ARTE. ESCRITO++ESCRIBIR LITERATURA EROTICA. Silvia Adela Koan.
ARTE. ESCRITO++ESCRIBIR LITERATURA EROTICA. Silvia Adela Koan.
ARTE. ESCRITO++ESCRIBIR LITERATURA EROTICA. Silvia Adela Koan.
Alguien dijo alguna vez que “el erotismo es ese sitio en el que el goce y lo
prohibido habitan en una inquietante proximidad”. Pudores, tabúes, candados,
oscuridad, leyes y palabras precisas son solidarios con el erotismo y lo potencian.
¿Cuál es la red que teje el texto erótico? ¿De qué depende su construcción?
¿Cuáles son las bases que lo sostienen?
Para Mario Vargas Llosa, autor de novelas como La tía Julia y el escribidor y
Elogio de la madrastra, que trabajan el erotismo de un modo particular, “no hay gran
literatura erótica, lo que hay es erotismo en grandes obras literarias”. Dice que
“una literatura especializada en erotismo que no integre lo erótico dentro de un
contexto vital es una literatura muy pobre. Y al revés, una literatura que es sólo
erótica difícilmente llega a ser grande. Un texto que sólo es erótico resulta muy
poco convincente porque pierde vitalidad. En cambio, para mí es muy difícil que
haya una gran novela en la que no haya páginas de una alta intensidad sexual”.
Agrega: “Decir que La Celestina, por ejemplo, es una obra erótica sería
empobrecerla, porque aunque es eso, también es muchas otras cosas: una obra de
una gran riqueza verbal, de una gran inteligencia en su construcción, que incluye
muchas manifestaciones de la vida -la moral, la cultura, la psicología-, aunque el
erotismo tiene en ella un papel primordial.
Como dice Borges: “Es válida la literatura erótica si se hace bien, como la
hizo Whitman, por ejemplo. Se hace bien cuando está movida por una idea más
vasta. Pero si se escribe pornografía, como la usual en nuestra época, entonces la
cosa cambia. Quizás alguno pueda decir que a Whitman se le fue un poco la mano,
pero a mí no me parece. Emerson le preguntó por qué no eliminaba lo erótico de
sus poemas, Whitman entonces le respondió que si lo omitía debía excluír también
el universo, y como no quería eliminar una cosa tan vasta...”.
El amor en las novelas
Suelen ser de consumo masivo, el medio social que retratan suele ser falso -
lujo, grandes mansiones, ocio frívolo-, sus personajes tiene matices comunes. Las
de Corín Tellado son las más conocidas. Es interesante la parodia que de la novela
rosa hizo Manuel Puig en Boquitas pintadas, por ejemplo.
Lo que puede ser pornográfico para unos, puede no serlo para otros. Para
algunos no existe ninguna diferencia. Pero, en general, la pornografía es la
descripción simple de los placeres carnales; en tanto el erotismo es la descripción
más compleja, supeditado a una idea del amor y a lo que el escritor pretende
transmitir.
El texto erótico debe alcanzar un nivel estético que lo diferencie del discurso
obsceno y grotesco de la pornografía tanto por el manejo del lenguaje como por el
tratamiento del tema.
Para ello, no exagerar las tintas ni tomar la limitada gama del porno
comercial como referente ni los recursos conocidos, como “chica inocente que es
pervertida”; la "primera vez", “el final feliz” y “la experiencia más dramática o la
más gratificante de la vida”. No recurrir siempre a las mismas fuentes. El sexo está
lleno de potencialidades. salir de las propias preferencias y explorar nuevos
territorios. Introducir temas diferentes, ricos, sin prejuzgarlos.
- Provocar la tensión
- Ser preciso
Emplear los cinco sentidos para describir y poner en movimiento los de los
personajes del relato. Un relato o un poema erótico lo turba todo de una contagiosa
ola de deseo gracias a lo que se “muestra” a través de la vista, el tacto, el olfato, el
gusto, entre otros mecanismos productivos.
- Mantener la credibilidad
No dar una visión distorsionada del sexo. Las historias narradas deben ser
plausibles. Los elementos fantásticos o extremados tienen que estar justificados.
Conviene documentarse sobre el sexo contrario para no cometer errores. Situar las
acciones, los personajes, las cosas, en un contexto conocido.
· Leer libros de buena literatura erótica como los citados a lo largo de estas
páginas.
Sus logros
Temáticas asociadas
¿Con qué tiene que ver el sexo para cada escritor? Es una reflexión que
conviene hacerse a la hora de escribir un texto erótico. ¿Con el poder y la
dominación?; ¿con la sumisión?; ¿con la ternura?; ¿con el goce o el tormento?
Desde allí se escribe, seguramente, en forma consciente o inconsciente. Desde allí
se pueden recoger datos acerca de las propias intenciones que guían la
construcción de un relato, una historia y no otra, un final y no otro.
Y así como unos escriben sus fantasías, las frustraciones sexuales, los
fracasos o los deseos insatisfechos, otros inventan, no porque les parezca mejor
sino porque no se atreven a escribir sus propias fantasías. Sin embargo, se trata de
inventar lo que se necesite experimentar a través de la ficción.
El enfoque. Esa voz lo enfoca desde el punto de vista, desde el ángulo, desde
el lugar apropiado para poder transmitir con exactitud lo que se desea transmitir y
mostrar lo que se desea mostrar.
Según desde qué lugar se lo enfoque, lo erótico adquiere una carga explosiva
o no.
Puede ser visto desde sus zonas más oscuras: el voyerismo, el fetichismo, el
incesto.
Los formatos. Se puede enfocar el texto erótico como cartas, como memorias,
como un diario íntimo, como un manual de instrucciones, como un alegato... desde
los más variados formatos.
Restif de la Bretonne publicó El señor Nicolás o el corazón humano sin velos, con
la forma de memorias, frecuente en la literatura erótica. Allí cuenta la obsesión
fetichista por los pies, su tendencia al incesto y todas sus experiencias sexuales.
En cuanto al tono, como sugiere Vargas Llosa: "El tono manda, devela y
desvela. Depende, sobre todo, del efecto de lectura que esté intentando producir.
La risa, el horror, el deseo...". No es igual emplear un tono confesional que uno
jocoso, uno de sospecha que uno de envidia. El tono está vinculado al momento
emocional vivido por el narrador.
¿Qué tono emplearía el joven del ejemplo anterior para contar sus
observaciones? ¿La contaría desde el deseo, desde el goce, desde el humor, desde
el virtual enamoramiento?
En todos los casos, las respuestas están vinculadas al lugar desde donde se
coloque el joven para ofrecer determinada información.
¿En primera o en tercera persona?
· Su posición social (un joven que quiere ser misionero; una joven que busca
un marido a toda costa; una mujer que no espera nada de la vida…).
· Las relaciones entre los personajes. Plantearse quién se relaciona con quién
y por qué es recomendable dicha relación. No se relacionará del mismo modo el
misionero con la joven que busca un marido a toda costa que con la mjer que no
espera nada de la vida. Pero también plantearse el tipo de relación: amistoso,
violento, etc.
Los objetos
Los talismanes, las piedras, las joyas, cajas… ¿qué puede guardar una caja?
Por ejemplo, la historia de unos hombres que fueron de visita a una casa de
mujeres, una incursión en busca de juegos sexuales, que quedó fijada en unas fotos
encontradas muchos años después. Fue un caso real. De este secreto hubo pruebas,
treinta y siete fotos tomadas a la hora de la siesta en una casa de provincias de la
pampa bonaerense, un prostíbulo, algo en los gestos retratados devela cierta
complicidad entre los visitantes y las anfitrionas: pasearse descalzos, sentarse a la
mesa a disfrutar de un trago, posiblemente una cerveza o un vermouth, comer un
plato de alguna comida, están los platos de testigo, apoyados sobre un banco, con
sus cucharas.
¿Desde qué narrador podría ser contada? ¿Desde el que encontró las fotos?
¿Desde una de las mujeres? cada escritor hará su elección según lo que desee
contar.
¿Y el lugar?
“Le pidió que apagara la luz al marcharse; corrió él las cortinas de la cama, y
se fue.”
Una hora más tarde, se le ocurre que ella espera a otro y, en un ataque de
celos, se instala frente a la ventana:
“En medio de la oscuridad de todas las ventanas de la calle, con las luces
apagadas hacía tiempo, vio una solamente, de la que brotaba por entre las
contraventanas cerradas como una prensa de uvas que comprime la pulpa
misteriosa y dorada, la luz que llenaba la habitación, y que durante tantas noches,
en cuanto la veía de lejos al llegar a la calle, le llenaba de gozo su mensaje: “Aquí
está ella, esperándote”, y que ahora le torturaba diciéndole: “Aquí está ella, con el
hombre al que esperaba”. Tenía que saber quién era; se deslizó a lo largo de la
pared hasta la ventana, pero no consiguió ver nada entre las tablas oblicuas de las
contraventanas; sólo oyó, en el silencio de la noche, el rumor de una conversación.”
La trama
Como dice John Gardner : “En la mejor ficción narrativa, la trama no es una
sucesión de sorpresas, sino una sucesión cada vez más emocionante de
descubrimientos, o de momentos de comprensión. Un o de los errores más
habituales de los escritores noveles (de los que entienden que escribir novela es
contar historias) es creer que la fuerza del relato radica en la información que se
retiene, es decir, en que el escritor consiga tener al lector siempre en sus manos,
para descargarle el golpe definitivo cuando menos se lo espera. La ficción avara es
aquélla en la que el autor se niega a tratar al lector de igual a igual”. Y el relato
erótico tiene que ser tratado como la mejor ficción narrativa.
En la otra, "una corriente azulada, donde una cascada caía con estrépito y el
rocío reflejaba la luz del sol", un enjambre de mariposas blancas surge de los
arbustos y "las ramas de un arce se mecían bajo el impulso del viento que no
parecía existir" .
La otra es una casa secreta de dos pisos y cuatro habitaciones, antigua villa
campestre en la que "todo era silencio".
Cada temática debe ser tratado de una manera distinta, con lenguajes
particulares, utilizando técnicas y recursos tan dispares como el humor, la
hipérbole, el flashback o analepsis, el empleo del diálogo en vez de la descripción...
¿Amplios o estrecho?
Ejemplo :
Tuda llegó una noche a Roma, junto con mi compadre, y yo fui a buscarla a
la estación. A la primera ojeada comprendí que era de buena raza “ciociara”,
precismente de esas que son capaces de cavar durante un día entero sin detenerse a
coger aliento, o bien de llevar en la cabeza por los senderos de montaña, un cesto
de medio quintal de peso. Tenía las mejillas rojas que le gustaban al profesor, una
trenza enrollada alrededor de la cabeza, unas cejas muy negras, tan juntas que
dividían en dos su cara, rostro redondo y, cuando se reía, mostraba unos
dientecitos blancos, muy juntos, que las mujeres de Ciociaria se limpian
restregándolos con una hoja de malva. No estaba vestida de “ciociara”, es cierto,
pero tenía el paso de la “ciociaria”, habituada a apoyar en el suelo la planta del pie,
sin tacones, y tenía esas pantorrillas musculosas que resultan tan bellas cuando las
envuelven las cintas de las sandalias.”
Sugerencia
Tomar nota de lo que pensamos acerca de una persona a la que vemos por
primera vez; y volver a hacerlo un tiempo después, cuando ya la hemos visto
varias veces.
Las claves
Cada parte del cuerpo tiene una serie de claves que nos conviene captar.
Veámoslo:
Ejemplo :
Sin embargo, a ti te sigo viendo con nitidez en aquella foto, con el pelo un
poco más oscuro de lo que era en realidad, que era bastante más rubio, como pude
comprobar el día del partido. A pesar de todo, no debiera ser ninguna sorpresa
para mí, que lo fue, porque el color de tu piel, tal como se apreciaba perfectamente
en el retrato, era de la clase que posee esa gente a quien en mi tierra llamamos los
rubiales, es decir, sonrosada. O sea, como si acabase de ser lavada o fregada
fuertemente con un estropajo y con jabón.
Debo decirte que estos que llamamos rubiales, gente que está a medio
camino entre los rubios y los pelirrojos, son considerados de la raza de estos
últimos, lo cual significa que son parientes de Judas, que era pecoso como tú y
color zanahoria”.
Sugerencia
Sugerencia
Un elemento sensual. Las piernas son, entre otras cosas, un símbolo sensual
femenino muy utilizado como tal en los relatos: es archiconocida, por otra parte, la
imagen de la actriz quitándose lentamente las medias de seda en una película de
amor.
Ejemplo :
Ejemplo :
Sugerencia
Ejemplo :
Ejemplo :
Se pasó la lengua por la boca. ¿Por qué lo provocaba? ¿Por qué se excitaba al
coquetearlo, si también ella sentía miedo? Si cada vez que un hombre la abordaba
sentía esa cosa hermosa, gratificante, de comprobar su poder, pero a la vez temía,
no sabía bien qué, pero temía como una niñita perdida de sus papás. ¡Ah, si el tipo
la mirara en ese preciso instante, en que con los ojos cerrados se pasaba la lengua
por los labios, ja, se volvería loco!
Sugerencia :
Ejemplo :
6 Función simbólica : Son los gestos y posturas que cobran sentido dentro de
un ritual. Por ejemplo, en los rituales religiosos, la señal de la cruz; en el ritual
social, levantar el sombrero a modo de saludo.
Ejemplo :
Entre ellos, habrá que tener en cuenta al escribir un relato erótico, los
siguientes :
El narrador
· Puede crear personajes sin vida propia y el relato puede acabar siendo el
portavoz de una idea.
Y además :
· secundario
· epistolar
· de diario íntimo
· de informe
· de monólogo interior
William Faulkner :
Yo había comenzado a narrar la historia a través de los ojos del niño idiota,
pero sentí que resultaría más eficaz que la relatara alguien capaz de saber
solamente qué acontecía, no porqué. (Se refiere a un Narrador testigo).
Henry James :
El Narrador que focaliza como testigo da sólo pautas de lo que ocurre, sabe
menos que el protagonista. En consecuencia, el relato narrado desde este ángulo le
permite al lector completar la historia con sus propias deducciones. (...)
Marguerite Yourcenar :
Sue Grafton :
Es preciso que los detalles sean correctos, que consigas hacer creíble tu
historia a un lector que, a menudo, está muy al tanto de las investigaciones
criminales a través de sus propias lecturas. Cuando tuve que aprender a escribir mi
primer libro, tuve que aprender también sobre asuntos forenses y toxicológicos.
Tampoco me sentía nada bien preparada para abordar el estudio del protagonista.
Y me dije: “Voy a interpretarlo yo, pues así, al menos, me sentiré conectada con el
personaje”. De modo que mientras me sentía totalmente ajena a la construcción de
la intriga y a los detalles técnicos de una investigación de homicidio, sabía muy
bien lo que era ser mujer y lo que era ser yo misma.
Paul Auster :
Augusto Monterroso :
En la ficción nunca soy yo quien habla, aunque ésta esté escrita en tercera
persona; aun entonces el narrador es otro, yo no sé quién, pero otro, que ni siquiera
es escritor. Siempre me ha preocupado saber quién es el narrador del Quijote.
Puede ser un amigo de los Quijano, un vecino observador, cualquiera, según yo,
pero no Cervantes.
El diálogo
Revela el modo de ser de cada uno de los interlocutores. Debe ser coherente
con la adscripción generacional, el nivel social y cultural, la emotividad y cualquier
otra característica de cada dialogante. La forma de hablar de cada personaje
depende también de la normalidad de la relación con su interlocutor y del contexto
del diálogo.
A través del monólogo, el lector descubre lo que pasa por la mente del
personaje. Sus modalidades son: el soliloquio y el fluir de la consciencia.
Dujardin :
Robert Humprey :
· Cada una de las visiones puede diferenciarse no sólo por lo que sabe,
sino por cómo dice y por el tono de voz.
Lawrence Durrell :
... si quisieras ser, no digo original, sino tan sólo contemporáneo, podrías
ensayar un juego con cuatro cartas en forma de novela; atravesando cuatro
historias con un eje común, por así decir, y dedicando cada una de ellas a los
cuatro vientos.
El tono
Alberto Moravia :
En los Cuentos romanos adopté por primera vez el lenguaje del personaje, el
lenguaje de la primera persona, pero no el lenguaje precisamente, sino más bien el
tono del lenguaje. El uso del método narrativo en primera persona al tratar a las
clases bajas romanas implica, por supuesto, el uso del dialecto. En dialecto no se
puede decir todo lo que se puede decir en el idioma. El mismo Belli, el maestro del
“romanesco”, podía hablar de ciertas cosas, pero no de otras. Las clases
trabajadoras están muy restringidas en su elección de recursos expresivos. (...) En
el dialecto uno expresa principalmente los impulsos primarios: comer, dormir,
beber, hacer el amor, etc.
Robert Pinget :
Elegir cada vez, con afán de novedad, un tono entre los millares que el oído
ha registrado, ése es mi destino. Todo lo que se puede decir o relatar no me
interesa, lo que me interesa es la manera de decirlo.
El personaje
a. ORIGEN
E.M. Forster :
A todos nos gusta fingir que no usamos personas reales, pero en realidad lo
hacemos. Yo he usado a algunas de mi familia. La señorita Bartlett era mi tía
Emily; toda la familia leyó el libro, pero nadie se dio cuenta. Tío Willie se convirtió
en la señora Failing.(...) La señorita Lavish era realmente cierta señorita Spender.
La señora Honeychurch era mi abuela. (...) También he usado a varios turistas. (...)
Francois Mauriac :
Casi siempre hay una persona real al principio, pero esta cambia después de
tal manera que algunas veces llega a perder toda semejanza con el original. En
general, son sólo los personajes secundarios los que se toman directamente de la
vida.
Marcel Proust :
Lawrence Durrell :
Los seres que aparecen en mis libros no son personas reales. Apenas hay un
poco de autobiografía. La mayor parte de la autobiografía se encuentra en los
lugares, los escenarios y los ambientes.
Mary McCarthy :
Angus Wilson :
Malcolm Lowry :
Jean Cayrol :
b. ELABORACIÓN
Cesare Pavese :
Henry James :
c. CARACTERIZACIÓN
Como yo creo que una comedia se puede saber si es buena o mala con sólo
leer el reparto, te lo envío, para que me digas qué te parece:
1.- La zapatera
3.- La beata
4.- El zapatero
Julio Cortázar :
Creo que una cara de mujer, digamos, La Maga, no puede ser muy diferente,
según los lectores. Porque hay toda una caracterología, una conducta, una palabra,
una voz, que le dan una fisonomía. Alguien puede verla más alta o más baja, más
rubia o más morena, con tal o cual color de ojos; serán detalles más o menos
secundarios que no creo que modifiquen una especie de fisonomía central.
Hay que percibir los objetos con exactitud para narrar con eficacia.
¿Qué objetos son significativos en el relato?
León Tolstoi :
Julio Cortázar :
Raymond Carver :
Robert L. Stevenson :
Ciertos lugares hablan con su propia voz. Ciertos jardines sombríos piden a
gritos un asesinato; ciertas mansiones ruinosas piden fantasmas; ciertas costas,
naufragios.
a. De la aventura
Fielding :
Michel Butor :
En Pasaje de Milán yo tenía un edificio en París que creo que tenía siete
pisos y que estaba ocupado desde las siete de la tarde a las siete de la mañana.
Tenía, pues, una superposición de pisos; superposición que estudiaba a través de
una sucesión de horas. Cada hora correspondía a un capítulo y en cada uno de esos
capítulos estudiaba algunos de los elementos superpuestos en el edificio.
Marcel Proust :
b. De la escritura
Thomas Mann :
En ciertos lugares, el lector ha podido subestimar el número de días y de
semanas que llevo dedicados a la biografía de mi amigo; quizá me imagina en un
tiempo que no es aquel en el que escribo estas líneas.
Guy de Maupassant :
Contarlo todo sería imposible, porque haría falta al menos un volumen por
jornada para enumerar los múltiples incidentes insignificantes que llenan nuestra
existencia.
Honoré de Balzac :
Sterne :
Este mes tengo doce meses más que hace exactamente un año; así, puesto
que habiendo alcanzado casi la mitad de mi cuarto volumen sólo he narrado la
historia de mi primera jornada, resulta evidente que hoy tengo trescientos sesenta
y cuatro días más que contar hasta el instante en que emprendí mi obra.
Diderot :
Ya ves tú, lector, que estoy en el buen camino y que de mí depende hacerte
esperar uno, dos o tres años la narración de los amores de Jacques...
c. De la lectura
Claude Mauriac :
Horacio Quiroga :
Hemingway :
Thorton Wilder :
En toda la literatura del mundo no hay más que siete u ocho grandes temas.
En tiempos de Eurípides ya se habían tratado todos. Lo que hacemos desde
entonces es repetirlos. Escribir es repetir; lo nuevo es un cierto modo de mirar la
vida.
Carson McCullers :
Juan Rulfo :
Sabemos perfectamente que no existen más que tres temas básicos: el amor,
la vida y la muerte. No hay más, no hay más temas, así es que para captar su
desarrollo normal, hay que saber cómo tratarlos, qué forma darles; no repetir lo
que han dicho otros. Entonces, el tratamiento que se le da a un cuento nos lleva,
aunque el tema se haya tratado infinitamente, a decir las cosas de otro modo;
estamos contando lo mismo que han contado desde Virgilio hasta no sé quiénes
más, los chinos o quien sea. Mas hay que buscar el fundamento, la forma de tratar
el tema, y creo que dentro de la creación literaria, la forma -la llaman la forma
literaria- es la que rige, la que provoca que una historia tenga interés y llame la
atención a los demás. Conforme se publica un cuento o un libro, ese libro está
muerto; el autor no vuelve a pensar en él. Antes, en cambio, si no está
completamente terminado, aquello le da vueltas en la cabeza constantemente: el
tema sigue rondando hasta que uno se da cuenta, por experiencia propia, de que
no está concluido, de que hay algo que se ha quedado dentro; entonces hay que
volver a iniciar la historia, hay que ver dónde está la falla, hay que ver cuál es el
personaje que no se movió por sí mismo.
Marguerite Yourcenar :
Peter Schneider :
Aristóteles :
Antonio Machado :
Hay escritores cuyas palabras parecen lanzarse en busca de las ideas; otros,
cuyas ideas parecen esperar las palabras que las expresen. El encuentro de unas y
otras, ideas y palabras, es muchas veces obra del azar. Hay escritores extraños -y
no son los peores- en quienes la reflexión improvisa y la inspiración corrige.
Milan Kundera :
En La insoportable levedad del ser, Teresa vive con Tomás, pero su amor
exige tal movilización de sus fuerzas que, de pronto, no puede más y quiere dar
marcha atrás, “hacia abajo”, hacia el lugar de donde vino. Y me pregunto: ¿qué le
pasa a ella? Y encuentro la respuesta: ha sido presa de un vértigo. Pero ¿qué es el
vértigo? Busco la definición y digo: “el embriagador, el insuperable deseo de caer”.
Pero me corrijo inmediatamente, preciso la definición: “También podríamos
llamarlo la borrachera de la debilidad. Uno se percata de su debilidad y no quiere
luchar contra ella, sino entregarse. Está borracho de su debilidad, quiere ser aún
más débil, quiere caer en medio de la plaza, ante los ojos de todos, quiere estar
abajo y aún más abajo que abajo”. El vértigo es una de las claves para comprender
a Teresa. No es la clave para comprendernos a usted o a mí. Sin embargo, usted y
yo conocemos esta especie de vértigo al menos como nuestra posibilidad, una de la
posibilidades de la existencia. Me fue preciso inventar a Teresa, un “ego
experimental”, para comprender esta posibilidad, para comprender el vértigo.
Harold Pinter :
No recuerdo con exactitud cómo se desarrolló una obra determinada en mi
mente. Creo que lo que ocurre es que escribo en un estado de excitación y
frustración muy grande. Sigo lo que veo en el papel que tengo delante...una frase
tras otra. Eso no quiere decir que no tenga una posible y tenue idea general...La
idea que primero surge, no genera necesariamente lo que ocurre a continuación,
engendra la posibilidad de un acontecer general, que es el que me lleva adelante.
Tengo una idea de lo que podría ocurrir...en ocasiones estoy absolutamente seguro,
pero muchas veces se ha demostrado que andaba equivocado por lo que en
realidad ocurre. A veces voy avanzando y me encuentro escribiendo: “entra C”,
cuando ni siquiera sabía que tenía que entrar; tenía que entrar en ese momento, eso
es todo.
Norman Mailer :
Quizás una imagen apropiada para mí sea que empiezo a construir una
cabaña en un árbol y acabo construyendo un rascacielos de madera. Lo que quise
hacer con Los desnudos y los muertos, era escribir una novela corta sobre la
patrulla larga. A lo largo de toda la guerra seguí pensando en esta patrulla. Tuve la
idea incluso antes de marcharme al extranjero. Probablemente la estimularan unos
cuantos libros que había leído: En el Valle de John Hersey, Paseo por el Sol de
Harry Brown, y un par de libros más que no recuerdo. De estos libros surgió la
idea de escribir una novela sobre la patrulla larga. Y empecé a crear los personajes.
Todo el tiempo que estuve en el extranjero una parte de mí estaba trabajando en
esta patrulla larga. Incluso acabé metido en un destacamento de reconocimiento en
el que había pedido que me incluyeran. Después de todo, un destacamento de
reconocimiento suele hacer largas patrullas. El arte seguía traduciendo la vida. En
cualquier caso, cuando empecé a escribir Los desnudos y los muertos pensé que
sería una buena idea hacer uno o dos capítulos preliminares en lo que dar al lector
la oportunidad de conocer a los personajes antes de que se fueran de patrulla. Pero
los seis meses siguientes y las primeras quinientas páginas se me fueron en el
empeño, y recuerdo que los primeros días estaba molesto por lo que estaba
tardando en empezar a trabajar con la patrulla.
Graham Greene :
Ahora que tenía sitio para trabajar sólo me faltaba la idea. La primera escena
entre los dos agentes en el vapor que hacía la travesía del Canal (los llamé D. y L.
porque no quería localizar el conflicto) era lo único que tenía en la cabeza, y una
cierta ambición vaga de crear alguna cosa legendaria de una novela de suspenso
contemporánea: la presa que se convierte en su turno en cazador, el hombre
pacífico que se transforma cuando se ve acorralado, el hombre que ha aprendido a
querer la justicia sufriendo la injusticia. Pero, que sería la leyenda en términos
modernos, de eso, no tenía ni idea. (...)
El tercer hombre no fue escrito para ser leído, sino para ser visto. El relato,
como muchos asuntos amorosos, comenzó durante una cena y continuó con
dolores de cabeza en varios lugares: Viena, Venecia, Ravello, Londres, Santa
Mónica.
Patricia Highsmith :
Javier Marías :
Tanto en las novelas como en los cuentos, yo empiezo a escribir sin tener
una idea cabal de lo que va a suceder. En alguna ocasión sí me ha ocurrido saber
desde el principio al final cómo va a ser, y entonces me he aburrido bastante. Me
ha parecido un simple ejercicio de redacción, que tiene su importancia, pero no
basta. Lo normal es que tenga una idea más o menos vaga, o la imagen de un
personaje. Quizá lo que sí sé es de qué me interesa hablar. En el cuento que da
título al libro, Mientras ellas duermen, sabía, por ejemplo, que me interesaba
hablar de la adoración. Luego el cuento se va desarrollando a medida que lo voy
escribiendo.
El argumento
Henry James :
Permítaseme apuntar, aprovechando lo que queda de una mañana
derrochada, 3 o 4 cosas que ya he anotado antes y podría identificar mediante
breves etiquetas, 3 o 4 pequeñas ideas que en este momento puedo concretar a
razón de 5.000 palabras cada una: 50 páginas de manuscrito. La esencia misma de
este trabajo -recordémoslo con la debida claridad- es que cada pieza consista
sustancialmente en un solo incidente, un incidente definitivo, rotundo, limitado.
Debo cultivar la observación, la anotación de esta clase de anécdotas -así como
debo llegar a dominar el faire, el duro, delicado y repetido proceso.
1 Tengo, para empezar, Les vieux (Los viejos) -aquello que anoté en Torquay
a raíz de algo que me contó Mrs. Procter.
2 Tengo la sugerencia que obtuve del artículo publicado por una francesa en
la Fortnightly Review sobre los contrapuestos pareceres de ingleses y franceses en
cuanto a la responsabilidad emanada del coqueteo: unos convencidos de que existe
una debida compensación (cuando el hombre queda verdaderamente tocado), los
otros asumiendo la actitud, exactamente inversa, de retroceder. “Es un asunto
grave”, comprenden ambos bandos -pero las conclusiones a tal premisa son
opuestas. Esto me parece harto tratable en mi pequeña extensión ¿Por medio de
una correspondencia, en una serie de diálogos que reflejan los hechos o de algún
otro modo? ¿Debo presentar a los 2 hombres juntos, o es mejor que sean 2 mujeres?
La ley de todo trabajo de esta clase ha de ser la de simplificar intensa,
“poderosamente”. Ya daré con el tratamiento -en cualquier caso, el tema y “est”. Es
obvio que ni en ésta ni en ninguna otra pieza semejante puedo acceder a la
brevedad si no es a través de una tremenda condensación; pero tan remunerativo
esfuerzo es parte del alto desafío general de la tarea. ¿No veo aquí mi “biais”, mi
solución, en el uso para mí habitual de la tercera persona en cuestión: el
observador, el que “sabe”, el confidente, bien de las 2 mujeres, bien de los 2
hombres? De hecho parece que los dos personajes diseñados deban ser realmente 2
mujeres. Esto me permite contar con las “notas”, las confidencias, las reflexiones, la
anécdota aguda y brillante vertida por una persona ingeniosa e inteligente, quizás
una mujer de edad, relacionada con ambas, “devant laquelle la chose se passa. Voilà.”
Juan Benet :
Guy Michaud :
T. S. Eliot :
No tiene sentido insertar en el texto líneas bonitas que uno piensa que son
buena poesía, si no ayudan a llevar adelante la acción.
Julio Cortázar :
Michael Ende :
Hay que imaginarse con gran exactitud todo lo que se quiere contar y
describir, representárselo tan exactamente que uno lo vea realmente en la
imaginación hasta en sus menores detalles. Esto no quiere decir que haya que
describir todo hasta en sus menores detalles. Cuando se hace la descripción basta
con limitarse a lo esencial, a lo característico. O sea, hay que imaginarse mucho más
de lo que hay después en el texto escrito. Y sin embargo, de una manera extraña y
hasta misteriosa, esa representación exacta se transmite después al lector. Yo
escribí una vez una historia que tiene lugar en una zapatería. Un amigo que la
había leído pudo describirme después con toda exactitud esa zapatería; sabía
dónde estaba la puerta, dónde estaba la fila de sillas con las banquetas delante para
los pies, dónde el escaparate y la caja. Todo eso coincidía exactamente con la
imagen que yo había tenido ante mí al escribir aunque en la historia propiamente
dicha no se había descrito detalladamente nada de eso.
Antonio Daumel :
Anton Chéjov :
Antonio-Prometeo Moya :
Umberto Eco :
Milan Kundera :
El episodio es una simple casualidad estéril, que puede ser suprimida sin
que una historia pierda su ligazón comprensible, y no es capaz de dejar una huella
duradera en la vida de los personajes. Van ustedes en metro a un encuentro con la
mujer de su vida y, un momento antes de la parada en que han de bajar, una joven
desconocida, en la que no se habían fijado (ya que iban a encontrarse con la mujer
de su vida y no se fijan en nada más) sufre una indisposición repentina, se
desmaya y se va a caer al suelo. Como están a su lado, la sujetan y la tienen entre
sus brazos unos segundos hasta que ella abre los ojos. La sientan en un sitio que
alguien deja libre para ella y, como en ese momento el tren comienza a frenar, se
separan de ella casi con impaciencia para bajar y correr tras la mujer de su vida. En
ese mismo momento la joven a la que poco antes tenían entre los brazos ya está
olvidada. Esta historia es un típico episodio. La vida está repleta de episodios
como un colchón lo está de lana, pero el poeta (según Aristóteles) no es un tapicero
y debe eliminar todos los rellenos de la historia, aunque la vida real no se
componga precisamente más que de rellenos como éste.
5 Los artilugios eficaces
Hay que tener en cuenta que el lenguaje le permite al lector el encuentro con
los deseos, la vía para poder manifestarlos. Por lo tanto, la relación del erotismo
con la palabra es estrecha. Por el lenguaje pasan la fantasía, los símbolos, las
sensaciones, los actos.
Sustantivos y adjetivos
Con metáforas
Dice Octavio Paz: “La relación entre erotismo y poesía es tal que puede
decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal
y que la segunda es una erótica verbal”.
Como ejemplo, los siguientes poemas, en los todo se insinúa, nada se dice de
modo explícito:
Tantas veces le había oído decir estas cosas, que no tenían ninguna novedad
para él. Emma se parecía a las amantes; y el encanto de la novedad, cayendo poco
a poco como un vestido, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que
tiene siempre las mismas formas y el mismo lenguaje. Aquel hombre con tanta
práctica no distinguía la diferencia de los sentimientos bajo la igualdad de las
expresiones. Porque labios libertinos o venales le habían murmurado frases
semejantes, no creía sino débilmente en el candor de las mismas; había que rebajar,
pensaba él, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la
plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto
que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus
conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el
que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover
a las estrellas.
El poder de los sentidos
En el sentir erótico se usan con énfasis los cinco sentidos: lo que percibe el
oído, erotiza; la mirada es un puente, existe un código para flirtear con los ojos; el
tacto se convierte en un radar; el aroma la transporta a los momentos pasionales; el
gusto le permite crear zonas erógenas (paladea, lame, saborea).
No existen dos cabellos iguales, pero usted no nos permite gastar palabras
en la descripción del cabello. No hay tampoco olores iguales, pero si nos
extendemos sobre eso usted exclama: “Supriman la poesía”. No hay dos cutis con
la misma textura, y jamás la luz, o temperatura o sombra ni el mismo gesto, pues
un amante cuando es movido por el verdadero amor, puede recorrer siglos y siglos
de tradición amorosa. ¡Qué posibilidades, qué cambio de edad, qué variaciones de
madurez e inocencia, perversidad y arte...!
El Shunga es la escuela de arte erótico japonés que narró, desde el siglo XVII
hasta el XIX, la más fina técnica amatoria para hombres y mujeres.
Sus impresiones ilustraban los "libros de almohada". Estos pequeños manuales, se
guardaban dentro de las tradicionales cajas laqueadas, bajo la almohadilla. Los
amantes solían intercambiarlos, y también eran considerados excelentes regalos de
bodas.
De la leyenda de Ame-No-Uzume
6 30 formas de producir literatura erótica
Por ese territorio inigualable llamado erotismo transitan estos fragmentos
emblemáticos de los que se pueden extraer diversas técnicas de escritura, ideas
para escribir y goce de leer.
Doble pareja
"Lo siento", dijo, con la sangre bajándole por los muslos. "No creí que sería
tan pronto. " "No te preocupes", dijo Ulric. "¿Qué importa un poco de sangre entre
dos asaltos?" Lo acompañé al baño, parándome un momento de camino para que
me presentara a la chica de su hermano. Estaba bastante borracha. Le tendí la
mano para saludarla y, al darme la suya, me tocó la polla involuntariamente. Eso
hizo que todo el mundo se sintiera incómodo.
"¿Crees que podría probar otra vez? Quiero decir si es perjudicial en algún
sentido recibir un poco de sangre en la punta de la'polla ¿qué te parece? No me
desagradaría repetir ¿qué me dices?
"Es bueno para la salud", dije alegremente. "Ojalá pudiera cambiar de pareja
contigo." "No me opondría en absoluto", dijo, pasándose la lengua lascivamente
por el labio inferior. "¿Crees que puedes arreglarlo?" "Esta noche, no", dije. "Me voy
ahora”.
Tengo que estar fresco y lozano mañana." "¿Te vas a llevar a Mara contigo'!"
"¡Ya lo creo! Dile que venga aquí un momento ¿quieres?" Cuando Mara abrió la
puerta, me estaba poniendo polvos en la polla. Nos apalancamos al instante.
"¿Qué tal si probamos en la bañera?" Abrí el grifo del agua caliente y eché un
jabón. Le enjaboné la entrepierna con los dedos hormigueantes. Ya tenía la polla
como una anguila eléctrica.
El viejo y la jovencita
4. Con tono de confesión, habla una protagonista que investiga qué le pasa
al hombre que ama :
Pier Paolo Pasolini (Italia, 1922-1975)
Amado mío
Levanté despacio la cabeza y le rocé los labios con los míos. No dijo nada.
Entonces lo besé con más fuerza; pero mientras lo besaba, sentía que sus labios se
crispaban. Me aparté y lo mire: sonreía.
5. Empleo del absurdo y la fantasía para expresar el deseo :
Lolita
Rubem Fonseca
(Brasil)
El cobrador
Una caja negra bajo el brazo. Digo, trabada la lengua, que soy plomero y que
voy al departamento doscientos uno. Al portero le hace gracia mi lengua
estropajosa y me manda subir. Empiezo por el último piso. Soy el plomero (lengua
normal ahora) vengo a arreglar eso. Por la abertura, dos ojos: nadie ha llamado al
plomero. Bajo al séptimo: lo mismo.
–Desnudáte.
Empezó a gemir cuando se la hundí con toda mi fuerza hasta el fin. Mientras
la metía y sacaba le iba pasando la lengua por los pechos, por la oreja, por el cuello,
y le pasaba levemente el dedo por el culo, le acariciaba la barriguita. Empezó a
quedárseme lubricada por los jugos de su vagina, abora tibia y viscosa.
9. El retrato :
Desde aquella noche durmió siempre al aire libre, y por todos fue conocido
su generoso descuido.
Era lisa y esbelta como una hierba, y olía como una perfumería. Me senté y
me incliné hacia sus piernas, y la besé entre los muslos, allí donde la piel de las
mujeres es más suave que el plumón de los pájaros. Cerró las piernas y las volvió a
abrir enseguida y yo empecé de nuevo, un poco más arriba esta vez. Su vello
rizado y brillante me hacía cosquillas en la cara, y, dulcemente, me puse a lamerla.
Su sexo estaba húmedo y ardiente, firme bajo mi lengua, y me dieron ganas de
morderlo, pero volví a incorporarme. Lou se sentó, sobresaltada, y me agarró la
cabeza para volver a colocarla donde estaba. Conseguí librarme a medias.
-No quiero -dije-. No quiero hasta que no haya podido liquidar esta historia
con tu hermana Jean. No puedo casarme con las dos. Le mordisqueé los pezones.
Ella continuaba aferrada a mi cabeza y seguía con los ojos cerrados.
y con voz sorda, mirándome con sus ojos como dardos de llamas verdes,
voluptuosa y cruel, habló de esta manera:
Yo, llena de tintura blanca y con mi ropa amarilla, hace rato que estoy aquí
ociosa esperando un hombre para tirarme a sus brazos. Mientras, canto y hago
monerías. ¡Musas, por favor, un tono que a m is labios baje para poder encantar
con un canto de son jónico!
LA MUCHACHA : ¡Ay, ay... ¿Qué haré yo? ¡No viene mi amado hoy! ¡Solita
me quedo aquí: hasta mi madre se fue! De lo demás, no me importa. (se dirige a la
vieja, cantando) ¡Mamita mía, hazme un gran favor... Vete a llamar a Vergara para
que él te dé todo gusto! Ya sabes los modos jónicos, y eso te pido yo, pobrecita
niña.
¿Es que te gusta lamer como hacen las de Lesbos? y tú no podrás quitarme
mis deliquios de aquella hora ¡vieja infeliz y caduca! Tú no harás nada nocivo, ni
me quitarás mis goces que me tocan por derecho.
El muro
Los curas son dulces como mujeres debajo de sus sotanas, y parecen llevar
medias. Cuando tenía quince años, hubiera querido levantar suavemente su túnica
y ver sus rodillas de hombre y sus calzoncillos, me parecía raro que tuviesen algo
entre las piernas; con una mano hubiera tomado la sotana, y hubiera deslizado la
otra a lo largo de las piernas, subiendo hasta donde pienso; no es que no me gusten
tanto las mujeres, pero lo del hombre, cuando está bajo su manto, es suave, es
como una flor grande. Lo que pasa es que uno no puede tomarlo con la mano, si
por lo menos se quedara tranquilo, pero empieza a moverse como un animal, se
endurece, me da miedo, cuando está duro y se yergue en el aire, es brutal; qué
sucio es el amor. Yo amaba a Enrique porque su cosita no se endurecía nunca,
nunca levantaba la cabeza, yo reía, la besaba a veces, no tenía más que frente a la
de un niño; por la noche, tomaba su cosita con los dedos, él se ruborizaba y volvía
de lado la cara suspirando; aquello se quedaba quietito en la mano, yo no apretaba,
nos quedábamos así largo rato y él se dormía. Entonces yo me tendía sobre la
espalda y pensaba en curas, en cosas puras, en mujeres y comenzaba a acariciarme
el vientre, mi hermoso vientre plano, hacía bajar la mano y era un placer; sólo yo
puedo producirme placer...
Madame Edwarda
Giré hacia ella con las manos agarradas a la mesa. Sentada, sostenía una
pierna abierta; para mejor enseñar la hendidura se estiraba la piel con las dos
manos. Así me miraban "los trapos" de Edwarda, velludos y rosados, llenos de
vida, como un pulpo repugnante. Balbuceé lentamente.
Su voz ronca se suavizó, se hizo casi infantil para decirme con fatiga, con la
infinita sonrisa del abandono: "¡Cómo he gozado!" Pero ella mantenía su posición
provocante. Ordenó:
-¡Besa!
-¡Claro!
-Es una joven muy bonita. Sólo admito huéspedes en quienes pueda confiar.
Me acerqué a Gilberta, quien, tumbada sobre una silla, me decía que tomara
la carta aunque no me la tendía. Me sentí tan atraído por su cuerpo que le dije:
Se la puso en la espalda, pasé las manos detrás del cuello, levantando las
trenzas de su pelo que llevaba caído sobre los hombros, sea porque era propio de
su edad, o porque su madre quería hacerla parecer niña mucho tiempo, para
rejuvenecerse. Luchamos. Yo trataba de atraerla, se resistía; sus pómulos
inflamados por el esfuerzo estaban rojos y redondos como cerezas, reía como si le
hiciera cosquillas, la tenía apretada entre mis piernas como un arbusto por el que
hubiera querido trepar, y en medio de la gimnasia que yo hacía, sin que por eso
hubiera aumentado la sofocación que .me daba el ejercicio muscular y el ardor del
juego, cayeron de mí algunas gotas de sudor arrancadas por el esfuerzo, placer
cuyo sabor no pude siquiera postergar...
Historia de O
¿Por qué Sir Stephen no acercaba a ella su boca, por qué no ponía una mano en los
pezones que él había deseado ver erguirse y que ella sentía estremecerse, por más
inmóvil que se mantuviera, sólo con respirar? Él se acercó, se sentó en el brazo del
sofá y no la tocó. Estaba fumando y, a un movimiento de su mano, que O nunca
supo si había sido involuntario, un poco de ceniza casi caliente fue a caerle entre
los senos. Ella tuvo la sensación de que quería insultarla con su desdén, con su
silencio, con su atención impersonal. Sin embargo, él la había deseado poco antes,
la deseaba todavía, ella lo veía tenso bajo la fina tela de la bata. ¿Por qué no la
tomaba, aunque fuera para herirla? O se odiaba a sí misma por aquel deseo y
odiaba a Sir Stephen por su forma de dominarse. Ella quería que él la amara, ésta
es la verdad; que estuviera impaciente por tocar sus labios y penetrar su cuerpo,
que la maltratara incluso, pero que, en su presencia, no fuera capaz de dominar el
deseo.
Como siempre he sido tan dada a sistematizar mis expresiones, llegué a formar el
siguiente principio: existen dos clases de moral en el mundo: la oficial, que
cimienta las leyes de la sociedad burguesa y que nadie puede quebrantar
impunemente, y la natural entre los dos sexos, cuyo resorte más poderoso es el
placer.
21. Desde un narrador testigo que cuenta sin opinar, sin juzgar y sin hablar
de los sentimientos de los personajes frente a una situación de por sí emotiva :
Ella había oído hablar de aquellos tráficos cuando era joven. Las chicas de la clase
hablaban de las moles de piedra y de las personas que iban allí por la noche.
Algunas chicas habían ido para que los hombres las tocaran. Muchas no se
atrevían, por temor. Las que habían ido, una vez de regreso, no podían ser como
las que lo ignoraban. Ella había ido también un noche, tenía trece años. Allí nadie
se hablaba, las cosas se hacían en silencio. Junto a las moles de piedra había
cabinas. Estaban pegados a las paredes de las cabinas el uno frente al otro. Había
sido muy lento, él había penetrado primero con los dedos, luego con la verga. En el
deseo, él hablaba de Dios. Ella había forcejeado. Él la había sujetado entre sus
brazos. Le decía que no tuviera miedo. Al día siguiente ella había sentido la
tentación de hablar a su madre de su visita a aquellas personas del paso. Pero
durante la cena le pareció que ella no tenía que saber nada ya respecto a su hija. La
hija no ignoraba hasta aquel momento que su madre conocía la existencia de ese
lugar. Hablaba de él, en efecto, una vez dijo que había que evitar ir por aquel lado
de la playa llegada la noche. Lo que no sabía la hija antes de aquella noche era si
aquella mujer, había, también ella, cruzado el ecuador de la otra vertiente. Fue por
la mirada de la madre a la hija, aquella noche, por aquel silencio entre ellas, por
aquella risa oculta, que atravesaba la mirada de connivencia inmensurable, por lo
que lo supo. Eran las mismas respecto al punto de los que sucedía en aquel lugar
de la noche.
Jesús miraba sus propias manos, que María sostenía, y deseaba tenerlas
sueltas para que pudieran ir a buscar, libres, cada una de aquellas partes, pero ella
continuaba, una vez más, otra aún, y decía, Aprende mi cuerpo, aprende mi
cuerpo. Jesús respiraba precipitadamente, pero hubo un momento en que pareció
sofocarse, yeso fue cuando las manos de ella, la izquierda colocada sobre la frente,
la derecha en los tobillos, iniciaron una lenta caricia, una en dirección a la otra,
ambas atraídas hacia el mismo punto central, donde, una vez llegadas, no se
detuvieron más que un instante, para regresar con la misma lentitud al punto de
partida, desde donde iniciaron de nuevo el movimiento. No has aprendido nada,
vete, había dicho Pastor, y quizás había querido decir que no había aprendido a
defender la vida. Ahora, María de Magdala le enseñaba, Aprende mi cuerpo, y
repetía, pero de otra manera, cambiándole una palabra, Aprende tu cuerpo, y él lo
tenía ahí, su cuerpo, tenso, duro, erecto, y sobre él estaba, desnuda, magnífica,
María de Magdala, que decía, Calma, no te preocupes, no te muevas, déjame a mí,
entonces sintió que una parte de su cuerpo, ésa, se había hundido en el cuerpo de
ella, que un anillo de fuego lo envolvía, yendo y viniendo, que un estremecimiento
lo sacudía por dentro, como un pez que se agitara, y que, de súbito, se escapa
gritando, imposible, no puede ser, no puede ser, los peces no gritan, él, sí, era él
quien gritaba, al mismo tiempo que María, gimiendo, dejaba caer su cuerpo sobre
el de él, yendo a beberle en la boca el grito, en un ávido y ansioso beso que
desencadenó en el cuerpo de Jesús un segundo e interminable estremecimiento.
El encuentro
Dos puntos que se atraen, no tienen por qué elegir forzosamente la recta,
Claro que es el procedimiento más corto. Pero hay quienes prefieren el infinito.
Las gentes caen unas en brazos de otras sin detallar la aventura. Cuando mucho,
avanzan en zigzag. Pero una vez en la meta corrigen la desviación y se acoplan.
Tan brusco amor es un choque, y los que así se afrontaron son devueltos al punto
de partida por un efecto de culata. Demasiados proyectiles, su camino al revés los
incrusta de nuevo, repasando el cañón, en un cartucho sin pólvora.
Li Yu (1610-1680)
... tenderse junto a una pareja de amantes y escuchar los ruidos que hacen: es
suficiente para volverse loco de deleite. Cuando mi marido vivía, yo solía pedirle
que sedujera a una criada y que lo hiciera lo más rápida y ruidosamente posible,
para que la muchacha no pudiera contenerse y comenzara a gritar. Eso me
transportaba y tosía, momento en que él volaba a mi cama y empujaba con todas
sus fuerzas. Le hacía pasar por alto la estrategia habitual y lo arrojaba a un ataque
continuo. Yo no sólo experimentaba una sensación placentera en mi interior, sino
que ésta llegaba al fondo de mi corazón y me corría después de setecientas u
ochocientas arremetidas. Cómo método, es todavía mejor que las imágenes y
novelas eróticas.
26. Desde una tercera persona que encubre a la primera, la que sabe y siente
lo que ocurre paso a paso :
Patricia Highsmith
La romántica
“Isabel recordó también que se había sentido muy consciente de él, de una
forma poco habitual, como una mezcla de cordialidad y excitación. Era curioso.
Pero ella no había tratado de coquetear con él. Había reprimido sus sentimientos e
incluso se había mostrado un poco fría. ¿Sería Willy Miller de Nebraska su hombre
ideal? ¿El caballero del caballo blanco, como decían en plan de broma en algunas
de las novelas que leía, con el que estaba destinada a pasar el resto de su vida?”
Anónimo, 1890.
Erecto e inflamado por la intensidad de sus deseos, expuso ante los ojos de
la joven princesa un miembro gigantesco, de proporciones incluso más terribles
que las del formidable Iván.
En cuanto a Vavara, aquella visión fue demasiado para ella. Al observar las
desnudas proporciones de los rústicos que tenía delante y a su lado, sus labios se
abrieron murmurando palabras de significado lascivo, mientras la ardiente
respiración desbocada se apreciaba en la trémula elevación y descenso de su busto.
Las ventanas de la nariz se le dilataron y las mejillas se le imflamaron.
El libro de la almohada
Para encontrarse con el amante el verano es la estación apropiada. En verdad, las
noches son muy cortas y la claridad avanza antes de que una haya pegado un ojo.
Como todas las celosías quedan abiertas, permaneciendo acostados se puede ver el
jardín en el frío aire matinal.
En invierno, cuando hace mucho frío y una está sepultada bajo la ropa de
cama escuchando las amorosas palabras de su amante, es una delicia oír el sonoro
gong del templo, que parece salir del fondo de un pozo. Los primeros cantos de las
aves, que todavía ocultan sus cabezas bajo las alas, suenan extraños y en sordina.
Luego los pájaros, uno tras otro, cantan respondiéndose. Placentero es yacer
oyendo el sonido que se vuelve más nítido.
Raymond Queneau
14 de enero
John Steinbeck
Lawrence Durrell
¿De qué sirven los libros si no nos vuelven hacia la vida, si no consiguen
hacernos beber de ella con más avidez?
Henry Miller
No sólo es pueril que un escritor quiera que los lectores vean lo que él ve,
que entienda la forma y el objetivo de una novela tal como él la ve, que quiera eso
significa que no ha entendido una cosa absolutamente esencial: que el libro está
vivo, que fructifica y es capaz de hacer pensar y de promover el debate (...) Y
cuando la pauta de un libro y la forma de su vida interior son tan evidentes para el
lector como para el autor, entonces puede ser que ha llegado el momento de
arrinconarlo, porque ya ha acabado su trabajo, y debe comenzar otro.
Doris Lessing
Detrás de la novela más objetiva, si se trata de una obra bella, de una gran
obra, se disimula siempre este drama vivido por el novelista, esta lucha individual
con sus demonios y sus esfinges. Pero acaso el triunfo del genio sea precisamente
que este drama personal no se traicione al exterior.
François Mauriac
Jean-Paul Sartre
Louis Aragón
Georges Bataille
Fogonazos eróticos
Algunas novelas que contienen episodios de una carga erótica tal que se han
convertido en su disparador:
Comedias, Plauto
Poesía, Catulo
Sátiras, Horacio
El satiricón, Petronio
Los ciento veinte días de Sodama, Justine o los infortunios de la virtud, Marqué de
Sade. Influyó en Lautréamont Apollinaire, Bataille, el surrealismo.
Casanova,
Las once mil vergas, Las hazañas de un joven don Juan, Guillaume Apollinaire
, Ángeles Mastretta
, Isabel Allende
Yonqui, El almuerzo desnudo, The Soft Machine, Nova Express y Los muchachos
salvajes, William Burroughs.