Arturo Magaña - Paz Alicia Garciadiego
Arturo Magaña - Paz Alicia Garciadiego
Arturo Magaña - Paz Alicia Garciadiego
TEXTOS
DE LA
ACADEMIA
Texto de
Arturo Magaña Arce
PAZ ALICIA
GARCIADIEGO:
FILMANDO
CON LA PALABRA
Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, A.C.
FILMANDO
PAZ ALICIA
GARCIADIEGO:
CON LA PALABRA
D. R. © 2019, Arturo Magaña Arce
D. R. © 2019, Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. A.C.
Diseño
Taller de Alejandro Magallanes
Giancarlo Taverna
Colecciones fotográficas
IMCINE, pp: 1, 6, 14-15, 22-23, 24-25, 32-33, 38-39, 40-41, 46-47, 48 / Archivo de Paz
Alicia Garciadiego, pp: 4, 8-9, 34-35 / Archivo Mil Nubes – Foto, p: Portada.
4
Arturo Magaña Arce
PAZ ALICIA
GARCIADIEGO:
FILMANDO
CON LA PALABRA
Roberto Fiesco
Coordinador editorial
F: Gregory Allen.
PAZ ALICIA
GARCIADIEGO:
FILMANDO
CON LA PALABRA
+
Nacida en domingo
“T
engo buena suerte”, dice Paz Alicia Garciadiego
cuando empieza a narrar una vida que no le tiene
miedo a las palabras. “Nací en domingo y con pico
de viuda”, afirma con una sonrisa mientras se alza
el cabello que cubre su frente. Con su dedo índice señala ese “piquito
de cabello que, en la India, es señal de muy buena suerte. Además,
en la tradición nuestra, la occidental, las que nacimos en el último
día de la semana, gozamos de buena fortuna”.1
Paz Alicia no tenía pensado ser guionista “porque no sabía que
existía el oficio”, como ella dice. “Yo no pensaba que el cine se hacía
y mucho menos que yo pudiera hacerlo. El cine era, y punto. Y era
perfecto, lejano, inalcanzable”. Aún hoy, siendo la guionista mexi-
cana más reconocida y celebrada de las últimas décadas, Paz
Alicia sigue entrando a la sala de cine “con alma de espectadora;
más concretamente de espectadora niña, y veo la película con el can-
dor de quien no sabe que alguien hizo esa película: la escribió, eligió
a la actriz, armó el carrito del dolly. Como si me siguiera siendo ajeno
el proceso. A lo mejor gracias a eso me sigue gustando ver cine”. 2
Esa niña espectadora, que aún sigue siendo parte de ella, llegó
un 4 de septiembre de 1949 a poblar una Ciudad de México que hoy
no existe más. La Juárez, “una colonia de ultramarinos en las es-
quinas y estanquillos a la mitad de la cuadra, una ciudad todavía
en blanco y negro”, 3 fue el hogar de una pequeña niña que vivía
sus tardes en la oscuridad de una sala cinematográfica que hoy po-
cos recuerdan: el cine Parisiana.
9
35 años de historia capturados en 15 películas con las que han conquistado el mundo.
Paz Alicia y Arturo Ripstein han consolidado juntos una filmografía llena de historias
sórdidas, personajes atormentados y paisajes de un México real y asfixiante; un
universo cinematográfico donde ella pone los pecados y él la cámara que los sigue.
El cruce entre las calles de Barcelona y Abraham González –hoy
ocupado por una vulcanizadora– fue el hogar cinematográfico de un
ciclo doble de películas en inglés a los que Paz era obligada a ir dia-
riamente. “Mi nana, una mujer malévola y espantosa, era la amante
del cácaro”, dice con una mirada y sonrisa únicas que advierten la
llegada de una gran historia.
“Ernestina llevaba ya trabajando en casa de mi abuela varios
años”, recuerda Paz. “Era alta, enorme, de caderas anchas, brazos po-
derosos, bigote oxigenado y, hasta que no haya una prueba suficien-
te que derrote mi memoria, gitana”. La hora del encuentro amoroso
ocurría todas las tardes a las tres. Ernestina le decía a la mamá y a
la abuela de la pequeña que la llevaría al parque cuando, en realidad,
la dejaba sentada en una butaca de aquel recinto mientras ella se
entretenía con el proyeccionista de la doble función.
“Yo creo que mi abuelita tenía muchas ganas de una siesta por-
que no hay un solo parque en la colonia Juárez”, dice Paz entre risas.
“Recuerdo que el cine estaba vacío. Mientras ella se subía con el cá-
caro a hacer sus fechorías –me imagino, integrales–, yo me quedaba
ahí abajo en la sala; una sala enorme y vacía”. 4 En aquel momento,
la guionista no tenía más de tres años de edad. “Yo moría de miedo
porque ella me amenazaba con que, si yo le decía algo a mis papás o a
mi abuelita, me iban a caer todo tipo de maldiciones gitanas”. 5
Esa experiencia, al principio traumática, le permitió a Paz descu-
brir el maravilloso mundo del cine. “Con el paso del tiempo, sé que le
debo muchísimo [a Ernestina]. Al ver la misma película tres, cuatro
o hasta diez veces, aprendí a leer al cine, a descubrir de qué trata una
cinta por sus imágenes. En aquel momento yo no sabía leer –las pe-
lículas estaban subtituladas–; nadie me explicaba y tenía prohibido
decirle a mi mamá que había ido a ver Shane, Quo Vadis, Las minas
del rey Salomón, o cualquier musical, que me encantaban”.6
La tortura gitana terminó cuando Paz cumplió seis años y su fa-
milia se mudó de la colonia Juárez a la San José Insurgentes, al sur
de la capital, “donde no había cines a una cuadra, ni ropavejeros, ni
gitanos. Todo olía a nuevo”, 8 recuerda Paz. Y aunque ya no tenía his-
torias por conocer provenientes de una gran pantalla, aún le que-
daban las dos armas más importantes de su vida: su abuela y sus
lecturas.
12
“Y
Historias de los nuestros, para los nuestros
P
“Licenciada, usted debería escribir telenovelas”
13
“Yo ya había leído la obra y empecé a corregir para mis adentros
al autor del guion”, recuerda Paz Alicia. El resultado de aquel expe-
rimento le cambió la vida. A su llegada al trabajo –un empleo en una
dependencia de gobierno; una Secretaría ya desaparecida cuyo nom-
bre ya no recuerda–, Garciadiego se dio cuenta que su vida podía to-
mar un camino completamente diferente. “Esa mañana, entre oficio
y oficio, supe que yo haría eso: escribiría esos mundos anchurosos,
los de entre las páginas, los de atrás de los telones de los cines. Ese
día tuve una certeza elemental: yo podía escribir una radionovela así
como las de Radio Educación; idéntica, incluso mejor. Así de simple,
de llano, de torpe. Y como a las monjas les aprendí la contumacia,
pregunté, indagué, pedí y encontré”.10
U
13 de marzo. ¿Por la mañana o por la tarde?
14
La intuición –o quizá esa buena suerte que la rodea– le permitió
a Paz cautivar al cineasta con sus palabras. “Mi instinto me hizo no
decirle ‘tengo una propuesta de guion’. Ahí sale huyendo Ripstein
y cualquier director. Yo preferí contarle una historia y le gustó”. El
resultado de esa charla –una sobre herejías medievales, tema fasci-
nante para ambos– fue que, poco después, el director la buscara para
proponerle la realización de un guion sobre la muerte de la actriz
Lupe Vélez y otro sobre cocina mexicana. Si bien ambas historias
nunca se llegaron a filmar,12 dichas invitaciones fueron el preámbu-
lo para una asignación que le cambiaría la vida a ambos.
“Al mes y medio, Rip me llamó y me dijo: ‘Quiero que me escri-
bas una película. Quiero que adaptes El gallo de oro, de Juan Rulfo’”.
A Paz se le pararon los pelos de punta. “Me aterré”, confiesa. “Me
dio miedo no estar a la altura, que me quedara mal. Era yo absoluta-
mente novel y además venía de otros medios. Cuando la gente ve mi
filmografía se sorprende que hice programas infantiles, pero sí, los
hice”, explica.
¿Qué se hace cuando un reconocido cineasta te ofrece la oportuni-
dad más grande de tu vida? “Comencé a buscar una excusa honora-
ble para decirle que no y no quedar como una imbécil”, recuerda Paz
entre risas. “Estuve a punto de inventar que tenía yo lepra y que por
eso no podía usar la máquina de escribir. Sé que Ripstein lo presin-
tió y me llamó a la media hora utilizando uno de sus trucos. Él tiene
don de mando y, en vez de preguntarme: ‘¿Lo vas a hacer sí o no?’, me
dijo: ‘Lo quiero el 13 de marzo’. Y como yo creo que las monjas sí me
dejaron la cosa de ser muy disciplinada, respondí: "¿En la mañana o
en la tarde?". Y el 13 de marzo se lo tenía. Así comencé”.
L
El círculo completo
15
Daniel Giménez Cacho y Regina Orozco protagonizan Profundo carmesí, película
censurada por su productor, el francés Marin Karmitz, quien eliminó una secuencia
con un aborto y otra donde se asesina a una niña. Recientemente, el material
mutilado fue recuperado y se prepara una versión sin cortes. F: Federico García.
buena que no sólo hice otra película con ella sino que la traje a vivir a
casa conmigo”,17 afirma sobre la mujer con la que ha conformado una
familia de cinco hijos –tres hijas de ella (Daniela, Mariana y Bárba-
ra) y dos de él (Gabriel y Alejandro)–, tres nietos y trece películas con
las que han conquistado al mundo. “Soy tu amuleto de la suerte”,18 se
limita a decir Garciadiego con una enorme sonrisa.
E
El cine ripsteiniano
18
otro que el lado oscuro de los hombres, el de un dios que no basta para
explicar lo absurdo y ante lo cual no nos queda a veces nada más que
reír porque si no, sería intolerable”.21
La cita anterior es del escritor y periodista mexicano Javier Gon-
zález Rubio. Sus palabras se encuentran contenidas en el prólogo del
libro que contiene el guion cinematográfico de La perdición de los hom-
bres (1999) –ganador de la Concha de Plata al mejor guion en el Festi-
val Internacional de Cine de San Sebastián en el año 2000–. Dicha pu-
blicación forma parte de una breve, pero interesante, tradición –que
ha ocurrido pocas veces en el cine mexicano– de acercar los guiones
de las películas a la audiencia.
Este esfuerzo incluyó los libretos de La mujer del puerto (1990), una
película prácticamente desconocida en México, cuya edición corrió a
cargo de la revista española Viridiana; Profundo carmesí (1996) –galar-
donado con la Osella de oro al mejor guion en el Festival Internacio-
nal de Cine de Venecia en su año de estreno–, publicado por aquella
célebre colección de El Milagro; El evangelio de las maravillas (1997)
y El coronel no tiene quien le escriba (1998), selección oficial del Festival
de Cannes de 1999, editados por la Universidad Veracruzana; y Así
es la vida…, la primera película en América Latina en ser filmada en
video digital y que, al igual que La perdición…, fue impreso por la pres-
tigiosa, y extinta, colección de la librería 8 ½ . Gracias a estas ediciones,
hemos conocido la forma tan peculiar –por no decir única– en que Paz
Alicia construye guiones que no escatiman en detalles para crear un
universo sórdido y desesperanzador desde el papel.
“En la máquina de escribir hago y deshago el mundo a mi antojo”,
dijo Paz Alicia a la revista Cine PREMIERE a finales de los años 90.
Hoy acepta que ha cambiado las máquinas de escribir por una com-
putadora moderna, pero que la esencia de su trabajo sigue intacta.
“Cuando las historias son bonitas se escriben como agua, pero
cuando no… uno las quiere y las odia. Por suerte he tenido la opor-
tunidad de hacer nada más cosas que me interesan; por eso se me va
en ellas el corazón, el hígado, la bilis. Escribirlas es un privilegio y, al
mismo tiempo, un gran dolor”, 22 afirma.
Ese dolor, dice, es el mayor impulso que le motiva a estar todos los
días en el rodaje de sus historias. “Yo voy mucho al set no para con-
trolar que no traicionen [mi guion], sino porque necesito desprender-
me de la criatura. Es como si te robaran a un niño; pero tú eres parte
del secuestro y duele menos”, explica entre risas. “Estando ahí te das
cuenta de que si el actor es un imbécil y no puede con el diálogo, hay
que modificarlo. Cuando eres parte de las dificultades, te das cuenta
de los cambios y no reprochas. No te sientes traicionado”.
19
Acepta que ningún guionista en México posee los mismos pri-
vilegios que ella. “Puedo inmiscuirme en cosas que normalmente
no hace alguien de mi profesión”, explica. “Pero hay que saber cómo
hacerlo. Y yo soy muy discreta. Si tengo que comentarle algo a Rip,
lo hago con mucha discreción. Me pasó una vez en El imperio de la
fortuna, y otra en La reina de la noche, donde paré el rodaje porque las
cosas no eran así. Pero no se trata de quitarle autoridad a Rip ni de
pelearse. Tenemos puntos de vista muy similares. No se trata de que
alguien gane sino de que la película salga lo mejor posible”.
Una de las mayores ventajas de su relación con Ripstein, dice,
es que le permite explotar esa otra habilidad en la que se conside-
ra realmente buena. “Me encanta buscar locaciones y lo hago muy
bien”, revela. “No nada más porque tengo la escena en la cabeza
sino porque tengo intuición de qué nos puede servir. En La calle de
la amargura (2014) necesitábamos una vecindad y no la encontrába-
mos. Un domingo abrí Google Maps y empecé a buscar donde había
patios de vecindad; luego cambié al satélite y así encontré el patio
donde filmamos y que, tristemente, destruyeron el día de que termi-
namos de rodar. Pero también me hago muy amiga de la gente del
departamento de arte. Soy muy cercana a ellos. Y como estoy todo el
día ahí sin hacer nada, ayudo en lo que pueda: a despuntar las corti-
nas, a colocar vasos en la mesa, etc.”
Finalmente explica que lo que más atesora de su papel como guio-
nista es que “hay momentos en el rodaje en que soy la única que sabe
a donde va la historia”. Esto se debe, explica, a aquel primer con-
sejo que le dio Ripstein cuando comenzaron a trabajar juntos. “Él
me dijo: ‘Escribe todo aquello que quieras que se vea en la pantalla.
Todo. Prefiero que seas exhaustiva a que te quedes con algo’. Desde
entonces le tomé la palabra y en el guion de El imperio de la fortuna
escribí todo, absolutamente todo lo que visualizaba. Y ahí descubrí
que esa iba a ser mi manera de escribir: como si yo fuera la cámara”. 23
“S
Literatura al servicio del cine
20
da; es inteligente pero gorda. La pobre Coral Fabre tiene el
signo de Caín sobre la frente: su gordura irredenta, desbor-
dada, voluptuosa. […] Coral se pinta los labios de color rojo
profundo. Con el pie cierra la puerta de un golpe suave y se
baja el camisón discretamente, dejando casi al descubierto
sus senos redondos, espumosos. Senos del tamaño de una
papaya madura”.
–Extracto del guion de Profundo carmesí.
21
encierra en un cuarto, junto a Rafael Inclán y a Luis Felipe Tovar, en
un extraño funeral donde unos asesinos velan al hombre que acaban
de asesinar.
Quizá no haya amor más enfermizo y pasional que el que existe
entre Regina Orozco, Daniel Giménez Cacho y nosotros, el público,
al ser un integrante más de sus fechorías en Profundo carmesí. Aun-
que lo mismo podríamos decir de aquella secuencia donde las som-
bras de Nora Velázquez y Patricia Reyes Spídola, entaconadas y en
minifalda, guían a dos hombres hacia la entrada de un motel, lugar
donde la muerte ya los esperaba sentada, cómodamente, en una mu-
grosa habitación.
“En cada uno de los guiones que hago me interesa hablar de los
personajes humillados y ofendidos. Escribo temas horriblemente de-
presivos como respuesta al país que vivo”, dice la creadora de estos
trece mundos que forman parte de un mismo universo cinemato-
gráfico. “Un país que me asusta mucho pero que me produce un odio
y un amor infinito”. 25
“El cine de Ripstein no es un cine fácil”, escribió el historiador Emi-
lio García Riera en 1996. “De igual modo, los guiones de Garciadiego
son piezas estrictas y precisas de relojería; mecanismos fatales que
bordean lo maldito y que emocionan y estremecen al lector (como más
tarde lo harán con el espectador) por un espíritu de subversión frente
a los valores establecidos. No creo encontrar en el panorama actual
otra voluntad tan detallada, tan incisiva, tan desgarradora como la
de Garciadiego y Ripstein, en esta última década, por destejer el fal-
so tejido social y mostrar la desnudez que está debajo. Desnudez fea,
desagradable y auténtica. Ambos han demostrado una certidumbre
en esa fuerza que jamás ha hecho convincente un cine empeñado en
endulzar y embellecer la realidad. Porque ocurre que la destrucción
nos aguarda sin remedio. Y sin embargo amamos”.26
P
Asesinando a los autores
22
tación. “Lo primero que escuché de él fueron quejas sobre la primera
película –El gallo de oro (Roberto Gavaldón, 1964)–. Yo estaba muer-
ta de pánico”, recuerda Paz. “Luego me preguntó la manera en que
había resuelto lo de una sombra en forma de cruz. Yo, la verdad, no
sabía de qué me hablaba. Tartamudeé y no sé ni qué le respondí. Ni
me acordaba de ese detalle de ‘la cruz cargada en la arena’ que se
ve cuando el protagonista va arrastrando el petate para enterrar a
su mamá. Nos fuimos de su casa pensando que no le iba a gustar el
guion. Pero, al poco tiempo, habló por teléfono para decirnos que es-
taba encantado; sobre todo porque no habíamos tratado de calcarlo,
lo cual había sido el error de otras adaptaciones de sus obras. Creo
que ese fue el gran espaldarazo a mi trabajo como guionista”. 27
La primera cinta de su filmografía le permitió a Paz Alicia hallar
el secreto detrás de una buena adaptación: “Mi principal aprendiza-
je [acerca de llevar El gallo de oro a la pantalla grande] es que tuve
que asesinar a Rulfo en el texto. ¿Y qué debo hacer para asesinarlo?
Arrebatarle la historia y hacerla mía. Lo que yo quise fue pintar un
México lejos de las hermosísimas fotos del autor o de este México
retratado por Gabriel Figueroa. Hablé del país que estaba alrededor
mío desde que yo recuerdo: un mundo invadido por el poliéster. Un
México imbricado con la ciudad”. 28
García Márquez, por su parte, confió en la pareja para adaptar una
de sus historias más famosas. En el Festival de Cine de Cartagena
de 1995, luego de una proyección de la cinta La reina de la noche (1993)
–adaptación libre de la vida de la famosa cantante Lucha Reyes–, el
novelista se acercó a la pareja y le dijo: “Ahora sí les doy El coronel no
tiene quien le escriba. Sus palabras exactas fueron: ‘Ya aprendieron lo
suficiente para hacerla’, 29 dijo el Nobel de Literatura, según recuerda
Paz Alicia sobre el origen de la cinta nominada a la Palma de oro en
el Festival de Cannes de 1999, y que le valió a Garciadiego una no-
minación al premio Goya a mejor guion adaptado al año siguiente.
Dicha confianza de parte de García Márquez hacia Paz y Arturo
se tradujo a una cláusula dentro de un contrato “donde Gabriel es-
tipulaba que no tendría ninguna injerencia en la película, además
de que no leería el guion ni vería los rushes; no vería un solo cuadro
de la película hasta que estuviera terminada. Y lo cumplió con ca-
balidad”, 30 recuerda Garciadiego. Si Rulfo le había dicho que estaba
encantado con su trabajo, la respuesta de García Márquez fue mu-
cho más explícita y difícil de olvidar: “Eres una cabrona. Me hiciste
llorar”, le dijo el colombiano a Paz Alicia instantes después de haber
visto la adaptación de su historia.
23
El coronel no tiene quien le escriba, donde actúa junto a Salma Hayek, se convirtió
en la oportunidad que Fernando Luján necesitaba para llevar su trayectoria
más allá de la televisión y brillar de nuevo en la pantalla grande. F: Federico García.
Rafael Inclán, Luis Felipe Tovar y Carlos Chávez –como el cadáver que yace al fondo–
inmortalizan la esencia de La perdición de los hombres: dos hombres, a quienes la
envidia convierte en asesinos, velan el cuerpo de la persona a la que acaban de asesinar,
mientras reflexionan sobre lo que los llevó a cometer ese crimen. F: Álvaro Muñoz.
C
Los claroscuros del éxito
28
de nuevos productores. “En ese momento dije: ‘¡Nos sacamos la lotería,
fantástico!’, pero no… uno nunca se saca la lotería”. Aquellos inversionis-
tas que aparecieron como Reyes Magos eran comerciantes textileros que
defraudaron al fisco por cantidades millonarias, truncando la vida de la
película en festivales internacionales y en la cartelera mexicana.
Algo similar ocurrió con La virgen de la lujuria (2002), que estuvo
enlatada por cuatro años; y, peor aún, con La mujer del puerto (1991),
remake del clásico de Arcady Boytler que nunca pudo exhibirse en
México de manera comercial. “¿Quién no ha visto esa película?”,
pregunta Paz sobre la versión de 1933. “Decidimos hacerla a partir
de una conversación con Emilio García Riera sobre por qué las pelí-
culas de la época de oro seguían teniendo éxito. Así, entre broma y
broma, nos vino la idea de filmarla, pero no con una Andrea Palma
como Marlene Dietrich, sino con una prostituta chamagosa, con ves-
tidito de algodón y nada de guantes largos”.33
Convertido en uno de los guiones favoritos de Paz, La mujer del
puerto no ha podido exhibirse en México debido a que los derechos
de explotación de la cinta se vieron involucrados en un pleito entre
los productores y la justicia de Estados Unidos. “Ojalá pronto, muy
pronto, se pueda ver. Le tengo un cariño muy especial a esa película”,
afirma con franqueza.
“E
Las menudencias que construyen la vida
29
punto exacto en donde no me colgara y, al mismo tiempo, mantuvie-
ra el español, me costó. Pero me divertí mucho. Había escenas en las
que me reía solita cuando las escribía”.35
Con dicho galardón, aunado a la Osella de oro al mejor guion cine-
matográfico por Profundo carmesí, obtenida en Venecia en 1996, Paz
Alicia Garciadiego y Arturo Ripstein lograron darle una proyección
al cine mexicano y, sobre todo, un impulso moral que no ha dejado
de inspirar a las nuevas generaciones de guionistas y cineastas en
nuestro país.
“Los grandes estudios de Hollywood cayeron en manos de joven-
cillos administradores de empresas que no quieren arriesgar nada.
Empezaron a hacer remakes y cosas que están aprobadas por el pú-
blico. Afortunadamente en México las historias no se agotan. Por
eso tenemos un cine que ya quisiera Hollywood”, 36 expresó Paz Ali-
cia al recibir la medalla Salvador Toscano al mérito cinematográfi-
co, convirtiéndola en la primera guionista y en la tercera mujer en
ser acreedora a dicho galardón.
Alguna vez, durante un seminario de guionistas del Festival de
Sundance, Paz Alicia estuvo en un grupo donde cada uno de los par-
ticipantes tenían que mostrarle al resto un momento de su filmo-
grafía que les hiciera sentir orgullosos. “Había un gringo, una buena
persona, que había escrito la película de Superman (Richard Donner,
1978) con Marlon Brando”, recuerda Garciadiego. “El guionista nos
insistió en que nos fijáramos mucho en la secuencia que ocurría en
unas escaleras. Después de ver esa escena, donde no pasaba nada, al-
guien tuvo el coraje de preguntarle por qué le hacía sentir tan orgu-
lloso ese momento. Él respondió que fueron los únicos tres minutos
de su guion original que quedaron en pantalla”.
A diferencia de aquel hombre que atesoraba unas simples es-
caleras, Paz Alicia posee una filmografía llena de secuencias que
la hacen sentir orgullosa. Lo afirma primero con una enorme son-
risa. Luego se sincera y relata el momento que más la ha llenado
de satisfacción: “El momento más bonito que he vivido en mi cine
es el final de Principio y fin. Yo leí la novela de Mahfuz sin pensar
que la iba a adaptar porque el título me parecía espantoso… hasta que
llegué a la escena final. Ahí empecé a llorar como Magdalena. Rip
me dijo que estaba loca porque le acababan de dar el Nobel de Li-
teratura al autor. Pero mi suegro [el productor Alfredo Ripstein]
le entró. Y mágicamente, con artes de mercader de oriente, él ne-
goció con Mahfuz un precio regalado por los derechos”.
El final de aquella novela giraba alrededor del suicidio de un per-
sonaje que se tiraba al río Nilo. Para Paz, con esa habilidad de tras-
30
ladar cualquier historia a la azarosa realidad mexicana, sustituyó
el espíritu bravío del Nilo por la vida salvaje de las vías del metro,
el río subterráneo de la Ciudad de México. La estación Chabacano
fue la ideal por el tamaño de su construcción. Ya con los permisos
aprobados por las autoridades de la ciudad, el director del transporte
suspendió la filmación “porque incitaba al suicidio en sus instala-
ciones”.
“Faltaba una semana para filmar”, recuerda Paz, quien tuvo que
encontrar una locación de último momento para rodar el final que
debía adaptar a las nuevas características del lugar. Los cuatro pi-
sos de unos baños de vapor –que operaban también como un burdel
masculino– se convirtieron en la única opción para el equipo de pro-
ducción.
“Llegamos al último día de rodaje y teníamos película sólo para
dos tomas. Las autoridades querían ya cerrar el lugar, pero los con-
vencimos de que nos dieran un par de días para filmar. Queríamos
hacerlo con un Steadycam para recorrer todos los pisos. El tiempo
calculado era de nueve o diez minutos. En un ensayo, el operador de
cámara aguantó un piso y medio y se desmayó. Rip habló con Memo
Granillo [el fotógrafo de la cinta] y le preguntó si se la echaba con
cámara al hombro y él dijo que sí”.
Por las condiciones del lugar, Paz tuvo que esconderse, a solas, en
un cuarto hasta abajo del edificio. A ella se le unieron las escenógra-
fas y las vestuaristas de la película. Mientras el equipo se alistaba
para filmar, Ripstein habló con todos y lo único que hizo fue desear-
les suerte. “Yo nunca he sentido mayor humanidad en un equipo
como el de Principio y fin”, afirma Paz Alicia. “Todos trabajando al
mismo ritmo y con la misma intensidad. ¿Y sabes qué? Lo hicimos y
quedó en la primera toma. Memo [Granillo] se desplomó en el piso y
mi suegro le acercaba un Gatorade para que se recuperara. Ernesto
Laguardia lloraba como Magdalena de la tensión. Fue muy emocio-
nante. Por eso es la secuencia que más recuerdo. Era un momento
central desde que leí el libro. Y todo salió bien. Todo salió muy bien”,
dice con una enorme sonrisa.
Para ella, recordar momentos como éste son los que le hacen sen-
tir que todo el viaje ha valido la pena. “El cine es un negocio solitario.
Yo, como guionista, paso buen tiempo a solas escribiendo una pelí-
cula mientras otros oficios tratan de levantar un próximo proyecto.
A veces a uno le conviene recordar que lo que uno hace está bien y
que vale la pena”, afirma a unos días de recibir el Ariel de oro por sus
más de 30 años de destacada trayectoria.
El futuro promete seguir siendo un camino lleno de fortuna para
31
aquella mujer nacida en domingo, quien todavía sigue teniendo al-
gunos sueños pendientes. El primero –uno que quizá sorprenda a
más de uno– consiste en escribir canciones o “un musical con baila-
bles y todo. Me encantaría. Pero como nada más sé hacer una mitad,
que es la letra, me faltaría la otra mancuerna que es quien me haga
la música. En cine tengo a Ripstein pero en la música me falta mi
Ripstein”.37
El segundo significaría ver algo que ha deseado por casi 30 años: el
ansiado estreno de La mujer del puerto en México y un relanzamiento
sin censura de Profundo carmesí. Los planes se complementan con el
estreno de El diablo entre las piernas, cinta filmada en 2018 con las ac-
tuaciones de Sylvia Pasquel, Alejandro Suárez y Patricia Reyes Spín-
dola, actriz fundamental para el cine ripsteiniano que ha dado vida a
muchos de los guiones escritos por Garciadiego.
Mientras sus sueños se cumplen, Paz Alicia Garciadiego seguirá
encontrándose cada mañana con la página en blanco, una vieja amiga
que se ha convertido en un mundo infinito de posibilidades. El anchu-
roso y sórdido mundo cinematográfico que ha creado aún tiene cabida
para más historias oscuras, dolorosas y asfixiantes, mismas que están
listas para ser filmadas por la incisiva cámara de su inseparable Rip.
Página del guion de Mentiras piadosas.
32
Ripstein y Paz Alicia usaron las calles y pasadizos del Centro Histórico
de la Ciudad de México para enmarcar Mentiras piadosas, una historia
sobre el lado más salvaje de los celos y un amor apasionado. En la foto,
Ernesto Yáñez y Alonso Echánove.
Agradecimientos
A Paz Alicia Garciadiego, por sus generosas y emocionantes horas de con-
versación para la preparación de este texto. A mi familia, por acompañar-
me en los desvelos y rescatarme de los cerros de copias y apuntes de los
que me rodee para trabajar. A Katia Hinojosa, por ser ese motor que me
impulsa a seguir mis sueños. A la profesora María Luisa López-Vallejo y
García, por ser una gran inspiración, no sólo para este trabajo sino para
mi vida académica y profesional. A toda mi familia Cine PREMIERE –
los que están y a los que llevo en el corazón– por las porras y los buenos
deseos. A Roberto Fiesco, por su confianza y por esas aventuras cinema-
tográficas que me han cambiado la vida. A los amigos de la Filmoteca de
la unam y la Cineteca Nacional por dejarme explorar esos tesoros inva-
luables que preservan nuestra historia. A mi madre, por enseñarme que
siempre se puede dar más. A mi hermana, por ser la luz de mi vida.
36
La Caponera (Blanca Guerra) y Dionisio Pinzón (Ernesto Gómez
Cruz) el día de su boda; una secuencia suprimida de la versión
comercial de El imperio de la fortuna. F: Ángel Corona.
LECCIONES
DE PAZ ALICIA
GARCIADIEGO
A LOS NUEVOS
GUIONISTAS
• Los diálogos
“Yo le tengo mucha confianza a mis diálogos. Busco siempre que
tengan el ritmo que necesito para la historia. Por eso no soporto
cuando los actores me cambian una palabra. Le quitan la sonoridad”.
• Las revisiones
“No relean sus cosas hasta que pongan la palabra ‘Fin’ en su guion. Es
muy agotador que, después de un día de trabajo agotador, leas lo que
hiciste”.
• Las preguntas
“A la mitad del trabajo pregúntate por qué quieres hacer tu guion; qué
es lo que quieres contar con esto. Te va a aclarar mucho.”
• Los obstáculos
“Si algo no arranca, sigue adelante. Cuando siento que un personaje
se me está escondiendo, que no está siendo comprensible para el
público, tengo métodos de cirujano sin anestesia, hago una operación
a corazón abierto y trato de escarbar en la tripa. Ahí es donde salen
las escenas terribles que busco.”
• El espacio
“Yo necesito crearme un universo con mis guiones, meterme hasta
el fondo, contar la historia de la manera que a mí me gusta. Me gusta
escribir todo lo que necesito. Yo no me ahorro nada. Literalmente
voy escribiendo como si yo fuera la cámara. Y escribo todo lo que voy
viendo en el recorrido: un vaso con agua, una grabadora, la mesa de
madera sólida, el ropero, la ropa que se ve…”
• Los personajes
“Todas y todos tienen parte de mí y ninguno soy yo. Todos tienen
momentos míos. Todos. Estoy convencida de que es en los vicios y
en los pecados donde radica la humanidad. Es conmovedor escuchar
a alguien que reconoce sus debilidades. A mí me conmueven
mis personajes. Trato de sentirme como ellos. No tienen nada de
autobiográficos, pero trato de sentir lo que sienten”.
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• La apropiación de un universo
“Siempre trato de apropiarme de los personajes y de las historias.
Los describo muchísimo. Ambientes, pensamientos, todo, los olores...
todo. Voy creando un universo para que la historia y los personajes se
puedan mover y yo me pueda mover con ellos”.
• El respeto a la audiencia
“No me gusta ponerle trampas al espectador y capotearles la
información. Merece todo mi respeto y le voy dando claves para que
acompañe la historia”.
• El parto cinematográfico
La tarea de un guionista es parecida a la de una madre obligada a
regalar a su recién nacido. Pero soy afortunada y gozo del privilegio
de asistir al parto de mi criatura. Y compartirlo con el resto del
equipo que se congrega en una filmación hace menos doloroso el
alumbramiento. Pero voy al rodaje. Comparto. Soy cómplice. Día a
día mi guion es menos mío y más de todos. Duele. Pero ¡qué se le va a
hacer!, son gajes del oficio.
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Ripstein y Paz Alicia en el rodaje de El evangelio de las maravillas.
Conocida por mucho tiempo como La nueva Jerusalén, esta cinta
comenzó a trabajarse inmediatamente después de El imperio
de la fortuna conjuntando dos temas fascinantes para ambos: las
herejías y el milenarismo. La complejidad del proyecto retrasó
su realización por una década hasta su estreno comercial, ocurrido
en 1999. F: Federico García.
El relato desolador del escritor egipcio Naguib Mahfuz –Nobel
de literatura en 1988– saltó de las calles de El Cairo al hogar de
una empobrecida familia de clase media en México. Ernesto
Laguardia y Verónica Merchant forman parte del elenco
de Principio y fin, ganadora de la Concha de oro a mejor película
en San Sebastián en 1993. F: Federico García.
FILMOGRAFÍA
1985 El imperio de la fortuna (D: Arturo Ripstein)
Nominada al Ariel a mejor tema musical, 1987
1988 Mentiras piadosas (D: Arturo Ripstein)
Ganadora del primer lugar al argumento y guion
cinematográfico en el Festival de Bogotá, 1989
1989 Noche de paz (D: Ximena Cuevas)
1990 La mujer del puerto (D: Arturo Ripstein)
1990 Ciudad de ciegos, episodio La suicida (D: Alberto Cortés)
1993 Principio y fin (D: Arturo Ripstein)
Ganadora del premio a mejor argumento y adaptación
en el Festival Internacional de Cine de Estambul, 1994
1993 La reina de la noche (D: Arturo Ripstein)
Ganadora del primer premio del Concurso Latinoamericano
de Nuevo Cine para la filmación de la cinta, 1993
Nominada al Ariel a mejor argumento original
y guion cinematográfico, 1996
Ganadora del Ariel a mejor tema musical, 1996
1996 Profundo carmesí (D: Arturo Ripstein)
Ganadora del premio a mejor guion inédito
en el Concurso Iberoamericano de Guion del Festival
Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano d
e La Habana, 1995
Ganadora del premio Osella de oro a mejor guion
en el Festival Internacional de Cine de Venecia, 1996
Nominada al Ariel a mejor guion cinematográfico, 1997
1997 El evangelio de las maravillas (D: Arturo Ripstein)
1998 El coronel no tiene quien le escriba (D: Arturo Ripstein)
Ganadora del premio a mejor guion inédito en el Festival
Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano
de La Habana, 1998
Nominada al premio Goya a mejor guion adaptado, 2000
1999 Así es la vida… (D: Arturo Ripstein)
1999 La perdición de los hombres (D: Arturo Ripstein)
Ganadora de la Concha de plata a mejor guion
en el Festival de San Sebastián, 2000
2002 La virgen de la lujuria (D: Arturo Ripstein)
2006 El carnaval de Sodoma (D: Arturo Ripstein)
2011 Las razones del corazón (D: Arturo Ripstein)
2014 La calle de la amargura (D: Arturo Ripstein)
2018 El diablo entre las piernas (D: Arturo Ripstein)
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GUIONES PUBLICADOS
Profundo carmesí
México, El Milagro, 1996.
Prólogo de Emilio García Riera, introducción de Jorge Ruffinelli.
Así es la vida…
España, 8 ½, imcine, Cineteca Nacional, 2001.
Prólogo de José Luis García Sánchez.
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CITAS
46
20. QUIROZ, Macarena, El doloroso placer de escribir un guion de cine,
en Cine PREMIERE, Junio, 1998.
21. GARCIADIEGO, Paz Alicia. La perdición de los hombres. Guion
cinematográfico. Ocho y medio, conaculta, 2000
22. QUIROZ, Macarena, op. cit.
23. CRUZ, Ana, Antes de la película. Conversaciones alrededor
de la escritura cinematográfica. conaculta, 2012.
24. GARCIADIEGO, Paz Alicia. La perdición de los hombres.
Guion cinematográfico. Ocho y medio, conaculta, 2000
25. CARDENAS Ochoa, Alejandro. Interés por los seres humillados
y ofendidos, en El Nacional, 2 de marzo, 1996.
26. GARCIADIEGO, Paz Alicia, Profundo carmesí, El Milagro,
imcine, 1996.
27. QUIROZ, Macarena. El doloroso placer de escribir un guion de cine.
Cine PREMIERE, Junio, 1998.
28. Anónimo, Yo me considero escritora, no cineasta: Paz Alicia
Garciadiego, inba. 6 de junio, 2016.
29. Anónimo. Paz Alicia Garciadiego y El coronel no tiene quien
le escriba, en Proceso, 5 de septiembre, 1998.
30. MEDRANO PLATAS, Alejandro, Guionistas del cine mexicano,
Cineteca Nacional, 2018.
31. QUIROZ, Macarena. El doloroso placer de escribir un guion de cine,
en Cine PREMIERE, Junio, 1998.
32. PORTILLO, Lourdes, Academy’s Visual History Program Collection.
Paz Alicia Garciadiego, 9 de septiembre, 2015.
33. QUIROZ, Macarena, op. cit.
34. Agencia dpa, Gana Arturo Ripstein con “La perdición...”,
en El Universal, 1 de octubre, 2000.
35. LANDINO, Patricia, Garciadiego: olvidé que los guiones
eran reconocidos, en La Jornada, 1 de octubre, 2000
36. Anónimo. Cuando uno está en el set ves desde dentro a la criatura,
en La Jornada, 6 de agosto, 2018.
37. GARCÍA, Natacha y CONTRERAS, Eva M., Eva.
La sordidez como ideología, Biblioteca Babab, 13 de mayo, 2002.
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48
49
En una habitación de los baños Torrenueva, Lucía Muñoz,
ganadora del Ariel a mejor actriz, y Osami Kawano durante
el rodaje de Principio y fin, cinta ganadora de siete premios
de la Academia en 1994, incluido el de mejor película.
F: Federico García.
Patricia Reyes Spíndola ha participado en casi todas las películas
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