Pensamiento Crítico y Filosofía

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PENSAMIENTO CRÍTICO Y

FILOSOFÍA
Dylan Chagala Aguilar.
Profesor: Michael Jeremy. “6°A”
Materia: Temas de Filosofía.
Centro de Estudios Tecnológicos,
Industriales y de Servicios No. 67
“Daniel Cabrera Rivera”.
DISCUSIONES TRANSDISCIPLINARES SOBRE EL PENSAMIENTO CRÍTICO.
Inicia diciendo que no existe definición específica para “pensamiento crítico” El llamado
“movimiento del pensamiento crítico” (Critical Thinking Movement) surge como un
esfuerzo por tematizar este concepto. Richard Paul, uno de los teóricos más importantes del
movimiento, afirma que no se debe poner mucho énfasis en una sola definición, puesto que,
dada la complejidad de la propuesta, cualquier formulación breve tendrá serias
limitaciones. A continuación, Richard Paul resume la historia del pensamiento crítico en 3
“olas” dónde se observan sus características:
Primera Ola:

 Desarrolla teorías acerca de lógica informal, argumentación, justificación,


persuasión y retórica.
 Explora el papel de la lógica en el razonamiento.
 Desarrolla teorías acerca de las falacias del pensamiento.
 Explora temas filosóficos que surgen de la lógica informal y la argumentación.
 Diseña cursos de lógica informal o pensamiento crítico.
Segunda Ola:

 Diseña modelos para enseñar a pensar críticamente en un cierto nivel de estudios o


en cierta área
 Explora los vínculos entre el pensamiento crítico y la resolución de problemas, el
pensamiento creativo, la administración, las agendas e ideologías políticas
 Desarrolla teorías de pensamiento crítico en relación con una disciplina particular
 Explora temas como la creatividad, las emociones, la intuición y su relación con el
pensamiento crítico
 Investiga los vínculos entre el pensamiento crítico y la psicología cognitiva
Tercera Ola:

 Desarrolla teorías comprehensivas y rigurosas del pensamiento crítico, en una


integración de amplio espectro entre la perspectiva lógica (primera ola) y el
pensamiento desde las disciplinas (segunda ola)
 Explora los criterios intelectuales que caracterizan al pensamiento crítico, dentro y
fuera de la academia (y transversalmente)
 Desarrolla teorías comprehensivas y herramientas efectivas de evaluación del
pensamiento crítico
 Establece denominadores comunes entre la teoría y la práctica del pensamiento
crítico
 Investiga el rol de los valores e intereses en el pensamiento
El movimiento anglosajón ha caracterizado al pensamiento crítico concentrándose,
primordialmente, en una perspectiva cognitiva. Lai (2011), en un resumen de la literatura
del movimiento del pensamiento crítico, ofrece una reunión de las definiciones más
influyentes a lo largo del tiempo. Ennis (1985), por ejemplo, lo define como un
“pensamiento razonable y reflexivo que se concentra en saber qué creer o qué hacer”
(citado en Lai, 2011, p. 6). McPeck (1981) postula que el pensamiento crítico es “el uso
apropiado del escepticismo reflexivo en un problema en consideración” (citado en Lai,
2011, p. 6). Lipman (1988) plantea que es el “pensar habilidoso [skillful] y responsable que
facilita el buen juicio porque 1) se sostiene de criterios; 2) se autocorrige; 3) es sensible al
contexto” (citado en Lai, 2011, p. 6). En una de las definiciones más incluyentes y amplias,
Paul (1997) considera el pensamiento crítico como “el proceso intelectualmente
disciplinado de, activa y hábilmente, conceptualizar, aplicar, sintetizar o evaluar
información recogida de o generada por observaciones, reflexiones, razonamientos o por
medio de la comunicación, para aplicarlo como guía para la creencia y la acción” (citado en
Hale, 2008, p. 48 [Traducción de los autores]).
En la mayoría de estas perspectivas, el pensamiento crítico se centra en el análisis,
evaluación y justificación de argumentos o evidencias (Ennis, 1985; Facione, 1990; Paul,
1992), como lo han propuesto los teóricos centrales del movimiento anglosajón. Esto está
estrechamente ligado al uso de la lógica como herramienta para desarrollar y evaluar el
pensamiento crítico, y parte del criterio de principios científico-analíticos en la
investigación (Yanchar et al., 2008). Todas estas definiciones comparten algunos
elementos, principalmente la formulación o análisis de juicios reflexivos (juzgar, evaluar,
decidir), que se caracterizan por tener una serie de cualidades positivas de variados tipos
(ser correcto, responsable, disciplinado, apropiado) y por estar ligados a la razón (ser
razonable, escéptico). Asimismo, la acción de “juzgar” se percibe como una actividad
intencional de la conciencia, en la cual, a diferencia de los juicios referidos al mundo, se
dirige hacia ella misma de forma meta-cognitiva. Así, el pensamiento crítico se concibe no
solo como racional, sino también —y, sobre todo— consciente de sí, y está dirigido, en
último término, a tomar decisiones o resolver problemas.
En resumen, una persona piensa de manera crítica cuando es capaz de fundamentar sus
ideas, responde a una situación con acciones pertinentes y evalúa contextualmente las
situaciones a las que se enfrenta. Es una habilidad procedimental que hace énfasis en la
construcción gradual y situada del razonamiento, más que en habilidades o estructuras
abstractas que “se aplican” sobre la realidad. En palabras más cortas, Paul (1997) lo expone
también de la siguiente manera, en la definición que llama “pensamiento crítico en sentido
fuerte”: “El pensamiento crítico es pensar acerca de tu pensar, mientras piensas, de manera
que puedas mejorar tu pensar”, agrega, “pueda servir a los intereses comunes de la
sociedad” (citado en Hale, 2008, p. 48).
Como una reacción al carácter limitado del pensamiento anglosajón, teóricos ligados a la
hermenéutica, las teorías latinoamericanas y las perspectivas feministas han ofrecido a este
trabajo unas visiones complementarias y más amplias del tema que nos ocupa. Estos
aportes, más cercanos a lo que hemos pretendido proponer, no son de ninguna manera
excluyentes de los anteriores: rescatamos las ideas del movimiento del pensamiento crítico
como indicadores de la importancia de la razonabilidad de nuestros pensamientos (y
juicios). Sin embargo, consideramos necesaria una conceptualización que vaya más allá de
las habilidades o disposiciones como elementos fijos de la cognición.
Según los aportes de perspectivas hermenéuticas el pensamiento crítico también implica ser
consciente de los propios prejuicios, y aprender a utilizar las herramientas, habilidades y
disposiciones que se tienen en función de revisar y clarificar dichos prejuicios (Thayer-
Bacon, 1992). Busca analizar y develar los presupuestos subyacentes a cualquier
argumento, afirmación o situación y, por ende, descubrir los valores que los condicionan y
tienen efectos sobre estos. Esta línea de interpretación concibe el pensamiento crítico como
“la consideración de la información desde múltiples perspectivas, y el cuestionamiento de
aquello que se asume” (Yanchar et al., 2008). John Dewey, uno de los educadores más
importantes de inicios del siglo XX, propone que el punto de partida consiste en poner en
entredicho nuestras creencias y suposiciones. Esto dispone el pensamiento a la perplejidad,
pues allí se abre a la opción crítica.
Reflejo de esta preocupación es el llamado “Pensamiento crítico latinoamericano”, que
surge como un modelo que se resiste al pensamiento hegemónico sobre y desde América
Latina, y versa sobre “otras opciones de conocimiento (...) que se han hecho en los
márgenes, en la defensa de las formas ancestrales alternativas de conocer, en la resistencia
cultural, o asociadas a luchas políticas y/o procesos de movilización popular” (Lander,
2001, p. 13). La base de este movimiento supone que los discursos operan sobre la realidad
y tienen efectos de opresión y legitimación de las jerarquías, y que además fomentan la
naturalización de la desigualdad y la exclusión que han prevalecido en sociedades a lo largo
del continente. En esta medida, el conocimiento y el análisis crítico de ideas, y no solo la
acción crítica directa, se convierten en herramientas de cambio social. “El proceso de
conocer es concebido como creación de conocimiento, como una dinámica de
autoconciencia —individual y colectiva— que permita reconocer las relaciones de opresión
y facilitar la liberación” (Lander, 2001, p. 14).
En este contexto, pensadores como Paulo Freire (1921-1997) han establecido un vínculo
entre la educación y la democracia o, en palabras más concretas, entre el perfeccionamiento
del pensar y la acción para el cambio. Freire (1993) parte de la idea de que la sociedad está
basada en una permanente interacción de poder entre opresores y oprimidos, y que la
dominación sucede cuando los oprimidos no conocen ni pueden responder a las causas y
efectos de su exclusión. Más concretamente en el escenario educativo, Freire llamó
“educación bancaria” a la pedagogía de transacciones de información, donde el profesor
“llena” la mente de sus educandos con información. Esto, asimismo, requiere de un maestro
que sea complaciente con las reglas y estándares de la sociedad, se limite a su asignatura y
horario, y exija disciplina y sujeción de los educandos al sistema establecido.
Para mí el pensamiento crítico es un proceso que realizamos todas las personas y consiste
en analizar, entender y hacer una evaluación acerca de las ideas, pensamientos, argumentos
o puntos de vista de otras personas ya sea de manera constructiva o simplemente para
inducir el cambio de opinión de terceros, se realiza también a partir de la observación o
incluso haciendo uso del método científico.

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