante
el trascurso del ejercicio, el enfermo obtendrá una sangre
cuyo P.H. tenderá a variar en el sentido deseado por el
médico. Se pueden predecir todas las posibles repercusio-
nes de estos ejercicios, por ejemplo, sobre la reserva alca-
lina, y por ccnsiguiente sobre el metabolismo calcico. En
un capitulo especial, estudiaremos los principales ritmos
usuales y sus consecuencias, en la medida en que estas
cuestiones sean suficientemente ilustradas.
Otro efecto de la disminución del ritmo respiratorio es
la desaparición de los peligros debidos a la hiperpresión
pulmonar. El signo que indica el estado más próximo al
equilibrio de presión entre el aire exterior y el aire
infre-pulmonar es que esta respiración es ABSOLUTAMENTE
SILENCIOSA . Este silencio de la respiración y la regularidad

de los ritmos, representan las mejores condiciones para


evitar los desórdenes circulatorios debidos a la hiperapnea.
No tenemos la pretensión de dar bases absolutas, en
el inmenso campo que se ofrece a la investigación. Como
exploradores de una ciencia poco conocida, haremos la ten-
tativa de colocar algunos jalones que puedan servir de
puntos de apoyo para búsquedas ulteriores.
Capitulo IV

Respiración ritmada sobre el corazón


Volvamos a tomar nuestro paciente. Previamente ha ad
quirido ese suficiente hábito de disponer regularmente,
mañana y noche, de algunos instantes de reposo físico y
mental, durante los cuales respira lenta y regularmente,
Regularmente... ¡o casi?
Sí, y permítasenos insistir nuevamente en ello, el pun
to capital es la REGULARIZA!} DEL RITMO.
Por muchas razones.
Por ahora sólo indicaremos una.
Se ha escrito mucho sobre la fatiga, sobre los fenóme
nos químicos y nerviosos que la acompañan, No obstan
te nos permitimos añadir a esto una pequeña observación
que, esperamos, tendrá la ventaja de ayudarnos a com
prender mejor el objeto de estos ejercicios.
“Grosso modo”, el cuerpo humano se divide en tres
partes: cabeza, tronco y extremidades. ¿Observación pro
pia de un jardín de infantes? Quizás, pero por los hechos
más simples se comprenden los más complejos.
Observamos que en el estado de vigilia trabajan las
tres partes. Por el contrario, en~el sueño, la cabeza des
cansa: la actividad sensorial desaparece y la del cerebro
disminuye. Los miembros descansan también: la actividad
motriz está casi o totalmente anulada.
Sólo subsisten las actividades que tienen por asiento
principal el tronco, y hasta más intensamente a veces que
durante la vigilia; digestión, respiración, circulación y se
creción renal. Se sabe que la digestión es más activa du
rante el sueño que durante la vigilia.
Subrayemos que la fatiga es engendrada por dos acti-
vidades dirigidas en sentido opuesto.

La de la cabeza, actividad en el conjunto sensorial, pues


se dirige desde el mundo exterior hacia nuestra persona-
lidad

La de los miembros, actividad muscular, dirigida desde


nuestra personalidad hacia el mundo exterior, para modi-
ficarlo.

Estas dos opuestas actividades tienen, sin embargo, un


rasgo ccmún: el de ser esencialmente arrítmicas.
Ambas engendran la fatiga.
Entre las dos, uniéndolas, se sitúa la actividad del
tronco. Las actividades que caracterizan a esta región, evi
dentemente, no producen fatiga que el sueño deba reparar,
puesto que la circulación, la respiración y la digestión
continúan. Por lo que estas actividades son esencialmente
rítmicas.
De allí a la conclusión de que existe una estrecha unión
entre arritmia y fatiga, no hay más que un paso. Nos pa
rece fácil franquearlo si consideramos los casos en que el
ri;mo descansa en estado de vigilia: es, por ejemplo, una
música digna de ese nombre, es decir cuando las leyes del
ritmo y la armonía son respetadas, como es el caso de la
música clásica, o también el ejemplo muy conocido de
que un trabajo ritmado fatiga menos que un trabajo arrít
mico, aún cuando esta regularidad del ritmo se obtenga al
precio de un esfuerzo suplementario, como el canto.
He aquí una razón por la cual interesa dar a la respi
ración un ritmo muy regular. Sobrevendrá un profundo
descanso, la relajación muscular mejorará durante el ejer
cicio y la ola de pensamientos se calmará. Si el ejercicio
se realiza inmediatamente antes de dormir, producirá un
sueño más profundo. La experiencia prueba, como lo ve
romos más adelante, que luego de algunas semanas de en
trenamiento los sueños desaparecen casi completamente
aún hasta en los sujetos más inquietos.
Ahora que hemos captado una de las causas de la im
portancia de la regularidad del ritmo, la cuestión se plan
tea así: ¿qué procedimiento permitirá obtenerlo con la
mayor perfección posible?
El enfermo puede contar, por ejemplo, con un metró
nomo. Fuede también, y es preferible, escuchar música y
contar con los tiempos musicales, si tiene el sentido musi
cal suficientemente desarrollado para ello.
Pero cada uno de nosotros posee en si su metrónomo,
el balancín que regula sus actividades orgánicas: el ritmo
de las pulsaciones cardíacas.
Desde tiempo inmemorial los orientales practican la
respiración rítmica basándose en el ritmo de su corazón.
Y esto ¿cómo? Si el enfermo está sentado, le es fácil tomar
se el pulso con las muñecas descansando sobre los muslos.
El médico le enseñará cuidadosamente. Si está acostado,
ello no es más difidi: las manos descansan sobre el hueco
epigástrico, los codos se apoyan sobre la cama de uno y de
otro lado del cuerpo. El leve peso de las manos sobre el
abdomen no molesta en nada los movimientos de respira
ción abdominal.
Además con un poco de hábito, algunos lograrán con
tar directamente los latidos de su corazón, que sentirán,
muy suaves, en su pecho. Esto no es tanto debido a irn
aumento de la fuerza de la contracción cardiaca, como n
una mayor atención a las sensaciones internas. Del mismo
modo, el tic tac del reloj pasa desapercibido durante el
día, pero de pronto tomamos conciencia de él cuando en
la noche, en la soledad, el espíritu se calma. No es nece
sario estar afectado de cardiopatía, contrariamente a ía
opinión corriente, para percibir $u propia contracción car
díaca; basta para esto con una atención sostenida; es el
desarrollo de una especie de tacto interno.
Se puede objetar a este hábito efe contar las pulsacio-
nes cardíacas para ritmar la respiración, que el corazón
no es siempre regular en todas las respiraciones. La respi-
ración rítmica tendrá por efecto, como lo prueba la ex-
periencia, regularizar e\ ritmo cardíaco. Ciertos sujetos
experimentan una reacción cardíaca particular cuando se
toman ellos mismos el pulso: éste se acelera ligeramente o
se hace un poco arrítmico. Pero la experiencia prueba que
este efecto es completamente momentáneo, y que luego de
los primeros instantes no hay por qué tomarlo en cuenta
en los ejercicios que siguen. Además, esta reacción desapa-
rece muy a menudo luego de algunos días de entrena-
miento. Parece debida a la emotividad y es vencida por la
ejercitación.
Se puede objetar a este procedimiento que la rapidez
de las pulsaciones no es la misma en la inspiración que en
la espiración, y sobre todo en el apnea intermediario, y que
sería más exacto contar con un metrónomo. A esto respon-
deremos: en astronomía se distingue el día sideral y el día
solar. No tienen absolutamente el mismo valor. En Psicolo-
gía se distingue el tiempo psicológico del tiempo peal: en
treinta segundos, por ejemplo, un sujeto podrá haber so-
ñado y creer haber vivido varias horas.
Por lo mismo debemos concebir un TIEMPO PSICOLÓGICO.
Se puede decir que dos fracciones de este tiempo son fisio-
lógicamente iguales cuando se cumplen las mismas reaccio-
nes físicas, químicas, fisiológicas.
Entonces la unidad más simple y más exacta —aunque
aproximada— de esté tiempo fisiológico es la pulsación car-
diaca, que proyecta cada vez aproximadamente la misma
cantidad de sangre hacia las células. En las mismas condi-
ciones, los fenómenos físicos, químicos, etc.... serán los
mismos, sea cual fuere la separación entre las dos pulsa-
ciones.
Ofreceremos, ante todo, un ejercicio por el cual el en-
fermo aprenderá a contar sobre sus pulsaciones. Debe to-
mar el más largo ritmo practicable sin esfuerzo. Porque si
el sujeto se esfuerza, entonces la sensación de reposo, de
bienestar que da la respiración rítmica se altera en cierto
modo y se malogra el objetivo primordial.
En este ritmo, el más simple, la inspiración es igual a
la espiración. Una pulsación entre cada una de ellas facilita
la inversión del movimiento.

Inspiración: 4 pulsaciones cardiacas


Apnea, pulmones llenos: 1 pulsación cardiaca
Espiración: 4 pulsaciones cardiacas
Apnea, pulmones vacíos: I pulsación cardiaca

Al comienzo, daremos, por ejemplo:


Este ejercicio debe hacerse durante tres minutos por la
mañana y por la noche y varias veces en el día. Importa
no sobrepasar cada vez de 3 a 4 minutos. Porque la apnea
no es suficiente, seguramente, para evitar todo desequilibrio
del P.H. sanguíneo 1. Pero es muy fácil y todos lo lograrán.
Se aumentará progresivamente la duración del ritmo,

Inspiración: 7 pulsaciones cardiacas


Apnea, pulmones llenos: I pulsación cardiaca
Espiración: 7 pulsaciones cardíacas
Apnea, pulmones vados: 1 pulsación cardíaca

por ejemplo, hasta


:
Cuando, gracias a este ejercicio, el enfermo haya
apren

1 El P.H. (de P., potencial, y H. hidrógeno) es el grado de acide* o alca


t

linidad de una solución. El P.H. = 7 es la neutralidad. E. P.H. de la sangre


es 7,4, por tanto ligeramente alcalino.
dido a regular su respiración por medio de su corazón,
podrá emprender ejercicios más difíciles.
Capítulo V

Algunos ejercicios preliminares


Antes de exponer los ejercidos fundamentales, indicare
mos algunos pequeños ejercicios que familiarizarán al su
jeto con estas técnicas y le permitirán comprender mejor
su utilidad.
Es un hecho de observación inmediata que una espi
ración muy lenta tiene un efecto calmante, reía jante, sobre
todo si día ha sido precedida de una inspiración rápida.
Por el contrario, una inspiración lenta, seguida da mía as
piración rápida, agita ligeramente al sujeto.
El primer ritmo nos vuelve somnolientos, el segundo
nos despierta.
¿Cómo explicar esto? Se trata realmente de un fenó
meno reflejo.
La fisiología ha demostrado que durante el sueño la
espira rión es relativamente más larga que durante la vi
gilia, Mediante un fenómeno comparable al “reflejo con
didonal”, reproducir este ritmo en estado de vigilia tiende
a provocar el sueño.
Por otra parte, el doctor FAY, psiquíatra infantil, asis
tente del profesor LAIGNELT-LAVASTIIN E, ha demostrado, por
numerosas observaciones, que los deprimidos constituciona
les tenían una espiración más lenta que la normal; y que,
por el contrario, los excitados constitucionales tenían una
inspiración más larga que un niño normal.
Someter en cada uno de esos casos al niño enfermo al
ritmo opuesto del que le impone su enfermedad, tal es la
regla del tratamiento.
Al excitado constitucional, por ejemplo, se le hará hacer
ejercicios de tres minutos de duración, que pueden repe
tirse hasta doce veces en el día. En estos ejercicios la inspi
ración será corta y la espiración larga. Con un poco de
hábito el enfermo podrá mantener el siguiente ritmo, muy
particularmente recomendable:

A) Ejercicio depresor:
Inspiración: 3 pulsación ce cardíacas
Apnea, pulmones llenos: 1 pulsación cardiaca
Espiración: 12 pulsaciones cardiacas
Apnea, pulmones vacíos: 1 pulsación cardiac
a
Después de los primeros ejercicios, la calma de los fe
nómenos de agitación y ansiedad es momentánea; pero
cuando los ejercicios son repetidos con perseverancia, la
mejoría se hace durable y estable.

B) Ejercicio tonificante:

Al deprimido constitucional, le será indicado el ritmo in


verso:
12 Inspiración pulsaciones cardiaca*
1 Primer Apnea pulsación cardiaca
3 Espiración pulsaciones cardiacas
1 Segundo Apnea pulsación cardiaca

C) Ejercicio estimulante:

Finalmente, cuando nos hallamos en presencia de ciertos


estados asténicos, para estimular el sistema nervioso se
podrá prescribir la ejecución sucesiva de los dos ejercicio
s
que acabamos de indicar: primero el depresor, durante 3
minutos, y luego, inmediatamente, durante 3 minutos, el
tonificante. El contraste entre ambos hace más vivo el
efecto estimulante del último.
Indicaremos ahora dos pequeños ejercicios que no son,
propiamente hablando, de respiración rítmica, pero que
contribuirán a que el sujeto domine el juego de sus múscu-
los respiratorios. Estos ejercicios producen una acción defi-
nida y poco durable sobre el equilibrio químico de la
sangre.

I) Ejercicio de apnea prolongada después de la espi


ración.

El sujeto, después de colocarse en una de las posiciones que


hemos descrito precedentemente, espira completa y metódi
camente, primero descendiendo la cima de la caja toráxica,
luego la parle media, en seguida ahuecando el abdomen,
como ya hemos visto. Cuando ya no puede espirar más,
se presiona la nariz pora que no penetre más aire en los
pulmones. Entonces, debido a la elasticidad de su caja torá
xica, se produce una ligera depresión atmosférica en los
pulmones. Esta depresión favorece el desprendimiento de
los gases disueltos en la sangre. La prueba de este surge
del siguiente hecho: luego de algunos instantes de espera
en la posición indicada, el sujeto puede espirar de nuevo
algunos centímetros cúbicos de aire, sin reanudar la ins
piración.
Luego, siempre sin retomar el aliento, puede recomen
zar tres veces seguidas.
Este ejercicio es recomendable cuando el organismo se
halle cargado de veneno volátil. Por ejemplo, después del
abuso alcohólico, apresura la eliminación del tóxico por vía
pulmonar.
Se le puede hacer aún más activo: luego de apretar la
nariz, en lugar de dejar pasivamente que la caja toráxica
trate de dilatarse, se puede esforzar la inspiración volunta
ria, siempre sin dejar penetrar aire en los pulmones. De
este modo es mayor la disminución de la presión atmosfé
rica intrapulmonar. De ello resulta, además de los efectos
precedentemente descritos, un llamado de la sangre al pul
món. Esta maniobra podría servir, por consiguiente, para
descongestionar momentáneamente otros órganos, el hígado
por ejemplo, y aún el cerebro, si el enfermo, al comienzo
de una congestión cerebral causada por el frío, etc., conser
vara suficiente deminio de sí mismo para entregarse de
inmediato a este ejercicio.

II) Ejercicio de apnea prolongada después de la inspi


ración.

Consiste en conservar el aire el mayor tiempo posible lue


go de haber llenado completamente el pecho. Este ejercicio
es muy conccido, en particular por aquellos que practican
la natación bajo el agua. Pero haremos notar una vez más
que las condiciones químicas y circulatorias son comple
tamente diferentes cuando se combina un esfuerzo muscu
lar con este ejercicio.
Practicado en las condiciones que describimos, deter
mina una disminución del ritmo del corazón, acompañado
de una sensación de calor en todo el cuerpo.

DI) Ejercicio de compresión y depresión alternados, del


aire intrapulmonar.
Este ejercicio puede servir en otorrinolaringología. Recor
demos que en ciertos casos de desórdenes de la circulación
en el oído, que provocan, por ejemplo, ruidos subjetivos, se
recomienda la insuflación: introduciendo una sonda en la
trompa de Eustaquio, se puede, con ayuda de una perilla
de goma, producir alternativamente una depresión y una
sobrepresión en el oído medio.Se obtendrá un resultado análogo
ensayando movimien-
tos de espiración forzada, oprimiendo la nariz mientras se
inspira. Las depresiones y compresiones alternadas se tras-
miten al oído medio si la trompa de Eustaquio no está
obstruida.
Una enferma curada por nosotros cuando asistíamos en
Pau al doctor Mangez suministró una observación particu-
larmente interesante. Presentaba zumbidos de oídos desde
cinco años atrás. Todos los tratamientos habían fracasado.
Cada vez que practicaba el ejercicio descrito, los zumbidos
desaparecían durante algunos instantes después.
Hemos obtenido, por otra parto, más adelante, una
curación completa, agregando ejercidos de respiración rít-
mica y ejercicios de la cabeza y el Cuello destinados a
aumentar la circulación de la cabeza.
Capítulo VI

El ejercicio fundamental

El ejercicio que vamos a describir es básico en la respiración


rítmica.
Los ejercicios que hemos descrito hasta aqui sólo deben
practicarse unos minutos cada uno. Por el contrario, el que
sigue puede ser practicado tanto tiempo como se desee.
¿Cómo ha sido establecido el ritmo que vamos a des
cribir? ¿Empíricamente? ¿O a partir de antecedentes que
escapan a nuestros modestos conocimientos? No interesa.
El hecho está. El ejercido que sigue puede ejecutarse hasta
varias horas seguidas sin que jamás provoque fatiga, des
orden circulatorio, perturbación nerviosa o desequilibrio
del P.H. sanguíneo, Generaciones de investigadores han
practicado perseverantemente este ejercicio, ejecutándolo
una o varias horas cada dia, durante años. ¡Tal es la pa
ciencia en Asia! Afirman que con él han obtenido aumen
to de vitalidad y de resistencia a todas las enfermedades;
que este ejercicio les ha mantenido jóvenes en la vejez, y
que prolonga la vida. Que despierta la inteligencia y el
corazón, si se une al ejercicio físico derta disciplina mental.
Toca a nosotros estimar con los elementos de la rien
da occidental en qué medida están justificadas dichas pre
tensiones, Pero es un deber de lealtad de la ciencia expe
rimental hacia lo que quizás es empirismo, examinar estos
hechos con toda buena fe.
Ejercicio:

Reiteramos, es muy simple: una inspiración igual a la es


piración, y entre la inspiración y la espiración una reten
ción cuya duración es igual A LA MITAD de la duración de
los otros tiempos.
Por ejemplo, al comienzo, si el enfermo tiene la respi
ración muy breve, podrá adoptar el ritmo siguiente:

Inspiración: 4 pulsaciones cardíacas


Retención: 2 pulsaciones cardiacas
Espiración: 4 pulsaciones cardiacas

Luego se aumentará progresivamente de tal suerte que


las relaciones entre los tiempos respiratorios permanecen
siempre iguales, según la fórmula:

Inspiración: X pulsaciones cardíacas


Retención. X/2 pulsaciones cardiacas
Espiración: X pulsaciones cardiacas

Se sobreentiende que sucédense numerosas respiracio


nes sin interrupción, con este ritmo.
Muchos sujetos poseen una capacidad natural pulmo
nar que les permite comenzar con el ritmo siguiente:

Inspiración: 8 pulsaciones cardiacas


Retención: 4 pulsaciones cardiacas
Espiración: 8 pulsaciones cardiacas

Hemos experimentado este ritmo sobre gran número


de sujetos de toda* las edades: jóvenes con aparente buena
Control del pensamiento durante
la respiración
Consideraremos esta cuestión sólo en la medida en que ella
sea indispensable para una mejor ejecución física de los
ejercicios.
Exista, en efecto, un conjunto de procedimientos que
permite obrar sobre el psiquismo, combinando la respira
ción rítmica con ciertas ejercicios mentales. Los estudiare
mos en la parte de esta obra dedicada a la utilización de
la respiración rítmica en psiquiatría.
Una de las objeciones qne puede hacerse al sistema que
exponemos, es que los ejercicios que indicamos son extre
madamente fastidiosos: ya parece penoso a algunos hacer
los dos o tres minutos; jpero media hora o m á s . . . ! Abso
lutamente imposible, dirán muchos, a la lectura de sus
descripciones.
Observemos ame todo que cuando el sujeto comienza a
ponerlos en práctica, repara, luego de algunos dias de en
trenamiento, que estos ejercicios son agradables y recon
fortantes, mucho más que lo que supone escuchar descri
birlos.
Lo que ciertamente es fastidioso es contar las propias
pulsaciones cardiacas: 1, 2, 3, etc.. . .
Algo mis grave: después de algunos instantes, el su
jeto se expune a caer en un estado vecino a la somnolencia
y ya no cuenta regularmente. Vendrán pensamientos in
controlados a interferir en la conciencia. Son todas causas
que amenazan perturbar la regularidad del ritmo.
Pero también el sujeto cuenta con la ventaja, cuando
ha asimilado suficientemente la técnica del ejercicio, de
poder modificarlo de la siguiente manera:
Reemplazará cada cifra por una palabra, formando el
conjunto una breve frase. Repetirá interiormente una pa-
labra a cada pulsación. Deberá, pues, construir la frase de
tal suerte que contenga tantas palabras como pulsaciones
cardíacas en una respiración del ritmo elegido.
Pero ¿qué frase deberá adoptar el enfermo? ¿sobre qué
pensamiento debe fijarse, apoyarse?
Evidentemente, debe serle ante todo agradable, dejando
la elección al enfermo y dándole sólo directivas.
Es necesario, asimismo, elegir el pensamiento de tal
suerte que despierte y vigorice lo que hay de más elevado
en el sujeto.
Esto es tanto más importante cuanto que el cerebro,
mejor oxigenado y recibiendo más sangre durante la res-
piración rítmica, producirá pensamientos más intensos y
más vibrantes.
¿Cuáles son los pensamientos que mejor convienen en
cada caso? Esto es lo que examinaremos en detalle en los
capítulos dedicados a la psiquiatría.
Digamos solamente que para la mejor ejecución del
ejercicio físico, que el sujeto debe pensar en la frase mien-
tras fija la atención sobre su repetición combinada con la
respiración.
Cuando advierta que no puede permanecer fijo en este
único pensamiento, debe hacer una corta pausa. Luego ele-
girá una nueva frase, que habrá preparado de antemano,
y recomenzará.
Y así, tan a menudo como pueda.
En lugar de elegir mía frase, algunos preferirán adop-
tar una o muy pocas palabras, de tal suerte que el conjunto
tenga el mismo número de sílabas que el de pulsaciones
en el tiempo respiratorio, y repetir una sílaba por pulsación.
Lo esencial es que, sea cual fuere el procedimiento, la
atención quede bien concentrada en una idea durante el
ejercicio
.I = X ; R = X / 2 ; E = X

Los efectos de este ejercicio son tínicos y psíquicos.


Estos efectos no pueden juzgarse después de un único
ejercicio, sino que son necesarias algunas semanas de tra
bajo regular para apreciarlos.
Sabemos que a la lectura de las líneas que siguen
algunos se asombrarán de la extensión de la acción de la
respiración rítmica. Es por ello que haremos algunas ob
servaciones sobre la función respiratoria para tratar de jus
tificar el alcance de este ejercicio.
La primera observación es de orden más bien filosó
fico.
Por medio de las funciones de nuestro organismo sólo
estamos en relación con el mundo exterior en forma inter
mitente: solamente en el estado de vigilia recibimos im
presiones exteriores por conducto de nuestros sentidos. Pero
durante el sueño no nos unen más que nuestros miembros
al ambiente. Por las funciones digestivas, sólo entramos en
relación con el medio exterior tres o cuatro veces por día.
Pero los pulmones nos unen sin cesar al aire del cual
extraemos la vida. Trabajan noche y día. ¿Y la circulación
de la sangre?, se dirá. Sí, ella trabaja sin cesar. Pero en
circuito cerrado. El corazón es el rey infatigable de nuestro
pequeño mundo interior. Sólo la respiración nos pone sin
pansa en unión ccn la naturaleza.
Si es verdad que ia vida es una llama, la respiración,
que le aporta el oxigeno sin cesar, es su factor preponde
rante, más que la digestión, que sólo aporta el carbono en
forma intermitente. Es probablemente el haber compren
dido o presentido más o menos estos hechos lo que hizo
que muchos grandes pensadores —y entre ellos todos los
fundadores de religiones— consideraran la respiración co-
mo el fenómeno característico, primordial de la vida.
Algunos, aún hasta el fundador de la antigua pero
siempre viviente religión zoroastriana, han hecho de la
respiración el sinónimo dé la vida.
Filosóficamente es, pues, normal, en 1oda perturbación
de esta vida, en toda enfermedad, intervenir ante todo y
sobre todo mediante la respiración. Pero el lector ya se
impacienta: no se curan las enfermedades con la filosofía.
Sin embargo, la ausencia de principios generales signa la
decadencia nuestra cultura. Por ello, antes de marchar
hacia nuevos horizontes, es menester preocuparse por esta-
blecer los principios que desde ahora nos servirán de punto
de apoyo en todos los dominios.

Segunda observación: control de la respiración por medio


de la voluntad.

Abordaremos ahora un argumento de un orden médico,


por ser fisiológico, antes de enfrentar argumentos que pro-
curarán ser fisiológicos y terapéuticos.

De todas las junciones de nuestra vida vegetativa, sólo una


obedece a nuestra voluntad; es la respiración.

En esto se hallará muy objetable que la micción y la defeca-


ción sean actos voluntarios. No podemos actuar directamen:e
sobre la secreción renal ni sobre los procesos químicos que
ocurren en el interior de nuestro intestino. Ni siquiera po-
demos actuar voluntariamente sobre los movimientos de
nuestro estómago.
Por el contrario, podemos modificar voluntariamente
los movimientos de nuestra caja toráxica y actuar así
sobre la composición química de la sangre.
De esto so deduce que cuando queremos actuar sobre
nuestra vida vegetativa por nuestra voluntad, ello sol" po-
drá ser por intermedio de nuestra respiración. Puede de
cirse que es una gran fortuna que la principal función
de la vida vegetativa sea al mismo tiempo aquella sobre
la cual ha tomado posesión más directamente nuestra
voluntad.
La función respiratoria establece, pues, la unión entre
nuestra vida de relación y nuestra vida vegetativa. Es un
hecho que, en nuestro sentir, adquirirá cada vez más im
portancia, tanto en fisiología como en psicología.
En tales condiciones la cuestión que se plantea no es
la de saber sobre qué actúa tal o cual riüño respiratorio,
sino cuál es su acción sobre cada una de las funciones de
la vida vegetativa.
Trataremos, pues, su acción sobre el sistema digestivo,
el sistema urinario, el sistema nervioso, el equilibrio ácido-
básico de la sangre y, por consiguiente, el metabolismo
cálcico; igualmente, que sobre el equilibrio simpático-para-
simpático, en la débil medida en que hemos podido realizar
esta investigación. Y también en cuanto a la tensión ar
terial.
No obstante, trataremos en lo posible de clasificar estas
acciones según su orden de aparición durante la práctica
de los ejercicios.

I Cfecto sobre la relajación muscular

Resultado más frecuente, en primer término, es el aumen


to de la relajación muscular durante el ejercicio. Esto se
puede constatar fácilmente. Entre los enfermos más inap
tos para efectuar esta relajación, después de algunos dias
o semanas de este trabajo, si se levanta un miembro du
rante el ejercicio, vuelve a caer pesadamente; si se le mue
ve, permanece absolutamnte pasivo.
De esta relajación resulta una sensación de descanso y
de'bienestar. Descanso muscular, evidentemente, pues los
músculos están relajados. Asi se explica que este ejercicio
permita reparar rápidamente las fuereas luego de un es
fuerzo muscular. Pero se sobreentiende que para lograr
esta rápida reparación de la fatiga muscular, debe estarse
entrenado en el ejercicio respiratorio en cuestión.
Reposo no solamente muscular, sino también nervioso
y que no tarda en reflejarse sobre el psiquismo; el curso
de los pensamientos disminuye y el espiritu se calma. Estu
diaremos el detalle de estos efectos y cómo obtener efectos
psíquicos en «1 capitulo dedicado a la utilización de la
respiración rítmica como terapéutica en psiquiatría.

Q Efecto sobre el sueño

Uno de los efectos más importantes de este ejercicio es


la acción sobre el sueño; no conocemos ningún paciente
que no lo haya señalado espontáneamente. Aún no pode
mos tratar de explicarlo; solamente constatamos.
Cuando el ejercicio de la noche es correctamente eje
cutado, un cuarto de hora o media hora por lo menos, el
sueño sobreviene muy a menudo rápidamente, luego del
ejercicio. A veces viene a interrumpirlo, con gran deses
peración del experimentador lleno de buena voluntad. El
sueño que sigue es más profundo y reparador; luego de
algunas semapas se advierte siempre una disminución, a
menudo una desaparición total, de los sueños. Al despertar,
el enfermo se siente descansado, y se comprende el interés
de estos ejercicios en psiquiatría, donde muchos neuróticos
se quejan de estar más fatigados al despertar que al acos
tarse. ¿A qué atribuir esto? Más adelante veremos la cu
riosa acción de la respiración rítmica sobre la circulación.
Es probable que estos ejercicios, ejecutados sobre todo en
posición acostada, aumenten la circulación en el cerebro,
facilitando asi al mismo tiempo que una desintoxicación
del sistema nervioso central, un aporte mayor de oxígeno y
carbono. Es posible que este aumento de la circulación ce
rebral persista durante el período del sueño que sigue a
la ejecución de los ejercicios. Ciertos enfermos acusan una
disminución de la duración del dueño, lo que se explica
fácilmente, puesto que tal sueño es más profundo.
III Acción en la circulación
I-a acción de este ritmo sobre la circulación es fácilmente
verifica ble: por una parte, acción sobre la circulación pe
riférica. Se la constata, por ejemplo, cuando las extremida
des están entorpecidas por el frío. Luego de algunos mi
nutos de es le ejercicio, la circulación se restablece normal
mente en ese lugar. También se puede constatar en los
arterio-escleróticos que presentan perturbaciones de la cir
culación periférica. Se obtiene, igualmente, una mejoría en
los casos de várices.
Se advierte durante estos ejercicios que las personas más
friolentas pueden permanecer inmóviles, descubiertas, con
fríos intensos, debajo de 0°. Mientras practiquen la res
piración rítmica no tienen frío, a condición de que el ritmo
sea suficientemente lento (16-8-16, por lo menos) y que
estén suficientemente entrenadas en estos ejercicios.
¿Cómo explicar esta mejoría de la circulación y el
aumento simultáneo de las combustiones?
Indudablemente que concurren a esto varios fenóme
nos. En particular, verosímilmente éste: durante una respi
ración normal la tensión arterial varía. Esto es debido al
llamado de la sangre a los pulmones durante la inspiración,
al reflujo de esta masa sanguínea bacía el corazón y de
allí hacia los vasos periféricos.
En una respiración rítmica, cuando el ritmo es 3, 4 ó
hasta 10 veces más lento que el ritmo habitual, este fenó
meno es muy aumentado. Por una parte el pulmón se lle
nará" mucho más de sangre en la inspiración, no sólo por
que todas sus partes se despliegan, sino también porque la
lentitud del ritmo deja a la sangre tiempc para llenar com
pletamente todos los vasos sanguíneos pulmonares.
En la retención, el pulmón permanecerá relativamente
mucho tiempo lleno de sangre. En la espiración, se vaciará
mucho más a fondo de la sangre que contiene, dado que
esta espiración se hace en tres tiempos, siguiendo los prin
cipios de la respiración completa.
Además, la circulación es aumentada por el siguiente
mecanismo:
Durante el apnea (retención) pulmones llenos, la pre
sión que ejerce la masa pulmonar sobre el corazón es más
débil que normalmente. En efecto, durante la respiración
común las costillas y el diafragma nunca ejercen una trac
ción centrifuga tan grande y extensa sobre las pleuras,
tracción que se trasmite por el tejido pulmonar y los bron
quios hasta la fase interna de los pulmones. Por tanto, el
corazón, sometido a una menor compresión, tendrá mayor
facilidad para llenarse de sangre en el momento del diástole
y para dilatarse pasivamente. Así se explica que la respi
ración rítmica pueda coadyuvar útilmente en muchas car
diopatías: al facilitar la circulación pulmonar y el llenado
del corazón, dcscongestiona el pulmón y el higado.
Y asi la “ola de sangre” que responde a cada respira
ción será considerablemente más importante en cantidad y
más lenta en su oscilación que en la respiración normal.
Será siempre mucho más regular. Así se explica proba
blemente que el flujo sanguíneo penetre mejor hasta las
extremidades del cuerpo.
La circulación se verá igualmente aumentada por una
ligera aceleración cardiaca, variando el pulso de 68 a 71.
Además, la tensión arterial aumenta de 13 1/2 -8 a 15-9
en un sujeto normal que hemos estudiado.
Las oscilaciones aumentan también: en un sujeto varían
de 5 Vi * 7. No obstante este resultado, no parece constante
en todos los sujetos. Resumiendo tales efectos en la circu
lación, podemos decir que ella es sencillamente más in
tensa, lo que no debe asombrar por tratarse de un ejer
cicio físico.
Este curioso ejercicio no implica ninguna sensación de
fatiga. Por el contrario, produce durante y después de su
práctica una sensación de descanso y de bienestar. Veremos
más adelante que la sangre se oxigpna durante el mismo.
Asi todos los tejidos reciben sangre más abundante, más
rica, y los ritmos que le imprimen la pulsación cardiaca y
la respiración son más acentuados. Este ejercicio no provo
ca ninguna fatiga. Así se explica su efecto vivificante sobre
todo el organismo.
Pero el órgano que más se beneficia es el cerebro.
La respiración rítmica es el único estado en que simul
táneamente el cerebro es invadido por sangre rica y se halla
libre de toda solicitación exterior, muscular y nerviosa, gra
cias a la relajación muscular, por lo menos desde que el
ejercicio se ha hecho suficientemente habitual como para
«er automático.

LA RESPIRACIÓN RÍTMICA ES, PUES, EL ESTADO MÁS PRO


PICIO al trabajo del ESPÍRITU. Veremos cómo se utiliza
especialmente con ese fin.
IV Acción en los cambios químicos
Comprenderemos más fácilmente la acción de la respi
ración en los cambios químicos, si atendemos a los dos
siguientes casos extremos-

1' En los casos de asfixia por obstrucción de las vías res


piratorias superiores, la composición del aire intra-pulmonar
es modificada: por una parte, el oxígeno disminuye y lue
go desaparece; por otra parte, la tensión CO 2 aumenta y la
sangre se enriquece en CO2.

2’ En los casos de hiper ventilación, tal como se la prac


tica en la hiperapnea, se produce exactamente lo con
trario.
Tal hiperventilación consiste en movimientos respirato
rios muy rápidos y medianamente más profundos que en
la respiración común. Menos que en la respiración com
pleta. La rapidez de estos movimientos tiene, evidente
mente, acción en la composición de aire alveolar, con re
lación a lo que sucede en la respiración normal. El CO 2
que se desprende de la sangre es rechazado muy rápida
mente, más rápidamente que en casos comunes.
De esto resulta que la relación de la tensión intraal
veolar en O2 al CO2 es mayor que normalmente.
El aire contiene relativamente menos CO 2.
Esto, agregado al hecho de que una mayor masa de san
gre es alcanzada por esta respiración un poco más profunda
que de costumbre, produce una rápida variación de la re
serva alcalina. Si ésta es insuficiente, resulta una variación
de PH sanguíneo que puede producir una variación del
calcio sanguíneo. Señalaremos en esta oportunidad cuánto
influye el ritmo respiratorio sobre todo el equilibrio quími
co del organismo. Se conoce, en efecto, la notable estabi
lidad del calcio sanguíneo en el hombre normal, y la hiper
apnea es tino de los procedimientos singulares de actuar
sobre ella.
Si el desequilibrio se acentúa, aparecen hormigueos,
picazones en los miembros. En los sujetos predispuestos,
puede presentarse una crisis de tetania.
Nos excusamos de recordar aquí hechos muy conocidos,
pero es precisamente su contraste lo que va a hacemos
captar la importancia y forma de acción de la respiración
rítmica.
3’ La respiración rítmica, en efecto, permite conciliar
estos dos fenómenos de apariencia contradictoria.

En la respiración completa el pulmón resulta más aireado


que en la prueba del hiperapnea, porque desplegándose en
forma extremadamente lenta y a fondo, puede llenarse de
aire en sus regiones más remotas.
Pero, por o'.ra parte, en razón de la lentitud misma del
ritmo, en razón del tiempo de apnea, sobre todo, el CO 2
desprendido permanece un largo instante en los alveolos.
Por tantOy la relación C0*/0* permanece sensiblemente
constante.
Haremos notar, finalmente, que ciertos enfermos pue
den al comienzo de la cura, emprender procedimientos
torpes. Aunque dotados de buena capacidad pulmonar que
les permiten un ritmo más prolongado, adoptan un ritmo
demasiado corto para su aliento, al practicar la respiración
completa que hemos descrito.
En estas condiciones no tardan en aparecer las per
turbaciones causadas por la hiperventilación pulmonar:
el enfermo acusa picazón en la extremidad de los dedos.
Es menester, se sobreentiende, que interrumpa inmedia
tamente un ejercicio tan mal llevado.
Pero estos accidentes nunca se producen en el enfermo
que sigue la regla dada más arriba:

Adoptar el ritmo más largo compatible con una respi


ración sin esfuerzo.
Medición de los cambios químicos

He aquí los rsultados de mediciones de los cambios ga


seosos efectuados sobre dos sujetos:
1er. Sujeto:

Experiencia A: Ritmo normal,


Volumen de aire espirado en 10 minutos: 79 lts. 10
Volumen de CO2 producido en 10 minutos; 2 lts. 519
Volumen de O2 consumido en 10 minutos: 3 lts. 329
Cociente respiratorio: 0,76

Experiencia B: Ritmo 16 8-16.


Volumen de aire espirado en JO1 minutos: 62 lts. 6
Volumen de CO3 producido en 10 minutos: 3lts. 374
Volumen do O2 consumido en 10 minutos: 4lts. 645
Cociente respiratorio: 0,74"
2do. Sujeto

Experiencia A: Ritmo normal.


Volumen de aire espirado en 10 minutos: 92lts 7
Volumen de CO® producido en 10minutos: 2lts. 390
Volumen da O® consumido en 10 minutos: 2lts. 610
Cociente respiratorio; 0,9
Experiencia B: Ritmo 16-8-16.
Volumen de aire espirado en 10minutos: 46 lts. 300
Volumen de CO2 producido en 10minutos; 2 lts. 520
Volumen de O2 ronsumido en 10minutos: 2 lis. 510
Cociente respiratorio: 0,89

Se advierte un resultado muy curioso en cuanto se leen


estas cifras.
Las dos experiencias concuerdan absolutamente: hay
al mismo tiempo un aumenta de los cambios y una
disminución de la ventilación.
Es bastante natural que haya un aumento de los cam
bios, puesto que el trabajo muscular es muy ligeramente
superior a lo normal. Y que este aumento sea posible aun
que la cantidad de aire que pasa por el pulmón sea menor
—mitad menor en el segundo caso—, esto es verosímilmente
la consecuencia de que en la respiración completa todas
las partes del pulmón trabajan al mismo tiempo. La super
ficie en contacto con la misma cantidad de aire será, pues,
considerable.
El órgano sano que trabaja sin exceso se fortifica; los
resultados de arriba indican, pues, que este ejercicio está
indicado en los casos de pretuberculosis pulmonar: no en
traña ninguna fatiga, al hacer trabajar esas partes del pul
món que, habitualmente no utilizadas, pueden ser el punto
de partida de una infección.
Ahora bien, en el ejercicio muscular normal, el cociente
respiratorio se eleva, desde el más ligero ejercicio, para
subir hasta 1 ó más con un ejercicio violento.
Este hecho nos permite preguntarnos si, en el aumento
de los cambios, no intervienen otras causas además del
ligero esfuerzo muscular.
A favor de esto cuenta el siguiente hecho, que estudia
remos más adelante: ciertos ejercicios de respiración rítmi
ca que no exigen más esfuerzo que el encarado —y hasta
más bien menos— permiten una elevación del cociente res
piratorio hasta proximidades de 1.
Esto indica que el ritmo respiratorio influye por si
mismo en los cambios. Pero es evidentemente muy difícil
disociar lo que proviene del ritmo respiratorio de lo que
proviene del esfuerzo muscular.
La aceleración de la circulación es indudablemente una
parte de este aumento de los cambios. Pero tal aceleración
es mínima. Si subrayamos que el menor aumento de los
cambios respiratorios debido a este trabajo muscular está
acompañado por un aumento importante del cociente res
piratorio, hay motivo para preguntarse sí la sangre no se
oxigena mejor en el curso de la respiración rítmica. La
sangre que sale de los pulmones está saturada en un 95 %
aproximadamente de oxígeno. Si está saturada a un 97 ó 98,
esto basta para explicar que los cambios aumenten sin que
el cociente varíe, mientras este aumento de los cambios no
sea muy considerable.
"Y es el aumento de la circulación periférica la causa
de la resistencia al frío que procura la respiración rít
mica.

V Acción en el metabolismo de las grasas

Es menester atribuir al aumento de la circulación durante


el ejercicio, la mejoría de las obesidades obtenida por estos
procedimientos.
Es un hecho de observación corriente que los obesos tie
nen la respiración corta. Porque son obesos, dicen algunos.
A decir verdad, es más bien, si se nos permite emplear
esta expresión, un círculo vicioso. Debido a la respiración
corta, el pulmón no trabaja suficientemente y no llena sus
funciones lipopéxica y lipolítica. Luego su grasa les ha
envuelto con un pesado carapacho que les ha impedido aún
más la respiración.
Por cierto que la gimnasia clásica da excelentes resul
tados en estos casos» y siempre la recomendamos a nuestros
pacientes. No obstante, en ciertos casos, ni. la modificación
de la alimentación ni la cultura física logran hacer adel
gazar al sujeto, ni los tratamientos endocrinos. Entonces
pensamos que algunos de estos casos se reducen a un mal
hábito respiratorio.
Cuando el enfermo trabaja, en estos casos, con balancé
nes o hace algún ejercicio que reclame un esfuerzo muscu
lar, muy a menudo desde un principio no abre completa
mente su caja toráxica como en la respiración completa
que hemos descrito. Luego consume el oxígeno aportado
por el suplemento de ventilación pulmonar en un esfuerzo
muscular, y las grasas permanecen intactas.
No sólo hemos visto a ciertos enfermos perder carnes
luego de algunas semanas de ejercicio de respiración rítmi
ca, sino que, más aún, no conocemos entre los que la prac
tican a ninguno o quien astorbe la grasa.
Se podría objetar a esto si las personas normales no se
consumirán o adelgazarán exageradamente.
No; sólo una falta de razonamiento permite suponerlo.
En efecto, el aumento de la circulación en un órgano
aumenta el trabajo propio de ese órgano: secreción de
orina en el riñón y pensamiento más lúcido en el cerebro.
Esto es precisamente, se puede decir, el trabajo propio de
la grasa, o sea ser consumida cada vez que las combustio
nes deben ser aumentadas, cada vez que la respiración rít
mica reabsorbe la grasa sin alcanzar los músculos y las
visceras y dejando subsistir las reservas indispensables.
Estos efectos de la respiración rítmica sobre la obesidad
se explican por el aumento de la circulación, que aporta
a la masa grasosa una sangre más abundante y mejor
oxigenada.
Agreguemos que una dosificación de colesterol antes y
después de un ejercicio que había durado tres cuartos de
hora, ha mostrado una muy ligera disminución: 1 gr 84
antes, 1 gr 78 al final.
VI Acción en la resistencia a las variaciones
de temperatura

A) Resistencia al frío.

Es natural que aumente mucho durante el ejercicio, puesto


que la circulación es más intensa y el aumento de los cam
bios de oxígeno y. carbono. Este resultado se obtiene sin
ejercicio de gimnasia violenta y fatigosa. Además, los ejer
cicios de respiración rítmica, una vez autorizados, compa
tibles con un trabajo intelectual, permiten una actividad
normal del pensamiento en una atmósfera cuya tempera
tura habitualmente la dificulta. Recordemos que los ejer
cicios de respiración rítmica pueden ser practicados una,
dos o tres horas sin interrupción^, o con interrupciones de
uno o dos minutos cada cuarto de hora. El interés práctico
se aprecia en la vida de cada uno.

B) Resistencia al calor.

Este ritmo respiratorio permite soportar sin incomodidad


grandes calores. Esto puede parecer contradictorio con lo
que hemos dicho anteriormente, o sea que Va respiración
rítmica aumenta la resistencia al frío. Sin embargo, el
hecho es ése. Todos los que lo han experimentado están
de acuerdo. La resistencia a las temperaturas elevadas es
debida a una mayor evaporación de vapor de agua al nivel
de los pulmones. Esta evaporación refrigera la masa san
guínea y es mucho más intensa en el aíre caliente que en
el frió; de ahí el efecto de adaptación térmica provocado
por la respiración rítmica.
Ahora podemos captar como la respiración rítmica pro
porciona una mayor resistencia a las diferencias de tempe
ratura en los dos sentidos: en los tejidos, por ser las com
bustiones más intensas debido al mayor aporte de sangre
rica, la sangre se calentará más. En los pulmones, es más
enfriada y el equilibrio permanece igual, pero es más es
table porque el número de colorías en juego es más con
siderable.
Volvemos a hallar respecto del equilibrio calórico lo
que ya hemos visto a propósito del equilibrio químico,
principio fundamental de la acción fisiológica de la res
piración rítmica, cierto, sobre todo para el ritmo que
consideramos aquí:

El ritmo: I = X; R =r X/2; E — X, aumenta todos


los procesos biológicos, conservándolos en el mismo equili
brio relativo.

VII Acción en los sistemas digestivo y urinario

Ya hemos tratado esta acción al estudiar la respiración


diafragmática, y no vot /eremos sobre aquello pues se so-
breentiende que en toda respiración rítmica la respiración
es completa y, por tanto, para un tercio diafragmática.
Recordemos, sin embargo, que el aumento de la circulación
general actuará particularmente en forma definida sobre
la diuresis. La orina es más abundante y más clara des-
pués de los ejercicios.

VIII Acción en el sistema nervioso

Esta acción proviene, de una parte, de la mejoría de la


circulación y los cambios químicos en los centros nerviosos;
por la otra, de la acción calmante de la regularidad del
ritmo. Hay que señalar que la disminución del ritmo su
merge al sujeto en un caso análogo a lo que se produce por
la sección del vago, y hay motivo de preguntarse cuáles
son las consecuencias de esto sobre el equilibrio vago
simpático.
IX Acción en el pulmón

Acción preventiva de lesiones pulmonares, puesto que tra


hajan todas las partes del pulmón. Esto evitará la atrofia
relativa de una cresta o de una base. En general, las lesio
nes aparecen en regiones que trabajan poco.
La mayor vascularización del pulmón, cuyo mecanis
mo hemos explicado a propósito de la acción de la respi
ración rítmica en la circulación, lo hace resistente a toda
infección microbiana.
Finalmente, estos métodos son particularmente reco
mendados en el asma y en el enfisema. No podemos ex
tendernos sobre esta cuestión, que exigiría por sí sola un
volumen.

X Acción en la electricidad pulmonar

El potencial eléctrico del pulmón varía según el tiempo


respiratorio, como lo ha probado Tchjevoky: “Los pulmo
nes. . . adquieren en su superficie externa un potencial
eléctrico de signo negativo... La carga desaparece cuando
los pulmones se vuelven a cerrar, para reaparecer a su
expansión. Este fenómeno se ha develado con el galvanó
metro . .. Ahora llegamos a una conclusión de importancia
muy particular para la fisiología: los pulmones son la fuen
te de la energía eléctrica que introducen en el organismo
bajo la forma de cargas eléctricas de signo negativo”.
(Citado en la Enciclopedia médico-quirúrgica.)
Si la carga aparece en la inspiración, es verosímil que
cuanto más amplia sea ésta, más grande será aquélla
Aumenta la cantidad de electricidad introducida en el or
ganismo.
Se ha demostrado que el nervio vago.es recorrido por
una corriente eléctrica sincronizada con la respiración.
Y así el impulso eléctrico que nace del ritmo respiratorio
se propaga, por lo menos, a los centros principales; verosí
milmente a todo el organismo, siendo conductor el conjunto
del cuerpo humano. Se concibe, pues, que el aumento de
intensidad y de amplitud de la oscilación eléctrica sincro
nizada con la respiración rítmica alcance todas las células
¿En qué sentido actúa? Su análisis corresponderá a inves
tigaciones ulteriores. Lo que desde ahora es posible afirmar,
deduciéndolo de las leyes elementales de la física y de la
biología, es que esta acción -es más intensa en la respiración
rítmica que en la respiración normal, puesto que el ritmo
es más regular.
Jamás hemos observado casos en que la respiración
rítmica fuera nociva. Por el contrarío, son numerosos los
casos de mejoría que no es atribuible a una modificación
de los cambios y difícilmente a una mejoría de la circu
lación. Quizás sea en estos fenómenos eléctricos donde hay
que buscar la explicación. En todos los casos este efecto
parece ser favorable.
$i recordamos que estas experiencias que prueban que
la resistencia del organismo a las corrientes eléctricas pue
de, en cierta medida, variar a voluntad —por ejemplo, la
resistencia en ohms es mayor en un individuo prevenido
que va a ser sometido a la experiencia, sobre todo si está
entrenado—, comprenderemos cómo es posible aumentar el
efecto de la respiración rítmica en un órgano más que otro,
dirigiendo el pensamiento hacia este órgano durante el
ejercicio 1.
1
Nuevas Investigaciones sobre los efectos eléctricos, y en particular electro
encefalograficos de la resplración rítmica y de la concentración mental, se han
hecho posteriormente. (Ver a este respecto nuestro artículo aparecido en la
revista Higiene y Medicina Escolar, N° 2 1951*, págs 89 y siguientes)
.

Capítulo VIl

Algunos ritmos particulares

Describiremos ahora otro ejercicio de respiración rítmica,


utilizado por el doctor Hanish en Alemania y en América
y experimentado en miles de sujetos. Lo hemos experimen
tada personalmente muy poco, porque,, a nuestro parecer,
representa un, equilibrio no tan bueno de los tiempos respi
ratorios como el ejercicio que hemos indicado como princi
pal. El ritmo que sigue se halla más alejado del ritmo fisio
lógico común.
Sin embargo, es probable que este ejercicio sea más
conveniente en ciertos casos. Pensamos que el futuro per
mitirá precisar cuáles, mediante un estudio detallado de la
acción fisiológica y química de cada uno.
La diferencia con el ejercicio fundamental que hemos
dado estriba en la existencia de un tiempo de apnea suple
mentario entre la aspiración y la inspiración de la misma
duración que el apnea (o retención) que hay entre la ins
piración y la espiración. Es, pues, un ritmo a cuatro tiem
pos, en tanjo que el ritmo que habíamos indicado prece
dentemente era a tres tiempos.
El doctor Hanish aconseja atenerse a las siguientes
cifras:
7 Inspiración pulsaciones cardíacas
3 Primera retención pulsaciones cardíacas.
7 Espiración pulsaciones cardiacas
3 Segunda retención pulsaciones cardiacas (1)
1
Aunque las primeras ediciones de El Arte de la Respiración del, doctor
Hanish llevan e1 ritmo mencionado arriba, ritmo tradicional en Oriente, el
doctor Hanish, según la experiencia adquirida en las Comunidades de Sabi
duría y Estudios, habla advertido que el ritmo 7-1-7-1 convenía a nuestra civilización.

Ejercicio para practicar durante tres minutos, mañana


y noche, y varias veces en el curso del día.
Finalmente, terminaremos los ejercicios de respiración
rítmica propiamente dichos por medio de un ejercicio que
tiene un alcance fisiológico considerable.
Es bastante difícil de ejecutar, aunque lo presentamos
bajo una forma adaptada a la cultura europea; además
exige, para ser ejecutado sin peligro, que los pulmones y
el corazón estén en buen estado.
Ningún beneficio resulta de los primeros tiempos, por
que toda la atención se encuentra llevada a la ejecución
correcta del movimiento. Pero una vez adquirido el hábito,
es fácil y agradable.
Ritmo a
Inspiración: 4 pulsaciones cardíacas tres tiempos
desiguales
Retención, pulmón lleno: 16 pulsaciones cardíacas como el
Espiración: 8 pulsaciones cardiacas siguiente:

Inspiración: 4 pulsaciones cardíacas


Retención, pulmón lleno: 16 pulsaciones cardíacas
Espiración: 8 pulsaciones cardiacas

Aunque las cifras dadas aqui sean experimentalmente


lás más favorables, lo que interesa es conservar les rela
ciones de los tiempos. Por ello, al comienzo será más fácil
principiar por:

Inspiración: 3 pulsaciones cardiacas


Retención: 12 pulsaciones cardiacas
Espiración: 6 pulsaciones cardíacas

Sujetos muy entrenados podrán aumentar hasta:


Inspiración: 8 pulsaciones cardiacas
Retención: 32 pulsaciones cardiacas
Espiración: 16 pulsaciones cardiacas

Señalaremos, de paso, que los orientales lo ejecutan


normalmente en la forma siguiente.

Inspiración: 16 pulsaciones cardiacas


Retención: 64 pulsaciones cardiacas
Espiración: 32 pulsaciones cardiacas

No se puede exigir esto de los europeos, que todavía


no han dirigido su cultura hacia el perfeccionamiento indi
vidual, sino hacia el dominio del mundo exterior.
Este ritmo debe ser ejecutado mañana y noche, doce
respiraciones seguidas aproximadamente al comienzo y
luego aumentar progresivamente hasta un cuarto de ho
ra y más.
A menudo se combina este ejercicio con una maniobra
que parecerá muy curiosa, hasta quizás extraña. No obs
tante permite una excitación ligera alternativa de todos los
filetes nerviosos, tan numerosos en la mucosa nasal. Estan
do el sujeto sentado, practica el ejercicio en cuestión y al
mismo tiempo:
Durante la inspiración, comprime la ventana izquierda
de la nariz con el pulgar y aspira por la derecha.
Durante la espiración, comprime la ventana derecha
con. el índice y espira por la izquierda.
Luego aspira de nuevo por la ventana izquierda y espira
por la derecha.
Enseguida recomienza el ciclo.
Una de las virtudes que tiene este ritmo es la de ser
antiespasmódico, en dos aspectos:

1° Nervioso: Porque la espiración es más larga que la


inspiración (V. Cap. V, Ejercicio A).

2* Químico: La amplitud de la retención aumenta la ten


sión en CO2 pulmonar. Por consiguiente, el CO2 sanguíneo
será más elevado. Esto, con sangre normal, o más o menos
oxigenada, puesto que el sujeto practica siempre la respi
ración completa. El ritmo 4-16-18 permite obtener una
sangre normalmente oxigenada y más cargada de CO2.
De esto se deduce otro fenómeno fisiológico: aumento
de la reserva alcalina, que basta para curar a los sujetos
espasmófilos por hipocalcemia.
He aquí los resultados de las mediciones de los cambios
gaseosos experimenlados durante-este ejercicio-.

SUJETO A
1° Experiencia. — Respiración normal:
CO2 producido en 10 minutos: 2 lts. 080
O2 consumido en 10 minutos: 2 lts. 481
Cociente Respiratorio: 0,84

2° Experiencia. — Ritmo 4-16-8:


CO2 producido en 10 minutos: 2 lts. 427
O2 consumido en 10 minutos: 2 lts. 777
Cociente Respiratorio: 0,87

SUJETO a
1* Experiencia. — Respiración normal;
CO2 producido : 2 lts. 390
O2 consumido: 2 lts. 610
Cociente Respiratorio: 0,91

2* Experiencia. — Ritmo 4-16-8:


CO3 producidó : 2 lts. 66
O2 consumido: 1 lt 720
Cociente Respiratorio: 0,98
Por este ritmo se obtiene un aumento del cociente respi
ratorio, particularmente definido en la última medida. Este
aumento no se debe al trabajo muscular, porque hemos
visto que el ritmo 16-8-16 1 no modifica en nada el C. R.
aunque exija por lo menos un trabajo igualmente consi
derable. Asimismo, ritmos como el de 4-16-8 modifican los
cambios gaseosos por otros procesos.
¿Conviene recomendar este ejercicio a enfermos cuyo
C. R| es demasiado bajo?, ¿los diabéticos por ejemplo? Sí,
ciertamente, pues el ascenso del C. R. por el ritmo 4-16-S
responde a una mejor utilización de las grasas y glúcidos
ingeridos. Podrá compensarse la deficiencia del organismo
en utilizarlos, practicando este ejercido en las horas finales
de la digestión.
Recordemos un caso de curación, mediante el ritmo
4-16-8, que podría llamarse milagroso.
Se trataba de esclerosis en placas. Esta enfermedad,
absolutamente incurable por la ciencia moderna, evoluciona
por impulsos sucesivos, entrecortados con mejorías aparen
tes de varios meses. A cada nueva mejoría renace la espe
ranza del enfermo, esperanza pronto defraudada.
Ahora bien, el caso mencionado no se trató de una
mejoría, sino de una curación casi total, que persistió
durante años y hasta la muerte, sobrevenida por causa
diferente.
La enfermedad comienza en 1937: desórdenes al cami
nar, hormigueos, perturbaciones de la sensibilidad subje
tiva, M. B.... titubeaba al andar. Consultó a su médico y
luego al Profesor Morías, que coinciden en que se trata de
esclerosis en placas, luego de la punción lumbar.
En 1938. el Profesor Morera, agregado, llega a la misma conclusión.
de esclerosis en placas.
En. 1939, M. B... es atendido en Tenon por Lefevre, ex asistente
del Profesor Tinel, quien confirma el diagnóstico de esclerosis en

1 VER PÁGINA 50
.
placas. Se le somete entonces a tratamiento de rayos X e inyecciones
de naiodina, que lo fatigan mucho, sin resultado. Los malestares
continúan agravándose: temblores involuntarios, desórdenes cerebe
losos, predominantes en los miembros inferiores. Las fases de mejoría
son de corta duración.
En noviembre de 1940, guarda cama, y no se volverá a levantar
hasta su curación definitiva.
Presenta entonces incontinencia de esfínteres, una paraplegia
espasmódica, con un poco de atrofia muscular; desórdenes respira
torios: bronquitis y puntos de congestión pulmonar frecuentes. El
pronóstico aparecia muy desfavorable.
En ese momento de desesperación decisiva, la familia pidió
consejo a un discípulo de Peter Deuaov. Este ordenó él ritmo 4-16-8
mañana y noche, al comienzo ocho veces solamente, luego doce,
luego algunos minutos- ‘Le explicó que su enfermedad provenía de
haber sido muy duro en su vida pasada y en la falta de sensibilidad.
La médula espinal, centro de la sensibilidad, se había endurecido en
la vida presente por el endurecimiento anterior de su alma. Debia,
para curarse, concentrarse cada dia sobre esta idea, y sobre la qué se
deriva de inmediato: curar ante todo la dureza del alma por la
bondad, la sensibilidad hacia loa demás, y a la larga, esta curación
del alma se reflejaría sobre el cuerpo. Pidió igualmente al enfermo
que imaginara oleadas de luz atravesando su columna vertebral y
sus miembros inferiores.
Estas observaciones que, en la época podían parecer asombrosas,
entran en el cuadro actual de las investigaciones de la medicina
psicosomática los nuevos procedimientos de sugestión y los análisis
psicofiricoe. Por ello los citamos aquí, aunque parezcan más filosóficos
que médicos y con un espíritu de objetividad científica que requiere
que los hechos sean expuestos tales como han sido.
M. B. es adversario de las ciencias ocultas y hasta de la religión,
y no cree en la eficacia del tratamiento. Sólo a instancias de su
familia, y para complacerla, aceptó hacer los ejercicios.
Una semana después, comienza a mover un poco los dedos de
los pies.
En marzo de 1941, levanta el pie por encima de la cama. Sólo
entonces recupera algo de confianza y practica los ejercicios con un
principio de convicción.
En agosto de 1941 marcha con dos bastones y difícilmente.
En diciembre de 1942, camina con un bastón, y desciende esca
leras.
En el curso de 1943, la curación era prácticamente total. Sólo
conservaba un bastón por hábito, pero podia prescindir de él Volvió
a su trabajo.

Es importante subrayar que la curación no se hizo por impulsos


sucesivos, interrumpidos por recaídas o escalones, sino, por el contra
rio, en uns mejoría lente y de continuidad notable, que no es la
terminación habitual de las enfermedades que se curan solas o bajo
el efecto de tratamientos clásicos.
El enfermo presentó luego una salud normal, aunque siempre
tan predispuesto a las bronquitis como antes de su enfermedad. Fa
lleció el 5 de enero 1949, probablemente de una embolia, cuando
convalecía de la grippe contraída durante la epidemia que produjo
tantas muertes ese año.
En resumen, de 1937 a 1941, M. B. presentó una escle
rosis en placas, diagnóstico confirmado por varios profesores
de Facultad. Esta esclerosis se agravó por impulsos sucesi
vos, de tal suerte que en 1941 no parecía que la evolución
pudiera prolongarse. Desde la práctica de los ejercicios res
piratorios 4-16-8 y las concentraciones mentales adaptadas
a su caso, sobrevino la curación, progresivamente, hasta
llegar a ser casi perfecta.
Esta observación merecería ser estudiada mucho más
en detalle, porque deja suponer relaciones desconocidas en
tre la respiración, el pensamiento y el sistema nervioso.
Si la curación se debe efectivamente a los ejercicios, la com
prensión del mecanismo abriría la puerta a innumerables
aplicaciones terapéuticas 1.

Hemos pasado revista a algunos de los principales ejer


cicios físicos de respiración rítmica. Hemos indicado algunos
de sus efectos fisicos; no obstante, antes de terminar quere
mos precisar algunas precauciones a tomar, porque es prin
cipio tanto en física como en biología, que una fuerza sea
tanto más peligrosa cuanto más activa. Sucede a veces que
luego de algunas semanas de tratamiento, el enfermo, no
obstante su buena voluntad evidente» no puede continuar:
los ejercidos no le producen ningún bienestar, sino, por
el contrario, una especie de repulsión.
Es menester, entonces, dejar al enfermo en libertad de
continuar o no. En general, luego de un descanso de dos
o tres dias, una semana a lo sumo, volverá a emprenderlos
con placer.
¿A qué se debe esta detención?
Presumiblemente, el organismo no puede adaptarse sino
en forma progresiva a esta nueva forma de trabajo.
Sin embargo, si persiste la repulsión, el médico debe
saber si ha dosificado mal los ejercidos ó si el enfermo los
ejecuta incorrectamente.
Problema delicado para el terapeuta es el saber dife
renciar de una simple pereza’ esta resistenda que sobreviene
en los pacientes de mejor voluntad. Porque toda la difi
cultad para el que dirige la curadón consiste en saber res
petar al mismo tiempo estas dos reglas.

“Nunca se debe forzaraunque “lo que es inerte, hay


que sacudirlo”.
Capítulo VIII

Utilización de la respiración rítmica


en la educación psicológica
Ritmo y pensamiento
I Influencia de la respiración rítmica
en el pensamiento

Hemos estudiado hasta aquí la acción física de la respi


ración rítmica. Por aquélla hemos comprendido cuáles po
dían ser algunas de las causas de estos efectos sobre el
1
Con autorización de la familia, tenemos a disposición de los investiga
dores, en particular los médicos que lo desearan, las referencias complementa
rías, sobre todo las que permitirían reconocer las observaciones en los archivos
de los hospitales.
pensamiento.

A Durante el jarcíelo de respiración rítmica, la circulación


en el cerebro es más abundante.

B La sangre que llega es más rica en oxigeno. Es más


rica, también, en gas carbónico. Las combustiones en este
órgano son, pues, más intensas.
Aporte más abundante de una sangre más rica, en el
cerebro. He ahí las mejores condiciones físicas y químicas
para el funcionamiento del pensamiento.

C Por otra parte, los músculos están relajados. Esta rela


jación, con un poco de entrenamiento, sobrepasa en mucho
la obtenida sin tal ejercicio. La ausencia de contracciones
musculares descarta las excita dones nerviosas que, partían
do del músculo, podrían afectar la atención del sujeto. Y es
to también favorece la fijación del pensamiento sobre tana
sola idea,

D Por último, la regularidad del ritmo respiratorio es un


factor muy importante que ayuda a fijar la atención.
He aquí su explicación;
El efecto del pensamiento en la respiración es indis
cutible: un shock emotivo y la respiración se interrumpe
aún antes que el corazón haya tenido tiempo de acelerarse.
Cuando experimentamos un sentimiento de profunda admi
ración como ante un paisaje grandioso, nuestra respiración
espontáneamente se hace lenta y profunda. Es un hecho
que cada uno de nosotros puede constatar por si mismo. Por
el contrario, en la angustia, la respiración se acelera.
La inversa es igualmente cierta: influencia de la respi
ración en el encadenamiento de los pensamientos, aunque
este último proceso sea menos corriente.
Sin embargo, una respiración lenta y profunda calma
casi de inmediato la agitación más desordenada.
Asimismo, la regularidad del ritmo respiratorio influye
en la facultad de atención.
Para comprender por qué mecanismo, observemos esto:
si trabajamos y no lejós de nosotros se produce un ruido
regular al que estamos habituados, no le prestamos ninguna
atención y podemos continuar nuestro trabajo sin siquiera
p<*rcibirlo. El ruido se hace irregular durante unos instan
tes; de inmediato lo advertimos y nuestra atención se des
vía del trabajo.
Un caso análogo es el de la persona despertada por la
ausencia del ruido regular al cual estaba habituada.
Volvamos a nuestro primer ejemplo. El ruido escuchado
durante el trabajo puede ser comparado, por sus efectos,
a un movimiento respiratorio. En efecto, del juego de los
músculos toróxicos, del aire que hiere las mucosas en la
inspiración, nace un conjunto de excitaciones que se elevan
hasta la conciencia y tienden a desviar el pensamiento del
objeto.
No debemos asombramos, pues, por el hecho siguiente
que habrá de mostrar una introspección paciente e impar,
cial: cuando la atención está fijada sobre el trabajo del
pensamiento que el sujeto se ha dado voluntariamente, los
pensamientos interocurrentes, las distracciones, sobrevienen
en ocasión de un cambio del tiempo respiratorio. Esto ex
plica, quizás, que los sabios del Asia enseñen que los pen
samientos entran y solen del hombre con el aliento.
Hemos comprendido por qué se puede comparar el mo
vimiento respiratorio con un ruido exterior. Ambos son
una excitación exterior a la conciencia del sujeto.
Ahora bien, si es cierto que cuando el ruido es regular
la atención se desvia menos, resulta evidente que la misma
permanecerá tan lo más fija en un pensamiento cuanto la
respiración sea más regular.
Esto explica la opinión de los orientales de que:
La respiración rítmica libera él pensamiento de las
contingencias Orgánicas.
Resumiendo.- cerebro mejor nutrido por sangre más rica
y más abundante; disminución de las excitaciones fisioló
gicas (contracciones musculares, irregularidades respirato
rias), las más aptas para influir sobre el curso de los pen
samientos. He ahí por qué:
La respiración rítmica es el estado fisiológico más favo
rable para la actividad del pensamiento.

II Influencia del ritmo del pensamiento sobre


el pensamiento mismo

Recordemos el ejercicio fundamental. Hemos indicado cómo


era necesario controlar el pensamiento durante la respira
ción. Recordemos: repetir una palabra sobre cada pulsación
cardiaca* formando el conjunto una frase corta. Habrá,
pues, tantas palabras en la frase como pulsaciones cardíacas
en el ritmo respiratorio elegido.
Hemos descrípto este procedimiento, por lo ameno y
cómodo que hace al ejercicio, sin alterar su ritmo.
Y ahora planteamos otra cuestión:
¿Qué efecto ejerce el ritmo en el pensamiento?
R>r una parte, si observamos la naturaleza, vemos que
todos los fenómenos importantes son rítmicos: movimientos
del sol, de los planetas y de las mareas. Todos los fenóme
nos vitales de crecimiento y conservación son regulares.
Por otra parte, en la educación actual, la vida interior
del hombre es absolutamente arrítmica: los pensamientos y
las emociones se suceden sin tregua, desiguales, en duración
y en intensidad, irregulares en su repetición. Es un ver
dadero caos.
Si queremos, pues, que nuestro pensamiento adquiera
el poder y la vida, es menester que se someta a un ritmo
regular.
Del mismo modo que dando un ligero impulso a cada
oscilación de un columpio, adquiere un movimiento cada
vez más intenso, si repetimos un pensamiento regularmente
y nos concentramos en él un poco más, éste aumentaré en
poder y lo viviremos más intensamente.
IH Consecuencias del sincronismo entre
el pensamiento y la respiración

A) En el pensamiento
Del hecho de que el ritmo del pensamiento sea sincrónico con
la respiración, resulta que uno refuerza al otro.
¿Qué son dos cuerdas al unísono? Dos cuerdas cuyo
tiempo de vibración es el mismo. Haced vibrar a uno y el
otro también vibrará. La energía suministrada a uno la
volveremos a hallar en el otro.
Lo mismo ocurre en la energía física que proporciona
el cuerpo, una parte de la cual es utilizada en los movi
mientos respiratorios y que será trasmitida al pensamiento,
si éste se halla en el mismo ritmo. Hay, pues, una verda
dera transferencia de energía física a la energía psíquica.
Esta transferencia no debe asombramos. El pensamien
to surge mediante el aporte de sangre al cerebro, y será
tanto más definido cuanto más rica sea la sangre. Esta
transformación da la energía física en energía psíquica es
la condición necesaria para que el pensamiento pueda ma
nifestarse. Ello no perturba el problema del origen del pen
samiento, sino solamente sus condiciones de manifestación,
en la conciencia de vigilia. Hemos visto su influencia sobre
la tensión arterial al estudiar la acción de la respiración
rítmica en la circulación. Recordemos que, ritmada a cada
respiración, una masa sanguínea es enviada a todo el orga
nismo. Esta variación de tensión es más importante en
cantidad, más lenta en ritmo y más regular durante la res
piración rítmica y, naturalmente, el cerebro la experimenta
tanto como los otros órganos, si no más.
Ahora bien, en el pensamiento ritmado con la respira
ción, como indicamos, ritma asimismo con esta variación
de tensión intracerebral. Cada pensamiento es emitido
regularmente, sincrónico con el influjo sanguíneo suple
mentario.
Nos encontramos en condiciones óptimas, con este sin
cronismo, para la transferencia de la energía psíquica.
B) En él cuerpo físico

Hasta aquí sólo hemos explicado las ventajas con respecto


a la vida del pensamiento, debidas a la práctica dei ejer
cicio que hemos descrito. Vamos ahora a tratar de mostrar
cuánto más activa sobre el cuerpo es la influencia del pen
samiento asi ritmado.
Hemos dicho que es menester elegirlo tal, que sea
agradable al paciente y se dirija a sus más elevadas as
piraciones.
Alguien podría replicar:
—(Pero esto es simple autosugestión!
Sí, es autosugestión.
Importa poco que se la considere eficaz o no. Trata
remos de demostrar por qué los que no la consideran eficaz
practicada bajo su forma habitual, tendrían ahora razones
para creerlo. Por supuesto, los que la creen eficaz, verán
su acción reforzada considerablemente.
En efecto, una de las diferencias entre la autosugestión
habitual y la combinada cor. la respiración rítmica, reside
esencialmente en el ritmo del pensamiento y su armonía
con el del cuerpo.
La autosugestión en forma habitual es absolutamente
arrítmica.
Señalemos que todo lo que es rítmico es organizador
de lo inerte.
Recordemos la experiencia de Lissajou, que consiste en
espolvorear una membrana metálica con polvo de licopodio
y en hacer vibrar ía membrana con un arco. El polvo se
organiza en líneas geométricas precisas, obedeciendo ai
arco: si éste ataca aquí o allá, se obtienen elipses u otras
figuras.
Una ley análoga actúa en psicología: los jefes de pue
blos que, en ciertos países, logran en la masa un ritmo
colectivo —ritmo impuesto por cantos en común y per la
repetición medida del mismo gesto—; estos jefes obtienen
la organización y el dominio absoluto de esa especie de
“polvo de individuos”.
Lo que es cierto colectivamente, lo es también indivi
dua Imente.
La repetición ritmada otorga al pensamiento un poder
organizador y dominador sobre los otros pensamientos y
sobre las reacciones del cuerpo.
A este pensamiento rítmico vienen a unirse los demás
y a subordinarse; y si lo hemos elegido como ideal nuestro
las menores fuerzas de nuestro ser tenderán desde entonces
a realizarlo.
El fracaso o el semifracaso de los métodos de autosuges
tión comunes debe atribuirse, en nuestro parecer, a la
arritmia con que se les practica corrientemente, por lo me
nos en medicina. Desde los tiempos más remotos, las reli
giones han utilizado en el ruego las letanías y las invo
caciones una especie de autosugestión ritmada sobre la cual
convendría hacer un estudio científico.
Es hora de volver hacia las civilizaciones creadoras y
fecundas, en las que se honraba al espíritu como al gran
liberador. Es hora de reunir los restos dispersos en nuestra
ciencia y confundidos como exprofeso, y que prueban que
el cuerpo del hombre es lo que el hombre ha hecho de él
que prueban que cada uno de nuestros pensamientos se re
fleja sobre él y le predispone a la salud o la enfermedad,
por no decir que las crea.
Es muy conocida la influencia de los estados psicoló
gicos sobre la tensión arterial.
La influencia de los pensamientos en la electricidad
cerebral ha sido comprobada por los electroencefalogramas.
Estos señalan variaciones de amplitud según que el sujeto
esté en reposo mental o sumergido en un sueño o recaba
un shock emotivo.
Hasta sobre las glándulas endocrinas tiene acción el
psiquismo: es muy sabido que la cólera provoca una des
carga de adrenalina al actuar sobre las suprarrenales,
El futuro nos mostrará sin duda la acción de los diferentes
estados psicológicos sobre cada glándula endocrina.
Expongamos ahora la cuestión siguiente:
¿Cuáles son las mejores condiciones para que el psi
quismo actúo sobre lo físico? ¿Lo puede la autosugestión
común? Esta es una cuestión que no definiremos, es dema
liado debatida. En todo caso, si lo puede, es en muy débil
medida.
Pero recordemos los principios de la armonía.
Si hago vibrar sobre un arpa la nota do, por ejemplo,
el mismo do de un arpa vecina entra en vibración.
Un hecho «análogo se observa en las relaciones entre lo
físico y lo psíquico. Generalmente están absolutamente en
desacuerdo porque no se trabaja sobre el ritmo de los pen
samientos; el movimiento de nuestros pensamientos es más
rápido que el de nuestros gestos, casi siempre, por ser
éstas dos actividades arrítmicas.
Ahora que hemos captado la importancia del ritmo del
pensamiento y la importancia para el pensamiento de su
acuerdo rítmico con el del cuerpo físico en la respiración,
examinemos las consecuencias de este acuerdo.
Cuando el pensamiento y la respiración son sincrónicos,
esté lograda la óptima condición para que la energía psí
quica actúe sobre el cuerpo. Si es cierto que el estado de
nuestros pensamientos y de nuestros sentimientos influye
en nuestro cuerpo, con mayor razón influye cuando uno
trabaja sobre el de otro.
Hemos visto en el prólogo cómo es posible realizar una
gimnasia en que cada gesto se ejecuta con pensamiento con
creto. Por el momento, volvamos a la respiración rítmica,
dejando bien en claro que cuando es acompasada con el
pensamiento, nos hallamos en las mejores condiciones para
que éste actúe sobre el cuerpo físico.
Señalemos, entonces, que si queremos actuar por el pen
samiento sobre un órgano determinado, tenemos allí, si se
puede hacer esta comparación, tres octavas: el psiquismo,
el ritmo respiratorio y el órgano sobre el cual hay que
actuar. Entonces la respiración juega el rol de órgano de
enlace entre el pensamiento y el cuerpo.
IV La elección de los pensamientos

La autosugestión rutinaria nos hace repetir a veces flagran


tes absurdos. ¿Qué enfermo baldado de dolores puede repe
tir en serio eso de que “me va muy bien”? Quizás el inte
lecto, pero ni el corazón ni el entusiasmo participan en
este enorme autoengaño. Y si luego repite “me va muy
bien” es porque en el fondo sabe justamente muy bien que
está enfermo, cosa que aumenta en él la familiaridad con
la enfermedad.
Es menester captar el detalle de este mecanismo psico
lógico para sondear el abismo que existe entre la autosuges
tión común y los métodos que vamos a exponer; sobre todo
para evitar que la respiración no se convierta en un ar
ma de dos filos, capaz de desequilibrar a muchas personas
normales.
En la respiración rítmica, el terapeuta cuidará de su
gerir al enfermo una frase siempre conforme a la verdad
y muy simple.
Es evidente que extraemos la vida del aire. Sobre esto
el sujeto puede meditar durante la respiración rítmica.
He aquí el ejemplo de una posible meditación (en el
ritmo 8-4-8):
Inspiración: Yo saco vida, salud, actividad de este aire.
1 2 3 4 5 6 7 8
Retención Yo me los asimilo.
1234
Espiradón Yo los manifiesto en mis pensamientos,
1 2 3 4 3 6
sentimientos y actos.
7 8
En terapéutica psiquiátrica podremos variar los pensa
mientos de medo de hacer germinar en el enfermo me
lancólico una idea feliz; en los ansiosos, un pensamiento
de serenidad, y en el perseguido, de afecto o de perdón.
Es muy importante dejar al enfermo un amplio margen
de libertad para elegir por si mismo los pensamientos y
construir las frases.
Sólo así realizará con gusto este trabajo eligiendo él
mismo los pensamientos.
En su aspecto esotérico, la respiración rítmica tiene por
fin, según la filosofía oriental, movilizar una mayor can
tidad de “aire espiritual” o “Prana”. Este, aunque invi
sible, es una de las fuerzas fundamentales de la vida.
Cuando se asocia un pensamiento a la respiración rít
mica, se dilata en cierto modo este pensamiento pránico,
lo que le da intensidad y vida: la concentración mental.Capitulo IX

La disociación del pensamiento


y de la respiración rítmica
Meditación y resiraeión

Recordemos las facilidades que confiere la respiración rít


mica a la actividad cerebral durante el ejercicio.
En los ejercicios, tales como han sido descritos hasta
Bqui, el pcnsamienlo permanece esclavo del cuerpo en un
sentido mayor que el habitual, puesto que debe seguir el
juego de los músculos toráxicos y puesto que cada pala
bra debe ser pronunciada interiormente en una pulsación
cardiaca.
I-a atención hacia el cuerpo es, por tanto, mayor que
normalmente. Y la repetición ritmada de los pensamientos
no es compatible con la actividad, propiamente hablando,
meditativa.
¿Es posible utilizar las ventajas que la respiración rít
mica aporta a la vida del pensamiento en actividades men
tales diversas, desde las más inferiores —como la evoca
ción de los recuerdos y el cálculo mental— hasta las tan
elevadas como la investigación de problemas, la meditación
sobre temas filosóficos o toda actividad interior hacia la
cual nos sintamos atraídos?
Si, ciertamente, pero si recién ahora hablamos de ello
es porque la realización de las experiencias que siguen
exige el dominio perfecto de los ejercicios precedentemente
descritos.
Veamos cómo obtener este resultado.
Frecuentemente, todo gesto repetido tiende a hacerse
automático, a reproducirse sin participación de la volun
tad, tanto más cuanto más simple sea.
Los movimientos respiratorios que indicamos aquí son,
precisamente, en extremo fáciles. Luego de un lapso que
varia desde algunas semanas a algunos meses, según los
sujetos, es posible repetirlos sin mantener la menor aten
ción. Para este resultado, el ritmo más favorable es el
siguiente:
Respiración: 7 pulsaciones cardiacas
Retención: 3 pulsaciones cardiacas
Espiración: 7 pulsaciones cardiacas

Este ritmo se mantiene, en efecto, por si mismo, muy


fácilmente. Comenzar por tres o cuatro respiraciones, con
tando como de costumbre desde la primera aspiración, y
luego pensar repentinamente en otro tema, acordándose,
por ejemplo, de las materias del próximo examen.
Con un poco de entrenamiento la respiración se man
tiene regular, según el impulso dado.
El pensamiento se hace más definido, más vivaz, debido
a las razones que repetidas veces hemos constatado, y por
las cuales los recuerdos se graban mejor en la memoria
durante este ejercicio.
Por ello, el método resulta ideal para la adquisición de
los recuerdos: leer un texto e inmediatamente colocarse
en estado de respiración rítmica, y rememorarlo. Así queda
fijado mucho mejor. Este método debería ser utilizado por
los estudiantes que preparan un examen —ya son nume
rosos los que lo emplean en algunas Facultades—, por los
artistas que aprenden un papel, y otros.
Asimismo, para evocar un recuerdo que rehúsa presen
tarse a la memoria: colocarse en estado de respiración rít
mica durante algunos instantes. La mayor irrigación y la
aceleración de los cambios cerebrales aumentan las posibi
lidades de volver a hallar el recuerdo rebelde.
Se comprende mejor la importancia de la sesión de la
noche, antes de dormir. Sabemos que el pensamiento que
entonces se posee, si es intenso, nos persigue durante el
SUeño y es el primero que aparece al despertar. Se dice a
veces que “el cerebro continúa trabajando por la noche”
y que surge por la mañana la solución buscada a los pro
blemas. Dormirse con un pensamiento vivido intensamente,
es aumentar las posibilidades de tal proceso, gracias a la
respiración rítmica.
Todos los problemas de matemáticas, de filosofía u otros
ganarán al ser meditados en este estado de respiración rít
mica automática, sobre todo inmediatamente antes de dor
mirse y por la mañana, al despertar.

Concluiremos lo dicho sobre la respiración rítmica, aconse


jando a todos dedicarse al ejercicio regular de la mañana
y la noche. Así constatarán por si mismos los efectos fisio
lógicos. Verificarán por si mismos que la respiración rít
mica no sólo es compatible con un trabajo intelectual, sino
que lo favorece. Cada uno extraerá numerosos beneficios.
Para el médico, una larga experimentación personal es el
único camino que le permitirá adquirir el dominio de esta
técnica para su empleo en terapéutica.
Cuando el experimentador haya adquirido el dominio
de la respiración rítmica automática, podrá abordar los
ejercicios llamados de concentración mental.
Como algunos logran fácilmente realizar los ejercicios
de concentración mental, pueden practicar desde el comien
zo, en parte, los ejercicios de respiración, y en parte los
ejercicios de concentración.

Capítulo X
LA concentración mental
Hemos estudiado, antes que nada, la respiración rítmica
como una gimnasia física de género muy particular y lue
go su asociación con ciertos ejercicios mentales.
Estudiaremos ahora nuevos ejercicios mentales, emplea
dos antiguamente, pero casi olvidados en nuestra época.
Trataremos de demostrar cómo, del mismo modo que la
gimnasia física actúa sobre el cuerpo, esta gimnasia men
tal modifica la inteligencia, la sensibilidad y la voluntad,
y cómo, “al igual que la gimnasia física, puede mejorar
ciertos estados patológicos y aún curarlos aplicándolos a
tratamientos psiquiátricos.
En el estudio de la respiración rítmica, nos hemos
planteado la siguiente cuestión: cuál es él mejor medio para
que el espíritu actúe sobre el cuerpo, y hemos llegado a la
conclusión de que es por medio de la respiración. Hemos
descrito luego los ejercicios respiratorios adecuados para
cada caso y examinado algunos de sus efectos.
En la descripción de la concentración mental, procede
remos con un plan análogo.
Describiremos, ante todo, el ejercicio fundamental, que
permite actuar sobre la psiquis, y daremos una explicación
de lo que entendemos por el término de "ejercicios de con
centración del espíritu”.
Describiremos lo mejor posible sus efectos sobre un su
jeto normal, del mismo modo que para la respiración rít
mica hemos estudiado los efectos fisiológicos en cada
sistema.
Describiremos las variantes y las adaptaciones, según
los casos, de estos ejercicios de concentración mental, asi
como hemos completado el estudio del ritmo fundamental
por el análisis de los ejercicios adaptados a cada caso.
Indicaremos, igualmente, cómo combinar el ejercicio de
concentración mental con el respiratorio, a fin de reforzar
sus efectos al máximo.

I Ejercicio fundamental de concentración mental

El pensamiento del Hombre recibido por la cultura actual,


se halla permanentemente en movimiento. No hablamos
aquí de los cambios en las opiniones y en los conceptos
mismos, sino de los estados mentales, estados psicológicos
que se suceden en el curso de un mismo dia, en una misma
hora, hasta en un minuto.
Tomemos, por ejemplo, un niño en la escuela. Escucha
hablar a su profesor; se suceden palabras y frases que evo
can en su espíritu imágenes, sensaciones y conceptos reno
vados sin cesar.
Lo mismo acontece en los trabajos intelectuales o ma
nuales que impone nuestra civilización. Si decimos que
fijamos nuestra atención, no es en una idea única, sino
sobre un conjunto de ideas, ya ligadas lógicamente —como
en el estudio de las matemáticas—, ya ligadas por una emo
ción común —como en las artes—, ya asociadas por las
circunstancias. Hemos señalado ya que estas ideas se a tro
peíían, generalmente, en la arritmia más perfecta. Es un
caos mental propio de nuestra época, que la ha conducido
al caos material.
En el método que vamos a considerar sucede algo muy
diferente. Para mayor claridad de la descripción, no em
plearemos el vocablo “atención”, a causa de las confu
siones a que se prestó.
He aquí el trabajo de quien se ciñe a este entrena
miento:
Luego de colocarse en el mayor reposo psíquico o físico
posible, trata de imaginar un objeto; al comienzo el más
agradable y fácil será una flor. En los colegios budistas y
zoroastrianos se elige comúnmente un loto. Quienes trataron
de adaptar esta forma de cultura a la civilización occiden
tal, Utilizaron una rosa. Nosotros también, en un esfuerzo
de adaptación, tomaremos como ejemplo una rosa; pero se
pueden elegir objetos más simples, ya sea imágenes geomé
tricas, círculos o triángulos, o simplemente usuales, como
un lápiz, por ejemplo.
Por lo tanto, el primer dia, el experimentador imagina
una rosa. Sólo debe concentrarse en esta imagen, eliminan
do todo otro pensamiento. Debe verla en su contorno y en
su color, lo más nítidamente posible.
Este ejercicio debe durar de dos a tres minutos.
Al dia siguiente, por la mañana, él sujeto recomienza y
toma el mismo objeto. Si es un loto, vuelve a tomar el loto;
si había formado la imagen de una rosa, retoma la rosa.
Al día siguiente, igualmente, y aumenta al mismo
tiempo la duración del ejercicio.
Debe hacer este ejercicio cada mañana al despertar y
por la noche. Si le es posible, que la imagen visualizada
sea el último pensamiento que le acompañe a las puertas
del sueño.
Debe aumentar progresivamente la duración del ejerci
do, aunque sobrevenga una ligera crispadón debida a la
fatiga.
Debe perseverar algún tiempo, tres semanas, por ejem
plo, y luego lo interrumpirá con un período de descanso.
Cuando recomience, será nuevamente en una rosa que
ejercerá el poder de cu pensamiento. Algunos han perse
verado durante meses y años en tal ejercicio. Esto parece
increíble en nuestra época. Pero esperamos demostrar se
guidamente que es un trabajo más fácil y agradable de lo
que parece a primera vista.
II Acción de los ejercicios de concentración
mental en un sujeto normal

Estos ejercidos, que parecen ser tan insignificantes, actúan


progresivamente, ante todo, en el pensamiento y luego en
la sensibilidad. Más tarde, modifican igualmente las tres
fundones fundamentales del psiquismo: Pensamiento, Sen
timiento, Voluntad.

A En el Pensamiento

La imagen visual de cada ejercido es casi la misma en los


primeros dias. Luego se hace progresivamente más precisa,
más definida. Es natural, puesto que el hábito permite
siempre realizar mejor una tarea, tanto en el espíritu como
en la materia.
Además, el pensamiento permanece fijado con creciente
facilidad, exclusivamente en esta única imagen.

B En 1a Sensibilidad

Aquí se presenta un fenómeno muy importante.


Cuando al salir el sol vamos al campo, nuestra alma se
llena de júbilo dulce y desbordante y de calma creadora.
Al contemplar un rosal, cada una de sus flores hace ascen
der en nuestro corazón un sentimiento, un goce particular
que embellece nuestra alma en ese instante. Este goce es
característico de la rosa. Otra flor, e\ lirio, por ejemplo,
evoca una impresión diferente. Habitualmente prestamos
poca atención a estas impresiones fugaces. Muchos, arras
trados por el río fangoso de las finanzas y de la política,
hasta han olvidado que existen.
Cuando, regresando a casa, tratamos de evocar la ima
gen de la rosa, apenas logramos volver a hallar esta impre
sión. Pero esto sólo es falta de paciencia y de calma. Es
necesario interrumpir el intento cuando sobreviene esa cris
pación, que disuelve la imagen; pero debe volvérsela a to
mar al día siguiente y al subsiguiente, por lo menos du
rante algunas semanas.
Entonces no sólo será la imagen mental lo que se per
feccionará. Es la impresión, el sentimiento que despierta la
rosa en nosotros. No tarda en igualar la que nos produce la
rosa real. Luego hasta la sobrepasa; no hay límites, por este
camino, al desarrollo de nuestra sensibilidad. Cuando nos
volvamos a encontrar ante el rosal de nuestro jardín, sentire
mos más intensamente el encanta cuanto mejor hayamos
realizado el ejercicio de concentración. De este modo vienen
los ejercicios a enriquecer nuestra vida interior, no sólo du
rante su ejecución, sino influyendo notablemente en nues
tras reacciones frente al mundo exterior.
Estos ejercicios de visualización dejan de ser fríos esfuer
zos intelectuales después luego de algunas semanas de entre
namiento. Por el contrario, los anima un sentimiento feliz.
Al principio es como un deber para el experimentador el
someterse a ellos. Pero se convierte rápidamente en un pla
cer. El despertar y el instante que precede al sueño son para
él los mejores momentos del día.

C En la Voluntad

Los efectos son más tardíos, por ser consecuencia de la mo


dificación del pensamiento y de la sensibilidad. Deberemos
estudiar más la acción de estos ejercicios para explicarnos
con claridad en este punto.
Acabamos de analizar el efecto de estos ejercicios sobre
cada función psicológica. Trataremos de sintetizar ahora su
acción. Para evitar confusiones, nos apartaremos de la ter
minología psicológica habitual.

Destacamos que estos ejercicios actúan sobre:

1°) La fijeza de estado de conciencia que es mayor que ha


bitualmente. Esto deriva de la descripción misma de los
ejercicios de concentración mental; el pensamiento perma
nece fijado en una sola imagen durante la duración del ejer
cicio. Esto, repetido durante días, meses, a veces afros. Ello
produce una fijación y una estabilización prolongada de la
vida interior.

2°) La intensidad del estado de conciencia, que aumenta.


Precisaremos lo que debemos comprender por “intensidad
del estado de conciencia”.
Cuando nos hallamos somnolienlos (no en sueño) es
evidente que nuestra vida interior es menos intensa, menos
llena de fuerza que en plesva actividad física o intelectual.
Una emoción brusca hace nuestra vida interior mucho
más viva. Vivimos más intensamente.
'Sin brusquedad, progresivamente, la intensidad de la
vida interior se refuerza mediante los ejercicios que hemos
descrito. Porque el pensamiento es nítido y preciso. Si al
guien lo duda, que experimente para convencerse. Es el
único camino.
Es muy importante, ahora señalar que por este método
de cultura ¿a intensidad de la vida interior se acrecienta.
En efecto, la educación europea apunta hacia el conte
nido del estado de conciencia; ya sea para acumular recuer
dos en la memoria, o para crear hábitos tanto en el pensa
miento tanto como en la acción. Pero no trata de aumentar
la conciencia individual1 ni el brillo de la vida interior. Si
es cierto que cada uno aspira ante todo a “ser”, se puede

1
La palabra conciencia no se toma aqui en su sentido moral.
decir que estos métodos de cultura, desentendiéndose de lo
ilusorio, alcanzan lo esencial.
Hay que observar, por último, que si la cultura, tal co
mo se la concibe comunmente, no busca aumentar el estado
de conciencia, este fenómeno, no obstante tiende a crearse
espontáneamente en la vida de cada uno.

3°) El lazo entre intensidad y fijeza. Ahora bien, cuando


este crecimiento de la vida interior es librado al azar, muy
a menudo, si la intensidad crece, la fijeza decrece. Esto se
produce, y es evidente, en el miedo: la intensidad de la emo
ción es muy grande; pero los pensamientos desfilan más rá
pidamente que nunca. A la inversa, cuando la fijeza crece,
la intensidad decrece. Esto es visible en los niños que se so
meten al cálculo mental; el fastidio sobreviene rápidamente.
Una observación superficial muestra que, cuando inten
sidad y fijeza del pensamiento se desarrollan paralelamente,
realizan las condiciones más favorables para que el des
arrollo sea proseguido. Es evidente que el niño, por ejemplo,
permanecerá más absorto por un cuento vivido que por un
frío cálculo matemático: la intensidad del estado de concien
cia, obtenida por la emoción ayuda a ía fijación del pensa
miento.
A veces acontece lo inverso.
El arquitecto que prepara su obra, y aún no tiene una
imagen mental, se fijará más fácilmente sobre ella, si esta
imagen es nítida, precisa, luminosa, aunque la emoción
suscitada sea limitada. Aquí, la intensidad del pensamiento
ayuda a la fijación del estado de conciencia y puede produ
cir una emoción, artística ante la imagen visual de la obra
en gestación.
En ambos ejemplos, intensidad y fijeza del estado de
conciencia se sostienen mutuamente, tanto cuando el senti
miento es el principal motor, en el caso del niño que escu
cha eí cuento, como cuando es el pensamiento, (caso del
arquitecto).
Por el contrario, en los ejemplos anteriores, intensidad y
fijeza del estado de conciencia se destruyen recíprocamente,
pues evolucionan en sentido contrario; en el miedo, la dis
persión de los pensamientos amortigua la emoción. Es casi
un. mecanismo de defensa contra el dolor moral. La dismi
nución de la intensidad de la vida interior, que ocurre cuan
do el niño se entrega a una labor árida, lleva pronto a una
dispersión del pensamiento.
En los ejercicios indicados precedentemente, intensidad
y fijeza del pensamiento se desarrollan sistemáticamente y
paralelamente, y esto permite su progresión infinita. Es el
único método pedagógico que lo permite. Si alguien se apro
xima a este ideal, es porque sin advertirlo ha empleado pro
cedimientos cercanos. Tales han sido, en ciertos casos, los
métodos de educación religiosa; revelaremos sus consecuen
cias, cuando estudiemos métodos desde el punto de vista
psiquiátrico.
En lo que sigue diremos que:
La concentración se desarrolla cuando la fijeza y la
intensidad de la conciencia crecen paralelamente.
P.íro nos será necesario seguir hasta su última expresión
los ejercicios de concentración para comprender toda la
profundidad oculta bajo estas palabras de apariencia tan
simple, “concentración mental”, de las que tanto se ha
abusado.

III Utilización en psiquiatría de los ejercicios


de concentración

Descartamos a los pacientes que tienen una lesión orgánica


como causa de sus desórdenes mentales. Eliminaremos, pues,
las parálisis generales, los tumores cerebrales acompañados
de perturbaciones mentales, las lesiones vasculares cerebra
les que provocan reblandecimiento; las demencias seniles,
los desórdenes de origen tóxico. Descartaremos, igualmente,
los delirios agudos de origen infeccioso, así como enfermeda
des particulares tales como la demencia precoz.
¿Qué retendremos de este-cuadro?
Los esiados esquizofrénicos, los desórdenes provenientes
de una constitución paranoica, los delirios de persecución,
los estados melancólicos y todos los estados en que el enfer
mo es víctima de una obsesión de la que no puede desem
barazarse.

A) Relación entre los estados considerados y los


ejercicios de concentración mental

1) La Mono-idea patológica

¿Distingue a estos enfermos un rasgo fundamental que, más


que los otros, depende del tratamiento por la concentración
mental?
Sí. y el terapeuta reconocerá a esto enfermo por su ten
dencia a la mono-idea, a la idea fija.
Es el perseguido que cavila varias horas por día en sus
silenciosos verdugos. Es el obsesionado sexual frecuentado
por imágenes de las que no se puede deshacer. Es el melan
cólico a cuyo alrededor gira sin cesar la idea del suici
dio y tantos otros en quienes se ha hipertrofiado una idea
hasta el punto de ahogar y comprimir el funcionamiento
normal de los demás pensamientos y sentimientos. El ma
niático, por ejemplo, persuadido de haber hecho una gran
invención y que sin percibir el aspecto ilógico e irrealizable
no vacilará en sacrificar no sólo su bienestar sino el de sus
prójimos.
Pero quizás el lector podrá preguntarse:
”La descripción de los ejercicios precedentes, nos parecía muy ex
traña. —No sólo por ser inhabitual, sino por una razón más pro
” funda, casi perturbadora o p&smosa, y que no lográbamos discernir.
"Pero ahora la hemos halladlo. El autor de estas lineas, está loco...
” Esta ingenuidad aparentemente lógica lleva el sello del delirio...
” ¿No ven que él mismo lo confiesa?
"En efecto, no nos dice por una parto: «los locos de quienes
"nos ocuparemos son los afligidos de monoideísmo» y en otra parte
"«debemos crear en los sujetos normales -un monoideismo», o sea
’’ tanto como decir «hay que crear locos»?"

Puede acontecer que el autor de estas líneas esté tras


tornado. Pero, si lo está, no es ni en !a mitad ni en las tres
cuartas partes, sino por completo, porque no lo advierte y
continúa sosteniendo que su razonamiento es perfectamente
lógico.
Si muchos desequilibrados mentales tienen por estigma
fundamental el' mono-ideismo, no se deduce de ello que el
monoideismo signifique por fuerza desequilibrio psíquico.
Muy a! contrario, en la extremidad opuesta de la escala
de las inteligencias, volvemos a encontrar en la gama de los
obsesionados a la mayoría de los llamados “genios”.

2°) La Monoádea del hombre superior

Newton responde, cuando se le interroga cómo ha descubier


to la ley de gravitación universal: “Pensando en ella cons
tantemente”.
Cristóbal Colón se dirige a todas las cortes reales de
Europa afirmando que llegará a la India partiendo hacia el
Oeste. Ridiculizado en todas partes, tratado precisamente
de loco durante años, persevera, sin embargo y gasta el poco
dinero que posee en estos viajes que le arruinan. Embarca
do finalmente casi le arrojan al mar tres dias antes de reco
ger ramas flotantes, signo de tierra cercana. A su mono
ideismo, obsesionante durante años y que le lleva a veces a
actos casi terribles, se debe la expansión de la cultura euro
pea sobre el inmenso territorio americano.
Goethe, perseguido en su juventud por las imágenes de
Fausto, recién en su edad madura da a luz una obra inmor
tal, que termina haría el fin de su vida.
Y asi, en la búsqueda científica tanto como en la obra
artística Ó en la acción, el xnonoideismo conduce a la vic
toria.

3°) Las diferencias: oposiciones entre las dos.

Podemos ahora decir que mono-ideismo, la idea fija, crea


el genio y la locura. Habría en ella algo que nos desconcer
taría y nos disgustaría como para jamás intentar algo gran
de, si nos contentáramos con apreciar este hecho en forma
superficial.
Cabe preguntamos: ¿qué diferencia hay entre el mono
ideismo del desequilibrado mental y el del genio?
Newton piensa en la tierra y en la luna, es consciente de
ser un yo individual que dirige su poder de comprensión ha
cia el exterior.
Cristóbal Colón dirige su pensamiento "hacia el Oeste”,
sin cesar replegado sobre sí mismo,
Aquellos cuya inteligencia ha evolucionado por encima
del promedio, consagran sus pensamientos a una idea ele
vada, desinteresada, fuera de su personalidad.
De estos hombres se puede decir que irradian su pensa
miento sobre el mundo. Sucede lo mismo con los místicos
sumergidos en una perpetua acción de gracias hacia el Crea
dor. Emiten hacia lo que piensan ser la fuente del universo,
un pensamiento de gratitud, que parte de ellos, para ir hacia
Él, y perseveran así durante meses y años.
En el tipo de desequilibrado qüe estudiamos todo pasa
exactamente a la inversa, salvo que el monoideismo es el
único trazo común.
Por tanto, las diferencias entre el monoideismo del ge
nio y el del alienado parecen ser los siguientes:
a) La elevación de la idea.

Mientras el genio matemático consagra su pensamiento a


encadenamientos lógicos del razonamiento, el maníaco de
la invención se preocupa muy poco de las lagunas en el en
cadenamiento de sus ideas.
Si el artista se interesa por el aspecto elevado de la na
turaleza humana, el obsesionado sexual tiene como tema
de su idea io que en los instintos del hombre lo acercan más
al animal.
El perseguido tiene el corazón roído por el odio y el te
mor, la escoria del corazón humano, aquello que podemos
llamar “la misma cantidad de monoideismo”; el místico ha
expandido esa gratitud que confiere la serenidad.
Por lo tanto, en una individualidad superior, el pensa
miento se dirige a temas elevados y a inferiores en el caso
opuesto.

b) La dirección de la idea.

La diferencia esencial reside, sobre todo, en la dirección del


pensamiento.
En e\ caso del hombre superior, la individualidad irradia
su pensamiento, su idea fija, hacia el exterior.
En los casos patológicos, el sujeto dirige hacia sí mismo,
su pensamiento: es el egocentrismo. Cuando el perseguido
piensa que todos le odian, imagina a los demás proyectando
hacia su persona pensamiento de odio. En lugar de irradiar
hacia el exterior, él mismo se rodea de lo que podría llamar
se en expresión imaginada un verdadero “cascarón”, envol
tura de pensamientos dirigidos hacia él y en cuyo seno se
ahoga.
4°) Mecanismo por el cual la idea obsesionante degrada o
eleva al sujeto, según el tema.

Es normal que se experimenten necesidades sexuales, es


corriente que el corazón esté a veces traspasado por el odio,
el orgullo y los celos. Es comprensible que se cometan erro
res de razonamiento.
¡Pero!
De la descripción de los ejercicios de concentración men
tal y de los ejemplos anteriores, se desprende que uno de los
caracteres propios del monoideismo es la potencia que ema
na de la idea fija. Para que el individuo sea capaz de sopor
tar ese poder, es menester que el tema de la concentración
sea de orden elevado y desisteresado. En efecto, si el monoi
deismo se establece en temas vulgares y con mayor razón en
sujetos moralmenté inferiores (perversiones sexuales o in
telectuales, o groseras fallas de razonamiento), de todas ellas
resulta un desequilibrio mental.
¿Por qué mecanismo?
Cuando una persona normal se entrega a un pensa
miento de odio o de temor, resulta de ello una ligera y mo
mentánea disminución de sus posibilidades. Esto paso habi
tualmente desapercibido y sólo se hace visible cuando la
concentración en una idea es más fuerte. El temor, es sabido
que debilita. Si este temor se hace permanente coloca con
tinuadamente al sujeto en estado de inferioridad. Durante
la excitación sexual, la facultad de razonamiento lógico, por
ejemplo, queda eclipsada. Si la idea se hace obsesionante, la
facultad peligra atrofiarse.
Por el contrario, cuando la idea dominante es elevada y
desinteresada, reclama para su realización el concurso per
manente de todas las facultades superiores. Para, descubrir
la ley de gravitación, objeto de su obsesión, Newton debe
utilizar todos los rodajes de su razonamiento lógico. Para
sostener el valor de sus marinos. Cristóbal Colón debe ex
traer de su voluntad un fuego constantemente renovado. Por
ello es posible decir que la primera condición del desarrollo
individual es un fin único, elevado y desinteresado.
Hemos visto en la descripción de la concentración men
tal, que para la fijeza y la intensidad del estado de concien
cia deben desarrollarse paralelamente. El examen anterior
nos muestra que esto no es suficiente, porque si el tema ele
gido es de orden inferior y personal la fijeza e intensidad
del pensamiento harán de él un desgraciado esclavo. Por
ello, aún falta un elemento.
Un elemento de elevación moral: el sujeto debe irradiar
su pensamiento hacia el exterior. Se puede llamar a este
elemento desinterés, pureza, amor puro. Nos parece que el
vocablo que mejor conviene es: altruismo.

5®) Los límites extremos de la concentración mental.

Cuando la concentración une tales cualidades, puede des


arrollarse. ¿Qué sucede cuando se desenvuelve hasta los con
fines de lo desconocido?
Si se observa a un enfermo atacado do alucinaciones
auditivas o visuales se percibe frecuentemente el intenso es
tado de concentración en la idea obsesiva. Un examen del
proceso de aparición del fenómeno muestra en general que
la cristalización ha llegado a formarse antes que los fenó
menos alucinatorios.
Cabe preguntarse si no debe agregarse la concentración
mental a las conocidas causas de alucinaciones, tales como
el alcohol y las lesiones cerebrales.
Esto parece confirmarlo el siguiente hecho:
Los místicos concentran durante años su espíritu en las
mismas imágenes o ideas, objetos de su religión. Esta con
centración es voluntaria y acompañada de las ideas más ele
vadas. Se produce un fenómeno comparable la alucinación:
la visión. Pero puesto que la concentración ha sido volunta
ria, el místico permanece, en cierta medida, dueño de su vi
sión. Puesto que la concentración se ha efectuado en los
temas más elevados accesibles al pensamiento humano, la
visión despliega ante los ojos del místico espectáculos gran
diosos, que —según dice— ningún espectáculo terrestre
iguala.

6°) Cambio del tema en un sujeto constitucionalmente pre


dispuesto a la mono-idea.

Luego de nuestras investigaciones comprenderemos mejor


esta frase popular: “El genio está cerca de la locura”. La
vida de muchos genios sufrió períodos de locura: esquizofre
nia de la pubertad en Balzac. Muchos grandes hombres
cuentan con un loco en su familia y el hermano de Víctor
Hugo fue uno de ellos. Esto se explica porque la facultad de
concentración mental, tal como la hemos definido es en gran
medida hereditaria, mientras que el tema de la concentra
ción no lo es en ninguna forma. Ahora bien, el estudio de
los casos en que el sujeto ha podido pasar de un período de
semidesequilibrio mental a relámpagos de genio, prueba
que la facultad de concentración —en la definición que da
mos de ella— posee una estabilidad mucho mayor que el
tema mismo de concentración.

7°) Aplicación terapéutica.

Es entonces que surge el problema terapéutico: cómo cam


biar el tema de concentración, cómo desplazar la idea fija
en un sujeto.
Es lo opuesto de los procedimientos utilizados habitual
mente que tratan de oponerse a la facultad de concentra
ción mental del sujeto y que no pueden dar resultado, puesto
que ella es constitucional. Por el contrario, con el método
que preconizamos podemos obtener algo mejor que una cu
ración, tal como lograr el desplazamiento del tema de con
centración de motivo inferior presentado espontáneamente
ai espíritu del enfermo, por un motivo superior que él se
habrá impuesto voluntariamente por consejo del psiquiatra.
Esta es la cuestión que vamos a considerar.

B) Efectos de los ejercidos en los enfermos

Para obtener este desplazamiento del tema de concentración


en un obseso, vamos a estudiar cómo reactúan los ejercicios
de concentración en un tema patológico de la clase que he
mos definido.
Esta cuestión debe dividirse asi:
El paciente ¿se someterá o ios ejercicios indicados?
Si se somete a ellos ¿qué modificaciones sobrevendrán
en su psiquismo?
¿Qué temas de concentración se le deberán indicar a ca
da enfermo?

1°) ¿Se someterá el enfermo a los ejerdeios indicados?

Aquí debemos distinguir dos categorías:


a) Los enfermos que luchan contra sí mismos. En éstos
se podrá obtener fácilmente que se sometan a los ejercicios.
Para ello hay que ganar su confianza, explicarles en detalle
el mecanismo del ejercicio, y cómo obrará sobre ellos en el
sentido en que lo desean. Es conveniente que el enfermo
haga en presencia del médico los primeros ejercicios. Luego
continuará solo. A menudo será irregular en sus comienzos,
ya sea por negligencia de parte del enfermo o porque la idea
obsesiva surja precisamente siempre en el momento del ejer
cicio de concentración y lo dificulta.
Si se hace una mejora del estado psíquico, el enfermo lo
advierte en general rápidamente. Entonces persevera con
mayor energía. El primer impulso es el difícil.
Muy a menudo el enfermo se entusiasma al comienzo
del tratamiento y realiza entonces regularmente los ejerci
dos. Luego sobreviene un período de fastidio, de disgusto,
casi: entonces hay que estimular con tacto al enfermo y al
ternar correctamente los períodos de trabajo y descanso.
Luego el enfermo se habitúa a la ejecución regular, que
se hace agradable, pero sin exaltación.
Sólo a partir de este momento puede aguardarse una
mejoría real y duradera.

b) En los demás enfermos hay que utilizar a menudo la


astucia para que adopten el ejercicio.
Debe señalarse que los enfermos que pertenecen al gru
po que consideramos, contrariamente a lo que muchos su
pongan a primera vista, se entregarán con mayor asiduidad
a los ejercicios indicados.
En efecto, por estructura y por herencia, estos enfermos
están predispuestos al mono-ideismo. Es una necesidad in
nata, y algunos de ellos quizás no se han desequilibrado por-
que la educación no les ofreció jamás un tema de concentra
ción suficientemente elevado.
¿Interviene la terapéutica psiquiátrica común? Muy a
menudo, para prescribir, por ejemplo, distracción, viajes y
trabajo manual. Todas actividades que buscan, por una par
te, desplazar al sujeto de su vida interior, llevándolo al mun
do exterior, y, por otra, reemplazar una idea fija, única,
por una sucesión variada, de imágenes y de conceptos. Son
todas acciones absolutamente contrarias a la naturaleza de
nuestro enfermo y a sus afinidades profundas. Estaríamos
contrariando continuamente su tendencia constitucional y
hasta nos asombraríamos de que no aplicara su esfuerzo
donde quisiéramos, y entonces, a menudo lo abandonaría
mos como incurable.
Tener mayor actividad interior, tener “una idea fija”
es estar en cierto modo en un plano superior a la masa,
es estar fuera de ella, y es tener un punto común con los
grandes espíritus. El enfermo sabe esto instintivamente, y
si se considera superior a su ambiente, no es sólo su orgullo
el que le insufla esta idea, como lo piensa generalmente el
psiquíatra, sino también una concepción más profunda de
la vida.
Por los ejercicios indicados, nosotros recalcamos esta ten
dencia del sujeto a la vida interior. Halagamos su gusto
por el monoideismo; estos ejercicios les agradan porque ac
túan en el sentido de sus capacidades, a menudo en el de
su estructura hereditaria, y porque refuerzan precisamente
las cualidades por las cuales nuestro enfermo se siente su
perior a la medianía.
No hay, pues, que sorprenderse de observar en este caso,
un desplazamiento progresivo del tema de concentración: en
el lugar de la idea obsesiva se instala la imagen, la idea que
el psiquíatra ha suministrado al enfermo como base para
sus ejercicios; se podría decir, empleando un lenguaje po
pular “que un clavo saca otro clavo”. Se sobrentiende que
esto no se hace en un día ni en un mes; habrá períodos de
mejoría, seguidos de recaída.

2°) Cómo obran los ejercicios en el sujeto que se somete


a ellos

Acabamos de decir que el tema de concentración que se


impene el enfermo tiende a ocupar el lugar de su mono-idea
patológica. En esto no habría ningún beneficio si no ocurrie
ran al mismo tiempo ciertas modificaciones en sus pensa
mientos, sus sentimientos y su voluntad.
Estas modificaciones dependen esencialmente del tema
de concentración dado por el psiquiatra. Es evidente que
cada tema hará germinar un sentimiento particular. Cier
tos temas, más que otros, pueden llevar al sujeto a cumplir
una acción u otra.
Debido a que la cuestión es muy compleja, será objeto de
ulteriores capítulos contentándonos por ahora con dar algu
nos ejemplos.
Tomemos un melancólico.
Para comenzar, él aprenderá a fijar mejor su pensa
miento sobre la imagen de la rosa.
Con esta estabilización del pensamiento ya surge una
calma mayor. Luego sobrevienen las modificaciones de la
sensibilidad que hemos descrito. La imagen de la rosa hará
nacer en él goce y alegría siempre creciente.
En el comienzo el efecto sólo durará el tiempo del ejer
cicio. Muy pronto se prolongará más allá. A la tristeza
constitucional que no podia ser desalojaba por goces prove
nientes del exterior, comienza a oponerse una fuerza interna,
tenaz, surgida de las profundidades del pensamiento y de la
voluntad del sujeto. En tanto que las terapias de distracción
oponen al enfermo una fuerza centrípeta, y que la terapia
de reposo deja a la idea fija el campo libre, abora lina fuer
za centrífuga más interna que la tristeza del enfermo, va
irradiando y tratando de disipar las negras nubes que le ro
dean, sobre todo, si en lugar de tomar una rosa, como tema
de concentración general bueno para todos, tomamos espe
cialmente el antagonista de la tristeza y la depresión.
Tomemos otro ejemplo: el caso de un síndrome de per
secución. Explicaremos al enfermo que debe protegerse de
sus perseguidores. En esto lo más frecuente es que sea de
nuestro parecer. Entonces le explicaremos, con uno u otro
pretexto, que la mejor protección es el ejercicio de concen
tración.
Lo admitirá, en general, fácilmente, pues estos enfermos
creen frecuentemente “en las influencias y en los fluidos”.
Cuando luego de algún tiempo, la imagen sea definitiva
y brillante, el enfermo acusará por si mismo una mejoría.
Dirá —la experiencia lo ha probado— que desde hace un
tiempo se le odia menos, y su atención se desplazará cada
vez más de sus desgracias imaginarías para fijarse en el ejer
cicio indicado. Rápidamente se sentirá más alegre y más
feliz.
¿Y el caso de los hipocondríacos?
Existen precisamente temas de concentración adaptados
por completo a su caso, porque estos enfermos, puede decirse
que proyectan sus pensamientos hacia el interior, sentido
opuesto a la forma de pensamiento habitual. Veremos en
tonces, al estudiar los temas de concentración, que un buen
número de ellos, el pensamiento y la visualización, están
ubicados en el interior del cuerpo del sujeto. Esto no parece
ahora muy comprensible y lo expondremos más extensa
mente a continuación. No es menos cierto que por estos pro
cedimientos explotaremos la dirección de pensamiento pro
pia del hipocondríaco. Tenemos, pues, grandes posibilidades
de que estos ejercicios le agraden, pero aún allí el tema será
elegido de tal suerte que haga nacer en el enfermo el ali
ciente y la satisfacción.
Vemos, pues, qué inmenso campo se abre a la explora
ción psicológica y terapéutica. En los capítulos que siguen,
indicaremos algunos de los principales temas de concen
tración.
Capítulo XI

La concentración “interior”
Es evidente que las imágenes que pueden servir en estos
ejercicios de concentración, son innumerables. Su efecto va
ria siguiendo reglas precisas. Cuando el objeto imaginado,
es de colar roja, por ejemplo, el ejercicio tiene sobre la vida
psíquica una acción tonificante y excitante. Por el contra
río, el color azul tiene una acción calmante, suavizante. Pe
ro habiendo sido ya estudiada por varios autores esta acción
de los colores en el psiquismo, no nos detendremos. Trata
remos sólo de exponer algunos ejercicios mentales menos
conocidos.
Intentaremos dar progresivamente una idea.
Los objetos que percibimos están en el exterior de nues
tro cuerpo; y es muy natural, por lo tanto que cuando que
remos formar de ellos una imagen mental, localicemos esta
imagen, con relación a nuestro cuerpo, en la dirección en
que estaría el objeto si realmente le contempláramos. Cerre
mos los ojos e imagine.ncs un árbol. Le veremos ante nos
otros, enfrente nuestro. Asimismo, podemos ejercitamos en
imaginarlo a nuestra derecha o a nuestra izquierda, pero no
vendrá espontáneamente a la idea de nadie imaginarlo de
trás suyo. Sin embargo, quien lo quiera lo podrá.
Es muy importante tomar conciencia de la posibilidad
de localizar nuestros pensamientos-imágenes, con relación
a nuestro cuerpo físico; de llegar a movilizar estos pensa
mientos-imágenes como desplazaríamos un cbjeto físico, por
que es sobre esto que están fundamentados los ejercicios que
siguen.
En estos ejercicios es necesario formar el pensamiento-
imagen en el interior dél cuerpo. Por no ser habitual esta
forma de pensamiento, vamos a tratar de explicamos más
claramente.
Es menester volver a tomar la imagen visual, tema de
concentración, la rosa, imagen formada mediante un largo
trabajo y que en esa forma ha adquirido la precisión, la ni
tidez y en cierto modo, la realidad. Esta imagen se ha for
mado espontáneamente ante la mirada.. Ahora hay que ima
ginar que ella se aproxima, luego que teca la frente, por
último, que ella penetra en el interior del cráneo.
Algunos no lo lograrán de entrada. Pero con un poco
de perseverancia será fácil representarse una flor en el me
dio de la cabeza en la intersección de una horizontal que
pasa entre los dos cjos y una horizontal perpendicular a la
primera, pasando cerca de las orejas. El cáliz de esta flor
se abre ampliamente hacia arriba. De su centro debe ema
nar una luí lo más brillante posible. Hay que mantener
esta imagen durante bastante tiempo, aunque sin fatigarse.
Se objetará que este ejercicio es difícil. Algunos ejerci
cios personales convencerán rápidamente de lo contrario.
Adquirido el hábito, lo que sólo lleva unos días, general
mente, el ejercicio se persigue con facilidar y placer. Es un
mundo de sensaciones extrañas y desacostumbradas que des
cubre el experimentador, y persevera espontáneamente. Le
jos de ser más difícil que los ejercicios de concentración
precedentes, este ejercicio es mucho más fácil cuando se ha
familiarizado con él.
Todo sucede como si la naturaleza hubiera construido al
hombre para pensar asi, pero sin que él jamás lo haya ad
vertido.
Es natural preguntarse cuáles son los beneficios de pare
cida técnica mental.
Algunos efectos de este ejercicio serán rápidamente ex
perimentados por el mismo sujeto.
La intensidad de la concentración aumenta más rápida
mente que por otro método. Es evidente que sucesivamente
todas las otras facultades de la inteligencia se desarrollen
en forma paralela. Los beneficios descritos con motivo de la
concentración mental, se multiplican cuando el objeto de
concentración se halla colocado en el cuerpo. E1 sujeto expe
rimenta cada vez más la extraña impresión de descender en
si mismo.
Además, la imagen asi visualizada en el organismo tiene
una profunda acción sobre él.
En la circulación es más evidente la acción.
Esta acción en la circulación puede probarse cuando la
imagen es visualizada por sujetos experimentados, no en el
centro del cráneo sino en el centro del tórax, en la vecindad
del corazón.
Los yoguis de la India utilizan esta técnica.
El profesor Laubby ha señalado que ellos pueden, a vo
luntad. acelerar o retardar su corazón. Pueden debilitar a
voluntad sus latidos hasta el punto de que el pulso, al ha
cerse impalpable en la radial, sea casi imperceptible en la
humeral. El electro-cardiograma practicado entonces, mues
tra que en lugar del complejo P Q R S T 1 sólo subsiste
una ligera fibrilación, único testigo de la extraordinaria
atenuación de las contracciones.
Y asi, la visualización —formación de una imagen men
tal en el interior del cuerpo, sobre todo durante la respi
ración rítmica— tiende a aumentar la acción de la voluntad
sobre este órgano, al mismo tiempo que modifica su circulación.
Pero resulta evidente que para el perfeccionamiento de
la actividad intelectual, la visualización en el interior del
cerebro es la más importante. Sería interesante, igualmente,
practicar electroencefalograma durante estas experiencias.
Agregaremos que las enseñanzas orientales consideran
estos ejercicios de concentración en regiones interiores co

Este complejo es la notación clásica de la onda eléctrica emitida por e1


corazón dorante la contracción y captada por electrodos colocados sobre si piel
Las mediciones en los yoguis han sido hechas por la doctora Brosue, entre los
hindúes, bajo la dirección del profesor Laubry.
mo el camino por excelencia del perfeccionamiento del ser.
Consideran que en esto su cultura difiere de la del occiden
tal, completamente dirigida hacia el exterior. Ellos enseñan
que la práctica de estos ejercidos despierta la intuición, y,
luego de un prolongado trabajo, los sentidos superiores. Se
refieren a esos sentidos a que hace alusión el doctor Alexis
Carrel en su libro “La incógnita del Hombre”, sentidos de
los que la civilización venidera obtendrá mayor beneficio
Capitulo XII
.

La concentración suprema
¿Cuál es el motivo o tema de concentración y de visuali-
zación más simple que pueda concebirse y al que deba ape-
larse para simplificar al máximum el contenido de vida
interior?
Tal motivo o tema es el punto, evidentemente. Es per
fectamente posible imaginar una mancha luminosa cada vez
más pequeña. No cabe imaginar una cosa más simple. Por
ello, al comienzo, a muchos les será más fácil tomar el pun
to luminoso como tema de concentración. Y debería ser
adoptado por todos, porque se trata de un ejercicio que vi
goriza, más que cualquier otro, la vida interior.
Mejor aún, escuchemos lo que dicen los que lo han
experimentado durante años; nadie está obligado a creerlos,
pero cada uno puede elegir este camino y verificar por sí
mismo la exactitud de estas afirmaciones.
Afirman que quien se esfuerza en visualizar un punto
luminoso lo más pequeño posible, lo ve pronto rodeado de
una aureola brillante. Cuanto más minúscula es la imagen
del punto central, tanto más crece la luz que irradia.
Es menester disociar bien estos dos fenómenos: el es
fuerzo voluntario, creación del punto y la consecuencia per
cibida pasivamente: la extensión, alrededor del punto de
concentración, de la luz visualizada. Y así, cuanto más se
aproxima voluntariamente el experimentador hacia lo infi
nitamente pequeño, tanto más se extiende, de vuelta, su
pensamiento hacia lo infinitamente grande.
Estos fenómenos son más intensos cuando el punto lu
minoso visualizado se localiza en el centro del órgano o en
el centro del tórax.
Bien pronto el efecto pasa de una simple acción inte
lectual: se hace sentir la sensibilidad. Son las reacciones
—ya estudiadas— de la concentración mental en la sensi
bilidad, pero muy amplificadas cuando el tema elegido es el
más sencillo que puede concebirse: el punto.
Nace en el investigador un interés creciente por este
trabajo, que comprende que allí está la felicidad, que allí
está la Paz; comprende por qué no hay que ligarse a nada
aquí abajo.
Muy pronto los acontecimientos reaccionan sobre él en
forma diferente: en cada mal, en cada dolor, ve el bien en
gestación y esto le procura alegría; comprende que nuestra
fortuna o nuestra desgracia no dependen de las condiciones
exteriores, contrariamente a los prejuicios de la masa, sino
únicamente de las condiciones interiores, y presiente la
profundidad de esta enseñanza: “Nos liberamos por lo
interior”.
Más tarde sobreviene el estado denominado “identifica
ción por la filosofía oriental”: el sujeto tiene la sensación
de haber llegado a ser él mismo ese punto luminoso que
irradió luz interior. Hay identidad, fusión entre el yo y el
tema de concentración. Estos estados son difíciles de conce
bir. Entonces el sujeto está concentrado en toda la profun
didad del término: uno con su centro (el punto visualizado).
Se puede decir entonces que el sujeto ha establecido una
homología entre su yo y el Sol: ha llegado a ser un pequeño
foco de luz espiritual que irradia sobre el mundo.
En este sentido ha hallado su Dios en sí, como lo enten
día Zarathustra, que enseñaba que Dios es un sol espiritual
y que en los mundos espirituales es homólogo de lo que es el
sol físico en el universo físico.
Zarathustra hacía de la luz el estado primordial de to
das las cosas. Para él, el fin de la vida sobre la tierra era el
dominio de la materia por el espíritu.
Es por tanto instructivo observar en la vida moderna el
retomo de las ideas. Nuestra ciencia hace de la luz una vi
bración electromagnética; cuya electricidad está en la base
de la estructura y el equilibrio de toda molécula. En cuanto
a la idea fundamental que guía nuestras modernas civili
zaciones, que podríamos llamar “mecanizadas”, es, en con
junto, la utilización y el dominio de las fuerzas naturales
por la inteligencia humana. Y el gusto creciente por la vida
en la naturaleza y los baños de sol, representan también un
retorno al culto del Sol.
En la civilización que surge, vuelven las grandes ideas
de la civilización de Zarathustra, pero incorporando a ella
las adquisiciones materiales y filosóficas de los siglos ya
transcurridos, en cuyo centro se ubica el Cristo,
En cuanto a la indentidad entre el Dios interior y la luz
obtenida por concentración mental, la encontramos expuesta
por todos los fundadores de religión si, despojando los textos
de toda interpretación secundaria, se les toma al pie de la
letra. Porque Moisés ha dicho: “Dios es un fuego devora
dor” y Mahoma: “Imagina a tu Dios como una luz en la
luz”.
Y el más grande de los evangelistas ha comenzado así:
“ . . . en Él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres”.

Capítulo XIII
La percepción del prana
Hemos descrito los métodos y los fines fisiológicos de la
respiración rítmica. En nuestra época, en que los medios de
comunicación, la prensa y la radio han provocado una sín
tesis colosal de las culturas humanas, nadie ignora que estos
ejercicios de respiración son practicados por los orientales
con fines de cultura psicológica y espiritual.
Un estudio completo de estos aspectos, será la obra de
la civilización del porvenir. Porque precisamente resultará
que de esa formidable síntesis de las civilizaciones, lo mejor
de cada una será salvado y germinará. Nos conformaremos
con estudiar aquí el aspecto interior subjetivo de la prime
ras experiencias psíquicas debidas a la respiración rítmica.
En efecto, para el oriental, la respiración, tal como la
hemos descrito, moviliza una energía comunmente imper
ceptible —el prana— que puede llegar a ser percibida por
la conciencia.
No trataremos aquí de las pruebas objetivas de la exis
tencia del prana, sino de los aspectos subjetivos bajo los
cuales se presenta.
Para esto es menester saber que los ejercicios de percep
ción, del prana o prana-yama, son extraídos de una vasta
ciencia que sus adeptos consideran como una super-ciencia:
el YOGA.
Tres principio? del Yoga son indispensables conocer para
comprender el mecanismo del prana-yama, es decir, ejer
cicios que conducen a la percepción subjetiva del prana:
2’ Concentrar hacia un punto la imagen mental de una
sensación tiene por resultado aumentar la sensación consi
derada. Volveremos sobre este punto.
3* La evolución de los seres se lleva a cabo desarrollando
de una manera equilibrada el polo colectivo y el polo indi
vidual, la comunión entre los seres con la conservación de
su originalidad.
Ahora bien, teniendo el prana-yama por fin llevar a
la percepción de un ‘‘aliento espiritual”, resulta de los prin
cipios del Ycga que:

1* La percepción del prana es una exageración que lleva


hacia el infinito sensaciones habituales debidas al aliento,
a la respiración.

29 Que esta exageración de las sensaciones del aliento se


obtiene principalmente llevando el pensamiento hacia el
punto donde es imaginado el aliento.

3* Que en ra7ón del principio de diferenciación de los


seres, los ejercicios que llevan a esta meta, no sólo sen muy
variados, sino individuales, aunque fundándose en princi
pios generales comunes.

Comprendiendo estas bases racionales del prana-yama, se


explica la extraordinaria diversidad, bajo fondo común, de
los ejercicios mentales recomendados durante la gimnasia
respiratoria Yoga.
Entonces surge, de una manera simple y evidente, una
clasificación que descansa sobre la base fisiológica de los
ejercicios mentales asociados a los ejercicios respiratorios.
Estos ejercicios mentales consisten en la exaltación de
uno de les aspectos de la percepción del aliento.
Cuando la Yoga habla de conducir a sus discípulos, a la
percepción de una luz psíquica, la cosa es relativamente
simple de comprender, ya que no de realizar, porque la per
cepción de la luz es una sensación plenamente consciente
y en cierto modo bien definida en la vida subjetiva.
Pero no sucede lo mismo cuando la Yoga pretende con
ducimos a la percepción de un "aliento espiritual” porque
la percepción del aliento físico es una sensación compleja,
y, además, se halla en la frontera de la conciencia.
Señalaremos, ante todo, que asi como la respiración es
corrientemente involuntaria, pero puede hacerse voluntaria,
las percepciones internas relativas a la irrupción del aire en
los pulmones son habitualmente inconscientes, pero pueden
llegar a hacerse momentáneamente conscientes mediante la
atención.
El primer ejercicio, la escala del prana-yama t consistirá
en llevar la atención a las sensaciones internas debidas al
aire circulante en la nariz, los bronquios, el tórax.
Nos conducirá a analizar el conjunto complejo de las
sensaciones debidas al acto respiratorio, que abarca casi to
dos los órganos de los sentidos y que podemos descomponer
sumariamente así:
A) Sensaciones coenestésicas relacionadas con la dilata
ción del pecho y luego, encogimiento del tórax. Estas sensa
ciones son complejas: articulaciones costo-vertebrales, cos
to-lumbares, costo-condro-esteroales, músculos intercostales
y otros ligamentos diversos; cada uno de estos elementos
concurre a una sensación en la que permanece dominante
la impresión de dilatación.
B) Sensación de elevación de las costillas superiores y las
clavículas, ligada en particular a la contracción del estenio
cleido-occipito-mastoidiano.
C) Movimiento opuesto del diafragma que, si no es direc
tamente consciente se manifiesta a la conciencia por un con
junto de sensaciones difusas, debidas a la comprensión leve
de los órganos abdominales y a la presión hacia adelante de
los músculos abdominales.
Es de notar que los movimientos del diafragma son
opuestos a los de las costillas superiores: desciende cuando
las costillas se elevan y viceversa.

D) Sensación de calor o de frío predominante en las fo


sas nasales.
E) Sensaciones táctiles: movimientos de los vellos vibráti
les de la mucosa nasal, tráquea y bronquios, que dan la
sensación del movimiento del aire entrando y saliendo.

F) Sensación de presiones leves durante la inspiración en


el fondo de la nariz, es decir, contra la pared anterior del
sinus esfenoidal, donde el aire, atraído horizontalmente,
choca remolineando y es rechazado hacia la glotis.

G) Sensación de vado intra-toráxico en la inspiración,


sensación muy difícil de analizar y en la que es posible que
tracciones sobre este órgano ultra-sensible que es la pleura,
jueguen un rol; quizás, también las variaciones de la pre
sión capilar local y la presión intra-cerebral cuando la res
piración es rápida.
Esta sensación de vacío en la inspiración se transforma
en una sensación de ligera comprensión, en la espiración,
pero esta última es menos nítida.

H) Un ligero zumbido cuando la respiración es un poco


rápida, zumbido producido principalmente por el choque
del aire en la complejidad de los cornetes y los senos (Si
nus).
Y por último, ocasionalmente:
J) Una niebla de condensación que puede hacer visible
al gas.
Como decíamos, la sensación subjetiva producida por la
respiración es muy compleja e interesa todos los órganos
de los sentidos.
El que ha examinado obra de Yoga y se ha entrenado
un poco, notará fácilmente que cada ejercicio mental de
prana-yoga consiste en llevar a un punto determinado una
de las sensaciones anteriormente consideradas, seleccionán
dolos de acuerdo a las conveniencias y aplicándolos a uno
de los siguientes ejercicios clásicos:

A) Concentración del pensamiento en un punto que se


dilata en la inspiración y se contrae en la espiración.
B) Concentración del pensamiento en un punto que par
te de la base de la columna vertebral, se eleva hasta la
cima del cráneo y vuelve en la inspiración.

C) Concentración del pensamiento en un punto que si


gue los movimientos opuestos, descendiendo en la espira
ción, y elevándose en la inspiración.
Cuando la concentración en un punto es muy difícil,
este puede ser reemplazado por una letra o un símbolo
geométrico simple que se eleva o desciende, se dilata o se
contrae.

D) Concentración en la idea de un punto frío en la inspi


ración, cálido en la espiración, y que también puedo ser
sometido al mismo movimiento precedente.

E) Sensación del aliento pasando por un orificio puntifor


me. Este orificio puntiforme se sitúa frecuentemente en el
ombligo.
En el feto, el oxigeno se introduce por el ombligo, del
que sale también el gas carbónico. Y los órganos que han
tenido una gran actividad en el feto, pero que han quedado
como un simple recuerdo de la evolución, parecen ganar
en importancia en el plano espiritual lo que han perdido
en el plano fisico, si debemos creer en el papel primordial
que les confieren las técnicas de desarrollo espiritual.
Por ello, el orificio puntiforme por donde pasa el aliento
está también Localizado frecuentemente per encima de la
glándula pineal, donde en tiempos pasados existía un orificio
para el ojo pineal: el aire rechazado se divide en dos cuando
choca contra el seno esfenoidal, siendo la parte material
rechazada 90° hacia adelante, y continuando la parte espi
ritual en línea recta hacia arriba.

F) Ncs lleva a la sensación física de la presión del aire en


la pared del seno esfenoidal, y por tanto en la glándula hi
pófisis. En muchos ejercicios prescriptos por los maestros
espirituales hindúes todo acontece como si en la inspiración
el aire físico y el espiritual penetraran al mismo tiempo, y
en la inspiración se disociaren bajo la hipófisis, allí donde
se puede percibir el choque del aire en el “fondo” de las
fosas nasales; en tanto que el aire físico es rechazado hacia
el exterior por la nariz, el aire espritual se bifurca, atra
viesa e\ seno esfenoidal, la hipófisis, el encéfalo y es re
chazado por la cima del cráneo. De ahí la visualización de
un centro psíquico cuya raíz se halla en la hipófisis y se
expande hacia lo alto.
Nos quedan por estudiar los aspectos mínimos del alien
to, del punto de vista físico, vacío y zumbido, pero que, en
razón del antagonismo entre espíritu y materia, son por el
contrario los más importantes desde el punte de vista es
piritual
.1° El vacío solar
El ocultismo atribuye gran importancia a las sensaciones
de vacio asociadas a las sensaciones de tensión y de fuerza.
En esto hay algo que asombra al debutante: ¿cómo es posi
ble obtener la plenitud del espíritu por la búsqueda de cierto vacío?
Debemos entender que el vacío busrado es de naturaleza solar.
Hace más de cincuenta años que Rodolfo Steiner
escribió más o menos lo siguiente: el sol no es propiamente
hablando un “cuerpo'’ celeste, sino, por el contrario un ma
yor vacío en el espacio intersideral, considerado como vacío.
Posteriormente la astronomía ha probado que el espacio
intersideral no se halla de ningún modo vacío de materia,
como se creía, y que contiene molécula» de diversos cuerpos
per metro cúbico, que subsisten de una manera relativa
mente muy estable; por otra parte, se ha probado el origen
de la energía radiante luminosa y calórica solar en la desin
tegración atómica.
La formidable presión de la materia de que está consti
tuido el sol, conduce a esta paradoja: en su centro la ma
teria se destruye a si misma.
Los átomos pierden, ante todo, sus electrones periféricos,
debido al intenso calor o agitación que produce choques en
tre moléculas. Pero este calor resulta de la fuerte presión
que reina en el centro del sol. Cuando la más pequeña mo
lécula pierde sus electrones, pasa, —manteniendo las propor
ciones— del volumen de la Plaza de la Concordia al de una
naranja ubicada en el centro de dicha plaza. Pero esto no
basta; los núcleos —naranjas— que quedan, no obstante,
muy distantes unos de otros, llegan a chocar tan violenta
mente que estallan con liberación de energía. Es la desinte
gración atómica en el centro del sol.
¿Qué lugar, pues, es éste donde no solamente no hay
materia bajo la forma en que la conocemos —átomos con
electrones— sino donde ni siquiera se puede introducir lamás
pequeña parcela de materia sin que estalle inmediata
mente? ¿Qué es, pues, si no una especie de vacio de materia,
pero colmado de energías de tal suerte lleno de ellas, que
desborda?
La vida intersideral ya es un vado relativo con relación
a nuestra tierra, pero mucho más lleno de energ ra que
nuestro planeta: radiaciones ultra-violetas, rayos cósmicos
y flujo de electrones.
El centro del sol es un super-vacío, aún más vacio de
materia, pero más lleno de energía que el vacio interside
ral, puesto que destruye toda materia, cosa que el vacío
intersideral no podría hacer.
Sin embargo, desde el albor de los tiempos históricos,
los sabios tibetanos han considerado a la “doctrina del va
cio” como la más elevada. Han descrito muchos ejercicios
mentales que conducen a “un vacío mental”.
Sólo el nombre choca al estudiante ocddental, que con
funde vacio con pérdida de conciencia. Se trata, por el con
trario, de crear un estado de hipercondencia solar, y tal
estado se halla intimamente ligado a la respiradón rítmica:
se produce por si mismo, si durante la respiración el espí
ritu permanece fijado en un punto del interior del cuerpo.
Se produce una sensación particular de “hueco”. No es to
talmente una ausencia de pensamiento tal vacío mental,
sino algo que es menester haber vivido para captarlo, una
especie de intensa sensadón de cavitación *.
Alrededor de esta percepción de vacio, de cavidad, por
contraste se pertibe entonces la “materia espiritual”, lo que
se llama a menudo “los fluidos”. Pero del mismo modo
que la búsqueda de la luz espiritual nos conduce a la visión
la búsqueda del vado mental nos lleva a perdbir las mate
rias, la substancia de los planos que forman el otro mundo y
los fluidos de los seres que lo habitan. 2

2 La cavitación es la formación da cavidades en el sano de una masa. bajo la Influencia de una radiación,
en general ultrasonido. Nada se aplica mejor a la situación psíquica originada por el empleo de ritmos
2° La tensión puntiforme
Aquí se impone una advertencia fundamental: hemos di
cho que el vacío centro-solar proviene de la formidable
presión que reina en él.
Lo esencial del Yoga consiste en crear en la conciencia
una imagen lo más intensa posible del sol. ¿Cuál puede ser
el equivalente psíquico de esta presión solar?
Se halla en los ejercicios dé tensión estática, que a
menudo se asocian a los ejercicios respiratorios: los grupos
de músculos antagónicos son contraídos simultáneamente,
de tal suerte que no se produce ningún movimiento. Estas
contracciones estáticos incluyen, según los ejercicios, todos
los músculos del cuerpo, o algunos solamente.
Seguidamente el ejercido debe repetirse en forma pu
ramente mental. Pero esto será extremadamente difícil, y
hasta casi imposible, sin clave del Yoga, que consiste en
llevar a un punto determinado una imagen mental: se
trata de contraer en espíritu un músculo muy pequeño,
asíntota a un punto.
Expliquemos de otra manera este ejerácio capital, pero
tan sutil de captar:
Yo cierro mi puño realmente, físicamente. Luego lo dis
tiendo. Recomienzo el ejerdcio puramente en pensamiento,
imaginándome ocupado en cerrar el puño. Luego comienzo
este ejercido, físicamente al prindpio; a continuación, ima
ginando una mano cada vez más pequeña cada vez que
cierro el puño en pensamiento.
Cuando ha llegado a ser tan pequeño que sólo subsiste
una sensación de tensión, la impresión mental de un peque
ño grupo de músculos que se contraen, coloco esta tensión
sobre uno de los chacras o centros de fuerza —en el cora
zón, en el ombligo o en la pineal— que sirve de soporte a
la meditadón en el desarrollo espiritual.
Quien quiera tomarse el trabajo de realizar la experien
cia, pronto observará las intimas conexiones que existen
entre esta sensación de tensión y la de vado mental: ésta

interiores.
última sucede inmediatamente a la sensación de tensión-
preces o en todo punto análogo al que, por la presión en el
centro del sol, destruye la materia liberando energía ra
diante.
He aquí, pues, descrito lo esencial del proceso que con
duce a la formación de un punto de concentración, verda
dero sol interior, proceso ligado, para el yogui, al vado
mental.

El perfeccionamiento del trabajo mediante la repetición si


multánea de “OM”
Queda ahora, para terminar, el análisis de la sensación de
aire espiritual o prana, el estudio del zumbido que produce
el aire inhalado y exhalado por el pecho.
Una de las reglas del Yoga consiste en llevar la atención
del adepto hacia actividades fisiológicas o psicológicas co
rrientemente inconscientes o subconscientes. De este medü
la sangre circulante produce un cierto ruido en los capila
res. Siendo la circulación un fenómeno común a lodos los
seres vivientes, y en cierto modo el acto central de su vida
física, la audición de este sonido peseé un alto valor mís
tico. Ello se obtiene fácilmente presionando los oídos con
los pulgares.
Lo mismo ocurre con el susurro del aire en los pulmo
nes. Pero aquí el aspecto físico del ejercicio tiene poca im
portancia con relación al espiritual.
En efecto, para el yogui, cuando el aire espiritual o
prana circula a través de los finos canales del cuerpo sutil,
produce un. cierto sonido, especie de tónica fundamental
de la naturaleza; este sonido es “OM”
Ya hemos analizado “OM” desde el punto de vista de
las polaridades y mostrado que representa todos los pares
de fuerzas 1. No volveremos aquí sobre las razones foné
ticas, físicas, biológicas, geométricas y astronómicas que nos
condujeron a admitir que “OM” es un sonido fuera de los
lenguajes humanos, que es la clave de una especie de
lenguaje natural; se podría decir, el nombre de la divinidad
en el lenguaje de la naturaleza.
Pero agregaremos, no obstante, algunas consideraciones
nuevas con respecto al “OM”.
An!e todo con respecto a la pronunciación. Este soni
do comienza por una “O” franca, con la boca en círculo;
luego, cerrando lenta y progresivamente la bocay se termi
na por la vibración nasal y frontal que se prolonga un ins
tante. Esta última vibración es la representada por la le
tra M.
Desde luego, es evidente que la agrupación de letras
“OM” no representa exactamente el sonido que tratamos
de describir, pues éste es un continuum que va de la O a
la vibración nasal obtenida con la boca cerrada.
Es igualmente evidente que entre la O y la M existía un
sonido intermedio que no está repiesentado en ningún al
fabeto actual.
Esperando colmar esta grave laguna de la escritura, nos
proponemos escribir OM así: O-------------»M, donde la flecha
indica el paso progresivo de la letra O hacia la M, y re
cuerda la necesidad de pronunciar este sonido en otra for
ma que OM.
Escribir O------► M tiene otro inmenso beneficio: O-------► M
representa el nombre de la divinidad en el lenguaje de
naturaleza, y por ello posee un aspecto ternario muy mar
cado. El valor del temario en la creación data de los tiempos
más remotos. De ahí las inumerables tentativas de analogía
entre O«—► M y los diferentes temarios considerados, ya
metafísicos, ya naturales.
Para que la transcripción de OM pueda encuadrar sin
duda en el análisis metafisico del temario, se le baila muy
a menudo escrito AUM; en AUM. AU = O en sánscrito.
Pero se ha deslizado un grave error en la pronuncia
ción de la transcripción. Sucede que en nuestra época va
rías publicaciones presentan este sonido como si su pronun
ciación fuera A-U-M. Es una falta sólo originada por un
giro de escritura, por las dificultades de transcripción del
sonido O------> M. El análisis analógico muestra que A-U-M
no descansa sobre nada natural, fonética ni biológicamente.
Las mejores tradiciones orales del Yoga, así como los escri
tos, nos confirman que el sonido es más O------------------► M y no
A-U-M. Citaremos en apoyo la opinión del Swami Siddhes
warananda, cuyo punto de vista compartimos totalmente,
asi como el de nuestro propio maestro Artemio Galip.
Habiendo definido así que el sonido A-U-M no existe
como tema de concentración racional y tradicional, ¿cómo
es utilizado el sonido O----------► M cuando se le asocia mental
mente a la respiración?
Existe una analogía entre O-------------► M y la respiración,
que se puede transcribir asi:
O e* el análogo de la inspiración;
-------► es el análogo de la retención.
M es «1 análogo de la espiración.

De ello resulta que es un excelente ejercicio pronun


ciar la O mentalmente durante la inspiración, y así sucesi
vamente, pero ésta no es la única posibilidad.
La agrupación de cuatro pequeños triángulos equiláte
res permite formar un gran triángulo.
Hay muchos fenómenos semejantes en biología. Así, el
sueño es, en conjunto, una “espiración” puesto que para el
ocultista, el espíritu se desprende del cuerpo. Si bien eí dur
miente respira durante su sueño, cada una de sus espira
ciones es obstante más larga con relación a la inspiración,
que durante el estado de vigilia.
De un modo comparable es de señalar que los cambios
respiratorios aumentan hasta los treinta años aproximada
mente, luego disminuyen. La vida comienza al nacimiento,
por una inspiración y termina, a la muerte, por una espira
ción. La vida, en su conjunto, desde este punto de vista sólo
es una especie de larga inspiración del nacimiento a los
treinta años, una larga espiración de los treinta años a la
muerte. V el conjunto de la vida es una sucesión rápida de
inspiraciones y espiraciones.
En estos tres ejemplos, se ve que la parte es la imagen
del todo, estructura muy frecuente en la naturaleza y cuyas
modalidades habrá de precisar la ciencia del porvenir.
Nos basta, por el momento, conocer que se contemplará
en su vida interior esta estructura analógica de la creación,
si tenemos en cuenta que a cada parte de O---------------► M corres
ponde un tiempo respiratorio, y repelimos un gran número
de veces mentalmente, el verbo O------------* M en cada respiración.
Esto liberará del trabajo fastidioso de contar, cada
O-----> M que corresponda, por ejemplo, a tres o a seis
segundos, o pulsaciones cardiacas. Con los ritmos 6-3-6 ó
12-6-12 ó 18-9-18, es fácilmente realizable. Cada uno podrá
elegir el ritmo que le convenga más, y variarlo.
Se podrá perfeccionar este ejercicio, poniendo más fuertemente
el acento sobro la “O” durante la inspiración y
sobre la “M” durante la espiración.
Describir el objeto y los efectos de la repetición interior
de “O------► M” seria un trabajo infinito. Por otra parte, no
se puede predecir a cada uno los efectos particulares que se
producirán en él, y específicamente en él solo. Porque re
petir “O-------M” mentalmente es encender un sol en la
enorme masa subconsciente e inconsciente que representa la
mayor parte de nuestro ser eterno. Ninguno de nosotros
puede conocer los buenos granos que ha sembrado en sí en
él pasado y aguardar la salida del sol interior para ger
minar.
Entre los primeros efectos notaremos un sentimiento de
paz, no una falsa paz por ausencia de combatividad, no un
abandono pasivo, sino un sentimiento de paz radiante y or
ganizadora. Esto es debido, sin duda, a la reorganización
de las capas semiconscientes del psiquismo, por el efecto de
la vibración regular.
Advertiremos, igualmente, sentimientos muy singulares:
la impresión en cierto modo de despertarse a veces, y
de ver claramente en su vida, aún para el hombre más ac
tivo y más lúcido; la impresión de que el torbellino de los
sentimientos inferiores nos ha ocultado repetidas veces evi
dencias capitales que hubieran sido muy útiles en la la con
clusión de nuestra vida. Se nos presentan soluciones simples,
luminosas y naturales en muchos casos en que experimen
taríamos el choque de las contradicciones frente a problemas
de la vida corriente. Este efecto es debido al reagrupa
miento de las ideas según sus polaridades naturales, por
representar la “O" y la “M”, en todas las cosas, y en
particular en nuestro medio mental, las polaridades elemen
tales:
Citemos todavía una sensación de absorción progresiva
de la vida mental en la repetición de este sonido, como si
pasáramos una esponja en el cuadro de nuestra conciencia.
Si una noche nos acostamos agitados por las oleadas irregu
lares del pensamiento en movimiento, sin efectuar esfuerzo
mayor y con la repetición mental de “OM”, luego de un
tiempo que varía del cuarto de hora a la hora, advertimos
una sensación de liberación interior que nos absorbe por
completo en las ondas regulares del Verbo divino.
Se puede decir también que la unión de la O y la M
representa la de los polos complementarios y la repetición
de “OM” ayuda a resolver todas las cuestiones que nos plan
teemos, siendo la solución complementaria del plantea
miento.
Existe una experiencia muy fácil para quienes quieran to
marse el trabajo: cuando la repetición interior del “OM”
durante la respiración se haya hecho habitual, será muy
fácil practicar esta repetición interior sin ritmo respiratorio
particular durante el día. Será ante todo durante períodos
de poca actividad: paseo9, comidas, esperas; luego, durante
trabajos manuales; por último y sobre todo, en el transcurso
de actividades intelectuales.
Por increíble y absurdo que esto pueda parecer a pri
mera vista, el experimentador advertirá pronto que todo lo
que él hoce al repetir “OM" le sale un poco mejor. Este
perfeccionamiento del trabajo por la repetición interior del
verbo “OM" se debe a que favorece considerablemente la
fijación de la atención; se debe también, sin duda, a un des
pertar singular del sentido de la intuición por una armoni
zación de nuestro ser con el medio ambiente del momento.
Parece ser que el lenguaje interior posee dos poderes;
el actual estado de evolución sólo ha sabido utilizar uno:
el poder nacido de la multiplicación del número de las pa
labras, de donde deriva la facultad de mejorar las asociacio
nes de ideas en un mismo individuo, y los cambios de ideas
entre los seres.
Pero numerosos hechos tienden a indicar que existe otro
sentido en el que puede ser desarrollado el lenguaje inte
rior: el poder que resulta de la repetición de la misma pa
labra, repetición regular de un sonido determinado durante
cierto tiempo, coda día. Tal entrenamiento, proseguido du
rante años, hace germinar poderes considerados como “mís
ticos” o “poderes del Verbo Creador". Muy pocos han he
cho la experiencia, lo que ha impedido a la ciencia hacer do
esto un estudio sistemático. Pero ha llegado el momento de
una investigación responsable y seria de estas cosas.
Hemos conocido en Berek un curandero místico 1 dotado
indudablemente de una clarividencia muy precisa. No es
este lugar de discutir la posibilidad de estos fenómenos. Era
Un curandero cristiano, pero muy reservado sobre las tradi
ciones que aplicaba. Terminó por explicar que obtenía es
tas fenómenos repitiendo el nombre de un santo, pero que
le había sido necesario repetirlo durante innumerables años,
para que comenzaran a aparecer la clarividencia y las cu
raciones místicas. -
Luego de un estudio comparado de estos fenómenos, no
creemos que actúe tal o cual santo, sino la repetición ex
traordinariamente perseverante del mismo sonido. Por en
cima de todos los sonidos utilizables que hemos estudiado en
detalle en nuestra obra sobre las Homologías, hay que co
locar el Verbo “O-------------► M”.
Hemos citado voluntariamente el caso de un místico
cristiano, porque en la hora actual tiende a hacerse en nues
tro planeta una síntesis de las religiones, como resultado de
la coincidencia de diversas tendencias y filosofías.
La religión cristiana y el Yoga, raíz de las religiones
orientales, son complementarias una de las otra, como la
1 Este curandero era llamado, en la región. el "Padre Pantier”. De aspecto
muy tosco, verdadero coloso, físicamente, y que daba una impresión de gigante
lncivilizado, por no decir terrorífica. Desde las primeras palabras impresio
naba por e1 contraste extraordinario entra la sutileza de su pensamiento y la
rusticidad da au aspecto físico. Habitaba en la gran calle de Berckville, su
biendo a la derecha, una casa de pescador que luego fue demolida. Marino, había
viajado en su juventud. Pero ignoramos la fuente de sus conocimientos esoté
ricos, que no parecían orientales. Aunque viviendo en un medio excesivamente
beato, a cuyas formas exteriores él te adaptaba por completo, confiaba a sus
amigos, con respecto al Evangelio, que "allí donde los había por cuatro sueldos,
la Iglesia los había dejado por dos sueldos", y admitía que la ley de reen
carnación estaba claramente indicada en el Evangelio. Nos dio algunos ejemplo»
de clarividencia y de lectura de pensamiento». Fue el único que nos predijo exac
tamente la guerra de 1939, que nosotros es seriamos movilizados al Africa, en
una época en que no creíamos absolutamente en la guerra, y cuando nada per
mitía prever qne nos hallaríamos en otro continente. Era de una calma imper
turbable y majestuosa. Raras, pero siempre exactas, eran las manifestaciones
de su clarividencia. Relataba tener de su padre loe procedimientos de desarrollo
espiritual, pero que había tenido que practicarlos durante años antes de obtener
poderes. Ai principio, sólo los poseía, decía, en el mar, lo que es bastante extra
ño, y recuerda la frase da la Biblia: "...y el espíritu de Dios se movía sobre
las aguas*'. Desgraciadamente rodeaba de un misterio anticuado al método de
estrecimiento que practicaba, y para haber llevado su secreto a la tumba.
respiración y la digestión. El acto cultural fundamental del
cristianismo es la comunión, que consiste en asimilarse al
Cristo como un alimento, al mismo tiempo espiritual y tem
poral. El acto cultural fundamental del Yoga es el ejercicio
respiratorio, que permite el manejo del aliento del espíritu.
Un estómago solo no puede vivir más que un pulmón aisla
do. Es por osto que el espíritu religioso no se hará verdade
ramente poderoso en la tierra sino cuando un número su
ficiente de hombres extraiga de los ejercicios del Yoga la
fuerza para vivir conforme a los mandamientos del Cristo.
Porque sólo esos ejercicios permiten una transformación tan
profunda y tan radical del hombre como para conducirlo a
una renovación completa, que es corno una resurrección.

Conclusiones
La respiración rítmica puede ser practicada por casi todos
los enfermos. A todos aportará un suplemento de vitalidad.
Además, es el tratamiento especifico de ciertas afecciones:
pulmonares, (asma, enfisema) ¡ circulatorias y, en particu
lar, las perturbaciones de la circulación periférica.
Pero su dominio por excelencia es el de la neurología y
de la neuropsiquiatria. Por su acción calmante y sobre el
sueño, permite resultados prácticamente eficaces en casos en
que otras terapias conocidas han fracasado.
Combinada con los ejercicios de concentración mental, la
respiración rítmica constituye el más poderoso elemento de
reeducación psíquica. Sólo años de estudio permitirán pre
cisar las modalidades de la aplicación en psiquiatría.
Pero las aplicaciones terapéuticas de la respiración rít
mica combinadas con los ejercicios mentales, no son sino se
cundarias frente a la importancia pedagógica de estos pro
cedimientos.
Desde que el niño posee la inteligencia necesaria, puede
practicar los ejercicios de respiración rítmica, que favorece
rán su desarrollo físico e intelectual; sobre todo, si estos
ejercicios son complementados con los ejercicios de cultura
física que utilizan para el desarrollo del carácter la homo
logía del cuerpo y del psiquismo.
Sólo la experimentación sobre sí mismo permitirá a cada
lector verificar la eficacia de los métodos expuestos; mar
chará así por el sendero de la cultura individual hacia un
perfeccionamiento ilimitado.
Los pueblos valen lo que valen sus integrantes. Por
ello0, la recuperación sólo se hará efectiva cuando cada uno
de nosotros se haya ante todo reeducado. Las dos herra
mientas de esta reedificación individual, son, en nuestro
sentir, la respiración rítmica y la concentración mental.
Hace falta que se difunda ampliamente la instrucción
acerca de estos métodos, para que todas las almas de 1>uena
voluntad sean alcanzadas por ellos. Sobre todo, que el niño
reciba esta instrucción fundamental en la edad en que todo
lo que recibe deja una huella definitiva.
Después del estudio científico de la respiración rítmica,
debemos considerar, aunque sumariamente, otro aspecto que
aún no es considerado como científico y que estamos per
suadidos llegará a serlo muy pronto. Hemos definido los
fines físicos para los cuales puede ser practicada la respira
ción rítmica. Los sabios orientales que nos han transmitido
tales ejercicios los practican para llegar a estados de con
ciencia supra-normales.
Uno de los estados psíquicos extraordinarios resultantes
de una práctica asidua de los ejercicios de respiración rít
mica, es llamado “Despertar en el sueño”. El experimentador
que durante dos o tres años ha practicado alrededor de una
hora, mañana y noche estos ejercicios, siente súbitamente
que el estado de sueño es reemplazado durante algunos ins
tantes por un nuevo estado, desconocido del hombre común
y, por consiguiente, difícil de definir; en este estado la con
ciencia del Yo es igual a la del estado de vigilia: presencia
de los recuerdos del estado de vigilia, conciencia de la con
tinuidad entre el de vigilia y este nuevo estado; conservación
de la voluntad, de las decisiones tomadas en estado de vigi
lia, y del razonamiento lógico. Pero todas estas cualidades
del estado de vigilia están perfectamente asociadas a las del
estado de sueño: sensación de flotar en un mundo de imáge
nes mentales que se suceden rápidamente, desfile de imá
genes y actos en espíritu proporcionados por la respiración
rítmica, mucho más intensos, rápidos y grandiosos que en
los sueños comunes.
Cuando el “despertar en el sueño” se produce una vez,
se reproducirá frecuentemente por la sola perseverancia en
los ejercicios. El ocultismo enseña que se trata del germen
de un estado de conciencia nuevo en la humanidad, estado
por el cual esta forma de Superhombre se diferenciará tanto
del hombre actual, como éste difiere de la planta.
Sea cual fuere la opinión de cada uno sobre esta cues
tión, la experiencia se halla ahora al alcance de todos los
que sepan perseverar
.

Prólogo 7
Homología del psiquismo y el cuerpo.
La cultura psicofísica que promueve.
Capítulo I
El descanso preparatorio 15
Ejercicio de relajación muscular.
Capítulo II
La respiración completa 17
Ejercicio de respiración diafragmática aislada;
sus efectos, ejercicio de respiración costal media, aislada.
Capítulo ni
La disminución del ritmo respiratorio 22
Respiración silenciosa.
Capítulo IV
Respiración ritmada sobre el corazón 24
Ritmo y descanso. — El tiempo fisiológico y su unidad.
Primer ejercicio de respiración rítmica.
Capítulo V
Algunos otros ejercicios preliminares 29
Ejercicio calmante - Ejercicio estimulante - Ejercicio
tonificante - Ejercicio de apnea prolongada.
1) Después de la espiración;
2) después de la inspiración; 3) alternativamente.
Capítulo VI
El ejercicio fundamental 34
Ritmo. — Insp. =X. — Ret. = X/2. — Esp. = X.
Control del pensamiento durante la respiración.
Su eficacia debido a la situación del pulmón,
órgano de enlace entre la vida de relación y la
vida vegetativa. — Efectos sobre: 1) la relajación
muscular; 2) el sueño; 3) la circulación;
4) los cambios químicos. Resultado de
los análisis inspirado y espirado; 5) el
metabolismo de las grasas; 6) la electricidad pulmonar.
Capítulo VII
Algunos ritmos particulares 57
Algunos ritmos particulares: a cuatro tiempcs: 7-3-7-3.
Ritmo 4-16-8 y resultado de los análisis.
Un caso de curación de esclerosis en placas.
Capítulo VIII
Utilización de la respiración rítmica
PARA LA EDUCACIÓN
PSICOLÓGICA 65
Durante el ejercicio, las mejores condiciones
circulatorias, nerviosas para el trabajo del cerebro
son alcanzadas; influencia del ritmo del
pensamiento sobre el pensamiento. —
Sincronización del ritmo respiratorio y del ritmo
del pensamiento. — Elección del pensamiento.
Capítulo IX
Disociación del Pensamiento y
de la Respiración rítmica 75
Meditación y respiración.
Capítulo X
La concentración mental 78
Ejercicio fundamental. — Acción sobre el Pensamiento,
la Sensibilidad, la Voluntad; sobre la fijeza e
intensidad del estado de conciencia. —
Utilización en psiquiatría del monoideísmo
patológico al monoideísmo genial; facilidad de
ejecución de los ejercicios por el enfermo. — Efectos.

Capítulo XI
La concentración “interior” 98
Capítulo XII
La concentración suprema 102
El punto. — Persistencia de estas ideas
a través del tiempo.

Capítulo XIII
La percepción del prana 105
El vacío solar. — El perfeccionamiento del trabajo
por la repetición simultánea de O. M.

Conclusión
Los estados supra-normales.
El despertar en el sueño, fruto
de la respiración rítmica 122l° Uno de los fines esenciales del Yoga es
la intensifica
ción de los estados de conciencia;
I) El olor mezclado al aire.
1
Remitirse a La Luz del Aria ante la Ciencia- Las Homologias Ed Aryana.
págs 345 y siguientes.

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