1) El evangelio de Juan se centra en la figura de Jesucristo y su misión como enviado del Padre. 2) Presenta a Jesús como la culminación de las Escrituras y del culto judío, pero también con un significado universal para toda la humanidad. 3) Explícitamente, Juan describe a Jesús como el Cristo y el Hijo de Dios enviado por el Padre para salvar a la humanidad, alcanzando esto a través de su encarnación como verdadero Dios y verdadero hombre.
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1) El evangelio de Juan se centra en la figura de Jesucristo y su misión como enviado del Padre. 2) Presenta a Jesús como la culminación de las Escrituras y del culto judío, pero también con un significado universal para toda la humanidad. 3) Explícitamente, Juan describe a Jesús como el Cristo y el Hijo de Dios enviado por el Padre para salvar a la humanidad, alcanzando esto a través de su encarnación como verdadero Dios y verdadero hombre.
1) El evangelio de Juan se centra en la figura de Jesucristo y su misión como enviado del Padre. 2) Presenta a Jesús como la culminación de las Escrituras y del culto judío, pero también con un significado universal para toda la humanidad. 3) Explícitamente, Juan describe a Jesús como el Cristo y el Hijo de Dios enviado por el Padre para salvar a la humanidad, alcanzando esto a través de su encarnación como verdadero Dios y verdadero hombre.
1) El evangelio de Juan se centra en la figura de Jesucristo y su misión como enviado del Padre. 2) Presenta a Jesús como la culminación de las Escrituras y del culto judío, pero también con un significado universal para toda la humanidad. 3) Explícitamente, Juan describe a Jesús como el Cristo y el Hijo de Dios enviado por el Padre para salvar a la humanidad, alcanzando esto a través de su encarnación como verdadero Dios y verdadero hombre.
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1. Cristología Joánica.
“Todo el cuarto evangelio es fundamentalmente cristología” afirma
Caba. Y, ciertamente, si en los sinópticos se da una reflexión teológica sobre la persona de Cristo, en S. Juan la reflexión lleva a la contemplación. Como dice González Gil, “leyendo el evangelio de Juan, el lector se percata inmediatamente de que todos los senderos se encaminan hacia Jesucristo: su tema es la persona de Jesús, su mensaje, su misión, su autoridad, su destino”. A ello se dirigen los múltiples testimonios del Bautista, de la samaritana, de la muchedumbre... y particularme del Padre, sino las señales que él ejecuta y que revelan su gloria (Jn 2,11; 11,4.40), de modo que los que las ven pueden creer en él. ¿Quién es Jesús? Este es el tema central del evangelio al que S. Juan va a responder con múltiples recursos. La respuesta cristológica del evangelio de Juan Si el cuarto evangelio subraya de una manera especial la pregunta sobre Jesús, no es para dejarla pendiente o como en el vacío, sino para ponerse como meta última el contestarla. El mismo evangelista concretará su finalidad al componer su evangelio: “para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios (20,31). El modo de abordar esta tarea reviste diversidad de modalidades, ya que la respuesta se da no sólo a través de expresiones claras y explicitas, sino también mediante recursos que implícitamente dejan entrver una concepción particular sobre la figura de Jesús. a) Respuesta implícta del evangelio Sin que tenga una formulación abierta, el cuarto evangelio presenta la figura de Jesús en el centro no sólo del mundo judáico, sino en el centro de un interés universal válido para todos los hombres. 1) Para mostrar el puesto que Jesús ocupa en el pueblo de Israel se utilizan dos procedimientos que acaparan la religión judaica: Sagrada Escritura y culto. A lo largo de todo el evangelio Jesús es presentado como el centro en el que converge toda la Sagrada Escritura (1,45; 5,39; 5,46 leer). Si Jesús constituye el centro de las Escrituras, es, en primer lugar, porque mucho de lo realizado por él, ya estaba preanunciado. Así, hay diversidad de datos que constituyen el engranaje de la vida de Jesús y que el cuarto evangelio presentada como contenidos en las Escrituras: la entrada mesiánica en Jerusalén (12, 12-16) la captaron los discípulos, una vez glorificado Jesús, al recordar que estas cosas estaban escritas de él (12, 16; cf. Is 40,9; Zac 9,9)... Abraham (Jn 8,56), Jacob (Jn 1,51; Gen 28, 12) y Moisés (Jn 1, 56), son personajes del Antiguo Testamento que vienen a ser como esbozos que culminan en la figura de Jesús. Otro tanto se podría decir de acontecimientos veterotestamentarios que encuentran su significación plena en la vida de Cristo como el levantamiento de serpiente de bronce en el desierto en relación con el levcantamiento de Cristo en la cruz (Jn 3, 14-15). Lo mismo podríamos decir del maná, del agua viva... Jesús, como buen pastor (Jn 10,11), recapitula en su persona la figura de los pastores de Israel. Y si la viña simbolizaba a Israel (Is 5, 1-7), Jesús se denomina a sí mismo como “la viña, la verdadera” (Jn 15,1-8). Y si a los israelitas el cordero pascual les recordaba la liberación de la Esclavitud de Egipto (Ex 12,1-4), para el cuarto evangelio Jesús es el “cordero de Dios que quita los pecados del mundo” (Jn 1,29). Otro tanto habría que decir del interés de S. Juan por mostrar a Cristo como culminación del culto judío. Particular significado tiene la escena en que Cristo anuncia la destrucción del templo y su reconstrucción en tres días. “El hablaba del santuario de su cuerpo” anota S. Juan (Jn 2,21). El templo judío era el lugar de la shekinah Yahvé, de la habitación de Dios en mediop de su pueblo, el lugar santo y sagrado por excelencia. En adelante, el templo de Jerusalén quedará arrasado y el nuevo templo será el cuerpo resucitado de Cristo, él será el centro del culto en espíritu y verdad (Jn 4,22ss), el lugar de la presencia divina (Jn 1,14), el templo espìritual de donde manan ríos de agua viva (Jn 7, 37-39; 19,34). El evangelio de Juan gira en torno a las fiestas de Pascua (Jn 2,13; 6,4; 11,55), una fiesta no precisada (Jn 5,11), una de los tabernáculos (Jn 7,2), y otra de la dedicación (Jn 10,22). Son fiestas que, en varias ocasiones, en el contexto del evangelio adquieren un sentido pleno en la persona de Cristo. Así, por ejemplo, la fiesta de los tabernáculos, en la que se hacía una procesión con el agua desde la piscina de Siloé en recuerdo del agua que brotó de la roca del desierto (Ex 17,1-7; Dt 8,15) es la ocasión para que Jesús proclame: “Quien tenga sed venga a mí, y beba quien cree en mí; según dice la Escritura, ríos de agua viva” (Jn 7,37-38). Otro tanto habría que decir de la mención de la tercera pascua (Jn 19,14). La muerte de Jesús tiene lugar en el día de la “preparación de la pascua” (Jn 19, 14-31). Jesús murió a la hora en que eran inmolados los corderos en el templo. No se le quiebran las piernas (Jn19,33), cumpliéndose así en él rito del cordero pascual al que no se le podían quebrar las piernas (Ex 12,46; Num 9,12). El viene así a ser el nuevo cordero de la nueva y definitiva pascua, “el cordero de Dios que quita los pecados del mundo” (Jn 1,29). 2) Pero la figura de Jesús en el cuarto evangelio no queda circunscrita a un único pueblo, aunque sea el pueblo que recibió la promesa; se presenta con caracteres de universalidad que pueden interesar a todos los hombres. En Juan se rompe la distinción entre “el pueblo” y los que no pertencen a él, para hablar simplemente al “mundo” y a los hombres. Se encuentran expresiones que tienen resonancias en todos, porque todos necesitan su contenido y su significado. De Jesús se afirma en identidad expresiones como luz (8,12), camino (14,6), pan (6,35-41), verdad, vida (14,6), matizando así la afirmación más general, evocadora del Antiguo Testamento, que de él se dice: “Yo soy “(8,24-28; 13,19). b) Respuesta explícita del evangelista 1) El enviado del Padre. Expresamente en Juan aparece la idea de la misión de Cristo por parte del Padre. El es el enviado del Padre (6, 29.38.44.57; 7,28-29; 8,16.18.26.29; 11,42; 12,44.45.49; 3,17; 4,34; 9,4; 13,20). Jesús no tiene un momento determinado en el que se le comunique su misión, como el en el caso de los profetas. Su misión se confuende con su propia con su propio ser, de modo que Jesús ha venido al mundo saliendo del Padre, y terminará su misión volviendo al Padre (Jn 16,28). Es una misión que implica un descenso y un ascenso (cf. Jn 3,13). En Juan, como en los sinópticos, el título de Hijo del hombre aparece exclusivamente en boca de Jesús; no es un título que Juan quiera resaltar (no hablamos del Apocalipsis). Su evangelio lo escribe para mostrar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dioos (Jn 20,30). 2) Jesús el Cristo, el Hijo de Dios Veintidos veces se encuentra el título de Cristo en el evangelio de Juan. Tiene el significado de título, hasta tal punto de que le precedesiempreel artículo el Mesías, o el Cristo (Jn 1,20.25; 3, 28; 4, 29; 7,26...). El es el personaje del que habla la Escritura. Pero la expresión que mejor define a Jesús es la de Hijo en sentido único y trascendente. Esta expresión de Hijo, que ya vimos en los sinópticos, aparece plenamente desarrollada en Juan. En su primera carta afirma: “Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y el en Dios” (1 Jn 4,15). Juan prefiere la fórmula Jesús es el Hijo de Dios, porque precisa la situación de Jesús en la divinidad. Vemos en él semjanza,mutua y total pertenencia, reciprocidad de inmanencia y de amor... El Evangelio de la Encarnación. Prólogo Pero el punto culminante de la Cristología de S. Juan radica en su reflexión sopbre la Encarnación, hasta tal punto que la fórmula de Jn 1,14 será el texto neotestamentario que más influencia va a ejercer en la historia del dogma. Característico de S. Juan es la presentación como preexistente, como aquel que toma carne en la historia. Identifica al Verbo con el hombre Jesús de Nazaret. Ya en el prólogo Juan anuncia la divinidad de Jesús. Comienza hablando del Verbo en una cristología que comienza de lo alto. Y ya aquí presenta Juan una formulación para distinguir la persona del Verbo en el seno de la Trinidad de la que careció Pablo: Al Padre le llama ho theós (con artículo), mientras que el Verbo dice que es theós sin artículo, en el sentido de que es un ser divino. Ambos son pues divinos, pero el Verbo no es el Padre. Así, pues, está ya aquí implicada la distinción de persona y naturaleza. No es lo mismo ho theós (el Padre como persona) que theós (naturaleza). Jn 1,14. Juan subraya que se hace carne, palabra que significa el hombre todo en su condición de debilidad. Es la debilidad de la natuiraleza humana. Este himno, como sabemos, procede de la Iglesia primitiva. Es la única vez en el evangelio de Juan que habla del Verbo. No se limita a afirmar que el Verbo se hizo carne. Acto del Padre, acto de Amor, nacido virginalmente... leerlo.