Porque Estudiar La Agricultura Tradicional PDF
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Miguel A. Altieri
División de Control Biológico -Universidad de California, Berkeley
Tomado de: AGROECOLOGIA Y DESARROLLO
Revista de CLADES
Numero Especial 1
Marzo 1991
http://www.clades.org/r1-art2.htm
Es difícil separar el estudio de los sistemas agrícolas del estudio de las culturas que los
nutren. Por esta razón, aquí se trata simultáneamente la complejidad del sistema de
producción y la sofisticación del conocimiento de la gente que los maneja. También se
intenta integrar los argumentos propuestos por cientistas sociales y biólogos, para justificar
la necesidad de continuar estudiando agroecosistemas tradicionales. Se argumenta que el
rescate de este conocimiento tradicional debe ocurrir rápidamente, no sólo porque está
siendo perdido en forma irreversible, sino también porque es crítico para el avance de la
ecología agrícola.
Varios aspectos de estos sistemas tradicionales de conocimiento son importantes para los
agroecólogos:
El conocimiento indígena sobre el medio ambiente físico suelo ser muy detallado. Muchos
agricultores a lo largo de todo el mundo han desarrollado calendarios tradicionales para
controlar la programación de actividades agrícolas. En el este de Africa, por ejemplo,
muchos agricultores siembran de acuerdo con las fases de la luna, creyendo que hay fases
lunares de lluvia. Muchos agricultores predicen fluctuaciones climáticas basados en la
fenología de la vegetación local. Por ejemplo, en Java occidental el Gadung sp. es un
indicador climático porque se espera que la temporada lluviosa empiece poco tiempo
después que se inicie el crecimiento de sus hojas. En la misma región, el pomelo tiene una
función parecida; el inicio de la fructificación anuncia la temporada anual de labranza
(Christanty et al., 1986).
Tipos de suelo, sus grados de fertilidad y sus categorías de uso son también descritos en
detalle por muchos agricultores. Los tipos de suelos suelen ser distinguidos por su color,
textura y a veces hasta por su gusto. Los cultivadores itinerantes suelen clasificar sus suelos
de acuerdo con la cubierta vegetal. En general, los sistemas de clasificación dependen de la
naturaleza dela relación del campesinado con la tierra (Williams y Ortiz Solorio, 1981). Por
ejemplo, los sistemas aztecas de clasificación son muy complejos, ya que reconocen más de
dos docenas de tipos de suelos que son identificados por su fuente de origen, color, textura,
olor, consistencia y contenido orgánico. Estos suelos son también clasificados de acuerdo
con su potencial agrícola y tales rangos se utilizan en evaluaciones del valor de las tierras y
en censos rurales (Williams, 1980). Campesinos andinos en Coporaque, Perú, reconocen
cuatro tipos principales de suelos. Cada tipo de suelo posee características que definen el
cultivo más adecuado (McCamant, 1986). Más ejemplos de clasificaciones de suelos
desarrolladas por grupos rurales se encuentran en Chambers (1983).
Taxonomías biológicas folklóricas
Se han documentado muchos sistemas complejos utilizados por pueblos indígenas para
clasificar plantas y animales (Berlín et al., 1973). En general, el nombre tradicional de una
planta o animal revela el estatus taxonómico de este organismo. Varios investigadores han
encontrado que, en general, hay una buena correlación entre la taxa folklórica y la
científica.
Las hormigas, algunas de las cuales son plagas importantes, son una de las comidas de
insectos más populares en varias regiones tropicales. En su estudio de la etnoentomología
del Amazonas Brasilera, Posey (1986) describió el conocimiento detallado de los Kayapo
sobre los ciclos de vida de los insectos, sus usos y su manejo. El manejo complejo de abejas
sin aguijón (Meliponinae) para la producción de miel ilustra el profundo conocimiento
ecológico de los Kayapo sobre la biología de estas abejas. El papel de los insectos sociales
como "modelos naturales" para los indios Kayapo es especialmente interesante; el
comportamiento de estos insectos es reconocido simbólicamente en sus ritos y ceremonias
(Posey, 1986).
Las etnobotánicas son las taxonomías más frecuentemente documentadas (Alcorn, 1984).
El conocimiento etnobotánico de ciertos campesinos en México es tan elaborado que los
Mayas de Tzeltal y del Yucatán, y los Purepechas pueden reconocer más de 1200,900 y 500
especies de plantas respectivamente (Toledo et al., 1985). Igualmente, indígenas de
Botswana identificaron 206 de 211 plantas colectadas por investigadores (Chambers, 1983),
y agricultores Hanunoo en las Filipinas pueden distinguir más de 1600 especies de plantas
(Conklin, 1979).
En los Andes, los agricultores cultivan más de 50 variedades de papas en sus predios y
poseen sistemas taxonómicos especiales para clasificar las papas, los cuales juegan un
papel importante en la selección de distintas variedades de papa (Brush, 1982). En
Tailandia e Indonesia los agricultores mantienen en sus predios una diversidad de
variedades de arroz adaptadas a un rango amplio de condiciones ambientales. La evidencia
sugiere que las taxonomías folklóricas se hacen más relevantes en la medida que las áreas
se tornan más marginales. En Perú, por ejemplo, en la medida que se asciende en altitud, la
diversidad genética nativa se enriquece rápidamente. En el sudeste de Asia, los agricultores
siembran variedades modernas semi-enanas de arroz durante la temporada seca y siembran
variedades tradicionales durante la temporada de monzón, aprovechando así la
productividad de variedades modernas irrigadas durante meses secos y la estabilidad de
variedades nativas durante la temporada húmeda, cuando suelen ocurrir explosiones de
plagas (Grigg, 1974). Clawson (1985) describe varios sistemas tropicales en los cuales los
agricultores tradicionales siembran variedades múltiples de cada cultivo, aumentando la
diversidad interespecífica e intraespecífica, mejorando así la seguridad de la cosecha.
Varias plantas dentro y alrededor de los sistemas agrícolas tradicionales son parientes
silvestres de cultivos. Así, mediante la práctica del desmalezamiento selectivo, los
agricultores han inadvertidamente elevado el flujo de genes entre los cultivos y sus
parientes silvestres (Altieri y Merrick, 1987). Por ejemplo, en México, ciertos agricultores
permiten que el teosinte permanezca dentro o alrededor de los campos de maíz, de manera
que cuando el viento poliniza al maíz, ocurran cruzamientos naturales (Wilkes, 1977).
Mediante esta asociación continua se ha establecido un equilibrio relativo entre cultivos,
malezas, enfermedades, prácticas culturales y hábitos humanos (Barlett, 1980). Este
equilibrio es complejo y difícil de modificar sin interrumpir el balance y arriesgar la
pérdida de recursos genéticos. Por esta razón, Altieri y Merrick (1987) han apoyado el
concepto de conservación "in situ" de la diversidad nativa de cultivos es solamente posible
a través de la preservación de agroecosistemas bajo manejo tradicional y aún más, sólo si
este manejo es guiado por los conocimientos íntimos que tienen los agricultores locales
sobre las plantas y sus requisitos.
Otra dimensión importante del conocimiento etnobotánico local está relacionada con el
hecho que muchos campesinos utilizan, mantienen y preservan áreas de ecosistemas
naturalizados (bosques, praderas, lagos, laderas, arroyos, pantanos, etc.) dentro o adjunto a
sus propiedades, áreas de las cuales recogen suplementos alimenticios importantes,
materiales de construcción, medicinas, fertilizantes orgánicos, combustibles, objetos
religiosos, etc. (Toledo, 1980). Aunque la recolección de plantas ha sido normalmente
asociada con condiciones de pobreza (Wilken, 1969), evidencias recientes sugieren que esta
actividad está estrechamente asociada con la persistencia de una fuerte tradición cultural.
Inclusive la recolección de vegetación tiene una base económica y ecológica, ya que las
plantas silvestres contribuyen en forma importante a la economía de subsistencia del
campesino, especialmente durante períodos de baja producción agrícola debido a
calamidades naturales u otras circunstancias (Altieri et al., 1987). De hecho, en muchas
áreas semiáridas de Africa, campesinos y grupos tribales continúan siendo exitosos
nutritivamente aún cuando hay sequía, dada sus actividades de recolección (Grivetti, 1979).
Prácticas agrícolas
En la medida que se hace más investigación, muchas de las prácticas agrícolas campesinas
que antes fueran consideradas mal guiadas o primitivas, están siendo reconocidas como
sofisticadas y apropiadas. Confrontados con problemas específicos de pendientes en
declive, inundación, sequía, plagas y enfermedades, baja fertilidad de suelos, etc., los
pequeños agricultores a lo largo del mundo han desarrollado sistemas originales de manejo
dirigidos a superar estas limitantes (Tabla 1).
Tabla 1
Algunos ejemplos de sistemas de manejo de suelos, agua y vegetación utilizados por
agricultores tradicionales en el Tercer Mundo
LIMITANTES OBJETIVOS O SISTEMAS O PRACTICAS AGRICOLAS
AMBIENTALES PROCESOS ESTABILIZADORAS
Espacio limitado Utilización máxima Policultivos, agroforestería, cultivos a distintos pisos, huertos
de recursos familiares,
ambientales y tierra zonificaciones de cultivo según altitud, fragmentación de la
finca, rotaciones, etc.
Pendiente Control de erosión, Terrazas, agricultura en contorno, barreras vivas y muertas
conservación de agua cubierta de barbecho
y/o cultivo continuo, muros de piedra, arrope, etc.
Fertilidad del suelo Mantención de la Barbecho natural y/o mejorado, rotaciones de culti- vos y
fertilidad, reciclaje de policultivos con
materia orgánica leguminosas, recaudación de litera, abonamiento, abonamiento
verde, pastoreo
animal en campos en barbecho, desechos humanos y basura
del hogar, restos de
hormigueros que pueden ser usados como fertilizantes, uso de
depósitos alu- viales,
uso de malezas y barro acuático, cultivo en hi- leras con
leguminosas, incorporación
de hojas, ramas y otros residuos, quema de vegetación,
compost, etc.
Inundación o Utilización de Agricultura sobre camellones (ej. chinampas, tablo- nes, waru-
exceso de agua cuerpos de agua en warus), campos
forma integra- da con zanjados, diques, etc.
la agricultura
Manejo de agua a Uso óptimo del agua Control de drenaje con canales y presas de freno, campos
través del riego disponible hundidos hasta nivel del
agua, riego salpicado, riego de canal alimentado por agua de
pozos o agua subterránea,
de lagos o depósitos.
Lluvia impredecible Optima utilización de Uso de cultivos y variedades tolerantes a la sequía, uso de
la humedad indicadores de clima,
disponible cultivos múltiples que utilicen mejor la humedad residual al
final de la tem porada
lluviosa, uso de cultivos con períodos cortos de crecimiento,
arrope (mulch)
Incidencia de Protección de Siembre densa, permitir algo de dano, uso de vallas y/o cercos,
plagas cultivos, mantención uso de variedades resistentes, policultivos, aumento de
de poblaciones bajas enemigos naturales caza colecta directa uso
de poblaciones bajas enemigos naturales, caza, colecta directa, uso
de plagas de insecticidas y repelentes botánicos, siembra en épocas con
bajo potencial de
plagas, etc.
En general, los agricultores tradicionales han satisfecho los requisitos ambientales de sus
sistemas de producción concentrándose en algunos principios y procesos (Knight, 1980).
CONCLUSIONES
En el último siglo han ocurrido cambios globales dramáticos en los ambientes rurales.
Recursos abundantes, energía barata, innovaciones tecnológicas y factores culturales han
fomentado el crecimiento agrícola en los países industrializados. El énfasis en el
incremento de la producción agrícola ha sido transferido a países subdesarrollados sin
considerar sus condiciones ecológicas y socioeconómicas. Esta visión ha sido justificada al
considerase el problema de la pobreza rural y el hambre como problemas ligados en gran
parte a la producción. Ejemplos de las consecuencias ambientales asociadas a cambios
tecnológicos dramáticos sobran en países en desarrollo y pueden ser ejemplificados por la
sustitución de la fuerza de tracción por bueyes por la de tractores en Sri Lanka
(Senanayake, 1984).
A primera vista, la sustitución de la fuerza de tracción por bueyes por la de tractores parecía
involucrar un intercambio entre una siembra más a tiempo y el ahorro en mano de obra por
un lado, y la provisión de leche y abono por el otro. Sin embargo, asociados a los búfalos
están las pozas de los búfalos, las cuales proporcionan un número insospechado de
beneficios. En la temporada seca sirven como refugio para los peces que después vuelven a
los campos de arroz en la época lluviosa. Algunos peces son atrapados y consumidos por
los agricultores constituyendo una fuente importante de proteína. Otros peces consumen las
larvas de mosquitos que portan malaria. Los arbustos que rodean las pozas refugian
culebras que comen ratones, plagas del arroz y lagartijas que a su vez consumen los
camarones que dañan las plantas de arroz. Las pozas también son usadas por los pobladores
para preparar las fondas de coco utilizadas para techos. Así, si se eliminan las pozas
también se eliminan estos beneficios. Por otra parte, las consecuencias adversas no
terminan ahí. Si se aplican pesticidas para eliminar a las ratas y las jaivas o las larvas delos
mosquitos, pueden surgir problemas de contaminación y/o resistencia a pesticidas. Al igual,
si se substituyen frondas por tejas se puede acelerar la deforestación, ya que se necesita leña
para cocer las tejas (Conway, 1986).
A pesar del avance por la modernización y de los cambios económicos, algunos sistemas de
conocimiento y de manejo agrícola tradicional aún permanecen. Estos sistemas exhiben
elementos importantes de sustentabilidad: son bien adaptados al ambiente local, dependen
de recursos locales, son de pequeña escala y descentralizados y suelen conservar la base de
recursos naturales. Por lo tanto, estos sistemas constituyen una herencia neolítica de
importancia considerable. Desgraciadamente, la agricultura moderna amenaza la estabilidad
de esta herencia.
Hoy en día, han surgido preguntas serias respecto a la sustentabilidad a largo plazo de la
agricultura mundial frente a la presión poblacional, escasez de recursos, empobrecimiento
económico y degradación ambiental. De hecho, los Centros Internacionales de
Investigación Agrícola miembros de la CGIAR y algunas universidades de EE.UU. han
empezado a reconocer la importancia de la sustentabilidad agrícola. El nuevo énfasis en el
manejo de los recursos va más allá de elevar el rendimiento de los cultivos para abarcar
aspectos de conservación de suelos y agua y tecnologías que ayuden a los agricultores a
reducir su dependencia de pesticidas y fertilizantes químicos (Wolf, 1986). Los países
industrializados tienen mucho más que aprender y probablemente se beneficiarán más del
estudio de la agricultura tradicional que los países subdesarrollados donde este
conocimiento todavía existe. Se espera que la investigación agrícola enfocada en la
sustentabilidad no sólo sea una "transferencia de tecnología" en una dirección, sino que las
innovaciones y perspectivas fluyan entre los países industrializados y los subdesarrollados.
Sin embargo, se debe asegurar que esta transferencia sea justa y equitativa, especialmente
en el área de la biotecnología, que depende en gran medida de la disponibilidad de
diversidad genética de cultivos, mucha de la cual es aún preservada en campos agrícolas
tradicionales. Es poco ético que genetistas y mejoradores de países industrializados
continúen teniendo acceso gratis al germoplasma nativo preservado en los países del Tercer
Mundo, para desarrollar a partir de este germoplasma nuevas variedades comerciales que
después venden a los países del Tercer Mundo a un precio considerable.
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