Este documento discute varios errores de la tabla periódica clásica, incluyendo que no sitúa al hidrógeno en un lugar adecuado, que la distribución de los elementos no siempre sigue el orden de pesos atómicos crecientes, y que la continuidad en la ordenación de los elementos se rompe en el sexto período.
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Este documento discute varios errores de la tabla periódica clásica, incluyendo que no sitúa al hidrógeno en un lugar adecuado, que la distribución de los elementos no siempre sigue el orden de pesos atómicos crecientes, y que la continuidad en la ordenación de los elementos se rompe en el sexto período.
Este documento discute varios errores de la tabla periódica clásica, incluyendo que no sitúa al hidrógeno en un lugar adecuado, que la distribución de los elementos no siempre sigue el orden de pesos atómicos crecientes, y que la continuidad en la ordenación de los elementos se rompe en el sexto período.
Este documento discute varios errores de la tabla periódica clásica, incluyendo que no sitúa al hidrógeno en un lugar adecuado, que la distribución de los elementos no siempre sigue el orden de pesos atómicos crecientes, y que la continuidad en la ordenación de los elementos se rompe en el sexto período.
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ERRORES DE LA TABLA PERIODICA
1. No sitúa el hidrógeno en un lugar adecuado de la Tabla. La Tabla lo hace
figurar en el Grupo I con los metales alcalinos debido a su propiedad química de ser reemplazado en los ácidos por los metales.
2. La distribución de los elementos no está siempre en orden creciente de pesos
atómicos. El argon (39,944) antecede al potasio (39,100); el cobalto (58,94) al níquel (58,71), el telurio (127,61) al yodo (126,91) y el torio (232,05) al protactinio.
3. La continuidad en la ordenación de los elementos queda rota. La ordenación
continua de los elementos en la Tabla se rompe en el 6º Período, ya que después del lantano (138,92) que pertenece al Grupo III hay que colocar indiscutiblemente el hafnio (178,5) que forma parte del grupo IV y, por tanto, los 14 elementos que constituyen los metales de las tierras raras no tienen cabida en la Tabla y hay que situarlos necesariamente fuera de ella. De modo análogo deben colocarse también fuera de la Tabla los elementos que se han ido creando en los últimos años, los elementos transuránicos, junto con el torio, protactinio y uranio.
4. Da excesiva importancia a una de las valencias de los elementos. Muchos
elementos presentan diversas valencias y una sola de ellas, en general, no la más importante, queda destacada al situar el elemento en la Tabla. Los elementos cobre, plata y oro caen en el Grupo I B al lado de los metales alcalinos que forman el Grupo I A a pesar de que difieren ampliamente de éstos. Esta distribución destaca la valencia I para aquellos elementos a pesar de que el cobre actúa normalmente con valencia 2 y el oro con valencia 3. De manera análoga la Tabla ignora la variabilidad de la valencia de otros muchos elementos tal como el hierro, manganeso, cromo, vanadio, etc.
5. No hay separación clara entre metales y no metales. La división primera y más
importante de los elementos en metales y no metales no queda de manifiesto en la Tabla pues en los mismos Grupos se sitúan metales y no metales tal como por ejemplo el cloro y el manganeso en el Grupo VII y el oxígeno y el cromo en el Grupo VI. No obstante, esta separación hace patente en la Tabla larga.
6. No se establecen relaciones cuantitativas. Aunque la ley periódica indica que
las propiedades de los elementos son función periódica de sus pesos atómicos, en general sólo pueden establecerse relaciones cualitativas pero no cuantitativas, ya que, además, los pesos atómicos no varían de modo uniforme. Mientras los pesos atómico del cobalto y níquel difieren únicamente en 0,23 los pesos atómicos del cinc y galio discrepan en 4,34 y los de la plata y cadmio se diferencian en 4,53