PROLOGO - La Administración Entre Tradición y Renovación

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La administración entre tradición y renovación, Capítulo 13

PRÓLOGO

En el siguiente texto, se presenta el prólogo de la lectura, La administración entre


tradición y renovación, del capítulo 13 El medio ambiente en la administración y la
administración medioambiental: Lo que está en juego y las perspectivas del futuro,
del autor, Omar Aktouf, profesor de origen argelino, miembro y fundador de la
gestión y centro de humanismo y de la globalización y miembro del consejo
científico de ATTAC Quebec, con la colaboración de Oliver Boiral, Mehran
Ebrahimi y Anne-Laure Saives, Traducido del francés al castellano en su cuarta
edición por Susana Nivia Gil, Cali - Colombia.

El autor plantea como problema, la falta de preocupación de los intereses de la


ecología en la formación general de los administradores, donde las metas
ecológicas están ausentes y el análisis de los problemas ecológicos muestran la
responsabilidad de las organizaciones en la degradación de los ecosistemas,
cuestionando los fundamentos del modelo económico domínate y los principales
preocupaciones que plantean los problemas medio ambientales a las prácticas
administrativas. Se señala, que hablar del medio ambiente en administración
parece como si se estuviera hablando de un universo casi abstracto, cerrado,
disociado, como si el aire, el agua y la vegetación no existieran en los
procedimientos de la organización. Temas como la decisión, la motivación, la
planificación, el control o la cultura organizacional solo se define a un contexto
socioeconómico y no tiene otra finalidad que su propia existencia y su propio
desarrollo, generando una independencia de los efectos que pueden acarrear
sobre el medio ambiente.

La falta de integración de los aspectos medioambientales en la teoría básica de la


administración, se prolonga en la enseñanza de esta disciplina, la preocupación de
la reflexión de los temas medioambientales sobre administración es muy
superficial, incluso en muchos casos inexistentes, a pesar de la importancia que
tiene las cuestiones ecológicas y sus implicaciones en la administración de las
organizaciones, el concepto es omnipresente en las obras de iniciación a la
administración utilizadas en las escuelas.

En efecto, en un porcentaje muy bajo, aparecen en las escuelas de administración


cursos especializados sobre la administración medioambiental, este tipo de
enseñanza sigue siendo relativamente raro y poco integrado en los programas de
formación de futuros administradores, encuestas demuestran que
aproximadamente de 313 programas de MBA en américa del norte solamente el
20% proponían cursos para formar a los estudiantes en los temas sociales y
medioambientales. Señalando que estos cursos no se referían directamente a los
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La administración entre tradición y renovación, Capítulo 13

problemas medioambientales sino más bien a la ética, el derecho, las políticas


públicas y la economía, con un temario muy superficial a las cuestiones
ecológicas.

Las representaciones empresariales que intentan proponer una visión más abierta
y global de las interacciones entre la organización y el medio ambiente, también
excluyen de sus análisis el medio natural, así la modelización clásica de la
administración como un sistema abierto que trasforma los insumos de su medio
ambiente en productos destinados a diferentes mercados generalmente no tienen
en cuenta los aspectos ecológicos, inherentes al funcionamiento de este sistema.

El carácter atípico de las concepciones administrativas sobre el medio ambiente


llevo a shrivastava a proponer el concepto de “medioambiente castrado”
favoreciendo a una “política de avestruz”, que ignoran los problemas de polución,
escasez y agotamiento de ciertos recursos naturales. Se planeta por parte del
autor, que los problemas ecológicos por su amplitud, complejidad y carácter
trasversal, exigen la utilización de diversas tecnologías y sobre todo un
compromiso firme de los administradores, dividiéndolo en tres principales roles;
interpersonales, informativos y decisorios.

Señala el texto, que los roles interpersonales son indispensables para la


promoción de valores medioambientales en la organización y para el
restablecimiento de relaciones de confianza con las diferentes partes interesadas.
El administrador está llamado a representar a la organización en diferentes
acontecimientos o proyectos relacionados con el medio ambiente, a fin de
demostrar su compromiso en este campo, esforzarse por responsabilizar a los
empleados respecto a los temas medioambientales, favorecer una movilización
diaria sobre éstos, animar la recuperación, el reciclaje, solicitar sugerencias
medioambientales, entre otros. Es evidente que tal liderazgo sólo puede dar
verdaderos frutos si el dirigente mismo está convencido y comprometido. Los roles
informativos del dirigente no son menos importantes en razón de los numerosos
aspectos técnicos, jurídicos y socioeconómicos que deben ser examinados en la
administración medioambiental. Así, el administrador debe estar bien informado
sobre las normas reglamentarias vigentes, los medios técnicos para responder las
actividades medioambientales de la organización y las presiones sociales que se
puedan presentar con respecto a este tema. También es necesario el
conocimiento de ciertas prácticas y herramientas, como el análisis del ciclo de vida
de los productos, la prevención de la polución o la norma ISO 14001, para la
promoción de diversos proyectos medioambientales. Estas informaciones y
conocimientos deben ser difundidos evidentemente en el seno de la organización.

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La administración entre tradición y renovación, Capítulo 13

El rol de decisión es indispensable para evitar que los discursos o las


informaciones sobre los temas medioambientales aparezcan como simple retórica
de dirigentes, más cuidadosos de su imagen que de compromisos sustanciales.
Los administradores deberán, pues, emprender proyectos, ejecutar programas y
tomar decisiones concretas en este campo.

Según Mintzberg, señala que la reducción de los impactos sobre el medio natural,
debe ser parte integral del trabajo de los dirigentes, contribuyendo a que las
organizaciones respeten más el medio ambiente y replanteen su política de
avestruz.

A mediados de la década de los 90 la administración verde comienza a tomar


mayor importancia con la multiplicación de artículos y obras que proponen una
mejor estimación de los problemas ecológicos, estos trabajos reflejan la tendencia
cada vez más fuerte a contemplar por parte de las organizaciones como actores
totalmente voluntarios en la promoción de acciones medioambientales y no
basadas únicamente en reglamentaciones obligatorias. Así, las organizaciones se
suscriben voluntariamente por razones medioambientales, pero de igual forma
también por los beneficios económicos que a menudo sacan de ello,
incursionando así en la metamorfosis de un concepto camaleónico del desarrollo
sostenible en la administración, donde se explican numerosas interpretaciones
equivocas que ha sido objeto el concepto de desarrollo sostenible, adaptándose y
cambiando constantemente de apariencia, según los contextos a convenir, donde
señala el texto que paradójicamente, el desarrollo sostenible, que teóricamente
debería despejar cuestionamientos profundos, teniendo en cuenta el
debilitamiento de los ecosistemas, el consumo excesivo de recursos, la
contaminación de las aguas, el efecto invernadero, etc., más bien posibilitó, en los
hechos, una suerte de quietud bien pensante y de conformismo políticamente
correcto utilizado por parte de los responsables políticos y administradores de
empresas, donde parecen situado diametralmente opuesto a lo que se supone se
debe definir, Sin embargo, también cabe resaltar que en la década de los 90, un
creciente número de investigaciones se comprometieron a mostrar los beneficios
económicos que se derivan de las acciones ecológicas denominado la “hipótesis
de Porter” el fortalecimiento de la reglamentación medioambiental, tiende a
estimular la innovación y a favorecer la competitividad de las empresas y de las
naciones, evidenciando una correlación entre los resultados financieros y el
compromiso medioambiental de las empresas. Aunque la hipótesis de Porter
anima las iniciativas verdes en las organizaciones, la protección del medio
ambiente está subordinada claramente a los intereses económicos y en última
instancia tiene sentido solo si permite mejorar las ganancias.

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La administración entre tradición y renovación, Capítulo 13

El autor, para hablar de una administración renovada al servicio del medio


ambiente, señala que en última instancia, no se trata tanto de reformar la
administración como de inventar nuevos modos de producción, administración y
consumo más respetuosos de los ecosistemas y más centrados en las
desigualdades de la repartición mundial de los recursos. Así, en lugar de hablar de
una administración ecológica, tal vez valdría más hablar de una "ecología de la
administración" cuestionando los fundamentos y los fines socioeconómicos de
esta disciplina, en función de obligaciones impuestas por la supervivencia de los
ecosistemas, donde se plantea que la eficacia de las acciones medioambientales
depende no sólo de soluciones técnicas, sino también de la movilización de todos
y cada uno frente a objetivos que trascienden las divisiones internas de las
organizaciones y las fronteras, Como explica Georg Winter "Un proyecto, incluso
el mejor preparado materialmente, estará destinado al fracaso si el personal no
está convencido. En cambio, si previamente se le gana para la idea de la gestión
ecológica de la empresa, el éxito llegará por sí solo”, la administración ambiental
exige que se tengan en cuenta conocimientos operacionales, técnicos y
científicos, que suponen un clima de participación y colaboración, considerando,
una perspectiva transversal, pluridisciplinaria y participativa, sin la plena
participación del conjunto de los empleados.

Para terminar el siguiente prólogo, el autor concluye que Las reflexiones sobre la
administración verde están todavía subordinadas a consideraciones económicas
que gravitan alrededor de dos concepciones. La primera, heredada de la
economía clásica, donde contempla las medidas de protección del medio
ambiente como obligaciones y como una fuente de costos; esta concepción
conservadora se traduce en una aproximación reactiva y defensiva más que en
una aproximación resuelta y proactiva de las metas medioambientales. La
segunda concepción, extendida particularmente por la hipótesis de Porter, que se
dedica, por el contrario, a resaltar los beneficios económicos resultantes de las
medidas de protección del medio ambiente y favorece iniciativas voluntarias en
este campo.

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