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Sobre Los Presbíteros

Este documento resume los principales puntos sobre el sacerdocio ministerial según el decreto Presbyterorum Ordinis del Concilio Vaticano II. En particular, destaca que el sacerdote es llamado por Dios para ser consagrado y enviado a servir al pueblo de Dios, siguiendo el ejemplo de Cristo. El sacerdote representa a Cristo al ofrecer sacrificios y perdonar pecados. Además, el documento enfatiza que los sacerdotes deben vivir entre la gente como pastores que conocen y sirven a sus ovejas.
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Sobre Los Presbíteros

Este documento resume los principales puntos sobre el sacerdocio ministerial según el decreto Presbyterorum Ordinis del Concilio Vaticano II. En particular, destaca que el sacerdote es llamado por Dios para ser consagrado y enviado a servir al pueblo de Dios, siguiendo el ejemplo de Cristo. El sacerdote representa a Cristo al ofrecer sacrificios y perdonar pecados. Además, el documento enfatiza que los sacerdotes deben vivir entre la gente como pastores que conocen y sirven a sus ovejas.
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SEMINARIO MAYOR NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

CURSO DE ECLESIOLOGÍA
Presentado a: Pbro. CARLOS PORTELA
Presentado por: JESÚS IVÁN GARCÍA MONSALVE
II AÑO DE LA ETAPA CONFIGURADORA

LOS PADRECITOS TAMBIÉN CUENTAN

La raíz del perfil del sacerdote en el Decreto Presbyterorum Ordinis, debe hallarse en las
perspectivas teológicas abiertas por la Lumen Gentium. Este documento muestra que el
misterio de la Iglesia y en particular, hablando del sacerdocio, se enmarcan en la
participación en la consagración y misión de Cristo, Cabeza y Pastor.
Al ubicar el sacerdocio ministerial y sus funciones en el contenido de la misión de Cristo y
de la Iglesia, se obtiene una visión dinámica del mismo. De hecho, el Decreto
Presbyterorum Ordinis desarrolla un plan trinitario y cristocéntrico en el que la Iglesia se
contempla a la luz del sacerdocio de Cristo, o a la luz de su consagración-misión sacerdotal.
La consagración y misión son las dos nociones en que se basa y dan apoyo a toda la
enseñanza posterior del Decreto sobre los sacerdotes. A estos hay que agregar el concepto,
vocación, que precede a los otros dos y en la que tienen su fundamento.
El sacerdote es un miembro del Pueblo de Dios, escogidos de entre los otros miembros con
un llamado singular (vocación), con el fin de ser consagrado por un sacramento propio
(consagración) y enviado (misión) para realizar unas funciones específicas al servicio del
pueblo de Dios y de toda la humanidad. Estas son, sin duda, en su unidad e inseparabilidad,
las características fundamentales de la imagen del sacerdote presentado por el Decreto
Presbyterorum Ordinis. Quien lo elige es también el mismo que lo consagra y lo envía, es
decir, Cristo mismo, por medio de los apóstoles y sus sucesores.
Mas el mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo, en que "no
todos los miembros tienen la misma función" (Rom., 12, 4), entre ellos constituyó a
algunos ministros que, ostentando la potestad sagrada en la sociedad de los fieles,
tuvieran el poder sagrado del Orden, para ofrecer el sacrificio y perdonar los
pecados, y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en
favor de los hombres. (PO 2)

Al hacer énfasis en la constitución del presbiterado, el concilio resalta que la vocación


proviene de Cristo. El presbítero no es, por tanto, un delegado de la comunidad ante Dios,
ni un empleado de Dios ante el pueblo. Es un hombre elegido por Dios de entre los
hombres, a fin de realizar el misterio de la salvación en el nombre de Cristo.
El presbítero es también un hombre consagrado. La imagen del sacerdote es la de un
hombre configurado esencialmente con Cristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia, con el fin de
realizar una misión específica. Presbyterorum Ordinis, subrayó la especial consagración
sacramental de los sacerdotes:
Así, pues, enviados los apóstoles, como Él había sido enviado por el Padre, Cristo
hizo partícipes de su consagración y de su misión, por medio de los mismos
apóstoles, a los sucesores de éstos, los obispos, cuya función ministerial fue
confiada a los presbíteros, en grado subordinado, con el fin de que, constituidos en
el Orden del presbiterado, fueran cooperadores del Orden episcopal, para el puntual
cumplimiento de la misión apostólica que Cristo les confió (PO 2).

Los ministros ordenados son portadores de un carisma (consagración-misión) que inicia en


el envío del Hijo por el Padre, se transmite a los apóstoles, y les confiere la autoridad
necesaria para llevar a la comunidad. El ministerio ordenado se funda sobre el fundamento
de los apóstoles, para la edificación de la Iglesia (Efesios 2,20, Apocalipsis 21,14) y para la
vida del mundo.
Finalmente, el sacerdocio presbiteral fue instituido para edificar y para dar vitalidad a la
Iglesia, en la cual y para la cual existe. Esta relación entre el presbítero y la Iglesia se
asienta en la misma relación que el sacerdote tiene con Cristo, de manera que la
representación sacramental de Cristo es la que sirve de base e inspiración para la relación
del sacerdote con la Iglesia:
Los presbíteros, tomados de entre los hombres y constituidos en favor de los
mismos en las cosas que miran a Dios para ofrecer ofrendas y sacrificios por los
pecados, moran con los demás hombres como con hermanos. Así también el Señor
Jesús, Hijo de Dios, hombre enviado a los hombres por el Padre, vivió entre
nosotros y quiso asemejarse en todo a sus hermanos, fuera del pecado (PO 3).

También, el concilio vaticano II quiso recordar y reafirmar la dimensión cultual o ritual de


los presbíteros, pero al mismo tiempo quiso subrayar la dimensión misionera del
sacerdocio, no como dos momentos distintos, sino como dos aspectos paralelos de la misma
exigencia de la evangelización. El culto reservado al Padre, y el anuncio del Evangelio a los
hombres, sus hermanos, forman una única realidad de la salvación. A partir de la necesaria
existencia sacerdotal de Cristo, el Decreto habla con fuerza de la necesaria presencia
evangelizadora de los sacerdotes entre los hombres.
Este aspecto de la misión lo termina subrayando muy fuertemente el Decreto
Presbyterorum Ordinis con estas palabras:
Los presbíteros del Nuevo Testamento, por su vocación y por su ordenación, son
segregados en cierta manera en el seno del pueblo de Dios, no de forma que se
separen de él, ni de hombre alguno, sino a fin de que se consagren totalmente a la
obra para la que el Señor los llama. No podrían ser ministros de Cristo si no fueran
testigos y dispensadores de otra vida distinta de la terrena, pero tampoco podrían
servir a los hombres, si permanecieran extraños a su vida y a su condición. Su
mismo ministerio les exige de una forma especial que no se conformen a este
mundo; pero, al mismo tiempo, requiere que vivan en este mundo entre los
hombres, y, como buenos pastores, conozcan a sus ovejas, y busquen incluso atraer
a las que no pertenecen todavía a este redil, para que también ellas oigan la voz de
Cristo y se forme un solo rebaño y un solo Pastor (PO).

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