Nucleo Problemico Tres
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Nucleo Problemico Tres
¿Frente a la sexualidad, Cuál puede ser el papel esencial y profundo que desempeña
la mujer como madre y como educadora en los primeros estadios de la vida?
Hacia una pedagogía prospectiva- Podemos traer a cuento una infinidad de citas de los
grandes pedagogos que encarecen y urge una pedagogía activa. Montaigne: “hace falta
educar no solo con libros y con las palabras escuchadas, sino con la prueba e la acción.
Todo lo que haya de particular a su alrededor, deberá verlo”. “Toda la educación está
basada en las funciones activas del espíritu”. Froebel, por su parte opina que: “el hombre
desde que nace y empieza a desarrollarse debe aprender a trabajar y producir, a
manifestar su actividad en obras exteriores”. Finalmente, Dewey, severamente advierte a
una escuela excesivamente engolosinada con libros y lecciones que gracias a la pedagogía
activa: “tiene oportunidad para afiliarse a la vida, para llegar a ser el ambiente natural del
niño, donde este aprende a vivir directamente, en ves de ser un lugar donde se aprenden
simplemente lecciones que tengan una abstracta y remota referencia una vida posible que
haya de realizarse en el porvenir”.
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Uno de los grandes logros de la pedagogía moderna y contemporánea es haber reconocido
y dado su lugar a cada edad respetando en la formación las leyes y peculiaridades que
rigen el dinamismo de cada etapa de la vida, máxime la infantil. Rousseau asiente en su
Emilio: “la humanidad tiene su lugar en el orden de las cosas, la infancia tiene también el
suyo en el orden de la vida humana, cada edad y cada estado de la vida tiene su perfección
conveniente, su peculiar madurez”.
Lo que nos ha dicho la filosofía occidental sobre la facultad intelectiva, ha sido fruto de la
meditación del filósofo, es decir, el hombre adulto y formado sobre su propia capacidad
racional. Pero con la pretensión de que sus hallazgos sean, aplicables a todos los estadios
de la vida. Olvidando que ese adulto con sus facultades es resultado de un largo proceso
de maduración. Desde la concepción de antropología zubiriana, es perfectamente legítimo
y necesario el estudio genético de la inteligencia; el hombre es agente de su realización
personal.
Un equívoco pedagógico es creer que la historia y la cultura, con sus estructuras están por
encima de los hombres de carne y sangre. La educación sería el esfuerzo por elevar al niño
y al joven a ese mundo desencarnado del espíritu en el que toda iniciativa y creatividad
personal quedarían anuladas. Por más libre que me sienta no puedo a travesar a nado el
océano sin ninguna clase de ayudas o dominar una ciencia en el lapso de pocas horas.
Nuestra libertad está sujeta a las condiciones biológicas y genéticas, así como a las propias
opciones sociales e históricas en que nos desenvolvemos.
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cosas y actuar sobre ellas de una cierta manera, etc. Todo ello constituye no solo la posibilidad
real de educarse; también en muchos casos retraer cualquier impulso de la realización
personal por determinados derroteros. Es así porque el hombre no es simple espíritu que
libremente decide, sino agente de su vida.
Lo dicho ofrece amplia plataforma antropológica al llamado “aprendizaje significativo” (en qué
consiste, quién es su autor principal) propuesto por Ausubel y sus seguidores, para quienes
solo partiendo de lo que el estudiante ya sabe y anclando en ello lo nuevo superar los
aprendizajes mecánicos y memoristas.
Educador –educando son actores. Su vida se halla inmersa en ciertos escenarios y estructuras-
Transcurre en unas instituciones y dentro de ciertos moldes organizativos y jurídicos
heredados que, aunque son históricos y, por tanto modificables, gravitan tercamente sobre
cualquier experiencia pedagógica que intentemos realizar. En esta dimensión la escuela es un
complejo de normas, bibliotecas, valores, reglamentos, laboratorios, incluso espacios físicos y
arquitectónicos que condicionan y hasta distorsionan el mejor intencionado esfuerzo
educativo.
Desde aquí se deben esclarecer las distintas aristas del currículo, puestas de relieve por
etnólogos y críticos de la educación. Se hace referencia a las ideas de currículo “oculto” y
currículo “explícito” (en que consistirán los anteriores aspectos). La primera tiene que ver más
con las dimensiones de agente y actor; la segunda con la de autor. De todos modos cualquier
innovación pedagógica y todo proyecto educativo, sino quiere quedarse en simple quimera,
eficaz seguramente para justificar presupuestos y hacer merecedores de distinciones a
muchos, pero estéril si de formación personal, deben contar con las tres dimensiones que son
propias y esenciales de toda praxis humana y por supuesto la educativa.
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hijos, sino en el de la capacidad de transmisión génica de unos materiales desde los cuales se
constituir activamente el plasma germinal de un nuevo ser.
Pero no solo en la actividad sexual transmisora el hombre es agente sexuado, con todos sus
ingredientes psicofísicos, no meramente hormonales o biológicos, de su vida. Sino que lo ser.
a lo largo de toda su biografía, construida indefectiblemente en convivencia con los otros.
Basta destacar el papel esencial y profundo que desempeña la mujer como madre y como
educadora en los primeros estadios de la vida. En ellos, el nuevo vástago humano va
recibiendo un sentido humano de sí mismo, d los otros y del mundo. Va adquiriendo mediante
las actitudes, los gestos y luego los símbolos y las palabras, sus propios roles humanos y
sexuales y a identificar los de quienes le rodean. Luego, en la iniciales etapas de la educación
escolar, profundizará la convivencia con los sexos, elaborará su propia imagen de ser sexuado
y aprenderá paulatinamente las funciones que le competen desempeñar en la sociedad y
dentro de los distintos grupos de convivencia, familiares, políticos, laborales, etc. Desde hace
mucho se discute la conveniencia o no de la llamada por algunos “coeducación” o de la
oportunidad de la educación sexual, precisamente en gracia de una mejor convivencia de los
sexos y de una más plena formación humana.
Pero el hombre no sólo es ser sexuado como agente, también es autor biográfico e histórico de
su existencia. Por su condición de esencia abierta, cada ser humano tiene que proyectar los
modos de estar y obrar en la realidad. La apertura a la realidad es, unitariamente intelectiva,
volitiva y sentimental. La esencia del acto voluntario radica en el amor. Desde el primer
momento en que el hombre se abre a la realidad, lo hace intelectiva y amorosamente.
El animal de realidades es el único animal erótico por esto más que educación sexual, de
educación erótica, de educación sentimental; se ve claramente que en el amor sexual, se opta
y se requiere la realidad personal del otro sexuado. Todas las ayudas pedagógicas encaminadas
al incremento de la autoposesión y el autodominio adquieren en la órbita sexual hondo
sentido para potenciar planos de mayor humanidad y de donación amorosa. Nuestras
decisiones y proyectos no nuestros impulsos solamente. También lo están por los usos, normas
y valores de una sociedad y cultura.
Pensemos en la estructura de los grupos familiares, en los roles profesionales y sociales, en las
usanzas indumentarias. Es incuestionable que nuestra manera de ser hombres o mujeres, de
realizar nuestra actividad sexual, de educar diferencialmente a los sexos, se halla inscrita en la
cultura e historia. Para la muestra sólo pensemos en nuestra propia época.
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que por tanto no puede ser enajenado ni entregado interesadamente a otro. Solo puede ser
libre y amoroso donado, ya que en el acto sexual o en la vida célibe. Nunca mercantilizado.
Una auténtica educación sexual o erótica debe tomar al hombre y su actividad en su unidad de
agente, autor y actor, de su realización personal sexuada. Se desvirtúa por naturaleza si la
convertimos en simple enseñanza dela estructura y dinamismo de la genitalidad, en la que el
hombre queda reducido a mero agente de actividad sexual. Se esterilizará la educación que
sólo mira al hombre como autor de su sexualidad pues caería en el idealismo propiciador de
una falsa disciplina de la voluntad, ajena a los reclamos del impulso y de toda carga biológica y
genética.
Sería irreal una educación sexual que atendiera solo a la sexualidad que mira el hombre como
actor. Se caería en el escepticismo que reduce toda moral sexual a moda o capricho aceptable
o relegable al ritmo de conveniencias personales o grupales. Tal vez calamidades como el sida
están para recordarnos que nuestra libertad no es completa.
Realidad y praxis vuelven a ocupar hoy el centro de la más viva y prometedora controversia
pedagógica. Al parecer no estamos lejos de los postulados de un idealismo; pero es necesario
denunciar los yerros de una pedagogía, por desgracia vigente, que hace del aprendizaje mera
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recepción pasiva y rutinaria de un supuesto conocimiento ya definitivo sobre la realidad
estática e inmodificable, al estilo de la educación bancaria criticada y superada en el
pensamiento y obra de Freire y sus seguidores.
Hacia una pedagogía de la inteligencia Una creciente bibliografía sobre la inteligencia y sus
logros es apenas indicio de la insaciable curiosidad y el interés en ascenso por saber algo más
sobre la humana capacidad de conoce y entender. Hoy se reconoce que la inteligencia es el
factor más importante para el cambio y el desarrollo. Ese interés y ese reconocimiento no
pueden ser ajenos a la solicitud pedagógica, pues no sólo se trata de las hazañas cada vez más
asombrosas del entendimiento humano, plasmadas en públicos y fecundos cuerpos de saber
en expansión y complejidad incontenibles, sino que estas deslumbrantes conquistas,
potencialmente a disposición de todos, amenazan desbordar con creces el poder de
comprensión y aprendizaje normales en cualquier ser humano, máxime si se trata de niños y
jóvenes.
Los indicadores de interés de la pedagogía como lo decía Piaget el propósito central ha sido la
indagación teórica y experimental de la inteligencia. Igualmente, los estudios e investigaciones
de la psicología cognitiva y el constructivismo, hoy a la orden del día (Ausebel, Brunner, Luria,
Vigotsky, Novak), o las numerosas propuestas didácticas encaminadas a la enseñanza del
pensar (Dewey, Nickerson, Delval, Not, De Bono) “ es posible que ustedes consulten a Ausebel
Y a De Bono”.
Una revisión del anterior y nutrido caudal de estudios y propuestas, pone de presente que
abierta o soterradamente se tiende a identificar la inteligencia con el conocimiento. De lo que
se trataría en educación sería de una pedagogía del conocimiento que cubriría el esfuerzo
formativo de las capacidades intelectuales.
Nos hallamos en pedagogía ante una discutida y grave situación ante la práctica todavía
vigente en muchos centros escolares que convierte casi la totalidad del esfuerzo educativo en
simple repetición memorística de contenidos pretendidamente e inamovibles, lo que acarrea
la inevitable apatía y aburrimiento tan frecuentes en nuestras aulas.
Pedagogos y maestros orientan sus esfuerzos a superar ese lamentable estado de cosas. No
obstante, en muchas instituciones escolares se continúan imponiendo esquemas mentales y
contenidos culturales ante los cuales el estudiante no tiene más remedio que acumularlos y
contraponerlos a ideas y saberes ya logrados en su contexto familiar y en las situaciones
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cotidianas de su vida. El resultado es el divorcio entre la memoria semántica académica y la
memoria semántica experiencial. Aquella atestada de contenidos propios de una supuesta
eficaz cultura superior casi siempre científica y técnica. En la práctica lo único que viene a
servir este cúmulo de ideas es para desenvolverse con éxito ante las propias exigencias
escolares; en últimas para salir bien en tareas y evaluaciones. Por otro lado anda la memoria
semántica experiencial hecha de vivencias y saberes logrados en el hogar, en las actividades
diarias con el grupo de amigos y lo que es más frecuente hoy, transmitidas por los medios
masivos de comunicación.
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