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Índice
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
1. Un punto de partida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
2. …y algunos elementos a tener en cuenta en el camino . . . . . . . . . . . . . . . 20
2. Aspectos metodológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
1. Metodología del estudio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
2. Descripción de la población estudiada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
6. Una clasificación de los jóvenes españoles según su relación con la música . . 183
1. Elementos para hacer posible una tipología comprensiva . . . . . . . . . . . . . . 183
2. Cinco tipos de jóvenes desde las relaciones con la música . . . . . . . . . . . . 190
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7. Concluyendo… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249
1. Sobre los hábitos musicales de los jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
2. Sobre la estructura del gusto musical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 254
3. Sobre las expectativas y los referentes musicales:
entre lo individual y lo relacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
4. Una clasificación de los jóvenes en base a su relación con la música . . . . 259
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
1. Introducción
1. UN PUNTO DE PARTIDA
1. Megías, I. y Rodríguez, E. (2001). La identidad juvenil desde las afinidades musicales. Madrid: INJUVE - FAD
(p. 28). Cita extraída de un grupo de discusión realizado en Barcelona y compuesto por jóvenes de 25 a 29
años, que refleja gran parte del espíritu discursivo que mostraron los chicos y chicas sobre los que se asentó
dicha investigación cualitativa. A lo largo de esta publicación intercalaremos otras citas de los grupos de discu-
sión recogidos en aquel texto.
1. INTRODUCCIÓN ■ 9
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uno de los que ellos mismos asumen como más cercano: la música. En torno a
estas ideas girarán muchos de los asuntos que abordará este trabajo de investiga-
ción. Vayamos por partes.
2. Silbermann, A. (1961). Estructura social de la música (p. 206-208). En una línea discursiva similar, Ruth Finne-
gan (1989) también aborda el tema de la consolidación y recreación del gusto en su obra The Hidden Musicians.
1. INTRODUCCIÓN ■ 11
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A tenor de los discursos que los propios jóvenes enuncian (recogidos en Megías y
Rodríguez, 2001), la respuesta a la primera pregunta sería “no”, mientras a la
segunda de ellas sería “sí”. Pero si la segunda respuesta es justificable a partir de
la simple consideración de la relación que, a modo de diálogo, se establece entre
la música y el oyente (cada cual, desde sus peculiaridades y condicionantes, enta-
bla su personal relación con la música), la primera de ellas se asienta en la estrate-
gia por escapar de posibles encasillamientos que no agradan (si se nos permite la
expresión “estrategia”: en muchas ocasiones, los discursos actúan como mecanis-
mos estratégicos que procuran obviar sus propias contradicciones)3. En cualquier
caso, conocer la manera en que cada cual conforma su gusto musical (y, una vez
más, recalcamos que no sólo nos referimos a la posible jerarquía de preferencias
respecto a unos géneros o estilos musicales concretos) no deja de ser una forma
de aproximarnos a una de las maneras en que esa persona establece unos lazos
con el resto de personas que le rodean. Y eso tiene interés.
En ese proceso que intenta escapar de los estereotipos que tienden a estar asocia-
dos a estilos musicales concretos, encontramos el otro plano a partir del cual se
puede afrontar la relación con la música. Mientras el anterior partía de una rela-
ción más individual, enfocada hacia dentro (música como parte de la persona),
éste adopta un enfoque que relaciona más lo que esa relación entre el individuo y
la música supone en el contexto en el que se produce: lo que la música dice de ti
(la proyección hacia fuera de la relación de cada cual con la música). Con otras
palabras, Enrique Gil Calvo4 alude a los dos planos que conforman nuestro plan-
teamiento, pues propone “entender la música como esa línea fronteriza de separa-
ción, pero a la vez de vinculación, que hay entre la fachada que presentas en
público ante los demás y el reducto privado que protege a tu yo interior. Esa línea
3. En este caso, como se explica en el citado trabajo, las contradicciones inciden en el hecho de escapar del
propio encasillamiento (llegando incluso a negar la posibilidad de que se puedan producir tales procesos de
encasillamiento), al tiempo que se proyectan los mismos sobre otros.
4. Gil Calvo, E. (2001). “La voz de la identidad. Música, estrategia y reflexividad” en Saura, J.R.; Feixa, C. y de
Castro, X. (eds.) (2001). Música e ideologies. Mentre la guitarra parla… Lleida: Secretaría General de Joventut,
Universidad de Lleida.
El segundo de los planos (la “voz pública” de Gil Calvo), cuya validez tienden a
negar, desde el discurso más teórico, los propios jóvenes, ha sido analizado de
manera importante por sociólogos y estudiosos de la música en general. Siguiendo
la línea marcada por Bourdieu en La distinción (1988), el propio Gil Calvo habla
de la música como un “reflejo reproductor de la posición ocupada”, y nos remite
directamente al concepto de las homologías (correspondencias biunívocas): “a
cada posición ocupada en la estructura social le corresponde su respectivo equi-
pamiento de capital o gusto cultural. Así, en función de cuáles sean los gustos de
alguien (revelados por su comportamiento cultural), se puede deducir cuál es la
posición que ocupa en el sistema de estratificación. Y viceversa: según cuál sea el
sexo, la edad, la clase social y los demás criterios de estratificación, así serán, en
consecuencia, los gustos culturales. Por eso se puede decir, sin temor a equivocar-
se, que los gustos culturales reflejan y reproducen la estructura social vigente, en
el doble sentido de que su distribución es socialmente representativa y de que,
además, su práctica reproduce la división en clases sociales.” (Gil Calvo, 2001)5.
5. Si bien la cita deja claro un planteamiento que no todo el mundo comparte, resulta necesario señalar que, a
lo largo del mismo artículo, Gil Calvo desarrolla también la idea de que tales representaciones sociales pueden
ser cambiadas en un proceso que denomina como de “reflexividad”, sin que ello implique que la música deje
de ser un medio de relación estratégica para los jóvenes: “entre realidad (social) y reflejo (cultural) no hay una
simple correspondencia biunívoca sino que existe una relación lo suficientemente compleja para que desde éste
(el reflejo cultural) se pueda intervenir, manipular y reconstruir aquélla (la realidad social). A esto es a lo que, a
partir de autores como Beck o Giddens (1997), se denomina reflexividad: la capacidad de intervenir en la reali-
dad modificando las representaciones que la reflejan. De ahí que se pueda hablar de la música (o de la cultura,
en general) como si se tratase de un espejo con dos caras: el reflejo mimético y la reflexividad transformadora.”
6. Martínez, R. (2001) “Espais musicals. La música pop(ular) i la producció cultural de l’espai social juvenil” en
Saura, J.R.; Feixa, C. y de Castro, X. (eds.) (2001). op.cit.
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En ese intento por establecer una estructura social del gusto musical, son varios
los estudios que, desde una perspectiva cuantitativa aunque adoptando muy
diversos enfoques metodológicos, afrontan la complicada empresa. Señalaremos
algunos para ejemplificar el tipo de datos de que disponíamos en el momento de
emprender esta investigación, así como el tipo de enfoques que se han adoptado
hasta ahora para recoger tales datos.
En el artículo “What about the Univores? Musical Dislikes and Group Based Iden-
tity Construction among Americans with Low Levels of Education”, Bethany Bry-
son realiza una encuesta a jóvenes americanos relativa no a las preferencias musi-
cales directas, sino a aquellos estilos musicales que no gustan (en la línea de una
de nuestras hipótesis iniciales: la manifestación de las preferencias en negativo
como muestra evidente del gusto musical). A partir de los resultados, la autora
desarrolla una hipótesis relacionada con la relación de los gustos musicales y
algunas variables sociodemográficas: dichas variables, especialmente la raza,
etnia, religión y región de residencia, influirán más en la formación de los gustos
de las clases de menor educación, pues éstos rechazarán más tipos de música por-
que se adscriben a tipos concretos con mayor fuerza.
1. INTRODUCCIÓN ■ 15
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Josep Martí realizó una encuesta entre escolares barceloneses, en la cual hacía
especial hincapié en las diferencias por sexo en la conformación de los gustos
musicales (Martí, 2000).
Basten estos ejemplos como muestra del tipo de investigaciones que, de una u
otra manera, han establecido esa relación entre algunas variables socioestructura-
les y los gustos musicales. Independientemente de que podamos estar de acuerdo
con los diferentes enfoques adoptados por cada uno de los autores, con la forma
en que han sido recogidos los datos o con la representatividad de los mismos (si
procede, a lo largo del informe, en los apartados concretos que hagan referencia a
algunos resultados similares, se comentarán algunos de ellos), lo que sí es cierto
es que todas ellas se sitúan en el punto de partida de nuestro trabajo, por lo que,
en un sentido o en otro, en mayor o menor grado, han podido influir para que
nuestro enfoque investigador sea el que es. Asumiendo las aportaciones que cada
fuente consultada nos ofrece, nuestra búsqueda adopta un enfoque más amplio y,
quizás, menos preocupado en establecer esa relación directa entre las variables
socioestructurales y los gustos, que entre los propios gustos y otra serie de elemen-
tos que rodean a la música y que, en sí mismos y en su interrelación, pueden ayu-
dar a que comprendamos mejor cómo se conforman esos gustos.
Ante las múltiples asociaciones que se pueden establecer entre las distintas varia-
bles y las preferencias musicales, y ante los resultados que arrojan muchas investi-
gaciones y estudios de mercado, parece lógico plantearse una pregunta que, segu-
ramente, está en el origen de todas esas investigaciones: ¿Se puede identificar a
alguien por sus gustos musicales? La pregunta, planteada de tal manera, suscitará
respuestas que oscilen entre la tendencia afirmativa de las corrientes más cercanas
al planteamiento de las homologías, y la tendencia negativa que impregna los dis-
cursos grupales de los propios protagonistas (baste recordar lo señalado en Megías
y Rodríguez, 2001). Pero este teórico desacuerdo puede tornar en acuerdo con
sólo cambiar la formulación de la pregunta: ¿Podrás identificar a otros por sus gus-
tos musicales? Sí, dirían unos y otros.
En cualquier caso, además de todos los trabajos que puedan ofrecer datos cuanti-
tativos al respecto, y de las distintas formas en que pueda afrontarse la relación
entre los gustos culturales y la condición social de la persona que manifiesta esos
gustos, sí es cierto que, como ya hemos señalado anteriormente, la conformación
de tales gustos será un proceso socialmente condicionado. La manera en que tal
condicionamiento actúa y se articula será una de las claves que cualquier persona
que se acerque al mundo de la música habrá de tener en cuenta. Probablemente,
Sin dejar de asumir la idea que apunta Frith7 cuando señala que “lo que el públi-
co quiere está determinado por lo que son”, lo que hace falta afrontar es el conte-
nido de “lo que son”: ¿hombre? ¿mujer? ¿estudiante? ¿extrovertido? ¿adinerado?
¿intelectual? ¿deportista? ¿arrítmico? ¿católico? ¿sentimental? ¿de izquierdas? ¿her-
mano menor? ¿hijo único? ¿alemán? ¿músico? Con toda seguridad, todas estas
pequeñas y teóricamente inconexas partes que constituyen o pueden constituir lo
que cada uno es, así como la infinidad de aspectos que lo hacen, tengan su parte
de culpa de que los gustos de cada individuo, en este caso musicales, sean los
que son. Pero además, a todas estas pequeñas partes de lo que cada uno es habrá
que añadir las mismas pequeñas partes de lo que son las personas que le rodean,
así como cuál es el contexto social en que sus relaciones tienen lugar.
1. INTRODUCCIÓN ■ 17
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Las críticas a la hipótesis de clase (no como hipótesis en sí misma, sino como
paradigma que pretenda explicar en toda su dimensión los procesos de conforma-
ción del gusto) suelen estar fundamentadas sobre la consideración de la “condi-
ción humana” de la música, plano complementario a esa condición social en la
que entran en juego todas las variables relativas al estatus (de nuevo, el discurso
nos remite a los planos individual y colectivo a partir de los cuales venimos des-
cribiendo la relación entre jóvenes y música desde La identidad juvenil desde las
afinidades musicales). Y este planteamiento crítico sirve en los dos sentidos posi-
bles: tanto desde la clase social como desde el género o estilo de música; es decir,
tanto para calibrar en su justa medida la citada hipótesis de clase en lo relativo a
la conformación de los gustos musicales, como para discutir la manera en la que,
en muchas ocasiones, tienden a emplearse los géneros musicales como unidades
de análisis, por ejemplo al establecer correspondencias entre éstos y las categorías
socioeconómicas (que cada estilo encuentre acomodo en una clase social deter-
minada). Como señala Stith Bennett8, “los escasos sociólogos que han tomado la
música en consideración se empeñan a menudo en tomar como referencia las cla-
ses o tipos de música (blues, clásica, etc.), y por ello, cuando su finalidad no es la
comparación, los aspectos problemáticos de la categorización de lo que están
estudiando es probable que no salgan a la luz. Lamentablemente, algunos sociólo-
gos insisten en mantener que sus conclusiones son aplicables a la música en gene-
ral, pese a que esta postura indefendible es el trágico defecto que subyace en los
aspectos más negativos de los criterios dominantes sobre música, independiente-
mente de cual sea la disciplina. Sería acertado reconocer que toda la música está
situada en un territorio físico y humano, y que probablemente no podría existir sin
la actuación colectiva de personas especialmente cualificadas. En este sentido, los
etnomusicólogos tienen razón al subrayar la dimensión humana de la música.”
Parece evidente que caer en un análisis exclusivamente etnomusicológico sería un
error igualmente “trágico”.
Decisivamente influida por Silbermann, Rosa María Kucharski10, que hace suyas
las palabras de aquél para la determinación de las predilecciones o gustos en
positivo, señala que “hasta ahora los estudios metódico-estadísticos de la pobla-
ción en relación con la sociología de la música, se han hecho tomando como
base la variabilidad que proviene de sexo, profesión, cantidad de población,
ingresos, etc. Estas incidencias naturales, completamente independientes de la
música, acusan, entre otras cosas, cómo la sociedad misma dificulta el conoci-
miento del hecho social: sociología de la música.” Y en esta capacidad de oír (que
también se podría decir de interpretar) la música, entran en juego los elementos
psicológicos, como apunta la misma Kucharski: “El hombre no comprende la
música sino en función de su percepción acústica, de su audición; lo cual equiva-
le a decir, en la medida que la oye. No una medida de cantidad, como entre los
sordos y los que no lo son, sino entre lo que es propio del oído y lo que corres-
ponde a su posterior interpretación psicológica.”
10. Kucharski, R. M. (1980). La música, vehículo de expresión cultural. Madrid: Ministerio de Cultura (p. 35-59).
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Como señala Silbermann11 “ha surgido la duda muy justificada de todos aquellos
que (…) han reconocido que merece la pena incluir la ciencia social en el análisis
de la música con tal que arroje resultados más asequibles y reales y, sobre todo,
no intente contestar a la pregunta ¿qué es música? Pero si el análisis sociológico
de la música no se atiene a estas limitaciones, e intenta, además, por su parte,
comprender la música como tal, entonces, desde luego, tiene razón H.H. Stuc-
kenschmidt al decir: ‘Si se hace el balance de treinta y cinco años de análisis
sociológico de la música, sólo se obtiene como resultado un signo positivo: el
reconocimiento de que la música no tiene más misiones que la de su bella e inútil
existencia’.”
Tras situarnos ante un panorama, el de los mundos musicales, que presenta tal
multiplicidad de enfoques y que, por no estar referido a algo concreto y tangible,
resulta complejo de analizar, parece lógico que, cuando menos, mostremos razo-
nables reservas ante la idea de que las identidades sociales (en lo que se refiere a
su tradicional y limitada asociación con el estatus social) encajen en las identida-
des musicales. Este es un argumento respecto al que no existe un excesivo consen-
so entre los estudiosos de la música, aunque destacadas personalidades, como
Ruth Finnegan, abanderen el “no” (a esa manera de establecer la asimilación entre
identidades sociales e identidades musicales). Desde nuestra posición, y a la luz de
los trabajos existentes, no podemos dejar de señalar que en el camino en el cual se
establece tal asimilación (en la forma en que tiende a ser establecida) encontramos
gran cantidad de dudas razonables que nos impulsan a matizarla pertinentemente.
Habría que considerar hasta qué punto muchas de las críticas a determinados
enfoques tienen que ver con “lagunas” internas a la hora de enfrentar el asunto
concreto. Por ejemplo, desde un punto de vista sociológico, en el momento actual
podríamos considerar un error excluir del concepto de “identidad social” aspectos
como la modulación e imitación de identidades, las expectativas de estatus (más
12. Este juego de pregunta–respuesta se produjo de forma literal en el desarrollo de algunos grupos de discusión
sobre los que se basó la citada investigación. La pregunta parece clara: ¿Cuál es la música “normal”? La que
ponen en los habituales canales de comunicación (televisión, radio), la que mantiene una presencia constante
en el desarrollo cotidiano de la vida, aquélla que acude a ti sin que tengas que hacer ningún esfuerzo, aquélla
que responde a las claves de entendimiento generacional propias.
1. INTRODUCCIÓN ■ 21
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Tampoco entraremos en más detalles para ilustrar un discurso con muchas e inte-
resantes aristas y que ya está desarrollado en la citada obra. Baste el apunte para
explicar cómo los jóvenes escapan de la teoría de las homologías a partir de una
estrategia infalible: si todos estamos en la misma posición, la correspondencia
biunívoca será única e igual para todos, lo que casi equivale a decir que no
existe14. En este punto se puede argumentar, no sin razón, que el que los jóvenes
no suelan reconocer para sí mismos esas correspondencias no implicará que no
existan, al proyectarlas sobre otros; confirmándolas, por tanto. Esto es cierto, pero
tampoco conviene olvidar que la proporción de jóvenes que efectivamente resul-
13. Fragmentos de una columna aparecida en la contraportada de El País el 6 de abril de 2002, titulada “Lo
normal” y firmada por Vicente Verdú.
14. Desde la “normalidad” nos encontramos, quizás, con una nueva definición de “clase”: un concepto de
“nosotros” frente a “ellos”.
15. Fubini, E. (1999). La estética musical desde la Antigüedad hasta el siglo XX. Madrid: Alianza Editorial. (p. 419).
1. INTRODUCCIÓN ■ 23
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ción y recreación de las identidades juveniles (esenciales, por otra parte, para
comprender algo más a la sociedad en la que se asientan). A partir de ahí, siendo
conscientes de que las funciones de la música pueden ser otras muchas y muy
diversas, es inevitable asumir un acercamiento multidisciplinar a la misma que
complete o complemente aquellos terrenos que la Sociología no abarca16.
16. En la misma obra, Fubini señala cómo algunos investigadores, en la línea marcada por Combarieu (que
fundó la primera corriente de la Sociología de la música), y entre los que destaca Charles Lalo, señalan a la
Sociología como la ciencia más adecuada para explicar el fenómeno musical, esencialmente por aglutinar al
resto de acercamientos a la música y por la convicción de que “el arte es, de por sí, un objeto social; sólo des-
cubrimos sus caracteres peculiares en el interior de la propia sociedad; precisamente por este motivo, la estética
no puede ser sino científica, ya que la Sociología es una ciencia” (p. 395).
17. Silbermann, A. (1961). op. cit. (p. 90-92).
En primer lugar, existen toda una serie de autores, entre los que encontraremos a
Combarieu, Hanslick, Weber o Lévi-Strauss, que adoptan una perspectiva formal y
científica del lenguaje musical. Haciendo una apresurada compilación de las
ideas básicas de estos autores al respecto, podríamos decir que conciben un len-
guaje musical en conexión con las exigencias de comunicación musical, en su
sentido más impersonal y menos estético, de la sociedad en que se asienta
(Weber), fundamentado en los niveles fisiológico-naturales (relativo a los ritmos
más puramente orgánicos) y culturales (establecimiento de las escalas de sonidos
musicales aceptadas en cada época; Lévi-Strauss) y más centrado en su poder
como regulador de mensajes (forma, no contenido), que en su capacidad expresi-
va, de la que dudan (Combarieu, Hanslick).
Pero Fubini también asume que la música es un lenguaje de emociones, algo que
a menudo ha sido objeto de desprecio desde las posturas más formalistas. En este
sentido, su reflexión resulta muy interesante: “Desde el siglo XVIII en adelante, se
ha hablado de la música como lenguaje de las emociones, pero hasta hoy no se
ha intentado esclarecer en virtud de qué puede decirse que la música es un len-
guaje y qué es lo que se entiende cuando se afirma ambiguamente que la música
18. Campbell, Buck, Cuthbert and The International Communication and Youth Consortium (TICYC), 1991 (p.
15-22 y 29).
19. Las palabras de Fubini (1999; p. 419) se completan, en otro pasaje de la misma obra, con una duda relativa
a los niveles en los que, en función de esa concepción marxista de la música, se podría establecer la relación
entre ésta y la sociedad: “El problema consiste en establecer a qué nivel se verifica dicha relación condicionan-
te: si a nivel homogéneo de estructuras, si a nivel de contenidos (aunque ¿de qué contenidos se puede hablar
legítimamente tratándose de la música?) o, incluso, si a nivel de modos de producción, de ejecución y de escu-
cha, es decir, afectando al entorno del que se rodea todo arte y, con mayor razón, la música, arte social por
excelencia.” (p. 404).
1. INTRODUCCIÓN ■ 25
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expresa algo. Resumiendo: hoy se pretende, ante todo, analizar cómo funciona la
música, qué mecanismos psicológicos pone ésta en juego, qué estructuras lingüís-
ticas utiliza y en qué se diferencia de otros modos de expresión de los que se vale
el hombre” (1999; p. 495). Al hilo de la reflexión de Fubini, asumimos como algu-
nos de nuestros objetivos (ya presentes en La identidad juvenil desde las afinida-
des musicales) las pretensiones de acercarse a esos mecanismos que convierten a
la música en un elemento único a la hora de poner en juego los planos psicológi-
co, relacional y social, especialmente en lo que se refiere a la población joven.
Pero esta consideración de la música como parte esencial del universo de lo juve-
nil no ha de ser sólo tenida en cuenta en lo que se refiere a la diferenciación res-
pecto a otras generaciones (lo que es joven y lo que no lo es), sino también res-
pecto a las diferenciaciones dentro del propio colectivo juvenil (lo que diferencia
a los jóvenes entre ellos). Música como elemento que te sitúa en tu espacio frente
a los otros, ya sean adultos o jóvenes, y que provoca que esos otros te reconozcan
y sean capaces de situarte en el espacio que te corresponde, de igual forma que tú
podrás situarles a ellos. Es lo que Rossana Reguillo (2001) define como “lugares
de alta densidad”, por condensar asideros tanto de identificación como de dife-
renciación, y que dan lugar a lo que denomina como “insularismo musical”: estar
dentro o fuera de ella (de la música).
En la misma línea de análisis, Gil Calvo habla de la música como un reloj que sin-
croniza a los jóvenes en su tránsito hacia la vida adulta, en el cual se sitúan unos
a otros, marcan su territorio y se relacionan estratégicamente (entre ellos y con el
resto). Tan particular es la relación que se establece entre la música y los jóvenes,
20. En Megías y Rodríguez (2001) se ejemplifica tal planteamiento a partir de las palabras de los propios
jóvenes, que llegan a dudar de la estabilidad personal, psicológica o emocional de un joven adulto que,
abiertamente, muestre su gusto por músicas tradicionalmente asociadas a épocas adolescentes, como puede
ser el heavy.
que Gil Calvo21 considera que dicho reloj se para cuando éstos atraviesan la fron-
tera con la vida adulta: “el reloj parado de la memoria musical de una persona
adulta permite fechar con toda exactitud el momento en que esa persona se hizo
adulta.” Este planteamiento se inserta en la línea de los discursos de los jóvenes
en relación con la madurez y la adecuación de los gustos musicales a ésta, discur-
sos que alimentan el imaginario social de los estereotipos de los que, al mismo
tiempo, tanto rehuyen. En cualquier caso, y pese a que la metáfora del reloj para-
do puede funcionar para los adultos, tampoco conviene olvidar que desde ese
otro lado de la frontera también existe la necesidad de diferenciarse de “los otros”,
pues quien no lo haga correrá el riesgo cierto de verse encasillado en una posi-
ción que, teóricamente, no corresponderá con el proceso de maduración (en la
forma en que se entiende) que debería haber completado: dejar de escuchar músi-
ca de jóvenes para escuchar música de adultos. Es decir, que los adultos o jóvenes
maduros también tienen la necesidad de sincronizarse frente al resto, quizás ade-
cuando el reloj al nuevo horario, quizás cambiando de reloj pero, en ningún
momento, desprendiéndose de él.
Lo que sí es cierto es que los procesos por los que la música se constituye en parte
importante en la creación y recreación de las identidades juveniles forman parte
de dinámicas flexibles, que propiciarán que los jóvenes, en ese camino que les
conduce a la vida adulta, vayan cambiando de “isla” musical (siguiendo la metáfo-
ra de Reguillo), aceptando su movilidad como algo normal en su particular viaje.
Por tanto, aceptar como cierta la teoría de las homologías no puede menos que
asumir que tales homologías estarán en continua negociación, en continuo cam-
bio, como resulta lógico atendiendo a los vaivenes del viaje (muchas “islas” pue-
den ser visitadas hasta que se encuentra tierra firme donde quedarse). En este sen-
tido, la validez de las homologías habrá de ser convenientemente matizada y fre-
cuentemente revisada, y sólo una de las variables clasificatorias se asumirá como
inevitable (algo que señalan los propios jóvenes): la edad, que marca la trayectoria
y duración del viaje, sean cuales sean sus paradas. Identidades flexibles y en movi-
miento, y tiempo (otra manera de decir “edad”) como la variable que marca la
intensidad de las mismas, así como la forma en que se relacionan unas y otras.
En este mapa en el que los jóvenes se sitúan, en el que se reconocen y son reco-
nocidos, el consumo de los productos culturales, en este caso de música, es una
de las maneras básicas por las que se produce tal diferenciación y reconocimien-
to. Consumo de música, no sólo en sentido estricto (compra de discos, asistencia
a conciertos), sino a nivel simbólico (aceptación de iconos y de patrones estéticos
y de conducta), como medio para que te reconozcan (los iguales, los diferentes) y
te sitúen en el lugar que te corresponde, independientemente de que ese lugar
pueda cambiar con el paso del tiempo.
21. Gil Calvo, E. (1985). Los depredadores audiovisuales. Madrid: Tecnos (p. 113-117).
1. INTRODUCCIÓN ■ 27
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Por tanto, los jóvenes se constituyen en el centro de nuestro estudio, como tantas
veces, pero en esta ocasión a la luz de la relación que establecen con la música,
tan significativa como escasamente considerada. Y es que la música no sólo nos
aporta muy útiles herramientas para acercarnos a la relación entre el individuo y
el grupo, sino que también nos permite analizar, desde una perspectiva distinta,
otros procesos de indudable interés sociológico, como los relativos a la dualiza-
ción del tiempo, la ruptura entre los espacios público y privado, o los mecanis-
mos por los que se crean, cambian y destruyen algunos estereotipos o determina-
das expectativas. Todos estos elementos pueden ser analizados tomando como
objeto de análisis a la música, no como algo con una entidad propia, casi divina
o al margen del ser humano, sino como elemento que adquiere significado en su
relación con él.
Stith23 afirma que “cuando cualquier tipo de material cultural entra en asociación
con eventos, situaciones y personajes, pasa a representar los momentos con los
que está relacionado. La música, por ejemplo, puede formar y reformar colectivi-
dades que de otra manera carecerían de significados compartidos, precisamente
porque no tiene significado inherente. Este hecho proporciona a la música la
facultad de absorber significados como una esponja.” Escurrir al máximo los signi-
ficados de esa esponja será tarea interesante y necesaria.
una acción entre dos individuos, digamos entre compositor y oyente, mientras
que el efecto social dinámicamente se sale de esto, provocando una interacción
sociológica, pero que (salvo casos excepcionales) nunca puede surgir entre dos
individuos únicamente porque ambos experimenten lo mismo. Sólo cuando la
misma sensación —y aunque matemáticamente no sea igual— se concretiza y
transmite en un gesto, en una palabra, un tono, sólo entonces puede esta sensa-
ción supuesta igual ser comprobada y por tanto examinada.” En definitiva, sólo
insertando e interpretando las consideraciones sobre la música (gustos, expectati-
vas, estereotipos, diferenciaciones, indiferenciaciones) en el contexto social en el
que tienen lugar, y asumiendo y estudiando los mecanismos que interrelacionan
todas esas consideraciones, podremos acercarnos a saber de qué se habla cuando
se habla de música.
El proceso por el que se estructuran socialmente los gustos musicales (en una
cadena con cuatro eslabones básicos: creación, difusión, aceptación y estandari-
zación) propicia, como apunta Roger Martínez (2001, op. cit.), que dicha estructu-
ración del gusto llegue a ser “normativa”. En función de la norma, un gusto deter-
minado despertará las consideraciones pertinentes, y la manera en que la misma
propicie la estructuración social del gusto determinará que tengan que justificarse
quienes se escapen de ella: los “raros” (según apuntábamos en Megías y Rodrí-
guez, 2001), es decir, los que no escuchen la música ”normal” que copa las listas
de éxito y suele escucharse frecuentemente en radio y televisión. Esta diferencia-
ción entre música “normal” y música “rara”, que así reflejada puede resultar sim-
plista o vacía, resulta tremendamente operativa, de manera explícita o implícita,
para gran parte de los propios jóvenes (como comprobamos en nuestra investiga-
ción cualitativa), y se constituye en ejemplo palpable de esos procesos de objeti-
vación y de estructuración social y normativa del gusto que venimos comentando.
Tampoco podemos pasar por alto que la pretensión de adentrarse de manera ade-
cuada en el terreno de los géneros musicales resulta tarea complicada y arriesga-
da (como señalaremos en su momento a lo largo del informe). Es así porque nos
encontramos ante un terreno de difícil exploración. Por un lado, porque no existe
manera de acotar o parcelar de manera exacta y consensuada una inmensa gama
de sonidos y tendencias en constante movimiento, evolución, retroalimentación e
1. INTRODUCCIÓN ■ 29
Música-1C/C/J 23/4/3 11:36 Página 30
interacción. Por otro lado, porque cada cual entabla su diálogo con la música de
una forma personal e intransferible, haciéndola suya de forma particular. Esto pro-
voca que, con independencia de que existan acuerdos de mínimos fundamenta-
dos en planteamientos más técnicos o musicalmente formales, cada persona ana-
lice y clasifique la música que escucha (y que no escucha) de forma distinta. En
definitiva, que cualquier pretensión de clasificar de forma rigurosa toda una serie
de innumerables géneros o estilos musicales se topará con la misión imposible de
acotar lo inabarcable, cuando menos de forma mínimamente comprensible (y
fundamentalmente por cuanto, en una investigación como ésta, la clasificación ha
de ser comprensible y lógica a ojos del sector de la población del cual requerimos
la información).
En esta tarea de acercamiento a los géneros musicales, diversos autores han pro-
puesto algunas reglas básicas que pueden servir como punto de partida. Señale-
mos aquí las aportaciones de uno de los más reputados estudiosos de la materia,
Simon Frith25. En primer lugar, analizando los planteamientos de otro célebre
autor, Franco Fabbri, quien propone cinco tipos de reglas a partir de las cuales
poder comenzar una clasificación de los géneros musicales. Son las siguientes:
• Reglas formales y técnicas: relacionadas con las formas musicales y las con-
venciones y convencionalismos a la hora de tocar (habilidades que han de
tener los músicos, instrumentos a utilizar, formato sonoro, reglas melódicas
y rítmicas, sonido de estudio requerido, relación entre la voz y los instru-
mentos, relación de la palabra con la música, etc.).
• Reglas semióticas: relacionadas con la comunicación, con cómo la música
funciona a nivel retórico y de significado (referencial, emocional, poéti-
co…), a nivel de expresividad musical, con cómo se establece la relación
entre el músico y la audiencia, entre el músico y la música, etc.
• Reglas de comportamiento: referidas a los rituales y a la puesta en escena;
por parte del músico, establecen la relación entre la técnica y habilidad
musical y la personalidad con que se llevan a cabo; por parte del público,
tiene que ver con las distintas maneras de comportarse ante diferentes mani-
festaciones musicales.
• Reglas sociales e ideológicas: hacen referencia a la imagen que existe a
nivel social sobre la visión del músico de la realidad y el mundo que le
rodea, y a la comunidad musical que produce tal música en su relación con
el resto del mundo, además de reflejar el significado de la música para sec-
tores sociales determinados, con una idea concreta de cómo debería ser el
mundo y cómo es.
• Reglas comerciales y jurídicas: relacionadas con los procesos de produc-
ción de la música, que determinan cómo ésta llega a ser lo que es y cuál es
su relación con el proceso de grabación, con la industria discográfica y con
los mecanismos de promoción.
25. Frith, S. (1998). Performing Rites: Evaluating Popular Music. Oxford: Oxford University Press (p. 91-95).
Frith tampoco deja de señalar que la importancia relativa de cada una de estas
reglas variará de género a género, ni que el hecho de que la música esté en conti-
nuo movimiento y evolución puede variar el significado de alguna de ellas. Por
ello, reorganiza y simplifica las reglas de Fabbri en cuatro grupos: convenciones
sonoras (“lo que oyes”); convenciones respecto a la puesta en escena y represen-
tación (“lo que ves”); convenciones respecto al envoltorio (“lo que te venden y
cómo te lo venden”); y los valores e ideas que expresa (“la ideología que lo
rodea”).
Además de partir de estas u otras reglas a la hora de clasificar los géneros musica-
les, existen ciertos elementos que conviene tener en cuenta para acercarse a ellos,
por lo que pueden influir (y de hecho influyen) en la manera en que se llevan a
cabo dichas clasificaciones.
Ambos determinarán qué sonidos son los que más se escuchan (quizás pasiva-
mente, pero se escuchan) y, por tanto, son aceptados como “normales” (en fun-
ción de la concepción tantas veces mencionada de la “normalidad” en música),
algo que influye de manera decisiva en la forma en que se establecen las relacio-
26. En la citada obra de Frith (1998, p. 76 y siguientes) se ilustra con algunos ejemplos prácticos la manera en
que los mecanismos del mercado discográfico pueden influir en la forma de clasificar los géneros musicales.
1. INTRODUCCIÓN ■ 31
Música-1C/C/J 23/4/3 11:36 Página 32
nes entre los distintos géneros o estilos musicales y, por tanto, en la forma en que
se conciben los mismos. Ello con independencia de que tales tendencias, tales
consideraciones sobre los sonidos que se aceptan como “normales” y los que no,
sean volátiles y flexibles (las modas se suceden y lo que hoy no es comercial
mañana puede serlo), pues, como ya señalamos en su momento, la propia rela-
ción de la música con los lazos identitarios que establece se entiende y acepta
desde esa misma flexibilidad: “lo que hoy me gusta puede que mañana no me
guste, o al revés, pero ello será algo consecuente con una evolución personal que
corre paralela a la evolución ‘natural’ del mercado discográfico.”
En esta línea analítica encaja el planteamiento que realiza Gil Calvo al referirse a
las modas, las élites y la influencia de las variables socioestructurales en la confor-
mación y manifestación de los gustos culturales27: “…la moda genera un proceso
de imitación por el que las clases sociales subordinadas tratan de imitar las costo-
sas conductas innovadoras ostentadas por las clases dirigentes. Sin más que, por
imitación, seguir la moda musical (…) los jóvenes modifican su conducta en el
sentido de incrementar sus probabilidades de movilidad social ascendente: sus
oportunidades de promoción social.”
Esta visión, analizada a la luz de los discursos grupales de los jóvenes (Megías y
Rodríguez, 2001), nos remite directamente a la diferenciación entre las músicas
de jóvenes y las músicas que, sin ser de jóvenes (músicas adultas, “cultas”), repre-
sentan aquello a lo que éstos aspiran; o, adoptando otro enfoque, músicas que,
siendo de jóvenes, persiguen la diferenciación por la vía de la brecha cultural o
intelectual (novísimas tendencias en uno u otro estilo, por ejemplo). Por tanto,
alcanzar tal situación (que te gusten ciertas músicas) antes que el resto de pares
Pero esta concepción de las vanguardias culturales deja de lado los procesos por
los que se crean otro tipo de vanguardias, en este caso dentro del propio universo
de las preferencias juveniles y, en esta ocasión sí, procurando diferenciaciones
más conflictivas y cargadas de críticas valoraciones por parte de los propios jóve-
nes. Nos referimos a las vanguardias que operan dentro de las músicas denomina-
das “raras” por “radicales” o “extremistas”, músicas que, sin responder a lo que se
puede entender como moderno o actual, sin formar parte de las modas imperantes
(aunque entre las músicas más marginales también existen modas, independiente-
mente de que sean inapreciables para el gran público), también propician movi-
mientos y corrientes internas que dan lugar a continuas redefiniciones de los prin-
cipios musicales de adscripción.
Siguiendo este hilo argumental, puede parecer lógico asumir que existen princi-
pios que enfrentan los conceptos de “modernidad” y de “autenticidad”, lo cual
equivaldría a decir que existen principios que enfrentan a dos tipos de vanguar-
dias como las que hemos explicado. Para ilustrar tal consideración recurrimos a
las palabras de Pierre-Michel Menger y de Simon Frith. Mientras el primero define
la modernidad como el proceso de “sincronización entre las transformaciones del
mercado cultural” y lo que “el gusto por las novedades artísticas debe a la lucha
generacional” (eso sí, con unos “límites dentro de los que el efecto generacional
actúa sobre el sentido de la orientación estética”), el segundo aborda el principio
de autenticidad a partir de un ejemplo: “rock and roll, rhythm and blues y punk,
28. Valga la definición que hace Silbermann (op. cit.) del término ”esnobismo”: “actitud de aquellos que sólo
escuchan una clase determinada de música, porque es ésta la que está en boga en ese momento y pueden
hablar sobre ella; y también la actitud de aquellos que creen que pertenece al buen tono hacer como si se inte-
resasen vivísimamente por lo más complicado de la música.” (p. 257).
1. INTRODUCCIÓN ■ 33
Música-1C/C/J 23/4/3 11:36 Página 34
cada uno en su momento, fueron experimentados como más auténticos que las
formas pop que desplazaron. Y en cada uno de los casos, la autenticidad se des-
cribió como una reacción explícita contra la tecnología, como un retorno a las
raíces del bien-hacer de la música (…) El eje continuo de la ideología rock es que
los sonidos naturales son más auténticos que los cocinados.”29
Por tanto, dos patrones a partir de los cuales diferenciarse del resto, a partir de los
cuales situarse en la vanguardia (la vanguardia de la diferencia, con independen-
cia de los principios que provoquen tal diferencia) y que, pese a que en muchas
ocasiones representan posturas enfrentadas, se encontrarán en muchos cruces de
caminos: en la vanguardia de la modernidad también se distingue entre las ten-
dencias verdaderamente auténticas, y en la vanguardia de la autenticidad también
se distinguen entre las propuestas modernas que se adaptan a los principios de la
autenticidad y las que no. En cualquier caso, una cosa parece clara en ambos
casos: cuando la propuesta musical pasa de ser aceptada por las minorías que
representan a ser masivamente consumidas, tanto su condición de modernas
como de auténticas tenderán a diluirse.
29. Ambas citas están recogidas de sendos artículos aparecidos en la revista Papers (29) (p. 140 y 182): Pierre-
Michel Menger “El oído especulativo. Consumo y percepción de la música contemporánea” y Simon Frith “El
arte frente a la tecnología. El extraño caso de la música popular”.
dirse mínimamente. Por otra parte, en general, ¿qué importa a la renovación esté-
tica, a esa continua lucha por la verdad (hegeliana), que su producto se venda o
no? (…) Una cosa es producir para vender y otra, muy distinta, que en algún
momento llegue a cotizarse y a venderse lo que se produjo por una absoluta nece-
sidad estética e intelectual” (Barce, 1987; p. 11).
Es difícil acotar un terreno sin límites claros, por lo que, en la tarea de definir los
objetivos de una investigación como ésta nos vemos en la obligación de comen-
zar señalando aquéllos que no perseguimos (como les ocurre a los jóvenes al
hablar de sus gustos musicales: resulta más fácil posicionarse a partir de lo que no
gusta que de lo que gusta).
Lo que pretendemos: acercarnos a la forma en que los gustos musicales y los dife-
rentes géneros o estilos musicales se relacionan con las expectativas, los hábitos y
la forma de adentrarse en el universo musical de los jóvenes. En definitiva, tratar
de conocer un poco más la realidad de las diferencias y similitudes de los jóvenes
españoles. Esta vez, a través de la música.
1. INTRODUCCIÓN ■ 35
Música-1C/C/J 23/4/3 11:36 Página 36
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2. Aspectos metodológicos
Universo de estudio
2. ASPECTOS METODOLÓGICOS ■ 37
Música-2C/C/J 23/4/3 11:37 Página 38
La muestra final está compuesta por 1.900 jóvenes, lo que supone que, con carác-
ter general y para un nivel de confianza del 95.5% (en el caso más desfavorable
de p=q), el error teórico máximo asumido para las inferencias poblacionales, es
del ±2.29%.
Su distribución es la que se ofrece en las tablas 2.1, 2.2. y 2.3. Para mayor detalle
se puede consultar el Anexo 2.
TOTAL TOTAL
El cuestionario
El cuestionario que sirve de base para la realización de la encuesta es el que se
ofrece en el Anexo 1. Para su confección, además de las referencias disponibles
en estudios previos ya citadas en la Introducción, se trabajó con las principales
hipótesis derivadas del estudio cualitativo realizado con anterioridad (Megías y
Rodríguez, 2001).
Una vez elaborado, y de forma previa a su aplicación, el borrador del cuestiona-
rio fue sometido a un pre-test que estaba encaminado, fundamentalmente, a vali-
dar la comprensibilidad de las preguntas, su duración, el nivel de acogida por
parte de los entrevistados y el funcionamiento de las baterías de preguntas diseña-
das ad hoc por el equipo de trabajo. De todas las preguntas y baterías interesaba
especialmente contrastar las orientadas a las expectativas y los géneros musicales
por las dificultades que entraña su formulación, tal y como se explica en los capí-
tulos correspondientes.
La estructura final del cuestionario es la siguiente:
• Bloque I. Aspectos sociodemográficos: Son las variables utilizadas como cabe-
ceras para la clasificación de los resultados, que constan en las preguntas 5 a 9.
• Bloque II. Tiempo libre: Actividades que se realizan en el tiempo libre. Pre-
guntas 10 a 27.
• Bloque III. Música en general: Interés por la música, cantidad de música que
escucha, tiempo dedicado, situaciones, gasto, formas de conseguir y escuchar
música, fuentes de información, seguimiento de programas musicales de radio
y publicaciones musicales y expectativas hacia la música. Preguntas 28 a 62.
• Bloque IV. Música, entorno y amigos: Influencias musicales percibidas,
importancia de la música en las relaciones de amistad, coincidencia de gus-
tos con los amigos. Preguntas 64 a 72.
• Bloque V. Conciertos y festivales: Interés por los conciertos de música moder-
na, aspectos que más gustan de los conciertos y festivales. Preguntas 73 a 74.
• Bloque VI. Estilos musicales: Interés por distintos estilos musicales, estilos
que han dejado de gustar, valoración del cambio de gustos musicales. Pre-
guntas 75 a 78.
• Bloque VII. Estereotipos: Reconocimiento de símbolos asociados a determi-
nados estilos, interés en el reconocimiento personal en función de los gus-
tos, estilos más reconocibles. Preguntas 79 a 86.
2. ASPECTOS METODOLÓGICOS ■ 39
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VARIABLE %
2. ASPECTOS METODOLÓGICOS ■ 41
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El interés de un joven por la música parece ser algo que se presupone. Otra cosa
será calibrar los elementos en que se concreta ese interés, así como si tales ele-
mentos suponen una manifestación de lo que puede ser considerado verdadero
interés por la música para todas las personas. Porque en un asunto como éste, que
entra de lleno en el pantanoso terreno de los gustos personales, la propia manera
en que cada cual percibe y se acerca a la música determina la opinión respecto a
la forma en la que lo hacen los demás, más aún por cuanto nos referimos a algo
que aglutina gran cantidad de elementos que en sí mismos dotan de sentido a la
propia definición del “ser joven”. Todas estas consideraciones habrán de ser teni-
das en cuenta a lo largo del estudio, pero primero conviene valorar la realidad de
la presuposición adelantada: el interés de los jóvenes por la música.
Por eso no podíamos dejar de realizar tal consulta, pues sólo así tendríamos la
posibilidad de refrendar las conclusiones obtenidas en anteriores estudios; ade-
más, esta información relacionada con algunos otros de los aspectos tratados en el
estudio podría, y de hecho así se ha demostrado, aportar interesantes detalles. Los
resultados, sin dejar de ser una buena muestra de lo que el imaginario social espe-
ra de los jóvenes (que les guste la música), enmarcan perfectamente la dimensión
del gusto por algo, la música, tan presente en la realidad cotidiana de los jóvenes.
A partir de ahí, se podrán señalar matices o plantear dudas u objeciones, pero lo
que es cierto es que, a la luz de muchos de los resultados, la relación entre los
jóvenes y la música se confirma como estrecha y consolidada.
Es así, en primer lugar, porque ante una escala de diez puntos (donde el uno indi-
ca que “no tengo ningún interés por la música” y el diez que “tengo muchísimo
interés por la música”) el 73% de los jóvenes entrevistados se sitúa en el intervalo
que va desde el siete hasta el diez, es decir, muestran un altísimo interés por la
música en términos generales. Por otro lado, sólo un 6% no alcanza la puntuación
de cinco en dicha escala, lo que da una idea bastante clara de la excepción en
que se constituyen los jóvenes que no muestran interés por la música. Por tanto, al
joven no sólo le gusta la música (es más, le gusta mucho), sino que le debe gustar.
Que la música no sólo forma parte del universo juvenil, sino que lo define de una
u otra manera, parece verse refrendado al observar los resultados de la percepción
que tienen los jóvenes del interés de sus padres por ella. Si se asume, como así
parece, que la música es “cosa de jóvenes” parece lógico que tiendan a pensar
que anteriores generaciones no mostrarán una relación tan estrecha con ella, o un
interés tan grande, cuando menos respecto a la idea que se tiene de la música y de
lo que supone mostrar interés por ella. Esta es una asunción que, desde los jóve-
nes, tiende a patrimonializar hacia ellos mismos el disfrute de la música y también
a considerar como tal sólo aquella que les es propia (más allá de la distinción de
músicas de/para jóvenes y músicas de/para adultos), y que se ratifica también
desde los propios adultos, cuyo planteamiento responderá al imaginario social
sobre lo que debe suponer el interés de un joven por una música “de jóvenes.”
Así, el 60% de los jóvenes percibe que sus padres se situarían entre el uno y el
cinco en la escala de interés utilizada anteriormente (es decir, en niveles de muy
poco o escaso interés), lo cual supone cuarenta y cinco puntos más que los jóve-
nes que se situarían en ese mismo intervalo de la escala. Al mismo tiempo, la per-
cepción de los jóvenes sobre los padres que se situarían en el intervalo del siete al
diez es del 23%, cincuenta puntos menos que el porcentaje de ellos mismos que
se sitúan en este tramo. Diferencias, por tanto, tan abrumadoras como expresivas.
Esta idea del gusto e interés por la música como signo de diferenciación generacio-
nal se corrobora cuando, preguntados por el interés de sus amigos (jóvenes tam-
bién), los entrevistados sitúan a éstos en la escala en proporciones muy similares a
las que señalaron para ellos mismos. En definitiva, y a la luz de estos resultados, la
música es algo respecto a lo que se muestra un grandísimo interés durante la
juventud, al tiempo que se supone que gran parte de ese interés se perderá cuando
se llegue a la vida adulta1. En la tabla 3.12 podemos observar las diferencias.
GRADO DE INTERÉS POR LA MÚSICA INTERÉS PROPIO INTERÉS PERCIBIDO INTERÉS PERCIBIDO
EN UNA ESCALA DEL 1 AL 10 POR LA MÚSICA EN LOS PADRES EN LOS AMIGOS
1. El cruce de la variable edad (como el del resto de variables sociodemográficas) con esta pregunta no resulta
significativo (p>.05), por lo que no estamos en condiciones de reforzar esta idea con otros datos. En cualquier
caso, la tendencia parece mostrar que, para el tramo de edad de los entrevistados (15 a 24 años), los resultados
tienden a mantenerse (ligero descenso del interés a medida que aumenta la edad, tanto para el interés propio
como para el de los amigos).
2. La numeración de todas las tablas del capítulo es correlativa. Algunas de ellas aparecen intercaladas en el
texto y el resto, para aligerar la lectura, se incluyen en un anexo al final del capítulo.
25
20
15
10
0
1+2 3 4 5 6 7 8 9 10
De ese 77% de jóvenes que escuchan música todos o casi todos los días, la mayo-
ría (57%) lo hace “entre 1 y 3 horas”, reduciéndose a un 22% la proporción de
quienes escuchan música menos de una hora al día. El 6% lo hace más de cinco
horas al día.
En relación con estos datos, resulta interesante destacar cómo, a medida que
aumenta la edad del entrevistado, aumenta la proporción de quienes afirman
escuchar más horas de música al día, situándose el salto más significativo en torno
a los 19 ó 20 años, edad a partir de la cual se escucha más música. Por tanto, a
pesar de la creencia de que la música es “cosa de jóvenes”, no podemos dejar de
señalar que son los jóvenes de mayor edad (de 20 a 24 años, en el caso de nuestra
muestra), los que, en mayor proporción, escuchan más música. Si la proporción
sigue creciendo más allá de la frontera de los 24 años y de qué depende la evolu-
ción en uno u otro sentido, será algo que otros estudios habrán de establecer.
A pesar de constatar el interés que manifiestan los jóvenes en la música, así como
el importante hábito de escucha que afirman tener, resulta muy interesante obser-
Si recurrimos a los datos que ofrece el citado Informe SGAE sobre hábitos de con-
sumo cultural, podemos señalar que, en el año 1988, el 26% de los jóvenes de
entre 14 y 24 años afirmaba comprar discos “frecuentemente”, el 46% decía
hacerlo “ocasionalmente” y el 27% reconocía que “no suele comprar discos”3. En
primer lugar, se observa que la proporción de quienes no compran discos es lige-
ramente superior al porcentaje de quienes lo hacen frecuentemente. Por otro lado,
cabe señalar que, para que estos datos resulten coherentes con los ofrecidos por
nuestra investigación, el porcentaje de quienes afirman comprar discos ocasional-
mente habría de incluirse en la categoría de las “cosas en las que menos gasta”. Es
decir, los gastos ocasionales en discos serían gastos minoritarios, cuando menos
en comparación con el resto de gastos. En cualquier caso, lo que sí es cierto es
que los porcentajes referidos a la compra de discos para la población de 14 a 24
años resultan sensiblemente superiores a las medias totales (población en general)
para esas mismas categorías (los jóvenes compran o dicen comprar discos con
mayor frecuencia que el resto).
Resulta interesante observar que hasta un 26% de los encuestados no sabe qué
contestar a esta pregunta, ni de manera aproximada. Independientemente de que
el gasto en música pueda ser un gasto intermitente y con altibajos (dependiendo
de los lanzamientos discográficos, dependiendo de la cantidad de conciertos,
dependiendo de las modas…), el que el porcentaje de indecisos sea tan elevado
puede indicar, cuando menos, que su gasto en música no constituye un hábito
asentado.
3. Elaboración propia de los datos a partir de tabla encontrada en op. cit. (p. 32).
Entrando en detalles más concretos (reflejados en las tablas 3.4, 3.5 y 3.6), los
hombres gastan más dinero que las mujeres en las frecuencias más altas (a partir
de 4.000 pts.), y un 5% de las mujeres afirma no gastar nada en música (frente a
un 3% de los hombres). A partir de las 2.000 pesetas de gasto mensual, éste se
incrementa a medida que aumenta la edad, y a partir de las 4.000 de gasto men-
sual, éste aumenta a medida que crecen los ingresos (esta proporción relativa a los
ingresos no se cumple en el tramo de 2.000 a 4.000, lo que puede indicar que,
quienes poseen dinero para gastar en música, tienden a gastar cantidades altas).
Los estudiantes son quienes menos dinero gastan en música y los trabajadores los
que más, como es lógico si atendemos a su poder adquisitivo. Con los que afir-
man estar parados o “no hacer nada” sucede algo interesante. Al tiempo que tie-
nen la más alta proporción entre quienes no gastan nada (7%), también presentan
porcentajes superiores a la media para cantidades superiores a 2.000 pesetas.
Incluso para cantidades superiores a 4.000 pesetas presentan el segundo porcenta-
je más alto (15%), tras los trabajadores que no estudian (19%).
Ante unos datos que señalan lo limitado que resulta, en términos generales, el
gasto de los jóvenes en música, cabe preguntarse cuáles son las formas que tienen
para conseguir la música que escuchan (tablas 3.7 y 3.8). A tenor de dichos resul-
tados, no sorprende que el 70% de los jóvenes grabe la música de amigos, frente
al 52% que la compra en tiendas, el 26% que la “baja” de Internet, el 24% que la
compra pirata o el 17% que la graba de la radio5. Por tanto, menores proporcio-
nes entre quienes compran la música que entre quienes la graban, de la forma que
sea. Además, el 4% afirma no comprar ni grabar música de ninguna manera, y el
2% consigue la música de “otras” maneras (que desconocemos). Podemos señalar
algunas tendencias:
• Las mujeres presentan mayores proporciones entre quienes la compran en
tiendas, la graban de amigos y la graban de la radio, además de entre quie-
nes no compran ni graban música. Por su parte, los hombres presentan
mayores porcentajes entre quienes la “bajan” de Internet y quienes la com-
pran pirata. Especialmente relevante resulta la diferencia respecto a la cate-
goría “la bajo de Internet”, pues los hombres presentan diez puntos porcen-
tuales más que las mujeres (30% frente a 20%).
• A medida que aumenta la edad aumenta la proporción de quienes la com-
pran en tiendas, a la vez que desciende la proporción de los que la “bajan”
4. Datos obtenidos del Anuario SGAE 2002 (Fundación Autor-SGAE, 2002), p. 241 y 232.
5. Al corresponder estos resultados a una respuesta múltiple (los entrevistados podían elegir dos opciones de las
propuestas), la suma de porcentajes será superior a 100.
de Internet y los que la graban de la radio. Los más jóvenes son también los
que más graban la música de amigos y los que en mayor medida manifiestan
no comprar ni grabar música (un 6% de los jóvenes de 15 a 16 años). Tam-
bién cabe señalar que a partir de los 20 años comienza a descender (lenta-
mente) el porcentaje de quienes compran la música pirata.
• Parece extraño, por lo contradictorio que resulta respecto a algunas de las
observaciones realizadas a partir de la variable edad, que sean los jóvenes
que cursan estudios Primarios los que, en mayor proporción, parecen com-
prar la música en tiendas (58%) o pirata (44%), mientras los estudiantes uni-
versitarios presentan las mayores proporciones entre quienes graban la
música de amigos (73%)6. A medida que aumenta el nivel de estudios cur-
sado, aumenta la proporción de jóvenes que “bajan” la música de Internet.
• Sí parecen más evidentes los resultados considerando la variable ocupa-
ción. Los estudiantes destacan entre quienes graban la música de amigos, la
“bajan” de Internet y la graban de la radio, mientras los trabajadores desta-
can entre quienes la compran en tiendas y la compran pirata. En tal diferen-
ciación entre trabajadores y no trabajadores podemos encontrar la explica-
ción a los datos que nos ofrecían los universitarios en el punto anterior,
frente a otros jóvenes de su edad que sí cuentan con un trabajo y, por
tanto, tienen mayores ingresos. Mientras, los parados tienden a grabarla de
amigos o comprarla pirata en mayores proporciones que el resto, además
de presentar un significativo porcentaje de quienes no compran ni graban
música (7%).
• En función de los ingresos mensuales se produce un hecho curioso. Si bien
se cumple la esperada tendencia que afirma que, a mayores ingresos, mayo-
res gastos en música y, por tanto, mayor porcentaje de quienes la compran
en tiendas (de igual forma que menor proporción de quienes no compran
música), esta tendencia sólo se cumple hasta llegar al más alto de los inter-
valos: aumenta hasta las 25.000 pesetas de ingresos, pero desciende a partir
de esa frontera de las 25.000 pesetas (de igual forma, desciende la propor-
ción de quienes no compran ni graban música hasta esa misma frontera,
para volver a subir a partir de ella). En cualquier caso, sí se observa un
ascenso importante de quienes compran la música en tiendas cuando dispo-
nen de más de 10.000 pesetas al mes. El resto de opciones no presentan
tendencias constatables, exceptuando la categoría “la grabo de la radio”,
que desciende a medida que aumentan los ingresos. Cabe destacar que el
5% de quienes cuentan con menos de 5.000 pesetas al mes afirman conse-
guir la música de “otras” maneras.
6. En cualquier caso, los resultados que ofrecen quienes cursan estudios Primarios, tanto para esta pregunta
como para subsiguientes, habrán de ser tomados con gran cautela, pues sus respuestas son mucho menores si
las comparamos con el resto de niveles de estudio, lo que bien pudiera distorsionar algún resultado y condu-
cirnos a error.
Por otro lado, tampoco debe despreciarse la relevancia de los lugares de encuen-
tro de los jóvenes en los momentos de ocio de fin de semana (bares, discotecas),
como fuente de esparcimiento musical. Casi un tercio de los jóvenes se decanta
por esta opción antes que por otras como la música comprada, grabada o escu-
chada por la radio, algo que da idea de la importancia que adquiere la música en
7. De nuevo, al corresponder estos resultados a una respuesta múltiple (los entrevistados podían elegir dos
opciones de las propuestas), la suma de porcentajes será superior a 100.
8. El estudio Jóvenes y medios de comunicación (Rodríguez, Navarro y Megías, 2001), en su capítulo 3.2.1
aborda el tema de los perfiles sociodemográficos de la audiencia de las cadenas musicales más escuchadas.
Podemos comprobar que, para las cadenas con mayor audiencia, la proporción de mujeres que las siguen con
frecuencia supera a la de los hombres de manera significativa.
9. En Rodríguez, Navarro y Megías (2001) encontramos datos que refuerzan y explican estas tendencias. Por un
lado, parece lógico que el tramo de edad 15-16 años rompa la tendencia ascendente de quienes escuchan
música de la radio, por cuanto responde al perfil característico de la audiencia mayoritaria de la cadena musi-
cal más seguida con diferencia (op. cit; p. 62). Por otro lado, también resulta lógico que a medida que aumenta
la edad descienda la proporción de los que escuchan música por televisión, pues la audiencia de los programas
musicales de televisión más vistos responde a tal tendencia. Incluso el ligero repunte que se produce en el
tramo de 23 a 24 años es explicable en base a la audiencia de algún programa musical que se convierte en la
excepción (op. cit; p. 50).
10. Respuesta múltiple (podían elegir dos de las opciones), por lo que la suma de porcentajes será superior a 100.
Resulta muy significativo comprobar cómo, a pesar de que sólo el 7% decía escu-
char música en la televisión, el 34% afirma informarse sobre la música que le
interesa a través de ese mismo medio, convirtiéndose en la tercera fuente más des-
tacada (con gran diferencia sobre la siguiente). Que un medio que, proporcional-
mente (por lo menos en España), dedica poco tiempo a la difusión musical,
demuestre un grado de influencia tal al respecto, es algo que no viene más que a
reforzar la idea de la gran importancia que, una vez más, demuestra tener el
medio televisivo como procurador de información y creador de opinión. Por ello
no extraña que la música que se escucha (y ve) en televisión coincida con la que
se escucha en las grandes cadenas comerciales radiofónicas, ni que algunos pue-
dan suscribir la idea de que “si no sales en la tele, es que no existes”, o que “si no
estás en el top 40, es que no eres bueno”. Esta idea se desarrolla largamente en
Megías y Rodríguez (2001), en torno al concepto de la música “normal” (la que
sale en los habituales canales de difusión y no requiere de esfuerzo para llegar a
ella, según la definición de los propios protagonistas). Como ejemplo que apoya
el planteamiento que incide en la decisiva importancia de los medios de comuni-
cación masivos a la hora de conformar los gustos populares, reproducimos una
cita muy ilustrativa, sacada a partir de uno de los grupos de discusión realizados
para esa investigación (op. cit; p. 67):
3. MÚSICA Y ENTORNO
En las páginas anteriores hemos revisado los aspectos más relevantes que confor-
man los hábitos de los jóvenes españoles respecto a la música. Una visión trans-
versal a los distintos elementos que configuran esos hábitos se obtiene a través del
análisis del papel que el entorno cotidiano de los jóvenes cumple en la manera en
que se organiza esa relación de los jóvenes con la música. El planteamiento tam-
bién podría ser el contrario: ¿cuál es el papel que la música desempeña en la
organización del entorno cotidiano de los jóvenes?
Si en los resultados que conocemos hasta el momento hemos visto cómo, cuánto
y dónde se escucha música, y cuáles son las principales maneras para conseguir
información sobre las músicas que gustan, en este bloque vamos a adentrarnos en
la valoración que los jóvenes realizan sobre la influencia del entorno en sus gus-
tos musicales, así como en su percepción del papel que podría desempeñar la
música en sus relaciones personales.
Nuestro punto de vista es que no existe una relación unívoca entre música y
entorno, y que tanto sirve, a efectos analíticos, la modulación que el entorno pro-
duce en los gustos musicales como la que la música instrumentaliza de cara a la
conformación de determinados espacios, tanto físicos como relacionales. En cada
uno de los bloques temáticos de este estudio se van aportando elementos que per-
miten acentuar más uno u otro de los sentidos de la relación porque, de hecho,
tampoco existe una relación única jóvenes-música, sino innumerables maneras de
establecer vínculos estéticos, emotivos e instrumentales con los elementos que se
aglutinan alrededor de la música.
Anteriormente se ha señalado como, para los jóvenes, las formas más frecuentes
de mantenerse informado sobre música son los amigos (para un 53%) y los
medios de comunicación (preferentemente radio y televisión, para un 50% y un
34% respectivamente). La otra cara de la moneda, y es en este aspecto en el que
nos vamos a centrar a continuación, es hasta qué punto, las mismas personas,
consideran que lo que reciben por esas vías que utilizan con más frecuencia
como fuente de información influye realmente en sus gustos (tabla 3.13).
Navarro y Megías (2001), estudio en el que se señala como, en primer lugar, los
programas musicales son los más seguidos, y con más frecuencia, de entre todas
las ofertas del medio radio, además de que los programas musicales de radio sean
extremadamente competitivos, incluso, con la oferta de televisión, el medio por
excelencia. También se resaltaba como conclusión el hecho de que entre el públi-
co joven las emisiones y publicaciones alternativas y locales, de poca repercusión
para la población general, tienen una extremada importancia.
En todos los casos, como se puede apreciar, encontramos porcentajes muy consi-
derables de jóvenes aún teniendo tan sólo en cuenta a los seguidores más fieles
(los que escuchan con bastante o mucha frecuencia).
Para nuestro interés concreto, destacar las diferencias de seguimiento de las distin-
tas emisiones tiene más que ver con las preferencias de estilos musicales, que ana-
lizaremos en capítulos posteriores, que, posiblemente, con el grado de influencia
percibida, ya que, como hemos visto, esta percepción no guarda especial relación
con la edad (o al menos no es significativa estadísticamente). Por eso no insistire-
mos más, por el momento.
Por su parte, las publicaciones escritas cuentan con menos seguidores que la radio
(no sólo para las que se refieren a música sino en general), aunque un 8.6% de
jóvenes las leen con bastante o mucha frecuencia y un 21.8% de vez en cuando
(tablas 3.16 y 3.17). En total un 30%, que aumenta entre los más jóvenes (35%
entre los de 15 a 16 años), entre los que estudian o están en paro (33.8% y 32.5%
respectivamente) y entre los que residen en municipios entre 50.000 y 250.000
habitantes (alrededor del 36%).
Sin embargo, por encima de lo que aportan e influyen los medios de comunica-
ción, el gran canal de información e influencias musicales son las relaciones de
amistad. Volviendo a la tabla 3.13 vemos que el 36.6% de los jóvenes se siente
bastante o muy influido en sus gustos musicales por los amigos, sin diferencias por
sexo, edad o nivel de estudios, aunque según el hábitat de residencia puede
alcanzar hasta casi el 43% la proporción de quienes consideran esta influencia en
grado máximo (en municipios entre 5.000 y 100.000 habitantes).
El contraste con la influencia que se percibe por parte de los padres es patente,
aunque muy coherente con la diferencia que ya analizamos en el primer apartado
en relación con el grado de interés por la música que se les atribuye. En este caso
la lectura se completa, añadiendo que no sólo lo que se entienda por “música”
será algo propio y patrimonializado por los jóvenes y que no cuenta con gran
interés por parte de los progenitores, sino que, además, en caso de que los padres
tengan algún interés, sus gustos o indicaciones no serán lo suficientemente rele-
vantes como para tenerlos en cuenta de cara a la configuración de lo que a un
joven le guste (o deba gustar).
Sólo un 12.7% de los jóvenes reconoce estar influido por sus padres en los gustos
musicales, algo más las chicas (15%) que los chicos (10.4%), y con diferencias,
aunque no lineales, según el nivel de estudios o los ingresos disponibles al mes.
De hecho, muchas de las hipótesis sobre los gustos musicales, y muy especial-
mente las que se plantean para los jóvenes, se asientan en el papel que cumple la
música entre las claves de identificación gregaria, así como la propia valoración
que sobre ella realizan los jóvenes. En Megías y Rodríguez (2001) ya desarrollába-
mos algunas de las cuestiones que sirven como refuerzo y contradicción a ese
papel desde el discurso de los jóvenes. Por una parte, consideran que es impor-
tante tener una vivencia propia de la música y sentir cosas de forma muy especial
e íntima a través de ella; pero, por otro lado, existe una tendencia general a no
posicionarse en gustos especialmente definidos y que distingan demasiado a uno
mismo de los demás (“A mí me gusta la música muy normal, y yo soy muy nor-
Sin embargo, una vez más, no podemos abstraernos del discurso de los jóvenes
para interpretar los resultados. La respuesta a una pregunta explícita sobre el
grado de importancia atribuida a la música para crear o mantener una relación de
amistad pasa por el tamiz de que, ante todo y sobre todo, la música se considera
como algo colateral (que acompaña a las relaciones, que ayuda a divertirse, que
facilita la coincidencia en espacios marcados y definidos de forma muy especial
por ella…), pero que la amistad es algo más global que no se crea ni se rompe por
los gustos musicales. En definitiva, la música ayuda (a conocer personas, a conso-
lidar relaciones…) pero no impone ni condiciona (amistades).
«—Porque tú con tu amigo heavy te llevas muy bien pero no podrás salir
de fiesta.
—No saldremos de fiesta pero vamos a otros sitios…» (BA/MIX/25-29)
Esto es algo de lo que dicen los datos de la encuesta también, al menos en un pri-
mer momento: para un 57% de los jóvenes, la música no tendría apenas impor-
tancia a la hora de definir o consolidar una relación de amistad, aunque un 28.6%
considera que tiene alguna importancia y un 13.2% entiende que la coincidencia
de gustos es de gran importancia para crear o mantener una relación de amistad
(tabla 3.18).
grado de identificación simbólica que aporta la música en los momentos más sig-
nificativos de la adolescencia y que parecen irse diluyendo según se avanza en el
proceso de maduración.
Además, también parece claro que mantener las relaciones de amistad implica, en
alguna medida, asumir que el gusto personal es algo secundario y que se supedita
a la necesidad de estar con los amigos (tabla 3.19). Un 28.8% de los jóvenes dice
no importarle estar con el grupo de amistades y que no le guste la música que
ellos escuchan o que suena en el lugar en el que están, y casi un 43% considera
que podría importarle pero se adaptan sin protestar.
Pero si seguimos concretando nos encontramos, en tercer lugar, con que esa
necesaria adaptación para “estar con los amigos” no tendría que producirse en
muchas ocasiones cuando la realidad es que, casi en la mitad de los casos (el
47.8%), se comparten siempre o la mayoría de las veces gustos musicales con los
amigos y para otro 39% de los jóvenes también se comparten gustos, aunque sólo
sea a veces.
Y, por otra parte, no sólo se comparten los gustos con los amigos sino que, ade-
más, un 77% de los jóvenes dice escuchar la música que más le gusta cuando está
con sus amigos: un 36.4% siempre que está con ellos y un 40.6% al menos a
veces (tabla 3.22). También en este caso la coincidencia es tanto mayor cuanto
menor es la edad, en los primeros tramos educativos, entre los que están en paro y
cuanto menor es la disponibilidad monetaria mensual.
En definitiva, aunque desde la teoría abstracta una buena parte de los jóvenes
entienden que la amistad es mucho más que confluencia de gustos, los datos tam-
bién muestran con rotundidad que la experiencia concreta y cotidiana acerca a
los amigos, que comparten lógicamente otras muchas cosas, a parecidos entornos
musicales. Como es evidente, y siguiendo su propio discurso, la construcción de
una relación de amistad se hace con muchos materiales pero, ciertamente, alguno
de ellos tiene a la música como telón de fondo sea cual sea el grado de importan-
cia que se le atribuya o el orden que tenga en la escala de prioridades.
De ese casi 40% de jóvenes que se considera bastante o muy influido por sus
amigos:
• El 64.2% (frente al 30% de los que no se sienten influidos) dice compartir
siempre o la mayoría de las veces gustos musicales con sus amistades. Sólo
el 7% los comparte pocas veces o nunca.
• El 20.4% considera que la coincidencia de gustos es bastante o muy impor-
tante para crear o mantener relaciones de amistad. Sólo el 8% de los que
dicen no estar influidos por los amigos atribuye el mismo grado de impor-
tancia formalmente a la música.
• El 54.6% se han sentido más próximos a alguien por compartir gustos musi-
cales y más de la cuarta parte (el 25.6%) más distantes por no hacerlo. Entre
los que consideran que la influencia de los amigos en sus gustos musicales
es baja han experimentado la cercanía el 35% y la distancia el 18%.
• Casi la mitad (el 47.8%) dice escuchar con sus amigos siempre o la mayoría
de las veces la música que prefiere; la misma experiencia la tienen sólo el
27% de los que no consideran que los amigos influyan en sus gustos.
• Respecto a la actitud ante la música y la importancia que adquiere ésta en
los momentos en los que se está con los amigos, las diferencias son también
especialmente interesantes. Por una parte, quienes más influencia atribuyen
a los amigos en los gustos son los que en mayor medida conceden impor-
tancia a que no les guste la música que se escucha en los lugares o situacio-
nes en los que están con los amigos. Así, mientras al 33.8% de los que no
se sienten influidos no les importa que esto ocurra, el porcentaje se reduce
al 23.7% entre quienes sí reconocen la influencia de sus amigos.
Así, cuando a los amigos les gusta o escuchan músicas que no interesan se le
presta mayor atención aunque uno decida adaptarse (hasta el 44% entre los que
se sienten más influidos por los amigos frente al 40.4% de los que se sienten
menos); pero la música aporta e importa de tal manera que es mayor, en todas
las situaciones, el porcentaje de los que discuten e incluso de los que cambiarían
de escenario si la música no cambia, entre los que se sienten más influidos por
los amigos en sus gustos, los que en último extremo y al menos en algunas cir-
cunstancias, darían más valor a sus preferencias musicales que a las personas con
las que están.
TOTAL EDAD
15 – 16 17 – 19 20 – 22 23 – 24
Base: los que escuchan música “todos” o “casi todos” los días. Total de la muestra: 1.900.
Tabla 3.3. Diferencias según ocupación e ingresos relativas al tiempo de media diaria que se escucha música
Menos de 1 hora 22.1 26.0 17.2 16.7 18.1 21.4 23.0 21.0 22.9 21.4
Entre 1 y 3 horas 56.5 56.1 65.6 53.3 60.6 61.5 56.7 61.6 54.5 52.7
Entre 3 y 5 horas 14.2 14.3 9.8 15.4 14.2 14.1 16.4 12.3 13.4 14.5
Más de 5 horas 6.3 2.7 5.7 13.8 7.1 3.1 3.6 4.6 8.3 10.1
NS/NC 0.9 1.0 1.6 0.8 0.0 0.0 0.3 0.5 0.8 1.3
Total 1.466 826 122 390 127 192 365 219 253 387
Base: los que escuchan música “todos” o “casi todos” los días. Total de la muestra: 1.900.
Tabla 3.4. Diferencias, según sexo y edad, del dinero que se gasta al mes en música (comprar discos, asistir a conciertos)
Hombre Mujer 15 – 16 17 – 19 20 – 22 23 – 24
Hasta 2.000 ptas. 42.7 43.9 41.4 48.1 46.6 39.5 38.0
De 2.001 a 4.000 ptas. 16.1 15.8 16.3 11.4 14.7 18.2 18.4
Tabla 3.5. Diferencias según ocupación, ingresos y hábitat, del dinero que se gasta al mes en música (comprar discos, asistir a conciertos)
Estudio
Estudio
y trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos
de 5.000
De 5.000
a 10.000
De 10.000
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
Nada 3.7 3.5 5.2 2.6 7.4 5.3 5.9 3.2 1.7 2.4 6.1 3.0 6.5 2.1 2.1
Hasta 2.000 ptas. 42.7 48.4 36.4 35.0 33.8 52.2 47.1 45.7 44.3 35.3 38.6 41.8 36.1 42.6 50.8
De 2.001 a 4.000 ptas. 16.1 13.6 15.6 21.2 17.6 10.1 17.2 20.2 15.0 17.0 15.2 17.3 11.1 17.5 16.9
Más de 4.000 ptas. 11.2 7.0 13.6 18.6 14.9 1.8 8.0 9.9 12.7 18.5 15.2 10.6 12.5 9.2 9.1
NS/NC 26.4 27.7 29.2 22.6 26.4 30.7 21.7 20.9 26.3 26.9 24.9 27.3 33.8 28.7 21.2
Total 1.900 1.092 154 505 148 228 437 282 361 536 409 498 216 338 439
Tabla 3.6. Diferencias, según sexo, del lugar en el que se sitúa el gasto en música
Música-3C/C/J
TOTAL SEXO
Hombre Mujer
Entre las cosas en las que más gasto 4.2 5.2 3.1
En el medio 25.3 26.9 23.5
Entre las cosas en las que menos gasto 68.5 65.7 71.4
23/4/3 11:40
Tabla 3.7. Diferencias, según sexo, edad y estudios, en la forma de conseguir la música
TOTAL SEXO EDAD ESTUDIOS
Hombre
Mujer
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
La compro en tiendas 51.7 50.8 52.6 39.7 51.8 53.9 58.1 58.1 54.0 47.0 55.0 49.6 53.7
La grabo de amigos 69.8 67.8 71.8 72.3 69.4 69.0 69.4 67.4 68.4 70.4 67.0 69.8 72.9
La bajo de Internet 25.5 30.4 20.3 26.8 26.3 25.6 23.2 9.3 13.0 23.6 27.0 28.5 31.9
La grabo de la radio 16.9 15.2 18.8 23.3 16.6 16.4 12.9 14.0 18.1 20.4 16.7 18.0 11.9
La compro pirata 24.1 25.3 22.9 24.2 25.0 23.8 23.4 44.2 32.1 25.8 22.5 24.7 16.7
Otras 2.0 1.3 2.7 2.9 1.7 1.6 2.2 0.0 1.4 2.1 1.9 1.9 2.5
No compro/grabo música 3.9 3.5 4.3 5.8 2.1 4.0 4.3 4.7 5.6 5.6 3.1 2.2 3.3
NS/NC 0.2 0.2 0.1 0.0 0.0 0.3 0.2 0.0 0.5 0.0 0.0 0.0 0.5
Total 1.900 973 927 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
Nota: al ser respuesta múltiple, la suma de los porcentajes totales será superior a 100.
Tabla 3.8. Diferencias según ocupación, ingresos y hábitat, en la forma de conseguir la música
Estudio
Estudio
y trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos
de 5.000
De 5.000
a 10.000
De 10.000
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
La compro en tiendas 51.7 47.9 49.4 62.4 45.3 40.4 42.3 55.0 60.4 57.8 51.3 55.6 47.2 52.1 49.4
La bajo de Internet 25.5 29.3 27.9 18.8 17.6 26.8 23.1 27.7 25.2 25.6 23.2 21.1 20.8 30.2 31.2
La grabo de la radio 16.9 19.1 14.3 12.5 18.9 21.5 19.2 18.4 16.1 12.5 15.6 16.9 18.5 21.0 14.4
La compro pirata 24.1 19.8 24.7 31.5 30.4 22.8 27.0 24.5 17.7 26.1 24.2 26.3 29.2 22.5 20.3
Otras 2.0 1.9 3.2 1.8 2.0 4.8 1.6 0.7 2.2 1.9 1.0 1.8 3.7 2.4 2.1
No compro/grabo música 3.9 3.4 2.6 4.6 6.8 7.5 4.8 2.8 2.5 3.4 5.6 5.0 4.2 1.2 3.0
NS/NC 0.2 0.1 0.6 0.2 0.0 0.0 0.0 0.0 0.3 0.4 0.2 0.2 0.5 0.0 0.0
Total 1.900 1.092 154 505 148 228 437 282 361 536 409 498 216 338 439
Nota: al ser respuesta múltiple, la suma de los porcentajes totales será superior a 100.
Tabla 3.9. Diferencias, según sexo, edad y estudios, en la forma más frecuente de escuchar la música
Música-3C/C/J
Hombre
Mujer
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
De la radio 52.7 47.8 57.9 54.5 50.9 51.6 55.3 65.1 57.2 55.2 50.5 49.9 51.4
CDs/casettes/vinilos
que compro 48.3 48.9 47.6 43.7 50.7 47.6 50.0 46.5 51.2 46.1 54.1 43.2 47.8
Página 69
CDs/casettes que me grabo 54.9 56.7 53.0 62.1 53.0 55.6 50.2 46.5 43.3 56.0 53.1 58.4 59.5
De la televisión 7.3 7.9 6.6 11.4 8.3 5.1 5.7 7.0 10.7 10.1 6.2 5.3 5.1
En bares/discotecas 29.8 30.1 29.4 22.4 28.8 33.9 30.9 34.9 28.4 26.2 29.9 36.3 28.1
En salas/locales de conciertos 2.9 3.6 2.3 2.3 3.3 2.9 3.1 0.0 4.2 2.4 2.4 3.6 3.3
Otras 0.8 0.8 0.9 1.2 1.2 0.6 0.5 0.0 0.5 1.1 0.7 1.4 0.5
NS/NC 0.2 0.4 0.0 0.0 0.0 0.2 0.7 0.0 0.9 0.0 0.0 0.0 0.5
Total 1.900 973 927 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
Nota: al ser respuesta múltiple, la suma de los porcentajes totales será superior a 100.
Tabla 3.10. Diferencias según ocupación, ingresos y hábitat, en la forma más frecuente de escuchar la música
Estudio
Estudio
y trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos
de 5.000
De 5.000
a 10.000
De 10.000
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
De la radio 52.7 51.0 55.2 56.8 49.3 50.4 53.3 51.4 54.3 53.0 57.0 52.6 49.5 57.7 46.7
que compro 48.3 47.9 45.5 51.1 43.9 45.2 48.3 48.2 50.4 49.1 47.2 50.8 48.6 42.9 50.3
CDs/casettes que me grabo 54.9 59.0 51.9 45.5 60.1 64.0 59.0 53.5 52.4 49.6 55.3 49.4 59.7 49.4 62.6
De la televisión 7.3 8.9 6.5 4.2 6.1 13.6 6.9 10.3 5.5 4.3 6.6 5.8 6.5 10.1 7.7
En bares/discotecas 29.8 26.8 31.2 35.8 29.7 16.2 25.9 30.5 33.2 35.3 30.3 32.7 27.3 32.2 25.3
En salas/locales
de conciertos 2.9 2.6 3.2 3.4 4.1 5.3 1.8 2.8 2.2 3.5 2.4 3.4 4.2 2.1 3.0
Otras 0.8 0.8 1.3 0.6 1.4 1.8 1.4 0.4 0.6 0.6 0.5 1.2 0.5 1.5 0.5
NS/NC 0.2 0.1 0.6 0.4 0.0 0.0 0.0 0.0 0.3 0.6 0.0 0.0 0.5 0.6 0.2
Total 1.900 1.092 154 505 148 228 437 282 361 536 409 498 216 338 439
Nota: al ser respuesta múltiple, la suma de los porcentajes totales será superior a 100.
Tabla 3.11. Diferencias, según sexo, edad y estudios, en la forma en que se consigue la información de la música que interesa
Música-3C/C/J
Hombre
Mujer
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
De la radio 49.8 45.9 53.8 46.6 46.4 50.5 55.5 62.8 60.9 50.2 45.9 44.3 51.1
De la televisión 34.2 32.3 36.1 40.2 32.9 33.3 32.1 37.2 30.7 39.5 35.4 33.0 29.1
Página 71
De prensa/revistas 15.6 15.3 16.0 16.6 17.4 14.3 14.6 16.3 6.5 15.9 17.9 17.7 15.9
De amigos/conocidos 53.1 54.7 51.3 49.9 56.3 54.3 49.8 46.5 58.1 51.3 55.7 52.6 50.4
De Internet 16.1 19.0 12.9 16.0 18.0 15.4 14.6 4.7 8.8 14.8 14.6 21.9 19.0
De familiares 3.5 3.7 3.2 5.8 3.3 2.7 2.9 2.3 1.9 4.5 3.8 2.5 3.8
De bares/discotecas (DJs) 15.5 15.7 15.3 9.6 16.1 17.4 17.0 14.0 20.5 12.0 16.3 17.7 14.2
Preguntando en tiendas 6.2 6.5 5.8 8.2 4.6 5.9 6.7 9.3 6.0 6.4 5.5 6.1 6.3
Otras 0.2 0.2 0.1 0.3 0.2 0.2 0.0 0.0 0.0 0.4 0.0 0.0 0.3
NS/NC 1.5 2.0 1.0 1.5 0.8 1.6 2.2 2.3 1.4 1.1 1.0 1.1 2.8
Total 1.900 973 927 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
Nota: al ser respuesta múltiple, la suma de los porcentajes totales será superior a 100.
Tabla 3.12. Diferencias según ocupación, ingresos y hábitat, en la forma en que se consigue la información de la música que interesa
Estudio
Estudio
y trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos
de 5.000
De 5.000
a 10.000
De 10.000
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
De la radio 49.8 46.4 49.4 55.8 54.7 46.1 49.9 48.9 47.6 53.0 53.1 54.2 48.1 47.0 44.6
De prensa/revistas 15.6 16.7 14.3 15.2 10.8 15.8 15.1 16.0 20.2 13.1 10.3 12.7 20.4 24.6 14.8
De amigos/conocidos 53.1 54.2 56.5 48.9 54.7 58.3 58.6 53.2 46.0 51.3 52.3 56.6 49.1 45.6 57.4
De Internet 16.1 17.9 16.2 12.5 14.2 14.9 19.5 13.8 17.5 13.8 16.4 14.5 15.3 16.3 17.8
De familiares 3.5 4.3 2.6 2.4 2.0 4.8 2.7 3.5 3.6 3.5 2.9 1.8 2.8 4.1 5.7
De bares/discotecas (DJs) 15.5 13.0 16.9 20.0 16.9 8.3 11.2 16.7 16.9 20.0 19.1 18.1 18.5 9.2 12.8
Preguntando en tiendas 6.2 6.3 8.4 5.3 5.4 8.8 4.8 7.1 6.1 5.8 7.6 6.2 6.0 5.0 5.7
Otras 0.2 0.2 0.6 0.0 0.0 0.0 0.0 0.7 0.3 0.0 0.2 0.0 0.0 0.3 0.2
NS/NC 1.5 1.4 1.9 1.8 0.7 0.9 1.1 0.0 2.2 2.1 1.2 0.8 0.9 2.4 2.1
Total 1.900 1.092 154 505 148 228 437 282 361 536 409 498 216 338 439
Nota: al ser respuesta múltiple, la suma de los porcentajes totales será superior a 100.
Tabla 3.13. Diferencias, según sexo, estudios, ingresos y hábitat, entre quienes, en lo que a gustos musicales se refiere,
afirman estar “bastante” o “muy” influidos por cada uno de los siguientes agentes (p<.05)
Música-3C/C/J
Hombre
Mujer
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
Menos
de 5.000
De 5.000
a 10.000
De 10.000
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
23/4/3 11:41
Programas o publi-
caciones musicales 26.6 23.7 29.7 NS NS 29.1 30.5 29.2 24.9 20.0
Padres 12.7 10.4 15.1 11.6 14.0 14.8 8.6 18.0 9.1 14.5 11.9 9.2 13.9 14.6 NS
Amigos 36.6 NS NS NS 38.6 42.8 42.6 29.9 30.1
Total 1.900 973 927 43 215 466 418 361 395 228 437 282 361 536 409 498 216 338 439
Página 73
NS: p>.05.
Tabla 3.14. Diferencias, según sexo, edad y estudios, entre quienes escuchan “bastante” o con “mucha frecuencia” cada una de las siguientes cadenas
TOTAL SEXO EDAD ESTUDIOS
Hombre
Mujer
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
40 Principales 47.3 43.8 50.9 54.2 49.5 44.5 42.8 62.8 47.9 51.5 45.5 48.5 41.0
M80 11.6 NS 7.6 8.9 13.8 15.1 NS
Cadena Dial 15.5 9.5 21.8 16.6 13.7 14.5 18.2 18.6 22.8 13.9 11.7 16.3 16.2
Cadena 100 10.1 NS 7.9 8.1 10.8 13.2 NS
RNE-R3 6.3 NS 3.8 4.6 7.1 9.3 NS
Top Radio España 5.6 NS NS NS
Radios libres o comunitarias 18.7 NS NS NS
Total 1.900 973 927 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
Tabla 3.15. Diferencias según ocupación, ingresos y hábitat, entre quienes escuchan “bastante” o con “mucha frecuencia”
cada una de las siguientes cadenas
Estudio
Estudio
y trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos
de 5.000
De 5.000
a 10.000
De 10.000
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
M80 11.6 NS 9.2 9.8 11.7 13.9 13.1 8.1 9.4 10.2 14.5 15.9
Cadena Dial 15.5 14.7 14.3 15.4 22.3 16.7 16.5 13.5 13.6 16.8 NS
Radios libres o comunitarias 18.7 NS 18.4 15.1 22.3 19.9 19.0 19.8 18.5 24.5 20.1 13.9
Total 1.900 1.092 154 505 148 228 437 282 361 536 409 498 216 338 439
NS: p>.05.
Tabla 3.16. Diferencias según edad, referidas a la frecuencia con que se leen o siguen publicaciones musicales
Música-3C/C/J
TOTAL EDAD
15 – 16 17 – 19 20 – 22 23 – 24
Tabla 3.17. Diferencias según ocupación, ingresos y hábitat, referidas a la frecuencia con que se leen o siguen publicaciones musicales
Estudio
Estudio
y trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos
de 5.000
De 5.000
a 10.000
De 10.000
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
Nunca/Con poca frecuencia 69.3 65.9 72.7 75.8 67.6 62.3 64.3 67.4 70.6 76.5 70.4 71.7 63.0 63.6 72.9
De vez en cuando 21.8 23.8 20.8 18.2 20.3 23.2 23.8 23.8 21.1 18.5 23.5 18.1 25.0 25.4 20.0
Bastante/Con mucha frecuencia 8.6 10.0 6.5 5.3 12.2 14.0 11.7 8.9 7.8 4.7 5.9 9.8 11.6 10.9 6.6
NS/NC 0.3 0.3 0.0 0.6 0.0 0.4 0.2 0.0 0.6 0.4 0.2 0.4 0.5 0.0 0.5
Total 1.900 1.092 154 505 148 228 437 282 361 536 409 498 216 338 439
Tabla 3.18. Diferencias según edad, en la importancia otorgada a compartir gustos musicales
para crear o mantener una relación de amistad (p<.05)
TOTAL EDAD
15 – 16 17 – 19 20 – 22 23 – 24
23/4/3 11:41
Tabla 3.19. “¿Qué sueles hacer cuando estás con tus amigos y no te gusta la música que escuchas?”, según sexo (p<.50)
TOTAL SEXO
Hombre Mujer
Hombre
Mujer
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
23/4/3 11:41
Nunca/Pocas veces 13.1 14.7 11.4 10.2 13.2 15.0 12.7 14.0 7.4 11.4 15.3 16.9 12.4
A veces 38.9 36.9 41.0 30.6 38.3 39.1 46.2 20.9 32.1 35.2 40.2 43.8 43.3
La mayoría/Siempre 47.6 48.2 47.0 58.9 48.2 45.5 40.9 65.1 59.1 53.0 44.0 39.3 44.3
Página 77
NS/NC 0.4 0.2 0.5 0.3 0.4 0.5 0.2 0.0 1.4 0.4 0.5 0.0 0.0
Total 1.900 973 927 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
Tabla 3.21. Frecuencia con la que comparte gustos musicales con los amigos, según ingresos al mes (p<.05)
Menos de 5.000 De 5.000 a 10.000 De 10.001 a 15.000 De 15.001 a 25.000 Más de 25.000
Tabla 3.22. Diferencias, según edad, estudios, ocupación e ingresos, ante la pregunta “la música que escuchas con tus amigos,
¿es la que prefieres?” (p<.05)
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
Estudio
Estudio
y trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos
de 5.000
De 5.000
a 10.000
De 10.001
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
A veces 40.6 35.0 40.2 41.5 44.3 46.5 40.9 38.2 40.9 40.2 42.8 38.6 44.8 41.2 48.6 39.9 42.6 41.1 39.9 39.4
La mayoría/
Siempre 36.4 44.6 37.7 33.9 31.6 39.5 47.0 40.8 33.5 29.6 33.9 35.8 35.7 36.4 41.2 44.7 43.5 34.4 25.8 34.5
NS/NC 0.5 0.3 0.4 0.3 1.2 0.0 1.4 0.2 1.4 0.0 0.0 0.2 0.0 1.4 0.7 0.0 0.5 0.0 0.8 0.9
Total 1.900 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395 1.092 154 505 148 228 437 282 361 536
Tabla 3.23. Experiencias de cercanía o distancia a otros en función del gusto musical (%)
NO SÍ NS/NC TOTAL
P69. ¿Te has sentido más cercano a alguien por compartir gustos musicales?
No 61.8 51.2 42.4 50.5
Sí 34.9 45.7 54.6 45.9
P70. ¿Te has sentido más distante de alguien por no compartir gustos musicales?
No 79.8 73.6 71.6 74.2
Sí 18.4 23.0 25.6 22.7
P71. ¿La música que escuchas con tus amigos es la que prefieres?
Nunca/Pocas veces 26.1 25.4 17.7 22.5
A veces 46.5 42.8 34.2 4.6
Siempre/La mayoría 27.0 31.3 47.8 36.4
P72. ¿Qué sueles hacer cuando estás con tus amigos y no te gusta la música?
No me importa 33.8 30.8 23.7 28.8
Me adapto sin protestar 40.4 43.7 44.0 42.6
Discuto pero cedo 19.1 16.7 20.3 18.4
Discuto hasta salirme con la mía 3.7 4.7 6.5 5.4
Si no cambia me voy 2.2 2.6 3.3 2.8
Existen dos situaciones en las que los jóvenes escuchan música con “bastante” o
“mucha frecuencia” en proporciones superiores a otras. Por un lado, “mientras se
hacen actividades rutinarias (aseo, casa…)” (56%), y, por otro, “cuando sales con
amigos” (54%). A estas, siguen las siguientes: “en el coche” (41%), “mientras
haces actividades de ocio (jugar con ordenador, chat, deporte...)” (39%), “mien-
tras lees, estudias o haces deberes” (26%), “paseando o viajando” (24%) y “en el
trabajo” (11%).
1. Como ya apuntamos en el capítulo anterior, la numeración de las tablas es correlativa. Algunas de ellas apa-
recen intercaladas en el texto y el resto, para aligerar la lectura, se incluyen en un anexo al final del capítulo.
En este sentido, podemos citar los datos que aporta el Informe SGAE sobre hábitos
de consumo cultural que señalaba que el 41% de los jóvenes de entre 14 y 19
años y el 53% de entre 20 y 24 años afirman asistir frecuentemente a “bares de
copas con música pop-rock a todo volumen”, mientras el 36% de los primeros y el
47% de los segundos acuden con frecuencia a “disco-pubs, con música ambiental
que permite charlar”, y el 33% de los primeros y el 25% de los segundos van fre-
cuentemente a “discotecas en general”. La asistencia a locales de música en vivo
desciende notablemente.
Estas apreciaciones pueden servir también para explicar algunos de los motivos
por los que, como señalamos anteriormente, aumenta el número de horas de
música escuchada a medida que aumenta la edad (hasta los 24 años), entre los
cuales puede situarse de manera importante la mayor diversidad de situaciones en
las que pueden escuchar música.
Mención especial requieren los resultados referidos a escuchar música “sin estar
haciendo nada más al mismo tiempo” (tablas 4.3 y 4.4), pues, pese a que podría
interpretarse como una situación más en la que la música muestra su poder como
elemento acompañante, aporta un matiz importante: el hecho de que se atribuya
a ese acompañante una atención especial y única, que parece dotarle de mayor
relevancia. Así, la música no desempeñará un simple papel de acompañante, sino
que su propia presencia definirá la situación y todos los sentidos estarán concen-
trados en la escucha de esa música, que será un fin en sí misma. Sólo el 22% de
los entrevistados manifiesta que, con “bastante” o “mucha frecuencia”, escucha
música sin estar haciendo nada más al mismo tiempo, frente al 46% que no lo
hacen “nunca” o lo hacen “con poca frecuencia”. De todos modos, dicho 22%,
pese a ser claramente un resultado minoritario, no deja de mostrar una relevancia
que provoca que no sea nada despreciable, pues se refiere a una situación que
señala un tipo de relación y compromiso con la música de notable importancia.
Además, el 31% de los entrevistados afirma que “de vez en cuando” escucha
música sin hacer nada más al mismo tiempo.
Cabe señalar que tales proporciones disminuyen a medida que aumenta la edad,
algo que podría interpretarse como paradójico por cuanto, anteriormente, había-
mos señalado la relación directamente proporcional entre el aumento de la edad y
el incremento de horas que se escucha música al día. En cualquier caso, también
es probable que el aumento de responsabilidades asociado al crecimiento (y el
menor tiempo libre, por tanto) explique en buena medida dicha situación, lo cual
no entra en contradicción con el hecho de que puedan escuchar música en esas
otras circunstancias. El que sean los trabajadores quienes presenten los porcenta-
jes más bajos, mientras los que están en paro o no hacen nada los más altos,
refuerza tal planteamiento. Por otro lado, quienes disponen de mayores ingresos (a
partir de 15.000 pesetas mensuales), son quienes escuchan en menor proporción
música sin hacer nada más al mismo tiempo, probablemente por la posibilidad
que tienen de optar a otras actividades de ocio que requieren de ciertos ingresos.
El objetivo de analizar las preferencias de ocupación del tiempo libre en este estu-
dio no es tanto obtener una descripción exhaustiva y pormenorizada sobre el ocio
de los jóvenes sino, sobre todo, conocer el papel que la música ocupa dentro de
ese contexto especial y privilegiado delimitado por el tiempo libre.
A pesar de que la relación con la música va, como ya hemos visto, mucho más
allá del tiempo que se considere ocioso, en este apartado contemplamos a la
música exclusivamente como parte de ese tiempo. En el apartado anterior hemos
visto cómo la música se relaciona con otras muchas circunstancias o situaciones,
resaltando de manera particular aquéllas que están vinculadas con el tiempo libre,
en la medida en que determinadas actividades implican un contacto directo con
ella, por su mera presencia en los entornos de ocio, o porque la música suponga
en sí misma una actividad específica de tiempo libre.
Sin embargo, hay que aclarar de partida que resaltar la relación específica músi-
ca-tiempo libre tiene una intencionalidad clara, en la medida que no podemos
dejar de lado el papel fundamental que el ocio ejerce en la realidad de los jóve-
nes, en todos los sentidos. Resumiendo de una forma quizá algo grosera podría-
mos afirmar que casi todo lo que tiene relevancia para los jóvenes tiene su reflejo
en el desarrollo y organización de lo que consideren su tiempo libre y, como
tenemos ocasión de comprobar una vez más, la música es una de esas cosas que
tienen relevancia.
Escuchar música en cintas, CDs…, salir con los amigos sin más y ver televisión
son las tres actividades que ocupan los puestos prioritarios, constituyéndose en las
favoritas, o al menos más frecuentes, en la ocupación del tiempo libre de grandes
mayorías de jóvenes.
Figura 4.1. Clasificación de las actividades de ocio practicadas por los jóvenes,
según contexto y grado de expansividad
Museos-exposiciones
Música en directo
Conferencias-coloquios
Museos-exposiciones Salir/reunirse con amigos
Música en directo
Hacer cosas Viajar
Salir/reunirse con amigos Conferencias-coloquios
con el ordenador
Viajar Hacer deporte
Hacer cosas
Oír la radio con el ordenador
Hacer deporte Ir a bares/cafeterías
condición, e implica gastos vinculados sobre todo a la relación con los iguales en
espacios o escenarios y con símbolos destinados a dicha función. De forma espe-
cífica, siguiendo a los autores, esta inversión se traduce “en los gastos requeridos
para tener dónde estar los fines de semana con los amigos (por ejemplo, la disco-
teca), haciendo algunas de las cosas que consideran habilidades específicamente
juveniles (por ejemplo, bailar)”. Como se puede apreciar, y como seguiremos
viendo a lo largo del informe, ejemplificar desde cualquiera de las perspectivas
posibles algunos aspectos de la realidad juvenil implica la presencia o la excusa
de la música, en las relaciones personales, el tiempo libre, el consumo…
Pues bien, de las dieciocho propuestas de actividades de tiempo libre que se suge-
rían en el cuestionario de nuestra investigación, hay cinco que, claramente, se dis-
tinguen de las demás. Son las que se realizan con más frecuencia por una mayoría
de los jóvenes y, por tanto, representarían los tipos de actividad en los que coinci-
den una gran parte de ellos (tabla 4.5).
Es interesante resaltar que, de estas cinco actividades, hay tres que implican de
forma explícita y directa la escucha de música: “escuchar cintas o CDs”, “ir a dis-
cotecas, bares, etc.” y “oír la radio”; y una más que, como veremos, lleva la rela-
ción con la música implícitamente asociada: “salir con los amigos sin más.”
Chatear
Ir de botellón
Ir al cine, teatro
Hacer deporte
Oír la radio
Ir a discotecas, bares
Ver televisión
NS: p>.05.
Entre estas cinco actividades tan mayoritarias se encuentran ejemplos para todas las
modalidades de participación de la música en los distintos escenarios y modelos de
ocio que se han comentado (doméstico y extradoméstico; individual y relacional).
• Escuchar cintas, CDs, etc. es la actividad que más jóvenes dicen realizar
con bastante o mucha frecuencia: prácticamente el 76%, sin que existan
diferencias reseñables en función del sexo o la edad.
• A continuación se sitúa salir con los amigos sin más, es decir, la estricta
relación interpersonal, cosa que hacen en su tiempo libre, con frecuencia
alta, el 72% de los jóvenes. En este caso el porcentaje es significativamente
superior entre los chicos (75%) que entre las chicas (69%).
Muy por debajo de estas actividades se van situando todas las demás que, por
orden también porcentual, según los jóvenes que las realizan con bastante o
mucha frecuencia, son las siguientes:
• El 34% de los jóvenes leen con bastante o mucha frecuencia revistas,
libros, cómics… Nos referimos a la lectura como actividad de tiempo
libre por lo que, lógicamente, no está incluida en este porcentaje la lectu-
ra de textos académicos o de estudio en general. La diferencia en el por-
centaje de quienes dedican una buena parte de su tiempo a esta actividad
es muy importante por sexo y también por edad: muchas más chicas que
chicos leen con frecuencia (el 40.5% frente al 27% de ellos) y también
crece el porcentaje a medida que aumenta la edad (32% entre los de 15-
16 años; 30% de los de 17-19; 35% de los de 20-22 y 37% entre los de
23 y 24 años).
• Más allá del deporte reglado que forme parte del currículum académico, el
29% de los jóvenes practican algún tipo de deporte en su tiempo libre con
frecuencia alta. En este caso el porcentaje de chicos duplica casi al de chi-
cas, de tal manera que mientras que en el caso de ellos es del 37%, entre
las chicas sólo el 20% tienen el deporte como una de sus actividades fre-
cuentes de ocio. Respecto a la edad se observa también cómo este tipo de
actividades parecen irse abandonando progresivamente con la edad, siendo
muy superior el porcentaje entre los de 15 y 16 años (36%) que entre los de
23 y 24 (22%).
• El 22.5% también comparten la afición por el cine o el teatro, considerando
que asisten a espectáculos de este tipo con bastante o mucha frecuencia.
Más las chicas (26.3%) que los chicos (19%); y en proporción superior los
de mayor edad que los más jóvenes (19% de los de 15-19 años; 26 y 25%,
respectivamente, los de 20-22 y 23-24 años). A pesar de que en nuestro
2. Rodríguez, E. (coord.) (2002). Jóvenes y videojuegos: espacio, significación y conflictos. Madrid: INJUVE-FAD.
Las tres actividades más minoritarias, para las que los porcentajes de quienes las
practican con bastante o mucha frecuencia son inferiores al 10% son las
siguientes:
• Ir a salones recreativos, cibercafés… (9%), actividad mucho más practicada
aún siendo minoritaria, por los chicos (12% frente al 5% de las chicas) y por
los más jóvenes (19% de los de 15-16 años, frente al 2% de los de 23-24).
• Colaborar con asociaciones, ONGs, etc. (4%), sin diferencias por sexo y
apenas apreciables por edad.
• Visitar museos, exposiciones, etc. (4%), algo más las chicas que los chicos
y con, diferencias también poco apreciables por edad.
Tabla 4.6. Análisis factorial sobre el empleo del ocio y el tiempo libre (p.10-27)
(varianza total explicada: 54.2%)
Por ello, de todos los aspectos posibles, arrancamos de algunas de las verbaliza-
ciones que surgieron de los grupos de discusión en el citado estudio (Megías y
Rodríguez, 2001), centrando la atención en una batería de posibilidades que
apuntan, fundamentalmente en dos direcciones:
• Aspectos relacionados con las características intrínsecas de la música que se
escucha o gusta (cómo es la música que gusta y cómo gusta que sea la
música), o
• Elementos relativos a la influencia que pueda ejercer la música sobre la per-
sona, en su intimidad o sus relaciones (qué efectos produce la música y qué
efectos gusta que produzca la música).
Desde cada uno de esos dos puntos de vista planteamos varias opciones que
constituyen una batería con catorce variables. Cada variable está formulada como
un enunciado o afirmación, respecto a la cual cada entrevistado debía posicionar-
se según una escala de acuerdo (desde el total acuerdo con la afirmación al total
desacuerdo). De esta manera hemos podido establecer una jerarquía de caracte-
rísticas según su importancia relativa a la hora de dimensionar el interés y las
expectativas hacia la música en general.
También es cierto que la afinidad con distintos tipos de músicas podría añadir ele-
mentos y argumentos específicos, más concretos y parciales que los aquí contem-
plados. Sin aludir a estilos o tipos concretos de músicas, pretendemos establecer
en este primer momento argumentos genéricos de la relación con la música que,
como veremos más adelante, guardan una relación muy estrecha con los distintos
modelos (tipologías) de acercamiento a la música, en parte debida a la diferencia
en gustos y estilos pero que no se agota en esa diferencia. En este momento nos
aproximamos a la música como algo genérico y abstracto, pero asentado en las
vivencias particulares.
0 20 40 60 80
Los elementos más valorados en la relación con la música, con los que más del
50% de los jóvenes está de acuerdo, son constataciones de lo que se busca y
encuentra en ella, o lo que es lo mismo, del efecto que produce la música que
gusta: aporta compañía, diversión, evocación de recuerdos y modificación del
estado de ánimo.
• Un 60.9% de los jóvenes resalta, por encima de todo, que “la música sirve
de compañía”. Puede resultar casi una obviedad a estas alturas del informe
pero es quizá uno de los referentes más claros de la relación de los jóvenes
con la música. La música no sólo está presente en casi cualquiera de los
escenarios vitales de los jóvenes sino que no se concibe que alguien (funda-
mentalmente si es joven) pueda estar sin música (Megías y Rodríguez,
2001). Y la música forma parte de todos los decorados porque, aunque sea
de distintas maneras en cada uno, acompaña. La compañía vale en soledad,
en grupo, haciendo cualquier tipo de actividad en casa o en la calle… En
muchos casos, incluso, la compañía de la música rellena el fondo de la
escena pareciendo como si ocupara un lugar secundario, pero está y acom-
paña. De hecho, es una facultad tan genérica que muchas de las posibilida-
des que ofrece la música, y que se resaltan en los siguientes puestos, pue-
den interpretarse a su vez como maneras que tiene la música de ofrecer
compañía (animando, ayudando a recordar…).
Esta importante faceta de acompañamiento es la que parece más común
para una gran mayoría de los jóvenes. Sin embargo la resaltan con mayor
frecuencia las chicas (65%) que los chicos (57%), aunque no existe para
ellos ninguna otra alternativa que genere más acuerdo, y lo reconocen tam-
bién como el aspecto más relevante. Y, a pesar de que no se aprecian dife-
rencias significativas según la edad, en base a la ocupación sí se observa
que la compañía de la música es una realidad más presente entre los que
están en paro (72%) y algo menor (59%) entre los estudiantes. ¿Cuestión del
tiempo que se pasa con ella?
• El segundo de los atributos más presentes en la valoración de la música que
gusta es su capacidad para divertir y animar. Un porcentaje muy similar de
jóvenes al que resalta la importancia que tiene la música como acompañan-
te (el 60.3%) dice “elegir habitualmente música que divierta y anime”.
Resaltan este aspecto con más intensidad tanto los más jóvenes (entre 15 y
16 años), de los que un 67.3% se muestra de acuerdo con la afirmación,
como los más mayores (61.5%), sin que haya otras diferencias por sexo ni
ocupación.
• En tercer lugar el aspecto que resaltan un 52.6% de los entrevistados es el
carácter evocador de la música: “con ella se recuerdan situaciones, perso-
nas o cosas que han vivido”. Este potencial, que resaltan con casi diez pun-
tos de diferencia más las chicas que los chicos (58.5% frente al 47%) y más
cuanto mayor es la edad (58% de los de 23 a 24 años frente al 45.2% de los
de 15 y 16), es el que hace a la música (o a ciertos tipos de música) conver-
tirse en referente de la memoria histórica de las personas. Es posiblemente
Hemos comprobado cómo, de todos los aspectos contemplados, los que son más
importantes para una mayoría de los jóvenes (los expuestos hasta el momento) tie-
nen todos que ver con capacidades que ponen en contacto, a través de la música,
a uno mismo con sus emociones, tal vez desde un plano más individual o íntimo.
3. En La identidad juvenil desde las afinidades musicales resaltábamos cómo este hecho afecta e implica inclu-
so a los músicos o grupos, de tal manera que un cambio en su trayectoria, estilo, etc. puede llegar a ser consi-
derado como una verdadera traición por parte de los que han sido sus seguidores.
Los siguientes aspectos, los que se enuncian a continuación, son resaltados por
menos de la mitad de los jóvenes pero todos ellos con porcentajes de adhesión
representativos. A diferencia de los anteriores, éstos apuntan más a las característi-
cas específicas de la música en sí misma, en general, o de músicas concretas.
Así, para un 43.9% de los jóvenes es muy importante que “la música sea pegadi-
za” para que les guste. También en este caso son las chicas las que, en mayor
medida, consideran importante esta cuestión (46.6% frente al 41.3% de los chi-
cos); respecto a la edad, la tendencia es a que el porcentaje de acuerdo sea mayor
cuanto menor es la edad, de tal manera que el máximo acuerdo se encuentra
entre los de 15 a 16 años (51.9%), a pesar de que a partir de los 23 años vuelve a
repuntar la proporción.
Que la música sea pegadiza facilita su conocimiento (lo que, como veremos, tam-
bién es importante) y que se puedan “acostumbrar a ella con facilidad” para reco-
nocerla e incorporarla rápidamente a la vida cotidiana. También facilita que “se
pueda compartir con otros” que es la siguiente cuestión más valorada (por un
40.3%), aunque lógicamente no es la única condición suficiente para que ello
ocurra. Sí que es cierto que para un grupo importante de los jóvenes un caracterís-
tica fundamental de la música “normal” (referencia de los grupos de discusión a la
que es prácticamente imprescindible recurrir en todos los apartados) tiene que ver
con que se pueda encontrar con facilidad, sin hacer esfuerzos especiales para
escucharla o conseguirla, y que a la vez sea reconocida de la misma manera por
una mayoría de las personas con las que se relacionan. Esa condición se cumple
claramente cuando la música es pegadiza cosa que, comprobando el altísimo por-
centaje de jóvenes que la consideran importante para que la música guste, explica
una parte de los motivos por los que determinados productos (por ejemplo, los
éxitos de temporada) alcanzan cotas astronómicas de popularidad y ventas convir-
tiéndose en auténticos “acontecimientos” musicales.
En todo caso, la importancia de poder compartir la música con otros tiene sobre
todo que ver con la necesidad de consolidación identitaria de los más jóvenes, en
las edades en las que tiene más relevancia la asociación grupal del gusto. Mien-
tras que casi la mitad (49.9%) de los de 15 a 16 años y el 42.4% de los de 17 a
19, resaltan la importancia de esta cuestión, el porcentaje no llega al 34% entre
los de 23 a 24 años.
Para un 36% de los entrevistados es importante que la música “tenga éxito y sea
muy conocida”. Esta cuestión enlaza directamente con algunos elementos resalta-
dos anteriormente (que sea pegadiza…) y la interpretación se dirige a los mismos
referentes: gusta la música que le gusta a todo el mundo, la música normal. Vuel-
ve a ser superior la proporción de chicas que valoran esta condición (36.9% frente
al 35.1% de los chicos) y también se valora mucho más cuanto menor es la edad:
45.5% a los 15-16 años, 36.9% entre los 17 y 19, 33% entre los 20 y 22 y 31.6%
en los de 23 y 24 años. Una vez más tenemos que poner en relación el resultado
obtenido con las posibles connotaciones de la pregunta formulada. A tenor de
algunos otros resultados y de investigaciones previas podíamos esperar que el
interés por este aspecto fuera mucho mayor (porcentualmente), teniendo en cuen-
ta que el éxito comercial se retroalimenta desde los medios de comunicación con
la adhesión del público objetivo. Siendo así, lo esperable hubiera sido que el
reconocimiento comercial de este hecho guardara concordancia con el reconoci-
miento obtenido en la encuesta, pero posiblemente, en este formato, todavía pue-
den existir reparos para una parte de los jóvenes en reconocer esa filiación hacia
lo que es de gusto general. Para algunos, porque en todo caso un 36% lo recono-
ce absolutamente.
texto adquieren significado los referentes de la música que permiten marcar terri-
torios (propios y extraños) en los que cada cual sabe cómo moverse y cómo deben
moverse los demás.
Estos dos procesos no son incompatibles entre sí, y tampoco lo son con los objeti-
vos de indiferenciación que resaltan algunas de las expectativas mencionadas
anteriormente. Por una parte, en algunos contextos o situaciones los jóvenes ten-
derían a escapar de la diferenciación, a lo que ellos mismos llaman “etiquetajes”
o percepciones rígidas que les condicionen en su manera de presentarse pública-
mente. En otros casos, los más relacionados con la individualidad, la música sirve
para resaltar lo que uno mismo quiere hacer suyo de ella (“lo que yo siento y
recuerdo es propio de mi experiencia particular y de mi vida”); en otras situacio-
nes la diferenciación y apropiación se comparte con grupos más o menos restrin-
gidos, frente al resto de personas.
los entrevistados a las catorce variables de la batería anterior. Visto de otra mane-
ra, la definición de esos cuatro espacios diferenciados aporta un escenario con-
ceptualmente más global en el que se pueden incorporar otras muchas expectati-
vas particulares que conecten con el sentido que dibujan los factores resultantes
del análisis.
Tabla 4.21. Análisis factorial de las percepciones, sensaciones y demandas hacia la música (p. 50-63)
(varianza total explicada: 55.4%)
Como ocurre en los dos primeros factores, también entre el tercero y el cuarto hay
una variable puente, que adquiere peso (aunque sea menor) en los dos. Es la afir-
mación de que “habitualmente se elige música que divierta y anime” (.474 en el
cuarto grupo y .418 en el tercero). Y es lógico que aparezca en ambos, práctica-
mente con la misma saturación, puesto que los elementos definitorios de ambos
factores hacen alusión a aspectos relacionales a través de la música, y en ambos
se destaca el papel del disfrute y la diversión a través de las referencias musicales
(como escenario, protagonista, etc.).
4. Hay que tener en cuenta, además, lo que implica la moda o la constatación de que algo guste a mucha
gente, como referencia del valor que tiene la música concreta. En no pocas ocasiones las referencias de ven-
tas o popularidad sirven para establecer los límites entre lo que es bueno y es malo (Megías y Rodríguez,
2001). En este contexto, es el criterio de las mayorías el que primará para el juicio de valor; mientras que en
el tercer factor será el criterio propio frente al de las potenciales mayorías el que se considera idóneo para
establecer el juicio.
En nuestro caso, tomando esta información como referencia, pensamos que era
conveniente explorar cuáles son las motivaciones, búsquedas y encuentros que se
producen alrededor de este tipo de eventos musicales, en la línea del análisis de
expectativas que venimos realizando. Esta cuestión no se analizaba en el Informe
SGAE, pero sí se trabajó de alguna manera en el estudio Jóvenes españoles 99 en
Pues bien, desde la otra formulación (la del gusto), nos encontramos con que a un
37.2% de los jóvenes, independientemente de la frecuencia subjetiva con la que
lo hacen, les gusta bastante o mucho asistir a conciertos o festivales, mientras que
un 41.9% dice que no les gusta este tipo de espectáculos. Ciertamente, la contem-
plación de las grandes masas humanas que acuden a estas convocatorias no basta
en sí misma para conocer cuál es la realidad de los jóvenes al respecto. Según
nuestros datos, que entendemos que son contundentes y reveladores, lo que signi-
fiquen esas grandes afluencias de jóvenes puntualmente no es representativo de lo
que parece ser el gusto de la mayoría de ellos.
Las diferencias son importantes según sexo, estudios e ingresos, de tal manera que
el perfil de los más adictos a los conciertos/festivales de música moderna estaría
compuesto de la siguiente manera (ver también tabla 4.23):
TOTAL 37.2
Mujeres 40.5
COU/Bachillerato 38.0
Los mayores porcentajes de gusto por los conciertos se encuentran entre los que
manejan menos dinero mensualmente; según el nivel de estudios, en el extremo
de los que tienen estudios primarios y entre los de mayor nivel de estudios (uni-
versitarios, Bachillerato y Segundo Ciclo ESO). Por sexos, la diferencia se dirime a
favor de las chicas, con un porcentaje superior en 6 puntos a los varones (40.5
frente a 34.1%).
Respecto a los motivos, a las cosas que más gustan o atraen de este tipo de espec-
táculos, la jerarquía es la siguiente:
Los tres aspectos que resaltan una mayoría de los jóvenes tienen que ver con sen-
dos bloques de interés muy relacionados con los grupos de expectativas que
Tabla 4.24. ¿Qué cosas te atraen más de los conciertos/festivales de música moderna?
TOTAL
NS/NC 1.7
Base: 1.085.
Respuesta múltiple entre los que contestan que les gusta asistir regular, bastante o mucho.
Otras cuestiones planteadas se sitúan ya por debajo del 15% a la hora de ser
señaladas como motivaciones especiales para asistir a un concierto. Cabe resaltar
En las expectativas por género (tabla 4.25) encontramos algunos matices inte-
resantes:
• A las chicas les interesa en mayor medida que a los chicos la música en sí
(71.2%), ir con los amigos (62.3%) y sentir un contacto más directo con el
cantante, grupo, etc. (28.6%).
• A los chicos, por su parte, aunque lo que más resaltan es la música en sí
misma, les interesa más que a ellas el ambiente que se crea (60.2%), el
espectáculo (38.3%), estar con gente de su propio estilo (14.3%) y poder
hacer lo que les da la gana (6.8%).
Según los grupos de edad, las expectativas parecen agruparse entre los que se
encuentran por encima y por debajo de la frontera de los 20 años:
• Los mayores de esta edad, y tanto más cuanto mayores son, resaltan por
encima de la media los aspectos relativos a la música en sí misma, el
ambiente que se crea en el concierto y el espectáculo. Especialmente en
esta última cuestión hay que señalar que las diferencias superan en algún
caso los diez puntos, ya que entre los de 23-24 años están interesados en
esta cuestión el 42.4% mientras que el porcentaje es del 31.1% entre los de
15-16 años.
• Los que están por debajo de los 20 años señalan por encima de la media la
posibilidad de asistir con los amigos, el contacto directo con los artistas
(cantantes, grupos, etc.) y el encuentro con gente que sea “como yo, de mi
estilo”. También, como hemos apuntado anteriormente, es superior en estas
edades la proporción de los que buscan encontrar espacios para la vivencia
de libertad, siendo especialmente notorio el porcentaje de los de 15 y 16
años que señala la posibilidad de hacer “lo que me da la gana” (13.2%
frente al 5.4% en que se sitúa la media). Por su parte, específicamente los
de 17-19 años, destacan en la proporción de los que resaltan que los con-
ciertos les aportan un escenario para la diversión sin más (11.3% frente al
8.2% de la media).
los estudios que no siguen exactamente las mismas pautas, lo que parece indicar
que, además de las particularidades combinadas entre ambas variables, puedan
existir motivaciones ligadas al ciclo educativo en el que se encuentra cada grupo:
• Por una parte, quienes se encuentran en los ciclos educativos correspon-
dientes a edades superiores siguen una pauta parecida a la de la edad: resal-
tan más la música en sí misma y el espectáculo. También sigue la misma
pauta que la edad el hecho de considerar más prioritario el ambiente que se
crea en los conciertos, a pesar de que esta cuestión la resalten más los de
BUP que los de COU (teóricamente mayores).
• Todos los niveles por encima de EGB/Primer Ciclo ESO son los que más
mencionan la posibilidad de ir con los amigos, mientras que si coincidiera
con la tendencia relativa a la edad tendría que ser al contrario.
• Entre los de BUP/Segundo Ciclo ESO y COU/Bachillerato se encuentran los
mayores porcentajes de los que se sienten atraídos por el contacto directo
con los artistas.
• Por su parte, la valoración general de los que cuentan con estudios prima-
rios y los que se encuentran en el Primer Ciclo ESO es bastante homogénea:
son los que más importancia otorgan a los referentes de encuentro identita-
rio, a la vivencia de libertad y, sobre todo los de nivel de estudios inferiores,
poder hacer lo que les da la gana y distraerse sin más.
Hombre
Mujer
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
Paseando o viajando
(walkman, discman) 24.1 NS NS 27.9 18.1 24.0 22.5 24.7 28.1 16.9 22.5 29.2 25.4 28.9
Cuando sales con amigos 54.4 51.9 57.1 40.8 55.7 58.8 57.4 67.4 67.9 45.7 54.3 55.4 54.9 59.4 66.5 54.6 51.2 38.5
En el coche 41.4 NS 21.3 34.0 47.9 57.4 NS 40.3 47.4 36.6 43.8 36.2
Total 1.900 973 927 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395 409 498 216 338 439
NS: p>.05.
Tabla 4.2. Diferencias según ocupación e ingresos, entre quienes escuchan música “bastante” o “con mucha frecuencia”
en cada una de las siguientes situaciones
Paseando o viajando (walkman, discman) 24.1 26.7 27.3 19.2 17.6 20.2 23.6 27.3 27.1 23.1
Cuando sales con amigos 54.4 48.6 61.0 63.2 60.8 39.9 49.2 52.5 54.0 64.6
En el coche 41.4 33.0 50.6 57.6 39.2 24.6 30.2 35.8 45.7 56.7
En el trabajo 11.0 NS NS
Total 1.900 1.092 154 505 148 228 437 282 361 536
NS: p>.05.
Tabla 4.3. Diferencias según edad relativas a la frecuencia de escuchar música sin estar haciendo nada más al mismo tiempo
Música-4C/C/J
TOTAL EDAD
15 – 16 17 – 19 20 – 22 23 – 24
Tabla 4.4. Diferencias según ocupación e ingresos relativas a la frecuencia de escuchar música sin estar haciendo nada más al mismo tiempo
Nunca/Poca frecuencia 46.2 43.8 52.6 52.9 35.1 38.6 37.5 44.3 52.9 54.1
De vez en cuando 30.7 32.4 30.5 28.3 27.0 33.3 35.2 27.0 28.3 28.5
Bastante/Mucha frecuencia 22.3 23.3 15.6 17.6 37.2 27.2 26.3 28.0 18.3 16.4
NS/NC 0.8 0.5 1.3 1.2 0.7 0.9 0.9 0.7 0.6 0.9
Total 1.900 1.092 154 505 148 228 437 282 361 536
Tabla 4.7. Diferencias según sexo, edad y ocupación, entre los que se muestran “bastante” o “muy de acuerdo”
con cada una de las siguientes afirmaciones
La música me sirve de compañía 60.9 57.0 65.0 NS 59.2 62.3 61.0 72.3
La música consigue modificar mi estado
de ánimo 52.1 NS NS 53.8 42.9 49.5 57.4
Tabla 4.9. Diferencias según ocupación, del grado de acuerdo respecto a la frase “la música consigue modificar mi estado de ánimo” (p<.05)
TOTAL OCUPACIÓN
Tabla 4.10. Diferencias según sexo, edad y estudios, del grado de acuerdo respecto a la frase
“con la música recuerdo situaciones, personas o cosas que he vivido” (p<.05)
Nada/Poco 18.7 23.6 13.5 22.7 17.8 19.0 16.0 18.6 13.5 23.6 16.3 22.2 15.2
Regular 27.6 28.4 26.9 30.9 28.6 27.2 24.4 20.9 27.9 32.0 26.1 28.5 24.1
NS/NC 0.3 0.2 0.3 0.0 0.0 0.3 0.7 0.0 0.5 0.0 0.2 0.0 0.8
Total 1.900 973 927 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
Tabla 4.11. Diferencias según sexo, estudios y ocupación, del grado de acuerdo respecto a la frase
“me gusta que la música me recuerde situaciones, personas o cosas que ha vivido” (p<.05)
Hombre Mujer Primarios EGB BUP COU FP Universit. Estudio Estudio Trabajo En paro, no
1 C. ESO 2 C. ESO Bachillerato y trabajo hago nada
Nada/Poco 21.7 25.7 17.5 34.9 22.3 27.3 18.2 23.5 15.4 19.0 26.0 25.5 24.3
Regular 30.7 32.4 28.9 30.2 22.3 29.0 32.3 35.2 31.4 33.1 21.4 29.9 25.7
Bastante/Mucho 44.4 39.1 49.9 32.6 53.5 41.0 46.9 38.5 47.3 44.7 48.1 41.8 46.6
Me es indiferente 2.7 2.3 3.2 2.3 0.9 2.6 2.2 2.8 4.6 2.7 4.5 2.4 2.7
NS/NC 0.5 0.6 0.4 0.0 0.9 0.2 0.5 0.0 1.3 0.6 0.0 0.4 0.7
Total 1.900 973 927 43 215 466 418 361 395 1.092 154 505 148
Tabla 4.12. Diferencias según sexo, edad, estudios y ocupación, del grado de acuerdo respecto a la frase
Música-4C/C/J
“para que me guste una canción, es importante que la letra me diga algo” (p<.05)
Hombre
Mujer
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
Estudio
Estudio y
trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Nada/Poco 27.4 31.0 23.6 29.2 30.8 27.8 21.3 16.3 23.3 33.9 26.1 28.3 24.1 28.5 25.3 27.9 20.3
Regular 29.3 30.7 27.8 29.7 26.9 32.2 27.8 16.3 21.4 26.8 33.0 34.6 28.9 31.7 27.3 26.1 25.0
Bastante/Mucho 38.7 33.8 43.9 36.7 38.1 35.5 45.9 53.5 49.3 34.5 35.4 34.9 43.5 36.4 43.5 39.6 47.3
Página 119
Me es indiferente 4.2 3.9 4.4 4.1 4.3 4.2 4.1 14.0 5.6 4.3 5.0 2.2 3.0 3.2 3.2 5.5 7.4
NS/NC 0.4 0.5 0.2 0.3 0.0 0.3 1.0 0.0 0.5 0.4 0.5 0.0 0.5 0.2 0.6 0.8 0.0
Total 1.900 973 927 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395 1.092 154 505 148
Tabla 4.13. Diferencias según sexo, edad y estudios, del grado de acuerdo respecto a la frase “me gusta la música que sea pegadiza” (p<.05)
TOTAL SEXO EDAD ESTUDIOS
Tabla 4.14. Diferencias según sexo, edad y estudios, del grado de acuerdo respecto a la frase
“me gusta la música que tiene éxito y es muy conocida” (p<.05)
Nada/Poco 22.4 27.7 20.9 21.0 23.4 25.6 26.8 16.3 16.7 23.4 23.9 22.7 32.9
Regular 33.5 31.6 35.5 27.4 33.5 34.7 36.6 30.2 27.0 25.3 35.6 40.7 38.2
NS/NC 0.5 0.5 0.4 0.3 0.4 0.5 0.7 0.0 0.9 0.6 0.5 0.0 0.5
Total 1.900 973 927 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
Tabla 4.15. Diferencias según estudios, del grado de acuerdo respecto a la frase “me gusta que la música sea innovadora” (p<.05)
TOTAL ESTUDIOS
“es muy importante para que me guste la música que la pueda compartir con la gente” (p<.05)
Nada/Poco 24.4 20.7 23.6 26.2 25.8 25.6 17.7 25.3 25.6 24.9 25.3
23/4/3 11:40
Regular 28.3 23.0 27.1 29.3 32.5 20.9 21.9 26.4 25.8 33.8 32.4
Bastante/Mucho 40.3 49.9 42.4 37.9 33.3 51.2 53.5 42.9 39.2 34.6 34.7
Me es indiferente 6.3 5.5 6.4 5.9 7.2 2.3 6.0 4.7 8.1 5.8 7.1
NS/NC 0.8 0.9 0.6 0.6 1.2 0.0 0.9 0.6 1.2 0.8 0.5
Página 121
Total 1.900 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
Tabla 4.17. Diferencias según ocupación, del grado de acuerdo respecto a la frase
“me gusta que la música me haga sentir diferente, especial” (p<.05)
TOTAL OCUPACIÓN
Tabla 4.18. Diferencias según ocupación, del grado de acuerdo respecto a la frase
“es importante que la música esté cantada en mi idioma para que me guste” (p<.05)
TOTAL OCUPACIÓN
La frase “es importante que la música sea española para que me guste” no es significativa (p<.05) para ninguna variable.
Tabla 4.19. Diferencias según sexo y ocupación, del grado de acuerdo respecto a la frase
“normalmente elijo música que se adapte a mi estado de ánimo” (p<.05)
Nada/Poco 12.7 11.1 13.3 14.5 10.8 7.0 8.8 13.9 12.9 13.9 12.9
23/4/3 11:40
Regular 24.5 19.8 23.8 27.5 24.6 18.6 12.1 23.4 25.6 26.6 29.9
Bastante/Mucho 60.3 67.3 59.4 56.4 61.5 69.8 75.8 60.7 58.4 57.6 54.9
Me es indiferente 1.6 0.6 2.3 1.4 1.9 4.7 0.0 1.3 2.2 1.7 2.0
NS/NC 0.8 1.2 1.2 0.2 1.2 0.0 3.3 0.6 1.0 0.3 0.3
Página 123
Total 1.900 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
Tabla 4.23. Diferencias según sexo, estudios e ingresos, relativas al gusto por ir a conciertos de música moderna (p<.05)
Hombre
Mujer
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
Menos
de 5.000
De 5.000
a 10.000
De 10.001
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Nada/Poco 41.9 44.7 39.1 37.2 39.1 39.7 44.7 47.9 38.5 28.1 41.9 40.4 47.4 46.1
Regular 19.9 20.3 19.4 16.3 24.2 19.5 16.7 21.9 19.7 19.7 15.3 22.3 20.8 20.9
Bastante/Mucho 37.2 34.1 40.5 44.2 35.3 39.1 38.0 29.4 41.5 50.4 41.2 35.8 31.6 32.6
NS/NC 0.9 0.8 1.1 2.3 1.4 1.7 0.5 0.8 0.3 1.8 1.6 1.4 0.3 0.4
Total 1.900 973 927 43 215 466 418 361 395 228 437 282
Tabla 4.25. Diferencias según sexo y edad, entre las cosas que más atraen de ir a conciertos/festivales de música moderna
Hombre Mujer 15 – 16 17 – 19 20 – 22 23 – 24
23/4/3 11:40
La música en sí, en directo 69.6 67.9 71.2 68.4 66.2 70.7 73.2
El ambiente que se crea 59.2 60.2 58.2 55.8 56.6 60.5 63.2
El espectáculo (conjunto de música, luces, sonido, puesta en escena, etc.) 36.8 38.3 35.3 31.1 32.1 40.1 42.4
Sentir un contacto más directo con el grupo, el/la cantante 26.9 25.1 28.6 29.5 28.1 27.9 21.6
Estar con gente como yo, de mi estilo 13.3 14.3 12.3 16.3 16.9 10.5 10.4
Distraerme sin mas 8.2 8.1 8.3 3.2 11.3 8.3 8.2
La libertad que se vive 10.0 10.0 10.1 11.1 11.3 9.7 8.2
Puedo hacer más lo que me da la gana 5.4 6.8 4.1 13.2 4.0 5.0 1.7
Base: los que contestan que les gusta ir a conciertos/festivales “regular”, “bastante” o “mucho”.
Nota: al ser respuesta múltiple, la suma de los porcentajes totales será superior a 100.
Total de la muestra: 1.900.
Tabla 4.26. Diferencias según estudios, ocupación e ingresos, entre las cosas que más atraen
Música-4C/C/J
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
Estudio
Estudio y
trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos
de 5.000
De 5.000
a 10.000
De 10.001
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
La música en sí, en directo 69.6 69.2 68.0 62.3 71.2 73.0 74.8 69.6 71.4 70.4 65.3 66.9 68.0 68.3 69.3 73.5
El ambiente que se crea 59.2 53.8 57.8 60.4 57.6 60.0 59.9 57.3 64.3 64.6 50.5 56.3 51.8 58.5 63.0 67.2
Ir con los amigos 59.9 57.7 57.8 61.2 55.0 63.2 61.6 64.5 55.1 56.8 44.2 60.6 66.4 57.9 56.1 56.4
Página 125
Estar con gente como yo, de mi estilo 13.3 19.2 19.5 14.3 14.4 14.1 6.6 13.4 6.1 12.5 22.1 16.9 16.2 17.1 11.6 8.4
Distraerme sin mas 8.2 23.1 7.8 7.7 6.1 10.3 7.9 6.1 8.2 11.1 13.7 6.3 7.3 7.9 11.6 7.0
La libertad que se vive 10.0 11.5 15.6 9.5 8.7 9.7 8.7 9.0 13.3 10.7 11.6 10.6 10.9 10.4 7.9 9.8
Puedo hacer más lo que me da la gana 5.4 15.4 6.3 9.5 3.9 4.3 1.7 5.6 6.1 3.6 9.5 9.4 8.5 4.3 2.6 3.8
NS/NC 1.7 0.0 1.6 2.2 3.1 0.5 0.8 1.6 3.1 1.4 1.1 1.3 1.6 1.8 1.1 2.1
Total 1.085 26 128 273 229 185 242 611 98 280 95 160 247 164 189 287
Base: los que contestan que les gusta ir a conciertos/festivales “regular”, “bastante” o “mucho”.
Nota: al ser respuesta múltiple, la suma de los porcentajes totales será superior a 100.
Total de la muestra: 1.900.
Para ello, la primera dificultad con la que nos encontramos de cara a obtener
unos resultados nos permitieran abordar el tema, fue la de confeccionar un listado
de géneros y estilos musicales que fuera lo suficientemente completo, comprensi-
ble y asumible como para permitir preguntar a los jóvenes entrevistados acerca de
sus preferencias. Evidentemente, desde un principio se asume la imposibilidad de
conseguir un listado de estilos que, a ojos de un experto (o de un simple aficiona-
do, pues en cuestiones como la música todo el mundo tiene un criterio muy per-
sonal), resulte tan completo y exhaustivo como para cubrir todas y cada una de
las áreas estilísticas en las que se podría parcelar el gusto musical. Por dos moti-
vos principales. Por un lado, porque adentrarse en terrenos tan peligrosos como es
el etiquetar estilos musicales resulta una tarea que, invariablemente, irá asociada a
la polémica derivada de la visión personal de cada cual: ni todo el mundo clasifi-
cará un mismo tema en el mismo tipo de género musical (más aún en tiempos de
globalización y fusión), ni una mayor diversificación de los estilos musicales a
partir de los cuales posicionarse nos asegurará que las respuestas resulten más
precisas u objetivas. Muy al contrario, un listado excesivamente exhaustivo posi-
Por ello, dicho listado hará más hincapié y será más exhaustivo en aquellos estilos
respecto a los cuales los jóvenes (objeto de este estudio) se sienten más cercanos.
Es evidente que músicas como el jazz o la clásica cuentan con numerosas corrien-
tes o subgéneros lo suficientemente diferenciados como para que el gusto por
unos u otros difiera significativamente. Sin embargo, lo minoritario de su filiación
(y, muy probablemente, de su conocimiento) entre el público más joven, no sólo
no aportaría mayor información, sino que dispersaría los resultados de manera
perjudicial. Por el contrario, en géneros más cercanos a los gustos teóricamente
más juveniles, dicha diferenciación entre subgéneros sí podría aportarnos detalles
muy interesantes. En cualquier caso, la observación de los datos determinará si
estamos en lo cierto.
1. En Megías y Rodríguez (2001) encontramos una explicación, a partir de un análisis cualitativo, de los ele-
mentos que, para los propios jóvenes, provocan la distinción entre músicas “cultas” o de “adultos” del resto
(p. 68-70).
2. Como ya apuntamos en capítulos anteriores, la numeración de las tablas es correlativa. Algunas de ellas apa-
recen intercaladas en el texto y el resto, para aligerar la lectura, se incluyen en un anexo al final del capítulo.
Tabla 5.1. Preferencias musicales: porcentaje de jóvenes que afirman que les gusta
“bastante” o “mucho” cada uno de los siguientes géneros musicales (p<.05)
TOTAL (%)
NS: p>.05.
aportan un matiz quizás más singular en las composiciones, lo cual permite que
puedan ser desligados de la gran corriente pop, probablemente en función de
audiencias más adultas (en cualquier caso, no conviene olvidar que la asociación
que, décadas atrás, se establecía entre cantautores y canción protesta, no respon-
de a la realidad actual). Por su parte, los baladistas y la canción melódica aportan
al pop el carácter más romántico y sentimental que buscan sus audiencias.
Por otro lado, en estos primeros puestos de preferencias aparecen las músicas bai-
lables, que seguramente son las que protagonizan buena parte de los momentos
de diversión en los fines de semana: músicas de discoteca, por un lado (dance y
electrónica), caracterizadas por un importante componente electrónico, y música
latina y salsa por otro, que incita al baile a través de otros elementos, más cerca-
nas al pop y a folclores propios de países latinos.
Por debajo del 20% de aceptación, y en una horquilla que llega hasta el 10%, se
encuentran los sonidos más duros y guitarreros, de mayor o menor grado de carga
ideológica, de mayor o menor grado de dureza en su sonido, pero, en cualquier
caso, más alejados que el resto de la aceptación masiva y las listas de éxitos. Esti-
los muy diferentes entre sí (diferente empleo del ritmo, diferente carga melódica,
diferentes contenidos en sus letras, diferentes referentes estéticos…), desde el rock
más clásico, hasta el heavy metal o el punk, pasando por estilos como el reggae o
el hip-hop que, partiendo de raíces musicales muy diferentes a los anteriores, pre-
sentan unas connotaciones de música alternativa y transgresora (en términos gene-
rales, después cada músico mostrará sus peculiaridades), que propician que com-
partan ese terreno de aceptación que se encuentra entre el 10% y el 20%. Estos
porcentajes llaman la atención teniendo en cuenta la gran asociación que se ha
establecido tradicionalmente entre el rock y los jóvenes. Si es cierto que estos
sonidos marcaron una generación, los porcentajes de interés que obtenemos pare-
cen demostrar que no es precisamente así en lo que se refiere a la generación
actual de jóvenes.
Además, en ese mismo terreno encontramos otros géneros bien distintos, como las
músicas populares, regionales y étnicas, así como el rythm&blues, el soul y el
funk (esta última terna, pese a estar compuesta por géneros que tradicionalmente
funcionan bien en las listas de éxitos, probablemente vea reducida su aceptación
al 15% por tratarse de estilos cuya audiencia mayoritaria presenta una media de
edad algo superior a la de nuestros entrevistados).
En los últimos puestos de esta lista de gustos juveniles se encuentran esos géneros
que, como ya hemos señalado anteriormente, suelen estar relacionados con el
mundo adulto: clásica y jazz, aunque la música clásica presente un nada despre-
ciable y un tanto sorprendente 14% de aceptación, por encima de algunos de los
que se consideran teóricamente más juveniles (algunos de los tipos de rock,
punk, etc.). Que estilos como el new age y, sobre todo, el folk/country/blues, pre-
senten los más bajos niveles de aceptación (en compañía del jazz) puede ser
debido a que su público también tienda a ser de edades superiores a las de nues-
tros entrevistados.
No podemos dejar de señalar aquellos estilos que han reflejado una mayor pro-
porción de quienes manifestaban que no los conocían o no los habían oído. Espe-
cialmente destacable es el 21% en la música new age y el 13% que presenta el
indie-pop/power-pop/pop alternativo (variante más independiente y menos
comercial del pop), porcentajes que dan mucho más valor a sus resultados. A par-
tir de ahí, el 8% no conoce o no ha oído el rock progresivo o la psicodelia, el 6%
no conoce o no ha oído el rock alternativo o grunge, y el 5% no conoce o no ha
oído el reggae o el ska. El resto de géneros presentan porcentajes inferiores al 5%,
y en la mayoría de los casos no se llega al 1%.
Lo primero que apreciamos al observar estos resultados son las importantes dife-
rencias que, en algunos casos, se producen respecto a clasificaciones similares
aparecidas en estudios de años anteriores. Pese a que el listado de géneros del
En el Informe SGAE, los géneros que presentan mayor nivel de aceptación del que
observamos en los datos que dan lugar a esta investigación, son la música de can-
tautores (43%, por un 31% de nuestros datos) y el flamenco (26%, por un 21% de
los nuestros); mientras que los que presentan porcentajes inferiores son el pop
(33% por 50%), la que denominan “música de discoteca” (19%, muy lejos del
40% que tiene la música dance y el 30% que tiene la electrónica), el heavy (8%
frente a 15%) y la música new age (7% frente a 10%). La mayoría de estos resulta-
dos quedarán explicados atendiendo al hecho de que en aquel estudio se pregun-
taba a población general, y no sólo a jóvenes. Además, la lista incluía un ítem
denominado “canción española” (42%), que en muchos casos puede llegar a con-
fundirse o incluirse dentro del pop o pop-rock, pues ofrece un abanico de posibili-
dades que va desde ese pop hasta la copla.
Mientras tanto, en Jóvenes españoles 99, resultan mejor valorados el rock (23%
frente a 20%) y el grunge (19% frente a 18%), y peor valorados el heavy (12%
frente a 15%), rap (10% frente a 18%), flamenco y rumbas (3% frente a 21%) y
música clásica (1% frente a 14%). Si exceptuamos los dos últimos casos, las dife-
rencias entre valoraciones son bastante pequeñas (incluso géneros como el punk
o el ska/reggae presentan porcentajes prácticamente idénticos), e incluso los dos
últimos casos son explicables en base a razones que van más allá de lo que pue-
den ser simples modas variantes de un año a otro. El hecho de que en Jóvenes
españoles 99 se diera la opción al entrevistado de elegir los tres “ritmos” que le
interesaban más que el resto, seguramente ha propiciado que géneros como el
flamenco (que aparecía junto a la rumba) o la música clásica, presentaran por-
centajes tan bajos: independientemente de que gusten o no, es probable que, a
la hora de elegir, la mayoría de los jóvenes elijan antes otros tres “ritmos” dife-
rentes a éstos.
3. El Informe SGAE… no incluye el cuestionario, pero tomamos los resultados de una tabla que indica los por-
centajes de personas (población general) que manifiestan, en 1988, tener “mucho interés” por cada uno de los
géneros (op. cit., p. 17). Por su parte, Jóvenes españoles 99 sí aporta un cuestionario, en el que se pregunta, a
partir de una respuesta múltiple (tres opciones), “¿qué ritmos de los siguientes te gusta o te interesa más?” (op.
cit., p. 219). Los resultados no son del todo compatibles (probablemente los de esta investigación se ajusten más
a la realidad de cada género musical, pues se pregunta uno a uno), aunque pueden ofrecer detalles interesantes.
el año 2001 y para la población en general)4. Así, el 34% del público acudió a
conciertos de “pop-rock convencional”, estando el resto de géneros muy alejados
de éste: el 9% acudió a conciertos de “rumba”, el 7% a música de “otro folclore”,
el 6% a “cantautores”, otro 6% a “canción española”, otro 6% a “heavy metal o
rock duro” y un 5% a “baladistas”. Atendiendo a la recaudación, la diferencia es
aún más significativa: el 50% del total corresponde a conciertos de “pop-rock
convencional”, por un 12% de “cantautores”, un 8% de “baladistas” un 5% de
música “infantil” y un 4% de “canción española”.
Al observar estos datos podría echarse en falta la aparición entre los puestos más
destacados (por situarse entre los primeros puestos de preferencias) de las músicas
de baile, tanto electrónicas como dance (que, encuadradas en la categoría “músi-
ca disco o de baile”, presentan un 4% de asistencia y un 2% de recaudación). Su
ausencia se debe, con toda seguridad, a que las diferencias que presenta en lo
relativo a sus características musicales (muchos sonidos pregrabados y elaborados
electrónicamente), su puesta en práctica (normalmente un DJ que maneja unos
platos, una mesa de mezclas y unos discos de vinilo) y su cultura e iconografía
asociada (cultura de club o discoteca), propician que la idea de concierto o recital
resulte un tanto alejada de la que tradicionalmente se asocia al resto de géneros
musicales. Es decir, que no resultará usual que alguien que haya acudido a una
discoteca, fiesta o rave a escuchar “cómo pincha un DJ”, diga que ha estado en
un “concierto” o en un “recital”.
En este punto resulta interesante abrir un breve paréntesis para señalar las impor-
tantes diferencias que, atendiendo a los datos de otro estudio y en lo que se refiere
a su comparación con los obtenidos a partir de nuestra encuesta, parecen existir
entre las preferencias musicales del público y de los músicos que elaboran los
sonidos que aquéllos escuchan. En el libro Music at the Margins: Popular Music
and Global Cultural Diversity (Campbell, Buck, Cuthbert y otros, 1991) se presen-
ta una encuesta realizada entre un importante número de músicos de todo el
mundo, relativa a sus gustos musicales5. Los resultados sitúan en primer lugar al
“rock”, seguido de la música “afro-americana” (que en nuestra clasificación inclu-
ye el rythm&blues, country, folk, blues, jazz…), el “pop”, el “jazz” y la música
“latinoamericana”. Las diferencias respecto a la clasificación de los jóvenes espa-
ñoles son evidentes, y dejan en el aire un posible desequilibrio entre las músicas y
sonidos que se ofertan y demandan a ambos lados de la industria discográfica (las
compañías discográficas y los medios de comunicación, por un lado, y el público,
4. Datos recogidos en el Anuario SGAE de las artes escénicas, musicales y audiovisuales 2002 (Fundación
Autor-SGAE, 2002), p. 202 y 204. Este anuario no ofrece el cuestionario a partir del cual se obtuvieron.
5. Encuesta realizada entre músicos de EEUU, Nigeria, Canadá, Jamaica, Turquía, Holanda y Hungría. Parece
necesario señalar que, a pesar de que la muestra puede constituirse en un buen reflejo de la diversidad relativa
a las preferencias de los músicos del mundo (marcadas por sus propios condicionantes culturales y sociales), a
la hora de entrar a calibrar tales resultados en función del mercado discográfico internacional, la realidad será
bien distinta. Y es así porque el peso relativo de la producción musical norteamericana será tremendamente
superior al resto, lo cual marcará muchas tendencias y modas internacionales con independencia de la realidad
cultural de cada país. Esto es algo que habrá de ser tenido en cuenta a la hora de valorar los resultados del libro
citado en su comparación con los nuestros.
por otro), y las propuestas de una importante cantidad de músicos que, probable-
mente, se sitúen al margen de los mecanismos de esa industria discográfica.
Dicho de otra manera, existirá una minoritaria parte de músicos que, produciendo
sonidos perfectamente integrados en el mercado (pertenecientes al mercado),
coparán los más destacados puestos en las ventas y preferencias del gran público,
mientras una mayoría de músicos se repartirán parcelas de menor aceptación por
parte del mercado, que puede llegar a ignorarlos cuando su sonido no responde a
las demandas de la industria.
Así, sólo en siete géneros musicales de entre todos los propuestos (veintitrés en
total), las diferencias entre unos y otros son inferiores a cinco puntos porcentuales:
en cuatro ocasiones a favor del hombre (hip-hop/rap, rock alternativo/grunge, rock
progresivo/psicodelia, punk/hardcore) y en tres a favor de las mujeres (indie-
pop/power-pop, música popular o típica de su región, folk/country/blues).
Así, y acudiendo una vez más a la investigación cualitativa realizada con anteriori-
dad (Megías y Rodríguez, 2001), en las dinámicas de grupos de discusión, los jóve-
nes trataban una y otra vez de escapar de cualquier estereotipo asociado a la mani-
festación de sus gustos musicales, uno de los cuales era el referido a la existencia
de músicas de chicos y músicas de chicas. Gran parte del desarrollo de aquellos
grupos de discusión transcurría alrededor de los intentos de unos y otras por des-
montar, desde la teoría, la validez de toda esa serie de tópicos y etiquetas que ligan
determinados sonidos con determinadas formas de ser, comportarse, vestirse, etc.,
y entre las cuales ocupaba un lugar destacado la variable género. Sin embargo, al
mismo tiempo que hacían esto, no dejaban ni de proyectar esos mismos tópicos
sobre otros, ni de asumir su funcionamiento social. Si a esta apreciación a nivel
discursivo añadimos la constatación de los datos con los que contamos actualmen-
te, no podemos dejar de señalar que parece cierto que, en cuanto a la diferencia-
ción por sexos, los gustos musicales presentan tendencias claramente arraigadas: si
no queremos adoptar un lenguaje políticamente incorrecto (músicas “de hombres”
y músicas “de mujeres”), tampoco podemos obviar que es bien cierto que existen
grandes diferencias entre unos y otros a la hora de decantarse por unos u otros
sonidos, y que esas diferencias siempre se producen en el mismo sentido.
HOMBRES MUJERES
Pop, pop-rock
Electrónica
Latina, salsa
Rock’n’roll, rock clásico Baladistas, canción melódica
Cantautores
Heavy, hard rock, metal
Rumba
Hip-hop, rap Flamenco
Músicas del mundo, étnicas
Rock alternativo, grunge
Indie-pop, power-pop
Rock progresivo, psicodelia Popular o típica de su región
Clásica
Punk, hardcore
Folk, country, blues
A medida que aumenta la edad, aumenta el gusto por la música latina y salsa, la
música de cantautores, la rumba, el rock’n’roll y rock clásico, las músicas del
mundo y étnicas, el rythm&blues/soul/funk, el jazz y el folk/country/blues. La can-
ción melódica/baladistas y la música clásica, si bien no llegan a cumplir del todo esa
línea ascendente (pues los más jóvenes rompen la tendencia en ambos casos), sí es
cierto que presentan el mayor nivel de aceptación entre los jóvenes de mayor edad.
Por su parte, los géneros cuyo gusto desciende a medida que aumenta la edad son
la música electrónica y el hip-hop/rap.
Observando tales datos, sí podemos intuir una explicación subyacente a tales ten-
dencias. En líneas generales (quizás con la salvedad de algunos tipos de música
latina y de la música de baladistas o canción melódica), los géneros cuya acepta-
ción aumenta a medida que aumenta la edad, son aquéllos que tienen tras de sí
una mayor tradición musical y cuyas raíces se asientan más profundamente en la
historia de la música; músicas de lejano nacimiento en el tiempo (lejano para los
jóvenes entrevistados) y cuyos precursores y más destacados intérpretes (cuando
menos desde la perspectiva que nos otorga el actual momento histórico) resultan,
probablemente, más alejados para los jóvenes entrevistados que las actuales estre-
llas del pop, la electrónica o el hip-hop.
La comparación de las tendencias que muestra la variable edad con los datos que
arroja la variable “nivel de estudios cursado”, confirma algunas de estas aprecia-
ciones, aunque en otros casos podemos observar importantes matices. En el caso
de la música clásica, el rythm&blues/soul/funk, la música de cantautores, el
rock’n’roll/rock clásico, las músicas del mundo o étnicas y el reggae/ska, se cumple
la regla de que a mayor edad y mayor nivel de estudios, mayor es la proporción de
jóvenes que manifiestan su gusto por tales géneros musicales. Atendiendo sólo al
nivel de estudios (pues no contamos con datos significativos respecto a la edad),
podemos decir lo mismo del pop/pop-rock y del rock alternativo/grunge. El que en
estos dos casos las proporciones resulten más repartidas que en los anteriores, y
Por su parte, también se cumple una lógica relación en el caso de la música elec-
trónica (a la que se añade la música dance) y el hip-hop/rap (aunque de manera
menos clara), géneros que presentan menor aceptación a medida que aumenta el
nivel de estudios, de igual forma que ocurría con la edad.
Tres son los géneros que presentan lo que, en principio, se podría entender cómo
un desequilibrio entre las tendencias que muestran la variable edad y la variable
estudios. En la música latina/salsa, la rumba y el flamenco (de forma bastante
menos clara en este caso), la manifestación del gusto por ellas aumentaba con la
edad, mientras, atendiendo al nivel de estudios, ocurre lo contrario (menos gusto
por ellas a medida que aumenta el nivel de estudios). Especialmente destacable
resulta el contraste en el flamenco y, sobre todo, en la rumba. Sin embargo, no
sorprenden tanto los resultados si atendemos a los orígenes sociodemográficos de
estos géneros musicales, asentados tradicionalmente en clases sociales más desfa-
vorecidas que otras y que, en consecuencia, es probable que presenten niveles
educativos algo inferiores. Ello, independientemente de que músicos o artistas que
practiquen tales géneros o estén muy influidos por ellos tengan la posibilidad de
llegar al gran público en función de éxitos comerciales puntuales.
Por otro lado, los baladistas y la canción melódica presentan gustos ondulantes,
mucho más destacados en los extremos (mayor gusto entre quienes tienen los
niveles de estudio más altos y más bajos). Ello puede explicar que, pese a presen-
tar una tendencia ascendente en lo que a la edad se refiere, se produjera un cierto
repunte en los entrevistados más jóvenes.
Atendiendo a la ocupación de los jóvenes, entre los parados destaca (por presen-
tar proporciones superiores al resto) el gusto por la música latina/salsa (más de la
mitad de los parados muestran su gusto por ella), los baladistas/canción melódi-
ca, la rumba, el flamenco, las músicas del mundo o étnicas, el reggae/ska y la
música clásica. Es decir, todos ellos géneros cuyo gusto aumenta a medida que
aumenta la edad.
Resulta interesante comprobar cómo los estudiantes no sólo no presentan las pro-
porciones de gusto más destacadas en ninguno de los géneros, sino que poseen
las menores proporciones de personas que manifiestan su gusto por todos y cada
uno de ellos, si exceptuamos las músicas del mundo o étnicas, el reggae/ska, y la
música clásica, donde presentan porcentajes muy cercanos a los de los trabajado-
res (que en tales casos son quienes presentan el menor nivel de gusto). Eso sí,
cuando se compaginan estudios y trabajo, destaca el gusto por los cantautores, el
flamenco y la música clásica.
A la hora de valorar el gusto por cada uno de los géneros o estilos musicales, creí-
mos conveniente no sólo calibrar dicho gusto en positivo (es decir, la proporción
de quienes afirman que les gusta “bastante” o “mucho” cada uno de ellos), sino
también en negativo (quienes afirman que no les gusta “nada” o que les gusta
“poco” cada uno de ellos), por lo que tal aspecto pudiera aportar de significativo.
Esta consideración se asienta sobre la convicción de que el hecho de mostrar
abiertamente un rechazo hacia uno u otro tipo de música, se constituirá en una
manifestación del gusto propio tan fuerte como la referida al tipo de sonidos que
sí agradan. Y no sólo del gusto, sino de la diferencia y, en definitiva, de la propia
identidad, que impulsa a diferenciarte de manera clara de aquellos gustos que no
sólo no encajan con la forma en que se estructuran los propios, sino que además
tampoco encajan con la imagen que se quiere proyectar ante el resto de personas.
En líneas generales, se observa una tendencia a que sean los géneros que tienen
menos porcentajes de personas que manifiestan su gusto por ellos, los que presen-
ten los mayores porcentajes de quienes manifiestan que no les gustan. En cual-
quier caso, la relación entre las proporciones de gusto y rechazo (si se permite
denominar así al “no gusto”), presenta algún matiz interesante (tabla 5.5).
Tabla 5.4. Características fundamentales que sobresalen de la media de quienes manifiestan que les gusta “bastante” o “mucho”
cada uno de los siguientes géneros musicales (p<.05)
TOTAL SEXO EDAD ESTUDIOS OCUPACIÓN INGRESOS
Latina, salsa 36.4 + Mujer + 23-24 – Hasta Primer C.ESO + En paro, inactivo + Hasta 10.000 pts.
Cantautores 30.7 + Mujer + 23-24 + Universitarios + Estudio y trabajo NS
Electrónica 29.6 + Hombre + 15-16 – Universitarios NS NS
Flamenco 21.2 + Mujer + 20-22 + Hasta Primer C.ESO – Estudio + Hasta 5.000 pts.
Rock’n’roll, rock clásico 20.0 + Hombre + 23-24 + Universitarios NS + Más de 25.000 pts.
Hip-hop, rap 18.0 + Hombre + 15-16 + Hasta COU Bachillerato NS + Hasta 10.000 pts.
Rock alternativo, grunge, indie-rock 17.6 + Hombre NS + Universitarios NS – Hasta 5.000 pts.
Indie-pop, power-pop, pop alternativo 16.7 + Mujer NS NS NS NS
Popular o típica de su región o comunidad 16.3 + Mujer + 15-16 + Hasta Segundo C.ESO NS + Más de 25.000 pts.
Reggae, ska 16.2 NS + 20-22 + Universitarios + En paro NS
+ Estudio y trabajo
Músicas del mundo,étnicas 15.3 + Mujer + 23-24 + Universitarios + En paro, inactivo NS
Rythm&blues, soul, funk 14.9 NS + 23-24 + Universitarios NS + Más de 15.000 pts.
Heavy, hard rock, metal 14.9 + Hombre NS NS NS NS
Clásica 13.7 + Mujer + 23-24 + Universitarios + En paro NS
+ Estudio y trabajo
Rock progresivo, psicodelia 11.7 + Hombre NS NS NS + Hasta 15.000 pts.
Punk, hardcore 11.6 + Hombre NS NS NS + Hasta 10.000 pts.
New age 10.3 NS NS NS NS NS
Jazz 9.5 NS +23-24 NS NS NS
Folk, country, blues 7.3 + Mujer + 23-24 NS NS NS
NS: p>.05. La variable hábitat no resultaba significativa (p>.05) para la gran mayoría de los géneros, por lo que se ha preferido no incluirla.
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Tabla 5.5. Diferencias entre los que afirman que les gusta “bastante” o “mucho”
y los que afirman que no les gusta “nada” o les gusta “poco”
cada uno de los siguientes géneros musicales
Sólo los dos géneros que más gustan (pop/pop-rock y dance), presentan propor-
ciones superiores de gusto respecto a no gusto, siendo especialmente relevante la
diferencia que presenta el pop: además de ser la música que más gusta, es la que
menos rechazo presenta (sólo un 22% afirma que no le gusta “nada” o que le
gusta “poco”). Mientras tanto, la música dance tiene una proporción ligeramente
superior de personas que manifiestan su gusto por ella respecto a las que no, y la
música latina y la salsa se mantienen en un teórico equilibrio (la misma propor-
ción de personas dice que le gusta y que no le gusta). A partir de ahí, el resto de
géneros o estilos musicales presentan mayor porcentaje de quienes no muestran
gusto por ellos, aunque en algún caso más, la proporción de los que afirman que
tales géneros no les gustan “nada” o les gustan “poco” no alcanza la mitad del
total de jóvenes: baladistas/canción melódica, cantautores, electrónica, indie-
pop/power-pop y new age.
Una vez más hemos de acudir al trabajo de investigación cualitativa realizado con
anterioridad (Megías y Rodríguez, 2001), pues, una vez más y de manera muy
clara, los datos vienen a reforzar los planteamientos en él plasmados (o viceversa).
Entonces se explicaba cómo existen dos tipos de músicas generalmente rechaza-
dos por los jóvenes, de forma igualmente clara pero por motivos opuestos: las
músicas “radicales” (punk, heavy) por representar la inmadurez de épocas adoles-
centes pasadas, y las músicas “cultas” (jazz, clásica) por representar la madurez y
educación que se alcanzará en un futuro, que nada tiene que ver con el universo
de lo juvenil7. Los datos presentados parecen dar la razón a dicho planteamiento.
A pesar de que la gran mayoría de géneros musicales presentan muy altos por-
centajes de personas que no muestran gusto por ellos, en algunos casos el juego
de proporciones entre quienes dicen gustar de ellos y quienes no, les sitúa en una
tesitura diferente. Es el caso del flamenco, la rumba y el hip-hop, por un lado, y
del rock’n’roll/rock clásico y el rythm&blues/soul/funk por otro. En los primeros,
especialmente en el caso del flamenco y la rumba, el nivel de aceptación que
presentan (minoritario, pero uno de los más altos en comparación con el resto) se
ve contrarrestado por un nivel de no aceptación que resulta superior a lo que se
podía esperar en función de tales grados de aceptación. Es decir, que al mismo
tiempo que el flamenco, la rumba y el hip-hop/rap tienen unos niveles de acepta-
ción considerables, presentan niveles de rechazo proporcionalmente más signifi-
cativos que otros géneros musicales. Y con el rock’n’roll/rock clásico y el
rythm&blues/soul/funk, ocurre lo contrario: presentan niveles de no aceptación
proporcionalmente inferiores a lo que podría esperarse a partir de su bajo nivel
de aceptación.
Si nos fijamos en el sexo del entrevistado a la hora de decantarse por los géneros
musicales que no le gustan nada o le gustan poco (tabla 5.6), no encontramos nin-
guna sorpresa respecto a las respuestas dadas en positivo (sí gustan). Es decir, los
hombres rechazan en mayor medida que las mujeres los géneros que más gustan
a éstas, y las mujeres rechazan en mayor medida que los hombres los géneros que
más gustan a éstos.
Respecto a la edad tampoco hay variaciones (tabla 5.6): los géneros que más gus-
tan a medida que aumenta la edad, presentan menores dosis de rechazo paralela-
mente, y los que menos gustan a medida que aumenta la edad (sólo electrónica y
hip-hop/rap), presentan mayores proporciones de rechazo a medida que aumenta
esa edad. Cabría destacar que, en el primero de los casos, la tendencia por la cual
el rechazo es menor a medida que el joven es de mayor edad, se muestra aún con
mayor claridad que lo hacía el aumento de gusto.
Observando las tendencias que se producen a medida que aumenta la edad de los
jóvenes (aumenta el gusto por la mayoría de los géneros musicales, al tiempo que
disminuye el posible rechazo), podríamos presuponer que el periodo de juventud
que va desde los 14 a los 24 años (el que corresponde a nuestra muestra) se cons-
tituye en un periodo vital en el que se van consolidando los gustos y, precisamen-
te por ello, éstos resultan variables y cambiantes8.
Sin embargo, la percepción de los propios jóvenes respecto a ese proceso de cam-
bio parece contradecir tal planteamiento (y, en cierto modo, a ellos mismos). Es
así porque, preguntados sobre “hasta qué punto crees que han cambiado tus gus-
tos musicales en los últimos años”, el 66% de ellos afirma que “nada” o “poco”,
por el 20% que dice “regular” y el 13% que dice “bastante” o “mucho”. En esta
aparente contradicción encontramos los dos planos a partir de los que se articula
la relación de los jóvenes y la música. Por un lado, el plano más íntimo y perso-
nal, que asocia la música con sensaciones y sentimientos individuales e intransfe-
ribles y que, por todo ello, se constituye en un reflejo de la singularidad de cada
cual: por tanto, el cambio de gustos o la renuncia a gustos pasados se puede inter-
pretar como un cambio o renuncia respecto a ciertos aspectos de la propia perso-
nalidad, algo que tiende a ser rechazado. Por otro lado, el plano más relacional,
que pone en práctica todos aquellos elementos que propician que los demás te
vean de la manera que lo hacen: manifestar ciertos gustos musicales puede enca-
sillarte en determinados estereotipos, algo que, a medida que creces, puede dejar
de agradar o interesar. En definitiva, el primero de los planos justificaría la mani-
festación de los jóvenes en el sentido de que no han cambiado sus gustos musica-
les en los últimos años, mientras el segundo de ellos apoyaría la tesis de los gustos
volubles y flexibles durante los primeros años de juventud.
Más contundentes aún son los resultados cuando se pregunta si “te ha gustado
algún estilo musical en otro momento y ahora no te interesa tanto” (tabla 5.8). En
este caso, el 81% de los jóvenes afirma que “no”. Es decir, a ocho de cada diez
jóvenes de entre 14 y 24 años les sigue gustando, en términos generales, el
mismo tipo de música que años atrás. Sí es cierto que a medida que aumenta la
edad de los jóvenes (hasta los 22 años, pues en el periodo 23-24 experimenta
cierto repunte), esas proporciones decrecen, de igual forma que los estudiantes
universitarios presentan proporciones menores que el resto (algo que parece lógi-
co, pues el paso de los años aportará una perspectiva diferente). En cualquier
8. A este respecto, cabe citar alguna que otra referencia que incide en esta convicción. Desde planteamientos
sociológicos, podemos remitirnos a conceptos como los de la búsqueda de “proxemia” por parte de los jóve-
nes (Elzo, 1988; p.11), la “intensidad flexible” del proceso (Martínez y Pérez, 1997; p. 87) o la “negociación
de las homologías” en el mismo (Martínez, 2000). Todos ellos hacen referencia a la forma en que los jóvenes
van situándose frente al resto, en este caso en función de la manifestación de determinados gustos musicales,
en un proceso que busca el “refugio” más que la “identidad” y que, por ello, resulta ser flexible, negociable y
cambiante, sin por ello dejar de vivirse con toda su intensidad en cada momento vital concreto. Además, los
propios jóvenes asumen la realidad de tal proceso cuando surge la ocasión: “...hemos ido pasando por un
montón de estilos de música diferente...”; “...es que he hecho cambios de lo más radical...” (Megías y Rodrí-
guez, 2001; p. 39-40).
Pese a ser un porcentaje minoritario, preguntamos a ese 18% que sí afirma haber
perdido interés en algún tipo de música que antes le gustaba y ahora no, sobre los
géneros concretos por los que han perdido interés (tabla 5.9). En primer lugar se
sitúa el heavy/hard rock/metal con el 20% (20% del 18%, evidentemente), segui-
do de la música dance (16%), pop/pop-rock (15%), electrónica (14%),
rock’n’roll/rock clásico (12%), hip-hop/rap (11%), latina/salsa (11%), flamenco
(10%), reggae/ska (9%), punk/hardcore (9%), rock alternativo/grunge (8%), bala-
distas/canción melódica (8%), cantautores (8%) y rumba (8%). El resto presentan
porcentajes inferiores al 6%.
Observando estos resultados podemos hacer dos comentarios. Por un lado, que
entre los primeros puestos encontramos géneros que también encontramos entre
los primeros puestos en las preferencias (pop, dance, electrónica, latina): si mucha
más gente escucha esos géneros, mayor probabilidad habrá de que algunas de
esas personas dejen de interesarse por ellos. Además, en el caso de la música
dance y electrónica contamos con el dato añadido de que son géneros cuyo inte-
rés decrece a medida que aumenta la edad y el nivel de estudios cursado, algo
consecuente con estos resultados (lo mismo podríamos decir del hip-hop/rap).
Por otro lado tenemos ciertos géneros que, siendo de aceptación general minorita-
ria, ocupan los primeros puestos entre los que dejan de interesar, pero por moti-
vos diferentes. Especialmente reseñable resulta el caso del heavy/hard rock/metal,
bastante por encima del resto, y que, en sí mismo, se constituye en el paradigma
que explica el proceso por el cual muchos jóvenes afirman perder interés por cier-
tos géneros musicales (de los cuales no tenemos datos fiables respecto a su evolu-
ción en función de la variable edad).
Una de las líneas discursivas que con mayor claridad presentan los jóvenes res-
pecto a la evolución de los gustos musicales, ya mencionada en otro momento, es
la que se refiere a los géneros que dejan de gustar o interesar por el hecho de
representar asociaciones identitarias muy fuertes, además de estar muy ligadas a
épocas vitales adolescentes donde, por ello mismo, el joven se considera inmadu-
ro e influenciable (con la perspectiva que le otorga el paso del tiempo, pues en el
presente concreto no piensan lo mismo). En este sentido, el heavy se constituye en
la máxima expresión de esos estilos que tienden a denominar como “radicales”
(más por el establecimiento de esos lazos identitarios que por sus contenidos en sí
mismos) y que, por ello, parece lógico que deje de interesar a medida que uno
crece y “madura”: no es extraño encontrar gran cantidad de jóvenes que afirman
haber pasado por una etapa heavy, la cual ya han “superado” (algo similar, aun-
que en menor medida, puede ocurrir con el punk/hardcore, reggae/ska, rock’n’roll
y rock alternativo)9.
Observando las diferencias entre los hombres y las mujeres que afirman haber
perdido interés en algún género musical, comprobamos que se produce una rela-
ción positiva (en el mismo sentido) entre el gusto por un determinado género y la
proporción de quienes han dejado de interesarse por ese mismo género. Es decir,
en la mayoría de los casos, los géneros en los que los hombres muestran mayores
porcentajes de interés que las mujeres, son aquéllos en los que ellos presentan las
mayores proporciones de quienes han perdido ese interés. Y con las mujeres ocu-
rre lo mismo. De nuevo, parece lógico en función de la explicación dada anterior-
mente: cuanto mayor sea la cantidad de personas que manifiestan su gusto por un
determinado género, mayor probabilidad habrá de que algunas de esas personas
dejen de interesarse por ese género en algún momento.
Con la valoración que los jóvenes hacen de los diferentes géneros musicales que
componen el mapa alrededor del cual puede organizarse el gusto de cada perso-
na, tenemos una perspectiva bastante certera de cuáles son los sonidos y estilos
que más atraen. Pero no podemos dejar de interesarnos por la relación interna
que se establece entre esos diferentes géneros y que provoca que el gusto musical
se estructure de la manera que lo hace. En el siguiente capítulo abordaremos ade-
más la relación de estos géneros con las diferentes maneras de posicionarse y
Para ello hemos realizado un análisis factorial, que trata de reducir el número de
variables originales mediante la agrupación en conjuntos de aquéllas que presen-
tan entre sí algún tipo de relación interna. A tales agrupaciones se les atribuirá
un nombre que refleje los elementos comunes y subyacentes a las variables que
las componen.
Como resultado del análisis factorial obtuvimos siete factores, que en conjunto
explican casi el 63% de la varianza (tabla 5.10).
Si exceptuamos la música clásica (que, por otra parte, es el género que menos
peso tiene en la configuración del factor), el resto de géneros que componen el
mismo asientan sus raíces históricas en Norteamérica, sin olvidar que la semilla
que origina tales raíces fue plantada por la población negra que la esclavitud tras-
ladó desde África hasta el continente americano. Además, son géneros que, sobre
Tabla 5.10. Análisis factorial de los géneros musicales (p. 75a-75w) (varianza total explicada: 62.7%)
FACTOR 1 FACTOR 2 FACTOR 3 FACTOR 4 FACTOR 5 FACTOR 6 FACTOR 7
RAÍCES RUMBA SONIDOS POP MENSAJE PROVOC., MÚSICA POPULAR
AFROAMERICANAS FLAMENCO DUROS SONIDOS SUAVES RADICAL DE BAILE REGIONAL
(21.3% varianza) (12.9% varianza) (8.1% varianza) (6.4% varianza) (5.1% varianza) (4.6% varianza) (4.2% varianza)
Rythm&blues, soul, funk .746
23/4/3 11:38
Jazz .718
Folk, country, blues .656
Rock’n’roll, rock clásico .579 .496
Flamenco .811
Latina, salsa .564 .431
Heavy, hard rock, metal .767
Rock progresivo, psicodelia .738
Rock alternativo, grunge .647
Pop, pop-rock .769
Baladistas, canción melódica .641
Indie-pop, power-pop .609
Cantautores .541
Punk, hardcore .402 .693
Reggae, ska .651
Hip-hop, rap .648
Dance .842
Electrónica .839
Popular, regional .820
New age .519
Músicas del mundo, étnicas .428
Música-5C/C/J 23/4/3 11:38 Página 149
todo en lo que concierne a los tres que más peso tienen en el factor, se influyen y
retroalimentan entre ellos, y han vivido la parte más importante de sus respectivos
desarrollos estilísticos inmersos en la tradición cultural americana.
Por su parte, el rock’n’roll/rock clásico, cuarto género que compone este factor, a
pesar de tener un sonido y unos patrones musicales que lo diferencian de los otros
tres, comparte con ellos sus raíces norteamericanas y, por tanto, acude también a
las mismas fuentes para constituirse en lo que es. Así, la influencia del rythm&blues
(a su vez surgido del blues) y del country, resulta esencial para entender el naci-
miento del rock’n’roll, de igual manera que en su desarrollo estilístico hemos podi-
do asistir a claros acercamientos entre rock y géneros como el soul, el country, el
folk, e incluso el jazz. Si bien en un principio el rock’n’roll definía una estética muy
determinada (basta con recordar a Elvis, los tupés y la iconografía rockabilly), el
paso del tiempo y la fusión estilística ha ido suavizando tal estética, dejando en
franca minoría a los nostálgicos que aún se mantienen fieles a sus principios frente a
la evolución del mercado discográfico.
El caso de la música clásica (de tradición europea y mucho más antigua) es distin-
to, aunque su tradicional inclusión, junto al jazz, en el saco de las músicas “cultas”
o “adultas”, propicia que su pertenencia a este factor tampoco extrañe. Incluso
musicalmente, los acercamientos entre la música clásica y el jazz (sobre todo del
jazz a la música clásica, aunque sólo sea por razones cronológicas) han sido bas-
tante significativos entre muchos de los músicos más relevantes de ambos géneros.
Cabe destacar que son los jóvenes de más edad los que componen, en mayor pro-
porción, el grueso de aficionados a las músicas que representa este factor, apre-
ciándose cierta tendencia ascendente a medida que aumenta la edad (son los más
jóvenes a los que menos gusta la música de raíces americanas). Por ello, no extra-
ña que sea entre los estudiantes universitarios donde se encuentren los jóvenes
más interesados, ni que sean los que compaginan los estudios con algún trabajo y
los parados los que también destaquen en ese sentido.
Por el contrario, bastante por debajo de la media del factor se sitúan los jóvenes
que dicen no tener ningún interés por la música, además de los que aseguran no
escuchar nada o casi nada de música, en términos generales.
Factor 2: Rumba-flamenco
Compuesto por la rumba, el flamenco y, en menor medida, la música latina y la
salsa, explica casi el 13% de la varianza.
Los dos géneros que dan sentido a este factor comparten raíces en el folclore
español, originario de clases humildes, proletarias y en gran medida gitanas, prin-
cipalmente del sur de la península (Andalucía y Extremadura), aunque en el caso
de la rumba existe una corriente muy importante en Cataluña derivada de los pro-
cesos migratorios. Mientras el flamenco está más asentado sobre unas raíces y tra-
diciones musicales que dan lugar al desarrollo de una importante línea purista,
que mantiene sus patrones musicales aferrados a tales raíces (a pesar de lo cual
los sonidos de fusión resultan algo inevitable en épocas globalizadoras como las
actuales), la rumba, que bebe de las mismas fuentes que el flamenco, se acerca de
igual manera a sonidos más cercanos al pop, la música latina, o incluso al rock
(su raíz gitana y nómada puede explicar esa tendencia a la fusión).
La música latina y la salsa, con un peso específico en el factor muy por debajo de
los géneros que lo definen, son músicas bailables, ligeras y de origen latino e his-
panoamericano. Si bien encuentran sus orígenes más allá de la península Ibérica y
presentan patrones musicales muy distintos a los anteriores, sí es cierto que com-
parten con la rumba y el flamenco ciertos rasgos de cultura latina e hispana que
pueden acercarlos de cara al público, sobre todo en lo que se refiere a una deter-
minada forma de sentir y acercarse a la música.
En este factor tienen menor peso proporcional los hombres y los estudiantes más
jóvenes (15-16 años), a pesar de lo cual destaca la proporción de estudiantes de
Primaria y EGB/Primer Ciclo de ESO que muestran su gusto por los sonidos de la
rumba y el flamenco. Los estudiantes de COU/Bachillerato y de Formación Profe-
sional son los menos representados.
Destaca la representación de los parados o las personas que “no hacen nada”, al
tiempo que desciende la de las personas que cuentan con más de 15.000 pesetas
al mes (aunque menos de 25.000 pesetas). Entre los municipios de tamaño medio
se encuentra el menor volumen de quienes se decantan por este factor.
Las personas que muestran poco interés por la música, o un interés medio, están
representadas en niveles muy inferiores a la media, en proporciones que van
decreciendo a medida que aumenta el interés por la música. Sin embargo, sí des-
taca la proporción de quienes dicen escuchar muy poca música, aunque tam-
bién es cierto que, por un lado, las personas que escuchan poca música, o una
cantidad media, están subrepresentadas, al tiempo que en el extremo opuesto
(los que dicen escuchar mucha o muchísima música), las proporciones son bas-
tante destacables.
Son pocos los seguidores de estos sonidos entre las personas que consiguen la
música a través de Internet o grabándola de la radio, de igual forma que son
pocos los que afirman que pocas veces o nunca comparten gustos musicales
con sus amigos.
Los tres géneros de mayor peso en la constitución de este factor resultan derivados
estilísticos de la semilla plantada en su día por el rock’n’roll (de ahí que no sor-
prenda que aparezca en el factor), aunque su propio desarrollo al margen de los
parámetros del rock más clásico ha dado lugar a géneros en sí mismos. Especial-
mente en lo que se refiere al heavy, vertiente más dura en cuanto a su sonido, de
estética muy definida (pelo largo, cuero, pantalones estrechos), principios musica-
les fuertemente arraigados (espectáculo, fuerza, poder, energía, virtuosismo…) y
comportamientos asociados que oscilan entre una declarada actitud pacífica y el
tradicionalmente achacado talante machista.
El hard rock y el metal son estilos surgidos a partir del acercamiento al heavy por
caminos diferentes: desde el rock más clásico y progresivo el primero, y desde
más contemporáneas propuestas, como el hardcore o el funk, el segundo. Ello da
lugar a sonidos y estéticas bien diferentes, si bien la base de dureza y potencia
guitarrera en el sonido permanece. De igual forma, son muchísimas las derivacio-
nes estilísticas que podrían tener cabida en esta categoría: death-metal, grindcore,
speed-metal, nu-metal, rock urbano…
Que el punk/hardcore tenga cierto peso (poco) en este factor puede sorprender
(no así el rock’n’roll, que se sitúa en los orígenes de todos ellos), por cuanto plan-
tea principios musicales, estéticos e ideológicos muy contrarios a los anteriores.
Seguramente, la relación entre ellos se fundamente en el carácter impactante y
provocativo de la estética que les rodea, así como en la tendencia a la dureza en
el sonido, elementos que provocan que, con independencia de sus enormes dife-
rencias, el gran público tienda a considerar a todos ellos dentro del saco de los
sonidos “radicales”, “alternativos” y “extremistas”.
Tanto para quienes manifiestan no tener interés por la música en términos genera-
les, como para los que afirman que casi no escuchan nada de música, el volumen
de personas que gustan de los sonidos que conforman este factor está muy por
debajo de la media.
Por otro lado, entre su público destacan los jóvenes que gastan más de 4.000
pesetas al mes en música (es decir, los que más gastan).
El pop o pop-rock, que es el género que dota a este factor de la mayor parte de su
sentido, tiene las más altas cantidades de seguidores entre los jóvenes españoles
(según indican los datos de preferencias), a pesar de lo cual pertenece al cuarto
factor según la varianza que explica. Como género musical, resulta tremendamen-
te amplio, diversificado y, por ello, de compleja definición. Sus señas de identidad
no sólo descansan en ciertos patrones musicales sobre los que se basa (sonidos
generalmente suaves, pegadizos, melódicos, comerciales, accesibles para el gran
público…) sino en una manera de entender la cultura musical juvenil, tanto por el
lado del público (participativo, expresivo, consumidor de iconos), como de los
músicos (convertidos en ídolos y modelos juveniles), además de plantear un
nuevo escenario en el que la música ocupaba un lugar muy destacado como pro-
ducto de consumo juvenil. Toda esta “cultura pop”, que en muchas ocasiones
tiende a confundirse o a alimentar la propia definición de “lo joven” (punto en el
cual encuentra similitudes con lo que supuso el surgimiento de Elvis Presley para
el rock’n’roll), se desarrolla en un periodo histórico que va desde la aparición de
los míticos Beatles hasta nuestros días, y en cuyo seno se han reproducido, de una
u otra forma, de manera más o menos directa, la mayoría de los géneros musica-
les que gustan a los jóvenes. El campo es tan amplio y difuso que no existe una
estética que, en sí misma, pueda ser identificada como pop (más bien se produci-
ría una definición por exclusión).
De acuerdo con esta idea, no extraña que en este mismo factor se incluyan los
baladistas y la canción melódica por un lado, y el indie-pop y power-pop por
Finalmente, los cantautores, cuya música aporta elementos más personales, prin-
cipalmente en lo que se refiere a las letras de las canciones, tienden también a ser
incluidos en el “universo pop” por cuanto suelen emplear los planteamientos
musicales de éste. Bien es cierto que, como concepto genérico, un cantautor lo
puede ser de cualquier estilo musical, de igual manera que es cierto que en algu-
nas épocas históricas (años sesenta; transición española hacia la democracia),
como consecuencia de las circunstancias sociales concretas y del papel de los
cantautores como cronistas de época, el género cantautor adquirió una relevancia
social que lo situaba en un nivel diferente al pop. En cualquier caso, las circuns-
tancias actuales tienden a situar este género como una manifestación más del pop.
También están menos representados los jóvenes que no compran o graban músi-
ca, los que la “bajan” de Internet y los que afirman no compartir gustos musicales
con sus amigos, o compartirlos en pocas ocasiones.
en los contenidos de los mensajes que albergan estos géneros o, más bien, en la
forma en que tales contenidos son expresados. Así, especialmente en el caso del
punk/hardcore y el hip-hop/rap, la provocación, tan importante en la forma como
en el fondo, se constituye en el vehículo perfecto para lanzar unos mensajes con
una mayor o menor carga de ideología pero, en cualquier caso, se sitúan al mar-
gen de las corrientes de aceptación masivas. En este punto (la compleja relación
entre el mercado discográfico y la independencia creadora) encuentran estos
géneros una de sus mayores preocupaciones y contradicciones, pues no son
pocos los ejemplos de músicos afiliados a estas corrientes que acaban siendo
absorbidos por un sistema y un mercado cuyos principios son cuestionados
desde las bases de sus respectivos géneros musicales. De todos modos, la estética
y actitud provocadora no siempre esconde mensajes políticos o sociales, pues
también puede centrarse en la diversión y expresión como objetivo único: enton-
ces, el mensaje sería el sonido en sí mismo, así como la forma en que se transmi-
te ese sonido.
El punk surge a finales de los años setenta como reacción a la música que triunfa-
ba hasta entonces (grandes bandas o estrellas de rock, de tendencias clásicas o
progresivas, y muy asentadas en la tradición), la cual consideraban excesivamente
aburrida, profesionalizada y acomodada. El nacimiento del punk tuvo dos oríge-
nes bien distintos y casi simultáneos. Por un lado, en Nueva York se inició una
corriente más desenfadada, menos ideologizada y cuyo máximo objetivo era la
búsqueda de la diversión. Por otro lado, en Londres y otras ciudades inglesas sur-
gieron grupos de punk más politizados, serios y con mensajes claramente sociales.
En ambos casos, las bases musicales eran muy similares: provocación, volumen y
absoluta convicción en la idea del denominado “do it yourself” (hazlo tú mismo),
tanto a nivel musical como estético.
Por su parte, el reggae y el ska también están fundamentados sobre fuertes bases
ideológicas. El reggae surge en Jamaica a partir de la conjunción de los ritmos y
sonidos caribeños con la influencia del soul norteamericano, y es una música de
contenido muy espiritual y religioso, que se asienta en la cultura y los problemas
del Tercer Mundo y está asociada a una imagen muy determinada (rastafaris).
Mientras, del reggae surge el ska, como el oi (mezcla de ska y punk), de mensajes
más politizados y clasistas, e imagen más urbana (pues se desarrollan en Inglate-
rra) y completamente diferente (estética skin, de una u otra ideología).
En cualquier caso, con independencia de las bases ideológicas sobre las que se
asiente cada cual, tanto el reggae/ska como el punk/hardcore y el hip-hop/rap,
comparten una misma característica: es música con una actitud muy fuerte y
determinada. Actitud que, desde fuera, tiende a ser calificada como “radical”.
Por último, cabe destacar que son muy bajas las proporciones de seguidores de
estas músicas entre quienes dicen no compartir “nunca” o “pocas veces” gustos
musicales con sus amigos, siendo también bastante bajas entre los que lo hacen
“a veces”.
Mientras la música dance (acid-house, club, disco, house, eurobeat…) está más
encaminada a propiciar el baile en discotecas y fiestas multitudinarias (en muchas
ocasiones conocidas como raves, aunque este término tiene connotaciones de
clandestinidad que no siempre corresponden con la realidad), la electrónica (dub,
ambient, detroit, electro, downbeat…), mucho más experimental, también centra
parte de su creatividad en recrear ambientes y propiciar otro tipo de sensaciones
que van más allá del baile. En cualquier caso, ambas se caracterizan por intentar
empaparse de cualquier sonido, música o tendencia que surja, para recogerla,
recrearla, y reinventarse a sí mismas. De igual modo, muchos otros géneros musi-
cales no han podido obviar la gran influencia de estas músicas en su propia evolu-
ción estilística.
En España existe un tipo de música, más cercana a algunos tipos de música dance
y techno que a otro tipo de músicas electrónicas, popularmente denominada
bakalao o mákina, que lleva asociada una imagen muy concreta de sus jóvenes
aficionados. Desde fuera, y a ojos de a quienes no les gustan este tipo de músicas,
existe una tendencia a englobar a todas las músicas de baile en el saco del baka-
lao, de igual forma que se tiende a etiquetar a casi todos sus seguidores como
bakalas o bakaladeros. Precisamente por ello, buena parte de los seguidores de la
música electrónica y dance intentan escapar de esta imagen, repudiando la idea
que asocia la música bakalao con la totalidad de músicas dance y electrónicas, así
como alejándose de un prototipo de seguidores que probablemente es más joven
y está preocupado por ciertos aspectos de la música que no coinciden con los que
a ellos les interesan.
En cualquier caso, el perfil de los seguidores de estas músicas de baile que pode-
mos obtener de los datos que ofrece la encuesta, tiende a coincidir con muchas
de las características tradicionalmente asociadas a los bakalas (si bien es cierto
que el límite de edad de la muestra se sitúa en los 24 años):
• Más seguidores entre los más jóvenes (15 a 16 años) y entre los estudiantes
de EGB/Primer Ciclo de ESO, y menos entre los universitarios.
• Más seguidores entre quienes afirman que no tienen ningún o casi ningún
interés por la música en términos generales.
• Menos seguidores entre quienes gastan entre 2.000 y 4.000 pesetas al mes
en música.
Factor 7: Popular-regional
La música popular hunde sus raíces en las tradiciones y culturas locales de las
diferentes regiones de España, por lo que es probable que su gusto tenga un
importante componente territorial. En el caso de las músicas del mundo y étnicas,
a pesar de que presentan un componente más tendente a la globalización, la mez-
cla y la fusión entre muchas músicas populares de distintos países (músicas con
un componente más internacional, por lo tanto), también están basadas en cultu-
ras arraigadas y un tanto al margen de corrientes y modas (independientemente de
que se puedan convertir en una moda en sí mismas).
Por su parte, la música new age, que también presenta un importante componente
de fusión (con jazz, con pop, con rock…), sí responde a patrones más cosmopoli-
tas, urbanos y contemporáneos. En cualquier caso, lo que es cierto para los tres
casos es que son músicas que no parecen responder a lo que tiende a entenderse
como universo de “lo juvenil”, algo refrendado por los minoritarios niveles de
aceptación entre los jóvenes encuestados.
Atendiendo al dinero que gastan en música, resulta curioso que sólo los aficiona-
dos que gastan una cantidad inferior a 2.000 pesetas (gastando algo de dinero) no
presentan proporciones inferiores a la media, como ocurre para el resto.
Respecto al primero de los planos (tabla 5.17), el 69% de los jóvenes considera que
no se le puede identificar de ninguna manera con sus gustos musicales, o que se les
puede identificar “poco”. Sólo el 14% afirma que se le puede identificar “bastante”
o “mucho” y el 16% dice que “regular”. Por tanto, una gran mayoría de ellos
rechaza cualquier tipo de forma de ser identificado a partir de sus gustos musicales.
Se puede observar una tendencia en función del dinero disponible al mes (el resto
de variables no nos ofrecen datos estadísticamente significativos: p>.05): a medida
que aumenta el dinero disponible, aumentan las proporciones de quienes recha-
zan poder ser identificados por sus gustos musicales, al tiempo que disminuyen
las proporciones de los que lo asumen. Por tanto, cuanto menos dinero tiene el
10. Casi todo el desarrollo de La identidad juvenil desde las afinidades musicales, investigación a partir de una
metodología cualitativa, gira alrededor de algunas de las preguntas planteadas.
joven, más posibilidades hay de que reconozca poder ser identificado de alguna
manera por sus gustos. Ante esta tendencia, cabe preguntarse si la misma tiene
que ver más con las estéticas minoritarias de clase o con los procesos de madurez
personal que propicia la edad. Con los datos disponibles, aventurar una respuesta
sería excesivamente osado.
Independientemente de que cada cual afirme el grado en el cual pudiera ser iden-
tificado de alguna manera por sus gustos musicales, y a sabiendas de que el ima-
ginario social (que los mismos jóvenes ayudan a conformar) sí es proclive a eti-
quetar y categorizar, sopesamos la importancia que conceden al hecho de, a
pesar de todo, ser identificado en uno u otro sentido a partir de los gustos musica-
les (tabla 5.18). A la mayoría (59%) le gusta “nada” o “poco” ser identificado por
su tipo favorito de música, mientras al 8% le gusta “bastante” o “mucho” y al 16%
le es “indiferente”. Teniendo en cuenta que al 16% le gusta “regular” (porcentaje
igual al que respondía “regular” respecto al grado en que pueden ser identificados
por sus gustos), comprobamos, por tanto, que el grupo de jóvenes al que le resulta
indiferente está compuesto tanto por personas que dicen no poder ser identifica-
das por sus gustos musicales como por personas que sí afirman poder ser identifi-
cadas. Así, hay un 10% de jóvenes que, sin aceptar el hecho de poder ser identifi-
cados por sus gustos musicales, no se preocupan de que otros les puedan identifi-
car en algún sentido, al mismo tiempo que hay un 8% que, aceptando poder ser
identificados, se sienten muy cómodos ante el hecho de que otros les identifiquen
(al restante 6% de quienes asumen poder ser identificados, les da igual).
La idea de que los lugares que frecuentan (opción más elegida y única con la que
podemos realizar algún cruce que resulte estadísticamente significativo) tienen
bastante o mucha relación con los gustos musicales, es más aceptada entre quie-
nes se encuentran en paro (sobre todo) y quienes trabajan, bastante por encima
de los estudiantes, de igual forma que entre quienes disponen de más dinero al
mes (tabla 5.20).
Observando tales datos, y ante el hecho evidente de que los jóvenes tienden a
rechazar la idea de poder ser identificados de alguna manera por sus gustos musi-
cales, cabe preguntarse si el hecho de que no puedan ser identificados depende
del propio proceso que propicia tal identificación, o de la manera en que está
estructurado el gusto musical de cada cual, es decir, de los géneros musicales en
sí. Diciéndolo de otro modo: ¿existen músicas que propician lazos identificativos
más fuertes, de los que es difícil escapar? o ¿es más complicado establecer lazos
identificativos entre una persona y sus gustos musicales cuando éstos se asientan
sobre géneros musicales determinados? Para intentar resolver esta cuestión, pre-
guntamos a los jóvenes por el grado en el que se puede reconocer a alguien al
que le guste cada uno de los géneros musicales planteados (tabla 5.21).
Sólo tres géneros propician que proporciones mayoritarias de los jóvenes conside-
ren que establecen lazos identificativos muy fuertes, destacando especialmente el
61% que se decanta por el heavy/hard rock. Tres géneros que tienen en común
dos cosas: presentan grados de aceptación minoritarios en los gustos musicales de
la población joven general (en ningún caso superiores al 18%); y están fuertemen-
te ligados a patrones estéticos muy concretos y de perfil “duro” o “radical”, en
cualquier caso fuera de los patrones masivamente aceptados.
Del resto de géneros, ya con porcentajes minoritarios, podemos señalar varios ele-
mentos interesantes:
• Entre la música electrónica y la música dance, respecto a las que podríamos
presuponer lazos identificativos similares, existen once puntos porcentuales
de diferencia, que nos indican que la primera de ella está connotada, de
manera importante, por ciertos elementos que propician esa diferencia entre
dos géneros que comparten algunas características. Quizás una estética más
marcada por la modernidad y un estilo urbano y cosmopolita; quizás la
estrecha relación que suele establecerse entre tales músicas y el consumo
de determinadas sustancias.
Los estudiantes universitarios son quienes creen, en mayor medida que el resto,
que el rap/hip-hop y el reggae son músicas que establecen fuertes lazos identifica-
tivos con quien muestra su gusto por ellas, mientras que presentan las menores
proporciones de quienes opinan lo mismo para el rock’n’roll y el flamenco. Por
otro lado, los estudiantes de Formación Profesional muestran porcentajes bajos
para todos los géneros musicales.
En función de los ingresos del joven, los porcentajes de quienes consideran que
se puede reconocer a alguien a quien le guste un determinado tipo de música,
A la luz de todos estos resultados, y observando que las cosas que, en líneas gene-
rales, tienden a rechazarse para uno mismo (ser reconocido por tus gustos) se pro-
yectan en otros, podemos concluir que el hecho de que la música establezca unos
lazos identificativos fuertes y reconocibles con la persona que manifieste su gusto
por ella, depende más del género musical en sí al que haga referencia tal proceso
identificativo, que de los elementos que propician tal proceso (la manera de acer-
carse a la música, las expectativas personales, la forma de ser y comportarse de
cada cual…). En definitiva, existen algunos tipos de música (heavy/hard rock,
rap/hip-hop y punk/hardcore, principalmente) que están mucho más marcados
que otros, y que propiciarán que quienes se acerquen a ellos queden connotados
o identificados de manera muy concreta.
Hombre
Mujer
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
Pop, pop-rock 50.1 43.0 57.5 NS 48.8 47.0 52.8 50.2 44.6 53.7
Latina, salsa 36.4 25.3 48.1 34.7 35.2 37.0 38.5 53.5 45.1 33.0 35.4 32.7 38.2
Cantautores 30.7 23.3 38.4 23.0 26.9 32.6 38.8 34.9 30.7 23.4 33.5 25.2 40.8
Electrónica 29.6 34.0 24.9 35.3 34.0 28.0 21.8 37.2 39.5 36.3 27.5 28.3 19.0
Baladistas, canción melódica 29.5 19.3 40.1 27.1 26.1 29.3 35.9 39.5 34.9 26.0 28.9 23.3 35.7
Rumba 21.9 15.0 29.2 19.8 22.1 22.0 23.4 55.8 34.4 20.4 17.5 20.2 19.5
Flamenco 21.2 15.7 27.0 18.1 21.5 22.5 21.5 48.8 32.1 17.0 21.1 18.3 20.0
Rock’n’roll, rock clásico 20.0 23.6 16.2 14.6 17.0 21.7 25.6 20.9 16.7 17.8 19.9 20.2 24.3
Hip-hop, rap 18.0 19.7 16.2 25.9 18.6 16.7 12.7 23.3 25.1 22.7 18.4 11.4 13.7
Rock alternativo, grunge, indie-rock 17.6 19.4 15.6 NS 16.3 10.2 13.9 17.7 19.1 24.6
+Hombre
Mujer
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
Reggae, ska 16.2 NS 11.1 16.1 19.1 16.3 16.3 13.5 14.6 16.5 13.9 21.3
Página 166
Músicas del mundo, étnicas 15.3 11.2 19.6 10.2 12.8 18.0 18.7 23.3 11.2 12.0 13.9 13.6 23.8
Rythm&blues, soul, funk 14.9 NS 7.9 12.6 17.5 19.6 11.6 9.8 10.5 14.4 15.8 23.0
Clásica 13.7 10.7 16.8 12.8 10.4 14.1 17.7 16.3 15.3 11.6 13.6 9.1 19.2
Folk, country, blues 7.3 5.3 9.4 5.5 6.0 8.2 9.1 NS
Total 1.900 973 927 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
NS: p>.05.
Tabla 5.3. Diferencias según ocupación, ingresos y hábitat, entre quienes afirman que les gusta “bastante” o “mucho”
Música-5C/C/J
Estudio
Estudio y
trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos de
5.000
De 5.001
a 10.000
De 10.001
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
Dance 40.2 NS NS NS
Página 167
Latina, salsa 36.4 32.9 39.0 38.8 51.4 40.8 40.7 36.2 30.5 34.7 NS
Electrónica 29.6 NS NS NS
Flamenco 21.2 17.0 30.5 24.6 31.1 26.3 20.6 16.3 18.8 23.1 24.9 17.7 28.2 17.8 21.0
Rock’n’roll, rock clásico 20.0 NS 14.5 19.5 22.0 19.4 22.6 15.6 23.3 19.0 19.2 21.4
Rock alternativo, grunge, indie-rock 17.6 NS 11.8 18.8 17.4 18.3 18.8 NS
Estudio
Estudio y
trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos de
5.000
De 5.001
a 10.000
De 10.001
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
Popular o típica de su región o comunidad 16.3 NS 15.8 14.4 16.3 16.6 18.1 NS
Jazz 9.5 NS NS NS
Total 1.900 1092 154 505 148 228 437 282 361 536 409 498 216 338 439
NS: p>.05.
Tabla 5.6. Diferencias, según sexo, edad y estudios, entre quienes afirman que no les gusta “nada” o que les gusta “poco”
Música-5C/C/J
Hombre
Mujer
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
Pop, pop-rock 21.8 26.3 17.0 NS 23.3 32.6 21.7 18.7 24.4 16.7
Latina, salsa 36.6 45.8 27.0 43.7 35.4 37.0 31.8 34.9 31.6 43.3 34.2 37.1 33.7
Baladistas, canción melódica 48.1 58.3 37.3 53.6 51.6 47.4 40.0 46.5 46.5 51.5 48.1 53.7 39.7
Cantautores 48.4 54.4 42.2 56.3 51.5 47.4 39.7 51.2 49.3 55.4 42.1 57.6 37.7
Electrónica 49.8 43.8 56.2 45.8 42.7 52.1 58.6 44.2 42.8 45.3 49.3 50.1 59.7
Rock’n’roll, rock clásico 51.3 48.3 54.4 60.6 55.5 48.6 42.3 60.5 70.7 56.4 46.6 51.0 38.7
Rock alternativo, grunge, indie-rock 53.8 51.2 56.5 NS 55.8 67.4 55.8 53.1 53.5 45.1
Rythm&blues, soul, funk 56.5 NS 64.1 61.5 53.4 48.8 65.1 68.8 62.0 55.5 53.5 46.3
Reggae, ska 60.0 NS 63.8 63.1 58.4 55.5 53.5 59.1 62.2 58.4 68.7 52.7
Hombre
Mujer
15 – 16
17 – 19
20 – 22
23 – 24
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
Rumba 62.3 71.3 52.8 70.3 61.9 60.3 59.1 34.9 47.9 65.5 65.8 64.5 63.5
Hip-hop, rap 62.9 60.1 65.9 50.7 64.2 65.3 67.9 60.5 51.6 54.7 66.7 71.2 67.3
Flamenco 64.4 71.7 56.6 72.3 62.9 62.7 62.2 34.9 53.0 70.2 63.9 70.9 61.8
Popular o típica de su región o comunidad 65.5 68.8 62.1 69.1 66.3 65.3 62.0 51.2 69.8 67.2 66.3 63.2 64.3
Clásica 70.4 74.6 66.0 79.3 73.7 67.2 63.9 72.1 71.6 77.3 67.5 77.0 58.5
Folk, country, blues 71.7 72.3 71.1 73.8 76.8 69.1 67.5 NS
Total 1.900 973 927 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
NS: p>.05.
Tabla 5.7. Diferencias según ocupación, ingresos y hábitat, entre quienes afirman que no les gusta “nada” o que les gusta “poco”
Música-5C/C/J
Estudio
Estudio y
trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos de
5.000
De 5.001
a 10.000
De 10.001
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
Dance 36.1 NS NS NS
Página 171
Latina, salsa 36.6 39.5 31.2 34.1 30.4 41.7 35.2 44.3 34.3 32.8 NS
Electrónica 49.8 NS NS NS
Rock’n’roll, rock clásico 51.3 NS 59.6 56.1 47.5 49.3 47.8 55.5 51.4 53.2 44.4 51.5
Rock alternativo, grunge, indie-rock 53.8 NS 55.7 60.6 47.9 53.5 50.6 NS
Reggae, ska 60.0 62.6 61.0 56.4 51.4 NS 62.8 60.4 60.2 60.7 56.3
Estudio
Estudio y
trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos de
5.000
De 5.001
a 10.000
De 10.001
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Hasta
10.000
De 10.001
a 50.000
De 50.001
a 100.000
De 100.001
a 250.000
Más de
250.000
Flamenco 64.4 69.3 54.5 60.6 50.7 60.1 67.5 64.5 68.4 61.4 61.1 68.7 56.9 66.0 64.9
Popular o típica de su región o comunidad 65.5 NS 70.2 70.7 61.0 65.7 61.8 NS
Jazz 74.5 NS NS NS
Total 1.900 1.092 154 505 148 228 437 282 361 536 409 498 216 338 439
NS: p>.05.
Tabla 5.8. Diferencias, según edad y estudios, referida a quienes han gustado de algún estilo musical en otro momento y ahora no (p<.05)
Música-5C/C/J
No 81.4 86.6 82.8 77.7 80.9 72.1 78.1 84.5 84.2 83.1 75.7
23/4/3 11:38
Sí 17.5 11.7 16.4 21.2 18.2 25.6 20.9 13.9 15.3 15.2 23.5
NS/NC 1.1 1.7 0.8 1.1 1.0 2.3 0.9 1.5 0.5 1.7 0.8
Total 1.900 343 517 622 418 43 215 466 418 361 395
Página 173
Tabla 5.9. Diferencias, según sexo y edad, entre quienes afirman que han dejado de tener interés por cada uno de los siguientes géneros musicales
Hombre Mujer 15 – 16 17 – 19 20 – 22 23 – 24
Rock’n’roll, rock clásico 11.7 12.7 10.6 12.5 12.9 13.6 6.6
Rythm&blues, soul, funk 4.2 3.5 5.0 2.5 4.7 5.3 2.6
Folk, country, blues 6.0 5.8 6.3 5.0 5.9 9.8 0.0
Heavy, hard rock, metal 20.1 22.5 17.5 12.5 14.1 22.7 26.3
Rock progresivo, psicodelia 6.0 8.7 3.1 5.0 9.4 5.3 3.9
Rock alternativo, grunge, indie-rock 8.4 9.2 7.5 2.5 7.1 9.1 11.8
Pop, pop-rock 15.0 16.8 13.1 15.0 21.2 12.1 13.2
Indie-pop, power-pop, pop alternativo 3.3 2.3 4.4 2.5 4.7 3.0 2.6
Baladistas, canción melódica 8.4 6.4 10.6 2.5 7.1 12.9 5.3
Hombre Mujer 15 – 16 17 – 19 20 – 22 23 – 24
Músicas del mundo, étnicas 2.1 2.9 1.3 0.0 3.5 2.3 1.3
Popular o típica de su región o comunidad 2.7 1.2 4.4 5.0 3.5 2.3 1.3
Dance 15.6 13.3 18.1 10.0 14.1 13.6 23.7
Electrónica 13.8 12.7 15.0 7.5 11.8 10.6 25.0
Jazz 1.5 1.2 1.9 2.5 2.4 0.8 0.3
Clásica 4.8 2.9 6.9 7.5 5.9 3.8 3.9
Flamenco 9.6 10.4 8.8 7.5 9.4 9.8 10.5
Rumba 7.8 6.4 9.4 5.0 5.9 9.1 9.2
New age 1.2 1.2 1.3 2.5 1.2 0.8 1.3
Otro 0.3 0.6 0.0 0.0 0.0 0.8 0.0
NS/NC 0.9 1.2 0.6 0.0 1.2 0.8 1.3
Total 333 173 160 40 85 132 76
Nota: al ser respuesta múltiple, la suma de los porcentajes será superior a 100.
Base: a los que sí gustaba cada uno de esos estilos que ahora han dejado de interesar.
Total de la muestra: 1.900.
Tabla 5.11. Diferencias relevantes de las medias factoriales en los factores de géneros musicales según distintas variables de clasificación
Música-5C/C/J
(Se indican las desviaciones respecto a la media del factor con un valor superior a .19)
Tabla 5.12. Diferencias relevantes de las medias factoriales en los factores de géneros musicales, según el interés por la música
(Se indican las desviaciones respecto a la media del factor con un valor superior a .20)
Tabla 5.13. Diferencias relevantes de las medias factoriales en los factores de géneros musicales, según la cantidad de música que se escucha
(Se indican las desviaciones respecto a la media del factor con un valor superior a .19)
(compra de CDs, casettes, vinilos, conciertos…) (Se indican las desviaciones respecto a la media del factor con un valor superior a .19)
Base: 1.399.
Página 177
Tabla 5.15. Diferencias relevantes de las medias factoriales en los factores de géneros musicales según
se compartan gustos musicales con los amigos (Se indican las desviaciones respecto a la media del factor con un valor superior a .20)
La mayoría/Siempre 905
Base: 1.893.
Tabla 5.16. Diferencias relevantes de las medias factoriales en los factores de géneros musicales según la forma de conseguir la música
(Se indican las desviaciones respecto a la media del factor con un valor superior a .19)
Menos de 5.000 De 5.000 a 10.000 De 10.001 a 15.000 De 15.001 a 25.000 Más de 25.000
Tabla 5.18. Diferencias, según edad e ingresos, respecto al gusto por que te identifiquen
en función de tus gustos musicales (p<.05)
23/4/3 11:38
¿Te gusta que te identifiquen por el 15 – 16 17 – 19 20 – 22 23 – 24 Menos de De 5.000 De 10.001 De 15.001 Más de
tipo de música que te gusta? 5.000 a 10.000 a 15.000 a 25.000 25.000
Página 179
Nada/Poco 59.2 53.6 58.6 60.6 62.2 53.9 52.9 56.7 64.0 66.6
Regular 15.6 18.4 16.6 14.8 13.2 18.0 15.8 17.4 15.0 13.1
Bastante/Mucho 7.5 11.4 8.3 5.5 6.5 7.5 11.4 8.9 6.1 4.9
Me es indiferente 16.3 15.7 14.9 17.5 16.7 18.9 19.0 16.7 13.9 13.8
NS/NC 1.4 0.9 1.5 1.6 1.4 1.8 0.9 0.4 1.1 1.7
Total 1.900 343 517 622 418 228 437 282 361 536
Tabla 5.19. Resultados totales referidos a estereotipos personales asociados a los gustos musicales
Regular 24.6
Bastante/Mucho 18.4
NS/NC 1.2
Regular 23.9
Bastante/Mucho 52.9
NS/NC 0.7
Base: 565 (quienes afirman que se les puede identificar “regular”, “bastante” o “mucho”).
Música-5C/C/J
Tabla 5.20. Diferencias según ocupación e ingresos, respecto al grado de identificación entre los gustos musicales
propios y los lugares que frecuenta (p<.05)
23/4/3 11:38
Nada/Poco 17.2 19.5 23.1 10.1 14.0 32.9 11.3 18.6 15.9 14.2
Regular 24.6 27.5 15.4 24.8 14.0 23.2 27.5 18.6 29.0 21.3
Bastante/Mucho 57.3 52.7 59.6 62.8 70.0 43.9 59.2 62.8 55.1 63.0
NS/NC 0.9 0.3 1.9 2.3 0.0 0.0 2.1 0.0 0.0 1.6
Base: quienes afirman que se les puede identificar “regular”, “bastante” o “mucho”, por sus gustos musicales.
Total de la muestra: 1.900.
Tabla 5.21. Diferencias según estudios, ocupación e ingresos, respecto a los que consideran que se puede reconocer “bastante” o “mucho”
a quien le guste cada uno de los siguientes géneros musicales señalados (p<.05)
Primarios
EGB/1 C. ESO
BUP/2 C. ESO
COU/Bach.
FP
Universitarios
Estudio
Estudio y
trabajo
Trabajo
En paro, no
hago nada
Menos
de 5.000
De 5.000
a 10.000
De 10.001
a 15.000
De 15.001
a 25.000
Más de
25.000
Heavy, hard rock 60.6 76.7 60.0 57.5 63.9 50.7 68.4 57.1 72.7 62.2 68.9 63.6 66.4 58.5 52.9 60.6
Punk, hardcore 50.7 60.5 52.1 49.4 50.5 41.8 59.0 46.3 66.9 53.5 56.8 NS
Rap, hip-hop 50.8 53.5 55.8 47.2 54.3 43.8 55.2 NS 53.9 57.7 49.3 42.9 48.7
Clásica 6.1 NS 7.1 2.6 4.4 7.4 9.6 8.7 8.5 2.5 3.9
Flamenco 14.7 11.6 18.1 20.2 14.8 11.9 9.1 NS 23.2 19.7 12.4 9.1 12.3
Total 1.900 43 215 466 418 361 395 1092 154 505 148 228 437 282 361 536
NS: p>.05.
Música-6C/C/J 23/4/3 11:45 Página 183
A estas alturas del análisis, y a la vista de los resultados que se han presentando,
nos hemos planteado la pregunta que quizá muchos lectores se estén haciendo:
¿es posible establecer algún tipo de clasificación de los jóvenes españoles a partir
de su relación con la música?, o lo que es lo mismo ¿cumple la música alguna
función de diferenciación entre los jóvenes españoles?
Para responder a esta pregunta el primer impulso es tratar de centrarse en los gus-
tos o preferencias musicales que hemos visto en el capítulo anterior, y establecer
tipos según la cercanía o filiación a unos tipos de músicas frente a otros. Esa era la
primera opción con que contábamos y sin embargo nos parecía que el resultado
de este intento, sin incluir más argumentos, sería extremadamente simplificador ya
que, como hemos visto, las definiciones o posicionamientos estilísticos no son tan
excluyentes como muchas veces se pretende.
Más bien, a la hora de definirse respecto a las prioridades musicales, entre los
jóvenes se dan dos situaciones complementarias: por una parte la mayoría reco-
nocen y se reconocen en el gusto por una gran pluralidad de estilos, de tal manera
que a muchos jóvenes les gustan o interesan muchos tipos diferentes de músicas,
definiéndose más por negación (lo que no les gusta) que por filiación (lo que les
gusta), y siendo ambas (la filiación y la negación) también compartidas por gran-
des mayorías; pero por otra parte, en ese conjunto de gustos, también hay grupos
importantes de jóvenes que incorporan, dentro de esas preferencias múltiples,
algunos tipos de músicas que, considerados de forma aislada, pueden llegar a ser
muy minoritarios o restrictivos. Este último extremo podría facilitar una tipologiza-
ción de los jóvenes, si no fuera porque los gustos minoritarios o son muy restricti-
vos porcentualmente (lo que no permite establecer tipos más allá de separar a los
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 183
Música-6C/C/J 23/4/3 11:45 Página 184
“raros” de los “normales”) o bien conviven con los gustos mayoritarios en deter-
minados grupos de jóvenes (con lo que lo específico se diluye en el conjunto, no
permitiendo tampoco una clasificación comprensiva).
Los catorce factores resultantes, que en conjunto explican el 51.5% del total de la
varianza de las 67 variables originales, son los siguientes (ver tabla 6.1)1:
1. Como ya apuntamos en capítulos anteriores, la numeración de las tablas es correlativa. Algunas de ellas apa-
recen intercaladas en el texto y el resto, para aligerar la lectura, se incluyen en un anexo al final del capítulo.
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 185
Música-6C/C/J 23/4/3 11:45 Página 186
Tabla 6.1. Análisis factorial conjunto de los géneros musicales (p. 75a–75w),
expectativas hacia la música (p. 50–63), empleo del ocio y el tiempo libre (p. 10–27)
y estereotipos musicales (p. 86a–86l) (varianza total explicada: 51.5%)
FACTORES 1 2 3 4 5 6
VARIANZA EXPLICADA (11.1%) (6.0%) (4.9%) (4.5%) (3.9%) (3.3%)
Flamenco .732
Rumba .714
Latina, salsa .561
Clásica .530
Músicas del mundo .499
Cantautores .486
Jazz .466
Baladistas, canción melódica .451
Música popular de su región .411
FACTORES 7 8 9 10 11 12 13 14
VARIANZA EXPLICADA (2.9%) 2.5%) (2.4%) (2.3%) (2.2%) (2.0%) (1.9%) (1.7%)
Es importante
que esté en mi idioma .789
Es importante
que sea española .794
Es importante
que la letra diga algo .363
Dance .695
Electrónica .655
Hip-hop, rap .403
Chatear .863
Navegar por Internet .851
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 187
Música-6C/C/J 23/4/3 11:45 Página 188
propio, que sea española y que, en definitiva, las letras y los mensajes tengan un
papel relevante y protagonista y que, por tanto, se entiendan.
Hay que resaltar que en este grupo destaca el gusto por escuchar música en direc-
to que, como vimos en su momento, sigue manteniéndose más asociado con las
aficiones “culturales” que con las que se identifican desde presupuestos de “diver-
sión y contacto grupal”.
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 189
Música-6C/C/J 23/4/3 11:45 Página 190
Mediante los grupos temáticos que representan los 14 factores analizados hemos
obtenido una clasificación que delimita cinco grandes tipos entre los jóvenes
españoles de 14 a 24 años.
• Singulares, con alma rockera.
• Románticos y emotivos, con música de fondo.
• Desapasionados y distantes.
• A la moda juvenil.
• Los que se divierten bailando.
2. Estas tres agrupaciones responden exactamente a los tres grandes iconos que surgieron en La identidad juve-
nil desde las afinidades musicales: heavies, bakalas y cultos. Los tres grupos se identificaban como “raros”,
siendo considerados los dos primeros “extremistas e inmaduros” y los últimos como representativos de etapas
de madurez.
Desapasionados
17.5%
Se divierten bailando
20.9%
Singulares, rockeros
19.3%
Antes de pasar a una descripción pormenorizada de cada uno de los tipos, es pre-
ciso anotar algunas cuestiones importantes de cara a la explicación:
• En primer lugar que, efectivamente y tal como era previsible, la clasifica-
ción no se establece predominantemente a partir de los gustos. En algunos
tipos tienen fuerza las definiciones estilísticas, más en negativo incluso que
en positivo como comentamos al comienzo del capítulo, pero no en todos.
De hecho, la mayoría de los tipos no explicitan claramente cuáles son sus
preferencias mientras que son otras cuestiones, como las expectativas o los
estereotipos, las que establecen más matices en la clasificación.
• A efectos clasificatorios tienen más fuerza, en muchos de los tipos, las opo-
siciones en los gustos que las preferencias. Un ejemplo claro es el tipo 1, en
el que los gustos definen en negativo (son aquellos a los que no gusta el
pop, ni la música dance o electrónica, ni el flamenco, ni la que tiene éxito
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 191
Música-6C/C/J 23/4/3 11:45 Página 192
Haga compañía
>70 Haga compañía Divierta y anime
Recuerda cosas
Divierta y anime
Haga compañía Divierta y anime
60-70 Gusta recuerde
Recuerda cosas Recuerda cosas
Modifica ánimo
Gusta recuerde
Modifica ánimo
Sea innovadora
Letra diga algo Haga compañía
Divierta y anime Letra diga algo
50-60 Se adapte al ánimo Pegadiza
Modifica ánimo Pueda compartir
Pegadiza Tenga éxito
Pegadiza
Tenga éxito
Se adapte al ánimo
Sea innovadora
40-50 Modifica ánimo Sentir diferente
Gusta recuerde
Se adapte al ánimo
Tenga éxito
Sea innovadora
Sentir diferente En mi idioma Letra diga algo
20-30 Española
Pegadiza Española Gusta recuerde
Recuerda cosas
Sentir diferente
Haga compañía
<10
Se resaltan en cada uno de los grupos los estilos que encabezan los factores que resultan definitorios del tipo. Las
marcas de color son las que definen en positivo y las grises las que lo hacen en negativo.
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 193
Música-6C/C/J 23/4/3 11:45 Página 194
Figura 6.3. Comparativa de los tipos según afinidad con estilos musicales
(% a los que gusta bastante o mucho cada uno de los estilos)
Dance
60-70 Pop, pop-rock
Pop, pop-rock
Cantautores
50-60 Baladistas Electrónica
Latina, salsa
Dance
40-50 Dance Latina, salsa
Latina, salsa
Baladistas
Baladistas
30-40 Rumba Cantautores
Hip-hop, rap
Rumba
Reggae, ska
Dance
R&B, soul, funk
Punk, hardcore Pop, pop-rock Pop alternativo
20-25 Músicas étnicas Hip-hop, rap
Rock’n’roll Música de región Heavy, HR, metal
Pop alternativo
Hip-hop, rap
Flamenco
Clásica
Rock alternativo
Rock progresivo R&B, soul, funk
Jazz Pop alternativo Músicas étnicas
R&B, soul, funk Heavy, HR, metal
10-15 Hip-hop, rap Latina, salsa Clásica
Latina, salsa Rock progresivo
New age R&B, soul, funk R&B, soul, funk
Rumba Jazz
Folk, country
Jazz
Baladistas
Jazz
Músicas étnicas
Hip-hop, rap
Flamenco
Pop alternativo Folk, country
<5 Punk, hardcore Jazz
New age Cantautores
Reggae, ska
Rumba
Heavy, HR, metal
Punk
Clásica
Se resaltan en cada uno de los grupos los estilos que encabezan los factores que resultan definitorios del tipo. Las
marcas de color son las que definen en positivo y las grises las que lo hacen en negativo.
Figura 6.4. Comparativa de los tipos según estereotipos musicales (% que dice
reconocer con bastante o mucha facilidad a cada uno de los grupos estereotípicos)
>70 Heavy, HR, metal Heavy, HR, metal Heavy, HR, metal
Punk, hardcore
40-50 Rock’n’roll Flamenco Rock’n’roll
Reggae, ska
Clásica
Dance
Electrónica Electrónica Reggae, ska
20-30 Dance Pop, pop-rock
Reggae, ska Dance Dance
Jazz
Cantautores
Flamenco
10-20 Flamenco Dance
Pop, pop-rock
Hip-hop, rap
Flamenco
5-10 Pop, pop-rock Jazz
Pop, pop-rock
Heavy, HR, metal
Punk, hardcore
Pop, pop-rock
Clásica Clásica Rock’n’roll Clásica
<5 Jazz Cantautores Reggae, ska Jazz
Cantautores Jazz Clásica Cantautores
Flamenco
Cantautores
Se resaltan en cada uno de los grupos los estilos que encabezan los factores que resultan definitorios del tipo. Las
marcas de color son las que definen en positivo y las grises las que lo hacen en negativo.
Lo hemos denominado Singulares con alma rockera por dos razones. En primer
lugar porque entre sus factores definitorios se encuentran en negativo tres de los
cuatro grupos de estilos musicales, es decir es un grupo que se aglutina a partir de
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 195
Música-6C/C/J 23/4/3 11:45 Página 196
La segunda razón que justifica el nombre del grupo tiene que ver con el hecho de
que, a pesar de lo anterior, el reconocimiento de los elementos identificativos
(símbolos y estereotipos) de los estilos duros sea otro de los elementos que más
fuerza ejercen en la composición y definición del tipo, por lo que tenemos que
entender que esa identificación clara, en la medida que remite a los símbolos más
cercanos a los estilos que gustan, muestra y refuerza un cierto carácter singular de
lo que representa la música para este grupo de jóvenes: “identificación simbólica
por oposición al resto de estilos”.
Además de estas dos cuestiones, lo que une a los jóvenes que forman parte de
este grupo es el poco interés que manifiestan en que la música deba ser muy
conocida y tener mucho éxito para que les guste, además de que represente poco
para ellos la condición de que la música sea española o las letras tengan un espe-
cial protagonismo.
F7 – 0.4 Poco interés en que la música sea española y las letras digan algo
Demográficamente, las características en las que más se distingue este grupo del
resto son las siguientes:
• Su representación es superior en los municipios de mayor tamaño: el 21%
del grupo reside en municipios entre 100.000 y 250.000 habitantes y el
24% en los mayores de 250.000 habitantes.
• Cuenta con un porcentaje muy superior de chicos que de chicas: 67.5%
frente al 32.5%, de hecho es el grupo en el que existe más diferencia relati-
va en la representación por sexos. Esta diferencia confirma en parte algunos
de los tópicos que alejan a las mujeres del gusto por los sonidos más duros,
aunque no sea este el único elemento que aglutina a sus componentes.
Este grupo es, junto al tipo 4 (A la moda juvenil) el que manifiesta formalmente un
mayor nivel de interés por la música, puntuando en la escala de 1 a 10 con un
8.02, a la par que atribuyen a sus amigos también un grado de interés muy supe-
rior a la media de otros grupos (7.94). En contraposición son de los que puntúan
más bajo el interés de sus padres (4.97).
Coincidiendo con ese alto nivel de interés por la música valoran en 7.67 la canti-
dad de música que escuchan, y un 63.7% de sus miembros dice escucharla todos
los días (porcentaje sólo superado por el grupo 4 ligeramente). Además, la canti-
dad de tiempo que dedican a escuchar música (o que conviven con ella) es muy
superior a la del resto de los grupos: el 10.3% de sus miembros dice escuchar
música más de 5 horas diarias (la media total es del 6.3%) y el 15.1% entre 3 y 5
horas (14.2% en el conjunto)3.
Aunque, como para todos los demás, la música tampoco es para ellos el mayor
concepto de gasto, es con diferencia el grupo en el que hay un mayor porcentaje
de jóvenes que dicen que está entre las cosas en las que más gastan (6.8%), invir-
tiendo además 3.146 pesetas (18.91 euros) de media mensual en este concepto,
casi 500 pesetas (3 euros) más que el conjunto de los jóvenes.
3. Anotar que, independientemente de que la posición a este respecto, al ser una valoración subjetiva, pueda
inflarse, el mero hecho de manifestar una tendencia a explicitar un mayor nivel de interés del que se tiene, si
fuera el caso, ya implica una atribución de importancia muy significativa desde el plano de lo que debe ser o
debe decirse...
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 197
Música-6C/C/J 23/4/3 11:45 Página 198
sus miembros que trabajan, también se encuentra entre ellos la mayor proporción
relativa de quienes escuchan música mientras trabajan (14.8%). Pero, además, es
uno de los grupos en los que se encuentra una proporción mayor de jóvenes que
escuchan, con bastante o mucha frecuencia, música sin hacer otra cosa, es decir,
por el placer de disfrutarla (28.4%).
Son de los que menos influidos se sienten a efectos musicales tanto por los amigos
como por los padres o los medios de comunicación (lo que no quita para que un
35.5% diga, a pesar de todo, estar muy influido por sus amigos).
Sin embargo, y aunque sean a pesar de todo una minoría, es el grupo donde hay
más seguidores de RNE-Radio 3 (un 11.5% de sus miembros la escuchan con bas-
tante o mucha frecuencia) y más aficionados a la lectura de publicaciones musica-
les (12.8% que las leen con bastante o mucha frecuencia).
Más de la mitad de sus miembros (más que en otros grupos) dice coincidir siem-
pre con sus amigos en lo que se refiere a las aficiones musicales, y están entre los
que más importancia otorgan a esta coincidencia de cara a la creación o consoli-
dación de la amistad. Es importante retomar la idea de que, frente a la importan-
cia que otorgan a la coincidencia con los amigos a este respecto, resalten respecto
a no sentirse influidos por ellos. Con los amigos se comparte e intercambia infor-
mación, y ese intercambio forma parte de un proceso de refuerzo a la singularidad
de la persona en base a los gustos propios. En la medida en que esos gustos son
considerados más importantes para la definición personal, para la construcción de
la propia identidad, compartirlos con otros tiene un significado y una relevancia
mucho más acentuados de cara a la amistad: a través de ellos se muestra uno
mismo, y es el encuentro personal, y no la influencia, lo que parece argumentar
este sentido de amistad basado en compartir y coincidir.
Puede ser por ello que es el grupo donde también se encuentra un porcentaje
mayor de los que dicen haberse sentido más próximos a otras personas debido a
los gustos musicales (51.9%) y, a pesar de ser un colectivo que se define por la
oposición de gustos, son de los que menos distantes han llegado a sentirse de
otros por ese mismo motivo (sólo lo reconoce el 19.9% frente al 22.7% del con-
junto), quizá porque con más frecuencia que otros suele ser su música favorita la
que escuchan con sus amigos. Sin embargo, en esa dialéctica entre la no belige-
rancia y un alto grado de afición y/o de importancia otorgada a la música, se
encuentran entre los que con más frecuencia toleran sin importarles que la música
no les guste cuando están con sus amigos y, a la vez, entre sus miembros se
encuentra el mayor porcentaje de los que discuten por este motivo, tanto para
acabar cediendo, como para imponer su criterio e incluso decidir cambiar de
lugar si la música no cambia.
Son el grupo al que más gustan los conciertos o festivales (casi a la mitad de sus
miembros les gustan bastante o mucho), siendo además los que más destacan la
música en sí misma como argumento para acudir a este tipo de eventos musicales
(73%). Resaltan también la importancia del ambiente y de ir con los amigos y es
uno de los grupos en los que menos importancia se otorga al espectáculo (luces,
sonido, escenografía) para explicar el gusto por los conciertos. También en este
grupo se encuentra el porcentaje más alto que considera importante en los con-
ciertos la experiencia de libertad y la posibilidad de hacer lo que les da la gana.
Puesto que en el cluster se ha trabajado con los factores agrupados de todas ellas,
vale la pena detenerse a observar las características del grupo (como posterior-
mente haremos con los demás) a la luz de todas y cada una de las variables indi-
vidualmente.
Comenzando con las expectativas, para los miembros del grupo 1 es también muy
importante el potencial de compañía y evocación que supone la música aunque,
sin embargo, es menor el porcentaje de sus miembros que resaltan estas cuestio-
nes que en otros grupos. Pero la principal característica de este grupo respecto a
sus intereses hacia la música se encuentra en la negación de determinadas expec-
tativas, es decir, en el inferior porcentaje de sus miembros, en comparación con
otros grupos, que manifiestan entusiasmo porque la música tenga éxito, sea pega-
diza, esté hecha en el idioma propio o sea española. Por razones de la misma
índole no son de los más interesados en el protagonismo de las letras como trans-
misoras de mensajes del tipo que sean.
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Música-6C/C/J 23/4/3 11:45 Página 200
Y como en su definición hay más oposición que adhesión, hay que resaltar que es
el grupo en el que se encuentran los porcentajes más altos de quienes dicen que
no les gustan nada una buena parte de los estilos: hasta el 58% dice que no le
gusta nada el pop; al 63% la música dance, y lo mismo ocurre si nos referimos al
folk, rythm&blues/soul, baladistas melódicos, electrónica, latina, regional…
Un 19.1% de ellos dice haber cambiado mucho de gustos musicales (más que en
otros grupos) y, de los que han dejado de disfrutar con cosas que antes les gusta-
ban, casi la cuarta parte se han alejado del heavy, metal, etc. y más del 20% del
pop. Curiosamente dos de los estilos de gusto más extremo, por arriba y por
abajo, entre los miembros de este tipo.
Son claramente los que en mayor medida se consideran reconocibles por sus gus-
tos musicales (19%) y uno de los grupos entre los que se encuentra una mayor pro-
porción de los que quieren y les gusta ser identificados, al menos, musicalmente
(al 12.3% le gusta bastante o mucho). De ellos, casi la cuarta parte (24.3%, mucho
más que en otros grupos) considera que su aspecto físico guarda relación con sus
preferencias musicales, el 59% con los lugares que frecuenta, el 57% con su forma
de divertirse, el 45% con el tipo de amigos que tiene y el 41% con su carácter.
Finalmente, y en consonancia con su propia definición, ese mayor gusto por sen-
tirse identificados e identificables hace que resalten la posibilidad de reconocer de
forma estereotipada a quienes les gustan estilos más próximos a los suyos, y así,
un porcentaje muy alto dice reconocer con mucha facilidad a los seguidores del
heavy, metal…, hip-hop, rap, punk, etc., igual que lo hacen otros grupos pero con
la diferencia de que, en este caso, ese tipo de gustos coinciden con los que mani-
fiestan porcentajes importantes de los miembros del grupo.
melódicas, etc.) así como los ritmos flamencos, rumbas y músicas latinas. Tam-
bién muestran una cierta cercanía a las músicas que el discurso general define
como más “cultas” y “elitistas”.
Para ellos los estereotipos juegan un papel contrario al del tipo 1: no se reconocen
los símbolos que se refieren a estilos próximos al propio gusto (los del pop, latina
e incluso las músicas “cultas”) y sí se identifican claramente los símbolos que
corresponden teóricamente a estilos que se consideran distantes (heavy, punk,
etc.). Esta manera de enfrentar los estereotipos se encuadra perfectamente dentro
del ya conocido discurso mayoritario, que tiende a enmarcar los gustos propios
bajo el paraguas de lo que se define como (música) “normal” que, como tal, no
implica marcas especiales, mientras que los estilos y gustos que resultan más aje-
nos permanecen radicalizados en la percepción, y definidos como “raros” (Megías
y Rodríguez, 2001).
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En comparación con los otros grupos son los que en mayor medida escuchan
música como fondo mientras hacen actividades rutinarias o van en el coche; tam-
bién las compaginan en mayor medida, como el grupo 1, con otras actividades de
ocio o sin hacer ninguna otra cosa, como mera compañía. Sin embargo escuchan
música menos que otros grupos cuando salen con amigos (aunque lo hagan el
56.4%) y, claramente menos, yendo por la calle.
Están por encima de la media, aunque no son un grupo que resalte especialmente
por ello, en la valoración de la influencia de los programas musicales y amigos en
sus gustos personales, y por debajo de esa media en la valoración de la influencia
recibida por parte de los padres.
Aunque constatan más o menos como todos los demás la coincidencia de gustos
musicales con los amigos son los que, formalmente, consideran menos importante
esta coincidencia para crear o consolidar una amistad. De hecho son de los que
menos reconocen haberse sentido más cercanos o más distantes de otras personas
por motivos musicales y, caso de que la música que suena cuando están con los
amigos no sea de su agrado, tendrán una tendencia superior a la media a adaptar-
se a ello sin protestar.
Después del grupo 1 son el tipo en el que se encuentra una mayor proporción de
miembros a los que gusta bastante o mucho asistir a conciertos o festivales
(46.6%) y, aunque sea siempre dentro de la tónica general, de las motivaciones o
expectativas que más se valoran para asistir a estos espectáculos señalan, por
encima de lo que lo hacen otros grupos, la posibilidad de sentir un contacto más
directo con los artistas o grupos (cosa que destaca más de la tercera parte de los
componentes del grupo).
Las búsquedas relacionadas con el interés por la música tienen un peso tan impor-
tante en la definición del grupo que es necesario insistir en ellas (figura 6.2).
Para casi un 80% de sus componentes la música es sobre todo una gran compa-
ñía. Para un porcentaje muy alto, también superior al que se encuentra en otros
grupos, importa y gusta que la música ayude a evocar momentos y recordar perso-
nas con las que se han compartido esas situaciones, y además se reconoce con
mucha fuerza su capacidad para modificar el estado de ánimo. Es el grupo en el
que se encuentra un consenso mayor y más cerrado alrededor de la importancia
atribuida a todo el conjunto de elementos emotivos que representa la música,
quedando en un segundo plano los que se refieren a cuestiones relacionales o
comprensivas (que se pueda compartir, que esté hecha en el idioma propio, etc.).
También respecto a las expectativas hay que señalar que en este grupo no se
observa que exista, entre las motivaciones que se han formulado, ninguna que
sea valorada en su importancia o interés por menos del 20% de los jóvenes, lo
que apunta a un alto grado de cohesión interna a este respecto, de los más altos,
aunque como veremos más adelante es el grupo 4 el paradigmático en relación a
esta cuestión.
Como es lógico, y como en todos los casos, además de estos estilos absolutamen-
te preponderantes para grandes mayorías de los miembros del grupo (a más del
70% les gusta mucho o bastante el pop-rock, a casi un 60% la música latina y los
baladistas, etc.) entre ellos hay grupos menores que también se sienten próximos a
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Entre sus componentes hay un porcentaje muy cercano a la media total de los que
reconocen haber cambiado mucho de gustos musicales en los últimos años, alrede-
dor del 12%, y en términos comparativos se han alejado más que otros grupos res-
pecto al regae, ska, el hip-hop, pero sobre todo de la música dance y electrónica.
Por ello, y en la línea del planteamiento respecto a los estereotipos ajenos que ya
hemos señalado al comienzo, menos del 10% de los miembros del grupo conside-
ran que son reconocibles las personas a las que les gusta el pop-rock o el flamen-
co, y menos del 5% piensa lo mismo respecto a quienes disfrutan con los cantau-
tores. Es decir pocos miembros de este grupo entienden que sus propios gustos
sean especialmente identificativos en sí mismos, mientras que más del 70% y más
del 60% respectivamente coinciden en considerar claramente notorios los símbo-
los que permiten reconocer a los seguidores de aquellos estilos más alejados de
sus gustos: heavy, metal, rock, punk, hardcore, etc.
Valga de entrada apuntar que es el grupo más distinto (y distante) a todos los
demás en todos los aspectos y que —y por eso lleva el nombre de Desapasiona-
dos y distantes— parece ser el que aglutina a jóvenes que han pasado de tener
una relación intensa con la música, quizá incluso extremadamente definitoria en
otros momentos, a mantener una posición de alejamiento respecto a lo que la
música pueda aportar o implicar en sus vidas en la actualidad.
El resto de los factores tienen pesos bajos, pero en todo caso apuntan a una cierta
falta de interés en aspectos emotivos de la música a la par que aquellas cuestiones
que significan que la música tenga éxito y sea conocida por grandes masas de
consumidores. Se alejan también de tendencias de tiempo libre ligadas a la fre-
cuentación de bares, botellón o similares, mientras que parecen sintonizar más
con actividades ligadas a lo cultural y deportivo.
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Son los que dicen contar con una mayor disponibilidad monetaria, de tal manera
que, de ellos, el 33.7% cuenta con más de 25.000 pesetas (150,25 euros) mensua-
les para sus gastos y otro 32.5% dispone de entre 15.000 y 25.000 pesetas.
Su menor grado de interés por la música, muy inferior al de otros grupos, es quizá
lo más notorio de esta relación. En todos los indicadores invierten las tendencias
que son válidas, a pesar de las diferencias entre ellos, para el resto de los grupos.
Su grado de interés por la música lo valoran en una media de 6.1 (frente al 8.02
de otros grupos) y para sus amigos en 6.2 (frente al 7.96 de otros grupos). Más que
la puntuación, que ya lo es, es especialmente llamativo el hecho de que es el
único grupo en el que el grado de interés propio es, además, inferior al que atribu-
yen a los amigos. Casi no haría falta constatar que, por supuesto, el que atribuyen
a los padres es todavía inferior, más aún que en el resto de los grupos (4.58).
música ambiente a que sean ellos mismos los que la lleven preparada. Sin embar-
go es mucho menos frecuente que para el resto el escuchar música en el contexto
de otras actividades de ocio, cuando salen con amigos o en el trabajo.
Un 93% considera que la música está entre los artículos de su consumo al que
menos dinero dedica, en concreto una media de 1.576 pesetas lo que supone casi
1.000 pesetas menos que la media global, aunque la música que consiguen la
compran en tiendas más que otros grupos (57.5%) y también la descargan de
Internet en mayor proporción que otros (37.3%).
Su forma más frecuente de escuchar la música que escuchan tiene que ver con
todo lo anterior, y por tanto es, más que en otros grupos, una combinación de
maneras casuales: radio, bares y discotecas, etc. Aunque en otros grupos estas fór-
mulas también sean sobresalientes, lo característico de este grupo al hilo del resto
de las explicaciones, es el escaso valor que atribuirían a buscarla. De hecho es el
grupo que más frecuentemente que el resto encuentra información sobre la músi-
ca que le interese a través de la televisión, que no es precisamente un medio típi-
camente especializado en estas cuestiones4.
Son los que menos leen publicaciones musicales (sólo un 3.9% de ellos lo hace
con cierta frecuencia).
También invierten todas las tendencias respecto a las influencias que se recono-
cen. Casi un 32% se siente bastante o muy influido por los programas musicales
mediáticos y más del 27% por sus padres; sin embargo la proporción de los que
consideran que sus amigos tienen bastante o mucho que ver con sus gustos es
muy inferior a la del resto de los grupos: el 30.7% frente al 39.8% de otros.
Los elementos relacionales desde la música (los que tienen que ver con los amigos
fundamentalmente) son muy clarificadores de lo que subyace a este grupo y, de
hecho, son los que más pesan en la definición nominal que le hemos adjudicado.
4. En Rodríguez, Navarro y Megías (2001) se explica cómo la televisión no es un medio típico para las referen-
cias musicales entre los jóvenes, de tal manera que los escasos programas musicales cuentan con pocos segui-
dores frecuentes nada comparables a las emisiones musicales de radio. También es cierto que cuando se realizó
el estudio citado no conocíamos el fenómeno OT.
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Como en este caso hay que realizar la lectura en sentido contrario, diremos que
más de la tercera parte de sus componentes (33.4%) dice no compartir nunca gus-
tos musicales con sus amigos, a pesar de que no son precisamente los que menos
valor otorgan a la música como elemento facilitador de las relaciones personales.
Y será por su experiencia pasada, puesto que casi la mitad consideran haberse
sentido más próximos a otras personas gracias a la música a la vez que, y esto es
algo especialmente distintivo del grupo, el 40% de sus miembros reconoce haber-
se distanciado de otras personas por el mismo motivo en algún momento pasado.
A una gran mayoría de los miembros de este grupo no le gustan los conciertos o
festivales de música moderna (al 66.6%) y sólo hay un 5.4% que afirma que le
gustan bastante o mucho este tipo de espectáculos musicales. De entre las cosas
que gustan (a los que les gusta algo asistir a conciertos) resaltan sobre todo el
ambiente que se crea en ellos (hasta un 72%), el espectáculo global (58.6%) y la
posibilidad de sentir un contacto más directo con los grupos o solistas, muy por
encima de lo que lo hacen miembros de otros grupos. De hecho, para ellos la
música en sí misma deja de ser la primera motivación que existiría para acudir a
conciertos de música moderna.
En lo que más de acuerdo están los miembros del grupo respecto a lo que se espe-
ra o interesa de la música es en su capacidad para modificar o alterar el estado de
ánimo, seguido de la facultad para divertir o animar. Sin embargo, este hecho
tampoco es un acuerdo compartido por más allá del 47.9% o el 34.6%, respecti-
vamente, de los jóvenes pertenecientes al grupo. A diferencia del resto de los gru-
pos, ninguna de las motivaciones, intereses o expectativas planteadas suscita un
consenso interno que permita aglutinar, al menos, a la mitad de los miembros.
En este grupo, como consta entre los factores definitorios iniciales, los argumentos
que suelen ser prioritarios para grandes mayorías de los jóvenes dejan de tener
peso: a poco más del 20% de sus componentes le parece importante que la músi-
ca haga compañía o resulte evocadora de recuerdos sobre personas o situaciones.
Tampoco les interesa especialmente, más bien al contrario en comparación con
otros grupos, que la música sea muy conocida o consiga cotas importantes de
éxito comercial. En último extremo, lo que menos interesa —a tenor del porcenta-
je de sus componentes que se manifiesta de acuerdo con ello— es que la letra
diga algo o tenga un mensaje que interese.
Respecto a las preferencias estilísticas tampoco para ellos existe un tipo especial
de música que les identifique o aglutine. Como ocurría en el grupo 1, en su com-
posición existe exclusivamente definición por oposición, aunque en este caso es
menos restrictiva que entre los miembros del primer tipo, lo que implica que el
grupo no se consolida por afinidades o preferencias específicas. Pero, a diferencia
del grupo 1, sí que existe un porcentaje algo mayor de jóvenes en este tipo que se
sienten cercanos a un tipo concreto de música: la música dance gusta bastante o
mucho al 40% de los componentes del grupo de desapasionados y distantes.
A pesar de los comentarios que hemos realizado respecto al posible cambio en las
inquietudes musicales, sólo un 3.9% de los miembros de este grupo dice haber
cambiado mucho de gustos musicales, aunque casi el 32% (mucho más que en el
conjunto de los grupos) dice haber cambiado aunque sea en alguna cosa.
De entre los estilos que habrían dejado de interesarles resaltan, en mayores pro-
porciones que otros grupos, el rythm&blues/soul, baladistas y cantautores, dance
y rumba.
Son los que menos identificables se sienten en función de sus gustos musicales,
tan sólo el 3.6% de sus miembros considera que se le podría reconocer bastante y
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el 85% cree lo contrario. Con mucha diferencia, además, afirman que no querrían
en absoluto que se les pudiera “etiquetar” por sus gustos musicales (el 84.3%),
más de 30 puntos porcentuales por encima del resto de los grupos.
Sendos argumentos son los que, desde el discurso de los jóvenes, se funden para
caracterizar lo que ellos mismos definen como “música normal”, esto es la que es
propia de los jóvenes y que por tanto debe gustar a todo el que lo sea; por ser de
jóvenes se espera de ella que pueda ser de conocimiento masivo para que, a su
vez, resulte fácil que sea compartida y reconocida por cuantos más jóvenes mejor.
Por eso hemos denominado al grupo A la moda juvenil porque lo que une a sus
miembros es una fuerte identificación de los elementos que expresan la identidad
de los jóvenes afines a las modas musicales juveniles.
F7 + 0.2 Alto interés en que la música sea española, la letra diga algo
También a diferencia de los grupos anteriores y, como parece más lógico por la
primera conceptualización del tipo, cuenta con una representación superior a la
media de los jóvenes de menor edad: los de 15 y 16 años son el 21% del grupo. A
pesar de ello hay que señalar que en este conjunto existe una representación cer-
cana a la media (27%) de los que tienen entre 23 y 24 años.
En la línea de la distribución por edades se encuentra entre ellos una mayor pro-
porción a la media (62.9%) de estudiantes y también un ligeramente mayor por-
centaje (9.2%) que están en paro, sin estudiar.
Más estudiantes pero que, a diferencia del grupo 3, están en ciclos educativos más
bajos: el 18% en EGB/Primer Ciclo ESO y el 27.6% en BUP/Segundo Ciclo ESO.
Son también el grupo que dice disponer de menos ingresos, de tal manera que el
33.9% dice manejar menos de 10.000 pesetas (60 euros) al mes para sus gastos.
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Su interés por la música es, junto al que manifiestan los miembros del grupo 2,
extremadamente alto (8.02). Coherentemente con lo que supone este grupo, sin
embargo, puntúan más alto que nadie el interés de sus amigos y en el tramo más
bajo respecto al de sus padres.
También son los que, con diferencia, valoran más alto la cantidad de música que
escuchan (7.83) y, junto a los del grupo 1, en los que se encuentra uno de los por-
centajes mayores de quienes dicen escuchar música todos los días. No obstante,
cuando presentamos al grupo 1 dijimos que era el que mayor interés formal mani-
festaba respecto a la música y los que la escuchan con más intensidad, ya que
superan a este grupo en la cantidad de jóvenes que escuchan una media de 5
horas diarias o más.
En sus maneras de escuchar música se encuentra, con una frecuencia más alta
que la media (en el 30.4% de los casos), la costumbre de escuchar música sin
hacer otra cosa al mismo tiempo. También destacan en la proporción de los que
compaginan la música con la realización de actividades rutinarias y estando
con los amigos.
Es, después del grupo 3, en el que más jóvenes consideran que la música se
encuentra entre las cosas en las que gasta menos, aunque su media mensual de
consumo en música se sitúa en las 2.927 pesetas (17,59 euros), bastante más de lo
que dicen gastar otros grupos. El contraste de ambos extremos refleja la importan-
cia que otorgan a este tipo de consumo dentro de lo que es normal entre los jóve-
nes (dicen que gastan poco pero son los que más dinero invierten), independiente-
mente de que ellos tengan menos medios para hacerlo.
Son los que, proporcionalmente, más graban de la radio o compran pirata, aun-
que en este último caso se ven superados por el grupo 5. Coherentemente, su
forma prioritaria de escuchar música no es mediante grabaciones que ellos mis-
mos realizan, que es lo más frecuente en la mayoría de los grupos, sino que escu-
chan más música comprada o directamente a través de la radio. Los amigos, los
bares y la radio son, más que en otros grupos, sus fuentes prioritarias de informa-
ción sobre asuntos relacionados con la música que les gusta.
Y aunque no son de los que más dicen compartir gustos con esas amistades, son
los que más importancia otorgan a la música en la creación o consolidación de
amistades: un 24% la considera bastante o muy importante en ese proceso.
En la misma medida que la media, algo más del 45% dice haberse sentido más
próximo a otras personas por cuestiones relacionadas con la música, pero superan
bastante a la media en relación con la sensación de distanciamiento por el mismo
motivo (22.4%). Es el grupo que más ha experimentado esta vivencia (obviando la
clara excepcionalidad que supone el grupo 3 a este respecto y que hemos comen-
tado en su momento) lo que indica el alto grado de importancia identificativa que
la música implica para ellos y ellas.
No siempre escuchan con sus amigos música de la que más les gusta, y cuando
eso ocurre son, como el grupo 1, más beligerantes que otros jóvenes: un 6.7% dis-
cute hasta conseguir cambiar la música o el lugar de reunión y un 3.4% estaría
dispuesto a irse sólo por este motivo.
Sus expectativas hacia la música se reflejan con un grado de consenso tan alto
que ninguna de las motivaciones cuenta con menos del 30% de jóvenes que
manifiestan su acuerdo total. Las cuestiones que colectivamente más valoran son
las emotivas y las relacionadas con la faceta de diversión que implica la música.
Sin embargo esto era también así para el grupo 2 y, por tanto, además del fuerte
consenso de sus miembros, lo que más caracteriza a este grupo es el alto grado de
acuerdo en el interés en aspectos que ya conocemos porque marcan su composi-
ción como grupo: más de la mitad de sus componentes, entre el 50 y el 56% res-
pectivamente, considera fundamental que la música tenga éxito, sea pegadiza y
que las letras digan algo, para que le guste. A esto habría que añadir que para más
del 31% y el 38%, también respectivamente, es muy importante que la música sea
española o esté en su idioma para que sea de su agrado.
Respecto a los gustos o estilos concretos que prefieren, en ellos se hace más
patente que en otros grupos la afirmación característica de los jóvenes de que les
gusta “todo”. Para una gran mayoría de los estilos encontramos porcentajes supe-
riores al 15% de quienes dicen que les gustan mucho o bastante, y es el único
grupo en el que no encontramos ningún tipo de música que guste a menos del 5%
de sus miembros.
En todo caso, sus preferencias están presididas muy claramente por el pop-rock
(gusta mucho al 70% de sus componentes), seguido de la música dance, la música
latina-salsa, baladistas, cantautores y rumba. Como vemos es una estructura muy
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parecida a la del grupo 2, pero que incorpora la música de baile en los primeros
puestos. Claramente esta estructura de preferencias refleja casi a la perfección las
estructura de las listas de éxitos representativas del “gusto juvenil”, como no podía
ser menos en un grupo definido tal como lo hemos hecho: “a la moda juvenil”.
Consideran haber cambiado de gustos más o menos como la media, y entre los
estilos que han dejado de gustar sobresalen en lo que respecta al heavy, casi todos
los tipos de rock, el pop alternativo y la música electrónica.
Están en la media alta en el porcentaje de los que dicen que se les puede identifi-
car por sus gustos musicales y, aunque siguen siendo una minoría, es el grupo en
el que hay una proporción más alta de los que ven con gusto la posibilidad de
que se les pueda reconocer (14.1%). Entre los motivos que pueden hacer que sean
identificables musicalmente hablando, resaltan más aún que otros grupos su forma
de divertirse, su tipo de amigos y los lugares que frecuentan, quedando en un
plano completamente secundario, en términos comparativos, los símbolos más
físicos (vestimenta, etc.) que son los que atribuyen a otros. Sus referentes identifi-
cativos tendrían que ver más con la delimitación de espacios y las actividades que
en ellos se desarrollan con las personas que son parecidas.
Finalmente, en lo que tiene que ver con las atribuciones de reconocimiento explí-
cito hacia determinados estilos, en este grupo destacan varias cuestiones.
En primer lugar que, también respecto a esta cuestión, muestran una fuerte cohe-
sión en las opiniones, reflejando en todos los casos opiniones muy compartidas
siempre entre el 20 y el 60% de sus miembros.
Y en tercer lugar, que entre los estilos que menos grado de identificación simbó-
lica reconocen están, precisamente, los más cercanos a sus afinidades: pop-rock
y dance.
A los miembros de este grupo les interesan aquellas músicas que tienen éxito, que
son bien conocidas y se pueden compartir en este tipo de escenarios, especial-
mente la música dance, sin que sea necesario (incluso mejor que no lo sea) que la
música que se escucha implique excesivamente lo emotivo individual.
Es el grupo que hemos denominado Los que se divierten bailando que, por otra
parte, prefieren este tipo de actividades para ocupar su tiempo libre frente a otras
más relacionadas con lo cultural, deportivo, etc.
5. Este supuesto reitera de nuevo la hipótesis expresada en Megías y Rodríguez (2001) sobre el papel de la
música como delimitador de territorios y espaciós, aportando argumentos para marcar quién forma parte de
ellos y quién es “forastero” y no bienvenido.
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En esta línea, la frecuencia e intensidad con la que escuchan música tiende a estar
más matizada que en los otros grupos: aunque la mayoría escucha música todos
los días, el porcentaje de los que lo hacen es inferior al de los grupos 1, 2 y 4. En
cuanto al tiempo medio dedicado, aunque sea menos frecuente, casi el 61% dedi-
ca entre 1 y 3 horas y el 15.2% (en ambos casos por encima de la media) entre 3
y 5. Es decir dedican más tiempo que la media en los tramos intermedios, sin
resaltar en ninguno de los extremos.
Como corresponde, al parecer, con lo que la música supone para ellos, son los
que en menor proporción acostumbran a escuchar música sin hacer nada al
mismo tiempo (exceptuando siempre a los del grupo 3 que consideramos a todos
los efectos una excepción) y, respecto al resto de situaciones posibles, sobresalen
en la proporción de los que escuchan música cuando salen con los amigos (a
divertirse): el 57.7%; en todas las demás están por debajo de la media, excepto en
el 13.9% que escucha música mientras trabaja (dado que son muchos más que en
otros grupos los que se dedican a esta actividad).
forma de escuchar la música que les gusta (36.3%). Para ellos, la radio es la fuente
de información que usan con más frecuencia (el 58%), seguida de los amigos
(56.7%). Recordemos que en la mayoría de los grupos son también estas fuentes
de información las prioritarias, pero el orden porcentual es el inverso.
Casi el 30% se siente muy influido en sus gustos, lógicamente, por los programas
mediáticos de contenido musical y casi el 40% considera que sus amigos influyen
en esta cuestión bastante o mucho (más que cualquier otro grupo). Por el contra-
rio son, junto al grupo 1, los que menos influencia reconocen a sus padres (tan
sólo el 8.1%).
La priorización de expectativas hacia la música nos confirma una buena parte del
planteamiento realizado hasta ahora. Ya sabemos que, como tipo, los miembros
de este grupo coinciden internamente, con más fuerza que otros, en el interés por-
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que la música sea pegadiza y tenga mucho éxito y, mucho menos que otros gru-
pos, en sus referencias emotivas (que recuerde cosas o personas, etc.). Aunque no
se explicite en la definición original, lo que nos encontramos como contrapartida
es que el aglutinante más específico del grupo se encuentra en el altísimo porcen-
taje de sus miembros que buscan en la música, sobre todo, que “les divierta y
anime” (71%). Muy por encima de lo que lo hacen otros grupos pero, además,
haciendo que sea ésta la expectativa más importante respecto a la música.
Y no debe resultar extraño a estas alturas que la estructura de gustos del grupo
de los que se divierten bailando esté presidida por la música dance. También
para ellos hay un acuerdo en el interés por el pop-rock y las baladas melódicas
(gustan mucho a un 60.5% y un 40.3% de sus miembros respectivamente), pero
sin duda la principal diferencia en sus gustos se encuentra en el altísimo porcen-
taje de los que, en este grupo, disfrutan con la música dance (61.2%) y la elec-
trónica (57.2%). Esos estilos son los que unifican fundamentalmente al grupo
desde el punto de vista de las preferencias que, como podemos comprobar,
conectan perfectamente aún sin tener que explicitarlo en la composición, con
los argumentos que dan coherencia a todos estos jóvenes desde el punto de
vista musical.
Respecto al resto de estilos, especialmente en relación con los que resultan dife-
renciales en negativo para otros grupos, hay que señalar que éste no se caracteriza
especialmente por sus oposiciones y, tan sólo el jazz podría considerarse como
estilo excesivamente ajeno a los gustos de la mayoría del grupo.
El 15% de sus miembros dice haber cambiado bastante o mucho de gustos musi-
cales, una minoría pero aún así algo superior al porcentaje medio. De los estilos
que han dejado de interesarles destacan, por encima de la media, el folk, country,
blues, reggae, ska y rock’n’roll. Como en la mayoría de los grupos, también en
éste las músicas dance y electrónica han dejado de gustar a un porcentaje relati-
vamente alto de sus miembros, pero en este grupo el porcentaje es inferior a la
media del resto.
Quizá por eso barajamos la clave territorial como elemento fundamental para este
grupo de jóvenes (los espacios colectivos, masivos, con música para bailar).
Desde este prisma se mantiene la interpretación que subyace al énfasis con que
presentan la existencia de estereotipos claros y concretos asociados al heavy,
punk, etc. Y es que, tanto por el consenso porcentual (por encima del 70% que
los reconocen) como por ser uno de los elementos claramente presentes en la
definición del grupo, parece confirmarse que es a través de ellos por donde este
grupo establece sus propias distancias respecto a otros, delimitando los símbolos
que marcan los territorios propios de cada cual.
La principal diferencia entre el grupo 1 y éste es que los miembros de aquél tien-
den a delimitar su propia simbología, dentro de lo que supone un acuerdo débil
respecto a estilos de gusto mayoritario en dicho grupo, mientras que los del grupo
5 marcan a “los otros”, poniendo por delante sus gustos y prioridades (por otra
parte más consensuados internamente de forma implícita). Así tenderán a conside-
rar que sus escenarios son los “normales”, mientras que los ajenos son los que
excluyen de la normalidad.
Por su parte, la diferencia con el grupo 2 es que, en este caso, se afirma con más
contundencia esa relación entre los símbolos y los espacios (territorios), estable-
ciendo quizá una frontera más física y no sólo relacionada con aspectos íntimos
o personales.
Tabla 6.45. Matriz de interdistancias entre los tipos resultantes del cluster
TIPO 4 0.44
TIPO 5
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Las siguientes mayores distancias relativas son las que se producen entre los
miembros del grupo 4 y los de los tipos 1, 5 y 2, por ese orden. Ya hemos apun-
tado algún matiz anteriormente, pero posiblemente estas distancias son las que
destacan las mayores oposiciones conceptuales entre los discursos respecto a la
música (Megías y Rodríguez, 2001). Por una parte las oposiciones internas entre
“las músicas de jóvenes”: entre los que se posicionan en el espacio “normal de
jóvenes” (grupo 4) y los que lo hacen en los distintos espacios de los iconos
“raros”: “heavies” del grupo 1 y “bakalas” del grupo 5; pero también la oposi-
ción entre los “jóvenes normales” y quienes muestran algún tipo de interés, den-
tro de la normalidad, por las músicas “raras cultas” que no son tan propias de
jóvenes (grupo 2).
El resumen de estas distancias entre los tipos ideales queda reflejado, como con-
clusión, en la siguiente figura:
Figura 6.5. Posiciones relativas de los grupos respecto a los dos ejes fundamentales:
interés y diferencias generacionales
LO JOVEN
4
UNIVERSOS GENERACIONALES
5
1
INTERÉS POR LA MÚSICA
– INTERÉS + INTERÉS
3 2
LO ADULTO
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* p = .005.
** p = .02.
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p = .005.
p = .005.
Tabla 6.6. Disponibilidad monetaria mensual, según tipos (%)
Música-6C/C/J
p = .005.
Página 227
Tabla 6.7. Valoración del interés por la música, según tipos (puntuación media en la escala 1-10)
p = .005.
Tabla 6.8. Cantidad de música que escucha, según tipos (puntuación media en la escala 1-10)
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 227
Música-6C/C/J
Tabla 6.9. Frecuencia con la que escuha música, según tipos (% verticales)
p = .005.
Tabla 6.10. Tiempo medio diario que escuha música, según tipos (% verticales)
Mientras lee, estudia o hace deberes Nunca/poco 48.3 49.5 56.6 3.7 46.3 51.1
Bastante/mucho 26.2 29.0 21.5 42.5 22.4 18.6
Haciendo actividades rutinarias (aseo…) Nunca/poco 20.2 17.5 11.5 37.7 17.5 20.7
Bastante/mucho 56.4 59.8 65.8 31.9 65.3 55.2
Haciendo actividades de ocio Nunca/poco 31.7 29.5 27.6 22.3 40.2 39.5
23/4/3 11:46
Tabla 6.12. Frecuencia con la que escuha música sin hacer otra cosa, según tipos (%)
p = .005.
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 229
Música-6C/C/J
Tabla 6.13. Relación del gasto en música con el consumo total, según tipos (% verticales)
Entre las cosas que más gasta 4.2 6.8 4.0 0.9 4.0 5.0
23/4/3 11:46
Entre las que menos gasta 68.5 55.2 66.0 93.1 66.3 65.0
p = .005.
Tabla 6.14. Diferencias en el gasto medio mensual en música, según tipos (pesetas)
Tabla 6.16. Forma más frecuente de escuchar música, según tipos (% verticales)
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 231
Música-6C/C/J
Tabla 6.17. Forma de conseguir información sobre música, según tipos (% verticales)
Tabla 6.18. Frecuencia con que escucha 40 Principales, según tipos (% verticales)
p = .005.
Tabla 6.20. Frecuencia con que escucha Cadena Dial, según tipos (% verticales)
p = .005.
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 233
Música-6C/C/J
Tabla 6.21. Frecuencia con que escucha Cadena 100, según tipos (% verticales)
p = .005.
Tabla 6.22. Frecuencia con que escucha RNE-Radio 3, según tipos (% verticales)
p = .005.
Tabla 6.23. Frecuencia con que escucha Top Radio España, según tipos (% verticales)
Música-6C/C/J
p = .005.
Tabla 6.24. Frecuencia con que escucha radios libres o comunitarias, según tipos (% verticales)
p = .005.
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 235
Música-6C/C/J
Tabla 6.25. Frecuencia con que lee publicaciones musicales, según tipos (% verticales)
p = .005.
Tabla 6.26. Influencia de los programas musicales (o publicaciones) en los gustos, según tipos (% verticales)
p = .005.
Tabla 6.27. Influencia de los padres en los gustos musicales, según tipos (% verticales)
Música-6C/C/J
p = .005.
Tabla 6.28. Influencia de los amigos en los gustos musicales, según tipos (% verticales)
p = .005.
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 237
Música-6C/C/J
Tabla 6.29. Comparte gustos musicales con amigos, según tipos (% verticales)
p = .005.
Tabla 6.30. Importancia de compartir gustos musicales para la amistad, según tipos (% verticales)
p = .005.
Tabla 6.31. Sensación de cercanía a otros a través de la música, según tipos (% verticales)
Música-6C/C/J
p = .01.
Página 239
Tabla 6.32. Distancia respecto a otros debidas a la música, según tipos (% verticales)
p = .005.
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 239
Música-6C/C/J
Tabla 6.33. La música que escucha con amigos ¿es la que prefiere?, según tipos (% verticales)
p = .005.
Tabla 6.34. Qué hacer cuando no gusta la música de los amigos, según tipos (% verticales)
Discuto hasta salirme con la mía 5.4 8.5 5.2 0.9 6.7 5.5
La música me sirve de compañía Nada/poco 11.1 10.4 4.4 20.2 5.2 16.9
Bastante/mucho 60.9 66.4 78.9 20.2 72.1 59.2
Consigue modificar mi estado de ánimo Nada/poco 17.6 15.6 10.2 16.3 12.3 34.0
Bastante/mucho 52.1 53.6 63.9 47.9 57.4 35.5
Me recuerda situaciones, personas Nada/poco 18.7 18.0 7.3 28.3 8.6 33.2
23/4/3 11:46
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 241
Música-6C/C/J
Tabla 6.37. Cosas que más atraen de los conciertos, según tipos (% verticales)
Base: quienes han contestado “regular”, “bastante” o “mucho” en el gusto por los conciertos.
La suma de los porcentajes no suma 100 por ser respuesta múltiple (3 opciones).
Tabla 6.38. Diferencias en los extremos de interés respecto a cada uno de los estilos musicales, según tipos (% verticales)
Música-6C/C/J
Rock’n’roll, rock clásico Nada/Poco 51.3 52.5 45.3 47.9 52.5 59.2
Bastante/Mucho 20.0 22.4 25.3 8.4 26.7 15.6
Rythm&blues, soul, funk Nada/Poco 56.5 64.2 46.1 55.7 56.4 62.7
Bastante/Mucho 14.9 13.1 23.2 10.5 15.0 10.1
23/4/3 11:46
Folk, country, blues Nada/Poco 71.7 79.2 60.3 75.6 70.2 76.3
Bastante/Mucho 7.3 6.0 12.7 2.7 8.3 5.0
Heavy, hard rock, metal Nada/Poco 69.4 59.0 78.5 76.5 73.3 58.7
Bastante/Mucho 14.9 27.3 8.6 1.8 15.0 22.2
Página 243
Rock progresivo, psicodelia Nada/Poco 61.8 61.5 67.0 66.3 66.6 48.1
Bastante/Mucho 11.7 13.9 5.6 9.0 12.6 18.6
Rock alternativo, indie-rock, grunge Nada/Poco 53.8 60.7 58.9 44.0 62.9 42.1
Bastante/Mucho 17.6 18.6 14.0 18.7 18.7 19.1
Indie-pop, power-pop, pop alternativo, Nada/Poco 47.2 76.0 34.9 54.2 51.2 26.4
Bastante/Mucho 16.7 4.9 20.5 12.3 19.0 24.7
Baladistas, canción melódica Nada/Poco 48.1 78.7 14.6 75.6 44.2 40.3
Bastante/Mucho 29.5 7.9 58.9 4.2 34.4 31.0
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 243
Música-6C/C/J
Músicas del mundo, étnicas Nada/Poco 60.5 69.4 49.3 75.6 55.5 57.4
Música popular de su región Nada/Poco 65.5 81.7 67.6 46.7 64.1 65.0
Página 244
Dance (acid-house, acid-jazz, Nada/Poco 36.1 62.6 48.6 9.9 35.0 19.1
club, disco, house) Bastante/Mucho 40.2 24.3 28.4 40.4 49.4 61.2
Electrónica (techno, ambient, Nada/Poco 49.8 61.2 60.5 50.3 52.5 23.9
dub, detroit, electro, downbeat) Bastante/Mucho 29.6 26.2 18.2 19.9 26.4 57.2
Rock alternativo, indie-rock, grunge 8.4 10.8 4.7 4.8 11.3 8.5
Pop, pop-rock 15.0 21.5 14.0 0.0 11.3 15.5
Indie-pop, power-pop, pop alternativo 3.3 3.2 3.5 0.0 8.1 0.0
Baladistas, canción melódica 8.4 11.8 7.0 19.0 8.1 2.8
Página 245
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 245
Música-6C/C/J
p = .005.
Tabla 6.41. Se le puede identificar por sus gustos musicales, según tipos (% verticales)
Tabla 6.43. Diferencias, según tipos, en el porcentaje de quienes piensan que sus gustos musicales tienen
“bastante” o “mucho” que ver con distintos aspectos
Con el carácter, la forma de ser 38.8 40.7 40.0 16.0 46.8 35.8
Con el tipo de amigos que tiene 40.5 45.0 31.4 20.0 54.8 39.4
Con los lugares que frecuenta 57.3 58.6 59.3 28.0 61.9 61.5
Base: los que dicen que se les puede identificar por sus gustos musicales.
6. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS JÓVENES ESPAÑOLES SEGÚN SU RELACIÓN CON LA MÚSICA ■ 247
Música-6C/C/J
Tabla 6.44. Diferencias según tipos en el grado de identificación de los seguidores de distintos estilos musicales
Rock’n’roll, rock clásico Nada/Poco 44.2 30.3 41.5 96.7 25.8 31.2
Bastante/Mucho 30.3 41.3 31.1 0.6 35.0 40.3
23/4/3 11:46
Heavy, hard rock, metal Nada/Poco 20.4 6.3 9.8 69.9 18.7 6.0
Bastante/Mucho 60.6 72.7 75.8 5.1 59.8 78.3
Electrónica (techno, ambient, Nada/Poco 38.1 38.3 47.4 36.1 23.3 40.6
dub, detroit, electro, downbeat) Bastante/Mucho 31.5 33.1 28.4 25.0 38.0 33.8
7. Concluyendo…
Pero más que esta presencia —por otra parte sobradamente conocida— que con-
vierte el mundo juvenil en un universo entre sonidos, resulta relevante constatar
cuál es el trasfondo que permite interpretar correctamente en qué se traduce dicho
interés. En términos generales, el interés por la música es fundamentalmente ins-
trumental y funcional para los jóvenes desde dos grandes perspectivas: en primer
lugar desde un plano relacional, en el que se convierte en un vehículo indispensa-
ble para la diversión y en un nexo de unión con otras personas; en segundo lugar,
desde un plano más íntimo o más personal, en el que la música actúa como
acompañante y como medio evocador de recuerdos o sensaciones vividas. Y por
encima de cualquiera de esos dos planos, la música es también un instrumento, o
una excusa si se quiere, para la distinción social o el posicionamiento de “lo que
es y debe ser” un joven.
Sea como fuere, este hecho no sólo no impide sino que refuerza el que la relación
con la música se entienda como algo vivo, que evoluciona con independencia de
quienes la crean, reproducen o escuchan: una vez que una determinada música
entra a formar parte de la propia realidad y se convierte en un elemento que
conecta con lo íntimo, articula sensaciones intransferibles y absolutamente perso-
nales que hacen que esa relación particular se mantenga viva: la relación con la
música se convierte en un diálogo que sólo cada cual puede establecer de la
manera en que lo hace.
7. CONCLUYENDO… ■ 249
Música-7C/C/J 23/4/3 11:44 Página 250
Sin embargo, también en este caso los datos son tozudos: la gran mayoría de los
jóvenes se sienten influidos en sus gustos musicales por sus amigos, que además
son sus principales fuentes de información y con los que (¿casualmente?) suelen
compartir gran parte de esos gustos. Ante la constatación de esta coincidencia en
gustos, y ante la solidez de los discursos sobre lo propio y, sobre todo, sobre lo
que corresponde a “los otros”, no podemos menos que asumir la certeza de que
alguna importancia tendrá la música a la hora de entablar y poner en práctica
tales relaciones de amistad. Y en este sentido, cuanta más influencia e importan-
cia se otorga a los amigos en la construcción de los propios gustos, más relevan-
cia se otorga a la música como elemento importante a la hora de establecer rela-
ciones de amistad.
En ese marco en el que las relaciones con los amigos y los tiempos que se com-
parten con ellos están contextualizadas en torno a músicas, comprobamos ade-
más cómo la estructura del gusto musical entre los jóvenes establece claramente
los límites de lo que los discursos tienden a calificar como música “normal”, la
que es elegida por la gran mayoría y copa las listas de éxitos. Esta estructura del
gusto nos permite señalar dos aspectos interesantes. En primer lugar, que la reali-
dad del teórico gusto por “todo tipo de música” o por la música “variada” (tal
como se afirmaba en La identidad juvenil desde las afinidades musicales) debe
ser convenientemente matizada, si no puesta en duda, por cuanto el teórico
eclecticismo sólo alcanza hasta los límites que establece el mercado y las listas
de éxitos. Es decir, que una gran mayoría de los géneros o estilos musicales se
encuentran lejos de las preferencias de los jóvenes, en tanto que se alejen de las
apuestas del mercado.
En segundo lugar, que todos aquellos estilos que se mantienen como minoritarios,
al apartarse de la norma, se convierten claramente en estandartes de lo que resul-
ta mucho más fácilmente estereotipable, sirviendo para mantener un reducto en
el que se puedan concretar los elementos diferenciadores cuando de jóvenes se
trate. Como ya hemos señalado en su momento, los estereotipos funcionan, y el
hecho de que correspondan a esos estilos minoritarios procura alejarlos de los
lugares comunes, de los terrenos de las mayorías en los que es más fácil encon-
trar seguridad integradora, disipando el temor al encasillamiento que tanto preo-
cupa a los jóvenes, pero manteniendo y reforzando la posibilidad de que existan
otros encasillados.
El que la gran mayoría de los jóvenes concentre sus gustos en esos estilos de
éxito comercial y de sencillo acceso, provoca a priori un gran panorama caracte-
rizado por la homogeneidad y la indiferenciación (en esa tendencia que parece
perseguirse, por otro lado). Sin embargo, y a pesar de todo, en este panorama
general, existen distintas maneras de establecer lazos identificativos con la músi-
Por un lado, aquéllos que se definen a partir del reconocimiento de los lazos iden-
tificativos, propios o ajenos, con la música que se escucha. Mientras los propios
tienden a reconocerse más a partir de lo que no gusta que de lo que gusta (“soy
diferente al resto, que forma la masa indiferenciada, y la música me importa por-
que me sitúa en mi espacio”), los ajenos propician desligarse de los amenazantes
encasillamientos de los que tanto huyen: “a quien no le gusta la música ‘normal’
(¿raro?), se le nota y es distinto a mí.”
Por otro lado, diferenciando el universo juvenil del universo de “lo adulto”: la músi-
ca es uno de los elementos que define generacionalmente “lo joven”. Por tanto, “si
soy joven, me gustará (me habrá de gustar) la música. Cierto tipo de música.”
Desde estas ideas generales resumimos las principales conclusiones de los gran-
des apartados del estudio:
Aún a riesgo de que pueda considerarse casi como una obviedad, la constatación
de este prejuicio resulta sumamente importante para empezar a conceptualizar la
relación que los jóvenes establecen con la música: reconocer a la música seme-
jante grado de importancia parece apuntar a la aparente necesidad de gustar o
estar interesado por la música como algo consustancial al “ser joven”, como algo
de lo que se espera de alguien que es joven.
7. CONCLUYENDO… ■ 251
Música-7C/C/J 23/4/3 11:44 Página 252
Por otra parte, y aún siendo el grupo poblacional que, según los datos de la pro-
pia industria, más música compra, para la inmensa mayoría de los jóvenes la
música está entre los artículos de su consumo en los que menos dinero gasta,
entendiendo ese gasto de forma directa. Pero, como también hemos podido cons-
tatar, una buena parte de su consumo se realiza en entornos y conceptos que
guardan una estrecha relación tanto con la música como con las expectativas
depositadas en ella.
Por ello, son los amigos y la radio las principales fuentes de que disponen los
jóvenes para mantenerse informados sobre la música que les interesa. Alrededor
de la mitad de ellos acuden a cada una de estas dos fuentes, y una tercera parte
utiliza la televisión para este fin (suponemos que a través de los espacios publici-
tarios y promocionales porque el seguimiento de los escasísimos programas
musicales que existen en este medio no es demasiado elevado). El que la infor-
Otro aspecto muy expresivo de la relación de los jóvenes con la música resulta
del análisis de las situaciones y contextos en los que se escucha música o en los
que es necesario que la música esté presente de una u otra forma: a través de las
distintas situaciones es posible entender relaciones de intimidad con la música,
relaciones instrumentales, relaciones interpersonales, situaciones en las que la
música es una mera, aunque imprescindible compañía, o situaciones en las que la
música es la auténtica protagonista. De todas ellas son fundamentalmente dos las
situaciones tipo en las que es más común y frecuente para una mayoría de los
jóvenes escuchar música: mientras se realizan actividades rutinarias y cuando se
sale con los amigos.
En el primero de los casos, aunque también ocurre en otro tipo de situaciones (en
los desplazamientos, momentos de espera…) la música es un acompañamiento
que permite romper la monotonía o la soledad, según los casos.
Finalmente, dentro de los hábitos, se ha cotejado el interés de los jóvenes por los
conciertos o festivales de música moderna. Una primera conclusión es que el teó-
rico interés mayoritario por este tipo de espectáculos no es tan cierto como a
veces se piensa: algo más de un 40% de los jóvenes dice que no le gusta nada o
casi nada asistir a este tipo de espectáculos.
A pesar, o independientemente, de ello son los jóvenes quienes más asisten a con-
ciertos de pop, pop-rock, etc. Lo que más gusta de ellos es la experiencia de la
música en directo y la relación con los amigos o iguales, quedando en un plano
minoritario cuestiones como el contacto más directo con los artistas y en clave
casi residual el hecho de disfrutar de situaciones o experiencias de libertad.
7. CONCLUYENDO… ■ 253
Música-7C/C/J 23/4/3 11:44 Página 254
Uno de los grandes objetivos del estudio es conseguir siquiera esbozar una des-
cripción de los gustos musicales de los jóvenes a través de una clasificación de
grupos o estilos. No se trata tanto de establecer una jerarquía de gustos, que tam-
bién, sino sobre todo de llegar a captar una estructura del gusto musical de los
jóvenes a través de las relaciones internas entre distintos tipos de músicas y géne-
ros musicales, y las búsquedas e intereses particulares de los jóvenes cuando se
acercan a la música.
Tomadas una a una estas categorías, nos hemos encontrado con una jerarquía
global de preferencias absolutamente coincidente con las listas de éxitos comer-
ciales, a pesar de que en este primer momento tan sólo encontremos un grupo
de estilos que suscita una adhesión incondicional de una mayoría de los jóve-
nes tomados globalmente, y a pesar de que, además, esta mayoría esté en el
límite del 50%.
Del resto de los tipos llama la atención la posición en que se sitúan algunos estilos
de los contemplados, en función de algunos prejuicios previos de manejo común.
Por una parte, el que en los lugares altos de la jerarquía se sitúen las músicas de
cantautores y el flamenco. En el primero de los casos puede resultar llamativo el
hecho de que frente al origen de este tipo de músicas, con un carácter reivindicati-
vo y asociado a la contestación y la crítica social, en este momento los músicos de
estas características se hayan situado en un espacio de mercado más generalizado y
también más conocido. El caso del flamenco también se explica por el éxito comer-
cial de muchos músicos de este género, quizá a través de sus expresiones más mati-
zadas y fusionadas, consiguiendo un grado de aceptación mucho mayor que el que
En el extremo de los estilos que resultan más minoritarios, incluso algunos de ellos
extremadamente minoritarios, también hay algunos géneros a destacar. En primer
lugar el que sea el jazz, de forma genérica, el exponente más claro del icono de
las músicas cultas, esto es, las más alejadas del universo del gusto musical juvenil:
es, de todos los estilos contemplados y junto a la música folk, el que cuenta con
menos seguidores entre los jóvenes. Sin embargo, la música clásica encuentra,
aún dentro de las minorías, bastantes más aficionados que algunos otros estilos,
teóricamente más cercanos a ese universo. En todo caso, estos otros estilos que
comparten los últimos lugares de la jerarquía de gustos son también los represen-
tantes de los estereotipos musicales que los propios jóvenes han definido como
músicas raras, dentro de los estilos teóricamente propios de jóvenes: las formas
más duras o elaboradas del rock y el punk.
Esta jerarquía inicial de gustos coincide con los resultados de otros estudios (sal-
vando las diferencias metodológicas) y con los datos disponibles sobre espectado-
res y recaudación en espectáculos, según grandes géneros musicales. Comparados
también con resultados correspondientes a la población general, de todas las eda-
des, las principales particularidades del universo musical juvenil, en términos de
preferencias por estilos y respecto a los gustos del resto de la población, se con-
centrarían en un menor grado de filiación por parte de los jóvenes con las músicas
de cantautores y el flamenco (a pesar de que, como hemos visto, estos grupos
estén también en los puestos de cabeza de la jerarquía), pero sobre de todo de
una mucho mayor adhesión entre los jóvenes hacia las músicas pop, dance y
heavy (también en este caso independientemente de que entre los jóvenes, al
menos el último, no sea un estilo de preferencias precisamente mayoritarias).
Más allá de las preferencias estilo a estilo, pretendíamos encontrar estructuras sig-
nificativas de relaciones entre todos los géneros, que agruparan entre sí sonidos
coherentes por contraposición a otros con los que guarden más distancias. Esta
estructura de estilos-tipo, que hemos obtenido mediante siete factores, no incom-
7. CONCLUYENDO… ■ 255
Música-7C/C/J 23/4/3 11:44 Página 256
A la hora de acercarse a la música, dos son los elementos que destacan la mayoría
de los jóvenes. Por un lado, su papel como elemento que sirve de compañía y
está presente de manera casi constante en el desarrollo del día a día. Por otro
lado, su capacidad para divertir y animar. Tras ellos, señalan la capacidad evoca-
dora de la música (recuerda situaciones o personas), la capacidad de modificar el
estado de ánimo, o su papel como simbólico nexo de unión (compartir la música
con otras personas). En definitiva, elementos que tienen que ver con las emocio-
nes, principalmente desde un plano más íntimo.
7. CONCLUYENDO… ■ 257
Música-7C/C/J 23/4/3 11:44 Página 258
A pesar de la influencia que atribuyen a los amigos, son pocos los jóvenes que
consideran que compartir gustos musicales resulta importante a la hora de confor-
mar y mantener sus relaciones de amistad, independientemente de que casi un
tercio afirme que puede llegar a discutir con los amigos por el tipo de música que
acompaña sus momentos de diversión: si hay que adaptarse a músicas que no
agradan por estar con los amigos, se hace. En cualquier caso, la mitad de los
jóvenes no tendría la necesidad de esforzarse por propiciar dicha adaptación,
pues afirma compartir gustos musicales con sus amistades. Y no sólo eso, sino
que además tres de cada cuatro dicen escuchar la música que más les gusta cuan-
do están con sus amigos.
Decimos que se proyectan sobre otros porque la gran mayoría de los jóvenes
rechaza poder ser identificado por sus gustos musicales, siendo también mayoría
quienes afirman que no les gusta que se pueda establecer tal identificación. Sólo
un 30% del total asume poder ser identificado de alguna manera por sus gustos
musicales (en grados muy diversos, pues sólo el 14% lo reconoce de manera con-
tundente), siendo los principales elementos de identificación los lugares que fre-
cuenta, la forma de divertirse o el tipo de amigos que tiene. En definitiva, aspectos
todos ellos externos y del ámbito relacional y que, por ello, resultan difícilmente
identificables a simple vista (difícilmente asociables a la persona, por tanto).
Sin embargo, ese temor a las etiquetas cuando se proyectan sobre uno mismo
desaparece, por contraste, en el hecho de que importantes mayorías de jóvenes
consideran muy fácil identificar a otros por sus gustos. Evidentemente, las etique-
tas se temen porque existen y, claramente, marcan y definen, y así lo reconocen
los propios jóvenes. Así, afirman poder reconocer (identificar) a personas que ten-
gan determinados gustos musicales, entre los que destacan especialmente el
heavy/hard rock, el rap/hip-hop y el punk/hardcore. En estos tres casos (que com-
parten las características de ser minoritarios y estar ligados a patrones estéticos
muy concretos, con un perfil más duro y radical), más de la mitad de los jóvenes
dice poder reconocer a sus seguidores. En menor medida se sitúan la música elec-
trónica, el rock’n’roll y el reggae, y en mucha menor medida la música dance, el
flamenco o el pop. El resto de géneros o estilos, más cercanos a las preferencias
más generalizadas, apenas generan esos procesos identificativos.
7. CONCLUYENDO… ■ 259
Música-7C/C/J 23/4/3 11:44 Página 260
Tipología que, claramente, no equivale a una mera diferenciación entre los diver-
sos gustos musicales, sino que adopta esos gustos musicales como un elemento
más, colocando en un primer plano, como elemento diferencial y de una forma
muy clara, las maneras que unos jóvenes y otros adoptan para situarse en determi-
nadas posiciones respecto a la música; maneras que son, en definitiva, expresivas
de sus diferentes formas de situarse como jóvenes.
7. CONCLUYENDO… ■ 261
Música-7C/C/J 23/4/3 11:44 Página 262
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la guitarra parla… Lleida: Secretaría General de Joventut, Universidad de Lleida.
Rodríguez, E.; Megías, I.; Sánchez, E. (2002). Jóvenes y relaciones grupales: diná-
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Urteaga, M. (1998). Por los territorios del rock: identidades juveniles y rock mexi-
cano. Causa joven/Culturas populares.
BIBLIOGRAFÍA ■ 265
Música-8(Bi)C/C/J 23/4/3 11:43 Página 266
Musica-9 (Anexo1)C/C/J 23/4/3 11:42 Página 267
Anexo 1. Cuestionario
E/511
Abril-2002
Nº Cuestionario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. Comunidad Autónoma
2. Municipio
3. Sexo
4. Edad
8. ¿Qué estás estudiando (a los que estudian) o qué nivel de estudios has comple-
tado (a los que no estudian)?
1. Estudios primarios
2. EGB/Primer Ciclo ESO
3. BUP/Segundo Ciclo ESO
4. COU o Bachillerato
5. Formación Profesional/Módulos Profesionales
6. Estudios universitarios
7. Ninguno
0. NS/NC
9. ¿De cuánto dinero dispones al mes para tus gastos personales? (en pesetas)
1. Menos de 5.000
2. Entre 5.000 y 10.000
3. Entre 10.001 y 15.000
4. Entre 15.001 y 25.000
5. Más de 25.000
0. NS/NC
10. Chatear . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
24. Ir de botellón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
29. En función de esa misma escala, donde el 1 significa que no les interesa nada
y el 10 que les interesa muchísimo, ¿cuánto interés dirías que tienen tus padres
por la música en términos generales? (00 = NS/NC) . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
31. Siguiendo con esa misma escala de 1 a 10 entre nada y muchísimo, de acuer-
do con tus propios criterios, ¿cuánta música dirías que escuchas?
(00 = NS/NC) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
32. Habitualmente, y en una semana normal, ¿cuándo escuchas música, del tipo
que sea? (nos referimos a música que tú pones o que decides escuchar y no a la
que suena en comercios, transportes, etc.)
1. Todos los días
2. Casi todos los días
3. Algunos días
4. Rara vez o nunca
0. NS/NC
39. En el coche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
40. En el trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
42. ¿Hasta qué punto es frecuente que escuches música sin estar haciendo nada
más al mismo tiempo?
1. Nunca o rara vez
2. Con poca frecuencia
3. De vez en cuando
43. Considerando todos tus gastos mensuales en actividades de ocio, ¿en qué
lugar se situaría el gasto que realizas en música, según la cantidad de dinero?
1. Entre las cosas en las que más gasto
2. En el medio
3. Entre las cosas en las que menos gasto
0. NS/NC
45. ¿Cuál es la forma más frecuente para que consigas la música que tienes? Elige
DOS de las siguientes opciones, priorizando las respuestas (1ª y 2ª)
1. La compro en tiendas
2. La grabo de amigos
3. La bajo de Internet
4. La grabo de la radio
5. La compro pirata
6. Habitualmente no tengo música comprada/grabada
7. Otras (cuáles) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
0. NS/NC
46. ¿Cómo es más frecuente que escuches música? Elige DOS de las siguientes
opciones, priorizando las respuestas (1ª y 2ª)
1. De la radio
2. CDs/casettes/vinilos que me compro
3. CDs/casettes que me grabo/graban
4. De la televisión
5. En bares/discotecas
6. En salas/locales de conciertos
7. Otras (cuáles) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
0. NS/NC
6. Familiares
7. Bares/discotecas (DJs)
8. Preguntando/ojeando en tiendas
9. Otras (cuáles) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
0. NS/NC
a. 40 Principales
b. M80
c. Cadena Dial
d. Cadena 100
e. RNE–Radio3
f. Top Radio España
g. Radios libres o comunitarias
49. ¿Con qué frecuencia lees o sigues publicaciones musicales (revistas, fanzines…)?
1. Nunca o rara vez
2. Con poca frecuencia
3. De vez en cuando
4. Con bastante frecuencia
5. Con mucha frecuencia
0. NS/NC
1. Nada
2. Poco
3. Regular
4. Bastante
5. Mucho
6. Me es indiferente
0. NS/NC
64. ¿En qué medida crees que han podido influir los programas (radio, televisión)
o publicaciones musicales en que tú tengas los gustos musicales que tienes?
1. Nada
2. Poco
3. Algo
4. Bastante
5. Mucho
0. NS/NC
68. ¿En qué medida consideras importante para crear o mantener una relación
de amistad el compartir gustos musicales?
1. Nada importante
2. Poco importante
3. Algo importante
4. Bastante importante
5. Muy importante
0. NS/NC
69. ¿En alguna ocasión te has sentido más cercano a alguien por compartir gus-
tos musicales?
1. No
2. Sí
0. NS/NC
70. ¿En alguna ocasión te has sentido más distante o alejado de alguien por no
compartir gustos musicales?
1. No
2. Sí
0. NS/NC
71. La música que escuchas con tus amigos ¿es la que tú prefieres?
1. Nunca
2. Pocas veces
3. A veces
4. La mayoría de las veces
5. Siempre
0. NS/NC
72. ¿Y qué sueles hacer cuando estás con tus amigos y no te gusta la música que
escucháis? Elegir una opción
1. No me importa
2. Me adapto sin protestar
3. Discuto por ello, pero acabo cediendo
4. Disiento y discuto hasta salirme con la mía (cambiar de música o de lugar)
5. Si no cambia la música, me voy
0. NS/NC
Bloque V. Conciertos/festivales
73. ¿Te gusta ir a conciertos/festivales de música moderna?
1. Nada
2. Poco
3. Regular
4. Bastante
5. Mucho
0. NS/NC
1. Nada
2. Poco
3. Regular
4. Bastante
5. Mucho
6. No lo conozco/no lo he oido
0. NS/NC
78. ¿Hasta qué punto crees que han cambiado tus gustos musicales en los últi-
mos años?
1. Nada
2. Poco
3. Regular
4. Bastante
5. Mucho
0. NS/NC
79. ¿Crees que se te puede identificar de alguna manera por tus gustos musicales?
1. Nada
2. Poco
3. Regular
4. Bastante
5. Mucho
0. NS/NC
80/84. ¿En qué medida tienen relación tus gustos musicales con…?
1. Nada
2. Poco
3. Regular
4. Bastante
5. Mucho
0. NS/NC
85. ¿Te gusta que se te identifique por el tipo de música que te gusta?
1. Nada
2. Poco
3. Regular
4. Bastante
5. Mucho
6. Me es indiferente
0. NS/NC
86. ¿Hasta qué punto crees que se reconoce a alguien a quien le gusten los
siguientes estilos musicales?
1. Nada
2. Poco
3. Regular
4. Bastante
5. Mucho
0. NS/NC
a. Rock’n’roll
b. Heavy, hard rock
c. Punk, hardcore
d. Pop, pop-rock
e. Rap, hip-hop
f. Electrónica, techno
g. Dance, disco
h. Jazz
i. Clásica
j. Flamenco
k. Cantautores
l. Reggae
m. Otro: ¿Cuál? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Datos de la entrevista
Fecha de realización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Día Mes
Hora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Hora Min.
Entrevistador
Nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Equipo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Número entrevistador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
HASTA 10.000 HAB. 10.001 – 50.000 HAB. 50.001 – 100.000 HAB. 100.001 – 250.000 HAB. MÁS DE 250.000 HAB. TOTAL
Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer
17 – 19 años 192.534 179.636 234.271 222.059 100.919 96.762 151.223 144.678 191.871 183.568 870.818 826.703
20 – 22 años 220.245 204.656 266.513 255.350 117.569 112.913 184.764 177.701 248.606 240.330 1.037.697 990.950
Página 282
23 – 24 años 146.826 136.434 177.672 170.231 78.376 75.270 123.175 118.467 165.735 160.219 691.784 660.621
Total nacional 687.959 640.480 834.635 795.678 364.141 349.450 559.974 537.294 734.123 706.495 3.180.832 3.029.397
HASTA 10.000 HAB. 10.001 – 50.000 HAB. 50.001 – 100.000 HAB. 100.001 – 250.000 HAB. MÁS DE 250.000 HAB. TOTAL
Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer
Música-10 (Anexo2)C/C/J
Andalucía 135.756 128.268 185.902 177.278 66.656 63.659 106.983 103.878 135.470 129.379 630.767 602.462
Aragón 22.966 20.990 13.776 13.163 0 0 0 0 45.110 42.921 81.852 77.074
Asturias 10.208 9.542 27.089 25.423 6.358 6.019 14.895 14.442 19.774 19.362 78.324 74.788
Baleares 11.860 11.376 24.602 23.428 0 0 0 0 26.087 24.948 62.549 59.752
Canarias 19.430 18.259 58.436 56.092 8.478 8.042 29.858 28.840 30.354 29.245 146.556 140.478
23/4/3 11:35
Cantabria 13.151 12.160 8.695 8.444 4.774 4.589 14.625 14.021 0 0 41.245 39.214
Castilla y León 68.643 63.270 24.341 23.236 20.393 19.973 36.143 35.083 27.270 26.200 176.790 167.762
C.-La Mancha 61.310 55.960 28.121 26.571 26.557 25.604 12.852 12.270 0 0 128.840 120.405
Cataluña 94.084 86.809 114.540 110.374 63.890 60.996 103.018 98.113 96.815 92.872 472.347 449.164
Página 283
C. Valenciana 60.904 57.068 121.243 115.145 36.155 34.205 29.395 28.392 79.247 76.000 326.944 310.810
Extremadura 42.531 39.561 16.473 15.770 11.466 10.753 12.048 11.483 0 0 82.518 77.567
Galicia 64.448 60.350 67.328 64.537 27.716 27.504 27.690 27.336 24.519 23.782 211.701 203.509
Madrid 21.355 19.781 43.862 41.267 50.136 49.107 103.602 97.846 194.850 189.367 413.805 397.368
Murcia 7.448 7.027 39.030 36.588 6.050 5.768 15.822 14.634 30.901 29.283 99.251 93.300
Navarra 18.079 16.618 7.628 7.360 0 0 13.776 13.376 0 0 39.483 37.354
País Vasco 28.713 26.861 51.124 48.625 22.881 21.800 29.411 28.130 23.726 23.136 155.855 148.552
La Rioja 7.073 6.580 2.445 2.377 0 0 9.856 9.450 0 0 19.374 18.407
Ceuta y Melilla 0 0 0 0 12.631 11.431 0 0 0 0 12.631 11.431
Total nacional 687.959 640.480 834.635 795.678 364.141 349.450 559.974 537.294 734.123 706.495 3.180.832 3.029.397
Fuente: INE. Revisión del Padrón Municipal de Habitantes. 1999 y 2000. Elaboración propia. EDIS.
Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer
Andalucía 120.322 114.345 180.485 171.519 197.976 189.959 131.984 126.639 630.767 602.462
Aragón 14.603 13.787 21.906 20.681 27.206 25.564 18.137 17.042 81.852 77.074
Asturias 13.849 13.259 20.776 19.889 26.220 24.984 17.479 16.656 78.324 74.788
Canarias 27.170 26.267 40.756 39.402 47.179 44.886 31.451 29.923 146.556 140.478
Cantabria 7.580 7.183 11.371 10.777 13.377 12.753 8.917 8.501 41.245 39.214
Castilla y León 32.459 30.656 48.689 45.984 57.386 54.674 38.256 36.448 176.790 167.762
C.-La Mancha 24.540 22.854 36.811 34.282 40.494 37.962 26.995 25.307 128.840 120.405
Página 284
Cataluña 82.766 78.474 124.148 117.713 159.260 151.787 106.173 101.190 472.347 449.164
C. Valenciana 59.647 56.463 89.472 84.695 106.696 101.791 71.129 67.861 326.944 310.810
Extremadura 16.173 15.106 24.261 22.661 25.251 23.880 16.833 15.920 82.518 77.567
Galicia 39.050 37.262 58.576 55.894 68.446 66.212 45.629 44.141 211.701 203.509
Madrid 72.619 69.491 108.928 104.238 139.355 134.184 92.903 89.455 413.805 397.368
Murcia 18.679 17.495 28.019 26.244 31.532 29.738 21.021 19.823 99.251 93.300
Navarra 6.979 6.577 10.470 9.866 13.221 12.547 8.813 8.364 39.483 37.354
País Vasco 26.669 25.501 40.006 38.252 53.509 50.880 35.671 33.919 155.855 148.552
La Rioja 3.535 3.313 5.303 4.970 6.322 6.074 4.214 4.050 19.374 18.407
Ceuta y Melilla 2.402 2.230 3.604 3.345 3.975 3.514 2.650 2.342 12.631 11.431
Total nacional 580.533 551.123 870.818 826.703 1.037.697 990.950 691.784 660.621 3.180.832 3.029.397
Fuente: INE. Revisión del Padrón Municipal de Habitantes. 1999 y 2000. Elaboración propia. EDIS.
Tabla A.4. Estratificación proporcional de la muestra de la población de 15 a 24 años según comunidades, hábitat, sexo y edad.
Año 2000.
Comunidades: todas
Música-10 (Anexo2)C/C/J
HASTA 10.000 HAB. 10.001 – 50.000 HAB. 50.001 – 100.000 HAB. 100.001 – 250.000 HAB. MÁS DE 250.000 HAB. TOTAL
Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer
Total nacional 212 197 255 243 111 105 172 166 223 216 973 927
HASTA 10.000 HAB. 10.001 – 50.000 HAB. 50.001 – 100.000 HAB. 100.001 – 250.000 HAB. MÁS DE 250.000 HAB. TOTAL
Música-10 (Anexo2)C/C/J
Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer
Canarias 6 6 18 18 3 3 10 10 10 10 47 47
Cantabria 4 4 3 3 0 0 4 4 0 0 11 11
Castilla y León 22 19 7 6 6 6 11 11 8 8 54 50
C.-La Mancha 19 17 9 9 9 7 4 4 0 0 41 37
Página 286
Fuente: INE. Revisión del Padrón Municipal de Habitantes. 1999 y 2000. Elaboración propia. EDIS.
Tabla A.6. Distribución de la población de 15 a 24 años según comunidades, sexo y edad. Año 2000
Entidades: todas
Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer
Música-10 (Anexo2)C/C/J
Cantabria 2 2 3 3 3 3 3 3 11 11
Castilla y León 9 9 15 14 18 17 12 10 54 50
C.-La Mancha 9 7 10 10 13 11 9 9 41 37
Cataluña 24 24 37 36 49 46 32 32 142 138
Página 287
C. Valenciana 18 17 26 26 33 31 21 21 98 95
Extremadura 6 5 7 7 8 7 6 5 27 24
Galicia 12 11 18 16 21 20 14 14 65 61
Madrid 23 21 33 32 43 41 28 28 127 122
Murcia 5 5 9 7 11 10 5 5 30 27
Navarra 2 2 3 3 4 4 2 2 11 11
País Vasco 9 7 12 12 15 15 12 11 48 45
La Rioja 1 1 2 2 2 2 1 1 6 6
Ceuta y Melilla 1 1 1 1 1 1 1 1 4 4
Total nacional 177 167 264 252 319 302 213 206 973 927
Fuente: INE. Revisión del Padrón Municipal de Habitantes. 1999 y 2000. Elaboración propia. EDIS.