Contribuyente Credito Fiscal
Contribuyente Credito Fiscal
Contribuyente Credito Fiscal
El crédito fiscal constituye, ni más ni menos, la pieza fundamental que no puede faltar o
soslayarse en una estructura de impuesto al consumo del tipo valor agregado. Así pues,
gracias al crédito fiscal un impuesto al consumo, como lo es el Impuesto General a las
Ventas (IGV), puede materializar los objetivos técnicos de neutralidad y recaudación, ya
que, por un lado, se evita que los precios se vean incrementados de un modo artificial
generando una distorsión en la economía de libre mercado, en tanto que, por otro lado, el
fisco obtiene el tributo en la medida justa al percibir una suma equivalente; aunque
fraccionada en cada etapa de la cadena de producción y comercialización de bienes y
servicios a la que habría resultado de aplicar la tasa del impuesto directamente al valor de
venta establecido al consumidor final, quien, en realidad, es el contribuyente de hecho,
esto es, aquel que termina por soportar con su patrimonio la carga del tributo.
En su momento la doctrina ha señalado que: “La deducción del impuesto pagado
con anterioridad es la esencia misma del impuesto sobre el valor añadido”1
Por esa razón los requisitos que el legislador fuera a establecer y/o regular a efectos de
ejercer el crédito fiscal deberán tener en cuenta tales fundamentos técnicos, pues estos
no constituyen unos simples enunciados abstractos o teóricos, meramente exigibles a
nivel doctrinario, sino que su observancia ha de permitir una correcta aplicación del
sistema, atendiendo a la importancia que reviste económicamente este.
Así pues, cuando el legislador olvida las razones técnicas que justifican la existencia del
crédito fiscal, asumiendo que su exigencia únicamente tiene un valor de índole
académica, permite que se sucedan consecuencias lamentables dado el establecimiento
de requisitos exagerados y hasta injustificados, principalmente a nivel formal, en donde
por otorgar preponderancia a un excesivo control por parte de la Administración Tributaria,
se termina sancionando su inobservancia con la pérdida del crédito fiscal, convirtiendo al
impuesto al consumo en uno que fácilmente podría generar efectos confiscatorios.
Cuando revisamos las teorías relativas a la imposición al consumo encontramos que esta
puede llegar a materializarse, básicamente, a través de tres métodos de recaudación, uno
de los cuales ha terminado por adoptar a lo largo de la historia el legislador de cada país:
1
DEROUIN, Philippe. El Impuesto sobre el Valor Añadido en la CEE. Editorial de Derecho Financiero. Madrid,
1981, p. 225.
IMPUESTOS MONOFASICOS: estos afectan
solo a una de las etapas del proceso de
producción y comercialización de bienes y
servicios, ya sea a nivel de productor,
mayorista o consumidor final.
2
LUQUE BUSTAMANTE, Javier. El Impuesto General a las Ventas. Tratamiento del crédito fiscal. Instituto
Peruano de Derecho Tributario, p. 175.
¿CUÁL ES LA NATURALEZA DEL CRÉDITO CUÁL ES LA
NATURALEZA DEL CRÉDITO FISCAL?
“La doctrina sostiene que el crédito fiscal no es un derecho subjetivo de crédito, ya que el
titular no tiene la posibilidad de exigir su devolución ni siquiera en el supuesto de una
liquidación de la empresa. Además, debe considerarse que su ejercicio es obligatorio
dentro de un periodo determinado de tiempo”3
En tal sentido, resultará preferible que, desde un punto de vista jurídico, se prefiera definir
el “crédito fiscal” como el derecho que tienen los sujetos pasivos del impuesto para,
una vez cumplidos los requisitos legales correspondientes (preponderantemente
los de corte sustancial), puedan deducir los impuestos previamente soportados en
la importación, adquisición de bienes o utilización de servicios, sin que ello deba
confundirse con la posibilidad de obtener algún tipo de devolución al respecto, aunque tal
restricción tenga sus matices en algunos casos puntuales como el de los exportadores.
Por las razones expuestas, en caso nos viéramos obligados a resumir en una sola idea la
razón fundamental que justifica la existencia del crédito fiscal, será que este permite
concretar la verdadera finalidad económica del impuesto: incidir en el consumidor final de
los bienes y servicios o, lo que es lo mismo, evitar que los agentes intermediarios del
proceso de producción y comercialización sean los que soporten la carga patrimonial del
impuesto. Ello será así en tanto el IGV es un impuesto con vocación de neutralidad en
cuanto a la conformación de los precios en el mercado y la libre configuración de la
cadena de producción y distribución de bienes y servicios, ofreciendo además como
ventaja el de servir como un instrumento fundamental de recaudación. En el mismo
sentido se ha pronunciado Gamba Valega, al referir que: “Efectivamente, mediante la
deducción del crédito fiscal se alcanza la neutralidad del IGV, pues se logra que cada
operador solo adelante al fisco, la parte del impuesto que afecta al valor agregado de
cada etapa (precisamente, deduciéndole al IGV trasladado, el IGV soportado en las
adquisiciones) y se logra incidir económicamente al consumidor final con el 100% del IGV
que se afectó en cada una de las etapas”. A lo que agrega: “El desconocimiento del
crédito fiscal por razones meramente formales –a pesar de que el contribuyente pueda
probar la realidad de la operación– afecta la neutralidad del IGV, pues hace que quien no
sea consumidor final sea afectado con el tributo. Es decir, termina afectando sus
resultados, a pesar de que el legislador ha adoptado un régimen distinto. A su vez,
beneficia doblemente a la Administración, pues esta recibe dos veces el IGV” 4
3
VILLANUEVA GUTIÉRREZ, Walker. Ob. cit., p. 406
4
GAMBA VALEGA, César. “Sobre las Leyes N°s 29214 y 29215 mediante las que se ‘flexibilizan’ los requisitos
formales para deducir el crédito fiscal: ¿retroactividad o interpretación de las normas conforme a la
Constitución?”. En: Revista Peruana de Derecho Tributario. Universidad de San Martín de Porres Tax Law
Review. Año 2, N° 9, 2008, p. 8.