François Bourricaud. Poder y Sociedad en El Perú Contemporáneo PDF
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73-89
Introducción
En todo caso, las páginas que siguen no son sino un primer ensayo de interpreta-
ción necesariamente sintética, dentro de una tarea más ambiciosa que nos propo-
nemos desarrollar en un trabajo posterior en el cual, la hipótesis principal podría
ser justamente el título del presente trabajo.
III. Una perspectiva Política, concerniente a las relaciones entre las diferentes
fuerzas sociales y a la dinámica interna de la sociedad peruana.
No podríamos siquiera en tan pocas páginas dar una visión suficientemente deta-
llada de los momentos más significativos de esta interrelación dialéctica a lo lar-
go de los 150 años de la vida "republicana" del Perú. Nos queremos limitar por
ahora a la descripción del momento que marca la elaboración del proyecto ensa-
yado por los militares reformistas entre 1968 y 1975.
sin duda como tareas inacabadas, no obstante el largo recorrido del Perú como
República presuntamente independiente1.
Sin embargo, debido a la extensión que debe tener este trabajo preferimos exami-
nar aquí sólo el tercero y, enseguida, poner el énfasis mas bien en la evolución de
la situación internacional más reciente.
Desde el inicio de este siglo hasta el fin de la Primera Guerra Mundial (1918) las
exportaciones peruanas aumentaron ocho veces debido al crecimiento espectacu-
lar del cobre y el petróleo monopolizados por el capital norteamericano. La mine-
ría que exportaba en 1900 unos 2 millones de dólares, pasó a exportar en 1918, 50
millones. Y si en 1919 el valor total de las exportaciones mineras representaban
todavía menos de la mitad de las exportaciones agrícolas, estas últimas fueron so-
brepasadas por las primeras en 1925, para que finalmente en 1929, la minería de
exportación pasara a duplicar el valor total de exportaciones agrícolas, invirtien-
do así la relación inicial.4
Más aún: a través de la práctica del "enganche" (una especie de embauchage con
matices de servidumbre) temporal de trabajadores indígenas procedentes de los
feudos de la zona andina durante las épocas de cosecha de caña o de algodón,
para trabajar en condiciones de verdadera servidumbre en los enclaves agrícolas
de la Costa, se inició una práctica que se extendería a la minería.
Fue así que la emergente burguesía consular nativa perdió su posibilidad tal vez
última de afirmarse como clase hegemónica y nacional, capaz por tanto de nego-
3
Ibid.
4
BONILLA Heraclio. Guano y Burguesía en el Perú. IEP., Lima, 1974.
5
BOLLINGER William. The Rise of US Influence in the Peruvian Economy, 1869-1921. University
of California Press. Berkeley, 1970.
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El APRA combativa de los años 30, deviene en brazo político de la alianza oligár-
quico-imperialista. Este es el precio de su precaria legalidad. El Partido Socialista,
convertido luego en Partido Comunista, sufre una notable esclerosis en su desa-
rrollo. Su carácter cerradamente "proletarista" en un país con tan escaso desarro-
6
HIRSCHMAN Albert. Artículo traducido de Economic Development and Cultural Change, Vol.,
25, pp. 67-98. University of Chicago.
7
Cotler Julio. Op. Cit.
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Al amparo de este liberalismo extremo se produce, en la década del 50, una nue-
va corriente de penetración del capital monopólico norteamericano. Este proceso
que se inicia en el período de expansión imperialista de post-guerra, se extiende a
la década del 60. Ello coincide con una expansión de los sectores en los cuales pe-
netra ese capital en forma de inversión directa, puesto que luego de la minería de
gran escala empieza a tomar la industria.
8
BOURRICAUD François. "Poder y Sociedad en el Perú Contemporáneo."
9
HUNT Shane. The Growth Perfomance of Perú. Princeton University. 1966.
10
GALL Norman. "La reforma educativa peruana". Mosca Azul Editores. Lima, 1976.
11
ORTEGA Carlos. "Perú, un modelo para desarmar", En prensa CIESPAL, Quito.
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Sus casi seis años de gobierno sirvieron para intentar un reacomodo político, so-
cial y económico de acuerdo a los lineamientos de la llamada "Alianza Para el
Progreso" que instrumentó el presidente John F. Kennedy para contrarrestar las
repercusiones de la Revolución Cubana en la Región. La desproporción entre el
discurso político y la práctica social, entre los enunciados solemnes y las insignifi-
cantes realizaciones, resultaron al final el denominador común de la acción del
Gobierno (presidido por Fernando Belaúnde) y de la implementación de la Alian-
za Para el Progreso. No obstante coincidir con el llamado "Primer decenio del de-
sarrollo", consagrado por la Organización de las Naciones Unidas al concurso de
las naciones industrializadas en el desarrollo del Tercer Mundo, la Alianza del se-
ñor Kennedy no logró siquiera alcanzar el 0.1% del producto nacional interno
norteamericano en materia de ayuda a los países de la América Latina. En lugar
de esta ayuda, se produjo un incremento de la inversión privada norteamericana
de carácter monopólico que, en el caso del Perú, empezó con cierto retraso a tra-
tar de perfeccionar la fórmula de la sustitución de importaciones y a instalar in-
dustrias de ensamblaje, sobre todo automotriz.
grupo formado por disidentes del Gobierno y teóricos trotskistas y otros grupos
menores. La propia Democracia Cristiana se vio envuelta en esta marea de radica-
lización y renunció a su alianza con el partido gobernante. Inclusive este último,
denominado "Acción Popular", terminó a su vez dividido en los días finales del
Gobierno a causa de un gran escándalo en torno a una maniobra ilegal vinculada
con el delicado problema del petróleo y la energía. A través de un pacto hecho a
puertas cerradas por el Gobierno con la International Petroleum Company, filial
de la Standar Oil de New Jersey, se pretendió entregar a esa empresa práctica-
mente el monopolio del negocio petrolero por 80 años. A cambio de ello el Estado
peruano aceptaba la devolución de unos campos petroleros totalmente agotados
en la costa norte, campos que la IPC había explotado durante 50 años sin título le-
gal alguno. A causa del escándalo que se produjo al hacerse público el pacto con
el consorcio norteamericano, el gobierno populista del señor Belaúnde se precipi-
tó en el total descrédito.
Lo más grave es que en lugar de entrar a jugar su papel en el proceso abierto por
el impulso del Estado, las burguesías aferradas a su papel consular, sumergidas
en la alienación de su origen feudal-mercantil, hicieron precisamente lo contrario.
En Brasil, un importante sector de la burguesía febril estrechó filas con las fuerzas
más conservadoras y anacrónicas, y empujó virtualmente a Getulio Vargas al sui-
cidio.14
En México, Lázaro Cárdenas fue el único que se enfrentó decididamente a los te-
rratenientes y realizó la reforma agraria que convulsionaba al país desde 1910.
Pero a pesar de ello y de su importante ciclo nacionalista, la burguesía mexicana
terminó sucumbiendo también ante el embate de una nueva política imperialista
que los Estados Unidos pusieron en práctica con el advenimiento de la post-gue-
rra.
12
PARERA Alfredo. "Naturaleza de las relaciones entre las clases dominantes y las metrópolis",
en Fichas de Investigaciones Económicas y Social. Buenos Aires, 1964.
13
CUNEO Dardo. "Comportamiento y crisis de la clase empresaria". Buenos Aires, 1967.
14
GALEANO Eduardo. "Las venas abiertas de América Latina", ICL, La Habana, 1971.
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De este modo, aquello que había surgido como fruto del impulso dialéctico de co-
yunturas internacionales favorables y de gobiernos populistas, fue al final atena-
zado y aprovechado para la expansión del capital imperialista. Este impuso un
modelo de industrialización absolutamente dependiente tanto desde el punto de
vista tecnológico, como de aquel del suministro de insumos y bienes intermedios
y también del financiamiento. Tal modelo, además, al estar dirigido a un mercado
restringido de pocos consumidores con gran capacidad adquisitiva, nació conde-
nado a una especie de esclerosis de carácter endémico. Esclerosis a la cual contri-
buyó la miopía de las oligarquías que luego devinieron en lo que nosotros llama-
mos "burguesías consulares", particularmente en el caso de la sumisa y enfeudada
burguesía peruana.
Esta situación se gráfica con gran elocuencia en el amargo sarcasmo de una metá-
fora de Galeano: "A la burguesía industrial de América Latina le ocurrió lo mismo
que a los enanos: llegó a la decrepitud sin haber crecido".
Pero lo que resulta más elocuente aún es el comprobar cómo a cada una de las
etapas de este ciclo de "crisis y reacomodo del sistema neo-colonial", les corres-
ponden estrechamente los cambios que se operan en la política exterior y en la di-
plomacia norteamericana en relación con América Latina.
En efecto, podemos ver con toda claridad esta estrecha relación de corresponden-
cia observando en el tiempo los virajes de la política exterior de los Estados Uni-
dos frente a los países de su entorno más cercano. Así la célebre política "del buen
vecino" de Roosevelt busca encandilar durante la guerra a las clases dirigentes la-
tinoamericanas con una política exterior cuyo lema es "las Américas unidas, uni-
das vencerán". A través de esta política, Estados Unidos logra, por un lado, sus-
traer buena parte de los beneficios que Latinoamérica debía obtener del comercio
durante la guerra, a través de la limitación "voluntaria" de los precios de sus ma-
15
BOURRICAND François, BRAVO Jorge, FAVRE Henri y PIEL Jean, "La Oligarquía en el Perú",
IEP. Lima, 1969.
16
CARDOSO Henrique. Política de desenvolvimiento en sociedades dependientes: Ideologías do
empresariado industrial brasilero e argentino. Sao Paulo, 1968.
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terias primas en nombre de una "alianza contra el Eje" y, por otro lado, de prepa-
rar el camino a la política expansionista de post-guerra.
Y luego del fracaso de la Alianza para el Progreso, fracaso previsible tanto por
sus condicionamientos políticos como por la modestia de los recursos que en rea-
lidad movilizó, la política Nixon-Kissinger, trataría de enmarcar el reflujo de su
interés en América Latina y su confianza en los gendarmes militares del status-
quo colocados en Brasil y en Argentina, a través del llamado "Nuevo Diálogo"
que los observadores políticos latinoamericanos denominaron con ironía "viejo
monólogo".
17
GALEANO Eduardo. "Guatemala: País ocupado". F.C.E., México, 1967.
18
EISENHOWER Dwight, Discurso en la American Broocksellers Association. Washington, 1963.
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Estas instancias buscan por lo tanto garantizar el control de los conflictos sociales
internos. Pero, además de eso, se trata de la "necesidad" de tender una especie de
"cordón sanitario" a la América Latina con respecto al resto de países del Tercer
Mundo.
Y, en efecto, el proceso que empieza a cristalizar con perfiles más nítidos y a par-
tir de la Conferencia de Bandung (1955) en la constitución del grupo de los países
No Alíneados, es un proceso que llega significativamente tarde a las costas de
América Latina, no obstante que el desarrollo político, económico y social había
sido hasta entonces, y por razones históricas bien específicas, bastante mayor en
Latinoamérica que en otras regiones del vasto y heterogéneo universo del Tercer
Mundo.
Justamente, debido a lo que con más solemnidad que exactitud se llama "mayor
desarrollo relativo", es que la América Latina permanece durante un buen tiempo
aislada de la protesta colectiva que va asumiendo nuevas formas organizaciona-
les a nivel planetario. Las burguesías consulares encandiladas con el espejismo
de la utopía desarrollista - como en el caso del "milagro brasileño" hallan el argu-
mento legitimador de dictaduras militares "tecnocráticas" precisamente en un
modelo económico y social fundado "sobre la irracionalidad y la irresponsabili-
19
COMBLIN Joseph. "Le Pouvoir Militaire en Amérique Latina: I' ideologie de la Securité
Nationale". Jean Pierre Delarge Editeur. París, 1977.
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Por ello y por lo que trataremos de esbozar provisoriamente más adelante es que
resulta pertinente constatar que la revolución de los militares peruanos que con el
general Juan Velasco Alvarado gobiernan entre 1968 y 1975 son junto al Gobierno
de Allende en Chile los primeros en adherirse real y estrechamente al movimien-
to de los No Alineados. Por ello también resulta significativo que en el momento
mismo en que esa adhesión se consolida con la realización en Lima de la Confe-
rencia de Cancilleres de los No Alineados, en agosto de 1975, el golpe de estado
del general Morales Bermúdez pone fin a la experiencia peruana e instaura una
dictadura militar blanda que, evitando los embarazosos "excesos" del general Pi-
nochet en Chile, reoriente al Perú por el camino que el Fondo Monetario Interna-
cional se encarga de vigilar celosamente desde una orilla infranqueable.
Cuatro años antes, el 28 de octubre de 1971, se había realizado en Lima, y por pri-
mera vez en un país de la América Latina una reunión del emergente Tercer
Mundo. La II Conferencia Ministerial del Grupo de los 77 marcó, en efecto, el ini-
cio de una aproximación estrecha pero lamentablemente breve de América Latina
con los movimientos del Tercer Mundo, Marcó también la que había de ser en los
años siguientes la inserción creciente del Perú en las corrientes más avanzadas de
estos movimientos.
20
BEDJAOUI Mohammed. "Pour un nouvel ordre économique international". Série: "Nouveaux
défis au droit international". UNESCO, París, 1979.
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ban a ser los reflejos latinoamericanos de esa emergencia. En efecto en grados di-
ferentes y con niveles ciertamente distintos de solvencia, el surgimiento de go-
biernos como los de Juan José Torres en Bolivia, Omar Torrijos en Panamá, Rodrí-
guez Lara en Ecuador y sobre todo Salvador Allende en Chile, le permitieron al
Perú desarrollar su nuevo papel a través de acciones concretas como el proyecto
de reestructuración y reubicación de la Organización de Estados Americanos,
OEA, el proyecto de disolución del Tratado Interamericano de Asistencia Recí-
proca, TIAR, el Reglamento de Inversiones Extranjeras del Pacto Subregional An-
dino, la modificación del status del Canal de Panamá, la ruptura de facto del ais-
lamiento de Cuba con respecto al resto de América Latina, la creación de la Cor-
poración Andina de Fomento como entidad financiera del Pacto Andino y la opo-
sición coordinada a la pretendida hegemonía de Brasil promovida abiertamente
por el Departamento de Estado norteamericano y el señor Kissinger.
Y si bien estos factores revelan fácilmente su carácter común a los países de una
misma región, como en el caso de la América Latina, es en la aproximación a
otras realidades continentales o regionales donde pueden identificarse en una es-
cala planetaria las constantes esenciales y comunes de la relación entre países in-
dustrializados y países "en vía de desarrollo".
A esa especie de eco asordinado por el tiempo y la distancia que había constitui-
do la rebelión de los coroneles nacionalistas de Nasser, se venían a sumar las re-
sonancias más próximas de acontecimientos como el de la liberación de Argelia y
su proceso de construcción nacional.
Y durante la primera mitad del decenio del 70, cuando la coyuntura favorable de
ese primer quinquenio hizo posible la Independencia de Angola y Mozambique,
el desarrollo de las luchas de liberación de Zimbabwe y Namibia, el agudiza-
miento de los conflictos en Africa del Sur, los movimientos populares de Mada-
gascar y de Benin y la revolución en Etiopía, la política exterior peruana se defi-
nió aún con mayor claridad.
Por ello mismo es que las raíces económicas del Proyecto Nacional que se va ir di-
señando, se vinculan entre sí a través de un cuestionamiento global del sistema
de dominación-dependencia que el poder monopólico extranjero hegemoniza.
Lo que quiere decir que tal cuestionamiento cubre también las diferentes fases de
la evolución de la estrategia económica imperialista.
Lo primero supone, entre otras cosas, una reforma agraria radical que no sólo eli-
mine los vestigios pre-capitalistas, sino que toque a fondo la estructura agro-ex-
portadora que en la Costa modernizó la agricultura en función de la economía
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Pero en casi seis años tales gobernantes no fueron capaces de llevar adelante una
sola de las reformas sociales ni de las reivindicaciones nacionales contenidas en
los programas de ambos partidos.
Que la crisis interna del Perú y el vacío político creado por la defección de los
partidos del establishment fuera llenado por un golpe militar, no era nada extra-
ño en la historia peruana. Para el Departamento de Estado norteamericano éste
podría haber sido un asunto de rutina, motivo incluso de alivio en un momento
de enormes apremios en la política interior y exterior de los Estados Unidos dado
el papel que tradicionalmente cumplían los militares latinoamericanos.
Pero esta vez, ciertos elementos perturbaban el esquema y planteaban algunas in-
quietudes al Departamento de Estado. Primero la fórmula de solución del impas-
se político interno del Perú que la Embajada de los Estados Unidos veía con abier-
ta simpatía era otra muy distinta: el APRA debía triunfar en las elecciones presi-
denciales ya cercanas inaugurando un ciclo de gobiernos alternados entre dos
partidos populistas, como venía sucediendo ya en los casos de Colombia y Vene-
zuela. Segundo, el movimiento militar no respondía al esquema de relación cau-
dillo clase dominante, al no existir nexos entre grupo económico de poder alguno
y gobierno militar como siempre había sucedido. Tercero, los militares empeza-
ban legitimando su presencia en el poder a través de la expropiación total de los
yacimientos e instalaciones de la International Petroleum Company (subsidiaria
de la Standard Oil de New Jersey) sin pago alguno, y exigiendo además, la cance-
lación de deudas por impuestos no pagados durante 50 años de "explotación ile-
gal y sin título jurídico alguno". Cuarto, el lenguaje del "Manifiesto y del Estatuto
del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada" era sin duda absolutamente
21
Dos Santos Theotonio. "La Crisis Norteamericana y América Latina". Prensa Latinoamericana S.
A. Santiago de Chile, 1970 (Colección América Nueva).
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La composición del primer gabinete ministerial del Gobierno del general Velasco
alivió, sin embargo, en algo el sobresalto del Departamento de Estado. En él esta-
ban presentes algunos hombres que le merecían confianza. Esto explicaba además
la clara incoherencia inicial, incoherencia que iría disminuyendo a medida que
ese gobierno fue decantando sus filas, pero que se mantendría al interior de las
instituciones militares a las que ese decantamiento nunca llegó de manera sufi-
cientemente radical.
Esto a su vez y sobre todo en una primera etapa, otorgaba al Gobierno la posibili-
dad de evitar los "riesgos" de plantear de manera demasiado precisa las perspec-
tivas políticas y sociales de su experimento, lo cual entraña siempre plantear el
problema de la naturaleza del futuro y poner en riesgo las alianzas de clase fre-
cuente en el Tercer Mundo donde "le nationalisme a besoin d' ennemis qui ser-
vent de catalyseurs et d' exutoires".
En efecto, como lo hace Roy23, es fácil comprobar que "Connaisant les avantages
du théme contre sur le théme pour, les dirigentes du Tiers Monde n' ont pas hési-
té á recourrir largament au premier. Le théme contre se satisfait plus facilment d'
affirmations tranchées, de verbalisme, sans exiger de programme et de resultats
concrets, Etant destructeur, il réalise facilment I' unité sur lui alore que les thémes
constructifs révelent rapidament, dans leur mise en oeuvre les divergences d' opi-
nión".
Todo lo cual, en el caso del Perú, se vio efectivamente plasmado y trajo como re-
sultado una innegable eficacia política sobre todo inicial. Fue sin duda uno de los
elementos que posibilitaron el desarrollo y la reelaboración de un proyecto nacio-
nal, de un proyecto social global de carácter abierto. Sin embargo tenemos que
anotar, por lo menos provisoriamente, tres eventuales comprobaciones: Primero,
que elementos como el señalado tienen una eficacia sólo temporal más aún cuan-
do el poder hegemónico conoce también estos mecanismos. Segundo, que la in-
22
ROY M. P. 55 Les regimes politiques du Tiers Monde". París, LGDJ, 1977.
23
Ibid.
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definición permanente sin otros mecanismos más idóneos y legítimos para lograr
un bloque hegemónico de apoyo al interior de la sociedad no lleva sino a la defec-
ción o al fracaso. Y, tercero, que en una región como América Latina, motivo de
especial sensibilidad para una potencia hegemónica de probada agresividad y de
sofisticado ejercicio del poder como Estados Unidos, es cada día menos probable
la eficacia duradera de este tipo de "tácticas" políticas, como es menos probable
cada día que las burguesías nacionales puedan asumir en la región un papel de
clase hegemónica tanto por su incapacidad, - tal es el caso de la burguesía "tradi-
cional" peruana - como por la cerrada negativa del poder imperialista en aceptar-
lo en caso del surgimiento de nuevas burguesías tecnocráticas, sobre todo si re-
sultan radicales y socializantes, es decir, "inconcebibles" en una región signada
por el maniqueísmo.
Antes de trazar brevemente algunas conclusiones acerca del "modelo" que nos
proponemos estudiar a fondo en un trabajo posterior, queremos dejar sentadas
dos precisiones básicas: Primera precisión. La poca especificidad o la precaria
elaboración de las diagnosis que sirven de sustento a las acciones de reivindica-
ción y de reformas explica (junto a los riesgos políticos de "precisar el futuro")
que tales acciones partan de "modelos abiertos" a veces parciales y con frecuencia
difusos. Segunda precisión. Que el "modelo social global" y los modelos sectoria-
les (Reforma Agraria, Reforma Industrial, Reforma Financiera, Reforma Educati-
va, etc.), son bien pronto objeto de la competencia de otros "modelos" alternativos
que se les oponen desde el mismo seno del gobierno militar, en cuyo interior con-
viven en sorda pugna posiciones y proyectos políticos a veces diametralmente
opuestos. Estos modelos alternativos no sólo logran en los hechos alterar los bo-
cetos originales elaborados por los iniciadores del proceso y sus más próximos
asesores, sino que se les oponen permanentemente como alternativas globales.
Al respecto es interesante la visión de Henry Pease cuando afirma que: "la lucha
política atraviesa al gobierno desde 1968 (. . .) Es todo el gobierno el que está atra-
vesado por la presencia no explícita de proyectos políticos alternativos que bus-
can imponerse entre sí y sobre el conjunto de la sociedad (. . .) Aunque las contra-
dicciones eran notorias concluye Pease podían situarse en distintos niveles":
"Simples ambiciones de actores políticos competitivos no se dan en el mismo pla-
no que contradicciones provenientes de puntos de encuentro y representación
de clases y fuerzas sociales en pugna".24
Este "modelo abierto" tiene como ejes iniciales: a) un Desarrollo Nacional "perma-
nente y autosostenido" que acaba con la extraversión de la economía; y,
24
PEASE Henry. "El ocaso del poder oligárquico". Centro de Estudios y Promoción del
Desarrollo. DESCO. Lima, 1977.
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tructura económica interna, sin dejar de tener en cuenta aquellos elementos pro-
venientes de los cambios en la escena internacional.
En este sentido creemos necesario revisar en nuestro futuro trabajo, con mayor ri-
gor y objetividad el "camino" recorrido por el Perú entre 1968 y 1975. Veremos así
que pese a los errores o indefiniciones de un proceso de marcado tono experi-
mental, sujeto a conflictos y polarizaciones internas y a presiones externas, tal
proceso revela una direccionalidad bastante bien definida. Para nosotros es esa
direccionalidad la clave del proceso.
Por nuestra parte, creemos percibir en la experiencia peruana un real intento por
lograr la convergencia de un bloque de clases populares anticapitalistas, com-
prendidas la clase obrera, el campesinado y diversas capas medias. Y aunque en
el seno de ese bloque podía constituirse eventualmente una "nueva clase", cree-
mos con Samir Amin que sólo una convergencia así puede hacer posible una
construcción económica nacional y que, a su vez, sólo "en estas condiciones, estos
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Dejamos para un trabajo futuro mucho más amplio un análisis riguroso y en pro-
fundidad del proceso desencadenado por los militares peruanos. Entonces podre-
mos identificar también los factores internos que determinaron y que desencade-
naron la frustración del Proyecto Nacional a partir del golpe militar del 29 de
agosto de 1975 y la instauración del gobierno del general Morales Bermudez, nue-
vo personero militar de la política imperialista de los Estados Unidos.
Una vez más la defección de las clases dirigentes en la mayoría de los países del
Tercer Mundo, la inmadurez o la corrupción de regímenes despóticos y entre-
guistas apoyados con pragmatismo por ciertos países industrializados, y las se-
cuelas que dentro de este contexto ha tenido hasta hoy la crisis energética y el au-
mento de precios del petróleo, han hecho posible que al abrigo de los acuerdos de
Helsinski, y sobre todo de acuerdo a los lineamientos de fuerza que se definen en
el seno de la llamada Comisión Trilateral, las tradicionales tensiones Este-Oeste se
desplacen hacia un creciente enfrentamiento Norte-Sur, en el cual por ahora y
pese a los recientes acontecimientos en Irán, los países del Tercer Mundo sufren
un neto retroceso en el camino de sus reivindicaciones y en su reclamo inicial de
un nuevo orden económico internacional.
Tal reclamo, a la luz de los más recientes acontecimientos y de las más recientes
actitudes asumidas por los países industrializados, parece exigir pre-requisitos y
fundamentos bastante más sólidos que el de la "interdependencia", así como una
profunda revisión de la "lectura" que ese nuevo orden merece de los países más
avanzados, en tanto tal modo de entender las cosas no parece ir más allá de un re-
acomodo de la tradicional división internacional del trabajo.
25
Samir Amin. "Vers une nouvelle vague de luttes populaires". Le Monde Diplomatique, Mai,
1979.
26
Amin Samir. Op. cit.
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Recordemos tan sólo "los cambios" operados paso a paso alrededor del Perú: la
caída de Torres en Bolivia y su asesinato posterior en Buenos Aires, el sangriento
derrocamiento del Presidente Allende en Chile, la instauración de una dictadura
ultraconservadora en Argentina y un cambio similar en el Ecuador. Es decir, una
especie de cordón de seguridad agravado por artificiales tensiones fronterizas tra-
dicionalmente empleadas por terceros.
Las grandes interrogantes que de aquí hacia adelante se pueden inferir de todo lo
dicho, nos persuaden de seguir investigando en busca de las claves que nos pue-
den explicar el surgimiento y el fracaso de experiencias como la del Perú de 1968
a 1975.
Referencias
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad Nº 46 Enero-
Febrero de 1980, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.