Ampurias en La Antiguedad Tardia

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Archivo Español de Arqueología, 66, 1993, págs.

207-223

.1¡.: ,11. I. M >. 19<1.'

AMPURIAS EN LA ANTIGÜEDAD TARDÍA.


UNA NUEVA PERSPECTIVA

POR

J . M. NOLLA
Universitat de Girona

RESUMEN

La historiografia tradicional ha venido sosteniendo que durante la Baja Antigüedad la ciudad de


Ampurias no era otra cosa que el fantasma apenas tangible de su lejana grandeza. Sin embargo, una
lectura atenta de los datos y un conjunto de nuevas evidencias, textuales y arqueológicas, permiten
plantear los hechos de manera bien distinta y reconocer, para esta etapa histórica, un período de gran
importancia para la ciudad. sede episcopal y el puerto más activo de un vastísimo territorio.

SUMMARY

Traditional historiography has always maintained that during the Late Antiquity period, the city of
Ampurias represented no more than a faint shadow of its former greatness. However, a careful reading
of the data anda body of new evidence, both textual and archaeological, allow us to establish the facts
in a very different way a nd to recognize that this stage in its history was a very importan! one for the
city, which was an episcopal see and the most active port in a very vast territory.

Es mérito del gran erudito gerundense J. Botet i Sisó haber sistematizado los trazos gene-
rales de la evolución histórica de la ciudad de Ampurias. Precisamente, en la primera mono-
grafia científica y moderna sobre la vieja fundación focea, fijaba la decadencia urbana irreme-
diable, a partir de datos documentales y arqueológicos, a raíz de la destrucción de la ciudad

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por parte de los invasores germánicos que a mediados del siglo tercero habrían asolado Hispa-
nia 1• A partir de este momento, la historia posterior no era otra cosa que una lenta agonía hasta
el abandono definitivo del lugar durante la Alta Edad Media con el desplazamiento de la
capital condal hasta Castelló d'Empúries. a unos 17 km. de distancia hacia el norte y más
alejada del mar. Este esquema, sin apenas modificaciones, ha seguido vigente hasta, práctica-
mente. la actualidad, incorporado a las síntesis más recientes sin apenas discusión c.
Años más tarde. P. de Palol, profundo conocedor de la arqueología de estos territorios,
enriqueció esta teoría con nuevos datos al relacionar Ampurias con el territorio circundante.
En efecto, como consecuencia de sus trabajos en la Ciudadela de Rosas, en el Puig de les
Muralles a Puig Rom (Rosas) y en la propia Ampurias \apuntaba la posibilidad de relacionar
la decadencia ampuritana con la consolidación y crecimi ento de Rosas y, en general, de todo el
sector norte del gol fo, unas circunstancias que parecían repetirse diversas veces en el decurso
de la historia, según las cuales parece que la expansión y el auge económico de Rosas coincide
con la crisis y decadencia de su vecina Ampurias. Como si de unos vasos comunicantes se
tratara, la presión hacia abajo de la vieja fundación jonia comportaba el esplendor de su pre-

' J. Botet y Sisó, Noticia histórica y arqueológica de la antigua ciudad de Emporion, Madrid, 1879
(Barcelona, 1979), 49-52 y 130-141. En contra de esta teoría que se basaba en buena parte en las
evidencias arqueológicas, Madoz, que a partir de las fuentes históricas, intuye, tal como intentaremos
probar nosotros a lo largo de este trabajo, que en realidad la ciudad vive en la Baja Antigüedad una larga
etapa especialmente brillante como denotaría el haber sido una importante sede episcopal (P. Madoz,
Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, 11, 1845,
261 ).
i Véase, por ejemplo, R. Font, Episcopológico ampuritano, precedido de una reseña histórica y
arqueológica de Ampurias, Gerona, sin fecha (1897), 53-73, donde estructura hábilmente y desarrolla
los esquemas trazados por Botet, incidiendo sobre la destrucción de la ciudad que considera más proba-
ble fechar en el siglo v; M. Almagro, Amp11rias. Historia de la ciudad y guia de las excavaciones,
Barcelona, 1951, 49-55; ídem, las fuentes escritas referentes a Ampurias. Barcelona, 1951, (Monogra-
fías Ampuritanas, 1), 97; idem, las necrópolis de Ampurias. Vol. ll. Necrópolis romanas y necrópolis
indígenas, Barcelona, 1955, (Monografías Ampuritanas, lll), 289; P. de Palo!, Fíbulas y broches de
cinturón de época visigoda en Catalunya, Archivo Español de Arqueología, XXIII, 1950, 77; idem,
Rosas. De la Antigüedad a la Edad Media, Revista de Gerona, 31, 1965, 25; ídem, Arqueología cristia-
na de la España romana (siglos 1v-V1}, Madrid/Valladolid, 1967, 30-31; J. Maluquer de Motes, Rhode,
Rosas. La ciudad más antigua de Cataluña. (Un capítulo inédito de la historia catalana), Revista de
Gerona. 31, 1965, 23; E. Ripoll, Ampurias. Descripción de las ruinas y museo monográfico, Barcelona,
1969, 17; M. Tarradell, les ciutats romanes deis Pa'isos Catalans. Discurs llegit el dia 18 de maig de
1978 en l'acte de recepció pública de M. Tarradell i Mateu a la Reial Academia de Bones Lletres de
Barcelona i resposta de l'academic numerari, Lluís Pericot i García, Barcelona, 1978, 44; P. Bonnassie,
Catalunya mil anys enrera (seg/es X-XI). 1. Economia i societat pre-feudal, Barcelona, 1979, 99-100;
A. Montenegro, La crisis del siglo 111 y la Hispania del Bajo Imperio en La conquista y la explotación
económica, vol. 1 de España romana (218 a. de J. C.- 414 de J. C.) (Historia de España dirigida por J.
M. Jover}, Madrid, 1982, 251 ).
3
Para los trabajos efectuados en Rosas (Ciudadela, villa de la Vinya d'en Guerra y Puig Rom),
consultar : L. Pericot, J . M. Corominas, M. Oliva, F. Riuró y P. de Palol, La labor de la Comisaría
Provincial de Excavaciones Arqueológicas de Gerona durante los años 1942 a 1948, Informes y Memo-
rias, núm. 27, Madrid, 1952, 134-145, 159-161 y 163-182; P. de Palo!, op. cit. (n. 2), 23-33. Sobre la
actividad en Ampurias hay que consultar el valioso trabajo: M. Almagro y P. de Palo!, Los restos
arqueológicos paleocristianos y alto-medievales de Ampurias, Revista de Gerona, 20, 1962, 27-41.

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AMPURIAS EN LA ANTICi Ül·.DAD TARDiA

tendida rival~. Estas ideas que completaban el panorama y que ayudaban a explicar el proceso
histórico de aquel territorio desde el Bajo Imperio. fueron asumidas. también. incorporándose
rápidamente a estudios monográficos y de síntesis <.
Sin embargo. este esquema histórico presentaba ángulos oscuros. zonas muertas enormes
que era preciso iluminar. Efectivamente. por un lado. a pesar de la supuesta destrucción de la
ciudad por los bárbaros. quedaba claro que ésta no llegó a desaparecer si bien habría iniciado
una larga etapa de decadencia y ruina. acelerada por otros muchos desastres (col matación del
puerto. saqueo normando. actividades piráticas .... ) hasta el siglo x1 o x11; por otro. era un hecho
indiscutible que Ampurias había sido sede episcopal documentada desde el año 5 16 fecha en
que Paulo, obispo de la ciudad. firma los cánones del concilio provincial de Tarrago na ~ y
desde este instante podemos rastrear la presencia de éste y otros obispos ampuritanos a lo largo
de todo el siglo v1 y v11 hasta el 693 fecha en que Gaudila firmó en los cánones del XV I
Concil io de Toledo 7• Después no volveremos a tener noticias de esta sede episcopal por lo que
hay que suponer que habría desaparecido con la invasión sarracena (hacia el 717) o durante los

~ P. de Palo!. op. cit. (n. 2), 77-78; idem. Las mesas de altar paleocristianas en la Tarraconense.
Ampurias. XIX-XX. 1957-1958. p. 88; idem. op. cit. (n. 2). 30-31 y 35; idem, op. cit. (n. 2), 25-26.
Recientemente ha matizado estas consideraciones (P. de Palo!. Del Baix lmperi a la presencia deis
arabs. Jornades d"história de /'Emparda. Homenatge a Pella i Forgas, Gerona. 1987, 123-124. Esta
propuesta es absolutamente razonable especialmente si se asumía corno indiscutible la destrucción y
ruina de Ampurias. Al lado de modestos hallazgos tardíos en Ampurias. las excavaciones de la Ciuda-
dela proporcionaban un material abundante y extraordinario y, además. el hecho de que la monarquía
goda acuñe moneda en esta ciudad parecía ser un dato más a tener en cuenta. Sin embargo, Rosas no
tendrá obispado o al menos no lo consolidará (ver nota 9 de este trabajo) y el haber acuñado monedas
durante algunos pocos reinados no deja de ser interesante pero no parece tener demasiada importancia
sobre todo si no viene acompañado por otras evidencias. Pero si analizamos con cuidado los datos que
la investigación arqueológica ha ido reuniendo sobre la Rosas tardía veremos que lodos juntos son
escasos, y no permiten hacerse una idea de conjunto. Existe un gran edificio con una factoría de salazo-
nes cerca de la playa que se abandona durante la segunda mitad del siglo v1 y es ocupado por un pequeño
cementerio que se extiende ligeramente hacia el norte. Más allá, alrededor de la iglesia románica de
Santa María, se ha excavado otra necrópolis. que parece más importante y que ocupa una notable
extensión, con una probable cella memoriae que se localizaría inmediatamente por debajo del templo
medieval. Parece haber, más al sur, restos estructurales tal vez bajo-imperiales pero que pronto serán
ocupados por nuevas tumbas que hay que asociar a la necrópolis de Santa María. En otros puntos de la
villa han aparecido, nuevamente, pequeños cementerios tardíos (con tumbas de tegulae, de ánfora, ... ) y
sin embargo la «ciudad» no aparece por ningún lado. ¿No se ha localizado, aún? ¿Se trata de una ciudad
dispersa? Es pronto para poder contestar a estas preguntas pero los hechos no nos permiten ver una
ciudad consolidada, floreciente, una alternativa económica a la vecina Ampurias sino algo intangible
que aún no podemos valorar con justeza. Sobre todo el lo F. J. Nieto, la Terra Sigil/ata Africana en el
nordeste de la Tarraconense, Tesis doctoral, Universidad Autónoma de Barcelona, 1991 (que saldrá
publicada en breve) y J . M. Nolla y N. M. Arnich, Els orígens del cristianisme y la Baixa Antiguitat al
nord-est de Catalunya. Una aproximació (en prensa).
s Maluquer, op. cit. (n. 2), 23; M. Oliva, Arquitectura románica ampurdanesa. Santa María de
Rosas, Revista de Gerona, 61, 1972, 10-13.
6
« Paulus in Christi nomine episcopus inpuritanae civitatis subscripsi» (Concilios visigóticos e
hispano-romanos, editados por J. Vives y Ja colaboración de T. Marín y G. Martínez, Barcelona/Ma-
drid, 1963, 38).
7
«Gaudila emporitanus episcopus subscripsi» (J. Vives, op. cit. (n. 6), 518).

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años de dominio musulmán de este territorio que durará hasta el 785 K. Más adelante, a pesar de
los esfuerzos de los condes de Ampurias a lo largo de la Edad Media. Roma no aprobará su
restitución a causa. muy probablemente. de las presiones de los obispos de Gerona y de los
condes de Barcelona.
Este hecho, la existencia de una Ampurias sede episcopal, era dificil de encajar en el fresco
histórico ofrecido por arquéologos e historiadores y, más aún. a sabiendas que la «esplendoro-
sa» Rosas, del otro lado del golfo, no tuvo obispo por estas mismas fechas y, por lo tanto,
forma ria parte del territorio administrado eclesiásticamente desde Ampurias '1•
No era fácil adecuar estos datos con el claro esquema dibujado por Botet y sus continua-
dores que, por otra parte, parecian confirmar dia a día las excavaciones del lugar. Era ob-
vio que no todas las viejas colonias y municipios romanos consolidaron una sede episcopal en
la Baja Romanidad y que algunas, por las razones que fuera , desaparecieron como centros
urbanos. Sin salir de este territorio, ciudades alto-imperiales bien documentadas «dejan de
sern en este período - Rosas 11>, Caldes de Malavella ". 8/andae 11 , //uro 1.i, Baetulo 14, Siga-

K La conquista de Gerona por los carolingios es señalada por el Cronicón de Moissac ( «Eodem anno

gerundenses homines Gerundam civitatem Carolo regi tradiderunt») y por los Anales de Barcelona
(«Gerundam civitatem homines tradiderunt regi Karolo»). Véase R. d 'Abadal, El domini carolingia
Cuta/1111ya. Vol. 1 de La Catalunya carolingia , Barcelona, 1987, 75-92; N. M. Amich y J. M. Nolla,
Gironu goda i sarrai'na. 476-785. Gerona, 1992, (Quaderns d'historia de Girona), 80-81.
9
Una cuestión interesante es la probable existencia de una sede episcopal en Rosas antes del si-
glo v1 que habría desaparecido, por causas desconocidas, sin dejar, apenas, rastro. La posibilidad se
basa en el hallazgo en una catacumba de Siracusa de una inscripción funeraria que menciona a «Auxentius
hispanus patria ep (iscopus) Rotdom> que, por lo que parece, no es probable que pueda referirse a otra
ciudad que no sea la ampurdanesa. Véase, sobre ello: A. Ferrua, Nuovi studi nelle catacombe di Siracu-
sa, Rivista di Archeo/ogia Cristiana. 17, 1940, 447-449; J. Vives, Un obispo español del siglo v, desco-
nocido, Analecta Sacra Tarraconensia. XVII, 1944, 204-205; J. M. Nolla y N. M. Amich, op. cit. (n. 4 ).
10
Sobre el municipio de época flavia (municipium jlavium Rhodinorum), G. Fabre, M. Mayer e l.
Roda, lnscriptions romaines de Catafogne. 1/1. Gérone, París, 1991 , 18; J. M. Nolla, Les ciutats romanes del
nord-est de Catalunya. Els municipis d'epoca fü\via, Homenatge al professor Miquel Tarradelf (en prensa).
11
Aquae Calidae en la antigüedad y no Aquae Voconiae como se ha supuesto. Véase G. Fabre, M.
e l. Roda, op. cit. (n. 10), 18 y 33-36; J. M . Nolla, op. cit. (n. 10).
12 Blandae. asimilada sin problemas a Blanes, plantea enormes dificultades agravadas por la falta

de hallazgos epigráficos. Citada por Plinio entre los oppida civium Romanorum al lado de Baetulo e
/!uro (Nat. Hist., lll, 22), por Pomponio Mela (11, 90, «lnde Tarraconem parva sunt oppida Blandae,
lluro, Baetulo, Barcino ... » y por Ptolomeo (11 , 18) en último lugar del litoral de los laietanos, no es
mucha la información que han proporcionado las excavaciones y los diversos hallazgos [véase: M. del
V. Vila, M. Genera, E. Huntingford y D. Molas, Aportaciones al conocimiento de la antigua Blandae,
Pyrenae, 13-14, 1978, 211-151; M. del V. Vita, La ciudad romana de Blandae (Carta arqueológica de
la comarca de la Selva), Barcelona, 1983). Una excelente interpretación a partir de los pocos datos
proporcionados por la arqueología y que defiende la no consolidación de Blandae como ciudad, puede
verse en: J. Aquilué, Las reformas augusteas y su repercusión en los asentamientos urbanos del nordes-
te peninsular, Arqueología Espacial, 5. Coloquio sobre distribución y relaciones entre asentamientos,
Teruel, 1984, 101-103.
13 G. Fabre, M. Mayer e l. Roda, lnscriptions romaines de Catafogne. J. Barcelone (sauf Barcino),

París, 1984, 125-173 .


J. Guitar!, Baetulo. Topografia arqueológica. Urbanismo. Historia, Badalona, 1976: G. Fabre,
14

M. Mayer e l. Roda, op. cit. (n. 13), 175-200.

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. lf:xpA . 66. J l)•J.1 AMPURIAS EN LA ANTJ(iÜEDAD TARDiA .:!11

rra 1 ~ . /es.,·o 11'. Aes.,·o 17 , lvlia livica 1~- apareciendo, tan sólo una nueva. Urge/111111. en el siglo
v1 ciudad episcopal, como lo serán también Ampurias. Gerona. Egara. A uso. Barcelona. Tarra-
gona (sede metropolitana al menos desde el 418 ), Dertosa e !/ere/a. los centros urbanos y los
distritos territoriales de esta época.
Otro dato a considerar, tal vez valorado en menor medida por arq ueólogos e historiadores
pero también muy importante, era la cap italidad condal de Ampurias en Ja reorganización
territorial de la Marca por obra de Carlomagno que hay que fechar inmed iatamente después de
la conquista de Barcelona. En este momento, el nordeste peninsular se divide en tres distritos
gobernados por un comes: Gerunda, 8i.rnldu1111111 y Ampurias 1·•.
Todo esto había sido captado por la mayoría de historiadores preocupados por estos hechos
que habían intentado expli car satisfactoriamente y sin demasiado éxito, a pesar de aguzar el
ingenio y de acabar recurriendo al tópico del prestigio del nombre de la ciudad y a la nobleza
de su origen 111 •
Una serie de nuevas noticias y la interpretación justa de los datos arqueológicos y docu-
mentales existentes, tomados por ellos mismos, sin apriorismos y relacionándolos con lo que
conocemos del territorio circ undante, permiten dibujar un esquema nuevo, distinto, que consi-
deramos mucho más ajustado y razonable y donde parece encajar mejor lo que sabemos.
Si contemplamos las evidencias a partir del resultado de las excavaciones arqueológicas
del yacim iento ampuritano, detectaremos, efectivamente, un progresivo abandono de la Neápolis
y de la «ci udad romana» a partir de época de Claudio después de observar un cierto estaca-
miento urbano desde el principado de Octavio ! i. Estos datos parecían con fi rmar claramente el
esquema evolutivo propuesto y, a partir del último tercio del siglo tercero. después de l despo-
blamiento total del área urbana situada más al sur y sudoeste del puerto, la vida se habría
concentrado en Sant Martí, la antigua Palaiápolis de Estrabón 22 (figura 1), un espacio mínimo
donde sólo era posible imaginar una vi da decadente y en continuo avance hacia el colapso

1
~
G. Fabre. M. Mayer e l. Roda. op. dt. ( n. 13 ), pág. 53 -62.
M. Tarradell, op. cit. (n. 2), 22 y 52-53; G. Fabre. M. Mayer e J. Roda, /11scri¡1tions ro111ui11e.1· tle
1
~
Catalogne. 11. lérida, París, 1985, 111-112.
17
M. Tarradell, op. cit. (n. 2), 23 y 53: G. Fabre. M. Mayer e l. Roda. op. cit. (n. 16), 49-95.
1
~ M. Tarradell, op. cit. (n. 2), 18; G. Fabre. M. Mayer e l. Roda, op. cit. (n. 10), 18 y 175-179.
Inmediatamente después de la conquista de Gerona y su territorio· en el 785, se crea un único
111

condado con aquella ciudad como capital, la gran forta leza de esta región frente a los musulmanes.
Poco después de la ocupación de Barcelona, a principios del siglo 1x, se reorganizan estas posesiones y
se crean los nuevos condados entre los cuales está Ampurias. En el 813 se menciona específicamente a
lrmingarius como conde de esta ciudad. Sobre este cargo y su evolución véase: R. d' Abadal, Deis
visigots als catalans. l. La Hispania visigótica i fu Catalunya ,·arolíngia, Barcelona, 1969, 181-226.
10
Por ejemplo, M. Almagro, op. cit. (n. 2). 52: «La existencia de la sede episcopal que tuvo Ampu-
rias en la época visigoda no denuncia un renacer nuevo de la población, sino que se basaría en viejas
tradiciones cristianas, como ocurrió en otros sitios, dado el carácter tradicional de la Iglesia Católica));
E. Ripoll, op. cit. (n. 2), 17: «Sin embargo, debió continuarse una exigua vida urbana, y el hecho de
tratarse de una urbe tan antigua justifica la ex istencia de una sede episcopal que se mantendrá hasta la
invasión árabe en el siglo v111 y que quizá tiene raíces apostólicas.»
11
Un estado de la cuestión en: J. M. Nolla, L'abandonament de la Neapolis emporitana. Estat de la
qüestió i noves dades, Miscel.lania Arqueológica a Josep M. Requesens, Tarragona. 1992, 83-89.
22
lll, 4, 8. Véase el texto original y la traducción (de A. García y Bellido) en M. Almagro, op. cit.
(n. 2), 76-78.

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212 J. M . NOLLA

final. En otro lugar hemos insistido en la necesidad de interpretar los datos de otro modo a
partir del conocimiento global de la historia ampuritana. viendo en la decadencia que, en
efecto, existe y es muy grave, una crisis nacida de las circunstancias especiales que configura-
ron. en su momento, el extraordinario crecimiento de la ciudad en base a una actividad comer-
cial y a unas circunstancias poi íticas muy concretas que determinarán una auténtica edad de
oro para Ampurias entre principios del siglo 11 y el último tercio del siglo 1 a. C. 2.l Ya hemos
hecho notar que, a causa de la gran riqueza que afluye a la ciudad, ésta crece, se embellece y
se dota de monumentos públicos de coste y, a menudo, notables, pero da la sensación, a veces,
de un crecimiento excesivo, no armónico, consecuencia de unos hechos muy precisos e irrepe-
tibles y que ayudan a explicar con claridad el abandono rápido de diversas áreas, innecesarias,
que era imposible conservar. La ciudad (o, mejor, las ciudades 24 ) que creció vertiginosamente,
decae, también, a la misma velocidad. Sus más de treinta hectáreas, una gran superficie para
una fundación tardorrepublicana, resultan excesivas y empiezan a abandonarse casas y diver-
sos sectores públicos. Hay una grave crisis demográfica u. Pensamos que todos estos datos son
de un extraordinario valor para rastrear los efectos de la mutación sobre la ciudad y el camino

21
·J. Aquillllé, R. Mar, J. Nolla, J. Ruiz de Arbulo y E. Sanmartí, Elfárum roma d 'Empúries. (Exca-
vacion.v de l 'any 1982). Una aproximació arqueo/Ogica al procés historie de la romanització al nonl-
est de la Península lherica, Barcelona, 1984 (Monografies Emporitanes, VI), 135-141; J. Ruiz de Ar-
bulo, Emporion-Emporiae (218 a. C.-100 d. C.), Tesis doctoral, Universidad de Barcelona, 1986, 302-403;
J. M. Nolla, Empúries. Creixement, crisi i adaptació. Algunes consideracions, Jornades internacionals
d 'arqueo/ogia romana. De les estructures indígenes a / 'organització provincia/ romana de la Hispania
Citerior. l. Documents de Treba/I, Granollers, 1987, 291-297; J. Ruiz de Arbulo, Los inicios del.a
romanización en occidente: los casos de Emporion y Tárraco, Athenaeum, LXXIX, 1991, 459-490.
24 En efecto, no olvidemos que desde finales del siglo 11 a. C. hasta la segunda mitad del siglo 1 a.

C. existen en Ampurias dos (o tal vez tres) ciudades yuxtapuestas. Véase J. Ruiz de Arbulo, op. cit.
(n. 23), 302-476. Sobre las causas del desarrollo y crisis posterior, consúltese, además de la bibliografía
citada en nota 25, los siguientes trabajos: F. J. Nieto y J. M. Nolla, El yacimiento arqueológico subma-
rino de Riells-la Clota y su relación con Ampurias, VI Congreso Internacional de Arqueología Subma-
rina, Cartagena, 1982 (Madrid, 1985), 265-283; J. Aquilué, R. Mar, J. M. Nolla, J. Ruiz de Arbulo y
E. Sanmarti, op. cit. (n. 23) 135-143; J. Ruiz de Arbulo, op. cit. (n. 23), 400-417; J. M. Nolla, op. cit.
(n. 23), 291-297; J. M. Nolla y F. J. Nieto, La importación de ánforas romanas en Cataluña durante el
periodo tardo-republicano, Amphores romaines et histoire économique. Dix ans de recherche, Roma,
1989 (collection de l'École Fran<;aise de Rome, 114), 367-391.
15
Esta hipótesis fue planteada inicialmente por Ripoll y Marti a partir del análisis del material
cerámico de una cisterna de la casa romana número 1 de Ampurias (E. Ripoll y F. Martí, Materiales
cerámicos de una cisterna en Ampurias, Ampurias, XXX, 1968, 275-292). Después no han cesado de
aportarse datos nuevos mucho más precisos (F. J. Nieto, Acerca del progresivo despoblamiento de
Ampurias, Rivista di Studi liguri, XLVII, 1983, 34-51, a partir del estudio de la cerámica africana). Tal
vez pueda pensarse que las reformas tlavias que afectan este territorio, con la creación del municipio de
Rosas que se tuvo que hacer a partir de su propio ager (J. M. Nolla, op. cit. (n. 10)), tengan que ver con
la crisis de la ciudad (Cf. J. Aquilué, op. cit. (n. 12), 95-113). Es interesante constatar que cuando
Ampurias se dote de grandes edificios públicos de diversión -un anfiteatro y una palestra situados
fuera muros- en la primera mitad del siglo 1 d. ·c. (M. Almagro, El anfiteatro y Ja palestra de Ampu-
rias, Ampurias, XVII-XVIII, 1955-1956, 1-20), su construcción, muy sencilla, denota a las claras la
decadencia de las clases dirigentes y, en última instancia, de la administración incapaz de hacer frente
al coste-que representaban estos edificios que vemos aparecer en estas fechas en la mayor parte de las
ciudades.

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.-11-:.,¡>.·I. 66. 1993 AMPlJRIAS EN LA ANTICi ÜE DAD TARDÍA

Figura 1.- Plano topográfico general del área de Ampurias. Al norte se distingue el curso y la desem-
bocadura del Riuet, el brazo más meridional del río Fluvia, que sigue, aproximadamente, el antiguo
curso; 1. Sant Martí (Palaiápolis); 2. Antiguo puerto, al oeste, al pie del acantilado, circula el camino
que conecta la Neápolis con Sant Martí; 3. Cementerio de la Neápolis; 4. Cementerio de la muralla
meridional de la Neápolis; 5. «Ciudad romana»; 6. Necrópolis Bonjoan; 7. Necrópolis de «l' Hort de
la Palanca»; 8. Necrópolis Rubert; 9. Necrópolis Nofre; 1O. Necrópolis Estruc; 11. Santa Margarida;
12. Santa Magdalena; 13. El Castellet; 14. Sant Viceni;.

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21-1 J. M . NOLLA .-IEs¡H. 66. 1993

hacia un nuevo equilibrio que pasará, inexorablemente, por echar por la borda todos los pesos
muertos. enormes, absolutamente innecesarios, y adaptarse a una nueva situación muy distinta
de la anterior. La Ampurias de la Tardía Antigüedad es. sobre todo. fortaleza y puerto. centro
político de un territorio activo y equilibrado. pero donde no hay grandes espacios públicos,
edificios de diversión ni nada parecido que recuerde la lejana época de la Baja República y
primeros años del Imperio. Y sin embargo nada más es necesario. Un centro pequeño, bien
protegido y din~mico y un territorio suburbano en ebullición son suficientes.
1
El punto álgido de esta crisis hay que fecharlo hacia el 270 ~ ·, momento en que todo el
sector meridional y occidental del puerto (Neápolis y «ciudad romana», con las áreas periféri-
cas) se han abandonado completamente. La vida se habría concentrado en Sant Martí , la anti-
gua isla. un espolón rocoso que se alza al norte del puerto (figura 1).
¿Significa este hecho el fin de Ampurias, tal como se pensaba, siguiendo a Botet? Nosotros
pensamos que no, que tan sólo señala el momento final de la crisis y el hallazgo de un nuevo
equilibrio al adaptarse a la nueva situación.
Tracemos brevemente las lineas maestras del devenir histórico de Ampurias a partir del
Bajo Imperio y veamos cuáles son los datos que permiten esta interpretación.
Sant Martm, habitado permanentemente desde finales del siglo v11 o inicios del v1 a. C.. con
claras frecuentaciones anteriores 27 y donde es muy probable que se haya de situar el emplaza-
miento del templo de Artemis Efesia 2 ~, ofrece un lugar óptimo para acoger la pequeña ciudad
que ha resultado de la larga y grave crisis; se halla sobre una pequeña elevación fácil de
defender y bien protegida por el mar y, además, permite controlar y aprovechar a la perfección
el puerto y la desembocadura del Fluviá. Nada ha cambiado en relación al territorio de la
ciudad con cm que se conecta perfectamente. Estas circunstancias justifican la elección del
lugar, más adecuado que el área de la Neápol is o que el sector más septentrional de la «ciudad
romana», mucho más difíciles de defender y, en el caso del último lugar, mal comunicado con
el puerto. Esta opción tiene, por lo demás, su lógica interna al no cambiar, en última instancia,
el emplazamiento del pomerium, el solar sagrado, volviendo a concentrarse en el núcleo origi-
nal. Era impensable el traslado a otro lugar, cerca o lejos, más all á de los límites sacralizados
de la urbs (figura 1).
Sant Martí, en el Bajo Imperio, se dotará de unas poderosas murallas de opus quadratum
con grandes sillares de piedra arenisca bien dispuestos que conocemos sólo parcialmente y que
coinciden, por lo que sabemos, con las fortificaciones actuales y que podrían presentar alguna

11
F. J. Nieto, op. cit. (n. 25), 35-47; J. Aquilué, R. Mar, J. M. Nolla, J. Ruiz de Arbulo y E. San-
'

martí, op. cit. (n . 23), 141-143 y 467-475; J. M. Nolla y J. Aquilué, Notes sobre una cassola de cuina de
cera mica africana procedent d' Empúries, Jnformació Arqueológica, 42, 1984, 51-57, con datos diver-
sos y complementarios sobre el material cerámico más tardío. Las monedas más modernas localizadas
en la «ciudad romana» corresponden al emperador Claudio 11 (268-270 d. C.) algunas de las cuales
pueden ser algo más tardías al corresponder a la serie consecratio en el reverso. Véase S. J. Keay,
Annex 8. Les monedes de l'excavació de 1982 a Empúries en J. Aquilué, R. Mar, J. M. Nolla, J. Ruiz de
Arbulo y E. Sanmartí, op. cit. (n. 23), 479-492 .
27
J. Rovira y E. Sanmartí, Els orígens de l'Empúries precolonial i colonial, In.formació Arqueoli>-
gica, 40, 1983, 95-1 1O.
ix llJ, 4, 8. Texto original y traducción (de A. García y Bellido) en M. Almagro, op. cit. (n. 2),
77-78.

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11 '/' 1. -""· 1•1•1 l \ \ 11 ' l JU \ ' 1 ' 1 \ \ ' 1 I< tl 1 I> \ I> 1 \ IU >1 \

11gura ~- Cara 1111cnw de la muralla ha_11Hmpcnal de Sant t\lar11. l'Ull l1h grande-. :-.ill:ire' de piedra
art.: ll l'-Ca . Sl:r tor nriental. a l 1wrtc di.: la 1g h::-1a.

tnrn.: de planta i.:ua<l rangular. Se trata Je la mal llamada. por /\lmagro. ((mu ral la helc n i,tu..::1» ~··
(figura 2) que la:-. c\ca\ aciont.:'>. 1nédi1as. de 1975 permi ten :hegurar qui.: son tardurroma nas.
La Ja tat.:ión Jll:-.t a no es po:-.1blc ..,i h1i.:n KL·ay ha pwpm.:sto a tnl\ é, dd análts1s di.: lu.., dato' de
los sondeos m ús mmkm os. una cron o logí a de l :-.iglo' "' que es vero:-. ím 11 y que coi 11c1diria con
la nuev a da t<.1c1ú11 pro pu e-; ta para las fo rt i l"ic a c io ncs 1ardia s de /Jorci 11 0 11 • 1· I as pi.:cto for -
ma l rec ue rda c-.; traordina ria mcn tc el de las rn urn lla:-. hajo-impcriaks de Gt'nt1f(/<1 que hay que
fl:char. :o.in dudas. muy a tinalcs di.:I :-.iglo tercero ''. 1· 11 uno u otro ca-;o lo que si C'- cie rt o es qui.:

... M. l\lm ag1n. /:'1cC11·<1cw11t•' ,.,, la Polaiu¡1"/1., ele l111¡111rit1' l· \ca' :icioncs l\rqui.:11lüg1c:h en l'.s-
pmia. 27. Mad rid . 19<14. 8 y 97- 1)8, l;ims. XLV. XL V I . l . 2 y L. 1 y.+ y plnnns gc rn.: ralc~ .
111
S. J. K.:ay. /,a / e Ro 1111111 u111p/111ruc i11 1/Je ll'c•11t•r11 Afrdi11•1T111w1111. . 1 1r¡mlogyc 11111/ C'C'llllli ll /Íc
\ll1<fr: '"" Co111/u11 <' l 'Úl l'llC('. oxrord. 198-1 (l)A R l ntc.:rnat iona l Scrk-.. 196), 6 -9.
1
R. Júrrcga. Con:.ideracionc:. ,obre la cron1)lo gía tk la!'o murall;i, t.1rdorn11namb de Barcl' lona :
¡,una fort1licac1ú11 del :.1glo V'!. l/.\p f . 6-l-. 1991 . J2Ci-335.
'· J . M. olla y 1- . J. icto. /\cerca de la cronol,lgia tic la muralla tardía de ( 1aunda . la Terra
S1g1llata Clara de «Ca'a Pa:-.torw. F111·e111111. 1/ 2, 19 79. 265-283: J . M . Nolla. Cierunda : dc b origen' a la
li del món ant ic. F1111111m•111.,, 7. 1IJXX. 85 -88 y 106 .

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216 J. M . NOLLA A Esp:I. 66. 199 .1

durante la Baja Antigüedad. Sant Martí, la urhs arnpuritana, se protegió con sóli das obras de
fortificación que resultarán una excelente inversión de futuro.
Del interior dt.: la ciudad sabernos poco. Las excavaciones con éxito se han centrado en un
solar al norte de la iglesia con el hall azgo de un cementerio y obras de defensa medievales y
restos de habitaciones tardorrornanas pertenec ientes a un edificio indetermi nado y algunas
tumbas en ánfora que sirven para detectar la más antigua necrópol is intramuros 11 • Dentro de
la iglesia se conserva una mesa de altar paleocristiana que se ha fechado en los siglos 1v y v .1 4
que puede suponerse procedente de un templo de l lugar (en torno al cual se habría desarrol lado
el cementerio tardorromano aludido) y una cantidad notable de materia l arqueológico que
permite seguir la conti nuidad de la ocupación de este lugar desde el siglo 1v al v11 3 ~. Interesa
señalar. también. la existencia documentada de la iglesia consagrada al santo confesor de
Tours ya en el 843, una fecha muy antigua que nos hace pensar en la posibil idad de que se
tratara del templo catedralicio de época visigoda Jh (figura 1).
Tenernos otros muchos datos en relación al territorio inmediato que hay que conocer, j un-
tar y calibrar, para ver el valor real que poseen. Inmediatamente al sur, al otro lado del puerto,
ocupando una vasta extensión, se localiza una enorme necrópolis, el gran cementerio de Sant
Martí entre los siglos 1v y v111, que poseerá una cella memoriae y que contaba, como mínimo,
con 500 tumbas 17 (figura 1). De allí proceden dos interesantes sarcófagos esculturados de
taller romano que se fechan entre finales del siglo tercero y princ ipios del cuarto 3\ que son
elementos a tener en cuenta como prueba de la existencia de la ciudad y de sus contactos con
el exterior en aquel las fechas y de una aristocracia urbana capaz de importar objetos de lujo de

S. J. Keay, op. cít. (n. 30), 8-9; J. M. Nolla y N. M. Amich, op. cit. (n. 4).
JJ

HP. de Palol, op. cit. (n. 2), 187; S. Alavedra, Les ares d 'altar de Sant Pere de Tarrasa. Egara.
Vol.//. lnventari de les ares, Terrassa, 1979, 123-126 (núm. 27); J. M. Nolla y N. M. Amich, op. cit.
(n. 4).
M. Almagro, op. cit. (n. 29), 32-85, especialmente; F. J. Nieto, op. cit. (n. 25), 49-51, cuadro
•15
XII I; S. J. Keay, op. cit. (n. 30), 5-9.
Jh .•. et per reliquias Sancti Martini confessoris cuius basi/ica sita esse dignoscitur i11/ra muros

Empurias civitate. supra cuius sacrosanto a/tario has conditiones manibus nostris continemus... (Car-
toral de Carlomagno, Archivo Episcopal de Gerona. Véase la transcripción completa en M. Almagro,
op. cit. (n. 2), 125-127. El documento es de un interés extraordinario puesto que nos menciona el
templo dedicado al santo de Tours donde se guardaban unas reliquias todo ello «infra muros Empurias
civitate». ¿Se trata de un viejo templo o de un edificio carolingio? A menudo se ha considerado que la
expansión de este culto, tan popular en Cataluña, viene unida a la penetración franca y, mayoritaria-
mente, así debe ser. Sin embargo el prestigio de Martín, el enorme desarrollo de su culto inmediatamen-
te después de su muerte y las intensas relaciones de Hispania y Gallia en el Bajo Imperio nos hacen ir
con cuidado. No sería de extrañar que Ja advocación al santo confesor fuera en este caso anterior a la
conquista sarracena. Sobre el culto a San Martín en la Tardía Antigüedad, tan extendido en estas latitu-
des, consúltese C. García Rodríguez, El culto de los santos en la España romana y visigoda, Madrid,
1966, 336-342 .
Un nuevo análisis de este cementerio en: J. M. Nolla y N. M. Amich, op. cit. (n. 4); J . M. Nolla,
.1 7
Els cementiris de la Neapolis emporitana, Reunió d'Arqueo/ogia Paleocristiana Hispanica, Lisboa,
1992 (en prensa).
Jx J. Botet y Sisó, op. cit. (n. 1), 118-122; A. García y Bellido, Esculturas romanas de España y

Portugal, Madrid, 1949, 267-274 (piezas números 271 y 272); G. Bovini, I sarcofagi paleocristiani
dalla Spagna, Ciudad del Vaticano, 1954, 25; M. Almagro y P. de Palo!, op. cit. (n. 3), 31-33; J. M.
Nolla y N. M. Amich, op. cit. (n. 4).

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:11:·., pA. 66. 1993 AMPURIAS EN LA ANTl<iÜEDAD TARDiA 217

la lejana capital ·1''. Es un cementerio bien organizado que, en un momento avanzado, se deli-
mita con un muro por e l sector merid ional y donde se construirán unas esca leras y una rampa
para acceder del nivel de circulación a l nivel basilica l y con au las fune rarias de un notab le
interés 40 • Más hacia mediodía, al otro lado de la mural la de la Neápo lis, se halla otra necrópo-
lis, menor pero muy interesante, con dos momentos de uso - fi nales del siglo 1/inicios del siglo
11 y Anti güedad Tardía- que no puede re lacionarse, en modo alguno, con la necrópolis neapo-
litana 41 (figura 1).
Un repaso crítico a la publicación de M. Almagro dedicada a las necrópolis ampuritanas
basta para darse cuenta del significado de los cementerios tardíos en relac ión a los alto y me-
dio imperiales (siglos 1 a 111) aún sin haber tratado el más extenso (Ncápolis). Hay tumbas
tardías (de tegulae, de ánfora ... ) d ispersas en la mayor parte de cementerios 42 y necrópolis
importantes como el Castellet o Ca l'Estruc (fi gura 1) q ue han proporc ionado 28 y 59 inhuma-
ciones, respectivamente 43 , que, en ni ngún caso, fueron exploradas completamente tal como

1
• A partir de un nuevo aná lisis de los restos estructurales de la cella memoriae dentro del marco
global del gran cementerio tardío del sector norte de Ja Neápolis y áreas adyacentes, hemos llegado a la
conclusión, con una serie de evidencias suficientes, que el excelente sarcófago romano llamado de «las
estaciones», de muy princ ipios del siglo 1v, muy bien conservado y con la cubierta original intacta y
frontalmente decorada, es Ja tumba principal, situada en el sanctuarium, simétricamente dispuesta
frente al prebisterio y sobre la cual se alzaba la mensa alturis. Hay que suponer que en este sarcófago
yacía un personaje muy importante del primer cristianismo ampuritano que al morir fue enterrado en
este magnífico sarcófago de temática aún pagana pero que puede tener, sin dificultades, una lectura
cristiana (Buen Pastor, las estaciones, el paso del año, ... ). El lugar donde se depositó la tumba inicial-
mente nos es desconocido pero es probable que ya se tratara de un sector indeterminado de la necrópolis
Martí, el área más occidental del gran cementerio neapolitano y donde se localizaron las inhumaciones
más antiguas de, como muy tarde, principios del siglo 1v. Más adelante, la tumba habría sido trasladada
al construirse e l pequeño templo que aprovechó estructuras anteriores y a su alrededor se habrían ido
depositando las sepulturas más notables. Se trataría, por lo tanto, de un cementerio ad sanctum, tal
como pasa en muchos otros lugares, organizado alrededor del prestigio de alguien, mártir o no, de
recuerdo imborrable para aquella comunidad naciente. Lamentablemente su memoria no ha dejado
otros rastros que no sean arqueológicos.
411
J. Puig i Cadafalch, A. de Falguera y J. Goda y, l 'arquitectura romanica a Catalunya. Vol. l.
Precedents: /'arquitectura romana;/ 'arquitectura cristiana pre-romanica, Barcelona, 1909, 266 y 268-
272; M. Almagro, op. cit. (n. 2), 11 1-1 14; M. Almagro y P. de Palo!, op. cit. (n. 3), 28-33; P. de Palo!,
op. cit. (n. 2), 32-3 7; J. Fontaine, El Prerrománico, Madrid, 1978, 425; H. Schlunk y T. Hauschild,
Hispania Antiqua. Die Denkmiiler der.frühchristlichen und Westgotischen Zeit, Mainz, l 978, 161- 162;
X. Barral, l 'art pre-romanic a Catalunya (.'>egles IX-X), Barcelona, 1981, 65 y 67; E. Junyent,
L 'arquitectura religiosa a Catalunya abans del romanic, Barcelona, 1983. 33-37; J. M. Nolla y
N. M. Amich, op. cit. (n. 4).
41
J. M. Nolla y N. M. Amich, op. cit. (n. 4); J. M. Nolla, op. cit. (n. 37).
42
Por ejemplo, en la necrópolis Rubert con 28 inhumaciones tardías: M. Almagro, op. cit. (n. 2),
19-22, 44 y 114-1 16; la Nofre, dos tumbas tardías que habría que unir al cementerio Estruc: M. Alma-
gro, op. cit. (n. 2), 2 11; la Pi, con 10 inh umaciones de esta cronología: M. Almagro, op. cit. (n. 2), 2 15-
223 y 227-232 y Bonjoan, con cuatro tumbas tardías: M. Almagro, op. cit. (n. 2), 284-286; ídem, las
necrópolis de Ampurias. Vol. l. Introducción y necrópolis griegas, Barcelona, 1953 (Monografías
Ampuritanas, 111 ), l 54. Sobre todo esto véase también: J. M. Nolla y N. M. Amich, op. cit. (n. 4).
43
Sobre el Castellet; M. Almagro, op. cit. (n. 2), 289-304; sobre Ca l'Estruc; M. Almagro, op. cit.
(n. 2), 305-320.

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218 J. M . NOLLA AEspA. 66. 1993

indicó su excavador 44 • Hay que añadir a estos datos los hallazgos, difíciles de valorar, de
las fases antiguas y las tumbas de la iglesia medieval de Santa Magdalena 4 ; (figura 1) o de
Sant Vi cene; mucho más dudosas 46 (figura 1) o la nueva necrópolis de I' Hort de la Palanca 4 7
(figura 1) con enterramientos en ánforas de los siglos v y v1 ~. para empezar a dilucidar un
4

panorama bien distinto. Además, la existencia de estas necrópolis y tumbas diseminadas


por una extensa superficie, a lo largo de la falda occidental del altozano de la «ciudad romana»
y en el «Turo de les Corts». especialmente, lejos del mar e in visible desde allí, nos inducen
a imaginar la existencia de una población dispersa, suburbana, puesto que era absurdo supo-
ner que estas tumbas pertenecieran a los habitantes del núcleo urbano de Sant Martí que po-
seían su propio cementerio (Neápolis) al otro lado del puerto y cómodamente comunicado por
tierra 4'1•
Otro dato importante procedía de las excavaciones de la iglesia románica de Santa Marga-
rida. en e l sector occidental del altozano de Ampurias, más allá (oeste) de la carretera que
conduce a Sant Martí (figuras 1 y 3), y donde se localizaron los restos de un probable baptiste-
rio anterior al templo medieval y que abría importantes interrogantes sobre el lugar durante la
Tardía Antigüedad 50 •
La fotografía aérea y unas interesantes excavaciones de salvamento han servido para
aportar nuevos datos, de gran valor, para el conocimiento de esta área durante la Baja Roma-
nidad, datos que ayudan a comprender la extensión e importancia de la necrópolis Estruc
(figura 1). Es mérito del doctor J. Casas haber localizado a partir del análisis de unas fotos

44
M. Almagro, op. cit. (n. 2), 293-294 y 305 .
45 M. Almagro y P. de Palol , op. cit. (n. 3), 39.
46
M. Almagro y P. de Palol, op. cit. (n. 3 ), 34-36; J. Badia, l 'arquitectura medieval de l 'Empurda.
11 A. l 'Alt Emporda, Gerona, 1978, 149-150; X. Barral, op. cit. (n. 40), 202.
47
J. M. Nolla y N. M. Amich, op. cit. (n. 4).
4
M Ánforas de la forma Keay LXII que deben fecharse entre el segundo tercio del siglo v y fi-

nales del siglo v1 o inicios del v11. Señalemos como dato interesante la presencia de algún ejemplar
de esta forma entre el material cerámico de las excavaciones del Puig de les Muralles (Puig Rom,
Rosas) que por mucho que retrasemos su cronología es un dato más a tener en cuenta si pretendemos
avanzar la fecha fundacional del poblado al menos hasta finales del siglo v1 o, si se quiere, muy a
principios de la centuria siguiente, con lo cual su existencia se habría prolongado a lo largo de unos
1301150 años.
4
~ En efecto, todas estas necrópolis se hallan muy alejadas de Sant Martí - y a ellas hay que aso-
ciar, por lo que parece, los dos interesantes frontales de sarcófagos de mármol pirenaico y taller aqui-
tano de procedencia ampuritana (P. de Palol, op. cit. (n. 2), 317-318) uno de los cuales. decorado con
una triple corona, el crismón y el alfa/omega, procede, precisamente, del mismo campo donde se ha
localizado el gran yacimiento tardío de Santa Margarida (J. Pella y Forgas, Historia del Ampurdán,
Barcelona, 1883, 274 y plano entre página 202-203, letras E y f)- y hay que pensar, para cada sector
concreto, un hábitat situado relativamente cerca, tal como hemos podido constatar con el gran edificio
de Santa Margarida al que c~bría atribuir los cementerios de Can 'Estruc, Santa Magdalena y las tum-
bas dispersas de la necrópolis Rubert.
En cambio, a través de un viejo camino que se sitúa entre el puerto ampuritano y el acantilado que
delimita por el este la «ciudad romana», es fácil y rápido desplazarse hasta el área cementerial. De
hecho, no hay alrededor de Sant Martí otro lugar que ofrezca mejores condiciones y que se halle más
cerca que la zona norte de la Neápolis.
50
M.. Almagro y P. de Palo!, op. cit. (n. 3), 37-39; P. de Palo!, op. cit. (n. 2), 154-155; J. M. Nolla
y N. M. Amich, op. cit.

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.-f/:º.111A. 66. 1993 AMrURIAS EN LA ANTIG Ü EDAD TARDÍA 219

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Figura 3.- Planta de las estructuras visibles del edificio de Santa Margarida restituido a partir de la
fotografía aérea (según Josep Casas). l.- Iglesia románica de Santa Margarida. E. 1: 1OO.

aéreas 51 , un extensísimo edificio, dentro del cual se sitúa la pequeña iglesia de Santa Margari-
da (y por lo tanto las estructuras anteriores que ahora habrían de interpretarse en relación a esta

51
Damos las gracias al amigo J. Casas. por la noticia y la restitución en planta, a partir de la foto
aérea, del edificio y caminos del conjunto de Santa Margarida. El cliché fue tomado en mayo de 1982
en un vuelo vertical a baja altura que tenía como objetivo cubrir fotográficamente el conjunto monu-
mental y áreas adyacentes de cara a restituciones planimétricas y encargado por la Diputación de Bar-
celona propietaria del yacimiento.

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220 J. M. NOLLA AEspA. 66. 199]

gran construcción), con una serie de caminos fósiles que conducen a su interior desde el oeste
o desde el sur y sureste. Son estructuras complejas que delimitan grandes habitaciones, patios
y dependencias varias y que ocupan, a primera vista y muy aprox imadamente, unos 6000
metros cuadrados de superficie. Este núcleo continuaba, claramente, hacia levante, hacia la
carretera y las últimas pendientes de la colina ampuritana, muy cerca ya del cementerio de Ca
I' Estruc y de otras tumbas tardías dispersas a su alrededor (figura 3 ). En seguida, por la proxi-
midad de estas inhumaciones y por los hallazgos de Santa Margarida, propusimos, como hipó-
tesis razonable, una cronología tardía para el edificio que diversas prospecciones visuales
parecían confirmar pero que los trabajos de salvamento de octubre de 1991 /enero de 1992 han
probado plenamente 52 •
Por las características estructurales asemeja una gran villa suburbana pero la posibilidad de
asociar a l hallazgo el probable bapti sterio descubierto por P. de Palol en los años cincuenta 5.1
nos hacen pensar en la posibilidad de localizar, en este sitio, la basílica y el palacio episcopal 54
o un monasterio del cual tendríamos, tal vez, una referencia en el nombre de Secorius que
firmó los cánones del XIII Concilio toledano como abbas en representación del obispo 55 • Son
hipótesis llenas de sentido y que tan sólo una excavación extensiva del lugar permitirá solucio-
nar convenientemente.
Algo parecido hay que suponer en relación al cementerio del Castellet, una extensa necró-

52Véase un avance de estos resultados en X. Rocas, S. Manzano y A.M. Puig, L 'excavació d' urgencia
a la carretera de Sant Martí d' Empúries a la carretera d'Orriols a I' Escala, Primeres Jornades d 'A rqueologia
de les Comarques de Girona, Sant Feliu de Guíxols, 1992, 125-136; J. Llinas, S. Manzano, A. Puig y X.
Rocas, Noves aportacions al coneixement de les necrópolis emporitanes. l. Les troballes realitzades en
l'excavació d'urgencia a la carretera de Sant Martí d'Empúries, Annals de / '/nstitut d 'Estudis Empor-
danesos, 25, 1992, 351-381.
SJ Véase nota 49.
54 Esta cuestión ha interesado a todos aquéllos que se han preocupado por la Ampurias tardo-

antigua. Desde la suposición de que la iglesia catedralicia correspondía a la pequeña cella memoriae del
cementerio neapolitano hasta la creencia de que iglesia y palacio episcopal se hallaban dentro de Sant
Martí por debajo del templo gótico actual o en algún lugar no excavada del área de la antigua «ciudad
romana» (véase J. M. Nolla y N. M. Amich, op. cit. (n. 4), donde se recogen estas diferentes propues-
tas}. Nosotros hemos sostenido que el núcleo episcopal hay que buscarlo en la ciudadela fortificada de
Sant Martí. Apoyarían esta suposición el ara paleocristiana, la solidez del recinto y su seguridad, la
situación dominante de la actual iglesia que podría corresponder al emplazamiento de un viejo templo
griego, la continuidad bien documentada de los lugares de culto, el viejo cementerio con tumbas en
ánfora al lado mismo de la iglesia actual y la existencia segura, desde muy antiguo, de una basílica en
este lugar (ver nota 35). Sin embargo, el gran edificio tardío de Santa Margarida, dentro de la cual hay
que localizar el baptisterio descubierto y excavado por P. de Palol, nos obligan a mostrarnos cautos. Es
probable que aquella gran construcción corresponda al conjunto episcopal, en este caso, a escasa dis-
tancia de la ciudad, separada y resguardada visualmente del mar. No olvidemos el hallazgo, en este
lugar, de un sarcófago decorado de taller aquitano (ver nota 49 de este trabajo). Hay que relacionar
también, este edificio con Jos cementerios del sector occidental de la colina de la «ciudad romana»,
situados inmediatamente delante, y con una lápida cristiana descubierta en 1896 y depositada en el
museo diocesano de Gerona (R. Font, op. cit. (n. 2), 31 , nota 2). Se trata de una sencilla inscripción
sepulcral dedicada a Máximo (o Máxima), con un crismón con el alfa y la omega (G. Fabre, M. Mayer
e l. Roda, op. cit. (n. 10), 156-157, núm. 164). Es algo que hay que tener presente y que sólo podrán
resolver las excavaciones futuras.
ss «Secorius abba Gaudilani lmpuritani episcopi similiter» (J. Vives, op. cit. (n. 6), 433 ).

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.~ Esp:l. 66. l '.19 .~ i\ MPU Rli\S EN LA ANTICiÚEDAI> TA RDÍA 221

polis delimitada por sus cuat ro costados por un muro de obra de notable calidad ~". que se
localiza en el Turó de les Corts y que sólo se explica correctamente suponiendo la ex istencia
de un hábitat no descubierto, y lo mismo pasa con cualquiera de los otros cementerios disper-
sos por e l territorio inmediato a la ciudad.
Citemos, también, varios hallazgos epigráficos tardíos. con dos inscripciones funerarias de
procedencia incierta 57 , y otra, conmemorati va. relativa a la consagración de unos altares dedi-
cados al Protomártir y a una santa, que constituyen un documento importante de la hi storia de
la Ampurias cristiana 58 , datos, todos ellos, únicos para el nordeste catalán, sin parangón en
Rosas ni en la misma Gerunda. Señalemos, finalmente, una mensa altaris de mármol de Luni ,
de la cella memoriae de la Neápolis ~''. dos interesantes frontale s de sarcófago decorados y de
taller aquitano que hay que relacionar con las necrópolis periféricas y no con el gran cemente-
rio neapolitano (figura 4 a y b) y un soporte de altar, de mármol blanco, bellamente decorado
por tres de sus cuatro caras que podría proceder de Sant Martí y que hay que fechar, sin duda,
en pleno siglo v11 w (figura 5 a , b, c y d).
El resultado es, pues, bien distinto del que presentaba la historiografía tradicional, con un
núcleo central fortificado, defendiendo y en función de un puerto activo e importante, y de
un área suburbana densamente ocupada, dinámica y activa, lejos de la imagen de desolación y
desierto tan asimilada.
Con esta reinterpretación de los hechos, nosotros damos una gran importancia al puerto (o
puertos 61 ) de la ciudad, que continúa en activo y sugerimos, por su situación, tradición y
dinamismo, que sea considerado como el principa l del nordeste, más allá de Barcelona, y lugar
por el que arriban los productos mediterráneos y por donde sale el excedente; un puerto menor,

s6 M. Almagro, op. cit. (n. 2), 289-304; J. M. Nolla y N. M. Amich, op. cit. (n. 4).
51
G. Fabre, M. Mayer e l. Roda, op. cit. (n. 10), 156-157, números 164 y 165.
5
~ G. Fabre, M. Mayer e l. Roda, op. cit. (n. 10), 155-156, núm. 163, donde se menciona un altar
consagrado a San Esteban, el protomártir cuyas reliquias llegaron muy pronto a Hispania , a principios
del siglo v, traídas por Orosio, y otro a Santa Aurea o Aurelia, mucho más probable la primera, mártir
de Ostia y en cuya basílica, levantada en esta ciudad, fue enterrada Santa Mónica, madre de San Agus-
tín. que desgraciadamente es de procedencia incierta y, por tanto, no es nada claro saber a qué templo
se refería.
sq P. de Palol, op. cit. (n. 4), 82-102 y especialmente, 83-86 y 98-99; M. Almagro y P. de Palol, op.
cit. (n. 3), 33; idem. op. cit. (n. 2), 36 y 187; M. Oliva, Presencia de la Diputación de Gerona en
Ampurias. Excavaciones en la basílica paleocristiana en el siglo x1x. Hallazgos arqueológicos y descu-
brimiento del foro romano, Miscelánea Arqueológica. XXV Aniversario de los Cursos Internacionales
de Prehistoria y Arqueología en Ampurias (1947-1971), Barcelona, 1974, vol. 11 , 89-90; S. Alavedra,
op. cit. (n . 34), 115-118 (núm . 25); J. M. Nolla y N. M . Amich, op. cit. (n. 4).
e.o Sobre los sarcófagos; M. Almagro y P. de Palo! , op. cit. (n. 3 ), 40; P . de Palol, op. cit. (n. 2),
37 y 317-318; M. Oliva, op. cit. (n. 59), 91; G. Fabre, M. Mayer e l. Roda, op. cit. (n. 10), 157-158;
J. M. Nolla y N. M. Amich, op. cit. (n. 4). Sobre el pie de altar: R. Marcet y E. Sanmartí, Empú-
ries, Barcelona, 1989, 172-173; J. M . Nolla y N. M. Amich, op. cit. (n. 4), con paralelos en Narbo-
na, Quintanilla de las Viñas, Toledo, Mérida, Mértola, entre otros, y con dataciones seguras en pleno
siglo v11.
61
El puerto principal hay que situarlo entre Sant Martí y la Neápolis y, probablemente, aprove-
chando, también, la desembocadura del Fluvia. Sin embargo el material cerámico denota que continua-
ban frecuentándose los puertos subsidiarios de Riells y la Clota, en la Escala (F. J. Nieto y J . M. Nolla,
op. cit. (n. 24), 277-278 y 282-283).

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Figura -L San:ót:igo-. dccor:Hh>-- de talla aquilano . A) l l:tllado .:n lo:. alrc<ledore' de Santa
~!arganda . HJ Proce<len11: de una de la~ ma:.in-. del lugar de ul.i::. Cort'i». (Ambo' l'll el Mu.,eo
1onográfico de J\mpuna~. l

de l'utegoria regional. pero hicn dolado y cfíc;v, perreclamcntc adecuado a la situación de


L'q ui l1 bn o lograda dcspu0s de la crisis urbana de los siglos 1 al 111. ¡,Pero qué documcnlos lo
apoyan'!
Para la Tardía /\ntigikdad nuestros datos son indirectol\ pero. en:l.!mo~. dignos de tenasc
en cuenta: la tradición. la e'pléndida :>ituación rn rdactón al territorio inmediato (\ allcs del
1· lu' iú y dd Ter) y la propia importancia <.k una <.: iudad qn:-.<.:opal. con Gl'/'1111</a. la:-. princi-
puk~. la:-. únil'a:-. de e~te territorio. J\dcmús. los datol\ alto-medie' aks no" ofrecen una cx-
traor<linaria información donde el puerto e:> un elemento esencial a la ve; que no~ permiten
observar otros <lctal k ~ <.k origc11 mucho m<Í:> antiguo que nos aleja, delinitivamenle, de las
hipótesis trndicionak~ y quc nos ayuda a entenckr mucho mejor el pape l real de la ciudad de
/\mpu n as no só lo en esta importanlc etapa sino cn e l periodo i11111etlia1amcnle anterior . o en
vano, los caroli ngios 110 dudarún ni un inslante en convertir Am purias en la capita l de uno de
los nuevos condados puesto que no cabía otra posibilidad 1·~ . En el 813 vemos a lr111i11guri11s.
<.:trnde de Ampurias, actuar húbilmcntc en at:ciones corsarias contra los sarracenos en las aleja-
das aguas de las Baleare::. '". ln el 89 1. las naves del conde S111111iari11s 11 atacan el puerto de
Pechina. en la lejana Almería, en una muestra m;b del interés por el mar y de la capat:idad

•·! S1 bien parece indiscutible que el puerto d1: Rosas tiene ciertas ventajas en rela<.:iún con el de
!\mpurias. es <.:ierto también que éste es mucho mús adecuado para re lacionarse con el interior del país
y que dc,rués de las importa ntes obras de acondicionamiento de época tardorrcpubli<.:ana es e l primer
p ~1e rto de c:-.te territorio ha ... ta el i>iglo \I (\éase: J . Rui/ de l\rbulo. Emporion y Rhode. Dos a:-.entamien-
tos p1>rtuario:-. en el go lfo di..: Ro:-.cs, Arqueo/o,l!Ja E,,p11c ut!. ./ Colm¡uio .whre 1fütrih11dú11 .1 relnci1J111!.\
e111n• e1.,e111u111ii>wo.,, Teruel. 198-t. 115-1-tO).
n «Mariul\ de C'or:-.1ca ad 111:-.paniam cum multa praeda redeunt ibus Erminganu-. comé-. l:mpori-

tanu:-. 111 Maiorica insidia:. po-;uít et octo na\'CS eorum ccp11. in quibu:. quingento!. et co ampltus Cor:-.os
eap11vo:-. invenit». Anales Reales dl!I mio 813 (R. O'Abadal, op. cit. (n. 8). 215). E~te dato junto con la~
noticias sl.'gí111 las cuales los hahitanti:~ de las Baleares piJíeron ayuda a Carlomagno contra las agresio-
nes musulmanas. valoran notablemente la importa1Kia de Ampurias en estos a1ios como sede de la:-

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11 '!' l. ,,,. l 'J1il \ \ll't Rl.'\" I ' 1 \\'\ll<il11) \ () 1 \ RJ)(\

Figura 5. Pie de a ltar de mármol ( Musco Monográ fi co de /\ mpun as). /\)Cara anterior. 13) Cara
posterior. {.') Cara latera l izq uierda. D) Cara lateral derecha.

ful'r1as nava les caro lingias al s ur del Cap de Creus, un pape l qul' la ciudad mantendrá ha:-. 1,1. como
'eremos, el sig lo x. Consli ltcse en relación a esto: R. d ' l\ badal, op. cit. (n. 8) , 2 15 (<(A nosaltrcs
en:-. int ercssa espcc ia lment la noti cia (se refiere a la actuación de Er111i11gari11s o lrmi11gari11s en Ma-
ll orca) perqué ens assabenl a de com 1ambé el nos1rc litoral parlicipava en operac ions ue ne1ej a i de com
era el comtc d ' Empúrics i no el de Barce lona l'enca rregat espec ial cl 'aquesta missió de defensa marít i-
ma. Potser aquí hauríem de vcurc-hi perqué la tradició de dicac ió marítima emporitana es con1inua-
rá la tendencia de l comt at a mantenir-se amb personali tat propia deslli gat de Barce lom1 , sota la
influencia de la qual cau aviat el comtat gironí») y J. Amengua! , Els orígem· del cristianisme a les
Balears i el seu dese111 •ulupamen1.fins a / 'epoca 11111.rnlmuna , Ma llo rca, 199 1, 453 -460 , 467-480 y 533-
534. En la página 460 podemos leer: «El text no cns permet prec isar tant, pero si que fa versemblant que
fos Empúrics e l lloc d' on s'originas aquella expcdi ció ja que era un punt que se signifi ca damu111
aquesta epoca i que e l seu porl podria haver conccntrat les naus destinades a la de fensa de la LO trn de la
Sept imani a.. . »

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J . M . NOLLA .·I t:spA. óó. 199 .1

operativa de la escuadra ampuritana 04 • Son referencias indi rectas que podrían ser discutidas y
poco valoradas, como así ha pasado a menudo . Otro dato, sin embargo. permite considerarlas
adecuadamente a la vez que proyecta una luz distinta sobre la historia de la ciudad mucho más
en consonancia con las ideas que aquí hemos apuntado. En efecto, en el año 933, siendo conde
Gausfredo. hijo de Gausberto, tal como informa el historiador árabe ibn-Hayyan. por orden del
califa cordobés, e l general Abd al-Malik ibn Said ibn Abi Hammama al mando de fuerzas
regulares y suficientes dirigió un ataque contra Ampurias que muy probablemente tenía como
objetivo quebrar su poder naval y su actividad pirática sobre los territorios dependientes del
califato: «La escuadra se presentó ante la ciudad de Ampurias, centro de sus atarazanas y
refugio de sus naves. Los musulmanes la asediaron por tierra y por mar, quemaron las naves en
el puerto y los arrabales y mataron a todos los que hallaron. Los muertos fueron más de
cuatrocientos. Los habitantes de alrededor de la ciudad y las gentes de los casti llos cercanos,
cuando supieron del ataque de esta escuadra a la ciudad, entraron en ella para defenderla.»
Después de cuatro días de sitio y destrucción, el ejército expedicionario, cumplidos los objeti-
vos principales, se retiró sin haber logrado tomar por asalto Ampurias 6 ~.
Lejos de entrever una ciudad fantasma nos hallamos ante un centro activo, con unas dárse-
nas, con un puerto donde fondean numerosas naves, sólidamente fortificado , y con una amplia
población dispersa alrededor del núcleo principal , tal como hemos podido comprobar que
sucedía en la Tardía Antigüedad. La potencia de las murallas bajo-imperiales aseguró la de-
fensa si bien es muy posible que la expedición de Abd al-Malik significara un fuerte golpe a la
actividad marinera (y corsaria) de los condes de Ampurias que poco después trasladarán
la capital a Castelló, menos expuesta a los peligros que llegan del mar.

b4 Según recuerda el historiador árabe Abenhayan. Véase el texto traducido y comentado en M.

Almagro, op. cit. (n. 2), 132-133 o en J. M. Millas Vallicrosa, Textos deis historiadors arabs re.ferents
a la Catalunya carolingia. Barcelona, 1987, XXXIV-XXXV.
65 P. Balaña, Les destruccions de L'Empúries medieval i la capitalitat comtal, Annals de /'lnstitut

d'Estudis Empordanesos, 15, 1981-1982, 125-135. Parece ser que quedaría el recuerdo de este feroz
ataque en el Cartulario de Santa Maria de Rosas, actualmente perdido, que incluía un precepto real del
944 en el que se refería a un reciente golpe de mano de piratas «paganos» y donde se mencionaba el
saqueo de la ciudad, la captura de muchos de sus habitantes y la huida, dejándolo todo, de Jos restantes
(P. Negre. Castelló de Ampurias de villa rural a capital del condado de Ampurias. Notas históricas
(siglos 1x a x11), Anales del Instituto de Estudios Gerundenses, 12, 1958, 100-1 Ol.

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