Odebrecht
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Odebrecht
Resumen
Estudiante de la Facultad de Derecho en la Universidad Tecnológica del Perú, Filial Chiclayo, Perú.
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Introducción
obtener ventajas personales contrarias al desarrollo social, y, por ende, pueden poner en
peligro a la democracia.
2. Marco Teórico
En primer lugar, sobre captura corporativa estatal, se entiende como una situación donde
se maneja el poder entre corporaciones, sean nacionales o extranjeras; y líderes políticos,
sean caudillos, “salvadores de la patria” o partidos hegemónicos, para influir
ventajosamente en el Estado a fin de obtener beneficios personales en contra del
desarrollo social, usando una serie mecanismos legales, ilegales y dudosos (Durand
2010, Membreño 2007 y Omelyanchuk 2001). Primero, pueden moldear el marco
institucional, es decir, las reglas de “juego”, para que puedan operar sin presiones.
En esa línea, es una relación empresa-Estado, donde las corporaciones, dotadas de
grandes recursos, pueden recurrir principalmente a la corrupción para armar una red
estrecha con la élite política local, que les permita capturar funcionarios públicos a varios
niveles del Estado: presidentes, ministros, parlamentarios, funcionarios públicos, etc
(Hellman, Jones y Kaufmann 2000). Sobre el modelo de influencias Odebrecht, es un
sistema de la firma brasileña con una serie de mecanismos legales, ilegales y dudosos-
financiamiento de campañas, sobornos y lobbies para mantener relaciones cercanas a
largo plazo con una serie de personajes influyentes como presidentes, ministros,
funcionarios, entre otros, a fin de evitar fiscalizaciones, regulaciones y trámites
burocráticos (Durand 2018: 75-80). En especial, el financiamiento electoral es clave,
porque significa la base del pacto con el político para luego armar la red de corrupción a
niveles inferiores. En tercer lugar, sobre corrupción, se entiende como el mal uso del
poder empresarial, político y burocrático a fin de obtener mezquinos intereses privados en
contra del desarrollo social través de una serie mecanismos que varían entre lo legal,
ilegal y antiético (corrupción negra, gris y blanda) distorsionando las reglas que protegen
los intereses públicos y a las entidades encargadas de luchar contra la corrupción (Quiroz
2013: 30-34). En esa línea, se trata de una situación enraizada en las estructuras sociales
y ligada a una evolución institucional precaria que no ha podido detener comportamientos
oportunistas, donde la preocupación tiene que ver con las “reglas de juego” y sus
“jugadores” (el que da el soborno, el que lo recibe, y el encargado de combatirla). En
consecuencia, las normas favorables al desarrollo son inexistentes, están distorsionadas
o se muestran inestables; y, por ende, se producen sucesivas olas de corrupción. Por
último, sobre entidades públicas, como cualquier institución, se rigen por reglas del
Derecho Administrativo y existen una serie de principios como, por ejemplo, eficacia y
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Un factor que influyó en la adjudicación a Odebrecht fue la entrega oportuna, porque esta
empresa era eficaz para terminar las obras públicas antes de que los políticos acaben su
mandato, a fin de que puedan inaugurarlas como un incentivo personal, pues les
generaría rédito político. En esa línea, uno de los pilares de Odebrecht que lo hizo
especial en el mercado de la construcción era este tipo de entrega en el plazo solicitado
por los presidentes, incluso podían entregarla antes, a fin de inaugurarla en medio de una
alta presencia pública, porque los políticos tienen un interés especial para culminar las
obras a fin de aumentar su capital político (Durand 2018:76). Dicho de otra manera, la
constructora brasileña podía ofrecer las garantías a partir de las inauguraciones para que
los políticos aumenten sus probabilidades de éxito en unas eventuales elecciones o
simplemente dar seguridad a las inversiones del Gobierno como símbolo de “eficacia”
durante su gestión política. En breve, la capacidad de entrega oportuna no solo daba la
obra a tiempo, sino que ofrecía ciertas garantías a los intereses del Gobierno, porque
tenían el soporte financiero, prestigio y trayectoria empresarial como constructora para
cumplir las obras en las fechas previstas. Asimismo, la entrega oportuna de Odebrecht se
basaba en una relación clientelar entre el político y el empresario. En ese sentido, la base
de este sistema clientelista se encuentra en la acumulación por parte de los políticos y
empresario de recursos necesarios para consolidar sus probabilidades de éxito, cada uno
en su ámbito: por un lado, el político podría reducir la competencia en “el mercado
político” para facilitar un triunfo electoral, ganando votos con la inauguración de obras; y
por otro, el empresario puede reducir la competencia en el mercado concentrando cada
vez más recursos económicos, incluso alcanzar una condición de privilegio o “monopolio”
en el mercado de la construcción (Bresson 2010: 87-88). En efecto, estos recursos
necesarios los podía ofrecer Odebrecht con la entrega oportuna para que ambos actores
(Gobierno y empresa) se beneficien, porque así como el político puede ganar votos a
partir de las inauguraciones de obras públicas, la empresa puede proyectarse
internacionalmente en el mercado constructor a partir de la culminación de esta. En suma,
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En suma, un factor para la adjudicación fue la entrega oportuna, que se trataba de dar la
“obra a tiempo” para satisfacer a sus clientes (presidentes, accionistas, etc), porque
tenían la trayectoria empresarial, experiencia y eficacia para terminarlo en el plazo
solicitado, incluso antes, a fin de que los políticos puedan inaugurarla para aumentar su
capital político, o ganar votos. Por ello, Odebrecht y su entrega oportuna, fue atractivo
para muchos gobiernos.
Tan importante como la entrega oportuna, eran las relaciones externas de Odebrecht,
porque tiene que ver con la capacidad de influencias excesivas que mantuvo en el Estado
para asociarse a grandes obras públicas. Por esa razón, otro factor para ganar licitaciones
fue la influencia en el Estado, porque crearon una red de corrupción con las esferas más
altas de Gobiernos a partir del financiamiento electoral, sobornos, influyentes
constructoras locales y lobbies para ganar licitaciones. En consecuencia, esto permitía
mantener relaciones cercanas a largo plazo con una serie de importantes personajes
como presidentes, ministros, directivos públicos entre otros para ganarse su “confianza”,
evitar fiscalizaciones y adjudicarse contrataciones públicas mediante la corrupción. En ese
sentido, Odebrecht tenía un modelo de influencias donde usaban una serie de
mecanismos, como sobornos, “lobbys”, “puertas giratorias”, financiamiento político, cuya
finalidad era crear una red para ser “amigo de todos” y conseguir más obras con el mayor
nivel de ganancias posibles (Durand 2018: 76). Por esa razón, en el 2006, la constructora
brasileña creó una división llamada Departamento de Operaciones Estructuradas (DOE o
mejor conocido como departamento de “sobornos”) para gestionar varios mecanismos de
corrupción blanda que varían entre lo legal, lo ilícito y lo antiético.
En consecuencia, para mantener y ampliar las redes de corrupción, Durand sugiere que el
modus operandi de Odebrecht fue en tres niveles: decisores, operadores y ejecutores.
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En primer lugar, el nivel más alto era de decisores, porque se creó una relación especial
entre el empresario y funcionarios públicos y políticos de primer nivel, incluso presidentes,
para armar la red “desde arriba” y adjudicarse contrataciones públicas.
En segundo lugar, el nivel medio era de operadores, porque ellos participaban en el pago
de sobornos del líder empresarial probablemente a los niveles alto y bajo. En breve, los
operadores eran hombres de confianza de quienes estaban en un alto cargo público, de
modo que si hay un destape de corrupción los “jefes” no se verían involucrados
directamente.
En tercer lugar, el nivel bajo era de los ejecutores, porque ellos eran los encargados del
comité de licitación y que en su mayoría eran administradores públicos con poder directo
en el proceso de adjudicación, que fueron incorporados a la red a través de sobornos para
garantizar que la constructora brasileña ganará obras, es decir, era gente encargada de
decidir a quién se adjudica la contratación pública.
Por ello, el financiamiento político de Odebrecht era clave, porque no solo comprometía al
político, sino que creaba un terreno fértil para luego armar la red desde arriba, es decir,
“entre jefes”.
Por eso, a medida que Odebrecht se iba internacionalizando, se dedicaron más recursos
a la financiación de partidos para tener influencia. En consecuencia, para que la empresa
“sobreviviera”, Emilio Odebrecht, padre de Marcelo, afirmó que en Brasil existía una regla
de oro: “o se contribuía a todos, o a nadie” para ayudar a los partidos en sus necesidades
de campaña y a cambio obtener favores (Durand 2018: 82). Tanto fue así, que en Brasil
se apoyó a 28 de los 35 partidos políticos existentes.
Asimismo, otra mecanismo importante del modus operandi de Odebrecht era formar
alianzas estratégicas con influyentes constructoras locales para repartirse obras, incluso
se convirtió en una necesidad para posicionarse en el mercado de cada país, porque a
través de ellas no solo aprovechaban las debilidades institucionales del sistema, sino que
aumentaban sus conexiones políticas para llevar a cabo sus obras en medio de sobornos,
sobrecostos y baja fiscalización.
Odebrecht para ganar obras, porque sin una “ley clara” que los dote de capacidades
técnicas son presa fácil” de la corruptela, con mecanismos que pasan inadvertidos y
desafían con éxito los controles de fiscalización.
Asimismo, las leyes que regulan a los partidos políticos, que son actores claves en este
“juego”, no han significado cambios sustantivos para fortalecerlos, sino por el contrario los
han expuesto fácilmente al poder económico y han hecho del dinero una forma perversa
de relacionarse con grandes constructoras como Odebrecht. En esa línea, Tuesta señala
que los partidos peruanos que son débiles y sin recursos propios están expuestos a
quienes detentan los recursos económicos que se han extendido cada vez más hacia
fuentes ilegales e ilícitas, y así acumular recursos, favorecerse o favorecer a terceros y
eludir la justicia sin un control partidario interno y externo (2019). Es decir, sin una norma
que los fortalezca, los partidos políticos para ganar sus campañas se han vuelto
vulnerables al dinero de las corporaciones, quienes “influyen” para obtener “jugosos”
beneficios a cambio de ganar obras para luego inflar sus costos y repartirse ganancias.
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Conclusiones
Referencias bibliográficas
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