Precursores Sociologia

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Precursores de la sociología

Auguste Comte

Auguste Comte fue el padre del positivismo y el primer teórico que empezó a hablar del
término “sociología”. Su obra estuvo muy ligada a Saint-Simon, al principio, pero acabó
variando hasta ser algo completamente distinto, incluso opuesto en algunos términos.

Nació el 19 de enero de 1798 en Montpellier y desde pequeño siempre se interesó por los
asuntos relacionados con la filosofía. Tras finalizar sus estudios en 1817, empezó a trabajar
como secretario del conde Henri de Saint-Simon.

Con él, Comte expandió su conocimiento sobre la filosofía y sobre el mundo que le rodeaba
pero pasados 7 años, decidió que era el momento de romper definitivamente con la influencia
del pensador francés y comenzar una etapa propia.

Entre 1830 y 1842, Comte pasó una etapa de separación y ruptura frente a las ideas de Saint-
Simon.

Para ello, trabajó en su obra titulada “Curso de filosofía positiva”. Era un tratado en el que él
elaboró su propia filosofía particular, a la que presentó como una filosofía de las ciencias.

Por una parte, Comte clasificó las ciencias según un orden creciente de complejidad y, por
otra, formuló la ley de la historia del espíritu humano, también conocida como la “ley de los
tres estados”.

Karl Marx

(Tréveris, Prusia occidental, 1818 - Londres, 1883) Pensador socialista y activista revolucionario
de origen alemán. Raramente la obra de un filósofo ha tenido tan vastas y tangibles
consecuencias históricas como la de Karl Marx: desde la Revolución rusa de 1917, y hasta la
caída del muro de Berlín en 1989, la mitad de la humanidad vivió bajo regímenes políticos que
se declararon herederos de su pensamiento.

Contra lo que pudiera parecer, el fracaso y derrumbamiento del bloque comunista no habla en
contra de Marx, sino contra ciertas interpretaciones de su obra y contra la praxis
revolucionaria de líderes que el filósofo no llegó a conocer, y de los que en cierto modo se
desligó proféticamente al afirmar que él no era marxista. Ciertamente fallaron sus predicciones
acerca del inevitable colapso del sistema capitalista, pero, frente a los socialistas utópicos,
apenas se interesó en cómo había de organizarse la sociedad. En lugar de ello, Marx se
propuso desarrollar un socialismo científico que partía de un detallado estudio del capitalismo
desde una perspectiva económica y revelaba las perversiones e injusticias intrínsecas del
sistema capitalista.

En tal análisis, fecundo por los desarrollos posteriores y vigente en muchos aspectos, reside el
verdadero valor de su legado. En cualquier caso, es innegable la altura de sus ideales; nunca
ambicionó nada excepto "trabajar para la humanidad", según sus propias palabras. Y,
refiriéndose a su libro El capital, dijo: "Dudo que nadie haya escrito tanto sobre el dinero
teniendo tan poco".
Karl Marx procedía de una familia judía de clase media; su padre era un abogado convertido
recientemente al luteranismo. Estudió en las universidades de Bonn, Berlín y Jena,
doctorándose en filosofía por esta última en 1841. Desde esa época el pensamiento de Marx
quedaría asentado sobre la dialéctica de Hegel, si bien sustituyó el idealismo hegeliano por una
concepción materialista, según la cual las fuerzas económicas constituyen la infraestructura
subyacente que determina, en última instancia, fenómenos «superestructurales» como el
orden social, político y cultural.

En 1843 se casó con Jenny von Westphalen, cuyo padre inició a Marx en el interés por las
doctrinas racionalistas de la Revolución francesa y por los primeros pensadores socialistas.
Convertido en un demócrata radical, Marx trabajó algún tiempo como profesor y periodista;
pero sus ideas políticas le obligaron a dejar Alemania e instalarse en París (1843).

Por entonces estableció una duradera amistad con Friedrich Engels, que se plasmaría en la
estrecha colaboración intelectual y política de ambos. Fue expulsado de Francia en 1845 y se
refugió en Bruselas; por fin, tras una breve estancia en Colonia para apoyar las tendencias
radicales presentes en la Revolución alemana de 1848, pasó a llevar una vida más estable en
Londres, en donde desarrolló desde 1849 la mayor parte de su obra escrita. Su dedicación a la
causa del socialismo le hizo sufrir grandes dificultades materiales, superadas gracias a la ayuda
económica de Engels.

Marx partió de la crítica a los socialistas anteriores, a los que calificó de «utópicos», si bien
tomó de ellos muchos elementos de su pensamiento (particularmente, de autores como Saint-
Simon, Robert Owen o Charles Fourier). Tales pensadores se habían limitado a imaginar cómo
podría ser la sociedad perfecta del futuro y a esperar que su implantación resultara del
convencimiento general y del ejemplo de unas pocas comunidades modélicas.

Por el contrario, Marx y Engels pretendían hacer un «socialismo científico», basado en la crítica
sistemática del orden establecido y el descubrimiento de las leyes objetivas que conducirían a
su superación; la fuerza de la revolución (y no el convencimiento pacífico ni las reformas
graduales) sería la forma de acabar con la civilización burguesa. En 1848, a petición de una liga
revolucionaria clandestina formada por emigrantes alemanes, Marx y Engels plasmaron tales
ideas en el Manifiesto Comunista, un panfleto de retórica incendiaria situado en el contexto de
las revoluciones europeas de 1848.

Émile Durkheim

(Épinal, 1858 - París, 1917) Sociólogo, pedagogo y antropólogo francés, uno de los pioneros en
el desarrollo de la moderna sociología.

Hijo de un rabino, destacó pronto como estudiante, lo que le permitiría acceder en 1879 a la
Escuela Normal Superior de París, por la que se licenció en filosofía en 1882. Terminados sus
estudios en la Normal, inició su carrera docente en diversas ciudades francesas. Durante el
curso 1885-1886 se trasladó a Alemania, donde conoció los métodos de la psicología
experimental de Wilhelm Wundt.
Desde Alemania envió a diversas revistas francesas algunos artículos sobre filosofía y ciencias
positivas; gracias a estas colaboraciones fue nombrado profesor encargado de la asignatura de
ciencia social y pedagogía de la Universidad de Burdeos (1887). En 1896 se le otorgó la cátedra
de filosofía social y fundó la revista L'année sociologique. En 1902 fue nombrado profesor de la
cátedra de ciencias de la educación de la Universidad de París, donde ejercería la docencia
hasta su fallecimiento.

En el ámbito de sus investigaciones, Durkheim pasó de un interés inicial por la pedagogía a una
mayor amplitud de miras que lo llevó al campo de la sociología, por aquel entonces en sus
comienzos tras la primera formulación positivista de Augusto Comte. El primer trabajo
importante de Émile Durkheim fue su tesis doctoral, Sobre la división del trabajo social (1893).
Tras examinar la excesiva especialización y deshumanización del trabajo, tendencia en
progresión ascendente desde la Revolución Industrial, Durkheim subrayaba en este estudio los
graves riesgos que tal evolución suponía para el bienestar y el interés común de la sociedad.

Dos años después publicó su obra fundamental, Las reglas del método sociológico (1895), que
constituye un verdadero breviario de sociología; en ella acotó Durkheim el campo de la nueva
ciencia y propuso la metodología que había de seguir. El objeto de estudio de la sociología no
puede ser una suma de individuos (pues en la misma configuración del individuo intervienen
fuerzas sociales que operan sobre él), sino el fenómeno o hecho social, una de cuyas
principales características es precisamente la coerción que ejerce sobre el individuo.

El hecho social es, además, exterior al indiviudo (existe antes de su nacimiento) y producto de
una colectividad. Las "representaciones colectivas" y las estructuras de la sociedad imponen al
individuo las normas de pensamiento, las reglas de conducta, el canon de una existencia
normal, y también sus aspiraciones más elevadas, sin que todo ello excluya cierto margen de
autonomía del individuo en el ámbito de la colectividad.

En tanto que objeto de la sociología, el hecho social no debe ser juzgado (por ejemplo, está
fuera de su campo establecer si los ritos religiosos poseen o carecen de fundamento), sino
analizado y estudiado a partir de la observación y de los datos y evidencias empíricas,
aplicando métodos científicos y atendiendo a su función y a sus causas inmediatas. El resultado
de ello ha de ser la explicación de la conciencia colectiva (término acuñado por Durkheim),
formada por un conjunto de valores compartidos que es completamente distinta de la suma de
las conciencias individuales. La conservación, cambio o pérdida de tales valores (morales,
religiosos, etc.) determina la estabilidad o evolución de una sociedad.

Aplicando su propia metodología, Émile Durkheim partió de datos estadísticos oficiales para
preparar su siguiente estudio: El suicidio (1897). La tesis de la obra se resume en la siguiente
frase: "El suicidio varía en proporción inversa al grado de integración del individuo en la
comunidad religiosa, familiar y política". Siguiendo la concepción sociológica expuesta en su
trabajo anterior, Durkheim parte del presupuesto de que el individuo está guiado por una
realidad moral colectiva. De la observación de que cada pueblo tiene cierto porcentaje de
suicidios, más constante que la mortalidad y regulado por reglas fijas, se desprende que los
países y sus instituciones son una fuerza motriz independiente del individuo.
Según Durkheim, las verdaderas causas del suicidio son de naturaleza social (falta de
integración) y permanecen desconocidas incluso para el mismo suicida. El autor distingue
entre causas y motivos, y considera estos últimos como pretextos no decisivos. Debido
precisamente a estas consideraciones, se reprochó a Durkheim el haber formulado una tesis
apresurada, basada en datos no actuales e incompletos, sin calcular la incidencia de las
enfermedades mentales y especialmente de la ciclotimia, presente muy a menudo en los
suicidas. Sus sucesores se esforzaron en completar las teorías del maestro en aquellos puntos
expuestos por él de una manera incompleta por falta de estadísticas.

Max Weber

Considerado por muchos como un padre fundador de la sociología moderna junto con Karl
Marx y Emile Durkheim, el sociólogo e historiador alemán Max Weber, del que se cumplen 150
años de su nacimiento ha sido el objeto de críticas por parte de la historiografía post-
modernista que surgió a raíz de la descolonización.

Su influencia académica sigue siendo tal que poco después de hacerse público que Joseph
Pérez había ganado el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, el
historiador francés de origen español sentenció en una entrevista en el suplemento Mas24:
"Ningún científico digno de este nombre, ningún historiador, puede sostener hoy que la
religión protestante es la religión del progreso" una afirmación en forma de amargo tributo al
alemán que no es sino una prueba del potente legado que los trabajos de Max Weber siguen
ejerciendo hoy día en un mundo y una historia en completa fluctuación.

Nació el 21 de Abril de 1864 en Erfurt, la actual Turingia, en aquella época parte del Reino de
Prusia. Hijo de un funcionario adinerado y liberal y de una madre calvinista y religiosa, fue un
estudiante precoz. Su vida transcurrió entre el mundo académico y la política en una época en
la que Alemania, Europa, y el mundo se encontraban en plena ebullición: fue testigo del
nacimiento del Imperio Alemán en 1871 y su desaparición en 1918 tras la Primera Guerra
Mundial, del mismo modo, presenció el cénit de la expansión territorial europea en África y
Asia, y de la segunda revolución industrial.

Trabajó como profesor universitario en la Universidad de Friburgo en 1894, y más tarde en la


Universidad de Heidelberg. Intelectual y polemicista incansable, Weber entró en 1888 en la
Unión por la Política Social alemana, y durante toda su vida mantuvo lazos con partidos
liberales e izquierdistas. Su prestigio como sociólogo e historiador le brindó la oportunidad de
trabajar como consejero para la delegación alemana que negoció la rendición del país en el
Tratado de Versalles, y como uno de los redactores y supervisores de la Constitución de la
República de Weimar.

Como gran observador de las innovaciones de su tiempo, centró su trabajo en dos cambios
cruciales: el nacimiento de las modernas naciones-estado basadas en una burocracia
profesional, y la expansión del capitalismo occidental por todo el globo terrestre.

Henri de Saint-Simon

Claude-Henride Rouvroy conde de Saint-Simon. Filósofo y economista francés (1760-1825), de


agitada vida (luchó en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América , pasó
miseria y estuvo al borde del suicidio), tuvo la visión del mundo futuro dominado por fuerzas
económicas y sociales hasta entonces en embrión o inéditas, y en su utopía tanto pueden
hallar su ascendencia teórica el socialismo como las grandes empresas capitalistas
renovadoras. Quizá por eso en el desarrollo de sus instituciones tuvieron más importancia sus
discípulos, entre ellos Comte y Lesseps, que él mismo.

Conde de Saint-Simon (Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint Simon; París, 1760 - 1825)
Historiador y teórico político socialista francés. Perteneciente a una familia aristocrática venida
a menos, el conde de Saint-Simon era sobrino-nieto del duque Louis de Rouvroy, famoso por
sus memorias, en las que describió la corte de Luis XIV.

Por tradición familiar, Saint-Simon estaba destinado a ser militar. Participó en la guerra de la
Independencia a favor de las colonias americanas, y durante la Revolución Francesa se hizo
republicano. Nombrado presidente de la Comuna de París en 1792, renunció a su título
nobiliario y se adscribió al ideario haciéndose llamar Claude Henri Bonhomme. Unas
acusaciones de especulación con los bienes nacionales y sus relaciones con Danton, que no
eran vistas con buenos ojos, dieron con él en la cárcel en 1793, aunque fue liberado en 1794.

Durante el Directorio Saint-Simon gozó de una desahogada posición económica; su casa era
frecuentada por personalidades como Monge, Lagrange y Dupuytren. Viajó a Alemania, el
Reino Unido y Suiza, donde publicó su primera obra: Carta de un residente en Ginebra a sus
contemporáneos (Lettres d’un habitant de Genève à ses contemporains, 1802 o 1803), donde
apunta lo que posteriormente definiría como su teoría de la capacidad.

Quebrantada su situación económica, se dedicó a escribir numerosos textos científicos y


filosóficos hasta que consiguió estabilizarse. En el periódico L’Organisateur declaró: Si Francia
perdiera sus principales físicos, químicos, banqueros, negociantes, agricultores, herreros,
etcétera, sería un cuerpo sin alma; en cambio, si perdiera a todos los hombres considerados
más importantes del Estado, el hecho no reportaría más pena que la sentimenta; la afirmación
le acarreó un proceso.

En 1821 escribió El sistema industrial (Du système industriel), y en 1825 su libro más
importante, Nuevo cristianismo (Nouveau Christianisme). Arruinado por segunda vez, intentó
suicidarse de un pistoletazo, pero falló el tiro y perdió un ojo. Ayudado por uno de sus
discípulos, Saint-Simon planificó la creación de un nuevo periódico, Le Producteur, pero
falleció antes de su aparición.

El pensamiento de Saint-Simon deriva de su reacción contra el derramamiento de sangre de la


Revolución Francesa y el militarismo de Napoleón. En sus teorías propugnaba la idea de que la
propiedad privada sería buena en cuanto cada individuo recibiera su retribución en función de
su capacidad.

A su parecer, el primer objetivo político del Estado tenía que ser el desarrollo de la producción,
por lo que su gobierno debía estar constituido por industriales de toda índole, obreros,
campesinos y propietarios. Además, propuso que los científicos ocuparan el lugar de los
clérigos en el orden social; la función de la religión sería guiar a las clases más bajas de la
sociedad en su lucha para mejorar sus condiciones de vida. También proclamaba la abolición
de los derechos hereditarios y la formación de una asociación cuya función fuera impedir la
guerra.

Saint-Simon influyó poderosamente en Auguste Comte a raíz de sus colaboraciones conjuntas,


y aunque sus caminos acabarían por distanciarse, el positivismo de Comte está basado en su
mayor parte en conceptos sansimonianos. Tras su muerte, sus discípulos popularizaron su
ideología durante el Segundo Imperio. Sus principios adquirieron el nombre de sansimonismo,
como si se tratara casi de una religión, aunque la asociación terminaría por disolverse. La
influencia de la ideología de Saint-Simon en el pensamiento moderno ha sido muy profunda.
Previó correctamente el futuro proceso de industrialización del mundo y confió la solución de
la mayoría de los problemas de la sociedad a la ciencia y la tecnología.

Henry Spencer

(21 de abril de 1834 - 29 de julio de 1900) Bibliófilo y escritor. Personaje destacado


especialmente por haber llegado a poseer una de las más extensas colecciones en sus focos de
interés como bibliófilo: Cervantes y literatura erótica.

Nació en Southwark (Londres), casándose en Hamburgo ( Alemania) en 1862. Puede decirse


que llevó una doble vida. Públicamente era un burgués adinerado perfecto cumplidor de la
estricta moral victoriana; pero en secreto llegó a coleccionar la que se ha considerado mayor
biblioteca erótica de la época.

A su condición de hombre de negocios de éxito, propietario de empresas con sede en Londres


y París, unió la condición de viajero incansable. Recorrió Europa, Japón, EE. UU. y visitó España
en varias ocasiones adquiriendo diversas ediciones de libros de Cervantes. Por su condición de
hispanista especializado en Cervantes, la Real Academia Española lo nombró en 1896 Miembro
Correspondiente.

Entre sus amigos se encontraban Richard Francis Burton, Richard Monckton Milnes (también
poseedor de una gran colección de libros eróticos), Algernon Swinburne, y otros, todos ellos
contrarios al puritanismo victoriano de la época.

Fue padre del diseñador Charles Robert Ashbee.

Ashbee legó su colección al Museo Británico con la condición que los ejemplares eróticos
fuesen aceptados junto con los ejemplares convencionales. Los administradores del museo,
interesados por el material relacionado con Cervantes, aceptaron el legado; pero usando un
subterfugio destruyeron gran parte del material erótico.

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