Hipótesis y Mitos Sobre El Surgimiento de La Sociedad y La Cultura-1

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Tema del programa.

Unidad temática segunda: ​Hipótesis y mitos sobre el


surgimiento de la sociedad y la cultura. Prohibición del incesto. El sujeto entre
naturaleza, lenguaje y cultura.

Presentación de “Totem y tabú”, Sigmund Freud, 1913.


autor: Prof. Dr. Antonio Gentile

Profesor titular asignatura Psicología

Introducción

En los temas estudiados hasta ahora, hemos expuesto algunas ideas sobre lo
humano, en tanto esto califica a otros términos: ser, sujeto, individuo, persona.
Reiteramos con otros términos algunas de esas nociones, en particular que a
comienzos del siglo XX, como una de las consecuencias del descubrimiento
freudiano del inconciente, se redefinen elementos de una nueva subjetividad en la
que el sujeto se inscribe como una función que lo corre de la posición centralizada
en la razón y la conciencia.

La subjetividad contemporánea, la representación de nosotros mismos y del


mundo que nos habita, en la que nos concebimos como sujetos, es un producto
histórico, social y cultural cuyas características pueden indicarse en el
racionalismo clásico y en el moderno, el empirismo, el idealismo, la ilustración y el
positivismo.

Sujeto, subjetividad, son creaciones absolutamente simbólicas por más que


involucren cuerpos o materialidades biológicas. Esta dimensión, relativa y singular,
queda solapada por el peso de la tradición ideológica que la sustancializó, como
naturalizándola, en figuras: “Yo”, “individuo”, “mente”, “persona” y en espacios de
lo íntimo: “conciencia de sí”, “sí mismo”, “propia interioridad”.

En síntesis, sujeto definido como transparente a sí mismo en el pensamiento que le


otorga certeza de su ser y existir; sujeto cognoscente centrado en la conciencia
clara como único escenario posible para la verdad.

Pero, durante el siglo XX, por lo menos en Occidente, la subjetividad viene siendo
moldeada en otras direcciones marcadas por el desarrollo de las ciencias. En el
campo que nos interesa, con el advenimiento del Psicoanálisis, el sujeto
transparente a sí mismo centrado en la conciencia y la razón estará cuestionado,
aunque no abolido.

El sujeto, hoy, no puede ser pensado por fuera de la doble sujeción al inconciente y
la sexualidad. La consecuencia de esta doble sujeción, opaca a la conciencia del Yo,
hace que el sujeto se vacíe de la carga de significados que lo sustancializaron. Los
temas de la unidad temática segunda del programa de la materia, tal como venimos
considerándolos, tratan de ampliar y fundamentar esta idea.

Las investigaciones de Sigmund Freud sobre el inconciente, conforman la


explicación más abarcadora y verdadera de la estructura y funcionamiento del
psiquismo humano, e inician, a comienzos del siglo XX, la producción de una nueva
representación de la subjetividad.

El tema que estudiaremos a continuación es el estatuto particular que tiene el


sujeto entre los seres vivos. ¿El ser humano es un ser viviente de la naturaleza? Por
lo contrario ¿ El ser humano es un ser de la cultura?. Es un ser del género humano
y de la especia animal, pariente de los primates; pero, al mismo tiempo, se
distancia sustancialmente de ellos por dos atributos que, si bien se apoyan en
estructuras biológicas, se nutren y desarrollan en la cultura: es un ser que habla y
tiene razón y conciencia de sí, es capaz de pensarse a sí mismo.

El sujeto es un ser que está sometido a la ley natural, que es universal y necesaria y
también a las normas de la cultura, relativas y contingentes [estos conceptos se
tratan más adelante, en el artículo del profesor Hugo Basquín] ¿Fue siempre así?
No. El Homo Sapiens, es del Pleistoceno Superior, se formó hace,
aproximadamente, doscientos mil años y evolucionó hacia el tipo racional y capaz
de representarse, o pensarse, a sí mismo, es decir, dotado de conciencia, hace,
aproximadamente, cincuenta mil años. Es decir que la humanización ha sido un
largo proceso de transformaciones que no se redujo solamente a la evolución
biológica. Algo de otro orden, diferente al curso natural de la evolución, actuó
poderosamente para transformar al homínido en el tipo humano en el que, aún,
nos representamos o reconocemos.

Vamos a estudiar las hipótesis de Sigmund Freud y de Claude Lévi-Straus, quienes


coinciden en afirmar que esa transformación fue consecuencia de la imposición de
una prohibición que recayó específicamente sobre la sexualidad. La prohibición del
incesto, el vínculo sexual entre madre e hijo, y su correlativa, la del asesinato del
padre, conformaron el núcleo germinal de la organización social y de la cultura
humana; y la aceptación de ese nuevo orden, que exigía una poderosa renuncia
sexual, fue la condición inicial de la humanización.

Sigmund Freud, como ampliaremos cuando estudiemos la sexualidad infantil,


postula que ese “paso” inaugural en la historia humana se repite, actualizándose,
en la historia singular de cada sujeto. Hacia los cinco o seis años, la necesaria
renuncia al amor parental y el sepultamiento por represión de ese tipo de vínculo,
conforman la condición para la construcción de un nuevo integrante de la sociedad
y la cultura humana.

Presentación de “Tótem y tabú” o sobre la verdad histórica en la neurosis.

En 1913 se publica “Tótem y tabú. Algunas concordancias en la vida anímica de los


salvajes y los neuróticos”, de Sigmund Freud.

Este libro, en el que se reúnen cuatro ensayos sobre el tema, es una contribución a
lo que en la época se llamaba “psicología de los pueblos”; la que, recordemos, W.
Wundt postulaba como complementaria de la psicología experimental. “Tótem y
tabú” es también considerado como un aporte ineludible a la antropología, la
etología, la sociología, la axiología y la historia de las religiones.
“Tótem y tabú” (1913) hace serie con “Más allá del principio de placer” (1920),
“Psicología de las masas y análisis del yo” (1922), “El porvenir de una ilusión”
(1927) y “El malestar en la cultura” (1930).

Inspirado en los temas de la “psicología de los pueblos”, pero alejándose de su


metodología, Freud intenta aplicar conclusiones extraídas de la investigación
clínica psicoanalítica al esclarecimiento de una serie de interrogantes que plantea
el totemismo. Entendiendo a éste como el modo primitivo de regulación social de
la especie humana e interpretado por Freud como la reacción moral al asesinato
del padre primordial (metáfora del macho-jefe de la horda primitiva).

Paso de la naturaleza a la cultura, de la horda primitiva al totemismo.

[Lo que sigue se relaciona con el artículo de la profesora Nélida Magdalena, “El
origen mítico de la cultura”]

Digamos, rápidamente, el estado de ​horda sería el ​modo de agrupamiento de los


primeros antepasados del hombre, más cercanos los primates superiores; a estos
seres intermedios entre los primates y el hombre se los denomina generalmente
homínidos. ​La horda es un agrupamiento más o menos estable entorno al macho
más fuerte y más viejo quien con violencia impone y mantiene la supremacía y el
liderazgo. La existencia de este agrupamiento es una hipótesis tal como lo es ​el
mito del asesinato de ese jefe-padre primordial por parte de los machos jóvenes,
quién luego de muerto es devorado por sus asesinos para incorporar sus atributos.
Piénsese que en la horda no hay padre-madre-hijos sino, como cualquier manada,
machos-hembras-crías, agrupados para la reproducción, la defensa y la
subsistencia.

En cambio el ​totemismo​, del que hay testimonios históricos y actuales, es el


primer ​modo de organización social ​de los seres ​humanos en ​clanes. ​esta
primera sociedad está regida por un complejo ​sistema de prohibiciones
(tabúes)​, especialmente las que recaen en el asesinato y el incesto, y ​de preceptos
éticos que regulan la conducta de los integrantes del clan. Este complejo ​sistema
simbólico está representado por el ​tótem​-por lo general un animal
sagrado-considerado un antepasado de todo el clan. Nótese la emergencia y el
progreso cultural que significa que en el totemismo el individuo dominante ha sido
reemplazado por un ente, el tótem, colectivo que representa las prohibiciones que
organizan la vida del clan. Prohibir un determinado vínculo sexual (especialmente
el de la hembra con su cría macho, como se daba en la horda) declarándolo
incestuoso organiza nuevos estatutos y reglas del parentesco
(padre-madre-hija-hijo-hermanos-cuñados, etc) y habilita la ​exogamia.

Dejemos establecido que la ​prohibición del incesto es una interdicción, una


prohibición, que recae sobre el vínculo sexual entre padres e hijos; específicamente
entre ​madre e hijo. ​Freud primero y Levi-Strauss más tarde, establecieron el valor
universal de esta prohibición y la consideraron como la ley o regla simbólica
fundadora de la cultura y por consiguiente, de lo humano.
A propósito, anticipemos la definición de cultura que utiliza Sigmund Freud en “El
malestar en la cultura” (1930) con un breve comentario:

“…la palabra “cultura” designa toda la suma de operaciones y normas que


distancian nuestra vida de la de nuestros antepasados animales, y que sirven a dos
fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza y la regulación de los
vínculos recíprocos entre los hombres” ( p. 88)

Es decir que el distanciamiento “de nuestros antepasados animales” es


consecuencia de la imposición de sistemas simbólicos que contradicen a la
naturaleza. El complejo sistema de normas y ritos que se derivan de la prohibición
del incesto (digamos que en la naturaleza no hay incesto) pasarán a modular,
dirigir, normalizar la satisfacción sexual humana alejándola de la sexualidad
animal, aunque no suprimiendo su “marca de origen”. Piénsese que la sexualidad
humana no se reduce a la cópula para la reproducción como lo hace la sexualidad
animal; podríamos decir que la sexualidad humana, su satisfacción, está desligada
de la finalidad reproductiva y generalmente la contradice.

Influencia de Darwin en Freud.

El ambiente de la educación más temprana de Freud es el conmovido por la


revolución intelectual que provocó “El origen de las especies” (1859) de Charles
Darwin; recuérdese que lo consideraba el responsable de la segunda “afrenta al
narcisismo de la humanidad”. Darwin postuló que todas las especies de seres vivos
evolucionaron a partir de un tronco vital común y que se diferenciaron por
selección natural

Las ideas de Darwin alientan premisas muy presentes en la construcción de las


teorías freudianas, con lo que no queremos decir que Freud sea un “evolucionista”
en la elaboración del psicoanálisis. En “Tótem y tabú”, la hipótesis de la “horda
primitiva” como primer agrupamiento antepasado de lo humano es tomada y
reproducida por Freud sin objeción alguna.

Otra premisa de inspiración darwiniana dice que la historia vital de cada individuo
reproduce la historia vital de la especie humana; no solo en el sentido biológico
sino, especialmente, en el sentido psicológico. En virtud de esta premisa, Freud
argumenta que la vivencia del “complejo de Edipo”, durante la primera infancia de
cada individuo, reproduce las prohibiciones o tabúes sobre el asesinato y el
incesto que están en el origen del totemismo y, en consecuencia, de la cultura.

La otra premisa, en el mismo sentido que la anterior, dice que procesos anímicos
colectivos se consuman como en la vida anímica de un individuo; así hablará del
“supuesto de una psiquis de masa”, en “Tótem y tabú” (pág. 159), o que “El superyó
de una época cultural tiene un origen semejante al de un individuo…”; “…el
superyó de la cultura, en un todo como el del individuo, plantea severa exigencias
ideales…”; ambas citas: “El malestar en la cultura” (pág. 137).

Sigmund Freud exploró la relación primaria entre los procesos colectivos y la


constitución del sujeto. Es en la obra de Freud donde nuestro programa de
estudios encuentra la inspiración para justificar la relación de alteridad en la
constitución del sujeto. Dijimos un poco más arriba que no tomamos a Freud como
un “evolucionista” porque nuestro tema es ilustrar la tesis freudiana que pone en
concordancia el mito inicial del género humano (el mito del paso del homínido al
humano, el mito del asesinato del “padre primordial” y de la prohibición del
incesto) con el complejo de Edipo, con el drama individual con el que se renuncia a
los lazos de amor y odio de la infancia como paso inicial de la inclusión del niño en
los códigos de la sociedad y la cultura humanas. Es éste uno de los sentidos
posibles que le podemos dar a la hipótesis de Freud de que en el drama del Edipo
el sujeto (neurótico o no) revive un trozo de “verdad histórica”: el asesinato del
padre.

Proseguimos tratando estos temas con los artículos de la Prof. Mgt. Nélida A.
Magdalena: “El origen mítico de la cultura” y del Prof. Mgt. Hugo Basquín: “El
complejo de Edipo y la castración en la articulación entre naturaleza y cultura”.

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