Lección 1-Apuntes
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3. FILOSOFÍA Y CIENCIA
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los cuales centran ahora sus reflexiones en el estudio del hombre, y muy
especialmente, en la ética y el derecho.
Así lo vemos en autores como SÓCRATES, PLATÓN y ARISTÓTELES.
En el pensamiento griego observamos cómo se encuentran interrelacionados
la moral, la política y el derecho.
Platón también reflexiona sobre el derecho y justicia en su obra “La
República". En dicha obra afirma que: “las leyes serían innecesarias en un Estado
justo”. En esta primera época, Platón resta importancia al papel que cumplen las
leyes en la sociedad porque pretende resaltar que lo relevante es establecer una
comunidad ideal con las relaciones justas entre sus miembros.
En una obra posterior, "Las leyes", Platón matiza su postura y reconoce que
las leyes son importantes porque tienen una función real educativa y pedagógica
de los ciudadanos, por tanto ayudan y fortalecen la acción virtuosa/justa al
servicio de la comunidad política.
Esta idea anticipa la intuición griega de que existe una íntima conexión
entre las leyes y la justicia. Mostrando así que las leyes deben orientar las
relaciones hacia el ideal de justicia.
Aristóteles, discípulo de Platón, en su obra: "La Política", reflexiona sobre el
derecho y la ética, buscando las interrelaciones entre la acción humana con
relevancia social (jurídica) y la acción humana con dimensión moral (ética).
En dicha obra, reflexionando sobre la polis, ARISTÓTELES dice que “el
ciudadano es el que participa del gobernar y ser gobernado con miras a una
actuación excelente”, con lo que destaca la profunda conexión entre la
participación política del ciudadano y el logro de una forma de vida éticamente
valiosa (excelente).
Como se ve, ya en el pensamiento clásico griego, las leyes tenían una
función normativa e ideal ya que pretendían ayudar a lograr formas de vida
valiosas, orientando la acción del ciudadano.
Ideas parecidas encontramos, posteriormente, en Roma. CICERÓN, en su obra:
"De legibus", afirma que el verdadero conocimiento del derecho debe sacarse del
corazón de la filosofía. Con esta frase, Cicerón, muestra la necesidad de que el
saber jurídico está impregnado de reflexión y fundamento filosófico.
La integración entre la reflexión ética y la reflexión jurídica continúa
durante siglos. Así se aprecia en pensadores clásicos muy posteriores como
AGUSTÍN DE HIPONA (s. IV d.C.), en su obra: “La Ciudad de Dios”, o del
mismo modo, en TOMÁS DE AQUINO (s. XIII) , en su obra:"La suma
teológica", en la que se encuentran la mayoría de sus reflexiones filosóficas.
El término principal para referirse a la filosofía del derecho en el siglo S.
XII es el de “Derecho Natural”, y el principal problema que tratan de resolver es:
cómo conseguir que el Derecho sea justo, esto es, cómo podemos “descubrir”
las mejores leyes para ordenar la comunidad política.
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Durante siglos, la reflexión sobre el “Derecho natural” trata de integrar el
saber que procede de la teología (cristiana) con el saber filosófico y científico,
bajo el presupuesto de que si la realidad es una, todos los saberes acerca de la
misma tienen que ser necesariamente coherentes y compatibles entre sí.
En los siglos S. XVII y XVIII se produce un cambio de enfoque en la
Filosofía del Derecho, ya que se pretende separar el Derecho y la moral de la
religión. Autores como PUFFENDORF Y KANT proponen dicha separación
para lograr mayor precisión científica y autonomía de los saberes. Dichos autores
buscan una ciencia y una filosofía máximamente rigurosa (más “pura”) y para
ello entienden que debe la Filosofía debe depurarse” de categorías y conceptos
procedentes de la Teología y la Ética.
Por ello, poco a poco la materia “Derecho Natural” empieza a reemplazarse
por “Filosofía del Derecho”, y en esta materia se intenta evitar las reflexiones
éticas o religiosas.
Como consecuencia de dicho enfoque novedoso, la Filosofía del Derecho
destacará la importancia de centrarse en el estudio del Derecho positivo (de las
leyes vigentes en los estados).
Así, como ejemplo claro de la trascendencia de este enfoque, a principios
del sigo XX, HANS KELSEN, en su obra “La teoría pura del derecho”, pretende
estudiar el Derecho en estado “puro”, como un fenómeno que se puede estudiar al
margen y separado de otros saberes, libre de contaminaciones conceptuales que
impedirían su análisis científico jurídico.
Hay dos fenómenos que contribuyen al cambio de enfoque mencionado que se
originó en los s. XVII y XVIII:
1) Proceso codificador (S. XVIII).
Este proceso expresa la racionalidad ilustrada, trata de recoger todas las
leyes dispersas de distintas fuentes y textos para, posteriormente, reunirlas en un
único cuerpo jurídico, construyendo así un sistema completo de derecho
(ejemplo de ello es el Code 1804 o el Código francés 1791).
El estudio del Derecho tiende a centrarse así en las normas recopiladas, su
coherencia y estructura.
2) Escuela Histórica del Derecho (SAVIGNY)
Esta escuela jurídica propone estudiar el Derecho en su evolución histórica,
estudiar la sucesión de normas en el tiempo, en la historia. Y comprender así el
Derecho tal y como se aparece desde su origen.
El estudio del Derecho tiende a centrarse así en las normas recopiladas, su
origen y evolución.
Pese a que la transición narrada en la Filosofía del Derecho ha ido
destacando cada vez más la importancia del estudio del Derecho positivo y el
estudio autónomo del saber “jurídico”, este cambio de enfoque no ha
significado ni la resolución ni la disolución de los problemas relativos a
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cuestiones morales o ideales sobre la justicia que tanta importancia tenían en el
Derecho Natural.
Las reflexiones filosóficas contemporáneas sobre el Derecho
necesariamente se ven abocadas a integrar el análisis de las normas jurídicas
vigentes y confrontarlas con nuestras más profundas apiraciones de justicia.
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certeza el resultado de su apuesta. ORTEGA entendía que la Filosofía muchas
veces nos conduciría por caminos oscuros y, en ocasiones, sin salida, pero que
vale la pena recorrerlos e intentarlo, al menos.
ORTEGA Y GASSET decía en este sentido que filosofar “es como una
inmersión en el pequeño abismo, un fértil buceo sin escafandra”, ya que filosofar
supone cuestionarse las cosas que pensamos, arriesgarse a descubrir la
debilidad de nuestros argumentos. Pero es una tarea que resulta fértil, con fruto
y resultado que siempre vale la pena.
3. FILOSOFÍA Y CIENCIA
La ciencia y la filosofía son dos formas de saber, son dos maneras distintas
de aproximarse a la realidad existente.
Durante mucho tiempo no se diferenciaron nítidamente sino que se consideraron
un saber unitario.
En muchas ocasiones ha existido una tensión para delimitar el ámbito de
competencia de cada uno de estos saberes. No está del todo claro qué problemas
son puramente científicos y qué problemas son específicamente filosóficos.
La diferenciación clara entre ambas perspectivas de conocimiento se acentúa
a partir del S. XVI.
b) La filosofía:
- Es una forma de saber complementaria a la científica.
- Accede a la realidad a partir de la experiencia de ésta en nuestras vidas,
intentando responder las cuestiones que se nos presentan.
- Se pregunta por la causa y fundamento último de las realidades.
- Propone razones y argumentos para comprender con mayor profundidad la
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- Propone tesis con argumentos abiertos a la crítica racional.
Por tanto la filosofía adopta una perspectiva distinta a la ciencia. Ningún
conocimiento es mejor que otro, simplemente son distintas aproximaciones a la
realidad, complementarias porque cada una aporta lo que le es propio, aportan
perspectivas distintas con respecto a la misma realidad.
Tanto la ciencia como la filosofía persiguen lo mismo: esclarecer la realidad
que nos rodea y los problemas que nos plantea al hombre de manera verdadera,
con fundamento.
Pero…¿qué es la verdad?
El término griego para referirse a la verdad era "aletheia”. Dicho verbo
significaba “verdadear”, acción de buscar y degustar la verdad. Los griegos
tenían claro que la meta de la ciencia y de la filosofía era desvelar la verdad
sobre la realidad (al menos aproximada y con las limitaciones del hombre).
Tomás de Aquino proponía una interrelación entre los saberes. El saber
teológico, el saber filosófico y el saber científico se exponían integrados y con
continuidad, porque se entendía que el mundo es uno y no puede haber una
contradicción entre una verdad filosófica o teológica y una verdad científica: el
mundo es uno y la razón es una.
En la modernidad, desde s. XV y XVI, se produce un cambio y la búsqueda
de la verdad se identificó con la búsqueda de un conocimiento “cierto”, seguro.
Se buscaba la “certeza” del conocimiento.
COPÉRNICO y GALILEO lograron grandes avances en el conocimiento
usando el método científico, empírico. La ciencia aporta así un conocimiento
seguro, con certeza.
Así lo hicieron tanto DESCARTES como HOBBES, padres de la filosofía
moderna. DESCARTES, en el ámbito de la teoría del conocimiento y HOBBES
en el de la teoría política, intentaron establecer en la filosofía, la misma seguridad
y certeza que se había encontrado en el ámbito de la ciencia.
KANT, s. XXVIII, siguiendo el impulso de la modernidad iniciado por
DESCARTES y HOBBES, propuso delimitar el ámbito propio de la filosofía
separándolo de la ciencia. Y así, dijo que lo propio de la Filosofía es la teoría del
conocimiento, el saber acerca de las condiciones que posibilitan cualquier
conocimiento. A esta tarea KANT la llama metafísica trascendental. La
metafísica trascendental estudiaría las condiciones de posibilidad del
conocimiento, aquello que permite tener un conocimiento seguro sobre la
experiencia.
KANT realiza esta tarea en dos obras fundamentalmente:
1. “La crítica de la razón pura teórica”: obra en la que Kant intenta establecer las
categorías de la razón humana que posibilitan el conocimiento científico y
filosófico para así distinguirlo de las meras opiniones o valoraciones subjetivas.
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2. “La crítica de la razón pura práctica”: obra en la que Kant trata de hacer lo
mismo, conocer las condiciones formales del conocimiento pero en el ámbito de
la acción humana, es decir, en el ámbito de la ética y de lo jurídico.
Por ello, para KANT y para la Modernidad cuajada de este mismo
planteamiento, la principal tarea de la filosofía consiste en establecer la
objetividad de las pretensiones de conocimiento. Así, podremos determinar
cuando tenemos autentico conocimiento y cuando, por el contrario, sólo hay
meras opiniones o expresiones infundadas.
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c. La dimensión normativa del Derecho: todo derecho se compone de normas que
pretenden orientar nuestra conducta (y normalmente, se orienta de manera
coercitiva, con la advertencia de sanción, en caso de incumplimiento).
Existen varias corrientes filosóficas que acentúan una u otra dimensión, y se
suele distinguir:
- Normativismo: teorías jurídicas que acentúan la dimensión del Derecho en
cuanto que norma
- Sociologismo: teorías jurídicas que acentúan la dimensión que el Derecho
fundamentalmente un hecho social
- Iusnaturalismo: teorías jurídicas que acentúan la dimensión valorativa del
derecho (estudiando los fines que persiguen las normas).
Estos tres enfoques no son contradictorios, sino que son complementarios.
Suponen tres niveles de reflexión sobre el fenómeno jurídico (que es único).
En función de esto, dentro del saber jurídico sobre el Derecho se suele
distinguir:
- La Ciencia del Derecho: tiene fundamentalmente como objeto estudiar la
validez del derecho, si está vigente, si ha sido aprobado por el procedimiento
previsto, etc.
- La Sociología del Derecho: tiene como objeto de estudio la eficacia del
derecho; si se cumple o no, cómo repercute en la sociedad, etc
- La Filosofía del Derecho: estudia el problema de la justicia: estudia el Derecho
desde su legitimidad, justificación, capacidad de humanización, intentando
esclarecer sus fines propios, etc.
Todos estos saberes estudian las normas jurídicas. El punto de partida de
todos ellos es la experiencia. Y se intenta comprender el Derecho íntegramente:
todas las reflexiones surgen de la observación de la realidad, y tratan de explicar la
experiencia vital del ser humano con otros, desde un punto de vista racional.
Como vemos, la ciencia jurídica y la filosofía jurídica tratan de entender el
mismo fenómeno, el Derecho, pero desde perspectivas distintas. La ciencia
jurídica no se basta por si sola, es insuficiente para entender el derecho en algunos
aspectos. Sí es adecuada para entender algunos asuntos, pero los más urgentes
necesitan de una reflexión filosófica.
Precisamente lo que aporta la reflexión filosófica es una reflexión sobre
los fundamentos del derecho, por eso se suele decir que la filosofía del
derecho es un saber metajurídico, esto es: una saber que trata de los
fundamentos de lo jurídico.
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los vocablos de un idioma, adoptamos los estilos vitales, los modos, las ideas,
del horizonte que nos circunda.
¿Y qué es un “uso”?
El “uso” consiste en “ser una norma de comportamiento”, que se impone
coactivamente a los individuos, sin que su ejecución sea voluntaria. Le son
impuestos por su contorno de convivencia: por los ‘demás’, por la ‘gente’, por la
sociedad”.
La sociedad regula la conducta humana a través de la realidad coactiva
de los usos.
Para Ortega, el Derecho es “un uso entre usos”, eso sí, con
características peculiares, ya que es un uso declarado, reforzado y aplicado
como norma social a través de un órgano especializado del poder público: el
Estado.
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