Dilema de Un Joven Al Mando
Dilema de Un Joven Al Mando
Dilema de Un Joven Al Mando
Universidad de Navarra
Barcelona-Madrid
2-497-094
FH-607
Documento de consulta gratuito para el uso exclusivo de/a Prof. Gonzalo Flores Castro, 2019-08-19
Una fría mañana de invierno, Juan estaba calculando el margen semanal para
verificar la marcha de su sección, mientras recordaba las instrucciones que le dio David, jefe
de sector de bazar (véase Anexo 1), hacía unos meses:
«Tienes que controlar a Rafa, es un vago. Tienes que estar encima para evitar
que pierda el tiempo. Recuerda la forma de controlar a los reponedores (1): haces tu
trabajo en la oficina y cada 10 minutos bajas a la tienda para saber qué hacen, miras
si han hecho lo que les habías mandado antes y les das nuevas instrucciones. Esto lo
repites durante todo el día. Recuerda: bajar cada 10 minutos.»
En ese momento, David entró en la sala dirigiéndose a su despacho y les dijo a los
cuatro jefes de sección que estaban en la sala (menaje, jardín, deportes y autobricolaje):
«Tenéis que entregarme el margen esta mañana, por la tarde quiero que tengáis
preparado el libro rojo (2), y para mañana quiero trabajada la reunión convocada,
siguiendo todos los puntos del orden del día. Además, recordad que vuestro puesto
es de comercial y no de administrativos. Quiero que estéis más tiempo en la tienda
con el cliente que en las oficinas.»
Cuando entró en su despacho, los cuatro jefes de sección se miraron y sonrieron con
complicidad, levantando los hombros, reconociendo las contradicciones que les indicaba.
que recibía por correo, porque estaba matriculado en Palma de Mallorca, mientras sus
compañeros de trabajo se dedicaban a descansar o a realizar excursiones por la zona.
Todos los reponedores contratados para la apertura tenían contrato temporal de seis
meses. Todos renovaron en abril, con la excepción de dos reponedores de autobricolaje que
fueron sustituidos por dos reponedores de otras secciones, que habían contratado a dos
personas nuevas.
Cuando Juan tomó las riendas de la sección despidió a dos reponedores que
consideraba no aptos para esas tareas, y solicitó a dos personas de otras secciones. En enero,
después de la campaña de Navidad, David le asignó otro reponedor: Rafa.
«Parece que David quiere darte a Rafa. Es un buen chico, algo nervioso, pero
es responsable. Ha sido mi sargento durante toda la campaña y ha mantenido a los
“merchans” a raya. Podrás confiar en él, pero tienes que dejar que vaya a su ritmo.
Yo no tenía tiempo de controlarlo todo, y le dejaba hacer.»
Al cabo de unas semanas, Juan empezó a constatar que algo no marchaba con ese
chico y que su rendimiento no le era satisfactorio, pero a pesar de sus dudas autorizó la
renovación de contrato en abril. Para mejorar su rendimiento, Juan recordaba las directrices
(1) Jefe de sección: responsable de dirigir, coordinar, controlar y planificar tanto la organización y dirección
comercial como la económico-administrativa de una sección de la empresa.
(2) «Merchan»: personal pagado por los proveedores que están en el hipermercado un tiempo predeterminado,
para ayudar a colocar en la tienda la mercancía de los proveedores que representan.
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de David. Al llevarlas a la práctica, bajando cada media hora a verlo, la situación no hizo más
que empeorar, y Rafa le hacía comentarios como los siguientes:
«Yo mismo soy capaz de encontrarme más fallos de los que tú me dices. Aquí, lo
que pasa es que los reponedores estamos explotados. Si no fuera por nosotros, el
hipermercado no podría abrir sus puertas. Estamos siendo maltratados. Nos tratáis
como si fuéramos máquinas, y somos personas, y tú actúas así por David. Además, yo a
David no le volveré a consentir que me chille, porque a mí no me chilla ni mi padre...»
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Ante estas palabras, Juan pensó que el chico tenía ciertos problemas y decidió tener
una reunión personal con él. Le dijo cuál era su trabajo y cómo tenía que realizarlo,
indicándole qué es lo que se esperaba de él. Que los jefes no están para fastidiar, sino para
controlar el trabajo que se está realizando. Que su labor era cumplir las instrucciones que se
le indicaban, para mejorar, y que no debía ponerse nervioso por ello.
Rafa contestó que intentaría cambiar, pero que necesitaba que no le presionara cada
momento. El iría a su ritmo, haciendo un buen trabajo, pero no sabía cómo reaccionaría si
volvía David a por él.
Juan respondió:
David apostilló:
«Pues yo esa mejoría no la veo. Veo todo lo contrario: sigue siendo un vago, y
la presentación de la tienda no hace más que empeorar. He tenido que ir
personalmente a darle más tareas, porque parece que no sabe lo que tiene que hacer,
y recuerda que ése no es mi trabajo.»
Inmediatamente, Juan fue a hablar con Rafa para saber qué había pasado, pensando
que no podía explicar a David el acuerdo tácito al que había llegado con Rafa, y dado que él
quería soluciones, no más problemas. Sus palabras fueron las siguientes:
«Ya no aguanto más “al bigotes”. Ha venido y nos ha tratado como a perros:
nos ha hecho recoger todos los cartones y limpiar a fondo toda la reserva, porque
mañana hay visita. Este hombre no tiene personalidad, sólo lo hace porque vienen
los jefazos.»
A lo cual, él replicó:
Esta era la forma de dirigir de David, recordaba infinidad de veces las cosas, para así
asegurarse de su cumplimiento. Los jefes de sección notaban que David quería aprovechar la
apertura del hipermercado de Palma para destacar y promocionarse, ya que en la central se
observaba muy de cerca la apertura de los nuevos hipermercados. En las reuniones de sector,
David, cuando no estaba satisfecho con el trabajo, empleaba la ironía: «¿no eres capaz de
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De los nueve jefes de sección que comenzaron en bazar, a los dos años sólo
quedaban tres (tres fueron despedidos y tres cambiaron de sector, para después irse).
Segundos después, Juan intentaba recordar la historia de Rafa. Era un líder entre sus
compañeros, chistoso y muy charlatán. De joven había trabajado de picapedrero. Tenía
estudios de EGB, 25 años, y estaba en el hipermercado desde su apertura. En una ocasión le
comentó que el albañil debía cobrar más que el arquitecto, ya que el primero trabajaba más
duro. También indicó que le agobiaba y aburría ser reponedor de tornillos, quincallería... Juan
sentía que, poco a poco, Rafa estaba empezando a contaminar a sus compañeros, y eso ya no
lo podía permitir. Por tanto, decidió dar una vuelta más en el control a Rafa.
«Lo que le pasa a Rafa es que hace un montón de cosas pequeñas, y aunque
tenga razón en ciertos aspectos, no la tiene en todos.»
eso de los vídeos informativos, las reuniones de sección y los cursos de formación
eran armas para explotarlos más. Empecé a pensar que me estaba convirtiendo en un
segundo David, y eso no me complacía.»
Se estaban acercando las fechas del inventario de junio y Rafa se fue de vacaciones
un mes antes, por lo que Juan decidió revisar personalmente, con la ayuda de Tolo, todas y
cada una de las paletas que tenía en la reserva. Encontraron referencias que faltaban en la
tienda, y eso era algo que a Juan le irritaba muchísimo. Indicó a Tolo que se encargase de
sacar a la tienda todo lo que pudiese del pasillo de Rafa.
Como tenía el trabajo bastante al día, Tolo dedicó la mayor parte de su tiempo a
realizar esa labor, y Juan quedó impresionado. Cierto es que a veces amontonaba demasiado
material en la tienda, pero vació una cantidad enorme de paletas en poco tiempo. Ante estos
hechos, cuando Rafa regresó de las vacaciones, le informó:
Buscando soluciones para los stocks existentes, Juan comentaba la situación con
cada reponedor en particular, mirando qué había en exceso en la reserva y concretando los
planes de acción para disminuirlos antes de la fecha de inventario, dando prioridad a algún
tipo de productos en especial por su complejidad para el conteo.
«El jefe debería saber lo que compra y, por tanto, todo lo que tiene en la
reserva. Nos necesitáis para todo y mira lo que nos pagáis.»
Ante esta reacción, Juan encargó el trabajo de Rafa a Tolo, y éste consiguió que Rafa
hiciera cierta parte de su trabajo.
Juan cada vez lo veía todo más negro, y ya no pensaba ni podía concentrarse en la
sección, sino en «su» problema. Dos días más tarde, ocurrió lo siguiente:
Después de merendar, los reponedores debían sacar las cartoneras llenas, y entrar en
reserva las vacías. Debían realizarlo todos a la vez, salvo que algún jefe de sección tuviese
alguna urgencia y solicitase la ayuda de algún reponedor. Ese día Juan se percató que Rafa no
estaba en el grupo, y lo encontró en su reserva:
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Juan: «Rafa, ¿por qué no estás recogiendo las cartoneras con los demás?»
Rafa: «Los de menaje están en la tienda y se están escondiendo cada día de esta tarea. Yo
también tengo mucho trabajo...»
Juan: «Mira, Rafa, los de menaje están muy apurados estos días y si eso os molesta tanto,
me lo tienes que decir, y hablaré con su jefe, pero piensa que esa situación nos puede
pasar a nosotros en el futuro. Por tanto, ayuda a sacar la cartonera.»
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Rafa: «Yo prefiero sacar la pintura que me falta en tienda. Ya se bastan los que están
sacando las cartoneras. Son muchos.»
Rafa: «Esto es un rollo. Tendríais que hacer turnos, o que la sacase otra gente.»
«Podemos comentar lo de los turnos en las reuniones de sección u otro día, pero hoy
ves a ayudar a tus compañeros.»
Ya gritando, le espetó:
Aquello, y otros desplantes parecidos, fueron la última gota para Juan. Acudió a
David para pedir ayuda, porque ya no aguantaba más. David le contestó que la solución era
no entrar en discusiones dialécticas con Rafa, ya que eso era lo que él quería. Que tenía que
ignorarlo y tener paciencia, sabiendo que ya sólo faltaba un mes para la finalización de su
contrato.
Juan sentía que eso era fácil de decir, pero no para quien tiene la responsabilidad de
la sección y necesita que ese trabajo se cumpla, ya que el número de personas es muy
ajustado a la carga de trabajo y no se puede permitir que uno de ellos, no sólo no haga su
trabajo, sino que además entorpezca el de los demás.
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Anexo 1
IESE
Organigrama de un hipermercado
Director del
hipermercado
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Juan Miguel
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