Analfabetismo Biblico

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Jose Rivas

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CAUSAS Y CONSECUENCIAS DEL ANALFABETISMO BIBLICO


CAUSAS DEL ANALFABETISMO BIBLICO

¿Cuáles son las causas del analfabetismo biblico? Creemos que este es, en definitiva, el
producto de un conjunto de factores entremezclados que se han venido desarrollando a
lo largo del tiempo. Pudiera hacerse una lista bastante larga de los mismos, pero vamos
a resumir aquí algunos aspectos que consideramos importantes.
PRIMERA CAUSA:REACCION CONTRA EL INTELECTUALISMO TEOLOGICO
CARENTE DE ESPIRITUALIDAD

La reacción muchas veces extrema al excesivo intelectualismo doctrinal que ha


predominado en ciertos sectores de la Cristiandad y en algunos períodos de la historia
de la Iglesia, que ha plagado a la iglesia de especulaciones viciosas, discusiones
estériles, y la ha vaciado de espiritualidad consistente, y de práctica cristiana poderosa.
Lamentablemente la reacción anti-intelectualista ha tendido a despojar a la Iglesia del
sólido y necesario fundamento bíblico doctrinal, sobre el que debe asentarse todo el
“edificio” de la vida cristiana en su dimensión colectiva eclesial, y en la dimensión
individual de cada creyente. En esta terrible pulseada se ha sacrificado alternativamente,
unas veces la ortopraxis, otras, la ortodoxia y, la mayoría de las veces, ambas. Siempre
se señala que el movimiento pietista, de finales del siglo XVII, fue la reacción natural a
la esterilidad espiritual que generaron las controversias doctrinales surgidas a partir de
la Reforma.
Sin embargo, el relativo vaciamiento doctrinal que vino como resultado del énfasis
pietista en la devoción y la piedad, trajo como resultado la vulnerabilidad doctrinal del
movimiento que, a la larga, fue infiltrado y destruido por el liberalismo teológico.
SEGUNDA CAUSA: LA FALSA ESPIRITUALIDAD QUE DEJA DE LADO EL
ESTUDIO BIBLICO Y TEOLOGICO
Una tendencia mística y espiritualista que ha tendido a disociar los elementos
intelectuales de los elementos afectivos de la fe cristiana.
Este fenómeno se ha dado en diferentes épocas de la historia de la Iglesia, y se ha
manifestado en diferentes grupos y movimientos cristianos, pero muy particularmente,
en los últimos cien años aproximadamente, ha florecido en ciertos sectores del
Pentecostalismo y del Carismatismo y, muy particularmente, en las corrientes
neopentecostales y neocarismáticas de los últimos decenios.
Este fenómeno es el que efectúa también una disociación irracional entre “Palabra”
(entendida como la Palabra de Dios escrita, la Biblia) y el “Espíritu” (entendido como el
Espíritu Santo que actúa con poder). Ambos son colocados en un enfrentamiento
inexistente, puesto que el Espíritu Santo es el autor de la Palabra, es el Espíritu de
Verdad, el que inspiró sobrenaturalmente a los autores de la Palabra, para que
tuviésemos en ella la Revelación escrita de Dios.
Este fenómeno es el que genera argumentos pseudobíblicos para menoscabar la
importancia del conocimiento bíblico, como medio de crecimiento espiritual del
creyente, y como salvaguarda del error. Es así como se esgrimen versículos sacados de
contexto y mal interpretados.
¡Cuántas veces hemos escuchado: “Hermanos, no estudie tanto la Biblia, porque la letra
mata más el espíritu vivifica”! La manipulación de estas palabras del apóstol Pablo ha
sido tal, que he escuchado a creyentes y a predicadores bien intencionados, tratando de
defenderse de este “contundente” argumento “espiritual”. Las interpretaciones que han
dado del versículo han sido peores que las de aquellos que lo mal usan para menoscabar
la enseñanza cristiana. Ninguno de los mencionados entienden que, a la luz del contexto
escritural, lo que Pablo está haciendo es una comparación entre el Antiguo Pacto
mosaico y el Nuevo Pacto en Jesucristo, del cual él ha sido hecho “un ministro
competente”. No hay en dicho pasaje ninguna alusión a alguna dicotomía entre el
estudio de la Biblia y la operación sobrenatural del Espíritu Santo de Dios. Lea y analice
2 Corintios 3:1-18.
¡Cuántas veces también hemos escuchado aquello de “vosotros tenéis la unción del
santo, y no necesitáis que nadie os enseñe…”! (Ver 1 Jn. 2:27). Y se esgrime este
argumento para negar el ministerio de la enseñanza constituido por el propio Jesucristo
y dado a la iglesia como regalo. Ni siquiera se lee el versículo 26, que aclara la
intención del apóstol Juan: “Os he escrito acerca de los que os engañan”. No se analiza
desde el versículo 18, en que se alerta a los creyentes sobre la actividad de los falsos
maestros, llamados anticristos, a los cuales ellos no debían prestar atención, ni de los
cuales ellos debían aceptar enseñanza. No se tienen en cuenta las circunstancias en que
fueron escritas estas palabras – la controversia contra las doctrinas heréticas del
docetismo y del incipiente gnosticismo -, ni el propósito del autor, de alertarlos sobre
esas doctrinas heréticas. No analiza la enseñanza general del apóstol Juan, en sus
escritos, en relación con la labor enseñadora del Espíritu Santo como Espíritu de
Verdad, dador de la Palabra escrita. Tampoco se interpreta el pasaje a la luz de la
enseñanza general neotestamentaria, en relación con la constitución de maestros
cristianos, el don de la enseñanza, la acción iluminadora del Espíritu, etc.
El terror al hecho de que “el conocimiento envanece” hace olvidar el mandato bíblico de
crecer “en la gracia y el conocimiento del Hijo de Dios”. (2 P 3:18)Sí, el conocimiento
envanece cuando la carnalidad predomina, pero la verdadera espiritualidad de todo hijo
de Dios hunde sus más preciadas raíces en el conocimiento íntimo de Dios a través del
estudio y meditación de las Escrituras, a través de la oración, y a través de la práctica de
la vida cristiana enteramente fundamentada en la Palabra.
TERCERA CAUSA: LA ERRONEA APRECIACION DE MINIMIZAR EL DEBATE
BIBLICO Y TEOLOGICO POR SEGUIR UN FALSO SENTIR DE UNIDAD
CRISTIANA
La puesta en práctica más o menos consciente de un lema que viene, desde hace años,
permeando a las últimas generaciones cristianas: “La doctrina separa; el amor nos une”.
Es cierto que las controversias doctrinales, -la mayoría de las cuales tienen que ver con
cuestiones secundarias de la fe cristiana-, han traído amargas contiendas y divisiones en
el seno de la Iglesia cristiana. Pero los hechos contingentes de la carnalidad humana
manifestados en estos tristes episodios no pueden opacar jamás, ni mucho menos
desautorizar, la amplia y profunda enseñanza bíblica sobre la necesidad de edificar la
Iglesia y la vida cristiana sobre el fundamento sólido del conocimiento integral de la
Palabra de Dios. La experiencia, mala o buena, nunca puede suplantar a la Palabra.
Estos fenómenos anteriormente descritos han traído como resultado el paulatino
vaciamiento del contenido de la enseñanza cristiana, sobre todo en las nuevas
modalidades educativas cristianas implementadas en las iglesias. La tradicional Escuela
Dominical, considerada obsoleta por muchos, tenía generalmente la ventaja –sobre todo
cuando funcionaba integralmente-, de que ofrecía al creyente la posibilidad de una
preparación bíblica, doctrinal y devocional sistemática y consistente. Su desaparición
paulatina ha dejado en muchas congregaciones un vacío en materia educativa, sobre
todo para los adultos, que en muchos casos no ha sido llenado con algún programa
alternativo.
Por otra parte, los programas de discipulado o de estudios celulares que muchas veces
han venido a sustituir a las viejas instituciones educativas cristianas, no siempre llenan
el cometido de ofrecer una preparación integral, que incluya el aspecto doctrinal y
bíblico, junto con el devocional y el práctico. Lamentablemente, la tendencia
predominante es enfatizar estos dos últimos aspectos, en detrimento de los dos primeros.
O, como ocurre en ciertos casos, se introduce como conocimiento doctrinal y bíblico,
nuevas doctrinas con apariencia bíblica pero que, en el fondo, rayan muchas veces en lo
herético.
CONSECUENCIAS DEL
ANALFABETISMO BIBLICO
La consecuencia radical del analfabetismo biblico es:
a) La triste sucesión de generaciones de creyentes cristianos débiles en la fe, afectados
por el enanismo espiritual, por la fragilidad de su fe, entendida como aceptación
convencida de las verdades reveladas en la Palabra de Dios;
b) La proliferación de una excesiva cantidad de “niños espirituales fluctuantes, llevados
por doquier de todo viento de doctrina” (Ef. 4:14), de los cuales falsos maestros (y
predicadores) “por avaricia, hacen mercadería” (2 Pedro 2:3), y muchas veces terminan
siendo arrebatados por “lobos rapaces”, que se introducen encubiertamente en el
“rebaño”, disfrazados de “corderos” o de “pastores” (Hch. 20:28,29).
(REDACTADO POR Mgs. JOSE FELIX RIVAS)
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