2.torres Alfonso 2020 LA INVESTIGACION SOCIAL Entre Monismo y Pluralidad
2.torres Alfonso 2020 LA INVESTIGACION SOCIAL Entre Monismo y Pluralidad
2.torres Alfonso 2020 LA INVESTIGACION SOCIAL Entre Monismo y Pluralidad
En tercer lugar, los primeros sociólogos, al igual que otros científicos sociales, acudieron a
diferentes estrategias para producir la información que sirviera como punto de partida para la
construcción de sus explicaciones o compresiones de los fenómenos estudiados; así algunos,
acudieron al conocimiento histórico existente, otros, buscaron hacer comparaciones entre
sociedades y otros inventaron técnicas para producir datos, como las encuestas o las entrevistas.
1
Capítulo 7 del libro: La investigación en ciencias sociales: la historia del método y su filosofía (Páramo P.
Coordinador), Bogotá, Editorial Lemoine, 2020
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En fin, desde sus orígenes, la investigación sociológica se ha planteado fines extra-cognitivos, ha
buscado elaborar teorías sociales y ha acudido a operaciones metodológicas y a procedimientos
que considera adecuados para generar conocimiento sistemático sobre la realidad social. Esta serie
de preocupaciones políticas, epistémicas y procedimentales, es lo que constituye el problema
metodológico en la sociología como disciplina social. En investigación, el cómo investigar, siempre
ha estado asociado a un para qué investigar y a un cómo entiendo lo que investigo.
Es por ello, que conforme, los sociólogos se han planteado diferentes fines a su quehacer, han
construido variados modelos y esquemas conceptuales y han empleado una pluralidad de
estrategias y técnicas de investigación, los dos siglos de existencia de esta ciencia social, no ha
existido en un único método sociológico, sino múltiples maneras de entender lo metodológico2. Sin
embargo, como lo veremos a continuación, en ciertos momentos ha existido la pretensión de
alcanzar un método universal de investigación para todas las ciencias de la naturaleza y la
sociedad.
Para evidenciar esta histórica y abierta búsqueda metodológica, a continuación me referiré a los
aportes en ese sentido, dados por algunos sociólogos representativos e influyentes, luego, los de
algunas escuelas renovadoras y finalmente, presentar las 3 grandes tendencias o perspectivas
metodológicas que coexisten en la actualidad.
El creador de la sociología, entendida por él como ciencia abstracta de los fenómenos sociales,
propuso que su método debía ser positivo; éste, partía del supuesto de que los fenómenos sociales
estaban regidos por leyes y que, para su estudio, los conceptos debían subordinarse a los hechos.
Sin embargo, a diferencia de los neopositivistas posteriores, para Comte, el conocimiento positivo
no está asociado al uso de las matemáticas y la estadística, sino a la aplicación de 4
procedimientos: la observación, la experimentación, la comparación y el método histórico.
Para Comte, la observación y la experimentación son fructíferas, si están orientadas por la teoría;
así mismo, el método histórico, debía buscar las leyes generales o constantes de las opiniones
humanas. Así mismo, al considerar que las sociedades humanas eran como un organismo, su
estudio debía hacerse de conjunto y por tanto, no era procedente el estudio particular de los
fenómenos sociales.
2
“En sociología, nos encontramos frente a una pluralidad de teoría s y estrategias metodológicas disponibles para la
investigación social y una pluralidad de modelos, ninguno de los cuales puede considerarse como “superior” o como
síntesis, resultado de un acuerdo entre paradigmas concurrentes” (Damiani, 2004: 32)
2
Émile Durkheim (1858 -1917)
Si el objeto de la sociología como ciencia son los hechos sociales, debe construir una propia
metodología acorde con su naturaleza. En primer lugar, que deben ser asumidos y tratados como
cosas, entendidas éstas como “todo objeto de conocimiento que no es naturalmente penetrable
por la inteligencia, todo aquello de lo que no podemos darnos una idea adecuada por simple
análisis mental, todo lo que el espíritu no puede llegar a comprender más que a condición de salir
de sí por vía de la observación y la experimentación, pasando progresivamente de los caracteres
más externos a los menos visibles y más profundos” (Durkheim, 1982, p. 19).
La condición de objetividad de la investigación sociológica, pasa por eliminar todo lo que hay de
subjetivo en el investigador. Por ello, Durkheim plantea que el punto de partida de una
investigación no deben ser las ideas previas, las nociones ni las grandes hipótesis sobre la sociedad,
sino la rigurosa observación de los fenómenos sociales. El sociólogo, en un primer momento, debe
acercarse a lo hechos observando los fenómenos más visibles, tales como la afiliación religiosa, la
ocupación laboral o el índice de suicidios; luego, un análisis más riguroso mostrará que son reflejo
de circunstancias más profundas; así, por ejemplo, la tasa de suicidios puede reflejar los grados de
solidaridad en un grupo social (Timascheff, 1997, p. 143).
Además de este principio e itinerario investigativo, Durkheim, a lo largo de sus obras, planteó
varias reglas y recomendaciones metodológicas. En primer lugar, al abordar sus estudios y en la
escogencia de su objeto, el investigador debe eliminar radicalmente sus prejuicios. En segundo
lugar, para abordar un hecho social, el sociólogo debe delimitar un conjunto de fenómenos con
ciertas características externas comunes. En tercer lugar, debe considerar los hechos sociales como
independientes de sus manifestaciones individuales: debe reconocer las tendencias y las reglas
más generales que los rigen. En cuarto lugar, el sociólogo debe buscar la causa de dichas
regularidades en factores sociales que les preceden y nunca en la conciencia individual.
Aunque conquistó fama en el campo a fines del siglo XIX por una serie de brillantes artículos sobre
diferentes temáticas de la vida social, su obra tuvo menos influencia que la de otros
contemporáneos suyos como Durkheim y Weber, en la institucionalización de la disciplina
sociológica3; si bien es cierto que influyó sobre algunos sociólogos en particular, sólo hasta fines
del siglo XX su obra ha encontrado una amplia divulgación y acogida, dada la “contemporaneidad”
de sus reflexiones.
A diferencia de Durkheim, para Simmel, la sociedad no puede ser entendida como una entidad
independiente de las mentes individuales; pero también, es incorrecto afirmar que aquella es solo
la suma de individuos. La sociedad es mucho más que la suma de sus individuos: es una unidad
objetiva que expresa relaciones recíprocas entre sus integrantes. Estas relaciones recíprocas se dan
en todas las dimensiones humanas y no solo en lo económico y lo político, e involucran fenómenos
tan habituales como comer juntos, divertirse, ayudar a otros o viajar entre ciudades. Por ello, la
sociología debe ocuparse de todas las formas típicas de interacción humana y buscar la manera
más adecuada de estudiarlas.
Para Simmel, el método principal al que debían acudir los sociólogos era, el comparativo. Más que
interesarse por las circunstancias concretas de los casos que estudia, el sociólogo procura
seleccionar casos en que difieren los contenidos e intereses, mientras que son similares las formas
de interacción social. Sin embargo, en su propia práctica, a la vez que exploraba en la identificación
de formas sociales generales, él mismo incurría en el estudio de contenidos muy concretos.
El reconocimiento de esta tensión entre lo abstracto de las formas sociales y su expresión concreta
en los fenómenos sociales, llevo a Simmel a ver en el arte una posibilidad para la investigación
sociológica. A diferencia de Durkheim, considera que el sociólogo como el artista, también puede
partir de intuiciones, puede juntar la superficialidad de un fenómeno con la profundidad de sus
formas más regulares de interacción; puede hacer confluir la vida y el pensamiento: “Para nosotros
la esencia de la observación y la interpretación estética radica en que se debe buscar lo típico en lo
singular; lo sistemático en lo fortuito, la esencia y el significado de las cosas en lo superficial y
transitorio” (citado por Morresi, 2017, p. 3).
Esta vocación estética la expresó también Simmel en su estrategia de escritura, el ensayo. En éste,
puede explorar el lenguaje en toda su potencia: acudir al uso de conceptos y formalizaciones
3
Simmel no quiso escribir un tratado sistemático de sociología y tuvo dificultades para ser admitido como profesor
universitario en Alemania.
4
abstractas a la vez que emplear metáforas e incorporar el relato, la narración de situaciones
cotidianas.
Este pensador alemán, aunque se ocupó de varios campos del conocimiento de la sociedad, sus
contribuciones a la sociología son fundamentales. Influido por el ambiente cultural alemán de
comienzos de siglo, compartió el planteamiento kantiano acerca de la diferencia abismal entre el
mundo de los fenómenos naturales y el de los hechos sociales, y por consiguiente entre las
“ciencias de la naturaleza” en su afán por descubrir sus leyes universales y las “ciencias de la
cultura” en su búsqueda de comprender los acontecimientos humanos en su singularidad histórica.
Dado que la cultura está constituida por valores, las ciencias sociales deben ocuparse de dichos
valores y de comprender cómo estructuran la acción social, pero sin pretender proporcionar
normas o ideales acerca de los que puedan derivarse principios que orienten la actividad práctica.
Por tanto, la sociología, como las demás ciencias, debe estar libre de valores.
A nivel metodológico, el gran aporte de Weber es el de haber sentado las bases de una “sociología
comprensiva” que se propone entender la acción social en virtud de procesos interpretativos
(verstehen), para poder explicarla (erklaren) causalmente en su devenir y sus efectos. Este
planteamiento exige aclarar inicialmente qué entender como acción social. Una acción es social
cuando el actor (individual o colectivo) que la realiza le asigna un significado y toma en cuenta que
su desenvolvimiento afecta a otros actores.
Afirmar que una conducta humana es acción social si tiene sentido subjetivo para su actor y está
orientada hacia otros actores, implica reconocer que no todas las conductas lo son, como es el
caso de las reacciones espontáneas a una situación, los actos privados o la simple imitación. Por
otro lado, reconocer que las acciones sociales poseen un significado que es susceptible de ser
comprendido no solo por otros actores sino por un observador externo, plantea la posibilidad de
conocer la estructura de dichas acciones.
Las consecuencias metodológicas para una sociología comprensiva son las siguientes. En primer
lugar, la comprensión de la significación tiene lugar de dos maneras: una, la comprensión directa
mediante la observación del sentido subjetivo del acto de otra persona; por ejemplo, el de un
hombre que apunta con un arma a otro; dos, la comprensión del motivo; se puede analizar
intelectualmente comprender el contexto racional, emocional o cultural en que tiene lugar la
acción. Así, es posible comprender el motivo de la acción en un plano más objetivo.
Simultáneamente a la obra de estos grandes maestros, durante la primera mitad del siglo XX fue
gestándose una nueva tendencia, el neo-positivismo; éste fue, a su vez, resultado de la confluencia
de 3 fuentes: el cuantitativismo, el behaviorismo y la epistemología positivista. El primero refiere al
creciente uso de la medición en la investigación social, especialmente acudiendo al análisis de
datos estadísticos.
La epistemología positivista tiene sus raíces en la filosofía pragmática (James, Dewey, Russel); pero
en sociología la influencia principal provino de Karl Pearson, cuyo libro La gramática de la ciencia,
se convirtió en el evangelio del neo-positivismo y dio gran importancia al cuantitativismo. Para él
solo era cognoscible lo percibido por los sentidos; así, la causalidad se refiere a determinada
secuencia de impresiones, cuyo reconocimiento como regularidad puede ser considerada una ley.
Estas tendencias se decantaron y cobraron mayor influencia en el segundo cuarto del siglo XX, en
la corriente neopositivista, sustentada en los desarrollos del positivismo lógico; dicha postura
epistemológica desarrollada por Círculo de Viena (1923 -1936) pretendió definir las bases comunes
a la ciencia, defendiendo el empirismo, el método inductivo y la abogando por la unificación del
lenguaje de la ciencia.
Hempel (1950) distingue 2 periodos: el primero, asociado al trabajo de Schilck y Carnap, quienes
propusieron que todos los conceptos y enunciados teóricos de la ciencia deben basarse en los
datos empíricos producidos por la experiencia inmediata; así, las ciencias serían un conjunto de
enunciados verificables o demostrables lógicamente. Este enfoque inductivo radical fascinó a los
sociólogos como Lundberg que pretendían construir una sociología empirista apoyada en la
medición.
La segunda fase de la Escuela de Viena, estuvo asociada a la anexión de Austria a Alemania nazi, al
asesinato de Schilck en 1936 por parte de un estudiante nazi y a la diáspora de los demás
integrantes, especialmente hacia los Estados Unidos. Sus características principales fueron
distanciarse de los postulados inductivos iniciales, tornándose más deductivista, y la
problematización de la relación unívoca entre datos empíricos y lenguaje científico. En efecto, la
verificación de enunciados que expresa una ley es imposible porque habría que analizar una serie
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infinita de casos; por ello, la ciencia debe renunciar a la verificación completa y acoger la
confirmación progresiva.
Siguiendo esta argumentación, Hempel (1952) invierte los términos iniciales del problema,
afirmando la primacía lógica de la teoría sobre las proposiciones individuales derivadas de la
experiencia. La verificación de las teorías adquiere centralidad, y con ello, la preponderancia de las
operaciones deductivas sobre las inductivas. En el campo de la sociología neopositivista, estos
planteamientos fueron retomados y llevados al extremo por Neurah, quien planteó la idea de una
“sociología fisicalista” en la que el lenguaje científico no representa ningún objeto empírico y ni
siquiera puede validarse por medio de operaciones fácticas.
Aunque desde fines del siglo XIX, la pretensión de imitar la racionalidad y las metodologías de las
ciencias naturales fue cuestionada por Dilthey, aunque desde la década de 1920 los investigadores
de la Escuela de Chicago emplearon estrategias cualitativas de indagación y aunque desde la
década siguiente surgieron otros enfoques basados en el reconocimiento del carácter
intersubjetivo de la vida social (Mead, Blumer, Schutz), sólo hasta mediados de la década de 1960
cobraron fuerza y legitimidad dentro la sociología, estas teorías y metodologías (Giddens, 1987).
La Fenomenología sociológica
La obra del filósofo Edmund Husserl ejerció gran influencia sobre algunos sociólogos, en particular
sobre el austriaco Alfred Schutz (1899 - 1959), dando origen a la corriente sociológica
fenomenológica. Esta perspectiva va a privilegiar el estudio de la constitución originaria de la
realidad social desde las estructuras de la vida cotidiana, así como de los múltiples mecanismos
mediante los cuales esta realidad es objetivada e interiorizada por sus integrantes. Alfred Schutz,
también influido por Weber, plantea que los actores sociales viven y construyen su realidad desde
su intersubjetividad cotidiana y los sociólogos deben ocuparse de comprender su lógica particular.
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Sus discípulos, Peter Berger y Thomas Luckman (1976), desarrollaron una sociología del
conocimiento cotidiano desde la cual se definen los mecanismos como la sociedad se construye
intersubjetivamente a través del lenguaje y de las instituciones sociales, como también las maneras
como los individuos internalizan esa realidad construida como si fuese objetiva. En síntesis, la
fenomenología sociológica le otorga primacía a la experiencia subjetiva inmediata como base de
conocimiento; también valora el estudio de los fenómenos sociales desde la perspectiva
consciente de los sujetos, desde la manera como estos experimentan e interpretan el mundo
social. Los conceptos sociológicos que se elaboran desde esta perspectiva son construcciones de
segundo orden basados en las tipificaciones que de esas mismas realidades elaboran los actores
que las protagonizan.
El interaccionismo simbólico
Esta perspectiva sociológica tiene sus antecedentes en la obra de George H. Mead con respecto a
su distinción entre el “yo”, el “mi” y el “si mismo” (I, me y self en inglés). Para Mead, la persona
(self) es una interacción entre el “yo” y el “mi” (me). El yo está formado por las respuestas del
organismo a las acciones de los demás; el “mi” es el conjunto de actitudes de los demás que el “yo”
asume… La persona es el “sí mismo”, que puede hacer reflexividad sobre el yo y el mí.
Herbert Blumer, discípulo de George Herbert Mead, quien acuñó la expresión “interaccionismo
simbólico” plantea que éste enfoque se basa en tres premisas. La primera es que los seres
humanos actúan sobre las cosas y las otras personas en función del significado que tienen para
ellos; de modo que la conducta social no responde sólo a estímulos exteriores, sino es el
significado el que marca su orientación.
A su vez, los significados son productos sociales que surgen durante la interacción; una
persona aprende de y con las otras a ver el mundo. En tercer lugar, los actores sociales
asignan significados a situaciones, a otras personas y así mismos, a través de un proceso de
interpretación; este proceso actúa como intermediario entre los significados y
predisposiciones a actuar de cierto modo y la acción misma. Por último, desde una
perspectiva interaccionista simbólica, todas las organizaciones, culturas y grupos están
constituidos por actores envueltos en un proceso constante de interpretación del mundo
que lo rodea. Son sus interpretaciones y definiciones de la situación los que determinan su
acción y no las normas, los roles o metas definidas.
A nivel metodológico, el interaccionismo plantea que el único medio de conocer los seres
humanos y sus interacciones es estar ahí, donde se presentan dichas relaciones; en un
primer momento exploratorio que permite definir la problemática, obtener la información
adecuada e identificar las líneas de interacción importantes. Finalmente está la inspección,
8
que apunta a una comprensión teórica que desentraña relaciones y precisa conceptos.
((Álvarez Gayou, 2006, p. 71)
La Etnometodología
Así, Garfinkel abrió un nuevo camino en la sociología: el estudio de las propiedades del
pensamiento práctico del sentido común en situaciones de la vida ordinaria. Para dichas corriente,
el orden social es construido por los actores sociales y los eventos sociales son el resultado de las
interacciones sociales; las interpretaciones de los autores, no solo describen, sino que también
construyen los contextos y las acciones sociales en que participan. Su preocupación central es
analizar cómo las personas construyen y mantienen el sentido de la realidad externa a través de
sus percepciones y acciones; por ello, atribuyen gran importancia a los significados sociales que las
personas le asignan al mundo que los rodea.
4. La sociología crítica
Aunque en sentido estricto, Carlos Marx no fue un sociólogo sino un filósofo político y un
revolucionario, su crítica a la filosofía y las ciencias sociales de la época, así como sus elaboraciones
teóricas y metodológicas sí han contribuido a la configuración de una sociología crítica, con
exponentes, tanto en el Viejo como en el Nuevo continente. Por ello, consideramos pertinente
dedicar unos párrafos a sintetizar sus aportes y los de algunos de sus seguidores en torno al tema
que nos ocupa: las metodologías sociológicas.
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El legado marxista
Si bien es cierto que Marx no hizo una elaboración sistemática del conjunto de su pensamiento
social, a través de sus obras podemos reconocer algunos rasgos, los cuales han incidido de una
manera u otra en la configuración de una sociología marxista.
Un primer rasgo de su concepción es que todos los hechos sociales están inmersos en el conjunto
de dinámicas de la sociedad en la que se producen; un hecho histórico solo puede ser
comprendido en el contexto siempre cambiante de sus articulaciones y tensiones con el conjunto
social. En su Prefacio a la Crítica de la economía política (1859) lo expresa así: “Mis investigaciones
dieron este resultado: que las relaciones jurídicas, así como las formas del Estado no pueden
explicarse ni por sí mismas ni por la pretendida evolución del espíritu humano” (Marx, 1968: 71).
Este criterio metodológico, se corresponde con su concepción de sociedad como como síntesis de
múltiples determinaciones; es decir como una “totalidad concreta” estructurada y dialéctica, como
conjunto social en permanente cambio y en movimiento.
Una segunda característica fue la relevancia que le dio a los aspectos y procesos “materiales” de la
vida social; en reacción al idealismo filosófico predominante, Marx planteó que el punto de partida
de todo análisis social era la comprensión de las maneras como los colectivos sociales crean y
recrean sus condiciones materiales de existencia: “Es el modo de producción de la vida material el
que determina el carácter general de los procesos de la vida social, política y espiritual. No es la
conciencia del hombre la que determina su ser, sino al contrario, su ser social el que determina su
conciencia” (Marx, 1968: 71).
En tercer lugar, el solo análisis estructural de la vida social no permite comprender sus
transformaciones si no involucra a los sujetos históricos; por ello Marx afirmó que son los hombres
quienes hacen la historia: “La historia no hace nada; no posee inmensas riquezas ni libra combates.
Son los hombres reales los que hacen, poseen y luchan. La historia no utiliza a los hombres para
lograr sus propios fines. La historia no es más que la actividad de los hombres para la consecución
de sus objetivos” (Marx y Engels, 1970: 265).
Esta reivindicación de los seres humanos como hacedores de la historia no significó que
desconociera las condiciones en las que actúan, a la vez que éstas han sido generadas y se
transforman por la acción humana: “Los hombres hacen la historia, pero no la hacen a su libre
arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se
encuentra directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado” (Marx, 1981: 9). Esta
unidad entre carácter estructurado y estructurante de las prácticas sociales, entre procesos
objetivos y dinámicas subjetivas, las sintetizó Marx en sus Tesis sobre Feuerbach (1844): “La
coincidencia entre la modificación de las circunstancias y la práctica humana solo puede concebirse
y comprenderse relacionalmente como una práctica revolucionaria”.
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En cuarto lugar, un aporte fundamental de Marx en la comprensión del dinamismo social fue su
concepto de “lucha de clases”, que no solo expresa el protagonismo de los colectivos sociales en el
devenir histórico, sino que también se constituye en su clave explicativa. Su perspectiva para
abordar las clases sociales es histórica y dialéctica: en torno a los conflictos sociales surgidos por
contradicciones de las estructuras sociales, se van conformando los colectivos sociales que los
protagonizan; por ello, el sentido del movimiento de la sociedad no está predeterminado, sino que
está en función la lucha permanente entre las clases sociales.
Este planteamiento está lejos del determinismo evolucionista que algunos marxistas se inventaron
bajo la idea de la sucesión lineal de los modos de producción; el mismo Marx lo advirtió en 1876:
“Quieren transformar mi explicación de los orígenes del capitalismo en Europa occidental en una
teoría histórico filosófica de un movimiento universal necesariamente impuesto a todos los
pueblos, cualquiera que sea la circunstancia en la que se encuentren… Pero debo protestar por
eso. Me hacen un gran honor, pero a la vez me desacreditan” (Marx y Engels, 1970: 489)
Buena parte de las críticas que se han hecho al positivismo en ciencias sociales han provenido de
esta tradición filosófica. Estos autores develaron cómo, tras la aparente neutralidad y pretensión
de objetividad, el papel de las ciencias naturales y sociales tendía a reducirse a un interés técnico e
instrumental: resolver pragmáticamente los problemas que iba planteando la expansión capitalista
11
en la industria, en la tecnología, en las comunicaciones, en la guerra, así como a la necesidad de
control de la población.
Frente a esta sociología tradicional empírica, anteponen una sociología crítica. La investigación
social desde esta última perspectiva, debe contribuir a formar una conciencia crítica de la sociedad
y producir una postura crítica frente a lo existente, con intención práctica emancipadora. La razón
sociológica “consiste en la capacidad humana de ubicarse críticamente frente al orden social
establecido para transformarlo y humanizarlo…” (Damiani, 2004, p. 198)
Otro aporte de Habermas, clave para el ámbito de nuestro tema, es su teoría sobre los intereses
del conocimiento. Para dicho autor, todo conocimiento está motivado por necesidades e intereses,
que guían y dan forma a los diversos estilos de ciencia que en la modernidad existen; dichos
intereses constitutivos de los saberes sociales son para Habermas el técnico, el práctico y el
emancipatorio.
Según estos tres tipos de interés, los enfoques metodológicos y los modos de saber que priorizan,
considera que en la actualidad se presentan tres tipos de ciencias sociales: 1. Las empíricas -
analíticas, movidas por el interés técnico; 2. Las histórico hermenéuticas o interpretativas, movidas
por el interés práctico; y, 3. Las ciencias crítico sociales, orientadas por un interés emancipatorio.
Nos centramos en éste último, dado que tiene su identidad en su preocupación por develar las
ataduras de la realidad, todas aquellas determinaciones que alienan u oprimen lo social; busca
desenmascarar cómo detrás de las normas sociales y científicas, se ocultan intereses de poder. El
marxismo, el psicoanálisis, buscaron en su origen, develar las estructuras sociales y psicológicas
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que impiden emancipar a la sociedad y a los individuos de diferentes formas de explotación y
opresión.
Para la ciencia social crítica lo metodológico es importante, dado que debe ser coherente con la
teoría crítica de la sociedad y con los fines emancipadores expuestos. En primer lugar, frente a la
consideración abstracta y la separación tajante entre sujeto y objeto de la investigación planteado
por la tradición positivista, la teoría crítica plantea que ambos son pre-formados por la sociedad a
la que pertenecen, a la vez que son interdependientes; así, por ejemplo, en una sociedad
capitalista, la investigación está subordinada a la lógica de mercado, convirtiendo en mercancías a
los sujetos y a los objetos.
También en América Latina se ha venido forjando una tradición sociológica crítica que hunde sus
raíces en la década de 1960 y que, en las décadas siguientes, ha aportado, tanto a la teoría social
como a la construcción de planteamientos y prácticas metodológicas críticas. En efecto, en el
contexto de la institucionalización de una sociología funcionalista y positivista durante la segunda
Postguerra, una generación de sociólogos formados en las escuelas más representativas de estos
enfoques en Estados Unidos y Europa4, reaccionaron frente al colonialismo intelectual del que era
portadora la sociología desarrollista, subordinada al paradigma modernizante:
“[…] Esta cosmovisión tiene como eje articulador central la idea de modernidad, noción que
captura complejamente cuatro dimensiones básicas: 1) la visión universal de la historia asociada a
la idea del progreso […]; 2) la ‘naturalización’ tanto de las relaciones sociales como de la
‘naturaleza humana’ de la sociedad liberal-capitalista; 3) la naturalización u ontologización de las
múltiples separaciones propias de esa sociedad; y 4) la necesaria superioridad de los saberes que
produce esa sociedad (‘ciencia’) sobre todo otro saber” (Lander, 2003: 22).
A partir de esta crítica epistémica y política a la sociología institucionalizada, Fals Borda , planteó la
necesidad de una sociología de la liberación, sostenida en el compromiso de los investigadores
4
Tales como Camilo Torres Restrepo, Pablo González Casanova, Ruy Mauro Marini, Theotonio Santos y Florestán
Fernández
13
sociales con la transformación social (Fals Borda, 1970). En consecuencia, junto a un grupo de
investigadores colombianos nucleados en la Fundación La Rosca, inició la construcción de una
metodología que involucrara en la producción de conocimiento crítico sobre la realidad de los
sujetos populares, y que a la vez contribuyera a la potenciación de sus organizaciones y a su
capacidad de transformación social. Esta nueva metodología comprometida es la Investigación
Acción Participativa (IAP).
Son estos desafíos intelectuales los que llevan a Fals y a su equipo a generar sus propias
reflexiones, ponerse en diálogo con el marxismo y con la también emergente educación popular.
Así, las principales preocupaciones giraron e enfocaron en torno a algunas cuestiones como las
articulaciones entre acción y conocimiento y entre sujeto y objeto de conocimiento, la relación
entre investigadores y sujetos populares y la confluencia de saberes académicos y populares, sobre
el uso y creación de conceptos, sobre el papel de la relación entre acción y teoría (Fals Borda,
1984).
14
3. Restitución o devolución sistemática que, partiendo de los niveles de conciencia y el
lenguaje de la gente, avanzara hacia la apropiación crítica de conocimiento crítico.
10. Recuperación histórica, asumida como estrategia para reconocer y visibilizar la visión del
pasado por parte de los sectores populares
11. Sabiduría y buen juicio a lo largo de la experiencia para orientar con buen criterio la praxis.
Para terminar, cabe destacar el aporte del pensador chileno Hugo Zemelman a la construcción
metodológica de las ciencias sociales latinoamericanas. Exiliado en México desde 1973, como
profesor del COLMEX y de la UNAM asumió el desafío de problematizar y replantear algunos de los
presupuestos epistemológicos y metodológicos de la tradición marxista, a partir de reconocer sus
limitaciones de las posiciones dogmáticas y deterministas en la comprensión de las realidades
emergentes que caracterizaron la región.
Por ello, el lugar de las teorías y conceptos no es debe ser deductiva, al modo de “marco teórico”
previo, sino en clave de lo que denominó pensar epistémico (Zemelman, 2005): en primer lugar, la
reapropiación crítica de conceptos provenientes de teorías, más que por la citación de
afirmaciones de los autores, por la reconstrucción de la lógica constituyente de las categorías e
hipótesis acuñadas; esta operación metodológica, Zemelman la denomina “reconstrucción de la
lógica constitutiva de las teorías”.
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5. Perspectivas actuales de investigación social
Hecha esta panorámica histórica de los autores y enfoques sociológicos más significativos en torno
a la configuración metodológica de dicha disciplina, pasaremos a presentar una tipología que
organiza la coexistencia actual de tres perspectivas metodológicas en sociología (y en otras ciencias
sociales), con sus respectivas bases epistemológicas, metodológicas y técnicas. Dicha tipología ha
sido planteada con algunos matices por pensadores como Habermas (1982), Torres (1995), R.
Villasante (2000) e Ibáñez (2002).
11. Separación entre teoría y práctica. Se considera que debe existir una división tajante entre
conocimiento y acción; entre el trabajo de los investigadores sociales y quienes toman las
decisiones políticas; entre quienes diagnostican los problemas y entre quienes ejecutan sus
soluciones.
5. Invención de nuevas ideas (hipótesis, teorías o técnicas) o producción de nuevos datos para
resolver el problema;
18
5.2 Perspectiva estructural (paradigma histórico hermenéutico)
Tomando como referencia diferentes enfoques epistemológicos y teóricos que toman distancia
con el positivismo y dan relevancia a las dimensiones subjetivas de la vida social (Llámese sentido,
significaciones, creencias, experiencia, etc.), existe un conjunto de metodologías de investigación
que buscan dar cuenta de ellas, reconociendo también el carácter interpretativo e intersubjetivo
de la investigación social. A continuación, se presenta una síntesis sobre sus principales supuestos
epistemológicos y rasgos metodológicos.
La investigación en clave estructural, usan enfoques cualitativos buscan entender una situación
social como un todo, teniendo en cuenta sus propiedades, relaciones y su dinámica "internas".
Valora la dimensión cotidiana de la vida social. Este interés por los significados sociales y la
insistencia en que éstos sólo pueden ser examinados en el contexto de la interacción de los
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individuos, es lo que distingue a esta perspectiva de investigación. Una investigación debe describir
situaciones sociales relevantes y las inscribe en una cierta relación con su contexto social.
4. Papel de la teoría. Goetz y Le Compte (1988) distinguen tres niveles de teorización en las
ciencias sociales: la gran teoría, las teorías formales de rango intermedio y las teorías sustantivas.
Las grandes teorías corresponden a formulaciones con pretensión de concepción global de la
sociedad, como el funcionalismo y el estructuralismo; las teorías formales son conjuntos de
proposiciones cuyo objeto es explicar un conjunto de comportamientos sociales; es el caso de las
teorías del aprendizaje. Por último, las teorías sustantivas se refieren a aspectos determinados de
poblaciones, escenarios, tiempos, como la violencia juvenil o la cultura urbana.
5. Los datos privilegiados y su tratamiento. En la investigación cualitativa, los datos son recogidos
con técnicas que proporcionan narrativas, descripciones e interpretaciones de las situaciones y los
sujetos como entrevistas abiertas, observaciones participantes e historias de vida.
6. Los hallazgos obtenidos y sus usos. En las investigaciones cualitativas se espera encontrar los
conjuntos de acción social las interpretaciones de dichas acciones y de la realidad social, que
permitan recomponer el cuadro social estudiado en su propia lógica. Los informes resultantes de
investigaciones cualitativas suelen asumir diversas formas; en todas ellas se suele otorgar un lugar
para las descripciones provenientes de la reconstrucción, donde se presentan las situaciones y se
oye la voz de los actores. La interpretación de la información y las conceptualizaciones se pueden
agrupar en un capítulo o distribuirse a lo largo del informe.
7. Papel del investigador y su relación con los sujetos. En la investigación cualitativa, la búsqueda
del significado social generalmente lleva a que el investigador se involucre activamente
(observación participante) con el grupo que investiga; él mismo se convierte en el principal
instrumento de la investigación. En consecuencia, el investigador cualitativo es sensible a los
efectos que produce su presencia en el contexto de estudio; a diferencia del investigador
cuantitativo no cree que sus técnicas sean neutras o asépticas. Sólo intentan reducir al mínimo los
efectos que produce su presencia.
20
La validez se refiere a la capacidad de los procedimientos e instrumentos para producir medidas
adecuadas y permitir conclusiones correctas. En la perspectiva estructural, la validez de sus
procedimientos se argumenta en varias razones: la observación no estructurada posibilita recoger
más matices de los hechos; reconoce las diferentes posiciones sociales y emocionales de los
individuos; el uso de triangulaciones de fuentes y puntos de vista diversos frente a cada tema.
9. El diseño estructural. Una investigación cualitativa pretende dar cuenta de un contexto, una
práctica, una situación o unas interacciones, desde las maneras como sus actores la relatan e
interpretan. Se busca describirlas y comprenderlas por vía inductiva y en diálogo con los referentes
conceptuales que resulten más pertinentes. La utilización flexible y creativa de diseños apropiados
para cada temática, no riñe con la posibilidad de reconocer ciertos momentos y decisiones propias
del diseño estructural, los cuales sintetizo a continuación (Torres, 1995, p. 67 y 68):
2. Diseño global de las estrategias de interacción, observación y conversación con las poblaciones;
21
5.3. Perspectiva crítica
La reflexión sobre las bases epistemológicas y las implicaciones metodológicas de esta manera de
entender la producción de conocimientos, me permiten definir unos rasgos que le otorgan
identidad a nuestra perspectiva crítica de investigación social, formulados a manera de principios y
criterios; éstos no han sido asumidos y ni deben ser tomados como verdades acabadas, sino como
expresiones provisionales de una construcción todavía en curso y, por tanto, inacabada y abierta al
debate (Torres, 2014):
1. Una producción de conocimiento que toma distancia crítica con los modos de investigación
institucionalizados en el mundo científico, en la medida en que reconoce su subordinación al poder
hegemónico (imperial, capitalista, moderno – colonial) y su desprecio por otras formas de saber.
Posicionamiento que se entronca en la larga tradición de pensamiento crítico latinoamericano y se
nutre de los aportes de las propuestas investigativas participativas que se gestaron desde la
década de los setenta del siglo pasado como reacción al modelo de ciencia social que se impuso en
el contexto del desarrollismo (Fals Borda, 1970 y 1984).
2. Una producción de conocimiento que se asume como crítica y emancipadora. A la vez que
develar situaciones, contextos y estructuras de opresión e injusticia, favorece la transformación de
individuos y colectivos y en sujetos autónomos capaces de enfrentar dichas circunstancias adversas
y romper las relaciones que las perpetúan. Su opción liberadora también está asociada a su
identificación con valores, voluntades y proyectos portadores de nuevos sentidos de organización
de la vida colectiva alternativas al capitalismo, bajo la convicción de que “otros mundos son
posibles”.
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investigativa es el reconocimiento de la realidad histórica en la que se enmarca y a la que se
pretende transformar. Por ello, las preguntas que orientan las investigaciones generalmente tiene
origen en la interpretación y posicionamiento de los actores locales frente a problemáticas y
desafíos compartidos.
23
formación de dichos colectivos a través de la apropiación del enfoque metodológico y de las
estrategias y técnicas que se asumen en cada proyecto.
8. Una propuesta investigativa que se relaciona críticamente con la teoría. En a medida que
privilegiamos la historicidad y singularidad de los procesos y emergencias sociales y no la aplicación
de marcos teóricos previos, partimos de reconocer los factores y sentidos que estructuran los
problemas de estudio y la manera como los sujetos categorizan e interpretan dichas realidades.
Una vez hecho el reconocimiento de estas lógicas y significados, acudimos a los referentes
conceptuales y teóricos que consideramos pertinentes para profundizar o problematizar la lectura
inicial de los hallazgos; de este modo, el uso que damos a lo teórico no es deductivo (adecuar una
realidad a un marco interpretativo previo) ni inductivo (“descubrir” las teorías implícitas) sino
transductivo; es decir, provocando una dialéctica entre la comprensión de lo particular y la
interpretación en marcos más generales, lo que permite la creación conceptual y la comunicación a
otras realidades similares. Asumimos las teorías como formas de racionalidad surgidos en
contextos epistémicos e históricos específicos con la potencialidad de re-crearse para interpretar
nuevas realidades (Zemelman, 1987 y 2005).
“La asamblea es la situación de interacción verbal que genera enlaces —conexiones— más fuertes
entre los participantes, y potencia y amplifica la fuerza de esos enlaces: una asamblea puede
terminar en posición activa, continuada por una manifestación o Movida similar (contrasta la
acción catalítica de la asamblea con la acción catártica de la discusión). La fuerza del conjunto se
potencia de la muestra al grupo, del grupo a la asamblea: así como se extiende la amplitud de su
campo de acción.” (Ibáñez, 2002, p. 76)
10. Una producción de conocimiento que asume lo metodológico como una práctica flexible.
Frente a la racionalidad instrumental de la investigación que privilegia diseños rígidos, estrategias y
técnicas estandarizadas, desde nuestra perspectiva, las metodologías son construcciones que
deben ser asumidas de una manera crítica y creativa. Ello posibilita que en estas investigaciones
haya una preocupación permanente por adecuar e innovar las estrategias y procedimientos
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empleados, en función de la singularidad de los sentidos, sujetos y preguntas que definen cada
proyecto; así por ejemplo, en la recuperación colectiva de la historia hemos creado unos
“dispositivos de activación de memoria” (paseos del recuerdo, museos comunitarios, tertulias) que
a la vez que provocan relatos sobre los temas, afianzan los vínculos y los sentidos de pertenencia
colectivo (Torres, 2016).
Ibáñez (2002, p. 72), también explora el potencial transformador de las técnicas: “Dentro de la
perspectiva dialéctica, hay una técnica que funciona a nivel micro (el socioanálisis) y una «técnica»
que funciona a nivel macro (la revolución). El socioanálisis es análisis institucional en situación (in
vivo). Hay dos instituciones que nunca funcionan: la psiquiátrica (mientras el médico se empeñe en
curar al loco) y la pedagógica (mientras el profesor se empeñe en enseñar al alumno). El orden
social necesita su reforma, para evitar la revolución. Hay que dar la palabra al loco y al estudiante,
pero hasta un cierto límite: de modo que no contagien a toda la sociedad. Así surgió el socio-
análisis. Pero cuando una sesión socioanalítica contagió por resonancia a toda la sociedad (mayo
68), el socio-análisis fue puesto en cuarentena.”
11. Una práctica de producción de conocimiento reflexiva. Dado que reconocemos la presencia
de lo subjetivo en todo proceso de construcción de conocimiento y por tanto, la imposibilidad de
ser “objetivos”, nuestras investigaciones acogen el principio de reflexividad; este implica someter a
escrutinio crítico cada estrategia, decisión y operación metodológica, así como la construcción y
explicitación de criterios que las orientan. De este modo, la investigación social crítica también
puede considerarse como “investigación social de segundo orden” (Ibáñez, 1998) pues es capaz de
generar conocimiento crítico sobre sí misma, como lo evidencia nuestra permanente preocupación
por sistematizar y discutir nuestro enfoque (Jiménez y Torres, 2004)
12. El diseño participativo. ¿Cómo se traducen estos principios y criterios metodológicos en una
investigación participativa? A continuación, sintetizamos los principales momentos y decisiones de
un proceso metodológico crítico (Torres, 2014):
Definido el qué se va a investigar, también se acuerda cuál será la estrategia metodológica más
pertinente; unas veces puede ser la Investigación Acción Participativa o un socio análisis o la
creación de una nueva estrategia. En todo caso, la decisión pasa por un primer acercamiento a
estas metodologías y una vez tomada la decisión, se realiza un taller para profundizar en la
perspectiva y familiarizarse con el proceso metodológico global y sus implicaciones prácticas.
4) Configuración del equipo investigador. Se definen los integrantes de dicho equipo, tanto desde
el grupo de investigación como desde las organizaciones sociales; para estas últimas, en unas
ocasiones la decisión es voluntaria (interés por investigarse o aprender), en otras es una tarea
asignada por la dirección de la organización. Es este equipo el que asumirá la orientación y
desarrollo práctico de la investigación así se estén socializando sus avances con los dirigentes y
demás integrantes de la organización. Es este colectivo el que afina la justificación, los objetivos,
las preguntas y la estrategia metodológica, los cuales se redactan como un proyecto.
7) Síntesis y escritura de informes. La idea es construir una descripción y una interpretación que le
permita a los sujetos reconocerse en los análisis y asumir los retos que depara la lectura crítica de
la experiencia organizativa. La exposición final de resultados se guía por los hallazgos y
conclusiones de la interpretación.
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segundo lugar a otros colectivos que trabajan en el mismo territorio o en los mismos temas; en
algunos casos, se busca poner en discusión el conocimiento generado en espacios académicos
institucionales. Se puede acudir a diferentes estrategias y formatos comunicativos. En todos los
casos se produce un informe escrito que da cuenta del proceso metodológico vivido, de la
reconstrucción descriptiva del proceso y de una interpretación en torno a los ejes problemáticos.
En algunos casos se produjeron materiales de amplia difusión (videos, cartillas, programas
radiales). Estos materiales se ponen en discusión a través de la realización de talleres, foros y
socializaciones públicas.
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CUADRO COMPARATIVO PERSPECTIVAS DE INVESTIGACION SOCIAL
Perspectiva
Aspectos
Distributiva Estructural Crítica
Paradigmas Interpretativo, Dialéctica
Positivista y neopositivista
epistemológico construccionismo Crítico –social
Explicar a partir del Comprender acciones desde Cuestionar el orden social
descubrimiento y comprobación la perspectiva de los sujetos Emancipar
Interés
de leyes y contextos Identificar el potencial de
Controlar y Predecir cambio
Dada Construida Constructiva
Ontología Determinada Múltiple Múltiple y holística
(naturaleza de la Tangible Holística Conflictiva
realidad) Fragmentable Divergente Transformable
Objetividad como distancia Interrelacionada Co-implicación entre sujeto y
Relación entre sujeto y objeto Intersubjetividad objeto
sujeto/objeto Compromiso con la liberación
Generalizaciones Contextuales Lo mismo que para el
Afirmaciones nomotéticas Limitadas al caso singular interpretativo
Propósito
(leyes) Afirmaciones ideográficas Reconocer tendencias
generalización
Deductiva Inductiva Transductiva
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