Dolindo Ruotolo PDF
Dolindo Ruotolo PDF
Dolindo Ruotolo PDF
S. MILLÁN – 2019
1
PADRE DOLINDO RUOTOLO, UN SANTO DE NUESTROS DÍAS
Imprimatur
Monseñor José Carmelo Martínez
Obispo de Cajamarca (Perú)
S. MILLÁN – 2019
2
ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN
PRIMERA PARTE: HASTA EL SACERDOCIO
Su familia.
Con hambre y sin estudios.
La primera comunión.
El voto heroico.
Mal estudiante.
Ingreso en el Instituto.
Gracia divina.
Penitencias.
Le creen hipócrita.
Noviciado.
En el estudiantado.
Ordenación sacerdotal.
El dolor purificador.
SEGUNDA PARTE: EXPULSADO, CONDENADO Y REHABILITADO
En Taranto.
El padre Volpe.
Experiencias sobrenaturales.
Expulsados.
En el Seminario de Molfetta.
Acusado.
Suspensión.
Exorcismo.
Espiritismo.
Rehabilitado.
TERCERA PARTE: APOSTOLADO Y CARISMAS
a) Carismas.
b) Conocimiento sobrenatural.
c) milagros. d) Bilocación.
e) Resplandor sobrenatural.
f) Perfume sobrenatural.
g) Locuciones interiores.
h) Poder contra el demonio.
El ángel custodio.
Conversiones.
La Obra de Dios.
Predicador.
Vida austera.
La guerra.
3
Nápoles se rebela.
El padre Pío.
El sacerdote.
CUARTA PARTE: NUEVOS PROBLEMAS
Acusado de nuevo.
Siguen los problemas.
Condenado.
Rehabilitado.
Comentarios a la Sagrada Escritura.
Críticas a la Obra de la Escritura.
Su última enfermedad.
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
4
INTRODUCCIÓN
5
PRIMERA PARTE
HASTA EL SACERDOCIO
SU FAMILIA
Nos dice: Mi padre era muy bueno y honrado, y mi mamá se casó con él
precisamente por eso. Pero tenían diferente educación y diferente carácter, y
muy pronto su unión llegó a ser causa mutua de dolores y de amarguras.
Además, tenía una ingenuidad infanta, una delicada pureza. Su padre, que
también era muy religioso y piadoso, la había educado dentro de un gran recato.
Mis padres se casaron el 23 de septiembre de 1873.
Me decía mi madre que en los primeros meses de mi vida yo era tan bello
y pacífico, que iban a verme como a una maravilla. Tenía el pelo dorado y
rizado, la cara gordita, blanca y rosada, la mirada dulce. Ella me quería mucho,
y yo estaba muy apegado a ella. Recuerdo bien que siempre estaba cerca suyo,
6
especialmente cuando oraba. Yo no sabía aún orar, pero era feliz cuando en
aquellas ocasiones estaba cerca de ella.
1
A pp. 28-32.
7
CON HAMBRE Y SIN ESTUDIOS
Mi pobre padre actuaba de buena fe; creía que actuaba bien y que así
educaba a sus hijos. Él no quiso mandarme a la escuela primaria, y por eso
muchas veces peleaba con mamá, que hubiera querido mandarme para que no
creciera como un burro; pero él tampoco me enseñaba nada.
8
capacidad, esos trabajos odiosos que pudiéramos llamar..., deberes escolares;
pero no íbamos a la escuela. Luego, papá veía estas tareas; y cuando las veía,
siempre nos pegaba hasta decir basta.
Las culpas que recuerdo con más dolor, y de las cuales me confieso
siempre aún hoy, son los robos, las peleas entre hermanos y hermanas, los
pecados contra el pudor.
2
A pp. 36-37.
9
con una buena descarga de santos golpes. Nunca esos golpes fueron tan santos
como en este caso.
Entendí que estaba haciendo algo malo, y ahora que escribo sobre esto
lloro por la pena, pensando en el dolor que le di a Jesús; fue mi verdadero
pecado. Cuando llegué a la casa, intenté jugar con esa ruedita, pero era tan
grande el remordimiento que sentía, que no logré jugar y la tiré 3.
LA PRIMERA COMUNIÓN
Yo hice muy tarde la primera comunión: a los once años. No tuve otra
preparación fuera del catecismo, que yo mismo había aprendido de memoria;
ninguna preparación de fiesta, ninguna comprensión siquiera de que recibía a
Jesús. Recuerdo, por eso, con gran pena mi primera comunión y mi
confirmación.
3
A pp. 38-39.
10
el suelo, hacía como una especie de lugar cerrado, y, de esa forma, me parecía
estar como en un desierto.
Por la mañana salía muy temprano, a eso de las cuatro o las cinco, e iba
a la iglesia del Purgatorio, en Arco, donde hacía de monaguillo en varias misas
y comulgaba. Parece que comulgaba con mucha devoción, porque recuerdo que
una mujer del pueblo me abrazó y me besó diciendo que tenía la cara de San
Luis. Sin embargo, esta vida espiritual no era cultivada por nadie; eran destellos
y, como lo entiendo ahora, flores espontáneas que germinaban, porque Jesús,
Sol eterno, me poseía todos los días 4.
EL VOTO HEROICO
4
A pp. 42-43.
5
A pp. 43-44.
11
MAL ESTUDIANTE
Sobre su instrucción escolar primaria, dice que, sin jamás haber podido
frecuentar la escuela, estaba obligado a estudiar en el suelo, arrimado a una
grada de mármol, copiando las lecciones y aprendiéndolas de memoria, sin
entender nada.
¡Con esta preparación fue obligado a dar los exámenes para ser admitido
en la escuela superior! Después de dos intentos, por fin fue aceptado en el
colegio “Genovesi”. Obviamente, con resultados desastrosos y humillantes.
Una vez, no teniendo nada con qué vestirme, fui obligado ponerme un
viejo pantalón de papá, al cual le corté yo mismo, simplemente, con un tijerazo,
las piernas. Luego, me lo ceñí en la cintura con una soga. Como era lógico, se
burlaron los compañeros; pero el colmo sucedió cuando fui llamado para el
salto en la ballesta.
— ¿Listos? ¡Fuera!.
6
A pp. 42-45.
12
INGRESO EN EL INSTITUTO
Aquel Instituto estaba hecho a propósito para acoger y preparar tan solo
al que tenía la vocación de sacerdote de la Misión; nosotros no teníamos esta
vocación específica.
Mi hermano Elio entró a ese colegio muy de mala gana, pero no tuvo el
valor de decirlo. Yo entré, pero no entendía nada. Estábamos a finales de mayo
cuando por primera vez entramos a aquella gran casa para visitarla. El corredor
del primer piso tenía las hojas de las ventanas entrecerradas. Al fondo del
corredor había una gran estatua de san José. Sentí en el alma una dicha, una
paz que nunca había sentido.
Nos fueron asignados los lugares para estudiar y para dormir, y bajamos
por primera vez al comedor. Era un salón muy grande, con cupo para más de
cien personas cómodamente sentadas a la mesa.
7
A pp. 47-49.
13
GRACIA DIVINA
8
Esta amada estampita de la Virgen del Buen Consejo, es reproducida y distribuida aún hoy por el
Apostolato Stampa. Y está citado, en el reverso, el relato del episodio, con la grafía y la firma autógrafa
del mismo Padre Dolindo (nombre del redactor).
9
A pp. 49-50.52.
14
PENITENCIAS
No sabía que hacía falta el permiso del confesor y lo hice por mi propia
iniciativa; pero cuando él lo supo, quiso ver el cilicio y, ciñéndome la frente, me
dijo: “Tú cilicio debe estar por completo en la voluntad y en la mente”.
LE CREEN HIPÓCRITA
10
A pp. 50-51.
15
Luego, de nuevo, me hicieron Prefecto; y yo obedecí. Poco después me
volvieron a quitar este cargo, con otra humillación pública; y yo no me rebelé
pensando en Jesús.
NOVICIADO
La vida del noviciado duraba dos años enteros, durante los cuales había
que ocuparse solo de la formación del espíritu. A duras penas se estudiaba un
poco de latín para no olvidarlo. Por la mañana teníamos una hora de plegaria
común con todos; por la tarde otra media hora para tan solo nosotros, los
novicios. A eso de las diez había una conferencia en la capilla, la lectura de la
mañana y de la tarde. Se salía a pasear sólo dos veces por semana y se iba en
silencio por las calles más frecuentadas, y por prudencia, en el primer trecho del
paseo. Cuando no se salía por la tarde, nos encargaban los llamados ejercicios
corporales, como barrer los corredores, los baños, las escaleras.
11
A pp. 53-54.
12
A pp. 57-58.
16
EN EL ESTUDIANTADO (1901-1905)
¡Quién hubiera dicho que aquella broma llegó a ser como una profecía y
que, pocos años después, yo debía sufrir precisamente así el más atroz
sufrimiento de mi vida! 13.
Fue un día de fiesta, pero yo, aquel día, no sentí ningún fervor sensible:
hice los votos con la más grande aridez de espíritu; sólo intelectualmente estaba
concentrado en el acto de inmolación que le hacía al Señor 14.
13
A pp. 59-60,
14
A p. 61.
17
ORDENACIÓN SACERDOTAL
Cuántas veces me dijo: “Yo no sé por qué siempre te hice sufrir cuando
eras niño. No lo sé, hijo mío, era como si el Señor lo hubiese querido, porque tú
más que los otros debías ser bueno. Realmente no sé, hijo mío, por qué te vejé
tanto: ¡sin embargo, te quería! 15.
15
A p. 61.
16
A pp. 63-64.
18
Yo era amado, era considerado como un excelente misionero; incluso,
como me explicaron después, los Superiores habían puesto mi nombre en la lista
entre los sujetos que podían convertirse en obispos 17.
EL DOLOR PURIFICADOR
Pero si tuve una gran pena, yo me sentía también, como por encanto,
sacado de aquel ambiente que había hecho de mí un ser árido. Sentí la nulidad
17
A p. 65..
18
A p. 60.
19
de las cosas humanas, la vanidad de las criaturas, la dureza de los hombres, la
vanidad suma que es poner en ellos nuestra confianza. Me sentí, en cierta
manera liberado de los lazos que me paralizaban, nuevamente medité acerca de
la vida de los mártires, reviví los años más hermosos, en el dolor de mi niñez, me
recogí en Jesús sacramentado, tuve más confianza en la Virgen, me sentí más
humillado internamente, hablé menos de mí mismo y oré más. Fue como una
renovación interior 19.
SEGUNDA PARTE
EXPULSADO, CONDENADO Y REHABILITADO
EN TARANTO
Los chicos del colegio nos acogieron con desprecio. Fueron enseguida al
corredor donde estaban las puertas de nuestras habitaciones, y detrás de las
puertas, nos cantaron un solemne “Réquiem aeternam” 20.
19
A pp. 65-67.
20
A pp. 73-74.
20
EL PADRE VOLPE
Hacer los Ejercicios sin dar el sermón, para mí, que había ido a Taranto
justamente para hacer eso, era una aniquilación total frente al arzobispo y a los
seminaristas, y no se puede creer hasta qué punto me costó aquel sacrificio.
Sentí que mis nervios se rebelaban, sentía impactos y sentimientos de antipatía
por el padre Volpe, y muchas otras miserias. Pero yo luchaba y, para vencerme
mejor, quise encargarme de la tarea de lego con el padre Volpe.
21
A pp. 74-76.
21
EXPERIENCIAS SOBRENATURALES
Esto me sucedía cuando había sido humillado más por el padre Volpe.
Aún recuerdo algunos momentos de unión con Dios: yo no le decía nada, pero
me sentía como un niño que descansa arrimado al corazón de su mamá. El Señor
así me atraía hacia el padecimiento y me daba la fuerza para que yo siguiera
sufriendo en silencio.
EXPULSADOS
22
A p. 77.
22
al Visitador de los misioneros en Nápoles nuestro inmediato retorno. El
Visitador fue personalmente a Taranto y dijo que iríamos. Mi Superior, el padre
Volpe, fue destinado a Lecce y yo a Molfetta 23.
EN EL SEMINARIO DE MOLFETTA
23
A pp. 78-79.
23
Mi estadía en el Seminario de Molfetta tuvo algunos buenos frutos para
los seminaristas. El obispo, Monseñor Picole, confesó públicamente que yo
había reformado su Seminario. Sin embargo, yo nada había hecho; tan solo
había orado mucho y me había puesto en manos de Jesús. Mi secreto era sólo
Jesús sacramentado.
Intentaba vivir una vida retirada y, cuando fui Maestro espiritual, casi ya
no salía de paseo. Me ponía en el último puesto y barría los corredores, para dar
un buen ejemplo a los jóvenes; les daba la precedencia en todo, pero sin
exhibición y con una sobriedad y dignidad que nacían en mí espontáneamente,
porque yo realmente estaba convencido por completo que merecía sólo el último
puesto. Aunque estaba en el último puesto, cuando tenía que reprochar a
alguien, lo hacía sin ceremonias y con energía. Pero eso casi nunca sucedió,
porque esos jóvenes me querían y bastaba una mirada para mantenerlos en
orden 24.
ACUSADO
24
A pp. 81-84.
24
puntos oscuros, pero no tales que pudieran invalidar definitivamente un juicio de
conjunto favorable a los hechos y a la persona. Por tanto, el padre Dolindo
sintió la obligación de defender a su Superior de las acusaciones que le hiciera
el Visitador de Nápoles, que ya se había enterado de estos “hechos de Catania”.
SUSPENSIÓN
Fue enviada a Roma una denuncia contra los dos, acusándonos de ser
“herejes formales y dogmatizantes”, ¡peligrosos para la Iglesia! Después de 10
días, el Visitador nos comunicó un llamado del Santo Oficio.
25
A pp. 85-87.
25
viéndome tan pequeño y casi niño, tan tímido, tuvo compasión de mí, y para
darme valor me hacía observar los monumentos de Roma.
26
Hubo tan solo una recomendación general por parte del Santo Oficio,
pero Monseñor Veneziani emprendió una obra de persuasión en el padre
Dolindo, pero él permanecía firme en su posición.“Después de un segundo
interrogatorio, el 28 de enero de 1908, nuevamente el padre Dolindo fue
suspendido de la celebración de la santa misa, y también de la comunión y de la
confesión. Además, la firmeza del padre Dolindo, no solamente no fue apreciada,
sino que fue atribuida a locura, de manera que fue sometido a un control
psiquiátrico luego del cual fue reconocido perfectamente lúcido. Le devolvieron
la facultad de comulgar 26.
EXPULSADO
EXORCISMO
Otro timbrazo y entró una tal Marieta F., amiga de la familia, llevando en
la mano, con aire astuto, una botellita: ¡agua bendita! El último en llegar fue el
Penitenciario de la catedral de Nápoles, Monseñor Andrulli. La hermana Cristina
26
A pp. 89-93.
27
A p. 93.
27
se acercó al padre Dolindo, diciendo que el Penitenciario de la catedral deseaba
hablarle.
28
A pp. 95-97.
28
ESPIRITISMO
Para mí este hecho fue decisivo; me pareció totalmente claro que quien
intervenía era un demonio o un alma perdida. El espíritu no había podido
resistir la orden del sacerdote.
29
suspiros, para que no permitiera que las almas quedaran víctimas de un engaño
tan grande.
Oré a Dios y le dije: “Señor mío, si se comunican los espíritus malos para
el mal de los hombres ¿por qué no me mandas tú a mí por el mismo camino con
el cual se ofende a Dios a un alma bienaventurada para que ella nos enseñe a
amarte?”.
Es interesante anotar que Amalia Fellico, una de sus hijas espirituales más
amada, fue víctima voluntaria por el bien de la Obra. Ella se enfermó gravemente
en mayo, pocos días después de haber ofrecido su vida por la Obra y en los
primeros días de julio volvió a la casa del Señor
30
hacerla vacía de sí, porque no aparecía y se ocultaba bajo el velo de su
sonrisa29.
REHABILITADO
29
A pp. 145-146.
30
A pp. 117-118.
31
A pp. 135-136.
31
El 17 de diciembre de 1911 ordenaron a Monseñor Mazzela que saque a
Dolindo de Rossano y vaya a Roma a presentarse al Santo Oficio. A fines de mes
se hace presente en Roma y le invitan a quedarse de huésped en la hermandad
sacerdotal en San Martín del Macao, que era la cárcel del Santo Oficio. Allí
permaneció unos días, ya que el 6 de febrero lo mandan a Nápoles, donde estuvo
desarrollando un intenso apostolado hasta 1921.
TERCERA PARTE
APOSTOLADO Y CARISMAS
APOSTOLADO EN NÁPOLES
Pasé al lado de los enfermos, deteniéndome ante todas las camas para
decir unas palabras de consuelo. Luego me senté en el centro de la sala, y hablé
de la Gracia que se oculta en las desventuras humanas. Hablé con parábolas y
comparaciones, y recuerdo que todos quedaron profundamente felices y
reconfortados.
Les presté a los enfermos unos libros de devoción para ocupar su tiempo,
les di objetos de devoción también, y algunos regalitos. Ellos me tenían mucho
32
afecto y, al terminar el triduo, quisieron que yo siguiera yendo. Así fue cómo
empezó mi costumbre de ir todos los domingos a visitar a los enfermos del
Hospital de peregrinos.
32
A pp. 151-153.
33
Los hechos siempre demostraron que Jesús, con delicada misericordia,
sirviéndose de mí, sacerdote suyo, hablaba íntimamente a esas almas.
ALGUNOS CARISMAS
a) CURACIONES
33
A pp. 154-155.
34
Cervo Enzina, Don Dolindo Ruotolo nei miei Ricordi, Casa mariana editrice Apostolato stampa, 2006,
pp. 65-66.
34
todo”. Quedé perpleja y le respondí: “¿Cómo hago si no retengo ni una tacita de
agua?”. “Te mando por obediencia que comas de todo. En esto veré si eres de
Dios o del diablo”. Exclamé: “Señor, hazme obedecer”. Llegué a mi casa y pedí
un pedacito de pan para probar. Y con gran maravilla no lo devolví y no tuve
ningun dolor. Más tarde mi madre preparó una ensalada un poco indigesta.
Tomé un poco y mi madre se espantó: “¿Qué has hecho?”. “Comí ese pedacito y
todo ha ido bien”. A partir de ese momento pude comer de todo 35.
35
Cervo Enzina, o.c., pp. 66-67.
36
Ib. p. 70.
37
Cervo Enzina, o.c., pp. 70-71.
35
que la lleve”. Después de muchas peripecias de la guerra mi hermano consiguió
huir y de su grupo regresó él solo 38.
Una mañana se presentó la señora Vitiello con una niña de pocos meses
envuelta en un chal. Lloraba e imploraba la curación de la niña. El padre la
bendijo, rezó un avemaría a la Virgen y después dijo a la señora: “Vete que esta
niña vende salud”. Al momento del hecho prodigioso, la niña tenía la
enfermedad azul, tenía las uñas y ojos morados, y no rosados con en todos los
niños sanos. He podido volver a ver a esa niña de doce años y vive y está muy
bien de salud40.
38
Cervo Enzina, o.c., pp. 71-72.
39
Cervo Enzina, o.c., pp. 73-76.
40
Ib. pp. 76-77.
36
entrar. Yo era ciego y ahora veo. Quiero agradecer al padre”. El padre me dijo
sobre esta curación: “Sentía todavía a Jesús en la boca, pues acababa de
recibirlo en la comunión y con la saliva hice la señal de la cruz en los ojos de
ese señor ciego y se curó” 41.
b) CONOCIMIENTO SOBRENATURAL
Un día fui a misa con un vestido que me había regalado mi hermana. Era
celeste con muchas estrellitas negras. Después de la comunión, regresando a mi
puesto al fondo de la capilla, mis ojos se fijaron en mi vestido y en las estrellitas
en vez de agradecerle a Dios. Fue un momento de distracción. Don Dolindo que
no podía verme porque estaba de espaldas, después de la misa, me dijo: “En vez
de mirar las estrellitas de tu vestido deberías estar más recogida para agradecer
al Señor”.
c) MILAGROS
37
Fui al armonio y quise cantar el himno Jesús “Divino Maestro” pero no
lo recordaba y entonces le pedí a Jesús con simplicidad que me ayudara Él a
cantar. Y de hecho canté y fue grande mi sorpresa cuando el Rector Giuseppe
Castiello, oyendo un canto más hermoso que el de costumbre, mejor dicho,
escuchando a otro que cantaba conmigo fue arriba para ver quién me estaba
ayudando.
d) BILOCACIÓN
45
A p. 202.
46
Cervo Enzina, o.c., pp. 62-63.
38
apostatado y se había ido a América. Yo le había pedido al Señor en mis
oraciones que, antes de que él muriera, me concediera devolverlo a su gracia 47.
e) RESPLANDOR SOBRENATURAL
f) PERFUME SOBRENATURAL
g) LOCUCIONES INTERIORES
47
A p. 99.
48
Cervo Enzina, o.c., pp. 48-49.
49
Cervo Enzina, o.c., p. 47.
39
h) PODER CONTRA EL DEMONIO
Yo también, Jesús he sido traicionado por una hija mía, como tú con un
beso. Ella me manda una nota diciéndome que, acusándome, pretendía
devolverme todo el bien que yo le había hecho y que tenía mucha gratitud por
todas las enseñanzas. Pero al mismo tiempo me presentaba como un loco, un
revolucionario, un hereje. Era auténtica traición, que se me hizo con el oropel de
la amistad, de la gratitud del bien. Con un beso, Jesús, como a ti 51.
50
A p. 274.
51
A p. 276.
52
A p. 307.
40
y comenzó a disciplinarse y a orar. La obsesa se retorcía y con voz cavernosa
gritó: “Doli, no te hagas daño”. Y él respondió: “¿Te da mucha pena y no te
vas?”. Ella respondió: “Idiota, esos golpes caen sobre mí”. El demonio fue
vencido esta vez por la penitencia.
53
Cervo Enzina, o.c., pp. 41-44.
54
Cervo Enzina, o.c., p. 50.
41
vivían en paz o, al contrario, inculcar odio o delitos contra personas que viven
en paz. Estos efectos desastrosos resisten las oraciones hasta que se queman los
medios empleados en las ataduras.
Puede ocurrir que haya casas en las que viva un espíritu maligno, cuando
ha muerto alguno desesperado, lleno de odio y de eterna infelicidad, que turba la
paz de las familias que allí viven. Se pueden vencer estos males con la bendición
de las casas, con imágenes sagradas, rezando el rosario y viviendo con
verdadera fe cristiana para así volver impotente la fuerza diabólica. Basta con
que en esas casas haya una persona que viva en desgracia de Dios, sea
blasfemadora o impura, para facilitar el influjo diabólico.
EL ÁNGEL CUSTODIO
Escribió el padre Dolindo: Oh, yo les amo a los ángeles, porque ellos
aman a Dios, lo aman inmensamente. Este es el título más hermoso que siempre
me hizo sentir una gran devoción por los ángeles: ¡ellos aman a Dios!
¡Yo creo que los ángeles realmente se alegran cerca de nosotros, cuando
nos ven llenos de Jesús sacramentado! ¡Oh, cuán sublime debe ser para ellos
este misterio, del cual ponderan toda la grandeza! Ellos están aquí, adorando,
ante este sagrario de amor, felices, porque pueden agradecer a Dios por todas
55
Ruotolo Dolindo, María immacolata, madre di Dio e madre nostra, Casa mariana editrice Apostolato
stampa, 2013, pp. 867-869.
56
A p. 244.
42
esas criaturas ingratas que no piensan siquiera en eso o que desprecian el Amor
Eucarístico de un Dios de Amor 57.
En los ejercicios del año 1898, año que siempre consideré como el de mi
conversión, estuve tan feliz que me encargaron el cuidado de la lámpara del
Santísimo Sacramento y me sucedió lo siguiente: la lámpara se apagaba con
frecuencia, porque el aceite era de mala calidad. Entonces me encomendé a mi
ángel de la guarda para que me despertara por la noche, un minuto antes de que
se apagara.
Una noche el padre estaba paralizado a causa del ictus y se sentía muy
mal. Aquella noche soñé que el padre estaba sentado en su lecho y que gritaba
para que lo ayudasen. Me desperté sobresaltada, miré el reloj. Eran las dos y
media de la mañana. También se despertó mi madre y me dijo: “Enzina, son las
cuatro y media. Don Dolindo os espera”. Corrí con mi hermano Humberto a
casa de don Dolindo. Cuando entramos, lo encontramos sentado en su cama y
que se sentía mal y no se podía levantar. Me dijo: “Te he mandado llamar por
mi ángel custodio. Ayúdame a bajar de la cama, porque estoy mal. ¿Cómo
habéis tardado tanto?”. Miramos el reloj. Eran las dos y 37 minutos. Si el ángel
no nos hubiese empujado a llegar pronto, el padre se hubiera caído de la cama.
57
A p. 245
58
A pp. 54-55.
59
Cervo Enzina, o.c., p. 57.
43
Otra mañana noté que el padre estaba en un profundo recogimiento
mientras celebraba la misa. Me dijo: “Está presente aquí mi ángel”. Don
Dolindo se volvió hacia mí y me dijo: “Veo a tu ángel, es proporcionado a tu
estatura”. Esto sucedió el 2 de octubre de 1968, fiesta de los ángeles custodios60.
CONVERSIONES
60
Cervo Enzina, o.c., pp. 57-59.
61
A p. 144.
44
El 16 de abril de 1917 yo tenía que cantar en la adoración del Santísimo
en la iglesia de san José y santa Teresa y le dije: “Quédate en la iglesia y adora
a Dios como sepas, porque no puedo ahora explicarte la función de adoración al
Santísimo”. Canté lo mejor que pude y pensé que él se habría conmovido con los
cantos, pero me dijo: “¿Qué era eso que estaba en alto entre velas? (se refería a
la hostia que estaba en la custodia con Jesús vivo)”. Nada me ha hecho
impresión ni los cantos sino aquel objeto. Sentía que de aquel objeto me venía a
mi corazón una vida que me daba mucha paz. Jesús le hizo sentir su presencia
sacramental y esto es especialmente interesante en un musulmán, que ignoraba
totalmente el misterio eucarístico.
62
Di Filippo Silvana, C´erano anche alcune donne, Casa mariana editrice, 2006, pp. 126-127.
45
El profesor estaba desmayándose por la emoción. Como lo dijo después,
la hostia se había quedado pegada a su paladar, y él así le oraba a Jesús:
“Señor, entra en mí, baja a mi corazón. Yo soy indigno de recibirte, pero Tú no
me niegues esta gracia”. Después de la misa yo me acerqué al profesor, lo besé
muchas veces, lo abracé, y le hice decir, como en reparación de sus blasfemias,
la jaculatoria: “Bendito sea Dios, y él la repitió con gran devoción y llorando.
LA OBRA DE DIOS
Salvatore La Rovere fue el primero, entre los hijos espirituales del padre
Dolindo, en manifestar la vocación al sacerdocio. Aún era un seminarista
cuando fue duramente atacado por los adversarios del padre Dolindo, pero él
63
A pp. 241-243.
46
contestó con valor y humildad continuando su propio camino. Cuando fue
sacerdote, lo sustituyó en el cuidado de las almas del aprisco durante todo el
período de la suspensión de su ministerio sacerdotal, demostrando tener un
espíritu equilibrado e iluminado. Aún hoy lo recuerdan por su empeño con las
almas y por el cuidado muy especial que dedicara a la formación de los jóvenes.
Murió con fama de santidad, el 31 de enero de 1946. Sus restos descansan en la
iglesia de Mater Dei, en Nápoles.
64
A pp. 156-157.
47
Dolindo tuvo que decir algo acerca de la Obra de Dios y acerca de los rumores
que la habían afectado.
En mayo de 1917, el padre Dolindo encontró por vez primera vez a Elena
Montella. Elena Montella fue la que podríamos definir “la compañera
espiritual” del Padre Dolindo, porque a ella le contaba en confianza sus penas
más íntimas, y en sus plegarias a veces buscaba consuelo. Su misión de víctima
inmolada implicó 50 años de sufrimientos físicos 65.
PREDICADOR
65
A pp. 164-166.
66
A p. 167.
48
Aquella mañana el padre Dolindo había hablado con tal fuerza de
persuasión que su palabra bajó a las almas de sus discípulas como fuerza y
energía que las transformó. Ellas sintieron intensamente el llamado a hacer un
apostolado con actividades nuevas, les pareció que cada una podía convertirse
en aquel siervo que en todas partes, incluso en las encrucijadas de las calles,
podía dirigir este apremiante llamado, el llamado enérgico del amor a las
pobres almas ciegas en los caminos de Dios, cojas en sus pecados, lisiadas en
cualquier acción sobrenatural. Elena y Anita se transmitieron mutuamente
aquella llama que ardía en su corazón y juntas por primera vez en la calle
Salvatore Tommasi, cerca de la iglesia parroquial de San José de los Ancianos,
donde el padre Dolindo había dicho su sermón, temblando, con el corazón en la
garganta, dirigieron este llamado a la gracia, al banquete divino, al Amor de
Dios, a todas las personas con quienes se topaban 67. Una verdadera novedad
azul como está escrito en el subtítulo. Este originalísimo apostolado duró más o
menos diez años, lleno de frutos espirituales y de prodigiosas conversiones 68.
Cuando lo volví a ver al día siguiente me confió que había dada nueve
prédicas y que, sintiéndose muy mal por la tarde, se había tomado la
temperatura y tenía 41 grados y medio.
67
La conclusión de esta fascinante aventura se puede leer sin poder soltar el libro, en el texto: Tres
señoritas en medio de la calle, Nápoles, 1983, Apostolato Stampa, pagina 186.
68
A2 pp. 170-172.
69
Cervo Enzina, pp. 44-45.
49
VIDA AUSTERA
Nos dice Enzina Cervo: Don Dolindo amaba la pobreza. No quería tener
el dinero de la impresión y administración de los libros y esto lo hacía Bice
Tavassi. A los pobres les daba todo lo que tenía. En los casos urgentes de
personas necesitadas de ayuda, recogía lo que tenía, se hacía acompañar y
llevaba ayuda y consuelo. Yo le acompañaba casi siempre 70.
70
Cervo Enzina, p. 34.
71
Ib. p. 28.
72
Ib. pp. 27-28.
73
Ib. p. 34.
74
Cervo Enzina, pp. 35-36.
50
LA GUERRA
Todos los días iba a la parroquia para estar, con su hermano, siempre
cerca de los feligreses que necesitaban ayuda. Todos los días, por la tarde, iba a
la pequeña Casa de la Escritura y luego iba a visitar a los enfermos y a los
pobres.
Ahora escribo en medio de un intenso cañoneo que, según creo, viene del
mar, por alguna batalla naval. Hay una humareda negra hacia el este y un globo
frenado vuela perdido en el cielo, transportado por el viento. ¿Qué sucede?
Estoy sumamente calmado y abandonado por completo en el Señor.
Sin duda se debe a sus plegarias el hecho de que todos sus hijos
espirituales tuvieran una protección muy especial del cielo. Alrededor casas
derrumbadas, ruinas, incendios: en sus casas, ni siquiera un vidrio roto, jamás.
51
El 8 de septiembre de 1942 se había firmado el armisticio con los Estados
Unidos y con Inglaterra. Inmediatamente se desató la terrible represalia
alemana. La ciudad se encontraba abandonada en sus manos.
NÁPOLES SE REBELA
75
A2 pp. 155-159,
52
Ver desde la gran terraza de los edificios frente al mío a los jóvenes
recostados con el fusil, esperando su presa, es algo que me hace llorar, aunque
ellos estén allí para defender la patria. ¡Oh la caridad, oh la caridad, oh el
abrazo de todos los pueblos en Jesucristo. Oh la paz en Dios y con los
hombres76.
EL PADRE PÍO
EL SACERDOTE
76
A2 p. 159
77
A2 p. 175.
78
A p. 181.
79
A 2 p. 71.
53
En el momento divino de la consagración, el sacerdote desaparece. Solo
queda Jesús. Todo calla. Es Jesús quien en el sacerdote toma el pan, toma el vino,
pronuncia las divinas palabras y está en el altar en una forma de ser nueva en que
Él es inmolado así como lo fue en la cruz. La hostia es levantada en alto... El
cielo se inclina sobre la tierra. La misericordia de Dios baja, la justicia y la paz se
besan. Los fieles se acercan al altar, se acercan a Jesús para vivir de él.
Para sanar al mundo todo lo que debe hacerse es multiplicar las misas y
hacer que los fieles vivan de ellas 80.
Por eso, se atrevía a dirigir al Papa Pío XI en 1925 la siguiente carta con
algunos puntos audaces para aquellos tiempos.
80
A2 p. 72.
81
A2 pp. 64-65.
54
CUARTA PARTE
NUEVOS PROBLEMAS
ACUSADO DE NUEVO
Mi madre me dijo: “Tú has trabajado para Dios, hijo mío, quién sabe qué
proyecto está bajo estos tormentos y esta tempestad. Hágase la voluntad de
Dios” 82.
82
A pp. 205-206.
55
facultades de su ministerio. El secretario del obispo de Nola, Monseñor Del
Priore, lo tranquiliza diciendo:
Cuando dije mi sermón eran más o menos las 11:30 horas, o sea la hora
en la cual el Papa recibía información contra mí.
83
A pp. 209-211.
56
SIGUEN LOS PROBLEMAS
84
A pp. 212-215.
85
A pp. 219-220.
57
CONDENADO
86
A p. 246.
87
A p. 248.
58
Yo no quiero escapar a la cruz, no, pero quiero cumplir la santísima
Voluntad de Dios. Las palabras del Padre Brandi fueron severas: él afirmaba
todo como le había sido presentado por quien me acusaba... Le dije que Jesús lo
sabía todo, y que yo no podía hacer sino callar, orar y obedecer 88.
88
A pp. 251-252.
89
A pp. 272-273.
90
A p. 342.
59
REHABILITADO
Todos los religiosos que componemos esta familia están de acuerdo con
quien firma la presente, en elogiar con las palabras más bellas y exhaustivas sus
virtudes, en todos sus actos. De lo cual doy fe 91.
91
A2 pp. 12-13.
92
A2 p. 117.
60
COMENTARIOS A LA SAGRADA ESCRITURA
Ellos empezaron a pedir tales escritos con frecuencia cada vez mayor y,
habiéndolos divulgado, de todas las regiones de Italia me llegaron exhortaciones
para que los publicara y para que hiciera de todo eso un conjunto orgánico, por
el bien que hubiera podido hacer...
61
El padre Dolindo lo retó: “Usted imprima, y será pagado hasta el último
centavo! ¡Se lo garantizo en Nombre de Dios!”.
62
Murió santamente por la noche, mientras llevaba la comunión a una
moribunda 93.
93
A2 pp. 86-90.
94
A2 p. 92.
95
A2 p. 96.
63
Una vez más a Dolindo le prohibieron publicar sus libros de la Escritura
“donec corrigatur” hasta que no se corrijan los errores 96.
Dolindo tuvo que escribir una carta al cardenal Francesco Marchetti desde
Nápoles el 24 de noviembre de 1940. Le decía: Supe leyendo el Osservatore
Romano de hoy, 24 de noviembre de 1940, la condena que esta Sagrada
Congregación hizo “donec corrigatur”, de mi obra: “La Sagrada Escritura —
psicología, comentario, meditación”, publicada bajo el seudónimo de sacerdote
Dain Cohenel.
Como hijo sinceramente devoto y fiel a la Iglesia, para la cual gasté toda
mi dolorosa vida con el intento de glorificarla y magnificar su grandeza, me
someto en la forma más completa e incondicional, al decreto del Santo Oficio.
96
A2 pp. 132-133.
97
A2 pp. 135-136.141.
64
con el apoyo de algunos cardenales y del mismo Papa Pío XI, que había
sostenido la Obra de la Escritura después de haberlo rehabilitado en 1937. Le dio
dos revisores para que continuara la impresión de la Obra, interrumpido por las
críticas.
SU ÚLTIMA ENFERMEDAD
Eso me hizo mucho daño y sentí como un golpe en la nuca, donde ya sufro
por la artrosis, y por eso tambaleaba al caminar.
98
A2 pp. 142-143.
65
Pude ir a mi casa en un taxi que tomó una señora de la cual yo había
visitado al hijo enfermo. De hecho, ella no quiso que yo volviera en un autobús,
porque se dio cuenta de que yo estaba mal.
Estuve más de una hora en el piso hasta que entró mi hermana, quien con
la ayuda de las buenas personas del edificio, me ayudó a levantarme.
Yo las bendigo de una en una. Las bendigo con toda el alma. Si Dios lo
quiere, prometo que las protegeré desde el cielo.
En los últimos diez años de su vida sufrió mucho por la parálisis y por la
artrosis cervical y lumbar. Tenía fuertes dolores que le obligaban a tener la
cabeza baja sobre el pecho. También tenía las piernas ulceradas e hinchadas y
le salía agua y pus hasta humedecer los zapatos y el suelo. Debía tener más
tiempo de descanso, pero decía: “Descansaré en la tumba”. Cuando yo (Enzina
Cervo) le curaba las piernas, le hacía sufrir, pero él no se quejaba y solo decía:
“Gracias, Jesús, gracias, Jesús. Estoy contento de sufrir y ofrecer algo por las
almas, por la Iglesia y por los sacerdotes”.
99
A2 pp. 189-191.
66
Tenía una hernia gástrica que lo hacía sufrir mucho y, sin embargo, todos
los días continuaba con su fecundo apostolado hasta el atardecer. Alguna vez
dije a alguien que viniera al día siguiente, porque don Dolindo estaba muy
cansado, pero él me decía: “Hazlo pasar, tú no sabes qué pena puede tener”. Y
nunca mandaba a nadie para otro momento. Incluso cuando estaba moribundo
vino una señora de Taranto que quería hablar con él. Yo le hice ver las
condiciones en que se encontraba, pero él movió la cabeza hacia la señora,
levantó la mano y la bendijo. La señora no acababa de agradecer a Dios y
lloraba de alegría 100.
Pero el padre cada día perdía más fuerzas y caminaba muy despacio y lo
mismo al celebrar la misa, pero él continuaba escribiendo y recibiendo
personas. Había cumplido 88 años el 6 de octubre y el 1 de noviembre hacía diez
años que había sido golpeado por la parálisis. El sábado 8 de noviembre,
mientras lo acompañaba a su habitación después de la misa, su caminar era muy
lento. Me dijo: “No puedo más, pero no temas, Jesús me da fuerzas todavía”.
Recemos un avemaría de agradecimiento a la Virgen que me ha dado la gracia
de celebrar la misa. Y así con el físico extenuado llegó al día 13. El sábado 14
celebró con gran fatiga, consagró y distribuyó la comunión por primera vez
sentado. Creía yo que iba a derrumbarse mientras estaba en el altar. Lo
acompañé a su habitación. No rehusó las gotas cardiotónicas. En la tarde tenía
37,3 grados de temperatura, pero pasó una noche terrible. A las 11,40 se levantó
despacito, pero en seguida se volvió a acostar y se durmió, y yo también me fui a
acostar. A medianoche me desperté, sentí que el padre me llamaba con fuerte
voz. Corrí y lo encontré tirado en el suelo. Se había caído de la cama. Intenté
levantarlo sola, pero no podía. Llamé a mi hermana Emma y al mariscal que
habitaba enfrente, quien gentilmente vino en mi ayuda para meterlo en la cama.
Dieron las tres de la mañana en el reloj. A las cinco quiso levantarse para hacer
sus oraciones y rezó hasta las siete.
100
Cervo Enzina, pp. 38-39.
101
Enzina Cervo p. 30.
67
Después de hacerle la curación de sus piernas, confesó a varias personas
y después comenzó su última misa. Tuve que sostenerlo con fuerza. Con gran
dificultad celebró y dio la comunión sentado. Terminada la misa con ayuda de
alguno de los presentes lo llevamos en peso a su habitación. Pidió la unción de
los enfermos, que le administró el párroco y confesor, padre Fernando
Cavaliere. Después se metió en la cama, porque tenía fiebre alta y pulmonía.
A las 5,13, después que los médicos habían intentado mejorar sus
condiciones con flebo y otras cosas, el padre, con los brazos levantados en alto,
mirando a lo alto como un niño que ve a su mamá y se lanza hacia ella, con un,
¡Oh! de grande maravilla, murió.
102
Cervo Enzina, pp. 82-85.
68
En un momento se extendió la noticia de su muerte y una gran multitud de
gente acudió a rendirle el último homenaje de amor. Vinieron tantos sacerdotes
y religiosas que fue una admiración. Mi sorpresa fue, cuando al ponerle los
calcetines, noté que sus piernas, antes hinchadas y purulentas, habían quedado
limpias y, en vez de emanar el desagradable olor, tenían un inexplicable
perfume103.
103
Cervo Enzina, pp. 85-91.
69
CONCLUSIÓN
Su vida fue un continuo sufrir por sus enfermedades y por las condenas
del Santo Oficio, que llegó a prohibirle predicar, confesar y celebrar la santa
misa. Esto fue su mayor sufrimiento, pero supo ofrecerlo a Dios con amor por la
salvación de los demás. Y Dios bendijo su apostolado, cuando pudo ejercerlo. Al
final todo se aclaró y fue rehabilitado y ensalzado por muchos como un santo
viviente. Tuvo un grupo de mujeres fieles, que eran sus hijas espirituales, entre
las que destacó Enzina Cervo, que lo cuidó en los momentos difíciles de su
última enfermedad.
Alabemos unidos a Dios por la vida del padre Dolindo y por tantos
beneficios que derramó y derrama sobre el mundo por su intercesión. Esperamos
que pronto la Iglesia reconozca sus virtudes y podamos invocarlo como a otro
gran santo de la Iglesia. Que Dios los bendiga por medio de María y de su ángel
custodio. Y no olvidemos que Jesús es el amigo que siempre nos espera en el
sacramento de la Eucaristía.
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Pueden leer todos los libros del autor en
www.libroscatolicos.org
70
BIBLIOGRAFÍA
Cervo Enzina, Don Dolindo Ruotolo nei miei Ricordi, Casa mariana editrice
Apostolato stampa, 2017.
Di Filippo Silvana, C´erano anche alcune donne, Casa mariana editrice
apostolato stampa, 2006.
Postulazione generale dei francescani dell´Immacolata, Don Dolindo Ruotolo,
sacerdote santo, Casa mariana Editrice Apostolato stampa, Nápoles, 2008.
Ruotolo Dolindo, Autobiografía, vol I y II, Librería espiritual de Quito, 2013-
2014.
Ruotolo Dolindo, Cartas a los sacerdotes, Librería espiritual de Quito, Ecuador,
2007.
Ruotolo Dolindo, Eucaristía y Santísima Trinidad, Librería espiritual de Quito,
2005.
Ruotolo Dolindo I fioretti di padre Dolindo, Pensieri, anéddoti, parabole di P.
Dolindo, 2006.
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2014.
Ruotolo Dolindo, La sacra Scritura, Psicología, commento, meditazione, Casa
mariana Editrice, 2014 (33 volúmenes).
Ruotolo Dolindo, Lettere ai sacerdote anni 1958-1965, Casa mariana Editrice,
2017.
Ruotolo Dolindo, Lettere familiari, Casa mariana editrice, 1995.
Ruotolo Dolindo, Lettere scelte, Casa mariana editrice, 2017.
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Ruotolo Dolindo, María Immacolata, madre di Dio e madre nostra, Casa
mariana editrice Apostolato stampa, 2013.
Ruotolo Dolindo, Riflessioni sul santo rosario di Maria, brevi meditazioni sui
misteri del santo rosario, Casa mariana editrice, 2006.
Ruotolo Dolindo, Sacerdote, Librería espiritual de Quito, 2008.
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