Que Es La Comunicacion Politica Ensayo D

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¿Qué es la comunicación política?

Ensayo de un modelo
Manuel Alejandro Guerrero

En las ciencias sociales existe una cantidad importante de términos y nociones cuya

definición es materia de controversia y desacuerdo constante entre los especialistas. Sin

embargo, pocos conceptos resultan ser al mismo tiempo tan ambiguos y tan ambiciosos

como el de “comunicación política”. Es más, la “comunicación política” se ha intentado

convertir en un campo de estudio sin tener siquiera un consenso mínimo, no ya sobre sus

límites –pues todo campo de estudio está en permanente expansión—, sino sobre dónde

habría que buscar los puntos de partida más allá de la mera mercadotecnia política (también

conocida como marketing político). Así, al hablar de “comunicación política” se puede uno

referir a todo fenómeno de comunicación vinculado a la política, es decir a todo y a nada.

En la historia se puede rastrear los orígenes de los vínculos entre comunicación y política

prácticamente desde la era de los papiros y la escritura cuneiforme, pasando por los

momentos gloriosos de la retórica griega en el ágora y los discursos romanos de la

república, hasta llegar a nuestros días cuando los individuos en las sociedades modernas

tienen en los medios a su principal fuente de información política. Pero si bien el vínculo

entre comunicación y política puede resultar evidente, a la hora de definir el matrimonio

“comunicación política”, lo que priva es la confusión y la falta de claridad.

Por ello, el propósito de este trabajo es proponer los trazos de un posible modelo de

comunicación política relativamente acotado, pero preciso en sus términos, que pretende

destacar el carácter democrático de dicho concepto y, a la vez, proporcionar una serie de

criterios para evaluar su desempeño con el fin de hacer de éste un concepto de uso práctico.

El trabajo está dividido en tres partes. En la primera se hace un breve recuento del estado en

“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación, 1


vol.5, Otoño-Invierno 2003.
el que se hallan los estudios desarrollados bajo la etiqueta de comunicación política, con el

fin de buscar en ellos consensos mínimos sobre lo que debe entenderse por dicho concepto.

En la segunda, se discute la propuesta del especialista francés Dominique Wolton sobre su

modelo de comunicación política. Este modelo, a pesar de ser muy utilizado, tiene algunas

debilidades, sobre todo, a la hora de plantear el lugar de los medios y de los políticos dentro

de la comunicación política. Finalmente, en la última parte se presenta una propuesta sobre

un modelo dialógico-complejo de comunicación política que pretende ser un primer paso

hacia la investigación en un campo práctico, relativamente acotado de comunicación

política, pero diferenciado de otros campos nuevos que han aparecido como resultado del

cruce entre comunicación y política, tales como la mercadotecnia política o la

comunicación electoral.

Primera parte: en busca de un sujeto de estudio

A pesar de que sería posible rastrear los vínculos entre comunicación y política desde hace

varios siglos, el vocablo “comunicación política” empezó a utilizarse apenas a partir de la

segunda mitad de los años cincuenta en Estados Unidos.1 Esto no significa que los estudios

sobre la relación entre comunicación y política daten también de esos años. De hecho,

desde principios del siglo XX existía ya un creciente interés por estudiar los efectos de la

comunicación –inicialmente de la prensa, pero luego también de la radio—sobre el

comportamiento político de los individuos.2 No obstante, estos estudios sobre la relación

1
Ver Heinz Eulau, Samuel James Eldersveld y Morris Janowitz (eds.), Political Behavior, Nueva York, Free
Press, 1956.
2
Los estudios sobre comunicación de masas desde principios de siglo y hasta finales de los años treinta se
caracterizaban esencialmente por una creencia casi absoluta en el poder de los medios para ejercer una
influencia muy persuasiva. Esta idea se sustentaba en tres premisas. Primero, la aparición de audiencias
masivas en una escala sin precedentes gracias a las nuevas tecnologías (cine, radio e impresoras rotativas).
Segundo, la idea de que la creciente urbanización e industrialización había ya destruido –usando la famosa
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación, 2
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
entre comunicación y política no se referían a su área de estudio como “comunicación

política” y más bien se insertaban dentro de los estudios generales sobre comunicación de

masas.

Los primeros estudios sobre comunicación política aparecieron en un momento en el cual

se empezaba ya a desconfiar del poder absoluto de los medios para manipular a los

individuos. En general, los estudios sobre comunicación de masas desde los años cuarenta

empezaron a introducir herramientas metodológicas más elaboradas y complejas con el fin

de "medir" el poder de influencia de los medios sobre sus audiencias. Determinantes para

esta nueva cautela sobre el poder de la comunicación sobre los individuos resultaron los

estudios de Lazarsfeld, Berelson y Gaudet de 1940 (publicados en 1944 bajo el título The

People´s Choice) y de 1948 sobre las elecciones en Estados Unidos, así como el resto de

los trabajos que aparecieron auspiciados por la Universidad de Columbia. Los estudios de

Lazarsfeld mostraban lo siguiente:

a) Los individuos manifiestan muy pocos cambios en sus comportamientos y preferencias

durante las campañas políticas, por lo que el poder de influencia de los medios se limita, en

el mejor de los casos, a reforzar ideas precedentes.

b) Las campañas políticas resultan ser muy poco efectivas y básicamente alcanzan a

aquellos individuos ya enterados.

c) La mayor influencia de los medios sobre los individuos no es directa, sino a través de un

proceso indirecto en el que juegan un papel esencial los “líderes locales de opinión” (es

dicotomía de Tönnies-- prácticamente todo vestigio de “comunidad” (Gemeischaft) y la había sustituido por
patrones más cercanos a una “sociedad” (Gesellschaft) caracterizada por una existencia individual aislada,
inestable, sin raíces, alienada e inherentemente susceptible a la manipulación. Finalmente, en apariencia la
propaganda utilizada durante la primera guerra mundial y el ascenso del fascismo "demostraba" el enorme
poder de los medios y la comunicación para manipular a los individuos. Así, a los medios se les reconocía una
completa capacidad para moldear opiniones y creencias, cambiar hábitos de vida, moldear la conducta e,
incluso, llegar a imponer regímenes políticos aún contra la resistencia inicial de los propios individuos.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación, 3
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
decir, individuos a los que se les reconoce cierta autoridad para hablar sobre determinados

temas; desde el cura local hasta el hijo que ha cursado estudios universitarios).3

Esta idea de que los medios no eran directamente determinantes de ningún efecto en los

individuos fue la tesis central de un importante artículo de Berelson,4 retomada después por

un discípulo de Lazarsfeld, Joseph Klapper,5 quien resumía esta nueva concepción de los

medios en dos conclusiones:

a) La comunicación de masas no es causa suficiente ni necesaria de los efectos en las

audiencias.6

b) Los medios de comunicación funcionan con mayor frecuencia como agentes

reforzadores que como agentes de cambio.7

Así, se impuso casi hasta mediados de la década de 1960 la idea de que la comunicación

que se transmitía a través de los medios servía para reforzar actitudes previas. Sin embargo,

los estudios que le siguieron concluían que los individuos tienden a exponerse a ciertos

contenidos en los medios que son acordes con sus creencias, valores y actitudes y, de

entrada, rechazan los que resultan contrarios a ellos. Esto concordaba con teorías de

psicología importantes en la época, como las de disonancia cognitiva, para las cuales el

individuo siempre busca minimizar la incomodidad de enfrentarse a valores y creencias

incompatibles. Por lo tanto, renacía el interés por estudiar el impacto de la comunicación en

los individuos y ya para fines de los sesenta había trabajos importantes en este sentido,

3
La idea de la influencia indirecta mediante líderes de opinión (two-step flow) la desarrollaron Elihu Katz y
Paul Lazarsfeld en su Personal Influence, (Nueva York, Free Press, 1955).
4
"The state of communication research", en Public Opinion Quarterly, número 23 de 1959.
5
The Effects of Mass Communications, Nueva York, Free Press, 1960.
6
Ibid., p.8.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación, 4
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
como los de Kurt Lang y G. Lang8, Valdimer Key9, Jay Blumer10 y también James

Halloran11.

Algunos de estos nuevos estudios defendían la idea de que los individuos practican una

"exposición selectiva" frente a la información que transmiten los medios de comunicación,

mediante la cual seleccionan y discriminan mensajes con base en creencias y valores

previamente determinados. Aparecieron también teorías como la de los "usos y

gratificaciones", para la cual la audiencia no es receptora pasiva de información, sino que la

retiene de acuerdo a ciertas necesidades, para luego utilizarla de diversas formas y con

distintos fines.12 En el fondo, también se rechazaba la concepción de una sociedad

fragmentada y compuesta por individuos anómicos y aislados y, en cambio, se imponía la

idea de una sociedad semejante a un panal de abejas compuesto por una innumerable serie

de pequeños grupos vinculados por una rica red de nexos personales, laborales y locales.

Es en medio de esta atmósfera general acerca de los efectos de la comunicación sobre la

política, que comienzan también a aparecer los primeros estudios sobre algo que empieza a

denominarse “comunicación política”. En aquel momento, los estudios de comunicación

política se concentraban en el comportamiento electoral de los ciudadanos. Posteriormente

durante las décadas de 1970 y 1980, también se incluyeron en los estudios de comunicación

política a aquellos que se centraban en el discurso político,13 en la capacidad de los medios

7
Ibid., p.15.
8
"The mass media and voting", en E.J. Burdick y A.J. Brodbeck (eds.), American Voter Behaviour, Nueva
York, Free Press, 1959.
9
Public Opinion and American Democracy, Nueva York, Knopf, 1961.
10
"British Television: The outlines of a research strategy", en British Journal of Sociology, núm.15, 1964.
11
The Effects of Mass Communication, with Special Reference to Television, Working Paper núm.1,
Leicester, Leicester University Press, 1964.
12
Ver el trabajo clásico de Phillipe Elliot, “Uses and Gratifications Research: A Critique and a Sociological
Alternative” en Jay G. Blumer y Elihu Katz (eds.), The Uses of Mass Communication, Beverly Hills,
California, Sage Publications, 1974.
13
Un buen ejemplo de este tipo de estudios sería el de Bernard L. Brock y Robert Lee Scott (eds.), Methods of
Rethorical Criticism, Detriot, Wayne State University Press, 1980.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación, 5
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
para “fijar la agenda” del debate político,14 hasta ampliarse hacia estudios que buscaban

analizar la relación de los medios y diversas instituciones gubernamentales. Finalmente, los

estudios de comunicación política de los años noventa cubren una gran cantidad de temas

que incluyen desde la propaganda política, los debates políticos, las relaciones entre medios

y estructuras gubernamentales (sobre todo desde el punto de vista de la formulación de

políticas públicas), la imagen política y las campañas electorales.

En fin, se trata de un campo en expansión, pero que aún es bastante indeterminado, pues

bajo el término “comunicación política”, como se puede apreciar, aparece todo tipo de

trabajos en los que la comunicación se relaciona con la política. Esto hace de la

comunicación política un campo prácticamente ilimitado y, por tanto, mal definido;

condición que se agrava debido a que ha aumentado el número de publicaciones que desde

diversas disciplinas buscan ganar legitimidad en esta área tan poco determinada. Esta

carencia de acuerdos normativos sobre lo que debe cubrir la comunicación política y la falta

de consensos mínimos sobre lo que debe entenderse por dicho término15 no representan los

mayores problemas en sí mismos (pues ya otras disciplinas con más años y tradición siguen

aquejadas de estos mismos males). El verdadero dilema se debe a que, a la hora de llevar a

cabo estudios empíricos de comunicación política, no hay forma de establecer su propia

14
Ver Donald L. Shaw, “Agenda Setting and Mass Communications Theory”, en International Journal for
Mass Communications Studies”, Vol.XXV, núm.2, abril-junio, 1979.
15
Como ejemplos de la falta de consensos sobre el significado del término comunicación política basten
cuatro ejemplos de distintos momentos en la breve historia de dicha área de estudio:
a) La comunicación política es cualquier “actividad ‘comunicacional’ (communicatory) que se considera
política en virtud de las consecuencias que tiene, sean reales o potenciales, para el funcionamiento del
sistema político” (Richard Fagen, Politics and CommunicationBoston, Little Brown, 1966, p.20).
b) La comunicación política se refiere “al papel de la comunicación en el proceso político” (Steven H.
Chaffee, Political Communication, Beverly Hills, California, Sage, 1975, p.15).
c) La comunicación política es cualquier intercambio de símbolos o mensajes que en un alto grado han sido
moldeados por, o tienen consecuencias para, el funcionamiento del sistema político” (Robert G. Meadow,
Politics as Communication, Norwood, N.J., Ablex Publishing, 1979, p.4).
d) La comunicación política es “el conjunto de técnicas y procedimientos de que disponen los actores
políticos, en especial los gobernantes, para atrer, controlar y persuadir a la opinión pública (ya sea en
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación, 6
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
legitimidad como un área en sí misma dentro del campo mayor de la comunicación de

masas. Asimismo, cuando ello se ha intentado el resultado ha sido la confusión con otras

áreas en las cuales también se entrecruzan la comunicación y la política, tales como la

mercadotecnia política.

Segunda Parte: Un primer ensayo de modelo

Uno de los autores que recientemente han hecho un esfuerzo por pensar un modelo

comunicación política elaborado ha sido el francés Dominique Wolton. Este autor ha

desarrollado su modelo dialógico de comunicación política en una serie de artículos y en su

libro Penser la communication.16 A diferencia de las perspectivas anglosajonas sobre la

comunicación política, Wolton deja de lado el behaviorismo y la preocupación última por el

comportamiento electoral que ha dominado en dicha tradición. En su lugar, Wolton

empieza por definir a la comunicación política como un “espacio en el cual se intercambian

los discursos contradictorios de los tres actores que poseen la legitimidad de expresarse

públicamente sobre la política, a saber los políticos, los periodistas y la opinión pública

mediante los sondeos”.17 Para Wolton esta definición permite una nueva valoración del

término en un sentido democrático que busca evitar la imposición de la comunicación sobre

la política, cuyo resultado no ha sido otro que la transformación de la política en

espectáculo, la tiranía del instante y la primacía del sentimentalismo sobre la razón.18

favor de una acción o de la pasividad)” (en Jacques Gerstlé, La communication politique, París, Presses
Universitaires de France, 1992, p.4).
16
D. Wolton, Penser la communication, París, Flammarion, 1997.
17
D. Wolton, “La communication politique: construction d’un modéle”, en Revista Hermès, número 4, Le
nouvel espace public, París, Ediciones del CNRS, julio de 1989, p.30
18
D. Wolton, “La communication politique. Entre l’impensé, les a priori et les typologies”, en Revista
Hermès, núms. 17-18, Communication et politique, París, Ediciones del CNRS, 1995, p.9.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación, 7
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
Wolton sostiene que la comunicación política es un fenómeno específicamente moderno

que se ha ido desarrollando desde hace más de doscientos años como consecuencia de la

creciente democratización en los sistemas políticos y las sociedades occidentales. Por ello,

su definición busca cimentar la comunicación política en una concepción de la política que

cada vez más ocurre dentro de procesos comunicacionales que no son otra cosa sino el

reconocimiento del adversario como un interlocutor legítimo en un sistema democrático

moderno. Es la comunicación política la que permite la interacción entre información,

política y comunicación y, por tanto, se convierte en un concepto esencial para el

funcionamiento de la democracia moderna, pues lejos de suprimir la política mediante la

imposición de la comunicación, la vuelve posible en las sociedades modernas de masas.19

Así, al identificar a los tres actores principales de la comunicación política –los políticos,

los periodistas y la opinión pública a través de los sondeos--, Wolton busca entenderla

como un proceso dinámico y abierto y no como una técnica para transmitir mensajes. Un

proceso dialógico en donde los intereses de estos tres actores se enfrentan para discutir los

asuntos políticos de cada momento. Por tanto, se trata de una lógica de interacción que no

sólo tiene equilibrios cambiantes en las relaciones de fuerza entre los tres actores (como se

explicará más adelante), sino también en los asuntos mismos a discutir.

A continuación se presentan las características y los papeles que desempeña cada uno de los

tres actores principales en la comunicación política. El papel de los políticos --de los

hombres políticos (hommes politiques)-- se define por una lógica que toma como base tanto

la acción como la ideología, que pretende, a un mismo tiempo, convencer y organizar la

realidad de acuerdo con sus propios intereses en la competencia electoral y sus calendarios.

La comunicación política tiene entonces una función concreta desde la perspectiva de los

19
D. Wolton,
“¿Qué es la “…construction d’un modéle”,
comunicación política? Ensayoart.cit, p.30.
de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación, 8
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
hombres políticos: la del convencimiento y el logro de apoyos tanto de otros políticos como

del elector. Por su parte, el papel de los periodistas (journalistes) –a quienes Wolton

identifica con “los medios de comunicación”, pues usa ambos términos de forma

indistinta20-- es informar sobre los sucesos, pero pudiendo también ejercer un “cierto

derecho de crítica”21 que les permite estar casi frente a frente con los políticos. Los

periodistas (o los medios) ocupan, sin embargo, una posición clave dentro de la

comunicación política no sólo porque son ellos los que, en última instancia, aseguran y

llevan a cabo el proceso comunicacional como tal, sino porque para hacerlo deben hallarse

“a medio camino” entre la opinión pública y los hombres políticos.22 Finalmente, el papel

de la opinión pública tiene como fundamento la idea del derecho de los ciudadanos a

expresarse y a manifestar sus puntos de vista sobre los asuntos de interés público, es decir

sigue una lógica de comunicación. La opinión pública representa (al lado de los sufragios)

la manera en la cual la “sociedad”23 se comunica con los políticos. Para Wolton, la mejor

forma de “medir” la opinión pública es mediante los sondeos de opinión, cuyo objetivo es

reflejar una “realidad” que no tiene existencia objetiva, sino que en todo caso, sólo refleja

un instante casi fotográfico del estado que guarda la opinión de determinados sectores en un

momento específico. Los individuos se transforman en ciudadanos mediante su calidad para

participar en la vida política y esta participación, mínimamente, se expresa en su derecho a

votar, pero también, de manera más imperfecta (y también menos claramente definida) en

20
Ver su libro y artículos ya citados, así como sus “Les médias, maillon faible de la communication politique”
en Revista Hermès, núm.4, Le nouvel espace public, París, Ediciones del CNRS, julio de 1989 y también su
“Les contradictions de la communication politique”, en Revista Hermès, núms. 17-18, Communication et
politique, París, Ediciones del CNRS, 1995.
21
D. Wolton, “…construction d’un modéle”, art.cit, p.35.
22
D. Wolton, “Les médias...”, art.cit., p.177.
23
La representatividad del sondeo depende, desde luego, de la precisión de la serie de criterios técnicos que se
establecen para cada caso. Esta representatividad de los sondeos siempre es necesariamente aproximada y
cambiante, pero es, hasta el momento y con todas sus imprecisiones, la herramienta más utilizada para
“medir” la opinión pública.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación, 9
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
su capacidad para opinar legítimamente sobre los asuntos públicos. Aquí cabe destacar que

el ‘público’ del que se obtiene la ‘opinión pública’ mediante los sondeos nunca es un

perfecto equivalente del cuerpo electoral, por lo que la muestra de opinión pública que se

obtiene de los sondeos no debe conducirnos a pensar que la opinión pública como tal se

agota en ellos. No obstante, en términos prácticos y empíricos, los sondeos siguen siendo

los mecanismos más útiles para “medir” la opinión pública.

Estos tres actores entran en tensión constante debido a que sus lógicas al entrar en la

comunicación política son, en la mayoría de los casos, antagónicas. A los políticos los

mueve la acción y/o la ideología, a los periodistas la lógica de la información y el ejercicio

de la crítica y, a la opinión pública (a través de los sondeos) el derecho de comunicar sus

juicios y posiciones frente a los hechos y decisiones que tienen lugar en la vida política. El

predominio de un actor sobre los demás –el desequilibrio en las relaciones de fuerza—

depende mucho del momento político que se viva en las democracias:

a) En momentos de crisis, los que prevalecen son los hombres políticos. Siguiendo a

Wolton, “la urgencia de la situación, la importancia de la acción y de las decisiones que

deben tomarse coloca a los políticos en el centro de la comunicación política”.24

b) En momentos electorales, en cambio, son los sondeos lo que juegan el papel dominante.

c) Finalmente, en periodos de normalidad política, los medios se imponen mostrando los

sucesos y los problemas, e informando al público sobre las acciones y decisiones

tomadas por los políticos. Pero también interpretan y analizan los hechos, manteniendo

así el espacio de la crítica abierto. De este modo, los periodistas se han convertido en

una especie de “guardianes” mitológicos del orden democrático.

“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,10


vol.5, Otoño-Invierno 2003.
Así, Wolton construye un modelo de comunicación que se define como dialógico, pues

permite el contacto constante y la retroalimentación entre los hombres políticos y la opinión

pública mediante los medios, que los vinculan a través de su labor informativa. El esquema

de comunicación política de Wolton podría quedar representado en la siguiente figura A.25

Figura A
Modelo de Comunicación Política de Wolton

Políticos

Hechos y acciones políticas


Comunicación

Periodistas
(medios)

Información

Opinión Pública (sondeos)

Como se puede apreciar, la comunicación política es un proceso en dos direcciones, pues

por una parte, tiene un sentido “descendente” desde la política hasta los individuos pasando

a través de la intermediación de los medios y, por la otra, tiene un sentido “ascendente”

desde la opinión pública hasta los hombres políticos a través de la intermediación de los

24
D. Wolton, “…construction d’un modéle”, art.cit, p.37.
25
Este esquema se refiere a mi interpretación del modelo de comunicación política de Wolton.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,11
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
sondeos. Esto le imprime un carácter dialógico a la comunicación política en el modelo de

Wolton, que según él presenta cinco grandes ventajas:26

1. Para empezar, su definición de comunicación política (como el espacio en el cual se

intercambian los discursos contradictorios de tres actores que tienen legitimidad para

expresarse públicamente sobre la política) amplía las perspectivas tradicionales que

tendían a ser parciales en la forma de abordarla, pues se centraban o bien en la relación

entre políticos y electores, o entre medios y políticos, o bien en la información política

que transmiten los medios a las audiencias, pero raramente en las relaciones entre

políticos, medios y opinión pública. La comunicación política, afirma Wolton, es la

interacción entre los tres.

2. Su definición subraya el carácter incluyente y democrático de la comunicación política,

debido a que ésta responde a la necesidad de informar a amplios sectores de la sociedad,

a un creciente número de ciudadanos, sobre los asuntos políticos con el fin de que estos

ejerzan su derecho a estar informados y de mantener un vínculo comunicativo entre

políticos y ciudadanos en tiempos no electorales.

3. Su definición de comunicación política queda circunscrita a un tiempo específico, pues

ésta sólo comprende los intercambios entre los ya referidos actores sobre los asuntos

públicos del momento, lo cual significa que los contenidos de tales intercambios varían

siempre con el tiempo. En ciertos momentos cobran importancia los asuntos

económicos, en otros la política exterior, etc. Por lo tanto, queda abierta la posibilidad

de que las interpretaciones de la realidad y las posiciones de cada uno de los tres actores

sobre los asuntos que aparecen con cierta regularidad en la agenda (por ejemplo, la

aprobación del presupuesto) también se modifiquen en el tiempo.

26
D. Wolton,
“¿Qué es la “…construction d’un modéle”,
comunicación política? Ensayoart.cit, p.30.
de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,12
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
4. Su definición otorga un nuevo valor a la política frente a la comunicación gracias al

cual ésta última no absorbe a la primera, sino que solamente le permite expresarse a

través de un modo más extenso y amplio. Esto es acorde con la necesidad democrática

de expandir la información a cada vez más individuos en la sociedad.

5. Su definición otorga un lugar esencial a los individuos en el juego de la interacción

entre medios, políticos y opinión pública, por lo que la comunicación política “no es

sólo el intercambio de discursos entre la clase política y la clase ‘mediática’, sino que

en ella también se encuentra una presencia real de la opinión pública mediante la

intermediación de los sondeos”.27

En el modelo de Wolton hay que reconocer un primer intento sistemático por ordenar la

disparidad y la heterogeneidad en los estudios que, al menos bajo sus propias aspiraciones,

pretenden establecerse en el reino nebuloso e indefinido de la comunicación política.

Asimismo, es necesario señalar algunas de las virtudes del modelo de Wolton que, desde mi

punto de vista, ayudan a precisar el área –y las pretensiones-- de la comunicación política.

Al definir a la comunicación política como el intercambio de discursos entre tres actores

(políticos, medios y opinión pública) sobre los asuntos políticos del momento, Wolton

también define los límites espacio-temporales precisos que el estudio de dicha área debe

respetar. Luego, al enfatizar el carácter dialógico de la comunicación política la vincula con

el derecho a la información y a la libre expresión de opiniones y, por tanto, con la

democracia liberal, lo cual le otorga legitimidad. Además, al destacar el carácter conflictivo

de las lógicas que mueven a los tres actores, Wolton reconoce una lucha de intereses

diversos entre ellos. Finalmente, frente a un sujeto tan difícil de asir como es la opinión

“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,13


vol.5, Otoño-Invierno 2003.
pública,28 Wolton toma una salida práctica al definirla, para todo propósito de

comunicación política, como el resultado de los sondeos de opinión en determinados temas.

No obstante, el modelo de Wolton tiene una serie de debilidades importantes que conducen,

en última instancia, a una serie de dificultades para todo propósito empírico. Sin adelantar

demasiado (pues de ello trata la tercera parte de este trabajo), simplemente habría que

señalar que, para empezar, la definición de Wolton sobre los políticos, en tanto que

“hombres políticos” es bastante limitada para cualquier entendimiento de los intereses que

definen las acciones y que llevan a cabo los hechos en la política moderna. En segundo

lugar, quizá el término más problemático en el modelo de Wolton sea el de “los

periodistas”, a quienes confunde con “los medios” sin reconocer una serie de tensiones en

el interior de estos últimos que son, las que a final de cuentas, definen lo que se informa.

Asimismo, falla al no reconocer en los medios una doble capacidad: no sólo la de informar

al público, sino también la de comunicar a los políticos (funciones que se explican más

abajo). Este punto también resalta las dificultades del modelo de Wolton por definir quién

establece la agenda de temas del momento. En fin, sin una serie de nuevas definiciones

sobre los actores y los intereses dentro de la comunicación política, el modelo presenta

muchos huecos a la hora de llevarlo a los terrenos de los estudios empíricos.

27
Ibid., p.33.
28
La opinión pública podría caracterizarse, de forma muy sintética, como la opinión que los particulares
tienen de la cosa pública, o como diría Goldhamer (cit. en Valdimer O. Key, Opinión Pública y democracia,
trad. A. Sánchez, Buenos Aires, Bibliográfica Omeba, 1967, p. 24) una opinión es pública si se refiere a un
objeto de interés público, que puede variar en el tiempo y diferir entre una sociedad y otra. Ésta definición no
circunscribe la opinión pública a las cuestiones relacionadas con la política, sino que la hace abarcar todo
aquello que es del interés de los ciudadanos. La opinión pública tiene que ver también, por ejemplo, con las
opiniones que se tienen de los candidatos, los partidos, la relación entre gobierno y sociedad, así como con
cualquier opinión de importancia política (Ibid., pp. 24 y 25).
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,14
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
Tercera Parte: ensayo de un modelo de comunicación política

Para empezar, es necesario utilizar como punto de partida la definición de comunicación

política que presenta Jean-Marie Cotteret, para quien ésta se entiende como “el intercambio

de informaciones entre los gobernantes y los gobernados a través de canales de transmisión

estructurados o informales”.29 Esta definición requiere de ciertos matices y precisiones,

para lo cual es necesario dividirla en dos partes analíticamente distinguibles:

a) La comunicación política como “intercambio de información entre gobernantes y

gobernados”.

b) La comunicación política tiene lugar “a través de canales de transmisión estructurados o

informales”.

Por lo que toca a la primera parte de la definición de Cotteret es importante destacar el

carácter inherentemente democrático (y también liberal) que implica la comunicación

política. La comunicación política, como fenómeno, puede ocurrir solamente a partir de las

revoluciones burguesas de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX al desarrollarse

una esfera pública en la cual los individuos –no todos, pero en creciente número—van

adquiriendo derechos civiles y políticos que los transforman en ciudadanos. Éstos no sólo

obtienen el derecho de participar en la vida pública, sino también el de estar enterados de

los asuntos públicos con el fin de darle sentido tanto a su propia participación como a la

idea de “responsabilidad política” (accountability) de los actores políticos.

29
Citado en Gabino Vázquez Robles, “Comunicación y marketing político”, en Revista Mexicana de
Comunicación, núm.53, marzo-abril, 1998, texto colocado en la internet en:
www.cem.itesm.mx/dacs/buendia/rmc/rmc53 .
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,15
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
Jürgen Habermas ha desarrollado en una temprana obra30 su idea de la aparición de un

espacio (o esfera) público burgués con potencialidades democráticas. Dicho espacio

público nace como consecuencia del creciente poder –adquirido originalmente en el plano

económico-- de una nueva clase con ambiciones políticas, la burguesía, la cual empezó a

contar con mayores recursos y tiempo para crear una red de instituciones dedicadas a la

reflexión, la cultura y el debate, tales como periódicos, sociedades de debates, editoriales,

bibliotecas, más universidades, museos, etc., a partir de los cuales reforzó su poder político

al crear un espacio público de opinión que antes no existía. Idealmente, este espacio público

tiene tres características:

a) Una porción de la esfera pública se constituye en cada conversación en la que se

intercambian ideas, impresiones y opiniones sobre asuntos de interés general.

b) Históricamente, frente al poder de los estamentos y de la Iglesia, este espacio público

opone un creciente número de individuos cuyos intereses y poder residen, en principio,

en la economía. Pero, si bien ello les da una base de autonomía frente a los estamentos,

los intereses económicos privados no definen al espacio público, sino la búsqueda de

intereses y acuerdos sobre el bien general y el bien público.

c) El espacio público es abierto en principio para todos y al participar en él se adquiere el

estátus de ciudadano. La norma de la participación es, siguiendo las ideas de la

Ilustración, el discurso racional abierto entre individuos, en donde la coerción y el

poder no tienen cabida.

30
Jürgen Habermas, Strukturwandel der Offentlichkeit, Berlín, Leuchterhand, 1962: traducido al castellano
como Historia y crítica de la opinión pública: la transformación estructural de la vida pública, trad. Antoni
Doménech, Barcelona, G. Gili, 1981.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,16
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
Con esta idea de la esfera pública como marco de referencia, es posible entender el carácter

democrático-liberal de la comunicación política. La comunicación política se vincula al

liberalismo, pues en principio, al hablar de “intercambio de información entre gobernantes

y gobernados” necesariamente se hace referencia explícita a un tipo de gobierno que ya no

puede ejercer el poder ni controlar la información de forma autónoma y excluyente de los

gobernados. Es la quiebra del absolutismo y el nacimiento de un nuevo tipo de legitimidad

fincado en la idea de que el gobierno es responsable frente al gobernado. Detrás de esta

nueva concepción acerca de la legitimidad del gobierno31 se encuentra una serie de ideas

que se refiere al derecho ciudadano a estar informado de los asuntos públicos, así como a la

obligación de los gobernantes de estar enterados de las necesidades de los gobernados a la

hora de tomar las decisiones para el diseño de las políticas públicas. Asimismo, se hace

referencia implícita a la idea de un ejercicio del poder público limitado y vigilado por el

ciudadano frente al cual se es responsable (accountable).

El filósofo británico John Stuart Mill sintetiza, de manera brillante, los argumentos liberales

en favor de la libertad de discusión, de pensamiento y de prensa.32 Para él, estas libertades

eran esenciales con el fin de mantener un espacio en el cual el libre intercambio de ideas y

el debate racional condujeran eventualmente a los individuos a “descubrir la verdad”

(entendida como el argumento racional que desacredita el error y las ideas equivocadas

mediante el debate público y abierto),33 así como a evitar la tiranía de una mayoría que

31
Existe un gran debate en torno a la idea de “legitimidad política”. Sin desconocer este aspecto que
merecería muchas páginas, en este trabajo la utilizo en un sentido amplio simplemente para referirme al hecho
de que la “legitimidad” del ejercicio del poder en las sociedades modernas occidentales descansa en una serie
de valores y normas democráticas a las que más o menos se apegan.
32
John Stuart Mill, “On Liberty” (1859), en J.S. Mill, On Liberty and Other Writings, editado por Stefan
Collini, Cambridge Texts in the History of Political Thought, Cambridge, Cambridge University Press, 1989.
Ver especialmente su segundo capítulo “On the liberty of thought and discussion” y su tercer capítulo “Of
individuality, as one of the elements of the well-being”.
33
Ibid., p.23.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,17
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
busque aplastar a la minoría (protegiendo así el individualismo),34 y también a prevenir a

los individuos contra las tendencias tiránicas y corruptas de los gobiernos.35 Estas ideas

liberales se fueron asociando con el transcurrir del siglo XIX, y ya de forma clara en el XX,

con la democracia a partir de la extensión del derecho al voto y de definiciones más amplias

de ciudadanía que abolieron los viejos requisitos de propiedad, educación y género.

Los individuos se convierten en ciudadanos al enterarse y participar (votar como requisito

mínimo) en la política y tener la posibilidad de ejercer su derecho a saber lo que sus

gobernantes electos están haciendo36 y, al mismo tiempo, se obliga a los gobernantes a

tomar en cuenta los intereses de los ciudadanos a la hora de la elaboración de las políticas

públicas. De esta manera, la comunicación política vinculada a los principios liberales,

incluye también la promesa democrática de expandir eventualmente estos derechos a todos

(al menos a todos los que se definan como ciudadanos) y de mantener una línea abierta de

comunicación entre el ciudadano y el gobierno que lo representa. Es sólo en la democracia

liberal en donde tiene lugar entonces la comunicación política, pues en cualquier otro tipo

de régimen, la relación dialógica entre gobernados y gobernantes desaparece al

desvanecerse la idea del ciudadano ante el cual el poder es, en última instancia,

responsable.37

34
Ibid., pp. 8-9.
35
Ibid., p.19.
36
Quiero enfatizar este punto, pues aun en democracias consolidadas como Estados Unidos, por ejemplo,
existe un porcentaje relativamente alto de la población (20 por ciento, según Bruce I. Newman, The
Marketing of Politics, 1999, p. ) que prefiere no enterarse de asunto alguno relacionado con la política.
Asimismo, a la hora de votar los porcentajes de abstencionismo en elecciones federales suelen llegar hasta el
35 por ciento o más (contrariamente a lo que se pudiera creer el abstencionismo es una posición política y no
una actitud “apolítica”). Lo que habría que destacar es que independientemente de las preferencias de los
individuos a la hora de participar o no en la vida pública, las democracias ofrecen, al menos, la posibilidad de
hacerlo siempre que el ciudadano así lo considere.
37
Habría también que señalar que en el caso de los totalitarismos, la información tiene un carácter doctrinario
y propagandístico y, en sentido estricto, la comunicación política como tal no existe. En los regímenes
autoritarios, la información, si bien no sufre nunca de los controles extremos de los totalitarismos, se
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,18
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
No obstante, esta idea romántica del intercambio de información entre gobernantes y

gobernados, si bien mantiene su fuerza normativa en la base de la idea de comunicación

política, resulta insuficiente para explicar el desarrollo real que dicho intercambio ha tenido

en la historia y el estado que guarda en la actualidad. Un aspecto que ha afectado el carácter

de dicho intercambio comunicativo se debe precisamente a la expansión del Estado en

términos territoriales. Las distancias y la lejanía física dificulta un intercambio directo de

información entre gobernantes y gobernados (al menos, en el plano nacional). Asimismo, la

mayor complejidad socioeconómica y los ritmos de trabajo modernos conllevan a una

creciente falta de tiempo para dedicarse a estar enterado de la política de manera directa

(aquí también habría que tomar en cuenta el “derecho” de los individuos a “no enterarse”

de ella). En fin, las sociedades modernas –en donde la relación directa entre gobernantes y

gobernados es prácticamente imposible-- requieren de mecanismos de “intermediación”

para transmitir la información política a los individuos y para conocer la opinión de estos

sobre diversos asuntos (aunque en este aspecto no debe pensarse que todo mecanismo de

intermediación es exclusivo o parte inherente de la democracia).38

Es aquí donde entra la segunda parte de la definición de Cotteret: la comunicación política

tiene lugar “a través de canales de transmisión estructurados o informales”. Habría que

destacar que la transmisión de información política en cualquier sociedad moderna y

compleja (independientemente de su tipo de régimen) es extremadamente difícil de lograr

sin tomar en cuenta una serie de mecanismos de intermediación, aunque como ya se señaló

caracteriza por una limitación en sus aspectos críticos, abiertos y autónomos, al menos en lo que corresponde
a la información sobre la política del país.
38
Como sostiene V. O. Key “los gobiernos tienen que interesarse por las opiniones de sus ciudadanos aunque
no sea más que con objeto de contar con una base para la represión del descontento” ( Key, Opinión Pública...
op.cit, p.15).
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,19
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
arriba sólo en regímenes democráticos tiene lugar la comunicación política. Ahora bien,

¿cuáles son los “canales de transmisión” o intermediación?

Para empezar, habría que destacar que en las sociedades modernas, la mayoría de la

información política que los individuos reciben es a través de los medios masivos de

comunicación (televisión, radio y prensa).39 Por tanto, los “canales de transmisión” a los

que hace referencia la definición de Cotteret resultan ser, en general --pero no

exclusivamente, desde luego--, los medios de comunicación masiva.40 A diferencia de

Wolton, me parece que los medios juegan un doble papel en la comunicación política: por

una parte informan a los individuos de los hechos y las acciones que tienen lugar en la

esfera política y, por la otra, también sirven de vínculo comunicativo entre los políticos

mismos y, entre estos y distintos grupos de interés.41

Sobre la función informativa de los medios también me separo de la idea que propone

Wolton debido a que pasa por alto el hecho de que los medios son organizaciones con una

39
Melvin L. De Fleur y Sandra J. Ball-Rokeach argumentan en relación con la comunicación de masas que,

Cada vez está más claro, que al igual que los hombres de la caverna de Platón, estamos experimentando –de
forma progresiva—un mundo transmitido por los medios (mediado) más que por la propia realidad. Sin
embargo, a diferencia del espectáculo de las sombras de Platón, nuestros medios de comunicación habituales
expanden, en vez de reducir, lo que llega a nuestros ojos u oídos; pero, en cualquier caso, lo que percibimos
son representaciones y no la realidad, y esto ha de tener forzosamente algún impacto en nosotros. Así pues,
uno de los principales aspectos de nuestra actual transición hacia la era de las comunicaciones de masas es
que estamos en contacto, de forma creciente, con representaciones mediadas de un mundo social y físico
complejo, más que con los rasgos objetivos de nuestro restringido entorno personal (Teorías de comunicación
de masas, México, Paidós Comunicación, 1996 (1989), pp.333-4).
40
Estos canales de transmisión también pueden ser desde los folletos informativos que se imprimen en los
despachos y secretarías del Estado hasta los discursos públicos. Así, aunque los canales de transmisión no se
limitan de ningún modo a los medios masivos de comunicación, resulta insoslayable el hecho de que para un
enorme número de individuos en las sociedades modernas, estos les proporcionan la mayor parte de la
información política que reciben.
41
La democracia es una forma de gobierno en la que no sólo cuentan los votos por más que la mayor parte de
la literatura y de las construcciones idealistas de la democracia nos quieran convencer de ello. El “lado oculto
de la democracia”, pero absolutamente real, tiene que ver con los pesos de las influencias de diferentes
grupos de interés. Así, la democracia se refiere a un tipo de régimen en el que se cuentan votos, pero también
se pesan influencias. Un rastreo de esta concepción puede hacerse en la idea republicana de Madison, Jay y
Hamilton en El Federalista. Esta idea la desarrollo en un artículo que se encuentra en revisión.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,20
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
serie de intereses propios42 y que, por tanto, la información que transmiten –desde la

definición de lo que es, o no es, noticia, hasta la decisión de transmitir, o no, cierta

información, pasando por la forma en cómo se transmite—no es una acción neutra, sino

orientada por sus mismos intereses. Existe una amplia literatura sobre la forma en la cual se

eligen las noticias y se discrimina la información que se presenta al público desarrollada

bajo el nombre de “gate-keeping studies” (o estudios de la función de portero o

seleccionador de los medios)43 y otros estudios que se concentran en la elaboración de las

noticias (newsmaking studies, que se concentran en las prácticas y rutinas que dan lugar a la

producción de noticias).44 También se encuentran los ya mencionados estudios sobre la

“fijación de agenda” (agenda setting). La presentación de las noticias no está exenta de una

forma específica en la cual cada medio de comunicación pretende reflejar la realidad de

acuerdo a sus intereses y para un público determinado.

Ahora bien, en cuanto a la función comunicadora de los medios deben distinguirse dos

aspectos. Uno en el cual los medios sirven de vínculo comunicativo entre grupos políticos y

otro en el cual los medios también son un vínculo entre grupos políticos y grupos de interés

(desde grupos empresariales hasta sindicatos, que pueden o no estar detrás de un tipo de

42
Más adelante, al definir a los actores principales de la comunicación política se aborda el tema sobre la
formulación y definición de intereses en los medios.
43
El concepto de “gatekeeper” o portero lo desarrolló Kurt Lewin en un estudio sobre el cambio de hábitos en
los patrones de alimentación. Los primeros estudios de comunicación que lo emplearon fueron los de D.
White (“The Gatekeeper: a Case Study in the Selection of News”, en el Journalism Quarterly, núm.27, 1950)
y W. Gieber (“Accross the Desk: A Study of 16 Telegraph Editors”, en Journalism Quarterly, núm.33, 1956).
La discusión ha girado desde entonces en torno a la posibilidad de crear modelos de selección de noticias (en
donde las variables han sido “las personas involucradas en la selección”, “el momento” y “la localización de
la noticia”) con el fin de verificar si estos responden a ciertos patrones establecidos o bien a criterios
subjetivos. Añadiría que a estas variables debe también sumarse otra sobre “el tipo de medio en cuestión”,
que no sólo establezca las diferencias entre diversos tipos de medios (escritos y electrónicos), sino también
que tome en cuenta la localización social y el prestigio de la organización (no es lo mismo una determinada
noticia en el Sun que en el London Times). Estos estudios también han recibido varias críticas por el hecho de
otorgarle una importancia excesiva a los editores a la hora de definir las noticias (Ver por ejemplo John
Downing, Internationalizing Media Theory: Transition, Power, Culture, Londres, Sage, 1996, capítulo 7).
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,21
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
medio determinado). En algunos países, como Suecia, la prensa está directamente vinculada

a los partidos políticos, de quienes recibe fondos. En otros países, como Estados Unidos o

México, hay casos en los que ciertos diarios muestran preferencias políticas relativamente

abiertas y le otorgan más espacio a ciertos políticos que a otros.45 En el caso británico, un

autor muestra la manera en que la prensa –sobre todo la del sector financiero—favoreció al

partido conservador durante la década de 1980 (debido a una semejanza de intereses).46

Diversos tipos de medios se encuentran, directa o indirectamente, vinculados a ciertos

grupos políticos, lo cual abre la posibilidad de que se aprovechen los espacios para “enviar

mensajes cifrados” entre ellos. Esto no tiene nada de extraño. La forma en la que se reporta

una noticia en un determinado diario no es necesariamente neutra, sino que puede llevar

una intención implícita. Esto se puede ver más claramente gracias a la concentración de la

propiedad de los medios por parte de grandes corporaciones durante las últimas décadas.

Por ejemplo, en Inglaterra entre 1969 y 1986 sólo 9 grandes corporativos –no todos ligados

a la industria de medios-- compraron más de 200 periódicos y revistas.47 Esta tendencia

también se ha presentado en otros países como Estados Unidos en donde la televisión ha

sido incorporada dentro de la estructura de grandes corporaciones. Si tradicionalmente sólo

tres compañías (CBS, ABC y NBC) controlaban cerca de dos tercios del mercado de la

televisión, en otras áreas, tales como la producción de series, también otras grandes

corporaciones han empezado a dominar. Tales son los casos de Matsushita Electric

44
Estos estudios tienen una metodología prácticamente etnográfica debido a que el investigador debe recoger
los datos directamente en el ambiente de estudio mediante entrevistas y observación sistemática de las
prácticas.
45
Las simpatías del Chicago Herald por el partido republicano o de La Jornada por el partido de la
revolución democrática sirven para ejemplificar este punto tan sólo en el plano nacional.
46
Ver Greg Philo, "Political advertising, popular belief and the 1992 British general election", en Media,
Culture and Society, vol.15, núm.3, julio 1993.
47
James Curran y Jean Seaton, Power without Responsibility: The Press and Broadcasting in Britain,
Londres, Routledge, 1988.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,22
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
Industrial Company que en 1990 adquirió MCA, el mayor productor de series televisivas en

Hollywood, o de la General Electric que en 1986 adquirió NBC. En Australia dos hombres

–Packer y Murdoch—controlan hoy día más del ochenta por ciento del mercado de revistas

(Murdoch además controla el 63 por ciento del mercado de periódicos) y tres hombres

dominan prácticamente el negocio de la televisión –Lowy, Bond y Skase. En México, dos

grandes televisoras controlan el mercado de la televisión abierta, TV Azteca y Televisa;

ésta última, además, se expande con ventajas en la radio, el mercado de revistas y la prensa

deportiva. Un autor señala que debido a este creciente control corporativo sobre los medios,

es natural que estos tiendan a defender lo que perciben como sus propios intereses

económicos.48 En el caso de México, algunos diarios también han servido de espacio de

comunicación de intereses corporativos y de grandes empresarios hacia el gobierno.49 Pero

estas prácticas sólo pueden escandalizar a los puristas de la democracia –de una que no

existe--, pues, como ya se decía anteriormente, la democracia es un asunto tanto de contar

votos como de pesar influencias de grupos y ningún país “democrático” se escapa a esta

realidad.

Una vez definidos los transmisores y, en el caso de los medios, su doble función de

informadores y comunicadores, es necesario abordar el tema de lo que la comunicación

política transmite. Wolton señalaba que una característica esencial de la comunicación

política es su dimensión temporal restringida a tratar los asuntos de interés político del

momento, los cuales se definen a partir del choque de intereses y lógicas que mueven a

cada uno de los tres actores principales (los medios/periodistas, los políticos y la opinión

pública medida por sondeos). Por tanto, como se decía arriba, se trata de una lógica de

48
Douglas Kellner, Television and the Crisis of Democracy, Bouldner, Westview Press, 1990, p.172.
49
El caso de El Norte, por ejemplo.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,23
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
interacción que no sólo tiene equilibrios cambiantes en las relaciones de fuerza entre los

tres actores, sino también en los asuntos mismos a discutir. ¿Por qué circunscribir la

comunicación política a los asuntos del momento? Para empezar, los “asuntos del

momento” no se restringen necesariamente al presente en tanto que existan sondeos de

opinión registrados acerca de determinados temas, que por diversos motivos (que deben

especificarse en la investigación) han resultado atractivos. Ahora bien, si se enfatiza que el

rasgo esencial de la comunicación política es su carácter dialógico, entonces la

investigación debe necesariamente tomar como base los asuntos (issues) sobre los que

exista suficiente información acerca de las posiciones e intereses de los tres actores de la

comunicación. El estudio de la comunicación política, si respeta la idea del “diálogo” entre

los tres actores, debe orientarse a tratar asuntos que son o han sido relevantes en

determinados momentos (en los que se cuente con información sobre la posición de los tres

actores) con el objeto de identificar las lógicas que mueven o impulsaron a cada uno. Es en

este sentido, que hay que entender “los asuntos del momento”, que resultan más de una

necesidad práctica de la investigación, que de una rigurosa orientación normativa. Sin

embargo, como se verá más adelante, este carácter temporal restringido de la comunicación

política –que está estrechamente relacionado a su carácter dialógico—la distingue de otras

formas de comunicación en el espacio público.

Ahora se tratará de especificar los rasgos más importantes de los actores de la

comunicación política. Tomando como punto de partida los tres actores que menciona

Wolton en su modelo de comunicación política, lo que se propone aquí es, sobre todo, una

nueva definición de cada uno de ellos con objeto de superar algunas de las ambigüedades

de dicho modelo.

“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,24


vol.5, Otoño-Invierno 2003.
Para empezar, la idea que propone Wolton acerca de los políticos como hommes politiques,

pasa por alto la complejidad de la formulación de intereses en la esfera política y ello

impide entender mejor lo que es la comunicación política. En la comunicación política, “los

políticos” no pueden limitarse a ser los hombres políticos. “Los políticos” deben concebirse

también como las instituciones y organismos a los que representan y que, con base en una

lógica organizacional tienen intereses propios. De esta forma, los partidos políticos, las

secretarías, los gobiernos y legislaturas estatales, etc., también forman parte de “los

políticos”. El sentido de la comunicación política para estos actores –los políticos,

respetando la terminología de Wolton—es presentar sus acciones y programas en busca de

respaldo popular y legitimidad. Y esto, a diferencia de las perspectivas anglosajonas sobre

la comunicación política, no se restringe al logro de apoyos electorales. Por ejemplo, si uno

de los temas del momento es la inestabilidad económica, la Secretaría de Hacienda puede

presentar una serie de argumentos e indicadores dirigidos a defender un ambiente propicio

a la inversión. Lo que es importante resaltar es que los intereses de “los políticos” en la

comunicación política nunca están dados ni se hallan fijos en el tiempo. Por ejemplo, frente

a un mismo “tema del momento”, pongamos el caso de la ratificación del TLC en Estados

Unidos, dentro de un mismo partido se podían hallar votos cruzados a favor y en contra. La

definición entonces de quiénes son “los políticos” a la hora de llevar a cabo estudios de

comunicación política depende del tema (a partir de él se puede tomar como unidad de

análisis, por ejemplo, a ciertas dependencias, a los partidos o a determinadas personalidades

–se trataría de resaltar a los actores involucrados).

Por lo que toca a los medios, la confusión que hace Wolton entre estos y los periodistas

soslaya una serie de tensiones y contradicciones en el interior de los primeros a la hora de

definir sus intereses. Para Wolton, la función de los medios/periodistas en la comunicación


“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,25
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
política es la de “informar” a los individuos para que estos puedan así ejercer su derecho a

la información y estén enterados de lo que se argumenta “desde la política” sobre los

asuntos de su interés. Esto haría pensar que los medios son meros vehículos de la

transmisión de noticias y, además, que son informadores neutros. Concebir a los medios de

esta forma es olvidar que estos tienen la capacidad de definir sus intereses y comportarse

(informar o desinformar) en consecuencia, que están insertos en una estructura de poder,

que ellos también tienen una base de poder, que tienen diversos tipos de relaciones y

cercanías con distintos grupos sociales, de interés y políticos, que tienen la posibilidad de

definir lo que son o no son noticias para informar, etc.

En la comunicación política, los medios reflejan sus intereses en la forma en la cual

presentan la información y abordan los temas políticos. En este sentido, habría que

considerar a los medios como actores desagregados en, al menos, prensa, radio y televisión.

A partir de ello es entonces posible intentar establecer los intereses de ciertos medios a la

hora de llevar a cabo un estudio de comunicación política. En general, sus intereses se

definen por equilibrios cambiantes a partir del constante conflicto entre dos lógicas:

• La de la manera en la que se insertan en el mercado y en la política. Este aspecto tiene

que ver con: régimen de propiedad; la estructura legal; formas de financiamiento; el

impacto de las condiciones económicas sobre los medios; y la relación entre dueños y

editores con grupos políticos.

• La de la manera en que cumplen sus funciones democrático-liberales, que son

básicamente tres: informar a los individuos con el fin de participar en los asuntos

públicos, vigilar al poder y servir como un foro de debates y discusión para diferentes

grupos con el fin de comunicar sus intereses (ciudadanos, ONG’s, políticos, grupos
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,26
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
empresariales, sindicatos, etc.). Este aspecto tiene que ver esencialmente con el grado

de profesionalismo de los editores y periodistas, con el papel específico que

determinado medio cumple en la sociedad –aspecto normativo-- y con el impacto de las

nuevas tecnologías de comunicación.

En una estructura de mercado no se puede pasar por alto que los medios son una industria

que para mantenerse debe ser rentable y producir beneficios. Pero los medios no son sólo

eso, pues el mero hecho de que ocupan un espacio importante en la esfera pública les obliga

a no perder de vista su función democrática normativa de servir como informadores y

comunicadores.50 Los medios viven así, en las sociedades con regímenes democráticos

liberales, en una constante contradicción donde el peso de cada uno de esos dos aspectos no

está nunca garantizado. Si la lógica de los mercados y del juego de poder político empujan

para un lado, el grado de profesionalismo de los editores y periodistas junto con el

desarrollo de nuevas tecnologías de información también lo hacen para el lado opuesto.

Finalmente, en cuanto a la opinión pública, el tercer actor de la comunicación política, la

definición de Wolton de entenderla –sin limitarla—para todo fin práctico como el resultado

de los sondeos de opinión sigue siendo la estrategia más práctica en términos empíricos.51

50
Pensar en los medios como instituciones meramente cautivas de los dictados de sus dueños y de la lógica
del mercado bien puede ser un error como lo demuestra el siguiente ejemplo: en abril de 1984 Tiny Rowland,
el presidente ejecutivo del corporativo Lonrho (cuyas inversiones básicas están en hotelería y minería), le
sugirió al editor del diario inglés Observer (que es parte del mismo corporativo) no publicar una noticia
acerca de una matanza en Zimbabwe por parte del gobierno, pues el corporativo tenía ahí inversiones que le
redituaban más de 15 millones de libras de ganancias. Finalmente, después de un debate en el interior del
diario, el editor recibe apoyo de los directivos y periodistas y publica la nota causando gran escándalo y gran
disgusto entre los altos funcionarios del corporativo. (cit. en J.Curran, “Mass media and democracy: a
reappraisal”, en James Curran y Michael Gurevitch (eds.), Mass Media and Society, Londres, Edward Arnold,
1991).
51
La dificultad que implica el término “opinión pública” lo resume muy bien Key al señalar que tratar de
precisar el término es casi equivalente a definir al “Espíritu Santo” (Key, Opinión pública y democracia…
op.cit., p.8). Existe una amplia discusión acerca del término “opinión pública”. Para un análisis de la historia
de los términos y de su unión ver Keith Miciael Baker, “Public opinion as political invention”, en K.M.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,27
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
El debate aquí debe centrarse en algunos de los siguientes aspectos. Deben aclararse los

criterios de medición, las técnicas a utilizar y la representatividad general del resultado de

la aplicación de la metodología. Hay una serie de criterios que no son fáciles de establecer.

Por parte del “público” es necesario saber a quiénes se incluye (al público en general, a los

que votan, a los informados, a los que les afecta y toman parte activa en determinado

asunto) y a cuántos se dejan fuera (a la mayoría de una comunidad, a ciertos grupos por

género, religión, raza). Por parte de la “opinión” y dependiendo de la finalidad del sondeo

se debe establecer si son expresiones inmediatas, si son informadas, si expresan actitudes, si

son relativamente permanentes, o qué combinación de valores, identidades y actitudes

reflejan, o si en última instancia podrían conducir o no a la acción.

Asimismo, hay que ver también quién encarga el sondeo y quién o quiénes lo llevan a cabo.

La intencionalidad política del mismo no debe imponerse sobre los criterios técnicos. Esto

significa que, en muchas ocasiones, quien encarga o diseña un sondeo puede determinar

fácilmente el resultado del mismo.52 Así, es muy fácil caer en, ciertos momentos –

pensemos por ejemplo en tiempos electorales--, en una guerra de sondeos en donde cada

una de las partes interesadas presenta resultados que les son favorables sin que se tenga la

Baker, Inventing the French Revolution: Essays on French political Culture in the Eighteenth Century,
Cambridge, Cambridge University Press, 1990. Es importante destacar que durante buena parte del siglo XIX,
el debate en torno a la definición de opinión pública se centraba en establecer si ésta trascendía o no la suma
de opiniones individuales y reflejaba un bien común abstracto. Pero si para los seguidores de Rousseau la
opinión pública representaba la forma de realizar la voluntad general, para los seguidores de los Utilitaristas
ingleses, aquélla debía ser reflejo de la mayoría de los individuos de una comunidad. Sin embargo, para
principios del siglo XX, con la introducción de metodologías más rigurosas, estas definiciones de la opinión
pública resultaron ser muy poco operativas en las investigaciones. Se optó finalmente por tener definiciones
operacionales más concretas y se puede decir que desde los años cuarenta se ha optado por considerar a la
opinión pública como el resultado que arrojan los sondeos de opinión en grupos relativamente delimitados de
individuos.
52
Hay muchos estudios que muestran cómo afectan las opiniones la alteración en el orden de ciertas palabras
o el uso de sinónimos (ver por ejemplo H. Hippler, N. Schwarz y S. Sudman (comps.), Social Information
Processing and Survey Methodology, Nueva York, Springer Velag, 1987.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,28
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
oportunidad de saber cómo se hizo el sondeo, cuáles fueron sus criterios de medición o cuál

es la representatividad de la muestra.

Ahora se puede ensayar una definición de comunicación política a la luz de la discusión

precedente. La comunicación política se entiende entonces como el intercambio de

informaciones entre los gobernantes y los gobernados a través de canales de

intermediación estructurados o informales sobre los asuntos políticos y de políticas

públicas de interés del momento. De este modo si bien la definición de Cotteret se halla en

la base de la definición propuesta hay dos elementos que subrayan una diferencia muy

importante.

En primer lugar, se sustituye el término “canales de transmisión” por el de “canales de

intermediación”, lo cual enfatiza que la manera en la que estos canales pasan la

información no es neutra. En segundo lugar, también se especifica qué tipo de información

es la que la comunicación política implica. Es precisamente el contenido de lo que se

transmite lo que especifica lo que es o no es la comunicación política. Y éste está vinculado

a una dimensión temporal concreta: los asuntos de interés político y de políticas públicas

del momento. Estos asuntos de interés mencionados se vinculan, entonces, con cuatro

aspectos esenciales, que ya han sido bien identificados por un autor:53

a) La obtención y el ejercicio del poder público

b) El establecimiento de las reglas del juego político

c) La atribución de los recursos estatales y de los espacios de participación

d) La realización cotidiana del interés público

La figura B a continuación representa el modelo de comunicación política que se propone.

“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,29


vol.5, Otoño-Invierno 2003.
Figura B
Modelo de Comunicación Política Dialógico-complejo

Políticos
(actores y
organizaciones)

Hechos y Fijan agenda y


acciones comunican a políticos
políticas diversos intereses

Medios
(Organizaciones
con intereses)

Comunicación Información de
(sondeos) hechos y
acciones y
fijación de
agenda

Opinión Pública (sondeos)

Una vez establecidas las características principales de la comunicación política es

importante concluir este trabajo mencionando algunas de las preguntas que los estudios de

comunicación política podrían intentar responder:

53
Gabino Vázquez, art. Cit.
“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,30
vol.5, Otoño-Invierno 2003.
a) ¿Qué tanta “comunicación” (y representatividad) existe entre las decisiones y las

opiniones sobre un asunto? ¿Hacia qué grupos va dirigido determinado discurso? ¿Qué

tanto debe o no afectar esto una concepción de democracia liberal y participativa?

b) ¿Quiénes fijan la agenda sobre los asuntos del momento: los medios, los políticos, o la

opinión pública? ¿En qué momento pesan más unos que otros para fijar la agenda y por

qué?

c) ¿Cómo se define el interés de los medios (estudiarlo por casos) frente a un asunto

determinado? ¿Cómo afecta esto el modo en el que informan? ¿Cómo afecta la forma

en la que comunican (los intereses detrás de los medios –financieros, corporativos, etc.)

a los políticos (a quiénes)? ¿Qué función pesa más en determinado asunto: la de

informar o la de comunicar?

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Como consideraciones finales se puede decir entonces que la restricción temporal para

tratar sólo los asuntos del presente, el contenido de los asuntos a tratar y su carácter

dialógico (y por tanto, la forma de concebir a los actores), es lo que distingue a la

comunicación política de otros tipos de comunicación en la esfera pública, tales como la

mercadotecnia política (marketing político) con la cual se le ha confundido de manera

frecuente, sobre todo en la literatura norteamericana. Sin embargo, hay diferencias

importantes entre la comunicación política y la mercadotecnia política. Si bien ambos tipos

de comunicación comparten a los tres actores básicos, la forma de concebir a los medios y a

los individuos es diferente.

En el caso de los medios, para la comunicación política estos resultan ser organizaciones

cuyos intereses pueden afectar de diversas formas los modos de comunicar la información.

Es decir, los medios tienen una función de intermediación de la información y la


“¿Qué es la comunicación política? Ensayo de un modelo”, en Revista Iberoamericana de Comunicación,31
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comunicación. Para la mercadotecnia, los medios son en cambio esencialmente vehículos

de transmisión de información, en donde sus intereses particulares no importan en tanto que

existan condiciones de mercado que posibiliten el acceso hacia ellos por parte de las

distintas fuerzas políticas en competencia.

Asimismo, en el caso de los individuos, la comunicación política los concibe como

“opinión pública” (medida mediante los sondeos); en cambio, para la mercadotecnia los

individuos “objetivo” son básicamente los ciudadanos, es decir quienes sufragan (aun

cuando también se valgan de mecanismos para medir la opinión). Por tanto, mientras que la

comunicación política pretende idealmente establecer un diálogo entre tres actores

alrededor de un tema específico (presupuesto, educación, política social, etc.), la

mercadotecnia se orienta, sobre todo, a transmitir información “desde el lado de los

políticos hacia abajo” con el fin de lograr, en última instancia, el apoyo electoral. No

obstante, si bien la mercadotecnia se orienta a conseguir votos, su acción no se restringe

únicamente a los tiempos electorales –aunque en estos momentos acumula su mayor fuerza

y presencia--, sino que es parte también de la publicidad que los políticos llevan a cabo en

“tiempos de normalidad” (o sea, no electorales).

Además, la mercadotecnia no tiene la limitación temporal de la comunicación política, pero

tampoco tiene el carácter dialógico que pretende la segunda. En la tabla 1 a continuación se

contrastan lo que, de acuerdo a este trabajo, resultan ser los tipos ideales de comunicación

política y de mercadotecnia política.

Tabla 1.
Tipos ideales de Mercadotecnia Política y Comunicación Política
Tipo de Actores Dimensión temporal
comunicación
Comunicación Políticos Medios Opinión pública Restricción a los asuntos
política (individuos y organizaciones (organizaciones con medida con base en de interés del momento
(dialógica) gubernamentales y partidos) intereses) los sondeos de
opinión
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Mercadotecnia Políticos Medios Ciudadanía cuya Comunicación
política (individuos, organizaciones (vehículos respuesta esperada es gubernamental y de
(unidireccional) gubernamentales y partidos) relativamente en el terreno electoral partidos en tiempos de
neutros) (y cuyo apoyo se normalidad y en tiempos
cuenta en votos) electorales

En México, la disciplina apenas empieza a desarrollarse y sus primeros pasos han seguido

la dirección de las concepciones norteamericanas y la confusión entre comunicación

política y mercadotecnia política aparece frecuentemente. Es probable, sin embargo, que

conforme transcurra el tiempo y se tenga mayor experiencia en la competencia electoral, el

diseño de campañas, la elaboración de los programas políticos, ambas disciplinas irán

también afianzándose en nuestro país y desarrollando su propia legitimidad frente a los

ciudadanos.

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