Articulo de Revision Uniclaretiana

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PORTAFOLIO.

PORTAFOLIO (ACTIVIDAD 3: ANTECEDENTES - ARTÍCULO DE


REVISIÓN.)

ASIGNATURA.

PROYECTO DE INVESTIGACION I.

PRESENTADO.

ADRIANA RIVADENEIRA CORDOBA C.C 27.080.789


JOHN WILDER OSORIO BERNAL C.C 18.506.172

DOCENTE

LORENA ZAPATA PIEDRAHITA.

FUNDACION UNIVERSIDAD CLARETIANA


MARZO-2020
REVISION BIBLIOGRAFICA ANTEPROYECTO

El Conflicto Armado en Colombia.

En Colombia ha existido conflicto armado por más de 50 años, la confrontación


armada entre guerrillas, estado y grupos paramilitares, la cifra de víctimas fue bastante alta
entre desplazados forzados, desapariciones, secuestros y homicidios, la guerra y baño de
sangre en el territorio Colombiano, hizo su trayecto desde el Magdalena Medio hasta el
Pacifico, al hacer un recorrido histórico, se describen algunos referentes bibliográficos del
conflicto armado en Colombia y como esto incide en los inicios de la violencia, que revelan
la vulneración de los derechos humanos en Colombia que permiten reflexionar acerca de la
manera de contribuir a la paz en medio del conflicto.

Reseña histórica del conflicto armado en Colombia.

El conflicto armado en Colombia, el cual data desde la época de la conquista donde


insurgentes y patriotas se enfrentaban por la colonización de territorios, y es en
1810, donde se presenta el conflicto más relevante con “el grito de independencia”,
donde varios próceres armaron su ejército e hicieron frente al ejercito del rey, hasta
el 7 de agosto de 1819, en la conocida “Batalla de Boyacá”. Y donde se gana por
completo la independencia. (Tirado, 1989). (1)

En este contexto se puede decir que Colombia ganó con una guerra de guerrillas
pues era la manera más eficaz de oponerse al oprobio vivido. Sin embargo, para algunos
historiadores “el acontecimiento que dio inicio al período de la violencia en Colombia, fue
el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán el 9 de Abril de 1948” (Tirado, 1989,p.46), (2) para
otros autores, el inicio de los conflictos violentos, se remonta a la época de la colonia, en el
siglo XVIII, en donde se vivieron confrontaciones violentas entre nativos y españoles que
usufructuaban el territorio, generando violación de derechos y la represión colonial por
parte de los españoles.
A raíz de esa ola de violencia que se vivió después del 9 de abril, el estado pierde
credibilidad y legitimidad, pues el caos fue total y llevo a una destrucción de orden legal, lo
cual repercute en una ausencia del estado en ciertas partes del país, resquebrajando aún más
la crisis. Según Molano, (1999): “Esto conllevaría a la conformación de grupos armados
que para ese entonces se los denominaría “Chusmeros”, con el trascurrir del tiempo y por el
trasegar internacional de eventos similares estos se denominaron “Guerrilla”, con el aval de
un pensamiento socialista. (p.89). (3)

Al aparecer la guerrilla en Colombia el conflicto crece hasta desbordar las leyes del
estado y aparecen dos grandes problemas más que son el narcotráfico y los grupo
paramilitares, los primeros se presentan por la ausencia de estado y los segundos por el
poco control que tiene el estado con la guerrilla, esta guerra ha durado por más de 50 años
la cual ha cobrado miles de vidas y ha hecho corrupto a los gobernantes, pues vieron en
ésta la posibilidad de hacer negocio y no han querido terminarla.

En el momento (2018), existen aún dos grupos guerrilleros (EPL Y ELN), se supone
que el proceso de desmovilización de los grupos paramilitares (AUC), llevados a
cabo en el gobierno del presidente Uribe y la firma del Acuerdo Final de Paz entre
el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC, el 26 de septiembre de 2016,
dio inicio a la tan anhelada paz. Pero la realidad es otra, los disidentes de las AUC,
ahora son llamadas BACRIM (Bandas criminales) y los disidentes de las FARC, son
reclutadas en las otras guerrillas. (Gaitán, 1995). (4)

Los autores que ilustran los inicios de la violencia, revelan que se pasa de un
conflicto armado interno independentista y de guerras civiles, a actividades capitalistas en
torno al dinero; las condiciones precarias del trabajo de obreros y campesinos y la poca
remuneración por la explotación, los llevaba a sobrevivir en la miseria. Según Gaitán
(1995); “Esta situación se convierte en una fuente de insatisfacción personal y grupal dando
como resultado la violencia” (p.65). (5)

Esta combinación de actores en el conflicto Colombiano, ha sido una


variable influyente en la existencia de miles de muertes en las últimas décadas, tanto
entre los involucrados directamente como quienes son inocentes del mismo. En la
década de los 70, la producción de drogas ilícitas y su exportación, implicó nuevas
tendencias económicas para clases medias y bajas que estaban imposibilitadas por
diversas razones, para encontrar alternativas de sustento económico, alrededor del
cual surgieron bandas delincuenciales que iniciaron enfrentamientos y batallas para
conservar espacios y rutas para el negocio del narcotráfico. (Tirado, 1989). (6)

Ahora bien, la disputa por la tenencia de la tierra rica en recurso naturales, la


explotación de la minería y el comercio de drogas ilícitas, son temas recurrentes desde la
época colonial y hoy día siguen siendo motivos de lucha entre clases, entre los grupos
armados y son tema de discusión permanente en los procesos de construcción de la política
pública y en los programas, proyectos y procesos que buscan la paz en medio del conflicto
que sigue presente.

Para Álvarez, (1988):

No es posible alcanzar la paz si la pobreza y la injusticia siguen presentes, las cuales


son consideradas por algunos analistas como las variables explicativas causales de
la violencia. Esta última premisa se demuestra en los casos de colombianos y
colombianas que han sido víctimas directas o indirectas del conflicto armado que
luchan diariamente por la supervivencia, por socializar, criar y educar a los más
pequeños en medio de la violencia (p.78). (7)

Reseña histórica del conflicto armado en Nariño y Risaralda.

El conflicto tiene sus inicios en Nariño desde la época de la independencia donde


los Nariñenses y en especial los pastusos estaban en contra de la misma, pues la corona no
había abusado de su poder con los pobladores de la zona, sin embargo, eran una obstáculo
para el “libertador”

Según el historiador Sañudo (1949).manifestó lo siguiente:

“Los pastusos deber ser aniquilados, y sus mujeres e hijos transportados a otra parte
dando aquel país a una colonia militar. De otro modo Colombia se acordará de los
pastusos cuando haya el menor alboroto o embarazo, aun cuando sea de aquí a cien
años, porque jamás se olvidarán de los estragos, aunque demasiado merecidos”,
(p.144). (8)
Es importante considerar el relato del historiador Ortiz (1892), quien encuentra que:

La violencia se prolongó por mucho tiempo trayendo consecuencias a lo largo de la


historia., perpetuando al mando de bolívar y sucre masacres sanguinarias asesinando
hombres, mujeres y niños. Así mismo el saqueo y la destrucción indiscriminada de
propiedades y el fusilamiento de los prisioneros de guerra. Sin embargo cabe el
hecho de que irónicamente estaba en vigencia el Tratado de Regulación de la Guerra
firmado por el propio Simón Bolívar el 25 de noviembre de 1820 donde se
especificaba que los pueblos que fueran ocupados por las tropas militares serían
bien tratados y respetados. Este suceso hizo que la historia estigmatice al habitante
de la ciudad como una persona rebelde e inconforme con su desarrollo. (9)

Por otro lado los sucesos del 9 de abril de 1948, ocasionó que el estado, relegara
esta parte del país, la cual con el tiempo se convertiría en refugio, de guerrilla y
paramilitares, sobre todo en la zona norte y la zona costera, puesto que los grupos dejaron
de ser para lo que fueron conformados y se convirtieron en grupos narcotraficantes que
dominan este negocio desde la producción y hasta la comercialización y como el
departamento no era visto por el estado, fue tal el desarrollo de estos grupos que llegaron a
perpetuar el casco urbano de algunos municipios, es así como ahora observamos día tras
días noticias violentas del departamento de Nariño.

En la década de los 70, la guerrilla de las FARC que se había creado pocos años
atrás (1964) estaba centrada en su evolución, consolidación y desarrollo en Huila, Meta y
Caquetá y en esos años hizo una escasa presencia en Nariño. En la década de los 80 hizo
sus primeras avanzadas en Nariño en un ambiente regional propicio para sus intereses. En
esa época, otros proyectos político-militares de origen urbano, campesino e indígena se
abrían espacio en la región latinoamericana. Ya se hablaba de Alfaro Vive Carajo
(Ecuador) y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (Perú), mientras que en
Colombia empezaban el Quintín Lame y el Movimiento 19 de Abril, que había logrado
simpatías en Ecuador y en el sur del país. Incluso, las autoridades de entonces temían que
se diera una alianza de las guerrillas de los tres países. Con ese panorama, las FARC
entraron a Nariño en los 80 con el frente 8 adscrito al bloque occidental que desde los 70
estaba en el Cauca. Pasó la frontera con Cauca e ingresó por la cordillera occidental hasta
llegar al norte nariñense, en especial a El Rosario, Leiva, Cumbitara y Policarpa, en donde
crearon el frente 29. Este frente empezó a operar en el sur, occidente y costa pacífica
nariñense y fue el encargado de tomar fuerza en la región desde el punto de vista militar y
político.

Posteriormente, otros frentes fueron llegando cuando el departamento se convirtió


en escenario del conflicto armado. Fue a partir de los 90 que se da la expansión de las
FARC, que incrementan sus acciones armadas y la confrontación con la fuerza pública y se
intensifica el conflicto armado en el departamento, a partir del bloque sur y sus diferentes
frentes (2, 13, 32, 48), y del suroccidental (frentes 8 y 29), que tenían presencia en los
municipios de Leiva, La Llanada, Sotomayor, Policarpa, Cumbitará, Barbacoas, el Valle
del río Guáitara y El Rosario, Mallama, Olaya Herrera, Ricaurte, Samaniego, Sandoná,
Tumaco, Mercaderes, Unión, Buesaco, San Pablo y La Cruz, Puerres, Potosí y desde la bota
caucana hasta el alto Putumayo pasando por los municipios de la meseta del Sibundoy, la
zona rural de Pasto y páramos de La Cocha. El año 1992 fue un punto de especial acción de
esta guerrilla, con numerosas voladuras al oleoducto Trasandino. La tendencia descendente
en la actividad armada observada entre 1993 y 1995, se modifica en 1996 a partir del
momento en que las FARC tienden la emboscada a la patrulla del ejército en el municipio
de Puerres, donde murieron 35 soldados. (PNUD 2010,p.22)

Esta acción respondió al propósito de controlar las rutas de tráfico de armas, drogas
e insumos hacia el bajo Putumayo y se convirtió en el primer signo inequívoco respecto al
inicio de la agudización del conflicto armado en el departamento (Vicepresidencia de la
República 2002,p.6), Aunque es cierto que el control de las rutas del narcotráfico y armas
fue –y sigue siendo– uno de los intereses clave de las FARC, como lo señala el Gobierno,
también buscaba mostrar su poder militar y estrategias para presionar al Gobierno a futuros
diálogos de paz. Así fue como a la reciente acción de Puerres se sumó otra en 1997 con un
impacto mayor: el ataque a la base militar de Patascoy (1997), en la que la guerrilla se llevó
a 18 soldados, algunos de los cuales aún están en su poder y han sido la base sobre la cual
esta guerrilla ha pedido acuerdos humanitarios con los diferentes Gobiernos nacionales.
También fue protagónico en el intento de tener una influencia directa en los Gobiernos
locales y por eso aún se recuerda el boicot de las elecciones departamentales en 1997 y sus
acciones que obligaron a que los alcaldes no pudieran despachar desde sus propias
regiones. Además, recurre a los retenes viales, el incendio de vehículos, la piratería terrestre
y el sabotaje contra el sistema de conducción eléctrica y el transporte de petróleo.

A partir de 2000 aumentan la confrontación y los enfrentamientos entre las FARC y


el ELN, por un lado, y los paramilitares, por otro, porque ya para entonces, el departamento
estaba dividido por líneas invisibles trazadas por los protagonistas del conflicto: las FARC
han extendido su control sobre el piedemonte, el curso de los ríos más importantes y los
cultivos de coca; el ELN está en algunas zonas amapoleras sobre la cordillera, y las
autodefensas han ganado terreno sobre una ancha franja costera donde se ubican los
laboratorios para el procesamiento de coca y los puertos de salida del producto terminado
(Vicepresidencia de la República, p. 4.). El ELN llegó a Nariño en la década de los 80,
cuando conformó algunos cuadros políticos en la cordillera occidental, especialmente en
Samaniego. Los problemas del departamento mencionados anteriormente –pobreza,
marginalidad, aislamiento, etc.– fueron la base para que esta guerrilla y las FARC
expandieran sus ideologías entre los sectores inconformes.

“Nariño era un remanso de paz”, dicen muchos líderes del departamento al recordar
lo que era hace 10 años, pero hoy está afectado por el conflicto armado en el departamento
y sus efectos negativos sobre la población civil y la organización social, entre ellos
homicidios, masacres, amenazas, un desplazamiento masivo, la apropiación de la tierra por
ilegales, la siembra de minas antipersonal y la presencia de numerosos cultivos de uso
ilícito, como se detalla más adelante. En este departamento confluyen todos los grupos
armados –guerrilla, paramilitares, estructuras emergentes con participación de ex
combatientes, narcotraficantes– y sus intereses: por los corredores del tráfico de drogas y
armas, por la tierra, por el control territorial donde se explotan los recursos naturales y se
construyen varios megaproyectos, etc. Incluso, la situación ha sido tan compleja que grupos
armados enemigos se han unido para enfrentar a las FARC y, por eso, se han denunciado
alianzas entre el ELN y los grupos emergentes “Los Rastrojos” y, también, del ELN y
algunos agentes del Ejército colombiano. Esos actores e intereses han convertido a las
diferentes subregiones de Nariño –unas más que en otras– en centros de confrontación
armada y de crisis humanitaria. Una de las más afectadas ha sido, sin duda, la subregión
pacífica por su acceso al mar, su condición fronteriza y el paso a los ríos Mira, Tapaje y
Patía.

La presencia de los actores armados ilegales, en particular del ELN y de las FARC-
EP, se identifica en el departamento desde mediados de los años 70, pero empiezan a
aumentar su presencia en el marco de las dinámicas del confl icto armado en el resto del
país, aprovechando, como se ha dicho, la ubicación geográfica estratégica de Nariño en el
contexto nacional e internacional: la salida al mar, la zona fronteriza con Ecuador y la
fuerte actividad comercial con el vecino país, las grandes extensiones de selva, la entrada a
la boca caucana y al macizo colombiano, el oleoducto Trasandino y la destacada
producción de oro y plata, entre otros. En la década de los 90, los paramilitares terminan
por hacer mucho más complejo el panorama regional. En los tres grupos armados –y
también en las estructuras emergentes– hay un interés claro en el control territorial para el
tráfico de armas, de insumos y de droga, aunque la evolución de la conflictividad también
ha mostrado intereses particulares según cada actor.

Por su parte la región del eje cafetero, es una región geográfica, cultural, económica


y ecológica de Colombia, ubicada en los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío ,
llamado el triángulo del café, o también corredor principal y turístico de la zona
cafetera; está la región del sur de Antioquia, el occidente de Caldas, y el norte de
Risaralda, zonas de riquezas como el oro, café y los recursos naturales, todos estos
elementos que entraban en disputa entre los grupos insurgentes y guerrillas FARC
(1964) ELN (1965), EPL (1967) y por supuesto las AUC (1997).

En Risaralda tenían presencia las FARC, a través de los frentes 47 operando en los
límites entre Caldas y Choco, el frente 50 en Santa Rosa de Cabal y Dosquebradas y el
Aurelio Rodríguez en el Norte de Mistrató, Pueblo Rico, Guatica y Quinchia; el ERG
también en el Norte, el ELN por su parte actúa a través de los frentes Cacique Calarcá y
Ernesto Ché Guevara en el Oriente y el frente Oscar William Calvo del EPL, en el
municipio de Quinchia Risaralda, y el núcleo urbano Martha Elena Barón (los cuales
operan en Pereira, Pueblo Rico, Mistrató y Belén de Umbría) y el EPL que opera en el viejo
Caldas y Antioquia con la disidencia del frente Oscar William Calvo.
El frente Oscar William Calvo es una estructura disidente de dicha organización,
que no se desmovilizó a principios de los años noventa - como el resto de los integrantes
del EPL - y concentró sus acciones en los departamentos de Risaralda y Caldas. Sin
embargo, durante 2006 ocurrieron varios hechos que provocaron la desarticulación de dicho
frente. El primer hecho, fue la muerte en combate de alias Leytor, comandante del frente,
en un choque armado registrado el 8 de julio de 2006, con tropas del Batallón San Mateo
del Ejército en Quinchia. Posteriormente fue capturado alias Leo, presunto sucesor de
Leytor y finalmente, el 23 de julio, se presentó la desmovilización de varios de sus
integrantes, gracias a la presión de la Fuerza Pública, lo que condujo a su desarticulación.

Las AUC con el afianzamiento geográfico del Bloque Central Bolívar en los
departamentos de Bolívar, Santanderes, Meta, Boyacá, Antioquia, Caldas, Risaralda,
Caquetá , Putumayo y Nariño, intensificando su accionar en el territorio Colombiano.
Los 'paras' ingresaron a Risaralda en el 2000 y lograron dominio en Santuario, Belén de
Umbría, Apia, Guática y La Virginia, influencia en Dosquebradas y Pereira.

Los frentes Cacique Pipintá, héroes y mártires de Guática, se fortalecen con los
grupos de justicia privada promovidos por el experimento de seguridad denominado para la
época como las "Convivir", que operaron en Guática, Belén de Umbría y Pereira. Estos
grupos fortalecen su accionar con los vínculos entre dichas organizaciones y los carteles del
Valle del Cauca.

Los datos indican que el Frente de Guerra Cacique Pipintá se conforma inicialmente
con 60 hombres aproximadamente y fijan nacientemente su centro de operaciones en las
veredas “El Verso y “El Tambor” jurisdicción de Filadelfia y La Merced Caldas,
respectivamente, liderado como se dijo antes, por PABLO HERNÁN SIERRA GARCÍA.
En la medida en que las autodefensas del Frente de Guerra Cacique Pipintá se fueron
fortaleciendo, logrando expansión y dominio territorial y político en la región, así mismo
fue convirtiéndose en una pesadilla para los habitantes de la zona de su influencia,
especialmente para la población más vulnerable, campesinos y provenientes de estratos
bajos, pues generaron en ellos un ambiente de amedrentamiento con actos como
detenciones arbitrarias, violación de sus espacios y de la vida privada, familiar y social,
allanamientos ilegales, amenazas, tratos inhumanos y degradantes, violación sexual,
desplazamiento y desaparición forzada y homicidios múltiples y selectivos, hechos que les
ocasionó a estas gentes graves sufrimientos psicológico, moral y físico, delitos
considerados crímenes de lesa humanidad por el Derecho Internacional Humanitario, actos
que se prolongaron hasta cuando fueron sometidos la totalidad de su integrantes, pues como
es de amplio conocimiento, el Frente de Guerra Cacique Pipintá, contrario a los demás
grupos análogos del resto del país, NO se desmovilizó sino fue desmantelado y
desarticulado por las autoridades y sometidos sus integrantes, hoy privados de la libertad la
mayoría de ellos.

ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN

ORGANIGRAMA DEL FRENTE DE GUERRA CACIQUE PIPINTÁ

Las autodefensas se involucran con el tráfico de cocaína liderada por Lorenzo


Gonzáles Quinchia, Carlos Mario Jiménez Naranjo, alias "macaco" o Javier Montañés,
quien habría comprado tierras y empresas en el territorio cafetero. La influencia de Castaño
sobre los grupos paramilitares creció con sus éxitos contra la guerrilla y sus presuntos
colaboradores y le dio la oportunidad de exportar el modelo a otras regiones. Se tenía como
propósito la unificación de pequeños grupos de autodefensas dispersas a lo largo y ancho
de la geografía nacional bajo un solo mando. En abril de 1997, su reunión con
delegaciones de grupos paramilitares que operaban independientemente en otras regiones
del país, dio origen a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que congregaron todas
esas manifestaciones de autodefensas y pequeños grupos de seguridad de diferentes
regiones del país.

Esta nueva organización decía tener la misma motivación contrainsurgente y la


misma identidad política. En esta etapa, las AUC eran un conjunto de grupos armados
irregulares que sumaban casi 4.000 combatientes, incluidas unidades militares en zonas
rurales, unidades de vigilancia en áreas urbanas y semi-urbanas, sicarios, escuadrones de la
muerte y elementos de inteligencia y logística.

En una segunda cumbre de las AUC, celebrada en mayo de 1998, se tomó la decisión de
expandir la influencia territorial de las autodefensas, a la vez que el número de
combatientes se incrementó a 6.800. Producto de aquella pretensión sería convocado al
igual que otros pequeños grupos de seguridad y autodefensa en el país, el señor Rodrigo
Escobar.

Posteriormente surge como propósito de los hermanos Carlos y Vicente Castaño el


interés por desalojar al ELN de sus nichos históricos en el sur del departamento de Bolívar
y tras desarrollar la operación Tormenta del Caribe habrían de posicionarse en el cono sur
de ese departamento; parte de sus propósitos y estrategia estaban encaminados a consolidar
un gran bloque que concentraría manifestaciones de autodefensas dispersas a lo largo del
denominado Magdalena Medio y sur del Cesar y con ese fin, para abril del año 2000,
convocaron a los comandantes de aquellas regiones bajo la premisa de crear el Bloque
Central Colombiano, propuesta que no tuvo eco. Como consecuencia del fallido proyecto,
a mediados de ese mismo año se propone la creación del Bloque Central Bolívar que data
de octubre del año 2000. Una vez configurado el bloque, se dispuso su expansión y
consolidación hacia nuevos territorios, entre ellos los departamentos de Santander,
Risaralda y Caquetá, durante el primer semestre de 2001.
En septiembre de 1997, corrieron los primeros rumores de la presencia de un grupo de
autodefensas ilegales en el departamento de Risaralda, por la circulación de un panfleto
alusivo a esta organización delictiva. Sin embargo su presencia se manifiesta el 21 de
marzo de 1998, cuando en la vereda Tarquí, del corregimiento Santa Ana municipio de
Guática en el departamento de Risaralda, tropas combinadas del Batallón Quimbaya y el
Batallón San Mateo de Pereira entran en combate con un grupo armado compuesto por
diez y seis (16) hombres, diez (10) de los cuales son dados de baja durante los
enfrentamientos y los seis (6) restantes huyeron. Según reportes de prensa de la época,
refieren el enfrentamiento con guerrilleros de las fuerzas armadas revolucionarias de
Colombia FARC, pero realmente el combate se suscitó con tropas de las autodefensas
ilegales que ya meses atrás venían delinquiendo en esa región del departamento,
constituyéndose en la primera acción armada de las autodefensas en la región.

Imagen No. 1

Durante un tiempo no se volvió a mencionar de la presencia de estas organizaciones


en Risaralda, pero se rumoraba sobre el grupo denominado “MAGO”, (muerte a
guerrilla organizada), que delinquía en inmediaciones del municipio de Belén de
Umbría y municipios cercanos; grupo al margen de la ley que para entonces no contaba
con respaldo de las Autodefensas Unidas de Colombia “AUC” y su accionar estaba
dirigido a contrarrestar la delincuencia común en esa región por intereses de los
comerciantes.
El frente Héroes y Mártires de Guática, indican que esta organización al margen de
la ley, hizo presencia en los departamentos de Risaralda y Caldas. El Frente Héroes y
Mártires de Guática se conformaron como una estructura piramidal propia de las
organizaciones armadas, con su correspondiente jerarquización, un Estado Mayor bajo el
mando de un Comandante General, un Sub- Comandante y un Comandante Político.
A nivel regional bajo el mando de ese Estado Mayor, estaba conformado por un
Comandante de Zona, un Comandante Financiero y un Comandante Militar, de
quien dependían el Comandante de Urbanos y el Comandante de Contraguerrillas, las
que a su vez contaban con tres o cuatro Escuadras de ocho a diez patrulleros cada una.
Tuvo ámbito de operación en la zona rural con las contraguerrillas y en la zona urbana con
los grupos o comandos de urbanos.

Estructuras Autodefensas Unidas de Colombia AUC – Bloque


Central Bolívar
Estructuras Bloque Central Bolívar – enlace RISARALDA.
FRENTE HÉROES Y MÁRTIRES DE GUÁTICA
FECHAS
DEPARTAMENTOS MUNICIPIOS FECHAS HACEN PRESENCIA
DESMOLIVIZACION
LA CELIA JULIO DE 2001

BALBOA JULIO DE 2001


SANTUARIO AGOSTO DE 2001

BELÉN DE UMBRÍA ENERO DE 2001


LA VIRGINIA AGOSTO DE 2001

RISARALDA GUÁTICA AGOSTO DE 2001 15/12/2005


MISTRATÓ AGOSTO DE 2001

PUEBLO RICO AGOSTO DE 2001


APÍA AGOSTO DE 2001

PEREIRA AGOSTO DE 2001


DOSQUEBRADAS AGOSTO DE 2001

RIOSUCIO JULIO DE 2001


VITERBO AGOSTO DE 2001

ANSERMA AGOSTO DE 2001


CALDAS 15/12/2005
BELALCÁZAR AGOSTO DE 2001

RISARALDA AGOSTO DE 2001


SAN JOSÉ AGOSTO DE 2001
AGOSTO DE 2001 SE
NORTE DEL VALLE EL ÁGUILA JULIO DE 2001
DESINTEGRÓ

Dinámica del conflicto contexto escolar colombiano.

El conflicto armado en Colombia se considera como uno de los focos principales de


generación de actos que violentan la integridad física, psicológica y material de la
población; la vulneración de derechos en zonas afectadas directamente es un hecho
innegable de la realidad nacional. En ese sentido, es importante conocer la violencia como
un fenómeno generalizado en la nación, específicamente desde el punto de interés del
presente estudio, es decir la violencia en relación al conflicto armado interno. La violencia,
desde su conceptualización general se da a entender como:

El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra


uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga posibilidades
de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o
privaciones (OMS, 2002, p.5). (10)

En relación al contexto colombiano, se pueden distinguir diversas clases de


violencia, las más frecuentes son: la violencia común o delincuencial, sobre todo en las
zonas urbanas, la intrafamiliar y la violencia política. Para el caso en conflicto, según Cotte,
(2007) “la agresión se traduce a hechos tales como: homicidio, robo, secuestro, violencia
doméstica, desalojo y privación de derechos y en sus diversas manifestaciones impiden el
desarrollo y bienestar de la población” ( p.12) (11)

En cuanto al aspecto geográfico, están: la violencia nacional, la violencia


regional y la violencia local, estas últimas están estrechamente interrelacionadas con
el conflicto armado. De aquí se encuentra que “las mayores manifestaciones
violentas están asociadas con el homicidio, las lesiones personales, el maltrato físico
y psicológico, el desplazamiento masivo de personas, el abandono de la actividad
económica y/o profesional y la amenaza, entre las más relevantes” (Sánchez, Díaz y
Formisano, M., 2003, p. 46) (12)

En relación a los aportes citados, se puede afirmar que evidentemente también la


escuela es una de las instituciones más afectadas en escenarios de guerra, pues no solo se ve
alterado su diario acontecer, sino que su funcionamiento depende en buena medida de lo
que esté pasando con la población civil y de la manera como los actores en contienda
respeten el Derecho Internacional Humanitario y no procuren involucrar en el conflicto a
las niñas, los niños y adolescentes de los territorios donde intervienen

Para analizar la condición de las víctimas del conflicto colombiano, según Herrera
(2015), evidenció “que en el país se han privilegiado las voces y las propuestas de los
intelectuales de la educación superior, de las ONG, de los funcionarios del Estado y hasta
de los victimarios” (p.63). (13) Falta escuchar las voces y las propuestas de las
comunidades afectadas, y entre ellas de las comunidades educativas, y de quienes desde el
campo de la educación básica están construyendo estrategias para superar los impactos del
conflicto sobre la prestación del servicio educativo.

Es claro que la confrontación armada que ha vivido el país en las últimas décadas y
que se ha recrudecido desde los años noventa ha afectado de manera particular al sistema
educativo, no solo porque sus instalaciones y la prestación del servicio se han visto
continuamente alterados, sino también por sus impactos sobre la vida de los estudiantes.

Es de suma importancia desde los ámbitos escolares construir una reflexión sobre
las afectaciones que el conflicto armado ha traído para la escuela colombiana, pues esta ha
sido, tal vez, la institución mayormente perturbada por dicho conflicto; así lo afirma
Ospina,(2015), quien se ha acercado profundamente al estudio de esta problemática, al
afirmar que:

Al igual que decenas de poblados, las escuelas también se fueron quedando


desoladas. El conflicto armado, al mismo tiempo que a las familias, desintegró
numerosos centros educativos, espacios que debieron ser cerrados o funcionar de
manear limitada y un tanto informal, por “sustracción de materia” y porque muchas
de sus instalaciones, no pocas veces, fueron tomadas como cuarteles, depósitos y
centros de operación de los grupos armados. Contrariamente una historia bien
distinta protagonizarían las y los maestros que resistieron en sus comunidades,
quedándose muchos de ellos como solitarios adalides de la dignidad, que
acompañaron el trabajo con las comunidades que resistieron. (p. 3) (14)

En este sentido, es notable que la escuela tiene un papel transcendental en el


posconflicto colombiano, el resarcir simbólicamente a las víctimas a partir de la
construcción de memorias sobre la confrontación y aportar en la construcción de una
cultura de paz. Construir desde las escuela una pedagogía para el posconflicto es
imprescindible, ya que este es un elemento fundamental para la construcción de un futuro
libre de deudas con el pasado, pues cuando se olvida se corre el riesgo de que se pueda
repetir la vergüenza. Es necesaria una memoria que desplace cualquier amenaza de
repetición del pasado traumático.
El posconflicto como periodo posterior a la superación total o parcial de las
confrontaciones es un proceso de fortalecimiento de la paz para evitar una recaída
en las hostilidades. Él exige al conjunto de la sociedad, no solo a las víctimas,
prepararse para conocer la verdad, exigir la justicia, buscar la reparación y reclamar
las garantías para que los hechos atroces que violaron la vida, la integridad y sobre
todo la dignidad de las personas no se repitan (Gil,2011, p.39). (15)

Lo anterior indica que la aguda crisis humanitaria ha finalizado, el proceso de


reintegración se ha iniciado y la recuperación política, económica y muy especialmente
social se ha emprendido. En este sentido, es indudable que las escuelas y colegios del país
deben tener una tarea en el posconflicto, cuya misión debe ser preparar a las presentes y
futuras generaciones para hacer pedagogías de la memoria, para no olvidar, para visibilizar
a las víctimas; todo ello enmarcado desde la perspectiva del perdón y la reconciliación; que
es requisito imprescindible que permite superar odios y venganzas.

La labor docente dentro del conflicto armado

En Colombia, la educación ha estado sometida a la lógica del conflicto armado,


poniendo en riesgo la vida de los estudiantes y docentes; la garantía del Derecho a la
educación de miles de niños, niñas y jóvenes colombianos se ve afectada por los hechos
violentos generados por los actores armados irregulares y su confrontación con fuerzas
estatales; de igual manera, el derecho al trabajo de educadoras y educadores, se ve
vulnerado por estas acciones como la ocupación temporal de las instalaciones o la
utilización de la escuela como cuartel que, en ocasiones, tienen como consecuencia directa
la suspensión de actividades en la escuela y en otros casos, el desplazamiento obligado de
los docentes y estudiantes, quienes salen del lugar para salvar sus vidas, en el mejor de los
casos; en ocasiones, el derecho a la vida de los docentes es vulnerado, por parte de los
actores armados ilegales.

Entre las afecciones más comunes se registran las amenazas al cuerpo docente, pues
generalmente el profesor al ser un actor influyente para la comunidad por su labor social,
los grupos subversivos buscan que el docente este en completo acuerdo con las ideologías
impuestas por ellos; estas condiciones no solo reprimen el conocimiento impartido, sino
además el ejercicio del profesional, puesto que si no se acatan, el docente se verá victima
permanente de amenazas, que colocan en riesgo su integridad física y psicológica, la vida y
estabilidad de su familia y su labor social.

Todos los actores armados, legales e ilegales, han afectado la escuela en el


desarrollo de sus diferentes acciones. Entre los impactos visibles del conflicto
armado en las escuelas están la destrucción de infraestructura, las muertes, los
accidentes con minas, los bombardeos y los asesinatos selectivos, entre otros.
Además del impacto, producto de la deserción escolar, la escuela, en tanto espacio
físico protegido e institución social fundamental, es uno de los escenarios más
importantes para el encuentro comunitario; por ello las amenazas y ataques que se
perpetran en su contra no deberían ser vistos como eventos aislados o accidentales;
es posible que se trate más bien de acciones claramente orientadas a generar zozobra
y facilitar el control social de la población civil por parte de los actores armados.
(Coalico 2007) (16)

El conflicto armado ha propiciado el desplazamiento masivo de comunidades, con


la consecuencia lógica del abandono de la escuela por parte de los niños y niñas; los actores
armados controlan la movilidad, obstaculizan el acceso a la escuela y en ocasiones, por los
enfrentamientos, la escuela se cierra temporal o definitivamente. Muchas escuelas han sido
utilizadas como cuarteles provisionales, algunas han sufrido ataques armados y en
ocasiones sus profesores son asesinados o amenazados

Por los efectos del conflicto sobre la escuela, anteriormente referenciados, son
factores que entorpecen el ejercicio docente, debido a las constantes interrupciones por
asuntos relacionados al conflicto, tales como: “el resguardo o alojamiento, la confrontación
o los adoctrinamientos políticos de uno u otro actor del conflicto” (Vélez, 2010, p.87).
(17)Frente a este contexto, los docentes que trabajan en dichas instalaciones se ven
obligados a permanecer en silencio durante la ocurrencia de los hechos; situación que para
la mayoría resulta inaceptable, pero se ven limitados a rebelarse por temor a la amenaza.

Según Vélez, ( 2010):


Los efectos directos del conflicto sobre los maestros van desde restricciones severas
a la libertad de expresión y de locomoción, amenazas -con el fin de obtener su
colaboración o por ser tildado de traidor-, persecución, secuestro, tortura y
homicidio. Acciones que han generado numerosos problemas físicos y psicológicos
en los maestros víctimas de ellas (p. 46). (18)

En cuanto a la actitud en relación con la labor docente, implica tener en


cuenta el contexto donde se lleve a cabo, así como también las condiciones de
seguridad que acompañan al proceso; en ese sentido y en función de un contexto
azotado por el conflicto armado,

Según los planteamientos de (Campuzano y Rodas (2013), aclara “La


educación se ha quedado corta en el sentido de abordar los fenómenos de conflicto
como problemática central” (p.12), (19) proceso en el cual se deben entrar a analizar
los diferentes puntos coyunturales que acarrea esta problemática; de esta forma el
quehacer docente en condición de amenazado no se equipara a una labor en
condiciones normales.

Se tiene que los maestros se encuentran en una doble desprotección por parte
de las directivas educativas al momento de realizar sus denuncias y por otra parte
“la actividad pedagógica desaborda la gravedad del conflicto”, (Campuzano y
Rodas, 2013,p.47), (20) al igual el docente en situación de conflicto asume un
escenario de violencia en el que se alteran no solamente las formas de actuar, sino
que también incide en la forma como se ven a ellos mismos, pues uno de los efectos
inmediatos de la violencia se da sobre la identidad, tanto de los sujetos como de las
comunidades mismas. (Lizarralde, M, 2012,p.21). (21) Ante los hechos
anteriormente descritos se considera que la prevención frente a la amenaza hace
parte del temor y la desconfianza que sienten con la comunidad que los rodea

Por su parte [ CITATION Mar90 \l 9226 ] afirma:

El agravamiento de las condiciones materiales de vida, la persistencia de un clima


de inseguridad y en muchos casos de terror, el tener que construir la existencia sobre
la base de la violencia, las referencias polarizadas o ambiguas, la conciencia de la
falsedad o el temor a la propia verdad, terminan por quebrar resistencias o por
propiciar adaptaciones que, en el mejor de los casos, revelan una anormal
normalidad, amasada de vínculos enajenadores y despersonalizantes. (p. 35) (22)

En este orden de ideas se evidencia que el conflicto armado en el contexto educativo


en medio de la presión de la guerra, los esfuerzos adaptativos de estos en este caso los
docentes, buscan mantener el sentido y la legitimidad de las propias acciones, para lograr
una coherencia que proteja su salud mental; pero esta búsqueda de sentido implica
necesariamente que se viva con miedo e incertidumbre de lo que pueda pasar mientras se
cumple con la labor docente en zonas de conflicto armado, lo cual se comprende cuando se
ven los niveles de impunidad que aumentan en ellos la sensación de indefensión, o el
recorrido histórico que tanto en las comunidades particulares como en el ámbito nacional
han tenido los conflictos armados. Este esfuerzo por construir y validar la realidad para
ubicarse y actuar justificadamente en ella se ve también condicionado por el impacto
afectivo de las experiencias personales y la anticipación, frente al miedo, de situaciones
más o menos probables de subsistencia.

Desplazamiento Forzado en el contexto educativo.

La problemática del desplazamiento forzado se ha incrementado considerablemente


durante las dos últimas décadas a lo largo del territorio colombiano. De acuerdo con la
Consejería para los Derechos Humanos y el desplazamiento [ CITATION COD10 \l 9226 ],
desde 1985, alrededor de 5.281.360 personas han sido desplazadas en Colombia. Este no es
un flagelo que afecta únicamente al país, pues a pesar de que a finales de 2011 Colombia
ocupaba el primer lugar como el país del mundo con mayor índice de población desplazada,
hay otros países con altas cifras de desplazamiento interno por la violencia, como son, en su
orden, Irak, Sudán, la República Democrática del Congo y Somalia (IDMC)., 2012) (23)

No es tampoco Colombia el único país de América con población desplazada; el


fenómeno se acrecienta igualmente en México y se presenta también en Perú y en
Guatemala, entre otros (CODHES, 2010). Son múltiples los efectos que la problemática del
desplazamiento forzado acarrea en las personas, siendo los más visibles los de carácter
económico, socio familiar, psicológico y cultural, entre otros. Esta problemática se hace
especialmente visible en las instituciones educativas, muchas de las cuales en las últimas
décadas se han convertido en blanco del conflicto armado por parte de grupos insurgentes
que atentan contra la integridad de los docentes y generan el desplazamiento y
desarticulación de los procesos académicos.

La masiva situación de violencia y desplazamiento que vive el país obliga a


identificar los orígenes del problema, a caracterizar las condiciones del fenómeno y a
establecer las consecuencias que éste acarrea; así mismo, a ubicar la problemática en
relación con la escuela. Sobre las condiciones generadoras del fenómeno, un buen número
de analistas coincide en afirmar que el desplazamiento forzado está directamente asociado
con el conflicto armado que históricamente ha estado presente en la sociedad colombiana y
cuya causa principal es la búsqueda del control del territorio. Otros consideran que la
violencia en Colombia, y el desplazamiento forzado, son la resultante de la modernización
del capital y por consiguiente ubican las causas de esta problemática más allá de las
fronteras nacionales.

Como consecuencia de este fenómeno, la población afectada se ha visto obligada a


cambiar sus formas particulares de vida, generalmente asociadas a las condiciones
del sector rural, por otras, con características totalmente diferentes, situación que
ocasiona desarraigos generalizados y que hace especialmente difícil su adaptación a
los nuevos entornos (Bello, 2001). (24)

Esto se explica en que muchos de los docentes amenazados pertenecen a la


región donde trabajan allí muchos tienen su asentamiento socio cultural pero se ven
obligados a salir de su territorio por amenazas y en procura de salvaguardar su vida
e integridad.

Esta nueva ubicación “permanentemente temporaria” en palabras de (Bauman ,


2005, p147) (25)

Es fácilmente entendible si se tienen en cuenta las consideraciones expuestas por


Bello (2010): “el paso del campo a la ciudad implica hacer frente a nuevos estilos de vida y
maneras de pensar y actuar que en la mayor parte de los casos muy poco se asimilan con los
de los lugares de procedencia” (p.196). (26)
Víctimas.

Ley 1448 de 2001, manifiesta en su artículo 3 lo siguiente: Se consideran víctimas,


para los efectos de esta ley, aquellas personas que individual o colectivamente hayan
sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del 1o de enero de 1985, como consecuencia
de infracciones al Derecho Internacional Humanitario o de violaciones graves y manifiestas
a las normas internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión del conflicto
armado interno. (27)

Ramírez y Sora, en su ensayo sobre víctimas, consideran que a las víctimas se les debe
brindar un acompañamiento Psicosocial, al tenor han dicho que:

Cuando una persona ha vivido en una comunidad históricamente sometida al control


de los actores armados, donde las decisiones de cómo vestirse, comportarse, con quien y de
qué hablar, han sido reguladas por las normas impuestas por el terror y la intimidación
ejercida por los actores armados, es difícil que participe activamente en los procesos
sociales y es más probable que se muestre como un sujeto pasivo de la reparación. Ese
tránsito de ser un sujeto pasivo a uno activo en su propio proceso de reparación, pasa por el
acompañamiento psicosocial y por abordar varios de los daños o impactos generados por la
violencia a la que fue sometida.(2013, p.29) (28)

Postura que reiteran al dar claridad el objetivo que debe responder el proceso de
acompañamiento psicosocial al decir que:

El acompañamiento psicosocial tiene como objetivo construir un proceso reflexivo


entre la población víctima, su red social y la Unidad para la Atención y Reparación Integral
a las Víctimas, que contribuya a la superación de los efectos sociales y emocionales de la
violencia a través de la resignificación de la identidad perdida y del reconocimiento de
recursos personales y sociales, en la categoría de sujeto de derechos. (2013, p.29) (29)

A efectos de poder dar claridad sobre los líderes sociales como víctimas en el
conflicto armado y la justicia transicional, es menester traer a colación las distintas posturas
o definiciones dadas acerca del concepto de líderes por algunos autores los cuales han
sentado las siguientes posturas frente a qué se debe entender por líder social.

El primer concepto que se trae a colación en referencia a los líderes sociales, es el


dado en la cartilla “Cuales son los patrones” en la cual la autora manifiesta que un “líder
social es una persona que cuenta con reconocimiento de su comunidad por conducir,
coordinar o apoyar procesos o actividades de carácter colectivo que afectan positivamente
la vida de su comunidad, mejoran y dignifican sus condiciones de vida o construyen tejido
social” (2018, p.9) (30)

A su paso el concepto es traído a colación de una manera más amplia por la Coordinación
Colombia Europa Estados Unidos al catalogar al líder social como:

El líder o la líder es multifuncional, es la voz de las comunidades, en especial de


aquellas zonas ausentes de Estado, pero también es quien vela por el cumplimiento de los
derechos humanos, promueven desarrollo, defiende el medio ambiente, exigen sustitución
de cultivos, incentivan la participación efectiva de los ciudadanos, son constructores de la
paz y del tejido social, luchan contras las economías ilegales, hacen veedurías ciudadanas,
hacen parte de organizaciones campesinas, indígenas, afrodescendientes, organizaciones
comunales, entre otros; su compleja función social es buscar fortalecer la democracia y el
disfrute colectivo de los derechos.(2018, p. 80) (31)

Permite las anteriores definiciones, establecer en toda medida, un líder es


reconocido dentro de la comunidad por ser el mismo, generador de cambio, promotor de
desarrollo social, el cual va en búsqueda de la prelación de los derechos humanos y busca
brindar a la comunidad que pertenece garantías y beneficios para su vivencia.

Al tenor de los tipos de líderes se ha definido los mismos para efectos de dar
claridad de victimas en el conflicto armado y la justicia transicional, que en todo caso
responde a líder comunal aquella persona que coloca sus capacidades individuales al de
servicio de la comunidad y el bien colectivo, a efectos de alcanzar un cambio social. (Rojas,
p. 14) (32)
Se considera entonces, que son líderes indígenas aquellos que trabajan de la mano
de la comunidad en temas de seguridad campesina, protección de territorio, protección de
los derechos del medio ambiente, entre otros. (Corredor, 2018, prr. 16) (33)
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