El Misterio de Grynszpan Chivo Expiatorio de Hitler
El Misterio de Grynszpan Chivo Expiatorio de Hitler
El Misterio de Grynszpan Chivo Expiatorio de Hitler
La historia está llena de hombres anónimos que alteraron profundamente su curso en cuestión de
segundos: John Wilkes Booth asesinó a Lincoln en 1865; Gavrilo Principal heredero de la corona
austrohúngaro en 1914, Nathuram Godse a Gandhi, o Lee Harvey Oswald a J. F. Kennedy, entre
otros muchos.
Otra persona insignificante que adquiere una enorme relevancia, armado con una pistola, fue el
judío Herschel Feibel Grynszpan, cuya historia, que muchos pensaban ya olvidada, acaba de dar un
giro ciertamente inesperado. Nacido en 1921 en Hannover, su biografía es un arquetipo del
destino de muchos judíos durante esos años sombríos. Grynszpan conservó la ciudadanía polaca
de sus padres y, desde muy joven, mostró un feroz rechazo al antisemitismo nazi. En 1935
abandonó la escuela como protesta por la discriminación a los judíos e intentó encontrar trabajo
como aprendiz, ocupación que le estaba vetada, por lo que sus padres lo enviaron a una yeshivá
en Frankfurt am Maine, donde aprendió hebreo y estudió la Torá.
A su regreso, ya con quince años, intentó obtener un visado para viajar a Palestina -entonces bajo
mandato británico- aunque sin éxito, ya que era demasiado joven y además de estatura baja, y en
los kibutz judíos en Palestina exigían una mayor fortaleza física. Su única opción para salir de
Alemania era Paris, donde viven sus tíos, por lo que, tras cruzar legalmente a Bélgica, consiguió
traspasar la frontera francesa ilegalmente en septiembre de 1936.
Los Grynszpan, originarios de Polonia, vivían desde hace años en Alemania hasta que, expulsados
por llamada Polenaktion, se habían visto obligados a abandonar precipitadamente su domicilio de
Hannover el 26 de octubre de 1938 a bordo de un tren con destino a Polonia. Los guardias
fronterizos les negaron la entrada, y durante semanas se encontraron en tierra de nadie bajo la
lluvia y el frío otoñal. Herschel, el primogénito, se encontraba en casa de un familiar en París,
librándose así de tan fatal destino, pero el conocimiento de los hechos le sumió en la locura: "No
es un crimen ser judío. Lo soy y tengo derecho a vivir, pese a que donde quiera que me he
presentado he sido tratado como un criminal".
Su hermana Esther, que falleció posteriormente en Auschwitz, envió una postal a su hermano en
Paris solicitando urgentemente su ayuda. Desesperado ante las noticias que leía en los diarios
franceses, Grynszpan desarrolló un odio intenso y decidió tomarse la justicia por su mano: "Mi
corazón sangra cuando oigo hablar de la tragedia de 17.000 judíos" escribió.
El 7 de noviembre de 1938, Grynszpan, con el dinero que había podido pedir prestado, adquirió un
revólver y se dirigió a la embajada alemana y, al llegar, solicitó ser recibido por un funcionario.
Uno de ellos, el secretario de embajada Ernst vom Rath, fue el que recibió cinco disparos que
acabaron con su vida. La impericia de Grynszpan hizo que no le matara en el acto, y una
investigación del historiador especialista en el tema Armin Führer, desveló que la muerte del
diplomático alemán pudo evitarse, probando con documentos que tras el atentado su estado era
estable, hasta que Hitler, en un gesto aparentemente solidario, envió a su médico personal, Karl
Brandt, para que se ocupase de sus cuidados.
UN MÁRTIR PARA EL NAZISMO. Las órdenes secretas que habría llevado Brandt a Paris en que
Rath muriese como mártir, y el hecho es que, solo cuando él se hizo cargo del paciente, la
situación comenzó a agravarse hasta que se produjo su muerte, por lo que todo apunta a que dejó
morir o empujó a la muerte a Rath. Entre los documentos hay dos telegramas del ministro de
Exteriores de Hitler, Joachim von Ribbentrop. El primero, que no llegó a enviarse, estaba dirigido al
diplomático y en él expresa su alegría de que las heridas no fueran graves. El segundo de los
telegramas, dirigido y enviado a los padres del diplomático, tenía otro tono y hablaba de la
necesidad de entereza ante la tragedia.
Entre ambos telegramas pasaron horas cruciales en las que la noticia del atentado había llegado a
Alemania y se estaban calentando los ánimos. Probablemente, la reacción no hubiera sido la
misma si Rath hubiera sido herido. Su muerte proporcionaba el elemento que faltaba para
desencadenar la persecución a los judíos, escenificada como reacción popular espontánea.
Los planes de exterminio nazis tenían una dinámica propia, pero el crimen de Paris fue un regalo
para la propaganda nazi, pues respaldaba su teoría de una conspiración judía universal contra
Alemania. La noticia se ajustaba a los intereses del ministro de Propaganda alemán, Joseph
Goebhels, que deseoso de encontrar justificación para un pogromo a nivel nacional, convirtió al
joven Grynszpan y su atentado en la excusa perfecta. Mientras tanto, la prensa norteamericana lo
idealizo: así, la revista Collier's, lo comparó con Gavrilo Princip. Ese interés por el carácter político
del crimen no era compartido por la prensa judía alemana, temerosa de que ese enfoque
provocara más pogromos.
Este trágico acontecimiento seria conocido como la Noche de los Cristales Rotos por los vidrios
rotos de las propiedades judías que cubrían las calles alemanas. Tras los incidentes. el Gobierno
nazi impuso además una multa de mil millones de marcos a la comunidad judía de Alemania. Los
judíos también fueron obligados a limpiar y reparar los desperfectos y se les prohibido cobrar los
seguros por los daños. El acto de Grynszpan lo convirtió en un héroe para unos y un traidor para
otros, un hombre que proporcionó la excusa perfecta para iniciar la persecución violenta contra
los judíos.
Entre el día del magnicidio y junio de 1940, Grynszpan permaneció de tenido en la cárcel parisina
de Fresnes. Tras la ocupación de Francia por parte de los alemanes en 1940, fue entregado a
Alemania, donde estuvo preso en la cárcel berlinesa de Moa bit y, posteriormente, fue trasladado
al campo de concentración de Sachsenhausen. En ese campo recibió un tratamiento privilegiado
debido al plan de Goebbels y Hitler de que fuera sometido a juicio en un proceso mediático
espectacular que justifica se las acciones contra los judíos. Ese juicio nunca llegó a celebrarse por
que Grynszpan aseguró en uno de los interrogatorios que el atentado no había tenido
motivaciones políticas, sino sentimentales, y que él había mantenido una relación homosexual con
Vom Rath.
La propaganda nazi quería montar un juicio público que mostrase al mundo do la perversidad
judía, pero el miedo a que se pusiera en entredicho la moralidad del diplomático convertido en
mártir hizo que se fuera aplazando y, finalmente, nunca se celebró. Hitler, temeroso de un
escándalo, desechó la idea, y el propio Goebbels afirmó: "Es una mentira, pero bien pensada y
podría, en caso de hacerse pública en un juicio, ser utilizada por la propaganda enemiga". Sin
embargo, el propio Herschel, mientras estaba preso en un campo en Alemania, diría a sus
compañeros que todo había sido un montaje de la defensa. En todo caso, las dudas nunca se
disiparon. Y si el detonante de un acontecimiento histórico de esa magnitud fue en realidad un
desacuerdo privado?
¿UN CRIMEN PASIONAL? El escritor André Gide relató que Vom Rath era bastante conocido en los
ambientes homosexuales parisinos y escribió: "La idea de que un alto representante del Tercer
Reich haya pecado dos veces según sus leyes (por práctica homosexual y por relación con un judío)
resulta realmente divertida". En ese sentido, en 2001, el historiador Hans-Jürgen Döscher publicó
documentos que apoyaban la teoría de que Grynszpan y Vom Rath habrían tenido relaciones.
De acuerdo con esta versión, Vom Rath habría conocido a Grynszpan en un bar parisino. Sin
embargo, no quedaba claro si Grynszpan era también homosexual o si tan solo habría usado su
apariencia y juventud para conseguir un amigo con influencias. Así, el diplomático habría
prometido a Grynszpan conseguir que se regularizan sus papeles en Francia. Cuando Vom Rath se
echó atrás, Grynszpan lo asesino.
Tras la guerra se sucedieron declaraciones de personas que insistían en que conocían el destino de
Grynszpan, que señalaban que había cambiado de nombre y fundado una familia, que posee una
gasolinera en las afueras de París o que trabajaba para una empresa de exportación.
Un periodista alemán declaró en la década de 1960 que Grynszpan se había mostrado dispuesto a
regresar a Alemania y contar la verdad si le garantizaban inmunidad penal. Sin embargo, los
fiscales lo habrían descartado, ya que Grynszpan era un asesino y debía ser juzgado. Mientras
tanto, sus padres, Sendel y Ryfka, que sobrevivieron al Holocausto y se trasladaron a vivir a Israel
en 1948 lo declararon muerto en 1960, lo que les permitió percibir una pensión del Estado
alemán. En su declaración, en 1961, en el juicio de Adolf Eich Mann, Sendel señaló en un
testimonio algo enigmático: "No he encontrado pruebas de que sobreviviera".
UNA IMAGEN REVELADORA. Durante casi sesenta años, el paradero final del joven judío era un
misterio. Sin embargo, ahora, una fotografía encontrada en los archivos del Musco Judío de Viena
por su directora, Christa Prokitsch, muestra que es muy posible que Grynszpan hubiera
sobrevivido a la guerra. La imagen, tomada en 1946, muestra a un joven de un increíble parecido a
Grynszpan. Realizada en un campo de refugiados en Bamberg, al sur de Alemania, muestra al
entonces joven de veinticuatro años en una reunión de personas desplazadas. El historiador Armin
Führer afirma que no existen dudas de que se trata de Grynszpan, y un estudio de reconocimiento
facial de la fotografía, tomada el 3 de julio de 1946, ha dado una similitud del 95 por ciento, la más
alta posible.