Tratado de Sèvres
Tratado de Sèvres
Tratado de Sèvres
El Tratado de Sèvres fue un tratado de paz entre el Imperio otomano y los países aliados de la
Primera Guerra Mundial (a excepción de Rusia y Estados Unidos), firmado en Sèvres, Francia el
10 de agosto de 1920 como parte de la partición del Imperio otomano y que nunca entró en
vigor al no ser ratificado por las partes firmantes.
Este tratado dejó al Imperio otomano sin la mayor parte de sus antiguas posesiones,
limitándolo a Estambul y parte de Asia Menor. En Anatolia Oriental se creó un Estado
autónomo para los kurdos (Kurdistán), y varios distritos pasaron a Armenia (la República de
Armenia se independizó de Rusia en 1918) para formar la Gran Armenia. Grecia recibía Tracia
oriental, Imbros, Ténedos y la región de Esmirna. Se reconoció la separación de Egipto, Hiyaz y
Yemen; mientras que Mosul, Palestina y Transjordania pasaron a administración británica, y
Siria, Líbano y Alejandreta a administración francesa, que también recibió una zona de
influencia en Cilicia. Chipre quedó para los británicos, que ya lo administraban, y Castellorizo
para los italianos, con una zona de influencia en la región de Antalya. La navegación en los
estrechos del Bósforo y de los Dardanelos sería libre y controlada por una comisión
internacional.
El tratado no pudo ser ratificado por el Parlamento otomano, ya que este fue abolido por los
británicos el 18 de marzo de 1920, durante la ocupación de Estambul.
De las principales potencias aliadas se excluyó a los Estados Unidos. Rusia también fue excluida
debido a que en 1917 había firmado el Tratado de Brest-Litovsk con el Imperio alemán.
Los dirigentes de Francia, Reino Unido y Estados Unidos declararon sus diferentes objetivos en
relación con el Imperio otomano durante la conferencia de paz de París de 1919. Fue un
choque para todo el mundo que el tratado dijese que los aliados aceptaban mantener el
Gobierno otomano de Estambul, que seguiría siendo la capital imperial, aunque con las
limitaciones recogidas en el tratado. El tratado acabó con la presencia otomana en Europa, el
sueño del cristianismo durante casi quinientos años. Las condiciones impuestas al Imperio
otomano eran tan estrictas, que nunca podría recuperar sus antiguos dominios.
El tratado consolidó la partición del Imperio otomano, de acuerdo con acuerdos secretos entre
las potencias aliadas.
Restricciones militares: El Ejército del Imperio otomano quedaba limitado a cincuenta mil
hombres, la Armada solo podía disponer de siete buques de guerra y seis lanchas torpederas, y
se le prohibía poseer fuerza aérea.
El Grecia (zona de Esmirna): El tratado establecía que Esmirna seguiría bajo la soberanía
formal del Imperio otomano, pero un parlamento local se haría cargo de la administración.
Francia (zona de influencia): Francia recibió Siria y zonas limítrofes del sudeste de Anatolia,
entre ellas Antep, Mardin y Urfa. Cilicia, incluida Adana, Diyarbakır y gran parte del centro y
este de Anatolia hasta las ciudades de Tokat y Sivas en el norte, fue declarada zona de
influencia francesa.
Italia (zona de influencia): A Italia se le confirmó la posesión de las islas del Dodecaneso.
Kurdistán: Estaba previsto celebrar un referéndum para decidir el destino del Kurdistán donde
se iban a establecer las fronteras kurdas pero esto no se pudo lograr.