Sistemas de Salud en America Del Sur PDF
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de Salud
en Suramérica:
desafíos para
la universalidad,
la integralidad y la equidad
INSTITUTO SURAMERICANO DE GOBIERNO EN SALUD
Director Ejecutivo
José Gomes Temporão
Coordinador Técnico
Henri Jouval
Mayo de 2012
Copyright @ 2012 ISAGS
Organizado por:
Ligia Giovanella
Oscar Feo
Mariana Faria
Sebastián Tobar
Catalogación en la fuente
614
S622 Sistemas de salud en Suramérica: desafios para la
2012 universalidad la integralidad y la equidad / Instituto
Suramericano de Gobierno en Salud; Ligia Giovanella,
Oscar Feo, Mariana Faria, Sebastián Tobar (orgs.).
Rio de Janeiro: ISAGS, 2012
852 p.
ISBN 978-85-87743-20-6
1. Salud publica. 2. Sistemas de salud. I. Instituto
Suramericano de Gobierno en Salud. II. Giovanella,
Ligia (org.). III. Feo, Oscar (org.). IV. Faria, Mariana (org.).
V. Tobar, Sebastián (org.).
Prólogo 7
Presentación 9
Este libro revela un amplio panorama de los sistemas de salud de los doce
países que conforman el Consejo Suramericano de Salud de Unasur. Presenta los
resultados del Taller inaugural del Instituto Suramericano de Gobierno en Salud
(Isags), “Sistemas de Salud en Suramérica: desafíos para la universalidad, la inte-
gralidad y la equidad”, realizado en Rio de Janeiro del 26 al 29 de julio de 2011.
Se origina en una propuesta del Grupo Técnico sobre Sistemas Universales de
Salud del Consejo Unasur Salud que planteó la necesidad de abrir un espacio de
intercambio sobre las características de los sistemas de salud de la región, que al
mismo tiempo sirviera para unificar criterios y plantear desafíos hacia la universa-
lidad, considerada por nuestros países como una meta primordial para la garantía
del derecho a la salud. El Isags asumió la responsabilidad de organizar ese taller y
se decidió hacerlo como su primera actividad, los días siguientes a su inauguración,
el 25 de julio de 2011.
El taller tuvo como objetivo central propiciar el intercambio de conocimientos,
una reflexión sistemática y un análisis crítico de los sistemas de salud de Suramérica
a la luz de los desafíos de la universalidad, integralidad y equidad, identificando
fortalezas y debilidades que facilitarán el proceso de definir líneas de cooperación
y trabajo conjunto.
La preparación del taller partió de la elaboración de una guía metodológica,
constituida por once dimensiones, para facilitar y uniformizar la información a
ser suministrada por cada país. Dicha guía, elaborada por un grupo de expertos,
fue discutida y validada en sesiones virtuales con amplia y valiosa participación
de todos los países. Posteriormente se envió la guía a cada país para la recolec-
ción de la información y la preparación de la presentación que se realizaría en el
taller y se proporcionó asesoramiento a los países para completarla. En el taller,
cada país realizó una presentación de su sistema de salud y, con el objetivo de
10 Sistemas de Salud en Suramérica
El primer punto que quiero destacar, cuando pensamos sobre los sistemas de
salud en los países de América del Sur, es que, en realidad, estos sistemas fueron
históricamente construidos teniendo como categoría política central la enfermedad
y no la salud. Es decir, en este momento histórico que atraviesan nuestros países
(Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú,
Suriname, Uruguay y Venezuela,), la cuestión principal que debemos plantear como
centro en la concepción de las políticas es la determinación social de la salud. Y
¿por qué? Porque todos nuestros sistemas fueron construidos a partir de la visión
del modelo biológico para el control de las endemias, de esfuerzos más o menos
fragmentados. Fueron construidos y cimentados por el saber médico, que tiene
como parámetro central de referencia las patologías.
Hoy en día, sin embargo, todos tenemos la visión y la comprensión de que la
salud es política, que está socialmente determinada y que la construcción del siste-
ma de salud con el cual soñamos debe tener como base una discusión profunda y
central sobre la determinación social de la salud. Sobre como el poder y la riqueza
se distribuyen en la sociedad, sobre la problemática de las desigualdades, sobre
la necesidad de radicalización de la democracia y de actuar sobre las raíces de los
procesos de producción del adolecer y morir: los determinantes sociales de la salud.
El segundo punto que merece ser destacado es que los sistemas de salud son
estructuras dinámicas e hipercomplejas y que no podemos pensar más en la salud
en nuestros países sin considerar las profundas transformaciones coyunturales y
estructurales que las sociedades están atravesando en varios campos y dimensiones,
y que se expresan en sus sistemas de salud. Con fines didácticos, podemos deno-
1 Conferencia de Apertura del Taller Sistemas de Salud de América del Sur: desafíos para la universalidad,
integralidad y equidad, el 26 de julio de 2011 – Inauguración del Instituto Suramericano de Gobierno en
Salud (Isags)
14 Sistemas de Salud en Suramérica
veces, son, desde el punto de vista científico, ético y de equidad, indefendibles. Pero
los individuos buscan encontrar en la justicia una defensa para la garantía de ese
deseo, no necesariamente un derecho o necesidad.
La sexta transición importante que están viviendo los sistemas de salud en los
países de América del Sur es la organizacional: no se trata ahora solo de adminis-
trar unidades de salud, policlínicas u hospitales, sino también de organizar redes,
instituciones, de manera integrada y articulada. Mientras tanto, esta formación de
redes demanda no apenas saberes en los campos de la planificación, la gestión, la
información, etc., sino también de tecnologías relacionales sofisticadas con me-
todologías definidas. Esto ocurre porque las redes son constituidas por personas
que establecen vínculos. Es un proceso más lento que demanda lo que podríamos
denominar estructuración de un complejo relacional de la salud. Están presentes
en este espacio de intervención la corresponsabilidad, la gestión participativa, la
clínica ampliada.
Y el tema de la gestión del conocimiento, de colocar el conocimiento a disposi-
ción de los profesionales de la salud, de las organizaciones, es un aspecto fundamen-
tal. Si pensamos positivamente en el futuro de nuestros países, la problemática de
la innovación tiene que estar en el centro de nuestras preocupaciones. Los sistemas
de salud con mayor capacidad de innovar producirán mejores resultados.
Actualmente, los sistemas de salud pueden considerarse anticuados al enfrentar
esta nueva complejidad del conjunto de fenómenos expresados por las transiciones,
de las nuevas formas de vivir de esta nueva sociedad, de esta nueva familia. Para
innovar, necesitamos también repensar, revitalizar nuestra democracia. Es necesario
prestar atención a lo que está sucediendo en Oriente y en España, en los países
donde la población más joven está criticando las medidas económicas responsables
por el desempleo estructural. Estos jóvenes se mantienen en las calles, en asambleas
permanentes, luchando por la democracia. Tenemos que profundizar las democra-
cias de nuestros países, cualificarlas, innovarlas, para así poder renovar también
nuestros sistemas de salud.
¿Cuáles serían las categorías centrales para esta capacidad de innovación de
los sistemas de salud? Si comprendemos que las organizaciones, las instituciones,
son producto del trabajo humano, tenemos que pensar inmediatamente en los
profesionales de la salud. La mayor capacidad de innovar va a depender también
de la mayor capacidad que tengan los profesionales de la salud de traducir las nece-
sidades de la población y colocarlas en la construcción, en el perfeccionamiento de
las instituciones. Pero esa conquista está directamente relacionada con la calidad
en la formación de estos profesionales de la salud. En este momento, en un sistema
de salud donde a los médicos se les enseña a mirar más a las máquinas que a los
18 Sistemas de Salud en Suramérica
Ligia Giovanella,
Gabriela Ruiz,
Oscar Feo,
Sebastián Tobar,
Mariana Faria
Introducción
El sistema de salud es la “suma de todas las organizaciones, instituciones y recursos
cuyo objetivo principal es mejorar la salud de la población” (OMS, 2000). De modo más
amplio, los sistemas de salud son el conjunto de relaciones políticas, económicas e
institucionales responsables por la conducción de los procesos relativos a la salud de
la población, que se expresan en organizaciones, normas y servicios, que tienen como
objetivo alcanzar resultados consistentes con la concepción de salud prevalente en
la sociedad (Lobato y Giovanella, 2008).
En general, se asume al sistema de salud como el conjunto de acciones, normas
y personas cuyas actividades se relacionan directa o indirectamente con la atención
a la salud individual y colectiva. Es importante subrayar que un componente fun-
damental de las políticas de salud es la organización y financiamiento de los sistemas
de salud, y que ese concepto va mucho más allá que el de servicios de salud o de
atención médica.
Otro concepto importante es el carácter histórico y temporal de los sistemas de
salud, como respuesta concreta que una nación o colectividad construye para sa-
tisfacer las necesidades y demandas de salud de su población. Esa respuesta está,
sin duda, directamente relacionada con la concepción de salud que prevalezca en
esa sociedad. Desde esa perspectiva, hoy se confrontan en el mundo, y también en
la región suramericana, dos concepciones polares: por un lado, la salud entendida
como derecho humano y social fundamental, parte del derecho a la vida, que debe
ser garantizado por el Estado; y por otro lado, una concepción de la salud como
“servicio o bien de mercado” que está regido por las leyes de la oferta y la demanda,
debiendo el Estado intervenir sólo para garantizarlo a los más pobres, a los excluidos
de la dinámica social. Esta última es la concepción que predominó en las agendas
sectoriales derivadas del Consenso de Washington que tuvieron hegemonía en la
22 Sistemas de Salud en Suramérica
dores por mejores condiciones de trabajo, los reclamos de grupos políticos y sectores
académicos, se hizo necesario implementar medidas que garantizaran la estabilidad
del sistema. Esto motivó que el entonces canciller alemán, Bismarck, impulsara un
conjunto de leyes que hasta hoy son la base de muchos sistemas de seguridad social.
Así quedaron establecidos los seguros obligatorios contributivos, restringidos a la
clase trabajadora, que cubrían enfermedades, accidentes, invalidez y vejez y eran
financiados por el Estado, los patrones y los trabajadores. Luego, esta seguridad se
haría extensiva a la familia del trabajador y a otras áreas, como educación y vivienda,
no sólo en Alemania sino también en otros países.
Años más tarde, Beveridge, en Inglaterra, da un salto en la mirada a la seguridad
social, imprimiéndole un carácter integral y universal. Su informe, en 1942, proponía
extender los beneficios de la seguridad social a toda la población como un derecho
social solidario que obligara a la sociedad y al Estado a proporcionar un mínimo
de bienestar general, independientemente de las aportaciones que pudiera realizar
cada individuo al financiamiento de los servicios. Bajo este enfoque, los costos de
la salud deben ser cubiertos principalmente con recursos fiscales del Estado. Este
modelo es el que rige actualmente los servicios nacionales de salud en el Reino
Unido y en varios países europeos. En los años 80, Terris (1980) caracterizaba los
sistemas sanitarios mundiales como: i) de asistencia pública, generalmente (sub)
financiados con fondos públicos; ii) de aseguramiento, dirigidos a sectores especí-
ficos de la población (trabajadores) y financiados con los aportes de los asegurados
y/o sus empleadores; y iii) sistemas universales de salud que garantizan la cobertura
total poblacional y de servicios, con financiamiento del Estado.
En América Latina tradicionalmente predominan sistemas de salud segmen-
tados y fragmentados, coexistiendo con sistemas de seguridad social, de corte
bismarckiano, difíciles de contextualizar en una realidad en la que el trabajo es
predominantemente informal y precario (Sojo, 2011; Levcovitz, 2005).
El sistema de salud, además de las acciones dirigidas a las personas en los ser-
vicios de salud, abarca las acciones dirigidas a las colectividades en todas las dimen-
siones de la vigilancia en salud y está influenciado por componentes externos a los
servicios de salud, como las industrias de insumos, de equipamientos biomédicos
y de medicamentos, las instituciones generadoras de conocimientos y tecnologías
y las instituciones formadoras de recursos humanos (Viacava et al., 2004; Lobato
y Giovanella, 2008).
En la construcción de la guía se abarcaron diversas dimensiones de los sistemas
de salud pues se comprende que la intervención gubernamental en salud tiene
diversos ámbitos: una dimensión de protección social, una dimensión económico-
industrial y una dimensión política (Moran, 1995). La dimensión de la protección
social está relacionada al rol del Estado de regular y garantizar el acceso de los
ciudadanos a los servicios de salud como un derecho social de ciudadanía; es
decir, la preeminencia del acceso a los servicios de salud en la construcción de
la ciudadanía social en salud como parte del Estado de Bienestar (Welfare State)
(Moran, 1995).
La dimensión económico-industrial incluye todo el conjunto de empresas,
establecimientos e industrias, relacionados a la producción de insumos y a la
provisión de servicios de salud; el llamado “complejo productivo de la salud”. La
salud es un importante sector de la economía también en Suramérica, con gastos
totales de salud entre 4% y 9% del PIB. La intervención gubernamental en el campo
económico en salud enfrenta constantes tensiones. Por una parte, el Gobierno,
en el marco de la tendencia al aumento de los costos de producción de los servi-
cios de salud por expansión de la demanda atribuida a cambios en la estructura
demográfica y epidemiológica y a la desmedida incorporación de tecnología en
salud, sin evaluación adecuada, busca reducir gastos y reformar sus modelos de
financiamiento a la luz de imperativos fiscales de contención de gastos en el sector
público, procurando mayor eficiencia. Por otra parte, le interesa el crecimiento
económico, el desarrollo industrial y tecnológico del país; así, simultáneamente,
el Estado sufre presiones de la industria para aumentar la demanda en el sector
(Moran, 1995; Viana y Baptista, 2008).
La dimensión política involucra una importante constelación de actores, las
disputas por la distribución de recursos en el sector salud y el acceso a las informa-
ciones. Está referida a los conflictos entre los que usan los servicios de salud, los que
los proveen, los que aseguran, los que financian y los que regulan el sistema de salud
(Moran, 1995; Viana y Baptista, 2008). Una característica del sistema de salud es la
cantidad y variedad de actores y roles, lo que determina también su complejidad.
Para abarcar estas dimensiones, la guía desarrollada por el Isags incorporó el
análisis de la protección social, la participación social, la innovación, la investigación
y los insumos estratégicos para la salud.
Sistemas de Salud en América del Sur 25
Se comprende también que la política nacional de salud debe crear las con-
diciones que garanticen una buena salud para los ciudadanos, donde todos los
sectores de la sociedad deben estar involucrados, pero la responsabilidad primera
es del Estado (Navarro, 2007). Es necesario incidir sobre los determinantes sociales
más generales de los procesos salud-enfermedad en esfuerzos coordinados de todos
los sectores y segmentos sociales, pues el derecho a la salud está condicionado al
modelo de desarrollo económico y social de los países (Raphael y Bryant, 2006) y
a la intensidad de las desigualdades sociales.
Para garantizar una buena salud, la política nacional de salud debe incluir in-
tervenciones sobre: los determinantes políticos, sociales y económicos de la salud;
los determinantes de estilos de vida; y los determinantes de la socialización y empo-
deramiento de las personas que permitan su participación y movilización por una
buena salud, argumenta Navarro (2007). Así, en la guía del Isags se incorporaron
también las intervenciones sobre los determinantes sociales, además de las estrategias
de participación social mencionadas.
Orientada por estas concepciones de sistemas y políticas de salud, la guía para
descripción analítica de los sistemas de salud de los doce países de la región por los
respectivos Ministerios de Salud está integrada por once dimensiones:
1. Derechos sociales y salud: base legal y participación social;
2. Estructura y organización del sistema de salud: componentes del sistema de
salud, modelo de atención, prestación de servicios;
3. Situación con relación a la universalidad, integralidad y equidad: protección social,
modelo para la cobertura poblacional, cobertura de servicios, brechas de equidad;
4. Financiamiento en salud:: modelo de financiamiento, fuentes de financiación,
gastos públicos y privados en salud;
5. Macrogestión: rectoría, formulación de políticas, atribuciones de las esferas
gubernamentales y coordinación interinstitucional, modelos de gestión de
servicios y redes, regulación de servicios y seguros privados;
6. Vigilancia en salud: vigilancia epidemiológica, sanitaria, ambiental, implemen-
tación del Reglamento Sanitario Internacional (RSI);
7. Fuerza de trabajo en salud: brechas entre necesidades del sistema y la oferta de
personal, innovaciones en la formación y educación permanentes, modelo de
gestión del personal en salud, regulación de la formación y de las profesiones,
migración de la fuerza de trabajo en salud;
8. Acción sobre los determinantes sociales de la salud (DSS): coherencia entre
políticas y acción sobre los determinantes sociales de la salud, estrategias de
coordinación intersectorial, experiencias desarrolladas, alcance de los Objetivos
de Desarrollo del Milenio (ODM);
26 Sistemas de Salud en Suramérica
Cuadro 2 – Esferas de gobierno y estructura del sistema de salud de los países surame-
ricanos
Cuadro 2 – Esferas de gobierno y estructura del sistema de salud de los países surame-
ricanos (cont.)
Cuadro 2 – Esferas de gobierno y estructura del sistema de salud de los países surame-
ricanos (cont.)
Cuadro 2 – Esferas de gobierno y estructura del sistema de salud de los países surame-
ricanos (cont.)
especial de la seguridad social, como condicionantes para los préstamos del Fondo
Monetario Internacional (Levcovitz, 2005; Homedes y Ugalde, 2005a).
Las consecuencias de los ajustes estructurales en América Latina fueron el
aumento de la pobreza, con deterioro del mercado de trabajo, el aumento de la
informalidad y la concentración del ingreso, con un concomitante aumento de las
desigualdades y de la violencia (Almeida, 2002).
La presión por transformar el rol del Estado en las políticas sociales y de salud
se orientó en dos sentidos: desplazar el contexto institucional y político en el sector
salud del nivel central al nivel local y desplazar de la esfera pública a la esfera privada
(Fleury 2002). Las reformas en salud propuestas se centraron en la eficiencia econó-
mica, descentralización, separación de las funciones de financiamiento y provisión,
introducción de mecanismos de mercado y de competencia, estímulo a una mayor
participación del sector privado y recuperación de costos con implementación de
copagos en los servicios públicos (Almeida, 2002).
A partir de los años 1980 se observó una tendencia de ampliación de la seg-
mentación de la protección social en salud en Suramérica con la creación de seguros
específicos para cobertura con paquetes básicos de determinados grupos poblacio-
nales, como el grupo materno infantil o poblaciones en pobreza y extrema pobreza,
además de la introducción del cobro en los servicios públicos de salud, siguiendo
las orientaciones de las agencias financieras internacionales de focalización de la
actuación del Estado, selectividad de la canasta y reducción del gasto público en
salud (Soares, 2001).
Aunque se puedan identificar tendencias y características comunes en las refor-
mas del período, el cariz de las reformas tiene muchos matices. Es importante reco-
nocer que no se trata de procesos homogéneos: el punto de partida en lo referente a
los actores políticos implicados, las instituciones participantes, las coberturas, gastos
y beneficios es distinto. Y aún más importante, porque las políticas sociales resultan
de opciones políticas basadas en valores apoyados por los actores involucrados en
cada sociedad. No se constituyen solo a través de un arreglo técnico y organizativo
(Fleury 2002:10).
Así, no todas las reformas de salud implementadas en los años 1980 y 1990
en América del Sur siguieron una misma agenda de privatización, selectividad y
focalización. Fleury (2002) identifica tres principales modelos paradigmáticos de
reformas de salud con cambios en los modelos de protección social en salud y
diferentes repercusiones sobre la cobertura y equidad en este período en la región,
denominados: dual, universal y plural.
En el modelo dual chileno de los años 1980 se privatizó el aseguramiento de los
trabajadores del mercado formal con posibilidad de elección entre contribuir para
seguros privados (Isapre) o contribuir al seguro público (Fonasa), produciéndose
la ruptura de la solidaridad en el financiamiento. Los trabajadores que optan por
38 Sistemas de Salud en Suramérica
El Cuadro 4 sintetiza las coberturas por tipo de protección en los doce países
de la región sudamericana. Los seguros sociales, con base en cotizaciones sociales
obligatorias, proporcionales al ingreso, de empleados y/o de empleadores, reciben
distintas denominaciones, como Previsión Social, Seguridad Social, Obras Sociales
y Cajas de Salud, y están presentes en la mayor parte de los países, paralelamente a
Sistemas de Salud en América del Sur 43
Cobertura por seguros sociales Cobertura por seguros focalizados en población Cobertura del Ministerio de Salud y/ Cobertura por seguros
País
(previsión social o seguridad social) en situación de pobreza o grupo específico esferas gubernamentales subnacionales privados y prepagas
Acceso universal (principalmente el 35% sin
2% con garantías explicitas en planes estatales de
Argentina 55% Obras Sociales otras coberturas) 8%
salud – Plan Nacer y Plan Federal de Salud
contribuciones)
4% regímenes especiales
17,6% IESS Acceso universal
Ecuador 6,5% SSC Materno infantil hasta 5 años 70% 8,2%
3,4% FFAA y POL
Plan Nacional de Seguridad Social seguros privados provistos por
Paquete de Servicios de Salud con Garantía
Guyana (National Insurance Scheme - NIS) … algunos empleadores cubren
Pública por MS y regiones
para trabajadores formales servicios terciarios
Acceso universal
Paraguay 16,4% IPS – 7% (privado y FFAA)
76%
Cobro en los servicios públicos para los no
Perú 20,7% EsSalud 39,3% SIS (pobres) 4,7% (otros seguros)
asegurados
Ministerio de Asuntos Sociales y Habitación (MSA)
24% 10% plan médico de empresas
Suriname 21% Fondo Estatal de Salud SZF Hay copagos en servicios públicos
6% Misión Médica (MZ) 3% seguros privados
Financiamiento en salud
El gasto público en salud como proporción del PIB en Suramérica varía entre
1,8% y 4,8%, lo que puede considerarse bajo o muy bajo en comparación con sis-
temas de salud que alcanzaron cobertura pública universal en países desarrollados
de industrialización avanzada. Otros datos de la Cepal que examinan la evolución
media del gasto público en salud en 21 países de América Latina y el Caribe indican
una participación media en el PIB de 3,39% en 2005, con bajo incremento desde
1990, cuando correspondía a 3,06% (Sojo, 2011).
Como se puede observar en la Tabla 2, los países de Europa occidental garanti-
zan cobertura pública universal en salud por medio de sistemas nacionales de salud,
también intitulados servicios nacionales de salud, que en Suramérica denominamos
Sistema Único de Salud (SUS), o por medio de seguros sociales de salud. En estos
países de cobertura pública universal, la participación del gasto público en los gastos
totales de salud es de 70% a 85%, con participación del gasto público en el PIB de
7% a 9% (Tabla 2).
Sistemas de Salud en América del Sur 51
A pesar de que las realidades económicas, sociales y políticas son muy distintas
y no permiten comparaciones, la confrontación con estos datos de participación del
gasto público en salud en países con sistemas universales indica que, considerada la
producción de riqueza nacional, nuestra inversión pública en salud es muy baja. Para
el alcance de la universalidad con equidad necesitamos aumentar drásticamente la
financiación pública de la salud en nuestros países. En este sentido, se puede decir
que, las barreras a superar son más políticas que económicas, pues es en la arena
política donde se procesa la pugna por la distribución de recursos entre los sectores.
Tabla 2 – Gasto en salud y coberturas del sistema público de salud de países seleccio-
nados, 2009
Cobertura
Gasto Gasto público Modelo de
Gasto total en pública en
Países público en en salud protección social
salud % PIB salud
salud % PIB % gasto total en salud
% población
Alemania 11,6 8,9 76,9 89,6 Seguro social
Austria 11,0 8,5 77,7 98,0 Seguro social
Bélgica 10,9 8,2 75,1 99,0 Seguro social
Seguro nacional de
Canadá 11,4 8,0 70,6 100,0
salud
Dinamarca 11,5 9,8 85,0 100,0 SUS
España 9,5 7,0 73,6 99,5 SUS
Seguros focalizados en
EUA 17,4 8,3 47,7 27,3
pobres y mayores
Francia 11,8 9,2 77,9 99,9 Seguro social
Combinación de seguros
Holanda 12,0 7,5 62,3 62,1
– social y privado
Italia 9,5 7,4 77,9 100,0 SUS
Noruega 9,6 8,1 84,1 100,0 SUS
Portugal 10,1 7,0 65,1 100,0 SUS
Reino
9,8 8,2 84,1 100,0 SUS
Unido
Suecia 10,0 8,2 81,5 100,0 SUS
Fuente: OECD Health Data, 2011.
Una de las dificultades para ampliar el gasto público en salud está en la baja
carga tributaria de nuestros países. En comparación con otras regiones del mundo,
como se puede observar en el Gráfico 1, elaborado por Ana Sojo con datos de la
Cepal, la carga tributaria en América Latina es solo cerca de 17% del PIB, mientras
en los países de la OECD es, en promedio, 36%, lo que restringe la posibilidad de
intervención estatal en salud en nuestra región (Sojo, 2010). En América Latina, la
composición de la carga tributaria entre recaudación de la seguridad social (3% del
PIB), carga tributaria directa correspondiente a impuestos sobre la renta y patrimonio
(4,7% del PIB) y carga tributaria indirecta correspondiente a impuestos de valor
52 Sistemas de Salud en Suramérica
agregado sobre el consumo de bienes y servicios (9,7% del PIB) indica regresividad
en la tributación (Gráfico 1). Los impuestos sobre el consumo tienen características
regresivas pues cargan igualmente a todos los ciudadanos, independientemente de
su nivel de ingreso. En América Latina es muy elevada la participación de estos
impuestos (55%) en la carga tributaria. En contraste, en los países de la OECD los
impuestos sobre el consumo corresponden al 32% de la carga tributaria.
Considerando la alta regresividad de nuestros sistemas tributarios, que acen-
túa las desigualdades, simultáneamente al aumento de recursos públicos para la
salud, es necesario construir un sistema tributario y fiscal más justo que permita
más equidad y un aumento substancial en el volumen de recursos, como destaca
Fleury (2011). Las condiciones financieras no pueden ser tomadas como un dato
a priori, ineluctable. La universalización nos es prisionera de una elección trágica
entre derechos y restricciones financieras, argumenta Fleury (2011), pues la pugna
por derechos igualitarios exige nuevas reflexiones sobre las formas de recaudación
y asignación de los recursos públicos. “El paso siguiente que tanto sanitaristas como
juristas deberán tomar como parte de la trayectoria de la universalidad de la salud es, por
supuesto, la discusión de las finanzas públicas, no como límite, pero como expansión de la
esfera pública igualitaria” (Fleury, 2011: 2687).
45%
40,6
40%
36,3
35%
11,4
30% 9,3
26,4
25%
12,7 6,8
11,7
20%
17,5
4,6
15,0 3,0
15% 0,8
16,5
10% 7,2
15,3 15,0 9,7
5%
7,0
4,7
0%
OCDE (30) Unión Europea (15) Estados Unidos Sudeste asiático (6) América Latina (19)
Fuente: datos de Cepal, 2006. Gráfico extraído de: Sojo A. Desafíos de la protección social para la cohesión social y
pacto de cohesión social. 2010.
Sistemas de Salud en América del Sur 53
Universalidad
El Consejo de Salud Suramericano (Unasur Salud) defiende la Salud como de-
recho fundamental del ser humano y de la sociedad y componente fundamental del
desarrollo humano. Pretende consolidar Suramérica como un espacio de integración
que contribuya a la salud para todos y al desarrollo y ha asumido la universalidad
como uno de los rasgos fundamentales que debe caracterizar a los sistemas de salud.
La universalidad ha ganado relevancia gracias a las experiencias exitosas de
construcción de sistemas universales de salud. Como lo señala Roemer (1991) los
sistemas universales parecen ser el mejor modelo para proteger y promover la salud
de la población. Esto implica una combinación de ampliación de la cobertura
poblacional, el espectro de los servicios ofrecidos y el financiamiento público que
preferiblemente debe provenir de los impuestos generales.
En América Latina, los mayores avances en materia de universalidad con inte-
gralidad y equidad están representados por los Sistemas Únicos de Salud (SUS) –con
los ejemplos de Cuba y Brasil, y que se pretende poner en marcha en países como
Venezuela, Bolivia y Ecuador. Esos países plantean en sus constituciones la creación
de sistemas públicos universales. Los sistemas públicos universales se caracterizan
por una modalidad organizativa con rectoría del Ministerio de Salud e intervención
de las tres esferas territoriales del Estado (federal, departamental, municipal) para
integrar todas las funciones del sistema, que van desde la definición de políticas
hasta la prestación de servicios, con financiamiento que proviene de los impuestos
generales de la Nación y reforzando el principio de la integralidad, garantizando
desde la promoción hasta la rehabilitación de la salud.
Sin embargo, a pesar de que la universalidad y la prestación pública de servicios
es más eficiente (Basu et al, 2012) y es imprescindible para garantizar el derecho
a la salud y la mejor estrategia hacia la equidad, las reformas impulsadas por los
organismos financieros internacionales en los noventa, desarrollaron con fuerza
la noción de “aseguramiento” proponiendo seguros diferenciados para grupos
poblacionales específicos y diversos países de la región han acogido la propuesta
de “aseguramiento universal” y “pluralismo estructurado”. En esta concepción, la
cobertura poblacional universal es resultante de la suma de diversos modelos de
aseguramiento, con coberturas parciales de servicios, que varían en cada país depen-
diendo de factores tales como aportes y nivel de renta de los grupos poblacionales,
carga de enfermedad, costo beneficio, etc. Desde esa perspectiva, es importante
aclarar la diferencia entre “aseguramiento universal” y “sistema público universal de
salud” porque existe cierta confusión. Los “sistemas públicos universales de salud”
nacen de una concepción colectiva y de derecho ciudadano, del derecho humano
54 Sistemas de Salud en Suramérica
multiplican los costos reales de lo que producen, obteniendo ganancias que supe-
ran con creces sus gastos de producción, incluido lo que destinan a salud y a otros
compromisos de función social. A pesar de esto, es común que élites trabajadoras
en la mayoría de los países latinoamericanos se resistan a perder los beneficios del
aseguramiento que generalmente es expresión de sus reivindicaciones de clase y se
rehúsen a ser acogidas por un sistema único y universal que garantice la salud de
toda la población, independientemente de su rol en la sociedad. Se dan entonces,
alrededor de los sistemas universales y públicos, grandes contradicciones que ex-
presan los intereses particulares de determinados grupos sociales; el más notable
de ellos es representado por el “complejo médico industrial” y sus inversiones en
salud, pero incluso sectores de marcado compromiso histórico con la lucha por la
justicia e igualdad se enfrentan en algunos países a los intereses generales de los
pueblos, que pujan por defender la universalidad de sus derechos. Por supuesto,
estas contradicciones, que deben resolverse en el seno de la propia sociedad, ilustran
la dimensión histórica de cómo el sistema de salud constituye una arena de poder,
de pugnas distributivas y, simultáneamente, un espacio posible para construir una
nueva sociedad y un nuevo Estado.
Integralidad
Un segundo rasgo que debe caracterizar los sistemas de salud es la integralidad.
Tal como se señalara anteriormente, muchas veces se habla del derecho a la salud
entendiéndolo más como el derecho a la atención a la enfermedad y, eventualmente,
como el cuidado del bienestar físico y mental de las personas, y se pierde de vista
que el derecho a la salud forma parte del derecho a la vida, comprendida esta en
toda la dimensión de la existencia humana dentro de un espacio que va más allá
de lo individual: la persona en su entorno familiar, comunitario, como parte de la
naturaleza y el universo. Visto de este modo, no es posible lograr un buen estado
de salud en la población sin las labores de promoción y de acción sobre la determi-
nación social de la salud. Tampoco puede concebirse la integralidad sin dar cabida
a los cursos de la vida, a la interculturalidad, al rescate de la medicina tradicional
de los pueblos, junto con procesos para mejorar la calidad y la organización de los
servicios salud en verdaderas redes, desde el espacio comunitario y familiar, hasta
los centros de especialización.
La intersectorialidad es imprescindible para el alcance de la integralidad, pues
para la promoción de la salud es necesario incidir sobre los determinantes sociales,
lo que requiere acción intersectorial. Se debe dejar de lado la idea que el sector
salud es el centro de las coordinaciones con otros sectores. Lo que se requiere es
una articulación permanente en la cual el sector salud se constituya en una for-
taleza para las demás áreas del desarrollo social, que otros sectores la convoquen
como eje para el avance de las políticas sociales e incluso para la discusión de las
56 Sistemas de Salud en Suramérica
Equidad
En 1991, Margareth Whitehead, produjo un texto fundamental para la investi-
gación en el campo de la equidad en salud. La autora distinguió entre desigualdades
que pueden ser injustas y aquellas que no lo son porque no presentan una relación
causal con las diferencias de clase o no son el producto de una intervención hu-
mana. La equidad en salud se refiere a la idea de que todos los individuos de una
sociedad deben tener la misma oportunidad de desarrollar su pleno potencial de
salud; en ese sentido, la acción hacia la equidad en salud pone el acento en la
reducción de las diferencias innecesarias, evitables e injustas denominadas “ine-
quidades en salud” (Whitehead, 1991; Evans et al, 2000; Braveman y Gruskin,
2003). Las teorizaciones de Whitehead abrieron la vía para una investigación más
profunda de lo que se llamará, a fines de los años 1990, determinantes sociales
de salud (Ruiz, 2011).
Sistemas de Salud en América del Sur 57
La equidad en salud puede ser entendida en dos grandes dimensiones con de-
terminaciones distintas: i) equidad en el estado de salud y ii) equidad en la atención
a la salud (Travassos, 1997). La equidad en el estado de salud implica que todos
los ciudadanos tengan la misma oportunidad de desarrollar su pleno potencial
de salud y corresponde a la inexistencia de diferencias/desigualdades evitables en
los riesgos, morbilidad y mortalidad entre grupos poblacionales. Es socialmente
determinada y su superación va más allá de las fronteras del sistema de servicios de
salud, comprometiendo al desarrollo de políticas sociales y económicas integradas
y a la acción intersectorial.
Los grados de equidad en el acceso y uso de servicios de salud, a su vez, están
determinados por los modelos de financiamiento de los sistemas y de protección
social en salud (Sojo, 2011). La equidad en el acceso a los servicios de salud puede
definirse como la igualdad de acceso y uso de servicios de salud para quienes posean
iguales necesidades de salud, independientemente de su capacidad de pago. Está re-
lacionada a características del sistema de salud y de la protección social en salud y es
dependiente de la vigencia de los principios de solidaridad y justicia social. En síntesis:
“[...] las desigualdades en salud reflejan fuertemente las desigualdades sociales, y,
debido a la relativa efectividad de las acciones en salud, la igualdad en el uso de
los servicios de salud es condición importante, pero no suficiente, para disminuir
las desigualdades existentes entre los grupos sociales en el enfermarse y morir.”
(Travassos, 1997).
Las desigualdades sociales en América del Sur, así como en toda América
Latina, son profundas, con altísimas disparidades en salud debido al gran número
de muertes tempranas prevenibles en los estratos más desfavorecidos. El índice de
Gini1 y la razón de ingresos entre los grupos poblaciones más ricos y los más pobres
en nuestros países son de los más elevados del mundo.
La mayoría de nuestros países presenta un índice de Gini superior al 0,500
(Tabla 3), lo que indica un elevado grado de desigualdad económica. Uruguay y
Venezuela se destacan por presentar los índices más bajos, es decir, de menor desi-
gualdad. Para comprender la intensidad de las desigualdades en nuestra región, se
puede realizar una comparación con los países europeos. Por ejemplo en España,
en 2010, el índice de Gini era 0,317. O sea, aun con los efectos de la reciente crisis
económica, España permanece con desigualdades muy por debajo de las magni-
tudes encontradas en nuestros países. Los países escandinavos, como por ejemplo
Dinamarca (0,248), y los del este europeo, como la República Checa (0,246), son
los menos desiguales (OECDstat, 2012).
Aun con estas desigualdades profundas en Suramérica, se observó entre 1999 y
2010 una reducción de las desigualdades de ingreso (medidas por el índice de Gini)
en nueve de los diez países con datos presentados en la Tabla 3.
58 Sistemas de Salud en Suramérica
Fuente: 1Cepal 2011. Estadísticas para América Latina y Caribe 2011. 2OPS, 2011.
* Último año disponible; ** Índice de Gini de la población urbana
Consideraciones finales
En los 1990, el primer texto que el Banco Mundial publicó sobre salud, inti-
tulado “El Financiamiento de los Servicios de Salud en los Países en Desarrollo” (1989),
planteó tres medidas: privatizar, descentralizar y cobrar por los servicios de salud.
A estas medidas se agregaron tres supuestos base: i) que los sistemas de salud tienen
cuatro funciones fundamentales: la rectoría, el aseguramiento, el financiamiento y
la provisión de servicios de salud; ii) que el buen funcionamiento del sistema requie-
re separar esas funciones, correspondiendo al Estado sólo la función de rectoría,
pudiendo transferirse todas las demás al sector privado; y iii) que ante la supuesta
imposibilidad de construir sistemas públicos universales integrados de salud, la
salida es un “pluralismo estructurado”, es decir, mantener la fragmentación pero
ordenándola.
Pero, simultáneamente, se desarrolla otra visión, que propone una mirada alter-
nativa con una visión crítica de la función de aseguramiento por medio de seguros
privados, señalando que es una vía a la individualización de riesgos, ruptura de la
solidaridad y fragmentación de la prestación de servicios (Laurell, 2011). En esta
visión alternativa, el financiamiento no es una función del sistema de salud, sino
un prerrequisito fundamental para su funcionamiento, y debe ser garantizado por
el Estado. Se enfatiza que no es función del sistema de salud obtener el financia-
miento fuera del Estado promoviendo seguros privados, sino recaudar, distribuir
adecuadamente y administrar con eficiencia los recursos financieros públicos. Esa
visión y posición es compartida por el movimiento de la Medicina Social/Salud
Colectiva latinoamericana, que asume como la función fundamental del sistema
de salud garantizar el derecho a la salud, con universalidad, integralidad, calidad,
64 Sistemas de Salud en Suramérica
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68 Sistemas de Salud en Suramérica
Notas
1 El índice de Gini es un indicador que mide la desigualdad en los ingresos de los individuos
y varía de 0 a 1. El valor 0 del índice de Gini significa igualdad perfecta –ausencia de desi-
gualdad en los ingresos, o sea, cada proporción de la población recibe la misma proporción
de ingresos. Cuanto más su valor se aproxima a 1 más grande es la desigualdad. El 1 indica
desigualdad extrema, esto es, todo el ingreso es recibido por el individuo más rico.
Guía Isags para orientar el análisis crítico
de los sistemas de salud en Suramérica
E sta guía fue desarrollada por el Isags para facilitar la elaboración, por parte
de los ministerios de salud, de las presentaciones y documentos sobre el sistema de
salud como actividad preparatoria del Taller: “Sistemas de Salud en Suramérica:
desafíos para la universalidad, la integralidad y la equidad”, realizado en julio de
2011 en Rio de Janeiro.
El Taller tuvo como objetivo: propiciar el intercambio de conocimiento y refle-
xión sistemática sobre los sistemas de salud en Suramérica, a la luz de los desafíos
de la universalidad, integralidad y equidad, identificando fortalezas y debilidades
que permitan el desarrollo de líneas de cooperación y trabajo para el Isags.
Cuadro 1 – Guía Isags para orientar el análisis crítico de los sistemas de salud en
Suramérica
Cuadro 1 – Guía Isags para orientar el análisis crítico de los sistemas de salud en
Suramérica (cont.)
Cuadro 1 – Guía Isags para orientar el análisis crítico de los sistemas de salud en
Suramérica (cont.)
Cuadro 1 – Guía Isags para orientar el análisis crítico de los sistemas de salud en
Suramérica (cont.)
Cuadro 1 – Guía Isags para orientar el análisis crítico de los sistemas de salud en
Suramérica (cont.)
Cuadro 1 – Guía Isags para orientar el análisis crítico de los sistemas de salud en
Suramérica (cont.)
Participantes en la Reunión del Consejo Directivo por ocasión de la inauguración del ISAGS
Eduardo Bustos Villar Secretario de Determinantes de la Salud y Relaciones Sanitarias del Ministe-
rio de Salud de Argentina
Martín Maturano Viceministro de Salud y Protección del Ministerio de Salud y Deportes del
Estado Plurinacional de Bolivia
Luiz Odorico Monteiro de Secretario de Gestión Estratégica y Participativa del Ministerio de Salud de
Andrade Brasil
Alfredo Bravo Civit Representante del Ministerio de Salud de Chile
Beatriz Londoño Viceministra de Salud del Ministerio de Salud y Protección Social de la Repú-
blica de Colombia
David Chiriboga Alnutt Ministro de Salud Pública de Ecuador
Esperanza Martínez Ministra de Salud Publica y Bienestar Social de la República del Paraguay
Oscar Ugarte Ubilliz Ministro de Salud de Perú
Jorge Venegas Ministro de Salud Pública de Uruguay
Celsius W. Waterberg Ministro de Salud de la República de Suriname
Juan Carlos Lara Ramírez Representante del Ministerio del Poder Popular para la Salud del Gobierno
Bolivariano de Venezuela