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S03 S1-Filosofia

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El DERECHO Y LA

JUSTICIA EN EL
CONTRACTULISMO DE
HOBBES
RUTA DE LA SESION:
A.-RESEÑA HISTORICA
B.- PENSAMIENTO DE HOBBES
1.-Orden del Cosmo, orden en la comunidad.
2.-El hombre solitario.
3.-El estado de naturaleza.
4.-La republica, asociación contra el miedo.
5.-La justicia o cumplir la ley.
6.-La circunstancia de la justicia.
7.-Justicia y utilidad.
Logro de la sesión de aprendizaje: al termino de la sesión el alumno
tendrá la capacidad de discernir la importancia del pensamiento sobre
derecho y justicia de Hobbes.
Thomas Hobbes
El primer filósofo moderno que articuló una teoría contractualista detallada
fue Thomas Hobbes (1588-1679). Hobbes escribió su obra
cumbre, Leviatán (1651), en un período de guerra civil en Inglaterra donde
se discutió quién debía ocupar la soberanía, el Rey o el Parlamento. En ella
define la necesidad de crear un contrato social para establecer la paz entre
los hombres.
Hobbes se plantea la cuestión del poder en términos muy generales, se
pregunta por qué debe existir y cómo ha de ser. Para responder a estos
interrogantes la figura del contrato social es clave, aunque Hobbes no use
el término “contrato” (que usará por primera vez Rousseau) para referirse a
ese pacto originario.
"El único modo de erigir un poder común capaz de defenderlos de la
invasión extranjera y las injurias de unos a otros (asegurando asi que, por
su propia industria y por los frutos de la tierra, los hombres puedan
alimentarse a sí mismos y vivir en el contento), es conferir todo su poder y
fuerza a un hombre o una asamblea de hombres, que pueda reducir sus
voluntades, con pluralidad de voces, a una voluntad'
Th. Hobbes, Leviathan, XVn.
Orden en el cosmos, orden en la comunidad
Hobbes distinguía y comparaba dos tipos de ciencias: matemáticas y
dogmáticas. Las matemáticas estaban libres de contradicciones y disputas;
por tratar de las figuras y del movimiento, no afectaban a las pasiones ni a
los intereses inmediatos de los hombres. En cambio, en las ciencias
dogmáticas, como la ética y la filosofía política, que tratan de las cosas
humanas, de los derechos e intereses de la humanidad, de sus formas de
vida, de su organización, reinaba la confusión, generándose apasionadas e
interminables discusiones y luchas.
La pretensión de Hobbes, en consecuencia, será elevar las ciencias
dogmáticas al estatus metodológico de las ciencias matemáticas. Estaba
convencido, con la ingenuidad del converso, que el desorden y las querellas
desaparecerían con un buen método, pues los descubrimientos relevantes
sobre la naturaleza humana y la vida social ya estaban dados.
Hobbes, como todo su siglo, ama la paz y el orden y cree que los mismos
son obra de la razón; la sinrazón, las pasiones, en cambio, son las causas
de la inseguridad, del miedo, del caos. El desorden amenaza la verdad y la
vida; la razón y el método son a un tiempo los instrumentos de construcción
de la verdad y de la comunidad. Sus preocupaciones epistemológicas, por
tanto, son también políticas.
"dondequiera que la razón se vuelva contra el hombre, allí el hombre se
volverá contra la razón"
Examinada con más atención y en su contexto, la máxima refiere a una
concepción alternativa y provocadora: el hombre es esencialmente deseo
(deseo de poder, deseo de vivir). En el Leviatán (Cap. VI), reducido el
hombre a materia en movimiento, el "deseo" pasa a fundamentar la
antropología y la ética. El deseo es el nombre de la tendencia a sobrevivir
que la naturaleza pone en el hombre. El hombre es en cuanto desea, pues
vivir es "desear vivir", desear mantenerse en la vida, movimiento de auto
conservación.
El hombre solitario
Al igual que otras filosofías políticas están fuertemente determinadas por
una concepción de la historia, la de Hobbes depende esencialmente de una
concepción del hombre. Podríamos decir que Hobbes ha renunciado al
ideal metafísico racional de hombre, sustituyéndolo por un concepto
pretenciosamente empírico, ajustado a la experiencia. En coherencia con su
materialismo naturalista, ha eliminado toda desigualdad cualitativa en la
naturaleza y entre los seres humanos. Al reducirlo todo a materia en
movimiento, todas las diferencias quedan devaluadas al derivarse de la
cantidad y diversidad de formas del movimiento.
. Pero los movimientos en el hombre son de dos tipos: los "vitales",
puramente biológicos y homogéneos, y los "voluntarios", también muy
semejantes entre ellos, y que definen el campo del deseo. El deseo es, para
Hobbes, el nombre de un conjunto de fuerzas (conatus) que tienden a
proteger una parte de la naturaleza, individualizándola como ser particular,
como individuo.
El deseo es signo de vida individual; es lo que individualiza y específica a
un ser.
Cada hombre es uno de esos seres delimitados por el deseo que los
individualiza; el hombre aparece ontológicamente encerrado en su amor de
sí, contrapuesto mecánicamente a los otros; queda para siempre
circunscrito a su deseo de vivir y, por tanto, al deseo de poder, expresión de
su independencia y seguridad; queda definitivamente negado para salir de
sí, de su individualidad, y elevarse al amor de los otros, a toda aspiración
universal.
El bien es el nombre moral del deseo. Las demás pasiones son nombres
diversos de lo mismo. Hobbes reformula como varíantes del deseo todos
los fenómenos vitales, así como las pasiones y virtudes. Se llama
benevolencia o caridad "el deseo de un bien para otro"; "el deseo de cargos
es ambición"; "la aversión unida a la creencia en el daño es el temor"', los
celos son "amor con el temor de que no sea recíproco ", la "risa es un
aplauso de sí mismo"; la compasión es "aflicción por la calamidad del otro...
y surge al imaginar que puede recaer una calamidad sobre uno mismo".
El estado de naturaleza
La ficción del "estado de naturaleza" en toda la filosofía política moderna
juega, sin duda, la función de instancia normativa, regulativa, desde donde
juzgar el orden civil. Por eso cada propuesta de república requiere una
ficción de "estado de naturaleza" desde donde pensarse y legitimarse. Pero,
además, el "estado de naturaleza" juega, al menos en Hobbes, otras dos
funciones no desdeñables: resaltar que la ciudad, la sociedad civil, es un
artificio consumido por todos los hombres y defender que éstos son libres e
iguales en la condición natural, lo que debe tenerse en cuenta al describir la
condición social de súbditos.
El hombre como sujeto moral venía al mundo cargado de deberes, En
correspondencia, para cumplir esos deberes necesitaba tener ciertos
derechos. La vieja tradición de los "derechos naturales" respondía a esa
ontología: los hombres tenía derecho a aquello que era necesario para
cumplir sus deberes, siendo éstos establecidos por una ley.
La tradición aristotélica, hasta Tomás de Aquino, mantiene equivalentes y
cerrados los significados de derecho (ius) y ley (lex). "Derecho" significa "lo
que es correcto", o sea, "lo que es de acuerdo con la ley".
Hobbes decía:” Siempre en la base de todo derecho se situaba un deber
fundamental: que lo bueno debe ser hecho y lo malo abolido”. la clave de
Hobbes es el haber distinguido y antepuesto los derechos a los deberes en
el hombre. Con ello Hobbes abre las puertas de la modernidad a la teoría
del derecho.
La república, asociación contra el miedo
La idea de comunidad política hobbesiana es, como hemos dicho,
profundamente deudora de su amor al orden: o, para ser más correctos, de
su aversión al desorden.
No es un impulso moral, ni una elección racional de una vida más
"humana"; en el fondo de la asociación civil sólo actúa el deseo de vivir. La
razón interviene, pero sólo como instrumento.
La razón no prescribe el orden; sólo ofrece modelos de orden a los hombres
que, en su huida del miedo, de la inseguridad y de la muerte, desean la
vida, el bienestar y la paz.
Hemos de resaltar que las leyes de la naturaleza son, para Hobbes,
consejos de una razón al servicio del deseo de vivir, y no prescripciones de
una razón que enuncia la voluntad de Dios, el orden natural
"que un hombre esté dispuesto, cuando otros también lo están tanto como
él, a renunciar a su derecho a toda cosa en pro de la paz y defensa propia
que considere necesaria, y se contente con tanta libertad contra otros
hombres, como consentiría a otros hombres contra él".
La justicia o cumplir la ley
1. La justicia como virtud social.
Al describir el estado de naturaleza como una guerra de todos contra todos,
Hobbes señalaba que tal situación implica que "nada puede ser injusto. Las
nociones de bien y mal, justicia e injusticia, no tienen allí lugar".
Hobbes nos revela una tesis de gran importancia: la justicia, como las
demás virtudes éticas, es cosa de la ciudad. Fuera del orden social la
moralidad no tiene sentido; por tanto, la moralidad es una conquista
humana, una producción de los hombres.
En rigor, apunta ya Hobbes, la justicia se refiere a las relaciones de
intercambio entre los hombres en el marco de la ley.
2. La justicia como cumplimiento de los pactos.
Hobbes aborda el tema de la justicia por vía negativa, caracterizando la
injusticia. Define como acto injusto el no conforme a derecho.
La injusticia, queda definida como incumplimiento de un pacto libremente
aceptado, y su estatus es, en el orden práctico, equivalente al de una
contradicción en lo teórico. A la inversa, la justicia queda indirectamente
definida como cumplimiento de los pactos, y su estatus es el de la
coherencia en la acción.
Las circunstancias de la justicia
Las normas de justicia son válidas en la medida en que lo sean los pactos;
las condiciones de validez de éstos son las circunstancias de la justicia. La
primera condición de validez de los pactos es la ausencia de perversión.
Hobbes manifiesta: “que los pactos en estado de naturaleza, o en una
sociedad sin autoridad, sin soberanía efectiva del poder político, no son
válidos, pues la desconfianza existe donde no existe un poder que obligue a
cumplirlos. Sólo la instauración y la hegemonía de un estado fuerte, de un
poder político coactivo y temido, hace que los pactos sean legítimos; en
otras palabras, sólo los pactos en la república son válidos y lo son en tanto
que la república implica la existencia de una fuerza que obliga a cumplir los
pactos.
Las circunstancias de la justicia
Las normas de justicia son válidas en la medida en que lo sean los pactos;
las condiciones de validez de éstos son las circunstancias de la justicia. La
primera condición de validez de los pactos es la ausencia de perversión.
Hobbes manifiesta: “que los pactos en estado de naturaleza, o en una
sociedad sin autoridad, sin soberanía efectiva del poder político, no son
válidos, pues la desconfianza existe donde no existe un poder que obligue a
cumplirlos. Sólo la instauración y la hegemonía de un estado fuerte, de un
poder político coactivo y temido, hace que los pactos sean legítimos; en
otras palabras, sólo los pactos en la república son válidos y lo son en tanto
que la república implica la existencia de una fuerza que obliga a cumplir los
pactos.
Justicia y utilidad
La justicia es el carácter utilitario de la misma. En el fondo, la adecuación de
la justicia a la utilidad es una exigencia de la racionalidad. Hobbes así lo
entiende, esforzándose en demostrar que la justicia así definida, como
cumplimiento de los pactos, no va contra el interés. Para ello insiste en
cómo las circunstancias de la justicia o condiciones de validez de los pactos
se determinan siempre por su relación con la conservación y el bienestar de
los individuos.
La justicia se identifica con la utilidad; pero la utilidad la expresan los
pactos, que recogen los verdaderos intereses de los hombres, y cuyas
condiciones de validez preservan de cualquier desviación de esta función.
A.-RESEÑA HISTORICA
B.- PENSAMIENTO DE HOBBES
1.-Orden del Cosmo, orden en la comunidad.
2.-El hombre solitario.
3.-El estado de naturaleza.
4.-La republica, asociación contra el miedo.
5.-La justicia o cumplir la ley.
6.-La circunstancia de la justicia.
7.-Justicia y utilidad.

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