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Sala de Casación Civil 2010-000319

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SALA DE CASACIÓN CIVIL

                                                                         Exp. Nro.  2010-000319


 
Ponencia de la Magistrada ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ.

 
En el juicio por interdicto restitutorio e indemnización de daños y

perjuicios, seguido por los ciudadanos MARCOS RAFAEL ÁVILA BELLO,

ALEJANDRO GREGORY ÁVILA BELLO, DEXI CLAUDIA BELLO GARCÍA,

RAFAEL JOSÉ ÁVILA NORIEGA y JOSÉ MANUEL BELLO GARCÍA,

representados judicialmente por el abogado Rafael Ángel Pérez Padilla, contra los

ciudadanos FRANCESCO PUGLIESE PINGETORE, MICHELE MANUEL

HERNÁNDEZ y CARMEN FIDELA MARTÍNEZ MÁRQUEZ, el primero

representado judicialmente por el abogado Gustavo Boada Chacón y los dos últimos,

sin representación judicial acreditada en autos; el Juzgado Superior Primero en lo

Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y

Adolescentes de la Circunscripción Judicial del estado Carabobo, dictó sentencia en

fecha 21 de abril de 2010, mediante la cual declaró inadmisible el interdicto

restitutorio; sin lugar el recurso de apelación ejercido por la parte demandante contra
el fallo dictado por el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y

Bancario de la misma Circunscripción Judicial, en fecha 26 de enero de 2010, que

declaró inadmisible la querella intentada; y confirmada la sentencia apelada.

                   Contra la referida sentencia de la alzada, la parte actora anunció recurso

de casación, el cual fue admitido mediante auto de fecha 12 de mayo de 2010, y

oportunamente formalizado. No hubo impugnación.

                  

                   Concluida la sustanciación del recurso, la Sala procede a dictar sentencia

bajo la ponencia de la Magistrada que con tal carácter la suscribe, en los términos

siguientes:

RECURSO POR INFRACCION DE LEY

Con fundamento en lo establecido en el ordinal 2° del artículo 313 del

Código de Procedimiento Civil, el formalizante delata la errónea interpretación del

artículo 783 del Código Civil,  bajo la siguiente argumentación:

“…De conformidad con lo establecido en el ordinal 2º del articulo 313 del


Código de Procedimiento Civil, delato por parte de la recurrida la
violación del artículo 783 del Código Civil, por errónea interpretación
acerca del contenido y alcance de esta disposición expresa de la ley,
incurriendo por ende el fallo impugnado en error de  juzgamiento.
La sentencia impugnada. En la oportunidad de dictar su fallo el tribunal a
(sic) quem indicó que el querellante debería haber demostrado su cualidad
procesal, su carácter de poseedor de la cosa con motivo de la cual se incoa
la pretensión interdictal, y que ello no estaba demostrado en los autos;
señala igualmente que, muy por el contrario se evidencia de las actas
procesales que en un juicio arrendaticio que originó el despojo al ser
declarado extinguido el tribunal de causa ordenó poner en posesión a la
demandada en esta causa y que no había prueba alguna de posesión por
parte de los querellantes.
…Omissis…
El error de interpretación alegado. De la lectura del contenido de las
actas procesales, concretamente del fallo en cuestión se evidencia que el
juzgador consideró como una necesidad procesal de admisibilidad de la
querella interdictal la comprobación de la cualidad del querellante, su
carácter de poseedor del bien sublitis.
Bajo esa concepción analiza un material procesal de otro juicio
mencionado en los autos y define que los querellantes no aparecen en esta
última causa y por lo tanto no son poseedores.
Ahora bien, cuando analiza el contenido de las normas que regulan la
primera etapa del proceso interdictal señala como un requisito de
admisibilidad, establecido en el artículo 783 del código sustantivo común,
que el querellante "...sea la persona del poseedor..." y que ésta "...cumpla
los extremos de Ley...". Tal interpretación es errónea.
Cuando el juzgador extrema la necesidad probatoria de ese requisito y lo
lleva a la comprobación total de la posesión yerra en su comprensión del
contenido y alcance de las normas. En efecto, la norma utilizada por el
juzgador prevé: "artículo 783…
…Omissis…
La recurrida estableció conforme a la aplicación de la norma antes trascrita
lo siguiente:
‘Por lo que la presente acción resulta contraria a disposición expresa
de la Ley, pues como ya se señaló el mencionado artículo 783 del
Código Civil, le otorga o reconoce el derecho de ejercer el interdicto
restitutorio por despojo es a la persona del poseedor siempre que se
cumplan los extremos de Ley; por lo que de admitirse la presente
demanda sería un dispendio de tiempo y costos para la
Administración de Justicia, lo que hace forzoso concluir que el
presente interdicto restitutorio por despojo, resulta a todas luces
INADMISIBLE, tal como se dispondrá en el dispositivo del presente
fallo...’.
En atención al contenido del artículo 783 del Código Civil la recurrida
declaró la inadmisibilidad de la demanda presentada, interpretando que la
norma cuando señala la cualidad del querellante, establece de manera
expresa un requisito de admisibilidad del interdicto, la cual puede ser
verificada por el juzgador en esta etapa procesal.
…Omissis…
Se observa que el juzgador cuando analizó las normas aplicables para
resolver, como punto básico para su admisión o negación de la pretensión
querellal, le imputó una carga probatoria a la querellante que excede de lo
que la ley realmente exige de aquél.
Normas aplicables para resolver la controversia. En este caso la norma que
tendría aplicación sería la misma que interpretó indebidamente la recurrida,
es decir, el artículo 783 del Código Civil, el cual es del siguiente tenor:
…Omissis…
Además, dicha norma debió ser concatenada con la regla adjetiva, prevista
en el artículo 699 del Código de Procedimiento Civil que prevé:
…Omissis…
…la exigencia probatoria que ha hecho recaer el juzgador sobre la
solicitante del amparo posesorio excede, ostensiblemente, esa idea tuitiva
de legislador, y convierte al proceso interdictal en una carga de difícil
concreción en los inicios del juicio. Tal error conceptual se agiganta
cuando vemos que para la protección interdictal se impone una mayor
carga al peticionario que al litigante de un juicio ordinario que se acoja a
los extremos del artículo 585 del Código de Procedimiento Civil.
Carácter determinante del error de juzgamiento en lo dispositivo del
fallo. La errónea interpretación del contenido y alcance de esa norma legal
delatada, fue determinante en el criterio que sostiene el fallo del juzgador,
por cuanto de haber leído debidamente su verdadero contenido le habría
(sic) la exacta dimensión a la norma y habría declarado la admisibilidad del
(sic) la querella y proseguido la causa, con la fijación de la caución
interdictal respectiva. La influencia que el criterio erróneo tuvo en el
juzgador se observa cuando éste señala en el contenido del fallo
impugnado:
‘En el presente caso se observa que el Juzgado  Segundo de los
Municipios Valencia ordenó restituir a la ciudadana JUANA
GUADALUPE BELLO, el inmueble que había sido objeto de
secuestro, dado que había operado la perención breve por no haberse
impulsado la citación de la entonces demandada, en el expediente
signado con el número 1329-08, contentivo del juicio de desalojo,
incoado por el ciudadano FRANCESCO PUGLIESE PINGETORE,
que sería a quien en todo caso le asistiría ejercer los derechos
derivados de la  posesión que ostentaba en su carácter de arrendataria
del inmueble objeto del presente juicio. Por lo que la presente acción
resulta contraria a disposición expresa de la Ley, pues como ya se
señaló el mencionado artículo 783 del Código Civil, le otorga o
reconoce el derecho de ejercer el interdicto restitutorio por despojo es
a la persona del poseedor y siempre que se cumplan los extremos de
Ley; por lo que de admitirse la presente demanda sería un dispendio
de tiempo y costos para la Administración de Justicia, lo que hace
forzoso concluir que el presente interdicto restitutorio por despojo,
resulta a todas luces INADMISIBLE, tal como se dispondrá en el
dispositivo del presente fallo"
...Omissis...
Por las razones antes expuestas este Juzgado Superior Primero en lo
Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección del Niño y
del Adolescente de esta Circunscripción Judicial del estado
Carabobo, en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por
autoridad de la Ley, DECLARA…’.
Obviamente, al darle ese contenido y alcance a la norma en análisis el
juzgador concluyó en la declaratoria de la inadmisibilidad de la pretensión
judicial incoada…”. (Negritas y mayúsculas del formalizante).
 
 

                   De la denuncia precedentemente transcrita, la Sala  observa que el

formalizante delata viciada la sentencia de alzada, por errónea interpretación del

artículo 783 del Código Civil, en razón de que el juzgador superior “…consideró

como una necesidad procesal de admisibilidad de la querella interdictal la

comprobación de la cualidad del querellante, su carácter de poseedor del bien

sublitis…” y en ese sentido expresó que con base en el análisis de un material

procesal de otro juicio -desalojo- mencionado en autos, el juez ad-quem determinó

que “…los querellantes no aparecen en esta última causa y por lo tanto no son

poseedores…”. De manera que, al considerar como requisitos de admisibilidad para

que proceda el interdicto, que "...el querellante sea la persona del poseedor..." y que

ésta "...cumpla los extremos de Ley...", yerra en la interpretación del contenido y

alcance de la referida norma jurídica.

 
 
En ese orden de ideas, señala el formalizante, que con tal proceder, el

juzgador de alzada impuso a la querellante una carga probatoria que excede de lo que

la ley exige en estos casos.  

 
 
Para decidir, la Sala observa:

El error de interpretación de una disposición legal, se produce cuando el

juez, en su labor sentenciadora, yerra al determinar el contenido y alcance de la norma


jurídica que ha elegido acertadamente para solucionar el conflicto surgido entre las

partes, bien sea en la hipótesis abstractamente prevista en la norma, o en la

determinación de sus consecuencias jurídicas, es decir, "…cuando no le da a la norma

su verdadero sentido, haciendo derivar de ella consecuencias que no concuerdan con

su contenido…". (Vid. sentencia 266, de fecha 7 de julio de 2010, caso: Rafael

Antonio Urdaneta Purselley contra Andina, C.A. y otras, que reitera la decisión de

fecha18 de mayo de 2009, caso: Manuel Vicente Navas Pietri contra Renacer C.A.,

Exp. Nro. 2009 -000012.).

 
Conforme a la doctrina reiterada y pacífica de este Alto Tribunal antes

referida, la Sala aprecia, que el vicio de errónea interpretación de la ley, supone que el

juez, aún cuando reconoce acertadamente la norma que aplica, yerra interpretándola

en cuanto a su alcance general y abstracto, desvirtuando su verdadero sentido, cuya

consecuencia produce una discrepancia entre lo que ella regula y el hecho que se

discute. 

Por otra parte, considerando que el vicio denunciado versa sobre el artículo

783 del Código Civil señalado por el formalizante como infringido, esta Sala estima

oportuno hacer al respecto los siguientes razonamientos:

Dispone el artículo 783 del Código Civil, que “Quien haya sido despojado

de la posesión, cualquiera que ella sea, de una cosa mueble o inmueble, puede,
dentro del año del despojo, pedir contra el autor de él, aunque fuere el propietario,

que se le restituya en la posesión.”.

                   De acuerdo con lo establecido en la norma anteriormente transcrita, esta

Sala, mediante sentencia Nº 947, de fecha 24 de agosto de 2004, caso: Carmen Solaida

Peña Aguilar y otros contra María Elisa Hidalgo, dispuso lo siguiente:

 
“…los presupuestos de admisibilidad de la querella interdictal restitutoria
son cuatro: 1) Ser poseedor de la cosa mueble o inmueble; 2) Que haya
ocurrido el despojo en el ejercicio de ese derecho; 3) Que el querellante
interponga la querella dentro del año en que ha ocurrido el despojo; y, 4)
Que presente al juez las pruebas que demuestren in limine litis la
ocurrencia del despojo, aun cuando la acción fuera intentada contra el
propietario de la cosa.
En sentencia de vieja data pero aplicable al caso que se estudia, la Sala
estableció que “...en los interdictos de restitución, no interesa probar la
legitimidad de la posesión (...) sino que es necesario y suficiente para el
querellante, el haber ejercido la posesión, cualquiera que ella sea, en el
momento del despojo, y el despojo mismo...”. (Negritas de la Sala; Sent.
del 3-4-62, GF 47 p. 436).
Asimismo, en decisión más reciente la Sala estableció que “...de acuerdo
con el artículo 699 del Código de Procedimiento Civil, una vez que el
querellante haya demostrado la ocurrencia del despojo , el juez ordenará
el secuestro del inmueble objeto de la pretensión, en caso de que el actor
no estuviera dispuesto a constituir la garantía a la cual está obligado para
responder de los daños y perjuicios que pudiera causar su solicitud. El
decreto de la referida medida lo dictará el juez una que vez haya
encontrado suficiente la prueba o las pruebas promovidas a tal efecto , en
el mismo cuaderno donde se sustancia la causa principal; la decisión que
se dicte al respecto, adquiere la naturaleza de una sentencia
interlocutoria...”. (Negritas y Subrayado de la Sala). (Sent. del 1º del
diciembre de 2003, caso: Jesús Enrique Merchán c/ Inmobiliaria Correa
C.A.).
De conformidad con la doctrina anterior, el querellante debe demostrarle al
juez de primera instancia la ocurrencia del despojo, para que luego de
encontrar suficiente la prueba o las pruebas promovidas in limine litis, éste
ordene la restitución provisional de la posesión o el secuestro del
inmueble. Además, debe demostrar que en efecto tenía la posesión de la
cosa para el momento en que ocurrieron los hechos señalados en la
querella, la cual deberá interponer dentro del año siguiente de ocurrir tales
hechos.
En el presente caso, la alzada estableció que no estaban llenos los extremos
exigidos por el legislador antes citados para la admisión de la demanda,
por cuanto el querellante solo aportó el poder otorgado al abogado Marco
Román Amoretti, una serie de partidas de nacimiento, de matrimonio y de
defunción, un documento de venta de Corporación Bucaral Dos C.A. a
Eugenio Díaz y una copia simple de demanda presentado por María Elida
Hidalgo ante otro tribunal, y como el establecimiento de estos hechos no
fueron destruidos por el formalizante, la Sala debe atenerse a ellos y, en
consecuencia, considerar que no estaban cumplidos los extremos exigidos
por los artículos 783 del Código Civil y 699 del Código de Procedimiento
Civil.
Por consiguiente, es criterio de la Sala que la recurrida no erró en la
correcta interpretación de los artículos 783 del Código Civil y 699 del
Código de Procedimiento Civil.
En cuanto a la denuncia de infracción del artículo 341 del Código de
Procedimiento Civil, la norma establece que “...presentada la demanda, el
tribunal la admitirá si no es contraria al orden público, a las buenas
costumbres o a alguna disposición expresa de la ley...”.
La referida disposición obliga al juez a admitir todas las demandas
interpuestas, con las excepciones establecidas en ella, es decir, si la causa
no es contraria al orden público, a las buenas costumbres o a alguna
disposición expresa de la ley.
Sin embargo, tal regla no es aplicable al caso de autos, ya que como se
estableció precedentemente, en este tipo de procesos el querellante debe
demostrar la posesión y la ocurrencia del despojo para la iniciación del
juicio, sin lo cual la solicitud debe declararse inadmisible, como en efecto
sucedió en el presente juicio…”. (Negritas, cursivas y subrayado del texto
de la Sala).
 
 
 
De lo anterior se colige, que el citado artículo 783 del Código Civil,

establece como requisitos concurrentes de admisibilidad para la procedencia del

interdicto restitutorio: 1) la posesión, cualquiera que ella sea, de la cosa objeto de la

querella, siempre que sea posesión; la cual debe ser actual, es decir, que se la tenga

para el momento del despojo; 2) el hecho del despojo, es decir, demostrar que hubo la

privación arbitraria e ilegitima de la posesión; esta privación debe ser real y efectiva,

lo que implica que el despojador haya relevado al querellante en el goce o tenencia


de la cosa, determinándose además en forma precisa, el autor o autores del hecho, así

como las circunstancias del lugar y tiempo, este último de esencial importancia para

hacer precisable el lapso legal dentro del cual puede proponerse la querella; y 3) que

la querella sea intentada dentro del año siguiente a la ocurrencia del despojo.

 
 
                   Asimismo, en atención a los argumentos esgrimidos por el formalizante,

la Sala considera necesario precisar, desde el punto de vista jurídico, los términos

despojo y desalojo. En ese sentido conviene aclarar, que el despojo, como bien se

señaló en lo expuesto precedentemente, es la privación arbitraria e ilegitima de la

posesión de la cosa, en otras palabras, por despojo ha de entenderse, "el

apoderamiento, violento o no, que una persona hace por si sola, sin autorización de los

tribunales o del poder público, de la cosa o derecho de otra persona (Dic. Enciclopedia

España); en tanto que el desalojo, es un acto lícito ordenado y ejecutado por un

tribunal de la República, mediante el cual se hace salir del bien inmueble reclamado a

quien se encuentre ocupándolo.

 
Ahora bien, el formalizante afirma que la sentencia recurrida se encuentra

viciada por error de interpretación del artículo 783 del Código Civil, y en ese sentido

señala como argumento central de su denuncia, que la recurrida establece como

requisito de admisibilidad de la querella interdictal “…que el querellante "...sea la

persona del poseedor..." y que ésta "...cumpla los extremos de Ley ...", y que por

consiguiente, “…Cuando el juzgador extrema la necesidad probatoria de ese

requisito y lo lleva a la comprobación total de la posesión yerra en su comprensión

del contenido y alcance de las normas…”.


 
Por tanto, en palabras del formalizante, para el juez de alzada, al no

aparecer los querellantes del juicio que hoy se analiza, en la causa de desalojo

declarada perecida, estos no son los posesores.

 
 
A fin de verificar las afirmaciones sostenidas por el formalizante en cuanto

al vicio que denuncia, la Sala a continuación transcribe parte de la sentencia recurrida,

mediante la cual estableció los motivos que le condujeron  a su decisión:

 
 
“…Diferenciándose éste, vale señalar, el poseedor del detentador en que el
detentador solo ocupa de una forma material la cosa o el disfrute de un
derecho, con el absoluto conocimiento de que no le pertenece y que su
ocupación no da lugar al (sic) usucapión, o sea no da lugar a la
constitución de un derecho real, dado que el detentador no ocupa la cosa
con la intención de guardarla o de disfrutar el derecho como propios del
poseedor, de lo que se desprende marcadas diferencias entre el poseedor y
el detentador. Compartiendo esta alzada el criterio del tribunal "a-quo" al
señalar que:  ...tanto de la propia querella como de los recaudos
acompañados, se desprende que los hoy querellantes no demuestran tener
posesión natural, ni siquiera a título precario o posesión civil, vale decir,
con intención de guardar la cosa y disfrutar de un derecho como propio,
menos aún posesión legítima con ánimos de dueños, tan es así que
reconocen estar viviendo en el inmueble por más de treinta y siete (37)
años, en conformación con un grupo familiar, entre ellos, la ciudadana
JUANA GUADALUPE BELLO DE ÁVÍLA, quien fue la persona
demandada como arrendataria quien presuntamente y de acuerdo a la
demanda que fue intentada por ante el mencionado Juzgado Segundo de los
Municipios Valencia, gozaba o goza de una posesión precaria; y si bien es
cierto que para el momento del secuestro se encontraban dentro del
inmueble, tal como se desprende de las actuaciones acompañadas, no es
menos cierto que no se demuestra con ello posesión alguna... y de acuerdo
a lo que consta en el acta levantada en la medida de secuestro, procedieron
a trasladar sus bienes bajo su propia cuenta y riesgo a la casa de los
vecinos y ninguna de estas actuaciones realizadas demuestran -como ya se
señaló antes- algún tipo de posesión, bien haya sido ésta, precaria,
posesión natural o posesión civil.
En el presente caso se observa que el Juzgado Segundo de los Municipios
Valencia ordenó restituir a la ciudadana JUANA GUADALUPE BELLO,
el inmueble que había sido objeto de secuestro, dado que había operado la
perención breve por no haberse impulsado la citación de la entonces
demandada, en el expediente signado con el número 1329-08, contentivo
del juicio de desalojo, incoado por el ciudadano FRANCESCO PUGLÍESE
PINGETORE, que sería a quien en todo caso le asistiría ejercer los
derechos derivados de la posesión que ostentaba en su carácter de
arrendataria del inmueble objeto del presente juicio, (Sic) Por lo que la
presente acción resulta contraria a disposición expresa de la Ley, pues
como ya se señaló el mencionado artículo 783 del Código Civil, le
otorga o reconoce el derecho de ejercer el interdicto restitutorio por
despojo es a la persona del poseedor y siempre que se cumplan los
extremos de Ley ; por lo que de admitirse la presente demanda sería un
dispendio de tiempo y costos para la Administración de Justicia, lo que
hace forzoso concluir que el presente interdicto restitutorio por despojo,
resulta a todas luces INADMISIBLE, tal como se dispondrá en el
dispositivo del presente fallo…”. (Mayúsculas de la recurrida y negritas y
subrayado de la Sala).
 
 
 
De la anterior transcripción parcial del texto de la sentencia impugnada,

esta Sala observa que lo que la sentencia recurrida realmente expone es que: “…el

mencionado artículo 783 del Código Civil, le otorga o reconoce el derecho de ejercer

el interdicto restitutorio por despojo es a la persona del poseedor y siempre que se

cumplan los extremos de Ley; …”, es decir, que la condición de que se cumplan los

extremos que señala el juez de alzada como exigidos por la Ley, no los requiere éste

en cuanto a la posesión, como lo pretende hacer ver el formalizante al

descontextualizar las expresiones del sentenciador, sino en relación con los requisitos

que deben cumplirse para la procedencia del interdicto restitutorio, lo cual, en

acatamiento de lo dispuesto en el citado artículo, es perfectamente ajustado a derecho.

De hecho, el mismo formalizante señala en su denuncia, que el juicio que

dio lugar al “despojo” y que luego fue declarado extinguido por el tribunal, derivó de

un contrato de arrendamiento suscrito entre Juana Guadalupe Bello y Francesco


Pugliese Pingetore, es decir, que  la posesión que detenta la referida ciudadana sobre

el bien inmueble discutido, deriva de una relación contractual que le otorga el derecho

de posesión en su carácter de arrendataria, sin que exista evidencia alguna en los

autos, de que esa relación haya terminado.

En ese orden de ideas, conviene aclararle al formalizante que la  salida de

sus representados del inmueble, fue con ocasión de un acto emanado del Juzgado

Segundo de los Municipios Valencia, acto éste que no supone un despojo, como lo ha

sugerido el recurrente; y que por ser practicado en cumplimiento de una medida

preventiva ordenada por un órgano judicial como el mencionado, constituye en todo

caso un desalojo, figuras jurídicas éstas sobre las que la Ley prevé acciones muy

distintas para resolverlas.

Ahora bien, como ya fue ut supra mencionado, el fin último de la querella

interdictal es restituirle la posesión al querellante, no obstante, en el caso que nos

ocupa, la Sala observa que tal como fue acotado en el escrito de formalización, al

haberse extinguido el proceso de desalojo y con ello la medida preventiva de

secuestro que pesaba contra el bien objeto de la controversia, lo propio era retrotraer

la situación jurídica al estado en que ésta se encontraba antes de ejecutarse la misma.

Es por ello, que como fue dispuesto por la sentencia recurrida, debía restituirse la

posesión a la ciudadana Juana Guadalupe Bello, quien junto al ciudadano Francesco

Pugliese Pingetore, son quienes componen la relación procesal del referido juicio de

desalojo.

 
De allí que, no puede pretender el recurrente, que se le restituya la

posesión a quienes no formaron parte ni intervinieron como terceros en el juicio de

desalojo, causa ésta que en definitiva fue la que dio origen a los actos que hoy se

dirime. En todo caso, si los formalizantes perseguían defender un derecho sobre el

bien discutido, por sentirse afectados, han debido al menos invocarlo en calidad de

terceros en aquel juicio, a los fines de que se produjera el contradictorio que

permitiera, mediante una articulación probatoria, demostrar el hecho posesorio y

consecuencialmente, establecer a quién correspondía la titularidad de ese derecho. Y

no como ocurrió, que después de transcurrido más de un año, y luego de haberse

decretado la perención de la instancia, fue cuando, a través de la acción interdictal,

aspiran hacer valerlos esos derechos a título de poseedores.

En tal sentido, la Sala considera, que existe concordancia entre el supuesto

de hecho de la norma elegida por el sentenciador y el hecho en ella subsumido, lo que

conduce a determinar acertadamente que el juez ad-quem no erró al establecer en el

caso de autos, que al no haber evidenciado que los querellantes eran los poseedores

del bien reclamado, no se verificaba lo dispuesto en la norma jurídica delatada como

infringida, y por tanto, lo procedente era ordenar la entrega del inmueble a quien

ciertamente pertenecía el derecho de poseer, es decir, a la ciudadana Juana Guadalupe

Bello.

 
Por las razones antes expuestas, esta Sala estima, que el juez ad-quem

efectuó una correcta apreciación, interpretando el verdadero sentido y alcance del


artículo 783 del Código Civil. En consecuencia, considera que la denuncia efectuada

en su contra, resulta improcedente. Así se establece.

II

 
Al amparo de lo establecido en el ordinal 2° del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, el formalizante denuncia que la recurrida se encuentra viciada

por falta de aplicación de los artículos 509 y 699 eiusdem.

 
Como fundamento de las infracciones que el recurrente pretende poner en

evidencia en su escrito de formalización, señala lo siguiente:

 
“…Falta de aplicación de normas vigentes. De conformidad con lo
establecido en el ordina1 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento
Civil, delatamos, por parte de la recurrida, la falta de aplicación de los
artículos 509 y 699 del Código de Procedimiento Civil, incurriendo por
ende el fallo impugnado en error de juzgamiento.
Las probanzas aportadas al proceso con el libelo querellal. En la
oportunidad de presentar su pretensión posesoria mi representada
acompañó con su escrito de la querella dos pruebas fundamentales para
evidenciar la verosimilitud o probabilidad del derecho reclamado, como
consecuencia de su posesión sobre la cosa y el despojo del cual fue objeto
por los querellados, las cuales son el justificativo de testigos (folios 40 al
48) e inspecciones judiciales (folios 49 al 95).
En efecto, cuando la querellante narra la existencia de los hechos
posesorios y de desposeimiento de que es objeto se lee en el libelo de
demanda lo siguiente:
…Omissis…
Así consta en autos que con e1 libelo se aporto documentales  marcadas
“F” “G” y “H”, que tenían como objetivo demostrar la verosimilitud
invocada como requisito para la admisión de la querella interdictal de
marras.
La existencia de estos medios probatorios fue reconocida por la recurrida
cuando en su texto se refiere en diversas oportunidades a la narración de
los hechos, tal como hace a los folios 214 vuelto, 215 y 219.
La sentencia impugnada. En la oportunidad de dictar su fallo, como
consecuencia de la apelación que propusiera nuestra mandante contra el
fallo del a quo que había negado la admisión de la querella compresiva de
la cautela judicial solicitada, el tribunal a quem (sic) negó su admisión,
invocando que no había pruebas de la posesión invocada y, lógicamente,
previa al despojo.
Que tal probanza era necesaria para la procedencia de la medida, bajo el
alegato que (sic) ese es un requisito de admisibilidad de la querella
interdictal, y que en tal sentido compartía la visión del juzgador a quo,
señalando que no estaba probado el requisito ante (sic) indicado. En tal
sentido indicó el fallo confutado:
…Omissis…
Ahora bien, en los autos cursa un conjunto de medios probatorios
tendientes a demostrar tanto la verosimilitud de la pretensión, para dar
paso a la fijación de la caución, o eventualmente del secuestro de la cosa
litigiosa, tales como dos inspecciones judiciales y el justificativo de
testigos. El a quem (sic) llega a la afirmación de la negación de
admisibilidad de la querella interdictal sin analizar ninguno de estos
medios probatorios. Así de la lectura e (sic) la recurrida se observa que a
pesar de transcribir los alegatos formulados por los querellantes, en los
cuales éstos hacen mención a tales probanzas, el juez al decidir no hace
mención sobre su existencia en autos, no analiza los diversos medios
probatorios que se aportaran al proceso.
…Omissis…
Se observa de la recurrida que en su argumento señala que no existen
medios probatorios que lleven a su convicción la existencia de la posesión
en cabeza de la querellante, pero no existe el análisis de las pruebas que
hace ineluctable el artículo 509 del código procesal común concatenado
con el artículo 699 del mismo código.  Disponen los articulos en
comentario:
Ahora bien, no existe en autos el estudio y valoración de los medios
probatorios aportados por mi poderdante. Esta omisión constituye una
violación de las normas antes referidas, al habérse1e negado aplicación a
las mismas.
La falta de aplicación alegada. De la lectura del contenido de las actas
procesales, concretamente del fallo en cuestión se evidencia que el
juzgador no analizó estos medios probatorios para llegar a la conclusión
que no estaba probado un extremo del artículo 699 del código procesal
común, sino que su decisión se fundamenta en una percepción general, que
(sic) no particularizada de los medios de prueba aportados al expediente ;
de allí que se afirma que el juzgador no analizó todos y cada uno de los
medios probatorios que se incorporaron a la causa, para que de ese modo
pudiera establecer la procedencia y necesidad de la cautela judicial.
Normas aplicables para resolver la controversia. En este caso, en el cual
se ha delatado la falta de aplicación de las normas vigentes delatadas, es
aplicable, exactamente, los artículos 509 y 699 en comentario, para obligar
al juzgador al análisis y consideración de los medios probatorios que las
partes contendientes aportamos al proceso.
De modo que tendría aplicación el sistema exhaustivo de análisis y
valoración de todas las pruebas que se aporten al proceso, que el legislador
civil ha establecido en el artículo 509 del Código de Procedimiento Civil,
en cuya falta de aplicación se ha incurrido…
En nuestro caso, si el juzgador analiza las pruebas que se acompañaron al
escrito de demanda y su reforma, hubiese tenido un conjunto de elementos
de convicción que demuestran que, ciertamente, en la querellante se da la
condición (cualidad) de ser poseedora de la cosa sublittem.
Al no analizarse los medios probatorios y, (sic) por ende, ello indujo a la
negación de la cautela judicial se ha violentado el derecho a ser tutelados
efectivamente sus pretensiones judiciales y a defenderles adecuadamente.
Carácter determinante del error de juzgamiento en lo dispositivo del
fallo. La omisión del análisis probatorio fue determinante en el criterio que
sostuvo el fallo, por cuanto al no estudiar las probanzas aportadas le fue
imposible determinar que el derecho a la tutela cautelar estaba en el
patrimonio de la peticionante.
Esta conducta omisiva fue factor fundamental para que se negase la
admisión de la querella contentiva de la pretensión posesoria. Esta
importancia se observa cuando el juzgador expone:
…Omissis…
Y, finalmente, en la dispositiva del fallo se concluye:
…Omissis…
Obviamente, al abstenerse del obligatorio análisis probatorio, el juzgador
concluyó en la inexistencia de un requisito que él consideró indispensable
para la admisión de la querella, y arribó a la decisión de la declaratoria de
negación de la misma…”. (Negritas y mayúsculas del formalizante y
subrayado de la Sala).
 
 
 
Como puede observarse de la transcripción anterior, en el contexto de una

denuncia de falta de aplicación, el formalizante alega que el juzgador de alzada

infringió los artículos  509 y 699 del Código de Procedimiento Civil, al considerar que

en la decisión impugnada, no se analizó, no se particularizó, ni se hizo mención

alguna sobre los medios probatorios presentados en el juicio junto al libelo como

documentos fundamentales de la demanda, refiriéndose concretamente, a dos

inspecciones judiciales y el justificativo de testigos, marcadas “F”, “G” y “H”,

respectivamente.

 
En ese sentido señaló el formalizante, que “…a pesar de transcribir los

alegatos formulados por los querellantes, en los cuales éstos hacen mención a tales

probanzas, el juez al decidir no hace mención sobre su existencia en autos, no analiza

los diversos medios probatorios que se aportaran al proceso…”.

 
Agrega además, que  no existe “…en autos el estudio y valoración de los

medios probatorios aportados por…” sus poderdantes, razón por la cual el juez

concluye “…que no existen medios probatorios que lleven a su convicción la

existencia de la posesión en cabeza de la querellante…” y que por tanto, “…no

estaba probado un extremo del artículo 699 del código procesal común…” negando

así la cautela que ofrece la acción interdictal.

 
 
Para decidir, la Sala observa:
 
 
De la lectura que hace esta Sala sobre los argumentos que fundamentan la

presente denuncia, se observa que el formalizante, a pesar de afirmar que la recurrida

adolece del vicio de falta de aplicación de los artículos 509 y 699 del Código de

Procedimiento Civil, ofrece argumentos que ponen en evidencia que lo pretendido es

delatar el  vicio de silencio de pruebas, lo que lleva a esta Sala a determinar, que el

recurrente no observó los requisitos establecidos en el artículo 317 de Código de

Procedimiento Civil. Sin embargo, este Máximo Tribunal, extremando sus funciones,

en aplicación de lo dispuesto en los artículos 26 y 257 de la Constitución de la

República Bolivariana de Venezuela, mediante los cuales se pone de manifiesto la

garantía de un proceso sin formalismos, en el que las partes puedan ver materializada
la justicia, pasa a analizar la denuncia hecha por el recurrente en los términos

siguientes:

Con relación al vicio de silencio de pruebas, esta Sala ha establecido que

éste se configura cuando el juzgador no toma en cuenta, en absoluto, el medio

probatorio sometido a su consideración, cuando aún haciendo mención sobre el

mismo, no expresa su mérito probatorio o cuando aprecia parcialmente su contenido,

no obstante que la ley adjetiva que rige la materia, lo constriñe a ofrecer un análisis y

pronunciamiento respecto al valor probatorio que corresponda. (Vid. sentencia Nº 235

de fecha 4 de mayo de 2009, caso: Julio Germán Betancourt, contra  Virginia Portilla

y otra).

 
                   Así mismo, la Sala ha sido constante en afirmar, que el silencio de

pruebas, por constituir un error de juzgamiento, el recurso de casación que se ejerza

en ese sentido, sólo procede si la infracción es determinante en el dispositivo del fallo,

lo que en relación con este vicio tiene que ver con la importancia de la misma en la

suerte de la controversia, pues si el medio probatorio es ineficaz por alguna razón de

derecho, la denuncia deberá ser declarada improcedente. (Vid. sentencia Nº 211, de

fecha 21 de marzo de 2006, caso: Farmacia Atabán S.R.L., contra Caja de Ahorros de

los Bomberos Metropolitanos de Caracas, reiterando la decisión de fecha 12 de

noviembre de  2002, caso Víctor José Colina Arenas contra Raúl Aldemar Salas

Rodríguez, y Adriática de Seguros C.A.).

 
                                     
Con el anterior criterio de la Sala, se pone de manifiesto, que para que

prospere cualquier denuncia por error de juzgamiento, entre las que se cuentan

aquellas dirigidas a delatar el silencio de pruebas, es estrictamente necesario que se

demuestre que la infracción cometida por el juez, ha tenido influencia determinante en

el dispositivo del fallo, lo cual encuentra justificación en razón de evitar que se

produzca una casación inútil, contraria a los postulados previstos en los artículos 26 y

257 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. De manera que, al

existir una razón de derecho que determine la ineficacia de la prueba, impide su

examen, y en consecuencia, no puede tener influencia en la suerte de la controversia.

Pues, un nuevo análisis de la misma no variaría su calidad de ineficaz.

 
 
Vinculado al tema que se analiza y considerando que el vicio denunciado

versa sobre los artículos 509 y 699 del Código de Procedimiento Civil, señalados por

el formalizante como infringidos, esta Sala, estima oportuno hacer al respecto los

siguientes razonamientos:

El artículo 509 del Código de Procedimiento Civil, establece que “Los

jueces deben analizar y juzgar todas cuantas pruebas se hayan producido, aún

aquellas que  a su juicio no fueren idóneas para ofrecer algún elemento de

convicción, expresándose siempre cual sea el criterio del juez respecto de ellas.”.

 
 
Respecto a la citada norma jurídica, la Sala en decisión Nº 007, de fecha 16

de enero de 2009, en el juicio incoado por César Palenzona Boccardo, contra María
Alejandra Palenzona Olavarría, reiterando la decisión de fecha 5 de abril de 2001,

caso: Eudocia Rojas contra Pacca Cumanacoa, estableció lo siguiente:

“‘...el artículo 509 del Código de Procedimiento Civil, constituye una


obligación para el jurisdicente necesaria para establecer su criterio
valorativo de las pruebas incorporadas en el expediente con relación a
los hechos. Esta es una de las modalidades previstas en el artículo 320 del
Código de procedimiento Civil, que permite a la Sala examinar las actas
procesales y extenderse al establecimiento y apreciación de los hechos y de
las pruebas…’”. (Negritas de la Sala).
 
 

De acuerdo con la normativa legal citada y el criterio jurisprudencial

previamente transcritos, se observa que tales razonamientos se encuentran

estrechamente relacionados con el principio de exhaustividad, según el cual, juez tiene

la obligación de examinar todas las pruebas incorporadas a los autos, y expresar su

criterio y valoración al respecto; de lo contrario, acarrea la nulidad de la sentencia

recurrida, siempre que el vicio haya sido determinante en el dispositivo del fallo.

                  Asimismo, señala el artículo 699 del Código de Procedimiento Civil, lo

siguiente:

 
“En el caso del artículo 783 del Código Civil el interesado demostrará al juez la
ocurrencia del despojo, y encontrando éste suficiente la prueba o pruebas
promovidas, exigirá al querellante la constitución de una garantía cuyo monto
fijará, para responder de los daños y perjuicios que pueda causar su solicitud en
caso de ser declarada sin lugar, y decretará la restitución de la posesión,
dictando y practicando todas las medidas y diligencias que aseguren el
cumplimiento de su decreto, utilizando la fuerza pública si ello           fuere
necesario. El juez será subsidiariamente responsable de la insuficiencia de la
garantía.
Si el querellante manifestare no estar dispuesto a constituir la garantía, el juez
solamente decretará el secuestro de la cosa o derecho objeto de la posesión, si a
su juicio, de las pruebas presentadas se establece una presunción grave en favor
del querellante. Los gastos del depósito serán cuenta de la parte que en
definitiva resultare condenada en costas.”.
 
 
 
Conforme a lo dispuesto en la norma jurídica previamente transcrita, es

uno de los requisitos para la procedencia del decreto interdictal, que el querellado

demuestre que hubo despojo, entendido éste, como ya fue advertido por la Sala en la

denuncia anterior, como un acto arbitrario, a través del cual una persona priva del

derecho de posesión de un bien a otra, sin que haya de por medio la instrucción de un

tribunal.

                   A propósito de lo expuesto, la Sala, ha establecido que el querellante debe

demostrarle al juez de primera instancia la ocurrencia del despojo, para que luego de

encontrar suficiente la prueba o las pruebas promovidas in limine litis, éste ordene la

restitución provisional de la posesión o el secuestro del inmueble. Además, debe

demostrar que en efecto tenía la posesión de la cosa para el momento en que

ocurrieron los hechos señalados en la querella, la cual deberá interponer dentro del año

siguiente de ocurrir tales hechos. (Vid. sentencia Nº 947, de fecha 24 de agosto de 2004,

caso: Carmen Solaida Peña Aguilar, Richard Reinaldo, Railyn Raquel y Roselin Rebeca

Bermúdez Peña contra María Elisa Hidalgo).

 
Realizadas las anteriores consideraciones, la Sala observa que en el

presente caso el formalizante alega que el juez de alzada infringió los artículos 509 y

699 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto no mencionó ni realizó análisis

alguno respecto de dos inspecciones judiciales y un justificativo de testigos,

presentados en el juicio como documentos fundamentales de la demanda,  marcadas

“F”, “G” y “H”.


 
En ese sentido afirma igualmente el recurrente, que no existe en autos

estudio ni valoración de los mencionados instrumentos aportados por los querellantes,

lo que en su criterio, lleva a la recurrida a establecer que no existen medios

probatorios que prueben la posesión del querellante sobre el bien reclamado, y que por

consiguiente, no se cumple uno de los extremos exigidos en el artículo 699 del

referido Código Adjetivo, razón por la cual niega la medida interdictal.

 
 
 
Ahora bien, luego de un detenido y exhaustivo análisis efectuado por la

Sala a la sentencia recurrida,  se ha verificado que, tal como lo delató el formalizante,

el juez de alzada no realizó análisis alguno respecto de los documentos presentados en

primera instancia como documentos fundamentales de la acción interdictal.

 
 
No obstante, la Sala considera necesario advertir, que en el caso de autos,

no buscaba el juez superior que se le probase la existencia del requisito de la posesión,

a los efectos de demostrar que se encontraban cumplidos los extremos del artículo 699

del Código de Procedimiento Civil, ya que este requisito, en todo caso es exigible

cuando el supuesto de hecho sometido al conocimiento judicial lo constituye un

despojo.

 
 
Por el contrario, habida cuenta que fue un tribunal de la República que

ordenó y ejecutó el acto que dio lugar a que los querellantes dejaran de ocupar el bien
inmueble discutido, como consecuencia de un decreto medida preventiva, es evidente

para la Sala que los ciudadanos Marcos Rafael Ávila Bello, Alejandro Gregory Ávila

Bello, Dexi Claudia Bello García, Rafael José Ávila Noriega y José Manuel Bello

García, fueron objeto de un desalojo; no de un despojo como lo pretende hacer ver el

formalizante, por tanto, no puede éste considerar que sus representados resultaron

despojados del bien inmueble.

 
Aunado a lo anterior es conveniente acotar, que según se desprende de

autos, la ciudadana Juana Guadalupe Bello, fue la persona demandada como

arrendataria por ante el Juzgado Segundo de los Municipios Valencia, quien de

acuerdo a lo expresado en la sentencia recurrida, “…gozaba o goza de una posesión

precaria…”. Lo que significa que quien ostentaba la posesión del bien inmueble para

el momento del decreto y ejecución de la medida de desalojo, era la referida

ciudadana, de modo que, al haberse extinguido el proceso de desalojo, y haber cesado

los efectos de dicha medida, había que retornar el derecho a quien le había sido suspendido,

es decir, a la ciudadana Juana Guadalupe Bello.

 
Precisamente es por ello, que ninguno de los medios probatorios sobre los

cuales los ciudadanos Marcos Rafael Ávila Bello, Alejandro Gregory Ávila Bello,

Dexi Claudia Bello García, Rafael José Ávila Noriega y José Manuel Bello García

denuncian haber sido silenciados por la recurrida, determinan que eran ellos los

demandados en el juicio de desalojo, así como tampoco prueban que ellos tenían el

derecho de posesión sobre el inmueble.


 
De modo que, la Sala considera que aun cuando el fallo recurrido se

encontrase incurso en el vicio de silencio de prueba conforme a las razones planteadas

por el formalizante, es decir, aún cuando el juez de alzada no hubiese mencionado ni

analizado los supra referidos instrumentos probatorios compuestos por dos

inspecciones judiciales y un justificativo de testigos, los mismos no evidencian que

los querellantes de la acción interdictal poseían el bien objeto de la pretensión antes,

durante ni luego de dictarse la medida de secuestro en el juicio de desalojo.

 
De allí que, las pruebas presuntamente silenciadas no son determinante para el

dispositivo del fallo, pues aun cuando se hiciera de ellas un nuevo análisis o se les diera

valoración como lo solicita el formalizante, ellas en si mismas no desvirtuarían la

declaratoria de inadmisibilidad dictada por el juez ad-quem, porque no demuestran que los

querellantes hayan sido titulares del derecho de posesión, en ninguna de sus clases, derecho

éste, que en todo caso no fue requerido por el sentenciador de alzada para comprobar que

hubo un despojo sino para determinar a quién debía retornar el inmueble.

 
 
                Por tanto, esta Sala estima que en modo alguno se encuentra satisfecho el

requisito previsto en la parte in fine del artículo 313 del Código de Procedimiento

Civil, ni es cónsono con lo expresado en la jurisprudencia que ratifica su contenido,

que prevé que los vicios y demás infracciones detectadas deben ser trascendentales en

la suerte de la controversia, a los fines de que pueda prosperar la respectiva denuncia,

circunstancia ésta que no quedó demostrada.

 
 
 
En tal sentido, la Sala considera que la presente denuncia  no puede

prosperar por no ser ella determinante en el dispositivo del fallo. Así se establece.

 
 
 
DECISIÓN

 
 
                   En mérito de las precedentes consideraciones, el Tribunal Supremo de

Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, en Sala de Casación Civil,

administrando justicia, en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara

SIN LUGAR el recurso de casación formalizado contra el fallo dictado por el Juzgado

Superior Primero en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de

Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del estado Carabobo, en

fecha 21 de abril de 2010.

 
 
Por haber resultado infructuoso el recurso de casación formalizado, se

condena a la parte recurrente al pago de las costas.

 
                   Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Juzgado Tercero de Primera

Instancia en lo Civil, Mercantil y Bancario de la Circunscripción Judicial del estado

Carabobo. Particípese de esta remisión al juzgado superior de origen ya indicado, de

conformidad con el artículo 326 del Código de Procedimiento Civil.

 
Dada, firmada  y sellada en  la  Sala  de  Despacho  de  la  Sala de

Casación  Civil  del Tribunal  Supremo  de  Justicia,  en   Caracas,  a  los quince (15)

días del mes de noviembre de  dos mil diez. Años: 200º de la Independencia y 151º de

la Federación.

Presidenta de la Sala,
 
 
 
__________________________
YRIS PEÑA ESPINOZA
Vicepresidenta-ponente,
 
 
 
_____________________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
Magistrado,
 
 
______________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Magistrado,
 
 
__________________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
Magistrado,
 
 
____________________________________
LUÍS ANTONIO ORTIZ HERNÁNDEZ
Secretario,
 
 
________________________________
CARLOS WILFREDO FUENTES

Exp. Nro. AA20-C-2010-000319


Nota: Publicado en su fecha a las
 
Secretario,
 
 
 
El Magistrado Antonio Ramírez Jiménez, aún cuando considera correcta la

solución adoptada, consigna el presente “voto concurrente”  al contenido de la presente

decisión, con base a las siguientes consideraciones:

                   Quien suscribe, comparte lo decidido por la mayoría en la presente decisión; sin

embargo, no comparte la solución   dada al trámite para el análisis del silencio de prueba.

                   En efecto la Constitución vigente y el Código adjetivo civil exige que la justicia

sea completa y exhaustiva, pero no se lograría dicho fin si se omite algún elemento

clarificador del proceso. Esa es la interpretación que se le debe de dar al artículo 509 del

Código de Procedimiento Civil, al señalar que los Jueces deben analizar todas las pruebas

producidas en el expediente y emitir su opinión, así sea en forma breve y concreta.

                   Por ello, el silencio de prueba debe mantenerse como un vicio denunciable en el

ámbito de un recurso por defecto de actividad, en un todo de conformidad con el ordinal 1º

del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil.

                  

                   Queda así expresado el voto concurrente del Magistrado que suscribe.

                   En Caracas, fecha ut-supra.

Presidenta de la Sala,
 
 
_________________________
YRIS  PEÑA ESPINOZA
Vicepresidenta, 
 
 
 _____________________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
 
                                                         Magistrado,
 
 
 ______________________________
 ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Magistrado,
 
 
__________________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
Magistrado, 
 
 
___________________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
 
 
Secretario,
 
  
________________________________
                         CARLOS WILFREDO FUENTES
 
 
Exp. Nro. AA20-C-2010-000319
 
 
Secretario,
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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