Amos 9

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PROGRAMA No.

1091

AMÓS

Capítulo 9:2 - 15

Vamos hoy, amigo oyente, a considerar la parte final de este pequeño libro de Amós.
Confiamos que éste haya sido un estudio de mucho provecho; para nosotros ha sido uno de los
libro más emocionantes. Y quisiéramos comenzar diciendo algo que dejamos pendiente,
digamos, en el capítulo 8, porque consideramos esto de suma importancia. En este capítulo, se
presenta la disolución y la caída permanente del reino del norte. La gente va a ir a la cautividad
y no regresará jamás a esa tierra como la nación de Israel; es decir, como el reino del norte de
Israel. Regresarán, sí, pero lo harán con las doce tribus. En realidad, muchos de ellos regresaron
con las doce tribus. A veces hablamos de las diez tribus perdidas. Pero no están perdidas, amigo
oyente, sino que han sido esparcidas a través del mundo, como veremos al entrar en el capítulo
siguiente. Usted recuerda que Amós dijo lo siguiente allá en los versículos 13 y 14 del capítulo
8:

13
En aquel tiempo las doncellas hermosas y los jóvenes desmayarán de sed. 14Los que
juran por el pecado de Samaria, y dicen: Por tu Dios, oh Dan, y: Por el camino de
Beerseba, caerán, y nunca más se levantarán. (Amós 8:13-14)

Amós ya había presentado claramente esto en el versículo 2 del capítulo 5, donde dijo: Cayó
la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien la
levante.

Así es que, el reino del norte no regresó nunca al norte, como Israel. Cuando ellos
regresaron, lo hicieron como una nación. Esa es la razón por la cual algunas personas piensan, y
creemos que equivocadamente, que había diez tribus perdidas. Ellas habían sido esparcidas a
través del mundo. Muchos de ellos regresaron después de 70 años de cautividad. Ellos se
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habían entregado a la idolatría, y juraban diciendo: Por tu Dios, oh Dan, y por el camino de
Beerseba. Y eso se refiere eso a los ídolos. Ahora, usted recuerda que el Apóstol Pablo dijo que
un ídolo era nada. Él llama a un ídolo, nada. Y no es nada sino sencillamente una estatua en
figura de algo, hecha de barro o de yeso, o de madera o de hierro, lo que sea, que ni oye, ni ve, ni
entiende. Y eso por supuesto, es nada en lo que se refiere a la adoración, a la adoración de Dios.
Y esta gente se había entregado a la idolatría, y esa es la razón por la cual van a la cautividad, y
no van a regresar.

Luego, entramos al capítulo 9, y aquí se nos presenta en los primeros diez versículos una
visión de la dispersión mundial. Y luego, en la última parte, en los versículos 9 al 11, tenemos
una visión mundial de reunión y restauración del reino del Señor. Esto lo vamos a poder estudiar
hoy.

Ahora, en nuestro encuentro anterior, observamos lo que decía el versículo 1, y este era un
pronunciamiento continuo de juicio sobre los templos que habían sido construidos allí. Había
también un templo de Baal en Samaria, y un templo del becerro de oro en Betel. Cuando la
nación fue rodeada por los ejércitos de Asiria, la gente buscaba refugio en estos templos, y Dios
traía juicio sobre ellos en esos lugares hasta tal punto que esos templos eran destruidos tan
repentinamente, aparentemente por el enemigo, que cuando los templos caían, y se nos dice que
se derribaba el capitel y caía sobre ellos, la gente no podía salir y muchos murieron en esa
ocasión. Ellos no podían escapar. Y aquellos que pudieron huir fueron llevados a la cautividad
por los asirios. Ahora, aquí tenemos una declaración bastante fuerte y significativa.
Encontramos que esta declaración se menciona varias veces en los profetas. El versículo 2 dice:

2
Aunque cavasen hasta el Seol, de allá los tomará mi mano; y aunque subieren hasta
el cielo, de allá los haré descender. (Amós 9:2)

Esta es, en realidad, una declaración muy terrible. Aquí podemos notar el terror de los
malvados, y hay dos cosas que causan el terror de los impíos, si ellos piensan en esto de alguna
manera. La mayoría de ellos tratan de borrar esto de sus mentes. Ellos han sufrido, por así
decirlo, un lavado cerebral en esta sociedad liberal en la que vivimos, pero hay dos cosas que
traen terror al corazón de los impíos y son la omnipresencia de Dios y la inmutabilidad de Dios.
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Aquí tenemos la omnipresencia de Dios, es decir, que Dios está en todas partes. Uno ni siquiera
puede ir a la muerte y escaparse de Él. Y luego, tenemos la inmutabilidad de Dios, que significa
que nunca cambia. Él no cambia nunca. Él es igual. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por
siempre.

Ahora, estas dos grandes verdades son de mucho consuelo para los hijos de Dios, pero son un
terror para los impíos. Esto es lo que se quiere decir aquí. La omnipresencia de Dios para el
Hijo de Dios, – bueno, el Señor Jesucristo dijo: “Nunca te abandonaré ni te dejaré”. Eso es
algo maravilloso, ¿no le parece? “El que a mí viene no le echo fuera” dijo Él. Él le recibe a
usted y le recibe para la eternidad, por siempre. Nadie puede arrebatarnos de su mano. Si usted
está en Su mano, usted está muy cerca de Él. Él también utiliza ese cuadro de la vid y los
pámpanos. Ahora, uno no puede acercarse mucho más a una vid, que esto, el de ser un pámpano.
El pámpano crece en la misma vid, así es que la omnipresencia de Dios es el consuelo para el
Hijo de Dios, pero para el impío, la omnipresencia de Dios es algo terrible. Hay muchas
personas que se suicidan en nuestros días. Ellos dicen que quieren escapar de todo. Quieren huir
de esta vida. Cierto hombre que se suicidó dejó una nota que decía: “Quiero terminar con todo,
quiero librarme de esta vida”. Bueno, él se libró de los problemas de esta vida, y muchas otras
cosas que en realidad le estaban molestando. Él tenía muchos problemas, pero no se pudo librar
de Dios. Amigo oyente, la muerte no los separa a ellos de Dios. Allí también está Dios.

El salmista David– usted recuerda – dijo: Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol
hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Uno no puede escaparse de Dios.

Francis Thompson escribió algo hace varios años, en lo cual él no quería demostrar
irreverencia, y no es irreverente, en realidad, pero allí decía que Dios es como uno de esos perros
de caza, que no le pierden el rastro a uno, no importa donde uno esté, Él siempre está siguiéndole
el rastro; uno no puede escaparse de Él.

Y luego, por supuesto, tenemos la inmutabilidad de Dios. Dios dijo en el Antiguo


Testamento que iba a juzgar el pecado. Él no leyó nada nuevo en el periódico de hoy. Él podría
leer allí mucho del liberalismo; pero no aprendió nada nuevo escuchando o leyendo esto del
presente, o escuchando a los profesores de colegio o a los científicos. Dios no aprende nada de
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ellos. Dios no ha cambiado su forma de pensar, amigo oyente. Dios nunca cambia. Jesucristo
es el mismo ayer, hoy y para siempre. Eso es algo maravilloso para el hijo de Dios, como ya
hemos dicho hace algún tiempo, cuando estudiábamos la epístola a los Hebreos. ¡Cuán
maravilloso era que el mismo que anduvo por el mar de Galilea, que demostró Su gracia tan
maravillosa, Él es el mismo hoy, y eso sirve de consuelo para el hijo de Dios! Ahora, en el
versículo 3, de este capítulo 9 de Amós, leemos:

3
Si se escondieren en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y aunque se
escondieren de delante de mis ojos en lo profundo del mar, allí mandaré a la serpiente
y los morderá. (Amós 9:3)

En la cumbre del Monte Carmelo se ha construido una ciudad. Y en los lados de esa
montaña, se puede ver que hay cuevas. Aparentemente esta gente trataría de esconderse allí. Y
quizá usted pueda entrar a un submarino e ir al fondo del océano, pero amigo oyente, Dios está
allí también. Usted no puede escaparse de Él. Y en el versículo 4, leemos:

4
Y si fueren en cautiverio delante de sus enemigos, allí mandaré la espada, y los
matará; y pondré sobre ellos mis ojos para mal, y no para bien. (Amós 9:4)

Así es que, los impíos hacen bien en temer a Dios, y en tener temor del futuro. El hombre
que comete suicidio, pensando que se va a librar así de sus problemas, ciertamente está entrando
a otra clase de problemas. Es como saltar de la sartén al fuego. Y en el versículo 5, ahora de
este capítulo 9 de Amós, leemos:

5
El Señor, Jehová de los ejércitos, es el que toca la tierra, y se derretirá, y llorarán todos
los que en ella moran; y crecerá toda como un río, y mermará luego como el río de Egipto.
(Amós 9:5)

No creemos que usted pueda pasar por esa tierra sin darse cuenta que la tierra donde fluía
leche y miel, aún con toda la irrigación que se está haciendo en el presente, no es hoy una tierra
de leche y miel. Está muy lejos de ser eso. Sobre esa tierra ha caído el juicio de Dios.
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Cierto matrimonio judío quería radicarse en Israel, y fueron a una de esas ciudades para
comprar un apartamento, para poder jubilarse allí permanentemente. Pero ellos pensaban que
solamente podrían pasar una parte del tiempo en ese lugar. El hombre decía que aun cuando
habían comprado ese apartamento, y que querían ayudar a la gente, a su propia gente en esa
tierra, nunca esperaban utilizarlo, porque no creían que esa era la tierra que la Biblia dice que es.
Y no lo es, en realidad. Pero por supuesto, él no había leído en cuanto al juicio sobre la tierra
que se menciona aquí en el libro de Amós. Ahora, el versículo 6, de este capítulo 9 de Amós,
dice:

6
Él edificó en el cielo sus cámaras, y ha establecido su expansión sobre la tierra; él
llama las aguas del mar, y sobre la faz de la tierra las derrama; Jehová es su nombre.
(Amós 9:6)

¿Y quién va a hacer eso? Bueno, amigo oyente, vamos a decirle quién lo va a hacer. Es el
Creador, el Dios Omnipotente. Él no sólo es el Dios Omnipresente, sino que también es el Dios
Omnipotente. Y no sólo eso, pero cuando uno sigue leyendo, uno tiene la impresión de que el
escritor está tratando de decir que todo en la naturaleza obedece a Dios. Lo único en la creación
de Dios que no le obedece es el hombre, este pequeño hombre. ¡Imagínese, este pequeño
hombre! Más allá tenemos al sol, la luna, y esas grandes y tremendas galaxias; y todo eso, toda
esta creación está obedeciendo a Dios. Estas cosas tan grandes le obedecen, y ellas tienen ciertas
leyes que seguir, pero el pequeño hombre, ese hombrecito tan pequeño se rebela contra Dios.
Ahora, en el versículo 7, tenemos una declaración bastante extraña de la Biblia, algo realmente
maravilloso. Allí dice:

Ahora, en el versículo 7, tenemos una declaración bastante extraña de la Biblia, algo


realmente maravilloso. Allí dice:

7
Hijos de Israel, ¿no me sois vosotros como hijos de etíopes, dice Jehová? ¿No hice yo
subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y de Kir a los arameos?
(Amós 9:7)

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Dios quería hacerles ver cuánto les amaba. Y entonces les dice: “Yo les amo a ustedes tanto
como amo a los etíopes”. Hace muchos años ya, Mussolini se apoderó de Etiopía, y por
supuesto, su control de esa tierra no fue algo permanente. Pero, es algo muy interesante aunque
no podemos entrar en detalle sobre las profecías en cuanto a Etiopía, pero es sorprendente el
lugar o la parte que Etiopía tiene en el programa de Dios para el futuro. Creemos que la
mayoría de nosotros pensamos que no es de mucha importancia. Pero Dios dice que es de mucha
importancia para Él. Ahora, en el versículo 8, de este capítulo 9 de Amós, leemos:

8
He aquí los ojos de Jehová el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la
faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice Jehová. (Amós 9:8)

Dios dice que la nación se ha acabado ya, pero que el pueblo no. Dios dice que no los
destruirá. Y en el versículo 9, continúa diciendo:

9
Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas
las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra.
(Amós 9:9)

Si usted quiere saber en realidad, donde se encuentran las diez tribus perdidas en el presente,
debemos informarle, amigo oyente, que se encuentran esparcidas a través de todo el mundo, y
que ellas no están perdidas en lo que se refiere a Dios. Dios dice que Él no perderá a ninguno de
ellos. Y en el versículo 10, continúa diciendo:

10
A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará, ni nos
alcanzará el mal. (Amós 9:10)

¿Qué es lo que se dice en cuanto a los pecadores? Que ellos van a morir. Dios juzgará a
quienes no se vuelvan a Él. Y uno tiene la misma analogía en la iglesia el día de hoy. No todos
los miembros de la iglesia son salvos. Y espero que usted esté de acuerdo con eso. Si usted ha
observado las iglesias se dará cuenta fácilmente que no todos son miembros salvos. Pero esta

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gente es miembro de la iglesia. Y el Apóstol Pablo dice que no todo Israel es Israel. No todo,
solamente las personas individualmente lo son.

Llegamos ahora, a una parte maravillosa en este libro, es decir, una parte optimista. Ya
hemos pasado la época de juicio, de la Gran Tribulación. Escuche ahora lo que dice el versículo
11, de este capítulo 9 de Amós:

11
En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y
levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; (Amós 9:11)

Si usted quiere seguir esto, puede ver lo que dice Santiago, allá en el capítulo 15 de los
Hechos; él cita esto, y él dice que Dios hoy está llamando a un pueblo para Sí de entre los
gentiles, para Su nombre. Pero dice, que después, Él levantará el tabernáculo de David, y luego
todos los gentiles verán al Señor. Es decir, que Él está hablando del reino, algo que está aún en
el futuro. Luego, en el versículo 12, leemos:

12
para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y
a todas las naciones, dice Jehová que hace esto. (Amós 9:12)

Hay muchas naciones que van a entrar en el milenio. Y en el versículo 13, continuamos
leyendo:

13
He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de
las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se
derretirán. (Amós 9:13)

Ya hemos dicho esto antes, y aquí tenemos pruebas de ello, que cuando la gente está siendo
bendecida, toda la tierra es bendecida. Y cuando la tierra es bendecida, la gente también está
siendo bendecida. Esa tierra y esa gente pertenecen una a la otra. Y uno no puede separarlas.
Dios dice de una manera muy clara, que cuando Él los haga regresar a su tierra, esa tierra será
nuevamente la tierra donde fluya leche y miel. Y eso no está ocurriendo en el presente. Así es

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que, aunque algunos han regresado en el presente a la tierra, no han regresado aún a Dios. El
versículo 14, de este capítulo 9 de Amós, nos dice:

14
Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y
las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán
el fruto de ellos. (Amós 9:14)

Dios va a restaurarlos a la tierra, pero no como una nación separada de la nación de Judá;
ellos están juntos, y creemos que están mezclados en todo el mundo en el presente. Esa idea tan
popular de que Gran Bretaña y los Estados Unidos son las diez tribus perdidas es una total
contradicción a la Palabra de Dios. Dios dice: “Haré que la casa de Israel sea zarandeada entre
todas las naciones”. ¿Ha hecho Él esto o no lo ha hecho? Bueno, si fuera solamente Inglaterra y
los Estados Unidos, las diez tribus, entonces, no estarían en todas partes del mundo. Y por cierto
que hay muchos radicados en los Estados Unidos y Gran Bretaña, pero no son las diez tribus
perdidas. Las diez tribus perdidas han sido zarandeadas; pero van a regresar. Y los versículos
14 y 15 dicen:

14
Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y
las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán
el fruto de ellos. 15Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de
su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo. (Amós 9:14-15)

Estas son las cosas que Dios ha dicho que Él va a hacer. Él va a restaurar la dinastía de
David, ¿quién cree usted que será el rey? Pues el hijo de David llamado Jesús, nacido en Belén
de la casa y del linaje de David, Él va a reinar. Usted podrá observar que Israel ocupará su lugar
en las naciones del mundo. Ya no tendrá que ir a las Naciones Unidas como rogando por ayuda,
y tampoco tendrá que poner barreras a los árabes. Sino que será una nación que va a ser
bendecida de Dios, y que ocupará un lugar entre las naciones del mundo.

Habrá una conversión de las naciones del mundo. El día más grande de salvación ya ha
tenido lugar antes que la iglesia haya arribado aquí. Mire a la ciudad de Nínive. Sin embargo, el
día más grande para este mundo está todavía en el futuro, después que parta la iglesia de aquí.
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También tenemos que la tierra va a ser bendecida cuando Dios haga regresar a su pueblo allí,
pero en el presente, esa tierra se encuentra bajo la maldición de Dios. Y ellos van a reedificar las
ciudades, y van a quedarse allí permanentemente; esa es la creencia de varios expositores
bíblicos que son muy destacados: que la nación de Israel quizá tenga que salir de esa tierra
nuevamente antes que llegue el tiempo del fin. Bueno, esto es algo para pensar.

Y con esto llegamos a la conclusión de nuestro estudio de este libro de Amós, y lo dejamos
aunque no nos gusta hacerlo. Dios mediante, en nuestro próximo programa, pasaremos al Nuevo
Testamento para comenzar nuestro estudio de la segunda epístola del Apóstol Pedro. Hasta
entonces, pues, ¡que Dios le bendiga ricamente!

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