PODOSCOPIO

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PODOSCOPIO

1.- Definición y descripción 2


2.- TIPOS 3
2.1 Podoscopio de Untereiner 3
2.2 Podoscopio o cajón de Lelièvre 3
2.3 Podoscopio de metacrilato 4
2.4 Podoscopio con peldaño 4
2.5 Cajón de marcha 5
2.6 Dispositivos de podoscopio 5
3.- Análisis de los pies en el podoscopio 6
4.- El examen podoscópico 10
CONCLUSIONES 14
BIBLIOGRAFÍA 15

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PODOSCOPIO

El podoscopio es un aparato que viene recogido en todas las legislaciones,


tanto en la estatal como en las autonómicas, como elemento imprescindible en
el gabinete de la ortopedia. Es uno de los aparatos más utilizado en la
farmacia-ortopedia para el estudio de las posibles patologías de los pies del
paciente. Se trata de un instrumento fundamental para la fabricación y
adaptación de ortesis plantares, ya que permite comprobar su resultado
terapéutico y su efecto sobre los pies.

1.- Definición y descripción


El podoscopio clásico o podómetro (fig. 1) es un sencillo y versátil aparato
clínico de diagnóstico que permite visualizar y estudiar las huellas plantares
y los distintos ejes de los pies. Hace posible, asimismo, llevar a cabo el
estudio del pie, tanto normal como patológico, con gran comodidad y
rapidez.

Fig. 1. Podoscopio clásico.

El modelo tradicional consiste en una estructura de acero cromado, que


incorpora en su parte superior un cristal desmontable y graduado, y que
consta además de dos espejos de control visual, uno fijo y otro abatible

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colocado generalmente en ángulo de 45º con respecto al anterior. Además,
suele disponer de un goniómetro deslizable con puntero indicador.

2.- TIPOS
2.1 Podoscopio de Untereiner
A lo largo de estos últimos años se han diseñado distintas variedades
respecto al original, que fue el podoscopio de Untereiner (fig. 2).

Fig. 2. Podoscopio de Untereiner

2.2 Podoscopio o cajón de Lelièvre


El profesor Lelièvre diseñó un podoscopio tipo cajón (fig. 3) que puede
considerarse como precursor de los demás.

Fig. 3. Podoscopio o cajón de Lelièvre.

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2.3 Podoscopio de metacrilato
Los podoscopios fabricados en metacrilato (fig. 4) son muy robustos e
incorporan una luz fluorescente. Presentan un aspecto más moderno y
de mucho diseño. Entre sus ventajas se cuentan la gran definición de la
huella plantar gracias a la luz fluorescente, que ocupa poco espacio y
que tiene una altura baja, con lo que se evitan desequilibrios en los
pacientes con inestabilidad.

Fig. 4. Podoscopio de metacrilato.

2.4 Podoscopio con peldaño


Los podoscopios con peldaño (fig. 5) tienen una estructura sólida de
acero o hierro, son un poco más grandes que el clásico, y tienen la
ventaja de visualizar mejor la huella desde distintos ángulos.

Fig. 5. Podoscopio con peldaño.

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2.5 Cajón de marcha
Además de los tipos reseñados en los párrafos anteriores, hay otro
modelo, el llamado cajón de marcha (fig. 6), que es un aparato que
permite complementar el estudio de las huellas plantares con el análisis
de la marcha a fin de detectar marchas patológicas en el paciente. Con
frecuencia dispone de fluorescente y está fabricado en acero cromado
o en aluminio blanco.

Fig. 6. Cajón o podoscopio de marcha.

2.6 Dispositivos de podoscopio


Por otra parte, algunos dispositivos ayudan al paciente a subir al
podoscopio y a mantenerse en él. Entre ellos se encuentra la peana o
barandilla de podoscopio (fig. 7), que dispone de un apoyo circular de
madera para las manos y se utiliza para que el paciente se apoye
cuando está subido en el podoscopio, de modo que tenga más
seguridad durante la fase del análisis detallado y la toma, en algunas
ocasiones, de sus pies y piernas.

Fig. 7. Barandilla o peana de podoscopio.


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El trono de podoscopio (fig. 8) está construido en tubo de acero con
terminación epoxy y tapizado en polipiel. Dispone, debajo del asiento,
de una bandeja almohadillada que, una vez sentado el paciente, se
puede utilizar deslizándola hacia adelante. Este asiento permite
mantener al paciente con las piernas a la altura de la cadera, de modo
que el ortopeda pueda visualizar y trabajar sobre las plantas de los
pies.

Fig. 8. Trono de podoscopio.

Dispone asimismo de una tabla inferior de madera que se desliza


longitudinalmente y que permite desplazarla desde encima del
podoscopio hasta el fondo del trono, para dejar libre la utilización del
podoscopio. Incluye taburete de un peldaño en madera con bordes
ribeteados en polivinilcloruro. A algunos podoscopios se les puede
incorporar una cámara fotográfica, lo que permite fotografiar las huellas
de los pies.

3.- Análisis de los pies en el podoscopio


Con los distintos modelos de podoscopio se estudia el apoyo en carga y en
descarga, en situación unípeda y bípeda, y con los pies paralelos, juntos o
separados. Siempre hay que tener en cuenta que la distribución de

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presiones en un zapato con suela irregular y tacón no se corresponde
exactamente con el plano del cristal del podoscopio, aunque es evidente
que la imagen del podoscopio nos proporciona mucha información que hay
que tener en cuenta.

Para analizar los pies se le indica al paciente que, totalmente descalzo, se


coloque encima del podoscopio y se espera un tiempo prudencial hasta
que se acostumbre a la postura. El ortopeda se coloca detrás del paciente.
En primer lugar se hace un estudio del hábito adquirido por el propio
paciente, dejándolo que posicione sus pies como tenga costumbre de
hacerlo. En muchos casos esta primera impresión visual nos proporciona
una gran orientación diagnóstica. En esta situación podremos medir la
distancia intermaleolar para observar un posible genu valgo o un posible
genu varo.

En el caso de los niños, se estudia su progresión o no en el tiempo,


analizando las distintas mediciones realizadas en varias visitas. También
se estudia el eje del calcáneo para valorar el grado de valgo —o pronación
del calcáneo— (fig. 9) o varo — supinación del calcáneo— (fig. 10) que
presenten los pies. Para ello se emplea el goniómetro que incorpora el
podoscopio, deslizándolo a lo largo de la guía hasta que su centro
corresponda aproximadamente con el centro de apoyo del talón sobre la
plataforma o cristal, y se moverá el puntero indicador hasta que coincida
con la línea del eje del calcáneo. Leyendo en la escala graduada, se
obtiene el ángulo que forma el puntero con la horizontal. El pie normal es
un pie valgo de 87º aproximadamente. Cuando el eje del talón forma con la
horizontal un ángulo de 90º se dice que «está en eje»; generalmente este
tipo de pies tiende al varo.

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Fig. 9. Pies plano-valgos infantiles.

Fig. 10. Pies cavo-varos.

También en el podoscopio se puede realizar la medida del tamaño de los


pies. El cristal superior del podoscopio está dividido por una retícula en la
que la distancia entre cada dos líneas pequeñas equivale a un centímetro.
Entre cada dos líneas grandes hay cinco centímetros de distancia. Por todo
ello, la medida del largo y del ancho de los pies es muy sencilla, basta con
colocar el pie sobre la retícula y medir. Algunos pies insuficientes se
alargan o ensanchan en unipedestación, por lo que puede ser interesante
su comparación.

El ortopeda, además, estudia la abducción o adducción (fig. 11) de los pies,


valorando la desviación respecto a los ejes longitudinales. Para ello resulta
de gran ayuda el puntero del goniómetro.

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Fig. 11. Estudio de la abducción o adducción de los pies.

Por último, se practica un estudio de la huella plantar (fig. 12) y se


determina el grado de pies planos o pies cavos, posibles asimetrías de las
huellas de los pies, pies talos o pies equinos, pies con antepié supinado o
pronado y pies planos tranversos. Esta información se puede visualizar, ya
que, por reflexión sobre el espejo del observador, es posible constatar las
zonas de apoyo del pie, ya sea en bipedestación o unipedestación,
obteniendo así la huella plantar. A través del espejo se ve completa la
huella plantar y, dentro de ella, se distinguen con facilidad zonas lívidas
(amarillentas), que corresponden a los puntos de máxima presión; zonas
de lividez decreciente (sonrosadas), que corresponden a los puntos en los
que la presión va siendo menor; y, finalmente, se pueden observar las
zonas que no apoyan con su coloración normal.

Fig. 12. Estudio de las huellas plantares.

Una vez realizado el estudio de todos los ejes y huella plantar se diseñan
las ortesis plantares y para ello, si es necesario, se colocan en el
podoscopio distintas cuñas graduadas debajo del talón y del antepié, para
ver hasta qué punto y en qué medida puede conseguirse la corrección en
niños o el alivio del dolor y la amortiguación en adultos (fig. 13).

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Fig. 13. Estudio del efecto de las cuñas o plantillas en el podoscopio. Pie
derecho corregido el valgo por la acción de la cuña y pie izquierdo en
valgo.
Es importante saber que la toma de una impresión con pedígrafo es casi
siempre falsa, ya que se trata de un examen exclusivamente estático e
instantáneo. El podoscopio, en cambio, permite realizar el estudio estático
y dinámico en diversas posiciones y hace posible evaluar asimismo la
marcha del paciente en el podoscopio de marcha o cajón de marcha.

4.- El examen podoscópico


El examen de la huella plantare es un útil instrumento de evaluación
morfológica del apoyo del pie. Existen varios instrumentos para visualizar
las huellas, tanto en estática como en dinámica. El instrumento más simple
para una evaluación estática es el podoscopio, mientras que instrumentos
mas complejos como el baropodómetro electrócico y las pedanas
estabilométricas tienen la ventaja de una detección de las presiones al
interno de las huellas, pero la desventaja de un costo elevado y de una
gestión mas difícil de las mediciones. También algunos podoscopios
permiten la impresión de una imagen mediante la fotografía de la huella del
pie.

Los podogramas son las imágenes de las huellas que se obtienen haciendo
apoyar el pie sobre especiales cartas adhesivas revestidas por una capa de
papel carbónico. Todavía mas precisas y definidas son las imágenes de los
fotopodogramas, efectuadas mediante el humedecido con líquido detector

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sobre una hoja radiográfica. Los podogramas tienen la ventaja de una
medición mas precisa y de poder y eventualmente comparados en tempo
sucesivo de evaluación de la evolución.
No obstante, estos instrumentos mas sofisticados son útiles sobretodo para
una evaluación de segundo nivel o para estudio. El podoscopio, por lo
tanto, permanece un instrumento para un screening de base y para una
evaluación pediátrica de primer nivel.

La interpretación del examen podoscópico


El podoscopio permite evaluar la huella plantar, secundariamente ofrece
informaciones indirectas de la actitud del calcáneo y de los dedos, que se
evalúan mejor con el examen clínico. En la huella del pie se distinguen las
siguientes zonas en sentido anteroposterior (fig. 1):

Los dedos del pie, son las cinco pequeñas huellas que están por delante
del talón anterior; el quinto dedo puede no dejar la huella, mientras que la
huella del primer dedo se continúa fisiológicamente con el talón anterior. Si
esto no se verifica hay una presencia de una actitud en “garra” que se
evidencia bien durante la inspección clínica.
 El talón anterior, con forma oval alargada, con eje transversal
ligeramente oblicuo, se extiende desde los dedos al istmo, delimita
anteriormente el arco plantar y representa la zona de apoyo de las
cabezas de los metatarsos.
 El istmo, es la parte central, mas angosta, que une el talón anterior al
con el talón posterior, delimita lateralmente el arco plantar y
corresponde al apoyo del quinto metatarso.

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 El talón posterior, es la parte del apoyo de forma oval que se continua
posteriormente al istmo, delimita posteriormente al arco y representa el
apoyo del calcáneo.
 El arco plantar es la zona “vacía” constituida por las partes del pie que
no tocan el suelo y es delimitada por las anteriores estructuras.

En base al examen podoscópico el pie es definido plano, normal o cavo. La


definición de pie plano está algo lejos de ser simple y, en práctica, no existe
una definición aceptada universalmente. En base al examen podoscópico
un pie es considerado normal cuando el ancho del istmo es inferior a la
mitad del talón anterior y superior a un tercio. Si el ancho del istmo es
mayor de la mitad del talón anterior, se habla de un pie plano deI grado; si
toda la planta está en contacto con el suelo, de II grado y, si el margen
medial desborda, de III grado.

Bajo la expresión “pie plano” confluyen muchas patologías (poliomielitis,


miopatias, fracturas, etc.), pero en la gran mayoría de los casos se trata de
un pie plano laxo infantil (de los 3 a los 8 años) o de un pie plano del niño
(entre los 8 y los 12-13 años). Al nacer todos los pies son planos y, en
práctica, antes de los 3 años el pie plano es normal, por la falta de

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maduración de los mecanismos antigravitatorios (hipotonia muscular,
laxitud de los ligamentos, etc.) y por la abundante adiposidad del arco
plantar. Entre los 3 y los 6 años el 50% de los niños tiene todavía un pie
plano, y un descenso del arco platar es presente normalmente en el 15%
de los adultos (3). Las formas parafisiológicas son asintomáticas y tienden
a la mejora espontanea, son generalmente asociadas a un calcáneo valgo
y son descriptas en literatura en una cantidad sorprendente de términos
diferentes (pie plano laxo, estático, flexible, fisiológico, funcional,
ideopático, síndrome pronatoria, etc.), que aunque con matices diferentes
de significado reagrupan a groso modo estas afecciones no dependientes a
una causa especifica.
Estas llamadas epidemiológicas ponen dos cuestiones fundamentales en
pediatría: cuando efectuar el examen al podoscopio y que asociar al
examen del podoscopio.

El examen al podoscopio no es significativo antes de los 3-4 años en


cuanto el pie plano es fisiológico, además el correcto posicionamiento del
niño no es simple de obtener. Antes de los tres años, en práctica, existe un
solo tipo de pie plano patológico en el cual el diagnóstico precoz es de
fundamental importancia. Se trata del pie plano reflejo, una variedad de pie
zambo congénito, también viene definido talo vertical, en base a la
característica inclinación del astragalo detectable radiológicamente. En
realidad el cuadro clínico del pie plano reflejo es llamativo, por esto en las
formas típicas el diagnostico es fácil, sin embargo en las formas leves, con
un examen superficial, puede ser confundido con un pie plano. El
diagnostico diferencial con el pie plano fisiológico es siempre fácil, porque
el pie plano reflejo es extremadamente rígido, mientras que el pie plano
fisiológico es flexible, es más, muy flexible.

Por lo tanto, la primera observación al podoscopio debe ser efectuada entre


los 4 y los 7 años. En este arco de tiempo, el examen se efectúa
precozmente en los pacientes que se lamentan de alguna molestia a de
alguna alteración del paso, así como en aquellos que han caminado
tempranamente y que están adelantados en el desarrollo respecto a la

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edad anagrafica, mientras puede ser efectuado más adelante en los sujetos
que han caminado tarde y en aquellos con desarrollo físico y motor mas
lento.

De todos modos, una evaluación debe ser realizada antes de los 11-12
años, ya que después de tal edad no son mas utilizables eficazmente las
actuales técnicas de artrosis (que consisten en el limitar la excesiva
flexibilidad del pie a través de la inserción de una pequeña endortesis
reabsorbible en el seno del tarso).

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CONCLUSIONES

La actividad del pediatra y su colaboración con el ortopédico son de


fundamental importancia para una correcta prevención y un correcto
tratamiento de las deformidades del pie en el niño. Los conceptos de base con
relativamente simples y la experiencia en este campo se adquiere lo
suficientemente rápido, también por que el pie plano es probablemente la
condición ortopédica mas frecuente que el pediatra afronta a nivel ambulatorial.
Inicialmente puede permanecer desorientado frente a la gran cantidad de
imágenes de pie plano que detecta en el examen al podoscopio, así como de la
gran variedad de soluciones que vienen propuestas por diferentes ortopédicos
ante esta misma patología.

Por otra parte las evidencias basadas puede eliminar otras certezas decretando
la ausencia de pruebas de eficacia de los plantares en el tratamiento del pie
plano laxo, por lo menos en las formas asintomáticas. Durante la práctica
clínica, la evidencia se combina con otros componentes del proceso decisional
clínico, entre las cuales resaltan la competencia clínica y profesional individual
y las preferencias del paciente.

Es, por lo tanto, con la práctica clínica y los conocimientos de estas nociones
de base que el pediatra podrá aprender a moverse en este campo y el
podoscopio puede permitir de adquirir los datos objetivos principales para
iniciar el proceso terapéutico.

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BIBLIOGRAFÍA

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