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El Concubinato Como Institución Generadora de Derechos: Opinion

El documento analiza el concubinato como institución generadora de derechos en la República Dominicana. Señala que aunque el matrimonio es la única institución legal de la familia según la constitución, el concubinato ha ido tomando forma en el marco jurídico generando ciertos derechos y obligaciones. También menciona legislaciones que han reconocido más derechos a las parejas consensuales.

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El Concubinato Como Institución Generadora de Derechos: Opinion

El documento analiza el concubinato como institución generadora de derechos en la República Dominicana. Señala que aunque el matrimonio es la única institución legal de la familia según la constitución, el concubinato ha ido tomando forma en el marco jurídico generando ciertos derechos y obligaciones. También menciona legislaciones que han reconocido más derechos a las parejas consensuales.

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OPINION

El concubinato como institución


generadora de derechos
POR SAGRARIO FELIZ DE COCHÓN
La autora es abogada

En la Republica Dominicana, existe el matrimonio como fundamento legal


de la familia, es decir como única institución generadora de la familia legal
(Art.15, inciso C sobre los Derechos Individuales y sociales de la
Constitución Dominicana).

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No obstante , al margen de dicho texto legal subsiste una institución que ha ido tomando
forma en el marco jurídico, al menos en cuanto a los efectos que derivan de ella, que es la
Unión Consensual (Concubinato) la cual nos permitiremos analizar.

Sirva la presente entrega para emitir nuestro parecer sobre tan conflictuado tema, así como
hacer algunas referencias a aspectos doctrinarios, de decisiones jurisprudenciales y legales en
los cuales ha ido tomando forma la institución del Concubinato como generador de derechos y
obligaciones.

El concubinato es a todas luces, una relación que excluida de la acepción peyorativa que le
concedían los romanos, ha venido a ser otra forma de unión de pareja, parecida al
matrimonio, en la que su unión otorga a las partes que lo integran, una “cierta posesión de
estado “ frente a la sociedad.
Todo lo anterior, siempre y cuando ninguno de los convivientes esté unido legalmente a un
tercero, pues se estaría en presencia de una unión adulterina y consecuentemente ilícita.

La ley ha acogido de manera subrepticia el vinculo factico que crea la unión

Consensual, como ocurre en el caso de la Ley de Seguridad Social 87-01, en

su Articulo 5, inciso A, párrafo, sobre los beneficiarios del Sistema y quienes s

integran la familia del asegurado, y establece………..a) Al cónyuge o c

compañero/ra de Vida debidamente registrado……

En la práctica “el compañero de vida “ o la Pareja consensual, luego de

firmar un documento ante Notario o por ante la Autoridad prevista en la Ley,

puede incluir a su pareja en los beneficios Y protección legales.

En nuestro país, esta también la ley 24-97 sobre violencia intrafamiliar de

Manera clara tipifica varias circunstancias como delito, entre ellos

El ABANDONO DE FAMILIA,-, para el caso de Abandono voluntario por más

De dos meses al cónyuge o conviviente en estado de gravidez, articulo

Que citamos:

1ro. El padre o la madre de familia que abandone sin motivo grave, durante más de dos
meses, la residencia familiar, y que se sustraiga de todas o parte de las obligaciones de orden
moral o de orden material resultantes de la autoridad del padre y la madre o de la tutela legal.
El plazo de dos meses no podrá ser interrumpido sino por un retorno al hogar que implique la
voluntad de reintegrarse definitivamente a la vida familiar.

2do. El cónyuge o conviviente que, sin motivo grave, abandone voluntariamente, durante más
de dos meses, al cónyuge o conviviente, conociendo su estado de gravidez;

Las sanciones van desde 3 meses a 1 año de prisión y multa de 500 a 5,000 pesos. Al padre o
la madre de familia que abandone su residencia sin motivo grave por más de dos meses y que
incumpla las obligaciones de orden material y moral., señalando expresamente ...........Si el
abandono se realiza durante estado de embarazo de la conyugue, ex cónyuge, pareja o
conviviente.

Respecto a las medidas cautelares de protección también se encuentran establecidas para los
concubinos (as) en sus artículos 309-6 y 309-7 de la indicada Ley, así como las ordenes de
protección , como medidas previas a la instrucción y juicio del Tribunal de Primera instancia, a
fin de garantizar la vida, integridad y los derechos de la persona agraviada, en donde
contempla : Orden de prohibir a la persona agresora de molestar, intimidar o amenazar a la
pareja legal o consensual o la persona conviviente (cónyuge, ex-cónyuge, conviviente, ex-
conviviente o pareja consensual).

Prohibición de entrar a la residencia de la pareja legal o consensual del (cónyuge, ex-cónyuge,


conviviente, ex-conviviente o pareja consensual).

Prohibición de acercarse a los lugares frecuentados por la pareja legal o consensual del
(cónyuge, ex-cónyuge, conviviente, ex-conviviente o pareja consensual).

En nuestro país, aun ciernes, el Proyecto de Código Civil reformado contempla en su Titulo VI
BIS, “ DE LA UNIÓN MARITAL DE HECHO “, algunas consideraciones , tales como la concepción
sobre este tipo de unión, los derechos , y las relaciones económicas que derivan de las
relaciones de los convivientes, palabra escogida para designar a los miembros de la unión
consensual.

Otras legislaciones han ido reconociendo derechos a la pareja consensual heterosexual e


inclusive en caso de uniones de igual sexo, tales como el caso de Inglaterra, España, Francia
(contrato del PACS) , con algunas previsiones y especificadas que por lo breve de este ensayo,
no trataremos en detalle.

Por ahora, no es nuestra intención preconizar o hacer una apología de tales uniones, sino
señalar que por ejemplo en el derecho francés, en donde la unión consensual será generadora
de derechos, luego de que se demuestre que se han cumplido algunas reglas y formalidades
que sirvan para demostrar el tiempo y la estabilidad de dicha unión, previstas en disposiciones
especiales sobre la materia

Ha habido jurisprudencia dominicana constante, respecto al hecho de

Reconocerle derechos económicos a los concubinos, basado en el hecho de la

Sociedad marital de hecho a que da lugar, y a las cargas compartidas que

Genera dicha unión. También la ley 24-97, contempla dentro de los atentados

Contra la Personalidad y la dignidad de la persona, en su artículo

336 modificado, la discriminación como toda distinción

Realizada entre personas físicas en razón de su origen, edad, de su

Sexo, de su situación de familia (concubinato u otra situación)

Una de las más controvertidas decisiones fue la dictada en fecha 17 de octubre

De 2001, por la Suprema Corte de Justicia, que reconoció el establecimiento

Del Concubinato, para el caso de una concubina que consideraba haber sido

Lesionada moral y materialmente por el hecho de que su compañero de vida

Falleciera por el hecho de un tercero.

La Suprema Corte de Justicia, consideró que si aunque el matrimonio es un precepto


constitucional, según hemos referido previamente, mal podría interpretares de forma
restrictiva o inequitativa, pues la misma Constitución contempla la igualdad de derechos para
todos, con lo cual los convivientes o concubinos, deben disfrutar de las mismas garantías que
las personas vinculadas legalmente por el matrimonio.

Esta decisión creo toda una avalancha de opiniones, a favor y en contra, pero ciertamente ha
sido el sustento para muchas otras demandas sub-siguientes relacionadas con la sociedad de
hecho que originan las uniones consensuales.

Al margen del Derecho Interno, muchas otras legislaciones han ido reconociendo derechos a la
pareja consensual heterosexual e inclusive en caso de uniones de igual sexo, tales como el
caso de Inglaterra, España, Francia (contrato del PACS) , en algunos casos de manera
equiparable al matrimonio y en otros solo concediendo derechos a la seguridad social
(pensiones ) y al seguro medico.

Por ahora, no es nuestra intención hacer una apología de tales uniones, sino señalar que por
ejemplo el Derecho Francés, aunque no le ha reconocido la igualdad de derechos a los
convivientes ( hasta el caso de las parejas de igual sexo) la unión consensual será generadora
de derechos, luego de que se demuestre que se han cumplido algunas reglas y formalidades y
de comparecer ante algunos funcionarios públicos (El Prefecto o por ante Notario Público)
como forma de demostrar el tiempo y la estabilidad de dicha unión,

El Derecho francés admite, al concubino o concubina pedir indemnizaciones y hasta una cierta
división de bienes, siempre y cuando se demuestre un determinado período de convivencia,
según lo mencionado anteriormente, aunque el legislador ha sido cauto a la hora de otorgarle
iguales derechos que los originados en el Matrimonio. Ha habido reticencia a la celebración de
matrimonios de personas de igual sexo, lo cual unas veces se demuestra en declaraciones
hechas ante la Prefectura del lugar de su residencia, en la época en la que han decidido la vida
en comunidad

Es el interés de la autora, mover a la reflexión y toma de conciencia sobre la necesidad de


adecuación legal en el ámbito estudioso, toda vez que es una situación real, que general
muchos conflictos y desigualdades legales, lo que amerita por parte del legislador las
respuestas adecuadas, haciendo uso ya sea de la interpretación jurisprudencial o de la
legislación comparada. Si logramos convocar pensamientos profundos sobre el tema, nos
damos por más que satisfechos.

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Concubinato en la República Dominicana (página 2)

Enviado por Miguel Santos

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Partes: 1, 2

 
Capítulo I.- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LAS UNIONES DE PAREJA

1.1 Matriarcado

Matriarcado, en antropología, es el sistema político en el que la mujer es dominante sobre el


hombre.

El matriarcado engloba otros términos que se pueden considerar como etapas anteriores y
parciales, aunque no imprescindibles a la situación política global así definida.

En el matriarcado el parentesco se da por la vía materna. La mujer madre es el centro de la vida


familiar y única autoridad, su labor era cuidar a los niños y recolectar frutos y raíces para la
subsistencia; en tanto que el hombre se dedicaba a la caza y a la pesca.

El grado extremo de matriarcado, el que resulta de la traducción al femenino de las características


del patriarcado acentuado al máximo, es el que efectivamente se ha dado en algunas sociedades.
Según esa definición, la madre es el cabeza de familia; el padre no forma parte del organigrama de
poder ni del funcional. La familia matriarcal no tiene padre propiamente dicho. El papel de éste es
en algunos casos es el de amante legal de la madre y otro el de simple esclavo, sometido al poder
de la parentela de la esposa.

Otras formas no tan extremas de matriarcado se han dado, cuyas características comunes es que
el parentesco (los apellidos) y la propiedad se transmiten por la madre, teniendo el padre un papel
secundario. En algunas sociedades, su lugar lo ocupa el tío materno, que se constituye en la
máxima autoridad masculina de la familia y en cualquier caso, la madre es el jefe y cabeza de la
comunidad doméstica. Tal es la variación de intensidad de este poder que los sociólogos optaron
por crear denominaciones distintas para los distintos grados de poder de la madre en la familia.
Así llamaron matronimia, al régimen en que se traza la descendencia por la línea femenina; y
ginecocracia al poder familiar y político ejercido por las mujeres.

En muchas sociedades modernas hay huellas evidentes de un auténtico poder de la madre en la


familia, un poder que si no se ejerce, se disuelve hasta desaparecer. El problema se presenta
cuando se tiene un poder con unas competencias asignadas, y no se dispone de subordinados a los
cuales cargarles el trabajo que comparta.

"Llevar la economía de la casa es una posición de poder, claro está, pero conlleva la servidumbre
de tener que hacer la compra, si no se tiene a quién mandar y otro tanto ocurre con cada derecho
que suele llevar aparejado un deber". (Ángel. Argentina. Pág. 5. 2003).

De acuerdo a lo planteado anteriormente por el autor, quien hace el aporte de los ingresos para el
sustento del hogar puede ostentar una posición de poder dentro del seno familiar, pero esto no
significa que el o la cónyuge sea discriminado por tal motivo.

Origen
El origen del Matriarcado se remonta al origen de la agricultura ya que la agricultura; principal
soporte económico de la antigüedad, se considera que fue fomentada en sus inicios por la mujer.
Durante la inmensa mayoría del tiempo de la especie humana en la tierra no se relacionaba el acto
sexual con el embarazo, como resultante de que no existía una relación causa y efecto directo
entre los dos hechos, se atribuía entonces el embarazo a la relación entre la mujer y la diosa tierra.

Como fuente de vida referida a la madre expresa la creencia arcaica de que la mujer sola creaba al
nuevo ser, se creía que la reproducción era asexuada, o sea que no intervenía el varón. La Reina
Sacerdotisa Suprema presidía un consejo el cual se reunía en asamblea en el que participaban y
votaban delegados de las ciudades. Se reunían en un santuario para celebrar fiestas en las que
solicitaban a la Diosa que ejerciese su función de protección sobre los campos para que
produjeran ricas cosechas y les asegurase contra las inclemencias del tiempo, así como impartir
justicia y celebrar ferias comerciales.

Los seres humanos prehistóricos vivian bajo un estado mental y psicológico de autentico terror.
Con sus muy limitados conocimientos no estuvieron muy seguros que el sol iba a salir el día
después a la noche siguiente, tampoco sabían si el rió Nilo iba a subir en el futuro inundando y
fertilizando el campo, para ellos todo estaba en manos de la diosa.

Este sistema toma la forma de una víctima propiciatoria en la figura de un "rey" ritualmente
sacrificado. Este rey era elegido por la Alta Sacerdotisa como su pareja sexual. El rol masculino en
la vida de los hijos de la representante de la diosa era cumplido por sus tíos maternos. El nuevo
Rey elegido por la Alta Sacerdotisa de entre los jóvenes voluntarios para el puesto mataba en la
fecha establecida al viejo Rey convenientemente drogado, ¡la sangre y la carnes del Rey sacrificado
eran esparcidos por los campos para aplacar a la diosas y garantizar una buena cosecha!

En la prehistoria durante miles de años los núcleos de población se agruparon, ante todo,
alrededor de las madres, pues las mujeres por su condición más sedentaria cultivaban con sus
hijos los campos constituyendo por tanto el protoplasma (término con el que se denomina en
ocasiones a la sustancia fundamental de la materia viva de las células) de la vida social. En los
referidos grupos humanos es sobre todo la madre la que aparece esencialmente como fuente de
la vida, de un modo particular en esa época en que la unión conyugal no existía de modo estable.

Se define como patriarcado la manifestación y la institucionalización del dominio masculino sobre


las mujeres, los niños y la ampliación de este dominio masculino sobre la sociedad en general.

Forma de organización social en la que el varón ejerce la autoridad en todos los ámbitos,
asegurándose la transmisión del poder y la herencia por línea masculina.

Al parecer, la sociedad en sus inicios se rigió por el sistema de matriarcado, situación inversa en la
que la mujer es cabeza de familia y transmisora del parentesco. La aparición de la agricultura y la
propiedad privada originaron formas sociales más complejas, en las que la actividad económica de
subsistencia dependía en su totalidad del varón.
La organización patriarcal se caracteriza fundamentalmente por la existencia de familias
numerosas, normalmente basadas en la poligamia, dirigidas por el varón de más edad, la posición
secundaria y subordinada de la mujer; la transmisión por línea masculina de bienes materiales y
privilegios sociales.

1.2.1 Origen

En el patriarcado la autoridad pasa paulatinamente de la madre al padre y el parentesco que se


reconoce por la línea paterna se asocia con el inicio de la agricultura y por consecuencia con el
sedentarismo. Él deja de andar cazando animales y la mujer se dedicaba a la siembra y cosechas
de frutas y verduras, se establecián todos juntos en un lugar hombres, mujeres y niños.

Al estar asegurada la subsistencia la vida se hacía menos riesgosa y más tranquila, el grupo
humano se estabiliza y crece y se practica la poligamia, es decir la posibilidad de que el hombre
tenga varias esposas lo que conllevaba un aumento de la población.

En la antigua Roma la constitución de la familia estaba caracterizada por el rasgo dominante del
régimen patriarcal: la soberanía del padre o del abuelo paterno, dueño absoluto de las personas
colocadas bajo su potestad, el jefe de familia regulaba a su placer la composición y podía excluir a
sus descendientes por la emancipación; podía también por la adopción hacer ingresar algún
extraño y su potestad se extendía a las cosas: todas sus adquisiciones y las de los miembros de la
familia se concentraban en un patrimonio único sobre cual ejercía él solo durante toda su vida los
derechos de propietario, en fin era el paterfamilia quién celebraba como sacerdote de dioses
domésticos.

El paterfamilias y las personas colocadas bajo su autoridad paterna estaban unidos entre ellos por
parentesco civil llamado Agnatio, este vínculo sobrevivía a la muerte del jefe y subsistía entre sus
hijos que después de muerto el padre eran jefes a su vez de nuevas familias, y entre los miembros
de que estaban formadas.

"Los aspectos como la política, el arte y la filosofía, la mujer estaba prácticamente excluida. Si la
mujer ha obtenido ciertos derechos y posiciones es porque ha luchado muy duramente para ello".
(García. Paris. Pág. 17 1999).

De acuerdo a la cita expuesta anteriormente, debía haber un rescate de lo femenino, la esencia de


este rescate consistía en la construcción de un sistema simbólico, como en la entrega del saber
que se da entre mujeres que comparten sus experiencias y dedicación, ya que la mujer en varios
aspectos contribuye al desarrollo de la familia.

Patriarcado

Uniones en Roma

Los romanos daban el nombre de concubinato a una unión de orden inferior, pero duradera, y que
así se diferenciaban de las relaciones pasajeras consideradas como ilícitas. Esta especie de
matrimonio parece haber nacido de la desigualdad de condiciones de las personas. Un ciudadano
tomaba para concubina a una mujer que no habría sido honorable hacerla su esposa tal como una
manumitida o una ingenua de baja extracción. Hasta el fin de la República, el derecho no se ocupó
de estas simples uniones de hecho. Fue bajo Augusto cuando el concubinato recibió su nombre, la
ley Julia del adulteri calificaba de estupro y castigaba todo comercio con una joven o viuda fuera
de la Justa Nuptia, más hacía una excepción en favor de la unión duradera llamada concubinato,
que así recibió una especie de consideración legal.

El concubinato sólo estaba permitido entre personas púberes, y sin parentesco en el grado
prohibido para el matrimonio, no se podía tener más de una concubina y únicamente al no tenerse
mujer legítima.

El concubinato no producía, en principio, ninguno de los efectos civiles unidos a la Justa Nuptia, así
la mujer no era elevada en él a la condición social del marido, y también cuando algún ciudadano
había tomado como concubina a una mujer de su mismo rango, lo cual era raro, nunca era tratada
como una cosa en la casa.

El concubinato o Unión libre en Roma era una institución expresamente reconocida, a la que se
atribuía un rango inferior al matrimonio. En esta forma de unión entre personas de distintos sexo,
la mujer no adquiría la consideración de casada y los hijos seguían la condición del padre, no la de
la madre.

Era el concubinato, en ocasiones, una forma de unión impuesta cuando se quería eludir los
obstáculos constituidos por la asistencia de determinadas condiciones de clase que debieran
concurrir para celebrar las justas nupciales, entre personas de diferentes categorías sociales. El
emperador Constantino estableció sanciones contra el concubinato, sin perjuicio de la protección
debida a los hijos nacidos de esta unión, a los que reconocía cierta participación en la herencia del
padre.

En el derecho Romano clásico, el matrimonio sólo podía celebrarse entre personas del mismo
rango. La mujer debía participar de la dignidad del marido, gozaba del honor del matrimonio lo
que importaba al trato propio de marido y mujer, en cambio si uno o ambos eran esclavos, la
unión era llamada contubernio. Las uniones incestuosas no eran consideradas honorables.

Las profundas divisiones en clases sociales, las diferencias entre quien era ciudadano romano y
quien no lo era marcaban la posibilidad o no de celebrar nupcias.

En Roma existía la libertad para unirse con una persona de rango menor, tal era la unión
concubinaria que no estaba sometida a prohibiciones o impedimento, pero como contrapartida
tampoco gozaba de los beneficios de las nupcias.

El concubinato se daba en dos supuestos:

En aquellos casos en los que existía prohibición para casarse, constituyendo un sustituto del
matrimonio.
Respecto de aquellas personas uniéndose a las cuales no se cometía estupro, considerándose
como sujeto pasivo del estupro solo la mujer ingenua y de vida honesta con la cual la unión debía
ser matrimonial.

En el mundo romano el concubinato tuvo gran difusión y no mereció reproche alguno, existieron
las uniones momentáneas, las concubinarias y las matrimoniales. El concubinato no competía con
el matrimonio, lo propio del concubinato era la unión, pero no con el carácter de exclusiva ni
estable. Era común tener más de una concubina, permitiéndose en ese ámbito la poligamia. El
matrimonio en cambio suponía tanto la unidad era monogámico, como estabilidad a pesar de que
existiera el divorcio. Su vocación era la permanencia, en cambio el concubinato se caracterizaba
por su fragilidad. En esos tiempos incluso el emperador podía tener una esposa y varias
concubinas sin que eso fuera considerado inmoral.

En realidad, lo único que pertenecía al mundo jurídico romano era el matrimonio. El concubinato
estaba fuera del derecho, razón por la cual las referencias al mismo eran indirectas y muy escasas.
El concubinato era indiferente para la ley o bien era considerado negativamente en cuanto que
pertenecía a la esfera de la libertad del individuo, ni regulada ni prohibida por la ley.

Esto demuestra que el matrimonio era la institución contemplada por el derecho, cuyas normas
debían ser respetadas, mientras que el concubinato entraba en el ámbito de la libertad individual.
El concubinato venía en algunos casos a resultar un sustituto de matrimonio, ya que en los casos
de concubinatos no correspondía sanciones legales por no existir transgresión.

En cuanto a los hijos nacidos del concubinato eran cognados de la madre y de los parientes
maternos, pero no estaban sometidos a la potestad del padre y nacían sui juris. Por lo tanto, un
ciudadano podía elegir entre dos uniones cuyas consecuencias eran distintas. Si quería desarrollar
su familia civil contraía la justa nupcia, que le daba hijos bajo su potestad; y si quería dejar fuera
de su familia a los hijos que le nacieran de la mujer a la cual se hubiere unido entonces tomaba
una concubina.

En el bajo imperio es cuando parece haber sido reconocido el lazo natural entre el padre y los hijos
nacidos del concubinato, designándole con la nueva apelación de liberi naturales. El padre podía
legitimarlos y Justiniano terminó asignando como efectos de esta filiación natural la obligación de
dar alimentos y cierto derecho de sucesión.

Los Emperadores cristianos buscaron el modo de hacer que el concubinato desapareciese.


Constantino creyó lograrlo ofreciendo a las personas que viviendo en concubinato tenían hijos
naturales, legitimarlos, siempre que trasformasen su unión en justa nuptia. Otros Emperadores
como Anastasio y Zenón fueron todavía más lejos, pues decidieron que tanto en el presente como
en el futuro todos aquellos que tuviesen hijos nacidos del concubinato podían legitimarlos. Esta
disposición fue conservada por Justiniano; es la legitimación por matrimonio subsiguiente, sin
embargo, el concubinato subsistió como institución legal y tolerada por la iglesia.

Uniones en Francia
La constitución de 1791 en Francia consideraba el matrimonio como un mero contrato civil,
dejando atrás el concepto de sacramento implantado por la iglesia Católica, y desapareciendo por
tanto el carácter de unión indisoluble.

Se decretó la ley de divorcio del 20 de Septiembre de 1792, debido a que el matrimonio era un
contrato civil igual que cualquier otro, el matrimonio podría ser disuelto por la voluntad de las
partes o por una de ellas.

La ley 12 del Brumario año II, otorgó a los hijos naturales un derecho hereditario igual al de los
hijos legítimos, no aplicó el principio de la no retroactividad de las leyes, por lo que los hijos
ilegítimos tuvieron la posibilidad de ejercer este derecho desde el 14 de Julio de 1789. Aunque
esta ley contribuyó a debilitar a la familia constituída por el matrimonio, protegió a los hijos
nacidos de las familias extramatrimoniales.

Para hacer valer sus derechos, a los hijos naturales se les imponía la carga de probar su filiación
con el fallecido, y de este modo recurrir a la posición de este estado de hijo del de cujus. Para
probar la relación filial debían exhibirse documentos públicos o privados que provinieran del padre
o como consecuencia de las atenciones dada a título de paternidad, tales como la educación o el
mantenimiento sin interrupción.

Si bién el movimiento revolucionario favoreció a los hijos naturales, el Código Napoleónico de


1804 les fue desfavorable. El ordenamiento de 1804 les negó el título de herederos
concediéndoles únicamente el derecho a heredar en la misma proporción de los hijos legítimos
cuando concurrieran en estos. Solo en caso de que no hubiera parientes en grado hábil para
heredar, podían los hijos naturales o ilegítimos recibir la totalidad de la herencia. Otras
desventajas que acarreó el Código Napoleónico para los hijos naturales fue la prohibición tajante a
éstos de investigar la paternidad.

El Código Napoleónico de 1804 no reguló la figura del concubinato, lo consideraba como hecho
material, que no producía ningún efecto o consecuencia de derecho, por lo que con estas
disposiciones se lesionaron los derechos tanto de la concubina como de los hijos. En virtud de esta
situación la sentencia de los tribunales fueron otorgando protección a las concubinas y a los hijos
nacidos de la relación concubinaria.

En Francia se identificaba el concubinato con el adulterio. El mismo Código Francés de 1804


establecía en su articulo 230 que la única causa por la que la mujer podría demandar en divorcio
por causa de adulterio era cuando este hubiera sostenido a su concubina en la casa común, es
decir cuando el adulterio se hubiera cometido en el lugar conyugal.

Capítulo II- LEGISLACIONES LATINOAMERICANA

2.1 Anteproyecto de Ley en Uruguay

En lo concerniente a la figura del concubinato o uniones de hecho, el derecho positivo Uruguayo


se agrupa dentro de las corrientes denominadas abstencionistas, en las que no hay una regulación
en el derecho de fondo y son mínimas las regulaciones que se admiten como derivadas de esta
forma familiar.

Esta denominada corriente abstencionista tiene como parámetro en sus orígenes el Código Civil
Francés de 1804, el cual se resistió a legislar sobre el concubinato y su actitud abstencionista
ejerció una gran influencia sobre las codificaciones americanas y europeas del siglo XIX.

La Constitución uruguaya contempla en su artículo 40 un concepto amplio de familia, ya que


establece que la familia es la base de la sociedad sin distinguir entre familia legítima y natural; por
lo cual da cabida al concubinato.

En la Constitución de Bien de Familia, conforme al Decreto Ley 15.597 de 10 de enero de 1984, es


viable:

Que un concubino constituya bien de familia a favor del otro según surge del artículo 6 apartado d:
por el padre o la madre natural o por ambos conjuntamente, en beneficio de los hijos menores
naturales reconocidos o declarados tales, en la proporción fijada para los casos de herencia, y del
apartado es por toda persona en beneficio de otra, en la medida que ello no afecte la porción
legitimaría de los herederos forzosos del constituyente.

Que el concubino superexistente puede administrar un bien de familia, según el artículo 14: el cual
expresa que de ocurrir la muerte del padre natural que dejare hijos menores, el bien de familia
permanecerá en la indivisión bajo la administración del otro progenitor natural, siempre que este
ejerciera la patria potestad, en su defecto, de un tutor hasta que los hijos alcancen la mayoría de
edad.

El Proyecto de ley de reconocimiento de las uniones concubinarias presentado por la diputada


Margarita Percovich establece una serie de disposiciones que vienen a regular lo que es la figura
jurídica del concubinato en Uruguay. El mismo consta de tres secciones, las cuales regulan las
relaciones personales, la situación de los hijos nacidos de la unión concubinaria heterosexual, y los
efectos patrimoniales.

En lo que concierne a las relaciones personales, los concubinos se deben asistencia recíproca.
Asimismo, están obligados a contribuir a los gastos del hogar de acuerdo a su respectiva situación
económica, además deben contribuir a la educación y manutención de sus hijos, estén o no
reconocidos.

En caso de disolución de la unión concubinaria ambos concubinos tienen la obligación recíproca de


servirse una pensión alimenticia adecuada a su digna sustentación, que se prolonga por un lapso
de igual duración a la del concubinato. Este derecho nace a partir de dos años de vida en común, y
cesara en caso de que el alimentario contraiga matrimonio o constituya una nueva unión
concubinaria.

En caso de disolución de la unión concubinaria, la resolución acerca de cuál de los dos


permanecerá en el hogar común, y falta de acuerdo entre las partes será resuelta por el juez
competente. El concubino que sea titular de un bien inmueble adquirido con anterioridad al inicio
de la vida en común prolongada durante un plazo mínimo de dos años, que hubiere sido el asiento
del hogar concubinario, podrá demandar el desalojo al otro concubino, el plazo del desalojo será
de un año y el procedimiento el fijado por el Código General de Proceso, no podrá ser efectivo el
lanzamiento contra el concubino que tuviere común menores de edad a su cargo, hasta que no
resuelva lo relativo a la vivienda de tales hijos.

La obligación de alimentos hacia los hijos subsiste luego de la separación de los concubinos. Los
concubinos de diferente sexo podrán proceder a una adopción conjunta siempre que reúnan los
requisitos previstos en el Código Civil y tengan un plazo mínimo de tres años de convivencia
singular y permanente.

"Para que la unión concubinaria surta los efectos patrimoniales previstos por este anteproyecto
serán necesario los siguiente requisitos:

Tres años de duración sin interrumpir la unión concubinaria.

Concurrencia de ambos concubinos en denunciar la vida en común ante el registro de la Estado


Civil, la que surtirá efectos a partir de la fecha de la inscripción". (Percovich. Uruguay. Art. 12.
2004)

De acuerdo a lo antes citado, el autor se refiere a que es imprescindible que ambos concubinos
estén un mínimo de tres años unidos y que además hayan comparecido por ante el Oficial de
Estado Civil correspondiente y de esa manera validar la unión libre o concubinato.

Se presumen bienes comunes de ambos concubinos y provenientes de su esfuerzo común,


aquellos adquiridos a título oneroso derivados de negocios jurídicos celebrados a partir de la
denuncia. Los bienes comunes serán administrados por quien los adquiera, requiriéndose el
consentimiento de ambos para la enajenación o gravamen de los bienes inmuebles, y de los
muebles cuyo valor sea superior a quinientas unidades reajustables.

Los acreedores de los concubinos pueden hacer efectivos sus créditos solamente contra su
deudor. Finalizada la unión concubinaria y satisfechas las deudas que cada conviviente tuviera con
sus acreedores, el saldo excedente se repartirá por partes iguales entre los concubinos o sus
herederos. Si uno o ambos de los concubinos estuvieren unidos en matrimonio con terceras
personas, los bienes adquiridos a titulo oneroso derivados de negocios jurídicos no tendrán
naturaleza ganancial.

La relación concubinaria no opta por los derechos derivados de la relación laboral entre los
concubinos, siempre que se trate de trabajo desempeñado de manera permanente y subordinada.
Se presume dicha relación, salvo prueba en contrario, cuando uno de los concubinos asume ante
terceros la gestión y administración del negocio o empresa que se trate.

Cuando uno de los concubinos haya sido contratado por un empleador pero las tareas sean
desempeñadas por ambos miembros de la pareja, el empleador lo será de ambos si ha mediado de
hecho su conformidad. En caso de fallecimiento de un concubino casado con un tercero, su
cónyuge no tendrá derechos sucesorios en los bienes obtenidos durante el concubinato.

2.2 Ante Proyecto de Ley en Argentina.

Las uniones libres o concubinatos en Argentina no contienen un ordenamiento integral en el


derecho positivo argentino, sus efectos se encuentran regulados aisladamente en las leyes de
accidentes de trabajo, de locacion, de obras sociales y en normas referentes a la seguridad social.

"El número creciente de uniones concubinarias presenta múltiples problemas jurídicos, que
naturalmente deben ser resueltos por los tribunales, lo que origina un sin número de conflictos
debido a la falta de regulación de fondo". (Colombo. Argentina. Pág. 2. 2005).

De acuerdo a la exponencia del autor, está claro que es importante legislar a favor de las personas
unidas en concubinato, para de esa manera evitar conflictos en los tribunales y en la sociedad.

Al conferir la corriente ideológica supradicha amplia legitimación a los concubinarios para


reclamar el resarcimiento del daño ocasionado por el fallecimiento de uno de ellos, establece
como condición que se trate de una unión de personas libres.

En consecuencia, la legitimación en cuestión no se funda en su carácter del concubino, sino que


radica en su condición de damnificado por el hecho ilícito; circunstancia que, de suyo, no se
encuentra prohibida por la ley.

De acuerdo a la interpretación de los artículos 1079 y 1109 del Código Civil Argentino, se
desprende que basta incoar el menoscabo de un interés simple, sin que sea menester la lesión a
un derecho subjetivo preexistente al ilícito, para poseer tal legitimación, debido a la existencia
cierta de un perjuicio personal y el nexo causal con el obrar ilícito.

Queda claro que el reconocimiento del derecho a la indemnización reside en la existencia cierta de
un perjuicio personal y en su nexo causal con el obrar ilícito, pues de lo que se trata es de advertir
si se ha configurado un daño y si éste debe ser reparado. En consecuencia, las condiciones
personales de cada víctima no deben influir en su legitimación, respecto de la cual sólo caben dos
posibilidades, se admite o se rechaza.

En la propuesta hecha por la Senadora Escudero, persigue agregar al artículo 1315 del Código Civil
argentino, un segundo párrafo, de modo que quedaría redactado de la siguiente manera: los
gananciales de la sociedad conyugal se dividirán por iguales partes entre marido y mujer, o sus
herederos, sin consideración alguna al capital propio de los cónyuges y aunque algunos de ellos no
hubieres llevado a la sociedad bienes algunos. Los bienes adquiridos por el hombre o la mujer que
se encuentren en estado de aparente matrimonio durante el lapso de cinco años, como mínimo,
se dividirán por iguales partes entre ellos, a sus herederos.

Los requisitos que deben cumplir las uniones para surtir efectos son tales como:

Posean mayoría de edad o estén emancipados.


Tengan aptitud nupcial.

No formen una unión de hecho con otra persona en el mismo momento.

No tengan relaciones de parentesco en línea recta por consanguinidad o adopción.

En cuanto a la extinción de la unión de hecho o concubinaria, se extinguen por:

De común acuerdo.

Por decisión unilateral de uno de los miembros de la unión notificada al otro por cualquiera de las
formas admitidas en derecho.

Por muerte o declaración de fallecimiento de uno de los miembros de la unión de hecho.

Por separación de hecho por más de seis meses.

Por matrimonio de uno de los miembros.

Hayan convivido durante un tiempo no inferior a los cinco (5) años, siempre que de la unión no
haya descendencia, en cuyo caso los efectos se cumplirán desde el tiempo de la concepción.

Otros derechos a que tiene lugar las uniones de hecho o concubinaria son, derecho de location
destinado a vivienda. En caso de fallecimiento del locatario concubino, el arrendamiento
destinado a vivienda podrá ser continuado en las condiciones previamente pactadas y hasta el
vencimiento del contrato, por el concubino existente.

Derecho de habitación, si se produjera la muerte de uno de los concubinos y este fuera titular del
inmueble que hubiera constituido asiento del hogar, el sobreviviente podrá alegar derecho real de
habitación, si existiera descendencia de la pareja o hubiera convivido al meno por cinco años.

2.3 Anteproyecto de Ley en Brasil

En la constitución Federal brasileña, se reconoce y brinda la protección del Estado a las uniones
estables entre hombre y mujer, le otorga el carácter de entidad familiar e indica que la ley debe
facilitar su conversión en matrimonio. En materia de provisión social, la Constitución contempla la
pensión por la muerte del asegurado, hombre o mujer, al cónyuge o compañero y sus
dependientes. Un decreto, sobre Previsión Social, reconoce como dependientes asegurados, entre
otros, a la compañera mantenida por más de cinco años. Para que la compañera tenga derechos
es preciso que se trate de un concubinato puro, es decir, aquel en el cual ni el hombre ni la mujer
tienen impedimentos para casarse. Debe tenerse presente que el concubinato obedece, en la
mayoría de los casos, precisamente a la imposibilidad legal de los compañeros de contraer
matrimonio.

Se elimina la discriminación en el ámbito de la familia; se constituye no solo por el matrimonio,


sino también por la unión libre estable entre hombre y mujer, elevando la relación al estado de
entidad familiar, regula el derecho de los compañeros a los alimentos, sucesiones y la división por
mitades de los bienes de los concubinos.

La ley de concubinato, complementa y concede el derecho real de habitación por muerte de uno
de los convivientes. La expresión concubinato se reserva únicamente para las relaciones entre un
hombre y una mujer impedidos de contraer matrimonio.

Establece también los deberes y derechos recíprocos entre los convivientes y regula la aplicación
analógica para las relaciones patrimoniales de los convivientes aplicando el régimen de comunidad
parcial de bienes. La unión estable se puede convertir en casamiento mediante el pedido de los
compañeros ante el Juez, asentándolo en el Registro Civil.

Capítulo III- MATRIMONIO Y CONCUBINATO

3.1 Conceptos de Matrimonio

Matrimonio, la palabra matrimonio proviene del Latín Matrimonium que significa Matriz y madre.

En casi todos los países, la institución del matrimonio se halla siempre en mayor o menor medida,
vinculada a la religión, ya sea bajo el paganismo o el cristianismo. Solamente la religión de
Mahoma y la de los Virginianos han sido las que no han tenido ninguna intervención religiosa en
un acto tan solemne y sagrado, del cual depende la felicidad y la desdicha de la vida humana;
Braham, Moisés, Confucio, Buda, Orfeo, Lutero, Calvino, Craher, en fin, todos los legisladores y los
reformadores religiosos han reconocido la necesidad de dar cierto carácter sagrado a la más
importante de las instituciones sociales: el matrimonio.

En el derecho canónico se destaca, como elemento fundamental en el matrimonio, la relación


sexual de los cónyuges, ya que mientras ésta no exista, estima que el matrimonio no se ha
consumado. Esta situación no siempre encuentra una aplicación concreta, ya que por el contrario
no toma en cuenta esa circunstancia en los matrimonios que se celebran en aquellos casos en que
uno de los contrayentes va a morir; teniendo sin embargo trascendencia desde ciertos ángulos,
como son el de la legitimación y el de la sucesión.

"Santo Tomás de Aquino, señaló (citado por Guzmán. México. 2004. Pág. 10) que el matrimonio,
en cuanto es oficio de la naturaleza, debe ser estatuido por la ley natural; en cuanto es
sacramento, por el derecho divino; en cuanto es oficio de la comunidad, pertenece al derecho
civil".

De acuerdo al razonamiento hecho por el autor de la cita anterior, se deduce que como oficio de la
naturaleza el hombre se dirige a un fin, adecuado a su propia naturaleza, dirigido por la razón y la
conciencia. En cuanto a ley divina se puede apreciar eterna y suprema creación que dirige a todos
los hombres conforme a su naturaleza. La ley civil, que es la ley humana, se dirige al gobierno de
los hombres, inspirada en el orden y el bien común.
Esmein entendía que en el fondo, el matrimonio es la unión sexual del hombre y la mujer elevada
a la dignidad de contrato por la ley y de sacramento por la religión. Por su parte Emmanuel Kant
describe el matrimonio como el comercio sexual según la ley. Martín Lutero consideró el
matrimonio como una institución puramente civil.

El derecho canónico consagra el matrimonio como un sacramento, que simboliza desde un punto
de vista religioso la unión de Cristo con su iglesia.

Matrimonio, es la unión estable entre hombre y mujer, convenida de acuerdo con la ley, regulada
y ordenada a la creación de una familia. No se trata de una creación técnica del Derecho, sino de
una institución natural que el ordenamiento regula en interés de la sociedad.

Matrimonio, es la unión legítima de un hombre y una mujer, para llevar vida en común y fundar un
hogar. Es ceremonia civil o religiosa destinada a la creación del vínculo del matrimonio.

3.1.1 Matrimonio civil

Es el contrato civil y solemne por el cual un hombre y una mujer se unen en vida, a los fines de
crear una familia, a la cual aseguran en conjunto, la dirección moral y material.

Es un contrato porque el matrimonio resulta esencialmente del consentimiento de los esposos. Es


un contrato civil, porque es celebrado por la autoridad civil. La vida en comunidad, la procreación
y la educación de los hijos, forman parte del objeto esencial del matrimonio.

Las condiciones de fondo para formalizar el matrimonio civil son:

La diferencia de sexos.

La edad de los contrayentes.

El consentimiento de los esposos.

El consentimiento de los padres, cuando se trata de menores.

Ausencia de un matrimonio anterior no disuelto.

Ausencia de parentesco o alianza entre los contrayentes.

Las condiciones de forma para celebrar el matrimonio civil son:

Debe ser celebrado públicamente ante un Oficial del Estado Civil del lugar donde residan los
contrayentes.

Salvo dispensa, la ceremonia debe ser precedida de publicación o edictos.

El no cumplimiento con las disposiciones anteriores traen consigo la nulidad del matrimonio.
Según la gravedad del caso, esa nulidad puede ser absoluta o relativa. La nulidad absoluta puede
ser invocada por cualquier interesado, así como por el representante del Ministerio Público.
"La nulidad absoluta resulta de la identidad de sexo, la ausencia de consentimiento de los
desposados, la bigamia o incesto, clandestinidad en la celebración del matrimonio o la
incompetencia del Oficial del Estado Civil". (Bouten, 2001 Pág. 75).

De acuerdo con esta cita se especifica que personas del mismo sexo no pueden contraer
matrimonio deber ser relaciones heterogéneas, a la ves especifica que el hombre o la mujer no
pueden estar casado al momento de contraer matrimonio y es imprescindible que sea la persona
competente que otorgue el casamiento o contrato.

La nulidad absoluta es de orden público, puede ser invocada en cualquier momento y prescribe a
los veinte (20) años.

En cuanto a la nulidad relativa la misma puede resultar del consentimiento dado por error o
violencia, falta de autorización de los padres, cuanto es celebrado entre menores de edad.

En cuanto al consentimiento dado por error o violencia solo puede ser alegada por el cónyuge
cuyo consentimiento ha sido viciado. La falta de autorización de los padres, trae consigo que la
nulidad pueda ser perseguida por el menor que necesita autorización, así como por los padres.

Sea absoluta o relativa, la nulidad, una vez pronunciada, produce efectos retroactivos y el
matrimonio se considera como si nunca hubiera existido.

3.1.2 Matrimonio eclesiástico o canónico

Matrimonio canónico, es el sacramento de la Iglesia católica apostólica romana por el que un


hombre y una mujer bautizados, se comprometen a vivir unidos con el fin de contribuir al mutuo
enriquecimiento personal, así como a la procreación y educación de los hijos. En el matrimonio
canónico los ministros del sacramento son los propios cónyuges, y el sacerdote es el testigo
calificado en nombre de la Iglesia.

La condición de sacramento quiere decir que Dios otorga su gracia a través del signo externo, que
en este caso es la mutua aceptación del compromiso. Para que resulte válido es indispensable
conocer las obligaciones que entraña dicho compromiso y realizarlo en libertad, sin coacción
externa o interna, así como carecer de ningún impedimento canónico.

La República Dominicana reconoce plenos efectos civiles a cada matrimonio celebrado según las
normas del Derecho Canónico. En armonía con las propiedades esenciales del matrimonio católico
queda entendido que, por el propio hecho de celebrar matrimonio católico, los cónyuges
renuncian a la facultad civil de pedir el divorcio, que por esto mismo no podrá ser aplicado por los
tribunales civiles a los matrimonios canónicos.

El Estado Dominicano garantiza a la iglesia católica la plena libertad de establecer y mantener, bajo
la dependencia de la Autoridad eclesiástica, escuelas de cualquier orden y grado. En consideración
de la utilidad social que de ella deriva a la Nación, el Estado las ampara y procurara ayudarla
también mediante congrua subvenciones.
Para el reconocimiento de parte del Estado, de los efectos civiles del matrimonio canónico, será
suficiente que el acta del matrimonio sea transcrita en el Registro Civil correspondiente, de la
manera siguiente:

Dentro de los tres (3) días siguientes a la celebración del matrimonio canónico el párroco
transmitirá copia textual del acta de la celebración al competente Oficial del Estado Civil para que
proceda a la oportuna transcripción. Dicha transcripción debe realizarse dentro de los dos días
siguientes a la recepción de la misma acta y dentro de los tres (3) días de haberla transcrito el
Oficial del Estado Civil hará la oportuna notificación al párroco indicando la fecha.

El párroco que sin graves motivos deje de enviar copia del acta matrimonial dentro del plazo
citado incurrirá en pena de desobediencia y el funcionario del Registro Civil que no lo transcriba a
su tiempo incurrirá en las sanciones que señales la ley orgánica de su servicio.

Se entiende que los efectos civiles de un matrimonio debidamente transcritos regirán a partir de la
fecha de la celebración canónica de dicho matrimonio. Sin embargo, cuando la trascripción del
matrimonio sea solicitada una vez transcurridos cinco (5) días de su celebración, dicha trascripción
no perjudicará los derechos adquiridos, legítimamente por tercera personas. No opta a la
trascripción la muerte de uno o de ambos cónyuge.

3.1.3 Características del Matrimonio

Son caracteres del matrimonio según la concepción corriente en los países civilizados:

a) Constituir un vínculo habitual con vocación de permanencia, dirigido, por su propia finalidad, a
la convivencia y colaboración de los cónyuges en un hogar, formando una familia en cuyo seno
nacerán y se criarán los hijos, si los hubiere.

b) Resultar de un acto jurídico bilateral celebrado en un concreto momento: la boda. Este acto
está regulado, con carácter solemne, por la ley como creador exclusivo del vínculo reconocido por
el Estado.

De acuerdo a los Doctrinarios Henry y León Mazeau, son caracteres del matrimonio:

El matrimonio es un acto solemne, porque se perfecciona por el solo acuerdo de las voluntades,
fuera de toda forma particular; cuando se requiere un documento, es solamente para permitir la
prueba del contrato, no para su validez.

El matrimonio es un acto civil, no es considerado por la ley, sino como un acto civil; no une aquel
ningún efecto al matrimonio religioso.

3.2 Conceptos de Concubinato


Etimológicamente la palabra concubinato proviene del Latín Concubinattus, que significa vida
marital del hombre con la mujer.

Concubinato, en sentido amplio, cohabitación de un hombre y una mujer sin la ratificación del
matrimonio. En su sentido restringido, el concubinato es una forma de poligamia en la cual la
relación matrimonial principal se complementa con una o más relaciones sexuales.

Concubinato, es la situación de hecho derivada de la convivencia de dos personas, hombre y mujer


no unidas por matrimonio, que compartan un proyecto de vida común basada en relaciones
afectivas de carácter singular y dotadas de estabilidad y permanencia.

3.2.1 Características del concubinato

El concubinato posee las siguientes características, que son elementos integrantes del mismo
como son:

Cohabitación, que es el rasgo que distingue una unión concubinaria de una mera relación
circunstancial. Si los sujetos carecen de un domicilio común no es posible sostener la existencia de
un concubinato para los diversos efectos que este puede invocarse en el ámbito jurídico. Esta
cohabitación implica la comunidad de vida, es decir, posibilita que la pareja, en mayor o menor
medida, comparta la vida en todos esos aspectos que determinan situaciones que exigen
consideración y solución por parte del derecho. Cohabitación conlleva la comunidad de hecho, es
decir la existencia entre los sujetos de relaciones sexuales o, al menos la apariencia de ellos dado
el modo íntimo en que comparten la vida.

Notoriedad, la unión del hombre y la mujer consiste en una comunidad de hechos, de habitación y
de vida, debe ser susceptible de público conocimiento; es decir no debe ser ocultada por lo sujeto.
La carencia de este requisito incidirá en el plano de los efectos que interesan a terceros así por
ejemplo, la situación de los proveedores del hogar común que no podrán invocar la apariencia del
estado matrimonial.

Singularidad, entre los elementos constitutivos del concubinatos tienen que figurar la singularidad.
Este concepto implica que la totalidad de los elementos que constituyen el concubinato debe
darse solamente entre los dos sujetos; pero no se destruye la singularidad por el hecho de que
algunos de dichos elementos se de entre uno de los concubinos y otro sujeto, en la medida en que
ello resulte posible.

Permanencia, la relación de los concubinos no puede ser momentánea, ni accidental. Debe ser
duradera, a tal punto que faltando esta modalidad resultaría inaplicable la casi totalidad de los
efectos que cabe adjudicar al concubinato. Así como en el matrimonio también en el concubinato
puede haber breves rupturas, momentáneas separaciones seguida de pronta reconciliación, sin
que ello afecte el carácter de permanencia que la relación presente.

3.2.2 Concubinato carencial


El concubinato carencial esta integrado por una pareja que carece de impedimentos
matrimoniales, tienen aptitud para casarse, viven en posesión de estado matrimonial, pero que sin
embargo, carece de motivación para celebrar su matrimonio civil.

3.2.3 Concubinato sanción

El concubinato sanción, aquel en el cual uno o ambos integrantes de la pareja de concubinos, con
posesión de estado matrimonial, tienen ligamen anterior.

Esta situación carece en progresión geométrica como consecuencia de las legislaciones que
mantienen la indisolubilidad del vínculo matrimonial y otorga un divorcio que no es tal, ya que se
concede la separación personal y bienes, pero no la aptitud nupcial.

3.2.4 Concubinato utópico

En el concubinato utópico, los integrantes de la pareja viven en posesión de estado matrimonial,


no tiene impedimentos para contraer matrimonio, no carecen de lo indispensable para llevar una
vida decorosa ni les falta nivel cultural. Sin embargo, no quieren contraer matrimonio por razones
filosóficas que los llevan a considerar el vínculo jurídico como una intromisión del estado a su vida
privada.

3.3 Derechos de las personas unidas en concubinato

La unión libre en principio no tiene ningún valor legal y no entraña consecuencias jurídicas, salvo
algunas excepciones. El legislador, en efecto, ha admitido el beneficio de ciertas medidas para la
concubina, tales como el mantenimiento en los lugares alquilados y la prueba de la filiación
natural.

La unión libre no crea ninguna comunidad de bienes entre los concubinos, pero la jurisprudencia
admite que puede resultar una sociedad de hecho, si dicha unión perdura por cierto tiempo y si se
encuentran reunidos elementos constitutivos de una sociedad, especialmente cuando se
establecen aportes comunes.

La cuestión de si uno de los concubinos puede obtener el pago de daños y perjuicios en caso de
muerte del otro como consecuencia de un accidente, a dado lugar a inusitadas discusiones en
doctrina. La Cámara Civil de la Corte de Casación Francesa rehúsa otorgar derecho a
indemnización a la concubina cuyo compañero ha sido víctima de un accidente, en tanto que la
Cámara Criminal de dicha Corte, fundándose en términos muy generales del artículo 1382 del
Código Civil, le acuerda un derecho a relación bajo ciertas condiciones.

Numerosos casos han sido presentado ante los tribunales y la Suprema Corte de Justicia
dominicana en relación a litis relacionadas en demanda sobre indemnizaciones de daños y
perjuicios sufridos por la concubina en casos determinado, favoreciendo en su mayoría de los
casos a la parte afectada, tal es el caso del recurso de casación elevado ante la Suprema Corte de
Justicia por la señora Fidelina Maria Suazo, en fecha 17 de Octubre del 2001, quien fue favorecida
en su parte dispositiva de manera fundamental, con una sentencia indemnizatoria en daños y
perjuicios avalada por el articulo 1382 del Código Civil, que protege a las víctimas de un daño
causado por un hecho del hombre, pues dicho artículo no distingue, sino que consagra un
principio general en beneficio de todo aquel que recibe un daño. Donde se ponderó como indicios
serios y graves que el demandado debía reparar los daños causados por él.

Las leyes adjetivas, interpretando la realidad social dominicana, se ha ocupado en diversas


ocasiones de regular y proteger no solo a las personas de los convivientes y sus bienes, sino
también a la descendencia que esta relación pueda generar como es el caso de la ley 136-03,
donde se reconoce a la unión consensual como una modalidad familiar real, al igual que la familia
cimentada en el matrimonio y al mismo tiempo protege su descendencia. En dicha ley se reconoce
también la existencia de las uniones de hecho al tipificar como infracciones graves los actos de
violencias domestica, de agresión sexual y de abandono en que pueda incurrir un conviviente o ex
conviviente en perjuicio del otro.

Otra ley adjetiva que se pronuncia de manera directa al concubinato, es el Código de Trabajo en
especial el artículo 54 donde se dispone que el empleador está obligado a conceder al trabajador
cinco días de licencia con disfrute de salario, con motivo de la celebración del matrimonio de este;
tres días en los casos de fallecimiento de cualquiera de sus abuelos, padres e hijos, o de
compañera, y dos días para el caso de alumbramiento de las esposa o de la compañera
debidamente registrada en la empresa.

3.4 Derechos de las personas unidas bajo contrato de matrimonio

Los esposos se deben mutuamente fidelidad, socorro y asistencia, la obligación de asistencia


impone a los esposos el deber de ayudarse materialmente, especialmente en caso de enfermedad
o incapacidad.

La obligación de socorro es el equivalente de la obligación alimentaría entre parientes y aliados.


Los esposos se obligan mutuamente a una comunidad de vida.

Los esposos tienen plena capacidad jurídica, sus poderes no pueden ser limitados por su régimen
matrimonial o reglas particulares, cada uno de ellos puede celebrar válidamente los contratos que
tengan por objeto el sostenimiento y la educación de los hijos. Las obligaciones resultantes de
algún compromiso son solidarias, aunque esta solidaridad no se aplica a los gastos excesivos
respecto del estilo de vida o de la utilidad de la operación. Las personas unidas bajo contrato de
matrimonio, dependiendo del régimen bajo el cual se hayan unido en matrimonio, gozan de todos
los derechos establecidos a partir del articulo 1399 del Código Civil dominicano, donde comienza
diciendo que la comunidad, sea legal o convencional, empieza desde el día en que el matrimonio
se ha contraído ante el Oficial del Estado Civil, por lo que no puede estipularse que comience en
otra época.
La legislación dominicana en referencia a los regimenes matrimoniales, expresa que, la comunidad
se forma de los activos y los pasivos, a la que realiza una serie de especificaciones de los bienes
que se consideran como activos de la comunidad, como son:

De todo el mobiliario que los esposos poseían en el día de la celebración del matrimonio, y el que
les correspondió durante el matrimonio a titulo de sucesión, o de donación, si el donante no ha
expresado lo contrario.

De todos los frutos, rentas, intereses y atrasos de cualquier naturaleza que sean vencidos o
percibidos durante el matrimonio, y provenientes de los bienes que pertenecían a los esposos
desde su celebración, o que les han correspondido durante el matrimonio por cualquier titulo que
sea.

Todos los inmuebles que adquieran durante el matrimonio.

"Es muy importante destacar que si no se prueba que uno de los esposos tenía la propiedad o
posesión legal anterior al matrimonio, o adquirida después a titulo de sucesión o donación, se
consideran como inmuebles adquiridos en comunidad". (Acosta. 2004. Pág. 156).

De acuerdo a la especificación anterior formulada por el autor, es imprescindible que el esposo o


esposa especifique al momento de contraer matrimonio, si poseen bienes inmuebles, deben
presentar la propiedad de los mismos, de lo contrario entran en la comunidad, teniendo derecho a
ellos ambos esposos.

En cuanto al pasivo de la comunidad, se forma:

De todas las deudas mobiliarias en que los esposos estaban grabados el día de la celebración del
matrimonio y las que les vienen durante el matrimonio.

Deudas de capitales, rentas o intereses contraídos por uno de los esposos.

Rentas e intereses solamente de rentas o deudas pasivas que sean personales a los dos esposos.

Reparaciones usufructuarias de los inmuebles que no entran en comunidad.

Los alimentos de los esposos, de la educación y sostenimiento de los hijos y cualquier otra carga
del matrimonio.

Los esposos son los administradores de los bienes de la comunidad, pueden venderlos,
enajenarlos o hipotecarlos con el consentimiento de ambos cónyuges. Sin embargo no pueden
disponer a título gratuito, de los inmuebles de la comunidad ni del todo o parte del mobiliario,
excepto cuando sea para establecer a los hijos del matrimonio. Si uno de los esposos hace una
donación no podrá pasar de la parte que tenga en comunidad.
Los esposos deben restituir al conjunto de bienes existentes, todo lo que deben a la comunidad a
título de recompensa o indemnización, o sea que, si uno de los esposos tiene deuda con la
comunidad debe retrotraerlo a la masa de bienes de la comunidad.

Son numerosas las uniones concubinarias que se oficializan cada día en el país, así como también
el matrimonio legal, en este capítulo se plasman el porciento de personas que se unieron
legalmente en el primer trimestre del año 2005 en Puerto Plata, el rango de edades de las
personas unidas legalmente, profesiones, rechazo o aceptación de las uniones libres por las
instituciones de Puerto Plata, también tratará acerca de los derechos de los concubinos en caso de
disolución de la unión, compromisos de fidelidad de los concubinos y los casos de desalojos
cuando se produce la disolución de la unión.

Capítulo IV- ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

Este capítulo tiene por objeto presentar un análisis de los resultados del estudio realizado,
planteando las posibilidades de los derechos adquiridos por los concubinos a la luz de las
legislaciones vigente en la Republica Dominicana, desarrollando tres objetivos específicos, que
arrojaron tres unidades de investigación, la unidad número uno tiene como fuente, los datos
arrojados por la Oficialía del Estado Civil de Puerto Plata, la segunda unidad tiene como fuentes,
entrevista verbal estructurada a Pastores, Sacerdotes y representantes de instituciones sociales,
como son, Iglesias el Buen Samaritano, La Diócesis de Puerto Plata, Colegio de Abogados y la
Cámara Júnior y en lo que concierne a la tercera unidad, se tomaron como fuentes sentencias de
la Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana, Ante Proyecto del Código Civil de la
Republica Dominicana, Proyecto de ley de Argentina y Proyecto de ley de Reconocimiento de las
uniones concubinarias de Uruguay.

La realización de este análisis evaluará el rechazo y la aceptación de las instituciones de Puerto


Plata con respecto a las uniones libres o concubinato, se determinará el grado académico de las
personas unidas legalmente, así como también el porciento de edades.

Se tomó como fuente los libros registros de los tres primero meses del año 2005 de la Oficialía del
Estado Civil de Puerto Plata, las opiniones de los representantes de las Iglesias El Buen Samaritano,
Diócesis de Puerto Plata, presidente del Colegio de Abogados de Puerto Plata y presidente de la
Cámara Júnior.

Tabla 1

Edades de los hombres

Edades Frecuencia Por cientos

22-33 11 55 %

33-44 7 35 %
44-55 _ _

55-67 2 10 %

Totales 20 100 %

De los expedientes que analizaron de las formas que contrajeron matrimonio en el primer
trimestre del 2005, es que el 55 % de los hombres que habían contraído nupcias sus rangos de
edades oscilaban entre los 23 y 33 años.

En una tercera parte de los expedientes, los rangos de edades de los hombres oscilaban entre los
33 y 44 años. Haya que significar que un 10 % de estos hombres tenían edades entre 55 y 67 años.

Gráfica 1

Edades de las mujeres

En relación a las edades de las mujeres se encontró que el 70% tenían más de 20 años y menos de
30 años, por lo que el 30% tenía más de 30 años de edad.

Tabla 2

Profesiones de los hombres

Profesiones Frecuencia Por cientos

Liberales 5 25 %

Técnicos 15 75 %

Totales 20 100 %

El 75 por ciento de los hombres que contrajeron nupcias ejercían profesiones técnicas, sólo un 25
por ciento de ellos ejercían profesiones liberales.
Gráfica 2

Profesiones de las mujeres

En lo concerniente a las profesiones de las mujeres se encontró, que el 15 % tenían profesiones


liberales y el 85 % restante se dedicaban a labores técnicas.

Tabla 3

Aceptación o rechazo de las instituciones de Puerto Plata

Instituciones Aceptación Rechazo Frecuencia %

Profesionales _ 3 3 100 %

De servicios _ 2 2 100 %

Totales _ 5 5 100 %

Las posiciones de las instituciones de Puerto Plata frente a las uniones libres, encontrándose como
resultado, que todas las instituciones profesionales como de servicios rechazan las uniones libres.

Conclusiones

Se planteó analizar las diferencias y puntos encontrados entre las jurisprudencias dominicana
frente a legislaciones extranjeras, encontrándose que según el Ante Proyecto del Código Civil
Dominicano, las causas que dan motivo para la disolución de la unión de hecho, son las siguientes:
por la muerte de uno o ambos convivientes, por mutuo consentimiento de los convivientes
declarado ante notario público, por el matrimonio de uno de los convivientes con una personas
distintas a la de su compañero o compañera permanente y por sentencia Judicial.

En cuanto a los derechos de los concubinos en caso de disolución por la muerte de uno de ellos, el
superviviente quedara legítimamente facultado para reclamar al responsable las indemnizaciones
que procedan por los daños y perjuicios materiales y morales que haya experimentado como
consecuencia de ese hecho. El superviviente puede ser llamado a la sucesión ab-intestato del otro
si la ruptura se produce por la muerte de ambos convivientes, la partición y liquidación se
efectuara dentro del respectivo proceso de sucesión de cada uno de ellos.

Tal es el caso de la Sentencia del 4 de Agosto del 2004, acogida por la Suprema Corte de Justicia de
la República Dominicana ordenando la partición de bienes entre concubinos, considerando que los
concubinos de acuerdo a sus propias declaraciones habían estado envueltos en una relación
sentimental durante 16 años, que durante su vida procrearon tres hijos por lo que habían tenido
una relación estable con apariencia de un matrimonio normal. En dicha relación habían fomentado
varios negocios y grandes sumas de dineros todo producto del esfuerzo conjunto de los
convivientes, llegando a ser los mismos, de inconmensurable valor comercial.

El Tribunal Supremo acogiéndose a lo justo y además conforme a las disposiciones legales,


proponiendo que los concubinos pueden participar en partes iguales en los bienes adquiridos con
tales ingresos, tal como lo establece la jurisprudencia dominicana; si una de las partes ha retenido
más de lo que le corresponde, el tribunal obligará a devolver la porción de más y que aun en
ausencia de un convenio o acuerdo entre el concubino y la concubina la parte perjudicada podrá
exigir su partición en los bienes conjuntamente adquiridos en proporción de su aporte, con el
objeto de evitar enriquecimiento injusto.

Además que existe un principio de que en materia de partición prevalece la divisibilidad y por
tanto es la regla de que todo el que tiene derecho a un inmueble y sus mejorías, puede demandar
la partición, conforme lo dispone el articulo 815 del Código Civil, porque en el caso en especie los
concubinos habían dado termino a su relación que los unía, por lo que nadie puede estar obligado
a permanecer en estado de indivisión, y que durante la existencia de su unión fueron procreados
bienes, motivado el Tribunal por todas esas circunstancias y otras expuestas en la Sentencia
dictaminó a favor de la partición cumpliendo con todas las reglas existente en materia de partición
de acuerdo a lo que establecen los artículos 823, 824, 831, 834, 837 y siguiente del Código Civil,
que en materia de partición se debe nombrar, un Juez comisario, peritos, un notario público.

Esto no concuerda con una sentencia del 12 de Abril de 1994, con cierta similitud por un Tribunal
en la Argentina, por la concubina contra su conviviente por enriquecimiento sin causa, fundada en
el argumento de que el concubinato hace presumir la existencia de una sociedad de hecho entre
los concubinos, por medio de lo cual pretendió reforzar la debilidad probatoria de los aportes
realizados por ella, donde sostuvo que su concubino pudo adquirir un apartamento con lo que
ahorró al vivir en la casa de ella, donde el demandado negó la existencia del enriquecimiento
invocado, afirmó que desde que se inició la relación concubinaria nunca careció de capacidad
económica para realizar una operación inmobiliaria como la que había detallado la demandante.
Además de negar que el precio de la compra del citado inmueble fuera integrado, total o
parcialmente, con ahorros derivados de la circunstancia de vivir en el domicilio de la demandante,
afirmó que en ningún momento medió entre ellos comunidad de bienes ni intención de constituir
un solo patrimonio.
Para probar que ambos conservaron la administración y disposición de sus bienes y de los ingresos
provenientes de sus respectivas profesiones, afirmó que la actora había vendido un apartamento
que poseía, con cuyo producto pudo adquirir la unidad funcional. Así mismo, de la prueba
documental y de los informes aportados, resultó que las operaciones en la cuenta personal del
demandado las realizaba él mismo, y que en ella se depositaba, en forma automática, el sueldo
que éste cobraba; por lo que el tribunal entendió que debía desestimarse la querella de la actora
debido a que no estaba probado el enriquecimiento sin causa y que analizando la capacidad
económica del demandado podía adquirir el apartamento sin la participación del recurrente. Y
donde la recurrente había vendido un apartamento y adquirió otro inmueble, lo que le permitió
concluir que no existió comunidad de bienes ni intención de constituir un solo patrimonio.

Mediante análisis de sentencias emitida por los tribunales de Argentina, se encontró que en los
casos de desalojo cuando se produce la disolución, procede cuando el tenedor ha contraído la
obligación de restituirla, salvo un supuesto de excepción en que no existe obligación de dar cosa
cierta; cuando el ocupante es intruso, cuando ha penetrado en el inmueble sin derecho, por la
fuerza o por vía de los hechos, cuando el apoderamiento se consuma contra la voluntad del
poseedor. La muerte del locatario no da derecho a desalojar al concubino, la legitimación activa de
los herederos del concubino propietario del inmueble para desalojar a su concubina después de la
muerte del dueño del bien, en este caso no se aplica la ley de locación porque el concubino no es
locatario de su pareja y en principio en el derecho argentino los herederos podrían desalojar a
quien no ostenta título válido para continuar en el uso y goce de la cosa. Un caso en cuestión fue
presentado ante la Corte de Apelación en Argentina, donde herederos del fallecido solicitan el
desalojo de la concubina del concubino muerto, el Juez de primera instancia accede al pedido y
ordena el desalojo de la demandada, quien apela, reclamando que ella invirtió dinero para la
reparación del hogar y para cancelar parte del precio del inmueble.

La Cámara resolvió que el carácter de concubina no resulta condición suficiente por si solo para
repelar la acción de desalojo, y que los aportes prestados para arreglar el hogar no constituyen
una sociedad de hecho. Sin embargo estableció que la conducta desplegada por la demandada
denotaba ejercicio de la posesión del bien objeto de litigio y afirmó que la acción personal de
desalojo, no procede contra la persona que invoca y prueba un derecho real (usufructuarios,
usuarios) o contra los poseedores, sea que medie posesión legitima o ilegitima, de buena o mala fe
caben las acciones posesorias o petitorias, pero no el desalojo, concluyendo que era improcedente
el desalojo y revoca la sentencia.

Originalmente la demanda por desalojo contra el concubino en Argentina, era procedente por ser
considerado éste un intruso. Sin embargo no se puede suponer de ningún modo que la concubina
haya podido penetrar sin voluntad concedente del concubinario. La Jurisprudencia en Argentina,
estableció que no es aceptable sostener que a la concubina se le pueda considerar intrusa porque
se niega a desocupar el inmueble cuando así se la requiere su compañero, después de haber
convivido con él. Hoy en día la mayoría de los tribunales del país rechazan la acción de desalojo
instaurada contra la concubina cuando se le pretende excluir del uso del bien inmueble alegando
su carácter de intruso.
El objetivo plantea también la posición en el Uruguay en relación a los bienes, donde se encontró
que se considera como bienes comunes de ambos concubinos y provenientes de su esfuerzo
común, aquellos adquiridos a título oneroso derivados de negocios jurídicos celebrados a partir de
la denuncia de vida común ante el Registro del Estado Civil. Esto concuerda con lo que se
establece en el Ante Proyecto de Código Civil de la Republica Dominicana donde se plantea (Art.
274) que la sociedad patrimonial se encontrara constituida por todos los bienes muebles e
inmuebles adquiridos a titulo oneroso durante la unión y sus frutos.

La realidad del concubinato, también denominado uniones de hecho, no escapa a ningún


observador; sin embargo, la polémica que genera en torno a la legitimación activa de los
concubinarios, tiene su razón de ser en la inexistencia de un interés legítimo jurídicamente
protegido, ante el silencio del codificador. Pero con esto no ha de concluirse que el concubinato
no sea merecedor de la protección de un marco legal que le posibilite la producción de efectos
jurídicos propios.

Existen tres modalidades de concubinato, como son:

Concubinato Carencial, es aquel donde las parejas carecen de motivación para celebrar su
matrimonio civil.

Concubinato Utópico, es aquel donde las parejas no quieren contraer matrimonio por razones
filosóficas que los llevan a considerar el vínculo jurídico como una intromisión del estado a su vida
privada.

Concubinato Sanción, es aquel en el cual uno o ambos integrantes de la pareja de concubinos, con
posesión de estado matrimonial, tienen ligamen anterior.

Dentro de las características básicas del concubinato se encuentran la notoriedad, permanencia,


singularidad y cohabitación, parte inherente para que exista lo que es el concubinato o unión libre.
Una relación de momento no es considerada según legislaciones citadas como una unión en
concubinato por no existir ninguno de los elementos antes citados.

Los caracteres del matrimonio, son:

Construir un vínculo habitual con vocación de permanencia.

Resultar de un acto jurídico bilateral.

Es un acto solemne y civil.

La mayoría de las propuestas legislativas de América Latina, coinciden en que se debe legislar a
favor de los derechos de las personas que viven en concubinato, para de esa manera proteger los
derechos de los concubinos en caso de dilución de la unión.

Al analizar el estudio realizado y sus hallazgos se pudo determinar que uno de los rasgos
principales, es que el 55 % de los hombres que contrajeron matrimonio durante el primer
trimestre del año 2005 en Puerto Plata, tenían una edad de más de 22 años y el 70 % de las
mujeres más de 20 años, las profesiones que con más frecuencia realizan las personas que se
unieron durante ese período es la labor técnica, cifra ésta que oscila en el 75 % de los
encuestados.

Todas las instituciones citadas durante la investigación coincidieron en rechazar el concubinato o


unión de hecho por considerarlo inmoral y en contra de las buenas costumbres, tanto así que
evalúan el concubinato en contra de los preceptos religiosos donde el matrimonio legal, es la base
fundamental por excelencia del núcleo familiar, ya que según sus opiniones el matrimonio no es
solo un contrato, es un pacto, un compromiso, es sagrado y es la única vía para vivir en armonía
con Dios y sus mandamientos.

Por la cantidad creciente de uniones concubinarias, se presentan múltiples problemas jurídicos,


que naturalmente deben ser resueltos por los tribunales, lo que origina un sin número de
conflictos debido a la falta de regulación de fondo.

Recomendaciones

Reconociendo la existencia en la Republica Dominicana del concubinato o unión de hecho, y virtud


de lo expuesto en las conclusiones de esta investigación se recomienda:

Al Poder Legislativo legislar a favor del concubinato o unión de hecho, para de esa manera crear
normas o un instrumento legal que regule la materia y así evitar improvisaciones y abusos de
derechos como hasta ahora se ha estado practicando en la Republica Dominicana. En la época
actual, se hace necesaria la regulación de las uniones de hecho, la realidad demuestra que la
mayoría de los casos que se someten a los tribunales se resuelven por los jueces según criterio o
su convicción, lo que trae como consecuencia una profusa gama jurisprudencial, que trata de
salvar el vació legislativo.

Para salvaguardar la figura del matrimonio, se recomienda que se establezcan como requisitos:

El tiempo, un mínimo de tres años de unión concubinaria.

Notoriedad, que la relación sea de conocimiento público.

Cohabitación, o sea que los sujetos compartan un domicilio en común, que lleven una comunidad
de vida.

Permanencia, debe ser una relación continua y no pasajera o momentánea.

Bibliografía

Acosta, J. (2003) Código Civil y Legislación Complementaria. Moca: Dalis.

Mazeaud, H. y Mazaud, L. (1976). La Constitución de la Familia. (Vol. III). Argentina: Ediciones


Jurídicas Europa América.
Petit, E. (1997). Tratado Elemental de Derecho Romano. Moca: Ediciones Dalis.

Universidad Complutense. Nota sobre el concubinato en España desde la Recepción del Derecho
Común. (Acceso 10 de Octubre 2005)

Colombo, C. (2005, Noviembre, 4). El Concubinato en los Proyectos de Ley. La Ley, Sección A, p.1.

Microsoft Corporation, (2004). Diccionario Enciclopédico Encarta. Estado Unidos.

Issa, S. (2004). Sentencia que Ordena la Partición de Bienes entre Concubinos. Jurisprudencia de la
Suprema Corte de Justicia Dominicana.

Romero, C. (2001). Tratado Elemental de Derecho Civil. Santo Domingo: Ediciones Jurídica Trajano
Potentini.

Morel, J. (1989). Responsabilidad Civil. Santo Domingo: Editorial Tiempo.

Concubinato en el Uruguay. Uniones de hecho en el Uruguay.http://www.google.com. (Acceso 15


de Octubre 2005)

Brea, L. (2005, Octubre 16). Realidad de la Celebración Sacramental del Matrimonio en la


Republica Dominicana. Semanario Católico Nacional, Sección B, p 19.

Bossert, G. (1999). Régimen Juridico del Concubinato. Argentina. Astreas.

Mercado libre. Libro concubinato. http://www.google.com (Acceso 5 de Noviembre 2005)

VII Congreso Internacional de Derecho de Daños. Constitución de los nuevos derechos.


http://www.google.com (Acceso 11 de Noviembre 2005)

Rowland, J. (2002). Los Regimenes Matrimoniales: Ediciones Jurídicas Trajano Potentini.

Miguel Santos

Republica Dominicana
Ciudad de nacimiento
Puerto Plata
Este estudio se realizo en la Ciudad de Puerto Plata, en el primer
trimestre del año 2005

Partes: 1, 2
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Domingo, 10 de Julio 2011. Actualizado a las 11:03 PM.
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28 Junio 2004

Ordena partición de bienes entre


concubinos
El magistrado se autocomisionó como funcionario encargado de supervisar las labores de partición

Fidelina María Suazo Duarte ya había muerto cuando la Suprema Corte de Justicia falló a su favor
SANTO DOMINGO. El juez de la Primera Sala de la Cámara Civil y Comercial del Juzgado de Primera
Instancia del Distrito Nacional, Anselmo Bello Ferreras, ordenó la partición de bienes intentada por una pareja
unida mediante el concubinato.

El magistrado dispuso que una vez la sentencia que dictó adquiera la autoridad de la cosa juzgada, Nelly
Altagracia Báez Ortiz y Sotero García Rodríguez deberán aportar el nombre de dos personas para que de
ellas se escoja un perito que se encargará de efectuar la inspección de los bienes a partir.

La decisión judicial toma como punto de referencia la sentencia dictada el 17 de octubre de 2001, por la
Suprema Corte de Justicia, que establece que la unión consensual ya se encuentra prevista, considerada o
aceptada por el legislador en el ordenamiento legal como una modalidad familiar, criterio que debe ser
admitido en casos como el de la especie.

El juez Bello Ferreras considera que aún en ausencia de un convenio o acuerdo entre los concubinos, la parte
perjudicada podrá exigir su partición de los bienes conjuntamente adquiridos en proporción de su aporte, con
el objetivo de evitar enriquecimiento injusto.

La parte demandante fundamenta su petición en que Báez Ortiz y García Rodríguez mantuvieron una relación
de concubinato por más de 15 años, dejando establecido que nunca formalizaron un matrimonio y que
durante el período procrearon tres hijos.

Asimismo, establece que en esa relación de hecho fomentaron varios negocios en el país y Estados Unidos,
dentro de los que se citan construciones de edificaciones.

En una decisión que sienta un precedente en la jurisprudencia dominicana, el juez de lo civil y comercial
establece que a pesar de haber mantenido una relación de hecho durante varios años, existió una vida
familiar estable, duradera y con profundos lazos de efectividad, situación que le atribuye calidad a Báez Ortiz
para demandar la partición de bienes.

"En consecuencia, ha quedado establecido en este tribunal por las declaraciones de los comparecientes, así
como lo afirma en su escrito de conclusiones el abogado constituido por el demandado, cuando establece a
pesar de haber mantenido una relación de hecho durante varios años, los señores Sotero García Rodríguez y
Nelly Altagracia Báez Ortiz, que existió una vida familiar estable, duradera, con profundos lazos de efectividad,
situación ésta que le atribuye calidad a la señora Nelly Altagracia Báez Ortiz para demandar en justicia sus
derechos".

[b]Las partes[/b]

El abogado Alexis Cuevas, de la parte demandada, había solicitado al magistrado rechazar con todas sus
consecuencias legales la demanda en partición incoada por Báez Ortiz, por falta de calidad de ésta para
actuar en el caso.

Contrario a la sentencia de la Suprema Corte de Justicia, que falló contra una concubina que había sido
perjudicada con la muerte de su marido, el abogado argumentó que este caso no reúne las condiciones a la
que hace referencia el máximo tribunal. La parte demandante estuvo representada por los abogados José del
Carmen Adames Féliz, Víctor Minieur Méndez, Julio Arturo Adames Roa, Ivonne Erania Adames Karma,
Henry Misael Adames Batista y Angel Iván Batista Barrientos.

[b]El precedente de la Suprema Corte de Justicia sobre el concubinato[/b]

La Suprema Corte de Justicia se pronunció el 17 de octubre de 2002 acerca de una demanda por daños y
perjuicios interpuesta por Fidelina María Suazo Duarte, por la muerte de su concubino Bolívar Guerrero Roa,
en un accidente de tránsito.

El tribunal falló a favor de la indemnización que la mujer reclamaba después que su compañero de hecho
murió supuestamente atropellado por Julián de Jesús Quiterio López, quien conducía un vehículo propiedad
de la empresa Falconbridge Dominicana.

La Suprema estableció que el artículo 1382 del Código Civil, en el que se basa el ejercicio de la acción en
responsabilidad por los daños y perjuicios sufridos por una persona, ordena reparar, sin hacer distinciones,
todo hecho cualquiera del hombre que cause a otro un daño.

De Federico Méndez

Comentarios
Carmen Mohammed mi tesis de grado es sobre el concubinato y estoy de acuerdo con la decision k tomo el juez
por k es justo k se le reconosca el derecho de reclamar en justicia a cualquiera de los concubinos a la hoara de
terminada la union... espero k si alguien tiene algun dato o aporte a mi tema me escriba.....

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Consulta sentencias de la Suprema Corte de Justicia

SENTENCIA DEL 22 DE JUNIO DEL 2005, No. 16


Sentencia impugnada: Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación de
Santo Domingo, del 9 de abril del 2003.
Materia: Civil.
Recurrente: Tomás Emilio Lajara Simé.
Abogado: Lic. José Manuel Páez Gómez.
Recurrida: Dulce María Herrera Alcántara.
Abogados: Licdos. José Manuel Flores y Dionisio de los Santos.
CAMARA CIVIL
Casa
Audiencia pública del 22 de junio del 2005.
Preside: Rafael Luciano Pichardo.
Dios, Patria y Libertad
En Nombre de la Repúbl
.
blica, la Cámara Civil de la Suprema Corte de Justicia, actuando como Corte
de Casación, ha dictado la sentencia siguiente:

Sobre el recurso de casación interpuesto por Tomás Emilio Lajara Simé,


dominicano, mayor de edad, soltero, comerciante, cédula de identidad y
electoral núm. 001-0521136-1, domiciliado en la provincia de Santo Domingo
Oriental, en la calle Club de Leones No. 284 del sector de Alma Rosa, contra la
sentencia dictada por la Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación de
Santo Domingo, el 9 de abril de 2003, cuyo dispositivo se copia más adelante;
Oído al alguacil de turno en la lectura del rol;

Oído en la lectura de sus conclusiones al Lic. José Manuel Flores, por sí y por
el Lic. Dionisio de los Santos, abogados de la parte recurrida, Dulce María
Herrera Alcántara;

Oído el dictamen del representante del Magistrado Procurador General de la


República, el cual termina así: “Que procede rechazar el recurso de casación
interpuesto por el señor Tomás Emilio Lajara Simé, contra la sentencia No. 82
dictada por la Cámara Civil de la Corte de Apelación de Santo Domingo, de
fecha 9 de abril del año 2003”;

Visto el memorial de casación depositado en la Secretaría General de la


Suprema Corte de Justicia el 11 de agosto de 2003, suscrito por el Lic. José
Manuel Páez Gómez, abogado de la parte recurrente, en el cual se invocan los
medios de casación que se indican más adelante;

Visto el memorial de defensa depositado en la Secretaría General de la


Suprema Corte de Justicia el 29 de septiembre de 2003, suscrito por el Lic.
Dionicio de los Santos, abogado de la parte recurrida Dulce María Herrera
Alcántara;

Vista la Ley núm. 25 de 1991, modificada por la Ley No. 156 de 1997, y los
artículos 1, 20 y 65 de la Ley sobre Procedimiento de Casación;

La CORTE, en audiencia pública del 19 de mayo de 2004, estando presentes


los Jueces: Rafael Luciano Pichardo, Presidente de la Cámara Civil de la
Suprema Corte de Justicia; Margarita A. Tavares, Eglys Margarita Esmurdoc,
Ana Rosa Bergés Dreyfous y José E. Hernández Machado, asistidos de la
secretaria general y después de haber deliberado los jueces signatarios de
este fallo;

Considerando , que en la sentencia impugnada y en los documentos a que la


misma se refiere consta que: a) que con motivo de una demanda en partición,
interpuesta por la señora Dulce María Herrera Alcántara, contra el señor
Tomás Emilio Lajara Simé, la Cámara Civil y Comercial del Juzgado de
Primera Instancia del Distrito Nacional, Primera Sala, dictó el 19 de enero de
2001, una sentencia cuyo dispositivo es el siguiente: “Primero: Rechaza las
conclusiones de la parte demandada en cuanto a que no existen bienes
inmuebles susceptibles de liquidación y partición, por los motivos ut supra
considerados; Segundo: Ordena la partición de bienes fomentados por los
esposos durante la comunidad y durante la relación de sociedad que
transcurrió del año 1986 a 1989, tanto de los bienes muebles como inmuebles,
por los motivos que se esbozan a fortiori; Tercero: Automisiona al Juez
Presidente de este tribunal como funcionario encargado de supervigilar las
labores de partición y liquidación que se dispone por esta sentencia; Cuarto:
Designa al Licenciado Pedro E. Cordero Ubri Notario Público de los del
Número del Distrito Nacional para que instrumente las operaciones de partición
y liquidación de la referida sucesión y comunidad; Quinto: Designa al señor
Sixto Tineo Beltré cédula numero 001-0471858-0, como perito, para que en
esta calidad y previo juramento que deberá prestar por ante el Juez-Comisario,
visite el o los bienes relictos de que se trata y al efecto determine su valor e
informe a si los bienes susceptibles de liquidación son o no de cómoda división;
Sexto: Dispone que las costas generadas en el presente proceso, sean
deducidas a favor y provecho del licenciado Dionicio de los Santos (sic)”; b)
que sobre el recurso interpuesto, intervino la sentencia ahora impugnada cuyo
dispositivo es el siguiente: “Primero: Declara bueno y válido en cuanto a la
forma el presente recurso de apelación interpuesto por el señor Tomás Lajara
Simé, contra la sentencia marcada con el No. 034-2000-00948, de fecha 19 de
enero de 2001, dictada por la Cámara Civil y Comercial de la Primera
Circunscripción del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional, por
haberse intentado de conformidad con las reglas que rigen la materia;
Segundo: Rechaza, en cuanto al fondo el presente recurso de apelación, y en
consecuencia confirma en todas sus partes la sentencia apelada, por los
motivos expuestos precedentemente; Tercero: Dispone, que las costas
generadas en el presente recurso, sean deducidas de la masa a partir, y
ordena la distracción de las mismas a favor de Lic. Dionisio de los Santos,
abogado”;

Considerando , que la parte recurrente en su memorial de casación propone


los siguientes medios: “Primer Medio: Violación a los artículos 1387, 1399,
1401, 1402 y 1404 del Código Civil; Segundo Medio: Violación al principio de la
inmutabilidad del proceso, por fallar más de lo que se le ha sometido;

Considerando , que en el desarrollo de su primer medio de casación, la parte


recurrente alega, en síntesis, que la Corte a-qua al ordenar la partición de los
bienes adquiridos antes del matrimonio violó lo dispuesto en los artículos 1393,
1399, 1401, 1402 y 1404 del Código Civil, ya que con esa errónea e ilegal
apreciación de los hechos, se pretende hacer derecho, derivando legalidad de
una unión consensual desprovista de asidero jurídico, obviando el
reconocimiento expreso de las partes en sus declaraciones, cuando afirmaron
separadamente haber realizado una partición anterior derivada de un proceso
de divorcio por mutuo consentimiento; que si a las partes les está prohibido
legalmente convenir iniciar la comunidad antes del matrimonio, mal pudo la
Corte asumir el papel interpretativo y disponer que los bienes adquiridos antes
del matrimonio sean sujetos de partición, debiendo la sentencia impugnada ser
casada;

Considerando , que en la sentencia impugnada, se expresa al respecto lo


siguiente: a) que de todo lo expuesto precedentemente, la Corte retiene que
entre las partes hoy en litis existió un primer matrimonio que fue disuelto en
1984, que luego, continuaron con una relación de hecho, que culminó con un
nuevo matrimonio celebrado en el año 1989; que este matrimonio fue disuelto
mediante sentencia núm. 1985, de fecha 17 de diciembre de 1998; b) que en el
lapso de tiempo comprendido entre los dos matrimonios existió una relación de
hecho, no contestada por los excónyuges, la cual debe ser tomada en cuenta
para los fines de la partición de los bienes habidos en ella; puesto que ya
nuestra Suprema Corte de Justicia, al igual que en la mayoría de los países
occidentales, ha decidido, que una situación de hecho entre una pareja, hace
nacer derechos y obligaciones entre ellos, terminando con un largo período de
desigualdades contrario a una buena y justa administración de justicia así
como al espíritu de nuestra Constitución política y un sinnúmero de tratados
suscritos por nuestro país y que hoy son ley positiva; c) que la recurrida y
demandante plantea a la Corte, como pretensión principal, la partición de todos
los bienes alegando fundamentalmente, que cuando estuvieron en unión
consensual tomaron un préstamo, se vendió su carro para echar un plato; que
estaban juntos, cuando se compró la mejora de la panadería, lo cual no fue
contestado por el recurrente; que el recurrente y demandado, alega que la
partición debe ser de los bienes del segundo matrimonio, los cuales son, según
alega, una mejora en el Toro, más allá de San Cristóbal y otras mejoras en el
Tamarindo y en la casa donde vivían; que se hizo la panadería en los años en
que vivieron en concubinato y que tomaron un préstamo; que él considera que
ella es co-dueña de la panadería; d) que las partes están contestes en cuáles
son los bienes que han generado en las tres etapas que han vivido juntos; que
la Corte es del criterio, que los bienes a partir son aquellos generados a partir
de la unión de hecho, formulada y admitida por ellos, en la cual ambos
reconocen e identifican esos bienes; e) que en cuanto al fondo procede
rechazar el recurso de que se trata y en consecuencia confirmar la sentencia,
por los mismos motivos planteados por el juez de primer grado, ya que
conforme a las propias declaraciones de ambas partes, el segundo nivel de la
casa ubicada en la parcela núm. 127-B-1-U, Ref. A del Distrito Catastral núm. 6
del Distrito Nacional, aunque comenzaba su remodelación en el período de la
unión de hecho, ambos admiten que tomaron un préstamo que fue para esos
fines y también, con la venta de un vehículo de la demandante y hoy recurrida
se completaron los fondos para dicha remodelación;

Considerando , que de las motivaciones precedentemente transcritas, se


colige que la Corte a-qua procedió a ordenar la partición de todos los bienes
fomentados por las partes, durante la relación de hecho existente entre ellos,
porque: 1) mantuvieron una relación de hecho, que se prolongó aún después
del primer divorcio ocurrido 12 de enero del 1984, hasta la celebración de su
segundo matrimonio en el año 1989, la cual no fue controvertida por las partes,
y que, 2) durante dicha unión consensual tomaron un préstamo con la
Asociación Popular de Ahorros y Préstamos para la remodelación de la
panadería, negocio propiedad del esposo y, el vehículo de la recurrida fue
vendido para la terminación de dicha remodelación, lo que constituye la prueba
de la sociedad de hecho existente;

Considerando , que el artículo 1399 del Código Civil, prescribe lo siguiente: “la
comunidad, sea legal o convencional, empieza desde el día en que el
matrimonio se ha contraído ante el oficial del estado civil; no puede estipularse
que comience en otra época”; que la regla así enunciada constituye para el
régimen de la comunidad la prohibición de que éste comience en otro momento
que aquél en que el matrimonio es celebrado por el oficial de estado civil;

Considerando , que el régimen matrimonial de la comunidad de bienes


corresponde su aplicación exclusivamente a la institución del matrimonio, y
que, según nuestra legislación, se aplica de pleno derecho a todos los
matrimonios que no han convenido otro régimen especial, cuyas pautas e
interpretaciones son reguladas restrictivamente por el Derecho Común; que, la
relación de hecho no puede tener un régimen matrimonial aplicable, ni el de
comunidad, ni ningún otro, ya que no cuenta con el carácter contractual que
caracteriza el matrimonio, y que se forma, como se ha dicho, al momento en
que es hecha la declaración por ante el oficial de estado civil, y no en otra
época; que el hecho de que las partes afirmen que después de su primer
divorcio estos se reconciliaron y continuaron con una relación consensual, no le
da la condición de comunes en bienes, como erróneamente interpretó la Corte
a-qua en su sentencia;

Considerando , que la Corte a-qua, continuó justificando la pertinencia de


realizar la partición de los bienes de los exesposos, fomentados mientras
mantuvieron una relación de hecho, al señalar que cuando el recurrente y
recurrida estuvieron en unión consensual, tomaron un préstamo con la
Asociación Popular de Ahorros y Préstamos para la remodelación de la
panadería, negocio propiedad del esposo, y el vehículo de la recurrida fue
vendido para la terminación de dicha remodelación;
Considerando , que si durante una unión consensual los concubinos han
aportado recursos de índole material o intelectual en la constitución o fomento
de un patrimonio común, lo que se forma entre ellos es una sociedad de hecho,
la cual puede ser establecida por cualquier medio de prueba, y sujeta a las
reglas de partición que establecen los artículos 823 y siguientes del Código
Civil; que si bien esto es así, no menos cierto es que la Corte a-qua al
establecer la sociedad de hecho existente entre las partes en causa, dándole
una participación equitativa a los ex-esposos en todos los bienes producidos
durante su unión consensual, esto, basándose en el préstamo realizado por el
recurrente y el recurrido con la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos y
en la venta del vehículo de la recurrida, le dio un alcance que éstas
operaciones de negocio no tenían, ya que las mismas partes afirmaron que el
dinero así obtenido, fue con el único objetivo de remodelar la panadería, por lo
que, la sociedad de hecho sólo podía ser admitida con respecto a ese negocio
definido; que correspondía al tribunal de alzada determinar la medida en que
los demás bienes muebles e inmuebles fomentados durante su unión
consensual, tanto antes de la realización del referido préstamo, como
posteriormente, fueron producto de la aportación solidaria de ambas partes;
que la Corte a-qua al declarar una sociedad de hecho a consecuencia de una
unión consensual, y por la inversión realizada en un proyecto en específico,
incurrió en una errónea interpretación de la ley y falta de base legal, razones
por las cuales la sentencia impugnada debe ser casada;

Considerando , que cuando la sentencia es casada por falta de base legal,


como ha ocurrido en el presente caso, procede compensar las costas.

Por tales motivos, Primero: Casa la sentencia dictada por la Cámara Civil y
Comercial de la Corte de Apelación de Santo Domingo, el 9 de abril de 2003,
cuyo dispositivo figura en parte anterior de este fallo, y envía el asunto por ante
la Corte de Apelación Civil, Comercial y Laboral de San Cristóbal, en las
mismas atribuciones; Segundo: Compensa las costas.

Así ha sido hecho y juzgado por la Cámara Civil de la Suprema Corte de


Justicia, y la sentencia pronunciada por la misma en la ciudad de Santo
Domingo de Guzmán, en su audiencia pública del 15 de junio de 2005.

Firmado: Rafael Luciano Pichardo, Eglys Margarita Esmurdoc, Margarita A.


Tavares, Ana Rosa Bergés Dreyfous y José E. Hernández Machado. Grimilda
Acosta, Secretaria General.

La presente sentencia ha sido dada, firmada y pronunciada por los señores


Jueces que figuran al pie, en la audiencia pública del día, mes y año en ella
expresados, y fue firmada, leída y publicada por mí, Secretaria General, que
certifico.

www.suprema.gov.do

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Organización de los Tribunales en República Dominicana


Los hay de Derecho Común o Jurisdicción Ordinaria como lo son el juzgado de Primera
Instancia y la Corte de Apelación los cuales tienen que ver con todos aquellos asuntos no
atribuidos por la ley a ningún otro tribunal.
Por otra parte, los Tribunales de Excepción o Extraordinarios, como son , el Juzgado de Paz,
Tribunal de Tierra, Tribunales Laborales, Tribunales de Confiscación y ahora los Tribunales de
Niños, Niñas y Adolescentes. Estos tribunales conocen de asuntos que les son atribuidos
expresamente por la ley.
Usual y Generalmente los Tribunales conocen dos grados de jurisdicción excepto cuando la ley
misma les atribuye poderes y facultades para conocer de un asunto en única instancia, lo cual
ocurre tomando en cuenta la baja cuantía involucrada en el asunto, así, como su escasa
importancia.

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